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Figuras del simulador*

CAROLINA SCOTTO

"no hay obra de Platón."

Nos hemos propuesto una lectura de los discursos


platonicos
sobre escritura
la y la
pintura,
curso de sus conmplicidades y
es decir, en torno al comán
dis-
oposiciones reciprocas. Para ello nos
hemos dejado conducir por la l6gica de la mím esis. Esta
lógica, que
regula por completo toda la conpleja economía conceptual del sis-
tema, introduce en la noción de. si mlcro que, como se ve-
nos
ra, permite obtener una
perspectiva privilegiada del platonism0.
Quizá incluso se pueda afirmar que la cuestión del simulacro e sos
tiene en el interior del
sistema como clave de desciframiento. El
hilo que nos
guía, sin embargo, extendido
al extremo de su adel-
8azamiento, se corta en el punto en el que esta
mesis no excluye las lQgica de la m-
nismo oscila entre paradojas ni evita las
aporías. Así el plato-
el juicio
categórico
tan proto prohíbe como legitima, y la suspensión del juicio,
y, separando y oponiendo para
Seleccionar entre pares de
dicotomïas que se multiplican, es leva-
do suspenderlas en el intervalo
a
de lo
6gica, en su fecundidad de indecidible. Por los riesgos
de esta
Cuentas de la
historia de una
sentido, aan hoy pedino
interpretación.
de E.SCratura
1os
y pintura recorren una y otra vez
dialogos: en un
primer sentido, todavía
la
escena platônica
ad,
nasta metatorico, exterior a sI
en
el que ambas son
lugar de paradig mas; en un llevadas fuera de susS tes
Oaungque no
discurso sobre la unívoco), es
decir,
segundo nivel, en sentioP -

fijadas en lo específico d
LOS paradigmasescritura y la
pintura.
116 parar las escritural
invoca pictórico vienen en
y
otra insuficiencias
lo-
una y
vez
de la auxil1o u
dialéctica. En efecto, a n
ejer
jemplos extrafdos de la
gramática, fic

escrita. Edición 288


facsimilar. Tomo2
in literaria, el arte de la
pintura, cuando intenta avanzar
por
Ias cuestiones mas oscuras y
complejas. El logos solicita las
exp!i-
caciones que por s mismo no aicanza, reemplazándolas por la
contemplación de un modeio: el modelo de los representantes. EI
naradigma permite desoCultar ei eidos, representando su estructu-
ra. Las pacientes mediaciones de la dialéctica son transpuestas de
un salto, por medio de este genero de desvío y sustitución que es
la metáfora, por la intuición directa de la verdad buscada. Me-
diante este giro las problemáticas nociones de escritura y pintura,
paradojicamente, vienen a develar el secreto que se hurtaba al lo-
gOs. He aquí la paradoja por la cual en la máxima nulidad de las
letras y los 1conos, en su nada de ser y nada de valor, reside su
máxima capacidad para re-presentar la verdad del Ser. Ellas ha-
blan y dan imâgenes de la esencia de todas las cosas, de la que,
sin embargo, estân infinitamente alejadas. El eidolon aparece
se inscribe en el discurso para señalar, usurpando su lugar, el tra-
yecto que lo separa del eidos. La imagen sensible de las letras y
as pinturas suministra la imagen del modelo puro, pero, como e
fecto de la jerarqufa que ella ha puesto en funcionam iento, es de-
cir, en la diferencia que ha permitido establecer entre idea, objeto
e imagen, vuelve a reducirse a la condición de fantasma. Desnatu-
ralización operada completamente en el círculo de un discurso que
escribe la condena de la escritura.
No es casual que la paradoja esté enunciada metafóricamente:
la metáfora como enunciado paradojal permite revelar la estructu-
ra 16gica de la
se mejanza que presupone una economfa también
paradojal entrelo mismo' y "lo otro': lo mismo es percibido como
semejante en lo diferente. En la metâfora esta di ferencia se con-
serva en la contradicción entre la letra y el sentido. La paradoja
consiste en este encuentro conflictivo que es el funcionamiento
10gico propio de la mín esis. La l6gica de la mínesis es esencial-
mente paradójica.
El Filebo incluye una teorfa sobre la escritura y la pintura, que
aun depende de este estatuto paradigmático por el cual lo es-
crito y la imagen pintada vuelven a desdoblarse. Pero la medida
de este desdoblamiento es ahora el grado de verdad contenido en
ellas en tanto que representaciones. La doble orientación de la mi-
mesis, que en primer lugar establece la discernibilidad fundamen
tal de Ser y aparecer, se extiende también al universo de las re
presentaciones. Distingue entonces entre buenas y malas imâgenes,
O copias conformes y simulacros. Escritura y pintura en sentido
propio pues
recibirán las notas negativas que atribuye aiPlatón
mulacro: aparienciás impropias, suplementos fals0s, ornamentos
ingtiles.
alalogo imaginar el
mencionado S6crates intenta origen
de de un libro.
IsCursos en el alma, e imagina la composición
Ealma
inen
es como un libro en el que los caracteres escritos impri-
" u s diSCursos en el espíritu. La dialéctica a través de un co- 117

