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pensar
Jorge Bucay
Angela
Fernández
4.El elefante encadenado
1.¿Cómo crecer?
..Y cuando se hizo grande, su padre le dijo: Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador Un buscador es
alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco ese alguien
-Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación
que sabe lo que está buscando. Es simplemente para quien su vida es una búsqueda. Un
de volar, opino que sería penoso que te limitaras a caminar teniendo las alas día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer
que el buen Dios te ha dado. caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así
-Pero yo no sé volar – contestó el hijo. -Ven – dijo el padre. que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos
Lo tomó de la mano y caminando lo llevó al borde del abismo en la montaña. divisó Kammir, a lo lejos. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del
-Ves hijo, este es el vacío. Cuando quieras podrás volar. Sólo debes pararte sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón
aquí, respirar profundo, y saltar al abismo. Una vez en el aire extenderás las de árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de valla
alas y volarás... El hijo dudó. -¿Y si me caigo? pequeña de madera lustrada… Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto
sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento
-Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que harán más
en ese lugar. El buscador traspaso el portal y empezó a caminar lentamente entre las
fuerte para el siguiente intento –contestó el padre. piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus
El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los ojos eran los de un buscador, quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella
que había caminado toda su vida. inscripción… “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un
Los más pequeños de mente dijeron: poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida,
-¿Estás loco? -¿Para qué? -Tu padre está delirando... sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar…
-¿Qué vas a buscar volando? -¿Por qué no te dejas de pavadas? Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado, también
-Y además, ¿quién necesita? tenía una inscripción, se acercó a leerla decía “Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3
semanas”. El buscador se sintió terrible mente conmocionado. Este hermoso lugar, era un
Los más lúcidos también sentían miedo:
cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el
-¿Será cierto? -¿No será peligroso? tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar
-¿Por qué no empiezas despacio? que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un
-En todo casa, prueba tirarte desde una escalera. dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se
-...O desde la copa de un árbol, pero... ¿desde la cima? acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún
El joven escuchó el consejo de quienes lo querían. familiar. - No ningún familiar – dijo el buscador - ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué cosa
Subió a la copa de un árbol y con coraje saltó... tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?
Desplegó sus alas. Las agitó en el aire con todas sus fuerzas... pero igual... se ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir
un cementerio de chicos?. El anciano sonrió y dijo: -Puede usted serenarse, no hay tal
precipitó a tierra...
maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un
Con un gran chichón en la frente se cruzó con su padre: joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí,
-¡Me mentiste! No puedo volar. Probé, y ¡mira el golpe que me di!. No soy colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí, cada vez que uno
como tú. Mis alas son de adorno... – lloriqueó. disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda que fu lo
-Hijo mío – dijo el padre – Para volar hay que crear el espacio de aire libre disfrutado…, a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se
necesario para que las alas se desplieguen. enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?…
Es como tirarse en un paracaídas... necesitas cierta altura antes de saltar. Para ¿Una semana?, dos?, ¿tres semanas y media?… Y después… la emoción del primer beso,
aprender a volar siempre hay que empezar corriendo un riesgo. Si uno quiere ¿cuánto duró?, ¿El minuto y medio del beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana? … ¿y el embarazo
o el nacimiento del primer hijo?…, ¿y el casamiento de los amigos…? y el viaje más
correr riesgos, lo mejor será resignarse y seguir caminando como siempre.
deseado…? y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…?¿Cuánto duró el
disfrutar de estas situaciones?… ¿horas?, ¿días?… Así vamos anotando en la libreta cada
momento, cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el
tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el
único y verdadero tiempo vivido.
consultar ninguna de sus decisiones, pero esta vez, en cuánto el mago lo recibió, hiz o la pregunta...
necesitaba una excusa. Y el mago, que era un sabio, le dio una respuesta correcta, creativa y justa.
En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde Voy andando por un sendero. Dejo que mis pies me lleven. Mis ojos se posan
los hombres transitan eternamente sin darse cuenta... en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas. se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien.
Había una vez... un estanque maravilloso. Siento que la ciudad me atrae. Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y
colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban mis logros. Mis ambiciones y mis
permanentemente... sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo,
mutua compañía, la tristeza y la furia. lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos. Me imagino
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque. que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A
La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber por qué- se poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me
baño rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua... importa.
