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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR


Magistrada Ponente
SP–2636-2015
Radicación 43881
(Aprobado acta No. 100)

Bogotá, D.C., marzo once (11) de dos mil quince


(2015).

VISTOS:

Derrotado el proyecto presentado por el Ponente


inicial, de oficio examina la Sala Mayoritaria si al procesado
CARLOS EFRAÍN LÓPEZ MELO, condenado en las
instancias por el Juzgado 1º Penal del Circuito
Especializado de Pasto y por el Tribunal Superior de la
misma ciudad, se le vulneraron sus garantías
fundamentales.

ANTECEDENTES:
Casación 43881
CARLOS EFRAÍN LÓPEZ MELO

1. Carlos Andrés Peña Ojeda, médico veterinario del


municipio de Guachucal (Nariño), fue llamado a su teléfono
celular en la mañana del 22 de enero de 2012 por una
persona que se identificó como Guillermo Guastumal, quien
le solicitó prestarle una asistencia técnica en una zona
rural hasta la cual se desplazó el profesional en su vehículo.

En la carretera Panamericana, entre Guachucal y el


sitio El Espino, a donde el veterinario llegó hacia las 12:40
de la tarde siguiendo las instrucciones del supuesto cliente,
lo abordaron dos hombres armados y lo secuestraron. Antes
de que le cubrieran el rostro y de hacerlo sentar en el
asiento trasero de su carro, reconoció a uno de los
agresores. Era un comerciante de ganado del municipio de
Tuquerres (Nariño).

Hacia las 2:30 p.m. del mismo día los agresores


entregaron a la víctima a otras personas en el sector de San
Roque. A partir de entonces Peña Ojeda permaneció cautivo
durante varios días en la zona montañosa y a sus familiares
les pidieron, a cambio de dejarlo ir, 150 millones de pesos.
Estos denunciaron el hecho y el Gaula de la Policía
Nacional, tras la investigación y el operativo pertinentes,
logró su liberación. En la acción aprehendió a un joven
armado (GIOVANY PORTILLO ORTEGA) y a al menor de
edad O.C.P.O.

El domingo siguiente al rescate, la víctima vio al


comerciante de ganado que lo secuestró, estableció que se

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Casación 43881
CARLOS EFRAÍN LÓPEZ MELO

llamaba CARLOS LÓPEZ y así se lo comunicó a las


autoridades.

2. El 18 de marzo de 2012, previa la orden judicial


correspondiente, fue capturado CARLOS EFRAÍN LÓPEZ
MELO. En la misma fecha, ante el Juzgado Promiscuo
Municipal de Potosí (Nariño), se legalizó la aprehensión y se
le imputaron los cargos de secuestro extorsivo agravado y
porte ilegal de armas de fuego de defensa personal.

Más adelante, tras la formulación de acusación y la


celebración de las audiencias preparatoria y de
juzgamiento, el Juzgado 1° Penal del Circuito Especializado
de Pasto, mediante sentencia del 14 de mayo de 2013,
condenó al procesado por las conductas punibles
mencionadas a 246 meses de prisión, multa de 2000
salarios mínimos legales mensuales vigentes, inhabilitación
para el ejercicio de derechos y funciones públicas por el
término de 20 años y a la privación del derecho a tener y
portar armas durante 15 años. No se le concedió la condena
de ejecución condicional ni la prisión domiciliaria.

3. El defensor apeló ese pronunciamiento y el Tribunal


Superior de Pasto, a través de la sentencia recurrida en
casación, expedida el 12 de febrero de 2014, lo confirmó en
su integridad.

4. La Sala, mediante auto del 20 de noviembre de


2014, inadmitió la demanda de casación presentada por el
defensor y dispuso que una vez surtido el trámite atinente

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CARLOS EFRAÍN LÓPEZ MELO

al mecanismo de insistencia, regresara el asunto al


despacho del Magistrado Ponente para, de oficio, examinar
si al procesado le fueron quebrantadas sus garantías
fundamentales en la imposición de la pena accesoria de
privación del derecho a la tenencia y porte de armas.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE:

1. Se recuerda, en primer lugar, que la Sala asoció la


posibilidad de vulneración de las garantías del acusado a la
eventual “afectación del principio de legalidad de la pena, en
concreto, al momento de imponer y dosificar” la sanción
accesoria de privación del derecho a la tenencia y porte de
armas.

