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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES

DR. JOSÉ MARÍA LUIS MORA

“La zona de la Alameda Central: La fuerza de pasado y


el retorno a la ciudad”

T E S I S
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE
MAESTRA EN ESTUDIOS REGIONALES
P R E S E N T A :
ADRIÁN HERNÁNDEZ CODERO

Director: Dra. Eulalia Ribera Carbó

México, D.F. Septiembre de 2009.

Esta Investigación fue realizada gracias al apoyo del


Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
Agradecimientos

Este trabajo está dedicado a mí familia, especialmente a mis padres, Concepción y


Oscar. Ellos, con su ejemplo y educación, me enseñaron que lo sueños son
realizables con el esfuerzo cotidiano. Les agradezco que hayan forjado en mí
formación humana valores como el trabajo, la constancia, la disciplina, el respeto
y la tolerancia. Asimismo, les correspondo su respaldo total en todas mis
decisiones.

Hago patente mi gratitud a la Dra. Eulalia Ribera, quien fungió como la


directora de tesis. Su disposición y comentarios fueron trascendentales para guiar a
buen puerto este trabajo. También agradezco a los lectores, al Dr. Fernando
Aguayo, sus aportes fueron notables para consolidar la estructura del documento.
El Dr. Sergio Tamayo, con su aguda mirada, sugirió modificar o incluir elementos
claves para apuntalar la investigación.

Agradezco al grupo de profesores que formó a la XI generación de la


Maestría en Estudios Regionales. Especialmente dirijo mi reconocimiento al Dr.
Ricardo Yocelevsky, un gran maestro que con su sabiduría no sólo dictó
enseñanzas académicas sino de vida.

También reconozco los comentarios de los integrantes del seminario de


tesis Territorio y Cultura. Transformaciones del espacio. Del mismo modo, las
discusiones en el Seminario de tesis de posgrado de la UAM-Azcapotzalco,
dirigido por el Dr. Sergio Tamayo, fueron relevantes para la investigación.
Especialmente agradezco el apoyo de la Mtra. Edna Vega, quien se interesó en mi
tema de investigación y proporcionó importantes materiales bibliográficos.

También quiero agradecer al personal del LAIS, su apoyo técnico en la


consulta de fotografías aéreas. El. Lic. Felipe Leal me facilitó desinteresadamente
información referente a salas cinematográficas en la ciudad.
Muestro mi reconocimiento a la Coordinación de la Maestría en Estudios
Regionales, especialmente a Priscila Melo por su trabajo y entera disposición para
facilitar las tareas académicas.

Finalmente, Deni, gracias por tu cariño, apoyo y compañía codo a codo en


esta importante fase de la vida.
Índice

Introducción 5

Capítulo 1. Referentes conceptuales de las políticas de gentrificación 12


1.1. La centralidad urbana 12
1.1.1. La centralidad urbana: ¿Reestructuración? 18
1.1.2. Decadencia y renovación: los claroscuros de los Centros Históricos 22
1.2. La gentrificación: el retorno a la ciudad 25
1.2.1. Henri Lefebvre y el regreso a la vida urbana 26
1.2.2. Neil Smith y la ciudad revanchista 27
1.2.3. David Ley. El arte y los artistas como instrumentos gentrificadores 28
1.2.4. Las utopías urbanas 29
1.2.5. Una propuesta integral de la gentrificación 31
1.3. Las políticas públicas. Una aproximación 33
1.3.1 Políticas urbanas 36
1.4. Los imaginarios urbanos: la otra visión de la ciudad 40
1.4.1 Los andamios imaginarios de los proyectos de ciudad 42
1.4.2 Los imaginarios de la renovación de los Centros Históricos 43
1.5 Conclusiones 45

Capítulo 2. La Alameda: proyectos y realidades 47


2.1 La Alameda entre la ciudad de la conquista y la ciudad colonial 48
2.2 La Alameda y las Reformas Borbónicas 54
2.3 Ignacio de Castera y la higienización de la ciudad 58
2.4 Tadeo Ortiz y el Barrio Imperial 62
2.5 La Alameda y los promotores inmobiliarios 65
2.6 La Alameda, el nuevo centro de la ciudad: De la calle 5 de Mayo al
Palacio Legislativo 69
2.7 El Plan Regulador de Carlos Conteras, 1933 76
2.8 La modernidad en la Alameda 80
2.9 La Alameda del deterioro puntual a la destrucción masiva 88
2.10 Conclusiones 94

Capitulo 3. Del Plan Alameda al Programa Parcial de Desarrollo Urbano


Centro Alameda. 96
3.1 El neoliberalismo en la ciudad de México 97
3.2 El origen del plan Alameda: la rentabilidad económica 99
3.3 El otro Plan Alameda: “este es nuestro barrio. Aquí vivimos y
aquí nos vamos a quedar” 104
3.4 La imposición del Plan Alameda: ¿Dónde quedaron los habitantes? 107
3.5 Las primeras piedras del Plan Alameda: la asimilación de los
habitantes disidentes 111
3.6 La implementación del Plan Alameda: La recolección de lo sembrado 115
3.7 El PPDUCA, un triunfo de la planeación 122
3.7.1 La Alameda: una zona deteriorada 122
3.7.2 ¿Qué propuso el PPDUCA? 128
3.8 Conclusiones 132
4. Evaluación de la renovación urbana en la zona de la Alameda
¿Existe gentrificación? 134
4.1 El repoblamiento en la zona de la Alameda ¿Una política exitosa? 135
4.2 Para quién es la vivienda en el Plan PPDUCA 139
4.3 El mayor éxito del PPDUCA: La reactivación económica 144
4.4 El regreso de la industria cultural a la Alameda 151
4.5 La gentrificación en la Alameda: Un fenómeno excluyente 156
4.5.1 La planeación participativa en el Plan Alameda ¿tuvo sentido? 156
4.5.2Tompkins Square Park y La Alameda:
Un modelo de ciudad excluyente 160
4.6 Los imaginarios urbanos debajo al PPDUCA 166
4.6.1 El rescate de la Alameda 167
4.6.2 La Alameda. De nueva cuenta el Centro 167
4.6.3 La Alameda y la construcción de estereotipos de la
nacionalidad mexicana 169
4.6.4 El regreso a la Alameda: ¿imaginario posmoderno o
patrimonialista? 170
4.7 Conclusiones 174

5. Conclusiones 176
Bibliografía 183
Introducción

En las últimas tres décadas las nociones de centralidad urbana se han transformado,
principalmente por el descenso en la densidad de población y la degradación en los
espacios centrales; ambos fenómenos se presentan mayormente en los Centros
Históricos, éstos aparecen abandonados y deteriorados morfológica y socialmente. El
detrimento de los viejos centros urbanos es grave. Algunos autores1 identifican en dicho
sitio varios males como la marginación, el deterioro ambiental y social, la delincuencia
y la desesperanza.

Con la intención de solucionar las problemáticas que aquejan a los Centros


Históricos surgen políticas, movimientos y tendencias más o menos generalizadas,
principalmente en Estados Unidos y en Europa Occidental, aunque posteriormente el
fenómeno se extenderá también hacia América Latina. La renovación de los Centros
Históricos consiste en un conjunto de mecanismos de intervención pública y privada
para la recuperación de los espacios más importantes de la ciudad, tanto por su papel
estratégico, como por su simbolismo. La renovación urbana “supone una
transformación radical de los barrios afectados desde el punto de vista social,
morfológico y funcional”.2

En este sentido se plantea el presente trabajo. La investigación analizó la zona de


la Alameda Central de la ciudad de México, en relación con las actuales políticas
públicas impulsoras del proceso de gentrificación. Asimismo se identificaron los
imaginarios urbanos subyacentes al proyecto de planificación que implica elitización,
así como el regreso de las clases medias y altas al Centro Histórico y, en concreto, a la
zona de la Alameda.

Se decidió trabajar desde la perspectiva geográfica e histórica; ya que fue


posible abordar el problema de interés al menos desde dos perspectivas: la temporal,
abordando el estudio de la sociedad en una perspectiva de “larga duración”, y la
espacial concebida como la relación existente entre las prácticas sociales y espacio. Esta
última se pensó en niveles interrelacionados, donde convergen las “representaciones del

1
Garrocho, “Centro”, 1995
2
Martínez, “Centros”, 2001, p.97

5
espacio” (espacio de los planificadores) y el “espacio de las representaciones”3 (espacio
de los habitantes). Asimismo, la concordancia entre espacio y tiempo permitió la
coyuntura de diferentes escalas geográficas.

Recientemente se ha producido gran cantidad de material académico, desde


diversas perspectivas, sobre los cambios urbanos en la Alameda Central. Dentro del
abanico acercamientos surgen trabajos antropológicos; Makowski 4 destaca la cuestión
de la exclusión y marginación de algunos grupos sociales, como vagabundos y niños de
la calle que se apropiaron de la Alameda. También desde una perspectiva literaria-
sociológica, hay trabajos que reflexionan sobre algunas prácticas populares en la
Alameda contemporánea. Igualmente constan documentos centrados en la dimensión
histórica, que se orientan en el análisis de la construcción y en las adecuaciones del
paseo urbano; además, en ésta misma línea hay otras investigaciones que estudian
ciertos periodos históricos. Del mismo modo, los relatos y narrativas de viajeros y
excursionistas sobre la Alameda son de gran importancia, debido a la descripción de las
prácticas cotidianas en diferentes épocas. Los trabajos estéticos de la Alameda no
pueden ignorarse, fijan su mirada en composiciones plásticas de diversa índole, además
la catalogan como un museo al aire libre por sus esculturas y fuentes. Existe otro grupo
de documentos que centran su interés en el mural Sueños de una tarde dominical en la
Alameda Central, de Diego Rivera. A la par, se identificaron documentos de psicología
social que piensan la Alameda como un espacio comunicativo recreador de significados.
También la arquitectura presta atención a la zona de estudio examinando las corrientes
arquitectónicas presentes en la Alameda Central. Últimamente se han producido
publicaciones sobre el proyecto de renovación urbana de la zona sur de la Alameda, las
cuales interpretan los cambios desde la gestión urbana, el mercado inmobiliario, y el
diseño urbanístico. 5

La presente investigación se aproxima al último bloque de trabajos, aunque


estudia no sólo el nivel de los hechos o de las acciones de las políticas públicas, sino

3
Soja, Thirdspace, 1996.
4
Makowski, “Alameda”, 2004. García, “Alameda“, 2001. Castro, “Alameda”, 2001. Magdaleno,
Alameda, 1956. Vásquez, “Espacios”, 1999. Martínez, “Teatro”, 1991. De Gortari y Hernández,
Memorias, 1988. Castro, “Alameda”, op. cit. Tibol, “Sueños”,2001. Ugalde, “Sueño”, 1997. Zurían,
“Sueño”, 2001. Macías, “Alameda”,1992.
5
Andrade, Regeneración, 1993. Cepeda de León, “Distrito”, 2005. Herzog, “Globalización”, 2004.
Tomas, “Perspectivas”,1994.

6
también se ocupa de la dimensión imaginaria de éstas, teniendo en cuenta las rupturas y
continuidades del y con el pasado.

El trabajo realizado complementa y continúa la tesis de licenciatura La Alameda


Central en domingo: fiesta, laberinto y mosaico espacio-temporal,6 desde otros ángulos
de mirada. En aquella se analizaron las prácticas de uso diferencial y apropiación del
espacio de los grupos coexistentes en un día domingo en la Alameda Central de la
ciudad de México y su vinculación con la renovación urbana. Sin embargo, fue un
acercamiento a los usuarios del lugar y se dejó de lado la planeación urbana que
implica el proceso de gentrificación en la zona de la Alameda. Esta ausencia es el
motivo de la presente investigación.

Los objetivos de la investigación se centraron en:

a) Analizar la escala global y local las políticas públicas de renovación urbana en


el Centro Histórico de la ciudad de México y sus implicaciones socio-
espaciales, concretamente en la Zona de la Alameda.

b) Indagar los diversos imaginarios urbanos que subyacen a la planeación urbana,


específicamente a los programas de renovación urbana de la Alameda y su
entorno. La intención es evidenciar que existen imágenes, imaginaciones y
formas de representación, en otros términos, imaginarios urbanos7 que originan
estrategias para el regreso al Centro Histórico de la población perteneciente al
los estratos económicos medios y altos, así como de ciertas actividades
económicas y culturales, vinculadas con un proyecto competitivo y global de
ciudad.

c) Demostrar cómo a través de la re-lectura de la historia urbana se puede


vislumbrar el tiempo venidero de ciertos fenómenos e interpretar el presente de
la ciudad.

6
Hernández, “Alameda”, 2006
7
Lindón et al., “Lugares”, 2006

7
Las metrópolis en su construcción a lo largo del tiempo mantienen rasgos
innegables de su pasado, que se hacen evidentes en las formas espaciales, en “inercias
dinámicas”,8 pero sobre todo en la estructura urbana.9 Ésta es el soporte material de la
ciudad, su construcción es un proceso de larga duración y, por ende, difícilmente puede
cambiarse intempestivamente. Sin embargo, en la ciudad ocurren dos procesos
relacionados: “una expansión física de su territorio que abre nuevos espacios para cubrir
necesidades renovadas, y una recomposición de lo ya construido e instituido”.10 Aquí
nos centraremos en la segunda temática. Las hipótesis que guiaron el documento fueron:

a) Las políticas públicas de gentrificación intentan restaurar y renovar el casco


antiguo de la ciudad de México, con la intención de facilitar el retorno a él de las
clases medias y altas. En este sentido, la zona de la Alameda Central será
relevante porque figura como la zona financiera del Centro Histórico; allí se
instalarán las grandes inversiones del capital global y nacional interesado en
dicho espacio. 11

b) Las intervenciones en la zona de la Alameda están sustentadas en imaginarios


higienistas, “revanchistas”12 y míticos del pasado. Para el discurso público dicha
zona está degradada tanto económica como funcionalmente y, además,
aglomera problemas sociales como el de la vivienda de sectores populares, la
delincuencia y la contaminación ambiental. Por estos motivos se diseñan
políticas públicas que intentan sanear y preservar dicho espacio en dos
direcciones: expulsar a las clases populares y sus males, así como la recreación
de un pasado mitificado.

8
Santos, Geografía, 1990
9
Por estructura urbana se entiende la forma y organización del espacio urbano, se compone de las vías de
comunicación, las edificaciones, el equipamiento, la infraestructura y los espacio públicos.
10
Hiernaux, “Imaginarios”, 2005
11
Herzog, “Globalización”, 2004t.
12
La ciudad revanchista, según Smith (2000) se refiere al fenómeno en las ciudades estadounidenses por
medio del cual las clases medias blancas intentan recuperar alguna parte de la ciudad que les perteneció y
que está en manos de grupos étnicos diferentes, pobres y marginales. Generalmente el espacio a recuperar
es el downtown, en el cual habitaban las clases medias a inicios del siglo XX; sin embargo, con la
proliferación de suburbios abandonaron paulatinamente dicho espacio que fue re-habitado por
inmigrantes, negros y pobres. El revanchismo urbano funciona a través de la promoción del mercado y
la vigilancia y/o violencia policial contra los grupos señalados.

8
c) Las políticas públicas de gentrificación en el perímetro de la Alameda han
impulsado un tipo de renovación en el sector servicios y no en el ramo
residencial, aunque sí existen complejos habitacionales en los alrededores, como
es común en dicho proceso global. Se considera que este es un nuevo tipo de
gentrificación.

d) A pesar de la gentrificación en el perímetro de la Alameda, en el jardín la


renovación aún es incipiente, puesto que hasta el momento no hay evidencia de
un reemplazo total de los antiguos usuarios. Las prácticas de algunos grupos
populares permanecen, a pesar de los nuevos eventos culturales dirigidos a las
clases medias. Además éstas son atraídas por el revitalizado perímetro en
función del sector terciario y la oferta cultural.

En un principio la forma de cuestionar la realidad en la investigación se planteó


de manera cualitativa, sin descartar los datos cuantitativos. Sin embargo, en el proceso
de investigación se decidió invertir la relación planteada y se optó, por la pertinencia del
trabajo, hacia la metodología cuantitativa complementándola con lo cualitativo.

El tipo de diseño de la investigación consistió en un estudio de caso, éste permitió


analizar la situación de la zona de la Alameda de forma profunda y detallada. La
investigación realizó un repaso general sobre la gentrificación, lo que permitió
enmarcar y comparar el estudio de caso con otros fenómenos de elitización en el
mundo, concretamente con la situación paradigmática de Tompkins Square Park, Nueva
York.

Las técnicas utilizadas en el presente trabajo fueron:

• Entrevistas semiestructuradas. Se planteó realizarlas a informantes claves y a los


sujetos involucrados en el proceso de renovación urbana, como funcionarios
públicos, líderes sociales, y nuevos y viejos habitantes de la zona de la Alameda.
El propósito consistía en reunir las múltiples voces de los actores sociales
involucrados en la elitización del espacio de estudio. No obstante, en la
delimitación de la investigación se decidió omitir las entrevistas a los habitantes
debido a que rebasaban los objetivos de la tesis, sin embargo, creemos que es

9
una parte fundamental que deberá ser rescatada. El acercamiento a las posturas
de los habitantes de la zona se efectúo de modo indirecto mediante algunos
trabajos académicos que tratan el tema y por notas periodísticas. Únicamente se
entrevistó a los políticos y planeadores involucrados en el Proyecto Alameda, así
como algunas autoridades públicas del Gobierno del Distrito Federal implicadas
en la planeación urbana. La intención de acercarse al testimonio de éstos
radicaba en conocer su experiencia en la confección, implementación y
evaluación de las políticas de renovación en la zona de la Alameda. Asimismo se
buscó conocer cómo se generó el Plan Alameda fuera del ámbito oficial, es
decir, en los acuerdos políticos, los intereses dominantes y los imaginarios
urbanos que subyacen a la renovación. Poder acercarse en algunos casos a estos
personajes fue complicado debido a sus cargas de trabajo e incluso el Arq.
Ángel Mercado se negó a conceder la entrevista, debido a que no deseaba saber
nada del tema porque estaba decepcionado con lo que ocurrió en la Alameda.

• Observación directa y dirigida. La cual consistió en recoger información


directamente en el campo sobre ciertos tópicos de interés. En este caso se realizó
un registro sistemático de la transformación en materia de renovación urbana,
sobre todo en los cambios de usos suelo, en las nuevas edificaciones y el tipo de
habitantes.

• Etnografía en espacios públicos. Dicha técnica ayudó a identificar las prácticas


sociales, así como interpretar los códigos socio-culturales de éstas. El
acercamiento se sistematizó a través de un diseño etnográfico que contempló: la
delimitación de la Alameda, la identificación de actores y prácticas, el uso
diferencial y apropiación del espacio, y la temporalidad de las prácticas.
Finalmente la información obtenida por esta técnica ocupó una mínima atención
debido al curso que tomó la investigación, más ligada a cuestiones de planeación
urbana y no tanto a un acercamiento a los habitantes y practicantes de la
Alameda.

• Análisis de contenido. Fue de relevancia para analizar las declaraciones y


discursos de las autoridades involucradas en el proceso de gentrificación en la
Alameda.

10
En un primer momento de la investigación se realizó una revisión de fuentes de
información histórica, específicamente literatura referente a la historia urbana, crónicas,
relatos de viajeros, mapas, planos, literatura y obras pictóricas. Esto permitió situar a la
Alameda en la dimensión histórica. Posteriormente para el análisis actual del proceso de
gentrificación se recurrió a la exploración de fuentes primarias, como son los planes
metropolitanos de renovación urbana, discursos de las autoridades públicas, datos
estadísticos, mapas y planos.

La investigación se divide en cuatro apartados. En el primer capítulo se presenta


una discusión teórica en la que se enmarca la tesis, la cual está cimentada en torno a
tres conceptos fundamentales: la gentrificación, las políticas públicas, y los imaginarios
urbanos. El segundo apartado es la bisagra entre lo teórico y lo práctico, debido a que es
un análisis histórico de la zona de la Alameda. La intención es dilucidar qué papel
desempeñó el espacio de estudio en la ciudad de México en diferentes épocas. En el
tercer capítulo se analiza el origen y el diseño del Plan Alameda en 1991 y sus diversas
mutaciones durante la década de los noventa hasta llegar al Programa Parcial de
Desarrollo Urbano Centro Alameda (en adelante PPDUCA), aprobado en el año 2000 y
en el que se sustentó el actual proceso de gentrificación de la zona de la Alameda. El
cuarto capitulo evalúa, desde una perspectiva de las ciencias sociales, la
implementación de las políticas de renovación urbana de la zona de la Alameda. La
intención es conocer sí en el espacio de estudio existe gentrificación y cómo se
caracteriza. Finalmente en las conclusiones se retoman las hipótesis para refutarlas o
reformularlas.

11
1. Referentes conceptuales de las políticas de gentrificación

En la época actual marcada por la globalización, las metrópolis pasan por cambios
análogos en el orbe, dichas transformaciones reconfiguran su estructura urbana y sólo
pueden dilucidarse teniendo presente la articulación entre las particularidades locales y
las tendencias globales.

El espacio urbano se caracteriza por dos procesos urbanos, la expansión


periférica y la refuncionalización de los espacios centrales. Las bases teóricas de este
último tema se analizan en el presente documento, con la intención de cimentar la
investigación.

La estructura del capítulo se organiza en relación con los conceptos que guían la
investigación. Primero se presentan las nociones de la centralidad urbana validas para la
ciudad de México; asimismo, se ahonda en el debate referente del modelo de ciudad
mono o policéntrica. Después se analizan las características de la gentrificación y sus
principales posturas explicativas. Posteriormente, se lleva acabo una aproximación al
término de política pública, y se describe el proceso de éstas (conceptualización, diseño,
implementación y evaluación) para analizar el caso de estudio en los capítulos
posteriores. Finalmente, se abordan la temática de los imaginarios urbanos, los cuales
desempeñan un papel relevante en la renovación urbana de los Centros Históricos.

Debido a la naturaleza conceptual del capitulo las fuentes consultada fueron


secundarias. Se retoman a autores de diversas posturas teóricas para poner a dialogar, y
en su caso confrontar sus argumentos, en aras de construir el andamiaje teórico de la
tesis.

1.1. La centralidad urbana

Las ciudades desde su fundación responden a la aglomeración, debido a que surgen por
medio de un núcleo que concentra personas, actividades económicas, sociales y
culturales. Con el devenir del tiempo el espacio urbano se expande y el centro urbano
adquiere mayor jerarquía en la provisión de bienes y servicios respecto su área de
influencia. Sin embargo, el mismo crecimiento urbano ocasiona que a mayor distancia

12
del centro aumenten los precios de los productos y servicios, lo que ocasiona la creación
de nodos en otras zonas de la ciudad y, que sin embargo, no dejan de estar ligados al
centro original.

Existen diferentes perspectivas sobre la centralidad urbana como son: Ciudad


Central, Ciudad Interior y Centro Histórico, dichas categorías suelen usarse
indistintamente generando confusiones. A pesar de considerar a las zonas centrales
como sitios de poblamiento fundacional, existen discrepancias en el nivel de la escala13
y de la temporalidad. A continuación se detalla cada postura:

La Ciudad Central. Para Garrocho14 se define como la zona de transición entre


el antiguo centro o el Distrito Central de Negocios y los suburbios (en clara alusión al
modelo de anillos concéntricos de Burgess). La zona de transición se caracteriza por
concentrar el área residencial, los comercios, así como la antigua industria, aunque se
debe considerar que la Ciudad Central no es necesariamente continua, ni tiene límites
exactos.

La Ciudad Central comienza a ser considerada y nombrada en las primeras


décadas del siglo pasado. El viejo casco urbano articuló las funciones urbanas, pero
también se extendió sobre los arrabales.

Los orígenes de lo que se podría considerar como la Ciudad Central en la ciudad


de México se ubican entre el periodo 1900 y 1930. Las últimas décadas del siglo XIX
fueron de aceleradas transformaciones para la capital mexicana, la urbe se vuelve
irreconocible y su población crece más del doble. La metrópoli transita de 200, 000 a
470, 000 habitantes; mientras la superficie es triplicada, paso de 2,700 a 90,000
hectáreas.15 El surgimiento de otro modelo de ciudad es indudable, la ciudad pequeña y
bien delimitada pasaba ser de bordes borrosos. De esta manera se formó la primera
conurbación de la ciudad; igualmente se modificaron los límites administrativos en
1929, dicha metamorfosis amplió la ciudad a tres municipalidades vecinas que formaron

13
La escala se considera como la relación entre el tamaño concreto y la complejidad real de las cosas.
Reboratti, Ambiente,2000
14
Garrocho, “Centro”, 1995
15
Delgado, “Patrón”, 1988; Gruzinski, Histoire, 1996

13
el Departamento de Distrito Federal. En el año de 1941 el territorio denominado sede
del Departamento Central fue designado como ciudad de México; cabe mocionar que en
1970 la ciudad de México se disolvió en cuatro delegaciones: Benito Juárez,
Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza. A partir de entonces se comenzó
a usar el termino Ciudad Central como sinónimo de la vieja delimitación de la ciudad y
de las recientemente creadas unidades políticas-administrativas.

La Ciudad Interior. Según Terrazas,16 se entiende como la zona donde se expanden las
funciones del Centro Histórico. Es un concepto relacionado meramente con las
funciones y actividades económicas de la ciudad, así se comienza a generar distinciones
entre centro urbano y Centro Histórico. El primero remite a la funcionalidad urbana
como la concentración de actividades económicas y el segundo se caracteriza por la
congregación de la centralidad temporal. Es en este momento que para algunos autores
surge el Centro Histórico, como anhelo de un pasado contenido la rica historia de la
ciudad17. El Centro Histórico se mantiene como un icono de la ciudad, pero comienza a
perder funcionalidad. Sin embargo, aquí se argumenta lo contrario, el Centro Histórico
por su pasado y por sus ventajas competitivas sigue siendo un espacio vigente y
codiciado.

Es tan poroso el límite entre ciudades que algunos autores los usan como
sinónimos18 y otros19 consideran que la Ciudad Central se ha convertido en la Ciudad
Interior, y las áreas circundantes conforman la Ciudad Exterior. Esto fue concebido a
partir de la década de los años cincuenta del siglo pasado.

En la propuesta de Terrazas una de las diferencias entre la Ciudad Interior y la


Ciudad Central radica en considerar que la primera no únicamente puede ubicarse en el
centro de la ciudad como la segunda, sino que es posible su conformación en algunos
suburbios, y se remite la economía de aglomeración. Paradójicamente dicha noción de
centralidad se encontraría en la periferia de la urbe, tal expresión urbana no puede
considerarse como una forma de centralidad sino más bien de nodalidad. Las nociones

16
Terrazas, “Ciudad”, 1988
17
Carrión, “Introducción”, Nf
18
Kennedy y Kennedy, “Introducción”, 1978
19
Erber, “Ciudad”, 1978

14
del centro de la ciudad analizadas en el presente documento remiten al centro
geométrico de la ciudad y a sus dimensiones simbólicas, culturales e históricas.

En el Distrito Federal durante los años cincuenta del siglo pasado la Ciudad
Central redujo su importancia, y se extendió hacia las antiguas zonas habitacionales que
la rodeaban. La urbanización de las clases adineradas se dirigió hacia el sur poniente de
la ciudad, mientras que los estratos populares se emplazaron hacia el nororiente, sin
embargo, las funciones de comercios y servicios especializados se mantuvieron en el
antiguo centro.

Con el arribo de población pobre al centro la Ciudad Interior se identifica como


una zona de conservación de la vivienda popular, motivo que explica la alta densidad de
población de dicha zona en relación con la periferia. La vivienda se combina con usos
del suelo diversificados, generalmente dirigidos al comercio y a los servicios. Tan sólo
la Ciudad Interior mantuvo más de dos tercios de la generación de valor en el sector
comercio y casi tres cuartes partes del ramo servicios.20 No obstante, es hasta la
década de los años ochenta cuando la Ciudad Interior albergaba a un millón de habitante
en 4, 000 hectáreas. Los límites de la Ciudad Interior son: Avenida Manuel González
(Eje 2 norte), Avenida Anillo de Circunvalación, Avenida Baja California (Eje 3 sur) y
Avenida Constituyentes.21 Por otro lado, el ejemplo más representativo de la Ciudad
Interior en la periurbanización es el caso del nodo Santa Fe, la zona agrupa empresas
especializadas en el sector servicio y centros de consumo.

El Centro Histórico. Se define como el viejo casco urbano donde se fundó la


ciudad colonial del antiguo régimen, y en algunos casos de tal sitio proviene el mito de
origen de la constitución del Estado-nación; el Zócalo de la ciudad de México es un
ejemplo. El Centro Histórico también se caracteriza por aglutinar las construcciones con
gran valor histórico y patrimonial, por su arquitectura y simbolismo que conforman un
mosaico de temporalidades. La noción histórica de los centros hace que se piensen
como estáticos, no obstante, son categorías restrictivas que en ocasiones no permiten

20
Sobrino, “Estructura”, 2000
21
Terrazas, “Ciudad”, 1988

15
vislumbrar que tales espacios pasan por profundas transformaciones arquitectónicas,
sociales, económicas y funcionales; los centros históricos están activos.

Generalmente los Centros Históricos, en Latinoamérica, coinciden con los


límites de la ciudad premoderna, ya que partir del fin del siglo XIX se hace evidente una
expansión física de la urbe, vinculada con la salida del centro de las clases medias y
altas por considerarlo obsoleto y fuera de moda. La ciudad pequeña y bien delimitada
paso a ser de bordes borrosos y receptora de movimientos migratorios significativos.

En la ciudad de México durante el año de 1824 el Congreso de la Unión decretó


la creación del Distrito Federal, tomando como centro a la Plaza de la Constitución y un
radio de 8 380 metros. El Centro Histórico adquirió tal denominación en 1980 por un
decreto presidencial. En 1987 la UNESCO declaró al Centro Histórico Patrimonio de la
Humanidad.

El Centro Histórico comprende alrededor de 9.7 kilómetros cuadrados y se


divide en dos perímetros, la zona A que comprende 3.2 kilómetros y corresponde al
casco antiguo de la ciudad virreinal. La zona B engloba más de 5 kilómetros y
representa un área de transición entre el viejo centro y la ciudad moderna. El primero
aglutina la atención de las autoridades porque agrupa a la mayor cantidad de sitios
históricos (1680), por lo tanto, es la zona enaltecida por el discurso oficial.

Con el avance de la urbanización se conformó la Ciudad Central, la Ciudad


Interior y los suburbios, con este proceso de relocalización y descentralización de las
actividades económicas, políticas y culturales. El antiguo centro perdió relevancia,
aunque se reconoce por su carácter histórico y se propugna por su conservación. En el
dibujo Zonas Centrales de la ciudad en relación con su difusión territorial (Figura 1) se
resume gráficamente la aparición y extensión de las diferentes concepciones de
centralidad urbana; el modelo es válido para algunas ciudades latinoamericanas, ya que
en las metrópolis europeas el Centro Histórico no coincide con el centro geométrico, y
en las urbes estadounidenses dicha figura es prácticamente inexistente.

16
Figura 1

Elaboró: Adrián Hernández Cordero

Las nociones analizadas corresponden a diferentes escalas en el ámbito del


espacio urbano, así como a disímiles temporalidades; lo anterior ocasiona que los
conceptos y su aplicación empírica se yuxtapongan. El repaso sobre la centralidad
urbana se fundamenta en explicar a grandes rasgos la conformación de la estructura
urbana evidenciando que la ciudad es resultado de un proceso histórico. En síntesis, el
espacio del original emplazamiento urbano con su expansión transita a la Ciudad
Central, sustentada en la postura de los anillos concéntricos. Ésta es la principal
limitación de dicho planteamiento, debido a que en tal propuesta la ciudad parte de un
Central Business District y no de una plaza como es el caso de las ciudades
latinoamericanas. El concepto de Ciudad Central surge y aplica principalmente para el
modelo de los años veinte de las ciudades estadounidenses, la realidad de la ciudad de
México dista mucho de sus símiles norteamericanas. Posteriormente se habla de la
Ciudad Interior que no es más que un tipo de centralidad urbana descentrada
simbólicamente, es decir, se considera como un sitio que aglomera funciones
principalmente económicas y habitacionales. Igualmente es una postura que se
identifica flujos económicos, de personas y mercancías entre el centro(s) urbano(s) y la
periferia a escala metropolitana, dejando de lado el peso de la historia. Aunque no es
esquivo haber revisado las nociones de centralidad debido a su importancia en la
conformación del espacio urbano. Para los fines de esta investigación el concepto y la

17
escala de análisis será el Centro Histórico, específicamente la zona sur de la Alameda
Central. Los términos examinados sirven para contextualizar el crecimiento y expansión
del la ciudad colonial y su conceptualización como Centro Histórico. En el caso de la
ciudad de México, el Centro Histórico atravesaba por un proceso de deterioro, por lo
que se confeccionaron iniciativas para restituir su funcionalidad, así como para rescatar
su representación simbólica, sustentando en su carácter histórico y patrimonial.

1.1.1. La centralidad urbana: ¿Reestructuración?

La ciudad concentra personas, información, industrias, comercios, cultura y poder


político. En las últimas tres décadas se ha reinterpretado el concepto de la centralidad
urbana, los procesos productivos se fragmentan en el espacio y tiempo, y favorecen la
periurbanización. Las funciones administrativas, directivas y de innovación tecnológica
se reconcentran en nodos emergentes que disputan con el antiguo centro de la ciudad la
articulación de las actividades sociales; esto se conoce como el modelo de ciudad
policéntrica. Dicho arquetipo urbano generalmente aplica para las ciudades
estadounidenses, donde no existe un centro y una plaza de fundación que configuró la
estructura urbana. En la ciudad de México el centro de la ciudad o, mejor dicho, la
Ciudad Central mantiene su primacía sobre el resto de la ciudad. Aunque las
dimensiones políticas, económicas y religiosas continúan difusamente presentes en el
Centro Histórico pero ya no con el poder de decisión con el que contó hace unas
décadas.

Para responder al cuestionamiento sobre la existencia de la reestructuración de la


centralidad urbana resulta imperativo revisar la conformación histórica de la ciudad de
México. La metrópoli mexicana así como sus pares latinoamericanas tenía, como
menciona Romero,22 un objetivo en común: asegurar el dominio colonizador. En este
contexto es que la ciudad colonial surge a raíz de un trazado de damero que facilita el
control de la sociedad; el trazado partía de la Plaza Mayor que fungía como centro
geométrico y funcional de la ciudad. El tejido urbano se configuraba por un tipo de
anillos concéntricos; las instituciones estatales, religiosas y económicas se instalaban en
la Plaza Mayor, mientras que la elite comercial colonizadora ocupaba las calles
22
Romero, Latinoamérica, 1976

18
aledañas. Las clases letradas así como los artesanos y personas dedicadas los oficios se
localizaban en la zona de transición entre los españoles y las parcialidades indígenas.
Fue hasta la mitad del siglo XIX con las Leyes de Reforma que el plano de la ciudad
comenzó a sufrir transformaciones. La laicización del Estado implicó que en la ciudad
se expropiaran predios para prolongar el trazado ortogonal, y además, para que las
propiedades clericales entraran el mercado inmobiliario, debido, entre otras
circunstancias, a que el Estado se encontraba ávido de recursos financieros. A la par
durante este periodo se produce el ensanche de la ciudad que rebasó los límites de la
ciudad colonial. 23

Durante las postrimerías del siglo XIX y los albores del siglo XX la ciudad de
México se caracteriza por el crecimiento y la transformación de su población, así como
por la diversificación del comercio; igualmente se introducen modas urbanísticas y
culturales europeas. Las tradicionales costumbres y las mentalidades se transmutaron
con el arribó de la modernidad europea. La morfología de la ciudad cambió, se
ejercieron reformas que implicaban el trazado de avenidas y bulevares ad hoc con el
gusto de la monumentalidad de la época. El viejo casco de la ciudad conservaba su
aspecto tradicional, sin embargo, presentaba rasgos de deterioro por el paso del tiempo.
En este periodo comenzó a gestarse en las clase adineradas un imaginario moderno que
tildaba al centro como arcaico, esto ocasionó que dichos sectores sociales se
relocalizaran en las colonias aristocráticas surgidas sobre el trazado de las nuevas
avenidas. El centro aumentó su degradación con el arribo de grupos de inmigrantes
pobres que se hacinaron en las viejas casonas y palacetes abandonados por las clases
dirigentes.

La época revolucionaria representó un cisma en la sociedad mexicana, sin


embargo, el desarrolló de la ciudad no sufrió modificaciones y la tendencia de
crecimiento continuó siendo prácticamente la misma. El régimen de Díaz logró blindar
la consolidada centralización política y económica de la ciudad de México.

A partir de la década de 1940, con el crecimiento económico del país (véase


capitulo 2), las ciudades experimentan una explosión demográfica, debido a dos
23
Ribera, “Plazas”, 2004

19
fenómenos: el crecimiento natural de la población y el arribó de inmigrantes, sobre todo
del espacio rural. El antiguo centro de la ciudad estaba deteriorado y la Plaza Mayor
dejó de aglutinar a los poderes económicos, políticos y estatales. Se crearon nuevas
centralidades lejos del centro ahora ya histórico. La ciudad siguió los patrones de
crecimiento lineal y celular, pero con una fragmentación espacial que se tradujo en la
creación de un tipo de zonificación. Las funciones comerciales y financieras, así como
el alojamiento de los sectores adinerados ocurrieron en el espacio suburbano formando
“archipiélagos urbanos”24 que congregan funciones, cada vez menos dependientes del
centro tradicional. La ciudad se reorganiza y en el debate está la cuestión de la
traslación del modelo monocéntrico al policéntrico. Aguilar y Alvarado25 reconocen que
la ciudad ya no es articulada por un solo centro, visto desde el sector del empleo, sin
embargo, concluyen que la multiplicidad de centros funciona de forma limitada. En
cambio, Delgado y Suárez26 afirman que la estructura urbana continúa siendo
monocéntrica. Por otro lado, Graizbord y Acuña27 señalan que la ciudad de México no
es ni monocéntrica ni policéntrica, piensan que a través de los flujos se organiza de
modo hiperjerárquico. En síntesis, la realidad sugiere que el Centro Histórico y la
Ciudad Central siguen teniendo una gran fuerza heredada del pasado que articula la
ciudad, el surgimiento de otros centros urbanos ahistóricos no le quita su dimensión
económica y ,sobre todo, simbólica como núcleo de la Nación.

A pesar de la nueva configuración territorial de la ciudad identificada por la


expansión física sobre nuevos terrenos, existe una nueva tendencia en las zonas
centrales caracterizada por la reducción de su ritmo de expulsión de población, debido a
los intentos gubernamentales de detener la movilidad residencial y repoblar este
espacio, como lo ha logrado el Bando 2 en la ciudad de México (ver capítulo 3 y 4).

En el presente, las zonas centrales son consideradas por las clases dirigentes
como espacios privilegiados dignos de conservar. Son patrimonio en resguardo en el
marco de la globalización, la cual fija su atención en estas zonas de la ciudad como

24
Janoschka, “Nuevo”, 2002; Tamayo, Espacios, 2002
25
Aguilar y Alvarado, “Reestructuración”, 2005
26
Delgado y Suárez, “Estructura”, 2006
27
Graizbord y Acuña, “Estructura”, 2005

20
espacios competitivos a nivel mundial. Porter28 propone un nuevo modelo de desarrollo
basado en las actividades lucrativas en contraparte con la visión del Centro Histórico del
Estado benefactor. Dicha postura considera que gran parte de la competitividad de las
ciudades se sustenta en la preservación de los cascos urbanos, éstos tienen ventajas
comparativas como es la infraestructura y las comunicaciones, fundamentales en el
proceso de globalización. Además los centros tienen proyección internacional a través
del turismo y de la cultura. Razones de suficiente peso para que los gobiernos locales,
nacionales y la iniciativa privada centren su atención en tales sitios.

Las afirmaciones anteriores llevan a cuestionar el argumento que sostiene que


los Centros Históricos dejan de ser relevantes, al menos económicamente, para el
espacio urbano. En la década de los años setenta del siglo XX algunos autores como
Capel29 mencionaban que la localización empresarial en el Centro Histórico ya no era
necesaria, porque los avances de la tecnología suprimían las economías de aglomeración
y las interacciones sociales entre los diversos actores económicos. No obstante, ocurre
lo contrario, los Centros Históricos a través de las intervenciones públicas experimentan
una nueva atracción comercial que tiene sus raíces en los tiempos coloniales, ya que el
sector terciario predominaba en el núcleo urbano, específicamente en las plazas; estas
formas de continuidad o de inercias dinámicas30 configuran la situación contemporánea
de tales sitios.

El regreso al centro en la ciudad de México sólo puede concebirse revisando la


historia urbana. El proyecto colonizador implantó una Plaza Mayor, así como un
trazado ortogonal para diferenciar el emplazamiento español con la república de los
pobladores autóctonos, generalmente confinados en barrios laberínticos. La plaza mayor
fungía como un punto de engranaje de todo tipo de actividades en la ciudad, debido a
que concentraba el poder en sus distintas dimensiones. Por tal motivo, los grandes
agentes públicos y privados se esmeraban en invertir los recursos del erario en
infraestructura e imagen urbana para resaltar su monumentalidad arquitectónica.31 No
obstante, con la salida del centro de los acaudalados a fines del siglo XIX y de las

28
Porter, “Competitive”, 1995
29
Capel, Capitalismo, 1983
30
Santos, Geografía, 1990
31
Ribera, “Ocupación”, 2004

21
instituciones gubernamentales durante el siglo XX el Centro Histórico entró en un
ocaso.

1.1.2. Decadencia y renovación: los claroscuros de los Centros Históricos

A partir de 1970 las nociones de centralidad urbana se han transformado,


principalmente por el descenso en la densidad de población y la degradación física y
social en los espacios centrales de las ciudades; ambos fenómenos se presentan
mayormente en los Centros Históricos, sobre todo de las ciudades latinoamericanas. Es
tan delicado el deterioro de los viejos centros urbanos que algunos autores32 identifican
trastornos como la marginación, el deterioro ambiental y social, la delincuencia y la
desesperanza en dicho sitio, en otro términos, la cultura de la pobreza de la que habla
Lewis. 33

Con la intención de solucionar las problemáticas aquejantes de los Centros


Históricos surgen políticas, movimientos y tendencias más o menos generalizadas de la
recuperación de estos espacios, principalmente en Estados Unidos y en Europa
Occidental, aunque posteriormente el fenómeno se extenderá también hacia América
Latina. La renovación de los Centros Históricos consiste en un conjunto de mecanismos
de intervención pública y privada para la recuperación de los espacios más importantes
de la ciudad, tanto por su papel estratégico, así como por su simbolismo histórico y
cultural. La renovación urbana “supone una transformación radical de los barrios
afectados desde el punto de vista social, morfológico y funcional”.34

Existen una serie de situaciones detonantes de la renovación. Encontramos las


razones de los gobiernos y del mercado inmobiliario en busca de recobrar el centro
reutilizando o reconstruyendo dicha zona. Tomas arguye que la regeneración urbana de
los centros históricos se realiza para generar el aumento del valor del suelo,
35
aprovechando su posición estratégica y su equipamiento urbano. También la
recuperación de las áreas centrales puede ser una estrategia para optimizar los costos de

32
Garrocho, “Centro”, 1995.
33
Lewis, Antropología , 1976
34
Martínez, “Centros”, 2001, p.97.
35
Tomas, “Perspectivas”, 1990

22
las nuevas urbanizaciones periféricas.36 Enseguida, se ubica el envejecimiento y la
degradación de las construcciones que implican un vaciamiento demográfico. A la vez,
los antiguos sectores urbanos suelen ser habitados por grupos populares y población
marginal, con una fuerte presencia de inmigrantes (rurales e indígenas) y ancianos que
aprovecharon, en el caso de México, el bajo costo de las rentas congeladas. Ellas
comenzaron como una medida presidencial en 1942, su objetivo consistía en defender a
los inquilinos de los abusos de los propietarios. Sin embargo, la medida se prolongó
hasta los noventa y al modificarse el costo de la vida, el ingreso que obtenían los
propietarios por concepto de arrendamiento no les permitía invertir en el mantenimiento
de los inmuebles, tampoco podían desalojar a los inquilinos, ni vender o cambiar su
uso; situaciones que impedían tener en buenas condiciones los inmuebles. Todo ello
generó un paisaje ruinoso en el Centro Histórico. La situación anterior lleva a una
reconfiguración del imaginario del viejo centro resaltado por el miedo y la
estigmatización.

