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DISCURSO CON MOTIVO DEL DIA DEL ABOGADO

21 de Junio de 2019
Buenos Días a todos los presentes, gracias doy en nombre del gremio por haber atendido esta
invitación. Agradezco igualmente a los colegas que depositaron la confianza en el grupo de
abogados que hacemos vida profesional en esta entidad federal para rescatar nuestro gremio y
que nos aceptaron como Junta Directiva provisoria, de la que forman parte abnegados, probos,
capacitados y honestos profesionales del derecho que también son meritorios de presidir el
mismo y a quienes debo respeto y consideración como colegas y amigos.
Todos los 21 de Junio, se conmemora el día asignado a nuestra profesión, fecha
seleccionada por ser el natalicio del ilustre venezolano Cristóbal Hurtado De Mendoza,
republicanamente conocido como Cristóbal Mendoza, jurista, Doctor en Derecho Civil y
Canónico que vio la luz del mundo el día 21 de Junio de 1772, en Trujillo, y que en la Historia
Patria se tiene con la distinción de Primer Presidente. Esta alta investidura nace cuando el primer
Congreso, el día 5 de marzo de 1811, designa al primer Poder Ejecutivo, y en la tarde del 6 de
marzo, se instala el Primer Triunvirato bajo la presidencia de Manuel Moreno de Mendoza,
suplente de Cristóbal Mendoza, quien está ausente por encontrarse en su provincia de Barinas.
Cristóbal Mendoza es, entonces, el primero en la lista de los tres, que se turnaban semanalmente
en la Presidencia.
En esta oportunidad voy a hacer una reflexión sobre nuestra profesión, más bien, diría yo,
un llamado a la conciencia de los abogados, para dignificarla y honrarla, porque es una de las
profesiones más criticadas y, que seamos conscientes, nosotros hemos contribuido a que esto sea
así.
Estamos viviendo actualmente en una sociedad cambiante aceleradamente, por eso, el
derecho no puede quedarse estancado en el tiempo, sino que por el contrario debe seguir ese
mismo ritmo. Debido a ello, el derecho pierde día tras día certeza y seguridad, pero esto no se
puede atribuir al mundo jurídico como tal, sino a los cambios fenomenológicos que
repentinamente inciden en la sociedad, en las instituciones y en las propias estructuras jurídicas
de los pueblos. Cuando esto sucede, provocan contradicciones y desajustes entre las necesidades
de la vida y el derecho vigente, por la imposibilidad cierta del derecho, de regular a ese mismo
ritmo de velocidad de los hechos, como lo exigen las transformaciones sociales. Esto está
sucediendo en nuestra querida Venezuela, desde la entrada en vigencia de la Constitución de
1999, que ha habido una transformación total y radical del derecho vigente y que se ha tenido
que ir adaptando progresivamente las leyes preconstitucionales a los nuevos postulados de la
carta magna.
Así mismo, estamos viviendo tiempos en que la falsedad y la mentira, toman las
vestimentas de la verdad y de lo auténtico; en fin, tiempos en que el abogado que no tenga o
posea con firmeza una ética moral, caerá en un abismo del que no encuentre rescate, y solo aquel
abogado que esté consciente de su deber ético y legal, mantendrá incólume, seguro, un nombre,
que se constituirá en un testamento para que sus hijos lo recuerden con orgullo, y esto solo es
posible cuando se ha trazado la línea del deber y se da cumplimiento total.
Colegas, la profesión que hemos escogido debe tener más de abnegado sacrificio que de
lucrativo propósito, tomando en cuenta que los fines que fijan su esencia, no son otros que los
fines superiores de la justicia. Verdad y justicia son la raíz del sacrificio y abnegación que hemos
escogido, si es que en realidad lo hemos escogido, en virtud de la justicia y la verdad. La verdad
y la justicia, apreciados colegas, no se han hecho para los abogados carentes de probidad,
integridad, honradez, moralidad, ni para los hombres temerosos, ni para los mercaderes de
circunstancias. La verdad y la justicia solo pueden ser halladas por el profesional del derecho,
cuando éste está blindado del más implacable carácter, siendo esta la virtud primordial del
abogado, sin cuya presencia no hay virtud, no hay justicia, no hay verdad y menos puede haber
firmeza contra los halagos, los elogios. Se requiere este carácter para oponerse a la
despersonalización, para no buscar tanto el bien propio como el bien de los demás. Para saber
qué hacemos, por qué lo hacemos y por qué habremos de seguir haciéndolo. Carácter para sentir
con nobleza, para esperar con valor, con claridad de propósitos, con sinceridad en los actos. Las
órdenes de la moral -diría Riverol- “no se satisfacen con solo que evitemos el mal, sino que
prescriben que obremos el bien; no solo que parezcamos buenos sino que lo seamos. Porque
ella, la moral, no se funda en la opinión pública, a la que es posible engañar, sino en nuestra
propia estimación, que jamás nos engaña”.
Tampoco es un secreto que el abogado venezolano ha tenido un rol fundamental en la
vida nacional, a lo largo de nuestra historia, especialmente en la contribución al forjamiento de la
nacionalidad, arriesgando su propia vida sin temor, sin vacilaciones, sin dudas. Debemos
sentirnos orgullosos de los grandes aportes que nuestros antepasados abogados dieron para el
nacimiento de la nueva República y porque la historia de nuestra profesión cuenta con la
