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CAROLINA SCOTTO
fijadas en lo específico d
LOS paradigmasescritura y la
pintura.
116 parar las escritural
invoca pictórico vienen en
y
otra insuficiencias
lo-
una y
vez
de la auxil1o u
dialéctica. En efecto, a n
ejer
jemplos extrafdos de la
gramática, fic
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escrita. Edición facsimilar. Tomo 2
mercio directo con lo
inteligibie, concebido como un
di
cioso del alma
c0st con el eidos, hace
na labor de escritura nacer de sí misma "silen
y pintura.
natural dialéctica, regresa hacía un ti habla viva, vehfculo
de la
que, Busente el diálogo intori eulo
ria. AsT aparece interlocutor, se
la metátora delCOnvierte
bro y la
en habla en
muda, deficit el
por efecto de esa escritura. Pero no .
semejanza, sino tambien
cursos como los escritos reciben su valor porque tanto los sólo
modelo que representan. En el de la dis-
semeianza con
mmateuss escribe el discurso quesilencio de la
represent ación el el
freciendo las imágenes de esas despuês el
zôgrafon ilustra, gra
un pintor
espiritual regulado
ideas. El
logos es
presentado
eidos. Esta pictoricidad esencial completamente
del logos
segan el modélocomo del
del pintor en pintura de convierte a la
pintura. El pintura
la desdoblamiento
se enuncian así: en un y la
extremo,
verdad, en el otro, escritos e dialéctica escribe y selección
sas El imagenes tabrican ilusiones pinta la
teión se descorre sobre engaño-
el fondo de
Fedro, una vez estas metáloras:
condenada la escritura, Platón en el
daderamente terrible en ella -terrible advierte que lo ver-
el saber por su para el dialéctico
intermedio- es su parecido que imita
resiste la tentación de con la pintura. (No
escuchar aquí el rumor de se
Platón-escritor percibe que ha quedado él mismo
una
confesión:
dena). Tanto las los escritos no preso en su con-
pinturas como
por sentido, son "artes del silencio". Sin
su pueden responder
advertir que la escritura embargo, no es diffcil
presentar desnaturaliza el modelo
en un
grado mayor que la pintura. La que pretende re-
separa del habla viva se ha hecho distancia que la
La 16gica de la mim esis infinita.
analogías y diferencias en elregula
cual la
por completo este sistema
de
nido a'complicarse': en escritura y la pintura han ve-
su común
primarios del ser y secundarios de sífuncionamiento de repetidores
tra y
duplicada cada una en sí misma. mismos,
es la verdad
duplicando una a o-
Si la unidad de la mim esis
del dualismo
platônico (ldea/objeto,
dualidad de la mímesis inteligible/sensi-
ble, objeto/imagen), la
obtiene de la mala
mímesis, del si m (copia/simulacro)
de su poder explicativo. Pero ello ulacro, la verdad y la eficacia
en el centro del implica que el simulacro est
platonismo, como
secreto": capaz de un vacío central, como un "mal
todas las
partes, perspectivas y acechando por
La severidad de latodas
LaRepública prescribe
platónica -la máxima en la condena.
su
Cisión de-
en figura
1a analogfa del arte como enfermedad del destierro- se expresa
po -el cuerpo social de la polis- necesita multiplicadadeque el cuer-
8alvarse, Se trata, en suma, de reconducir aextirpar
del
ralz Para
las puertas del campo
conocimiento -ocupado' la
yartustas, expulsión operadapor por elciencia y la filosofia- a poetas
118 sistema de la razón,
discurso filos6fico. Con palabras de Foucault, el temor ante la u
Surpación exige el
por
desquite del confinamiento.
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escrita. Edición facsimilar. Tomo 2
En L República la distinción mimetolQgica de copia y simula-
rOnOs entrega no dos, sino tres términos: el orden de los tres
chos distingue no sölo entre el modelo -la idea- y la copia -ei
hietO-, sino entre esta y su imagen. La copia de la copia, tercera
l o r d e n del ser y del conocer, es la apariencia de la cosa en
sentido de enmascaramiento, El objeto sensible -la cama fabri-
cada por el carpintero- es la copia de la idea -de la cama ideal-.
simulaciones. a c e r c a r el
espíritu a la idea,
quiere los
Mlentras la buena
mfmesis
literaria, los disCursós de
los la ficción por la 1dea:
lacros del arte, fraudulenta, sin pasar
instauran otra cadena, no-saber. Platón
plensa el Su-
da s no-saber al de las
del
oueto
Jeto en los
al sujeto, del
minos siempre
y
desmesurados
suenos...
