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Resumen Abstract
Cuando se diferencia entre solidaridad y Construcfing a more solidary society:
modelo de solidaridad se quiere señalar la distan- proposais for analysis and action
cia existente entre un valor y su realización prác- When distinclion is made between
tice, Esa diferencia no cambia la realidad actual: solidaóty and a solidarity model, it is fo
que no actuamos solidanán,ente. Pero esa dife- eniphasize on lbs gap exisling belween solidar/ly
renciación si puede servir para cambiar la reali- as a value and its use in social practice. Buí
dad futura. Porque no es lo mismo plantearse la fheoretical distinotion does not change todays
reconstrucción de espacios para la solidaridad realifys se do not act in a solidary ‘lay.
desde una perspectiva o desde otra. El autor de- l\levertheless, ihe ewareness of the fact may help
tiende que el problema hoy es una crisis la reali- fo change things in the future. mere is quite a
zación práctica del valor solidaridad, como conse- difference, whether the reconsfrucfion of social
cuencia del agotamiento del modelo que hasta space for solide rity is discuased from one
ahora había servido para enmarcar las reivindica- perspective or ancíhen The author argues that
clones. las políticas, las movilIzaciones y las lu- fhe presenfproblem la due lo a crisis in pract¡cing
chas sociales en favor de la solidaódad. Su re fle- solidarity as a value. Because tfe model that,
xión contribuye a pasar del lamento por la until recenf times, did guide social demanó,
solidaridad perdida, al compromiso por construir policies, movements anó social struggle seema
la solidaridad necesaria. now lo be obsolete aoci empty. The authors
índice: Dos modelos clásicos de la sol,dati- retlect,on contribules lo añil1 Ibm lamenta don
dad. Las nuevas condiciones de la solidaódad. aboui lost solidarity lo encountering foundations
Formulando la nueva solidaódad. Las posibilida- for necessary new solidarity
des del nuevo modelo. Un nuevo planteamiento Contenís: Tw¡o classical models of
moral. Los sujetos de la nueva solidaridad. La solidarity New perspectivas regarding solidaóty.
transformación social Los nuevos ,ncvmientos So/idarily retonnulaled. Posasibilities of Iba new
sociales como potencia débil. model. A new discussion on moral implica tions.
The subjects of transformed solidarify. New social
movements: light agency polential.
E
n su novela Yo el Supremo es- lenguaje palabras que tengan voz, es-
cribe Augusto Roa Bastos: pacio libre. Su propia memoria. Pala-
Tendría que haber en nuestro bras que subsistan solas, que lleven el
No se trata, con esta pregunta, de in- miso por construir la solidaridad ne-
tentar poner paños calientes a una cesaria.
realidad que se nos muestra, cierta-
mente, como una dura realidad. No se
Vos modelos clásicos de
trata de realizar malabarismos con- la solidaridad
ceptuales, a fin de lograr un vano con-
suelo ante una realidad que parece Desde una perspectiva contem-
reírse de nuestros proyectos emanci- poránea, dos han sido los modelos a
patorios. Porque, ¿qué proyecto partir de los cuales se ha intentado (y
emancipatorio puede sostenerse so- logrado> construir una convivencia so-
bre un terreno agostado para la semi- cial en la que la solidaridad encontrara
lía de la solidaridad, un terreno sem- acomodo en los países económica-
brado de sal en el que la propuesta mente más desarrollados. Son los dos
solidaria no tiene posibilidad alguna modelos clásicos de la solidaridad
de enraizar y crecer, aunque sea len- <Zubero, 1994>. Cada uno de ellos
tamente? coincide con una fase de desarrollo
No se trata de eso. De lo que se capitalista. El primero se desarrolla
trata, con esta diferenciación entre so- desde los años de la Revolución in-
lidaridad y modelo de solidaridad, es dustrial hasta el período de entregue-
de señalar la distancia existente entre rras. El segundo tiene como espacio
un valor y su realización práctica. Es histórico el que se abre con la segun-
cierto que tal diferenciación no cambia
da posguerra mundial para llegar has-
absolutamente en nada la realidad ac- ta nuestros días.
