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El inicio del final: Novela Ucrónica WWII

Juan David Barbón Cely Antonia Angulo Vieira


Samuel Méndez Torres María José Gómez Riveros
David Ricardo Mora García Samuel Alejandro Ariza Lesmes
Manuela Forero Parga Deiby Poveda Bustos
DEDICATORIAS:

A todos los combatientes caídos, así como a todos los civiles caídos durante la segunda
guerra mundial, hecho que afectó a demasiadas personas y sentó las bases para el
crecimiento de la sociedad.

AGRADECIMIENTOS:

Para Ms. Aleyda, quien estuvo al pendiente de la redacción y publicación del libro.

"Quizás la más grande y mejor lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones
de la historia”.
Prólogo: Donde todo comenzó…

Viernes 1 de septiembre 1939


Hacía ya 30 años desde que nuestro querido mentor, Hitler se encontraba bajo estricta
vigilancia, pues desde que empezó a dar clases en la universidad de Berlín, en la facultad
de arquitectura, todos sus alumnos empezaron a hacer revueltas de manera compulsiva y
alocada, pues estos no estaban de acuerdo con la situación del país, Ana Frank estaba
siendo la líder del partido Nacional-Socialista, y ella comandada bajo su padre, hizo que
las tensiones entre los demás países de Europa aumentaran, pues ella quería que la raza
aria fuera la única raza que existiese en el mundo, por eso ya haciendo planes para
prescindir de los Judíos, empezó el discurso que marcaría la historia del mundo... Pero
primero remontémonos a los acontecimientos sucedidos desde que Hitler fue rechazado
de la academia de Bellas Artes en Viena.
Capítulo I: (1908)
Desde aquel momento algo dentro de él, cambió, y, por lo tanto, a causa de su creciente
rabia y resentimiento comenzó dando clases a unos niños pobres que se encontraban
caminando hacia lo que ellos llamaban “casa”, ellos se llamaban Antón y Arno y estaban
andando rápidamente cargando unas lonas de frutas, Hitler, al ser un joven (que para ese
momento tenía 26 años) muy curioso, se fue detrás de los niños para cerciorarse cómo era
la situación en la que vivían. Al cabo de tres o cuatro horas, los jóvenes llegaron a su casa
y golpearon la puerta múltiples veces:
- ¿Hay alguien en casa? Trajimos comida para todos, dijo Antón
- ¡Tenemos que entrar rápido!
Hitler al ver esto claramente se conmocionó, ¿la comida no era de ellos?, ¿será que
pudieron haber detectado su presencia?, estas preguntas lo dejaron profuso, pero fue
sacado de su estupor cuando las puertas, que eran aparentemente de madera, se
empezaron a abrir haciendo un ruido que despertaba hasta el alemán más perezoso,
dejando ver a un niño de no más de 3 años:
- Entren, entren rápido y ayúdenme a cerrar estas puertas.
Los niños corrieron entre las rendijas que habían dejado las puertas y posteriormente se
empezaron a cerrar con gran dificultad. Hitler simplemente no sabía cómo reaccionar,
pues tenía muchos sentimientos encontrados, por una parte, esos niños probablemente
estén desamparados, sin saber qué hacer y viviendo una vida delincuencial a causa de
esto, pero por otro lado, podían estar acompañados, y en vista de las grandes tensiones
entre todos los países, y sabiendo que en cualquier momento alguna persona importante
iba a ser asesinada, estaba asustado y no sabía qué hacer, claro no es que el fuera un mega
comandante de las fuerzas armadas de Prusia, pero aun así, sentía que estaba hecho para
hacer grandes cosas, por lo tanto se quedó meditando por muchos días. Dos días después,
Hitler, armado de valor, golpeó la puerta tres veces y llamó a la puerta:
- ¿Hay alguien en casa?, soy uno de sus camaradas y necesito entrar porque me
están persiguiendo.
- ¿Eres tú? ¿Regresaste?
Hitler sin saber a quién se refería la dócil voz, aparentemente de un niño de 8-9 años, se
quedó esperando que se abrieran las puertas lentamente; al cabo de unos minutos, las
puertas, que parecían la entrada al mismísimo infierno, especialmente por su perturbador
sonido… Se empezaron a abrir muy lentamente.
- Brant, eres tú?, dijo Antón
- Te extrañábamos mucho, tienes que apurarte, todos te estaban esperando, en
especial Ana Frank, es su cumpleaños y lo único que le pudimos regalar fueron
unas peras que me rob-…
El niño se detuvo y se quedó atónito, pues la persona que creía que estaría detrás de la
puerta, no resultó ser nada semejante a Brant.
- Hola (dijo Hitler)
Antón se quedó pasmado, juraba que nadie les había seguido el rastro, en cuestión de
segundos por su cabeza pasaron las peores cosas que podrían ocurrir y así mismo se
sintió culpable, había arruinado todo.
- Mierda, ¿quién es este tipo?, no, no puede ser se llevarán a Ana en su cumpleaños
- Todo se acabó. (dijo Antón)
Hitler veía en sus ojos el terror, se sintió más nervioso, pues no sabía qué hacer y justo
cuando iba a decir otra palabra.
Antón cerró la puerta de golpe, corrió y en su desesperación aplastó algunas frutas que
con tanto esfuerzo habían conseguido para Ana, fue al cuarto donde estaba Arno y el
niño, cerró la puerta y
- ¡Arno es mi culpa! (dijo Antón)
- Nos siguieron, no podremos huir, nos atraparán y nos llevarán, ¡te dije que
debíamos haber hecho un collar con piedras en vez de robar! Exclamó Antón
Arno conmocionado queda confundido, no puede creer que alguien les haya seguido, ahí
le pregunta a Antón
- ¿Quién? ¿Quién está en la puerta?, ¿llevaba uniforme? Pregunto Arno
Los dos hablaban con desesperación, pero trataban de guardar la calma, el niño más
pequeño no tenía que sentir la preocupación, empezaría a llorar y no podían permitirse
eso.
En ese instante Hitler se había quedado en la puerta, seguía pensando en las expresiones
de Antón, cuando volvió en sí, se dio cuenta que nadie abrió la puerta, el silencio
empezaba a apoderarse del callejón, observó la puerta con detenimiento y un olor a fruta
dulce inundó su cabeza, recordó que Antón en su desesperación había tirado las frutas.
- Puede que se hayan dañado las frutas, mmm… ¿qué hago? Se preguntó Hitler
Con el poco dinero que tenía y la breve ilusión de que los niños estuvieran bien, fue a
reponer el regalo.
Al volver a ese callejón pudo ver que otros dos niños estaban en la puerta
Uno aparentemente de una edad entre 13 o 14 y una niña que parecía tener 7 años, se
acercó a ellos y dijo.
- Buenas tardes mi nombre es Hitler, sé que esto puede sonar un poco raro, pero me
gustaría obsequiar estas frutas en compensación de las incomodidades que les
cause a sus compañeros, no era mi intención asustarlos.
Ana y Brant quedaron perplejos, pues acababan de llegar.

Capítulo II: Dulces frutas, camino hacia la desesperación.


Antón y Arno no sabían qué hacer, pasó una hora y media y seguían frustrados, entonces
escucharon los gritos de Brant y Ana, y de golpe todo su miedo se fue.
- Antón estamos cansados queremos entrar, hace frío, baja rápido por favor (dijo
Brant)
Antón y Arno bajaron se apresuraron a bajar al primer piso de la casa, cuando estaban
cerca a la puerta pisaron las frutas que Antón había traído como regalo, abrieron aquella
ruidosa puerta, y ahí estaban Brant y Ana.
Ana en sus manos sostenía una bolsa con fruta.
Entraron todos, Antón les contó todo lo que había sucedido y Brant a su vez también
habló de lo que les había pasado camino a la casa.
- Cuando veníamos de camino para la casa, un joven se nos acercó y nos entregó
esta bola con frutas, como forma de disculpa, luego se fue.
- Dijo que vivía cerca de nuestra casa, se ofreció a brindarnos ayuda, si necesitamos
algo podemos preguntar por él, vive en el conjunto pasando el parque, dijo Brant.

Los muchachos reunidos pudieron celebrar el cumpleaños con Ana, fue algo muy sencillo
pero la historia del día les bastó para reírse toda la tarde.

Hitler volvió a su hogar, reflexiona acerca de todo lo que había pasado y a la mañana
siguiente quiso volver a ver a los muchachos, sentía que debía estar con ellos, eran muy
jóvenes y temía por lo que les pudiera pasar.
Cerca al lugar había una cafetería, durante ese mismo día rondo varias veces pensando en
que podría saber algo de ellos, no pasó nada, el callejón estuvo solo, frío y lúgubre.
Pasaron los días Hitler había vuelto a lo suyo, seguía un poco perplejo por no haber
ingresado a la academia de bellas artes, sabía que tenía potencial, pero para la
- ¿Arquitectura? Se preguntó Hitler así mismo.
Salió al balcón de su habitación, en ese momento pasaban carros con propaganda
nacionalista decían cosas como:
- “Prusia creciente en un mundo de cambio, alcen las cabezas, el futuro está en el
avance”
El mundo estaba cambiando las tensiones políticas e internacionales estaban cada vez
más fuertes, las colonias seguían siendo un álgido punto de conflicto, países llevados de
la industrialización y el avance se apoderaban de los recursos y de la gente, todo esto
alrededor del mundo, faltaba poco tiempo para que un choque entre ideas y pueblos
desencadenara una catástrofe, así era la forma en como los medios hacían creer a la
población, lo cierto es que la vida en Prusia se sentía diferente, Hitler desde su balcón
pensaba
- Y ¿ahora qué?
Sabía que tenía dos salidas, ofrecerse al ejército o dedicarse a lo que finalmente terminó
siendo hábil.
Le tomó mucho convencerse así mismo que su potencial estaba en la arquitectura, Hitler
solía asomarse por su balcón a apreciar la belleza de la ciudad y como inspiración para su
decisión hacia la arquitectura, contemplo desde su balcón (La Columna de la Victoria).

La noche del sexto día de haber conocido a los niños, alguien llamó a la puerta de su
residencia, pensó que sería algún vecino en busca de algún ingrediente o tan solo de más
información nacionalista, pero para su sorpresa era Antón, el mismo chico que salió
asustado al verlo, que ironía que ahora las cosas sean así.
- Antón ¿verdad? (dijo Hitler)
- Si, soy yo, quería pedirte tu ayuda (dijo Antón)
Resulta que había un problema, Arno y Brant estaban enfermos, llevaban 3 días
padeciendo del dolor y seguían empeorando con el pasar del tiempo, Antón no podía
dejar que sus amigos murieran por una enfermedad, no tuvo otra opción más que acudir a
aquel joven.
- ¿Cómo están? Preguntó Hitler.
No tenía ningún conocimiento en medicina, quería ayudarlos, pero no sabía cómo, fueron
a aquella casa en la que habían estado hace días, todo seguía igual, la fruta que habían
tirado se había puesto negra y el olor era muy fétido, Hitler temía que se hubieran
intoxicado al comer frutas en mal estado o que peor aún, la mugre y la mala situación de
vida fuera la causante de la enfermedad, después de todo vivían en precariedad.
Entraron al cuarto, Antón había aislado a Ana de los otros dos muchachos, porqué tenía
miedo que todos se enfermarán.
Brant y Arno tenían fiebre, temblaban y la nariz estaba bastante congestionada,
Antón entre lágrimas le preguntó a Hitler.
- ¿Puedes hacer algo? Están muy mal, debimos buscarte antes de que se pusieran
así, al principio tosían mucho pero después no se podían levantar de la cama.
El estado en el que estaban Arno y Brant era deplorable, al no poder pararse de la cama
tuvieron que comer y hacer del baño el en mismo sitio donde estaban acostados, era una
situación terrible, Hitler estaba muy preocupado, la salud de Arno y Brant se acercaba a
un punto de no retorno.
Capítulo III: La intoxicación
Tras esta intoxicación a Hitler lo mejor que se le pudo ocurrir fue obtener información de
medicina, conocimientos básicos y generales para poder ayudar a sus dos pequeños
compañeros, debido a que este virus los tuvo muy afectados durante días y durante
meses.
Adolf en medio de un conflicto social procede a buscar la biblioteca más cercana en la
cual pudiera robar los libros, a su suerte se encontró con una bastante abandonada cuyo
nombre fue “La Biblioteca Estatal De Berlín” encontró varios libros de anatomía,
fisiología, medicina interna entre otros.
Devuelta al refugio donde estaban se encuentra con un hombre el cual vio el crimen que
estaba cometiendo tras robar en la biblioteca, el hombre le dice:
- ¿Qué estás haciendo? ¿Te puedo ayudar? Le pregunto el extraño.
Hitler desesperado primero niega su servicio hacia ellos, pero el hombre dispuesto a
ayudar le siguió insistiendo hasta que Hitler le dio la oportunidad de escucharlo y le dijo:
- Lo que sucede fue que unos niños fueron intoxicados y los tres ya hemos intentado
de todo, no tuve otra solución que aprender sobre medicina, aprovechando la
situación actual del país no se me ocurrió otra alternativa que robar libros de
conocimiento básico para medicina. Le contestó Hitler al hombre
- primero que todo mucho gusto me llamo Román, entiendo lo que estás pasando, ya
que estás haciendo lo posible para ayudarlos. Empatiza Román con Hitler.
Hitler desesperado no tuvo más opción que pedirle ayuda porque estaba en una
situación muy riesgosa y acudió a los consejos de lo que aparenta ser un buen hombre.
-Dime cómo puedes ayudarme ¿Tienes algún conocimiento sobre remedios o
medicina?
Le preguntó Hitler a Román.
- ¡Claro que si con todo gusto haré lo posible! Exclamó el hombre dispuesto a
apoyar .
Pero la condición que puso el hombre fue que antes de dar alguna receta o un remedio a
él y a sus compañeros tenía que conocer el estado de ellos.
Tras estar todo el camino hablando Román y Hitler se dieron cuenta que los dos tenían
mucho en común debido a que ambos están en una situación parecida escondidos
tratando de no ser visto por las autoridades.
También tenían en común su amor por la arquitectura y las bellas artes, esto los hizo
reflexionar sobre el cambio en una sociedad llena de desigualdad, de oscuridad y tristeza,
teniendo en cuenta todo lo sucedido en Prusia.
Ellos les encantaría la idea que junto a su arte pudieran generar una clase de impacto en
la gente, desafortunadamente fueron muy limitadas sus posibilidades para salir adelante
de la manera que ellos dos querían.
Después de una larga charla llegaron al, refugio en donde estaban ubicados él y sus
compañeros
-Entran a la casa de una manera silenciosa y sigilosa-
Román ve a los compañeros de Hitler en un estado deplorable debido al virus.
- ¡Dios mío estos muchachos están terribles! Exclamó Román.
- ¿Quién es este estúpido sujeto? Enojados preguntaron Antón y Brant.
- ¡¡Oigan!! Respétame que yo solo vine a tratar de ayudar. Aclaró Román
- Lo conocí cuando Salí de la biblioteca con los libros, dijo que él nos podría
brindar su ayuda. Se ve de confiar el buen hombre y tenemos muchos
pensamientos en común, así que traten de ser lo más pacientes posibles no
tenemos muchas opciones para curarlos de esta basura de enfermedad que les dio
por culpa de una comida más rancia que sus corazones. Le contestó Hitler a Antón
y Brant
En ese momento Román se presentó con ellos de una mejor manera y procedió a
examinar los síntomas que tenían, al oír que Hitler dijo que fue a causa del alimento que
consumían ellos, la cantidad de enlatados la cual les ocasionó todo esté virus
- ¿Por casualidad saben cuál fue el alimento el cual los intoxicó? Preguntó Román a los
niños.
- ¡Claro que sí! Contestaron a la vez los tres.
- ¿Qué comida fue? Les preguntó Román.
- Fueron unos enlatados de atún y salchichas por lo que sospechamos, le contestó
Brant.
Lo que sucede que esos alimentos por más que digan que duran sin podrirse varios días o
meses no siempre es así, mi ex esposa sufrió una intoxicación similar debido a los
conservantes que estos traen y puede ser muy peligroso para ustedes si no lo tratamos con
suma velocidad, pues es muy probable que pierdan la vida porque este virus lo que hace
es consumirlos por dentro todas sus células con eso matarlos rápidamente, entonces no
tenemos tiempo que perder. Así explicó Román la situación.
Lo primero que hicieron fue tratar de darles calor, improvisando una fogata para así no
sentir frío, le pidió el favor a Hitler si tenía algún tipo de botiquín o recursos médicos de
primeros auxilios para poder examinarlos.
Desafortunadamente no contaban con tantos artefactos ya que estaban en un refugio
totalmente improvisado, pero tuvo la brillante idea de que quizás en alguno de los libros
de los que trajo se podía improvisar algún artefacto en caso de una emergencia como la
que estaba sucediendo en ese momento.
Encontraron que, con tenedores, cuchillos y otros artefactos que había en el refugio
podían hacer lo posible para curarlos, pero el tiempo les estaba jugando totalmente en
contra.
Al momento de revisarlos Román se dio cuenta que algo andaba mal, el virus estaba muy
avanzado pues ellos dejaron que pasara mucho tiempo y no sabía si se podrían curar, a
Román se le iba de las manos el intentar curarlos, hizo lo posible y decidió dejar en
reposo por tres días a ambos niños.
- Estoy muy preocupado por mi salud Brant, le dijo en un tono bajo Antón a Brant.
- Créeme que estoy igual me siento muy preocupado, siendo sinceros, no creo que
podamos salir de este virus compañero.
Después de cinco días Román volvió a su refugio a ver como se encontraban y para su
sorpresa encontró lo peor, desafortunadamente ni Antón ni Brant lograron sobrevivir
lucharon hasta el final con las indicaciones, pero eso no fue suficiente para ellos ahora
solo queda que descansen en paz y vivan una vida digna del otro lado.
Tras esto Hitler entra en una gran depresión, soledad por lo que él era su única compañía
y nada le salía bien y ellos dos eran las únicas personas las cuales lo apoyaban y él se
podía refugiar en su compañía, el devastado, triste y sin parar de llorar hace lo posible
para salir adelante y lograr cumplir los sueños de sus compañeros, aunque no estén ahí
para acompañarlo simplemente intentar lo mejor y dar todo de él para lograr salir
adelante

Capítulo IV: Un acto de bondad

Tras mucho tiempo sumido a la pena, Hitler se encontraba arrepentido y culpable por no
poder salvar a dos niños que no habían vivido ni la mitad de su vida, quería seguir
adelante pero su conciencia no lo dejaba tranquilo, lo peor fue primeros 5 días aún no
creía que Anton y Brant ya no estuvieran con él, pero poco a poco fue entendiendo la
idea.
Llegó el sexto día, se armó de valentía y se prometió ayudar a todo al que pudiera, por
esto se puso a analizar y se dio cuenta que Prusia necesitaba un cambio, que las
generaciones que venían podían hacer de Prusia un mundo mejor y para Hitler era el
momento perfecto: Su país estaba pasando por un cambio político y mucha gente tenía su
mismo pensamiento

- Mis ideas nacionalistas tienen que ponerse en marcha, pero… ¿cómo? Se preguntó
Hitler.

Al rato de debatir consigo mismo llegó a la conclusión que solo la nueva generación
podía cambiar Prusia, así que, Hitler acudió a su amigo Román quien le aconsejó que
empezara dando a conocer sus ideas a un pequeño público

- ¿Pero dónde podré encontrar gente que me apoye y me vea como un líder?
Preguntó Hitler
- ¡Acaso no conoces la sala de reuniones en el sur de Berlín! Respondió Román
muy exaltado por la pregunta de Hitler
- ¿No, es este un lugar importante?
- Si, pues a las 10 pm se reúnen todas las personas que se encuentran en contra de la
política en Prusia, intentan “cambiar el mundo”: Dijo Román.

Hitler le agradece a Román por su ayuda y se despide para dirigirse a su casa, de camino
pasa enfrente de la casa de Anton y Brant y se queda detallando un poco una pequeña luz
que se observaba por un orificio que se encontraba en la entrada, sin dudarlo Hitler se
acerca y ve a Ana Frank, la pequeña niña que el día que conoció a Anton y Brant estaba
cumpliendo años, no sabía cómo reaccionar, por estar concentrado en sus ideas políticas,
(que para ese momento eran mayormente nacionalistas) se había olvidado por completo
de lo desamparada y sola que se encontraba esa niña, el cargo de conciencia y la culpa
volvieron a aparecer, Hitler estaba atormentado por las condiciones y lo mal que se
encontraba Ana y no dudo ni dos segundos en tocar la puerta, toco una, dos y tres veces y
nadie respondía lo cual era extraño ya que podía ver a Ana sentada enfrente del fuego
mirando fijamente la puerta pero sin decir ni una sola palabra
- Ana, soy yo Hitler ¿puedes abrirme la puerta? Dijo Hitler con un tono muy suave
para no asustarla
Ana se acercó a la puerta observo unos segundos y sin decir nada abrió
- ¿Viene usted a llevarme lejos de aquí? Preguntó Ana muy nerviosa
En ese momento Hitler se dio cuenta de lo mal que la estaba pasando Ana tras la muerte
de Anton y Brant y sin dudarlo Hitler la invitó a su casa a comer algo para que pudiera
descansar ya que se encontraban en época de invierno y el lugar donde se encontraba Ana
no era muy seguro, Ana aceptó y juntos se fueron a la casa de Hitler que se encontraba
una cuadra adelante
- Adelante, mi casa es tu casa. Dijo Hitler
- Muchas gracias señor Respondió Ana
- Siéntate, te traeré algo de beber y un poco de pan, la chimenea está encendida por
si quieres calentarte
Hitler se dirigió a la cocina y le sirvió un vaso de chocolate con un pan
- Toma, come un poco
- Muchas gracias señor
- No tienes por qué decirme señor, tú puedes llamarme Hitler

Ana se quedó observando hacia los alrededores y vio un diario al lado de la chimenea, un
pequeño pedazo de papel con fuego estaba rozando la superficie del libro que está a
punto de quemarse, Ana rápidamente se lo agarro para evitar que se incendiara, lo limpio,
le quitó las cenizas y con curiosidad lo abrió.
(Imagen)
´´Un nuevo comienzo´´ decía en el centro de la primera página del diario, era un diario
rojo, pequeño y se veía desgastado, Ana Frank sin dudarlo paso de página donde se
encontraban plasmadas todas las ideas de Hitler, lo que quería hacer por Prusia, como un
movimiento nacionalista haría de Prusia un mundo mejor, ella se encontraba tan
concentrada leyendo lo poco que encontró que no se dio cuenta que oscureció, ya no
podía salir , era imposible salir con tanta nieve afuera, así que decidió esperar mientras
seguía leyendo el diario a que dejara de nevar tanto para poder irse de ahí.
Hitler observó como Ana estaba encantada con sus ideas y se le vino a la cabeza que
niñas como ella podían ser el inicio de su gran plan para el gran partido nacionalista,
aunque en ese momento Hitler solo pensaba que no podía cometer el mismo error que
cometió con Anton y Brant, no podría dejarla sola, él iba a cuidar de ella para que no
tuviera el mismo destino y que así ella pudiera crecer tranquilamente.
Luego de un rato Ana se quedó dormida frente a de la chimenea con el diario en el mano
abierto en una página en blanco, Hitler se acercó a ella, recogió el diario y lo puso en la
mesa que se encontraba en frene de la chimenea, recostó a Ana en el sofá, la arropó con
una sábana y la dejo dormir.
A la mañana siguiente cuando Hitler despertó ella ya no estaba, naturalmente, Hitler se
asustó porque no podía perderla, no estaba dispuesto a dejarla desamparada, nunca más.
Hitler pensó en los posibles sitios en los que podría estar y recordó que, normalmente,
ella iba a su casa, la cual quedaba pasando las montañas, así que, Hitler sin meditarlo un
minuto más se dirigió a su casa. Cuando llegó, lo primero que hizo fue tocar la puerta,
pero estaba abierta y vio su diario en un pequeño butaco al lado de Ana, sin darle
importancia Hitler saludo y le dijo:
- Ana después de mucho analizar quiero hacer un trato contigo que espero que
aceptes, a mí me gustaría saber si quisieras vivir en mi hogar para cuidarte,
alimentarte e instruirte en lo que necesites.
- Yo te enseñaré lo que necesitas para poder salir adelante y triunfar en unos cuantos
años.
Ana muy sorprendida se quedó muda, pero en su cabeza pensaba en todo lo que había
leído y lo interesada que estaba en esa forma de pensar que tenía el señor Hitler

- Está bien acepto, pero como condición quiero ir a la escuela y aprender sobre estas
cosas que escribiste en tu diario, no puedo entender muy bien lo que dice, pero sé
que están relacionados con el poder, me gustaría mandar a las personas para que
cuiden mi lujosa casa, con muchos cuartos, comida…
Ana Frank se puso a divagar en sus pensamientos, y, Hitler como no era muy
paciente, decidió frenar la conversación:
- Si, yo te enseño todo eso, ¿deseas algo más?
- Una cosa más… Siempre he querido ir a esos grupos en el sur de Berlín, ese de las
10 pm he escuchado mucho de ellos (Respondió Ana con una voz firme que Hitler
nunca había escuchado)
- Sin más que decir, vivirás conmigo y te enseñaré a vivir.

Luego de algunos meses de convivir Hitler vio que las hojas en blanco que había dejado,
Ana las había usado y estaba escribiendo sus propias ideas, pues para este momento, Ana
ya sabía leer y escribir muy bien, Hitler se alegró de su trabajo en el tiempo que llevaban
conviviendo juntos, por esta razón, decidió darle un presente:

- Mira Ana, esto ahora es tuyo, úsalo para escribir todo lo que pienses y hagas, haz
que esta libreta tenga un registro de tu vida.
Ana observó l diario en el que había estado escribiendo y vio como la portada ya no
era una simple carátula roja tenía un título en negro que ocupaba toda la hoja el cual
Hitler decidió llamar:
“EL DIARIO DE ANA FRANK”
Capítulo V: El Nacionalsocialismo

Al principio Ana tenía sus dudas de si vivir con Hitler era una buena idea, pero al pasar
unos 6 años empezó a encantarle eso de tener a una persona que se interesaba en ella al
punto de enseñarle bastantes cosas, pues Ana había aprendido mucho de sociales y del
país en general. Hitler no perdió el tiempo, pues en cada oportunidad que tuviese, inculca
sus ideales de la manera más directa posible. Cada enseñanza que Hitler le hacía a Ana,
era algo que lo anotaba en su diario con mucho anhelo para que algún día el mundo
entero supiera que aquellas ideas nacionalsocialistas fuesen los que iban a regir en los
próximos años, o eso quería creer ella, la primera vez que fue al grupo del sur de Berlín,
hace 1 año, había sido demasiado emocionante para Ana ya que por primera vez vio a
personas que pensaban muy parecido a Ana pensaba y no eran iguales a las demás
personas que siempre eran corrientes y conservadores con temas como la política, fue en
este encuentro que Ana se dio cuenta que ella quería ser liderar Prusia, encontró eso que
la motivaba a diario y la hizo mucho más feliz. Aunque Hitler conocía los ideales de Ana,
decidió no mencionarlo, pues creía que así era mejor, el enseñándole todo lo que sabía y
todos sus ideales, y Ana replicándolos como si Ana fuera la primera que pensara en esto,
en cierta forma, esto hacía que Ana fuese más creativa y que fuera muy crítica con todas
las cosas que hacía, por eso ni Hitler preguntaba lo que escribiese, ni ella lo compartía
con él, teniendo más ideas de como gobernar algún día pero eran ese tipo de cosas que
prefería guardarse para Ana misma y no compartirlas con alguien más que no entendería
sus escritos como ella lo hacía.
Ana amaba la escuela, amaba aprender y aún más amaba llegar a casa a contarle a Hitler
todo lo que había aprendido, empezó a tener una conexión y un amor muy grande con
todo lo que era el nacionalsocialismo hasta el punto en el que su mayor sueño se convirtió
en que aquel partido fuera el que prevaleciera en el mundo entero, claramente siendo ella
la que lo comandaba.
Por su parte Hitler, ya estaba iniciando su plan para postularse Prusia con un nuevo
partido, hasta ahora estaba enseñando sus ideas a más personas jóvenes que le
interesaran, tal cual, siguiendo los consejos de Román, por lo menos con eso a la hora de
lanzarse ya tenía cierto público en el ámbito político y no iba a ser tan difícil su lucha
contra el partido conservador nacionalista.

Pasaron los años, y junto a Hitler, Ana decidió que debían empezar a crear su partido
político, para así, poder incursionar en la política. Hitler emocionado, principalmente por
haber sido capaz de inculcar y arraigar sus ideales en una persona, por esa razón Hitler le
menciona:
- Ana, como sabes, yo he estado moviendo algunos hilos, y desde que estoy contigo
he empezado a crear algo que te va a gustar, y sé que estando de segunda al mando
vas a poder ser una mujer sobresaliente en la política.
- ¿En serio?
- ¿Vamos a tener nuestro partido político? Preguntó Ana
- Si, te estaba esperando para darle el nombre indicado.
Hitler le entregó a Ana un papel en el que tenía todo lo concerniente al partido político.
- Nazi, se va a llamar partido Nazi.
- Me gusta el nombre, porque es una abreviación de Nacionalsocialista en Alemán.
Mencionó Hitler
Para ambos fue difícil llegar al poder ya que el canciller del momento se oponía a que
Adolf Hitler y Ana Frank fueran los líderes de toda Prusia, tuvieron que mover cielo y
tierra para convencer a todo un país de que aquel partido sería el que iba a cambiar toda
la situación del país y situaciones futuras, pero a pesar de todo lo lograron, después de un
año de mucho trabajo, de estudiar hasta tarde, de asistir al grupo del sur de Berlín en altas
horas de la noche, de convencer a muchas personas que sus ideales eran los correctos y
era el cambio que necesitaba el país, por fin el 30 de enero de 1933 nombraron a Adolf
Hitler como canciller de la nación y por primera vez en la historia se nombró a una mujer
muy joven como vicecanciller, y fue así como inicia todo el comienzo del final.
Ana no dejaba de pensar que Hitler era lo mejor que le había pasado en su vida, gracias a
él recibió una educación, pudo superar la muerte de Anton y Brant, salió de su
enfermedad y depresión por él, salió de su miserable vida y ahora estaba viviendo gracias
a su sueño más grande y llegar a su mayor logro que fue convertirse en la primera
vicecanciller más joven de la nación, ella no podía estar más feliz.
Por su parte Hitler estaba bastante satisfecho ya que aquellos consejos que recibió de
Román y el gran apoyo del grupo del sur de Berlín hizo que por fin lograra algo grande
en su vida, lo que siempre fue su sueño desde que inició sus estudios, por todo lo que
había trabajado en los últimos años y que por fin llegó a ser el oficialmente canciller de
Prusia. Pero no todo era tan alegre para los dos, ahora se venía la parte más complicada
de su estrategia de gobierno, lo que realmente determinaría si todas esas ideas, todo el
estudio y el esfuerzo que pusieron en ello podía llegar a pasar, ¡y claro que iba a pasar!
Ambos estaban empeñados en eso, tenía que ser posible, ninguno se iba a rendir hasta ver
frutos de aquello con lo que siempre soñaron.
Al pasar el tiempo Hitler gracias a su gran poder de convencimiento por sus discursos
políticos, convirtió a Prusia en un país fuertemente nacionalista, lleno de militares en
todas partes, anticomunista, anticapitalista y eliminando de la vida cotidiana de los
prusianos todo lo que Hitler consideraba nocivo para el pueblo, para el todo el plan estaba
marchando a la perfección pero para Ana todo se había tornado oscuro ya que ella era
quien redactaba los grandes discursos políticos que Hitler solo leía en frente de todo un
país para convencerlos que la gran verdad la tenía este partido, pero ella no recibía
ningún mérito por esto, ella fue la que dio la idea de prohibir las acciones nocivas para el
pueblo y poner militares en todo el país pero fue Hitler quien se llevó el mérito de todo,
nadie reconocía el gran esfuerzo que realizaba Ana mientras que Hitler realmente solo le
pedía exigencias a Ana para que ella realizara todo el trabajo duro y con bastante
esfuerzo.

Lentamente Ana empezó a cansarse de toda esta situación pero ella no quería ser tan dura
y cruel de simplemente darle la espalda a Hitler quien fue el que le dio todo en la vida, no
quería verse tan desagradecida ante él, por tomar una decisión a sus espaldas y
posteriormente dejarlo solo, ella prefería hacer las cosas correctamente y hablarle en la
cara todo lo que estaba haciendo mal y como todo lo que estaba haciendo iba en contra de
las cosas por las que ambos lucharon tanto, así que se armó de valor y se le acercó a
decirle:

- Señor necesito hablar con usted de un problema que ha venido ocurriendo desde
que todo el plan de gobierno hacia Alemania inicio. le dijo Ana mirándolo a los
ojos y con cara muy seria
- Dime Ana, ¿no pudiste terminar mi siguiente discurso? Le preguntó Hitler en un
tono muy arrogante
- No señor, lo que pasa es que usted realmente no está aportando al trabajo difícil de
este trabajo, soy yo junto a más personas los que nos estamos matando haciendo
todo lo que usted debería hacer, y lo peor de todo es que enfrente del país no
recibo ningún mérito al respecto y todos creen que por ser una mujer joven este
puesto que se me fue asignado no es para mí cuando ambos sabemos que es el
trabajo para mí y debería ser mayor y más reconocido.
- ¿Dices que no hago nada? ¿Qué merezco un puesto menor? ¡Calla niñita si yo fui
quien creó todo! Te di algo en la vida, te creí y ahora dices que no hago nada. Soy
yo quien les da la cara a todos los prusianos tú solo redactas e impones. (le dice
Hitler muy alterado y demeritando todo el trabajo de Ana)
- ¡Entonces el plan era ese!, engañarme sobre que estábamos juntos en esto para que
después solo siguiera su propio plan haciendo nada y se llevara todo el crédito de
años de estudio de ambos, si es así entonces ya veremos en que termina esta
historia.

Ana se va furiosa, pensando que realmente él no quería ningún bienestar para ella,
sino que quería aprovechar su ingenuidad e inteligencia para lograr aquello que él
tanto quería pero que sabía en el fondo que solo no era capaz, cosa que a Ana Frank
no le iba a quedar grande y que ella sí podía hacerlo a su manera.

Y es así como Ana le da inicio a su gran sueño, ser la líder suprema de Prusia
demostrándole a todo el mundo y en especial a Hitler de lo que ella era capaz de hacer
sola, iba a lograr cosas muy grandes y lo iba a lograr sola, Hitler iba a caer por mérito
de Ana y ella por fin lograría llegar al puesto que siempre se mereció y por el cual
trabajo tan duro, en este punto ya no le interesaba la gratitud hacia él ni le importaba
darle la espalda de esa forma tan cruel como lo pensaba hacer, quería dejarlo solo y
era lo único que le interesaba, quería demostrar que era mejor y que el ingenuo y
estúpido fue el por perderla y por darle todo lo que necesitaba para superarlo a él y
superarse a ella misma.

Capítulo VI: Celos por el Poder


 
A raíz del enfrentamiento que habían tenido en días pasados, las humillaciones y
degradaciones por parte de Hitler hacia Ana y que aumentaron significativamente, lo
cual generó que con cada día que pasaba, un sentimiento de venganza y traición se
apropiaba de Ana y consecuentemente, hiciera que el odio que ella sentía hacia Hitler
creciera y aumentará de una manera exagerada. Todos los días se despertaba pensando en
todas las maneras o formas en que ella se podría llegar a vengar del que en años pasados
había sido su mentor, guía y se podría decir que mejor amigo por mucho tiempo. 
Ante su pueblo y la vista internacional, Ana como vicecanciller tenía que siempre guardar
una postura de apoyo y respeto hacia Hitler, ya que en teoría era su jefe y la máxima
autoridad en Prusia. 
Desde que Ana se dio cuenta de lo cruel, envidioso y mentiroso que estaba
siendo Hitler con ella, comenzó a gestar un plan para quitarle su puesto y honor. Para
llevar a cabo su plan, entabló una gran amistad con varios de los miembros del gabinete
para así ganar su confianza y apoyo, también, se empezó a acercar al pueblo para darse a
conocer y transmitirles seguridad; y, por último, aunque le costó mucho y sabía que era
mentira, pero algo necesario para su plan, le pidió disculpas a Hitler por su actitud y
pensamiento “egoísta” diciéndole:
- Señor, le pido disculpas por lo sucedido en días pasados, no debí haber pensado eso
de usted, es claro que usted es alguien que piensa primero en su nación y en su
pueblo. (le dice Ana mirándolo a los ojos con un tono muy seguro e imitando un tono
arrepentido)
A lo que Hitler respondió:
- Querida Ana, está bien que reconozcas tus errores y aceptes sus disculpas. (al
escuchar eso Ana asiente con la cabeza y se dirige hacia la puerta para salir)
Cuando Ana abre la puerta, Hitler le dice:
- Para ocasiones futuras, recuerde su posición antes de hablar y tenga presente quién
manda. (le dice Hitler en un tono arrogante e incrédulo)
Ana sale de la habitación donde se reunió con Hitler sintiendo una gran desesperación e
impotencia por lo que le había dicho y aun no poder hacer nada para vengarse.
Unos meses después, exactamente el 20 de abril de 1934, para Hitler no iba a ser un día
común donde se levantaría de su cama como en cualquier otra mañana normal, y
esperaba que fuera a llevar a cabo su rutina: despertarse, tomar un vaso de leche en
ayunas, bañarse, desayunar, asistir a su reunión diaria con el gabinete, almorzar, tener
alguna reunión con alguna personalidad de su país, cenar e ir a dormir. 
Ese día, Hitler cumplía 40 años, por lo cual, este día fue declarado como un feriado
nacional y durante el día se iban a realizar diferentes actividades y eventos como desfiles
en honor a su canciller. La jornada transcurrió con bastante normalidad, y se esperaba que
al final de esta, Hitler se dirigiera a su pueblo con un discurso agradeciendo por todo lo
que había recibido durante el día.
Como era costumbre, Ana Frank escribía los discursos de Hitler, para que el luego
simplemente los recitara; el canciller no solía leer los discursos realizados por Ana antes
de subir al escenario a proclamarlos, así que ella al percatarse de esto, escribió un
discurso de odio hacia el pueblo, palabras que luego fueron recitadas por Hitler hacia sus
compatriotas, quienes al darse cuenta de lo que su líder estaba diciendo lo sacaron con
piedras y abucheos de la plaza donde se encontraba. Cuando Ana veía la forma en la que
el pueblo mostraba su desprecio por quien era su líder, entendió que ese día también era
diferente para ella, que ese día iba a representar un cambio, que ese día representaba un
nuevo comienzo tanto para ella como para su país. Este había sido el primer paso por
parte de Ana para completar su plan que era sacar a Hitler y ella asumir el poder. Hacer
que el pueblo sintiera un odio y resentimiento por quien ella también odiaba y por
contraparte ella al haberse acercado al pueblo y ganarse su apoyo fue una jugada maestra
y un punto determinante para lo que fue la caída del que había sido su apoyo y amigo.
Al ver todo lo que había pasado y toda la repercusión que esto había generado, Hitler fue
a buscar a Ana para enfrentarla y a tratar de buscar explicaciones. Al llegar a donde se
encontraba Ana, Hitler le dijo:
- ¿Por qué lo hizo? Le dice con actitud decepcionada.
A lo que Ana le contesta:
- ¿Cree que no tuve razones? Le dice Ana desafiante.
- Yo solo quería triunfar a su lado, pero su ego y su deshonestidad no lo permitieron.
Usted solo piensa en su bien propio y en nada más. Le dice Ana con un tono enojado.
Hitler al escuchar esa crítica hacia él se enfurece y le dice:
- No permito que diga eso de mí, queda relevada de su cargo y desterrada de este país.
Le dice Hitler gritándola.
Lo que no sabía Hitler, era que Ana ya había hablado con el gabinete y con las fuerzas
militares del país sobre el tema y todos habían coincidido en que Hitler había perdido el
rumbo, y no era conveniente que él estuviera en el cargo más importante en la dirigencia
del país. Todas las personas que Hitler consideraba sus servidores y a algunos amigos, le
habían dado la espalda y ahora estaban del lado de Ana. 
Ana sabiendo esto le dice:
- Parece que no está muy bien enterado de lo que se decidió en la mañana. A partir de
este momento queda despedido por orden del gabinete.
Hitler no le creía a Ana y se reía sarcásticamente, hasta que unos segundos después por la
puerta, entran los miembros más importantes del gobierno y le confirman la noticia.
Al ver la situación, al ex canciller queda totalmente en shock y sin palabras así que no le
queda más opción que retirarse de la sala, pero al salir de la sala dice:
- Se arrepentirán. (dice eso mientras mira a Ana a los ojos desafiantemente)
 

Capítulo VII: Encuentro inesperado


 
Ana gozando de su reciente victoria se dirige a su nueva oficina, orgullosa de sus actos ya
que lo hizo sin ayuda de nadie, se sentía empoderada, sentía que ya nada ni nadie la
podría parar, sin embargo eso no quería decir que ahora se relajara, ya que sabía muy
bien que Hitler iba a tratar de vengarse, y por lo tanto no se podía permitir descansar
ahora.
 
Mientras en el pueblo se esparcía como un virus la noticia de que el canciller había sido
defenestrado, a Hitler lo sacaban del edificio con todas sus cosas, mientras él mismo
pensaba en su mente:
- ¿Cuando se me salió de control todo?, ¿Cuando me traicionaron todos mis aliados?, ¿Por
qué Ana me hizo esto? Después de que le tendi la mano, después de que le di todo lo que
necesitaba y hasta más, si ella está ahí, es gracias a mi. Al final es cierto lo que dicen
“cría cuervos y te sacarán los ojos”. Solo me queda encontrar una forma de vengarme, ya
no me importa el poder, solo la venganza.
Con esto, Hitler le había declarado la guerra a Ana en su cabeza, solo le faltaba idear un
plan para derrocarla. Hitler tomó un perfil bajo en el mundo político, para evitar mucho
alboroto, porque sabía que se avecinaban tiempos difíciles, también para hacer sus
movidas en las sombras.
 
Pasó un mes, Hitler espero ese tiempo para que los medios se calmaran y se olvidaran un
poco de él, se empezó a preparar para atacar, pensó en unirse a otro partido político, hasta
incluso a usar a alguien para que hablara por él, como si él fuera un titiritero.
 
El ex canciller se decidió por un plan el cual consiste en crear un nuevo partido político,
totalmente diferente al de Ana Frank, el cual llamó “Nueva Alianza Neo-Liberal” o
NANL, pero, sabía que no podría ser el la cara pública de la nueva Alianza, ya que todo
el pueblo se iría en su contra y su ahora enemiga, Ana, lo tendría entre ojos y era algo que
podía afectar gravemente su plan de venganza, por lo que empezó a buscar a un joven, de
buena reputación, pero, no muy conocido, alguien atractivo para que le agrade a la gente,
también era muy importante que sea alguien pulido, decente, que sepa hablar, y lo más
importante, que sea respetuoso.
 
 
 
A la mañana siguiente, a primera hora ya estaba listo para ir a buscar por la ciudad a este
joven, así que tomó sus llaves y salió de inmediato. Primero fue a la plaza, allí, se acercó
un joven que a vista le pareció apto para el trabajo, y le dijo:
- Buen dia joven, perdone mi atrevimiento, el dia de hoy me gustaría ofrecerle un trabajo el
cual consiste en trabajar para el partido politico “Nueva Alianza Neo-Liberal”.
Pero, mientras Hitler está hablando, nota que el muchacho al que le está hablando se
comporta de forma extraña, se mueve de forma extraña, como si tuviera un tic nervioso
en el ojo izquierdo y otro en hombro derecho, pero, tenía algo más, por lo que no se sintió
cómodo y prefirió irse, se despidió y se fue a otra zona con la esperanza de que allá le
fuera mejor que en la plaza.
 
Su siguiente destino fue el parque principal, se dirigió allí lo más rápido que pudo por dos
razones, la primera, porque quería encontrar a este tan esperado joven lo más pronto
posible, y segundo, porque tenía miedo del muchacho al que le hablo minutos atrás, por
lo que quería huir de él.
 
Cuando llegó al parque, empezó a buscar, pero no veía a nadie apto, porque unos eran
demasiado jóvenes y otros demasiado viejos, hasta que vio a unos muchachos sentados en
una banca, pero, solo le llamó la atención uno de ellos, pues este traía un porte muy
elegante, sus gestos eran de todo un caballero, se sentaba como uno, es decir, con la
espalda recta, cabeza en alto, y con un ligero cruzado de piernas, lo único malo era que
que traía ropas viejas, algunas hasta con agujeros muy grandes, Hitler sabía que se iba a
encontrar con gente de pocos recursos, pero, se notaba que este muchacho era demasiado
pobre, Hitler reflexiono un rato y recordó de dónde venía, recordó de cuando era ese
joven de 19 años que ayudó a cuatro niños y que aun así tres de ellos no estuvieran con
él, supo que por lo menos uno de esos niños se convirtió en una gran persona y que todos
esos niños que ayudó estaban peor que el, asi que, sintió que había tomado una decisión,
él era el indicado, por lo que prosiguió a dirigirse caminando lentamente hacia el joven,
mientras se acercaba podía escuchar con mayor claridad la conversación que sostenía con
los demás muchachos, estaban hablando de una travesura que hicieron unos dias antes,
pero, hubo algo que le llamo la atención y fue que el joven hablaba muy mal, tenia un
vocabulario demasiado grosero y simple para su edad, aparte de esto, su dentadura era
muy fea, los dientes los tenia torcidos, o al menos los que le quedaban, Hitler volvió a
reflexionar y dijo en su mente:
 
 
 
 
 
 
- El vocabulario de este muchacho se puede mejorar, se puede poner a estudiar y él mismo
le podía dar clases de lengua, pero, su dentadura es algo que no se puede arreglar, eso
podría afectar la imagen del partido y eso es lo menos quiero ya que se podrían burlar de
este, lastimosamente, este candidato queda descartado.
Afligido por lo recién sucedido y también un poco cansado, se sentó en un café que
quedaba cerca, pidió algo de tomar y se sentó a ver a las personas pasar con la esperanza
de encontrar a la correcta, así fue por horas, cuando se sentó era aproximadamente la una
de la tarde, y cuando ya se iba a ir a su casa iban a ser las cuatro, así que se paró, cerró los
ojos tomó un suspiro y cuando puso el primer paso, se chocó con un señor un poco alto,
llevaba un gabán y sombrero negro, pero, veia algo familiar en el, como si ya lo
conociera de antes, por lo que quedo estupefacto y con la boca abierta. El señor pidió
disculpas y siguió su camino, pero, antes de que diera un paso, Hitler le dijo:
- ¡Espera!
El señor sorprendido y le preguntó:
- ¿Qué pasa? ¿Está bien?
A lo que hitler le responde:
- Si, todo está bien, es solo que te me haces familiar, pero, no se de donde.
- La verdad no lo sé, jamás lo he visto antes.
- Pero, yo a ti si, dame unos minutos para recordar, ¿puedes?
- Si claro, pero, no tengo mucho tiempo.
Pasaron cinco minutos y Hitler no podía recordarlo.
- Señor…
- Hitler, llámeme Hitler.
- Hitler, vera, tengo un compromiso muy importante al cual debo asistir, asi que si me
permite, debo retirarme.
- ¡Ya sé de dónde te recuerdo!, Tu eres Brant, pero, eso es imposible, yo se que estas
muerto, vi tu cadáver, ¿Como es posible?.
- Creo que me esta confundiendo señ..., perdón, Hitler, yo no me llamo Brant.
- Pero, eres igualito a él, bueno, si él hubiera crecido.
- No lo puedo creer, ¿será esto posible?
- ¿Qué cosa?
- Yo solía tener un hermano, pero, él huyo del orfanato en el que estábamos, yo también
trate de escapar, pero, no lo logre, solo el pudo salir y desde ahí no supe nada mas de el.
- Entonces, si es posible. No sabía que Brant tenía un hermano, pero, tiene sentido.
- Si, lo se, es una triste y larga historia, ¿tu sabes que paso con el?
- Si, lastimosamente, él murió, una infección llegó a su cuerpo por comer comida en mal
estado y su cuerpo no pudo contener la bacteria.
- Ohhh no, no lo puedo creer, que descanse en paz.
- Me gustaría invitarte a mi casa, para ponernos al día y me gustaría comentarte algunas
cosas.
- Claro que sí, ¿Dónde vives?
- A dos cuadras de aquí, es fácil, mi casa en la única pintada de rojo
- Allí estaré 
Hitler volvió feliz a su casa, pues primero había encontrado al hermano de un amigo de
él, y segundo encontró al joven perfecto el cual buscaba para su plan de venganza, ese día
no podía ser mejor, El ex canciller se sentía satisfecho con lo que hizo.
 
Capítulo VIII: El plan

Capítulo VIII: El plan

Al día siguiente Hitler estaba esperando la llegada del hermano de Brant para contarle
todo el plan que había pensado y analizado toda la noche, no sólo para vengarse de Ana si
no para afectarla a tal punto que saliera del juego.
En ese preciso momento tocan la puerta de la casa y se dirigen a abrirla.
Buenos días Hitler, que pena no haber venido ayer en la tarde, me sucedieron algunas
cosas…. – Dijo el hermano de Brant
- Buenos días, no se preocupe me dio tiempo de pensar más allá mi plan para el cual
lo necesito a usted – Dijo Hitler invitándolo a sentarse junto a él-, por cierto, se me
hace necesario saber su nombre
- Claro, mi nombre es Kahn, dígame en qué le puedo ayudar
- Perfecto, pero tenga claro que desde este momento se llamará Brant, como su
hermano – dice Hitler sacando una libreta donde anoto todo el proceso de su
venganza
- No le estoy entendiendo muy bien señor
- Cómo cree que va a poder entender si ni siquiera le he explicado, y ya le dije ayer
que me llame Hitler.
Con su mirada puesta en la libreta, Kahn empezó a escuchar todo el meticuloso plan que
tenía Hitler, el cual empezaba en hacerlo una figura pública culpando a Ana Frank por
robarle sus ideales y cometer plagio hacia ellos, pues todo lo que estaba haciendo Ana,
anteriormente lo habían pensado con “Brant” cuando eran niños, ya que querían subir al
poder mutuamente. Pero Ana se dejó llevar por la avaricia, el poder y todas aquellas ideas
nacionalistas que llevaron a nuestro país al conflicto, robó las ideas guardadas de un
diario, el cual es el famoso diario de Ana Frank.
- Señor Hitler tengo algunas preguntas – dijo Kahn totalmente confundido por toda
esta locura – ¿Cómo la gente me va a creer que soy Brant, si se supone que está
muerto?
- Porque a tu hermano no lo conocía nadie, ni siquiera estaba registrado como
ciudadano. Las únicas personas que saben que el murió son Ana, Román y yo
- Por eso mismo, si Ana descubre esto, nada funcionará.
- Pero, ¡claro que va a funcionar!, deja te muestro como – Le dijo Hitler dirigiendo
de nuevo su mirada a la libreta
Hitler le explica que Ana lo primero que pensará es que su querido Brant está muerto, lo
cual es una locura que siga vivo, no entenderá la situación y tú al acusarla se sentirá
encerrada, querrá explicar la situación, pero la gente pensará que está loca y dejaran de
seguir, dándonos a nosotros todo el control de los altos puestos.
Luego, Hitler para y mira a los ojos a Kahn y le dice:
- Luego de alcanzar el poder, públicamente me otorgarás el más alto mando y tu
cargaras con puesto de vicecanciller y hay comenzaremos mi segundo plan
- ¿Cómo que segundo plan? – pregunta Kahn desorientado
- Por el momento no es importante, tan solo cuando ya tengamos el poder lo sabrás
Hitler mira su libreta y luego mira a Kahn, esperaba que él fuera perfecto para este plan.
Lo único que quedaba era saber qué hacer con Román para que no exponga la verdad
sobre Brant, pero de eso se encargaría otro día.
Hitler se levanta de su asiento y le extiende la mano a Kahn para pactar su unión.
- Espero poder confiar en usted – le dice Kahn
- Yo también digo lo mismo, los de tu raza suelen ser traidores- dice Hitler con una
sonrisa maliciosa
- No entiendo qué quiere decir, ¿Cómo así los de mi raza…?
- Kahn estoy bromeando, ve a tu casa ponte buena ropa te espero aquí en el
almuerzo para iniciar todo esto – le dice Hitler entre risas
Kahn sale de la casa roja, estando no tan seguro de lo que acaba de hacer pues suena
un poco loco que ayer quería saber cómo vengarse de la persona que envenenó a su
hermano y que al día de hoy este en la misma casa con el señor que lo intenté salvar y
ahora iban a trabajar juntos para vengarse de la misma persona.

Capítulo IX: El ángel que cayó del cielo


Ya pasaron 10 días en los que Hitler y Kahn recrearon la vivida imagen de Brant para
empezar a salir a la luz pública el 20 de mayo de 1934, exactamente un mes después de
que Ana le había robado el poder.
Ya estaba lista la publicidad, los periódicos iban a transmitir el mensaje claro “Brant la
víctima de Ana Frank” así toda la gente que leyera el periódico se iba a enterar de toda la
historia inventa por Hitler y no iba a durar mucho hasta que la gente estalle y empiece a
atacar y pedirle respuestas a Ana Frank.
Luego de 2 horas empezó a pasar un comunicado por las calles diciendo que la canciller
Ana Frank se iba a anunciar ante el pueblo a las 3:30 por las polémicas a causa del gran
drama en contra de ella.
De vuelta en la casa roja, Hitler le dice a Kahn lo que debe decir ante el pueblo en contra
de Ana.
- Kahn espero que estés listo para tu primera aparición frente a las masas,
simplemente cuenta la historia de cómo acogí a Ana y a Brant, diciendo que les
enseñe todo lo necesario, les di mis mayores enseñanzas que hoy los llevo hacia el
éxito, cuenta que ese diario es en realidad fue escrito por ti. Recuerda nunca salirte
del papel – le dice Hitler mientras arregla el traje que lleva puesto Kahn
- Señor Hitler esa impostora va a caer, así como hizo caer a mi herman…- Kahn
para de hablar al darse cuenta que hablo más de la cuenta
Hitler lo mira a los ojos y se empieza a reír y le dice:
- Ya veo que estás metido en el papel Kahn, sigue así. Más bien apúrate toca salir
ya, para llegar a la hora indicada
- Claro
Kahn sale de la casa junto a Hitler y llegan a la hora indicada por la canciller. Al subir a
la tarima millones de ciudadanos la empiezan a abuchear y Ana principia con su discurso.
- Espero que entiendan que nada de esto es verdad, que todo lo que está pasando son
calumnias inventadas por un par de personas sin educación, los cuales no se
permiten conocer o aceptar que nosotros como pueblo tenemos el poder. El
supuesto Brant está muerto y por eso……- la interrumpe Kahn
- Si estoy muerto como puedo hablar querida Ana Frank- dice Kahn entre la gente
que le despeja el paso para dirigirse a la tarima – Si estoy muerto entonces cómo
explicas que estoy aquí frente a ti.
- No es posible… ¿co co cómo estas vivo? – tartamudea Ana
- ¿De qué hablas? Siempre estuve vivo, encontrando la manera de liberar al pueblo
de tus mentiras, de tu plagio y de tu cinismo, como explicas que me intentaste
intoxicar cuando éramos niños para robarme mi diario, el mismo diario que tienes
ahí en tus manos, el mismo diario que narra como Hitler nos enseñó a ser lo que
somos hoy en día. ¿Acaso no pudiste pensar bien tus ideas que te era bastante
necesario robarlas a alguien más?
- ¡Tú estás muerto!
- ¿Acaso estás loca?, ¿ESTA ES SU DIRIGENTE? – dice Kahn mirando a la gente
- ¡Cállate!, tú no eres Brant – dice Ana llorando
- ¿Por qué lloras querida Ana?
- Tú estás muerto, tú no puedes estar acá, todo lo que dices es mentira
- Yo de ti prefiero cuidar lo que dices, estás actuando como una psicópata
Kahn la toma de la mano y Ana le pega una cachetada, haciendo así que millones de
personas pidan el reemplazo de su canciller y el gabinete no tuvo otra opción que
destituir a Ana por falta de salud mental, y el 20 de mayo de 1934 quedó marcado como
el día en el que un ángel cayó del cielo a liberarlos del inferno de “la bruja loca” que fue
como llamaron a Ana.

Capítulo X: El segundo plan.


Hitler, aunque quisiese más que nada el poder y vengarse, sentía un gran vacío por haber
hecho que lo que él consideraba su hija fuese tildada de loca, pero, como él decía, no hay
que llorar sobre la leche derramada, por lo tanto, cuando finalizó el evento, llamó a Kahn
para celebrar que el plan hubiese salido de maravilla:
- Kahn, eres el mejor, no pudiste haber actuado mejor, pero bueno no podemos
quedarnos celebrando todo el día, hay cosas que hacer.
- Es verdad, usted me dijo que había otro plan si este salía, en primera estancia,
bien. Menciono Kahn
- Es verdad, y como salió mejor de lo que cualquiera pudo haber esperado,
continuamos con el segundo plan
- Como ya derrocamos a Ana del poder, tenemos que ahora tomarlo nosotros, y para
eso necesito que sigas siendo la cara pública, yo te haré todos los discursos y te
haré entrar al poder
- ¿De verdad puede hacer eso, señor? Pregunto Kahn
- Obvio, aunque no me guste la idea de gobernar desde las sombras, creo que es lo
más conveniente para que no se levanten sospechas. Dijo con aire de superioridad
Hitler
- Si se llegan a enterar que usted está siendo comandado bajo mis órdenes, no solo
nos derrocaran, sino que probablemente nos asesinen.
- ¿Por qué harían eso, señor? Pregunto con intriga Kahn
- No te he mencionado lo que pasó, pero tu hermana y yo estuvimos viviendo por
muchos años y, realmente las ideas que ella proyectaba eran las que yo quería usar
para mi mandato, pero hubo un choque de intereses y desde ese momento nos
separamos.
- Pero no le veo problema a eso, dijo Kahn
- Es cierto, pero cuando te dejan en ridículo en una plaza con miles de seguidores
porque les dijiste muchísimas cosas de odio, lo más probable es que quieran
hacernos daño para deshacerse de la “maleza” (Ese nombre se lo dio Ana cuando
estuvo en su mandato, pues ella sabía que en cualquier momento Hitler iba a
volver a entrar al poder).
A partir de este momento, Hitler empieza a mencionar los detalles acerca del siguiente
plan a seguir. Principalmente consistía en eliminar a todas las personas que no fuesen de
la raza aria, y empezar con un mandato basado en el socialismo, cualquier persona que se
opusiera, solo para ese momento, iba a ser dejada en ridículo y ya, eventualmente se
agravaría el castigo, así podrían crear el tercer Reich.
Este plan tenía una vigencia de 5 años, al menos a nivel nacional, pues quería expandir la
actual Prusia a otros países de Europa, por lo que eventualmente terminaría librando una
guerra civil entre algunos países de Europa y Prusia.

Pasaron los meses, inclusive algunos años, y Kahn junto a Hitler habían llegado al poder,
pues con cada discurso que Kahn daba en las plazas, las masas eran más y más
influenciadas, el control de la nación, aunque no se lo habían dado, había sido auto
adquirido, pues nadie se negaba en ese momento, a su mandato así que de esta manera,
Hitler probo por primera vez el control de una nación, Kahn por otra parte, estaba alegre
de haber hecho lo que Hitler le había dicho que hiciera, en cierta forma Kahn lo veía
como un ejemplo a seguir.
- Tienes un discurso hoy, dijo Hitler
- ¿Es verdad, ya tienes lo que voy a decir? Preguntó entusiasmado Kahn
- Si, lo tengo desde hace un mes, recuerda que este es tu gran día, porque hoy nos
hacemos con todo Prusia y lo vamos a tener a nuestros pies.
- ¿De verdad?
- Si
Ambos estaban muy emocionados, porque para finales de 1938, muchos reporteros
decían que se avecinaba una guerra sin precedentes, porque Prusia quería empezar a
ganar más territorio, y estando en el poder, Hitler podía conducir a Prusia a la victoria, o
eso creía.
Cuando llegaron al lugar del discurso, Hitler se quedó atrás de la tarima en la que
acostumbraba Kahn a subir a hacer toda su “politiquería barata”, como la mencionaban
los reporteros que creían que podían hacer lo que quisieran. Pasadas las 6 de la tarde
Kahn comenzó con su discurso final:
- Desde hace años estamos sufriendo bajo la presión de un problema que nos
planteó el Dictado de Versalles, y que, con su degeneración y sus consecuencias,
han sido devastadoras.  Danzig ha sido y es una ciudad alemana.
- El corredor ha sido y es alemán.  Danzig fue separada de nosotros.  Los polacos se
anexionaron el Corredor.  Como en todas las regiones alemanas del Este, los
habitantes del Corredor han sido maltratados de manera intolerable. 
- En 1919 y 1920, más de un millón de hombres con sangre alemana tuvieron que
abandonar su patria.  Como siempre, intenté obtener una modificación de este
intolerable estado de cosas por medio de proposiciones de revisión pacífica.  Es
una mentira, cuando en el extranjero se declara que nosotros nos servimos sólo de
presiones para obtener nuestras reivindicaciones. 
- Ustedes ya conocen mis proposiciones, en las que exponía la necesidad de
restablecer la soberanía del Reich sobre los territorios alemanes.  Es igualmente
imposible decir que el que, en una situación como esta, toma una iniciativa de las
revisiones, comete una infracción de la ley, porque para nosotros, los alemanes, el
Dictado de Versalles no es una ley.
- Por todo eso, estoy dispuesto:
- Primero, a usar toda mi voluntad para resolver la cuestión de Danzig.
- Segundo, poner toda mi voluntad para resolver la cuestión del Corredor.
- Tercero, estoy decidido a que se modifiquen las relaciones germano-polacas de
manera que ambos pueblos vivan en una relación pacífica.
Estoy resuelto a continuar esta lucha hasta el fin, hasta que el Gobierno polaco actual u
otro Gobierno polaco esté dispuesto a establecer estas condiciones.
No habrá en Alemania ninguna privación que yo no sufra personalmente.  Seré el primer
soldado del Reich alemán.  Me he puesto el uniforme que me ha sido siempre más
querido y sagrado, y no me lo quitaré hasta después de la victoria, a no ser que no pueda
ver el fin de la lucha.
Los vítores y gritos de emoción no se hicieron esperar, todas las personas que estaban en
la plaza se conmocionaron con las palabras dichas por Kahn, ellos creían que el cambio
nunca llegaría, solo tenían que esperar.
- Kahn, lo hiciste perfecto, todo el mundo te ama, el poder al fin es nuestro. Ahora
tenemos que lidiar con los problemas venideros, pues tenemos que aliviar
tensiones de alguna manera con los demás países.
- Cierto, no podemos continuar dejando que todo se quede en palabras, mencionó
Kahn
- Para eso tenemos que comenzar los diálogos con Polonia y con los demás países,
además tenemos que enfrentarnos con la unión europea.
De esa manera, se sentaron las bases del evento que marcaría la historia de la nación.
Capítulo XXI: ¿Era todo verdad?
Kahn y Hitler seguían planeando su plan de acción, cuando una granada cayó como si
fuera enviada del cielo. Ellos no entendían, simplemente se quedaron pasmados, y la
granada explotó, en ese momento, Hitler se levantó de la cama, sin entender qué había
pasado, ¿todo eso era real?, ¿estuvo a cargo de una nación?, conoció a todos los que
creyó conocer?, Hitler no podía saber con certeza, pero una cosa era cierta, lo que sea que
eso haya sido, se sintió demasiado real. Comienza a hacer su rutina diaria, desayuna, se
baña, se cepilla los dientes frente al espejo, pero en ese momento, él se da cuenta que se
veía muchísimo más joven, al menos de unos 26 años de edad, pero. eso quiere decir que
todo fue un sueño?
Hitler, desesperado, prendió su radio y escucho las noticias:
“En primicia, el canciller alemán ha firmado el tratado de Versalles, podemos afirmar que
Prusia ha perdido la guerra”
Hitler se encontraba anonadado, atónito por lo que acababa de escuchar, tanto, que
simplemente enloqueció, empezó a romper todas las cosas de su casa:
- ¡¿¡COMO QUE NO ERA VERDAD!?!
- ES IMPOSIBLE QUE NO FUESE CIERTO, YO LO VI TODO
- ¿COMO ES POSIBLE QUE PENSASE QUE HABÍA OTRA GUERRA
MUNDIAL?
QUIENES SON ANA FRANK, BRANT, ANTON, ROMAN, ¿KAHN?
- ¿¿ELLOS EXISTEN??
- ¿SOY REAL?
- NO PUEDO VIVIR ASI…
Después de unos 15 minutos de pensamientos y sentimientos encontrados, Hitler decide
acabar con su vida, pues no valía la pena vivir así, por lo que agarró un cuchillo, lo
empezó a afilar, escribió todo lo que ocurrió en el sueño y se pegó la nota a su cuerpo:
- Pensaran que estoy loco, pero quien sea que encuentre esto, por favor, publíquese
en la editorial prusiana, estos acontecimientos puede que les sirva a los más
jóvenes a que soñar en exceso está mal, yo no merecía todo este sufrimiento, no
merecía sonar que tenía familia que cuidar, no lo merezco, enserio…
Hitler simplemente pasó el cuchillo por su cuello con la parte más afilada,
instantáneamente empezó a gritar del dolor, pero la sangre que brotaba era tanta, que no
podía decir ni hacer nada, y así, al cabo de 15 minutos, Hitler falleció dejándonos este
relato que perdurará hasta el fin del mundo.

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