Asimismo, en la revitalización del Centro Histórico también influyeron las


demandas de organizaciones inquilinarias de la ciudad de México, respaldados por el
Movimiento Urbano Popular (en adelante MUP). Tamayo señala que el MUP, a partir
de los albores de los ochenta, se consolida enarbolando demandas como la reducción en
el costo del alquiler inmobiliario, el acceso a la vivienda y a los servicios públicos. Las
peticiones del MUP en el área central de la ciudad, se incrementaron a raíz de los
efectos de los sismos de 1985 que dejaron a cientos de personas en la calle (véase el
capítulo 2). De este modo, surgió la Unión de Inquilinarios y Damnificados del Centro,
que propugnaba la defensa su permanecía en ese espacio, la reconstrucción de sus
viviendas, la defensa de los derechos inquilinarios. 37

Las cuestiones histórico-culturales también son relevantes en la renovación del


Centro Histórico, las cuales tratan de preservar y mitificar la historia urbana
aprovechando las ruinas de las distintas épocas. Para Zárate,38 el Centro Histórico
representa la memoria colectiva de la ciudad, a través de su patrimonio muestra la

36
Coulomb, “Modelos”, 2001
37
Tamayo, Vida, 1989, p. 29, 220.
38
Zarate, “Recuperación”,1996

23
historia viva del pasado de la ciudad; inclusive se crea un fuerte vínculo identitario con
tintes regionalistas y nacionalistas. Los vestigios de la historia a través de la
patrimonialización surgen como fuente de desarrollo económico, específicamente para
el turismo y la industria cultural.39

Las anteriores motivaciones desembocan en acciones del régimen


gubernamental para restaurar los centros históricos. Siguiendo a Coulumb,40 a
continuación se enlistan los instrumentos que ejecutan los gobiernos para impulsar la
renovación de los Centros Históricos.

a) La conservación de monumentos. Generalmente, desde los gobiernos centrales,


se establece un marco normativo para la conservación del patrimonio. Primero
se registra y cataloga el patrimonio histórico para después establecer las normas
de conservación.

b) Exenciones fiscales e incentivos administrativos. Con la intención de atraer la


inversión de capitales privados y extranjeros, los gobiernos locales ofrecen
exenciones tributarias, así como facilidades de gestión para instalarse en el
Centro Histórico.

c) Gestión compartida. Al evidenciarse que los recursos públicos son escasos para
emprender una empresa de tal magnitud, se recurre a la inversión privada para
rehabilitar los centros. Sin embargo, los sectores empresariales exigen
transparencia en el manejo del presupuesto, lo que deriva en crear organismos
con cierto grado de autonomía como los fideicomisos, así como consejos
consultivos integrados por empresarios, intelectuales y autoridades públicas.

d) Creación de autoridades específicas para la gestión del Centro Histórico. El


gobierno local genera un nuevo tipo de gestión pública caracterizada por su

39
La industrial cultural es una noción de origen frankfurtiano que abaliza como la cultura y el arte se
reifican con la intención de su mercantilización, se pasa de actores-espectadores a productores-
consumidores
40
Coulumb, “Modelos”, 2001

24
capacidad técnica, intenta superar la acción sectorial, así como coordinar los
esfuerzos locales y federales.

1.2. La gentrificación: el retorno a la ciudad

El retorno a los centros históricos se inscribe en el concepto de gentrificación,


comprendido como la reapropiación física y simbólica en sus dimensiones económicas,
sociales y culturales, que tiene lugar en centros históricos o viejos barrios, los cuales
experimentan una transformación urbana y la elevación de su estatus, detonante de la
expulsión de los viejos habitantes.41 El vocablo tiene origen en la gentry, es decir, la
baja nobleza inglesa de origen rural que pasa por un proceso de elitización, debido a la
conversión de las tierras agrícolas a las actividades ganaderas. El uso de la voz procede
de la práctica de este sector social acostumbrado a tener su residencia en el campo,
conjuntamente con la casa citadina. La socióloga inglesa Ruth Glass42 utilizó esta
analogía y elaboró el concepto para referirse al proceso, observado en Londres, por el
cual los diversos barrios obreros de la ciudad fueron revalorizados por las clases medias,
transformando la estructura socio-espacial de esas áreas.

En el mundo hispanoparlante no existe un término que traduzca fielmente el


concepto gentrificación. Los geógrafos españoles han debatido la acepción del
anglicismo y utilizan términos similares como son aburguesamiento, aristocratización,
elitización y recualificación social. La expresión gentrificación se ha institucionalizado,
y utilizado a la par de gentrification. Igualmente en el ámbito anglófono se ha discutido
la expresión, puesto que en muchos casos, los nuevos habitantes provienen de estratos
medios y no propiamente de la aristocracia. Para fines de este trabajo se utilizará el
término elitización y renovación urbana como traducción y sinónimo de la
gentrificación porque incluye la esencia del proceso urbano y sus repercusiones de
clase, al mismo tiempo contiene como a los actores de éste a los segmentos medio y
altos.43

41
Sargatal, “Estudio”, 2000.
42
Glass, Aspects, 1964
43
García, “Elitización”, 2001. p.7

25
1.2.1. Henri Lefebvre y el regreso a la vida urbana

La propuesta de Henri Lefebvre se sitúa desde la sociología marxista de corte


heterodoxo. Él propiamente no desarrolló el tema de gentrificación, aunque esbozó
trascendentales líneas analíticas que guían la discusión sobre tal fenómeno. El
sociólogo francés señala que la intervención en el Centro Histórico es resultado del
doble proceso en el que está inserto el espacio urbano, la implosión-explosión. La
explosión o expansión de la ciudad se caracteriza por el surgimiento del suburbio,
atractivo sobre todo para la burguesía en búsqueda de nuevas residencias fuera del
centro de la ciudad, generalmente deteriorado que genera la crisis de la ciudad.44 Por
otro lado, la implosión se refiere al retorno de las clases altas al corazón de la ciudad;
éstas enarbolan al Centro Histórico y a sus reliquias para reencontrarse con el pasado
mítico.

Lefebvre analiza la vida cotidiana de las clases medias movilizadas hacia la


periferia y a los sectores populares residentes en el centro de la ciudad. Para él, las
clases medias instaladas en los suburbios tienen escasa relación afectiva con su espacio
de residencia, debido a la cotidianeidad uniforme planificada por la economía y los
urbanistas.45

En cambio, la población marginal relocalizada en el centro de las ciudades es


privilegiada a pesar de su condición, debido a que se encuentra en el centro de la ciudad.
El cual es rugoso debido a su carácter de mosaico temporal o, como diría Lindón, es un
collage de temporalidades, ocasionando que los centros urbanos tengan una
personalidad por sí mismos.46 Es en este espacio donde se rescata la riqueza de la vida
cotidiana y/o urbana, en contraposición con la miseria despersonalizada y aséptica de
los suburbios. Por tal razón surge el cuestionamiento de por qué los artistas, así como
los burgueses cultivados y distinguidos abandonan los suburbios para instalarse en los
centros históricos.

44
Lefebvre, Derecho, 1978
45
Lefebvre, Vida, 1984
46
Lindón, “Miseria”, 2003

26
Los sectores sociales que vuelven al centro de la ciudad buscan sacudirse la
enajenación de la vida cotidiana presente en el suburbio. No obstante, puede ocurrir lo
contrario sí estos grupos conciben al Centro Histórico como un museo, suprimiendo su
dinamismo funcional y, por ende, el modo de vida urbano. Paralelamente el retorno al
centro puede implicar la conversión de éste en un objeto vendible para las clases altas y
medias. El centro coexiste como un “lugar de consumo y consumo de lugar”.47

Dicha visión considera que los Centros Históricos son espacios estratégicos en el
medio urbano, por tal razón, Lefebvre vislumbra que serán recuperados por las clases
dominantes mediante la expulsión del proletariado. “Mañana, el centro de las ciudades
pertenecerá sin duda a los privilegiados del poder y del dinero”.48

El pensamiento de Lefebvre se aproxima al planteamiento de Benjamín,49 que


concibe al espacio urbano en una tensión permanente entre el pasado y el futuro. El
primero augura y anticipa el devenir de ciudad mediante los vestigios de las sociedades
pasadas. “Así como la revisión del trauma en el psicoanálisis, permite superarlo; en la
vida urbana la gentrificación sería una forma de regreso al pasado que permite la
renovación, el cambio…”.50

1.2.2. Neil Smith y la ciudad revanchista

Entre las explicaciones a la elitización se encuentra la de Neil Smith. Desde postulados


de la geografía crítica, trabaja el caso de algunos barrios renovados en Nueva York.
Smith considera a este proceso como el avance de la frontera urbana resultante de una
nueva lucha de clases, en la cual los artistas tienen un papel fundamental; son pioneros
que encarnan “las tropas de choque de la elitización”.51 Esta batalla de clases, o mejor
dicho, de sectores económicos ocurre entre los cuellos blancos (gentrificadores) y los
cuellos azules (proletariado y clases marginales), y tiene como vencedores a los
integrantes del sector terciario. Los gentrificadores, aliados con las autoridades
municipales, empresarios locales y transnacionales, buscan regresar y tomar revancha

47
Lefebvre, Derecho, 1978, p. 27
48
Lefebvre, Vida,., 1984, p. 99
49
Citado en Kerik, “Walter”, 1992
50
Lindón, “Miseria”, p.21
51
Smith, “Nuevo”, 2001, p. 19.

27
de su ciudad (él hace referencia a la ciudad revanchista en relación con el nuevo
urbanismo),52 intentan la recuperación de la ciudad por las clases medias y altas
anglosajonas, o bien, la “reconstrucción clasista del paisaje del centro urbano”.53

Smith considera a la gentrificación como un fenómeno de reestructuración


económica global, identifica tres olas de elitización en el mundo, o mejor dicho, en
ciudades europeas y estadounidenses. En el primer momento de gentrificación se puede
hablar de una moda de la recuperación de viejos barrios por las clases altas, mientras
que el la ultima etapa del proceso se caracteriza por inversiones a gran escala de capital
transnacional.

La visión economicista de Neil Smith tiene cimiento en la teoría marxista del


mercado inmobiliario. Él otorga prioridad a la oferta, y coloca los factores económicos
por encima de las demás posibles explicaciones; así la intervención de los promotores
inmobiliarios de vivienda producen las transformaciones físicas, sociales y económicas
en los barrios elitizados. Un concepto de suma importancia en este supuesto es el de
rent-gap, que describe cómo se consigue la utilidad obtenida de la inversión en las
zonas deterioradas haciendo posible la gentrificación. Ésta es originada por un cambio
en el capitalismo mundial que es aprovechado por las empresas inmobiliarias globales,
y sus posibilidades de inversión en los barrios y centros urbanos. Dichas intervenciones
generan exclusión espacial, debido al aumento del precio del suelo que empuja a los
antiguos habitantes a salir de la zona; también se utilizan mecanismos de
movilizaciones forzadas de grupos marginales, sobre todo en el espacio público.

1.2.3. David Ley. El arte y los artistas como instrumentos gentrificadores

Mientras tanto, David Ley54 se ocupa del tema desde una perspectiva cultural, en
estrecha relación con dos factores esenciales: la economía y la política. La
gentrificación germina del agotamiento del modelo económico fordista y de la

52
“El nuevo globalismo…no sólo presenta una reestructuración de la producción a las escalas global y
local, y una consiguiente reestructuración de las economías locales; también trae consigo una
reestructuración y desestructuración de los sistemas y medios establecidos de reproducción social, y de la
articulación de la reproducción social con la producción”. Smith, “Transformando”, 2000, p. 18
53
García, “Elitización”, 2001.
54
Ley, New, 1996.

28
reestructuración económica-territorial. Contrapuntea la visión anterior cuando considera
que es un proceso iniciado por el colectivo de la nueva clase media, y no por los agentes
inmobiliarios. Según él, surge una nueva clase media dedicada a los servicios con
diferentes estilos de vida, entre lo cosmopolita y el new age. Cameron y Coaffee55
señalan que en dicha postura el arte y los artistas desempeñan un papel esencial, e
identifican al artista como el gentrifier por excelencia. Los artistas transforman la
fealdad y el abandono en una fuente de inspiración. Así, en dichos vecindarios
predominan galerías de arte y la instauración de festivales culturales consolidando las
estrategias de recuperación.

La nueva clase media y la terciarización de la ciudad están estrechamente


vinculadas con la atracción experimentada por los centros de las ciudades, generalmente
son atraídos por su valor simbólico y cultural. Asimismo, las posibilidades de ser
urbanita,56 aunado a las ventajas comparativas de vivir en el centro son elementos
decisivos en el retorno. Las políticas públicas de los gobiernos locales están
encaminadas a conservar y resignificar el capital cultural con el que cuentan las zonas
centrales, mercantilizando la cultura.

1.2.4. Las utopías urbanas

La siguiente postura de la gentrificación es el enfoque utopista. Sus autores centran sus


explicaciones en las utopías urbanas. La perspectiva es desarrollada por Lindón y
Hiernaux, quienes identifican dos tipos de utopías: “… la utopía de ciudad y…la utopía
periférica”57. La que concierne a este ensayo es la primera, ocurre con el nuevo deseo
de ciudad experimentado por los estratos medios y altos urbanos recolonizadores de las
áreas centrales y barrios degradados, se genera una revalorización simbólica,
patrimonial, económica, social y cultural. El regreso a la ciudad se presenta en ciertos
segmentos sociales, sobre todo, en grupos de alto capital económico y cultural. Los
autores encuentran la explicación en el cambio de los imaginarios urbanos o mejor
dicho del tránsito de las utopías colectivas a las utopías individuales. Hiernaux y Lindón

55
Cameron y Coaffee, “Art“, 2004.
56
Es una persona que disfruta el modo de vida urbano
57
Hiernaux y Lindón, “Modos”, 2002, p.27.

29
pronuncian su desacuerdo con la visión “materialista” de Smith, porque ignora una
dimensión esencial, la socio-simbólica.

La utopía de recuperación y aburguesamiento de los centros históricos, además de


la dimensión imaginaria, también cuenta con una fuerte intervención estatal. Los autores
plantean la existencia de una alianza entre algunos sectores de la clase política y la
iniciativa privada para la relocalización de importantes actividades comerciales y la
recuperación de barrios y centros antiguos, en la mayoría de las ocasiones bajo el
gallardete de conservacionismo patrimonial. Una causa dirigida a las clases medias y altas
que tienen como pioneros de este proceso a los artistas y profesionistas jóvenes ligados a
actividades culturales, sensibles a las zonas centrales y de fuerte carga histórica. Asimismo,
los gobiernos de las ciudades se empeñan en cambiar la imagen de degradación social a
través de la implementación de rígidas y represivas políticas de control encaminadas a
respaldar el imaginario de la seguridad de los nuevos habitantes y usuarios.

A continuación se muestra el cuadro Propuestas conceptuales de gentrificación


(Figura 2) que sintetiza las propuestas teóricas de la gentrificación.

Figura 2

Propuestas conceptuales de gentrificación

Características Smith Ley Lefebvre Hiernaux & Lindón


Enfoque Economicista Cultural Sociológico Utopista
Revanchismo urbano Procesos de "Utopía concreta" del
Mecanismo de reestructuración Reconquista de la regreso a la ciudad y
Explicación
acumulación de económica, sociocultural cotidianeidad alienada a sus formas de
capital y demográfica. hacerla
Agentes inmobiliarios Clases altas y medias
Clases medias
Gentrificadores y clase alta y media Nueva clase cultural tradicionales y
ilustradas
blanca emergentes.
Escala
Local-global Global-local Local Local-global
geográfica
Enfoque
Estructura económica Estructura cultural Vida cotidiana Individuo-sociedad
sociológico
Dimensión socio-
Justificación Económica (Oferta) Cultural (Demanda) Riqueza semántica
simbólica

30
Papel de los "Pioneros" y motor de la Viven el y en el Atraídos por el capital
"Pioneros"-Débil
artistas y nivel de gentrificación- centro-Intensa cultural-Intermedia.
(Expulsados)
intensidad Intermedia (Cohabitan) (Habitan) (Cohabitan)

Generador de espacios
Función de los Agente inmobiliario y dignos de reinversión
Promotor cultural
gobiernos principal revanchista y de regreso
ofreciendo seguridad

Centros Reconstrucción de
"Personalidad del
Históricos como Revalorización del relaciones sociales
Competitividad global centro" Mosaico
espacios capital cultural intensas, efímeras y
temporal
estratégicos anónimas.
Elaboró Adrián Hernández Cordero

1.2.5. Una propuesta integral de la gentrificación

La revisión de las posturas explicativas de la gentrificación nos ofrece un panorama


general del fenómeno. La propuesta de Lefebvre es importante porque enfatiza el
carácter urbano del Centro Histórico; por urbano aquí se entiende un modo de vida
caracterizado por la multiplicidad de encuentros fugaces entre la muchedumbre, aunque
estén emocionalmente lejanos. Sin embargo, ésta fortaleza evidencia una debilidad: un
sesgo espacial, es decir, el Centro Histórico posee personalidad per se,
independientemente de sus habitantes y/o practicantes -el proletariado o la burguesía-,
por lo que el espacio se vuelve un simple escenario de la reproducción social.

En tanto, la fortaleza de los supuestos de Smith radica en poner la lente sobre los
actores económicos que detonan la gentrificación. No obstante, su visión se acorta
porque sólo vislumbra a la elitización como un fenómeno de especulación del suelo que
atañe solamente a la iniciativa privada. Esto evidentemente es una versión incompleta,
debido a que el régimen gubernamental participa activamente en la renovación.

Por otra parte, la idea de Ley es significativa porque incluye la perspectiva de los
habitantes en la gentrificación, que contrapuntea el análisis meta de los grandes agentes
urbanos. Igualmente recoge la relevancia de los factores culturales o, mejor dicho,
desenmascara el papel de la industria cultural en la renovación del Centro Histórico. No
obstante, dicho autor no profundiza en los mecanismos de especulación del suelo
quedándose exclusivamente en la dimensión cultural.

31
Finalmente, el enfoque utopista integra la dimensión simbólica de los
imaginarios urbanos que hacen viable el regreso a los Centros Históricos, tanto de los
actores gubernamentales y de los sujetos de clase media y alta. La desventaja de este
enfoque radica en la forma de comprobar la fuerza de la dimensión socio-simbólica en
el retorno a la ciudad.

El presente documento integra los aspectos positivos de las propuestas teóricas


referidas, con la intención de entender el proceso de la gentrificación como un fenómeno
multidimensional, que comprende ámbitos económicos, políticos, culturales y simbólicos.
Así la elitización se entiende como el proceso de renovación de los Centros Históricos que
es impulsada por los regimenes administrativos para reintegrar el valor funcional y
simbólico a dichos espacios. La estrategia gubernamental consiste en cambiar los usos del
suelo y promover las inversiones a través de estímulos tributarios.

Las acciones están en conjunción con el capital, éste tiene altas posibilidades de
invertir cantidades irrisorias y de obtener jugosas ganancias con el aumento del valor de
suelo, así como en la restauración y/o construcción de viviendas, oficinas, centros
culturales y equipamiento urbano. La regeneración generalmente se vale de la industria
cultural para atraer a los nuevos habitantes, identificados con patrones de consumo
globales. Lo anterior sólo sería posible entendiendo que existe una dimensión imaginaria
latente, sobre todo en los sujetos gentrificadores que intentan encontrar en el Centro
Histórico la esencia de hacer ciudad. Los costos sociales de la renovación urbana son altos,
ya que se produce el desplazamiento de las clases populares y marginales

Ahora bien, en cada realidad un factor puede tener más peso que los otros. Para
este trabajo hay afirmaciones que, interpretadas desde el caso de estudio, son
difícilmente defendibles. Por ejemplo, todas las propuestas relacionan directamente la
gentrificación como proyecto burgués. Sin embargo, los procesos que de este tipo se
han dado en la ciudad de México no reflejan lo anterior, debido a que generalmente los
involucrados son las emergentes clases medias, así como sectores académicos y grupos
de artistas. En otros casos como Madrid la renovación tienen que ver precisamente con
colectivos como los grupos homosexuales en Chueca, o los inmigrantes en Lavapiés.
Asimismo, las explicaciones presentadas muestran que la gentrficación se logra por
medio del reciclamiento y la construcción de casa y departamentos. En cambio, en el

32
caso de estudio tiene mayor peso la construcción de edificios habitacionales, aunque
también existen organismo públicos y privados. La erección de inmuebles se debe al
hecho de que había terrenos baldíos o los inmuebles se encontraban dañados por los
efectos de los sismos de 1985. Sin embargo, en ambo existe el hecho de que el aumento
del valor de suelo genera la movilización de los viejos residentes y el arribo de
pobladores con mayor poder adquisitivo.

1.3. Las políticas públicas. Una aproximación

Existen dos posiciones dominantes para referirse a la política pública. La primera


sostiene que toda acción (racional o espontánea) implementada por el Estado debe
considerarse política pública. En cambio, la segunda postura argumenta que la política
pública se compone de acciones analizadas y consensadas por el régimen
gubernamental.58 En la presente investigación se recurrirá al segundo enfoque, debido a
que la política pública se compone de un proceso integrado por etapas sucesivas. Por lo
tanto, las acciones espontáneas de un gobierno que responden a situaciones
coyunturales no se pueden considerar como política pública.

La política pública es un conjunto de iniciativas, decisiones y acciones del


régimen político frente a situaciones problemáticas, que permean el bien público. Éstas
buscan la resolución de las mismas, o bien, llevarlas a niveles estables.59

Las políticas se diseñan y adoptan en un marco normativo de las instituciones


públicas, superan los acuerdos de múltiples actores en algún tópico especial. La
actividad pública procede de la naturaleza autoritaria en la que está inmerso el Estado,
que tiene como una de sus facultades el monopolio del uso de la fuerza. Por lo tanto,
las políticas públicas son determinaciones coercitivas y obligatorias, es decir, se
imponen a la población de una unidad administrativa. La imposición de las políticas se
ejercen de manera diferente, existen algunas disposiciones que son reglamentarias. Un
ejemplo es el cambio del uso suelo en una zona de la ciudad, la permuta de actividades
implican recambios de población y de funciones, y en algunos casos se instauran
mediante mecanismo violentos del uso de la fuerza.
58
Cruz, “Políticas”, 2007
59
Vargas, Notas, 1999.

33
Generalmente para la confección e implantación de las políticas públicas se
sigue una serie de etapas, idealmente lineales, que conforman un proceso. No obstante
según las particularidades de cada entidad administrativa puede variar, puesto que como
se verá más adelante una política puede ser racional o incremental. El proceso de la
política pública se compone de cuatros fases: conceptualización, diseño,
implementación y evaluación.

La conceptualización es el primer paso de una política pública, identifica una


situación problemática, ya sea a través de las fuentes internas del gobierno o de actores
externos (ciudadanos, organismos no gubernamentales y universidades, etc.). La
construcción social de un problema puede definirse por situaciones estructurales y/o
coyunturales. El problema adquiere relevancia pública cuando se incluye en la agenda
gubernamental.

Incorporada y conceptualizada la problemática corresponde la etapa del diseño.


Para la delineación de políticas públicas existen tres métodos: el racionalista60, el
incremental61 y la exploración combinada.62 El primer enfoque considera que se deben
hacer diagnósticos basados en teorías que incluyan la mayor cantidad de información,
El modelo racional implica que los responsables de la toma de decisiones tengan un alto
grado de control de la situación. Por tanto, el método racionalista es utópico, supone
capacidades intelectuales y fuentes de información complejas como el tiempo y los
recursos financieros.

El modelo incremental es pragmático, basa su accionar en cuestiones científicas


ni teóricas, resolverá las situaciones según surjan.63 La perspectiva incremental busca
pequeños cambios y antes de continuar evalúa los resultados, en caso de no obtener las
metas esperadas cambia el camino hasta lograr el objetivo particular. Una buena política
es la más viable políticamente y en la que confluye el mayor número de actores. Es un
enfoque conservador, puesto que cuanto más novedosa es una política hay mayor
incertidumbre sobre su eficacia y además sólo ofrece soluciones parciales.

60
Bardach, Camino, 2001
61
Lindblom, “Ciencia” , 2003
62
Etzioni, “Exploración” , 2003
63
Se alude al incrementalismo en términos genéricos, a pesar de estar concientes que existen una
diferenciación al interior de éste.

34
Como alternativa que rompe el carácter utópico del método racionalista y el
corte conservador del enfoque incremental, surge el denominado enfoque de la
exploración combinada. La propuesta reduce los aspectos sobredimensionados del
racionalismo, aunque limita los detalles de las decisiones fundamentales; por otro lado,
la contextualización del racionalismo supera los aspectos conservadores del
incrementalismo al considerar las perspectivas de largo alcance. Quizá éste método es
el más usado en la realidad mexicana, sobre todo para las políticas urbanas en la ciudad
de México. Generalmente se diseñan políticas basadas en el método racional, pero
según las circunstancias políticas se adoptan medidas incrementales para hacer viable la
acción pública.

Posteriormente continúa la implementación, definida como el cumplimiento de


una decisión política. Existe el supuesto que lo niveles de gobierno correspondientes
aplicarán las decisiones adoptadas, no obstante, lo deseable no siempre coincide con lo
real. En ocasiones políticas bien diseñadas no cumplen con los objetivos previstos. Los
factores que aseguran o impiden el éxito de la implementación pueden ir desde
cuestiones legales y normativas, los recursos públicos, la falta de apoyo, el contexto
económico y social, la falta de coordinación entre instituciones y las decisiones
políticas. Por ejemplo, en el marco de la regeneración del Centro Histórico de la ciudad
de México, específicamente el Plan Alameda, durante el año 1994, la implementación
de éste naufragó debido a la crisis económica por la que atravesaba el país, así como por
los problemas financieros de la empresa Reichman, que tenía a su cargo el proyecto (ver
capítulo 3).

Finalmente, la evaluación se refiere al proceso de investigación que genera


información sobre el diseño e implementación de una política. Se realiza mediante un
método sistemático que identifica mecanismos causales y efectos sobre la política.

Las evaluaciones ejecutadas en la renovación del Centro Histórico de la ciudad


de México son irrisorias. En las seudo evaluaciones sólo se mencionan cifras de las
intervenciones ejecutadas y los montos de las inversiones. Hasta el momento resulta
imposible pensar en las evaluaciones participativas.

35
1.3.1. Políticas urbanas

La planificación urbana aparece en Europa durante el siglo XVIII con el objetivo de


regular actividades para impulsar la salubridad de la ciudad. La intervención estatal en
la ciudad y el higienismo están intensamente vinculados. La realidad urbana se
caracterizó por condiciones precarias y malsanas generadas por la industrialización;
según Urteaga, el higienismo crítica la escasa sanidad de las ciudades que repercuten en
las condiciones de vida de la población.64 Se pensaba que el miasma y la enfermedad
eran fenómenos que afectaban a la ciudad y sus habitantes; sobre todo se identificaban
espacios específicos como los barrios pobres, los espacios públicos, las factorías y los
mercados como focos de infección. Para revertir la situación los gobernantes impulsaron
intervenciones públicas para mantener determinadas condiciones de salubridad en el
ambiente de la ciudad. Entre las medidas tomadas estuvieron la vigilancia y, en algunos
casos, la clausura y/o relocalización en la periferias de cementerios, basureros y
acequias. Igualmente se instaló agua potable, se iluminaron las vías públicas y se
aspiró remodelar el trazado de las calles para provocar la circulación del aire.

En el caso de la ciudad de México las intervenciones públicas no sobrevinieron


exclusivamente por el higienismo, sino que influyeron otros factores como el ascenso de
los liberales al poder. La facción liberal estaba permeada ideológicamente por el
pensamiento ilustrado, éste concebía a los servicios urbanos como un bien público y,
por ende, debía incluir a los ciudadanos mediante la mano rectora del Estado. En este
contexto proliferó la policía urbana (el buen gobierno), es decir, leyes y reglamentos
que organizan la dinámica de la ciudad y la recaudación tributaria (ver capítulo 2).65

La revisión sobre el estado de la cuestión demuestra que existe vaguedad para


definir que es una política urbana, es común confundir política urbana con las acciones
gubernamentales en el ámbito de la ciudad; así cualquier intervención estatal (sectorial)
podría denominarse política urbana. En el presente documento se entiende política
urbana como la(s) acción(es) del Estado en el proceso de urbanización, en dónde el

64
Urteaga, Miseria, 1980
65
Ribera, “¿Continuidad?”, 2002

36
espacio es asumido no como un mero soporte, sino como un integrante activo y
dinámico de la totalidad social.

Es generalizado que el término políticas públicas se use como sinónimo de los


términos plan y planeación urbana. “El plan es un instrumento y la planeación es una
actividad de naturaleza política, permite operar sobre la realidad con una estrategia”.66
La planeación aquí se entiende como las estrategias que tiene como finalidad regular el
espacio urbano.

En un principio la planificación urbana se caracterizó por enmarcarse en un


sistema fuertemente centralizado y con una base conceptual de sólidas connotaciones,
en relación al papel del Estado. A partir del siglo XVIII se esbozan tres periodos de la
planificación en Europa y Latinoamérica: 1) El plan regulador, surgido en el siglo
XVIII, se caracterizó por evitar las patologías urbanas y la especulación inmobiliaria.
Sus objetivos fueron regular el crecimiento y la zonificación de la ciudad, así como la
intervención en la producción del espacio urbano. 2) La planificación desarrollista,
surgida en la década de 1950, se encuadra en la combinación entre políticas nacionales
y sectoriales. Éstas persiguen la regulación e intervención estatal, bajo el supuesto de
que el Estado oriente el desarrollo y la integración social. La planeación desarrollista se
enfoca al desarrollo urbano-regional, específicamente se orienta en temáticas de
economía espacial como son la localización industrial y la creación de polos de
desarrollo. Tanto el plan regulador como la planeación desarrollista son políticas de
carácter normativo, es decir, el poder regula el campo de fuerzas socioeconómicas de la
ciudad. 3) La crisis de la planificación, surgida durante el decenio de 1970, es la etapa
marcada por la subordinación de las políticas urbanas a las políticas sectoriales. Su
enfoque es economicista, predomina el diseño y la implementación, lo que lleva a
calificarla como una planificación pasiva.67 4) Actualmente resulta conveniente incluir
una cuarta etapa de políticas urbanas, donde se difumina la fuerza del Estado como
actor central en las ciudades y, por ende, se observa el retroceso de una intervención
planificada. Las intervenciones en la ciudad ya no se rigen por planes reguladores
tradicionales, sino por el intento de construir una visión estratégica de la ciudad. Así

66
Ziccardi, “Ciudades”, 1991, p. 111
67
Sabaté, “Planificación”, 1992; Sabaté y Robert, “Planificación”, 1990

37
surgen los (macro) proyectos urbanos, destinados a transformar ciertos barrios
históricos, construir y/o reforzar la imagen o marca de una ciudad a nivel mundial. Sin
embargo, también se rescata la gobernabilidad, la planeación a escala local-regional y
la participación ciudadana.

En la ciudad de México durante los años noventa comenzó a plantearse el tema


de la planeación participativa, los principales instrumentos a los que se recurrieron
fueron comités vecinales y los consejos de planeación. Inclusive en la zona de la
Alameda tuvieron lugar cinco talleres de planeación participativa, donde se busco
incluir en el Plan Alameda las demandas de los habitantes y comerciantes de la zona.
No obstante, las demandas de éstos no fueron atendidas (ver capítulo 3 y 4). La
participación ciudadana aun es deudora de resultados concretos. En los asuntos que
implican grandes intereses económicos y políticos no hay lugar para la participación
ciudadana, esto no quiere decir que no exista, pero esto ocurre en casos paradigmáticos,
o bien, en experiencias muy locales que no representan mayor problema al poder
político regional y nacional.

Entonces puede argüirse que los habitantes cuentan con una exigua influencia en
la configuración del espacio urbano, las medidas de alta relevancia se toman por un
conjunto de agentes bien definidos. Los actores que moldean el espacio urbano,
parafraseando a Capel, son el Estado, los propietarios de los medios de producción y los
promotores inmobiliarios68. El primero establece un marco jurídico que regula las
actuaciones en la ciudad. Sin embargo, la reglamentación no es ajena a los intereses
dominantes, por lo que comúnmente se infringe, ya sea por algunos vericuetos legales o
por una débil aplicación de las normas. Asimismo, el Estado participa como subsidiario
de los agentes económicos. Mientras que los propietarios de los medios de producción
desempeñan un papel fundamental en la conformación de la ciudad, debido a que la
localización de las empresas (en la época actual del ramo de servicios) implica
decisiones y estrategias para generar ciertas condiciones en zonas de la ciudad. La
elección y desarrollo de un sitio de relevancia para las empresas se acompaña de la
rectoría del régimen gubernamental, que ofrece las condiciones (infraestructura,
expropiación y dispensas tributarias) para el emplazamiento de las entidades
68
Capel, Capitalismo, 1983

38
económicas. Las grandes empresas, generalmente aliadas al gobierno, manejan
información privilegiada respecto a los sitios en donde se enfocarán los esfuerzos de la
administración para el crecimiento o la refuncionalización de la ciudad. Por lo tanto, las
compañías pueden ir preparando el terreno para la especulación del suelo urbano. Por
otro lado, los promotores inmobiliarios también juegan un rol decisivo en la
configuración urbana, conociendo éstas los planes generales y parciales de desarrollo
urbano emprende una estrategia en dos sentidos: a) dirigirse a la producción de
viviendas, oficinas y centros comerciales para satisfacer la demanda solvente; b) obtener
ayudas estatales que hagan rentables la construcción de la vivienda para satisfacer la
demanda no solvente. Un tipo de agentes ignorados por Capel pero que son el elemento
más importante de la ciudad son los habitantes, que se apropian y practican el espacio
urbano. No se puede pensar solamente en una ciudad de planificadores y agentes
económicos, aunque el grado de intervención en la morfología de la ciudad es mínima
de los ciudadanos, sobre todo si no se organizan políticamente. La regeneración no es
viable si no hay grupos sociales interesados en comprar y/o rentar oficinas,
departamentos, o que usan la infraestructura urbana.

En líneas generales, en el caso de la renovación de la Alameda Central los


principales agentes transformadores de esa zona son: a) el Estado, principalmente en el
nivel federal y estatal. El gobierno federal decretó al Centro Histórico de la ciudad
como Zona de Monumentos Históricos, por tanto tiene actuación el INBA que
supervisa las intervenciones y la SEDESOL que vigila los planes la ejecución de los
planes de desarrollo urbano. El nivel estatal se creo una autoridad del Centro Histórico
que otorga autonomía de gestión interinstitucional. A la par se aprobó un plan parcial de
desarrollo urbano para la zona. b) Los agentes económicos que invierten y localizan sus
actividades en la zona, algunos ejemplos son los hoteles, restaurantes y firmas
prestadoras de servicios profesionales. c) Los promotores inmobiliarios como Reichman
y Danhos que tuvieron a su cargo la construcción de los complejos de oficinas,
comercios y viviendas. Ambas empresas integran en sus consejos directos a
exfuncionarios del gobierno capitalino ligados con el grupo político que gobierna a la
capital mexicana. d) Los habitantes del sector sur de la Alameda. En este caso hay dos
grupos: los antiguos pobladores que resistieron al Proyecto Alameda y que en su

39
mayoría abandonaron sus habitaciones por la especulación inmobiliaria, y los nuevos
residentes que han llegado a la zona (ver capítulo 3).

La participación activa del empresariado puede generar conflicto de intereses


entre los particulares y el régimen gubernamental, éste se encontrará limitado para
ejercer la gobernabilidad en el espacio urbano. De esta manera se gestarán alianzas para
ofrecer viabilidad política a las políticas de producción y de apropiación de la ciudad,
dicho fenómeno se conoce como régimen urbano.69

Finalmente como en otros ámbitos de las políticas públicas, en la política urbana


no sólo está en juego la escala local, sino que existe una tensión con lo global. Los
gobiernos de las ciudades reciben y adoptan las tendencias y sugerencias de las
entidades supranacionales, con la intención de conseguir recursos financieros y
cooperación técnica para aplicar las políticas urbanas. Para la regeneración de los
Centros Históricos una institución que provee recursos, así como asistencia técnica es el
programa Habitát, a cargo de la UNESCO. Entonces, al menos en teoría, si las
ciudades atienden las disposiciones internacionales serían más competitivas en términos
económicos y turísticos, y podrían acceder a la red de ciudades globales.

1.4. Los imaginarios urbanos: la otra visión de la ciudad

Hasta el momento la reflexión de la gentrificación se ha referido a cuestiones


materiales-objetivas de aspectos políticos, económicos y urbanísticos. La anterior es una
visión que priva en algunas escuelas geográficas, como la corriente crítica, dirigida por
Santos en Brasil; ésta dedica gran parte de su análisis las formas espaciales como
materialización de las relaciones y estructuras sociales. Dicha objetividad está
relacionada con la capacidad de comprobar que el espacio y la realidad misma se
definen más por posibilidades económicas y políticas que por condiciones subjetivas o
individuales.70 Sin embargo, asumir el pensamiento lógico referente a que todo lo real
es lo tangible, sería negar la existencia de la dimensión socio-simbólica de la vida

69
. Stone define el régimen urbano como “los arreglos informales por medio de los cuales el aparato
público y los intereses privados se coordinan para hacer posible la realización y toma de decisiones de
gobierno”. Bassols, “Entresijos”, 2006
70
Hernández, “Dialéctica”, 2008.

40
social. Tampoco se puede asumir una postura hegeliana y/o kantiana que sostenga que
el espacio exclusivamente se encuentra en la mente, o bien, es una intuición pura.
Entonces aquí proponemos hacer dialogar ambas posturas, la material y la simbólica
para lograr una visión integradora. Quizá el autor que intenta articular ambas
plataformas, al menos conceptualmente, es Soja con su propuesta del tercer espacio.71
El autor considera que éste se compone por tres niveles de la realidad: Las prácticas
espaciales, entendido como el espacio de las formas materiales y las prácticas
espaciales. En este nivel ocurre la producción y reproducción de la vida social. Las
representaciones del espacio. Es el espacio conceptuado por los planificadores,
urbanistas, tecnócratas y tomadores de decisiones que fragmentan la realidad. Este es un
espacio del diseño donde se busca la regulación y el orden socio-espacial. El espacio de
la representación. Es el espacio que enmarca a los primeros y se refiere a la experiencia
de habitar y practicar.72

Es en este contexto que toman fuerza los imaginarios urbanos, entendidos


como las percepciones del espacio urbano que son transformadas en representaciones, y
a través de un proceso simbólico se erigen como tales.73 Los imaginarios urbanos se
constituyen por imágenes, informaciones, experiencias, simbolismos y fantasías que
reconstruyen visiones del mundo.

En un reciente seminario sobre el tema,74 el antropólogo Manuel Delgado critica


al culturalista Armando Silva porque considera que la teoría de los imaginarios urbanos
sólo aborda lo que la gente piensa, desea o imagina. En cambio para él, lo interesante es
ocuparse de lo que la gente hace. Esta discusión nos encamina a una pregunta central:
los imaginarios urbanos ¿son pura imaginación o tienen efectos en la “realidad”?
Considerar a los imaginarios una simple elucubración es un mito. Los imaginarios se
construyen con efectos y propósitos de la acción cotidiana, tienen la capacidad de crear
a cada momento lo real en el habitante de la ciudad. Los imaginarios pueden figurar
como representaciones sobre algún suceso ficticio; también llegan a ser analogías

71
Soja, Thirsdspace, 1996
72
Hernández, “Dialéctica”, 2008
73
Lindón citando a Hiernaux, “Ciudad”, 2007
74
Seminario Taller Imaginarios urbanos: Hecho público. Universidad Internacional de Andalucía,
Sevilla, junio 2005.

41
selectivas; igualmente representan metáforas distorsionadas de los fenómenos; incluso
pueden construirse alegorías en ausencia de dicho fenómeno.75 Lo cierto es que los
imaginarios se materializan y no son meramente productos que se quedan en la
dimensión mental. Cabría traer a colación el Teorema de Thomas, dicho postulado de
raíz interaccionista arguye: “Si una persona define una situación como real actuará en
consecuencia”.76

Otra falsa suposición respecto a los imaginaros es que se consideran como


creaciones individuales. Los imaginarios se construyen por la intersubjetividad, las
imágenes son erigidas colectivamente y dejan ver situaciones permeadas por la sociedad
en su conjunto. Aunque la experiencia del espacio o el espacio vivido sí es un acto y
una percepción personal. A este respecto Lynch77 señala que cada individuo
confecciona su propia imagen de la ciudad, o bien, del fragmento de ésta; existe una
coincidencia fundamental entre los miembros de un mismo grupo, puesto que se
configuran iconografías colectivas e incluso una imagen de la ciudad. Aunque debe
tenerse presente desde que nivel se construye la imagen, en las escala de los ciudadanos
o en el nivel de los medios oficiales (gobierno y medios masivos de comunicación).
Por tanto, los imaginarios personifican los sueños, las fobias y percepciones de grupos
sociales, pueden existir imaginarios colectivos que consideran el aumento la
inseguridad en la ciudad e imaginarios particulares como el retorno a la naturaleza de
los grupos que viven en los suburbios.

1.4.1 Los andamios imaginarios de los proyectos de ciudad

Las políticas públicas y sus diseñadores, así como los gobernantes no solamente toman
decisiones racionales, sino que detrás de la toma de disposiciones existen motivaciones
diversas. Las políticas son instrumentos elaborados por personas que se desarrollan en
matrices de sentidos y prejuicios. Asimismo, los grupos de gobernantes pertenecen a
facciones ideológicas (partidos) que implican ciertas visiones y actuaciones de la ciudad
y sus procesos.

75
Ibíd.
76
Thomas, Child , 1928.
77
Lynch, Imagen, 1984

42
Pero qué ocurre con los urbanitas, aquellos sujetos que darán viabilidad a
cualquier proyecto público. Para Aguilar,78 hay algo que seduce a una colectividad y
que no puede explicarse sólo en una lógica de inversión-beneficio, que remite a un
impulso complicado de explicar con palabras. Entonces, las políticas públicas de la
renovación del Centro Histórico no son posibles sin construir y difundir un imaginario
sobre las ventajas de volver al centro, sin la participación de los diversos agentes
sociales para que retornen a invertir, vivir y/o practicar dicho espacio la política estaría
destinada al fracaso.

Una cuestión relevante entre las políticas urbanas y los imaginarios urbanos,
sería establecer qué grupos sociales logran imponer sus imaginarios en el discurso de
los políticos y cuáles son los mecanismos para imponer dichas narrativas a la sociedad,
así como sus formas de éxito o fracaso.79 Quizá la primera respuesta sería pensar en la
prensa, aunque ésta no es la única que encarna cierto imaginario del discurso
dominante, que impone una imagen hegemónica de la ciudad y lo que debe ser ésta. El
dominio se finca sobre las imágenes de mediadores diversos como los artistas, los
intelectuales y los documentos oficiales.80

1.4.2 Los imaginarios de la renovación de los Centros Históricos

La conceptualización y las acciones públicas de elitización de los centros históricos


tienen detrás imaginarios que se deben hacer explícitos. En el presente documento
seguiremos el modelo propuesto por Hiernaux,81 para él en los centros históricos se
confrontan dos formas representativas de reapropiación: los imaginarios
patrimonialistas y los imaginarios posmodernos. Los primeros están relacionados con
las sociedades contemporáneas y su necesidad de mirar y reencontrarse a sí mismas en
el pasado; ante la época actual en la cual los referentes históricos parecen que se
difuminan. Desde una postura retomada de Walter Benjamín, la mirada arqueológica
al pasado es una forma de comprender la configuración del mundo pasado y actual a

78
Aguilar, ”Entrevista”, 2004
79
Hiernaux, “Imaginarios”, 2007
80
Mercado, “Ciudad”, 1988
81
Hiernaux, “Centros”, 2006

43
través de los imaginarios. De esta forma, se pone gran atención a la conservación de las
formas espaciales por parte de sectores sociales con capacidad de decisión, así como
elementos culturales. Por lo tanto, el imaginario patrimonialista se sustenta en los
programas de conservación de cascos históricos. Es necesario hacer una precisión, el
autor no menciona que los imaginarios patrimonialistas, en algunos casos, son
respaldados por grupos sociales, sobre todo de la pequeña aristocracia ilustrada que
tienen una visión legendaria y romántica del pasado. Incluso algunos defensores del
patrimonio existente en el Centro Histórico tiene raíces genealógicas de familias que en
el periodo de laicización del Estado perdieron sus propiedades. Los patrimonialistas
consideran que el Centro Histórico debe convertirse en un museo al aire libre, asimismo
propugnan recuperación de la historia de éste que se ve amenazado por los trastornos
apocalípticos –alta densidad de población, contaminación ambiental, dificultades de
movilidad, vendedores ambulantes, etc.- de las metrópolis.

En un claro contraste se sitúan los imaginarios posmodernos, formados por la


deconstrucción del tiempo y del espacio. Dichos elementos se quebrantan originando la
pérdida de la memoria y la tradición, implican que el espacio se deshumanice y adquiera
tendencias genéricas. Los actores involucrados reconocen el valor del pasado aunque sin
vanagloriarlo, aprovechan la yuxtaposición de elementos de diferentes temporalidades.
No obstante, la forma de articulación de dichos espacios ocurre de manera fragmentada
y transforman el sentido de esos barrios tradicionales. La reconstrucción de la vida
urbana acontece sin profundidad histórica, se dirige más hacia la ciudad espectáculo que
recrean del mítico pasado; simula parques temáticos gozados por los turistas y
gentrificadores (grupos yuppies y bobos)82 con la capacidad de pagar el precio del
remozamiento del centro y sus nuevas formas urbanas. A continuación, en la el cuadro
Formas del conflicto entre imaginarios patrimonialitas y posmodernos en los Centros
Históricos (Figura 3), se sintetizan ambos imaginarios.

82
Young urban professional y bohemian bourgeois

44
Figura 3
Formas del conflicto entre imaginarios patrimonialitas y posmodernos en los Centros
Históricos

Imaginario
Patrimonialista Posmoderno
Características
Manejo del pasado Historia-patrimonio Historia-recurso

Preservación de un Privatización
Sentido de lo público y
capital cultural económica de
privado
colectivo algunos elementos

Sin reflexión de
Turismo y recreación
Proyecto de vida social proyecto
Espectáculo
Museo

Gestión Pública Privada

Fuente: Hiernaux, “Centros”, 2006


Elaboró: Adrián Hernández Cordero

El inminente escenario es el conflicto entre ambos imaginarios. La médula no es


tanto una nueva lucha de clases, sino el modelo de vida a integrar en el centro. Entonces
ya sea que se busque conservar los vestigios del pasado, o que se intente reconstruir el
Centro Histórico; la cuestión es que ambos imaginarios son restrictivos, al menos en el
nivel hipotético, para los grupos populares. En el primer caso por no contar un alto
grado de educación para apreciar la monumentalidad del centro; mientras que en la
segundo situación no tienen la capacidad para consumir los espacios y productos
homogéneos. El resultado es en muchos casos la represión, la exclusión socio-espacial
y el recambio de población, en unas situaciones agudas, en otras sutiles, con la intención
de revitalizar el entorno físico y social; en aras de intereses públicos y/o privados, pero
siempre de una élite.

