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La lengua y el saber

PorAndrés L. Mateo

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Estimado señor Viceministro:
¿Por qué el reconocido lingüista Emil Benveniste dice que “nunca llegamos al hombre separado
del lenguaje ni jamás lo vemos inventarlo”?
Benveniste lo dice porque el lenguaje es consustancial a la condición humana, no existe un
momento de la humanidad en que el ser humano aparezca separado del lenguaje. Si somos
capaces de apropiarnos del universo, si domesticamos la realidad que nos rodea, si asumimos las
leyes de la naturaleza, es porque la lengua la ha modelado previamente. Es un lugar común
afirmar que no existe pensamiento sin lenguaje, pero en la vida posmoderna, es necesario insistir
todavía en que todos los sistemas de signos en los que se almacena, perfecciona y multiplica el
saber, remiten al sistema de signo de la lengua. No hay que olvidarlo, ahora que en el sistema
educativo dominicano se presenta una crisis de la enseñanza de la lengua, junto a la crisis
general; y un afán por cifrar logros a partir de la adquisición de computadoras, y hasta se
proclama una improbable “Revolución educativa”.
Lo que ocurre es que la sociedad tecnológica de hoy tiene otras formas más simples y complejas
de lecturas, y hay infinitas posibilidades de “comunicar” el saber por medio de las vías
electrónicas. Más del ochenta por ciento de los saberes que se reciben en el mundo de hoy llegan
a través de la percepción. Vivimos, en cierta medida, en un mundo receptivo, y uno se empina
sobre el saber como si tuviera un lado muerto, como si esas informaciones, antes de atravesar el
código cibernético no tuvieran que atravesar el código lingüístico. Hay otras formas de lectura,
otros códigos, otros procedimientos de transmisión del conocimiento. Pero lo que la tecnología
no ha podido es borrar la relación indisoluble que existe entre el pensamiento y el lenguaje.
¿Debo explicarle esto, señor viceministro? ¿Es necesario insistir sobre la necesidad de darle un
tratamiento especial a la enseñanza de la lengua materna? ¿No es la lengua el significante de la
cultura? ¿No es una insistencia agobiante la de los informes del LLECE, TERCE y SERCE,
respecto del bajo nivel de comprensión lectora de nuestros estudiantes?
Es por eso que el sistema educativo dominicano tiene que hacer un esfuerzo de superación
infinita en la enseñanza de la lengua. ¿Cómo entender que nuestros estudiantes salen del
bachillerato con un universo vocabular dos veces inferior a la media de la mayoría de los países
hispanoamericanos? ¿Qué esperar de un estudiante que no es capaz de dominar el concepto como
categoría del pensamiento? ¿A dónde acudir, si la experiencia de lectoría de nuestros estudiantes
es ínfima, y si explicar lo leído es siempre una aventura que conduce a la decepción? ¿Se puede
ser un buen estudiante sin manejar con destreza la lengua, puesto que la lengua, además de ser
ella misma objeto de estudio, es el instrumento con el que se estudian todas las otras asignaturas,
incluyendo la matemática? ¿No es la misma afinidad sistémica la que hermana el dificultoso
aprendizaje de la matemática y la lengua materna?
Estimado viceministro:
La vida de hoy, en las condiciones de la posmodernidad, es un enjambre interminable de signos.
Antes fue igual, pero la sociedad posmoderna hace preponderante la imagen sobre el concepto.
Sin embargo, entre todos los sistemas de signos de la vida social, el signo lingüístico es el más
importante y el más complejo porque atañe a la esencia de la condición humana. Hay que
enseñar la lengua con esa conciencia del valor del instrumental, porque a pesar de toda la
tecnología, la inteligencia humana es estructuralmente lingüística. Piense usted en un poema.
¿Cuántas cosas albergan los significados de un poema? Cito uno solo: “El barco ebrio”, del
ingobernable Arthur Rimbaud. Concita tantas interpretaciones que es algo así como una
computadora. Se puede abrir el poema, sus breves páginas, y de ellas brotan infinitas ideas. La
lengua formaliza todos los contenidos de la realidad, y los saberes no pueden eludir la relación
con ella. Hay que tener conciencia de ese simple detalle, construir una imagen diferente del
instrumental, y apodar a la educación dominicana de ése compromiso. Perdone que haga pública
esta conversación, pero podría servir a otros. Gracias.

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