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LA PERLA DE LA PARASHÁ DE LA SEMANA

Rabbí Dr. Williams Pitter


www.luz.academia.edu/WilliamsPitter
www.youtube.com
wpitter@gmail.com
Rabino miembro del
Messianic Jewish International Council

LA PERLA DE LA PARASHÁ VAYÉLEJ


LA MITZVÁ DE ENSEÑAR TORÁ A LOS NIÑOS

Shabbat 01 de Octubre del 2022


Shabbat 06 de Tishrei del año 5782 de la creación
y casi 2000 años de la era mesiánica
Maracaibo, Zulia. Venezuela
SEFER DEVARIM
LA PERLA DE LA PARASHÁ VAYÉLEJ (Dt 31:1-30)
LA MITZVÁ DE ENSEÑAR TORÁ A LOS NIÑOS
Y la bendita recompensa de los padres
Rabbí Dr. Williams Pitter

Dedicada a mis hijos y a todos los niños y jóvenes de


BESH Maracaibo, y en especial a la generación de niños que
han nacido desde el inicio de nuestra sinagoga

En esta parashá Moshé ordena que se realice en el año sabático, en la temporada


de la fiesta de Sukkot, una gran convocatoria para que todos escuchen la Torá leída
por el rey de Israel: “Reúne al pueblo, hombres, mujeres, niños y peregrinos que
está en tus portones, para que oigan, para que aprendan, teman al Eterno, vuestro
Dios, y cuiden cumplir todas las palabras de esta Torá” (Dt 31:10-13).

Hay una cantidad importante de comentarios rabínicos de este texto, y todos ellos
interesantes, algunos de ellos destacan algún aspecto o parte del mismo que les ha
llamado la atención. De todos los comentarios que he leído, el que me ha parecido
más hermoso y enigmático, no es precisamente un comentario a este texto, sino
más bien, que el Midrash relata una conversación entre tres rabinos en donde se
cita este texto y destaca la razón de la presencia de los niños en esa convocatoria.
Tal conversación la podemos encontrar Midrash Bamidbar Rabbá 14:4; Talmud
Bavlí Jagigá 3a. Según cuenta la tradición,

Aconteció que Rabbí Johanan ben Broja y Rabbí Elazar ben Hasma fueron
visitar a Rabbí Yehoshua...y él les preguntó: ¿qué nuevas enseñanzas
(jidushim) se dieron en el Beit ha-midrash (casa de estudio)? Ellos les
respondieron: Nosotros somos discípulos, y bebemos solamente
aguas…(Rabbí Yehoshua insistió), sin embargo, no es posible que no se haya
enseñado nada nuevo en la casa de estudios, díganme, ¿quién dio la
enseñanza del shabbat? Y ellos dijeron: Rabbí Elazar ben Azariah. ¿Y sobre
cuál texto basó su disertación? (preguntó de nuevo Rabbí Yehoshua). Sobre
la porción de la reunión (de Dt 31:12). ¿Y qué dijo Rabbí Elazar? Él dijo lo
siguiente: “Así está escrito: Congregarás al pueblo, hombres, mujeres y
niños. Es verdad que los hombres vinieron a aprender, y que las mujeres
vinieron a escuchar, pero, ¿con qué propósito fueron traídos los niños?
Solamente con el propósito de recompensar a aquellos que los trajeron”.
(Y entonces Rabbí Yehoshua dijo:) Ustedes tenían una fina perla en sus
manos y querían privarme de ella?.

Naturalmente Rabbí Yehoshua se está refiriendo que son los padres o familiares
cercanos quienes han traídos a los niños y son ellos los que serán recompensados;

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pero él no aclara en que consiste tal recompensa, pero es obvio que él ha
entendido de que se trata. ¿Qué fue lo que entendió Rabbí Yehoshua que lo
consideró tan importante que la interpretación dada por los rabinos la calificó
como una perla de la Torá? Vamos a estudiar este asunto.

Rabbí Ovadia Sforno (1470-1550), comentando la conversación de los Rabinos


antes mencionados en torno a la presencia de los niños en la convocatoria de la
lectura de la Torá, nos dice: “Los niños pequeños reunidos en ese tiempo eran
incapaces de apreciar las palabras leídas por el rey … pero ellos eventualmente
madurarán y entenderán” (Rabbí R. Pelcovitz, Sforno: Commentary on the Torah.
Mesorah Publications, 2004, p. 987). Es decir, los niños no tienen la madurez
intelectual para entender lo que el rey de Israel leerá de la Torá, pero aun así, la
mente de ellos será impactada al grabar aquel episodio, sobre todo en el ambiente
alegre de la fiesta de otoño de Sukkot, tiempo en el cual se lee la Torá
públicamente.