1.5 Conclusiones

La situación contemporánea del espacio urbano se caracteriza por un proceso


paradójico, la expansión de su territorio hacia la periferia y el vaciamiento del Centro
Histórico y de la Ciudad Central. Por lo tanto, los gobiernos han diseñado políticas para
intentar ordenar la dinámica poblacional. Las acciones van encaminadas a regular el
crecimiento de la periferia y repoblar la zona central que se encuentran subutilizadas y
deterioradas. No obstante, el regreso al centro está encaminado a retornar a los

45
segmentos de medios y altos ingresos, los cuales ocuparían viviendas nuevas o edificios
regenerados que eran habitados por grupos populares. Éste fenómeno se denomina
gentrificación y tiene como principal característica en el Centro Histórico el
desplazamiento de población originaria, el cambio de uso de suelo hacia actividades
terciarias y la utilización de la industria cultural.

Las políticas para renovar el Centro Histórico se sustentan en ciertos imaginarios


urbanos, que están detrás de las acciones gubernamentales. Así, la interpretación de
estos mecanismos simbólicos permiten comprender que tipo de renovación se efectúa en
el Centro Histórico, ya sea un imaginario que tiende a la conservación ,o bien, un
imaginario más orientado al mercado y, por ende, flexible en su normatividad, como lo
demandan las fuerzas productivas. Por lo tanto, vislumbrar qué tipo de imaginario se
impone en la gentrificación de este espacio sirve para saber cuál modelo de ciudad se
propugna, debido a que el Centro Histórico se considera el lugar más importante de la
ciudad, al menos en las urbes latinoamericanas.

46
Capítulo 2. La Alameda: proyectos y realidades

Este capítulo es el puente que une los planteamientos teóricos con los elementos
empíricos de la presente investigación. La intención del apartado es realizar una
revisión histórica de la zona de la Alameda, aunque no se debe esperar un riguroso
estudio histórico porque rebasa los objetivos del trabajo. La tesis recurre a la historia
por un objetivo particular, el cual descansa en situar a la Alameda en un contexto
histórico que permita dilucidar el actual proceso de gentrificación que experimenta la
zona. Por lo tanto, este no es el ornamental capitulo histórico que se exige incluir en la
tesis, aquí el capítulo histórico es más bien es un soporte que permite poner a dialogar
las visiones urbanas pretéritas y contemporáneas de Alameda y su perímetro.

En este tenor se revisan algunos los proyectos urbanos referentes a la zona de la


Alameda. Igualmente se escudriñan varios planes globales para la ciudad de México
que directa o indirectamente tuvieron repercusiones en el espacio de estudio. Se debe
señalar que algunos proyecto quedaron en letra muerta, pero es interesante discutirlos
para conocer que ideologías urbanas imperaban en distintas épocas. Por lo tanto, la
intención es responder a la pregunta ¿Qué papel desempeñó la zona de la Alameda en
los proyectos de ciudad de la metrópoli mexicana?

La propuesta de los autores que se analizan son las del Virrey Luís de Velasco,
el Marqués de Croix, Ignacio de Castera, Tadeo Ortiz, Hammeken, Adamo Boari y
Carlos Contreras. También se analiza la época moderna de la zona de la Alameda a
través de académicos como Gerardo Sánchez y Rafael López. Se finaliza con el análisis
de deterioro estructural y coyuntural del espacio de estudio entre la década de los
setenta y los ochenta.

Debido a la naturaleza del capítulo se consultaron fuentes secundarias. Esta fue


la única forma de poder aproximarse a los proyectos urbanos de distintas
temporalidades Igualmente se utilizaron imágenes, específicamente obras pictóricas que
permiten conocer las representaciones de la época respecto a la Alameda y la ciudad.

47
También se manejan fotografías aéreas cenitales y oblicuas que permiten visualizar las
transformaciones ocurridas en la zona de estudio.

2.1 La Alameda entre la ciudad de la conquista y la ciudad colonial

La capital de la Nueva España y sus habitantes debían contar con un sitio de ocio
y recreación, especialmente para el grupo conquistador, por lo que se pensó en construir
una Alameda en 1592. El término Alameda es un vocablo importado y desarrollado por
los conquistadores. Según Castro,83 desde el siglo XV las alamedas fueron un elemento
importante en las ciudades europeas y, por ende, trasladadas a los territorios ocupados.
No obstante, la precisión sobre el origen de las alamedas es incierta. Algunos autores
como Martínez y Juárez sugieren que la Alameda procede de los jardines renacentistas
de los siglos XV y XVI,84 mientras que Magdaleno sostiene que la Alameda de México
fue un hecho extraordinario, debido a que las ciudades mexicanas del siglo XVI no
contaban con jardines para el pueblo.85 Así las cosas, el hecho fundamental es que la
Alameda de México fue la primera en construirse en la América española y, por lo
tanto, marcó un paradigma en el urbanismo de América Latina.

El vocablo Alameda es empleado no exclusivamente para designar los sitios


plantados con álamos, en la alameda mexicana sólo se plantaron álamos durante un
corto periodo, sino cualquier jardín público destinado al paseo,86 esparcimiento y
recreación de los habitantes. Generalmente fueron situadas en los límites del espacio
urbano, debido a que tenían que cumplir con ciertas características como ser tierras
fértiles bañadas por ríos y/o acequias que permitieran el desarrollo vegetal.

Bajo esos parámetros fue edificada la Alameda en el extremo poniente de la


ciudad. Luis de Velasco, octavo virrey, resolvió construir una Alameda para ornato y
recreación de los vecinos; en esta ubicación se aprovecharía el lagunajo y el acueducto
de la Mariscala para regar el jardín. El sitio elegido fue el Tianguis de San Hipólito

83
Castro, “Alameda”, 2001
84
Martínez y Juárez, Lotería, 1994
85
Magadaleno, “Alameda”, 1956
86
Se entiende el paseo como “…es dar pasos, caminar, andar a pie…” Novo, Paseos, 2005, p. 9.

48
Mártir, frente a la iglesia del mismo nombre. Castro reseña cómo tal disposición generó
gran controversia, debido a que la tenería del Morcillo, instalada junto al tianguis de
San Hipólito, alegó perjuicios porque la construcción del paseo le hurtaría superficie a
su propiedad. Después de numerosas discusiones, el Ayuntamiento optó por desplazar el
jardín unos metros hacia el poniente, entre las plazoletas de San Diego y Santa Isabel.87

La edificación de la Alameda en México surge 71 años después de que los


españoles arribaron a la ciudad de México. En esas siete décadas los conquistadores
resuelven emplazar el punto de origen de la nueva ciudad en el antiguo centro político y
religioso del imperio mexica. La traza de la ciudad se conformó bajo ciertos parámetros
dictados en las ordenanzas reales de 1521, 1568 y 1573; éstas señalaron que el
emplazamiento español partiera desde una Plaza Mayor (ver capítulo 1) y, en torno a
ésta, se delinearán las manzanas en las cuales se distribuirían los solares para los
españoles. El diseño urbano tuvo en consideración las calidades de las personas, así
como el orden en la distribución y zonificación económica y étnica. Por lo tanto, la
estructura de la ciudad en forma ortogonal permitía una regulación social y, además,
ofrecía garantía de seguridad militar.88Así, después de que el grupo español pudo
conformar una estructura urbana eficiente y, sobre todo, segura se pensó en construir la
Alameda, un sitio de ocio y recreación.

Antes de continuar, cabe recordar que la traza urbana de la ciudad de México se


configuró de manera que los ibéricos se emplazaron desde el centro hacia el poniente en
tierra firme. Las razones para generar la expansión progresiva hacia el oeste del
territorio radicaron en que el suelo presentaba mejores condiciones físicas,
específicamente eran tierras más estables respecto al hundimiento. Dirigir la
urbanización hacia terrenos más firmes respondía también a una estrategia militar,
debido a que los españoles podrían salir de la ciudad rápidamente por la Calzada
México-Tacuba en caso de existir alguna sublevación de los pobladores originales. En
tanto, algunos grupos indígenas fueron desplazados hacia el oriente en terrenos
pantanosos. Hay que agregar que el suceso mencionado es de gran relevancia para la
metrópolis mexicana, dado que la división de la ciudad fundó un patrón espacial que
87
Castro, “Alameda”, 2001
88
O´Gorman, Reflexiones, 1938. Rojas-Mix, Plaza, 1978

49
persiste en la actualidad. En términos generales, los barrios obreros y populares
coexisten en el nororiente, en donde se situaron los pobladores indígenas. A su vez, la
población de medios y altos ingresos radica en el área surponiente coincidiendo con el
antiguo emplazamiento conquistador, precisamente la zona dónde se decidió ubicar a la
Alameda.

Para algunos autores, la creación de la Alameda es un indicador de que la forma


de concebir la ciudad estaba cambiando, esto es, una vez que los españoles tuvieron el
control de la ciudad pudieron pensar en diversiones como en los paseos arbolados. 89

Sin embargo, el argumento anterior es discutible, debido a que el proyecto de la


Alameda iba más allá de un simple espacio de ocio. El paseo “fue el primer estirón de la
ciudad virreinal hacia el poniente, más allá de la traza”;90 fungió como la avanzada de
los conquistadores para urbanizar paulatinamente territorios occidentales. Un testimonio
gráfico de este suceso es la pintura titulada Forma y Levantado de la Ciudad de México
en 1628 (Figura 2). Esta es una litografía elaborada por Ruffoni a partir del plano
levantado por Juan Gómez Transmonte. Es una obra polémica en cuanto a su fidelidad
respecto de la realidad, debido a que exagera el tamaño del núcleo urbano y suprime los
barrios indígenas. También se ha discutido sobre sus objetivos, ya que es una
representación dirigida a convencer a la corona española de que la ciudad de México es
digna de ser rescatada a través de grandes obras hidráulicas, eso explica el
engrandecimiento de la presencia de agua en la obra.91

La figura 2 es una imagen discutida, pero es pertinente traerla a colación debido


a las evidencias históricas que ofrece sobre la Alameda. Es una representación visual
orientada hacia el occidente, que combina una vista a vuelo de pájaro con elementos
cartográficos. En primer plano se distingue una zona de transición entre el espacio
urbano y el espacio rural, que se define por la ausencia de construcciones y por la
presencia de una zona de cultivos; también se representan zonas arboladas y lagunajos.
En segundo plano aparece la traza urbana, en la que es identificable el emplazamiento

89
Martínez y Juárez, Lotería, 1994, p. 71
90
Novo, Paseos, 2005, p.27
91
Connolly, “Mapa”, 2008

50
español caracterizado por su forma cuadriculada. En este punto es relevante destacar a
la Alameda en su forma geométrica original. El paseo está adyacente al Convento de
San Diego y a la plaza del Quemadero. Dicha pintura muestra cómo la Alameda (elipse)
establece el límite de la ciudad colonial, después de la Iglesia de San Hipólito no hay
rasgos de urbanización. Finalmente, en el tercer plano se distingue un espacio agrícola
que tiene de fondo al volcán Popocatépelt y algunas montañas que conforman la cuenca
del Valle de México.

Figura 2

Fuente: Gómez, J., Forma y levantado de la Ciudad de México en 1628, 1907,


Colección Museo de la Ciudad de México

Según Gonzalbo, la Alameda fue un paseo concebido para los hidalgos, quienes
asistían al jardín a lucir sus engalanados carruajes acompañados de sus sequitos de
esclavos africanos,92 aunque en la práctica se enfrentó a infinidad de vicisitudes para ser
un espacio noble. Se puede inferir, siguiendo a Castro, que el hecho decisivo que

92
Gonzalbo, “Cielo”, 2003. p 27

51
impidió el uso y la apropiación del jardín por parte de las élites citadinas fue el entorno
en que se construyó, debido a que en la Alameda era común encontrar mendigos,
malhechores y enfermos mentales que habitaban en los alrededores.93 La Alameda se
fundó en un arrabal, entendido éste como un sitio que se encuentra en la interfase rural-
urbana. Los arrabales eran intersticios de marginalidad social y económica, pero
también fueron lugares en donde se hallaban prácticas culturales diferentes a la sociedad
conquistadora.

Adyacente al paseo, el caserío era escaso, sitio húmedo y malsano; acogía un


número significativo de instituciones de beneficencia como el hospital psiquiátrico para
hombres, manejado por los Hermanos de la Caridad junto a la Iglesia de San Hipólito.
También coexistía la cofradía de la Santa Veracruz fundada por Cortés y otros notables
en 1582; a su lado estaba el hospital destinado a indigentes negros, mulatos y mestizos
pobres. Además, las enfermas mentales eran atendidas en el Hospital de San Juan de
Dios; este recinto también contaba con un orfanato conocido como el de los
Desamparados.

Asimismo, los Dieguinos en la plazoleta de su monasterio tenían uno de los dos


quemaderos de la Santa Inquisición. Al otro extremo (en el actual terreno del Palacio de
Bellas Artes), en 1600 edificaron el convento de Santa Isabel. Ya bien entrado el siglo
XVIII, en la avenida San Francisco (ahora Juárez) situaron el convento de Corpus
Christi (1724) para indias nobles. Igualmente se fundó el Hospicio de Pobres (1744), la
institución de beneficencia pública más grande de la colonia. A la par se edificó el
Tribunal de la Acordada que incluía una prisión pública. En el siguiente dibujo (Figura
3) se reconstruye el entorno de la Alameda.

93
Castro, “Alameda”, 2001

52
Figura 3

Elaboró: Adrián Hernández

Otro factor que influyó en las dificultades para hacer de la Alameda un espacio
noble fue su vecindad con algunas fábricas que se fundaron décadas atrás. El
Ayuntamiento resolvió localizar algunas factorías en las parcialidades indígenas de San
Juan Moyotlan, al poniente de la traza urbana. El gobierno municipal, sin concebir
todavía la construcción de la Alameda, consideró que tal localización causaría menos
problemas a los habitantes, puesto que dichos establecimientos expedían desperdicios y
malos olores.

Desde su construcción y hasta el siglo XVIII, la Alameda fue un “modesto jardín


sembrado con álamos, sauces y fresnos, estrechas calzadas de tierra aprisionada, con
una sencilla fuente […] rodeada por una acequia”.94 La partida del país del Virrey de
Velasco en 1595 fue contraproducente para la Alameda, ya que el jardín recién
estrenado fue abandonado por las autoridades y la majestuosidad que aquél intentó darle
al paseo se fue por la borda. La Alameda entró en una fase de deterioro físico, así que se
intentó solucionar la problemática situación con el amurallamiento del jardín en 1598.

94
Ibíd. p. 31

53
El enrejado pretendía evitar que el ganado entrara a pastar, así como que los
malhechores hicieran del paseo su guarida nocturna.

El sitio en el cual se cimentó la Alameda hizo complicado formar un espacio


noble, debido a las condiciones naturales de los muladares, la colindancia con el pueblo
de Moyotlan y por las instituciones de beneficencia que progresivamente se fueron
instalando en su perímetro. No obstante, dichas condiciones no impidieron que la
Alameda fuera un referente de la urbanización de la capital colonial. Cuando el clima
político se estabilizó y disminuyó el riesgo de un motín indígena, se comenzó a secar el
lago para orientar paulatinamente las nuevas construcciones en la dirección del
proyectado paseo. La Alameda era codiciada por los habitantes que deseaban instalarse
cerca de ella por su belleza e igualmente por la proliferación de iglesias. Así, crearon un
importante barrio llamado de la Santa Veracruz.

2.2 La Alameda y las Reformas Borbónicas

A mediados del siglo XVIII los Borbones asumen la corona española en sustitución de
los Habsburgo. La casa borbónica intentó reorganizar el Imperio a través de reformas en
los ámbitos político, económico, militar y religioso. La casa gobernante empapada por
los preceptos ilustrados y por el urbanismo neoclásico,95 comenzó a cuestionar la
morfología y el funcionamiento de la ciudad. Según Romero, los administradores
coloniales de la época y ciertos personajes instruidos plantearon la reorganización del
plano de la ciudad, la reglamentación, la urbanización, así como la apertura y
mejoramiento de los paseos.96

En este contexto, la ciudad de México y la Alameda no se rezagaron, en la


primera se debía reflejar la expresión política del régimen gubernamental y la segunda
fungiría como bastión que irradiaba el progreso de la ciudad. En términos urbanísticos,

95
El neoclasicismo en el urbanismo se caracterizaba por concebir a la ciudad como una unidad, la cual
debía ser regida por avenidas que la conectaran eficientemente y además que la sanearan. Igualmente se
buscaba que la urbe tuviera formas regulares basadas en la racionalidad, por lo que debía ser simétrica
Por lo anterior, la ciudad podría admirase como un ente bello, tanto por sus formas físicas como por su
entorno natural.
96
Romero, Latinoamérica ,1976

54
las Alamedas en la América Española se proyectaron como sitios de recreación y obras
embellecedoras de las ciudades, ejemplos son las alamedas de las ciudades de México,
Guatemala, Antigua y Lima.97

Las Reformas Borbónicas se sustentaban en la ideología del urbanismo clásico


surgida especialmente en Francia. Fernández98 sostiene que la actuación borbónica en la
ciudad se nutrió de un ideal de belleza que favorecía los trazos rectilíneos; dicha
ideología consideraba que la ciudad debía producirse según la racionalidad para generar
formas ordenadas y simétricas.

En este tenor, la Alameda adquirió mayor relevancia, puesto que los virreyes
adeptos al urbanismo neoclásico comprendían que el paseo, en este caso la Alameda,
tenía un papel estratégico en la vida de la ciudad. En esa época se pensaba que la
grandeza de la ciudad se reflejaba en el ornato y hermosura de los paseos. Los virreyes
fueron asiduos paseantes de la Alameda, elemento atrayente para el resto de la
población; así, paulatinamente el jardín se convirtió en un hito urbano. Tales
circunstancias encantaron no sólo a lo más granado de la sociedad mexicana, sino
también al resto de la población.

A partir del gobierno del Marqués de Croix99 (1766), los virreyes de la Nueva
España se plantearon limpiar y regularizar geométricamente el plano de la ciudad, sobre
todo aquellos barrios que no armonizaban con la traza central. En 1769, sin consultar al
Ayuntamiento, el marqués de Croix extendió el paseo hasta las plazuelas de Santa Isabel
y San Diego.

En la siguiente pintura titulada De Alvino y Española produce Negro Torna


Atrás del siglo XVIII (Figura 4), se plasman las transformaciones del paseo. Se debe
señalar que la pintura forma parte de la serie Cuadros de Castas; las obras tenían el

97
Castro, “Alameda”, 2001
98
Fernández, Europa, 2000
99
Carlos Francisco Croix remplazó al marqués de Cruillas, éste se mostró reticente con las Reformas
Borbónicas por lo que fue destituido. Croix fue crucial para que las acciones reformadoras se llevarán a
cabo. El nuevo Virrey se caracterizó por ser un militar enérgico y leal; él era de toda la confianza de José
Bernardo de Gálvez, visitador de Carlos III, que contaba con atribuciones superiores a las del virrey.

55
objetivo de mostrar las mezclas étnicas y raciales en escenarios urbanos y rurales en la
América española. En el primer plano de la composición pictórica, destaca un
matrimonio retratado en la azotea del Convento de Santa Isabel. La familia está formada
por un hombre albino vestido elegantemente y una española de piel blanca, con un
infante crespo de piel oscura. La familia sitúa la visibilidad y aparición de las mezclas
raciales en la ciudad, en este caso con la Alameda como un escenario de la emergencia
de castas y del incipiente surgimiento de nuevos segmentos sociales.
Figura 4

Fuente: Anónimo, De Alvino y Española produce Negro Torna Atrás, Siglo XVIII,
Colección Banco nacional de México

En segundo plano aparece la Alameda que fue ampliada al doble de dimensión


en su longitud. En la figura pueden distinguirse las adecuaciones que se hicieron al
paseo durante el urbanismo borbónico. La Alameda adquiere una forma rectangular, se
le trazan avenidas diagonales, asimismo se aumentó a cinco la cantidad de fuentes. La
traza de la Alameda sufrió transformaciones radicales, se construyeron calzadas para
carruajes y se dividieron los jardines reservados para los peatones. Incluso el mismo rey
Felipe V, dispuso la creación de un Alcalde de la Alameda. El trazado geométrico de la
regularidad francesa remite al estilo neoclásico evidenciando la intervención borbónica.

En el tercer plano se aprecia el Convento de San Diego, exactamente localizado


en posición contraria al Claustro de Santa Isabel. En la parte superior izquierda de la
pintura, se entrevén tres capillas que formaban parte de un conjunto de ocho templos

56
conocidos como las Ermitas del Calvario. Las cuales fueron construidas por los
franciscanos en 1615 y formaban parte de las estaciones dolorosas del Vía Crucis.100
Mientras que en la parte superior derecha de la composición pictórica se pintaron los
arcos del acueducto de La Mariscala, que pasaba junto a la Alameda hasta la fuente de
la Mariscala.

En 1771 el Virrey de Bucareli comenzó su mandato, no obstante, las líneas


generales de las reformas borbónicas, al menos en la ciudad, tuvieron continuidad.
Fernández101 señala que el ensanche de la Alameda fue un suceso paradigmático, ya que
a partir de éste se aceleró la actividad urbanística en la ciudad de México. El Virrey de
Bucareli ordenó la construcción del Paseo Nuevo en 1775, realizando la que se
considera la primera obra del urbanismo neoclásico en la ciudad; la acción consistió en
el trazado de una línea arbolada que de manera transversal rompía con la forma de
damero de la traza urbana heredara del siglo XVI. En el delineado del Paseo Nuevo
coexiste la inercia dinámica, heredada de los últimos años siglo del XVI, para dirigir la
expansión de la ciudad hacia el surponiente de la ciudad, sobre todo para las clases
nobles.

El extremo occidente de la urbe fue elegido como localización ideal para


desarrollar la ampliación ordenada de la ciudad. Esta tendencia de crecimiento puede
observarse en el siguiente plano de Pedro de Arieta, correspondiente al año de 1737
(Figura 5). En el Plano de la ciudad de México se presenta el desarrollo de la traza
urbana, la expansión de la ciudad se dirige marcadamente hacia el poniente y el sur. La
Alameda (elipse) comienza a dejar de ser el límite de las parcialidades hacia el oeste,
puesto que se aprecian grandes construcciones sobre la avenida del Calvario
(actualmente Juárez) y la antigua calle de la Mariscala (hoy en día la avenida Hidalgo).

100
Castro, “Alameda”, 2001, p. 47. Martínez y Juárez, Lotería, 1994. p. 73
101
Fernández, Europa, 2000

57
Figura 5

Fuente: De Arieta, P. et al., Plano de la Ciudad de México, 1737, Museo de Historia


natural, CNCA/INAH

2.3 Ignacio de Castera y la higienización de la ciudad

Durante la segunda mitad del siglo XVIII Ignacio de Castera figuró como un
personaje fundamental en la capital de la Nueva España, debido a que fue el artífice y
responsable del diseño e implementación de relevantes acciones gubernamentales
durante el mandato de los Borbones. Hernández refiere que en 1781 Castera fue
designado Maestro Mayor de la ciudad de México por el Virrey Conde de Bucareli;
sus funciones radicaban en ordenar el crecimiento de la ciudad. 102

Castera elaboró el primer plano regulador de la ciudad para solucionar las


irregularidades urbanas, específicamente la estrechez y suciedad de los callejones en
los barrios indígenas. Según Morales, éstos representaban un obstáculo para implantar
la visión de una ciudad organicista, ya que la limpieza de la ciudad no tendría sentido

102
Hernández, Ignacio, 1997

58
si sólo se limitaba al centro urbano, puesto que los efluvios de los barrios indígenas
contaminarían la traza española. 103

El supuesto causal de tales medidas consideraba que la ciudad sólo podía ser
higiénica sí se trazaban y/o prolongaban avenidas rectas por donde circularan las
corrientes de aire; esta sería la única forma de extirpar los miasmas y de paso las
irregularidades sociales –la pobreza, la delincuencia y la herejía- que imperaban en la
urbe. El proyecto sugerido por el arquitecto de la ciudad se puede apreciar en El Plano
Iconográfico de la Ciudad de México de 1794 (Figura 6), que consistía en perfilar
líneas rectas desde la traza urbana española hasta los barrios indígenas para corregir su
fisonomía laberíntica. El proyecto indirectamente también contenía intenciones
fiscales, ya que el delineado rectilíneo permitiría numerar las manzanas y se
establecería un registro confiable de los habitantes para tener un mayor control
tributario.

La zona de la Alameda resultó fundamental para el plan de Castera, debido a que


la urbanización ordenada debía dirigirse hacia ese punto de la ciudad. Debe recordarse
que al sur de la Alameda se encontraba la parcialidad indígena de Moyotlan, por lo
cual Castera insistió en enderezar el trazado de las calles de esta zona. En el trabajo de
Morales se detallan las transformaciones que sufrió el sector sur-poniente a raíz del
plan Castera. En este tenor, se abren las siguientes calles con sentido oriente-poniente:
Carlos (Artículo 123) y Victoria. Las vialidades inauguradas con orientación norte-sur
fueron: Alameda (Ángela Peralta), San Diego (Dr. Mora), Jardín de Tolsá, Ojalá
(Rosales), Revillagigedo y un sector de la calle Ancha (Luis Moya). También se
amplió el callejón de Chiquihuiteras (Buen Tono).104 Por tal motivo se demolió una
gran cantidad de casas circundantes a San Diego, San Hipólito y Santa Isabel.

En el plano, lo achurado representa la traza colonial con sus calles rectas,


mientras que el color claro figura la traza irregular de los barrios que se tiene que
adecuar al damero. Finalmente, lo blanco indica el orden que deben seguir las casas y
manzanas nuevas. Los límites de la ciudad son la Iglesia de Santa Ana al norte; al sur
103
Morales, “Cambios”, 1994
104
Ibíd.

59
continúa con San Pablo; al oriente San Lázaro; y al poniente San Diego y la Alameda.
Ésta aparece en situación intermedia en las tonalidades de grises, por lo tanto es una
zona a ordenar. El cuadro que delimita el poblamiento está después del jardín,
indicando que a partir de entonces se comenzó a mirar ya como parte de la ciudad.
Finalmente, en la esquinas de la traza urbana están cuatro plazas destinadas a
ejercicios militares, mercados y actividades diversas que requiera la capital.
Figura 6

Fuente: De Castera, I., Plano Icnográfico de la Ciudad de México, 1842, Dirección


General de Información Agropecuaria, Forestal y de Fauna Silvestre de la Secretaría de
Agricultura y Recursos Hidráulicos. Mapoteca Manuel Orozco y Berra / Colección
Orozco y Berra.

60
El plano es un testimonio gráfico de la ideología mecanicista del espacio
predominante de la época. El Maestro Mayor relacionaba los peores vicios con los
barrios y su trazado irregular, mientras el diseño geométrico responde a los sectores
civilizados conquistadores; así con la regularización “Castera apuesta a que la
geometrización del espacio […] incidirá mecánicamente sobre las conductas de sus
ocupantes”.105

El proyecto del alarife de la ciudad también residió en el trazado del Paseo


Nuevo, que partió de la calle Victoria al sur de la Alameda. De la Maza arguye que
Castera ordenó demoler un gran número de las manzanas al sur del paseo hasta la calle
de Ayuntamiento. También en el norte de la Alameda reestructuró la traza, sólo
quedaron las calles de sentido norte-sur y las calles con dirección oriente –poniente
fueron reconstruidas. 106

Sin embargo, Castera no sólo tuvo influencia en la zona de la Alameda, también


incidió con algunas adecuaciones y rectificaciones en el jardín. Martínez y Juárez
documentan que en 1793 el Virrey Revillagigedo le encargó a Castera extender los
lados truncados de la Alameda. Asimismo, se le solicitó realizar nuevas portadas con
sus accesos separados. También se le atribuye al alarife el arreglo y la reparación de la
fuente central del paseo.107

En términos generales, la intención de Castera en el perímetro de la Alameda


consistió en reorganizar el trazado de la zona para comunicar al primer jardín y al Paseo
Nuevo con el centro de la ciudad. La regeneración implicaba el embellecimiento del
ámbito de la Alameda a través de la erección de fincas de los sectores acomodados y la
expulsión de los pobladores indígenas. Aunque Castera no lo menciona tal cual, es
indiscutible que él concebía a la Alameda como un sitio fundamental para crear una
zona de abolengo, debido a que era una zona valiosa por tener buena calidad de
terrenos, así como por su ubicación y proximidad con la traza urbana.

105
Fernández, “Máquina”, 2003, p. 241
106
De la Maza, “Urbanismo”, 1954
107
Martínez y Juárez, Lotería, 1994

61
El trabajo de Castera como integrante del régimen gubernamental le permitió
ingresar al mercado inmobiliario. Él aprovechó el conocimiento del que disponía y de
las obras ejecutadas para comenzar a especular con el suelo urbano. Hernández108
detalla que Castera entró al mercado inmobiliario en el perímetro de la Alameda, donde
sabía que cambiaría el uso del suelo, debido a que se construiría el paseo Nuevo y se
comenzaría a establecer edificios. En dicha zona adquirió propiedades y realizó obras de
urbanización para incrementar el valor de sus bienes.

El proyecto de Castera se ejecutó parcialmente debido al alto costo económico


que significaba para el Ayuntamiento, así como a la muerte de su protector el Virrey de
Revillagigedo. También influyeron los reclamos de los vecinos que se veían afectados
por las expropiaciones. Sin embargo, la traza y modificaciones que Castera impulsó en
el perímetro de la Alameda aún son vigentes.

2.4 Tadeo Ortiz y el Barrio Imperial

El urbanismo neoclásico perduró durante el siglo XIX en las mentalidades de los


gobernantes, intelectuales y urbanistas en la ciudad de México y un elemento
representativo de éste es el proyecto de Tadeo Ortiz de 1822.109 Él propuso cimentar un
barrio de estirpe dedicado al recién designado Emperador Agustín de Iturbide. La
proposición, además de continuar con los lineamientos neoclásicos, mantuvo la
concepción de producir la traza de la ciudad, o mejor dicho, su mejor rostro, hacia el
poniente, como aconteció desde el siglo XVI.

Ortiz cimentó su propuesta teniendo como punto de referencia a la Alameda,


incluso comienza su proyecto relatando el estado de abandono en el que se encontraba
el paseo. El autor planteaba que después de remozar el jardín se podrían embellecer los
alrededores con casas de campo y también se aprovecharía el bello paisaje del poniente
de la ciudad, por “la vista imponente que deja magnificencia de una de las más
brillantes ciudades del orbe”.110

108
Hernández, Ignacio, 1997
109
Ortiz, Resumen, 1822
110
Ibíd., p. 18

62
Guerrero destaca que Tadeo Ortiz fue un impulsor de la policia urbana;111
contemplaba fomentar el pensamiento racional y divulgar las artes para el desarrollo de
la ciudad y sus habitantes. Ortiz insistía en mantener el aseo de las calles y evitar la
mendicidad que pululaba e ese entonces, sobre todo en algunos sectores indígenas que
eran los más pobres y que el pordioseo era su forma de sobrevivencia. Él, al mismo
tiempo, propuso mejorar el ornato de la ciudad, puesto que dichas asignaciones
mostraban el vigor y la fuerza del Estado.112 En el proyecto de Ortiz también se
contemplaron adecuaciones a la Plaza Mayor, orientando sus énfasis sobre todo a la
zona centro–poniente. El Barrio Imperial conectaría geométricamente el Palacio de
Gobierno con las Avenidas Madero y Juárez, y es interesante hacer notar que la misma
aspiración impera en la actualidad en uno de los proyectos más relevantes del gobierno
de la ciudad, como es el Proyecto Alameda.

La zona sur de la Alameda fue elegida como el sitio que presentaba las mejores
condiciones para desarrollar el Barrio Imperial. Éste se trazaría desde la esquina de la
Alameda hasta los terrenos de la Hacienda de la Teja,113 donde actualmente se ubica la
colonia Juárez. El mapa denominado Proyecto Urbano para la Ciudad de México 1822.
El Barrio Imperial de Iturbide (Figura 7), corresponde a una interpretación actual que
reconstruye el proyecto de Tadeo Ortiz.114 El plan concebía edificar arcos a un costado
de la Alameda (flecha blanca), un museo arqueológico, una universidad, liceos y demás
instituciones educativas, un hospital general, un jardín botánico (flecha gris), un
zoológico (flecha negra) y un campo Marte.

111
El término “policia urbana” no tiene nada que ver con el sentido actual del vocablo. Según Guerrero,
la “policia urbana” surge en el siglo XVI y se define como la doctrina administrativa del Estado
absolutista, que buscaba el desarrollo material, moral e intelectual de la sociedad, con la intención de
conseguir el incremento de la fuerza estatal para lograr el buen gobierno. Guerrero, “Forjadores”, 1985,
p.4
112
Guerrero, “Tadeo”, 1985
113
Ortiz, Resumen, 1822
114
Aunque hay que señalar que el plano está incompleto y en la zona sur no se incluye la Hacienda de la
Teja como lo había pensado el autor

63
Figura 7

Fuente: Sirvent, G. et. al., Proyecto Urbano para la Ciudad de México 1822. El Barrio
Imperial de Iturbide. Simón Tadeo Ortiz de Ayala

Tadeo Ortiz tuvo en cuenta que la Alameda jugaba un papel estratégico para la
ciudad, puesto que la sociedad ilustrada de su tiempo consideraba que los jardines
representaban el nivel de desarrollo de una sociedad. Él argumentó que el prado se
embellecería sí existiera un verdadero sentido de policía. Ortiz Ayala propuso para la
Alameda terraplenar sus avenidas, replantar árboles, secar la acequia, instalar florestas y
colocar nuevas fuentes; dichas mejoras tendrían la intención de incentivar el paseo a pie
de las damas y suprimir la costumbre de pasear en carruajes.

Quizá el motivo que impulsó a Tadeo Ortiz a rescatar la Alameda fue que el
primer jardín de la capital comenzaba a disputar la actividad de recreación con el Paseo
de Bucareli. Los paseantes se dividían entre la Alameda y el Paseo Nuevo. De tal suerte,
en caso de que la Alameda se regenerara tendría posibilidades de albergar la recreación
de los habitantes de la ciudad y, por ende, recibiría de nueva cuenta a lo más granado de
la sociedad mexicana para desfilar y exhibir su riqueza.

64
En el año de 1832 Tadeo Ortiz115 volvió a plantear su proyecto de 1822, aunque
ahora ya no lo denominaba el Barrio Imperial de Iturbide sino que en ese momento su
propósito era rendir homenaje a los héroes de la Independencia.

En este periodo las circunstancias decadentes de la Alameda no cambiaron. Ortiz


señala que la Alameda representaba el único sitio donde podrían celebrarse actividades
recreativas sanas y, sin embargo, presentaba un aspecto triste y lúgubre. En un
argumento que evidencia el sentido del pensamiento de Ortiz, marcado por el espíritu de
la época, señala que el pueblo se inclinaba por las distracciones perjudiciales, la
embriaguez y el juego, debido a que no contaba con un digno jardín en el cual pudiera
recrearse sanamente.116 Por lo tanto, la Alameda tenía que ser redimida para servir al
desarrollo de la población urbana. Entre la propuestas de Ortiz estaban: la ampliación
del jardín a partir de las Ermitas del Calvario117 (referidas en el cuadro De Alvino y
Española produce Negro Torna Atrás) que fueron demolidas, la supresión de la acequia
circundante, la plantación de árboles y plantas aromáticas, la prohibición de entrada de
coches, la colocación de un nuevo empedrado, el establecimiento de un café y la
instalación de alumbrado para que fuera visitada por las noches.

El Barrio Imperial sugerido por Tadeo Ortiz quedó en letra muerta debido al
clima de inestabilidad política y sobre todo a la escasez de fondos públicos.118 Sin
embargo, algunos de sus planteamientos como el Campo Marte, el museo de
antropología y el zoológico, se llevaron a cabo más de un siglo después aunque no en
los mismos sitios planteados por el autor.

2.5 La Alameda y los promotores inmobiliarios

A partir de que México se convirtió en una nación independiente se impulsó la


desamortización de los bienes públicos y dicho proceso tuvo serias implicaciones en la
estructura urbana. De esta forma, se abrieron y/o prolongaron calles y se demolieron

115
Ortiz, México, 1832
116
Ibíd.
117
Ver página 10
118
Hernández, “Ideología”, 1994

65
fincas eclesiales generando especulación inmobiliaria con las propiedades expropiadas
para tales fines. La zona de la Alameda ha estado relacionada con la especulación del
suelo; básicamente se pueden mencionar tres razones: su excelente ubicación, los planes
gubernamentales de renovación y modificación de su perímetro, y por el valor per se
del paseo.

Desde el siglo XVI existió polémica por la expropiación de terrenos para su


construcción. Posteriormente, en el siglo XVIII, Castera aprovechó su participación
como juez y parte para especular con propiedades del entorno del jardín. Durante el
siglo XIX existieron dos proyectos urbanos que buscaban regenerar la zona de la
Alameda. El primero fue presentado por el Ayuntamiento en 1828, sin que nadie lo
firmara, su objetivo constaba en revitalizar el perímetro de la Alameda mediante
actividades como el consumo y el esparcimiento. La idea radicaba en construir al sur del
paseo tiendas de varios pisos de artículos de lujo; los locales se engalanarían con
fresnos, naranjos y granados simétricamente plantados y unas banquillas para los
transeúntes. Para lograr la renovación de la zona se debían excluir los locales que se
ubicaban al sur del paseo, ya que eran considerados establecimientos “sucios” y
“asquerosos”, específicamente las tabernas, carbonerías y atolerías frecuentados por los
sectores populares e indígenas. Los establecimientos se ubicaban en la parcialidad de
San Juan Moyotla, donde Ignacio de Castera emprendió su plan de saneamiento antes
mencionado.

En el sector norte erigirían un mercado que fuera ordenado para ahuyentar a los
malhechores habituales de la zona. Asimismo, se contemplaba la cimentación de nuevos
edificios para seguir el crecimiento de la urbanización, “pues a nadie se le oculta que es
ese el lugar por donde debe extenderse y crecer la capital”.119

El segundo proyecto de regeneración fue propuesto por Jorge Luis Hammeken120


en 1856. Hammeken planteó construir más casas en el perímetro de la Alameda para

119
AHCM, Paseos, vol. 3585, exp. 80
120
Jorge Luis Hammeken fue un emigrante de origen danés. Tras la revuelta en Texas emigró a la ciudad
de México en donde se casó con una hija del general José Antonio Mejía. Él fundó en el año de 1858 la
Compañía del Ferrocarril México-Tacubaya, la cual tuvo la concesión para la construcción del tranvía
Zócalo-Tacubaya.

66
solucionar el penoso y degradado estado del primer jardín público de la capital,
acrecentado por la presencia de marginales.121

Gruzinski122 identifica cómo por las mismas fechas el barrio indígena de San
Juan, al sur de la Alameda, fue un botín para la municipalidad y los especuladores.
Éstos lograron la especulación inmobiliaria, debido a que consiguieron aumentar el
precio del suelo ocasionando que los antiguos habitantes fueran desplazados por
habitantes potentados. Por lo tanto, en una zona rehabilitada y con trazos ortogonales
surgió la Colonia Francesa, habitada por personas de dicha nacionalidad, comerciantes y
artesanos acomodados.

Con la promulgación de las Leyes de Reforma se consolidó la secularización


urbana, debido a la publicación de la Ley de Desamortización y la Ley de
Nacionalización, en los años 1856 y 1859 respectivamente. La expropiación y la venta
de los bienes en manos muertas para un Estado ansioso de recursos financieros fue el
principal motor de cambio de la fisonomía urbana.

Hernández y De Gortari123 discuten que las disposiciones oficiales mencionadas,


asociadas con el crecimiento demográfico y la recuperación económica de la capital
fueron las tres variables que explican dicho momento histórico. La ciudad creció a partir
de un nuevo mecanismo conocido como el sistema de urbanización por colonias; éstas
se construyeron en los territorios que se iban anexando al antiguo plano de la ciudad.
Sin embargo, los autores no mencionan que la expansión de la ciudad fue posible
gracias a que las leyes mencionadas también expropiaron terrenos comunales de las
parcialidades indígenas, y éstos sirvieron para construir los nuevos desarrollos
inmobiliarios. El régimen gubernativo dejó vía libre a las empresas inmobiliarias para la
creación y lotificación de colonias en los terrenos del surponiente de la urbe.

Durante las últimas décadas del siglo XIX y en los albores del siglo XX se
comenzó a cambiar el imaginario urbano en la ciudad, sobre todo de las clases

121
AHCM, Paseos, vol. 3585, exp. 122
122
Gruzinski, Ciudad, 2004
123
De Gortari y Hernández, Memoria, 1988

67
acomodadas, quienes asociaban a la antigua traza urbana como símbolo de decadencia.
Así se conjugaron dos factores, la intención de salir de la antigua ciudad y la creación
de colonias aristocráticas sobre el recién estrenado Paseo de la Reforma. Éste marcó el
camino de la expansión de la ciudad, las colonias más representativas de este suceso
fueron: la colonia de la Teja (ahora la colonias Juárez y Cuauhtémoc), la colonia Roma
y la colonia Condesa.

A continuación, se presenta el Plano de la Ciudad de México (Figura 8) fechado


en 1913 y en éste puede distinguirse el proceso de expansión de la ciudad hacia el
surponiente, a través del surgimiento de las nuevas colonias aristocráticas. Asimismo, se
aprecia que la estructura de la ciudad sigue sustentada en los preceptos neoclásicos, se
guarda la regularidad geométrica y el trazado de grandes avenidas. Además es
interesante hacer notar que con el progresivo crecimiento de la traza urbana la Alameda
dejó de ser el límite de la ciudad y se comenzó a ser incluida en el centro de la ciudad.
Dicho contexto reforzó su localización como una de las mejores zonas de la ciudad, la
calle de La Mariscala (Hidalgo) y Del Calvario (Juárez) se posicionaban como vías
concurridas y de abolengo, razón suficiente para ser procuradas por la administración
local.
Figura 8

Fuente: Anónimo, Plano de la Ciudad de México, 1913,


Colección Museo de la Ciudad de México

68
Con la construcción del Paseo Nuevo (flecha clara) en 1775, la Alameda (elipse)
no fue más la frontera de la ciudad, el Paseo Nuevo marcó el nuevo borde de la traza
urbana; además éste ofrecía una amplia avenida para carruajes. Los paseos construidos
en el poniente de la urbe marcaron los límites de la ciudad y la avanzada de una
progresiva adhesión de nuevos territorios para su crecimiento, como ocurrió también
con el Paseo de la Reforma (flecha negra) trazado en 1864.

2.6 La Alameda, el nuevo centro de la ciudad: De la calle 5 de Mayo al Palacio


Legislativo

Arciniega patentiza que en el año de 1842 se comenzó la demolición de casas en el


callejón de los Mecateros localizado al poniente de la Plaza Mayor, éste se caracterizaba
por ser una vía oscura, húmeda y mal empedrada. La intención del derribo de inmuebles
consistía en edificar en ese espacio el Gran Teatro Santa Anna, un recinto para presentar
espectáculos dignos de la metrópoli.124

El mismo autor señala que con la desamortización de las fincas rústicas y


urbanas se decretó prolongar el callejón de Mecateros hasta la calle Vergara.125 La
desamortización de 1856 trajo profundos cambios sociales y urbanos en la ciudad de
México, debido a que se regularizó el espacio urbano para dotar a la urbe de un diseño
más racional; la idea era romper con el aparato de poder de la Iglesia católica que
domino la fisonomía de la metrópoli mexicana. En 1862 el callejón de Mecateros
cambió de nombre por el de 5 de Mayo y un lustro después se logró que la vía se
extendiera hasta el Teatro Nacional. Esta vialidad comenzó un recambio de población,
los artesanos allí residentes salieron y en su lugar arribó la burguesía para habitar las
viviendas rejuvenecidas. Progresivamente se fueron instalando en la calle 5 de Mayo
hoteles y restaurantes de alta categoría, y se emplazaron un buen número de librerías
que eran el deleite de los sectores ilustrados.

Para los fines del siglo XIX se planteó prolongar la avenida 5 de Mayo hasta la
calle de Santa Isabel. La llegada del siglo XX coincidió con la formación de la
124
Arciniega, “Callejón”, 2002, p. 3
125
Ibíd. p. 4

69
Comisión de Mejoras y Embellecimiento de la Ciudad de México que determinó
construir un nuevo Teatro Nacional. Por tal motivo, se entendió que la propuesta
anterior, que consistía en extender la avenida 5 de Mayo, tenía sentido y resultaba viable
con el nuevo proyecto monumental del recinto escénico. De los planos se pasó a los
hechos y se comenzaron a establecer los criterios de construcción de la prolongación de
la calzada, así también se inició el proceso de expropiación y demolición de las
manzanas necesarias para edificar la nueva avenida que conectaría la Plaza Mayor con
el nuevo Teatro Nacional.126

En el presente trabajo es relevante enfatizar la prolongación de la calle 5 de


Mayo debido a su importancia en plano de la ciudad, ya que respondió a la construcción
de un proyecto a gran escala que vino a reanimar y a tomar como pivote de la expansión
urbana a la Alameda y su área de influencia.