fluctuantes
el
rocas de une alegorie. No se trata en este
caso do
otros igualmente posibles: en primer de un
pertenece tanto al orden de la
retórica
lugar, la
alegorfa recurso erntre
ciones pictóric8s y, en segundo como al dle tas como fis
figura
representa-
sentido manifiesto o inmediato, lugar, ella permite ite reconducir el
tro sent presentado
ido diferente y oculto, cuyo como ficciio
valor
creto de los objetos y seres ViSibles trasciende ol la
elevado de la para
alcanzar el ardo on-
abstracción y la
verna no sólo describe un
bre radicalmente
espiritualidad. La
mundo dividido, sino alegorfa de laa más
ca-
escindido. La alegoria nombra también a un hom-
cindidas' en los dos ni estas
veles de la descripción literal 'unidades e
figurado (caverna-espacio y el sentide
ble; exterior/ mundo sensible-mundo
descenso-ascenso/cuerpo-alima;
puede ser invertida (como etC.) Esta escisión intelig
profunda
disuelta. Se trata de
el sentido de la sálo
del hombre convertir al hombre de laalegoría), pero nunca
contemplador, restituyendo asi un orden
tructurado a partir de la
caverna en
de esclavo
como el subordinación, justicia es-
resultado de un equilibrio o
y no contra
ella, es decir
no y lo
mejor". armonia entre "lo
menos bue-
Ahora bien, contra toda
niméticas no reconocen
to de sus divisiQnsubordinacióny
de poderes ni de jerarquía, las artes
imitaciones saberes. El obje-
el caos de las
es
ilimitado. Junto al imitador
justas distribuciones. La ausencia
(que repetidas veces denuncia sobreviene
de un lugar
dialéctica de El propio
la
fista en la
figura de los mqltiplespersecución
refugios en los que la presa So-
mimetiza para ocultarse, así se
tasma) ya no permite situar alcomo también en la imagen del fan-
la triple imitador en el nivel más
un lugar
jerarquía del ser y el conocer. bajo en
Platõn piensa entonces en
inter m edio: el imitador estâ a medio camino
bio y el
ignorante, es decir, entre el sa-
en
realidad, doxa, opinión. La posee un saber
aparente. Su saber
doxosofía se distingue de la filosofía es,
a la que imita. Así
efecto de las imitaciones
también se refiere al
en el
sueño, no ya como el
pensamiento singular, concebido como sujeto, sino como metáfora de un
el único nivel
cercamiento a la esencia de la posible de a-
no, intermedio y oscilante, que se imitación. Pero este tercer térmi-
hacia el no-ser orienta tanto hacia el ser
para confundirlos como en los como
mente, a una distancia sueños, esta, final
Lador esta, pues, más allá desmesurada, infinita de la verdad. El im
de
io-saber, y, por lo tanto, ya no cualquier determinación de saber y
es el últin o en el
Oraen, sino, más bien, el nómade interior de un
que circula sin patria,
la-iey. No
responde a un fuera-de
ei el origen de su juego. origen puesto que
El simulador "es
él mismo se
constltuy
COsas y la medida de todas
ley de la que nunca se reco as
cono tal subvierte la
Como un caso
particular. Deleuze
OGel orden de la generalidad: distingue éste
mientras el orden de la 1Par-
comprende repe
20 a en el marco de la
ley, donde los términos
DiES
sEgGn las
semejanzas las
son
intercamoa
y
equivalencias, la
repe
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escrita. Edición facsimilar. Tomo 2
mbio, concierne a l0 Sngular que s6lo se parece a sí mismo,
decir que, al no
remitir a
ningan otro orden de universalidad,
a1ra
instau la diferencia. Por lotanto, no hay intercambio
l Singular, o dicho de otro modo, lo diferente es lo queposible
esen-
cialmente puede ser repetido. El arte es el universo de la repeti-
in. como la ciencia lo es de la generalidad. Platón intentó redu-
l o singular a la ley (contra el poder disolvente del arte, el
"inte indeleble de las leyes", convertir la diferencia en semejan-
3. abolir el simulacro. ero esto exigió del platonismo un esfuer-
70 de aproximación que, a su turno, revelQ la impotencia del pro-
yecto.