tual: en cualquier caso, el hecho es
que no actuamos solidariamente. Pero
El primer modelo de solidaridad
esa diferenciación si puede servir para
cambiar la realidad futura. No es lo La primera solidaridad, funda-
mismo plantearse la tarea de recons- mentalmente obrera, se establecia en-
trucción de espacios para la solidari- tre una mayoría de iguales marginados
dad desde una perspectiva o desde de los beneficios del sistema frente a
otra. Si, como aquí defendemos, el una minoria de privilegiados. El proce-
problema hoy no estriba en una crisis so de construcción de la solidaridad
del valor solidaridad sino de su reali- iba dirigido a superar planteamientos
zación práctica como consecuencia individualistas, a proporcionar elemen-
del agotamiento del modelo que hasta tos para un adecuado análisis social y
ahora había servido para enmarcar las a provocar una práctica política que
reivindicaciones, políticas, movilizacio- transtormara las condiciones de desi-
nes y luchas sociales en favor de la gualdad. Se trataba de hacer ver a los
solidaridad, nuestra reflexión puede trabajadores que “la unión hace la
contribuir a pasar del lamento —más o fuerza, y que su situación de margina-
menos sentido, más o menos cínico— ción podía y debía ser transformada
por la solidaridad perdida, al compro- mediante la acción colectiva.
la situación de los fuertes (que ya no 2) que tal nivel y estilo de vida será a
son minoría en el primer mundo, y en- medio-largo plazo universalizable. Ello
tre los que nos encontramos, al me- es absolutamente imposible. En pri-
nos relativamente, la mayoría de los mer lugar porque existen límites físi-
ciudadanos de los países desarrolla- cos insalvables. Tengamos en cuenta
dos>. Lo que ahora se propone es re- que, cuando para nosotros se ha con-
solver la situación de los débiles en vertido en un objeto al que difícilmente
contra de los intereses de los fuertes. podemos renunciar resulta que tan
¿Es esto posible? sólo un 8% de la población mundial,
La mayoría de los intentos de re- aproximadamente 400 millones de
pensar una propuesta de <cierta> so- personas, tienen coche. ¿Podemos si-
lidaridad sin desconocer la crisis del quiera pensar en generalizar a todo el
modelo del bienestar y adoptando una planeta nuestro sistema de vida, en el
perspectiva internacional pueden ser que el automóvil privado se ha hecho
considerados como ensayos de un imprescindible?
nuevo pacto keynesiano (en ocasio- ¿Es realista, entonces, seguir
nes caracterizado como pacto eco- pensando en lo que algunos han de-
keynesíano) a nivel mundial’. Cada nominado un “pacto eco-keynesiano”,
una con sus peculiaridades, podemos una especie de Estado de bienestar
afirmar que todas estas propuestas mundial, tal y como deja entrever el úl-
pueden enmarcarse en ese paradigma timo Informe al Club de Roma? ¿No
renovado para el análisis de los pro- provocaría tal intento, por el contrario,
blemas del desarrollo inaugurado en la generación de un inaceptable apart-
1987 por el Informe Brundtland y resu- heid mundial, posibilidad no ignorada
mido en el concepto de desarrollo sos- por el propio Informe? No debe extra-
tenible. Sin negar lo que de beneficio- ñarnos, en estas circunstancias, que
so tenga eso que se ha dado en Hinkelammert (1992) denuncie la
llamar ecokeynesianismo, ¿será ca- transformación del Tercer Mundo en
paz ese capitalismo ecológico de ha- un mundo de población sobrante: “Se
cer avanzar a los pobres del planeta sigue necesitando del Tercer Mundo,
por la avenida de los Derechos del sus mares, su aire, su naturaleza,
hombre (Gallo, 1991>? Lo diremos una aunque sea únicamente como basure-
vez más: el problema es nuestro mo- ro para sus basuras venenosas, y se
delo consumista sin el cual la econo- siguen necesitando sus materias pri-
mía de mercado no puede funcionar. mas. Pese a que ciertas materias pri-
A la luz de lo visto, un desarrollo mas pierden relevancia, el Tercer
con justicia exige romper con algunos Mundo sigue siendo de importancia
de los dogmas de nuestro modelo de clave para el desarrollo del Primer
desarrollo, estructurado en torno a dos Mundo. Lo que ya no se necesita, es
principios incuestionables: 1) que el la mayor parte de la población del Ter-
nivel y estilo de vida de los más ricos cer Mundo”. O, en palabras de Manuel
<individuos y países) es innegociable; Castells (1991): en las nuevas condi-
igualdad—, en una sociedad pobre, casi el 79% de los votantes del Partido
donde la décima parte más pudiente Conservador se muestre de acuerdo