La prolongación de la calle 5 de Mayo ocurrió en el marco de transformaciones


urbanas que pernearon a la capital mexicana. Rodríguez argumenta que el incremento
de población entre 1880 y 1910 fue de 148 %, debido principalmente a la inmigración
de sujetos provenientes de la región centro del país. La llegada de campesinos y de
personas de bajos recursos económicos a la ciudad fue de tal magnitud que las
viviendas existentes no fueron suficientes para albergar a todos, produciendo un
ambiente empobrecido. Incluso, el Consejo Superior de Salubridad calculó que
alrededor de 100 000 personas no contaban con habitación o residían hacinados
viviendas, y carecían de las mínimas condiciones de higiene. Ello ocasionó que se
comenzarán a construir colonias sin los permisos gubernamentales, generando la
expansión desordenada de la ciudad. Tan sólo entre 1856 y 1910 el área construida de la
ciudad pasó de 8.5 a 40.5 kilómetros cuadrados.127 Lo anterior indican que la urbe
estaba mutando, ella pasó de ser una urbe pequeña y relativamente bien delimitada a un
ente territorialmente disgregado.

La situación descrita de la ciudad de México coincide con el modelo de la


“ciudad burguesa” acuñada por Romero. Ella se caracteriza por experimentar
126
Ibíd. p. 6
127
Rodríguez, “Experiencia”, 1994

70
transformaciones en su estructura social y en su fisonomía. La ciudad creció y se
diversificaron su población y actividades, ello originó la modificación del paisaje
urbano, así como las tradicionales costumbres y las maneras de pensar de los distintos
grupos de la sociedad urbana. El viejo patriciado dominante en la metrópoli, descubrió
que su ciudad comenzaba a transformarse en un conglomerado heterogéneo, en el que se
perdían las posibilidades del control social.

En el marco del centenario de la Independencia de México y del octogésimo


aniversario de Porfirio Díaz se decidió realizar festejos dignos de tales sucesos, por tal
motivo se concibió la edificación del nuevo Teatro Nacional. Éste se comenzó a
construir sobre los terrenos del antiguo Convento de Santa Isabel. El proyecto fue
encargado al arquitecto italiano Adamo Boari, quien decidió edificar un recinto
moderno que mostrara el poder del régimen y el ideal de progreso al que aspiraba
ingresar la ciudad de México. Romero arguye que la edificación del Teatro Nacional es
síntoma de un fenómeno que ocurrió en las ciudades latinoamericanas, en el cual se
construían edificios del estilo clásico o del estilo francés, que ponían de manifiesto
cierto gusto por la monumentalidad.128

Según Urquiaga y Jiménez,129 una de las ventajas de la edificación del Teatro


Nacional estaría ligada con la localización, puesto que la ubicación del magno recinto
definiría su relevancia. En este caso, el nuevo Teatro Nacional se comenzó a construir
en la zona que Boari consideraba como el nuevo centro de la ciudad. En la zona
poniente de la urbe, embellecida por la Alameda, se concentraron los nuevos
monumentos del régimen que reflejaban la grandeza de la dictadura. El arquitecto
italiano consideraba al teatro como un polo de desarrollo, debido a que mientras más
ostentoso resultara el teatro más ricos e importantes serían las nuevas construcciones
que rodearían al lugar.130

Desde un principio, la influencia neoclásica del urbanismo europeo llevó a que


Boari aprovechara el paseo de la Alameda y planteara crear un continuum entre el jardín

128
Romero, Latinoamérica, 1976, p. 277
129
Urquiaga y Jiménez, Construcción , 1994
130
Boari, Construzione, 1918

71
y el teatro, como puede verse en la figura nueve. Boari decidió construir una pérgola
(flecha) que cubierta de flores tropicales y chorros de agua enlazara los jardines del
edificio con los prados de la Alameda. Asimismo, el arquitecto sugirió fusionar el
Teatro Nacional y la Alameda para reabrir el paseo a los carruajes motorizados, por tal
motivo en la ilustración se aprecian las avenidas de la Alameda con un mayor tamaño y
al mismo nivel que las avenidas circundantes. La intención de Boari radicaba en
revitalizar el estado del parque a través de la circulación de autos, así como con la nueva
atracción de la exótica jardinería.131 Se infiere que el Nuevo Teatro Nacional se orientó
de manera que su entrada principal se emplazará hacia la prolongación de la calle 5 de
Mayo y la Avenida Juárez, debido a que así podía dar frente y conectarse con las
principales calles representantes del poder estatal y que desembocaban a la Plaza de la
Constitución.
Figura 9

Fuente: Boari, A, Plano General de Jardines, Vista a vuelo de pájaro, ca 1923,


Colección INBA/Dirección de Arquitectura

La idea de Boari respecto a concebir el nuevo centro de la ciudad en torno a la


zona de la Alameda es sugerente. Los argumentos que sostienen tal afirmación son
políticos y urbanísticos. En cuanto al primer tema, debe señalarse que a partir de 1825
se decidió solemnizar los festejos de la Independencia de México el día de 16 de
septiembre en el jardín. El presidente y la alta burocracia cumplían con un recorrido que
iba de la Plaza Mayor hasta la Alameda, en dicho lugar se pronunciaban discursos
nacionalistas a cargo de diputados, ministros o célebres ciudadanos. Tan relevante fue el

131
Urquiaga y Jiménez, Construcción , 1994

72
paseo en esta época Díaz acostumbraba a pasear por la Alameda; incluso sufrió un
atentado en ella en 1897.

Los argumentos urbanísticos que sitúan a la Alameda como el centro de la


ciudad, como el de Boari, sostienen que su carácter céntrico derivaba en que fuera
considerada la zona de mayor preponderancia social, política y económica. En el
siguiente mapa (Figura 10) se reconstruye el entorno de la Alameda entre el periodo de
1900 a 1910. En la imagen se aprecia la nueva fisonomía urbana iniciada por la
prolongación de la calle 5 de Mayo que remataba con el nuevo edificio de Correos,
construido en el marco del centenario de la Independencia. A un lado, se localiza el
Jockey Club que para esa época había sido recientemente ampliado. En esta misma
orientación, se encuentra el Teatro Nacional junto a la Alameda. La ya denominada
avenida Juárez se vinculaba con el Paseo de la Reforma a través de la estatua El
Caballito, éste marcó la directriz de los desarrollos urbanos de la clase aristocrática al
surponiente de la ciudad. Los sitios señalados fueron lugares de suma importancia para
la clase adinerada en la ciudad de ese tiempo.

Otro elemento fundamental es la construcción del Palacio Legislativo, que


también formó parte del conjunto de obras conmemorativas de la Independencia.
Arciniega detalla que el Poder Legislativo no tenía un recinto debido al incendio que
acabó con su sede. Por lo tanto, el presidente encargó a Limantour (ministro de Estado)
la selección del nuevo sitio donde se erigiría el Palacio Legislativo y para tal fin se
adquirieron tierras baratas en la colonia Tabacalera. La obra debía denotar la solidez del
gobierno porfiriano y, además, tenía que basarse en principios positivitas;132 estilo que
se caracterizaba por obras de gran tamaño sustentadas en la simplificación de formas, la
supresión del ornamento y la expresión literal del organismo estructural de la
edificación.

La construcción de la sede del Poder Legislativo resultó trascendental para la


ciudad. El proyecto consistía en articular a los parlamentarios con el Poder Ejecutivo, de
tal suerte, una sola calle (Juárez) concentraría y enlazaría prácticamente el poder estatal.

132
Arciniega, “Tentativa”, 1994

73
Cabría recordar el planteamiento de Monnet133 respecto a que los grupos dominantes
expresan su hegemonía mediante signos materializados en el espacio; en este caso, se
pretendía crear una centralidad extendida entre el poder presidencial y los legisladores,
pasando por la monumentalidad del nuevo Teatro Nacional. La vieja Alameda asumiría
el papel de ser el puente que uniría los poderes públicos del Estado mexicano.
Asimismo alojaría a las principales inversiones inmobiliarias de la ciudad. Como
testimonio de lo anterior se presenta el siguiente mapa histórico denominado, La
Alameda, el nuevo centro del a ciudad, 1900-1910 (Figura 10).
Figura 10

Fuente: Johns, M., Key Places in Mexico City, ca. 1910, 1958.
Elaboró: Adrián Hernández Cordero

133
Monnet, “Semiología “, 1991.

74
Asimismo se presenta una fotografía aérea (Figura 11) y aunque ésta se sale por
dos décadas del periodo mencionado, sirve para ilustrar un momento de la realidad de
la ciudad de México, caracterizado por la construcción de un eje de poder entre el
Zócalo y el Monumento a Revolución.
Figura 11

Detalle de fotografía aérea de la zona de la Alameda Central, 1936, Compañía


Mexicana de Aerofotografía

El paseo de la Alameda volvió a tomar importancia en el siglo XX, debido a que


era visitado y apropiado por lo más egregio de la sociedad mexicana. En el perímetro

75
del jardín se erigió la monumentalidad de la dictadura, y allí mismo se encontraban los
recintos preferidos de la crème de la crème de la sociedad mexicana.

Finalmente, la construcción del Teatro Nacional y del Palacio Legislativo fueron


asignaturas complicadas debido a que la revuelta revolucionaria detuvo la edificación de
ambos recintos. Después que se estabilizó la situación política en la capital del país se
comenzaron a resolver los asuntos pendientes. El nuevo Teatro Nacional se inauguró en
1934, mientras que las obras del Palacio Legislativo fueron abandonadas por la escasez
de recursos económicos debido a la revuelta armada. El arquitecto Carlos Obregón
Santacilia se interesó en la obra y evitó su demolición; él logró que una parte de la
estructura metálica del palacio se convirtiera en el Monumento a la Revolución y
finalmente fue inaugurado en 1938.

2.7 El Plan Regulador de Carlos Conteras y los cimientos de la planeación

Durante el siglo XX la ciudad de México continúa creciendo y cada vez llegan más
inmigrantes nacionales de distintos estratos sociales. En 1930 la capital contaba con 1 0
29 068 habitantes y con una flotilla de automóviles en aumento. La urbe se expandió,
debido a que no se logró controlar el surgimiento de fraccionamientos habitacionales en
la periferia. Ello ocurrió a pesar de las sanciones impuestas por el Código Sanitario
(1903) y el Reglamento de Construcciones (1921) a los promotores inmobiliarios que
vendían lotes sin los servicios públicos indispensables.

Parafraseando a Sánchez es imperativo señalar que en la década de 1930, como


consecuencia de los cambios políticos ocurridos en los años veinte, la ciudad de
México comenzaba a adquirir una nueva fisonomía. La población demandaba servicios
de salud, habitación, educación e infraestructura. El gobierno intentó responder a los
ciudadanos y se encontró en la necesidad de pensar en mecanismos que pudieran hacer
frente a las apremiantes necesidades sociales. Así fue como surgió la planificación. Sin
embargo, la ciudad de México y el país carecían de instrumentos legales y operativos,
así como de recursos humanos para ejecutar dicha tarea. Por lo anterior, a falta de
especialista en planeación y urbanismo, los arquitectos e ingenieros se dieron a la labor

76
de crear los fundamentos de la planeación urbana. En los círculos académicos y
públicos se generaron numerosos debates, conferencias y publicaciones que promovían
las bondades de la planificación. Los líderes de ese grupo fueron Modesto Rolland, José
Luis Cuevas, Alfonso Pallares y Carlos Contreras.134

El ímpetu de los académicos cristalizó y el Gobierno Federal asumió la idea de


que la ciudad tenía que organizarse para lograr su desarrollo ordenado, mediante la
institucionalización de los órganos administrativos del Estado para dicho fin.135 Ello
sucedió en el marco de la promulgación de la primera ley de planeación denominada
Ley sobre Planeación General de la República (1930), la creación del Primer Plan
Sexenal (1934) y la aprobación de la Ley de Planificación y Zonificación de Distrito
Federal y Territorios de Baja California (1933). Dicho marco normativo buscaba, entre
otras cosas, la instrumentación de los planes reguladores y la creación de comisiones de
planeación. Los elementos mencionados mostraban la preocupación e instrumentación
de normatividades del nuevo Estado posrevolucionario para la reorganización del
territorio nacional, sobre todo de la ciudad de México.

Asimismo, en la década de 1930 comienza una nueva etapa urbanística y


arquitectónica en la ciudad, ya que en 1932 con la inauguración del edificio de La
Nacional se promueve la etapa de los rascacielos en la ciudad de México. El edificio de
La Nacional se ubicó en la esquina de la avenida Juárez y San Juan de Letrán; debe su
nombre a la compañía de seguros de la misma nomenclatura. Fue el primer edificio de
10 niveles en el país y es una de las manifestaciones iniciales de la arquitectura
racionalista en México, caracterizada por el uso del acero y del concreto.

En este contexto, durante el año 1933 Carlos Contreras publicó el Plano


Regulador del Distrito Federal.136 Contreras pretendía adecuar las vías de
comunicación a las necesidades de la época. El asunto central de la propuesta consistía
en la apertura y creación de los ejes viales en dirección norte-sur y oriente-poniente, así
como la construcción de los circuitos de circunvalación interior y exterior. En el Plano

134
Sánchez, Planificación, 2002, p. 123.
135
Sánchez, Ciudad, 1999.
136
Contreras, Plano, 1933; “Planificación”, 1938

77
Regulador de 1932 (Figura 12), se distingue la forma de una visión de la ciudad de
México a una mayor escala. La ciudad de la traza colonial había sido rebasada y la urbe
continuaba expandiéndose; por lo tanto, era necesario crear vías de comunicación
eficientes como los anillos de circunvalación y grandes avenidas que atravesaran la
ciudad.
Figura12

Fuente: Contreras, C., Plano Regulador del Distrito Federal, 1932. Archivo Carlos
Contreras

La propuesta analizada deja entrever un carácter patrimonialista del núcleo


urbano de la traza de Cortés, conservando específicamente los monumentos coloniales.
El todavía no denominado Centro Histórico merecía ser sitiado a través de un sistema
de circulación, conocido como el anillo de circunvalación. Paradójicamente es en esta
época cuando se destruyen varios monumentos históricos para ensanchar varias
avenidas, el caso más conocido fue el de San Juan de Letrán.

En las acciones referentes a la zona de la Alameda Contreras planteó la


ampliación de la avenida San Juan de Letrán, identificada con la vida bohemia de la
ciudad de México. Ésta fue concebida como el eje norte-sur, que cruzaría la ciudad,
convirtiéndose en la columna vertebral de la metrópoli.

78
Contreras sugirió ampliar la Alameda hasta las calles de Rosales; cabe
mencionar que el autor ya acompaña el sustantivo Alameda con el adjetivo Central, esto
evidencia que la ciudad había crecido. La propuesta también incluía conservar la iglesia
de San Diego.

El proyecto de Contreras también vislumbraba conservar monumentos con valor


histórico aledaños a la Alameda. Las construcciones que merecían atesorarse y
arreglarse fueron predominantemente templos religiosos como San José, Buen Tono,
San Hipólito, la Santa Veracruz y San Juan de Dios. Contreras consideraba que el
Centro Histórico debía ser reconocido y resguardado por su valor histórico y cultural. A
partir de 1920, con la redefinición del Estado mexicano, se recurrió a las raíces
históricas para cimentar el proyecto de Nación. Según Sánchez, el DDF planteaba una
“convivencia armónica” entre todo los elementos históricos y las nuevas edificaciones
de la ciudad que le abrirían la puerta de la ansiada modernidad.137 Si bien, todavía no
puede hablarse de un discurso estrictamente conservacionista, debido a que no se
plantea la formulación de normas ni mecanismos sobre la conservación del patrimonio
arquitectónico, puesto que los órganos encargados de velar por la historia, el arte y los
monumentos se estaban concibiendo, concretamente el Instituto Nacional de
Antropología e Historia (en adelante INAH) se fundó en 1939.

En una paradoja, Contreras plantea la preservación del casco urbano y la


destrucción de algunos edificios patrimoniales para trazar avenidas. El máximo ejemplo
fue el ensanche de San Juan de Letrán, que arrasó con varias construcciones de alto
valor histórico en aras de acceder a la pujante modernidad, que tenía como una de sus
características la circulación rápida y eficiente de automóviles.

El Plan Regulador de Contreras, a diferencia de los otros proyectos de actuación


en la zona de la Alameda, sólo toma a ésta como referencia y no como un sitio
fundamental para la ciudad. Para el arquitecto, lo principal consistía en dotar de grandes
avenidas a la ciudad, patentizando una ruptura con el urbanismo neoclásico adoptado en

137
Sánchez, Planificación, 2002, p. 258

79
la ciudad de México desde la implementación de las Reformas Borbónicas. Se abrió
paso a la construcción de una ciudad basada en los principios de las ciudades
estadounidenses, ya que se comenzó a pensar que los ejes viales serían la solución a los
problemas de comunicación de la urbe. En este sentido, el autor planteó crear en el
centro de la ciudad un CBD denominado Zona Cívica Gubernativa Comercial.138 Para
ese momento las urbes europeas dejaban de ser el modelo a seguir por los planificadores
y políticos de la ciudad de México.

2.8 La modernidad en la Alameda

La década de los años cuarenta es fundamental para comprender la fisonomía


contemporánea de la ciudad de México. En el país existía cierta estabilidad social
después de que los años treinta contuvieron los efectos de la Revolución, atendiendo las
necesidades de los sectores populares. Asimismo, el Estado continuaba con la
consolidación de los cimientos para el desarrollo de las actividades económica,
acompañada de la instalación de industrias y la creación de instituciones públicas que
ayudarían a la organización y reconstrucción de la sociedad. Ello ocurrió en el marco de
la Segunda Guerra Mundial, la cual trajo para México una época de bonanza económica
conocida como “el milagro mexicano”.139 Para que la República Mexicana pudiera
responder a los desafíos globales se construyeron zonas industriales que requerían mano
de obra barata. A dicho llamado acudieron los inmigrantes de zona rurales, que veían
en el espacio urbano la posibilidad de desarrollo económico y social. La llegada masiva
de migrantes implicó que la urbe creciera velozmente y la normatividad que intentaba,
en teoría, regular la expansión urbana fue rebasada por la realidad.

Para Sánchez140 en los años treinta, el gobierno mexicano atendió a los grupos
populares y en la siguiente década con el asenso del primer presidente civil se

138
Contreras, Plano, 1933
139
A partir de 1940 México inicio una etapa llamada “el milagro mexicano”, la cual se caracteriza por la
aplicación de una serie de reformas económicas y sociales por parte del Estado, para desarrollar el
mercado externo y la industria principalmente. Este suceso ocurrió debido a la Segunda Guerra Mundial,
en la que México enviaba materias primas a los Aliados, y a cambio recibía maquinaria y tecnología. En
el país existió una notable estabilidad política y un crecimiento económico. Tan sólo el PIB creció a un
ritmo de 7.3 por ciento, índice nunca antes alcanzado en la etapa posrevolucionaria.
140
Sánchez, Ciudad, 1999, p. 122-123

80
privilegiaron los intereses de los grupos empresariales. Las emergentes burguesías,
impregnadas por los cambios sucedidos en el mundo requirieron de nuevas áreas y
edificios para desarrollar sus actividades. López sostiene que el grupo de arquitectos
integrado por Mario Pani, Carlos Obregón Santacilia y Enrique del Moral adoptaron el
estilo moderno que estaba de moda en el mundo occidental y reproducieron el
funcionalismo de Le Corbusier.141 Ellos estuvieron al servicio del Estado y de los
sectores acomodados, quienes demandaban grandes edificios públicos, así como obras
habitacionales. Los sectores privados lucraron con la construcción de edificaciones para
oficinas e inmuebles de departamentos en las áreas de expansión urbana de las clases
medias y altas.142

En este contexto, en la zona de la Alameda comienza un cambio arquitectónico y


urbanístico dando pasó a la multiplicación de grandes construcciones; no obstante, se
debe recordar que en dicho sector en 1924 ocurrió la construcción de La Nacional,
catalogado como el primer rascacielos de la ciudad. Esta fue la obra detonante para la
cimentación de otros inmuebles, como fue el caso del Banco de México en 1925.
Sánchez señala que la construcción de grandes edificios y conjuntos habitacionales era
una muestra de que el Estado aspiraba acceder al progreso, aunque se limitaba a los
sectores adinerados de la población.143 A partir de entonces se van sucediendo sobre la
Avenida Juárez nuevos rascacielos en los que se expresan mayoritariamente los
principios de la arquitectura funcionalista. Según Echezarreta, en la década de los años
treinta se construyen los siguientes inmuebles: el edificio para oficinas Beaumont, el
edificio Juárez (1932), que destaca por ser el primer edificio en el uso de la cristalería
como tendencia dominante de la corriente de arquitectura modernista; el edificio
Siemens (1935), el edificio Monterrey (1937), el edificio Guardiola (1938). Mientras
que en la siguiente década se inauguraron los edilicios: Oficinas de Protección Mutua
(1942), el edificio Avenida (1944) a cargo de Mario Pani, el Banco de Industria y
Comercio (1947) de Carlos Obregón Santacilia, el edificio de Seguros La Comercial

141
El funcionalismo fue liderado por Le Corbusier y toma como principio básico la estricta adaptación de
la forma a la finalidad del inmueble. Con el funcionalismo prácticamente se inventa la prefabricación,
sobre todo del cemento armado. Asimismo el vidrio y el metal son los materiales predilectos para los
edificios.
142
López, Modernidad, 1989,p. 105
143
Sánchez, Ciudad, 1999, p.128.

81
(1948). En la década de los años cincuenta se termina la construcción de la Torre
Latinoamérica en 1952, ésta merece atención especial porque fue un parteaguas para la
ciudad de México. La Latino, como es conocida popularmente, consta de cuarenta
niveles y en dicha época fue el rascacielos más alto de Latinoamérica. En 1956 se
inauguró el conjunto América.144

Una construcción de gran relevancia para el paseo de la Alameda fue el Hotel


del Prado (1933), a cargo de Carlos Obregón Santicilia. Sin embargo, después de una
serie de disputas e intrigas personales, Mario Pani utilizó la influencia de su familia en
el gobierno mexicano para retirar del proyecto a Obregón y concluir la obra por su
cuenta;145 finalmente, se concluye la obra en 1948. La importancia del Hotel del Prado
radicaba en aspirar a ser un hotel de lujo de tendencia marcadamente funcionalista. El
Hotel del Prado rivalizó con los otros hoteles de la zona de una arquitectura más
tradicional, como el Hotel Regis, construido en 1920 y remodelado en 1935 por
Obregón Santicilia. Sin embargo, la mayor relevancia que dicho recinto aporta para la
Alameda es que en el vestíbulo del hotel el pintor Diego Rivera creó el elocuente mural
Sueños de una tarde dominical en la Alameda Central, en donde plasma, entre otras
cosas, la recopilación de la historia de la Alameda y de la ciudad de México; Rivera
demuestra la indisoluble dialéctica de las relaciones entre el jardín y la metrópoli.

En la representación pictórica titulada La Ciudad de México (Figura 13)146 que


corresponde a Juan O´Gorman se aprecia, desde una perspectiva situada en el
Monumento a la Revolución, la aglomeración de los nuevos rascacielos en la Avenida
Juárez. En primer lugar, las manos del artista sostienen el plano de Upsala. En seguida
hay un albañil con sus aditamentos sobre un andamio.

144
Ehezarreta, “Alameda”, 2000
145
Obregón, Años, 1952, p. 89
146
La obra de O´Gorman resultó triunfadora del concurso de pintura sobre la ciudad, organizado por el
periódico Excélsior, la Galería de Arte Mexicano, el Departamento del Distrito Federal y el Banco de
México en 1949. El resultado del certamen fue polémico, debido a que la pintura Paisaje de la ciudad de
México refleja “una cosmovisión de clase sobre una ciudad capital idealizada y masculinizada mediante
las construcciones y la urbanización […] Es una ciudad en aparente prosperidad […] La yuxtaposición
del México antiguo y moderno sugiere una continuidad narrativa entre tradición y progreso”. Pérez,
“Chávez”, 2005, p. 82.

82
En el plano sucesivo, se distingue la estatua del caballito que marca la
intersección entre tres grandes y emblemáticas avenidas de la ciudad: Bucareli, Reforma
y Juárez. Ésta tiene doble sentido de circulación y se le distingue sumamente transitada
por vehículos y personas, específicamente en el tramo de la Alameda. Igualmente se
aprecia el conjunto de edificios y entre éstos resalta el edificio de la Lotería Nacional
(1946), que representó una construcción de vanguardia para la época, debido a su diseño
original y antisísmico. También se identifican el Hotel del Prado y el Hotel Regis. La
Alameda se distingue arbolada detrás de las construcciones edilicias, sólo como un
mero escenario.

En el último plano, se divisan los volcanes y cerros del oriente del Valle de
México. De la pintura se puede deducir que los principales edificios de negocios y
oficinas, los hoteles y los comercios exclusivos se encuentran en la zona de la Alameda.
Por tanto, se reafirma la consideración de pensar en dicha zona como el centro de la
vida urbana de la capital, sobre todo en el periodo comprendido entre 1900 y 1950.

Figura 12

Fuente: O´Gorman, J., Paisaje de la Ciudad de México, 1947. Museo de Arte


Moderno/INBA

83
Al respecto, Martínez y Juárez se refieren a cómo el Hotel Regis y Del Prado se
convirtieron en centro de encuentro de empresarios y artistas de la época. Sobre todo, el
Hotel Regis fue un:

Centro de reunión y operación de la grilla nacional. Diputados, senadores,


caciques, funcionarios con aspiraciones y toda la fauna política local y
nacional solía congregarse ahí, donde también estaba el cine Regis, el café
Regis, los baños Regis y el centro nocturno Capri, muy afamado y que tuvo
magníficas variedades, como la orquesta de Agustín Lara, Pedro Vargas y
Toña La Negra.147

Entre los demás establecimientos nocturnos y salones de baile destacan el Rat


Mort (1938), Marroquí (1957), Estambul (1920), Can Can (1951) y Montparnasse
(1929).148 Del mismo modo, en la zona de la Alameda sobresalieron otros lugares de
esparcimiento como los cines Alameda (1936), Metropolitan (1943), Orfeón (1938),
Palacio Chino (1940), Trans Lux Prado o Prado (1947), Regis (1924), Real Cinema
(1950) y Arcadia (1948). También en este periodo se remodeló el cine Magerit abierto
en 1941 y después fue reestrenado como el Variedades en 1956. Igualmente fueron
significativos los restaurantes de chinos instalados en el callejón de Dolores, ahora
denominado Barrio Chino. Por lo tanto, queda de manifiesto que la vida urbana de la
ciudad de México pasaba por la Alameda, que articulaba diurnamente actividades de
oficinas y servicios, mientras que por la noche el escenario cambiaba hacia la
recreación.

En esta época, según Sánchez, uno de los grandes intentos de ordenamiento en la


ciudad en la época fue el Proyecto de Planificación para la Zona Centro, que fue dado a
conocer en 1950, durante el gobierno Miguel Alemán (1946-1952). El proyecto estaba
sustentado en el urbanismo moderno;149 él consideraba necesario renovar actividades y
estilos de vida en el centro de la ciudad. Para lo cual resultaba indispensable demoler

147
Arturo García, “20 años después… Entrevista a Jacobo Zabludovsky”, El Universal, 18 de septiembre
de 2005.
148
Jiménez, Sitios, 1998.
149
La ideología urbanística de corte modernista proponía erigir edificios nuevos e higiénicos, construir
amplias vías y generar más áreas verdes.

84
edificios viejos y abrir calles, así como prolongar avenidas y construir
estacionamientos.150Del denominado “Proyectazo”151 sólo se lograron escasas acciones,
la más importante fue la prolongación del Paseo de la Reforma hasta Peralvillo. Esta
labor desahogo el tráfico vehicular de la Alameda, puesto que Reforma conectaba con
Avenida Juárez, la cual era la entrada al Centro Histórico, e igualmente enlazaba con
San Juan de Letrán que llevaba al norte de la ciudad.

A pesar de la reglamentación para el área central, la construcción de grandes


edificios en la zona de la Alameda no estuvo planificada, sino que fue resultado de la
propia dinámica urbana del desarrollo inmobiliario, así como de la especulación del
suelo. Ambos factores permitieron aprovechar las circunstancias de plusvalía que
ofrecía el jardín, tanto por su significación histórica, que la convirtió en un hito urbano,
como por su carácter recreativo. La proliferación de inmuebles modernos con usos de
suelo de oficinas, comercios y vivienda patentizan la relevancia que tenía la zona de la
Alameda para el nuevo modelo de ciudad. Muestra de esta inercia constructiva, que se
prolongó después de la mitad del siglo pasado, son el Hotel Alameda (1961) y el nuevo
edificio para la Lotería Nacional de 1971. En seguida se presenta el mapa Localización
de los edificios construidos y sitios de recreación en la zona de la Alameda Central,
1924-1971 (Figura 13), donde se ubica la proliferación inmobiliaria de la zona,
generalmente destinado a oficinas que diurnamente eran ocupadas por los empelados.
También se presentan los centros de recreación que llenaban de vida a la zona de la
Alameda por la noche. En seguida se presenta un mapa (Figura 13) que recrea la
proliferación de edificios en la época, de salas cinematográficas y de centros nocturnos.

150
Sánchez, Ciudad, 1999. p. 112-113
151
El Proyecto de Planificación para la Zona Centro fue denominado como el "Proyectazo”, debido a la
polémica que suscitó entre los especialistas, los cuales lo consideraban de gran envergadura e inviable.

85
Figura 13

Fuente: Echezarreta, “Alameda”, 2000. Jiménez, “Sitios”, 1998. Información


proporcionada por Felipe Leal.
Elaboró: Adrián Hernández Cordero152

Paradójicamente, la multiplicación de construcciones y la elevación del estatus


de la zona de la Alameda no suprimieron las diferencias sociales existentes de una
ciudad polarizada entre ricos y pobres. En La región más transparente encontramos dos
ejemplos ilustrativos de la popularización de la Alameda:

Cuándo éramos una familia y salíamos con banderitas en la mano a


saludar al paso de Don Porfirio por las calles de una ciudad que no era
como la de ahora […] los sectores estaban bien marcados ahora ve usted
pelados en todas partes, en todas las avenidas, sin el menor respeto

152
Nota. Por la pertinencia del presente trabajo sólo considera los edificios, cines y centros nocturnos
localizados en la zona sur de la Alameda.

86
sentados en la Alameda, arrastrando sus huaraches […] y los sitios de
cada quién también.153

El fragmento de narrativa corresponde a Rosenda Pola, una burguesa venida a


menos, quien cuenta con nostalgia el paso de un modelo de ciudad bien delimitada y
estratificada hacia otro tipo de ciudad expandida, en la cual los espacios otrora
burgueses son ocupados por el pópulo. La siguiente cita textual va en la misma línea, si
bien con un carácter más descriptivo del narrador omnisciente. Los niños voceadores
encajan más en la fachada de obreros, mientras que en la primera cita se refiere más a
migrantes con el despectivo de pelados:

De Bucareli, bajaban corriendo y dándose manotazos en las espaldas y


encolerizado a un perro pinto una docena de chiquillos descalzos
vestidos de overol que acababan de repartir los vespertinos y ahora
redirigían a buscar puerto para su sueño en una banca de la Alameda.154

La Alameda comenzó a ser apropiada por grupos populares, lo que generaba


disputas entre grupos sociales. En cambio, la zona al sur de la Alameda, engalanada con
recientes edificaciones, fue ocupada por las clases medias y altas, evidenciando
probablemente un abandono del espacio público y un repliegue al espacio semipúblico y
privado.

Finalmente cabe destacar que no es hasta 1970 cuando se encuentran de nueva


cuenta proyectos de intervención en la Alameda. La mayor intervención fue la
demolición en 1973 de la pérgola al oriente del paseo, que en ese entonces fungía como
Galería de Artes Plásticas de la ciudad de México y también albergaba la Librería de
Cristal perteneciente a Martín Luis Guzmán. Además la pérgola se instituyó
paulatinamente como un sitio de reunión de la población homosexual. Al respecto,
Oscar Trejo Madrid señala: "La moda en México era ir a las calles de Madero […] a la
librería de Cristal, una librería preciosa con un kiosco bellísimo en la esquina de la
Alameda, frente a Bellas Artes. Toda esa zona era de locas". 155

153
Fuentes, Región, 1958, p. 225
154
Ibíd., p. 143
155
Sánchez, “Juaneras”, 2002, p. 3.

87
2.9 La Alameda del deterioro puntual a la destrucción masiva

La zona de la Alameda Central a partir de la década de 1970 ha transitado por


transformaciones físicas y sociales que reconfiguraron su fisonomía urbana. Las
mutaciones fueron posibles por cuestiones estructurales y coyunturales. Respecto al
primer punto se debe precisar que la ciudad de México, así como otras metrópolis del
orbe, comenzó a experimentar cambios en la estructura urbana debido al descenso en la
densidad de población y la degradación física y social del centro de la metrópoli.
Tratando de revertir la situación de deterioro, durante el mandato de Octavio Sentíes
(1971-1976) en la ciudad, se iniciaron obras para remodelar el primer cuadro; se
pensaba que éste debía resguardarse y especializarse en el ramo terciario. Sánchez
describe que primero las acciones efectuadas se enfocaron en realizar una intervención
de fachadas. Posteriormente se comenzó la construcción de las Centrales de Autobuses
del Sur (inaugurada en 1975) y del Norte (estrenada en 1973) con el objetivo de aliviar
al centro del tráfico provocado por los autotransportes foráneos. También se decidió
movilizar del Centro Histórico la actividad de abasto básico, por tal motivo se resolvió
reubicar las actividades mercantiles del mercado La Merced y se construyó la Central de
Abasto (abierta en 1979) en el oriente de la ciudad.156 Por lo tanto, las acciones
mencionadas estaban encaminadas a higienizar este espacio que se había convertido en
sitio popular que mantenía funciones urbanas incompatibles con la nueva apariencia del
área central. Asimismo, resultaba indispensable que dichas actividades fueran
reubicadas en el amplio territorio urbanizado del Distrito Federal, que se comenzó a
considerar como un ente metropolitano, debido a que albergaba 13 354 271
habitantes157 y territorialmente se había desbordado hacia los municipios del Estado de
México. La planeación en la ciudad de México se fragmentó en tres ámbitos: la
revitalización del Centro Histórico, la consolidación de la Ciudad Central, y la
ordenación y regularización de la periferia.

En este sentido, se consumó la salida del poder económico de la ciudad colonial


hacia la Ciudad Central y en su caso más extremo se produjeron nodos emergentes de
centralidad en la periferia, como es el caso de Santa Fe. Paralelamente, en esa misma
156
Sánchez, Ciudad, 1999, p. 248
157
Sánchez, Ibíd. Anexos.

88
década, el Gobierno Federal impulsó un proceso de descentralización pública que
implicó la reubicación de algunas dependencias gubernamentales fuera del centro.

Las cuestiones coyunturales se explican por los sismos ocurridos en septiembre


de 1985 que afectaron a la ciudad de México. Un gran número de inmuebles, sobre todo
en la parte central de la ciudad, se derrumbaron o sufrieron graves averías estructurales.
Connolly señala que al menos el 25 % de las construcciones en la delegación
Cuauhtémoc sufrieron daños.158 Las cifras oficiales ofrecían el dato de 6 mil personas
fallecidas, aunque no existe precisión sobre dicho dato, debido a la común manipulación
de cantidades de esta índole por el régimen priísta.

Aunque debe señalarse que la catástrofe no fue la causa en sí misma del


deterioro del Centro Histórico y de la zona de la Alameda Central, sino que violentó un
proceso iniciado hacía tiempo. De esta manera “…el sismo vino a resolver en la ciudad
de México el obstáculo que a ciertas fuerzas productivas impedía pasar de una
destrucción puntual a otra masiva”.159

Los efectos del fenómeno natural fueron trascendentales para el perímetro de la


Alameda, debido a que se vinieron abajo y/o tuvieron múltiples averías edificios de la
Avenida Juárez; según los datos públicos en la zona aproximadamente el 40 % de los
inmuebles fueron destruidos.160 La figura 15 atestigua la magnitud de los daños
ocasionados por los sismos en la citada calle. La fotografía está orientada de oriente a
poniente. En primer lugar aparecen miembros del ejército resguardando el acceso a la
zona con mayores deterioros. Asimismo, en segundo plano se aprecian las ruinas de
edificios caídos y otros con daños en su estructura enmarcados por una nube de polvo.

158
Connolly, “Política”, 1987, p. 105.
159
Mercado, “Estructura” ,1998; p: 28
160
Villalpando, “Proyecto”, 1993, p. 141

89
Figura 15

.
Fuente: Avenida Juárez tras el temblor. Septiembre de 1985. La Jornada

Los principales edificios que resultaron dañados obligando a su demolición o


que se derrumbaron por los sismos en la zona de la Alameda, específicamente en la
Avenida Juárez, fueron el Hotel Alameda, el Hotel del Prado, el Hotel Regis, el Hotel
D´Carlo, el Conjunto América, el edificio Jalisco, el CONALEP. También sufrieron
averías pero se mantiene en pie el edificio Juárez, el Cine Variedades y el Hotel Bamer.

Para hacer más evidentes las transformaciones que implicaron las secuelas del
sismo en el perímetro de la Alameda es pertinente mostrar las figuras 16 y 17, que
corresponden a un par de fotografías aéreas de los años 1980 y 1987 respectivamente.
En la primera encontramos vestigios sobre la situación anterior a los sismos. En la parte
norte de la Alameda se aprecia un triángulo entre avenida Hidalgo y Paseo de la
Reforma que por su color blanquizco advierte la construcción de las oficinas del
Sistema de Administración Tributaria de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público
(en adelante SHCP). Dicha edificación rompe totalmente el plano de la zona,
caracterizado por su morfología ortogonal. Cabe destacar que como vecino del SAT se
decidió preservar solamente el Hotel de Cortés, una vieja hostería que data del siglo
XVII. En la misma avenida Hidalgo se encuentran los cascos de los templos de la
iglesia de San Juan de Dios y la Santa Veracruz. Hacia el oriente se ubica el Teatro
Hidalgo. Junto a éste aparece el edificio de la Mariscala, en donde se ubicaba una fuente
del mismo nombre. En el costado poniente de la Alameda es interesante resaltar la
estructura edilicia del Antiguo Convento de San Diego que ya fungía como la
Pinacoteca Virreinal. Frente a ésta se ve el Hotel Regis que durante mucho tiempo fue

90
un icono de la ciudad. En la zona sur, en la manzana opuesta al Regis, se ubica el Hotel
del Prado del que ya se hizo mención anteriormente.

Ahora bien, la figura 17 es pertinente porque muestra la situación posterior del


perímetro de la Alameda respecto a los movimientos telúricos. En la fotografía aérea se
distingue que en la parte norte de la Alameda ya está concluido el complejo de la SHCP.
En ese mismo punto cardinal aún se mantenía en pie el edificio de la Mariscala, poco
tiempo después fue demolido por los daños que sufrió tras el sismo. El predio y la
construcción del Convento de los dieguinos fue parcelado y sobresale por un tono
blanco, en ese entonces se estaba terminando de construir el Museo Mural Diego
Rivera que albergaría la obra de Rivera instalada en el Hotel del Prado. El Hotel Regis
desapareció y en su lugar se mira la recién estrenada Plaza de La Solidaridad que fue un
homenaje a las víctimas fatales de los movimientos telúricos; la nueva plaza también se
pensó como un símbolo de unidad de la sociedad mexicana ante la tragedia. En la zona
sur de la Alameda, aún está a la mira el Hotel del Prado, el cual sufrió averías en su
estructura y fue demolido poco tiempo después. Los terrenos que correspondieron al
Conjunto América y el Hotel Alameda, entre las calles de Revillagigedo y Luis Moya,
aparecen en un tonalidad clara que indican su estado estéril; los terrenos estuvieron
improductivos por lo menos durante una década por cuestiones que se analizarán en el
siguiente capítulo.

91
Figura 16

Detalle de fotografía aérea cenital de la zona de la Alameda Central, abril 1980, Escala
original: 1: 15, 000, Compañía Mexicana de Aerofoto

92
Figura 17

Detalle de fotografía aérea cenital de la zona de la Alameda Central, enero 1987, Escala
original: 1: 15, 000, Compañía Mexicana de Aerofoto

El Departamento del Distrito Federal consideró los efectos del sismo, en el


Centro Histórico, como una oportunidad para revitalizarlo y devolverle su
funcionalidad. Así lo declaró en 1986 el recientemente designado en ese entonces
Cronista de la ciudad de México, Guillermo Tovar de Teresa: “Después del temblor, el
Centro Histórico vive una circunstancia oportuna para decidir su futuro”.161 En este
sentido, la acción gubernamental para enfrentar las consecuencias de los sismos fue

161
Campbell y Ponce, “Entre”, 1986, p.46.

93
dirigida en 1985 por el Programa de Renovación Habitacional Popular, para atender a
los sectores de población que perdieron su patrimonio habitacional. El programa
contempló a los habitantes de bajos ingresos.

En cuanto a los alcances del programa de reconstrucción de vivienda en la zona


de Alameda sólo se tiene registrado el restablecimiento de una vecindad en la calle
Santa Veracruz. La zona sur de la Alameda desde el génesis de la ciudad, como se
explicó, estuvo ligada con mejores condiciones económicas y sociales al poniente de la
ciudad, por tal motivo la presencia de vivienda popular era considerada menos común.
En cambio, el PRHP se enfocó en el área denominada herradura de miseria en el
Centro Histórico, que contemplaba la zona Norte, Sur y Oriente ligada con población de
bajos ingresos.

A partir de los sismos y con el proceso de descentralización impulsado desde el


ámbito federal, se decidió que en el sector norte de la Alameda los ex conventos de
Corpus Christi y Hospital de la Cofradía de la Santa Veracruz dejaran de funcionar
como deíficos públicos. El primero se convirtió en el Museo Franz Meyer y el segundo
se remodeló para albergar el Museo Nacional de la Estampa. En contraste, en la zona
sur el paisaje de desolación privó hasta la década siguiente.

2.10 Conclusiones

Los argumentos esgrimidos a lo largo del presente capítulo van en una dirección, hacer
evidente que la zona de la Alameda ha resultado estratégica para la ciudad de México
desde su fundación y desarrollo hasta la época contemporánea. La zona de la Alameda
es trascendental para la ciudad porque fue el primer jardín público de hispanoamérica.
Asimismo, el espacio de estudio, ubicado al poniente, se consolidó como el área donde
se desarrolló el sector adinerado de la capital mexicana. Igualmente, la Alameda y su
perímetro fueron la espina dorsal de la fisonomía urbanística y arquitectónica en la
construcción del Estado mexicano, debido a que entorno a ella se erigieron los grandes
edificios públicos del régimen, sobre todo a inicios del siglo XX.

94
Los hechos analizados llevan a sostener que la historia de la zona de la Alameda
no se inscribe un tiempo lineal sino más bien coincide con una temporalidad cíclica, que
se caracteriza por el binomio deterioro-renovación. Así, en diferentes épocas, se han
retomado los proyectos de regeneración que en esencia comparten un planteamiento,
rescatar a la zona sur de la Alameda, debido al deterioro en el que se encuentra y por su
privilegiada ubicación en referencia al Centro Histórico. En este sentido, la última etapa
de degradación física y social en la zona de la Alameda comenzó en los años setenta
debido a cuestiones estructurales que se agravaron con los efectos de los sismos de
1985. El proyecto de renovación urbana implementado para revertir la situación de
deterioro será analizado en los siguientes apartados.

95
Capítulo 3. Del Plan Alameda al Programa Parcial de Desarrollo Urbano Centro
Alameda

Este apartado tiene dos pretensiones. En primer lugar, se rastrea el origen del Plan
Alameda. La intención es hacer una revisión puntual sobre las generalidades del plan a
inicios de la década los noventa, contextualizado en la consolidación del modelo
neoliberal en el país. El objetivo consta en responder a la pregunta ¿Por qué debía
renovarse la zona de la Alameda? ¿Cómo surge el Plan Alameda? ¿Bajo qué lógica se
plantea? ¿Quiénes lo proponen? ¿Cómo reciben la noticia los residentes?

En segundo lugar, se analiza el proceso de planeación urbana en la zona de


Alameda, se presenta la manera en qué se desempeñó el diseño y la implementación del
Proyecto Alameda, que tuvo varios intentos fallidos por diversas causas que se
explicarán más adelante. En este sentido, el Proyecto mutó y se generaron cinco
versiones conocidas, aunque no todas oficiales, desde 1991 hasta el año 2000, fecha en
que se aprobó el Programa Parcial de Desarrollo Urbano Centro Alameda (en adelante
PPDUCA).

En esta segunda sección se presentan el diseño, justificación y objetivos del


PPDUCA, la cual es la culminación de la etapa del diseño del Proyecto Alameda,
aparentemente un triunfo de la planeación participativa por su carácter conciliador e
incluyente.

Para responder a los cuestionamientos planteados se recurrió a fuentes


secundarias y entrevistas con ex funcionarios públicos ligados a la renovación urbana
de la Alameda, como son los casos de Ricardo Villalpando, Alfredo Gutiérrez Kirchner,
María Teresa Atrián y Edna Vega. Los testimonios recopilados enriquecen la
investigación porque permiten conocer de primera mano la experiencia gubernamental
sobre el tema. Los argumentos de los entrevistados arrojan pistas para responder a las
preguntas planteadas en un inicio. Sus puntos de vista son confrontados entre sí para
identificar diferentes posturas respecto al Proyecto Alameda. Además, sus declaraciones
son analizadas a luz de los hechos, para evaluar más allá de los discursos que es lo que
realmente ha sucedido en el espacio de estudio.