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escrita. Edición facsimilar. Tomo 2
mercio directo con lo
inteligibie, concebido como un
di
cioso del alma
c0st con el eidos, hace
na labor de escritura nacer de sí misma "silen
y pintura.
natural dialéctica, regresa hacía un ti habla viva, vehfculo
de la
que, Busente el diálogo intori eulo
ria. AsT aparece interlocutor, se
la metátora delCOnvierte
bro y la
en habla en
muda, deficit el
por efecto de esa escritura. Pero no .
semejanza, sino tambien
cursos como los escritos reciben su valor porque tanto los sólo
modelo que representan. En el de la dis-
semeianza con
mmateuss escribe el discurso quesilencio de la
represent ación el el
freciendo las imágenes de esas despuês el
zôgrafon ilustra, gra
un pintor
espiritual regulado
ideas. El
logos es
presentado
eidos. Esta pictoricidad esencial completamente
del logos
segan el modélocomo del
del pintor en pintura de convierte a la
pintura. El pintura
la desdoblamiento
se enuncian así: en un y la
extremo,
verdad, en el otro, escritos e dialéctica escribe y selección
sas El imagenes tabrican ilusiones pinta la
teión se descorre sobre engaño-
el fondo de
Fedro, una vez estas metáloras:
condenada la escritura, Platón en el
daderamente terrible en ella -terrible advierte que lo ver-
el saber por su para el dialéctico
intermedio- es su parecido que imita
resiste la tentación de con la pintura. (No
escuchar aquí el rumor de se
Platón-escritor percibe que ha quedado él mismo
una
confesión:
dena). Tanto las los escritos no preso en su con-
pinturas como
por sentido, son "artes del silencio". Sin
su pueden responder
advertir que la escritura embargo, no es diffcil
presentar desnaturaliza el modelo
en un
grado mayor que la pintura. La que pretende re-
separa del habla viva se ha hecho distancia que la
La 16gica de la mim esis infinita.
analogías y diferencias en elregula
cual la
por completo este sistema
de
nido a'complicarse': en escritura y la pintura han ve-
su común
primarios del ser y secundarios de sífuncionamiento de repetidores
tra y
duplicada cada una en sí misma. mismos,
es la verdad
duplicando una a o-
Si la unidad de la mim esis
del dualismo
platônico (ldea/objeto,
dualidad de la mímesis inteligible/sensi-
ble, objeto/imagen), la
obtiene de la mala
mímesis, del si m (copia/simulacro)
de su poder explicativo. Pero ello ulacro, la verdad y la eficacia
en el centro del implica que el simulacro est
platonismo, como
secreto": capaz de un vacío central, como un "mal
todas las
partes, perspectivas y acechando por
La severidad de latodas
LaRepública prescribe
platónica -la máxima en la condena.
su
Cisión de-
en figura
1a analogfa del arte como enfermedad del destierro- se expresa
po -el cuerpo social de la polis- necesita multiplicadadeque el cuer-
8alvarse, Se trata, en suma, de reconducir aextirpar
del
ralz Para
las puertas del campo
conocimiento -ocupado' la
yartustas, expulsión operadapor por elciencia y la filosofia- a poetas
118 sistema de la razón,
discurso filos6fico. Con palabras de Foucault, el temor ante la u
Surpación exige el
por
desquite del confinamiento.

