Cuando tomamos decisiones que contradicen nuestros sistemas de valores y
creencias se puede producir un fenómeno denominado Disonancia Cognitiva. Este término hace alusión a la fuerte incomodidad psicológica que vive una persona cuando, por distintos motivos, termina sosteniendo dos puntos de vista incompatibles entre sí, o cuando decide actuar de una manera opuesta a lo que piensa y siente. El psicólogo Leon Festinger fue el primero en describir la Disonancia Cognitiva en 1957 concluyendo que, para evitar el malestar mental y emocional provocado por semejante contradicción, una persona estaría dispuesta a adaptar o acomodar su perspectiva de la realidad con tal de recuperar cierta coherencia entre sus formas de pensar, de actuar e incluso de sentir, superando así la disonancia cognitiva. El deseo de superar una disonancia cognitiva explicaría porqué las personas terminan encontrando justificaciones para realizar acciones que contradicen lo que consideran justo o correcto. Por ejemplo, muchos superamos una disonancia cognitiva cuando a pesar del cariño que podemos sentir por los animales y pese a la indignación que nos causan las situaciones de maltrato animal justificamos nuestro consumo de carne alegando, con fundamento, que la carne es una excelente fuente de proteínas. Y si nos situamos en el ámbito político, tenemos un ejemplo clásico en la frase “roba, pero hace obra”; este argumento que gran número de electores repiten hasta el cansancio, quizás como una estrategia para esquivar la culpa que les generaría la contradicción moral que supone votar por alguien que ha incurrido en actos de corrupción al ejercer un cargo y que probablemente lo hará de nuevo en caso de ganar las elecciones. Por otro lado, también es común ver electores que votan por un candidato o una candidata poco ideal sólo porque supuestamente llevaría la delantera, por lo cual deciden no votar por alguien que puede tener mejor preparación, pero no lidera las encuestas. Y por supuesto, se justifican diciendo que no quieren “tirar su voto al agua”. Si consideramos las consecuencias de las decisiones que muchos peruanos hemos tomado en materia de elecciones, es evidente que necesitamos mejorar la forma como decidimos a quienes dar nuestro voto. Conviene hacernos conscientes de las razones que fundamentan nuestra elección, evaluemos si nuestra decisión está bien fundamentada o si sólo estamos recurriendo a las excusas de siempre para elegir gente irresponsable y mal capacitada.