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EL ESTADO DE EMERGENCIA EN LOS TIEMPOS DEL COVID-19

Joseph Campos Torres Jueves, 19 de Marzo de 2020


El autor analiza la regulación de los estados de emergencia para luego sintetizar la
declaratoria de emergencia dada por el presidente de la República y realizar un análisis
constitucional y convencional de esta declaratoria.
El pasado 15 de marzo, el presidente de la República Martín Vizcarra decretó un estado
de emergencia nacional por 15 días en atención al brote del COVID-19. El decreto
supremo que lo contiene es el 044-2020-PCM. En líneas generales, esta medida supone
la suspensión o restricción de los derechos constitucionales relativos a la libertad
personal, la libertad de tránsito, la inviolabilidad de domicilio y la libertad de reunión. En
este artículo haré un breve análisis de la regulación de los estados de emergencia para
luego sintetizar la declaratoria de emergencia dada por el Presidente de la República y
realizar un análisis constitucional y convencional de esta declaratoria.
A. La regulación constitucional y convencional de los estados de emergencia
La regulación de los estados de emergencia puede desdoblarse en dos planos:
la regulación nacional y la regulación internacional. A nivel nacional, la regulación
constitucional la encontramos en el artículo 137 de la Constitución Política de
1993 (CP). A nivel internacional, encontramos regulación convencional a nivel
interamericano y a nivel universal. En cuanto al nivel universal, la regulación la
encontramos en el artículo 4 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (PIDCP) y a nivel interamericano la regulación la encontramos en el
artículo 27 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH).

Ahora bien, la regulación en cada nivel no es igual. Por ejemplo, en el nivel


internacional los artículos regulan qué derechos no pueden ser suspendidos
mientras que en el nivel nacional el artículo regula qué derechos sí pueden ser
suspendidos. Asimismo, los derechos que no pueden ser suspendidos a nivel
internacional difieren entre sí. En cualquier caso, a efectos de este artículo no
corresponde discutir cada diferencia sino realizaré una aproximación un poco
más práctica. Ello pues los tres artículos (137 CP, 4 PIDCP y 27 CADH) no solo
tienen una estructura similar sino sobre todo porque deben leerse en conjunto.
Visto lo anterior, podemos esbozar algunos comentarios sobre lo ocurrido en
estos días. El día de ayer el alcalde distrital de La Molina, Álvaro Paz de la Barra,
cerró sus “fronteras distritales”, lo que supondría una restricción al derecho a la
libertad de tránsito. Por cuanto en atención al artículo 137 CP él no puede
declarar su propio estado de emergencia porque ello le corresponde al
Presidente de la República, lo que ha hecho el alcalde es abiertamente
inconstitucional. Por otro lado, se acusó al alcalde distrital de San Luis, David
Rojas, de decretar un toque de queda en su distrito, lo que supondría una
restricción al derecho a la libertad de tránsito. Nuevamente, en atención al
artículo 137 CP él no podría hacer ello.

B. El caso del COVID-19

Teniendo claridad sobre la regulación constitucional y convencional corresponde


sintetizar el estado de emergencia que nos trae a cuenta. El día de ayer, 15 de
marzo de 2020 se publicó en la edición extraordinaria del diario oficial El Peruano
el Decreto Supremo 044-2020-PCM, mediante el cual el Presidente de la
República decretó un estado de emergencia en todo el territorio nacional durante
quince días naturales.
En la citada norma se especificó que los derechos constitucionales cuyo ejercicio
se suspende o restringe son:

El derecho a la inviolabilidad de domicilio. Es decir, durante este estado de


emergencia, las autoridades no requieren la autorización de las personas para
ingresar a su domicilio, ni mandato judicial, ni que exista flagrancia para hacerlo.
El derecho al libre tránsito en el territorio. Es decir, durante este estado de
emergencia, no se puede transitar por el territorio nacional, ni salir, ni entrar en
él.
El derecho a la libertad de reunión. Es decir, durante este estado de emergencia,
no se pueden realizar reuniones ni en locales privados o públicos, ni en plazas
o vías públicas.
El derecho a la libertad y seguridad personal. Es decir, durante este estado de
emergencia, caben las detenciones sin mandato judicial ni exigencia de
flagrancia.
En cuanto a la restricción al ingreso o salida del territorio nacional (vinculado al
derecho a la libertad de tránsito) durante el estado de emergencia, se cerrarán
todas las fronteras y queda suspendido el transporte internacional de pasajeros,
por medio terrestre, aéreo, marítimo y fluvial. Esta medida entró en vigencia
desde las 23.59 horas del día lunes 16 de marzo de 2020. La norma especifica
que, antes de esta fecha, los pasajeros que ingresen al territorio nacional deben
cumplir aislamiento social obligatorio por quince días calendario.
El transporte de carga y mercancía no se encuentra comprendido dentro de este
cierre temporal. Las autoridades competentes adoptarán las medidas necesarias
para garantizar el ingreso y salida de mercancías del país por puertos,
aeropuertos y puntos de frontera habilitados. Se deberá garantizar la atención
prioritaria para el ingreso de los productos de primera necesidad, para la salud y
todos aquellos que se requieran para atender la emergencia sanitaria.
Este decreto habilita a los sectores competentes a disponer medidas especiales
transitorias para el ingreso y salida de mercancías restringidas.
El derecho a la libertad de tránsito dentro del territorio nacional también se
encuentra restringido, salvo cuando las personas se movilicen para prestar los
siguientes servicios, o cuando quieran acceder a ellos:

a. Adquisición, producción y abastecimiento de alimentos, lo que incluye su


almacenamiento y distribución para la venta al público.
b. Adquisición, producción y abastecimiento de productos farmacéuticos y
de primera necesidad.
c. Asistencia a centros, servicios y establecimientos de salud, así como
centros de diagnóstico, en casos de emergencias y urgencias.
d. Prestación laboral, profesional o empresarial para garantizar los servicios
de abastecimiento de alimentos y medicinas y la continuidad de los
servicios de agua, saneamiento, energía eléctrica, gas, combustible,
telecomunicaciones, limpieza y recojo de residuos sólidos, servicios
funerarios.
e. Retorno al lugar de residencia habitual.
f. Asistencia y cuidado a personas adultas mayores, niñas, niños,
adolescentes, dependientes, personas con discapacidad o personas en
situación de vulnerabilidad.
g. Entidades financieras, seguros y pensiones, así como los servicios
complementarios y conexos que garanticen su adecuado
funcionamiento.
h. Producción, almacenamiento, transporte, distribución y venta de
combustible.
i. Hoteles y centros de alojamiento, solo con la finalidad de cumplir con la
cuarentena dispuesta.
j. Medios de comunicación y centrales de atención telefónica (call center).
k. Los/as trabajadores/as del sector público que excepcionalmente presten
servicios necesarios para la atención de acciones relacionadas con la
emergencia sanitaria producida por el COVID-19 podrán desplazarse a
sus centros de trabajo en forma restringida.
l. Por excepción, en los casos de sectores productivos e industriales, el
Ministerio de Economía y Finanzas, en coordinación con el sector
competente, podrá incluir actividades adicionales estrictamente
indispensables a las señaladas en los numerales precedentes, que no
afecten el estado de emergencia nacional.
m. Cualquier otra actividad de naturaleza análoga a las enumeradas en los
literales precedentes o que deban realizarse por caso fortuito o fuerza
mayor.

Las personas que presten o quieran acceder a estos servicios, sí podrán circular por las
vías de uso público para hacerlo, incluso se permite la circulación de vehículos
particulares por las vías de uso público para ello.
Adicionalmente, cabe precisar que, de acuerdo con el decreto supremo, las limitaciones
a la libertad de tránsito no aplican al personal extranjero debidamente acreditado en el
Perú de las misiones diplomáticas, oficinas consulares y representaciones de
organismos internacionales, que se desplacen en el cumplimiento de sus funciones,
respetando los protocolos sanitarios.
En cuanto a la regulación del transporte (vinculado al derecho a la libertad de tránsito),
en el transporte urbano, durante el estado de emergencia, se dispone la reducción de
la oferta de operaciones en 50% en el territorio nacional por medio terrestre y fluvial y
se establece que los operadores del servicio de transporte deben realizar una limpieza
de los vehículos, de acuerdo con las disposiciones y recomendaciones del Ministerio de
Salud.
Por su lado, el servicio de transporte provincial se suspende durante el estado de
emergencia, tanto por medio terrestre, aéreo y fluvial. La norma precisa que esta medida
entra en vigencia desde las 23.59 horas del día lunes 16 de marzo de 2020. También
precisa que el transporte de carga y mercancía no se encuentra comprendido dentro de
esta suspensión.