96
3.1 El neoliberalismo en la ciudad de México

A partir de 1970, cuando las economías capitalistas del mundo atravesaron por una
crisis, se adoptó la ideología neoliberal que implicó un cambio económico, social y
político a escala global. Las propuestas de este modelo económico y político plantean la
disminución del gasto público, la privatización de empresas paraestatales, la elevación
de las tasas de interés, la creación altos niveles de desempleo y legislaciones
antisindicales.

En México caducó el modelo de desarrollo estabilizador y se abrió paso al


modelo neoliberal. Desde el sexenio del presidente De la Madrid (1982-1988), se
implantó dicha doctrina económica-política. No obstante, fue hasta el gobierno de
Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) que se consolidó el neoliberalismo.

El neoliberalismo ha exigido varias cosas que son causantes de la agudización


de la desigualdad y la pobreza en el territorio nacional. Entre las demandas neoliberales
se encuentra la privatización las empresas gubernamentales que implicaron despidos,
con la finalidad de contar con mano de obra barata y disminuir los costos de
producción. Asimismo, se signaron tratados comerciales como el TLCAN que, entre
otras cosas, suprimieron los aranceles generando beneficios para los países
exportadores, debido a que ponen en desventaja a los pequeños sectores como los
campesinos. Ellos son la fracción que más afectada, dado que se le han retirado los
apoyos gubernamentales siendo incapaces de competir con los grandes monopolios
transnacionales. Lo anterior ha ocasionado el abandono del campo y la migración
masiva hacia las grandes ciudades y, sobre todo, a los Estados Unidos. Además, el
gobierno federal ha reducido el gasto social, provocando que los niveles de pobreza
hayan aumentado considerablemente, aunque él diga lo contrario. Por lo anterior, la
adscripción del gobierno mexicano al modelo neoliberal trajo consigo un conjunto de
problemáticas sociales a escala nacional que se tradujeron en problemas urbanos para la
ciudad de México, debido a que ésta es el espacio más dinámico en la economía
nacional.

En este contexto, Carlos Salinas fue impuesto como presidente de la República


en 1988; él designó como Regente del Departamento del Distrito Federal a un hombre

97
de su confianza, Manuel Camacho Solís. Cabe destacar que Camacho ya contaba con
experiencia en el ámbito político de la ciudad, ya que su carácter de negociador fue su
principal virtud para encargarse del proceso de reconstrucción de la ciudad de México
tras el terremoto de 1985. Asimismo, en el año de 1986, el presidente Miguel de la
Madrid lo nombró Secretario de Desarrollo Urbano y Ecología.

La nueva visión neoliberal que se impuso desde el Poder Ejecutivo Federal no


estuvo ajena al Distrito Federal. Camacho Solís actuó en la urbe en dos ejes ligados: el
económico y el urbano. En lo referente al primer punto, desde el comienzo de su
administración en el Distrito Federal, Camacho encausó acciones para cambiar el
esquema económico del Departamento del Distrito Federal y lograr la autosuficiencia
financiera y no depender tanto del Gobierno Federal. Monge reseña cómo el DDF
actualizó las tarifas de los impuestos y servicios cobrados por la institución local.
También creó nuevas contribuciones fiscales, aumentó el valor del suelo, redujo las
transferencias federales, eliminó subsidios e incrementó el patrón de contribuyentes.162
En cuanto al tópico de la actuación en la ciudad, en el sexenio de Camacho se comenzó
a hablar de un “cambio urbano” que tuvo como ideólogo al arquitecto Jorge Gamboa de
Buen, Director de Reordenación Urbana y Protección Ecológica. Dicha transformación
consistía en que la ciudad de México pasara de ser una ciudad con actividades
secundarias a una ciudad de carácter terciario.

Los gobernantes pensaban que la urbe tenía que convertirse en un centro


turístico, comercial y de servicios, mediante la promoción de inversión nacional e
internacional. De esta manera, la ciudad de México sería una metrópoli de alta
competitividad global, en el marco de la firma del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte. Para lograr los propósitos señalados se debía combatir la
contaminación ambiental, el comercio ambulante, la inseguridad, así como regular la
expansión urbana. Al mismo tiempo, era necesario impulsar cinco proyectos de
regeneración urbana en zonas estratégicas de la ciudad, que actuarían como
catalizadores del desarrollo económico y social. Los proyectos emprendidos fueron los
siguientes: Centro Histórico, Santa Fe, Polanco, Xochimilco y la Alameda.163 A varios
años de distancia del comienzo de tales proyectos ya se puede llevar a cabo una

162
Monge, “Grandes”, 1991; Monge, “Camacho”, 1991.
163
Monge, Ibíd.

98
evaluación de cada uno; en el presente capítulo se detallará el proceso de confección e
implementación del Proyecto Alameda.

3.2 El origen del Plan Alameda: la rentabilidad económica

Después de los sismos de 1985, en la zona de la Alameda se llevaron a cabo políticas


incrementales (ver capítulo 1) para sortear la situación catastrófica, originada por los
derrumbes y daños en construcciones. Por lo tanto, se demolieron los edificios dañados,
se construyó vivienda para damnificados y se erigió la Plaza de la Solidaridad. Sin
embargo, no se tomaron decisiones de política racionalista debido a la ausencia de una
definición sobre lo que el régimen gubernamental quería realizar en la zona de la
Alameda.

Los orígenes del Plan Alameda se pueden rastrear a partir de 1985. En dicha
fecha surgió la idea de rescatar el 50 % de la zona sur de la Alameda, pero no se
concretó ninguna obra. Posteriormente, en el año de 1988, el proyecto fue retomado por
las autoridades que decidieron consultar a connotados arquitectos y urbanistas como
Mario Pani, Jaime Ortiz Monasterio y Eduardo Terrazas para definir la política de
actuación del Plan Alameda, que saldría a la luz pública tres años después.164

En los meses de agosto y septiembre de 1990 se comenzó a filtrar en los medios


periodísticos de la ciudad de México, la existencia de un proyecto de regeneración
urbana en la zona de la Alameda impulsado por el Departamento del Distrito Federal
para reactivar la zona. Entre las versiones que circulaban en ese entonces, se comentaba
que la intención era construir un desarrollo turístico, comercial, bancario y de servicios
sin precedentes.165

Durante aquel año, sin formalizarse aún el Plan Alameda, el DDF promovió la
creación de un Fideicomiso de corte privado para el área en cuestión. El ex Director del
Fideicomiso Alameda, Ricardo Villalpando señala, “En una primera aproximación,
surge la idea de hacer un fideicomiso e invitar a los particulares a que aporten sus

164
Monge, “Incorporan”, 1995, p.71
165
Monge, “Capital”, 1991, p. 10

99
propiedades para que ahí se hiciera el rescate”.166 La finalidad de la figura financiera fue
impulsar y coordinar la promoción de bienes raíces entre los propietarios e
inversionistas en las trece manzanas del proyecto.167Asimismo, FideAlameda buscaba
unir las voluntades de renovación urbana entre los promotores inmobiliarios y las
autoridades capitalinas, quedando en los primeros la decisión sobre los montos y
modalidades de las inversiones.

En este sentido, en el año de 199l los rumores se formalizaron y se dio a conocer


el Plan Alameda, el cual fue emitido por el DDF, ya que contaba con las atribuciones
para hacerlo. El plan abarcaba trece manzanas delimitadas por Avenida Juárez, Artículo
123, Balderas y Eje Central, en la figura 16 se aprecia el área de actuación en color
negro. El cuadrante estaba conformado por 167 predios con una superficie total de 120
000 metros cuadrados. Ahora bien, en una especie de fachadismo, dentro de esta sección
se daría prioridad a la Avenida Juárez, debido a que era considerada la entrada al Centro
Histórico. En dicha vía se encontraban las manzanas con mayor superficie baldía, así
como edificios dañados y abandonados. De los 72 000 metros cuadrados de extensión
de la Avenida Juárez cerca de 30 000 metros eran predios yermos.168 Así, según las
autoridades, se planteó un desarrollo inmobiliario integral, entendido como un proyecto
que mezclaría distintos usos de suelo como oficinas, comercios, hoteles, centros
recreativos y culturales, y vivienda.169

166
Entrevista al Mtro. Ricardo Villalpando, realizada por Adrián Hernández, Ciudad de México, 12 de
mayo de 2009.
167
Villalpando, “Proyecto”, 1993, p.143
168
Ibíd., p. 143
169
Ibíd., p. 142

100
Figura 16

Fuente: Mercado, A., Proyecto Alameda, 1995.


Elaboró: Adrián Hernández Cordero

Los objetivos del Plan Alameda fueron los siguientes: frenar el deterioro de las
trece manzanas de la zona sur de la Alameda, reactivar las actividades comerciales,
restituir la zona hotelera y mejorar las condiciones de vida de los habitantes.

Entre los proyectos específicos del Plan Alameda se contemplaba demoler gran
parte de las trece manzanas para construir, en el predio donde estuvo el Hotel del Prado
(Avenida Juárez, Azueta, Revillagigedo e Independencia), un edificio de 21 pisos que
alojaría oficinas y locales comerciales. Para las manzanas que se encuentran entre
Independencia y Artículo 123 se bosquejaron acciones de menor escala en razón de la
101
alta densidad de población y comercios. Se pensó en la remodelación y rescate de
inmuebles con valor patrimonial y el mejoramiento de sitios tradicionales como es el
caso del Barrio Chino y la Plaza de San Juan; aunque ésta no constara dentro del
perímetro planteado se pensaba como un proyecto especial.

En el diagnóstico del Plan Alameda se señala que, de las trece manzanas que
forman el proyecto, el 50 % eran lotes baldíos y/o en proceso de demolición,
abandonados o con construcciones efímeras. Paradójicamente, el documento indicaba
que la zona era una de las mejor equipadas en infraestructura en el rubro de servicios
públicos, pero debido al despoblamiento estaba subutilizada, generando un grave
deterioro y un escaso dinamismo económico. Hay que señalar que contradictoriamente a
lo indicado, la zona sur de la Alameda históricamente se ha caracterizado por una
tradición comercial, sobre todo en las calles giro,170 así como por el Mercado de San
Juan, el nuevo Mercado Artesanal de San Juan y el Mercado Palacio de las Flores.

La inversión privada era fundamental para el Proyecto Alameda. Éste fue


respaldado por la firma canadiense Reichmann, aunque no hay claridad sobre la forma
en que se logró atraer el capital extranjero. Existen al menos dos versiones; Robert171
sostiene que, después de haberse frustrado una serie de proyectos en el Reino Unido, el
Regente del D. F., Manuel Camacho Solís, ofreció una cartera de proyectos con facilidades para
que la entidad inmobiliaria desplazara el grueso de sus operaciones de Inglaterra a la ciudad de
México. Por otro lado, Ricardo Legorreta,172 participante del Plan Alameda, señala que
George Soros, siendo el socio mayoritario de Reichmann, decidió realizar inversiones en
bienes raíces y le pidió a la entidad económica elaborar un dictamen a nivel global para llevar
a cabo varios negocios. La ciudad de México resultó ser una de las opciones con alta
rentabilidad y la firma global entró en contacto con Camacho. Parece que la segunda postura
es la más consistente, al respecto Ricardo Villalpando expresa:

Yo logro traer a Paul Reichmann […] que tiene dos experiencias de rescate,
una en el propio Toronto y otra muy importante en los muelles viejos de
Londres, Canary Wharf que en una primera etapa fracasa financieramente.

170
Las calles giro son las calles al sur de la Alameda que comercializan productos especializados y que
conforman economías de aglomeración. Por ejemplo, en Artículo 123 se comercializan productos
electrodomésticos; en Ayuntamiento se vende lo relacionado a la ferretería; y en Victoria es común el
comercio de artículos de iluminación.
171
Robert, “Retorno”, 2005
172
Rivera, “Sigue”, 1995. p. 62

102
[a Reichmann] Se le acaba su fortuna, pierde diez mil millones de dólares.
(Él)Venia precisamente de ese fracaso y estaba tratando de resurgir como
desarrollador inmobiliario, traía de respaldo a George Soros […] yo me
entrevistó con ellos y los logro entusiasmar en el Proyecto Alameda,
hablándoles de la importancia que de hecho tiene para el Centro Histórico,
por ser uno de los centros históricos más importantes de toda América Latina
[…] Les interesa mucho y le entran […] Empiezan a financiar, me financian
la maqueta entre otras cosas […] le pagan a unos arquitectos neoyorquinos
[…] sindicalizan a varios arquitectos, también ligados con Ricardo Legorrreta
y disponen el dinero para que se empiece a hacer la compra de terrenos.173

Lo cierto es que la intención de actuar de la empresa canadiense vino legitimar al Plan


Alameda en el sector empresarial, debido a que ya no se percibía como un proyecto
gubernamental, ya que también la iniciativa privada y, sobre todo el capital internacional,
estaba interesado y operando.

El Plan Alameda no puede comprenderse sin poner sobre la mesa el lanzamiento


en 1991 del Programa para la Conservación del Centro Histórico de la ciudad de
México, éste postuló una convocatoria a la sociedad para participar en la conservación y
rehabilitación del antiguo casco urbano. Según Leal,174 el programa planteaba la
conservación de inmuebles con valor histórico, la inversión económica rentable
sustentada en la convivencia armónica entre el pasado y el presente, así como lograr
articular la participación ciudadana con el sector empresarial.

El Programa para la Conservación del Centro Histórico de la ciudad de México


señalado operó con el programa de conservación Échame una Manita, que consistía en
la captación de inversiones para la remodelación de monumentos históricos, calles,
plazas públicas y comerciales. Asimismo, el gobierno local buscaba auxiliar a las
personas físicas y morales interesadas en rehabilitar los inmuebles, en los ramos
técnicos, financieros y administrativos. También se promovía la reutilización adecuada
de los bienes inmobiliarios y la infraestructura. Finalmente, el DDF brindaba incentivos
y excensiones fiscales para atraer las inversiones al Centro Histórico.

El programa Échame una Manita, se enfocó básicamente al Perímetro A del


Centro Histórico, sin embargo, las autoridades del DDF entendían que el Proyecto

173
Ricardo Villalpando, “entrevista citada”
174
Leal, “Barrio ”,1996 , p. 63

103
Alameda sería el pivote que impulsaría el desarrollo económico del centro de la ciudad.
Hay que destacar que ésta no es una idea nueva, en el capítulo 2 se expuso cómo la
Alameda, a lo largo de la historia, fue considerada como el detonante del crecimiento
urbano de la ciudad de las clases adineradas.

3.3 El otro Plan Alameda: “este es nuestro barrio. Aquí vivimos y aquí nos
vamos a quedar”175

Debido al hermetismo con que se manejó el Plan Alameda se generaron rumores en los
que se señalaba que habría movilizaciones masivas de los habitantes de la zona. Ante
dichas versiones se comenzó a gestar un movimiento social impulsado por los
comerciantes y los vecinos del barrio de la Alameda. En líneas generales, ellos
demandaban contar con información precisa y detallada sobre el proyecto y sus posibles
implicaciones.

En esta dirección, en el año de 1990 se creó la Asociación de Residentes,


Comerciantes y Trabajadores de la Zona Alameda (en adelante ARCTZA), que tenía
como objetivo reivindicar el respeto a los derechos de permanencia de los habitantes y
trabajadores de la zona. Leal176 señala que en un principio enarbolaron demandas en
contra de la destrucción de la zona por el Plan Alameda. Posteriormente, bloquearon
políticamente la puesta en marcha de las acciones gubernamentales referentes a la
renovación de la zona hasta no contar con un Plan Integral que incluyera una visión de
corte social e incluyente que los tomara en consideración.177 Los habitantes de la
Alameda no se oponían al cambio, tampoco a la renovación de sus barrios y mucho
menos a la inversión privada, su cuestionamiento era un aspecto de fondo: la exclusión
de ellos en el Plan Alameda y su negativa a ser reubicados en otros puntos de la ciudad,
trasgrediendo su apego al territorio y la identidad colectiva.

El DDF, siguiendo la línea negociadora del Regente Camacho, planteó una


estrategia de concertación con los habitantes y comerciantes de la zona de la Alameda
Central. En este tenor, se firmó un acuerdo de criterios básicos para el inicio de los

175
Declaración de Carlos Cabagné, líder de la ARCTZA. Leal, “Barrio”, 1996, p. 61
176
Ibíd.
177
Ibíd. p. 60

104
trabajos de mejoramiento urbano en la zona sur de la Alameda.178 En éste, las
autoridades y la sociedad civil se comprometen a trabajar en conjunto para revitalizar la
zona. Además, el gobierno local concede evitar desalojos, aunque ante el hipotético
caso de que el Plan Alameda requiriera incorporar algún inmueble habitado, se
procedería a desalojarlo y se ofrecería a sus habitantes reubicarlos a través de
mecanismos de vivienda de interés social. Asimismo, se planteó la necesidad de
fusionar las propuestas de vivienda social y los grandes proyectos inmobiliarios en el
Plan Alameda, que no tenían porque ser excluyentes. Para las autoridades, los más
beneficiados de la regeneración serían los propios habitantes, puesto que ellos tendrían
mayores oportunidades de desarrollo económico.

En 1993 se acordó crear un Comité Técnico integrado por organizaciones de


vivienda (Asociación de Residentes, Comerciantes y Trabajadores de la Zona de la
Alameda, Frente de Lucha Urbana, Frente Unido, Campamentos Unidos, Consejo
Formador del Centro Histórico y la Asociación de Residentes de la Colonia Centro), el
INBA, el INAH y varios arquitectos y urbanistas identificados con el Movimiento
Urbano Popular. El Comité fue coordinado por el arquitecto Ángel Mercado, quien
realizó un estudio pormenorizado sobre las condiciones sociales y físicas de la zona de
la Alameda, con la finalidad de crear una propuesta alternativa al Plan Alameda. La
idea sustancial de Mercado fue ampliar el margen de actuación de 13 a 64 manzanas,
teniendo como límites Avenida Juárez, Eje Central, Arcos de Belén y Balderas; la
superficie total del proyecto aparece en la figura 17. El estudio arrojó las características
de los 216 predios que componían el total de la superficie del terreno. Paralelamente, se
promovió la creación de un grupo que daría seguimiento al trabajo integrado por
instancias gubernamentales locales. También se identificó la subutilización del espacio,
ya que existían lotes baldíos, proliferación de estacionamientos, inmuebles abandonados
y construcciones de mala calidad.

178
Villalpando, “Proyecto”, 1993

105
Figura 17

Fuente: Mercado, A., Proyecto Alameda, 1995.


Elaboró: Adrián Hernández Cordero

El periodo que va desde 1992 hasta 1994 fue básicamente de diseño del Plan
Alameda. Sin embargo, en términos concretos sólo se logró la regeneración del Barrio
Chino y la Plaza de San Juan. Mercado comenta que es hasta finales de 1994 que fue
integrada al Plan Alameda la información que desde 1992 se venía trabajando en la zona
de la Alameda.179 La conclusión del Plan Alameda consideró viable el sitio de estudio
para repoblarlo y revitalizarlo en términos sociales y económicos, debido a que la zona
puede albergar al menos entre 750 000 y 1 000 000 de metros cuadrados de nuevas
construcciones. Mientras que una tercera parte de los otros 2 000 000 de metros

179
Mercado, “Proyecto”, 1995, p. 5

106
cuadrados que conforman el proyecto son susceptibles de ser reciclados, aunque no
indica en qué consiste el reciclamiento urbano.

En 1994, con la confirmación de los proyectos de Reichman y Danhos, así como


con el Programa de Regeneración Urbana en la Zona Sur de la Alameda, concluyó la
administración de Manuel Aguilera Gómez, quien había sustituido a Manuel Camacho
Solís tras su renuncia debida a sus aspiraciones presidenciales.

3.4 La imposición del Plan Alameda: ¿Dónde quedaron los habitantes?

En el mes de diciembre de 1994, el área de la Alameda fue declarada Zona de


Desarrollo Controlado.180 No obstante, la ARCTZA pidió a la nueva administración del
DDF encabezada por Oscar Espinosa la recontratación del Comité Técnico y dar
continuidad al trabajo realizado hasta ese momento.

En la aprobación de la ZEDEC existieron imprecisiones acerca del contenido de


ésta, específicamente en ámbitos técnicos. También hubo factores políticos como el
protagonizado por el presidente Salinas, quien un día antes de finalizar su sexenio por
decreto presidencial aprobó el plan de 1991, pasando por encima de la planeación
participativa lograda por el Comité Técnico, lo que significó excluir el trabajo avanzado
por Ángel Mercado y otros actores involucrados con los habitantes del espacio de
estudio. El Proyecto Alameda se redujo nuevamente de las 64 a 13 manzanas
estipuladas en el primer plan. Además de lo anterior, Mercado181 puntea que existieron
equivocaciones sobre la actuación de las manzanas que dan frente a la Alameda, así
como la omisión de las necesidades sociales y la desatención de la preservación del
patrimonio histórico. Tales circunstancias generaron de nueva cuenta movilizaciones de
los habitantes.

A pesar de la aprobación del nuevo instrumento de planeación urbana, el


Proyecto Alameda tuvo que esperar mejores tiempos, debido a la tensión entre
habitantes y comerciantes; también influyó en el estancamiento del plan la crisis

180
Las ZEDEC o Zonas Especiales de Desarrollo Controlado fueron creadas entre 1988 y 1994, durante
el gobierno de Camacho Solís, con el objetivo de dar solución a los problemas de planeación y desarrollo
urbano de la ciudad de México. Mercado, “Programas”, 2002
181
Mercado, “Proyecto”, 1995, p. 6

107
financiera global que golpeó fuertemente a México. En tanto, resultaba necesario crear
un Plan Maestro para el área de estudio, ya que era un requisito previo para inscribirlo
en el Plan de Desarrollo Urbano del Distrito Federal.

Otro elemento que incidió en que el Plan Alameda se estancara radicó en que
por las mismas fechas se promovían los otros grandes proyectos urbanos en el Distrito
Federal y el de la zona de la Alameda fue perdiendo relevancia, sobre todo respecto a
Polanco y Santa Fe. En este tenor, Ricardo Villalpando comenta:

Yo creo que lo que impidió su resurgimiento [de la zona de la Alameda] en


esas fechas básicamente fue que surgió Santa Fe. Santa Fe […] era
totalmente propiedad del gobierno de la ciudad […] y prácticamente el 90
% de las inversiones [de la ciudad] se dan en esa zona. Y entonces bueno,
cualquiera que llevara una propuesta de inversión en el Centro versus
Santa Fe, siempre ganaba Santa Fe. No había complicaciones, no había
marchas, no había ambulantes y el éxito estaba asegurado.182

A las complicaciones señaladas por el ex Director del Fideicomiso Alameda,


debe agregarse la lucha activa de los habitantes de la zona de Alameda para frenar la
alianza gobierno e iniciativa privada, debido a que los residentes consideraban que no
habían sido incluidos en el Plan Alameda.

Asimismo, los imaginarios urbanos de inseguridad y deterioro ligados con el


Centro Histórico fueron fundamentales para no dirigir la mirada a dicho espacio. Los
capitales privados no querían arriesgar su dinero en inversiones en la zona de la
Alameda. Por ello, se planteaba como un imperativo resolver los problemas de la
delincuencia, la inseguridad, los tumultos, la prostitución, el comercio ambulante y la
contaminación ambiental. El representante de Reichmann, Jorge Machado, así lo
expresó: “Si los inversionistas tuvieran la certidumbre de que el gobierno de la ciudad
va a remover esos obstáculos, quizá cambiaría la actitud”.183

Las disposiciones vertidas en la ZEDEC-Alameda señalan que los usos del


suelo serían habitacional, comercial, de oficinas privadas y públicas, y de servicios
turísticos. Las construcciones no requerirían de licencia de usos de suelo, y

182
Ricardo Villalpando, “entrevista citada”
183
Monge, “Incorporan”, 1995, p. 71.

108
específicamente se aplicaría el término de actividad permitida y prohibida. También se
aprobó la aplicación del Sistema de Transferencia de Potencialidad.184 Asimismo, ya no
se contemplaba promover el desarrollo de vivienda de interés social y, contrariamente a
lo acordado con los habitantes, los esfuerzos se enfocaban en la construcción de
vivienda de tipo medio y residencial.185

La ZEDEC Alameda vislumbraba un amplio conjunto inmobiliario dirigido por


el renombrado arquitecto mexicano Ricardo Legorreta, quién sugería la demolición de
cuatro manzanas situadas frente a la Alameda Central, desde Luis Moya hasta Marroquí.
Únicamente se mantendrían el Hotel Bamer y el ex Templo de Corpus Christi, éste
porque era un monumento protegido por el INBA y el INAH. Su proyecto se basaba en
la construcción de doce torres homogéneas en materiales (cantera, tezontle y azulejo),
densidad y altura; cada una sería construida por un arquitecto diferente, pero bajo líneas
muy rígidas. Legorreta invitó a connotados arquitectos extranjeros para participar en el
proyecto. Las torres se comunicarían por un túnel, el propósito consistía en crear un
tipo de ciudadelas interconectadas y que fueran independientes del exterior. Los
edificios tendrían circuitos peatonales, plazas, cines, comercios y hoteles.186 A pesar de
que el arquitecto indicó que era un proyecto que integraría a los residentes de la zona,
éstos difícilmente podrían acceder a comprar una vivienda en el desarrollo inmobiliario.
También resulta difícil pensar que los vecinos de la Alameda podrían acceder a los
servicios recreativos que se ofertarían en el conjunto arquitectónico. Tal proposición se
inscribía en una lógica de la rentabilidad económica y no resolvía las problemáticas de
la zona, sobre todo el desarrollo urbano integral. Las características de la propuesta de
Legorreta pueden apreciarse en las figuras 18 y 19.

184
El Sistema de Transferencia de Potencialidad lleva recursos financieros a la regeneración del Centro
Histórico; el sistema funciona cobrando impuestos a particulares que rebasan la altura permitida de
edificios construidos en ciertas delegaciones.
185
Reforma, 21 de enero de 1995
186
Rivera, “Sigue”, 1995, p. 64-64

109
Figura 18
Maqueta del Proyecto Alameda

Fuente: Exposición Legorreta. Poeta mexicano de muros y color. Antiguo Colegio de San
Ildefonso. Noviembre, 2005.
Fotografía: Adrián Hernández Cordero

Figura 19
Dibujo del Proyecto Alameda

Fuente: Exposición Legorreta. Poeta mexicano de muros y color. Antiguo Colegio de


San Ildefonso. Noviembre, 2005.
Fotografía: Adrián Hernández Cordero

De nueva cuenta, debido a la resistencia de los pobladores, el gobierno de la


ciudad comenzó a reconceptualizar y diseñar la estrategia de regeneración urbana en la
zona de la Alameda. En el año de 1995 el Fideicomiso Alameda llamó a los actores
sociales involucrados a participar en un seminario sobre la nueva estrategia para la
regeneración de la Alameda. El evento fue trascendental porque intervinieron
instituciones locales como el Fideicomiso Alameda, el Fideicomiso del Centro
Histórico, el Consejo Consultivo del Centro Histórico, la Secretaría de Desarrollo
Urbano y Vivienda, la Delegación Cuauhtémoc y Servicios Metropolitanos. Por el

110
Gobierno Federal participaron el Instituto Nacional de Antropología e Historia y la
Procuraduría Federal de Protección al Ambiente. En cuanto a la iniciativa privada se
contó con la exposición del principal promotor de bienes raíces que pretendía invertir
en la zona, Reichman; también tuvo representación la Cámara Nacional de Comercio
de la ciudad de México. Pugnando por los vecinos de la zona colaboró la ARCTZA.
También se invitó a dos entidades académicas, la Universidad de Washington y la
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Las conclusiones del seminario
fueron muy parecidas a las que presentaron los habitantes cuando conocieron el Plan
Alameda: garantizar la permanencia de los residentes y trabajadores de la zona, la
ampliación del proyecto de regeneración y reactivación de las 64 manzanas.

Las propuestas del seminario fueron incluidas en la concepción del Plan


Alameda realizada por Ángel Mercado. El mencionado plan era similar al de unos años
atrás, consistía en aplicar el reciclaje urbano, es decir, la reutilización de ciertas áreas y
su mobiliario que se encontraban deterioradas. También planteó que el proyecto tenía
que ser flexible para que en caso de resultar necesario se corrigieran las situaciones
imprevistas, aunque se debía especificar claramente cuáles eran sus instrumentos,
propósitos y proyectos. La diferencia del nuevo Proyecto Alameda en relación con los
anteriores radica en la intención de consensuar la amplia cobertura territorial y
establecer una estrategia de renovación a largo plazo válida para todos los actores
sociales involucrados. El proyecto también contaría con una normatividad más
adecuada para atender las necesidades sociales y aprovechar la potencialidad económica
de la zona. La explotación económica debía respetar las características históricas y
patrimoniales de la zona sur de la Alameda, debido a que una tercera parte de las
edificaciones tiene valor histórico. Finalmente, también se proponía implementar un
programa de vivienda social.187

3.5 Las primeras piedras del Plan Alameda: la asimilación de los habitantes
disidentes

En el año de 1997 se presentó un hecho decisivo para la vida política del Distrito
Federal, ya que fue la primera ocasión que se votó al Jefe de Gobierno y se derogó la
figura del Regente del Departamento del Distrito Federal, que hasta entonces era

187
Mercado, “Proyecto”, 1995, p. 8

111
designado de manera autocrática por el Presidente de la Republica. El ganador de las
elecciones fue una figura emblemática de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas.

Cárdenas, con una propuesta progresista, intentó sentar las bases de una ciudad
incluyente o, como decía su eslogan, una Cuidad para todos,188 que reivindicaba a los
grupos marginales olvidados por mucho tiempo en la capital.

Ahora bien, en cuanto al tema del primer cuadro de la ciudad se creó un


programa denominado El corazón de la ciudad está en el Centro, cuya finalidad
consistía en aprovechar la riqueza arquitectónica, histórica y cultural del Centro
Histórico para posicionarlo como el principal espacio de inversión de la ciudad. El plan
de trabajo contemplaba actuar sobre cuatro líneas de acción: recuperación de espacios
públicos, regeneración habitacional, promoción de actividades económicas y culturales,
y fortalecimiento del tejido social.189 De alguna forma, Cárdenas retomó el proyecto de
Oscar Espinosa, denominado Vivir en el Centro, que a su vez fue una continuación de la
propuesta de Manuel Camacho iniciada en 1991 y concretada en el programa Échame
una manita del que ya se habló.

En lo concerniente al Plan Alameda, el primer gobierno democrático de la


ciudad trabajó con la normatividad aprobada en 1995. Se mantuvo la intención de
reactivar la zona de la Alameda, a pesar que desde la época de Camacho Solís se tenían
comprometidos varios proyectos fallidos, debido a la crisis económica y a la resistencia
de los pobladores. Hasta ese momento los resultados del Plan Alameda habían sido
irrisorios.

Otro factor que incidió directamente en la malograda implementación del Plan


Alameda, consistió en que el gobierno de Cárdenas no continuó con algunos acuerdos
pactados en la época de Camacho Solís, con los agentes inmobiliarios involucrados. Al
respecto el ex Director del Fideicomiso Alameda, Alfredo Gutiérrez Kirchner precisa:

Reichmann aceptó el compromiso de organizar la inversión, debido a un


incentivo de Camacho Solís y el gobierno federal, que habrían de adquirir
40 por ciento del producto final. Sin embargo, el gobierno de Cuauhtémoc

188
Cárdenas, Ciudad, 1997.
189
GDF, Ombligo,1999, p .202

112
Cárdenas determinó que era imposible financiar esa inversión, pues en
1997 se le retiró al Gobierno del DF la posibilidad de contratar deuda en
moneda extranjera […] La opción fue sustituir la compra de ese 40 por
ciento de la obra terminada por incentivos fiscales, como el predial y
bursatilizar el uso del suelo, pero Reichmann no quiso seguir, su negocio se
cayó y por lo que el costo de su inversión ya no estaba garantizada.190

Para Monge191, el gobierno de Cárdenas comenzó a recoger los frutos de los


intentos malogrados del Plan Alameda impulsados por sus antecesores. En el mes de
junio de 1998, se cerró la negociación del GDF con el grupo Danhos para construir el
nuevo Hotel del Prado, perteneciente a la cadena global Sheraton. En ese mismo mes, el
Jefe de Gobierno colocó la primera piedra de lo que se convirtió en un hotel de gran
turismo con 27 pisos y 457 habitaciones. Asimismo, se planteó la construcción del
Centro Fiesta Alameda, integrado por un hotel transnacional y dos pequeñas torres de
14 pisos. También se pensó en la construcción del corredor comercial Pugibet, el cual
abarcaría de la Ciudadela hasta el colegio de las Vizcaínas

Las autoridades capitalinas consideraban que la cimentación del Hotel Sheraton


sería la punta de lanza para la regeneración del barrio de la Alameda. Cabe señalar que
en el periodo que va de 1995 a 1997 se extendió la zona de actuación del Plan Alameda,
de 64 a 72 manzanas. Esto fue posible por la aprobación del Plan Maestro Alameda en
1996, que se enmarca en la estrenada facultad de la Asamblea Legislativa para
autorizar los planes de desarrollo urbano, así como la Ley de Desarrollo Urbano de
1996.

En la figura 20 se puede distinguir cómo se trasladó el límite del plan de la


avenida Balderas a la emblemática avenida Bucareli (sobre la que se ahondó en el
apartado 2). Para Mercado192, la extensión del Plan Alameda implicó que éste asumiera
un enfoque metropolitano que lo hacía ganar en tamaño y simbolismo, generando la
construcción de nuevas centralidades. Sin embargo, en desacuerdo con el autor, el
incrementó de otras manzanas no garantizaba un cambio de escala en las implicaciones
del plan, además de que la centralidad del perímetro de la Alameda no es nueva, como
se mostró en el capítulo anterior. Se trataba de revitalizar un nodo urbano venido a
menos.

190
González, José, “En cámara lenta”, La Jornada, 19 de septiembre de 2005.
191
Monge, “Programa”, 1998, p. 54
192
Mercado, “Economía”, 2008, p. 8

113
Figura 20

Fuente: Mercado, A. 2008

En el mes de septiembre del mismo año, la empresa Reichmann tenía


contemplado comenzar la construcción de edificios de oficinas y zonas comerciales. Las
obras se edificarían en una superficie de 85, 000 metros cuadrados, que significó una
reducción de los 350, 000 metros cuadrados contemplados en 1994.

El gobierno capitalino era consciente de que la gentrificación de la zona sólo


podría lograrse de dos maneras. Uno, generando nuevos conjuntos habitacionales;
específicamente se habló de la cifra de 1 809 viviendas. Dos, aliándose con la iniciativa
privada; el GDF se acercó a los empresarios Carlos Slim y Emilio Azcárraga,
propietarios de las compañías Telmex y Televisa respectivamente, para promover la
donación de los inmuebles que tienen en la zona. El objetivo consistía en que el edificio
de Telmex, ubicado en la calle de Victoria, se reconvirtiera en un centro comercial,

114
mientras que las instalaciones de la XEW y XEQ, emplazadas en la calle de
Independencia, se habilitarían como el Museo de Comunicaciones Eléctricas.

La finalidad de convertir las viejas instalaciones de la XEW en museo daba


cuenta del potencial que jugaba el arte y la cultura en la regeneración de la zona.
También se pensaba rehabilitar el ex Templo de Corpus Christi y convertirlo en el
Museo de Artes Populares. Asimismo, el viejo edificio de bomberos en la calle de
Independencia albergaría el museo de Art Decó, y se pretendía instaurar corredores
gastronómicos y de artesanías nacionales. Todo quedó en intenciones.

Los cimientos del Plan Alameda comenzaron a ser factibles sin una oposición
vecinal importante como había ocurrido anteriormente, en que los vecinos habían
detenido y replanteado los objetivos del proyecto. Ello fue posible porque las
organizaciones sociales, sobre todo sus líderes, se vieron debilitadas a causa de la
asimilación y clientelismo político de los habitantes con las nuevas fuerzas políticas
gobernantes de la ciudad, específicamente del PRD.

En este tenor, el GDF, en enero de 2000, realizó una consulta pública del Plan
Alameda en la zona de referencia. La intención de las autoridades era conformar una
estrategia de rescate integral del área. No obstante, aquí se considera que el fin era dar
legitimidad al Programa Parcial Centro-Alameda, que sería aprobado meses después. El
aspecto más relevante que fue rechazado por los habitantes en la consulta pública fue la
instalación de parquímetros en el área.

3.6 La implementación del Plan Alameda: La recolección de lo sembrado

En el año de 1999 se modificó la Ley de Desarrollo Urbano del Distrito Federal que
tuvo profundas implicaciones para la zona de la Alameda.193 Las reformas señaladas
establecieron el Programa General para el Distrito Federal, los Planes Delegacionales y
Planes Parciales; estos últimos se ocupan de la planeación del desarrollo urbano y el
ordenamiento territorial de áreas específicas. En este sentido, se constituyó y afianzó el
Programa de Desarrollo Urbano del Centro Histórico, que tuvo como finalidad

193
Mercado, “Programas”, 2002

115
regenerar dicho espacio. Los objetivos específicos que persigue este proyecto radicaron
en recuperar el Centro Histórico y recentralizarlo, la conservación del patrimonio
histórico como catalizador del turismo y de actividades culturales, el reforzamiento de
la imagen simbólica de este espacio como corazón de identidad nacional, la promoción
del poblamiento con estratos medios y altos, así como la promoción de actividades
económicas, financieras y turísticas.

El programa de renovación urbana del centro contempla tres programas parciales


que abarcan los dos perímetros que conforman a éste. El Centro Histórico se dividen
en dos perímetros, A y B (ver capítulo 1). El perímetro A circunscribe principalmente la
traza de la ciudad colonial y, por lo tanto, aglomera la mayor concentración de edificios
catalogados con valor patrimonial. El perímetro B corresponde a la ciudad del siglo XIX
y es un espacio de transición y amortiguamiento entre la vieja ciudad y la ciudad
moderna; aquí la densidad de edificios catalogados es menor y además se encuentran
dispersos. Los programas parciales en que se dividió el casco antiguo de la ciudad son
tres: el programa del Centro Histórico en el perímetro A (de color amarillo),
corresponde al casco más céntrico de la población colonial; el Programa Parcial de
Desarrollo Urbano de la Merced (color azul) que abarca la zona oriente del Centro
Histórico; y el Programa Parcial de Desarrollo Urbano Centro Alameda (color verde)
que opera en el sector poniente. Ambos pertenecen al Perímetro B. La delimitación de
los planes parciales en los que se dividió el antiguo casco de la ciudad se aprecia en el
mapa Planes Parciales de Desarrollo Urbano del Centro Histórico de la Ciudad de
México (Figura 21). Es pertinente señalar que la ZEDEC Alameda aprobada en 1995
tuvo vigencia hasta el año 2000, debido a la aprobación del PPDUCA, aunque
formalmente nunca fue derogada.

116
Figura 21
Planes Parciales de Desarrollo Urbano
del Centro Histórico de la Ciudad de México

Fuente: Gobierno del Distrito Federal y Ciudad y Patrimonio, México, 2000

En el año 2000 se eligió como Jefe de Gobierno del Distrito Federal a Andrés
Manuel López Obrador. Lo relevante de este asunto es que la capital del país siguió
siendo gobernada por el PRD con un proyecto más o menos de izquierda. López
instituyó las líneas generales de gobierno a seguir durante su gestión, entre las cuales se
encontraba fundar un nuevo orden urbano. En este tenor, se revisó el Programa General
de Desarrollo Urbano promulgado en 1996, con la intención de crear un nuevo plan
congruente con las necesidades contemporáneas de la capital.

A este respecto, es pertinente traer a la discusión un fragmento de la entrevista a


la ex Directora de Desarrollo Urbano de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda,
María Teresa Atrián, durante el sexenio en cuestión:

Cuando nosotros llegamos ya existían los planes parciales que habían


retomado los viejos ZEDEC, en este caso el Plan Parcial Centro Alameda.
Lo que hizo […] Andrés Manuel [López Obrador] fue revisar toda la
normativa de ese momento, recuperar todas las propuestas que habían
estado hechas por expertos, ONG´s, universidades, expertos, etcétera. Y a
partir de todas las grandes propuestas que había en materia de planeación
urbana, hacer como una especie de plan estratégico, para que al iniciar,
inmediatamente se tomará posesión del cargo se ejecutarán medidas
concretas en materia […] de regeneración urbana y en materia de vivienda

117
[…] Además les asignó recursos, que eso no había hecho ningún
gobernante.194

Las palabras de Atrián son relevantes porque muestran cómo se fueron


configurando las acciones de gobierno de López Obrador en materia urbana. Lo
primero que se hizo fue la revisión de la normatividad vigente en el momento de
asumir el cargo y el escrutinio de las propuestas de desarrollo urbano para la capital,
por parte del gabinete lopezobradorista. Posteriormente, a tan sólo dos días de asumir la
Jefatura de Gobierno, López Obrador puso sobre la mesa una de las principales
estrategias urbanas a seguir durante su mandato, en el Bando 2.195 Según Tamayo, esta
normativa aborda la aplicación de políticas y lineamientos que conllevan la planeación
del desarrollo del espacio urbano. En líneas generales, el Bando 2 plantea revertir el
crecimiento desordenado de la ciudad, preservar el suelo de conservación, repoblar la
Ciudad Central y dirigir las demandas de desarrollo inmobiliario.

Con la emisión del Bando 2 el Proyecto Alameda volvió a tener vigencia durante
el mandato de López Obrador, debido a que seguía vigente el interés de repoblar el
Centro Histórico y la Ciudad Central y, paralelamente, gentrificar la zona de la
Alameda.

El PPDUCA, de nueva cuenta, se consideró como el proyecto detonador de la


actividad económica y turística de la capital. En enero de 2001, comenzaron de nuevo
los rumores periodísticos respecto a la aprobación legislativa e implementación del
nuevo plan; Monge196 señalaba que la versión perredista del Plan Alameda tendría una
inversión inicial de 300 000 000 de dólares, de los cuales la mayor parte sería aportada
por la firma Reichmann.

El escenario parecía optimista para la materialización del Plan Alameda, no


obstante, aparecieron nuevamente complicaciones, debido al enfrentamiento de

194
Entrevista a la Lic. María Teresa Atrián, realizada por Adrián Hernández, Distrito Federal, México,
24 de Febrero de 2009.
195
Los bandos son disposiciones administrativas de policía y buen gobierno estipuladas en el artículo 15
constitucional. En el cual los ayuntamientos están facultados para atender las necesidades de los
habitantes en materia, de educación, salud, asistencia social y otras. Según Tamayo y colegas, el Jefe de
Gobierno no está facultado para emitir bandos, pero sí acuerdos administrativos y circulares cuyos
objetivos sean informativos y cubran un vacío legal. Tamayo et al. “Debate”, 2007, p. 86
196
Monge, “Plan”, 2001

118
Reichmann con la nueva administración del GDF. En el mes de octubre de 2001, la
empresa inició las demoliciones en la zona, pero desde un mes anterior, López Obrador
amenazaba con expropiar los predios de Reichmann porque demoró en comenzar el
proyecto. A esto se aunaron una serie de dificultades técnicas, principalmente lo
referente a la desocupación de los inmuebles y a problemas con los avalúos; ello generó
la suspensión del proyecto. En este contexto, ocurrió una intensa negociación entre la
empresa canadiense y el Jefe de Gobierno, quien ordenó reiniciar las acciones del plan,
específicamente la demolición y la adquisición de siete predios más por Reichmann. Se
estimaba demoler en total 25 000 metros cuadrados de edificaciones, sin embargo, el
gobierno del DF instruyó una nueva estrategia que consistía en adquirir los predios
propiedad de Reichmann en el estado en que se encontraran.

Cabe recordar que para las mismas fechas Reichmann desarrollaba la Torre
Mayor, que se localiza en el Paseo de la Reforma y es el edificio más alto de
Latinoamérica con 55 pisos (225 metros). López Obrador pensaba que la empresa
canadiense desdeñaba el proyecto de la Alameda. En el caso que Reichmann hubiera
continuado su proyecto original, necesitaba entre tres o cuatro años más para concluirlo,
mientras que la plaza Juárez se realizaría con mayor prontitud. Permítase hacer una
conjetura, probablemente el Jefe de Gobierno estaba pensando en concretizar lo más
rápido posible ese proyecto, así como la construcción de obras públicas de gran tamaño
en la ciudad, con miras a la fabricación de su candidatura presidencial.

En el año 2002, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal llegó a un acuerdo con
la empresa Reichmann para comprarle, por la cantidad de 70 000 000 de pesos, los siete
predios que eran de su propiedad y que tienen una extensión de 8 000 metros cuadrados;
los lotes se ubican en la manzana circunscrita por Juárez-Marroquí-Independencia-
Revillagigedo. De esta manera, cambió la tenencia del suelo del Proyecto Alameda,
puesto que durante el periodo que va de 1991 a 1994 el régimen gubernamental de la
ciudad de México gestionó y apoyó la compra de esos predios por la entidad
canadiense.

El proyecto comercial para la Alameda Central, planteado por la empresa


Reichmann, contemplaba la construcción de áreas comerciales, restaurantes, cines y
oficinas; sin embargo, fue cancelado por el gobierno del Distrito Federal y en su lugar

119
se edificaría la plaza cívica Juárez. Según versiones periodísticas,197 Reichmann
recibiría a cambio el dinero y facilidades para encontrar otro sitio en la ciudad de
México, con el designio de desarrollar un complejo de oficinas y espacios comerciales,
parecido al que inicialmente se concibió en el perímetro de la Alameda Central.