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo
que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró... que una enorme zanja me impide mi paso. Temo... dudo. Me enoja que mi meta
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza... no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja.
Y así vestida de tristeza, la furia se fue. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar caminando.
donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y
conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba. sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de
desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos...
la furia. Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto. Empiezo a construir el
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo
ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y
encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del húmedo rodea la ciudad de mis sueños... Me siento abatido... Busco la manera
disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza. de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No
dejaré que el muro impida mi paso. Me propongo trepar. Descanso unos
minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me
mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.
Me recuerda a mí mismo... cuando era niño. Quizás por eso, me animo a
expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y
yo? El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a
mí? Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los
trajiste tú.
A una estación de trenes llega una tarde, una señora muy elegante. En la Quiero que me oigas, sin juzgarme.
ventanilla le informan que el tren está retrasado y que tardará Quiero que opines, sin aconsejarme.
aproximadamente una hora en llegar a la estación. Quiero que confíes en mi, sin exigirme.
Un poco fastidiada, la señora va al puesto de diarios y compra una revista, Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi
luego pasa al kiosco y compra un paquete de galletitas y una lata de gaseosa. Quiero que me cuides, sin anularme.
Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi.
andén. Mientras hojea la revista, un joven se sienta a su lado y comienza a Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
leer un diario. Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el Quiero que me animes, sin empujarme.
muchacho, sin decir una palabra, estira la mano, agarra el paquete de Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi.
galletitas, lo abre y después de sacar una comienza a comérsela Quiero que me protejas, sin mentiras.
despreocupadamente. Quiero que te acerques, sin invadirme.
La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
paquete y saca una galletita que exhibe frente al joven y se la come mirándolo Quiero que sepas, que hoy,
fijamente. hoy podés contar conmigo.
Por toda respuesta, el joven sonríe... y toma otra galletita. Sin condiciones.
La señora gime un poco, toma una nueva galletita y, con ostensibles señales
galletita. " No podrá ser tan caradura", piensa, y se queda como congelada
Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y, con mucha
suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le
ofrece media a la señora.
- Gracias! - dice la mujer tomando con rudeza la media galletita.
- De nada - contesta el joven sonriendo angelical mientras come su mitad.
El tren llega.
Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al arrancar, desde
el vagón ve al muchacho todavía sentado en el banco del andén y piensa: "
Insolente".
Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se
sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas... ! Intacto!.
El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición a la que el Un joven concurrió a un sabio en busca de ayuda.
- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para
rey había hecho su última esposa.
hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y
Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar maestro?. ¿Qué puedo hacer para que
que la madre de Sabina estaba enferma. Pese a que existía la prohibición de me valoren más? El maestro, sin mirarlo, le dijo:
usar el carruaje personal del rey (falta que era pagada con la cabeza), Sabrina - ¡Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mis
subió al carruaje y corrió junto a su madre. propios problemas. Quizás después... Si quisieras ayudarme tú a mí, yo
A su regreso, el rey fue informado de la situación. podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
-¿No es maravillosa?-dijo-Esto es verdaderamente amor filial. No le importó su - E... encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era
vida para cuidar a su madre!! Es maravillosa! desvalorizado y sus necesidades postergadas-. - Bien -asintió el maestro-. Se quitó un
anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho
Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo
agregó: Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender
fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último este anillo para pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma
durazno que quedaba en la canasta. posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda
-¡Parecen ricos!-dijo el rey. lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió.
-Lo son- dijo la princesa y alargando la mano le cedió a su amado el último Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún
durazno. interés hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven
-¡Cuánto me ama!-comentó después el rey-, Renunció a su propio placer, para mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un
darme el último durazno de la canasta.¿no es fantástica? viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de
oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le
Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión
ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones
desaparecieron del corazón del rey. de no aceptar menos de una moneda de oro, así que rechazó la oferta. Después de
Sentado con su amigo más confidente, le decía: ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado - más de cien personas- y
-Nunca se portó como una reina…¿acaso no desafió mi investidura usando mi abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida. ¡Cuánto hubiese deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría habérsela
entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y
su ayuda. - Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás
pudiera conseguir 2 ó 3 monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie
respecto del verdadero valor del anillo.