presencia virtuosa del Dr. Cristóbal Mendoza, revolucionario firme, magistrado responsable,
funcionario recto y de total desprendimiento y hombre ejemplar en los detalles de su vida
privada.
La importancia del abogado venezolano en nuestro país no ha disminuido a pesar del
surgimiento de nuevas profesiones que hoy influyen grandemente en el acontecer de la sociedad,
y tampoco por el problema del excesivo número de los profesionales del derecho, porque al final,
de todas formas prevalece la calidad sobre la simple cantidad.
Durante el siglo XIX, que fue decisivo en la historia republicana, el abogado tuvo una
poderosísima influencia, formaba una realidad profesional que se caracterizaba, a falta de
especialistas, de monopolizar, de acaparar, en ese entonces, las inquietudes por las ciencias
sociales. Abundaron en ese siglo abogados historiadores, sociólogos, otros que estudiaban temas
de una economía que se venía formando, y en la actualidad, hay muchos profesionales del
derecho que siguen preocupándose por esas áreas y otras ciencias que han surgido con el
desarrollo técnico-científico de la humanidad y que han dado nacimiento a otras disciplinas
jurídicas para regular su funcionamiento o aplicación en la sociedad. Algunos han adquirido
nuevos títulos universitarios y han encauzado todo o parte de su actividad hacia el estudio y
ejercicio de esas nuevas profesiones, como también es patente, que otros profesionales, como
economistas, contadores públicos, licenciados en administración, por ejemplo, han tenido que
irrumpir, acercarse al estudio del saber jurídico para mejor conocimiento y cabal ejercicio de
esas profesiones que desde una perspectiva complementaria, se relacionan con el derecho. Otras
áreas en la que ha incursionado el abogado y donde muchos se han desenvuelto positivamente,
han sido en la administración, política, la docencia y el periodismo.
Nosotros atesoramos, apreciados colegas, una misión múltiple y fundamental que
cumplir; tenemos que ser baluarte de una evolución o transformación social, en estos tiempos
aciagos donde el imperio de la ley, los valores fundamentales de la justicia y el derecho, el
estado de derecho están en entredicho, y le damos cumplimiento a esta misión, abogando
multiformemente por el imperio y efectivación de los derechos del hombre en su totalidad;
impulsando el derecho hacia el conocimiento y beneficio de las grandes mayorías; contribuyendo
a la transformación de la jurisprudencia y de los criterios interpretativos; dando todo de uno
mismo en el foro, en la catedra, en la tribuna, en la utilización de los medios de comunicación
social; acompañando o colaborando con otros profesionales de la ciencias sociales para el
estudio y dominio de la realidad que vivimos, en fin, colegas, para dar a nuestro sistema jurídico
vigente, que ha perdido autoridad, nuevas proyecciones acordes con el presente que estamos
viviendo y lo que podemos dejar para el futuro. Si no damos este paso en el tiempo; si no nos
inyectamos de nuevos ideales, seguiremos siendo sujetos pasivos del deterioro de nuestro
ordenamiento jurídico; por eso no podemos ser indiferentes ante esta realidad y de que el
derecho deje de dar respuesta a las necesidades que se derivan de los cambios sociales
importantes.
Para finalizar quiero, resaltar, a mi modo de pensar, una virtud fundamental del ser
humano, que debe tener no solo el abogado, sino todos los profesionales de otras ramas, como lo
es la humildad.
Parece difícil hablar de la Humildad como la virtud de los “grandes hombres” en un
mundo donde pareciera que lo importante es el “alto lugar” que alguien pueda ocupar, y mucho
mejor si lo “hace notar”. La Humildad como toda virtud, radica en el corazón del ser humano, y
por supuesto se exterioriza en el comportamiento que esa persona tenga.
Cuanto “más grande sea” alguien, mayor tendrá que ser su humildad, ya que esta virtud
no es un patrimonio de los pequeños, de los que no aspiran a grandes cosas, sino al contrario,
cuánto más grande sea una persona, ya sea por edad, conocimiento, capacidad, función, o lo que
fuere, va a necesitar mucha más humildad.
Cuando nos encontramos con alguien “soberbio” nos produce un inmediato rechazo,
sobre todo si es alguien “poderoso”, ya que si hay un acto de soberbia de alguien, digamos
débil, a lo sumo nos parecerá “ridículo”, en cambio un acto de soberbia de alguien poderoso,
además de producirnos un rechazo, se puede volver algo hasta peligroso.
Hay que ser humildes para no “creerse” que eso me dé derecho a sentirme superior a los
demás. Las Santas Escrituras señalan que los humildes son honrados y objetivos consigo mismo;
reconocen sus imperfecciones, se alegran al ver que otros los superan en alguna cualidad, de allí
que no los corroa la envidia ni los celos. La verdadera humildad promueve las buenas relaciones,
la estabilidad y seguridad emocional; en cambio, los orgullosos tienen exceso de estimación
propia, se creen superiores a los demás, quizás debido a la belleza, la raza, la riqueza, el rango o
el talento.
La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Y
recuerda que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero.

Gracias por su atención.- Feliz Día del Abogado.

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