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“El banco de niebla”. La técnica del banco de niebla puede utilizarse cuando nos critican o nos
aconsejan y lo percibimos como un intento de manipulación. Se trata de dar la razón al
contrario en parte, pero dejando la decisión de actuar, el juicio último de nuestra actuación, en
nuestra mano. Sirve para disminuir la urgencia de una actuación por nuestra parte,
demandada por un contrario que intenta manipularnos. Un banco de niebla es algo visible
pero intangible. Cuando alguien intenta tocarlo o golpearlo no puede, se pierde en su propia
inercia. Un banco de niebla dificulta el ataque del oponente. Resiste sin aplicar fuerza.
“El disco rayado”. Esta técnica consiste en repetir nuestra opinión, tantas veces como el otro
nos oponga una excusa, sin levantar la voz, sin gritar en ningún momento, pero sin ceder al
intento manipulativo de la otra persona. A lo sumo podemos acabar con un compromiso
viable, que nos satisfaga tanto a nosotros como a la otra parte. Esta técnica no es para
aplicarla en todas las ocasiones. Y, en particular, no debemos aplicarla cuando se trata de un
tema legal o ante alguna autoridad. Es bueno utilizarla cuando nos intentan manipular,
emocionalmente o de otras formas y no tenemos intención de ceder.
Los que hemos sufrido depresión a lo largo de nuestra vida, sabemos que no siempre se
provoca por un acontecimiento vital desencadenante. A veces, vamos cayendo en ese estado y
nos vemos como en un túnel oscuro y sin final, no nos vemos capaces de salir por nosotros
mismos. Es hora de pedir ayuda.
Falta de interés por casi todo. Cosas que antes nos gustaban
Después, nos centramos en los aspectos positivos que el paciente tiene en su vida y podemos
utilizar para sostenerle. ¿Qué familia y amistades tiene? ¿Qué habilidades tiene o tuvo la
persona, trabajo, hobbies, intereses?
Repasaremos con el paciente, una vez hemos estabilizado los aspectos más físicos y primarios,
los problemas vitales con los que se encuentra. ¿Problemas laborales? ¿Enfermedades,
fallecimientos? ¿Soledad? ¿Incapacidad para encontrar intereses, de trabajo o de ocio? Le
ayudamos a definir dichos problemas y a solucionar los mismos, uno por uno y por pasos. Las
depresiones suelen producirse por problemas a los que no encontramos solución.
HIPOCONDRÍA
Algunas personas tienen un miedo excesivo a la muerte. Y este miedo se traduce en una hiper-
sensibilidad a sus sensaciones físicas para detectar los mínimos cambios y achacar estos a las
posibles enfermedades que cursen con esos síntomas. Estas personas tienen miedo a padecer
enfermedades. Pero mucho miedo: pánico.
Es tanto miedo a sufrir y a la muerte, que el mismo miedo produce sufrimiento y no les deja
disfrutar de la vida. Este problema se conoce como hipocondría.
Para las personas que sufren hipocondría, las enfermedades que temen padecer,
generalmente una en cada momento, se vuelven una obsesión. Tanto piensan en ella, en sus
síntomas, que se obsesionan con ella y con la posibilidad de padecerla: en su cabeza aumentan
las posibilidades de sufrirla. Y, como esos pensamientos no son placenteros, el paciente huye
de ellos, o al menos lo intenta. Y es entonces cuando realiza consultas compulsivas, de
reaseguración: pregunta a sus conocidos sobre la enfermedad, les pregunta si ellos piensan
que está enfermo. Estas respuestas generalmente no le tranquilizan, por lo que acude a un
médico a consultar. Pero… “¡Quizá ese médico no es lo suficientemente experto en esa
enfermedad, o quizá el día que me vio no me prestó suficiente atención, por esto no detectó
que yo padezco ninguna enfermedad!” Entonces va a otro especialista para, supuestamente,
quedarse más tranquilo. También miran en internet, en toda la bibliografía a su alcance, lo
relativo a esta enfermedad y a otras parecidas…
Son estas conductas de reaseguración las que reafirman sus obsesiones y las alimentan. Sin
embargo, el paciente hipocondríaco no se ve capaz de superarlas. Este círculo vicioso se
convierte en su malestar y le impide disfrutar.
En Conectia Psicología, tratamos a los pacientes con hipocondría con especial cariño y
comprensión, sabiendo el sufrimiento que esta les produce y en ningún momento
cuestionando su forma de actuar: preocuparse por su salud es lógico y normal. Poco a poco
vamos estableciendo una alianza con el paciente y, juntos, vamos comprendiendo qué está
provocando su sufrimiento, vamos probando a aceptar estos pensamientos obsesivos, los
analizamos, nos hacemos “amigos” de ellos en lugar de rechazarlos y evitarlos. Aprendemos a
tolerar la ansiedad que nos provocan sin necesitar, cada vez menos, reasegurarnos y confirmar
que no son tan probables, que nuestras preocupaciones no nos permitían disfrutar de la vida.