El otro beneficio que obtendrán los niños al ser traídos a escuchar la Torá será que
estos niños cuando sean adultos permanezcan en los caminos del Eterno o
reorienten sus vidas si se han desviado de ellos. Y la recompensa que obtendrán los
padres por el gran y sostenido esfuerzo de iniciar y guiar a sus hijos en la Torá y sus
preceptos será ver a nuestros hijos anclados y centrados en la fe judía. Pero
necesitamos una explicación adicional para esclarecer aún más la explicación del
Rabbí Sforno.

En el libro de Proverbios está escrito: “Instruye (janaj) al niño en su camino, aun


cuando sea viejo no se apartará de él” (Pr 22:6). En un comentario rabínico nos
dice que este texto enseña un par de asuntos importantes que tienen que ver con
la educación del niño y con sus efectos. (Rabbí E. Ginsburg y Rabbí Y. Weinberg,
Mishlei. Editorial Mesorah Publications, 2009, Vol. 2, p. 442).

El primero, sobre el significado sobre la expresión de educar “al niño en su


camino”. La sabiduría rabínica entiende que esta porción le está indicando al padre
o aquel que lo instruye que debe tener en consideración la condición y cualidades
del niño como una identidad única y exclusiva. Y al respecto, da los siguientes
consejos: (1) su condición física, (2) su capacidad intelectual, (3) su personalidad,
(4) su edad, (5) su ambiente, y (6) también el carácter de los padres, por el motivo
de cómo estos pueden estar influyendo sobre la educación del niño. Y el segundo,
sobre los efectos de largo alcance que puede tener la enseñanza sistemática de la
Torá en la mente de un niño a su más temprana edad.

La palabra hebrea “jinuj”, traducida generalmente como educación, viene de del


verbo “janaj”, que aparece en el texto citado de Pr 22:6; que a su vez se traduce
como “instruir” o “enseñar”; pero significa literalmente “consagrar” o “inaugurar”,

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que precisamente está relacionado con “Jánuka”, una palabra muy bien conocida
por todos. Esto significa que la iniciación y consagración intelectual y espiritual de
nuestros hijos al Eterno comienza en la práctica con la enseñanza de la Torá junto
con un ambiente apropiado y con un método sencillo que se adapte a la edad del
niño. Esto además implica, que cada vez que ocurre el hecho educativo, cada vez
que el padre o maestro imparte sus enseñanzas, es un acto de inauguración de una
nueva experiencia de aprendizaje, aunque se repita en ocasiones la clase anterior.

He leído por ahí que los estudios de psicología infantil han descubierto que los
primeros cinco años son muy importantes en la educación de los niños porque se
fijan conductas cuyas secuelas pueden durar toda la vida, incluso pueden estar en
forma latente y reaparecer por algún evento importante. En concordancia con lo
anterior, los Rabinos previamente citados afirman, que en virtud del carácter
maleable de la mente de los niños, la conducta de ellos pueden seguir cualquier
dirección que reciban, por ello, consideran crucial que los padres se preocupen en
orientar los corazones de los hijos hacia los caminos del Eterno desde la más tierna
infancia, y no esperar que maduren y sepan a hablar para comenzar a instruirles.
(Rabbí E. Ginsburg y Rabbí Y. Weinberg, obra citada, 442,443).

Gracias al Eterno, la tradición judía contiene un amplio conjunto de poderosas


herramientas didácticas para dirigir en la senda correcta la mente de nuestros
pequeños: desde el vientre de la madre, cuando los padres les recitamos la
bendición aharónica, y desde que nacen les recitamos el “Shma Israel” hasta
cuando llegan a pronunciarlo, cuando los sentamos en la mesa cada viernes por la
noche para que escuchen “Shalom aleijem” y otros hermosos cantos; etc. También
les enseñamos sobre nuestra historia y tradiciones en las festividades de Pesaj,
Purim, y especialmente en Jánuka, etc., todas ellas llenas de símbolos por medio de
los cuales se graban mejor los mensajes en los corazones de los niños. Cuando los
preparamos para el Bar Mitzvá, momento en el cual, según la ley judía, el niño pasa
a ser un adulto ya responsable por sus actos.