En la fijación de las penas accesorias, según el artículo


52 del Código Penal, debe observarse estrictamente lo
dispuesto en el artículo 59 ibídem, es decir, la obligación en
la sentencia de fundamentar explícitamente “los motivos de
la determinación cualitativa y cuantitativa de la pena”.

La Corte ha sido constante en sus sentencias de


casación en recordar ese deber y en múltiples
oportunidades, inclusive acudiendo a la facultad oficiosa,
ha dispuesto la exclusión de las sanciones privativas de
otros derechos diferentes al de libertad que se han impuesto
sin el cumplimiento de dicha obligación.

En providencia reciente de la Sala (CSJ SP, 11 Dic


2013, Rad. 41543), en relación con la privación del derecho

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CARLOS EFRAÍN LÓPEZ MELO

a la tenencia y porte de armas de fuego, se trajo a la memoria


la necesidad de motivar su determinación, indicándose que

“la sola naturaleza del delito o las consideraciones


plasmadas acerca de su configuración no evidencian, ni
siquiera tácitamente, la procedencia de su imposición,
dado que no puede confundirse la motivación acerca de
la realización del injusto con la motivación relacionada
con la imposición de la pena. La primera atañe a las
pruebas que sustentan la manifestación en el mundo
exterior de una conducta típica y antijurídica, mientras
que la segunda concierne al reproche personal
(manifestada en la sanción punitiva) que debe hacérsele
al autor de dicho comportamiento, situación que en cada
evento implica el análisis de una serie de principios, fines
y valores distintos”.

Y como en ese asunto no se consignaron puntualmente


las razones que aconsejaban la restricción del derecho a la
tenencia y porte de armas de fuego, la Corte decidió eliminar
esa pena accesoria de la sentencia.

La tesis anterior la rememoró la Sala en el fallo CSJ SP


17166-2014, Rad. 42536, en el cual se introdujo la siguiente
modificación jurisprudencial:

“En esta oportunidad, aunque la Sala insiste en recordar


el deber que tienen los Jueces de fundamentar la fijación
de las penas principales y accesorias, salvo la

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Casación 43881
CARLOS EFRAÍN LÓPEZ MELO

inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones


públicas en los casos en que su duración corresponda a
la de la pena privativa de la libertad, ha vuelto a debatir
el tema de si existe violación de la garantía de motivación
de la pena de privación del derecho a la tenencia y porte
de armas de fuego cuando –como pasó— no se ha
fundamentado su imposición en un caso como el
examinado, donde se plantea lógica y necesaria su
deducción, y la conclusión es que no.

“No es deseable, desde luego, se repite, que inclusive


cuando parece redundante sustentar una sanción (por
ejemplo, la inhabilitación para el ejercicio de la patria
potestad del padre en relación con el hijo al cual sometió
a abusos sexuales), se dejen de expresar los motivos en
la sentencia. Del mismo modo, cuando no se dicen frente
a la pena de privación del derecho a la tenencia y porte
de armas de fuego en un caso como el presente, donde
una persona es condenada por transportar con destino a
un grupo armado ilegal explosivos más los accesorios
aptos para detonarlos y una pistola con numerosos
proyectiles de seguro para ser empleados en la
realización de los fines violentos del colectivo criminal, no
estima la Sala que la omisión quebrante la garantía de
motivación ante el carácter axiomático que reviste privar
del derecho a tener armas a quien las trafica para una
organización guerrillera”.

2. El presente caso ha revivido la discusión a raíz de que


la ponencia derrotada planteaba excluir la pena accesoria,

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CARLOS EFRAÍN LÓPEZ MELO

por falta de motivación, de una parte, y porque los hechos


aquí juzgados diferían de los tenidos en cuenta en la
sentencia antes transcrita, expedida el 16 de diciembre de
2014.