En cuanto al derecho de reunión, como regla general en este estado de emergencia, se


suspende el acceso al público a los locales y establecimientos comerciales, a los
museos, archivos, bibliotecas, monumentos, a los locales y establecimientos en los que
se desarrollen espectáculos públicos, actividades culturales, deportivas y de ocio, se
suspenden las actividades de restaurantes y otros centros de consumo de alimentos, se
suspenden los desfiles, fiestas patronales, actividades civiles y religiosas, así como
cualquier otro tipo de reunión que ponga en riesgo la salud pública.
La única excepción a dicha regla consiste en permitir el acceso a los siguientes
establecimientos, siempre que la permanencia en ellos sea la estrictamente necesaria
para la adquisición de alimentos y productos de primera necesidad y sin que se pueda
consumir dichos productos dentro de los establecimientos:

i. los establecimientos comerciales minoristas de alimentación, bebidas, productos


y bienes de primera necesidad,
ii. los establecimientos farmacéuticos, médicos, ópticas y productos ortopédicos, y
de productos higiénicos
iii. los grifos y establecimientos de venta de combustible
La norma específica que se deben evitar aglomeraciones y se controlará que
consumidores y empleados mantengan la distancia de seguridad de al menos un metro
a fin de evitar posibles contagios.

C. Análisis constitucional y convencional de los estados de emergencia


En mi posición el estado de emergencia ha sido declarado correctamente y las medidas
son razonables y proporcionales. Vayamos por partes. En cuanto a quién le
corresponde, ha sido declarado válidamente por el Presidente de la República con
acuerdo del Consejo de Ministros en atención al artículo 137 CP y el artículo 4 PIDCP.
En cuanto al plazo, ha sido declarado por 15 días y no supera el máximo de 60 según
lo dispuesto por la norma constitucional[2]. A su vez, en atención a la norma
convencional este plazo se configura por lo pronto como estrictamente necesario.
En cuanto a los supuestos habilitantes, no hay duda que el COVID-19 es una grave
circunstancia que afecta o pone en peligro la vida de la Nación. Ello no solo por los
contagios y las fatalidades generalizadas sino también por el golpe indirecto a la
economía y otros aspectos esenciales en la marcha estatal. En cualquier caso, es
menester recordar que en este extremo el Presidente de la República goza de cierto
grado de discrecionalidad. Es cierto que los supuestos habilitantes reseñados en el
cuadro (el cuándo puede declararse un estado de emergencia) son bastante abiertos
pero ello es así precisamente para que el Presidente de la República pueda afrontar las
distintas situaciones cabalmente. Es imposible prever todo lo que pudiera suceder y por
ello se necesita una regulación abierta. En este sentido, este extremo también es
constitucional y convencional.
Ahora bien, más allá de que el estado de emergencia cumple con los supuestos
habilitantes, corresponde analizar si las medidas adoptadas son razonables y
proporcionales. Para ello es fundamental analizar el objetivo de la norma. Es bien sabido
que la idea es reducir el movimiento de las personas y así evitar el contacto entre ellas
para mitigar el riesgo de contagio y contener el avance del virus. Visto así, el cierre de
fronteras, la cuarentena, los límites al derecho a reunión y la regulación del transporte
son medidas necesarias para contrarrestar la propagación del virus.
En cualquier caso, es necesario apuntalar que los procesos constitucionales de
hábeas corpus (para proteger el derecho a la libertad personal y conexos) y
amparo (para proteger otros derechos) no se han suspendido. En este sentido,
en caso se detenga a una persona arbitrariamente supuestamente por infringir
lo dispuesto por el estado de emergencia esto podría ser cuestionado en sede
judicial. De hecho, el Poder Judicial ha dispuesto que los juzgados penales aún
operen para, entre otras cosas, ver los casos de hábeas corpus.

D. Conclusión

En los últimos años se han declarado cientos de estados de emergencia. A pesar


de ello, este es el primero declarado a nivel nacional en más de 15 años y el
primero que restringe derechos y ser una emergencia sanitaria. La gravedad y
particularidad de la situación han hecho que el foco recaiga sobre este estado
de emergencia y las medidas adoptadas por el Poder Ejecutivo. En mi opinión,
esta declaración es constitucional y convencional pero por sobre todo necesaria.