- ¡Qué importante lo que dijiste, joven amigo! -contestó sonriente el maestro-
. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y
vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo?. Dile que quisieras vender
el anillo y pregúntale cuánto da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se
lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el
anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más
que 58 monedas de oro por su anillo.
- ¿¿¿¿58 monedas???? -exclamó el joven-.
- Sí, -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca
de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
- Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo:
una joya única y valiosa. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un
experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu
verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su
mano izquierda.
Esta historia nos cuenta de un famoso rabino jasídico: Baal Shem Tov. El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los
Baal Shem Tov era conocido dentro de su comunidad porque todos decían que alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...
él era un hombre tan piadoso, tan bondadoso, tan casto y tan puro que Dios - Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos
escuchaba sus palabras cuando él hablaba. pero no nos explicas su significado...
Se había hecho una tradición en este pueblo: - Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal
Todos los que tenían un deseo insatisfecho o necesitaba algo que no habían de reparación te convide con un rico durazno.
podido conseguir iban a ver al rabino. - Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo
Baal Shem Tov se reunía con ellos una vez por año, en un día especial que él - Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
elegía. Y los llevaba a todos juntos a un lugar único, que él conocía, en medio - Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo.
del bosque. Y una vez allí, cuenta la leyenda, que Baal Shem Tov armaba con - ¿ Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en
ramas y hojas un fuego de una manera muy particular y muy hermosa, y trozos para que te sea más cómodo?...
entonaba después una oración en voz muy baja... como si fuera para él - Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
mismo. Y dicen... - No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte...
que Dios le gustaban tanto esas palabras que Baal Shem Tov decía, se - Permíteme que te lo mastique antes de dártelo...
fascinaba tanto con el fuego armado de esa manera, quería tanto a esa - No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el
reunión de gente en ese lugar del bosque... que no podía resistir el pedido de Baal discípulo.
Shem Tov y concedía los deseos de todas las personas que ahí estaban. El maestro hizo una pausa y dijo:
Cuando el rabino murió, la gente se dio cuenta de que nadie sabía las palabras - Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer
que Baal Shem Tov decía cuando iban todos juntos a pedir algo... una fruta masticada
Pero conocían el lugar en el bosque. Sabían cómo armar el fuego.
Una vez al año, siguiendo la tradición de Baal Shem Tov había instituido, todos
Y dicen...
que Dios gustaba tanto del fuego encendido, gustaba tanto de ese lugar
en el bosque y de esa gente reunida... que aunque nadie decía las palabras
adecuadas, igual concedía los deseos a todos los que ahí estaban.
El tiempo ha pasado y de generación en generación la sabiduría se ha ido
perdiendo... Y aquí estamos nosotros. Nosotros no sabemos cuál es el lugar en el
bosque. No sabemos cuáles son las palabras. Ni siquiera sabemos cómo
encender el fuego a la manera que Baal Shem Tov lo hacía...
Sin embargo hay algo que sí sabemos:
Sabemos esta historia, Sabemos este cuento...
Y dicen... que Dios adora tanto este cuento... que le gusta tanto esta historia... que
basta que alguien la cuente... y que alguien la escuche... para que Él, complacido,
satisfaga cualquier necesidad y conceda cualquier deseo a todos los que están
compartiendo este momento... Amén... (Así sea...)
Cavando, para montar un cerco que separara mi terreno de el de mi vecino, "En el país de los cuentos había una vez un pequeño duende. Un duende muy
me encontré enterrado en mi jardín, un viejo cofre lleno de monedas de oro. travieso que siempre andaba riendo y saltando de un lado para otro... Vivía
A mi no me intereso por la riqueza, me intereso por lo extraño del hallazgo, en una casita toda rodeada de montañas. A su lado, un pequeño río que
nunca he sido ambicioso y no me importan demasiado los bienes materiales, discurría placidamente por la falda de la ladera describiendo un paisaje difícil
pero igual desenterré el cofre. de imaginar... Lo que mas gustaba al duendecillo era ver como cada
Saqué las monedas y las lustre. Estaban tan sucias las pobres... mañana, con los primeros rayos de sol, todas las flores de su jardín iban
Mientras las apilaba sobre mi mesa prolijamente, las fui contando... abriendo una por una sus hojas... Uno de aquellos días, como muchos otros,
Constituían en si mismas una verdadera fortuna. Solo por pasar el tiempo, salió a pasear a la montaña. Y caminando entre las rocas encontró una flor:
empecé a imaginar todas las cosas que se podrían comprar con ellas. era una flor preciosa, nunca había visto otra de igual belleza. Le había
Pensaba en lo loco que se pondría un codicioso que se topara con semejante cautivado tanto que paso toda la tarde mirándola. Era maravilloso verla
tesoro. Por suerte, por suerte...no era mi caso... cuando se contorneaba cada vez que el viento acariciaba sus hojas....
