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NULIDADES EN EL PROCESO POLICIVO

Al entrar al tema de las nulidades, en el procedimiento nacional policivo, se hace necesario


recordar que allí se agrupan bajo el título de "proceso único de policía", dos clases de
procedimientos policivos, a saber: el verbal inmediato y el verbal abreviado'.

El primero de ellos de competencia del personal uniformado dé la Policía Nacional, los


comandantes de estación o subestación de Policía, y los comandantes del Centro de Atención
Inmediata de Policía, y el segundo de competencia de los Inspectores de Policía, los Alcaldes y las
autoridades especiales de Policía.

1. Tipificación y trámite de las nulidades en el proceso policivo


El Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana, solamente y de manera escueta
se refiere a las nulidades en un solo artículo y lo hace con la única finalidad de establecer,
la oportunidad en la cual se puede so-licitar, el proceso en el cual puede invocarse?, la
causa y el recurso que procede contra la decisión que tome la autoridad de policía.

"Los intervinientes en el proceso podrán pedir únicamente dentro de la audiencia, la nulidad del
mismo por violación del debido proceso consagrado en el artículo 29 de la Constitución Política,
solicitud que se resolverá de plano. Contra esta decisión solo procederá el recurso de reposición,
que se resolverá dentro de la misma audiencia".

Al leer dicho tipo procesal policivo se nota, de una parte, un tinte que le es propio a los Estados
totalitarios, lo cual es posible afirmarlo en tanto restringe la opción del derecho de controvertir
una decisión en proceso policivo solo por vía del recurso de reposición, coartando el de apelación,
y de la otra que abre en el campo de las nulidades una amplia posibilidad de debate procesal con
trascendencia sustancial en tanto cuanto se refiere a la violación al debido proceso como causal de
nulidad, por lo cual estas dos singularidades, presentes en la norma en cita, parecen entrar en
contradicción con los valores, principios, derechos y garantías que contiene y promueve la
Constitución Política y por lo mismo involucra, a diferencia de otros problemas de hermenéutica,
un problema de interpretación constitucional.

Si bien es cierto, el artículo 29 de la Constitución Política colombiana señala, que el debido proceso
se aplica a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas, también fija el marco
constitucional de que:

"Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o
tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio.

En materia penal. la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de
preferencia a la restrictiva o desfavorable".

Entonces, la pregunta obligada es ¿cuál habrá de ser la extensión y límite del debido proceso? Y;
¿Cuál “la plenitud de las formas propias de cada juicio”? y si esa norma excluye la gama de
motivos de nulidad que están perfectamente decantados y precisados en la doctrina y en la
jurisprudencia constitucional, además, si lo hace sin ninguna explicación. Igualmente

¿cuál la razón para que el recurso quede restringido al de reposición? En especial cuando quiera
que estos procedimientos policivos no son de única instancia.
Cuando en el año 2010 se presentó el proyecto de Ley 205 de 2010 se-nado, 113 de 2010 Cámaras
se establecía que las nulidades debían ser tramitadas como incidente, y a tal efecto hacía remisión
al Código de Procedimiento Civil.

"Artículo 144. Nulidades. Serán causales de nulidad en el procedimiento único de Policía las
señaladas en el Código de Procedimiento

Civil v se tramitarán como incidente"

2. Las nulidades en la doctrina y la jurisprudencia aplicable al proceso policivo

2.1. Concepto, clasificación e interés en la petición de las nulidades

No existe un consenso unánime legitimador de la existencia de esta figura jurídica, ni mucho


menos, de lo que es la nulidad. De ahí que se indiquen, por los variados autores, diversas
concepciones. Así se tiene, por ejemplo, que para algunos la nulidad es:

Sanción. La nulidad "es una sanción a la irregularidad procesal que traduce ostensibles violaciones
de los derechos del acusado, uno de ellos el de defensa...".

Invalidez. "La nulidad es la invalidez jurídica de la relación procesal, por falta de presupuestos para
su constitución, o de actos realizados en el proceso, imperfecta o irregularmente por
inobservancia de condiciones de forma, de modo o de tiempo, ¿señalados por la ley como
esenciales para la actuación procesal produzca efecto”?

Declaración. Nulidad "es la declaración judicial por medio de la cual se deja sin efecto un acto
procesal, por violación de las formalidades de este y consiguientemente de las garantías que
tutelaba".

Vicios de actividad.

Las nulidades "se las designa también como fallas en procediendo o vicios de actividad cuando el
juez o las partes, por acción u omisión, infringen las normas contempladas en el Código a las
cuales deben someterse inexcusablemente, pues ellas les indican lo que deben, pueden y no
pueden realizar".