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escrita. Edición facsimilar. Tomo 2
En L República la distinción mimetolQgica de copia y simula-
rOnOs entrega no dos, sino tres términos: el orden de los tres
chos distingue no sölo entre el modelo -la idea- y la copia -ei
hietO-, sino entre esta y su imagen. La copia de la copia, tercera
l o r d e n del ser y del conocer, es la apariencia de la cosa en
sentido de enmascaramiento, El objeto sensible -la cama fabri-
cada por el carpintero- es la copia de la idea -de la cama ideal-.

esa copia el pintor reproduce Su aspecto, la superficie del ob-


De
r e s decir, su punto de vista. En efecto, &qué otra cosa hace
en los oscuros muros de la caverna el desfile
el pintor sino iijar
confusas y móviles de la realidad? Confinado en
de las imágenes
subterránea osCuridad de las apariencias, repite
con su gesto
la
del espectáculo.
la duplicación el artespno que sabe lo
imitador del demiurg0 es
EI legftimo
una tejne verdadera. El fals0 pretendiente que
que hace, que posee
modelos y lo reproduce todo sin saber nada,
toma las copias por
A diferencia del artesano, el i-
un arte falso de simulado.
posee el aspecto
una parte del objet0, es decir,
mitador sólo reproduce no diferencia en la
su punto de vista; "thay
o
que ofrece segan determinado punto de vista, mi-
te atienes a un
cama misma, si
de lado o de frente? ino te parecerá distin-
rándola, por ejemplo, incluído en la
cada caso? "[Rep., X, 598a). El punto de vista
ta en
introduce la diferencia en el objeto
único,
representación pictórica
otro modo, la idea, según
la cual los objetos semejan-
o, dicho de en la imagen. A la
su unidad esencial, desaparece
tes consiguen efecto
aparece en las obras de arte, por
lo desemejante
inversa, dotado de unidad; "o-
semejante,
como
de distorsión contraria,
para el que la
una
como con una pintura en perspectiva:
curre aquí la
todo en ella semeja unidad..", pero para el que
mira de lejos
"...todo se le aparece en
la pintura como múlti-
observa de cerca
Por una parte, la imagen
diferente..." (Parménides, 165 be ). está afec-
ple y fragmentaria, es decir,
exterior y
pintada del objeto es según
visibilidad en la que el objeto estâ arrojado y m a r c a -
tada por la otra parte, esa
misma imagen,
la cual es reproducido. Por su vez, obra
de
con su esencia ideal es, a
da por la desemejanza Esa semejan-
con la cosa.
una voluntad de semejanza,
de parecido obte-
cierto punto de vista para
reclama un
Za, en fin, también ofrece su obra
lo envuelve. El pintor Artis-
observador,
ETSe, Incluye al en sí misma, un espectáculo.,
de
su obra es, esta cadena
o s puesto que incontrolables de
e s p e c t a d o r son
los extremos

simulaciones. a c e r c a r el
espíritu a la idea,
quiere los
Mlentras la buena
mfmesis
literaria, los disCursós de
los la ficción por la 1dea:
lacros del arte, fraudulenta, sin pasar
instauran otra cadena, no-saber. Platón
plensa el Su-
da s no-saber al de las
del
oueto
Jeto en los
al sujeto, del
minos siempre
y
desmesurados