Lo que La República traduce de esa intención de dominio de
lo singular por la ley, de la diferencia por la semejanza, se tras-
lada a El Sofista en la expresión reiterada de temor: temor al ex-
travio que sobreviene por ei reconocimiento del otro, de lo Otro,
de la di ferencia. Despuës de esta aproximación la frontera entre
la filosoffa y la sof+siica ya no parece tan sõlida. En cualquier
caso, la determinación del espacio de la primera sólo es posible
en virtud del reconocimiento de la segunda como su otro. Hay en
la ruptura una complicidad: el platonisno se instituye por oposi-
ción a la soffstica, es decir, junto al reconocimiento de ésta como
su opuesto inseparable. Ambas funcionan como el anverso y el re-
verso de un único sistema.
La dialéctica persigue al sofista para apresarlo en las redes
de la definición, darle un lugar, reconocerle un estatuto. Se trata
de una empresa la más riesgosa y osada que el platonismo em-
prende, a tal punto que, no atreviéndose a levarla adelante en
nombre propio -que es el nombre del padre: Sócrates- la transfiere
Platon al Extranjero. Pero toda nueva división resulta al cabo in-
suficiente para definir al sofistä. El perseguidor dialéctico queda
preso en "contradicciones ridículas" de las que sólo puede desem-
barazarse despojándose del discurso que le impide dar cuenta del
no-ser: el parricidio, que se ha hecho inevitable, significa la desa-
parición del discurso del padre -Parménides-, y más aún, la ausen-
cia del lugar del padre, es decir, el anonimato que ha sustituído
el habla paterna por la escritura sin patria de El Extranjero. La
'razón' de esta resist encia del sofista, que ha hecho perder el
rumbo a la razón, estã en la paradoja del imitador: el sofista es
ese sujeto multiplicado, que está en todas partes y en ninguna.
Es un "fantasma de cien cabezas", sin identidad ni lugar. Es la
condición de posibilidad de todo lugar, el grado cero del saber y
la medida. No hay definición que pueda contenerlo como sujeto
de su atribución. El Sofista se puede leer como un diálogo en tor
no al estatuto del sujeto, diálogo obstrusdo por el sofista mismo:
mientras el Extranjero quiere ser el sujeto de todo saber, ei imi-
tador niega la posibilidad de un sujeto de conocimiento que pueda
colocarse por encima de los simulacros. No hay, pues, tras el sofis
ta, la unidad buscada por la división dialéctica, y por lo tanto, 12
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escrita. Edición facsimilar. Tomo 2
no hay saber ni no-saber ni verdad del simulacro
toda determinación una vez
ujeto se ha despojado de para que el
Ia medida de la realidad, en su punto de partida, convertirse en
efecto, el simulador ignora el uno del saber, puestoDert efecto en
s6l se
reconoce en esa cadena de efectos de la que 6l mismotólo
te. El sim ulacro incluye el angul0, la perspectiva, el ntnt par-
observador,
del el
sujeto mismo. ASI 1os vis-
discursos de los sofi
tas compuestos segán un excluyente propõsito persuasivo.
Interrumpida la marcha natural de la dialéctica
por los "atolta
deros" de El Sofista, y estremecidas las bases
mismas de la die.
cernibilidad ontológica, el
platonismo se
desplaza nuevamente,
el Timeo, hacia la aporética de la
mim esis. La en
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ninguna de sus 1Ormas partiulares". 1. metálor
b s o l u t a n e n t e
u:||as de un m -
Es¢ribe Sus
escritural ens
s reveladora: la escritura
gencración
de los seres, es decir, Como incripciln
a la
ilogo dc indcterminación. Por
do
nfondo de neutralidad, de Vacio,
sobre un
son numerosas las referencias las artes plásticas en
otra parte, soi
ticularnmcnte significati es su preseICia en los
pero parti
el Time0, se
describe el lugar: es necesario que el porta-se
en que
pasajes Como para imprimir ciertas
Las esté libre de toda 1orma, "...ids
una sustancia blanda, se comienza por no darle nin-
sobre
figuras
guna f o r m a determinada..."
Bibliografía:
Deleuze, Gilles, "Repetición y Diferencia", en: M. Foucault/G. Deleuze,
Theatrun Phiiosophicu /Repetición y Diferenc
m
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Derrida, Jacques, La Dise minación, Madrid, Ed. Fundamentos, 1975.
Dumoncel,
Paris, Ed. Jean-Claude, Deleuze, Platon et les poetes, Poétique n 59
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N Philippe, Diderot,
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le paradoxe et la mnim ésis, que
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Audouard, Xavier, Le Si ulacre, m
Cahiers pour 1'Analyse
N 3, TS00.
124
296
escrita. Edición facsimilar. Tomo 2