obtiene entre un 40 y un 60% de los con este incremento. Cree Pahí que
ingresos totales, la gran mayoría se se ha minusvalorado el grado de al-
beneficiaría de la redistribución, estan- truismo y el potencial de preocupación
do, por tanto, interesados en ella. Por social existente de hecho entre las
el contrario, en una sociedad en la clases medias. Pero más importancia
que la décima parte más pudiente sólo puede tener —aunque el autor, sor-
obtiene el 20% de los ingresos totales, prendentemente, no lo resalte— una
hay mucha menos gente que se bene- consideración que enlaza con los
ficiaría de una mayor redistribución y, planteamientos de la solidaridad ego-
además, se beneficiarían menos en ísta, cual es la diferencia entre bienes-
proporción; incluso una mayoría po- tar actual y bienestar futuro: “La clase
dría perder más de lo que ganaría con media puede disfrutar de una situa-
una redistribución adicional. De ahí su ción confortable ahora, pero esto no
conclusión: “En estas condiciones, quiere decir que sus hijos vayan a se-
simplemente no existe base política guir igual, ni que ellos mismos vayan a
para un ulterior desarrollo del Estado estar en la misma situación cuando
de bienestar, al menos no existirá sean viejos. Esta relativa riqueza pue-
mientras los ciudadanos estén única- de que no continúe. Una cosa es estar
mente motivados por sus propios inte- confortablemente instalados y otra es
reses económicos. Irónicamente, si se estarlo de forma segura y perma-
produjera un mayor progreso hacia la nente.
igualdad, éste no vendría dado porque De alguna forma, el planteamien-
se le diera mayor relevancia al conflic- to de Pahí enlaza con el de Rawls en
to de clases materialista, sino que ha- su célebre Teoría de la justicia. Rawls
bría que apelar al sentido de justicia hace partir su reflexión de una situa-
de la población, a su solidaridad social ción de igualdad original, o “posición
y a otras motivaciones no-materiales” original”, caracterizada porque las per-
<lnglehart, 1991). sonas que se encuentran en ella están
Una posición intermedia entre el cubiertas por lo que denomina un “ve-
pesimismo de Galbraith y el optimismo lo de ignorancia”; es decir, los indivi-
de lnglehart es la que mantiene Pahí. duos desconocen todos aquellos as-
En su opinión existen datos <referidos pectos y contingencias de su
a Gran Bretaña) que sustentan ese existencia que podrían llevarles a ac-
optimismo, citando una encuesta de tuar interesadamente: estatus social,
1983 según la cual tres cuartas partes fortuna, inteligencia, sexo, etc. Sólo
de los encuestados aceptaría un au- conocen “los hechos generales de la
mento del 1% en el impuesto sobre la naturaleza humana”: las bases ele-
renta para permitir que los pobres “tu- mentales de la organización social y
vieran una vida mejor’. Especialmente de la psicología humana. Supone
significativo resulta el hecho de que Rawls que, en tal situación, las perso-
<en su sentido material, objetivo> tal ble, lleno de baches y de cuestas, obli-
proyecto de solidaridad: ¿implica todo gando a un mayor esfuerzo.
ello, en el mejor de los casos, “un re-
pliegue hacia la utopía’, cuando no “el
abandono de toda perspectiva socialis-
Los sujetos de la nueva
ta, es decir la caída en el pesimismo o solidaridad
la indiferencia en cuanto al destino del
género humano” <Mandel)? En mi opinión, quienes mejor es-
Dice Perry Anderson <1986> que tán representando hoy la reivindica-
el marxismo buscaba “agentes subjeti- ción de la nueva solidaridad son los
vos capaces de estrategias efectivas movimientos sociales. Lo que propo-
para desalojar unas estructuras objeti- nen es precisamente que los fuertes
vas”. Por su parte, Agnes Heller (1982> se solidaricen con los débiles en con-
señala que “una teoría revolucionaria tra de sus propios intereses. ¿Cómo,
se dirige a todos aquellos que tengan si no, se puede pensar en cambiar
necesidades radicales, y por lo tanto no nuestros valores sexistas, en el desar-
puede referirse solamente a una deter- me unilateral, en la no violencia...? En
minada clase”. Los aspectos subjetivos la mayoría de los casos de forma in-
de los procesos de toma de conciencia consciente, al menos no formulada
de clase, de construcción de bloques teóricamente, la propuesta de los mo-
políticos, de diseño de alternativas so- vimientos sociales implica una invita-
ciales, han sido relativamente descui- ción a renunciar a nuestra privilegiada
dados por la izquierda, que en dema- situación.
