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Construyendo una sociedad solidaria:

Una propuesta para el análisis y la acción


Imanol ZUBEROt

Resumen Abstract
Cuando se diferencia entre solidaridad y Construcfing a more solidary society:
modelo de solidaridad se quiere señalar la distan- proposais for analysis and action
cia existente entre un valor y su realización prác- When distinclion is made between
tice, Esa diferencia no cambia la realidad actual: solidaóty and a solidarity model, it is fo
que no actuamos solidanán,ente. Pero esa dife- eniphasize on lbs gap exisling belween solidar/ly
renciación si puede servir para cambiar la reali- as a value and its use in social practice. Buí
dad futura. Porque no es lo mismo plantearse la fheoretical distinotion does not change todays
reconstrucción de espacios para la solidaridad realifys se do not act in a solidary ‘lay.
desde una perspectiva o desde otra. El autor de- l\levertheless, ihe ewareness of the fact may help
tiende que el problema hoy es una crisis la reali- fo change things in the future. mere is quite a
zación práctica del valor solidaridad, como conse- difference, whether the reconsfrucfion of social
cuencia del agotamiento del modelo que hasta space for solide rity is discuased from one
ahora había servido para enmarcar las reivindica- perspective or ancíhen The author argues that
clones. las políticas, las movilIzaciones y las lu- fhe presenfproblem la due lo a crisis in pract¡cing
chas sociales en favor de la solidaódad. Su re fle- solidarity as a value. Because tfe model that,
xión contribuye a pasar del lamento por la until recenf times, did guide social demanó,
solidaridad perdida, al compromiso por construir policies, movements anó social struggle seema
la solidaridad necesaria. now lo be obsolete aoci empty. The authors
índice: Dos modelos clásicos de la sol,dati- retlect,on contribules lo añil1 Ibm lamenta don
dad. Las nuevas condiciones de la solidaódad. aboui lost solidarity lo encountering foundations
Formulando la nueva solidaódad. Las posibilida- for necessary new solidarity
des del nuevo modelo. Un nuevo planteamiento Contenís: Tw¡o classical models of
moral. Los sujetos de la nueva solidaridad. La solidarity New perspectivas regarding solidaóty.
transformación social Los nuevos ,ncvmientos So/idarily retonnulaled. Posasibilities of Iba new
sociales como potencia débil. model. A new discussion on moral implica tions.
The subjects of transformed solidarify. New social
movements: light agency polential.

E
n su novela Yo el Supremo es- lenguaje palabras que tengan voz, es-
cribe Augusto Roa Bastos: pacio libre. Su propia memoria. Pala-
Tendría que haber en nuestro bras que subsistan solas, que lleven el

- Catedrático de Socioloqie. universidad del País vasco.

Cuadernos de Trabajo Social n5 9(1996) Págs. 303 a 327


Ecl Universidad Complutense. Madrid 1996 303
Imanol ZUBERO

lugar consigo. Un lugar. Su lugar. Su prójimo. Son países insolidarios en


propia materia. Un espacio donde esa más de un aspecto, interesados en
palabra suceda igual que un hecho”. sus propios fines, con ciudadanos que
Solidaridad es una palabra de profun- alcanzan las cotas máximas del indivi-
das resonancias, palabra-memoria dualismo o el narcisismo. La justicia
(recuerdo de luchas) y palabra-prome- que haya en ellos no parece fruto de
sa <esperanza en la posibilidad de una una real cooperación ciudadana, sino
vida buena). Una palabra tan impor- de una política social asumida y acep-
tante que debería ser capaz, a modo tada y, sobre todo, de unas condicio-
de invocación, de generar espacios nes de riqueza y abundancia conside-
para su desarrollo: nombrar la solidari- rabIes’ <Camps, 1990).
dad sería, así, hacer la solidaridad. Una comunicación de 1992 de la
Pero la palabra solidaridad no tiene Comisión de las Comunidades Euro-
hoy el espacio, el lugar o la materia peas abunda en este argumento cuan-
que tenía en otros tiempos. Invocar la do, al señalar los diversos factores
solidaridad, hoy, no supone necesaria- que influyen en el aumento del fenó-
mente su realización práctica. meno de la exclusión social, cita “la
No es tarea fácil pensar la solida- evolución del sistema de valores, jalo-
ridad, menos aún si se trata de un nada de progresos en materia de so-
pensar que quiere preceder y/o acom- lidaridad colectiva, pero también del
pañar una práctica en un momento so- hundimiento de los valores de cohe-
ciocultural caracterizado como una sión y de formas tradicionales de so-
“fase de afianzamiento individualista, lidaridad’.
orquestada por la doctrina del libe- Si esto es asi, si las sociedades
ralismo económico’ (Moncada, 1989). desarrolladas son cada vez más
Por el contrario, son muchos los análI- sociedades de individuos, si la relativa
sis que nos advierten del declive de la justicia que en ellas se ha dado no ha
solidaridad en la sociedades desarro- sido fruto de la cooperación solidaria,
lIadas. Tras las revueltas de Los sino consecuencia del reparto de una
Ángeles en el verano de 1992, denun- tarta cada vez mayor, parecen jus-
ciaba Gabriel Jackson “la cada vez tificadas las voces que hoy se alzan
mayor falta de preocupación mutua, denunciando, o lamentándose por, la
de solidaridad, de responsabilidad mo- actual crisis de la solidaridad. “La in-
ral generalizada entre los norteameri- solidaridad y la indiferencia cons-
canos prósperos y educados. Por su tituyen el núcleo de la propuesta cultu-
parte, Victoria Camps reflexiona sobre ral que hoy es dominante en nuestra
la relación proporcional que parece sociedad”, dirá Jordi López Camps.
existir entre la mayor abundancia y ri- Pero la pregunta que aquí nos
queza de una sociedad y el menor hacemos es ésta: ¿podemos decir sin
grado de solidaridad entre sus miem- más que hay una crisis de la solidari-
bros: “Suecia o Alemania no son un dad, o sería más acertado hablar de la
ejemplo de reconocimiento y ayuda al crisis de un modelo de solidaridad?

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No se trata, con esta pregunta, de in- miso por construir la solidaridad ne-
tentar poner paños calientes a una cesaria.
realidad que se nos muestra, cierta-
mente, como una dura realidad. No se
Vos modelos clásicos de
trata de realizar malabarismos con- la solidaridad
ceptuales, a fin de lograr un vano con-
suelo ante una realidad que parece Desde una perspectiva contem-
reírse de nuestros proyectos emanci- poránea, dos han sido los modelos a
patorios. Porque, ¿qué proyecto partir de los cuales se ha intentado (y
emancipatorio puede sostenerse so- logrado> construir una convivencia so-
bre un terreno agostado para la semi- cial en la que la solidaridad encontrara
lía de la solidaridad, un terreno sem- acomodo en los países económica-
brado de sal en el que la propuesta mente más desarrollados. Son los dos
solidaria no tiene posibilidad alguna modelos clásicos de la solidaridad
de enraizar y crecer, aunque sea len- <Zubero, 1994>. Cada uno de ellos
tamente? coincide con una fase de desarrollo
No se trata de eso. De lo que se capitalista. El primero se desarrolla
trata, con esta diferenciación entre so- desde los años de la Revolución in-
lidaridad y modelo de solidaridad, es dustrial hasta el período de entregue-
de señalar la distancia existente entre rras. El segundo tiene como espacio
un valor y su realización práctica. Es histórico el que se abre con la segun-
cierto que tal diferenciación no cambia
da posguerra mundial para llegar has-
absolutamente en nada la realidad ac- ta nuestros días.
tual: en cualquier caso, el hecho es
que no actuamos solidariamente. Pero
El primer modelo de solidaridad
esa diferenciación si puede servir para
cambiar la realidad futura. No es lo La primera solidaridad, funda-
mismo plantearse la tarea de recons- mentalmente obrera, se establecia en-
trucción de espacios para la solidari- tre una mayoría de iguales marginados
dad desde una perspectiva o desde de los beneficios del sistema frente a
otra. Si, como aquí defendemos, el una minoria de privilegiados. El proce-
problema hoy no estriba en una crisis so de construcción de la solidaridad
del valor solidaridad sino de su reali- iba dirigido a superar planteamientos
zación práctica como consecuencia individualistas, a proporcionar elemen-
del agotamiento del modelo que hasta tos para un adecuado análisis social y
ahora había servido para enmarcar las a provocar una práctica política que
reivindicaciones, políticas, movilizacio- transtormara las condiciones de desi-
nes y luchas sociales en favor de la gualdad. Se trataba de hacer ver a los
solidaridad, nuestra reflexión puede trabajadores que “la unión hace la
contribuir a pasar del lamento —más o fuerza, y que su situación de margina-
menos sentido, más o menos cínico— ción podía y debía ser transformada
por la solidaridad perdida, al compro- mediante la acción colectiva.