[*] Joseph Gabriel Campos Torres es abogado PUCP. Magister por la


Universidad de Valencia, España. Profesor de Pre y Post Grado de Derecho
Constitucional y Derechos Fundamentales.

[1] Existe algún debate sobre qué ocurre con los derechos constitucionales en
los estados de emergencia. Para mayor detalle, ver aquí:
https://pirhua.udep.edu.pe/bitstream/handle/11042/2020/Derechos_fundamenta
les_suspenden_ni_restringen_regimen_excepcion.pdf?sequence=1&isAllowed
=y

[2] El artículo 137º previene dos Estados de Excepción: el de Emergencia y el


de Sitio. Los supuestos, derechos afectados, plazos y formas de renovación en
el mismo artículo.
EL ESTADO DE EMERGENCIA POR LA COVID-19 VISTO DESDE EL DERECHO
INTERNACIONAL
Joseph Campos Torres Martes, 28 de Abril de 2020
El autor comenta la reciente resolución de la CIDH, “Pandemia y Derechos Humanos en
las Américas”. Al respecto, analiza las recomendaciones brindadas por la Comisión a
los Estados al momento de adoptar medidas contra la COVID-19; advirtiendo que, aún
en el estado de emergencia, los derechos humanos no deben desplazarse, así como
sus limitaciones deben ceñirse al ordenamiento internacional.
El 10 de abril de 2020 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) adoptó
la Resolución 1/2020, "Pandemia Y Derechos Humanos En Las Américas". Esta
resolución contiene una serie de recomendaciones para los Estados miembros que
resumiré en este breve texto. Para orden, la resolución está dividida en tres: primero,
hay una parte introductoria, en segundo lugar hay un parte considerativa, finalmente,
hay una parte resolutiva. En general, la resolución es un llamado a no perder de vista
que la excepcionalidad no desplaza a los derechos humanos.
I. PARTE INTRODUCTORIA
La CIDH inicia explicando cómo las Américas es la región más desigual del planeta
dadas las brechas sociales, las altas tasas de informalidad laboral y la precaridad en los
ingresos. A ello se le debe sumar la violencia generalizada en la región, en particular
aquella que se manifiesta contra el género, la raza o la etnia. Asimismo, hay bastante
corrupción e impunidad y un uso excesivo de la fuerza en represión. Además, los
problemas penitenciarios y los problemas migratorios o de desplazamiento interno. Por
si fuera poco, la Comisión destaca que hay muchos problemas vinculados a la
infraestructura de salud. Todo lo anterior sitúa a las Américas en una situación frágil
frente a la pandemia de nuevo coronavirus. Ello se ve más acentuado considerando que
no existe una fórmula general para controlar la pandemia.
II. PARTE CONSIDERATIVA
La parte considerativa desarrolla en abstracto cuatro factores que deben conjugarse
para una aproximación completa al problema: (i) los derechos económicos, sociales,
culturales y ambientales (DESCA); (ii) los alcances de los estados de excepción; (iii) la
situación de los grupos en situación de especial vulnerabilidad; y, (iv) la cooperación
internacional e intercambio de buenas prácticas.
En cuanto a los DESCA, el predominante, dado el contexto, es el derecho a la salud
aunque no se debe perder de vista los derechos al trabajo, a la seguridad social, a la
educación, a la alimentación, a la vivienda, entre otros. En este punto la CIDH enfatiza
a la salud como “el derecho de toda persona a gozar del más alto nivel de bienestar
físico, mental y social.” Asimismo, incide en que la atención debe ser oportuna y
apropiada.
En cuanto a los alcances de los estados de excepción, la CIDH reconoce que los
Estados miembros pueden suspender cierta obligaciones contraídas en el marco de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) siempre que se cumplan con
los requisitos establecidos en el artículo 27° del instrumento internacional. En cualquier
caso, es importante garantizar la independencia de los poderes públicos y las
instituciones de control, así como se debe proteger determinados grupos como personas
defensoras de derechos humanos y periodistas.
En cuanto a los grupos en situación de especial vulnerabilidad, la CIDH exige la
aplicación de perspectivas interseccionales y prestar atención a las necesidades y al
impacto diferenciado de las medidas que tomen los Estados. Finalmente, en cuanto a la
cooperación internacional e intercambio de buenas prácticas, señala que es urgente