Como padres hacemos todo esto y más por nuestros hijos porque así lo ha
ordenado la Torá (Dt 6:4-9), y al impartir estas enseñanzas, con la boca y las
acciones, y de acuerdo con la edad de ellos, podemos tener la seguridad en la
promesa que nuestros hijos en la edad adulta serán hombres y mujeres
temerosos del Eterno, que serán una bendición para su familia, para la
comunidad judía y para la sociedad en general. Y esta es precisamente la
recompensa que recibirán los padres.!! Esto es grande, pero todavía el Eterno
añade una bendición o recompensa extra a los padres. Veamos.

Por tanto, es claro que el objetivo de la presencia de los niños en aquel majestuoso
escenario de sukkot con la presencia del rey leyendo la Torá, era impresionar sus
mentes y grabar en ellos la sagrada y solemne experiencia de la presencia del

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Eterno entre Su pueblo. Estos niños no entenderían, pero con esa experiencia
pasiva se iniciaría el proceso de educación en la fe judía. Y los padres, por el simple
hecho de cargar a sus hijos en sus brazos para que escuchen Torá, serían
bendecidos de ser librados de la carga del sufrimiento de hijos rebeldes.

El libro de Proverbios nos enseña que los padres tenemos una bendita recompensa
si le enseñamos los caminos del Eterno a nuestros hijos desde la más tierna
infancia. Lo que resume el propósito que tuvo el Eterno al requerir a los padres que
lleven sus niños a escuchar la Torá de labios del rey del de Israel.

En este marco de ideas, a mi parecer, con el evento del rey leyendo la Torá ante los
niños, tenía el propósito de encender por primera vez en los corazones de los
bebés y de los niños pequeños la luz del Mesías, la pequeña llama de la redención
que iría creciendo en fuerza y en resplandor en la misma medida que los padres
siguieran fielmente sus tareas como judíos de fe. En otras palabras, y por así
decirlo, Jánuka comenzaría en el corazón aquellos niños en tiempos de sukkot!! No
tengo más espacio, pero les invito a estudiar las profundas conexiones que han
encontrado los rabinos entre las festividades de Sukkot y Jánuka.

Por otra parte, todo lo antes explicado me hace acordar de un episodio de los
evangelios en donde muchos padres le traían sus niños al Mesías para que los
bendijera, pero sus discípulos se interponían, y entonces les llama la atención
diciendo: “Dejad a los niños, y no le impidáis venir a mí, porque de los tales es el
reino de los cielos” (Mt 19:13-15). Yeshua, era el rey de Israel, y quien estaba
destinado a asumir el trono, y leer la Torá en el año sabático en tiempos de
sukkot como lo enseña esta porción de la parashá (Dt 31:10-13); sin embargo, le
fue negado este privilegio por lo que ya conocemos. Pero con ello, también les fue
negado a los bebés y niños pequeños de aquella generación ser dedicados al
Eterno al escuchar la Torá por el mismísimo Rey Mesías, de modo que muchos de
los padres se perdieron la recompensa prometida en la Torá. Y tal vez, muchos de
esos niños, casi cuarenta años después, pudieron haber perdido la vida cuando los
romanos destruyeron el Templo en la rebelión del año 70 de nuestra era.

Nada sabemos del tipo de bendición que el Mesías le dio aquellos niños de los
cuales habla el evangelio, ni tampoco que pasó con sus vidas; pero de seguro, si
algunos de esos padres eran seguidores de Yeshua, le contarían o le recordarían a
sus hijos la experiencia de que la manos del Mesías que los tocó y los bendijo
fueron las mismas manos que fueron clavadas en el madero como precio por la
redención de ellos. Por supuesto, aquellos niños harían de aquella experiencia de
haber sido bendecidos por el Mesías la más importante de sus vidas, que tal vez
haya sido la de encender la luz de la redención, Jánuka habría comenzado entonces
para ellos!!!!

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Hoy día, llevamos cargados en nuestros brazos a nuestros pequeños a la sinagoga,
o los llevamos abrazados si son ya jóvenes, para que escuchen la Torá y de la
redención, con la esperanza que el Eterno recompense nuestro esfuerzo viéndoles
realizarse como hombres y mujeres temerosos del Eterno en este mundo y con la
dicha de estar junto con ellos en el mundo venidero.

Quiera el Eterno que sigamos perseverando en este esfuerzo de educar a nuestros


hijos en la Torá, hasta que ellos la escuchen del Rey Mesías, cuando venga pronto,
lo que esperamos que ocurra en nuestros días y digan: Amén!

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