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La primera solidaridad obrera puestas y prácticas de solidaridad


contaba con una base material evi- dentro de las naciones industrializa-
dente: esa experiencia común de in- das, estas mismas naciones se aden-
justicia, que permitía mantener la es- traban por una senda de expansionis-
peranza de que una decidida acción mo colonial que muy pronto iba a
colectiva traería consigo importantes entrar en contradicción con las procla-
mejoras para todos y que hacia del maciones de solidaridad y de interna-
movimiento proletario, según el Man!- cionalismo.
<¡esto, “un movimiento autónomo de La teoría (y la ética!) interna-
una inmensa mayoría en interés de cionalista chocaba frontalmente contra
una mayoría inmensa”. Así y todo, tos intereses de las sociedades desa-
nunca fue sencillo generar a partir de rrolladas, y, en su seno, contra los in-
esa base material una práctica política tereses de unos trabajadores que sub-
solidaria de carácter masivo, pues la sidiariamente se beneficiaban de la
semejanza no tiene por qué traer con- política colonial. ¿Cómo hubiera evo-
sigo la solidaridad. Compartir una mis- lucionado la cuestión colonial dentro
ma experiencia de pobreza, de coac- del movimiento obrero europeo? Nun-
ción, de desigualdad o de opresión, no ca sabremos si hubieran triunfado las
lleva espontáneamente a la organiza- posturas antiimperialistas de Kautsky
ción de la acción política sobre la base y Ledebour o las del “colonialismo so-
de las clases. Como observan Marx y cialista” de Rernstein y Van Kol. La
Engels en el Manifiesto, “esta organi- primera guerra mundial truncará los
zación de los proletarios como clase, debates, pero no lo hará de manera,
que tanto vale decir como partido polí- neutral. El internacionalismo obrer~
tico, se ve minada a cada momento cuestionado por la problemática colo-
por la concurrencia desatada entre los nial, será también radicalmente cues-
propios obreros”. tionado por la guerra en Europa.
La historia del movimiento obrero
puede ser leída como el desenvolvi- El segundo modelo de
miento de la conciencia de solidari-
solidaridad
dad. Pero una solidaridad cuyo
escenario se caracteriza fundamen- Tras las dos guerras mundiales,
talmente por dos circunstancias: la pri- la situación va a cambiar, abriéndose
mera, por la básica homogeneidad de un nuevo período de desarrollo capita-
las condiciones de vida y trabajo <y lista caracterizado por un nuevo mo-
también, por tanto, de explotación) de delo de solidaridad. La segunda so-
todos los obreros; la segunda, por la lidaridad ha sido y es una solidaridad
no existencia del Tercer Mundo, cate- que Reyes Mate denomina descen-
goría ausente en las representaciones dente o por consenso. Es la solidari-
sociales del socialismo. De este mo- dad propia del Estado de bienestar,
do, nos encontramos con que junto a impulsada también fundamentalmente
un desarrollo constante de las pro- por las reivindicaciones obreras. Su

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concreción es mucho más problemáti- los salarios: si los ingresos secunda-


ca, pues al superar los trabajadores rios de los trabajadores (por ejemplo,
“las condiciones de indigencia y al al- el seguro médico) tuvieran que produ-
canzar un nivel de renta y de dere- cirse directamente a partir de fuentes
chos, también la solidaridad pierde lo de ingresos primarios (es decir, exclu-
que era su fundamento principal, la sivamente a partir del salario>, los ni-
experiencia común de injusticia de la veles de exigencias salariales y, por
que salir juntos” (Antoniazzi, 1986). tanto, de conflicto industrial, serian
Pero también este segundo mo- mucho mayores de lo que lo son ac-
delo de solidaridad parece hacer tualmente; y porque en las sociedades
aguas. Esta solidaridad descendente desarrolladas no existe alternativa a la
sólo ha funcionado durante unos po- política social como instrumento de
cos años, pues supone una excelente atención a las necesidades sociales,
situación económica. Sin compartir que ya no pueden ser abordadas por
sus terapias liberales, hay que estar instituciones que han caído víctimas
de acuerdo con el diagnóstico de Alain del proceso modernizador, como por
Mmc cuando reflexiona sobre el papel ejemplo la familia de tres genera-
revelador jugado por la crisis: “la igual- ciones, las redes comunitarias o algu-
dad, tolerable mientras se estaba dis- na versión del “sueño americano” de
tribuyendo un excedente, se hizo inso- autoayuda (Offe, 1990>.
portable desde el momento en que Otra cosa es qué modelo de polí-
hubo que repartir ‘siempre menos’. tica social se adopte, pues, como ad-
Una elevación social igual es algo que vierte Tittmuss, cuando empleamos el
se acepta; una disminución igual ya término “política social” no debemos
no se acepta’ (Mmc, 1989). En una si- reaccionar automáticamente revistién-
tuación de agotamiento del patrón de dolo de un halo de altruismo, preocu-
acumulación de posguerra, ese mode- pación por los demás, por la igualdad
lo de solidaridad descendente nos o cuestiones parecidas. Concretamen-
aboca a la sociedad de los dos ter- te, cabe la posibilidad de que la politi-
cios, con un importante sector de la ca social que se aplique corresponda
población malviviendo de la asistencia al modelo de bienestar residual de po-
pública o luchando por las ocupacio- lítica social del bienestar, característi-
nes temporales. ca de los planteamientos neoliberales
¿Significa todo esto que nos en- <Tittmuss, 1981>.
contramos en vísperas del final del
Estado de bienestar? Comparto la opi-
nión de 0ffe en el sentido de conside- Las nuevas condiciones
rar el estado de bienestar como un lo- de la solidaridad
gro irreversible: porque reduce el
conflicto económico y político; porque Pero el cuestionamiento de este
resulta ser un medio barato para re- segundo modelo de solidaridad va a
solver los conflictos relacionados con ser más radical que el derivado de las

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propuestas neoliberales. Sin duda, el colectivos y pueblos más pobres sim-


gran descubrimiento de la década de plemente mediante el recurso de invi-
los Setenta ha sido el de la existencia tarles a seguir los pasos de las socie-
de límites. Tras años de delirio tecno- dades más desarrolladas. Rostow ha
lógico, en los que los países desarro- muerto.
llados se dejaron seducir por la ilusión La crisis de 1989 ha enfrentado a
de que gracias a sus máquinas la hu- los europeos a la existencia de límites
manidad había dejado, al fin, de de- con la urgencia de responder a las de-
pender del medio ambiente natural, el mandas de desarrollo (y a la inestabili-
anuncio de la existencia de limites in- dad que no responder a tales deman-
franqueables se convirtió en señal de das genera) de su propio “tercer
alarma extendida por todo tipo de in- mundo”, de esa Tercera Europa con-
vestigadores e instituciones. “Toda co- formada por los países del Este. ¿Qué
sa viva que espere sobrevivir en la modelo de desarrollo proponer a unos
Tierra debe adaptarse a la ecosfera o pueblos que, subyugados por el bie-
perecer”. Esta regla, enunciada por nestar occidental, han luchado por eli-
Barry Conmoner, supuso (empezó a minar todas las barreras políticas e
suponer) mucho más que una simple institucionales que, teóricamente al
advertencia contra los voceros del cre- menos, suponían el principal obstácu-
cimiento; como señala Domenach, los lo para la mejora de sus niveles de vi-
límites materiales con que nos topa- da? “La conclusión más elemental es:
mos constituyeron el índice y la figura si, tras haber desaparecido el telón de
de otro limite: “nuestra propia condi- acero, se instala en el Esto el mismo
ción de criatura ligada a la creación” tipo de crecimiento y consumo devora-
(Attali dat, 1980). De pronto, nos en- dor de recursos y destructor del medio
contramos con que el juego de la su- ambiente que ha prevalecido hasta
pervivencia se rige por reglas sobre ahora en los países industrializados
las que carecemos de control. Reglas de Occidente, los ciclos ecológicos
tan sencillas como éstas: a) Todo está probablemente se colapsarán definiti-
relacionado con todo lo demás; b) to- vamente’ <Glotz, 1992>. Y si ello no es
do debe ir a alguna parte; c) la Natura- posible para la Europa del Este, ¿có-
leza sabe lo que se hace; y una cuarta mo podría serlo para el conjunto del
regla, que en cierto modo encarna a Tercer Mundo?
las otras tres: d> no existe la comida Porque junto al descubrimiento
de balde, es decir, cualquier cosa ex- de la existencia de límites, el segundo
traída del ecosistema mundial debe gran cambio que ha movido el terreno
ser reemplazada (Commoner, 1978), sobre el que se asentaba el modelo
La existencia de límites al creci- de solidaridad redistributiva ha sido el
miento supone de inmediato la impug- surgimiento de la conciencia de globa-
nación, por imposible, de cualquier lidad, y especialmente la irrupción en
propuesta de desarrollo que aspire a el mundo del Tercer Mundo. Hoy vivi-
elevar los niveles de bienestar de los mos en un mundo intensamente co-

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municado; y ello, no tanto porque es- fabricadas aquí. Esta situación es la


temos informados de lo que ocurre en que califica de esquizofrénica, pues,
cualquier parte del mundo y casi en el mientras por una parte no queremos
mismo momento en que está ocurrien- de ninguna manera que haya niños
do, sino por existir una comunicación hambrientos, ni campesinos asesina-
material, objetiva, entre la práctica to- dos, ni mujeres u hombres explotados,
talidad de los habitantes del planeta. A por otra seguimos aferrados a nuestro
diario consumimos productos prove- modo de vida objetivamente sustenta-
nientes de otros paises, al tiempo que do en esas situaciones que rechaza-
producimos bienes que son enviados mos. ‘Estamos comunicados con gen-
a otros países (y “males”, como las tos que sufren a través de eso que
pistolas españolas con las que se ma- llamamos nuestro modo de vida”- De
tan en la ex-Yugoslavia). “Vivimos en ahí su conclusión: “Como individuos
un mundo efectivamente comunicado, estamos divididos internamente: tal
en una verdadera aldea global, aun- vez sostengamos éticas humanitarias,
que nuestra morada esté situada al pero de hecho actuamos de modo dio-
parecer en el mejor barrio: el barrio nisíaco, excesivo. No hemos reconoci-
del ‘Norte’ avanzado desde el punto do que nuestro modo de vida no se
de vista tecnológico’ (Capella, 1993>. puede generalizar a toda la humani-
Esta intensa comunicación objeti- dad’ <Capella, 1993>.
va nos coloca, a los ciudadanos del El tercer gran cuestionamiento a
privilegiado Norte, en una situación las posibilidades de una solidaridad
enormemente contradictoria e incluso, redistributiva proviene, así pues, del
en opinión de Capella, verdaderamen- descubrimiento de la escasez: en un
te esquizofrénica. Por una parte, esta- mundo limitado no hay recursos sufi-
mos perfectamente informados de la cientes para que todo el planeta sea
existencia de niños que mueren por un privilegiado “barrio Norte”. Y si en
hambre en Nigeria o Etiopía, de mayo- 1980 todavía era posible que presti-
rías miserables en Colombia o Bangla giosos analistas escribieran sobre los
Desh, de campesinos asesinados por ‘profetas del desastre” o sobre “actitu-
las tropas en El Salvador o Perú; a to- des teóricas” (por tanto, no necesaria-
dos los vemos por medio de la televi- mente referidas a hechos comproba-
sión. Por otra parte, sabemos que to- bIes> en relación con estas cuestiones
das esas gentes mantienen una de los límites y la escasez, y sobre el
relación objetiva con nosotros y noso- riesgo que sus planteamientos impli-
tras a través de cosas tales como la caban para el proyecto de la Moderni-
gasolina que consumen nuestros vehí- zación, hoy caben pocas dudas sobre
culos, los productos que comemos y la imposibilidad de extender a toda la
que ellas sembraron y cosecharon, los Humanidad el modo de vida los paí-
instrumentos que utilizamos y que ses más desarrollados. En cifras es-
ellas fabricaron; o porque las armas cuotas: los EE.UU. consumen aproxi-
con las que son asesinadas han sido madamente la tercera parte de la

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producción anual global de materias clase trabajadora, situada en una po-


primas minerales para atender el nivel sición estructural de desventaja, este
de consumo habitual de un seis por potencial residía en el recurso a la in-
ciento de la población mundial; se ha terrupción del proceso de producción
calculado que, con la oferta actual de mediante la huelga. Pero las cosas
recursos, el nivel de consumo de Es- son, en la actualidad, de otra manera.
tados Unidos podría ser generalizado El drama de los excluidos del bienes-
como máximo al dieciocho por ciento tar no es, hoy, que sólo tengan para
de la población mundial, en cuyo caso perder sus cadenas, sino que no tie-
no quedaría nada para el ochenta y nen nada con lo que participar en el
dos por ciento restante. juego. Pero si ellos no pueden
¿quién evitará su “desaparición” de la
realidad política de las sociedades de-
Formulando la nueva sarrolladas? Aquí es donde la posición
solidaridad de Habermas entronca con la de
Glotz: “Sin la voz de la mayoría de los
En estas condiciones, y por decir- ciudadanos que se pregunten y permi-
lo un poco provocadoramente, hoy la tan que se les pregunte si de verdad
solidaridad nos obliga a renunciar al quieren vivir en una sociedad segmen-
disfrute de algunos “derechos’. Con tada, en que hayan de cerrar los ojos
otras palabras: hoy ser solidarios va ante los mendigos y ante los que care-
muchas veces contra nuestros intere- cen de hogar, ante los barrios conver-
ses. Peter Glotz lo ha expresado con tidos en guetos y las regiones abando-
absoluta lucidez: “La izquierda debe nadas, tal problema carecerá de la
poner en pie una coalición que apele a suficiente fuerza impulsora, incluso
la solidaridad del mayor número posi- para ser objeto de un debate público
ble de fuertes con los débiles, en con- que lo haga calar de verdad en la
tra de sus propios intereses; para los conciencia de todos. Una dinámica de
materialistas estrictos, que consideran autocorrección no puede ponerse en
que la eficacia de los intereses es ma- marcha sin moralización, sin una ge-
yor que la de los ideales, ésta puede neralización de intereses efectuada
parecer una misión paradójica, pero desde puntos de vista normativos”
es la misión que hay que realizar en el (Habermas, 1993>.
presente” <Olotz, 1987). Que los fuertes se solidaricen
También Habermas parece haber con los débiles. En el modelo de la pri-
incorporado esta perspectiva a su re- mera solidaridad, eran los débiles
flexión en torno al significado actual <mayoría) quienes se solidarizaban
del socialismo. Según este autor, el entre sí contra los fuertes <minoría>. El
conflicto clásico de intereses entre ca- segundo modelo de solidaridad ha in-
pital y trabajo estaba estructurado de tentado resolver la situación de los dé-
tal lorma que ambas partes disponían biles <que ya no son mayoría en el pri-
de un potencial de amenaza. Para la mer mundo) sin tocar sustancialmente

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la situación de los fuertes (que ya no 2) que tal nivel y estilo de vida será a
son minoría en el primer mundo, y en- medio-largo plazo universalizable. Ello
tre los que nos encontramos, al me- es absolutamente imposible. En pri-
nos relativamente, la mayoría de los mer lugar porque existen límites físi-
ciudadanos de los países desarrolla- cos insalvables. Tengamos en cuenta
dos>. Lo que ahora se propone es re- que, cuando para nosotros se ha con-
solver la situación de los débiles en vertido en un objeto al que difícilmente
contra de los intereses de los fuertes. podemos renunciar resulta que tan
¿Es esto posible? sólo un 8% de la población mundial,
La mayoría de los intentos de re- aproximadamente 400 millones de
pensar una propuesta de <cierta> so- personas, tienen coche. ¿Podemos si-
lidaridad sin desconocer la crisis del quiera pensar en generalizar a todo el
modelo del bienestar y adoptando una planeta nuestro sistema de vida, en el
perspectiva internacional pueden ser que el automóvil privado se ha hecho
considerados como ensayos de un imprescindible?
nuevo pacto keynesiano (en ocasio- ¿Es realista, entonces, seguir
nes caracterizado como pacto eco- pensando en lo que algunos han de-
keynesíano) a nivel mundial’. Cada nominado un “pacto eco-keynesiano”,
una con sus peculiaridades, podemos una especie de Estado de bienestar
afirmar que todas estas propuestas mundial, tal y como deja entrever el úl-
pueden enmarcarse en ese paradigma timo Informe al Club de Roma? ¿No
renovado para el análisis de los pro- provocaría tal intento, por el contrario,
blemas del desarrollo inaugurado en la generación de un inaceptable apart-
1987 por el Informe Brundtland y resu- heid mundial, posibilidad no ignorada
mido en el concepto de desarrollo sos- por el propio Informe? No debe extra-
tenible. Sin negar lo que de beneficio- ñarnos, en estas circunstancias, que
so tenga eso que se ha dado en Hinkelammert (1992) denuncie la
llamar ecokeynesianismo, ¿será ca- transformación del Tercer Mundo en
paz ese capitalismo ecológico de ha- un mundo de población sobrante: “Se
cer avanzar a los pobres del planeta sigue necesitando del Tercer Mundo,
por la avenida de los Derechos del sus mares, su aire, su naturaleza,
hombre (Gallo, 1991>? Lo diremos una aunque sea únicamente como basure-
vez más: el problema es nuestro mo- ro para sus basuras venenosas, y se
delo consumista sin el cual la econo- siguen necesitando sus materias pri-
mía de mercado no puede funcionar. mas. Pese a que ciertas materias pri-
A la luz de lo visto, un desarrollo mas pierden relevancia, el Tercer
con justicia exige romper con algunos Mundo sigue siendo de importancia
de los dogmas de nuestro modelo de clave para el desarrollo del Primer
desarrollo, estructurado en torno a dos Mundo. Lo que ya no se necesita, es
principios incuestionables: 1) que el la mayor parte de la población del Ter-
nivel y estilo de vida de los más ricos cer Mundo”. O, en palabras de Manuel
<individuos y países) es innegociable; Castells (1991): en las nuevas condi-

