Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tenemos una cita en un Mall. Cada uno va a llegar por su lado. Cuando llego
tu estas en las afueras, fumas un cigarro bebes una gaseosa. Me acerco a ti
ansiosa, mi corazón late presuroso, quiero contarte, compartir mi logro, te
abrazo agitada digo -¡Me convalidaron los ramos, en tres semestres podre
titularme de psicóloga, tenías razón, lo hiciste posible¡- Sonríes me besas la
frente, me felicitas y me dices al oído -¡yo nada hice, solo te empuje un
poquito, es logro tuyo ahora debes concluir¡-.
Entremos, nos sentamos en una mesa no muy alejada, yo frente a ti. Nuestras
miradas se cruzan repetidamente con ardor. Estoy deseando follarte, estoy
mojada, te deseo dentro de mí y quiero creer que tú también a mí.
Nos dirigimos nuevamente a la mesa, como si nada. Desde allí puedo todavía
sentir el rubor en mis mejillas. Tú semen borbotea en mi vagina totalmente
llena de Ti y yo te contemplo, buscos tus ojos agradecida por lo que me
acabas de brindar, tú en silencio pareces entender, sonríes, extiendes tu mano,
acaricias mi mejilla.
El Juego:
En estos últimos días, se ha concretado en ti una carga laboral fuerte; te
he visto estresada y un poco tensa; el viernes y el sábado fueron días
clave y los dos últimos de esta etapa laboral. Pero fue el sábado,
alrededor de las 14:00 horas; cuando en tu descanso, tu teléfono celular te
indicaba que había recibido un mensaje de texto, era mío:
Nos sentamos sobre el piso, muy cómodos por los elementos decorativos
que estaban destinados a ti; cenamos algo de comida tradicional y étnica
de la misteriosa Arabia, acompañados de la bella música, las fragancias
nos rodeaban en el ambiente. Ya en la última copa de vino, me dabas las
gracias por esta sorpresa; pero te confirmaba que la sorpresa aún no te la
mostraba, pedí disculpas para retirarme un momento y regresé a ti con
una tablero de madera. Tu rostro mostraba un semblante extrañado pero
lleno de curiosidad y es que había construido un juego para nosotros, el
cual constaba de un tablero de madera, en él, encontrábamos 21 casillas,
las cuales en su interior tenían tallado un símbolo de la “Ley de Jamsa” que
es el ritmo de los cinco dedos para temperar el deseo, marcan las virtudes
y significados de la palma de la mano en el amor como en la vida,
digamos que es parte del Kama Sutra; es por ello el ambiente que se creó
para jugar este juego. También, hay 69 tarjetas con un escrito en ellas, dos
figurillas de madera que simbolizaban el sexo masculino y el sexo
femenino, y por ultimo pero no menos importante, un dado.
“La boca expresa palabras, la voz ideas; pero los labios son la puerta que abre las
puertas del alma.”
Tarea: Solo con tu boca, debes desabrochar cada botón de las prendas que
porte el otro; y así se deben quedar.
Para mi fortuna, portabas una blusa; entonces sentada sobre tus piernas,
me acerqué a tu cuerpo. Lentamente colocaba mi boca por cada botón en
tus prendas, lentamente los liberaba de su labor de sujetar, uno a uno fue
vencido por mí hasta llegar a tus pantalones, donde con un poco más de
esfuerzo logré desabrocharlo. Lo conseguí, pero tu cuerpo ahora tenía
ropa desabrochada, pero como lo indica la tarjeta, así la debes de dejar.
Tiraste el dado, “tres” marcaba esta vez y la tarjeta:
“El mensaje del deseo, solo puede ser expresado, no con palabras, sino con la piel
y la caricia del amante”
“No hay más puro alimento, que la pasión del cuerpo de tú amante”
Tarea: Verterás una porción de alimento dulce, sobre una parte que elijas
del cuerpo de tu compañero(a) y comerás hasta acabártela.
Nos entregamos por completo a esta pasión, olvidamos las reglas, solo
nos importó el amarnos, y culminar este deseo que había hecho fuego
nuestros cuerpos. Ahí, con las almohadas, cojines, alfombras, velas y
aromas; dominamos esta pasión, dimos final a este deseo. Después de
estar un tiempo sobre el piso, nos abrazábamos con nuestros cuerpos
desnudos, después de unas leves caricias y tiernos besos, me preguntabas
sobre quien había ganado el juego. Recordé que a ti solo te restaban 5
casillas para ganar, y opté por darte la victoria, que, para mí, el dado nos
mostraba un “cinco”; en eso sonreíste y te acercabas donde el tablero,
tomabas la pequeña caja de madera, sacabas tu premio y los desdoblabas
para que yo lo leyera; así fue, lo leí con detenimiento, te sonreí y fue
entonces que te dije: