Está en la página 1de 2

La religión romana y su reflejo en la romanización de la Bética

El mapa religioso de los pueblos prerromanos se caracteriza por su heterogeneidad


sobre la que se fue superponiendo la religión romana, al compás de la romanización.
Cabe destacar entre los primitivos habitantes de la península el animismo o
divinización de las fuerzas de la naturaleza. No hay restos de templos de esta época.
El mundo de la religión ligado a la ciudad -Estado, con templos en el recinto urbano ,
la aparición de dioses protectores y colegios sacerdotales ciudadanos solo se muestra
en círculos ligados a la colonización fenicia y griega . Destacamos el templo fenicio
en Cádiz dedicado a Melqart, identificado después con el Hércules romano. La
presencia de la religión griega se muestra en las colonias griegas del cabo de Rosas.

Fue el romano un pueblo tolerante en materia religiosa con los demás pueblos. No
solo les permitía adorar a sus dioses y continuar con sus ritos sino que incluso asumió
algunos de ellos. Eso sí, impuso, con un carácter eminentemente político, el culto a
la Tríada Capitolina (Juno, Júpiter y Minerva), el culto al emperador y a la diosa
Roma. Su práctica y organización tenía un objetivo político: la aceptación de la
soberanía y poder supremo de Roma. Este culto se vertebraba a través de los templos,
de los que conocemos su existencia en Urso, Baelo e Hispalis. Asímismo estos cultos
se canalizaban a través de una organización perfectamente reglada jurídicamente
como se atestigua en la ley fundacional de Urso.

El culto a la diosa Roma no alcanzó gran difusión en las provincias hispánicas, en


cambio, la importancia alcanzada por el culto a la Tríada Capitolina se registra en la
ley de la fundación de la colonia Urso (Osuna), en la que se estipula la obligatoriedad
de que los ediles organicen tres días al año juegos en honor a ella, mientras que solo
se le dedicaba uno a la diosa protectora de la ciudad, Venus.

También arraigó el culto a los antepasados vertebrado por el pater familias. En las
casas suele haber un lugar para el lararium donde estatuillas representaban a los
Manes, espíritus de los muertos familiares, Lares, los que cuidaban de la unidad
familiar y Penates que eran los protectores de la despensa.

Se atestigua también, por sus representaciones en estatuillas, esculturas y mosaicos,


el culto a Dionisos en su faceta de dios de la vid, y a Mercurio como patrono de los
artesanos.

Junto a la religión romana se intensificaba y difundía la presencia de los cultos


orientales. El dios Mitra, llamado el “invicto” penetró en la península estrechamente
ligado a los contingentes militares. Destacamos el Mitreo en Mérida. Las divinidades
egipcias de Isis y Serapis se adoraron especialmente entre las clases privilegiadas y
están documentadas en Baelo, Cabra y Emérita. Los dioses orientales que más
presencia tienen en la península son Cibeles y Apis.

El cristianismo, como fenómeno histórico, es una más de las religiones orientales que
se extienden durante el Alto Imperio y por los mismos ambientes, pues su mensaje de
experiencia íntima y de salvación contrasta con la frialdad de la religión tradicional
romana. En nuestra península encontramos los primeros datos de comunidades
cristianas en el siglo I a.C. en Caesaraugusta y Legio. Desde mediados del siglo I de
nuestra era, el cristianismo se difundió en Roma entre las clases más desfavorecidas
de la población que encontraron consuelo en su mensaje de amor y fraternidad
universal y en la recompensa en la vida eterna. Primero fue perseguido
principalmente porque, al ser una religión monoteísta, los cristianos se negaban a
rendir culto al emperador. La más sangrienta persecución tuvo lugar en tiempos de
Nerón, que les imputó el incendio de Roma. Acabó por imponerse en Roma y, de ahí,
en las provincias. El Edicto de Milán, promovido por Constantino en el 313,
proclamó la libertad de culto. El Edicto de Tesalónica (Teodosio) en el 380 convirtió
el cristianismo en la religión oficial del Imperio. Así, la religión mayoritaria en la
península Ibérica es ,también, una herencia romana.

También podría gustarte