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ciones generadas por el actual proce- capitalista estructurada en mercados y


so de reestructuración económica estados separados entre ellos por la
mundial, “una proporción importante lógica de la propiedad privada de los
de la población mundial está pasando medios de producción. Implica la so-
de una situación estructural de explo- lidaridad indispensable con toda lucha
tación a una posición estructural de obrera compatible con el interés de
irrelevancia”. Todas las propuestas de clase. Esto no se puede negar, en la
reformular la solidaridad redistributiva teoría y en la práctica, más que si se
chocan con la imposibilidad de gene- niega esta comunidad de intereses,
ralizar el modo de vida y desarrollo de rechazándose así las principales pre-
las sociedades ricas y, a pesar de ser misas de la teoría marxista sobre la
en muchos casos conscientes de tal posibilidad de una emancipación so-
contradicción, se limitan a sobrevolar cialista de la humanidad. Esta negati-
la problemática de nuestro estilo de va implica, en el mejor de los casos,
vida sin llegar a asumir las conse- un repliegue hacia la utopía, hacia un
cuencias derivadas de reconocer que socialismo surgido del adoctrinamien-
por vivir como vivimos mueren como to y la propaganda y no basado en la
mueren. toma de conciencia de intereses mate-
riales y sociales comunes. En el peor
de los casos, implica el abandono de
Las posibilidades del toda perspectiva socialista, es decir, la
nuevo modelo caída en el pesimismo o la indiferen-
cia en cuanto al destino del género
Quien haya seguido hasta aquí humano” <Mandel, 1978).
esta reflexión, es probable que lleve No debería preocuparnos llegar a
tiempo haciéndose una pregunta: este una conclusión que rechace “las prin-
enfoque de la solidaridad, ¿no descar- cipales premisas de la teoría marxis-
fa con demasiada rapidez y rotundidad ta”, salvo que seamos de esas perso-
la cuestión de los intereses de clase? nas que piensan que si los hechos no
¿no presenta, frente a la solidaridad dan la razón a la teoría, peor para los
objetiva fruto de la comunidad de inte- hechos. Sí me parece importante, en
reses de clase del proletariado de to- cambio, reflexionar sobre un aspecto
dos los paises, una solidaridad ideal, señalado por Mandel: si la ausencia
no sustentada en elementos objetivos, de una comunidad de intereses mate-
haciéndola depender de la buena vo- riales implica un repliegue hacia la
untad? Como a continuación vemos a utopía o el abandono de toda perspec-
ver, las opiniones son variadas. tiva socialista. En definitiva, de lo que
En 1977 escribía Ernest Mandel: se trata es de saber si no hay solidari-
“El internacionalismo proletario está dad posible más allá de los intereses
basado en la comunidad de intereses compartidos, si cabe o no una solidari-
de clase del proletariado de todos los dad des-interesada en los términos
países, en oposición a la competencia planteados por Peter Glotz.

312 Cuadernos de Trabajo Social


Construyendo una sociedad solidaria: Una propuesta para el análisis...

Vicente Navarro ha cuestionado es el que el grupo más numeroso de


en diversos trabajos la propuesta de pobres esté compuesto por personas
Glotz. En su opinión, la debilidad de de la clase trabajadora. El estudio de
esta propuesta estriba en considerar EDIS de 1984 insiste especialmente
que vivimos en sociedades de dos ter- en este hecho, fo mismo que el estu-
cies en las que la mayoría de la pobla- dio sobre la pobreza en la Comunidad
ción se ha beneficiado de las políticas Autónoma Vasca de 1986, según el
económicas del bienestar. Por el con- cual el principal grupo pobre, tomando
treno, Navarro cree que tales políticas como base las características del ca-
sólo han beneficiado al 20 o 30% su- beza de familia, es el de hombres ocu-
perior de la población, pero no a la pados con carácter fijo casados, el
mayoría de la clase trabajadora y las 36,1% del total de hogares pobres y
masas populares. En su opinión, el muy pobres. Igualmente, Veronique
Estado del Bienestar ha tenido un es- Sandoval destaca que los obreros
caso efecto redistributivo entre capital son, junto con parte de los agriculto-
y trabajo; más bien, su efecto redis- res, los principales afectados por la
tributivo se ha dado entre sectores de pobreza en Francia. Soy muy cons-
fa propia clase trabajadora. De ahí ciente de que esta cuestión de la rela-
que proponga, frente a la “estrategia ción entre pobres y clase trabajadora
de la compasión de Glotz”, una estra- en las sociedades industriales avanza-
tegia de movilización en favor de re- das nos remite a un debate teórico
formas generales basadas en políticas más amplio sobre la definición y ca-
de redistribución de recursos entre el racterización de la propia clase traba-
capital y el trabajo La solución no es- jadora. No entraremos en él, pues lo
tá en llamar a la compasión, sino en único que me interesa en este mo-
reclamar solidaridad y políticas socia- mento es señalar, frente a quienes in-
les de cobertura universal, cuya exis- mediatamente sitúan al conjunto de
tencia no descarta la realización de los trabajadores entre los fuertes de la
programas especiales destinados a sociedad, la existencia de una base
grupos especialmente vulnerables. La objetiva que puede permitir la genera-
solidaridad sólo surgirá si la clase tra- ción de formas de solidaridad a partir
bajadora se moviliza y moviliza a sus de unos ciertos intereses comunes en-
aliados en torno a programas que fo- tre trabajadores. En este sentido, el
menten la unidad”. En su opinión, ca- planteamiento de Navarro tiene el va-
ben pocas dudas: “Un llamamiento a br de ponernos sobre aviso frente a
la compasión en tiempos de austeri- los cantos del fin de la solidaridad en-
dad está destinado al fracaso” <Nava- tre los trabajadores: para muchos tra-
rro, 1991>. bajadores y (sobre todo) trabajadoras,
Cuando se estudia el problema resulta realmente difícil mostrar solida-
de la pobreza y la desigualdad en las nidad altruista en una situación de
sociedades desarrolladas, hay un dato agresión a sus condiciones de vida y
que suele pasar desapercibido, cual de trabajo y de precarización de las

Cuadernos de Trabajo Social 313


Imanol ZUBERO

mismas. Sin embargo, tal plantea- revisión de sus pautas de consumo:


miento encierra el peligro de legitimar “Los afortunados pagan, los menos
una permanente tensión reivindicativa afortunados reciben. Los afortunados
hacia la generalización de cada vez tienen voz política; los menos afortu-
más derechos para todos, insostenible nados no. Sería un improbable ejer-
en un mundo de recursos escasos. cicio de caridad que los afortunados
Esto es especialmente relevante reaccionasen calurosamente ante
si analizamos las cosas desde la pers- unos gastos que benefician a otros”.
pectiva Norte-Sur. De entrada, parece Desconfía Galbraith de que la cultura
poco probable que los trabajadores de la satisfacción pueda cambiar ni si-
del Norte compartan intereses objeti- quiera ante la amenaza de un desas-
vos con los trabajadores y mayorías tre económico generalizado, una ac-
pobres del Sur. Realmente, nos en- tuacióri militar adversa asociada a un
contramos ante dos mundos, casi ante desastre internacional, o como conse-
dos planetas. cuencia de la irrupción de una subcla-
Aquí estriba la dificultad del plan- se pobre furiosa: ante una situación tal
teamiento de Glotz: una propuesta de la reacción más probable sería la de
reducción voluntaria del consumo des- asumir una “mentalidad de campa-
de una opción de solidaridad... ¿Hay mento militar’, contratar guardias de
alguien capaz de enarbolar esta ban- seguridad privados o escapar a zonas
dera? Como señala Riechmann residenciales presuntamente más se-
<1991>: “¿Quién se atreve a afirmar guras (Galbraith, 1992). Cualquier co-
que existe una mayoria social o si- sa, por tanto, antes de considerar la
quiera una minoría significativa, dis- posibilidad de un cambio en nuestro
puesta a renunciar a una parte de sus estilo de vida.
privilegios, vale decir a una parte de Hay, sin embargo, autores, que
su consumo, a favor de una redistribu- consideran que una propuesta como
ción internacional de la riqueza social la representada por Glotz puede tener
y de la atenuación de la depredación más éxito que el típicamente redistri-
de la naturaleza? ¿Quién ha ingenia- butivo, debido a la tendencia a largo
do estrategias políticas para la conse- plazo hacia lo que Ronald lnglehart ha
cución de semejantes mayorías socia- denominado valores posmateriallstas,
les contra natura? ¿Será la presión entre los que se incluye una mayor re-
externa —la de las catástrofes ecoló- levancia de la solidaridad social. Se-
gicas, la de las masas de los despose- gún lnglehart, a medida que una so-
idos— suficiente para orientarnos ha- ciedad se acerca a una distribución
cia los cambios necesarios?’. igualitaria de los ingresos, la base po-
Galbraith lleva hasta su extremo lítica de apoyo a la reivindicación de
esta reflexión, señalando la consolida- una mayor redistribución se va estre-
ción en las sociedades desarrolladas chando. En su opinión —y advierte
de mayorías satisfechas absolutamen- que esto no es una justificación moral
te opuestas a cualquier propuesta de para no seguir avanzando hacia la