La nueva propuesta para la Alameda fue presentada por el Jefe de Gobierno y


el arquitecto Ricardo Legorreta en agosto de 2002 y consistía en la construcción de
oficinas públicas, federales y locales. Asimismo, para combatir el vaciamiento nocturno
de la zona, se vislumbró la cimentación de vivienda para clase media. También el Jefe
de Gobierno señaló que se instituiría un programa integral para mejorar el drenaje, las
banquetas, la recuperación de espacios abandonados, así como en iluminación y se
implementaría el apoyo a niños de la calle y vigilancia especial. Incluso se contemplaba
sacar de su recinto el Mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central e
instalarlo en el nuevo Hotel del Prado. Por su parte, Ricardo Legorreta198 señaló que el
concepto de su proyecto consistía en preservar la zona verde de la Alameda Central y la
Plaza Juárez, siendo que esta ultima tendría como tema principal el agua e incluso se
edificaría una fuente monumental.

De esta forma, a unos días de la presentación del proyecto se comenzó a trabajar


en la derribamiento de los inmuebles adquiridos por el GDF. Según Paredes,199 la
superficie abarcaba 23 000 798 metros cuadrados, lo que equivale a 9 000 metros de
volumen de demolición. Se desmantelaron las construcciones del Hotel Alameda, el
Conjunto América, la fachada del cine Alameda, algunos edificios de oficinas y el
estacionamiento de la empresa Copemsa; sólo quedaron en pie el hotel Bamer y el
Templo de Corpus Christi, catalogado como in inmueble con valor patrimonial.

Para concluir esta primer sección del capítulo se presenta la siguiente tabla, en
la cual se sintetizan las diversas versiones del Plan Alameda.

197
Ella Grajeda, “Compra el DF predios para rescatar Alameda”, El Universal, 5 de junio de 2002
198
Ella Grajeda, “Presentan proyecto de Alameda Central”, El Universal, 27 de agosto de 2002
199
Paredes, Antonio “Regeneración”, 2008, p. 56

120
Tabla 3
Versiones del Plan Alameda

Plan Programa
Versión Plan Alameda ZEDEC
Plan Alameda Maestro Parcial Centro-
Características alternativo Alameda
Alameda Alameda
Año 1991 1992 1995 1996 2001
Alcance 13 manzanas 64 manzanas 64 manzanas 72 manzanas 72 manzanas

Conjunto Conjunto Conjunto Oficinas


Conjunto de comercial y comercial y comercial y gubernamentales
Proyecto
financiero y creación de creación de creación de y conjunto
urbano
comercial vivienda de vivienda de tipo vivienda de comercial y
interés social medio interés social habitacional
Iniciativa
Financiamiento Mixto Mixto Mixto Mixto
privada
Regente del Regente del
Residentes,
Departamento Departamento Asamblea Gobierno del
comerciantes de
Actores/ del Distrito del Distrito Legislativa y Distrito Federal.
la zona.
Promotores Federal, Federal, Arq. Ángel Reichmann y
Universidades y
Reichmann y Reichmann y Mercado Danhos
académicos
Danhos Danhos
Surgimiento de Inclusión de las Inclusión de Asimilación y
Papel de los Exclusión de
un movimiento demandas las demandas clientelismo
habitantes las demandas
social ciudadanas ciudadanas político
Elaboró: Adrián Hernández Cordero

En la tabla puede distinguirse cómo se transformó el Plan Alameda en una


década. La primera versión de éste, se concibió como un proyecto impulsado por la
iniciativa privada y con un margen de actuación relativamente reducido. Por lo anterior,
los habitantes de la zona no estaban contemplados en la renovación y ello generó un
movimiento social. Ante dicha situación, los propios habitantes propusieron un plan
alternativo que en ese momento no fue aprobado y que ensanchaba la zona de actuación
a 64 manzanas. Igualmente, se bosquejaba que el gobierno de la ciudad participaría en
el financiamiento del Plan Alameda, sobre todo produciendo vivienda de interés social.
En 1995, se aprueba la ZEDEC Alameda; en ella, el DDF, Reichmann y Danhos,
incluyeron algunas propuestas vecinales, pero ignoraron las demandas ciudadanas de
fondo como era la ampliación del plan a las 64 manzanas. Posteriormente, en 1996 se
aprobó el Plan Maestro Alameda que combinó elementos de la ZEDEC y de la voz
popular; específicamente se hizo oficial la ampliación a las 64 manzanas. Finalmente,
en 2001, se aprueba el Programa Parcial Centro Alameda que se enriqueció de diversos
elementos de los documentos propuestos tanto por el Gobierno del DF, como por los
empresarios y los habitantes de la zona, aunque los líderes de estos últimos ya estaban

121
insertos en la estructura institucional del partido en el poder. Asimismo, se extendió el
proyecto hasta 72 manzanas y se dio un cambio en la promoción del proyecto, puesto
que el GDF pasó a tener un mayor control de la situación.

3.7 El PPDUCA, planteamientos y directrices

El PPDUCA culmina con la fase del diseño del Proyecto Alameda que tuvo infinidad
de obstáculos para ser aprobado oficialmente. Además con él estuvieron conformes la
mayoría de actores involucrados en el proceso de planeación de la zona de la Alameda.
El programa contó con un arduo trabajo de diseño, debido a que fueron enmendando los
errores de planeación e implementación de las versiones anteriores del Proyecto
Alameda. El PPDUCA logró reunir las voluntades del régimen gubernamental, de los
inversores privados y de los residentes de la zona.

A continuación se recapitulan cuáles fueron las bases del diagnóstico elaborado


por el GDF para la zona de la Alameda. El dictamen urbano del espacio de estudio
abarcó diferentes ámbitos de análisis, y además justificó la intervención pública en la
Alameda y su perímetro. En esta sección igualmente se presentan los objetivos del
PPDUCA.

Aunque antes debemos recordar que la zona de la Alameda está inserta en la


dinámica administrativa y urbana del Centro Histórico. Éste pasa por una
reconfiguración de las funciones urbanas y sociales de la que gozó varios siglos atrás.
Los cambios urbanos referentes al Centro Histórico se asocian con la pérdida de
habitantes, la destrucción de viviendas y la reducción de establecimientos económicos.
Estos elementos generaron cambios en la base económica, social y urbana del antiguo
casco urbano. El Centro Histórico y la zona de la Alameda comparten las problemáticas
señaladas, pero es necesario realizar un análisis particular debido a que cada espacio
responde, de algún modo, a circunstancias y lógicas diferentes.

3.7.1 La Alameda: una zona deteriorada

El deterioro de la zona de la Alameda, presente hasta los últimos años de la década de


los noventa, tuvo causas estructurales y coyunturales. En cuanto a las primeras es a

122
partir de la segunda década del siglo pasado que la ciudad de México se expandió
rápidamente, generando el reacomodó de las actividades del Centro Histórico y de la
Ciudad Central. En este sentido, conforme se fueron urbanizando territorios periféricos
de la ciudad, la zona de la Alameda perdió atributos urbanos con respecto a la ciudad.
En 1900, el espacio de estudio ocupó el 4 % de la superficie urbana del DF; para el año
2000 la cifra se había reducido al 0.01 %.200 Las problemáticas coyunturales resultaron
de las consecuencias de los sismos de 1985 que afectaron mayúsculamente a la zona de
la Alameda.

Según el PPDUCA, en la últimas cinco décadas la zona de la Alameda


experimentó cambios en el uso del suelo, sobre todo a raíz de los sismos de 1985. En el
año 2000 se registró la diversificación de los usos del suelo y se presentó una
combinación de actividades habitacionales, comerciales y de servicios que han
modificado la composición de las funciones sociales. El PPDUCA sostuvo que las
transformaciones, surgidas como consecuencias de los cambios en el uso del suelo,
ponían en riesgo el equilibrio entre los factores demográficos, sociales y económicos,
pudiendo derivar en una mayor emigración de quienes habitan la zona.201

En cuanto al tema del poblamiento debe señalarse que en 1900 la zona de la


Alameda contaba con 19 102 habitantes; en el año 2000 la zona daba cabida a 11 300
habitantes; por lo que el espacio de estudio ha perdido peso específico en relación con
la ciudad, en el capítulo 4 se retoman los datos de la población y se presenta un análisis
detallado al respecto.202

En lo referente a la zona de estudio, en el periodo que va de 1970 a 2000


disminuyó la densidad de población de 194.6 habitantes por hectárea a 102 habitantes.
Por otro lado, la vivienda tuvo una reducción menos significativa pasando de 30 a 29
viviendas por hectárea.203

Un elemento que incide en la relación vivienda-habitantes es la propiedad de los


inmuebles. En la zona de la Alameda, dos terceras partes de los inmuebles se

200
GDF, Programa, 2000, p. 25
201
Ibíd. p. 5
202
Ibíd. p. 14
203
Ibíd. p.27

123
encontraban en estado de alquiler, y la mayoría de renta congelada. El Decreto de 1992
que terminó con el régimen de congelamiento se tradujo en abusos de los caseros hacia
los inquilinos. En este marco de arbitrariedad, se dieron aumentos desmedidos en las
rentas y quienes no los aceptaban fueron amenazados con ser desalojados y en algunos
casos ocurrieron expulsiones forzadas. Por tal motivo, los habitantes demandaron la
negociación temporal de los juicios inquilinarios.

Según el PPDUCA, la actividad económica ha pasado por notables


transformaciones en su perímetro de actuación. En 1970 la zona de la Alameda reunía 6
147 establecimientos económicos y albergaba a 46 370 empleados; para el año 2000 se
contrajo la cantidad y se registraron 3 613 negocios que generaban 22 703 empleos. En
el año 2000, el total de los establecimientos en la zona de la Alameda por actividad
económica era el siguiente: el comercio representaba el 55 %, los servicios figuraban
con el 38 % y la industria contaba con el 6 %.204 Es interesante hacer notar que el Plan
Maestro Alameda de 1996 señalaba que había desaparecido casi por completo los
ramos que fueron característicos de la estructura económica de la zona, específicamente
las oficinas privadas, los hoteles y las actividades de recreación y cultura. Ellas lograron
posicionar a la Alameda y su ámbito urbano como el centro de la vida comercial y
cultural de la ciudad (ver capítulo 2).

El perímetro de la Alameda también perdió parte de su parque inmobiliario y las


funciones que albergaba. En el año 2000, el perímetro de la Alameda conservaba
aproximadamente 2 000 000 de metros cuadrados, la mitad de los cuales estaban
ubicados en el sector sur poniente; ellos pasaban por deterioro urbano y destrucción de
las fuerzas productivas que le restaban funcione urbanas y, por ende, repercutían en la
centralidad.205 Sin embargo, el sector oriente de la zona, concretamente las Calles Giro,
el Barrio Chino y el Mercado de San Juan, nodos con laga tradición comercial,
conservaban un dinamismo económico y social.

Desde hace dos décadas se acumularon problemas que afectan la estructura


urbana de la zona de la Alameda, principalmente la subocupación. Ésta se entiende,
siguiendo a Coulomb, como el fenómeno por el cual la infraestructura y equipamiento

204
Ibíd. p.23, 81
205
Ibíd. p. 7

124
se aprovechan por debajo de su capacidad, con una relación costo-beneficio alta que
favorece el quebranto de las áreas centrales.206 El PPDUCA señaló que los terrenos
baldíos ubicados en el perímetro de la Alameda le restaban eficiencia y la exponían al
deterioro físico y social, así como a invasiones. Todos los componentes de la estructura
urbana (vialidad, áreas verdes, áreas edificadas) presentaban grados de subocupación
que van desde el abandono parcial (horas o días) hasta el abandono total. En cuanto a la
edificación, se calculó que un tercio de los lotes son predios baldíos o subutilizados en
estacionamientos, bodegas, o sus usos son incompatibles. Sus construcciones
generalmente se erigían de manera provisional y eran de mala calidad; incluso existían
inmuebles abandonados.207

El PPDUCA conceptualizaba el deterioro urbano en el perímetro de actuación


como sigue: Destrucción sobre la avenida Juárez a causa de los sismos de 1985.
Pérdida de atributos entre Balderas y Luís Moya, así como en Morelos y
Ayuntamiento; aunque no se precisa en qué consiste el concepto se entiende como la
disminución la dinámica social y económica. Despoblamiento casi completo entre
Bucareli y Balderas, igualmente entre Arcos de Belén y Río de la Loza, ocasionado por
la presencia de instituciones públicas como la Secretaria de Gobernación, las
instalaciones educativas del Instituto Politécnico Nacional, la Comisión de Derechos
Humanos y la Procuraduría General de Justicia del DF. Disfuncionalidades, es decir,
usos incompatibles en la ex colonia Francesa debido a las bodegas de periódicos;
igualmente en el mercado de San Juan a causa de los expendedores de carne de pollo;
en las calles de Juárez, Independencia, Balderas, Ayuntamiento y Arcos de Belén por el
comercio ambulante y la extensión del comercio establecido sobre la vía pública.208 En
el mapa Diagnóstico de la zona de la Alameda (Figura 22) se puede observar la
distribución del deterioro urbano en la zona de la Alameda.

206
Coulomb, “Introducción”, 2006, p. 43
207
GDF, Programa, 2000,.p. 38
208
Ibíd. p. 38

125
Figura 22

Fuente: Programa Parcial de Desarrollo Urbano Centro Alameda, 2000.


Elaboró: Adrián Hernández Cordero

Para el PPDUCA otra problemática que afectaba a la zona de la Alameda era la


invasión de inmuebles y predios. Este fenómeno se ha presentado desde los años setenta
y fue promovido por algunas organizaciones sociales y partidos políticos. La irrupción
de inmuebles se acrecentó a partir de 1980, a raíz de la crisis financiera y por los sismos
de 1985 que aceleraron el abandono y la destrucción de la zona sur de la Alameda. En l
programa también fueron considerados un inconveniente para el espacio de estudio los
campamentos de niños de la calle y vagabundos instalados en los espacios públicos.209

Una consecuencia directa del temor que tenían los dueños de que su posesión
fuera invadida ocasionó que ellos reutilizaran sus inmuebles en estacionamientos o

209
Ibíd. p. 85

126
bodegas, ignorando en algunos casos el valor histórico de algunos inmuebles. La
intención de los propietarios era proteger su patrimonio para que no fuera acometido por
los invasores.

El dictamen presentado de la zona de la Alameda corresponde a la etapa de


conceptualización de una política pública (véase el capítulo 1). Cabe traer a cuenta que
la función de la conceptualización es identificar una situación anormal que atañe al
gobierno, en este caso el problema fue el señalamiento del deterioro urbano y social de
la Alameda y su perímetro. En la definición del problema por el que atravesaba la
Alameda y su perímetro fue impulsada por el GDF, aunque también participaron otros
actores sociales como académicos, ONG´s y las organizaciones ciudadanas que se
opusieron al Proyecto Alameda.

La cuestión de la zona de la Alameda adquirió relevancia pública cuándo se


incluyó en la agenda gubernamental de la administración local, esto ocurrió desde los
efectos de los sismos de 1985. Al respecto, el ex Director del Fideicomiso Alameda,
Alfredo Gutiérrez Kirchner, comenta:

El plan Alameda surge como consecuencia de los sismos de septiembre


de 1985. La necesidad de restaurar el Centro Histórico ya existía, pero
una catástrofe de tal magnitud focalizó el asunto.210

El proceso de despoblamiento de la zona de la Alameda y los eventos


circunstanciales de los sismos de 1985 fueron los elementos más importantes para que
ésta se viera inmersa en un circulo vicioso de problemáticas urbanas. Así, en un
ambiente pauperizado, la Alameda y su ámbito urbano aumentaron su aspecto ruinoso
porque la administración pública no intervenía en ellos; el no tomar acciones también se
considera como una política pública. El deterioro progresivo de este espacio detonó una
situación por atender para el DDF, pese a su estado era una zona de alto potencial
económico y simbólico y, por ende, estratégico para la ciudad.

210
Entrevista al Lic. Alfredo Gutiérrez Kirchner, realizada por Adrián Hernández Cordero, México, DF,
respondió por escrito el 9 de Junio de 2009.

127
3.7.2 ¿Qué propuso el PPDUCA?

El diagnóstico de la zona de la Alameda presentado corresponde a la primera y segunda


etapa de la elaboración de una política pública (conceptualización y diseño, ver capítulo
1), puesto que se integró el tema a la agenda pública del GDF, para posteriormente
identificar las problemáticas de la zona de la Alameda. El PPDUCA se elaboró según la
tendencia del racionalismo, en otros términos, el diseño de la política reunió
información exhaustiva y a partir de ésta se calcularon los efectos tentativos. Asimismo,
se confeccionó un dictamen de la problemática de la zona, se elaboró una
fundamentación jurídica, y se analizó la cuestión demográfica, socioeconómica y
urbana. Después de estudiar pormenorizadamente la situación de la zona de la Alameda,
la siguiente fase consistió en la implementación de la política urbana que a
continuación se detalla y, además, será evaluada en el siguiente capítulo.

El PPDUCA se planteó teniendo como fundamento el Programa General de


Desarrollo Urbano del Distrito Federal y el Programa Delegacional de Desarrollo
Urbano de Cuauhtémoc; ambos planeaban el mejoramiento de la calidad de vida de los
habitantes mediante el desarrollo urbano y el ordenamiento territorial en la ciudad.
Sobre todo coincidían en revitalizar económica y funcionalmente el área central de la
metrópoli mexicana. Igualmente se incluyeron las conclusiones de los talleres de
planeación participativa efectuados entre los años 1998 y 1999, los cuales planteaban un
desarrollo integral e incluyente que no subordinara las demandas vecinales a los
intereses económicos en la zona sur de la Alameda. De lo anterior, se deriva la imagen
objetivo del PPDUCA que consiste en:

Satisfacer las necesidades más apremiantes de la población, vivienda,


seguridad, empleo, esquivamientos sociales, y restituir las funciones
urbanas de la zona Centro Alameda como parte de una estrategia
metropolitana, dirigida la construcción de una nueva centralidad en la
ciudad de México.211

La imagen objetivo contempló cumplir con tres etapas. La primera y segunda


fase consistían en restituir progresivamente los volúmenes de edificación que se han
perdido (50 y 100 % respectivamente) y la tercera era conseguir un 150 %, en otros
términos, 1 000 000 de metros cuadrados nuevos y 1 500 000 de metros cuadrados por

211
GDF, Programa, 2000, p. 85

128
reciclar. Es pertinente señalar que, para el PPDUCA, el reciclaje urbano no sólo
significaba volver a usar el parque inmobiliario con fines inmediatos, ni reconstruir
únicamente la imagen urbana, sino que es la intervención que somete a la estructura
urbana a un nuevo ciclo para recuperar los atributos de una zona de la ciudad.212

El PPDUCA tenía contemplado un horizonte de planeación de 10 años, tomando


como base el año 2000 y terminando en 2010. Los plazos del programa desarrollo del
eran tres: corto, hasta cinco años; mediano, hasta diez años; y largo, más de diez años.

La zona de actuación del PPDUCA fue la siguiente, al norte, Avenida Juárez, al


este, el Eje Central Lázaro Cárdenas; al sur, Dr. Río de la Loza; y al oeste la Avenida
Bucareli. Dicha superficie alcanza 110 hectáreas, las cuales se dividen en 72 manzanas
catastrales y 892 predios (ver Figura 20). Asimismo, la zona de actuación incluye cinco
plazas a saber, La ciudadela, Carlos Pacheco, San Juan, Santos Degollado y Capitán
Malpica, así como tres jardines, Tresguerras, Tolsá y General Gabriel Hernández.

La Alameda y su entorno se dividen en cuatros Áreas Geográficas de Estadística


Básicas (en adelante AGEB)213 como puede apreciarse en la Figura 24. Éstas coinciden
con igual número de barrios de antigua tradición, específicamente con la vieja Colonia
Francesa, el Barrio de Nuevo México, actualmente San Juan, ambos datan del siglo
XIX. También se identifican las Calles Giro, así como la Ciudadela. Los límites de
tales barrios no son oficiales, exclusivamente son denominados así por los habitantes y
su circunscripción coincide con las AGEB con clave: 073-3, 087-5, 074-8 y 086-0,
respectivamente.

212
Ibíd.
213
La AGEB es definida por el INEGI como un área geográfica conjunto de manzanas, generalmente de 1
a 50.

129
Figura 24

Fuente: INEGI
Elaboró: Adrián Hernández Cordero

En este tenor, los objetivos a la letra del PPDUCA fueron:

“a) El repoblamiento de la zona.


b) La conservación de los monumentos históricos.
c) La revitalización de la base económica y social.
d) El mejoramiento y ampliación de los servicios públicos.
e) La participación de la comunidad en todos los niveles de decisión”.214

En cuanto al tópico de los recursos, en el PPDUCA no se especificó cuál será el


monto de inversión en el proyecto. Indagando en otros medios es difícil conocer la

214
Ibíd. p. 86

130
cifra de recursos que se estimaba invertir en el programa y resulta aún más complejo
porque el Fideicomiso Alameda desapareció en el año 2000 y no se conoce la
existencia de algún archivo público de los documentos de éste.

La estrategia del PPDUCA constó de tres ámbitos:

a) Estrategia de Integración al ámbito metropolitano. Consistía en fortalecer la posición


territorial de la zona Centro Alameda como espacio de transición entre el Centro
Histórico y el Paseo de la Reforma. Se contemplaba que con dicha maniobra, de
manera complementaria, se producirían efectos positivos para la zona de influencia de
la zona de la Alameda, esto es, las colonias colindantes como la Tabacalera, Juárez y
Doctores.

b) Estrategia físico natural. Emprender campañas de saneamiento ambiental, en redes


de infraestructura y calles.

c) Estrategia demográfica. Residía en dirigir el repoblamiento de la zona con vivienda


de interés social y vivienda media en la parte sur del programa. Al mismo tiempo, se
busca posicionar a la Ex ZEDEC, las trece manzanas del primer Plan Alameda, en los
mercados especiales de vivienda media y alta, cuyo impacto demográfico es reducido,
pero elevado en el impacto económico y cultural.215

El funcionamiento del PPDUCA es el siguiente: Gobierno del Distrito Federal y


la Delegación Cuauhtémoc intervinieron en los ámbitos mencionados. Para el caso de
que algún interesado, ya sea una entidad privada o pública, deseará edificar o reciclar
algún inmueble, tenía que cumplir con las normas de regulación de usos del suelo
establecidas. Posteriormente se acudía al Fidecomiso del Centro Histórico para
gestionar los trámites necesarios para promover las obras y servicios de conservación y
regeneración de la zona. En caso de ser un inmueble de valor patrimonial o artístico se
debía contar con el aval del INBA o del INAH.

Los actores involucrados en el programa son la Delegación Cuauhtémoc y el


Fideicomiso del Centro Histórico. El Director del fideicomiso es nombrado por el Jefe

215
Ibíd. p. 87

131
de Gobierno, no obstante, se creó un Comité Técnico integrado por representantes del
GDF y de la iniciativa privada. En el año 2001 se fundó el Consejo Consultivo del
Centro Histórico, lo que evidentemente no se contempla en el PPDUCA. El presidente
del consejo es Carlos Slim y reúne a los líderes de la iglesia católica y ortodoxa, un
cronista, así como tres periodistas. Los funcionarios incluidos son el titular de la
Secretaria de Turismo, de Desarrollo Urbano, de Desarrollo Económico y el Instituto de
Cultura del DF.

El PPDUCA fue relevante para la agenda del GDF porque la zona de la Alameda
se encontraba deteriorada y ésta era considerada un sitio con valor estratégico que debía
ser regenerada por su potencial económico y cultural. Igualmente, la Alameda y su
perímetro son considerados el pivote de la renovación del Centro Histórico porque se
concibe como la puerta del Centro Histórico.

El presupuesto causal del PPDUCA consideraba que a través de las acciones


integrales de renovación urbana se logrará repoblar la zona con sectores de clase media
y alta para promover la nueva centralidad de la zona, que a su vez traerá consigo una
revitalización socio-económica y patrimonial o, en otros términos, gentrificación.

3.8 Conclusiones

En un artículo conmemorativo al vigésimo aniversario de los sismos de 1985 José


González escribió: “Nunca una zona de la ciudad fue tan largamente planeada y nunca
fracasó tantas veces como la parte sur de la Alameda Central”.216 Es innegable que el
periodista hace alusión a un proceso de planeación urbana que falló durante una década
en la zona de la Alameda. Las razones de los constantes fracasos del Proyecto Alameda
fueron múltiples, la oposición vecinal debido a que no fueron contemplados en la
renovación, fallas en el diseño de la política, errores técnicos, falta de voluntad política
para actuar, la crisis económica que sacudió al país en 1995 y el surgimiento de la nueva
centralidad financiera de Santa Fe .

216
González, “Cámara”, 2005, p. 1.

132
No fue hasta la administraron de López Obrador que se concretó el PPDUCA en
el marco de la promulgación del Bando 2. Asimismo fue posible operar la renovación
gracias a la alianza entre el sector público y privado. El Jefe de Gobierno no fue el
artífice de la obra sino que recogió lo sembrado por anteriores administraciones, desde
la época de Camacho Solís hasta la aprobación del PPDUCA durante el régimen de
Cuauhtémoc Cárdenas. El Plan Alameda camachista se caracterizó por contar con una
visión economicista y excluyente, pero el PPDUCA se transformó en un plan
participativo y con un rostro social, al menos en el papel.

La aprobación del PPDUCA fue considerada un triunfo en la planeación urbana


de la ciudad de México. El programa desarrolló un diseño profundo sobre las
principales características y problemáticas de la zona de la Alameda. Según el
diagnóstico elaborado por el GDF, el espacio de estudio debía regenerase por la
situación precaria en la que se encontraba, debido a las consecuencias de los sismos de
1985 y el proceso de reestructuración de la centralidad urbana en la ciudad de México.
La implementación y la penitencia del diseño del PPDUCA hasta aquí se consideran
bien elaboradas, aunque será evaluada en el siguiente capítulo.

133
Capítulo 4. Evaluación de la renovación urbana en la zona de la Alameda
¿Existe gentrificación?

El presente apartado analiza y evalúa la política de renovación urbana ejecutada en el


perímetro de la Alameda a partir del año 2000, cuando se aprobó e implementó el
PPDUCA. Las preguntas centrales del capítulo son ¿Existe un proceso de gentrificación
en la zona de la Alameda? ¿Cómo se caracteriza? ¿Cuáles son sus implicaciones
territoriales? El estudio es un examen que utiliza herramientas de las ciencias sociales,
específicamente los estudios urbanos y regionales. Por lo tanto, se examina el proceso
de gentrificación en la zona de la Alameda y sus implicaciones socio-espaciales,
caracterizado por la dualidad: rentabilidad económica versus exclusión social. A la par,
se escudriñan los imaginarios urbanos del poder público que subyacen dicho proceso y
que, generalmente, son marginados de los estudios urbanos de corte duro. Acercarse a la
dimensión socio-simbólica permitirá leer entre líneas las representaciones e imágenes
que tiene el régimen gubernamental sobre la zona de la Alameda y el Centro Histórico,
para vislumbrar el modelo de ciudad que se intenta instaurar en la ciudad de México.

La evaluación aquí planteada toma como referencia el PPDUCA para conocer


si éste ha cumplido con sus principales objetivos estipulados. No se debe esperar un
análisis técnico y cuantitativo como se entienden las evaluaciones en algunas ramas de
la politología y la administración pública. Estas disciplinas podrán argumentar que el
presente trabajo es una pseudoevaluación, debido a que no se construyen indicadores ni
sofisticadas matrices estadísticas que generalmente están permeadas por ideologías
tecnocráticas. En ciertos tópicos resultará imperativo contar con una perspectiva
temporal correspondiente a las versiones anteriores del PPDUCA que se presentaron a
lo largo de la década de los noventa, debido a que el plan versión 2000 es resultado de
un largo proceso de planeación que incluyó algunos elementos de las experiencias
anteriores.

Se analiza el repoblamiento y la generación de viviendas en la zona de la


Alameda para saber sí existe gentrificación. Posteriormente se evalúa la reactivación
económica en el espacio de estudio. El retorno de la industria cultural es el objeto de
reflexión de la siguiente sección. La investigación continúa con el argumento referente a
que el proceso de gentrificación en la zona de la Alameda es un fenómeno excluyente.

134
Se concluye con la presentación de los imaginarios urbanos que están detrás del
PPDUCA.

Para ejecutar la evaluación se utilizaron estadísticas proporcionadas por distintas


entidades del GDF, ya sea vía solicitud de información pública o retomada de otros
trabajos. También fue fundamental la información del PPDUCA y el INEGI, de éste se
tuvieron los datos respectivos al año 2005. Las entrevistas a ex funcionarios públicos y
los datos obtenidos en trabajo de campo complementan y otorgan mayor profundidad a
la información numérica.

4.1 El repoblamiento en la zona de la Alameda ¿Una política exitosa?

El mayor crecimiento de la población del Distrito Federal ocurre en el periodo de 1900


a 1950. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, a pesar de continuar
el crecimiento de la ciudad de México, éste ocurre a menor velocidad. Algunas
unidades territoriales de la Ciudad Central (véase capítulo 1) pierden población, debido
a que los movimientos intraurbanos se dirigen hacia la periferia. El proceso
demográfico la zona de la Alameda coincide cabalmente con el modelo demográfico
planteado por Cabrera,217 en el cual el fenómeno de poblamiento de México durante el
siglo XX se divide en dos etapas, de 1900 a 1970 y de 1970 a la actualidad. El primero
se enmarca en la promulgación de la Primera Ley de Población, cuya finalidad radicaba
en poblar al país e indirectamente generar un tipo de desarrollo urbano. El segundo
momento, plantea reducir el poblamiento y el crecimiento natural de la población, a
través de la emisión de la Segunda Ley de Población.

Según el PPDUCA218 en el periodo correspondiente entre 1900 y 1950, el DF


tuvo un incremento de 5 516 600 habitantes, la Delegación Cuauhtémoc pasó de 234
000 a 1 053 000 habitantes, el Centro Histórico transitó de 188 000 a 398 000
habitantes, y la zona de la Alameda de 19 102 a 24 400 habitantes. En cambio, a partir
de la segunda mitad del siglo pasado, la Delegación Cuauhtémoc perdió 565 200
habitantes (53.6 % de la población con la que contó en 1950), el Centro Histórico

217
Cabrera, “México”, 1994
218
GDF, Programa, 2000, p.15

135
expulsó 257 600 habitantes (64.6 % de su población en 1950); y de la zona Alameda
salieron 13 100 habitantes (53.6 % de la población que radicaba allí en 1950).

Las últimas tres décadas del siglo XX, figura como el periodo donde la
disminución de la población de la zona fue mayor. El PPDUCA indica que la Alameda
y su perímetro en 1970 contaba con 21 411 habitantes y en el año 2000 se registraron 11
300, por lo que experimentó una perdida en términos netos de 10 111 habitantes. En
otras palabras, dicho sitio perdió el 47 % de su población. Debe señalarse que la zona
de la Alameda no es un caso excepcional, ya que a la unidad administrativa a la que
pertenece, la Delegación Cuauhtémoc, también resintió un alto grado de despoblamiento
de alrededor del 47 % de su población.219 Las principales variables que explican tal
panorama son dos, la disminución del crecimiento natural de la población y los
movimientos migratorios de esta parte de la ciudad hacia zonas periféricas, o hacia otros
estados de la república, sobre todo a partir de los sismos de 1985.

A nivel de AGEB o de barrio, las tendencias de poblamiento también son


negativas, pero se expresan de manera diferenciada. En el periodo 1970-2000, la ex
colonia Francesa tuvo una tasa de crecimiento poblacional de -3.2, las calles Giro de -
2.4, la Ciudadela -3.0 y San Juan -1.5. A continuación, se presenta la tabla de
Población en la zona de la Alameda, 1970-2000 (Figura 25) que evidencia la situación
demográfica de la zona de la Alameda en el periodo 1970-2000.220

Figura 25
Población en la zona en la zona de la Alameda, 1970-2000

Tasa de
Población crecimiento
anual
AGEB Clave 1970 1990 1995 2000 1970-2000
Ex Colonia
073-3 963 447 375 362 -3.2
Francesa
Calles Giro 074-8 7,172 3,894 3,567 3,412 -2.4
Ciudadela 086-0 4,125 1,953 1,839 1,650 -3.0
San Juan 087-5 9,151 6,838 6,340 5,876 -1.5
Zona de la
21,411 13,132 12,121 11,300 -2.2
Alameda
Fuente: Censos Nacionales de Población y Vivienda, 1990 y 2000. Conteos Nacionales
de Población y Vivienda, 1995, 2005. PPDUCA, 2000.
Elaboró: Adrián Hernández Cordero
219
Ibíd. p. 16
220
Ibíd. p. 18

136
El PPDUCA221 planteó una proyección demográfica en la cual se bosqueja
dirigir el repoblamiento de la zona de estudio. La estrategia fija una etapa de mediano
plazo (10 años)222 para que dicho espacio albergue 16 058 habitantes. Asimismo, se
pensó en dirigir el poblamiento hacia el barrio de San Juan y la Colonia Francesa con
vivienda de interés social y vivienda media.

A un año de cumplirse el plazo estipulado por el PPDUCA es importante


preguntarse hasta qué punto se alcanzo el objetivo del repoblamiento dirigido.
Desafortunadamente hasta este momento sólo se cuenta con la información oficial
levantada en el II Conteo de Población y Vivienda del INEGI, realizado en el año de
2005. Por lo tanto, se evaluará el programa con esos datos disponibles, que son
relevantes para saber sí la estrategia demográfica ha sido exitosa; los datos
complementarios del Censo del año 2010 arrojarán mayores pistas para conocer la
eficiencia del PPDUCA. A continuación se muestra la tabla Población de la Zona de la
Alameda y proyecciones de repoblamiento, 2000 y 2005 (Figura 26) en la cual se puede
contrastar el poblamiento de la zona de la Alameda absoluto y desagregado por barrio,
así como la proyección estimada al año 2005.

Figura 26
Población en la Zona de la Alameda y proyecciones de repoblamiento,
2000 y 2005
Población Población
censada proyectada
Tasa de Tasa de
crecimiento crecimiento
AGEB Clave 2000 2005 anual 2005 anual
Ex Colonia
Francesa 073-3 362 286 -4.11 542 6.98
Calles Giro 074-8 3,412 2,904 -2.82 4,399 4.43
Ciudadela 086-0 1,650 1,817 1.69 2,374 6.30
San Juan 087-5 5,876 7,661 4.62 6,373 1.42
Zona de la
Alameda 11,300 12,668 2.00 13,688 3.35
Fuente: Censos Nacionales de Población y Vivienda, 1990 y 2000. Conteos
Nacionales de Población y Vivienda, 1995, 2005. PPDUCA, 2000.
Elaboró: Adrián Hernández Cordero

221
Ibíd. p. 83
222
Los periodos del cumplimiento de las fases de planeación son confusos; en la estrategia demográfica
se considera que 10 años son un largo plazo, mientras aquí se considera como mediano plazo.

137
Como se aprecia en la tabla, el II Conteo de Población y Vivienda de 2005
indica que en la zona de la Alameda habitaban 12 668 habitantes, es decir, 1 388
habitantes más que en el año 2000. Dicha cifra en términos absolutos es muestra
fidedigna de que se ha revertido la tendencia de despoblamiento de la zona, aunque
sólo se consiguieron 2/3 de la tasa de repoblamiento proyectada por el PPDUCA para
ese mismo año.

En la escala barrial, dos AGEB tuvieron crecimiento, mientras que el otro par se
mantuvo con merma de población. La antigua Colonia Francesa perdió 76 habitantes,
por su parte la AGEB Calles Giro expulsó 508 habitantes. Por otro lado, la Ciudadela y
San Juan, ganaron 167 y 1803 respectivamente. La merma de población en las Calles
Giro y en la Ex Colonia Francesa se debe a que siguen proliferando los comercios
especializados en electrodomésticos y material eléctrico, así como bodegas de estos
productos, desplazando la vocación habitacional de los edificios en los que se ubican
porque el alquiler de departamentos, edificios y almacenes es más rentable
económicamente.

El objetivo del PPDUCA de repoblar la zona de la Alameda, más allá de los


números absolutos, se alcanzó parcialmente, puesto que sí existe una reversión en la
tendencia de poblamiento, aunque no como estaba estipulado. La meta del PPDUCA se
fundamentaba en contar en el año 2010 con 16 058 habitantes y hay que recordar que
en el año 2000 se tenían censados 11 300 habitantes. Ello implicaba atraer a 4 758
nuevos habitantes, 475 pobladores por año para cumplir la meta. Por otra parte,
siguiendo estos parámetros, en el año 2005 se debían tener 13 688 habitantes, pero los
números reales señalan que se habían registrados 12 668, cifra que está por debajo de
las términos del PPDUCA y representa el crecimiento de casi tres años.

En cuanto a las AGEB, el PPDUCA planeaba poner mayor énfasis en repoblar la


Colonia Francesa y San Juan. Sin embargo, la primera continúa expulsando población y
la segunda consiguió 1 805 nuevos habitantes, que sumados a los 5 876 dan el total de
7,681, superando las expectativas puesto que en 2010 se estimaba alcanzar la cifra de
6,863 habitantes. El barrio de San Juan es el que figura con mayor crecimiento de
población.

138
Por lo anterior, el objetivo del PPDUCA en cuanto a repoblar la zona se
cumplió, aunque parcialmente. Por lo tanto, se sostiene que sí hay gentrificación, debido
a que se infiere que los nuevos residentes es población de medio y altos ingresos (ver
capítulo 1), ellos son los únicos que pueden acceder a los altos precio de las viviendas
de la zona sur de la Alameda; aunque hace falta un análisis cualitativo para darle mayor
sustento a dicha afirmación. En términos generales no se consumaron las metas a corto
plazo ni tampoco se llevo a buen término el repoblamiento por barrio, excepto por San
Juan que superó el escenario demográfico planteado.

4.2 Para quién es la vivienda en el PPDUCA

Un tema inherente al repoblamiento es el de la vivienda que históricamente ha


desempeñado un papel importante en la zona de la Alameda. No obstante, en el año
2000 este espacio pasaba por un agudo problema, debido al proceso de deterioro que
comenzó en los años setenta y se agravó con las fatídicas consecuencias de los sismos
de 1985. La pérdida de vivienda trajo consigo el quebranto de atributos urbanos y, por
lo tanto, la centralidad del Centro Histórico se atenuó por el debilitamiento de la
vivienda.

En el PPDUCA se detalla que para el año 2000 se habían perdido 66 mil


viviendas en la Delegación Cuauhtémoc, el 32.8 % en relación con las existentes en
1950. Por su parte, se suprimieron 38 400 viviendas en el Centro Histórico (50.6%) y
1500 en la zona de la Alameda (31.9 %).223

En el diagnóstico del PPDUCA se argumenta que en el caso de la zona de la


Alameda también disminuyó la densidad domiciliaria. Para 1950, en la zona de la
Alameda vivían 5.2 habitantes por casa, en el año 2000 se contrajo la cifra a 3.5
habitantes.224 Hace cincuenta años la Delegación Cuauhtémoc, que incluye el Centro
Histórico y la zona de la Alameda, presentaba la cifra de densidad domiciliaria más alta
de la ciudad con 5.2 habitantes; en el año 2000 existía un densidad de 3.6 habitantes,
una de las cifras más bajas del Distrito Federal, hecho que es síntoma del
despoblamiento de la zona.

223
Ibíd. p. 55
224
Ibíd. p. 54

139
Tomando como referencia el año de 1970, el cual se marca como el punto de
partida del deterioro del Centro Histórico, comparándolo con el año 2000, la zona de la
Alameda perdió el 27% (1 042) viviendas, al pasar de 3 823 a 2 781 viviendas
existentes, como se puede apreciar en la tabla Vivienda en la zona de la Alameda, 1970-
2000 (Figura 27). A escala barrial, el comportamiento es el siguiente, la ExColonia
Francesa pierde 33 % (45) de su vivienda; las Calles Giro ven esfumarse el 22 % (278)
de su parque habitacional; en la Ciudadela desaparecen 15 % (83) de las viviendas; y
San Juan perdió 10 % (201) de las vivienda. Las razones por las cuales disminuyó la
vivienda en todos los barrios, con la salvedad de San Juan, se deben al despoblamiento
y sus efectos, como es el cambio de los usos del suelo.

Figura 27
Vivienda en la zona de la Alameda, 1970-2000
Viviendas
%
AGEB Clave 1970 1990 1995 2000 viviendas
perdidas
Ex Colonia
073-3 133 116 102 88 33
Francesa
Calles Giro 074-8 1,225 1,209 1,104 947 22
Ciudadela 086-0 523 389 474 440 15
San Juan 087-5 1,942 1,552 1,780 1,741 10
Zona de la
3,823 3,266 3,460 3,216 27
Alameda
Fuente: Censos Nacionales de Población y Vivienda, 1990 y 2000. Conteos
Nacionales de Población y Vivienda, 1995, 2005. PPDUCA, 2000.
Elaboró: Adrián Hernández Cordero

En este periodo, el mercado de vivienda, se dirigió principalmente para el uso


de suelo habitacional y, progresivamente, transitó hacia actividades comerciales y de
servicios. En la zona de estudio no existió producción de vivienda nueva, salvo
pequeñas operaciones aisladas y no tuvo nada que ver con el Programa de
Rehabilitación Habitacional, implementado después de los sismos de 1985 y del que ya
se habló en el capítulo 3.

La función habitacional de la zona de la Alameda se reproducía bajo condiciones


de pauperización, debido a que existía un menor ingreso relativo de sus residentes,
deterioro habitacional y los efectos de las rentas congeladas.

140
Según el PPDUCA,225 las características de la vivienda son peores en la
ExColonia Francesa y el Barrio Chino, regulares en la Ciudadela y mejores en el barrio
de San Juan. Por lo tanto, las condiciones de vivienda sobresalientes se localizan al sur
de la zona. Se destaca que el caso de San Juan es particular, porque, a pesar de
posicionarse como la mejor zona de vivienda, los precios son bajos a causa de la
externalidades, es decir, las situaciones que afectan negativamente la residencia de
habitantes, concretamente la venta de pollo al mayoreo y la inseguridad.

En términos absolutos, los datos expuestos por el Conteo de 2005 indican que
en la zona de la Alameda Central existe un crecimiento de la vivienda, ya que se
registraron 753 nuevas viviendas (23%). Al interior de la zona de estudio, en la Colonia
Francesa aumentaron 10 viviendas (11 %) y una decena en las Calles Giro (1 %). En
tanto, en la Ciudadela se reconocieron 96 nuevas viviendas (21%). En el barrio de San
Juan se obtuvo el mayor crecimiento, puesto que en el mencionado periodo se censaron
en 637 (36 %) nuevas viviendas. El veloz aumento de viviendas en San Juan se explica
por varios factores, la disminución del hacinamiento que genera una densidad de
población baja. Igualmente influyó el cambio de uso de suelo, las bodegas se
convirtieron de nueva cuenta en hogares. Sin embargo, para determinar con exactitud
tales circunstancias es necesario no sólo recurrir a datos estadísticos sino también
realizar un examen cualitativo, que no fue posible desarrollar en este trabajo por
cuestiones de tiempo.

Para comparar los resultados con lo planeado se debe hacer patente que el
PPDUCA contemplaba que a corto plazo (3 años) se realizarían 1 494 acciones de
vivienda. A su vez, para el mediano plazo (5 años), se estimaba generar 3 000 acciones
de vivienda, 1 800 nuevas y 1 200 recicladas. Incluso se argumentaba que sí el plan
tenía éxito la cifra podría elevarse a 3, 500 acciones de vivienda; y la oferta se
diversificaría hacia mercados habitacionales para sectores económicos medios y altos. A
largo plazo (10 años) se precisaba construir 4,500 viviendas. Entonces se planteó una
producción sostenida de 210 viviendas por año.226Los datos se resumen en la tabla
Viviendas de la zona de la Alameda y proyecciones de producción de vivienda, 2000 y
2005 (Figura 28).

225
Ibíd. p.55
226
Ibíd.96

141
Figura 28
Viviendas de la zona de la Alameda y proyecciones de
producción de vivienda, 2000 y 2005
Viviendas censadas Viviendas proyectadas
% de % de
AGEB Clave 2000 2005 2005
crecimiento crecimiento
Ex Colonia
073-3 88 98 11 188 53
Francesa
Calles Giro 074-8 947 957 1 1,160 18
Ciudadela 086-0 440 536 21 626 30
San Juan 087-5 1,741 2,378 36 1,881 8
Zona de la
3,216 3,969 23 3,855 17
Alameda
Fuente: Censos Nacionales de Población y Vivienda, 1990 y 2000. Conteos
Nacionales de Población y Vivienda, 1995, 2005. PPDUCA, 2000.
Elaboró: Adrián Hernández Cordero

A mediano plazo, el PPDUCA, cumplió con los objetivos antes mencionados. La


tendencia indica que el programa consumará sus metas de producción de vivienda a
largo plazo, las cuales se alcanzarán el próximo año; 227 pero al igual que el tema de
repoblamiento es necesario esperar las cifras del Censo del año 2010.

En relación a la vivienda enfocada a los sectores populares, el PPDUCA señala


que al menos el 60% de la producción de la vivienda será para este grupo social.228 Se
debe señalar que este planteamiento fue integrado al PPDUCA debido al movimiento
social de los habitantes de la zona, quienes se sentían excluidos y marginados de la
gentrificación de la Alameda, tópico ya abordado en el capítulo 3. Sin embargo, a pesar
de la supuesta promoción de la vivienda de interés social, los nuevos desarrollos
inmobiliarios se destinan para un segmento de mercado medio alto. Se identificaron
cuatro desarrollos inmobiliarios en el área de estudio: Puerta Alameda, Marroquí,
Delicias y Vía Alameda. El primero merece mención aparte porque es la máxima
apuesta de producción de vivienda de altos ingresos en la zona. Localizado en lo que
fue un terreno del DDF sobre avenida Juárez, junto a la Plaza Juárez, se construyó el
paradigma de los desarrollos inmobiliarios en el Centro Histórico. El Proyecto Puerta

227
La proyección de población del PPDUCA al año 2010 es la siguiente Ex Colonia Francesa 288
habitantes, Calles Giro 1 373 habitantes, Ciudadela 812 habitantes, San Juan 2 2021 habitantes. En total
suman 4 494 nuevos moradores para la zona sur de la Alameda.
228
Ibíd. 95

142
Alameda tiene capacidad para albergar 640 departamentos y de estilo de arquitectura
posmoderno,229 como se aprecia en el Dibujo del Proyecto Puerta Alameda (Figura 29).

