La teoría de la complejidad aporta una interesante y productiva perspectiva para el
análisis y la intervención en el campo de la seguridad ciudadana en Venezuela. Al enfoque criminológico preventivo, centrado en el estudio de las circunstancias que favorecen el delito, se debe sumar una mirada institucional, que condiciona la concepción y aplicación de las estrategias policiales establecidas; un entorno socio económico que influye en el comportamiento y expectativas de los ciudadanos; y un análisis cultural del hecho delictivo. Este sería un ejemplo de aplicación del pensamiento complejo a la labor policial. Pongamos por caso una conocida teoría criminológica preventiva, la de las ventas rotas. Una casa con su fachada deteriorada, es más proclive a sufrir hechos punibles sobre su estructura que otra bien mantenida, porque su desarreglo refleja la falta de control. Aceptando la validez del vínculo mencionado, se debe, sin embargo, realizar algunos ajustes. Debido a la situación actual, las estructuras públicas y privadas muestran un deterioro generalizado. Por ende, el deterioro, por sí mismo, no afecta en la selectividad delictual. Se deben ubicar elementos más característicos, adaptados a las circunstancias, que puedan ser interpretados como signos de especial vulnerabilidad. Una casa habitada puede tener las paredes tan despintadas como otra habitada. Pero la primera no tiene follaje, vegetación o basura en los sitios de ingreso al inmueble. Otra adaptación proviene de la disminuida capacidad de las autoridades, que no siempre pueden contribuir a la recuperación de los espacios públicos y los privados expuestos al público. No se trata de modificar los factores estructurales que contribuyen al delito, creando espacios de control, sino de predecir cuáles zonas tendrán mayor vulnerabilidad y qué enfoques preventivos y reactivos pueden aplicarse, dependiendo de las características de la zona y las posibilidades y tipo de patrullaje. El entorno también aporta otro ajuste en el modelo criminológico. El comportamiento y expectativas de los ciudadanos que transitan nuestras vías públicas ha cambiado. La frecuencia y cantidad de personas que se dedican a colectar objetos desechados se ha incrementado. Por lo tanto, las ocasiones para el hurto de materiales y objetos aumentan. La teoría de las ventanas rotas debe entonces completarse con una política de incentivos que oriente el comportamiento de los menesterosos hacia objetivos lícitos, mediante el desarrollo del reciclaje centrado en elementos como los cartones y plásticos, que no provengan del desvalijamiento. Así, mediante el uso del pensamiento complejo, la teoría de las ventajas rotas, sin perder su validez, pasa a complejizarse pasar así a considerar múltiples elementos.