314 Cuadernos de Trabajo Social


Construyendo una sociedad solidaria: Una propuesta para el análisis...

igualdad—, en una sociedad pobre, casi el 79% de los votantes del Partido
donde la décima parte más pudiente Conservador se muestre de acuerdo
obtiene entre un 40 y un 60% de los con este incremento. Cree Pahí que
ingresos totales, la gran mayoría se se ha minusvalorado el grado de al-
beneficiaría de la redistribución, estan- truismo y el potencial de preocupación
do, por tanto, interesados en ella. Por social existente de hecho entre las
el contrario, en una sociedad en la clases medias. Pero más importancia
que la décima parte más pudiente sólo puede tener —aunque el autor, sor-
obtiene el 20% de los ingresos totales, prendentemente, no lo resalte— una
hay mucha menos gente que se bene- consideración que enlaza con los
ficiaría de una mayor redistribución y, planteamientos de la solidaridad ego-
además, se beneficiarían menos en ísta, cual es la diferencia entre bienes-
proporción; incluso una mayoría po- tar actual y bienestar futuro: “La clase
dría perder más de lo que ganaría con media puede disfrutar de una situa-
una redistribución adicional. De ahí su ción confortable ahora, pero esto no
conclusión: “En estas condiciones, quiere decir que sus hijos vayan a se-
simplemente no existe base política guir igual, ni que ellos mismos vayan a
para un ulterior desarrollo del Estado estar en la misma situación cuando
de bienestar, al menos no existirá sean viejos. Esta relativa riqueza pue-
mientras los ciudadanos estén única- de que no continúe. Una cosa es estar
mente motivados por sus propios inte- confortablemente instalados y otra es
reses económicos. Irónicamente, si se estarlo de forma segura y perma-
produjera un mayor progreso hacia la nente.
igualdad, éste no vendría dado porque De alguna forma, el planteamien-
se le diera mayor relevancia al conflic- to de Pahí enlaza con el de Rawls en
to de clases materialista, sino que ha- su célebre Teoría de la justicia. Rawls
bría que apelar al sentido de justicia hace partir su reflexión de una situa-
de la población, a su solidaridad social ción de igualdad original, o “posición
y a otras motivaciones no-materiales” original”, caracterizada porque las per-
<lnglehart, 1991). sonas que se encuentran en ella están
Una posición intermedia entre el cubiertas por lo que denomina un “ve-
pesimismo de Galbraith y el optimismo lo de ignorancia”; es decir, los indivi-
de lnglehart es la que mantiene Pahí. duos desconocen todos aquellos as-
En su opinión existen datos <referidos pectos y contingencias de su
a Gran Bretaña) que sustentan ese existencia que podrían llevarles a ac-
optimismo, citando una encuesta de tuar interesadamente: estatus social,
1983 según la cual tres cuartas partes fortuna, inteligencia, sexo, etc. Sólo
de los encuestados aceptaría un au- conocen “los hechos generales de la
mento del 1% en el impuesto sobre la naturaleza humana”: las bases ele-
renta para permitir que los pobres “tu- mentales de la organización social y
vieran una vida mejor’. Especialmente de la psicología humana. Supone
significativo resulta el hecho de que Rawls que, en tal situación, las perso-

Cuadernos de Trabajo Social 315


Imanol ZUBERO

nas se caracterizarán por su aversión toamos con absoluta seriedad si no


al riesgo que supone la posibilidad de tendremos que aportar también noso-
salir perjudicados, por lo que a la hora tros algo a ese reparto solidario. De-
de elegir los principios fundamentales bemos internalizar la explotación del
para organizar su sociedad, optarán Tercer Mundo y del Cuarto Mundo de
por el llamado maximin: maximizar los la pobreza. Y esto no es algo que pue-
mínimos y no los máximos; maximizar da hacerse sin costes.
las situaciones de pobreza, margina- El reconocimiento de los límites
ción y desamparo, y no las de riqueza de los modelos clásicos de solidaridad
y poder. Con otras palabras: ante la no debe interpretarse como un llama-
posibilidad de ser una persona más miento a su definitivo olvido. Por el
débil que la media, en la posición ori- contrario, sigue siendo necesario alen-
ginaria todos adoptarán el modelo del tar la solidaridad según el primer mo-
por si acaso...; de este modo, se pro- delo, la solidaridad de amplias mayorí-
tegen ante una posible situación de as sociales que luchan contra su
desigualdad. Pero desgraciadamente exclusión de la ciudadania <al menos
en la sociedad real no se da la posi- en los paises del Tercer Mundo), del
ción originaria ralwsiana, por lo que mismo modo que sigue siendo nece-
quienes se saben fuertes defienden sario profundizar en la solidaridad re-
reglas de juego que benefician a los distributiva según el segundo modelo
fuertes. en los países desarrollados, e incluso
Asi pues, el modelo de solidari- defenderla frente a las propuestas ne-
dad para el futuro, esa tercera solidari- oliberales. Pero estos modelos, al ser
dad, debe responder a las caracterís- puestos en práctica, habrán de conce-
ticas de la que Reyes Mate llama birse incluidos en la perspectiva de la
solidaridad por reconocimiento o as- nueva solidaridad, perspectiva que, le-
cendente, y que consiste, no en ‘repar- jos de excluidos, los incorpora, supe-
tir entre los menos-iguales el exceden- rando sus limitaciones.
te de los más-iguales (mecánica propia
redistributiva del Estado del bienestar>, Un nuevo planteamiento moral
sino de organizar todo desde los dere- Pero recapitulemos: si un proyec-
chos de los menos-iguales” <Mate, to de solidaridad a nivel mundial debe
1990>. Una solidaridad compasiva. hacerse desde los intereses y los dere-
La solidaridad del futuro debe se- chos de los más débiles; si tal proyecto
guir reivindicando, estratégicamente, supone necesariamente una profunda
una redistribución de la riqueza pues revisión del modo de vida del primer
las diferencias sociales, también en mundo (revisión que, en los términos
las sociedades opulentas, siguen sien- actuales, se entendería como una re-
do escandalosas; pero nunca más po- ducción del nivel de vida>; si a los tra-
dré ser sólo esa solidaridad del “con lo bajadores del primer mundo, y en ge-
que tengo y con lo que me va a tocar neral al conjunto de la población de los
en el reparto . Todos debemos plan- paises desarrollados, no les interesa

316 Cuadernos de Trabajo Social


Construyendo una sociedad solidaria: Una propuesta para el análisis...

<en su sentido material, objetivo> tal ble, lleno de baches y de cuestas, obli-
proyecto de solidaridad: ¿implica todo gando a un mayor esfuerzo.
ello, en el mejor de los casos, “un re-
pliegue hacia la utopía’, cuando no “el
abandono de toda perspectiva socialis-
Los sujetos de la nueva
ta, es decir la caída en el pesimismo o solidaridad
la indiferencia en cuanto al destino del
género humano” <Mandel)? En mi opinión, quienes mejor es-
Dice Perry Anderson <1986> que tán representando hoy la reivindica-
el marxismo buscaba “agentes subjeti- ción de la nueva solidaridad son los
vos capaces de estrategias efectivas movimientos sociales. Lo que propo-
para desalojar unas estructuras objeti- nen es precisamente que los fuertes
vas”. Por su parte, Agnes Heller (1982> se solidaricen con los débiles en con-
señala que “una teoría revolucionaria tra de sus propios intereses. ¿Cómo,
se dirige a todos aquellos que tengan si no, se puede pensar en cambiar
necesidades radicales, y por lo tanto no nuestros valores sexistas, en el desar-
puede referirse solamente a una deter- me unilateral, en la no violencia...? En
minada clase”. Los aspectos subjetivos la mayoría de los casos de forma in-
de los procesos de toma de conciencia consciente, al menos no formulada
de clase, de construcción de bloques teóricamente, la propuesta de los mo-
políticos, de diseño de alternativas so- vimientos sociales implica una invita-
ciales, han sido relativamente descui- ción a renunciar a nuestra privilegiada
dados por la izquierda, que en dema- situación.
siadas ocasiones ha caído en una Los movimientos sociales se han
autocomplaciente conexión retórica en- convertido, hoy en día, en la primera
tre los intereses de los trabajadores y referencia de participación colectiva
un verdadero interés general. para quienes no se resignan al desen-
Hoy, cuando lo objetivo <experien- canto ante una democracia reducida a
cia de injusticia, interés material) no ti- partitocracia y sacudida por continuos
ra ya de lo subjetivo en una línea de fenómenos de corrupción política.
transformación solidaria de la socie- Son muchas las cuestiones aún
dad, es preciso insistir en la importan- en debate cuando nos aproximamos
cia central que en el proceso político al fenómeno de los movimientos so-
cobra la toma de partido, la opción, la ciales en las sociedades industriales
decisión, el ejercicio de voluntad (que avanzadas. Una de ellas es la de su
no de voluntarismo>. Alguien puede supuesta “novedad” o, en caso contra-
pensar que estamos poniendo el carro rio, su continuidad con fenómenos tra-
delante del caballo, pero no es así. El dicionales de movilización de masas.
caballo de la subjetividad siempre ha También se discute su relación con
ido por delante del carro de las objeti- los partidos y los sindicatos, y silos
vidades. Lo que ocurre es que hoy el movimientos son complemento, alter-
terreno sobre el que circula es mesta- nativa o sucesión a éstos. La propia