Figura 29
Dibujo del Proyecto Puerta Alameda

Fuente: Desarrolladora del Parque

Puerta Alameda se concibió como una burbuja urbana que cuenta con todas las
comodidades para no salir de ella. Así promocionan el conjunto habitacional:

Usted correrá por las mañanas en el circuito de jogging o podrá nadar en la


alberca; luego, si no puede irse a su oficina, podrá atender sus asuntos en el
Business Center, desayunar y comer en la zona comercial y por la noche
organizar cualquier evento en la sala de usos múltiples.230

Los precios de los departamentos de los desarrollos inmobiliarios mencionados


(Puerta Alameda, Marroquí, Delicias y Vía Alameda) oscilan entre los 600 000 y los
3 000 000 de pesos. Por lo tanto, se espera que sean adquiridos por sectores
económicamente estables, jóvenes y con una alta instrucción escolar, concretamente
ejecutivos, profesionistas, empresarios y algunos artistas que gustan de patrones de
consumo de estilo global y que están por arriba del ingreso medio nacional. En este
tenor, el arquitecto Juan Pablo Serrano,231 encargado de la obra Puerta Alameda,
decidió que 350 de los 650 departamentos fueran de una recamara, los cuales rondan
entre los 45 y 90 metros cuadrados de superficie; las viviendas serían las primeras en

229
El posmodernismo en la arquitectura es una tendencia que tiene sus inicios a partir del año 1970, con la
finalidad de ser una respuesta a las objeciones que trajo consigo el modernismo. Se caracteriza por ser
ecléctica, ya que toma prestados elementos de diferentes épocas. También. busca la yuxtaposición y el
abigarramiento. Predomina el uso del vidrio.
230
Notimex, “Cumplirá la Alameda Central 413 años”, El Universal, 10 de enero de 2005
231
Martínez, “Puerta”, 2006.

143
México de un tamaño relativamente pequeño dirigidas a las clases medias y altas,
imitando el estilo de vida de algunos sectores de las ciudades de París o Nueva York.

El PPDUCA plasmó asuntos que en la realidad no podrían logarse como fue la


producción de vivienda popular. Esto ocurrió por algunas cuestiones técnicas sencillas,
como muestra el testimonio de Edna Vega, la Ex Directora del Instituto Vivienda del
Distrito Federal:

Más que no querer intervenir en la Alameda […] es porque el 91 % de


la actuación del INVI es a petición de parte y nadie lo solicitó. Además
tenemos una situación jurídica atravesada, varios de los inmuebles que
se supone que el gobierno los habría expropiado para vivienda y que así
era la condición y así íbamos a poder entrar, pero resulta que ya no, que
ya se había desincorporado. Entonces no se pudieron hacer cosas,
porque esa reserva territorial en la que se había estado trabajando
durante mucho tiempo ya no existía, eso fue determinante. Allí el tema
es que el suelo es extremadamente caro y parece una contradicción,
porque es una zona medio abandonada; el metro cuadrado en 2006
andaba alrededor de 8,000 pesos. Entonces era propiamente inviable
que el INVI pudiera comprar un suelo de ese costo, porque el INVI da
hasta cierto techo. En ese entonces eran más o menos 3,500 pesos por
metro cuadrado y las familias pagan la diferencia del crédito con
mucho menos [dinero].232

En el PPDUCA hubo un problema de implementación en cuanto al tema de la


producción de vivienda. A pesar de que en los objetivos estaba estipulado producir
vivienda, no se propuso una metodología ni se crearon los instrumentos adecuados para
adquirir el suelo, además la reserva territorial era escasa. Por lo que se sacrificaron los
objetivos sociales por metas económicas y urbanísticas con gran impacto mediático.

4.3 El mayor éxito del PPDUCA: La reactivación económica

La revitalización de la base económica fue un tema primordial para el PPDUCA, puesto


que se pensaba que era inviable generar el repoblamiento sin producir nuevos procesos
económicos en la zona de la Alameda. Los objetivos del PPDUCA en tal ramo,
consistían en aprovechar las ventajas comparativas de la zona, revitalizar las cadenas

232
Entrevista a la Mtra. Edna Vega. Ex. Directora del INVI, realizada por Adrián Hernández Cordero,
México, D.F., 15 de Mayo de 2009.

144
productivas y de servicios, así como crear ramas económicas globales e innovación
tecnológica.

Es imperativo señalar que el proceso de gentrificación de la Alameda está


inserto en un horizonte más amplio, debido a que forma parte del Centro Histórico. En
él, a partir del año 2001, se dieron las circunstancias políticas y económicas para
emprender la revitalización. Se creó el Consejo Consultivo del Centro Histórico (ver
capítulo 1) encabezado por el magnate Carlos Slim y por representante del Poder
Ejecutivo Federal y Local, así como de delegados de la sociedad civil. La presencia de
Slim fue fundamental porque otorgó certeza económica y política a los interesados en
invertir en el Centro Histórico. Al respecto María Atrián apunta:

Se conformó el Consejo Asesor del Centro Histórico con la presencia de


200 personalidades de todo el país y con una cabeza del consejo que era
Carlos Slim. Esto que fue criticado en un primer momento era muy
importante porque tu tenías que dar certeza económica también a las
inversiones en la ciudad y la certeza la tenía que dar alguien que se
atrevía a invertir, y que prácticamente todas las inversiones que ha hecho
en su vida han sido rentables. Entonces, tenías que tener una especie de
cabeza en materia económica y la autoridad moral la tenía el propio
gobierno del DF, con sus propuestas, era quien realmente lo iba a llevar
[el proyecto].233

Por lo tanto, las afirmaciones de la ex Directora de Desarrollo Urbano de la


SEDUVI son centrales porque hablan de la importancia de la revitalización económica
en el Centro Histórico, el cual es el espacio de mayor simbolismo de la República
Mexicana (ver capítulo 1). Ello explica que hayan convergido las voluntades de los
entes políticos y económicos. La revitalización económica del centro se gestó a través
de una figura simbólica como es la de Carlos Slim. Además con el tema urbano se
unieron dos personajes en apariencia contrapuestos, como lo son Slim y López Obrador;
el primero condicionó su participación a que se involucrara en la renovación al
presidente Vicente Fox.234 De esta manera, se inauguró un nuevo tipo de régimen
urbano (ver capítulo 1) para el Centro Histórico, con los acuerdos informales en los que
el régimen gubernamental y el sector empresarial toman decisiones públicas en nombre
de la gobernabilidad.

233
Lic. María Teresa Atrián “entrevista citada”
234
Monge, “Apropiación”, 2003, p. 8.

145
En este contexto, las inversiones privadas en el Centro Histórico han aumentado
en los últimos años. Hasta el año 2005, según la Secretaria de Desarrollo Económico del
Distrito Federal,235 el monto de inversiones fue de 5 570 695 052 pesos, distribuidos
en 138 acciones en las que se abarcaron 794 544 metros cuadrados y se produjeron 39
936 empleos.236 La cifra desagregada es la siguiente, en el Perímetro A se promovieron
112 proyectos de inversión en materia de remodelación y obra nueva, se captaron un
total de 1 672 922 625 pesos; el área construida fue de 402 710 metros cuadrados y se
generaron 11 994 empleos. A su vez, en el perímetro B se ejecutaron 26 proyectos de
inversión, en los cuales se gastaron 3 897 772 427 pesos y se edificaron 346 834 metros
de construcción; asimismo se crearon 27 942 empleos. Los números indican que
existen más inversiones en el perímetro B, aunque con un alcance menor de metros
cuadrados edificados con respecto al Perímetro A, esto explica por qué el perímetro B
cuenta con la mayor superficie, ocupa alrededor del 70 % de la delimitación jurídica-
administrativa del Centro Histórico.

En la zona de la Alameda se efectuaron 13 proyectos que alcanzaron un monto


de inversión de 2 527 676 372 pesos,237 que corresponden al 65 % de las inversiones del
perímetro B y el 45 % del total de las inversiones del Centro Histórico. Esto evidencia
que existe una marcada voluntad de retribuirle a la Alameda y su perímetro la actividad
económica en la zona para renovarla. Además, toma mayor fuerza la hipótesis de que
la zona de la Alameda es un espacio estratégico para el Centro Histórico de la ciudad,
debido a que es en ésta donde se concentrarían las inversiones del capital privado
nacional e internacional, como lo indicó Herzog.238

De las 13 inversiones efectuadas en la zona de la Alameda, 9 corresponden a


construcciones nuevas y 4 a remodelaciones. De la segundas, se encuentra la rehechura
de un edificio de oficinas en Arcos de Belén, en ésta misma vía una ampliación de
oficinas y comercios. Igualmente se ejecutó el rediseño del edilicio de la Suprema

235
Paredes, “Regeneración”, 2008, p. 66
236
Se intentaron conseguir los datos de las inversiones realizadas en la zona del PPDUCA,
correspondientes del año 2005 a la fecha a través de INFOMEX, sin embargo la SEDECO argumento no
contar con la información solicitada. Por motivos de tiempo se decidió no impugnar tal respuesta.
237
Existe una discrepancia en las cifras entre la SEDECO y la base de datos consultada, en cuanto al
monto del total de las inversiones realizada en la zona de la Alameda.
238
Herzog, “Globalización”, 2004.

146
Corte de Justicia de la Nación en la calle de Bucareli; y la renovación de edificios de la
entidad china Xian Tian, en la calle de Humboldt.

En cuanto a las nuevas edificaciones sobresale la del Hotel Sheraton, cuya


construcción fue la primera de la zona y resulto emblemática porque detonó el
desarrollo inmobiliario de la Alameda y su perímetro. Basta traer a colación un
fragmento de la entrevista al ex Director del Fideicomiso Alameda, Ricardo
Villalpando.

Entonces sumamos los terrenos del departamento y empezamos a


comprar con dinero de Paul Reichmann terrenos privados para poder
conformar los rompecabezas de las manzanas. Logramos conjuntar casi
dos manzanas. Ya había una tercera manzana que era propiedad de
Alberto Guindi (qpd),239 también hacemos ese proyecto con los Daniel y
con un grupo de arquitectos y Guindi. De hecho, la familia Guindi, bueno
los descendientes de la familia Guindi son los dueños del Sheraton; ellos
se quedaron con ese terreno que era prácticamente toda la manzana, salvo
el edificio de los Bomberos […] Entonces, esos cuates, a pesar de que
tenían el terreno, tenían la manzana; una de las manzanas más codiciadas,
lograron en ese tiempo sacar el proyecto. Les ayudamos con las licencias,
con el uso del suelo y todo, pero no se animaban. No querían ser los
primeros.240

La reticencia de los inversionistas privados se debió a que el Proyecto Alameda


fracasó en varias de sus versiones. La iniciativa privada sabía que la zona de la Alameda
tenía una ubicación privilegiada, pero se imponían los factores negativos y los múltiples
problemas (comercio ambulante, inseguridad, manifestaciones, marginalidad etc.) para
no invertir en este espacio. En un primer momento, se depositó la confianza en el Grupo
Reichmann, y otros capitalistas más modestos decidieron esperar para ver que rumbo
tomaba el principal rescate. Éstos no querían arriesgar su capital, a pesar de que el
gobierno local ofrecía facilidades como exenciones fiscales, asesoramiento técnico, y
gestión de licencias y permisos de construcción. El papel de promotor en al zona fue
desempeñado por Reichmann y se terminó cuando la empresa vendió sus predios en la
zona; el nuevo proyecto catalizador fue el del Hotel Sheraton porque ofreció garantías a
los demás inversionista privados de que la renovación de la Alameda por fin había
comenzado.

239
La familia Guindi pertenecen al clan sefardita y mantiene estrecha relación con el polémico
empresario de origen libanés Kamel Nacif. Jalife,”Globalización”, 1993
240
Mtro. Ricardo Villalpando “entrevista citada”.

147
El Hotel Sheraton se inauguró pomposamente en el año 2003 por Vicente Fox y
Andrés Manuel López. El hotel fue erigido por la Inmobiliaria Interpress y se
construyeron 70 000 metros cuadrados. El Hotel es de categoría gran turismo y se
compone de 457 habitaciones distribuidas en 27 pisos, centros de negocios, centro de
convenciones y restaurantes como El Cardenal. El Hotel Sheraton ha cumplido su
objetivo de posicionarse como un sitio de reunión de empresarios y políticos, así como
captando un importante sector de turismo internacional.

Poco tiempo después de la inauguración del Hotel Sheraton se decidió expropiar


varios predios en Avenida Juárez para construir la Plaza dedicada al Benemérito de las
Américas, la cual albergaría los juzgados del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal (en adelante TSJDF), la Secretaría de Relaciones Exteriores (en adelante SRE),
el antiguo Templo de Corpus Christi restaurado y un centro de exposiciones culturales
con una fuente de Vicente Rojo. Esta fue una obra polémica debido a la gran cantidad
de recursos públicos que le serían destinados. Únicamente la adquisición de siete lotes
ascendió a 70 000 000 de pesos, más 5 600 000 de la demolición de los inmuebles, más
1 000 000 de honorarios para el despacho Legorreta. La cifra redondeada de 77 000 000
de pesos destinados a la inversión de la Plaza Juárez, el dígito representaban el 19 %
del presupuesto corriente del Fideicomiso del Centro Histórico.241 La polémica se avivó
con el desacuerdo del popular historiador Guillermo Tovar y de Teresa por la
construcción de la Plaza Juárez. Tovar inclusive renunció al Concejo Consultivo del
Centro Histórico argumentando que dicha plaza era un proyecto “mussoliano”,
unilateral, de una persona que no le pide consejo a nadie”,242 en alusión al Jefe de
Gobierno.

La SRE fue inaugurada en 2005 y el TSJDF al año siguiente. El edificio de la


SRE alcanzó los 23 pisos de altura, mientras que el TSJDF llegó a 18 niveles. Se debe
recordar que el GDF decidió expropiar el predio y le encargó al afamado Ricardo
Legorreta modificar el proyecto que inicialmente había planteado para Reichmann; el
nuevo proyecto denominado Centro-Fiesta Alameda que incluía cines, centros
comerciales, dos torres para oficinas, un hotel de cinco estrellas y establecimientos para

241
El presupuesto del Fideicomiso era de 500 millones de peso. Se destinaron 100 millones a la seguridad
pública, así que solo quedaron 400, 000, 000 de pesos, sobre esta cifra se hizo el caculo correspondiente.
242
Amador, “Controversia”, 2002, p. 74.

148
diversos tipos de esparcimiento. La Plaza Juárez no estaba contemplada en el PPDUCA,
sino que fue una acción de política incremental del GDF para sortear problemáticas
legales y la lentitud de la construcción en la zona por parte de la empresa multinacional.

Entre las nuevas edificaciones también está el Hotel Fiesta Inn y una plaza
comercial desarrollada por Grupo Danhos. El mismo grupo inmobiliario invirtió en
edificios de departamentos en Luís Moya. El Desarrollo Puerta Alameda fue edificado
por Inmobiliaria del Parque. El grupo Ticonza remodeló la SCJN, inmueble ubicado en
Bucareli. La edificación de dos predios de giro comercial y oficinas lo efectuó la
empresa propietaria, Xian Tian, emplazados en Humboldt. Se construyó un nuevo
estacionamiento en Bucareli a cargo de Estacionamientos Metropolitanos. Asimismo, la
empresa Ourfali Jasqui erigió un conjunto de oficinas en la avenida Arcos de Belén. En
suma, las tres cuartas partes de las inversiones corresponden a recurso de capital
extranjero. El detalle de los programas de inversión se puede apreciar en la tabla
Inversiones en la zona de la Alameda, 2001-2005 (Figura 30).

Figura 30
Inversiones en la zona de la Alameda, 2001-2005

Inicio del Construcción Inversión


No. Inversionista Tipo de inversión Uso proyecto (m2) estimada ($)
Gobierno Construcción
1 Federal nueva Oficinas de gobierno 2003 50,000 1,269,000,000
Inmobiliaria Construcción
2 Interpress nueva Hotel Sheraton 1998 70,000 977,500,000
Grupo Construcción Hotel Fiesta Inn y Plaza
3 Danhnos nueva comercial 2000 30,000 345,000,000
Construcción
4 Privado nueva Vivienda y comercio 2004 52,493 333,540,459
Construcción
5 Gobierno local nueva Oficinas de gobierno 2003 30,000 300,000,000
Saleijh Ourfali
6 Jasqui Remodelación Oficinas de gobierno 2003 23,199 136,603,000
Grupo Ticonza y
7 Gobierno Federal Remodelación Oficinas de gobierno 2003 92,980,168
Construcción
8 Grupo Danhos nueva Vivienda y comercio 2000 12,000 57,500,000
9 Privado Remodelación Oficinas y comercios 2004 4,029 25,379,550
Oficinas, comercios y
10 Xian Tian de México Remodelación estacionamiento 2003 5,280 22,864,897
Construcción
11 Xian Tian de México nueva Comercio 2003 1,963 10,273,298
Estacionamientos
12 Metropolitanos Remodelación Estacionamiento 2002 910 1,000,000
Desarrolladora del Construcción
13 Parque nueva Vivienda y comercio
279,874 3,571,641,372

149
Fuente: Paredes, “Regeneración”, 2008.
Elaboró: Adrián Hernández Cordero

De lo anterior, sólo basta decir que siete de los proyectos se encuentran en el


área correspondiente a las trece manzanas de lo que fue la primera versión del Plan
Alameda. Asimismo, es pertinente retomar el planteamiento de Paredes,243 que arguye
que en 1998 se creó un Padrón de Predios e Inmuebles para diversos proyectos en la
zona de la Alameda; no obstante, del total de los inmuebles sólo en cuatro se intervino
hasta el año 2005. Por lo tanto, los demás proyectos de inversión han sido resultado de
la inercia del mercado inmobiliario y no de la planeación urbana.

Un caso aparte y que sí estaba especificado en el PPDUCA es el del Barrio


Chino, el cual fue rejuvenecido en cooperación con los restauranteros locales. La calle
de Dolores fue cerrada al tránsito vehicular y se instalaron terrazas para comensales. Se
considera que el monto de inversión fue de 14 000 600 pesos.244 Asimismo, se instaló
un arco de dragones a la entrada de este espacio, donado por el gobierno de China,
como se encuentra en la mayoría de los barrios chinos de diversas ciudades del mundo.
La renovación del Barrio Chino contribuyó a reactivar el dinamismo de la zona, debido
a que atrae al turismo, sobre todo nacional.

No se puede dejar de mencionar que en el presente año ocurrió la apertura de dos


inmuebles más en la Avenida Juárez, la nueva construcción de dos pequeños centros
comerciales dentro del complejo Plaza Juárez que cuentan con Bancos, restaurantes
globales como Chilis y el comedor Meridian. De estos complejos no se encontraron los
datos públicos de la inversión. Asimismo se reestrenó el edificio Juárez por parte de la
Asamblea Legislativa del DF; allí se instalaron las oficinas de comisiones y la biblioteca
de los asambleístas; a la obra se destinaron 49 375 129 pesos.

Estas grandes inversiones de firmas trasnacionales en el sector inmobiliario,


vinieron a regenerar la base económica, específicamente en el ramo del consumo, el
comercio, los servicios, el turismo, así como de la generación de empleos. Por lo tanto,
se considera que el PPDUCA en el renglón económico superó ampliamente las
expectativas planteadas.

243
Paredes, “Regeneración”, 2008, p. 67.
244
Fabiola Cancino, “Remodelación en el Barrio Chino”, El Universal, 19 de enero de 2006

150
4.4 El regreso de la industria cultural a la Alameda

Distintos trabajos han demostrado que en el fenómeno de la gentrificación los artistas y


la industria cultural desempeñan un papel fundamental en la renovación urbana (véase
el capítulo 1). Al respecto, Ley245 ha escrito sobre cómo los artistas son usados como
potenciales gentrificadores mediante sus manifestaciones creativas. Smith246 también
manifestó que los artistas representan la primera avanzada por la conquista de los
barrios en decadencia. El caso de la ciudad de México es particular. En la década de los
ochenta algunos artistas extranjeros decidieron vivir en vecindades y viejos edificios del
Centro Histórico; ellos buscaban un laboratorio urbano intenso y caótico, simbolizado
con lo que Gallo denominó la antitesis de la ciudad genérica.247 El Centro, sus calles,
sus personajes y la cultura popular que emerge en cada rincón de éste, son el origen de
inspiración de los creadores, como es el caso de Francis Allÿs.248

Recientemente al Centro Histórico han vuelto grupos de artistas jóvenes con


ingresos medios, así como yuppies que vieron en el Centro una forma de vida snob. La
promoción para que los jóvenes creadores regresen al antiguo casco urbano es
incentivada por la Fundación del Centro Histórico, dirigida por Grupo Carso. Se
cimentó un proyecto denominado Corredor Cultural del Centro Histórico, el cual se
estableció en el área que comprenden las avenidas Izazaga, Eje Central y las calles 5 de
febrero y Mesones; dicha zona tiene en su interior edificios como el Colegio de
Vizcaínas, el Templo de Regina Coelli y el Claustro de Sor Juana. El plan contemplaba
atraer a población joven y dedicada a las artes en general, para lo cual se rehabilitaron y
adecuaron viejos edificios con la intención de convertirlos en residencias y hostales
subvencionados por el grupo de Slim. El Hotel Virreyes se transmutó en un Hostal para
jóvenes y en esa misma zona el Hotel Señorial se transformó en un centro de residencias
artísticas. Además, se establecieron foros y centros de cultura para la exposición de los
trabajos, así han proliferado galerías y cantinas originado un ambiente propicio para las
tertulias artísticas.

245
Ley, “Alternative”, 1986
246
Smith, New, 1996.
247
Gallo, “México”, 2005, p. 242
248
Francis Allÿs es un artista plástico belga que en la década de 1980 llegó a México. Ha trabajado en el
Centro Histórico y su obra destaca por ser abstracta e innovadora. El se define como artista-flâneur.

151
La Alameda aparece relativamente alejada de este complejo cultural, aunque tal
situación no impide que la industria cultural haya aparecido y desempeñe un papel
esencial en el aburguesamiento del perímetro estudiado. La Alameda pasa por un tipo
distinto de vuelta de las actividades creativas, en comparación con el Corredor Cultural,
debido a que en la zona de la Alameda se ha privilegiado la institucionalización de la
industria cultural.

La asociación del paseo de la Alameda con las expresiones artísticas viene desde
su concepción como un bello jardín y la instalación de elementos como fuentes,
esculturas, kioscos e incluso la pérgola donde se instaló la Liberia de Cristal, la cual la
imprimió una atmósfera académica y cultural a la zona. La Alameda contó con valor
agregado desde los albores del siglo XX por ser vecina del Palacio de Bellas Artes, el
símbolo contemporáneo más importante de la cultura mexicana. A partir del proceso de
deterioro de la zona y de los sismos de 1985 se difuminó el ambiente creativo en la
Alameda y su ámbito urbano.

Después de los sismos de 1985 distintos edificios fueron abandonados en el


perímetro de la Alameda y el gobierno aprovechó la oportunidad de regenerar la zona
con la conversión de algunas construcciones en museos y recintos culturales. Así surgió
el Museo Nacional de la Estampa, establecido en 1986 en el atrio del Templo de la
Santa Veracruz. Contiguo a éste, en el ex-Hospital de San Juan de Dios, se colocó la
recopilación de múltiples objetos del coleccionista alemán Franz Meyer. En 1987, a un
costado de la Plaza de la Solidaridad, fundaron el Museo Mural Diego Rivera, que
resguarda la magna obra Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. Del
mismo modo, la Secretaria de Hacienda instaló en sus oficinas un centro cultural donde
se imparten actividades diversas. Después de consolidarse, estos museos, acompañado
por el reconstruido Teatro Hidalgo, vinieron a cambiar el carácter eminentemente
popular del lado norte de la Alameda.

La edificación de la Plaza Juárez implicó que el viejo Templo de Corpus Christi


se renovara y dejara de funcionar como Museo de Artes Populares; para tal recinto se
pensó que lo mejor era convertirlo en el Archivo Histórico de Notarias del Distrito
Federal. Asimismo, en la explanada de la Plaza Juárez, teniendo como escenario el
cuerpo de agua concebido por Vicente Rojo, se montan exposiciones artísticas de

152
diversa índole que van desde fotografías hasta las esculturas de Juan Soriano. Las obras
artísticas son mecanismos estéticos que atraen a habitantes y visitantes. Por ejemplo, en
la misma Plaza Juárez, se desató una polémica porque se quería sacar de su recinto el
mural de Diego Rivera y colocarlo en la explanada, lo cual fue criticado por amplios
sectores artísticos. Finalmente, se logró montar el mural de David Alfaro Siqueiros
titulado Velocidad, el cual fue colocado en la fachada oriente del recinto por considerar
que, entre mayores elementos plásticos, la Plaza Juárez sería más atractiva al público.

En el año 2006 se estrenó el Museo de Arte Popular (en adelante MAP) detrás
del Hotel Sheraton, en el edificio antiguo de la Estación Central de Policía y Bomberos.
Cabe señalar que el MAP tuvo una inversión de más de 100 000 000 de pesos por parte
del gobierno local y federal, así como del Fideicomiso Amigos del Museo.249 El MAP sí
estaba contemplado en los proyectos específicos del PPDUCA250 y fue la única
propuesta que se concretó del total de los seis proyectos relacionados con la cultura.

En el presente año está por estrenarse, en una parte de la misma Plaza Juárez, el
Museo Memoria y Tolerancia que busca reflexionar sobre la inclusión y la diversidad
social a través de una colección sobre múltiples genocidios. Dicho recinto fue una
iniciativa de la comunidad judía en México y es una obra independiente al PPDUCA.

Por todo lo anterior, la zona de la Alameda se vuelve especialmente atractiva


para la vida cultural; es la parte de la ciudad que cuenta con la mayor aglomeración de
museos. La creación de estos recintos culturales de algún modo generó el “regreso de
universitarios y artistas […] éstos se mantenían en el sur de la ciudad en el ambiente
histórico de Coyoacán y […] San Ángel”.251 Similar y paradójica situación es la del
retorno de las universidades públicas, sobre todo de la UNAM, que había abandonado el
Centro Histórico al mudarse a Ciudad Universitaria. En la actualidad, las máximas
casas de estudio vuelven para hacerse cargo de diversas construcciones convertidas en
centros culturales y salas de exhibición de extensión universitaria.

249
Eduardo Salazar, “Inauguran Fox y Encinas Museo de Arte Popular”, esmas, 28 de febrero de 2006.
250
GDF, “Programa”, 2000, p. 122
251
Tomas, “Centro”,1990. p. 17

153
En la regeneración cultural de la Alameda y su ámbito urbano también se
incluyó la recuperación del pequeño Barrio Chino. Los habitantes de origen asiático que
allí residían y comerciaban se rehusaban a la renovación urbana, debido a que se
consideraban excluidos de la intervención restauradora. Sin embargo, el GDF negoció
con ellos y los convenció de los beneficios económicos que tendrían sí la calle de
Dolores adquiría una nueva fisonomía; lo cual se convirtió en apoyo unánime al
PPDUCA por parte de los residentes del barrio. Inclusive se contó con la participación
del gobierno chino, quien donó algunos elementos decorativos y ofreció su cooperación
para la realización de eventos culturales en la zona. La cultura no sólo son muros sino
también la vida cotidiana; un ejemplo son la celebraciones chinas en la zona de la
Alameda. Durante los primeros meses de cada año se festeja el Año Nuevo Chino que
es promovido por el GDF y la comunidad china; se organizan desfiles de dragones por
el Barrio Chino y la Alameda; la festividad cada vez toma mayor convocatoria puesto
que es un recurso que ha sido mercantilizado.

Las conmemoraciones efectuadas en el Centro Histórico como el Festival de


Primavera y el Festival de México en el Centro Histórico toman como escenario a la
Alameda, por su relevancia como el máximo espacio público arbolado del centro. Por
lo tanto, la oferta cultural es tan amplia en la zona de la Alameda que resulta sugerente
para los visitantes y seguramente lo será para las clases medias y altas que se instalarán
allí. Esto demuestra, como señala Panabière, 252 que poco a poco las clases medias y
altas regresan y reconquistan el Centro Histórico a través de las actividades culturales.

Finalmente un tema ligado con la vuelta a la Alameda a través del arte está
vinculado con la utilización de éste como recurso. El máximo ejemplo es la
patrimonialización de edificaciones. Según Paredes,253 en la primera versión del Plan
Alameda se planteó la destrucción de algunas manzanas completas sin tener previo
conocimiento de la situación de los inmuebles históricos. Ante esto, el INAH señaló que
el plan ignoraba la normatividad de usos, intensidad, alturas, densidades y
estacionamientos, todos ellos aspectos que impactarían negativamente a la Zona de
Monumentos Históricos. La instancia federal amenazó a las autoridades capitalinas que
de no cumplir con la legislación vigente detendrían las obras.

252
Panabière, “Reconquête» ,1990, p. 52
253
Paredes, “Regeneración”, 2008, p. 44

154
Por ello, durante el largo proceso de concreción del Proyecto Alameda se fueron
integrando los tópicos relacionados con la conservación de inmuebles históricos. Desde
1998 y 2000 la consultoría del Arq., Ángel Mercado, creada para elaborar un
diagnostico de la zona, organizó un catalogo de inmuebles con valor patrimonial, que
finalmente se integró al PPDUCA. Se generó un archivo de monumentos históricos y
artísticos con respecto a los reglamentos del INAH y el INBA; se registraron 230
inmuebles con valor patrimonial en la zona, pero sólo 15 están protegidos. La mayoría
de inmuebles remozados y catalogados se encuentran en el perímetro que conformó el
Plan Alameda (formado por Eje Central, Avenida Juárez, Balderas y Artículo 123),
como es el viejo Templo de Corpus Christi, la antigua Estación Central de Bomberos y
Policía, los ex cines Metropolitan y Orfeón. Por su parte, los inmuebles más lejanos
están en condiciones regulares o precarias, como es el caso de la casa de Ignacio
Castera, un personaje especial para la zona de la Alameda y que aprovechó su
participación en la reforma urbana de la ciudad de México para entrar al mercado
inmobiliario y construir su casa en la zona. El inmueble se encuentra deteriorado y
ocupado por un giro negro denominado El Rodeo. El PPDUCA consideraba crear un
Centro Cultural, aunque hasta el momento no se ha ejecutado.

Finalmente, el arquitecto Ángel Mercado,254 el principal ideólogo del PPDUCA,


en su último ensayo sobre los alcances del programa señala que en el renglón del
patrimonio histórico el PPDUCA tiene un saldo negativo, ya que se perdió una manzana
que caracterizaba la morfología urbana de la zona. A la par, se demolieron 111 000
metros cuadrados de edificaciones catalogadas como monumentos, aunque no hayan
sido por instancias federales, ocasionando una debilitamiento del acervo cultural de la
zona de la Alameda, aunado a que la mayoría de los edificios recién construidos son de
mala calidad en comparación con los inmuebles del pasado.255

Entonces, las intervenciones de conservación del patrimonio se han dirigido a


inmuebles con grandes proyectos de inversión, los cuales son rentables política y
económicamente, sobre todo en las inmediaciones de la avenida Juárez.

254
Se intentó realizar una entrevista al Arq. Mercado, pero desafortunadamente no acepto concederla.
255
Mercado, “Economía”, 2008, p. 32

155
4.5 La gentrificación en la Alameda: Un fenómeno excluyente

A pesar de la bonanza económica y la renovación de población consecuencia de la


gentrificación en la zona de la Alameda, el fenómeno es clasista y tiene altos costos
sociales (ver capítulo 1), ya que es excluyente porque la población popular que habita
los Centro Históricos es expulsada mediante la fuerza pública o por mecanismos de
especulación inmobiliaria.

4.5.1 La planeación participativa en el PPDUCA ¿tuvo sentido?

En la primera sección del presente capítulo se abordó la cuestión de cómo los


habitantes y comerciantes de la zona de la Alameda se organizaron para hacer frente al
proyecto de regeneración urbana. A partir de ese momento, prácticamente durante casi
diez años, se vivió una larga disputa entre los vecinos de la zona y los planificadores del
Proyecto Alameda, así como con los gobernantes de la ciudad.

El movimiento social en contra del Plan Alameda generó un “contra Plan” que
incluía las demandas sociales y básicamente buscaba la integración de los residentes en
el proyecto urbano. Para algunos, con una visión tecnócrata, la renovación del Centro
Histórico era fundamental y debía llevarse a cabo sobre quien fuera porque éste era un
espacio desperdiciado en términos económicos y funcionales. Mientras que otros,
pensaban que el remozamiento era necesario y debía efectuarse, pero con una visión
integral que aglutinara a todos los involucrados sin recurrir a mecanismos de
segregación socio-espacial.

La gentrificación en la zona de la Alameda estuvo inmersa en una tensa


situación entre ambas posiciones. Es interesante hacer notar cuál es el punto de vista de
los ex -directores del Fideicomiso Alameda, Ricardo Villalpando (1991-1997) y Alfredo
Gutiérrez Kirchner (1997-2001), respecto al tema de la oposición vecinal al plan. El
primero, en la entrevista realizada, contestó lo siguiente:

Entrevistador: Platíqueme sobre la resistencia social de los vecinos y residentes


contra el Plan Alameda.
Entrevistado: No (rostro de admiración). ¿De la Alameda?
Entrevistador: Por ejemplo, el surgimiento de la ARCTZA

156
Entrevistado: Ah sabes, También me tocó el rescate del Teatro Orfeón que es
muy interesante.256

Durante el tiempo de su encargo Villalpando fue quien experimentó la mayor


resistencia social y es evidente que esquivó el tema sobre cómo habían reaccionado los
residentes de la zona al Plan Alameda. Por otro lado, ante una pregunta similar Alfredo
Gutiérrez confesó: “Los habitantes siempre fueron muy cooperadores y entusiastas”. El
primer Director de FideAlameda, Ricardo Villalpando, en la entrevista que se le realizó,
evitó nombrar la lucha activa de los pobladores; cuando las cosas carecen de nombre no
existen. Mientras que Gutiérrez confunde la oposición a un plan de desarrollo urbano
con la cooperación de los habitantes, quienes evidentemente fueron participativos
porque vieron en riesgo su hábitat.

Edna Vega, ex Directora del INVI, se posicionó de forma divergente respecto a


las posturas de los directores del Fideicomiso, cuando se le cuestionó de qué forma
tomaron los habitantes las propuestas del Plan Alameda. Ella argumenta lo siguiente.

[Los habitantes reaccionaron] Con muchas resistencia, con muchas


contradicciones […] Yo recuerdo que había mil mesas de negociación,
asambleas dos veces a la semana, donde estaba la autoridad, pero yo creo
que en ese papel medio confuso. Por un lado, una gran apertura y mucha
participación, pero a la hora de tomar las decisiones se actúo incluso con
engaños porque la intervención era básicamente que Reichmann
desarrollará el Proyecto, esa era la intención del Gobierno. No había un
desarrollo integral de la zona ni todo lo que se hablado […] Puedo decir,
aunque no tengo las pruebas contundentes, que sí se engañó a la gente. Se
decía [los predios] sí va hacer para vivienda, no van a ser expulsados y
luego resulta que eso lo habían dado a Reichmann.257

La respuesta de Vega también es la visión de una funcionaria pública, aunque su


testimonio es opuesto a los directores del Fideicomiso Alameda. Ella no duda en
reconocer la manera tramposa en que actuó el régimen gubernamental y la forma en la
cual los residentes y habitantes de la Alameda se movilizaron con propuestas concretas.
Sin embargo, la lógica económica se impuso a una perspectiva de desarrollo urbano
integral que hubiera sido paradigmático para la ciudad de México, puesto que apenas en
1998 se incluyó en el desarrollo urbano la planeación participativa; se debe reconocer

256
Mtro. Ricardo Villalpando “entrevista citada”
257
Mtra. Edna Vega “entrevista citada”

157
que ésta fue una conquista, de algún modo, impulsada por los vecinos del perímetro de
la Alameda.

En el periodo que va de 1998 a 2000 se efectuaron asambleas en la zona de la


Alameda, así como cuatro talleres participativos de los que surgieron dos temas
centrales: la vivienda y la certeza jurídica sobre ésta. Se comenzaron a presentar
lanzamientos y violencia por parte de los propietarios hacia los moradores para que
desalojaran los inmuebles de alquiler. En este sentido, la principal demanda de la
población durante el mandato de Cuauhtémoc Cárdenas fue pactar una tregua de juicios
inquilinarios para evitar desalojos y aprehensiones penales contra los residentes y
comerciantes de la colonia.

A pesar de la especulación inmobiliaria que derivó en el encarecimiento del


valor del suelo y la expulsión de aquellos que no podían pagar el alquiler, las demandas
ciudadanas disminuyeron notablemente porque las organizaciones sociales fueron
coartadas por la estrenada estructura gubernamental perredista. Distintos testimonios
señalan que tal fenómeno ocurrió debido a la inserción de los líderes barriales en la
organización del Partido de la Revolución Democrática, generando mecanismos
corporativos de acceso a la vivienda a cambio de no interferir en el desarrollo urbano.258

La última disputa pública debido a la especulación inmobiliaria ocurrió en el año


2001 con la expropiación de terrenos para la construcción de la Plaza Juárez. Paredes259
patentiza la forma en que los habitantes de tres edificios en la calle de Independencia y
Tarasquillo lucharon para defender sus viviendas. El GDF realizó un avalúo y trató de
convencerlos de la compra de sus departamentos por la cantidad de 320 000 pesos por
departamento. Sin embargo, los vecinos no cedieron y algunos obtuvieron 800 000
pesos, y los pocos que fueron a los tribunales negociaron por una cantidad superior al 1
000 000 de pesos; estas cifras representan casi la mitad del valor en la que actualmente
se cotizan los departamentos en dicha zona. El hecho apunta a que en el caso de la
Alameda existió un desplazamiento de población por la especulación inmobiliaria,
aunque para las autoridades las movilizaciones resultaban de un proceso democrático

258
Lic. María Teresa Atrián “entrevista citada”. Mtra. Edna Vega “entrevista citada”, Mercado,
“Economía”, 2008.
259
Paredes, “Regeneración”, 2008, p.55

158
de convenios políticos. Así lo expuso la ex Directora General de Desarrollo Urbano de
la SEDUVI:

Los chinos vinieron a platicar con la SEDUVI. Cuando les hablamos que
teníamos mesas de concertación, por supuesto que ellos no entienden
prácticamente que es eso del ejercicio democrático, la participación
ciudadana […] ellos hacia intervenciones de expulsión de pobladores de las
zonas históricas chinas y ya tenían listo el proyecto donde los tenían que
llevar. No eran concertaciones como aquí, no eran mesas, no era, o sea, era
expulsar porque tengo que generar otro tipo de inversiones en la ciudad.260

Está claro que el caso de China es una experiencia distinta a la realidad


mexicana y la comparación no es pertinente. Si bien es cierto que no hubo
movilizaciones gubernamentales como en el caso del país oriental, aunque existió una
sutil y efectiva exclusión socio espacial para generar otro tipo de dinámica urbana,
puesto que el uso de fuerza ya no es el principal un instrumento para lograr ciertos
objetivos.

El PPDUCA261 se confeccionó en el período 1998-2000 por iniciativa conjunta


de Servicios Metropolitanos, la SEDUVI, el Fideicomiso Alameda, y los habitantes de
la zona mediante la planeación participativa que consistió en talleres, mesas semanales
de trabajo y materiales de difusión. Fue una victoria que varias propuestas de los
vecinos se hayan incorporado al PPDUCA, específicamente las demandas ciudadanas
incluidas en el programa fueron: la ampliación a 72 manzanas del área a renovar; la
promoción de construcción de vivienda de interés social; el establecimiento de una
estrategia de renovación urbana a largo plazo, que incluyera a los antiguos residentes; el
aprovechamiento de la potencialidad económica de la zona, respetando las
características históricas y patrimoniales del área de actuación; y la negociación de
juicios inquilinarios para evitar expulsiones masivas de población (ver capítulo 3). No
obstante, en la realidad no hubo un cambio en la ejecución del PPDUCA; el
cumplimiento de los objetivos sociales se subordinó a la rentabilidad económica. La
renovación de la Alameda ocurre principalmente donde fue planteado en el Plan
Alameda, en las trece manzanas propuestas por Reichmann y aún no permea en su
totalidad al resto de las 74 manzanas estipuladas.

260
Lic. María Teresa Atrián “entrevista citada”
261
GDF, “Programa”, 2000, p. 118

159
4.5.2 Tompkins Square Park y La Alameda: Un modelo de ciudad excluyente

En 1936 Diego Rivera confeccionó el mural Sueño de una tarde dominical en la


Alameda Central (Figura 31), en el cual plasmó sus sueños y las quimeras del país. El
artista plástico escenificó en el jardín a la sociedad mexicana y en la obra convergen las
principales etapas y personajes de la nación. La pintura se divide en la Colonia, el
Porfiriato y la Revolución. El Sueño dominical de Rivera presenta el carácter popular y
festivo del paseo capitalino con más de 76 figuras humanas, personifica a la burguesía,
el clero, los intelectuales, políticos, campesinos, obreros, indígenas y tiranos, sin olvidar
a los niños y ancianos.
Figura 31

Rivera, D, Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, 1947,


Museo Mural Diego Rivera

A 62 años de distancia de la creación del mural muchas cosas han cambiado,


pero lo que se mantiene es el carácter festivo y popular del domingo en la Alameda. Si
bien es verdad que ahora los adinerados ya no tienen como sitio de recreación a la
Alameda, en la actualidad, la Alameda es un mural por si mismo, sobre todo en
domingo, por la diversidad de sus practicantes.

En la tesis de licenciatura sostuve que la posición actual de la Alameda Central


coincide con la que tuvo en el siglo XVI, debido a que ahora es el límite del Perímetro
A del Centro Histórico y en el siglo XVI fue la frontera de la ciudad colonial. Ello
ocasiona que la localización “periférica” del parque de la Alameda sea propicia para

160
albergar las prácticas de grupos populares y minoritarios.262 La Alameda cobra
relevancia como un espacio intersticial, debido a que se ubica en entre el la Plaza de la
Constitución, el máximo símbolo del Estado mexicano, y el Paseo de la Reforma que
alberga la zona financiera de la ciudad de México. La localización del paseo promueve
cierta flexibilidad en sus usos, ello le permite albergar lo que está fuera a las pautas de
lo denominado “normal”. Así, el paseo ofrece cabida a devotos de religiones
protestantes, homosexuales, travestidos, migrantes rurales e indígenas, trabajadores
sexuales, vagabundos y vendedores ambulantes.

Se identificó una serie de prácticas socio-espaciales, entre ellas la exhibición y


cortejo, la primera llevando a la segunda. En el caso de los migrantes rurales e
indígenas, provinentes del Estado de México, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Veracruz, la
Alameda es un importante punto de reencuentro con sus iguales, por lo que la imaginan
como la gran Plaza del Pueblo. Los hombres generalmente se dedican a la rama de la
construcción y las mujeres al servicio doméstico, ambos allí buscan pareja del mismo
grupo étnico. Aunque también existe explotación sexual femenina y masculina en esta
zona por grupos lenocidas, insertos en redes nacionales e internacionales de
prostitución.

En la Alameda hay cabida para todo y el cortejo homosexual es una práctica


común. El jardín se ha consolidado como el máximo espacio público para el cortejo gay
de la ciudad de México. Sánchez y López263 indican en su trabajo que un tercio de sus
encuestados asisten a la Alameda a galantear. Se identifican diferentes grupos al interior
del colectivo homosexual que se dedican a la prostitución, por ejemplo las vestidas
(travestidos) que son los más visibles, pero también existe el caso de los chacales,
hombres de fisonomía ruda y tosquedad, caracterizados principalmente por los
miembros del ejército que acuden a prestar sus servicios sexuales en la Alameda.
Asimismo, se han realizado varios eventos políticos de la comunidad lésbico-gay. Por
ejemplo, antes de aprobarse las sociedades de convivencia se celebraban matrimonios
colectivos en el Hemiciclo a Juárez. También junto al paseo se develó una placa

262
Hernández, “Alameda”, 2006
263
Sánchez y López, “Visión”, 2000, p. 11

161
conmemorativa al centenario de las víctimas de la polémica redada los 41,264 que según
Monsiváis265 inaugura una etapa de la homosexualidad en México. Por lo anterior, la
Alameda se posiciona como un espacio homosexual emergente, aunque Gruzinski266 ha
presentado testimonios que señalan que la zona de la Alameda desde el siglo XVII se
caracterizó por ser un sitio de la “sociedad puta”, en donde sus fisónoma laberíntica
permitía le encuentro homosexual entre indígenas y españoles.