La Sala concluyó nuevamente que era necesario


recordar a los Jueces el deber de sustentar la fijación de las
penas principales y accesorias, salvo la inhabilitación para el
ejercicio de derechos y funciones públicas en los casos en que
su duración corresponda a la de la pena privativa de la
libertad.

Mayoritariamente, a la par, se estableció como criterio


general que en casos de fabricación, tráfico y porte de armas
de fuego o municiones de defensa personal o de uso privativo
de las Fuerzas Armadas –sea que se impute sólo esa
conducta punible o en concurso de delitos—, se entiende
cumplida la garantía de motivación de la imposición de la
sanción accesoria de privación del derecho a la tenencia y
porte de armas, con la declaración en la sentencia de que el
procesado fabricó, traficó o portó armas de fuego o
municiones “sin permiso de autoridad competente”. En otras
palabras, la declaración judicial de que ajustó su
comportamiento a cualquiera de las conductas descritas en
los artículos 365 o 366 del Código Penal (también al artículo
367 ibídem), constituye suficiente fundamento para privar del
mencionado derecho al condenado. Se rectifica con este
criterio, entonces, el plasmado en el precedente
jurisprudencial del 16 de diciembre de 2014 (CSJ SP 17166-

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2014, Rad. 42536).

No está de más advertir que esos delitos de peligro


común, que pueden ocasionar graves perjuicios a la
comunidad, se sancionan cada vez con mayor severidad en
cuanto se constituyen en presupuesto obvio de la violencia
nacional. Ese aumento de la punibilidad, a la vez, está
inscrito –no hay duda— en políticas de desarme de la
población claramente orientadas a contrarrestar la
criminalidad asociada a la utilización de armas de fuego (o
químicas, biológicas o nucleares), la cual se muestra como
uno de los principales problemas que obstaculizan el
desarrollo del país.

No resulta sensato, en ese contexto, en casos de


condena por delitos de fabricación, tráfico y porte de armas y
municiones, exigir para la imposición de la pena de privación
del derecho a la tenencia y porte de armas de fuego una
fundamentación adicional a la declaración de existencia de la
conducta punible. Simple y llanamente porque se plantea
lógica, necesaria y proporcional su deducción en tales casos.
No se entendería que a quien se reprocha penalmente
fabricar, traficar o portar armas de fuego o municiones, o
armas químicas, biológicas o nucleares, no se le despoje del
derecho a poseerlas por el tiempo que permita la ley.

Así las cosas, no se excluirá la sanción accesoria de


privación del derecho a la tenencia y porte de armas de fuego
impuesta al procesado CARLOS EFRAÍN LÓPEZ MELO. Pero

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CARLOS EFRAÍN LÓPEZ MELO

se revisará su duración de 15 años señalada en las


instancias.

Esa pena accesoria está prevista en el artículo 51 del


Código Penal entre uno (1) y quince (15) años. Y como en su
determinación aplica el sistema de cuartos que rige la
individualización de la pena (Art. 61 ibídem), conforme lo ha
admitido la jurisprudencia, es claro que, en concordancia con
los criterios que guiaron la atribución de la pena de prisión (el
extremo mínimo del primer cuarto del delito de secuestro
extorsivo –20 años— más el 2,5% de esa cantidad en razón
del delito concursal de porte ilegal de armas (6 meses),
procede imponerle al procesado un total de 12 meses y 9
días. En este sentido se casará parcialmente el fallo
impugnado.

En virtud de lo expuesto, la Sala de Casación Penal de


la Corte Suprema de Justicia, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE:

1. CASAR OFICIOSA Y PARCIALMENTE el fallo


proferido por el Tribunal Superior de Pasto, para fijar la
pena accesoria de privación del derecho a la tenencia y
porte de arma impuesta al procesado CARLOS EFRAÍN
LÓPEZ MELO en 12 meses y 9 días.