suenos...
fluctuantes

Frente a este sujet0 119


los deseos, los
sentidos, los reducción en los term
Ees, pensamiento
plensa su
b r a d o ' ,

el
rocas de une alegorie. No se trata en este
caso do
otros igualmente posibles: en primer de un
pertenece tanto al orden de la
retórica
lugar, la
alegorfa recurso erntre
ciones pictóric8s y, en segundo como al dle tas como fis
figura
representa-
sentido manifiesto o inmediato, lugar, ella permite ite reconducir el
tro sent presentado
ido diferente y oculto, cuyo como ficciio
valor
creto de los objetos y seres ViSibles trasciende ol la
elevado de la para
alcanzar el ardo on-
abstracción y la
verna no sólo describe un
bre radicalmente
espiritualidad. La
mundo dividido, sino alegorfa de laa más
ca-
escindido. La alegoria nombra también a un hom-
cindidas' en los dos ni estas
veles de la descripción literal 'unidades e
figurado (caverna-espacio y el sentide
ble; exterior/ mundo sensible-mundo
descenso-ascenso/cuerpo-alima;
puede ser invertida (como etC.) Esta escisión intelig
profunda
disuelta. Se trata de
el sentido de la sálo
del hombre convertir al hombre de laalegoría), pero nunca
contemplador, restituyendo asi un orden
tructurado a partir de la
caverna en
de esclavo
como el subordinación, justicia es-
resultado de un equilibrio o
y no contra
ella, es decir
no y lo
mejor". armonia entre "lo
menos bue-
Ahora bien, contra toda
niméticas no reconocen
to de sus divisiQnsubordinacióny
de poderes ni de jerarquía, las artes
imitaciones saberes. El obje-
el caos de las
es
ilimitado. Junto al imitador
justas distribuciones. La ausencia
(que repetidas veces denuncia sobreviene
de un lugar
dialéctica de El propio
la
fista en la
figura de los mqltiplespersecución
refugios en los que la presa So-
mimetiza para ocultarse, así se
tasma) ya no permite situar alcomo también en la imagen del fan-
la triple imitador en el nivel más
un lugar
jerarquía del ser y el conocer. bajo en
Platõn piensa entonces en
inter m edio: el imitador estâ a medio camino
bio y el
ignorante, es decir, entre el sa-
en
realidad, doxa, opinión. La posee un saber
aparente. Su saber
doxosofía se distingue de la filosofía es,
a la que imita. Así
efecto de las imitaciones
también se refiere al
en el
sueño, no ya como el
pensamiento singular, concebido como sujeto, sino como metáfora de un
el único nivel
cercamiento a la esencia de la posible de a-
no, intermedio y oscilante, que se imitación. Pero este tercer térmi-
hacia el no-ser orienta tanto hacia el ser
para confundirlos como en los como
mente, a una distancia sueños, esta, final
Lador esta, pues, más allá desmesurada, infinita de la verdad. El im
de
io-saber, y, por lo tanto, ya no cualquier determinación de saber y
es el últin o en el
Oraen, sino, más bien, el nómade interior de un
que circula sin patria,
la-iey. No
responde a un fuera-de
ei el origen de su juego. origen puesto que
El simulador "es
él mismo se
constltuy
COsas y la medida de todas
ley de la que nunca se reco as
cono tal subvierte la
Como un caso
particular. Deleuze
OGel orden de la generalidad: distingue éste
mientras el orden de la 1Par-
comprende repe
20 a en el marco de la
ley, donde los términos
DiES
sEgGn las
semejanzas las
son
intercamoa
y
equivalencias, la
repe

