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Narrador: En un mundo de cambios de intolerancia religiosa nació una pequeña

llamada Hipatia de Alejandría, hija y discípula del gran filósofo y matemático Teón
de Alejandría cuya mentalidad permitió que Hipatia llegara a ser lo que fue.
Alguien que sobresalió de entre muchos por sus conocimientos de filosofía,
matemáticas y astronomía una mujer que dejo claro que el conocimiento no tiene
en particular un género especifico, logro tales alcances que sobrepaso en mucho a
todos los filósofos de su propio tiempo.
Alejandría, en la provincia de Egipto, poseía una de las siete maravillas del mundo
antiguo: El faro legendario, así como la biblioteca más grande en la tierra.
La biblioteca no solo era un símbolo cultural, sino también religioso, un lugar
donde los paganos adoraban a sus antiguos dioses.
La gran biblioteca era el lugar preferido de Hipatia, donde comenzó su interés por
el mundo del conocimiento.
Acto 1: Una mañana en la biblioteca de Alejandría, Hipatia entra al salón donde se
encontraba su padre Teón.
Hipatia: Padre, he acabado de leer el libro “Elementos de la geometría” de
Euclides y me pareció bastante interesante.
Teón: Me parece bien Hipatia, sigue con el siguiente.
Hipatia: Eso no será posible padre.
Teón: ¿Por qué no será posible Hipatia?
Hipatia: Porque he acabado de leer todos los libros padre
Teón: ¿Los trece libros?
Hipatia: Si, ya los he leído todos, ¿Puedo tomar otro de tus libros?
Teón: Claro, toma el que gustes.
(Hipatia toma un libro y nota que no tiene título, observa a su padre confundida)
Hipatia: Padre, ¿Por qué este libro no tiene título? (le muestra el libro)
Teón: (observa el libro) Oh, eso es porque este libro trata sobre el verdadero
iniciador de la filosofía, Hipatia, alguien que te hacia dudar con tan pocas palabras
o también conocido como Sócrates.
Hipatia: ¿Sócrates? (repitió)
Teón: Claro, pero si no te parece interesante puedes devolverlo a su sitio y tomar
otro libro.
Hipatia: No, me lo llevo, te lo devolveré después, que tengas un buen día padre.
Hipatia sale del salón donde se encontraba su padre.
Se cierra telón
Narrador: Conforme pasaban los días Hipatia leía ese tan misterioso libro sin
título, aquel libro trataba sobre la vida de Sócrates, aquel filosofo singular, sus
discípulos lo presentaban como un tipo raro y narran episodios curiosos sobre su
vida que subrayan su originalidad, lo más curioso fue que era un filósofo del que
no se cuenta con escritos, y no por que se hayan perdido, sino por una decisión
deliberada de alguien que prefería el calor de la palabra hablada, el dialogo, antes
que el frio ejercicio de la escritura.
Sócrates buscaba estimular el espíritu de sus discípulos. No actuaba como un
maestro al uso, que inocula nuevos conocimientos a su alumno. Sócrates ayudaba
al discípulo a aflorar las ideas que este guardaba en su interior, para analizarlas y
saber si eran valiosas y merecían detenerse en ellas o si se trataba de falsedades
que se debían desechar.
A Hipatia le encanto el libro, era fascinante en especial una de sus frases favoritas
fue “Yo solo sé que no se nada”.
Se abre telón
Acto 2: Hipatia está en el medio de un mercado
Hipatia: (mirando a todos lados confundida) ¿En dónde estoy?
Sócrates: (sale detrás de Hipatia) ¿Tu dónde crees que podrías estar?
Hipatia: (se sorprende) Umm… ¿Es esto un sueño? (pregunta dudosa), ya que
hace tiempo que tú ya estás muerto.
Sócrates: Puede ser (se aparta de la gente y se sienta)
Hipatia: (lo sigue y se sienta a su lado) ¿Puedo preguntarle algo?
Sócrates: Por supuesto
Hipatia: Yo leí un libro que trataba sobre su vida y la verdad me entristeció que le
hayan sentenciado a muerte, pero lo que más me consterna es, ¿que usted no
huyo y que no tuvo miedo a morir?
Sócrates: Mira te expondré mi razonamiento, “Temer a la muerte, no es otra cosa
que creerse sabio sin serlo, y creer conocer lo que no se sabe. En efecto, nadie
conoce la muerte ni sabe si es el mayor de los bienes para el hombre. Sin
embargo, se le teme como si se supiera con certeza que es el mayor de todos los
males. ¿No es una ignorancia vergonzante creer que se conoce una cosa que no
se conoce?
Hipatia: (lo observa por un tiempo en silencio) ¿Puedo hacerle una última pregunta
antes de irme?
Sócrates: Claro, puedes hacerla, pero tendrá que ser rápida no queda mucho
tiempo.
Hipatia: ¿Cree que pueda aprender de otros?
Sócrates: “La gente inteligente aprende de todo y de todos, la gente normal
aprende de sus experiencias, la gente estúpida ya tiene todas las respuestas
Hipatia: Ya veo, creo que es tiempo de que me marche, nos volveremos a ver eso
es seguro (se voltea y comienza a caminar)
Sócrates: Entonces esto es un hasta luego.
Se cierra el telón
Narrador: Era extraño lo sabía, pero el soñar con alguien a quien tanto admiraba
la hacía feliz y en su mente rondaban esas nos únicas respuestas que se le dieron
y fueron lo suficientes para hacerla tomar una decisión, ya estaba decidida viajaría
a Grecia para seguir estudiando.
Lo hablo con su padre y este le permitió viajar sin problema alguno.
Tiempo después Hipatia regreso a Alejandría donde se convirtió en una maestra
brillante que impartía lecciones de matemáticas, filosofía y astronomía. No volvió a
soñar con Sócrates algo que la decepciono bastante, pero lo entendía bien lo
mejor que podía hacer por el momento era seguir.
Se abre telón
Acto 3: Hipatia se encuentra conversando con uno de sus discípulos en el salón
Discípulo 1: Maestra Hipatia, para mí es un honor aprender de usted, espero que
este primer trabajo que le entrego no tenga muchos errores.
Hipatia: He hecho lo propio para ello ya que: El que influye en el pensamiento de
su tiempo influye en todos los momentos que le siguen, y deja su opinión para la
eternidad. Con respecto a lo segundo no menosprecies tu pensamiento “Defiende
tu derecho a pensar porque pensar de manera errónea es mejor que no pensar en
absoluto”.
Discípulo 1: Por eso la admiro
Se cierra telón
Narrador: Hipatia no se conformaba con lo establecido, fue más allá con las
investigaciones de su padre sobre el movimiento de los astros. Sus aportaciones
fueron la realización del comentario de la “Aritmética” de Difanto, escribió un
tratado de ocho libros sobre “Geometría de las Cónicas” de Apolonio, también creo
instrumentos como el astrolabio, el hidrómetro y el hidroscopio. Además, fue
pionera en la creación de un aerómetro.
A pesar de ser pagana, Hipatia respetaba todas las religiones y no mostraba
ninguna actitud hostil para el desmantelamiento de las mismas. Incluso aceptaba
discípulos que compartían otras creencias, fomentando así la tolerancia.
Era una mujer influyente en Alejandría, todos la admiraban y acudían a ella para
obtener consejo.
Pero esto fue visto como una gran amenaza para los cristianos, puesto que el
obispo Cirilo, nuevo patriarca de Alejandría, tenía una gran envidia hacia Hipatia
por su influencia y carisma, así que el obispo Cirilo comenzó a difundir rumores
sobre que Hipatia era bruja y hechicera logrando convencer a una gran cantidad
de personas.
-Va con cualquiera- decían, queriendo ensuciar su libertad.
-No parece mujer- decían, queriendo elogiar su inteligencia.
Pero numerosos profesores, magistrados, filósofos y políticos acudían desde lejos
para escuchar su palabra.
¿Qué hacia esa mujer hereje dictando catedra en una ciudad de machos
cristianos?
La llamaban bruja y hechicera, la amenazaban de muerte.
Se abre telón.
Acto 4: Hipatia se encuentra nuevamente en el mercado
Hipatia: (busca entre la gente)
Sócrates: (sentado en el suelo) ¡Hola!, hace tiempo que no nos vemos
Hipatia: (se dirige a donde esta Sócrates y se sienta a su lado) Creí que no te
volvería a ver
Sócrates: Esta ocasión es diferente a la de esa vez, veras, estoy aquí por otro
motivo.
Hipatia: Es así, y ¿Cuál es ese motivo?
Sócrates: El final está cerca, mejor dicho, tu final está cerca
Hipatia: (lo mira con expresión sorprendida) ¿Mi final?
Sócrates: Así es,
Hipatia: Ya veo
Sócrates: ¿Tienes miedo?
Hipatia: No, claro que no, creo que para ellos yo soy alguien mala, pero, está bien
no tengo miedo.
Sócrates: Creo que es tiempo de que te marches.
Hipatia: Tuvimos muy poco tiempo en esta ocasión, esta vez creo que no es un
hasta luego, sino un adiós
Sócrates: Entonces (se levanta y le da la mano) fue gusto, adiós Hipatia
Hipatia: (le estrecha la mano y le sonríe) adiós Sócrates
Sócrates: Solo una última cosa “Solo hay un bien: el conocimiento. Solo hay un
mal: la ignorancia”.
Hipatia: (se gira a ver a Sócrates y le sonríe ligeramente mientras se marcha)
Se cierra telón
Narrador: Un medio día de marzo Hipatia fue invitada al templo donde se
encontraba el obispo Cirilo para proponerle un trato, el cual consistía que Hipatia
debía dejar de impartir clases o los rumores de que era una bruja se iban a
esparcir más, a lo cual Hipatia se negó nada ni nadie podría exigirle dejar de
enseñar a sus discípulos, no le importaba que el obispo Cirilo la siguiera
calumniando, lo que no sabía es que el haber acudido a la invitación del obispo iba
a ser su mayor error.
Se abre telón
Acto 5: Hipatia iba en su caballo de regreso a la biblioteca de Alejandría
Persona x: Hay esta no dejen que escape
Hipatia: (la acorralan y la tiran al suelo) ¿Por qué hacen esto?
Persona x: Porque eres una sucia bruja
Persona y: No podemos dejar que hagas lo que quieras mereces morir
Hipatia: (la arrodillan y agacha la mirada)
Persona h: Eres una pagan y una bruja, rápido todos busquen palos
Persona d: Última palabra bruja
Hipatia: (levanta la cabeza) “Enseñar supersticiones como si fueran verdades es
una cosa horrible”
Persona x: (sonríe cínicamente) Bien
(la comienzan a golpear)
Se cierra telón
Narrador: Hipatia fue apaleada hasta la muerte y descuartizada utilizando tejas y
conchas.
Sus restos fueron exhibidos como trofeo por toda la ciudad hasta llegar a la zona
llamada Cinaron donde fueron calcinados hasta convertirse en cenizas.
FIN.

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