Para distinguir entre los tres conceptos, es de ayuda entender la forma en que las personas
manejan sus límites personales, así como los de los demás.
Las personas agresivas tienden a no respetar los límites personales de otros, y entonces se ven
obligados a dañar a los otros mientras intentan influirles.
Una persona se comunica asertivamente cuando no teme decir lo que piensa ni trata de influir
en los otros, sino que lo hace de tal forma que respeta los límites personales de los otros.
Asimismo las personas asertivas están dispuestas a defenderse frente a incursiones agresivas.
Una de las razones por la cual la gente es poco asertiva, es debido a que piensan que no tienen
derecho a sus creencias, derechos u opiniones. En este sentido, el entrenamiento asertivo no
consiste en convertir personas sumisas en quejicas y acusadoras, sino a enseñar que la gente
tiene derecho a defender sus derechos ante situaciones que a todas luces son injustas.
Los casos en los cuales no es aconsejable defender nuestros derechos en ese preciso
momento, son aquellos en los cuales corremos peligro de agresión física o violemos la
legalidad. Recuerde: para todo hay un momento, y saber encontrar el momento adecuado
para decir las cosas es también una habilidad.
La asertividad permite actuar, pensar y decir lo que uno cree que es lo más apropiado para sí
mismo, defendiendo sus derechos, intereses o necesidades sin agredir a nadie, ni permitir ser
agredido. Esto se efectúa sin ansiedad. La asertividad no es sinónimo de egoísmo ni de
terquedad, sino el derecho de expresar la opinión de uno, aunque sea posible que no se tenga
razón, y respetando los derechos o puntos de vista de los demás.
La asertividad es una actitud intermedia o neutra entre una actitud pasiva o inhibida y otra
actitud agresiva frente a otras personas, que además de reflejarse en el lenguaje hablado se
manifiesta en el lenguaje no verbal, como en la postura corporal, en los ademanes o gestos del
cuerpo, en la expresión facial, y en la voz. Una persona asertiva suele ser tolerante, acepta los
errores, propone soluciones factibles sin ira, se encuentra segura de sí misma y frena
pacíficamente a las personas que les atacan verbalmente.
La asertividad impide que seamos manipulados por los demás en cualquier aspecto y es un
factor decisivo en la conservación y el aumento de nuestra autoestima, además de valorar y
respetar a los demás recíprocamente.
La asertividad es una de las habilidades sociales que puede ser enseñada por psicoterapeutas y
expertos en desarrollo personal, y también es el tema central de muchos libros de autoayuda.
Está enlazada con la autoestima y considerada como una importante habilidad social de
comunicación.
Hay muchas técnicas para ser asertivos. Una de las técnicas que mejor funcionan es desarmar
antes al otro con un cumplido o un reconocimiento de su labor, de su persona o de su tarea,
para después pasar a expresar lo que necesitamos. Se defienden los propios derechos
(derecho a pedir ayuda y a expresar las opiniones) sin vulnerar los derechos del otro, puesto
que no hay ningún tipo de orden, menosprecio o agresividad hacia la otra persona. Ser asertivo
es expresar nuestros puntos de vista respetando el de los demás.
Son el conjunto de formas de aplicar esta técnica, ya que hay muchas formas de aplicarla y
para cada interlocutor una puede tener un mejor resultado que otra:
Consiste en la repetición ecuánime de una frase que exprese claramente lo que deseamos de
la otra persona. Esta conducta asertiva nos permite insistir en nuestros legítimos deseos sin
caer en trampas verbales o artimañas manipuladoras del interlocutor y sin dejarnos desviar del
tema que nos importa, hasta lograr nuestro objetivo.
Asertividad positiva
Esta forma de conducta asertiva consiste en expresar auténtico afecto y aprecio por otras
personas. La asertividad positiva supone que uno se mantiene atento a lo bueno y valioso que
hay en los demás y, habiéndose dado cuenta de ello, la persona asertiva está dispuesta a
reconocer generosamente eso bueno y valioso y comunicarlo de manera verbal o no-verbal.
Asertividad empática
Asertividad confrontativa
Banco de niebla
Otra técnica sugerida es el Banco de Niebla, que consisten en encontrar algún punto limitado
de verdad en el que puedes estar de acuerdo con lo que tu antagonista está diciendo. Dicho
expresamente, puedes estar de acuerdo en parte o de acuerdo en principio.
Interrogación negativa
Ignorar selectivamente
Cuando en una discusión la otra persona insiste en mezclar temas que no guardan relación con
el aspecto central de la misma, se ignoran esos temas y solo se responde cuando se trata del
tema de interés.
Consiste en negarse a discutir con una persona molesta o incómoda mientras está en ese
estado.
Clasificar problemas
En una conversación o discusión se debe tratar un solo tema a la vez y no pasar a otro sin
haber agotado el mismo.
Acuerdo asertivo
Se es justo, se reconoce que se ha cometido un error, pero sin evaluarnos por eso.
Procesar el cambio
Responder a las críticas provocativas con frases lacónicas: Sí. No, tal vez, etc.