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escrita. Edición facsimilar. Tomo 2
mbio, concierne a l0 Sngular que s6lo se parece a sí mismo,
decir que, al no
remitir a
ningan otro orden de universalidad,
a1ra
instau la diferencia. Por lotanto, no hay intercambio
l Singular, o dicho de otro modo, lo diferente es lo queposible
esen-
cialmente puede ser repetido. El arte es el universo de la repeti-
in. como la ciencia lo es de la generalidad. Platón intentó redu-
l o singular a la ley (contra el poder disolvente del arte, el
"inte indeleble de las leyes", convertir la diferencia en semejan-
3. abolir el simulacro. ero esto exigió del platonismo un esfuer-
70 de aproximación que, a su turno, revelQ la impotencia del pro-

yecto.
Lo que La República traduce de esa intención de dominio de
lo singular por la ley, de la diferencia por la semejanza, se tras-
lada a El Sofista en la expresión reiterada de temor: temor al ex-
travio que sobreviene por ei reconocimiento del otro, de lo Otro,
de la di ferencia. Despuës de esta aproximación la frontera entre
la filosoffa y la sof+siica ya no parece tan sõlida. En cualquier
caso, la determinación del espacio de la primera sólo es posible
en virtud del reconocimiento de la segunda como su otro. Hay en
la ruptura una complicidad: el platonisno se instituye por oposi-
ción a la soffstica, es decir, junto al reconocimiento de ésta como
su opuesto inseparable. Ambas funcionan como el anverso y el re-
verso de un único sistema.
La dialéctica persigue al sofista para apresarlo en las redes
de la definición, darle un lugar, reconocerle un estatuto. Se trata
de una empresa la más riesgosa y osada que el platonismo em-
prende, a tal punto que, no atreviéndose a levarla adelante en
nombre propio -que es el nombre del padre: Sócrates- la transfiere
Platon al Extranjero. Pero toda nueva división resulta al cabo in-
suficiente para definir al sofistä. El perseguidor dialéctico queda
preso en "contradicciones ridículas" de las que sólo puede desem-
barazarse despojándose del discurso que le impide dar cuenta del
no-ser: el parricidio, que se ha hecho inevitable, significa la desa-
parición del discurso del padre -Parménides-, y más aún, la ausen-
cia del lugar del padre, es decir, el anonimato que ha sustituído
el habla paterna por la escritura sin patria de El Extranjero. La
'razón' de esta resist encia del sofista, que ha hecho perder el
rumbo a la razón, estã en la paradoja del imitador: el sofista es
ese sujeto multiplicado, que está en todas partes y en ninguna.
Es un "fantasma de cien cabezas", sin identidad ni lugar. Es la
condición de posibilidad de todo lugar, el grado cero del saber y
la medida. No hay definición que pueda contenerlo como sujeto
de su atribución. El Sofista se puede leer como un diálogo en tor
no al estatuto del sujeto, diálogo obstrusdo por el sofista mismo:
mientras el Extranjero quiere ser el sujeto de todo saber, ei imi-
tador niega la posibilidad de un sujeto de conocimiento que pueda
colocarse por encima de los simulacros. No hay, pues, tras el sofis
ta, la unidad buscada por la división dialéctica, y por lo tanto, 12

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no hay saber ni no-saber ni verdad del simulacro
toda determinación una vez
ujeto se ha despojado de para que el
Ia medida de la realidad, en su punto de partida, convertirse en
efecto, el simulador ignora el uno del saber, puestoDert efecto en
s6l se
reconoce en esa cadena de efectos de la que 6l mismotólo
te. El sim ulacro incluye el angul0, la perspectiva, el ntnt par-
observador,
del el
sujeto mismo. ASI 1os vis-
discursos de los sofi
tas compuestos segán un excluyente propõsito persuasivo.
Interrumpida la marcha natural de la dialéctica
por los "atolta
deros" de El Sofista, y estremecidas las bases
mismas de la die.
cernibilidad ontológica, el
platonismo se
desplaza nuevamente,
el Timeo, hacia la aporética de la
mim esis. La en