Cuadernos de Trabajo Social 317


Imanol ZUBERO

definición de movimiento social es ob- acción política. Considero que la prin-


jeto de debate, pudiendo encontrar en cipal aportación de los movimientos
la literatura especializada docenas de sociales a la tarea de la transforma-
definiciones. No menos discutido es ción de la realidad social es funda-
su impacto transformador sobre la es- mentalmente de índole cultural, apor-
tructura social. tación que no deriva de ninguna
Se ha dicho que su función prin- incapacidad o limitación de tales movi-
cipal es la de “ser generadores de cul- mientos. No se trata de hacer de la
tura” y a raíz de esta caracterización necesidad virtud, con argumentos ta-
se ha reflexionado sobre su “queren- les como: “ya que no podemos incidir
cia por la marginalidad, por la pureza sobre las estructuras políticas y eco-
frente a la esfera política”, sobre su nómicas, concentrémonos en elaborar
“querencia privatista” y su “endeblez discursos en los que denunciemos
ideológica”, que en muchas ocasiones esas estructuras”. En las actuales cir-
les condena al “clientelismo ideológi- cunstancias no existe posibilidad algu-
co”, a la dependencia ideológica y na de poner en marcha una práctica
cosmovisional de otras instituciones emancipatoria significativa si no es so-
<partidos, iglesias). Fruto de esta ca- bre la base de una previa tarea de
racterización de los movimientos so- transformación cultural. Tarea de
ciales en clave cultural seria su debili- transformación cultural que exige dos
dad transformadora, su escasa cosas: la primera, aprender a mirar de
capacidad de incidencia sobre los una forma nueva la realidad sociaL ser
marcos legales, su deslizamiento ha- capaces de analizar la realidad social
cia la utopia, su inconsistencia, su con claves nuevas, diferentes de las
fragmentación, su intercíasismo, su di- claves dominantes; la segunda, esta-
licultad para la gestión política de sus blecer, a partir de esas nuevas claves,
reivindicaciones, etc. un auténtico combate cultural, una
Estoy de acuerdo con la caracte- confrontación de legitimaciones.
rización de las nuevas formas de ac- Crear cultura no es crear teorías,
ción colectiva en las sociedades in- sino construir realidades. Desarrollar
dustriales avanzadas en clave visiones de la realidad no es edificar
fundamentalmente cultural, a condi- superestructuras ideológicas, sino pre-
ción de que no pensemos en el espa- parar el terreno sobre el cual luego
cio cultural como ajeno a los espacios unos proyectos políticos y económicos
político y económico, y mucho menos puedan enraizar y otros no. Reivindi-
como enfrentado a ellos. No concibo car y extender valores no es refugiar-
esa aportación cultural como una se en el moralismo, sino crear las con-
aportación no-política, a-política o in- diciones de posibilidad para una
cluso antí-política, sino como una nueva sociedad. Quien rehuya partici-
aportación pre-polftica (Havel, 1990>, par en el debate cultural que hoy está
es decir, configuradora de unas nue- plantoñndose en nuestras sociedades
vas condiciones de posibilidad para la estará renunciando a la posibilidad de

318 Cuadernos de Trabajo Social


Construyendo una sociedad solidaria: Una propuesta para el análisis...

hacer nacer una cultura alternativa de temporáneos actúan como signos, en


la barriga de la cultura dominante (Ga- el sentido de que traducen sus accio-
leano). Y sin esa cultura alternativa, nes en retos simbólicos a los códigos
todo intento de transformación social dominantes. En su opinión en las so-
acabará por reproducir, tarde o tem- ciedades desarrolladas, sociedades
prano, la misma sociedad que se pre- que pueden ser caracterizadas como
tende superar. “sistemas de alta densidad de infor-
Los movimientos sociales pueden mación”, los conflictos no se expresan
actuar, a la manera de una horma, en- principalmente a través de una acción
sanchando el espacio cultural de las dirigida a obtener resultados inmedia-
sociedades, mostrando las radicales tos en el sistema político, sino que re-
insuficiencias derivadas de la “cultura presentan un desafío a los lenguajes y
normal”, del marco cultural dominante, códigos culturales que permiten orga-
que llegado un determinado momento nizar la información.
se convierte en obstáculo para des- Melucci considera que las formas
cubrir y aprovechar las posibilidades de poder que están surgiendo en las
de transformación contenidas en la sociedades contemporáneas se fun-
realidad. dan en la capacidad de “informar” (dar
Las posibilidades de contención forma>, de construir realidad mediante
de la realidad de los paradigmas cultu- significados <Melucci, 1989). La acción
rales no son infinitas. Por el contrario, de los movimientos sociales viene a
son numerosos los acontecimientos ocupar el mismo terreno siendo en sí
que ponen de manifiesto sus limita- misma un mensaje que se difunde por
ciones. la sociedad impugnando el que los
La tarea más importante a desa- aparatos tecno-burocráticos intentan
rrollar por los movimientos sociales es imponer a los acontecimientos indivi-
la creación de nuevos marcos domi- duales y colectivos. En especial, este
nantes de protesta o, si se quiere, la tipo de acción cuestiona la racionali-
ampliación del repertorio de valores a dad instrumental que guía los apara-
partir del cual se construye la protesta tos que gobiernan la producción de in-
en una sociedad. Repertorio de valo- formación, combatiendo la tendencia a
res que son los que combaten la indi- que los canales de representación y
ferencia ante los acontecimientos, en decisión propios de una sociedad plu-
los que se asienta la reacción indigna- ralista adopten la racionalidad instru-
da ante los mismos. mental como la única lógica desde la
La tarea de construcción de nue- cual se gobiernan esa sociedad. La
vos marcos culturales para la protesta acción del movimiento revela que esa
lleva a los movimientos sociales a neutral racionalidad de los medios
constituirse en retos simbólicos. (que impone el criterio de eficiencia y
Esta orientación ha sido especial- efectividad como el único válido para
mente desarrollada por Melucci, para medir el sentido de las cosas> enmas-
quien los movimientos sociales con- cara determinados intereses y formas

Cuadernos de Trabajo Social 319


Imanol ZURERO

de poder, mostrando que es imposible mación se planteen como procesos


enfrentarse al enorme desafío de vivir que combinen la opción por una reali-
juntos en un planeta que se ha con- dad distinta con el conocimiento de las
vertido en una sociedad global sin dis- posibilidades contenidas por la reali-
cutir abiertamente sobre los “fines” y dad actual. No es utópico lo que aún
“valores” que hacen posible la coexis- no es pero ya puede sen Y la mejor
tencia de las personas. Ese debate manera de hacer aflorar lo inédito via-
explícita los dilemas con que se en- ble de la realidad es haciéndolo reali-
frentan las sociedades complejas, y al dad ya, aún cuando sea a pequeña
hacerlo nos anima a asumir plena- escala.
mente la responsabilidad por nuestras Ciertamente, de poco servirían
decisiones sobre dichos fines y valo- los esfuerzos de un movimiento social
res, y por los conflictos que producen. si todo su trabajo quedara limitado al
Además de esto, es necesaria la reducido espacio del testimonio perso-
construcción de “imaginarios colecti- nal o colectivo. Como señala Melucci:
vos que contraataquen con sus pro- “El impulso innovador de los movi-
pias seducciones, relativizando el po- mientos no se agota en una transfor-
der de las imágenes dominantes. En mación del sistema político por obra
esta tarea es fundamental la capaci- de los actores institucionales; sin em-
dad de los movimientos sociales de bargo, la posibilidad de que las de-
imaginar futuros posibles. De esta ma- mandas colectivas se expandan y en-
nera, rompen la apariencia de normali- cuentren espacio depende del modo
dad/naturalidad del orden social y pro- en que los actores políticos logren tra-
ponen otra forma de mirar/concebir ducir en garantías democráticas las
ese orden social, explicitando sus con- demandas procedentes de la acción
tradicciones, sus riesgos, sus debili- colectiva”. Los movimientos sociales
dades. Son la mirada que permite deben asumir el reto de la eficacia po-
descubrir y explicitar la desnudez del lítica.
Emperador. Para ello es preciso ampliar al
Se trata de reivindicar eso que máximo los apoyos, construir nuevos
Paulo Freire llamara el inédito viable. espacios públicos y constituir bloques
Se trata de descubrir posibilidades de sociales emancipatorios. Se trata de
transformación viables, pero cuya via- generar procesos de alineamiento de
bilidad no era percibida. Esto no tiene marco. Se entienden por tales los es-
nada que ver con operaciones de ilu- fuerzos por los que los movimientos
sionismo o con miradas de color de sociales tratan de vincular las orienta-
rosa hacia la realidad; la capacidad de ciones cognitivas de los individuos con
descubrir el inédito viable de la reali- las que ellos defienden. El objetivo
dad es todo lo contrario del simple yo- consiste en proponer una visión del
luntarismo, por más bienintencionado mundo que legitime y motive la protes-
que éste sea. De lo que se trata es de ta y parte de su éxito depende de la
que nuestras propuestas de transfor- resonancia cultural de los marcos de