siadas ocasiones ha caído en una Los movimientos sociales se han
autocomplaciente conexión retórica en- convertido, hoy en día, en la primera
tre los intereses de los trabajadores y referencia de participación colectiva
un verdadero interés general. para quienes no se resignan al desen-
Hoy, cuando lo objetivo <experien- canto ante una democracia reducida a
cia de injusticia, interés material) no ti- partitocracia y sacudida por continuos
ra ya de lo subjetivo en una línea de fenómenos de corrupción política.
transformación solidaria de la socie- Son muchas las cuestiones aún
dad, es preciso insistir en la importan- en debate cuando nos aproximamos
cia central que en el proceso político al fenómeno de los movimientos so-
cobra la toma de partido, la opción, la ciales en las sociedades industriales
decisión, el ejercicio de voluntad (que avanzadas. Una de ellas es la de su
no de voluntarismo>. Alguien puede supuesta “novedad” o, en caso contra-
pensar que estamos poniendo el carro rio, su continuidad con fenómenos tra-
delante del caballo, pero no es así. El dicionales de movilización de masas.
caballo de la subjetividad siempre ha También se discute su relación con
ido por delante del carro de las objeti- los partidos y los sindicatos, y silos
vidades. Lo que ocurre es que hoy el movimientos son complemento, alter-
terreno sobre el que circula es mesta- nativa o sucesión a éstos. La propia
cial experimental. Los “buenos ejem- comunicación o por los cambios legis-
píos”, las actitudes y conductas “testi- lativos que ha impulsado.
moniales”, rompen con la presión so- Los movimientos sociales pre-
cial al conformismo, rompen las sentan fases de latencia y fases de vi-
unanimidades, estimulan actitudes y sibilidad. La visibilidad supone la
conductas deseables. emergencia de los movimientos a tra-
En esa tarea de proyectar y po- vés de acciones, luchas, campañas.
ner en marcha experiencias de trans- organizaciones, plataformas, etc. La
formación no podemos dejarnos para- fase de latencia es un período de vida
lizar por el miedo al fracaso. Debemos sumergida que permite experimentar
ser capaces de hacer florecer de nuevos modelos culturales, recompo-
nuestros errores y fracasos nuevas ner las redes de reclutamiento, eva-
experiencias de transformación. ¿Aca- luar lo realizado, pulir la identidad.
so no funciona así la ciencia? ¿acaso Ambas fases están íntimamente rela-
la actividad científica no utiliza el mé- cionadas.
todo del ensayo y error? Eso si, nunca Melucci ha denominado a los mo-
debemos olvidar que estamos traba- vimientos sociales en las sociedades
jando con un material muy frágil y deli- desarrolladas como nómadas del pre-
cado: con personas, con grupos, con sente: no están guiados por una visión
sentimientos, con ilusiones. Esto nos de un Orden futuro totalmente abarca-
debe llevar a ser muy rigurosos y rigu- dora, sino que están orientados hacia
rosas en la formulación de nuestros el presente, de modo que sus objetivos
proyectos. La ilusión no está reñida son temporales y reemplazables; es
con el cálculo. Así pues, no llevemos por ello, también, que la participación
la exigencia de actuar y la relativiza- misma es ya un objetivo. De ahí la difi-
ción de nuestros errores hasta el ex- cultad para juzgar el éxito o el fracaso
tremo de creer que “el fin justifica los de estos movimientos. Aunque plante-
medios”. La única manera de poder en reivindicaciones concretas, en oca-
convertir los tantas veces inevitables siones muy concretas (eso del “actuar
errores en semilla buena de nuevas localmente”), ninguno de ellos se redu-
acciones es trabajar con proyectos re- ce a esas reivindicaciones concretas.
visables y evaluables. No son movimientos lineales, sino mo-
viniientos fluidos, que plantean cam-
bios en la forma de percibir la realidad
Los movimientos sociales y los valores, existiendo por ello más
como potencia débil allá de la acción organizada.
Los movimientos sociales se
La eficacia de los movimientos asientan sobre persistentes subcultu-
sociales no puede medirse solamente ras activistas, capaces de mantener
por sus éxitos políticos, por los deba- las tradiciones cognitivas necesarias
tes sociales que ha logrado generar, para revitalizar el activismo que sigue
por su penetración en los medios de a un período de inactividad del movi-