2.2. Clases de nulidades y sus consecuencias genéricas

La nulidad, como figura jurídica que es, es una sola; sin embargo, en el tiempo, y en procura de
establecer las consecuencias genéricas, que de ellas se pueden derivar se la ha clasificado en
diversos grupos, quizás debido, más que a una segmentación natural y de estructura, a una
división por necesidades cuando se estudia el acto el presupuesto procesal acusado, del

vicio de nulidad.

Absolutas. Son absolutas "las nulidades que deben considerarse objetivamente relevantes, por
estar determinadas por falta de un requisito que la ley considera indispensable a la buena marcha
de la función jurisdiccional: deben, por eso, pronunciarse por el juez de oficio y son normalmente
insanables, a menos que la ley no considere también respecto de ellas la posibilidad de una
convalidación"1.

- Relativas.

Son relativas "las nulidades que pueden pronunciarse solamente a instancia de la parte
interesada; son por eso nulidades esencialmente sanables, porque la falta de relieve de una
nulidad convalida el acto viciado; cuando un determinado requisito establecido en interés de una
parte, la ley considera que la aquiescencia de esta valga como síntoma suficiente para comprobar
que la falta de aquel requisito no ha lesionado modo apreciable su legítimo interés y dispone por
eso que el acto mismo conserve su validez, como si hubiera sido perfecto".

Legales.

Las nulidades legales son las que están establecidas de manera taxativa en la ley, como es el caso
del Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana que alude a la violación al debido
proceso de qué trata el artículo 29 de la Constitución.

Constitucionales o jurisprudenciales. Las nulidades constitucionales están referidas a los vicios que
se suscitan, no con fundamento en las leyes de procedimiento, sino a las que, para su
estructuración, se recurre a la Constitución Nacional en lo que ella ha dispuesto para el
procedimiento, aunque realmente es discutible tal situación si se tiene en cuenta que es la
constitución la que fija las instituciones jurídicas y la ley las desarrolla.

En estricto rigor jurídico, ellas no son causales de nulidad, por cuanto la Constitución Nacional no
instituye motivos, sino garantías.

En el artículo 29 de la Carta se expresa el debido proceso y se listan, bajo su égida, categorías que
lo determinan, pero nunca causas que dan origen a vicios de nulidad. Esa clase de nulidades se
introdujo en el derecho procesal penal a instancias de la Constitución de 1886, y bastante
problema ha traído a los procesos.

Fabio Calderón Botero* sostiene que hablar de nulidades constitucionales es un desacierto


enorme, pues, lo correcto es llamarlas nulidades jurisprudenciales de origen constitucional, y
como razón para esa conclusión, expresa que hay una gran diferencia entre causas de nulidad y
garantías procesales, aun cuando ambas instituciones se complementan.

En igual sentido comenta Fabio Calderón Botero, citando una jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia, en Sala de Casación Penal, del 8 de mayo de 1970, que "el problema de las nulidades
jurisprudenciales de origen constitucional radica en el uso inmoderado que de ellas hacen los
jueces de instancia. Entre dichos funcionarios existe la nociva tendencia a considerar como nulidad
supralegal cualquier clase de irregularidad procesal, por la circunstancia anotada de que la Carta
no establece motivos, y por la falsa concepción de sus principios, es así como deducen criterios de
invalidez que no siempre alcanzan entidad generante de nulidad, con detrimento del proceso en
su aspecto dinámico y con menoscabo de la seguridad procesal, por la sorpresa que su denuncia
causa a las partes. Años más tarde Bernal Cuéllar, retomando el tema, dice que "el fundamento
constitucional de las nulidades en el proceso penal se encuentra principalmente en el artículo 29
de la Carta, que consagra cinco garantías básicas a saber:
1. Legalidad de los delitos y de las penas

2. Legalidad de la jurisdicción

3. Juzgamiento conforme a la plenitud de las formas propias del juicio. Garantía dentro de la cual
se incluye el principio de la doble instancia, la presunción de inocencia, la publicidad, legalidad y
contradicción de la prueba.

4. El derecho a la defensa en todas y cada una de las etapas del proceso.

5. El principio de favorabilidad.

En relación con las garantías constitucionales enunciadas, sólo se incorporaron expresamente


como causal de nulidad, la negación de la legalidad de jurisdicción, del debido proceso y del
derecho a la defensa.

En consecuencia, se mantiene en el ordenamiento procesal colombiano la clasificación de las


nulidades en legales y supralegales".