320 Cuadernos de Trabajo Social


Construyendo una sociedad solidaria: Una propuesta para el análisis...

referencia promovidos por las organi- es el movimiento social” (Giddens,


zaciones. 1993).
El compromiso radical no es irra-
cional, pero no depende en primera
La transformación social instancia del análisis y de la discusión
Hace ya mucho tiempo escribió racionales, sino de la misma acción
Garaudy que en el principio de toda transformadora. Decidimos hacer por-
acción revolucionaria hay una acto de que creemos que es posible hacer, y
fe: “la certeza de que el mundo puede lo hacemos de manera organizada,
transformarse, la de que el hombre con otras personas. ¿Cómo puede ha-
tiene el poder de crear de nuevo y la cerse algo así? Me parece sugerente
de que nosotros somos responsables el planteamiento de Villasante, refle-
personalmente de tales cambios”. xionando sobre los mecanismos para
Así es. Decidir hacer es la única construir la acción colectiva.
manera de empezar a transformar la En su opinión, cada conjunto de
realidad. Esto depende de cuál sea acción es una aventura, un suceso de
nuestra postura ante esa misma reali- nuestra historia colectiva que muestra
dad. Anthony Giddens distingue cua- una de las formas posibles de relacio-
tro posibles tipos de “reacciones narse, de comunicarse, de hacer algo.
adaptativas” en relación con las condi- Es lo que el socio-análisis llama un
ciones de civilización de la moderni- analizador histórico, es decir, algún
dad tardía: suceso destacado, vivido y recordado,
a> La aceptación pragmática o, que puede marcar nuestro aprendizaje
en otros términos, el simple “sobrevi- colectivo. Ejemplos internacionales
vir”. b> El optimismo sostenido, es de- pueden ser Mayo del 68, o la caída
cir, la persistencia de la fe en el pro- del Muro de Berlin o la Guerra del
greso, fundada básicamente en la Golfo; en cada localidad serán muy di-
capacidad científico-técnica de las so- ferentes: una manifestación reivindica-
ciedades modernas. c) El pesimismo tiva, unas fiestas muy sonadas, la re-
cínico, una suerte de “supervivencia modelación de un barrio, etc. “Algo
hastiada” o “irónica”. d> El compromiso que haya afectado colectivamente a
radical, o la actitud de contestación las redes sociales en su vida cotidia-
práctica contra lo que se percibe como na” (Villasante, 1995>.
riesgos para la vida. Quienes adoptan La construcción de la acción co-
esta postura confían en las posibilida- lectiva supone transmutar determina-
des de evitar o, cuando menos, de re- dos acontecimientos en “analizadores
ducir el impacto de las amenazas para históricos”, en ocasión para el desa-
la vida. “Ésta es una postura optimis- rrollo de modelos de pedagogía de la
ta, pero que a su vez va estrechamen- acción que ayuden a los protagonistas
te ligada a la acción contestataria en de tales acontecimientos a convertir la
lugar de a la fe en el análisis y la dis- acción puntual, que en sí misma se re-
cusión racional. Su principal vehículo ducirá a convertirse en grato recuerdo

Cuadernos de Trabajo Social 321


Imanol ZUBERO

compartido, en oportunidad para el producción y de cambio, no expro-


aprendizaje de habilidades moviliza- pian las cuevas de Ah Babá. Pero
doras. Los acontecimientos vividos quizá desencadenen la alegría de ha-
colectivamente dejan de ser sólo moti- cer, y la traduzcan en actos. Y al fin y
vos para la evocación del pasado y se al cabo, actuar sobre la realidad y
transforman en ejemplos para el fu- cambiarla, aunque sea un poquito, es
turo. Se pasa así de la anécdota al la única manera de probar que la rea-
modelo. El análisis de esos aconteci- lidad es transformable”.
mientos que permitieron la moviliza- El objetivo de estas acciones co-
ción colectiva nos va a permitir plan- lectivas, de estas campañas, no es
tear una “campaña” en torno a un otro que el de ‘desencadenar la ale-
nuevo “núcleo temático” para la ac- gría de hacer y traducirla en actos”. Es
cion. decir, se trata de animar a la acción.
Es en base a la reflexión colecti- Giddens propone crear modelos de
va sobre esos acontecimientos con- realismo utópico, desde la convicción
vertidos en “analizadores históricos” de que “los caminos para el deseado
como los participantes en un movi- cambio social tendrán poco impacto
miento social aprenden a manejar la práctico si no están conectados a las
“caja de herramientas” de la moviliza- posibilidades inmanentes instituciona-
ción descubriendo que, si bien no les”. Aún estamos muy lejos de tales
existe un recetario para la misma, es propuestas, como lo demuestra el in-
posible señalar algunas claves más o tento de Riechmann de proponer pro-
menos estables para plantearla e im- gramas alternativos de alcance medio,
pulsarla. Haciendo, vamos conociendo pero el intento tiene valor por sí mis-
qué es lo que funciona y qué no. Pero mo: ofrece una propuesta concreta a
sin rigideces, reivindicando siempre partir de la cual trabajar, señalando un
esa imaginación sociológica defendida objetivo central, un plan sectorial de
con empeño por ese gran investigador transformación profunda de la socie-
social que fue Wright Milis. dad, y unos actores de la acción co-
Así pues decidamos hacer. No lectiva (Riechmann, 1992). Como él
es una invitación voluntarista, puesto mismo dice, no basta con la mera re-
que no pretende hacer surgir la ac- sistencia, tenemos que decir cómo
ción colectiva de la nada, sino de queremos vivir, y cómo creemos que
otras experiencias previas de acción es posible pasar de la situación actual
colectiva, de experiencias que, a pri- a la que deseamos. Se trata de pro-
mera vista pueden parecernos abso- puestas con muy diversos grados de
lutamente al margen de los grandes concreción, pero que pueden servir-
problemas políticos, económicos o nos para comprender la importancia
sociales. Citando a Galeano: “Son de ir adoptando una estrategia prepo-
cosas chiquitas. No acaban con la sitiva. Es esta una tarea más compli-
pobreza, no nos sacan del subdesa- cada que la simple resistencia, ante la
rrollo, no socializan los medios de que las posturas en el seno de los di-

322 Cuadernos de Trabajo Social


Construyendo una sociedad solidaria: Una propuesta para el análisis...

versos movimientos son diversas y mantener solidariamente en el tiempo


hasta enfrentadas. huelgas u otras luchas obreras.
¿Qué es lo que hace tan difícil ¿Hubiera sido posible la lucha de
cambiar, incluso después de pensar los insumisos sin el amplísimo colchón
que el cambio es posible, incluso tras de solidaridad con que cuenta? Des-
experimentar que es posible la movili- graciadamente, apenas si contamos
zación colectiva o contar con un pro- con algún ejemplo más de esta solida-
yecto factible de transformación? Creo ridad alternativa. Y el hecho es que,
que el impedimento fundamental es el sin la misma, en la práctica muchos
miedo a la inseguridad. El mundo co- de los llamamientos y muchas de las
nocido es un mundo relativamente propuestas de los movimientos socia-
controlable. Aunque no sea nuestro les se ven reducidas a puros llama-
mundo ideal, incluso en el caso de mientos al heroísmo.
que no nos vaya demasiado bien en En 1983, la Conferencia Episco-
él, sabemos lo que podemos esperar pal Norteamericana hacía pública su
y lo que no. Nos ofrece seguridad. El postura ante diversas cuestiones rela-
cambio implica inseguridad o, cuando cionadas con la defensa militar, ani-
menos, abandonar la seguridad de lo mando a los católicos a decidir en
existente. Proponer una iniciativa de conciencia en relación con las mis-
transformación social exclusivamente mas. Refiriéndose a la industria mili-
en términos de apuesta difícilmente tar, escribían lo siguiente: “Aquéllos
nos permitirá llegar a colectivos socia- que, en conciencia, decidan no partici-
les amplios. Son pocas las personas par en actividades de defensa encon-
capaces de arriesgarlo todo (ni siquie- trarán apoyo en la comunidad católi-
ra de arriesgar mucho>. ca Siempre he querido interpretar
.