la imposibilidad del regreso y el temor


pérdida del rumbo
-denunciados en El Sofist a
señalan este desplazamiento desde el
cia "lo
imperio de la dialéctica ha-
inextricabledel enigma". El discurso se torna oscuro, im-
preciso, poético; el diálogo pierde ahora la agilidad
pia de la dialéctica: al interrogador, confiado a laagon+stica pro-
definiciones seguras, se el ideal
conquista de
superpone del inspirado,
tomado
por una locura divina ("... estorzarse por
no es tan sôlo ofender la
separarlo todo de todo
armonïa, es ignorar en su totalidad las
Musas y la filosof1a." ( E] Sofista,259d);
y especialmente el Tim eo,
en un célebre
pasaje referido a la adivinación, afirma que ella su-
ple la imperfección intelectual usurpando el lugar de la razón. El
sueno es su medio y lugar propios, su
producto: la inspiración ver-
dadera). Puesto que el enigma habla, tambiên y esencialmente es
la apertura de un desafío; y si es
ción contradictoria, la "traducción'
propio del enigma su formula-
que se ofrezca reclamará en-
tonces el empleo de la metáfora. Pero
además es necesario subra-
yar que el enigma (con sus aporías y paradojas) es llevado al ori-
gen, al fundamento, cuestionando la decibilidad del 'sistema en el
nivel del discurso cosmogQnico. Del artista al sofista y de éste
al principio de todas las cosas, Platón diseña tres trilogías en las
que ya no se puede reconocer un orden de equivalencias. Esta del
Tim eo, dltima en la obra
y primera respecto a la extensión -pues-
to que se sitqa en el nivel del fundamento- impregna y conmueve
las demás. Su valor es,
pues, doblemente significativo.
Se trata de la
trilogfa mimetológica del Ser, es decir, de sus
generos o modalidades. En el origen el Ser se da bajo tres modalí-
dades: la ldea, el Modelo, el padre; el mundo, la copia, el hijo,
y 1a especie "oscura y
diffcil", que es como "la nodriza de todo
acimiento". Platón se refiere a este tercer género de un modo
Siempre indirecto, metafórico. EI receptáculo, la madre, el re
plente, el lugar eterno, "que sirve de teatro (emplazamieno
ao 1o que nace", y también el porta-sellos, todos nombres de
enero intermediario, "invisible e informe", embarazado de toduld
Cosas y distinto de ellas. EI lugar es la condición de posibill-
122 o d e todas las determinaciones porque es "naturalmente extraho
todas las formas", "recibe todas las cosas en su seno, sin omar

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escrita. Edición facsimilar. Tomo 2
ninguna de sus 1Ormas partiulares". 1. metálor
b s o l u t a n e n t e

u:||as de un m -
Es¢ribe Sus
escritural ens
s reveladora: la escritura

gencración
de los seres, es decir, Como incripciln
a la
ilogo dc indcterminación. Por
do
nfondo de neutralidad, de Vacio,
sobre un
son numerosas las referencias las artes plásticas en
otra parte, soi
ticularnmcnte significati es su preseICia en los
pero parti
el Time0, se
describe el lugar: es necesario que el porta-se
en que
pasajes Como para imprimir ciertas
Las esté libre de toda 1orma, "...ids
una sustancia blanda, se comienza por no darle nin-
sobre
figuras
guna f o r m a determinada..."