Un componente esencial del domingo en la Alameda es la música y el baile que


originan las identidades colectivas, al punto que ahora el baile es el principal motivo del
paseo de la Alameda. En la zona de estudio se presenta de tres maneras. La primera es
en el género de cumbia; aquí se hacen presentes bailando homosexuales, algunos
migrantes y vecinos de la zona. Los primeros crean pistas de baile aisladas marcando la
diferencia con los heterosexuales, destacan también por las sugestivas rutinas y
extravagantes vestuarios, sobre todo de los travestidos. Otra expresión de la musicalidad
es el género grupero que atrae principalmente a los inmigrantes y, por ende, excluye a
los otros creando un fuerte vínculo identitario entre la música de origen provinciano.
Entre los jóvenes inmigrantes se hace evidente un proceso de hibridación cultural a
través del baile, entre ellos se populariza la asistencia a salones de bailes de estilos tecno
y break, ubicados en estacionamientos o viejas residencias abandonadas, entre ellas la
Casa de Ignacio de Castera, circundantes a la Alameda. La tercera forma en que se hace
presente la música es mediante las religiones protestantes del rito cristiano protestante y
bautista. Éstas se valen de la música popular (estilos gruperos y ranchero) para atraer
adeptos, sobre todo de inmigrantes que viven frecuentemente en ambientes de
agresividad en la ciudad.

Finalmente, el comercio ambulante de la Alameda (comida, suertes de feria)


viene a completar la festividad, aunque no es la única expresión de la venta ambulante.
Los comerciantes del paseo de la Alameda generalmente manifiestan fuertes vínculos

264
El hecho se refiere a una redada realizada en 1901, durante el mandato de Porfirio Díaz. La redada,
realizada e era contra un baile de hombres homosexuales y travestidos que se estaba realizando. El
Gobierno mexicano se esforzó en tapar el asunto, puesto que los detenidos pertenecían a las clases altas
de la sociedad porfiriana. Se extendió un rumor que indicaba que el yerno de Porfirio Díaz, Ignacio de la
Torre se encontraba allí, al cual se le permitió la fuga y el misterio constó en saber que había pasado con
el detenido número 41.
265
Monsiváis, “Redada”, 2001
266
Gruzinski, Ciudad, 2004, p. 500

162
afectivos con el paseo, puesto que en muchas ocasiones heredaron el oficio y el sitio de
venta de sus padres en el paseo.

Por lo anterior, se considera que la Alameda Central es un espacio intersticial


practicado y apropiado por grupos sociales marginales, cobijador de la alteridad. Un
travestido puede estar junto a un cristiano protestante, y se toleran y respetan, cada cual
dentro de su territorio, marcada por las fuentes y glorietas.

El carácter popular y festivo de la Alameda Central es un paisaje invisible, no


porque no se vea sino porque no se quiere ver como tal desde la mirada del poder
público. Que el parque de la Alameda esté apropiado por los grupos mencionados no
encaja con los imaginarios urbanísticos y económicos construidos en torno al paseo
desde el poder. Hay suficientes elementos para demostrar que el GDF actúa de manera
excluyente con los grupos sociales mencionados. El primer suceso que lo confirma fue
la expulsión de la Alameda primero y de la Plaza de la Solidaridad después de niños de
la calle e indigentes documentada por Makowski.267 A partir de los sismos, niños y
jóvenes en situación de calle montaron casas pecarías con hules y palos, además
aprovecharon los ductos del drenaje para dormir. Ellos comúnmente narcotizados
mendigaban y en algunos casos robaban a los transeúntes.

Las autoridades, tratando de revertir la situación de inseguridad de la zona de la


Alameda y de sus colonias vecinas (Guerrero y Doctores), incrementaron las medidas
de seguridad; una de las primeras acciones fue crear dos grupos de policía: la policía
típica en 2002 y un año después el grupo de protección ciudadana Alameda. Todo esto
en el marco de la aplicación del programa Cero Tolerancia del ex alcalde de Nueva
York, Rudolph Giuliani (considerado por Neil Smith uno de los personajes principales
en la elitización de Tompkins Square Park). La otra acción que implementó el GDF fue
instalar sobre Avenida Juárez frente al parque, una agencia del Ministerio Público de la
PGJDF para remitir a los maleantes e incluso llevaba a dicho sitio a todo sospechoso
en aras de devolverle la seguridad a la zona estudiada. Las disposiciones oficiales
estaban encaminadas a lograr un violento desalojo de los niños y jóvenes itinerantes
durante la noche del 24 de julio de 2002. El motivo de peso para las autoridades fue que

267
Makowski, “Alameda”, 2004

163
estas personas “afeaban y desprestigiaban la imagen pública de la Plaza (Alameda y
Solidaridad) y el Centro Histórico”.268 Además, la presencia de vagabundos y niños de
la calle no era conveniente para la inauguración del Hotel Sheraton Centro Histórico, la
gran apuesta del Proyecto Alameda. Cabe decir que unos meses después de la magna
apertura del hotel la oficina de policía fue abandonada.

A corta distancia ocurrió otra exclusión disfrazada, en esta ocasión fue la


reubicación de clubes de ajedrecistas que instalaban carpas en la Plaza de la
Solidaridad. La mayoría de los asistentes eran ancianos, jubilados y desempleados
reunidos en ese sitio para socializar. La Delegación Cuauhtémoc argumentó la
existencia de irregularidades en el uso del espacio público, por lo que las carpas fueron
colocadas en la Plaza de la Ciudadela, en las afueras del Centro Histórico; aunque
algunos ajedrecistas resistieron el embate gubernamental y continúan efectuando sus
partidas en las bancas que se ubican afuera del Museo Diego Rivera.

Una situación parecida padeció la celebración de Navidad y Reyes Magos,


instituida desde los primeros años del siglo pasado. Dicha festejo perduró durante la
centuria anterior, pero se convirtió cada vez más en un evento pagano que tomó una
forma altamente comercializada con la instalación de escenarios de Santacloses y
Reyes Magos, para que los niños se fotografiaran con ellos. García nos regala una
elocuente narración:

Santacloses y Reyes Magos […] bailan al ritmo de las canciones gruperas


o de la música tecno […] se pone una feria […] No sólo hay buñuelos y
algodones, también hay esquites, hot cakes, pambazos […] juguetes […]
es tal la cantidad de visitantes que se dificulta caminar; si algún escritor
bíblico viera esta Alameda, no pensaría en el portal de Belén, sino en
Sodoma y Gomorra.269

La conmemoración navideña fue suprimida de la Alameda en 2003, debido a que


era un evento sumamente concurrido por los sectores populares y que no se ajustaban
con la nueva imagen global y vanguardista de la zona Alameda. Por lo tanto, fueron
reubicados en la explanada del Monumento a la Revolución, también en la periferia del
Centro Histórico

268
Ibíd. p. 69
269
García, “Alameda”, 2001, p. 194

164
A pesar del carácter abierto de un espacio público como la Alameda existen
actitudes homofóbicas, persecución y hostigamiento policial. Indagando con los
policías, se averiguó que la mayor queja en el paseo responde a la incomodidad de no
pocos individuos ante las actitudes de los homosexuales. Ello ha hecho que los
guardianes del orden tengan la mirada inquisidora sobre los homosexuales y travestís en
aras de proporcionar una supuesta seguridad.

Otro hecho interesante de hacer notar es el ocurrido durante el Festival de


México en el Centro Histórico, en el cual un domingo montaron una cartelera de blues y
jazz en el kiosco, estos géneros contrastan con los gustos musicales populares de los
asistentes comunes a la Alameda. Lo más agresivo fue que en la Plaza de la Cumbia
colocaron sillas para sentarse a escuchar las melodías e impedir el baile, mientras que
los asiduos danzarines fueron desplazados a la Plaza de la Solidaridad.

Esta operación nos ubica en una situación similar a la de Tompkins Square


Park, Nueva York. Allí, de igual manera, echaron por la fuerza a la población
marginal que pernoctaba en el parque, después que la elitización los dejó en la calle.
Tanto en la ciudad de México como en Nueva York, en el espacio público se dieron
los primeros rasgos de la “ciudad revanchista”,270 utilizada por las clases socialmente
privilegiadas para recuperar la ciudad que antes habían abandonado.

Al igual que en Nueva York, en cuanto las autoridades locales expulsaron a los
indigentes y vagabundos comenzó la rehabilitación del espacio público; en la Alameda
la última intervención a gran escala fue en el año 2003. En ambas ciudades, los
gobiernos locales se ocupan de enmendar los aspectos materiales del entorno para el
regreso de los acaudalados creando una imagen favorable. Las autoridades instalaron
cámaras de video y botones de pánico en la zona de la Alameda para intentar tomar el
control de la calle.

Los hechos mencionados nos hacen pensar, al revisar la literatura sobre el tema
de gentrificación, que en la ciudad de México, concretamente en el Centro Histórico y la
zona de la Alameda se ha implantado el modelo urbano de Nueva York, abanderado por

270
Smith, “Elitización”, 2000, p. 23

165
el ex alcalde de esta ciudad, Rudolph Giuliani. Para Rascón,271 existen elementos que, si
bien han sido presentados de manera aislada, al unirse dan el concepto de ciudad que se
está imponiendo bajo el signo de la izquierda y que constituye, por así decirlo, “el
crimen perfecto, pues con la izquierda se construye el proyecto de ciudad de la
derecha”. La izquierda gobernante ha optado por mecanismos de exclusión social en
zonas estratégicas de la ciudad, ejemplos de esto son el Centro Histórico y Santa Fe.
Atrás quedó la ciudad para todos que propugnó el primer gobierno votado de la capital.

La estrategia de elitización en la zona de la Alameda funciona bajo el concepto


de cero tolerancia exportado por Giuliani. En Estados Unidos, este modelo es conocido
como policing the poor, que se caracteriza por considerar, al igual que en el siglo XVIII,
que en la ciudad el desorden y el crimen se complementan. Giuliani fue contratado en
2003 por el Gobierno del Distrito Federal, con aportaciones que rondaban los 4 000 000
de dólares pagados por grandes empresarios capitalinos, con el objetivo de ofrecer
asesoría en materia de seguridad. El término cero tolerancia no sólo implica el criterio
policial de seguridad, sino que trae consigo también el control social que sustenta el
nuevo desarrollo inmobiliario que segrega a los diferentes y empobrecidos. La ciudad
de México de nueva cuenta recurre al modelo de ciudad estadounidense como ocurrió
en la década de 1930 con Carlos Contreras (véase capítulo 2) y dejó atrás las
reproducciones de las urbes europeas.

4.6 Los imaginarios urbanos debajo al PPDUCA

Los imaginarios urbanos son mecanismos simbólicos mediante los cuales se generan
acciones en la vida cotidiana (véase capítulo1). En el presente análisis se intenta
entresacar los imaginarios urbanos del poder que están debajo del PPDUCA y que han
sido omitidos en la mayoría de los estudios urbanos, puesto que consideran el proceso
de planeación urbana como un proceso racional. Probablemente, cuando en los estudios
urbanos se refiere a las cuestiones subjetivas en la planeación, se piensa en las
negociaciones e intereses fácticos que inciden en el éxito o fracaso de las políticas
urbanas. Los imaginarios urbanos están allí con toda su fuerza, aunque algunos los
desacrediten como herramientas explicativas.

271
Rascón, Marco, “Como en Nueva York”, La Jornada, martes 15 de abril de 2008

166
4.6.1 El rescate de la Alameda

La zona de la Alameda, como ya se expuso en diferentes momentos de este trabajo,


estaba deteriora, subutilizada y gravemente afectada por el proceso de reestructuración
de la centralidad urbana de la ciudad de México, así como por los efectos del sismo de
1985. Este es un hecho indiscutible. Sin embargo, a la par se erigió un imaginario
urbano que asociaba con la Alameda diversos males sociales como la pauperización, las
ruinas del sismo y la criminalización. Al respecto, es pertinente presentar el comentario
del ex-Director del Fideicomiso Alameda, Ricardo Villalpando.

[La zona de la Alameda] Era como si hubiera estado después de la Segunda


Guerra Mundial, una zona de desastre. Hazte de cuenta que habían
bombardeado, estaban los terrenos baldíos, las casas vacías, había pandillas
que se metían a dormir en la noche, realmente era una cosa espectacular
[…] se apropian de ella los ambulantes, entre otras cosas.272

La comparación de la situación de la zona de la Alameda con las consecuencias


de una guerra mundial pone en el centro del debate cómo se percibieron los efectos
causados de los sismos de 1985. Las crónicas y los testimonios de personas que
vivieron el desastre apuntan a consecuencias mayúsculas, simbolizan el
establecimiento de una época antes y después de los sismos.

La lenta reconstrucción de la zona de la Alameda, acompañada de las


progresivas demoliciones y permanencia de terrenos baldíos detonó efectos negativos
en la zona, y que se conformó una representación social de ésta como el espacio del
desastre. La Alameda y su perímetro se encontraban en un estado de ruinas que
permitía que se conjugara un imaginario en torno al binomio desastre-pauperización.

4.6.2 La Alameda. De nueva cuenta el Centro

La situación en la que se encontraba la zona de la Alameda y concretamente la Avenida


Juárez fue un hecho decisivo para la gentrificación de ésta e igualmente del Perímetro
A del Centro Histórico. La avenida Juárez fue fundamental en la estructura urbana del
Distrito Federal y en los proyectos de la construcción del Estado Mexicano. Por lo

272
Mtro. Ricardo Villalpando “entrevista citada”

167
tanto, dicha vía no podía estar en condiciones tan lamentables, debido a que en el siglo
pasado se consideró el nuevo centro de la ciudad, donde se albergaban actividades
políticas, financieras, recreativas y turísticas, que se trastocaron con las caídas del Hotel
del Prado y Regis, así como en otras oficinas públicas (ver capítulo 2).

La zona de la Alameda, según las autoridades capitalinas, tenía que ser


regenerada por su papel estratégico. Así, en la página electrónica de la Secretaría de
Obras del GDF, se expresa “a casi veinte años de esos eventos, recuperan el esplendor
de esta avenida (la avenida Juárez)”. Los intentos por regenerar la avenida del
Benemérito de las Américas y la zona de la Alameda no sólo son relevantes por su
importancia en las ramas económicas y culturales, sino también por su simbolismo. Se
construyó un imaginario que colocaba a la zona de la Alameda como la puerta del
Centro Histórico. Así lo comentó Ricardo Villalpando.

[En el Plan Alameda] Participó Mario Pani, fue el primero que hace un
esbozo, a aquel proyecto le llamó Puerta Alameda. Muy interesante su
concepto, manejaba la idea que la Alameda era la Puerta del Centro
Histórico, por eso lo llamó Puerta Alameda.273

En un sentido parecido al de Pani, Ana Lilia Cepeda de León, ex-Directora del


Fideicomiso del Centro Histórico declaró que el papel del paseo como de su entorno
será “[…] el puente entre el Paseo de la Reforma y el Centro Histórico”.274 El arquitecto
Mercado fue más lejos, en el 2008 propuso recuperar el eje urbano de elevado potencial
económico, cultural y simbólico denominado el Eje de la República, situado desde el
Monumento a la Revolución hasta el Palacio Legislativo, teniendo como centro la zona
de la Alameda Central y el Zócalo. Según él, allí están los elementos identitarios que
sintetizan la historia de México.275

Los testimonios presentados van en la dirección de privilegiar la elitización de la


Alameda por sus ventajas comparativas. Detrás de esta idea subyace la concepción de
que la Alameda debe ser renovada, porque geométricamente ocupa de nueva cuenta el
centro del primer cuadro de la ciudad, como en las primeras décadas del siglo XX. La
Alameda es el punto de equilibrio del desarrollo financiero y cultural de la ciudad,

273
Mtro. Ricardo Villalpando “entrevista citada”
274
Notimex, “Cumplirá la Alameda Central 413 años”, El Universal, 10 de enero de 2005
275
Mercado, “Economía”, 2008, p. 33

168
porque se ubica entre el antiguo casco de la ciudad, el perímetro A y la zona financiera
del DF, representada por el emblemático paseo de la Reforma conectado con Santa Fe;
el cual representa el intento por construir una ciudad policéntrica (ver capítulo 1). Sí el
PPDUCA fracasaba estaba en riesgo el proyecto de ciudad para la megalópolis
mexicana.

4.6.3 La Alameda y la construcción de estereotipos de la nacionalidad mexicana

En las acciones referentes al PPDUCA se puede leer entre líneas un imaginario


nostálgico del pasado. A continuación se presenta una serie de sucesos que asientan tal
afirmación. En la Alameda Central el GDF creó un grupo de seguridad denominado
Policia Típica que entró en operaciones durante el año 2002. En seguida, se presenta un
fragmento de la entrevista de Alfredo Gutiérrez Kirchner, creador del destacamento
policiaco y que ilustra el imaginario del retorno a la vieja Alameda.

Tratamos de buscar un enfoque que hiciera de la seguridad un motivo no


solo policiaco sino de cultura vecinal. Viendo un día el Mural de Diego
Rivera, Sueño de una Tarde Dominical en la Alameda (sic) y al personaje
zapatista a caballo (Emiliano Zapata mismo fue charro), se me ocurrió que
la policía montada del GDF no tenia porque pedir prestado el atuendo
europeo del albardon y la bota federica, teniendo la tradición charra.
El caballo es un elemento disuasivo del delito, como lo demuestra el hecho
de que todas las policías del mundo, Nueva York, Londres, etc. conservan
contingentes a caballo y que en México existió la policía rural desde Benito
Juárez hasta Lázaro Cárdenas, si acaso algo manchada por el gobierno de
Porfirio Diaz.
Buscamos pues crear un agrupamiento, dentro de la misma policia
montada, con atuendo y tradición charra, que además usara el machete en
lugar del sable y el revolver en lugar de la pistola escuadra. Se le doto de
caballos de la raza Azteca.
Hoy por hoy es el único agrupamiento charro armado. Los incidentes
delictivos cayeron a cero en el parque de la Alameda y los turistas, los
medios informativos y las familias con niños, quieren a sus policías
charros.276

La Policía Típica ataviada del traje de charro evoca aquellos días en que se
acudía al paseo a jamelgo y en carruajes. La invención de este grupo policiaco busca
retomar la idílica identidad mexicana, donde la Alameda se desempeñaba como un
nodo de las rutas cotidianas. Este imaginario está permeado por estereotipos del

276
Lic. Alfredo Gutiérrez Kirchner “entrevista citada”

169
México pintoresco, tan bien ilustrados en la literatura y la cinematografía mexicana, los
cuales fueron utilizados por el Estado mexicano para conformar sentimientos
nacionalistas y para proyectar en el extranjero una imagen bucólica e idílica del país.

Paralelamente, el recuperado modelo de la policía charra, evidencia una tensión


entre lo local y lo global. Se intenta situar a la Alameda y su perímetro como un espacio
globalizado a partir de estrategias policiacas parecidas a las de Nueva York y Londres,
dos metrópolis altamente competitivas en la red global de ciudades, aunque se
combinaron con la recreación de electos mexicanos.

El imaginario del pasado se reforzó en el año 2006 con la conmemoración del


Bicentenario del natalicio de Juárez en la zona de la Alameda. El GDF recreó la entrada
triunfal del presidente indígena. Incluso realizaron una representación teatral en el prado
sur de la Alameda trayendo indígenas oaxaqueños vestidos con manta y sombrero de
palma.

Ambos sucesos que mitifican el pasado tienen la intención de conformar a la


Alameda Central como un lugar imaginario/imaginado y pintoresco que resulta atractivo
para el turismo, sobre todo internacional, que se hospeda en los nuevos hoteles de la
Avenida Juárez.

4.6.4 El regreso a la Alameda: ¿imaginario posmoderno o patrimonialista?

En el capítulo 1 de esta investigación se presentó el debate sobre cuál imaginario se


impone en la gentrificación de los Centros Históricos, los imaginarios patrimonialistas o
los imaginarios posmodernos. Cuándo se entabla una renovación urbana en el Centro
Histórico la cuestión es descifrar bajo qué tipo y, por ende, qué modelo de ciudad se
implanta éste. Hiernaux patenta el planteamiento anterior y señala que, ante la
encrucijada de cuál imaginario implantar, los centros históricos son un inminente
escenario del conflicto entre ambos,277 lo cual refutamos analizando el caso de la
gentrificación del viejo casco de la ciudad de México.

277
Hiernaux, “Centros”, 2006

170
El perímetro A del Centro Histórico reúne la mayor concentración de edificios
catalogados y espacios públicos de valor patrimonial. Recuérdese que el antiguo casco
de la ciudad, por su valor patrimonial y artístico, fue declarado como Centro Histórico
en 1980 por un decreto presidencial. En 1987, la UNESCO declaró al Centro Histórico
Patrimonio de la Humanidad (ver capítulo 1). En este sentido, el perímetro A del Centro
Histórico representa la ciudad colonial que conserva su fisonomía, monumentos y traza
urbana. Este sitio, al ser el espacio donde se construyó el mito de fundación del Estado
mexicano, tiene un gran simbolismo a nivel nacional.

Por lo anterior, en el Centro Histórico, concretamente en el Perímetro A, se ha


impuesto una renovación sustentada en el imaginario patrimonialista. Se privilegia la
conservación de las formas espaciales dotadas de elementos estéticos y se fomentan las
manifestaciones culturales. El imaginario patrimonialista es alimentado por sectores
sociales que reafirman el simbolismo de este espacio por su historia. También participan
en su salvaguarda instituciones como las universidades públicas, quienes toman a su
cargo museos y demás recintos para otorgarles un uso que permita conservarlos en buen
estado. El imaginario patrimonialista del Centro Histórico busca preservar a éste como
un museo y defenderlo de los diversos males que lo aquejan como el comercio
ambulante, las manifestaciones políticas, la pauperización y el deterioro de sus edificios.
Últimamente, mediante la inversión privada, se ha flexibilizado dicho modelo porque
han visto que un centro lleno de piedras y vacío de personas está destinado al ocaso.

Una parte de la zona de la Alameda pertenece al Perímetro A y, aunque, no está


incluida en el PPDUCA es indispensable mencionarlo porque permite comprender las
contradicciones entre los imaginarios urbanos en el espacio de estudio. El área protegida
por la normatividad del Perímetro A contempla el paseo de la Alameda, así como su
colindancia con la zona poniente y norte, en la populosa colonia Guerrero. Allí se
sitúan inmuebles como los templos de San Juan de Dios, la Santa Veracruz, San
Hipólito, el Panteón de San Fernando, el paseo de la Alameda, la ex-Pinacoteca
Virreinal y el Palacio de Bellas Artes; los cuales conforman una enorme fachada
arquitectónica que desemboca en un paisaje cristalizado en el tiempo.

El imaginario posmoderno tiene un entendimiento de la temporalidad distinto al


imaginario patrimonialista, debido a que apuesta a la mixtura de elementos históricos

171
inconexos con arquitectura genérica de corte posmoderno. Este imaginario prolifera en
el Perímetro B, que tiene mayor extensión territorial, pero cuenta con menor patrimonio
histórico y artístico. Por ejemplo, en la zona de actuación del PPDUCA sólo existen 15
inmuebles históricos que están protegidos por la normatividad federal, aunque hay otros
edificios de valía que datan de épocas más recientes, sobre todo del siglo XX, y que no
han sido resguardados porque no cumplen con las especificaciones. Ello además
implicaría problemas para la ejecución del programa, debido a que amentarían las
restricciones en cuanto las nuevas construcciones.

En la zona de la Alameda existe un microcosmos donde se mezclan elementos


como el ex-Templo de Corpus Christi, parque Alameda con la Plaza Juárez o el
conjunto habitacional Puerta Alameda. Predomina la monumentalidad de las nuevas
construcciones que usan a la historia para construir escenarios hipereales. Si el
imaginario patrimonialista propugna una ciudad como museo, el imaginario
posmoderno aboga por un centro encausado al espectáculo y consumo para los sectores
jóvenes de clases medias y altas, como es el caso de la gentrificación en la Alameda.

La heterogeneidad del tipo de arquitectura de la Alameda, la destrucción de la


traza urbana de la manzana que ocupa la Plaza Juárez y la construcción de altos
edificios con un estilo de arquitectura totalmente distinta al patrón imperante en la zona
fue polémica porque, según los conservacionistas, se rompía la armonía con las
edificaciones que aun estaban en pie sobre Avenida Juárez. Además se marcaba un
contraste entre la zona norte y sur de la Alameda. La primera, estática, es identificada
con edilicios que datan de la época de la Conquista; y el sur está ligado a un dinamismo
constante de las tendencias arquitectónicas contemporáneas de cada época. Algunos
consideran que la zona de la Alameda no debe pensarse como Centro Histórico porque
al cruzar el Eje Central se rompe la continuidad con la vieja ciudad y sus edificios
virreinales. No obstante, tal argumento ignora que el paseo de la Alameda se creó en
1592, y que la traza urbana también es un monumento y las calles de la zona de la
Alameda datan de la Conquista, pero sobre todo de las Reformas Borbónicas y de las
propuestas de su artífice en la ciudad de México, Ignacio de Castera.

La posición de bisagra de la zona sur de la Alameda entre el Centro Histórico y


el Paseo de la Reforma es la clave para entender que allí anidó un heterogéneo

172
imaginario posmoderno del Centro Histórico de la ciudad de México. En la zona de la
Alameda se ejecutan intervenciones de corte masivo y con un proyecto urbanístico
divergente al del primer cuadro de la ciudad. La Alameda desempeña un papel
importante porque ha sido considerada como el pivote del desarrollo de la ciudad de
histórica y la ciudad contemporánea.

En la zona de la Alameda, tanto por las características patrimonialistas del norte


y como por el imaginario posmoderno del sur, se generó un espacio híbrido lleno de
contradicciones. Con sólo cruzar la avenida se cambia la normatividad en materia
urbana y, por ende, el imaginario urbano del proyecto del rescate del Centro Histórico.
El sector norte de la Alameda se quedó estático en el tiempo, sus recintos se han vuelto
museos bajo estrictas normas de conservación del patrimonio. En cambio, la zona sur ha
sido dinámica y ha adoptado, en diferentes épocas, los estilos arquitectónicos
vanguardistas, debido a hechos destructivos como las Leyes de Reforma. Novo señala
que varios edificios pertenecientes al Clero, como los conventos de Santa Isabel y
Corpus Christi, fueron destruidos por consigna del presidente Lerdo de Tejada para que
de una vez por todas se extirpará de la sociedad mexicana a las misiones religiosas.278
Durante el siglo XX, los efectos de los sismos de 1985 y el Plan Alameda también son
eventos que han modificado la estructura urbana y edilicia de la zona. Así, esta
constante histórica permitió que no haya existido una gran polémica respecto a las
modificaciones del sector sur de la Alameda, debido a que ese lugar se encontraba en
ruinas y sólo se conservó lo que, según los expertos, fue posible. En cambio, en la
actualidad, resulta impensable modificar o destruir la parte norte, donde se encuentran
los edificios coloniales del siglo XVI al XVIII.

La Alameda y su perímetro se ubican en el centro del laberinto y, de algún


modo, son un espacio de choque más no de conflicto entre el imaginario patrimonialista
y el imaginario posmoderno; ambos convergen en un mismo sitio, pero bajo lógicas
diferentes. En el norte quedan estoicos los viejos templos de San Juan de Dios y el
Hospital de la Santa Veracruz frente a la nuevas torres de la SRE y los tribunales del
PJDF. Eso sí, ambos sectores de la Alameda dan su mejor cara al paseo, a la Avenida
Juárez y Avenida Hidalgo respectivamente. Los proyectos de renovación se han

278
Novo, “Año”, 1973

173
enfocado en las fachadas de ambos sectores, detrás de ellas la renovación urbana no ha
permeado con generosidad para los sectores populares que aún habitan la zona,
evidenciando que el par de imaginarios son excluyentes y segregativos; detrás de las
grandes construcciones habitan la miseria y la decadencia ocultadas por el régimen
gubernamental.

4.7 Conclusiones

El análisis de los datos indica que sí existe gentrificación en la zona de la


Alameda. El repoblamiento y la construcción y regeneración de vivienda han sido
objetivos cumplidos por el PPDUCA, aunque en el primer tema se cumplieron
parcialmente. La elitización de la Alameda se enfocó además a los sectores señalados en
la regeneración de la actividad económica, el cual se efectuó a cabalidad porque se
atrajeron montos de inversiones que dinamizaron las cadenas productivas. El PPDUCA
se valió de la industria cultural para reutilizar recintos con valor patrimonial y
posicionar el espacio de estudio como un sitio ligado a la cultura, resultando atractivo
para el arribo de los nuevos habitantes.

Sin embargo, el proceso de gentrificación trajo consigo alto costos sociales para
los antiguos residentes de la zona de la Alameda, debido a que existe un cambio de
población. Además se implantaron modelos de vigilancia policiaca que criminalizan la
pobreza, la alteridad y el uso del espacio público. Igualmente no se respetó el carácter
participativo e incluyente del PPDUCA, que pugnaba por una regeneración integral del
espacio de estudio con un carácter social. Lo que era un triunfo de la planeación
participativa quedo supeditado a los intereses económicos y políticos de los grupos
dominantes. Por lo tanto, la evaluación realizada señala que el PPDUCA es un proyecto
rentable económica y políticamente, pero tiene profundas repercusiones de tipo social.
La zona de actuación del programa se decantó hacia un tipo de fachadismo que cubría
sobre todo la Avenida Juárez, descuidando el resto de la zona.

Finalmente, el análisis de los imaginarios urbanos en la renovación de la zona de


la Alameda está justificada por el imaginario de la decadencia y subutilización. Por
tanto, las autoridades locales fundaron un imaginario mítico del pasado que intenta
crear, al mismo tiempo, un escenario pintoresco y cosmopolita en el espacio de estudio.

174
A la par, la Alameda se sitúa como un sitio donde el imaginario patrimonialista y
posmoderno chocan, aunque propiamente no están en conflicto. Ambos imaginarios
convergen en un mimo espacio, pero responden a lógicas distintas en cuanto a la
normatividad, las practicas, la visión de la temporalidad, la política y la económica.

175
Conclusiones

El presente trabajo se fundamentó en la dimensión diacrónica y sincrónica de la zona


sur de la Alameda. El primer enfoque permitió mirar en perspectiva a la Alameda y su
ámbito urbano con la intención de analizar cuál fue su origen, bajo qué parámetros se
concibió, qué mecanismos socioespaciales fueron trascendentales para que la Alameda
y su entorno desempeñaran un papel central en la traza urbana de la ciudad de México,
así como en la misma conformación simbólica del Estado mexicano.

Estudiar las continuidades y cambios del espacio de estudio resultó


indispensable para la presente investigación, debido a que permitió entender por qué la
Alameda y su perímetro resultan fundamentales para dilucidar el proyecto de ciudad que
se pretende establecer en la actualidad. La Alameda, desde la génesis de la ciudad, ha
sido un área privilegiada por su ubicación, así como por sus mejores condiciones
económicas y sociales. En tanto, el actual proceso de gentrificación en la zona resulta de
un estilo híbrido entre construcciones contemporáneas y la fuerza del pasado que hoy
más que nunca la mantiene dinámica. La inercia histórica que pesa sobre el espacio de
estudio ha originado su metamorfosis, ya que tanto el sector norte y como el sur
responden a disímiles dinámicas urbanas. La mayor parte del sector norte de la Alameda
se quedó cristalizado en el tiempo. En cambio, el sector sur, donde opera el PPDUCA,
ha sido flexible debido a que se ha reconstruido en diversas ocasione, como en la época
de la Reforma y en los sismos de 1985.

La segunda perspectiva se centró en escudriñar el proceso de gentrificación en la


zona de la Alameda Central durante los últimos años. Tal fenómeno se configuró
después de una década de intentos infructuosos, ya sea por la resistencia social de los
vecinos debido a su exclusión en la renovación, la crisis económica de 1995, la falta de
voluntad política, el escepticismo de los inversores privados y el surgimiento de una
nueva centralidad económica como Santa Fe. Ella germinó al mismo tiempo que el
Plan Alameda y ofrecía mejores ventajas comparativas a los desarrolladores
inmobiliarios.

Ahora bien, es necesario regresar al planteamiento de investigación de la


presente tesis para aceptar o refutar las hipótesis de investigación que guiaron el camino

176
del trabajo académico. El ejercicio servirá para formarse un juicio sobre qué ocurrió en
la zona de la Alameda a la luz del proceso de elitización.

Se planteó que las políticas públicas de gentrificación intentan restaurar y


renovar la zona de la Alameda Central; su finalidad es la de facilitar el retorno de las
clases medias y altas. Asimismo, posicionaron a ésta como el polo financiero del Centro
Histórico donde se instalarán las grandes inversiones del capital global y nacional.

Ambos argumentos son válidos como se demostró en los capítulos precedentes,


aunque hay que matizar la primera afirmación. La gentrificación ocurre cuando un
Centro Histórico o un viejo barrio despoblado se renuevan físicamente y los moradores
que en ese momento habitan dicha zona son sustituidos por población de clase media y
alta. En la zona de la Alameda sí hay nuevos habitantes, las políticas de repoblamiento
funcionaron, pero lo que no se puede conocer, con los datos disponibles, es qué tipo de
pobladores arribaron. Se infiere que son sectores de mayores ingresos tan sólo por el
precio de las nuevas viviendas que están dirigidas a compradores de medios y altos
ingresos.

La segunda aseveración es fiable. La zona de la Alameda Central, por su


ubicación estratégica, se sitúa como el espacio financiero del Centro Histórico. La
regeneración económica es el mayor éxito del PPDUCA. Entre las razones explicativas
está la maleable situación en la que se encuentra la Alameda, debido a que se ubica
fuera de la rigidez de la normatividad del perímetro A; asimismo había terrenos
disponibles para efectuar nuevos proyectos inmobiliarios. Las inversiones fueron
promovidas con asesoría técnica e incentivos fiscales por parte del Fideicomiso
Alameda, el Fideicomiso del Centro Histórico y el GDF. Por lo tanto, en el área
analizada se han erigido edificaciones con inversiones considerables, sobre todo de
recursos privados de corte global.

Posteriormente se arguyó que las políticas públicas de gentrificación en el


perímetro de la Alameda han impulsado un tipo de renovación en el sector servicios y
no en el ramo residencial. Se considera que éste es un nuevo tipo de gentrificación. Los
hallazgos en comparación con las hipótesis demuestran que el planteamiento debe
reformularse, debido a que las políticas de elitización en la zona de la Alameda

177
impulsaron a la par la regeneración de inmuebles y construcción de obras nuevas en el
sector residencial, así como de comercios y servicios. El emblema del primer caso es el
desarrollo residencial Puerta Alameda, que cuenta con la mayor capacidad de
departamentos en el Centro Histórico. Por otro lado, el Hotel Sheraton y la Plaza Juárez
figuran como los íconos de carácter terciario que lideraron el PPDUCA.

Por lo anterior, no puede hablarse de un tipo distinto de gentrificación en la zona


de la Alameda, debido a que la renovación residencial está presente y no se encuentra
supeditada al ramo terciario; aunque se construyeron complejos de oficinas públicas que
le han devuelto actividad a la zona. La única diferencia de la gentrificación en el ámbito
de la Alameda, en relación con otras experiencias, radica en el hecho de que el arte y la
cultura se institucionalizaron en museos y no se diversificaron en galerías ni
proliferaron restaurantes y mucho menos la vida noctámbula, debido a que no se
recurrió a los artistas como gentrificadores. A pesar de que han surgido nuevos bares y
restaurantes que atraen jóvenes, la mayoría de establecimientos de reunión son
concurridos por académicos y burócratas que encontraron allí un espacio de debate
próximo al primer cuadro de la ciudad.

También se ha sostenido que las intervenciones en la zona de la Alameda se


cimentan en imaginarios urbanos higienistas, revanchistas y míticos del pasado. Por
estos motivos, se diseñan políticas públicas que intentan sanear y preservar dicho
espacio en dos direcciones: expulsar a las clases populares y “sus males”, así como la
recreación mitificada del pasado. La hipótesis en esencia es aceptada. Los planeadores
y gobernantes involucrados en el PPDUCA generaron un mecanismo causal, el cual
consistía en considerar que la Alameda y su perímetro se encontraban degradados en el
ámbito económico y funcional, produciendo problemas sociales como la pobreza, la
delincuencia y la contaminación ambiental.

La situación de precariedad por la que pasaba la Alameda y su perímetro se


debió a cuestiones estructurales, como la redefinición de la centralidad, y a un suceso
coyuntural representado por el sismo de 1985. Ambas situaciones se conjugaron en una
concepción de ruina y pobreza en la zona de la Alameda produjera un círculo vicioso
de pobreza. En los edificios dañados el precio de alquiler era bajo y albergaba a sectores
pobres; asimismo, los inmuebles que estaban en ruinas fueron invadidos por grupos

178
indígenas, niños de la calle y vagabundos. El artífice del PPDUCA, Ángel Mercado,
retomó, de algún modo, el plan decimonónico de Castera (ver capítulo 2); ahora ya no
se planteó la apertura de calles para que circulara el aire, pero la idea era parecida: las
ruinas de los edificios y la degradación física de la zona de la Alameda provocaban
males sociales que había que extirpar de la ciudad para que no se esparcieran.

Los trastornos sociales fueron asociados al hecho de que población pobre y con
baja instrucción escolar se encontrara radicando en la ciudad histórica, que fue por
varios siglos el asiento de las clases poderosas. Así, el imaginario revanchista es
promovido por la política pública del regreso al Centro Histórico, y en él influye
también la militancia de académicos conservadores y descendientes de familias de
antiguo abolengo que proponen recuperar “la ciudad de los palacios”. Según Coulomb,
ellos sí son capaces de apreciar y entender el patrimonio cultural, además que tiene la
capacidad de pagar su conservación.279

La vuelta al Centro Histórico no sólo se sustenta en el imaginario de la limpieza


social o en la del revanchismo, también se funda en recrear un pasado mítico y
folklórico a través del patrimonio intangible, debido a que el patrimonio físico ha sido
derruido o ignorado por el PPDUCA. En este tenor, se instituyó un grupo de policía
charra y se realizan eventos que intentan recrear el pasado del paseo de la Alameda a
través de la promoción de estereotipos nacionalistas. El establecimiento de un espacio
espectáculo está dirigido a vender el escenario de la Alameda y su perímetro como un
sitio para el turismo, aprovechando la nueva infraestructura hotelera y financiera.

Un aspecto que no estaba contemplado en las hipótesis del trabajo, pero que
surgió en el desarrollo de la investigación fue el relativo a considerar que en la zona de
la Alameda hubo una hibridación entre el establecimiento del imaginario patrimonialista
y el imaginario posmoderno del regreso al Centro Histórico. Por un lado, el norte de la
Alameda está protegido por la normatividad federal y forma parte del Perímetro A,
dicho sector representa la viva imagen de la conservación de monumentos que datan del
siglo XVII, los cuales sirven para albergar museos. Por otro lado, el sector sur de la
Alameda, perteneciente al perímetro B, generalmente ha ido a la vanguardia con las

279
Coulomb, “Regeneración”, 2005. p.17

179
tendencias arquitectónicas y personifica el imaginario posmoderno dirigido al consumo.
Igualmente, dicho imaginario plantea una escasa referencia a la historia de la ciudad y
cuando se recurre a ésta se usa como mercancía para lograr articular la combinación de
actividades financieras, culturales y habitacionales.

La última hipótesis consistió en considerar que, a pesar de la gentrificación en el


perímetro de la Alameda, en el jardín la renovación aún es incipiente, puesto que hasta
el momento no hay evidencia de un reemplazo total de los antiguos usuarios. La
conjetura es cierta, debido a que el paseo de la Alameda, como se demostró en el
capítulo 4, tiene un carácter popular y acoge a sectores minoritarios como los migrantes
rurales y/o indígenas, los homosexuales y las religiones protestantes. Cualquiera que
realice un recorrido por la Alameda dirá que la gentrificación es una falacia en el paseo,
pero la evidencia a partir de la implementación del PPDUCA demuestra lo contrario. El
régimen gubernamental logró movilizar a algunos sectores indeseables y populares de la
Alameda, aunque los grupos mencionados continúan usando a la Alameda. La intención
de elitizar el paseo de la Alameda coincide con la concepción del jardín en el siglo
XVI, cuando se pensó en construir un prado para los españoles y las clases dirigentes
de la capital virreinal. Sin embargo, a lo largo del tiempo esto nunca ha sido posible,
evidenciando la existencia de un abismo entre el espacio planificado y el espacio
practicado, lo cual resulta una victoria para los paseantes de la Alameda que se han
impuesto, sin saberlo, a la gentrificación mediante su hacer cotidiano.

Finalmente, surgen tres temáticas sobre las que se debe reflexionar y que no
fueron planteadas en las hipótesis de este trabajo. La primera consiste en preguntarse
qué modelo de ciudad quiere instituirse en la ciudad de México. La renovación del
Centro Histórico y de la zona de la Alameda implica definir un centro y, por ende, poner
a éste con relación al resto del espacio urbano. ¿Cuál modelo de ciudad tienen en mente
los gobernantes para la ciudad de México? Los elementos de la tesis señalan que se
intenta instaurar en algunos sitios estratégicos de la ciudad de México el modelo urbano
de Nueva York. Reproducir el urbanismo de la gran manzana implica convertir al DF en
una ciudad globalizada y neoliberal como planteó en la década de los noventa Manuel
Camacho Solís, quién quería hacer de la Alameda un pequeño Manhattan. Ahora no
resulta gratuito que su principal operador político de otros tiempos Marcelo Ebrard,
gobierne la ciudad de México, y sus allegados ocupen cargos relacionados con el

180
desarrollo urbano, similares a los que tuvieron en la regencia camachista después de
haber sido altos directivos de las principales compañías inmobiliarias involucradas en el
Proyecto Alameda, concretamente Reichmaan y Danhos.280 Por lo tanto, es visible una
continuidad en la forma de gobierno que intenta hacer de algunos lugares de la ciudad
de México competitivos globalmente.

La segunda cuestión radica reside en preguntar sí el Plan Alameda materializado


en el PPDUCA cumplió con sus expectativas. En el repoblamiento y la reactivación
económica no cabe duda que el plan cumplió, aunque en el retorno de la población se
produce lentamente en comparación con lo esperado. La reactivación económica es el
mayor éxito de este programa. Las inversiones y los proyectos específicos han ocurrido
principalmente en las trece manzanas planteadas en la primera versión del Plan
Alameda, sobre todo en la emblemática Avenida Juárez. El resto de las calles y
manzanas contempladas en el PPDUCA no han sido remozadas, salvo algunos
esfuerzos de particulares que han construido o vigorizado edificaciones, por lo que es un
plan limitado. Entonces valdría cuestionarse, ¿Fue útil el proceso de diseño y
planeación del Plan Alameda? ¿La planeación participativa tuvo alguna utilidad? La
realidad demuestra que el PPDUCA sólo trabaja sobre las zonas más rentables
económicamente e ignora las propuestas vecinales. Por lo tanto, la planeación
participativa, en este caso, sólo se uso para legitimar la renovación de la zona de la
Alameda de los grandes intereses económicos y políticos.

El PPDUCA se creó como una política de regeneración urbana,281 es decir, una


intervención integral que va más allá del reuso de inmuebles baldíos, pero se
implementó como una política de renovación urbana, en otras palabras, la sustitución de
antiguas construcciones que reúnen esfuerzos aislados que generaron desalojos y
especulación inmobiliaria.

280
Durante la administración de Camacho, Jorge Gamboa fue Director General de Reordenación Urbana
y Protección Ecológica. Posteriormente asumió el cargo de Director del Grupo Danhos. Jesús Aispuru
fue Director General de Desarrollo Urbano del Gobierno de la Ciudad de México en el DDF, después se
le nombró como vicepresidente de Reichmann Internacional. En este momento es el secretario de
Desarrollo Urbano y Vivienda.
281
Se retoma el concepto de renovación urbana y regeneración urbana de Coulomb, “Regeneración”,
2005

181
Es imperativo reconocer que el PPDUCA logró devolverle la importancia a una
zona de tradición en la ciudad y en el país como es la Alameda y su perímetro. Ésta
retomó su importancia nacional, incluso en la misma conformación del Estado-nación,
porque logró reunir las voluntades del Poder Federal con el Poder Local; Fox y López
Obrador olvidaron sus batallas ideológicas para impulsar el desarrollo de la Alameda,
vista como un espacio estratégico para la refuncionalización del Centro Histórico. Sin
embargo, reposicionar a ésta implica un recambio de población y, por ende, trae
consigo altos costos sociales. Por lo tanto, la zona de la Alameda y el Centro Histórico
son escenarios de una disputa por el espacio, donde pensar en la integración de todos
los involucrados sin generar efectos negativos aún se antoja como una quimera.

El tercer y último asunto consiste en señalar que la delimitación del área de


actuación del PPDUCA está sustentada en un imaginario fragmentario de lo que es la
zona de la Alameda Central, debido a que se fundamentó en criterios meramente
administrativos y se ignoraron los aspectos urbanísticos. Esta es una tendencia que data
de otras épocas; en el capítulo 2 se dejó constancia que a lo largo del tiempo los planes
y proyectos que urbanizaron y consolidaron al espacio de estudio, se centraron en el
sector sur de la Alameda, donde ahora opera el PPDUCA. El actual programa concibe a
la zona de la Alameda como una franja, ignorando el ámbito urbano de ésta. Ello
ocasiona que el espacio de analizado no sea atendido y entendido integralmente y, por
lo tanto, se ha generado un tipo de sectorización que resulta segregativa. Este es un
grave problema, dado que intervenir parcialmente en la zona de Alameda produce
desequilibrios territoriales. Resulta imperativo que los planificadores urbanos y el
gobierno del GDF logren articular una política pública que actúe de forma generalizada
en el Centro Histórico y así evitar que sólo unos cuantos resulten beneficiados de la
renovación urbana. Apelamos a que en el futuro la intervención de la zona de la
Alameda asuma una visión urbana que la entienda como conjunto y proceso, y no como
un archipiélago de la metrópolis mexicana.

182
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