No es posible promover compro- estas palabras como un compromiso


misos fuertes en favor de la transfor- efectivo destinado a apoyar a todas
mación si no somos capaces de cons- aquellas personas que, decidiendo en
truir seguridades alternativas capaces conciencia, abandonaran sus empleos
de convertirse en colchones de solida- en la industria militar. ¿Qué clase de
ridad que protejan el compromiso. Re- apoyo precisarían quienes tomaran
curriendo a un fácil juego de palabras, una decisión así? ¿Sólo ánimo y
los movimientos sociales deben consti- aplauso? ¿sólo reconocimiento y con-
tuir “redes”, pero no sólo en el sentido suelo? Evidentemente no. Quiero
de articular relaciones entre sí forman- creer que se estaban refiriendo a un
do plataformas amplias, sino también apoyo práctico derivado del mismo ca-
en el sentido de tejer entramados de rácter de la decisión tomada: abando-
solidaridad que hagan posible las to- nar un puesto de trabajo. Un apoyo,
mas de postura fuertes. Un ejemplo de por tanto, económico, en tanto esas
lo que quiero decir son las tradiciona- personas no consigan otro empleo.
les y hoy en desuso cajas de resisten- Sólo este tipo de compromisos
cia de los sindicatos, destinadas a colectivos prácticos conformadores de

Cuadernos de Trabajo Social 323


Imanol ZUBERO

seguridades alternativas harán creí- tas formas emancipadas de vida, sólo


bIes muchos de los proyectos de los tienen sentido en la medida en que
movimientos sociales. surgen de las posibilidades que la
Pero en demasiadas ocasiones, misma realidad ofrece.
las propuestas emancipatorias carecen Se trata, en primer lugar, de difi-
de credibilidad. Se trata de propuestas cultar la integración total en la lógica
que reducen la concienciación a la me- del mercado de todas las formas de
ra creación de mala conciencia, o que actividad y de vida (Gallo, 1991>, de
proponen modelos de vida y alternati- hacer que la vida cotidiana se torne
vas sociales objetivamente inasumi- “engorrosa para la política” (Riech-
bIes. Por ello, es preciso mostrar en la mann, 1991>. Es, pues, una tarea de
práctica que desde ahora mismo es resistencia. Pero no puede quedarse
posible, para la mayoría de las perso- ahí. Es al mismo tiempo una exigen-
nas, empezar a vivir de otra manera. cia. Pero también, y sobre todo, es la
José Me Mardones utiliza una ex- única manera creíble de mostrar en la
presión que representa a la perfección práctica que nuestras propuestas de
lo que quiero indicar: zonas liberadas. transformación son posibles. Como
Afirma Mardones que la tarea que hoy decía Manuel Sacristán, “no se puede
nos desafía es la de crear “espacios seguir hablando contra la contamina-
verdes” en los que se ponga de mani- ción y contaminando intensamente”; y
fiesto la posibilidad de otro estilo de vi- continuaba: “La cuestión de la credibi-
da; “nichos ecológicos” en los que lidad empieza a ser muy importante, y
pueda sembrarse y madurar una alter- conseguir que organismos sindicales,
nativa cultural y de valores a esta so- por ejemplo, cultiven formas de vida
ciedad del tener: “Frente al carreris- alternativas me parece que es no tan-
mo, la competitividad, el consumo, el to ni sólo una manera de alimentar
afán de dinero, el exhibicionismo y la moralmente a grupos de activistas si-
banalidad del yuppismo neoconserva- no también un elemento que es coro-
dor, hay que presentar el atractivo de lario de una linea estratégica” (Sacris-
la vida sencilla, austera, centrada en tán, 1987).
el ser uno mismo radicalmente, en el Esto es lo que defiende Jorge
encuentro con los otros y la solidari- Riechmann cuando, en el marco de
dad con los dolientes y menos favore- sus “33 observaciones sobre supervi-
cidos de nuestro tiempo”. Zonas libe- vencía, emancipación, movimientos
radas en las que sea realmente sociales y política verde-alternativa”,
posible hacer que florezca lo inédito afirma que “No necesitamos vanguar-
viable de la realidad. dias omniscientes; pero en cambio
En efecto, la historia nos ha en- son inexcusables las minorías ejem-
señado, sobre todo en los últimos pIares”, afirmación que considera co-
años, que no hay posibilidad alguna mo la tesis más científica de todas las
de animar “por decreto” propuestas que presenta al estar respaldada por
emancipatorias. Estas propuestas, es- sólidos resultados de la psicología so-

324 Cuadernos de Trabajo Social


Construyendo una sociedad solidaria: Una propuesta para el análisis...

cial experimental. Los “buenos ejem- comunicación o por los cambios legis-
píos”, las actitudes y conductas “testi- lativos que ha impulsado.
moniales”, rompen con la presión so- Los movimientos sociales pre-
cial al conformismo, rompen las sentan fases de latencia y fases de vi-
unanimidades, estimulan actitudes y sibilidad. La visibilidad supone la
conductas deseables. emergencia de los movimientos a tra-
En esa tarea de proyectar y po- vés de acciones, luchas, campañas.
ner en marcha experiencias de trans- organizaciones, plataformas, etc. La
formación no podemos dejarnos para- fase de latencia es un período de vida
lizar por el miedo al fracaso. Debemos sumergida que permite experimentar
ser capaces de hacer florecer de nuevos modelos culturales, recompo-
nuestros errores y fracasos nuevas ner las redes de reclutamiento, eva-
experiencias de transformación. ¿Aca- luar lo realizado, pulir la identidad.
so no funciona así la ciencia? ¿acaso Ambas fases están íntimamente rela-
la actividad científica no utiliza el mé- cionadas.
todo del ensayo y error? Eso si, nunca Melucci ha denominado a los mo-
debemos olvidar que estamos traba- vimientos sociales en las sociedades
jando con un material muy frágil y deli- desarrolladas como nómadas del pre-
cado: con personas, con grupos, con sente: no están guiados por una visión
sentimientos, con ilusiones. Esto nos de un Orden futuro totalmente abarca-
debe llevar a ser muy rigurosos y rigu- dora, sino que están orientados hacia
rosas en la formulación de nuestros el presente, de modo que sus objetivos
proyectos. La ilusión no está reñida son temporales y reemplazables; es
con el cálculo. Así pues, no llevemos por ello, también, que la participación
la exigencia de actuar y la relativiza- misma es ya un objetivo. De ahí la difi-
ción de nuestros errores hasta el ex- cultad para juzgar el éxito o el fracaso
tremo de creer que “el fin justifica los de estos movimientos. Aunque plante-
medios”. La única manera de poder en reivindicaciones concretas, en oca-
convertir los tantas veces inevitables siones muy concretas (eso del “actuar
errores en semilla buena de nuevas localmente”), ninguno de ellos se redu-
acciones es trabajar con proyectos re- ce a esas reivindicaciones concretas.
visables y evaluables. No son movimientos lineales, sino mo-
viniientos fluidos, que plantean cam-
bios en la forma de percibir la realidad
Los movimientos sociales y los valores, existiendo por ello más
como potencia débil allá de la acción organizada.
Los movimientos sociales se
La eficacia de los movimientos asientan sobre persistentes subcultu-
sociales no puede medirse solamente ras activistas, capaces de mantener
por sus éxitos políticos, por los deba- las tradiciones cognitivas necesarias
tes sociales que ha logrado generar, para revitalizar el activismo que sigue
por su penetración en los medios de a un período de inactividad del movi-

Cuadernos de Trabajo Social 325


Imanol ZUBERO

miento. Estas subculturas funcionan dos para resistir en situaciones de cri-


como reservas de elementos cultura- sis. Hoy, la propuesta solidaria avanza
les de los que generaciones sucesivas más segura encordada a la potencia
de activistas pueden echar mano para débil de las organizaciones sociales
forjar movimientos ideológicamente si- que al poder aparentemente más fuer-
milares, aunque separados por el te de las organizaciones clásicas.
tiempo o el espacio <McAdam). ¿Mañana? Ya veremos...
En esto consiste la potencia de
los movimientos, que constituyen una
fuerza permanente que sólo en oca- Bibliografía
siones emerge frente al poder, común ANDERSON, Paul (1986): Tras las huellas del
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Esta combinación de potencia y cA5TELLS, Manuel (1991).’”La economia infor-
debilidad, esta caracterización de los macional, la nueva división internacional del
movimientos sociales como potencia trabajo y el proyecto 5 4.socialista”, en e> socia-
débil, no debe confundirse con fragili- lismo de/Futuro, n
COMISION OE LAS COMUNIDADES EUROPEAS:
dad, y mucho menos con inconsisten- Hacia una Europa de la solidaridad, coM(92)
542 final. Bruselas, 23diciembre 1992.
cia. Es bien sabido que la fortaleza es
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da conoce la diferencia entre las cuer- DALTON, RussELL J. y KuECHLER, MAN-
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En general, las primeras resisten más lencia.
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326 Cuadernos de Trabajo Social


Construyendo una sociedad solidaria: Una propuesta para el análisis...

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