Hoy vino un señor a reclamar las monedas, era mi vecino. Pretendía sostener en Al siguiente día y al siguiente, y al otro, volvió para estar a su lado y mirarla.
un miserable que las monedas las había enterrado su abuelo, y que por lo tanto Un día como tantos otros, nuestro duendecillo vio como de una de sus hojas
le pertenecían a el. caía una pequeña lagrima. No entendía como la flor más maravillosa del
Me dio tanto fastidio que lo mate... mundo podía estar triste. Se acercó a ella y le pregunto: -"?Por que lloras?". -
Si no lo hubiera visto tan desesperado por tenerlas, se las hubiera dado, porque Y contesto la flor: "me siento triste aquí entre las rocas, sin nadie que me mire
si hay algo que a mi no me importa son las cosas que se compran con dinero, salvo tu. Me gustaría vivir en un jardín como el tuyo y ser una mas de entre
eso si, no soporto la gente codiciosa... las flores. Además, te concederé el deseo que mas quieras si me llevas allí".
Fue entonces, cuando el pequeño duende la tomo entre sus manos y con todo
el cariño del mundo la planto en el lugar mas bonito de su jardín........... Una
vez cumplido el deseo, la flor le dijo al duendecillo: - "Y bien, ahora que me
has llenado de felicidad al traerme aquí, ?que es lo que mas deseas en este
mundo?". Y el duendecillo entonces, la miro fijamente y contesto : - "Quiero
ser flor como tu para sentirme por siempre a tu lado". Y colorín colorado, en el
país de los cuentos, el final ha llegado.
Y si es cierto que has dejado de quererme... yo te pido, ¡por favor, no me lo En un oasis escondido entre los mas lejanos paisajes del desierto, se encontraba
digas! Necesito por hoy y todavía navegar inocente en tus mentiras... el viejo ELIAHU de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.
Dormiré sonriendo y muy tranquilo. Su vecino HAKIM, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus
Me despertaré bien temprano en la mañana. Y volveré a hacerme a la mar, te camellos y vio a ELIAHU transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
lo prometo... pero esta vez... sin atisbo de protesta o resistencia naufragaré -Que tal anciano? La paz sea contigo.
por voluntad y sin reservas en la profunda inmensidad de tu abandono... -Contigo- contesto ELIAHU sin dejar su tarea.
-Que haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
-Siembro- contesto el viejo.
-Que siembras aquí, ELIAHU?
-Dátiles -respondió ELIAHU mientras señalaba a su alrededor el palmar.
-Dátiles!!!- repitió el recién llegado, y cerro los ojos como quien escucha la mayor
estupidez.
-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la
tienda a beber una copa de licor.
-No debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
-Dime, amigo: Cuantos años tienes?
-No se... sesenta, setenta, ochenta, no se... lo he olvidado... pero eso que
importa?
-Mira amigo, los datileros tardan mas de 50 años en crecer y recién después de
ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy
deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los 101 años, pero tu sabes que
difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y
ven conmigo.
-Mira Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con
probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los
dátiles que hoy planto... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido,
vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, ELIAHU, déjame que te pague con una bolsa de
monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, HAKIM le puso en
la mano al viejo una bolsa de cuero.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves , a veces pasa esto: tu me
pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. parecía cierto y sin
embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseche una bolsa de
monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das
hoy y es quizás mas importante que la primera. déjame pues que pague esta
lección con otra bolsa de monedas.
-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos
bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar
ya coseche no solo una, sino dos veces.
-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo
de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...