2. Las demás determinaciones de la sentencia se


mantienen.

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En contra de esta providencia no proceden recursos.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE.

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO

JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ

FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

EUGENIO FERNÁNDEZ CARLIER

MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ

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GUSTAVO ENRIQUE MALO FERNÁNDEZ

EYDER PATIÑO CABRERA

PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR

LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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SALVAMENTO DE VOTO A LA SENTENCIA SP2636-2015 (Rad.: 43881)

Con el habitual respeto por la decisión mayoritaria, salvo mi voto en


los siguientes términos:

Nuevamente y por razones similares a las expuestas en el salvamento


que consigné en la SP17166-2014, rad. 42536, me aparto ahora de la
posición mayoritaria por considerar que la pena accesoria de privación del
derecho a la tenencia y porte de arma no tuvo ninguna motivación específica
en la sentencia de segunda instancia y tampoco era posible extraerla de la
exhibida para el injusto penal.

Precisamente, por tal razón, en la ponencia que me fue derrotada proponía casar oficiosa y
parcialmente la providencia proferida por el Tribunal Superior de Pasto, para excluir, de la
condena impuesta a CARLOS EFRAÍN LÓPEZ MELO, la pena accesoria referida.

Consideré, y me mantengo en ello, que, por expreso mandato de los artículos 52 y 59 del
Código Penal, la imposición de una pena accesoria debe estar precedida de una justificación,
así sea mínima, de las razones por las cuales ella se hace necesaria en el caso concreto. Por
consiguiente, soy del criterio que es obligado para el juez consignar en el fallo los motivos

«de la determinación cualitativa y cuantitativa de la pena».

A mi juicio, se ha debido mantener la postura de la Corte, plasmada en CSJ SP, 11 may.


2011, rad. 34614, reiterada luego en CSJ SP, 11 dic. 2013, rad. 41543, en donde se sostuvo:

…no es posible confundir la motivación acerca de la realización del injusto con


la motivación relacionada con la imposición de la pena. La primera atañe a las
pruebas que sustentan la manifestación en el mundo exterior de una conducta
típica y antijurídica, mientras que la segunda concierne al reproche personal
(manifestada en la sanción punitiva) que debe hacérsele al autor de dicho

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comportamiento, situación que en cada evento implica el análisis de una serie


de principios, fines y valores distintos.

(…)

De esta manera, la motivación de la imposición de la pena, ya sea principal o


accesoria, tendría que ser diferente e independiente a la sustentación de la
ejecución del ilícito, tanto en uno como en otro caso.

En la sentencia de la cual discrepo se parte de la base que la sanción accesoria de privación


del derecho a la tenencia y porte de arma en casos en los que, como el presente, se
investigó y juzgó un delito de fabricación, tráfico y porte de armas de fuego de defensa
personal, no requiere la exhibición de los fundamentos explícitos para su imposición.

En mi parecer, es inadmisible sostener que en tales eventos es razonable y proporcional


privar del derecho a tener armas sin que exista un porqué, pues ello implica crear reglas de
excepción al deber de motivar, a pesar de que no fueron concebidas por el legislador, quien
ninguna diferenciación o categorización hizo, y, por el contrario, fue exigente, como debe
serlo en un Estado de Derecho, en punto que las decisiones se hallen sustentadas.

La motivación, debo agregar, es una garantía del debido proceso, en especial, del derecho
de defensa del procesado y permite ejercer el de contradicción. Por ende, la inexistente
motivación del juez en torno a la imposición de una determinada medida, infringe esos
derechos y, por ende, lesiona el derecho de todo ciudadano a una garantía judicial efectiva.

Considero, con el acostumbrado respeto, que la exigencia de previa motivación judicial para
aplicar una medida no puede condicionarse a la poca o escasa lesividad de aquella. El
mandato legal (artículos 52 y 59 del Código Penal) es claro y general. No admite excepciones
de ninguna índole.

Fecha ut supra.

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EYDER PATIÑO CABRERA

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