avanzar en la coordinación regional y global para enfrentar la crisis de la pandemia.
III. PARTE RESOLUTIVA
La parte resolutiva está compuesta por el desarrollo de la estructura presentada en sus
consideraciones. A pesar de ello, inicia con algunas recomendaciones generales: (i)
adoptar todas las medidas que sean adecuadas para proteger los derechos a la vida,
salud e integridad personal atendiendo a la mejor evidencia científica; (ii) adoptar un
enfoque de derechos humanos en todas las estrategias, políticas y medidas dirigidas a
enfrentar la pandemia y sus consecuencias; y, (iii) guiar su actuación de conformidad
principios y obligaciones tales como el cumplimiento de buena fe.
En cuanto a los DESCA, recomiendan a los Estados miembros a incorporar en sus
medias de manera prioritaria el derecho a la salud y aquellos vinculados como la vida,
la integridad personal, el acceso a agua potable, entre otros. En este punto es llamativa
la mención a la cooperación comunitaria y el soporte en salud mental. Asimismo, incide
en la importancia de proteger a las personas trabajadores en mayor situación de riesgo
por la pandemia para quienes debería haber suficiente material de protección, en el
marco de una política institucional estatal.
En lo que respectan bienes e infraestructura, recomienda velar por una distribución y
acceso equitativos a las instalaciones, bienes y servicios de salud resaltando que la
escasez no justifica actos de discriminación. Asimismo, se deberían desarrollar servicios
de salud mental considerando las circunstancias particulares que está provocando la
pandemia. Además, los Estados miembros no deberían escatimar para buscar recursos
a nivel nacional y multilateral para hacer efectivo el derecho a la salud. En este punto la
CIDH recomienda a los Estados miembros a que exijan y vigilen que las empresas
respeten los derechos humanos. En este sentido, deben adoptar procesos de debida
diligencia en materia de derechos humanos y rendir cuentas ante posibles abusos e
impactos negativos sobre los derechos humanos. Esta reflexión es de una relevancia
particular por novedosa y porque podría traducirse en políticas estatales y referencias
normativas en tiempos como los actuales.
En cuanto a los estados de excepción, recomienda que los Estados miembros aseguren
que (i) se justifica una excepcionalidad; (ii) la suspensión es por el tiempo estrictamente
limitado a las exigencias de la situación; (iii) las disposiciones que sean adoptadas
resulten proporcionales; y, (iv) las disposiciones adoptadas no sean incompatibles con
las demás obligaciones que impone el derecho internacional. Asimismo, no se pueden
suspender ciertos derechos ni procesos judiciales idóneos para garantizar la plenitud de
los derechos. Se hace referencia expresa de la necesidad de asegurar la interposición
y procesamiento de los amparos y habeas corpus, sin perjuicio de los procesos idóneos
para la tutela de pretensiones que surjan de este contexto. Finalmente, se debe cumplir
con la formalidad de notificar a los demás Estados partes de la CADH.
En los grupos en situación de vulnerabilidad la CIDH hace su mayor desarrollo. Así,
explica las situaciones particulares de los siguientes grupos: (a) personas mayores; (b)
personas privadas de libertad; (c) mujeres; (d) pueblos indígenas; (e) personas
migrantes, solicitantes de asilo, personas refugiadas, apátridas, víctimas de trata de
personas y personas desplazadas internas; (f) niños, niñas y adolescentes; (g) personas
LGBTI; (h) personas afrodescendientes; y, (i) personas con discapacidad. En general,
recomienda a los Estados miembros a tomar en cuenta los requerimientos de cada uno
de estos grupos y las necesidades que tienen. Ello para tener un verdadero enfoque
interseccional. Finalmente, la CIDH vuelve a incidir en la cooperación internacional.
III. COMENTARIOS GENERALES SOBRE EL INFORME CIDH. EL CASO DE LA
REFERENCIA A LAS EMPRESAS
En general, la resolución de la CIDH no hace recomendaciones innovadoras. Las que
realiza respecto a los grupos vulnerables son una recopilación de los estándares que ya
ha desarrollado la Corte Interamericana sobe Derechos Humanos. Asimismo, muchas
recomendaciones responden al sentido común como recomendar a los Estados a tomar
acciones para frenar el coronavirus. A pesar de ello, dadas las acciones de algunos
gobiernos latinoamericanos no está de más el recordatorio.