La madre el vehículo por el cual el padre se da en el hi jo,


es
la escritura para pensar en e s t e "híbrido" frente
v Platón llama a enmudece
al cual la razQn y se debilita c o n o en glos sueños: "..
de una manera muy embarazosa y dif1cil
narticipa de lo inteligible
lo tanto, "..no es perceptible más que gra-
de entender.", y por razonamiento híbrido..". Ni puramente inteii-
de
cias a una suerte
como la ldea-el Modelo, ni puramente
visible como la Co-
gible
pia-el Mundo, el receptáculo nunca se ofrece como presencia, no
está en ninguna parte. Es siempre el lugar de una inscripción, de
toda inscripción, del mundo en general. Solo mediante metáforas
podemos reconocerlo pues "apenas se puede creer en é". Ante es-
te tercer término irreductible, la razón y la vigilia ceden su pri-
macia al sueño, donde ya no es posible establecer distinciones ni
aun "decir lo que es cierto." En El Sofista el sueño establecía su
lugar tanto en el orden de la creación divina como en la humana:
las imágenes divinas nos vienen en ei transcurso de los suenos, asî
como las pinturas son"una especie de sueno que la mano del
hombre presenta a unos ojos que están despiertos" (266 c). También
en
La República el influjo de las obras de arte sobre el espíritu
era descripto como un envenenamiento por pequeñas dosis, inad-
vertido, inconsciente (40lc).
Lo que interesa señalar aquí es que en este tercer térmi-
nos
no, como lugar de encuentro, reaparece la paradoja mimetológica:
lo informe recibe todas las formas a partir de su radical vaciedad
eindeterminación; la no-presencia es la condiciön de posibilidad
de todo aparecer; y que, sobre
en
todo, será necesaria una relectura
estos términos
Critura y la
paradojales de los juicios platónicos sobre la es-
pintura: sobre el porta-huellas (el
escribe todo_ los discursos, la pintura pinta todaslugar),
la escritura
las
por ello es
imágenes.
la escritura la que inscribe sobre la dialéctica
caracteres de los
esta analogíä.
nalmente digamos que en esta especie paradojal reconocemos
ontas ma, que está en todas partes y en ninguna, al simulacro,
dDrca ilusoriamente todas las cosas, al imitador, que nada
E Pero pinta y compone discursos acerca de todas laS cosas.
TS decir, tambien al solista de las "cien
del cabezas que es origen
r en el cual se multiplica para ocultarse; ël,
jeto,infinitamente multiplicado y plural que es
y
sus
con al
perspectivas,
su-
que desaparece. Esta
economia
ser y no-ser es, en fin,1a hiperbolôgica
del origen:
de nadu y
el lugar se Lodo.
figuras que contiene, de
es
inaprenensidle, esta fuera
oculta 'en
del logos puesto que de la
dialéctica:
es io
no-presente. No se
deja dividir
capacida
en cuanto no-presencia es por a
do mediante la escritura. El
lo que solo puede ser
logos desde sieinpre lo pensa-
es
ser escrito, puesto que desde el que puede
con el Ser. El Sol del origen est perdida su identidad
Mito de la Caverna ciega,
padre -el Bien- está perdido. y el rostro del
Como orige+ de toda
esencialmentë la no-presencia
que presencia es
la
zar. Allf aparece la dialctica no puede
escritura y es Platón actuali-
de la muerte de
Sõcrates -el padre-, quien escribe a partir
reconocimiento de su estatuto pero tambin a
paradojal. partir del
Es decir, no sólo
en nombre del
padre, sino también y al escribe
tarse en un
personaje y desaparecer como
mismo tiempo, para ocul
incómodo lugar del autor,
sujeto que enuncia la paradoja. eludiendo así el
La escritura dialogada
es el
sujeto que escribe y que enuncia esa producto de la desaparición del
sona, la del género
epistolar. Allí
desaparición en primera per
he escrito yo sobre Platón escribe; "... nunca jamâs
estas
no la habr .. Lo que en la cuestiones,.. no hay obra de
PlatQn
es de Sócrates actualidad se designa con ese nombrey
en la
época de
déceme. Cuando hayas leïdo -su hermosa juventud. Adiðs y obe-
y relesdo esta carta,
ta I, 31 4d). quémala..." (Car-
Este trabajo, que
prosigue algunas reflexiones esbozadas en
anterior, "Sobre la m+mesis en
al análisis de tres Platón" (ESCRITA N* 6), se haotro texto
limitado
diálogos del filósofo griego?

Bibliografía:
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124

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escrita. Edición facsimilar. Tomo 2

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