Entre lo que podría ser más innovador y que merece una lectura serena por ello, está la
referencia a las empresas y cómo estas deben respetar los derechos humanos. Podría
entenderse que, por interpretación, incluso se consideran supuestos de responsabilidad
para ellas. Así, la CIDH está siendo mucho más abierta en este tema, aunque lo
peligroso sería obviar que la crisis de la pandemia incluye a las empresas y que la
actividad empresarial es el desarrollo de otro derecho humano. No obstante, pareciera
que el mundo del derecho internacional va a seguir a lo que ya es moneda corriente en
el mundo del derecho constitucional con respecto a la eficacia horizontal de los derechos
fundamentales, aún cuando eso suponga redimensionar su definición de derechos
humanos. Hasta ahora la definición del Sistema de Protección de Derechos Humanos
(SIDH) se ha limitado al efecto vertical de los mismos, considerando las relaciones
jurídicas y procesales que se forman al interior del mismo: Corte IDH, CIDH, Víctima y
Estado Partes. Probablemente consolidar esta doctrina tome algunos años, pero parece
está encaminada.
IV. UNA LECTURA DE ALGUNOS TÓPICOS DEL ESTADO DE EMERGENCIA
PERUANO A LA LUZ DEL INFORME DE LA CIDH
Ahora bien, para aterrizar muchas recomendaciones miremos el caso peruano y cómo
el Estado puede mejorar las medidas que toma. En cuanto a las acciones que ha tomado
en los centros penitenciarios, desde hace unas semanas, el Ministro de Justicia ha
estado anunciando una serie de medidas para controlar la propagación del nuevo
coronavirus en las cárceles. Así, señaló que se suspenderían las visitas, se crearía un
cordón de seguridad, se aislarían a nuevos presos y se les darían mejores raciones de
comida. Estas medidas, aunque buenas, no son interseccionales por cuanto se excluye
completamente a aquellas personas que aparte de estar presas (este es un factor) son
parte del grupo de riesgo (este es otro factor).
En el mismo escenario de los grupos vulnerables, vale la pena destacar para el caso
peruano el de las personas LGBTI. Este grupo, también identificado como vulnerable
por la CIDH, se encontró en una situación bastante incómoda luego de que el gobierno
establezca que los hombres podían salir algunos días y las mujeres otros. A pesar de
que el gobierno intentó mitigar las consecuencias de discriminación contra las personas
transgénero, lo cierto es que igual se denunciaron varios casos de discriminación
debidamente documentada. Esta medida de salida según sexo, ya luego entendida
como equivocada, podría ser vista como un error por parte del gobierno pero
“confirmador” de un enfoque del tema. En cualquier caso, por lo menos se corresponde
saludar el reconocimiento de este grupo como vulnerable cuando se instauró la medida.
Finalmente, se acaba de publicar el Decreto Legislativo 1470, que brinda marco de
protección específica contra actos de discriminación, así como específicamente a las
victimas de violencia contra mujeres y los integrantes del grupo familiar. Importante
norma que podría comprenderse como consecuencia del informe de la CIDH en
comento, activa intersectorialmente a Poder Judicial, Ministerio Público, Policía Nacional
y otros sectores del Ejecutivo a fin que se determine acciones concretas contra estos
sectores vulnerables de la población. En ese sentido, las denuncias sobre este tema se
incorpora de manera expresa al grupo de atenciones prioritaria y se refuerzan acciones
específicas de tutela.
V. CONCLUSIÓN
Las recomendaciones de la CIDH, si bien no innovadoras en todo, son pertinentes para
el caso y bien harían los Estados miembros observar esta resolución. También es
importante resaltar que con esta resolución la CIDH llega a transmitir algo esencial: los
derechos humanos no pueden ser desplazados por la crisis y, si tuvieran que limitarse
debe ser en estricta atención al ordenamiento internacional.
Asimismo, es importante estar atentos a las recomendaciones que parecieran
secundarias pero al final resultan fundamentales. En el caso de las empresas, la lectura
en clave de novedad (por lo anteriormente referido) y límite bidireccional (por ser
también afectadas por la crisis), debe provocar tener una interpretación serena y
responsable. La crisis afecta a todos.

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