2.3. Interés en la petición de nulidad

Debe existir un interés en que la nulidad detectada sea declarada, y con-secuencialmente se anule
la actuación, o la porción del proceso que se encuentra viciada, o todo el proceso según el caso.
Ahora, se preguntará y ¿cómo debe entenderse el interés? Ese ha sido un punto neurálgico en el
desarrollo de la figura jurídica que se viene estudiando. La forma como debe ser entendido el
interés en la nulidad, así como su alcance y contenido ha dado origen, a lo largo del tiempo, a dos
posiciones importantes:

1) El interés en la declaratoria de nulidad debe mirarse como una voluntad general, abstracta de
todos los sujetos procesales.

2) El interés en la declaratoria de nulidad debe mirarse como una voluntad particular, determinada
por el perjuicio que al sujeto procesal el vicio de nulidad, le pueda generar.

Las implicaciones que esas corrientes traen son diversas, pues, en la primera, para solicitar su
declaratoria, está legitimado cualquier sujeto procesal, en cambio, no acontece lo mismo con la
segunda, ya que en ella solamente está legitimado quien de manera particular y específica tenga
interés en su declaración.

Interés particular. Tiene su razón de ser en que si la ley consagra la posibilidad de convalidar la
nulidad, lógico resulta entender que el interés en la nulidad queda subordinado a la capacidad de
disposición de ese derecho, y como sólo puede disponer de un derecho [de la petición de nulidad
en este caso], quien es su titular, entonces, el interés reposa solamente en el perjudicado con la
nulidad, quien por la sola causa de ser damnificado con el vicio de nulidad, es el dueño del
derecho para esa situación, y quien no está siendo perjudicado, pues, carece de interés.
Interés general. Donde la ley no distingue, no es dado al intérprete hacer distinciones, y en el
procedimiento penal simplemente se indica que "quien alegue la nulidad debe demostrar que la
irregularidad sustancial, afecta garantías de los sujetos procesales, o desconoce las bases
fundamentales de la instrucción y el juzgamiento".

Conclusión al interés en la nulidad. En la realidad una nulidad, no solamente puede llegar a


perjudicar a un sujeto procesal, sino a todos los sujetos procesales.

El interés sí debe ser particular, pero, no entendido solamente como el interés individual del
perjudicado con el acto defectuoso, sino como el interés que también se tiene en las
consecuencias colaterales que la actuación anulable puede traer.

3. Principios rectores de la nulidad

Los principios son el fundamento sobre el cual se apoya e inspira la institución jurídica de la
nulidad. Son orientaciones que sirven al intérprete, para aplicar la ley.

Estos principios, si se hace una somera revisión, en los diferentes autores, se hallará que ocupan
un sitio poco o nada privilegiado, ya que escasa es la importancia. lastimosamente, que a los
mismos se les da, pues, no se ha examinado la trascendencia que ellos tienen y se toman como un
colgajo, o bien de páginas de relleno al libro sobre el tema, o bien como para no pasar por ellos,
como legos. Pero. precisamente, por no querer comprenderse la magnitud de los mismos, es que
con posterioridad y al adentrarse en la solución de casos específicos, se siguen errados senderos.

3.1. Principio de la taxatividad

Este fundamento, conocido también como principio de la especificidad y principio de la legalidad,


se define en que no se concibe la nulidad si no hay una ley que expresamente describa un
supuesto de hecho que sea causa de ella. Es decir, no se pueden concluir, sino que tienen que
estar establecidas expresamente en la ley.

Hay que aclarar que quien acoge la causal supralegal no es que deseche la legal, sino todo lo
contrario: a la causal de nulidad contenida en una ley inferior [legal], en este caso, el artículo 304
del Código de Procedimiento Penal, le suma las del artículo 29 de la Constitución Nacional, de tal
suerte que la taxatividad aparece no solo en la ley procesal penal, sino que además está
especificada en la Carta Fundamental.

Conclusión a la taxatividad. En conclusión, al principio de la taxatividad se tiene:

1) La nulidad exige la existencia de un tipo penal que, en forma hipotética, describa el hecho que la
configura.

2) En la búsqueda de la taxatividad nacen dos corrientes:

a) la que afirma que el supuesto hipotético sólo se encuentra en la ley

penal y nada más.

b) la que sostiene que el supuesto hipotético no solamente puede ser encontrado en la ley penal,
sino también en la Constitución Nacional.
3.2. Principio de la no taxatividad

En oposición al anterior principio está el que conceptúa, que las causales no son taxativas, sino
enunciativas; es decir, que, en la ley, lo que hizo el legislador fue simplemente dar una idea
aproximada de los motivos que vician un proceso, por lo tanto, y, bajo esos principios, el
intérprete puede calcular y sopesar los hechos, para deducir si ellos constituyen o no vicio capaz
de resquebrajar el proceso, sin necesidad de que en la norma se haya consignado.

3.3. Principio de convalidación

El principio de convalidación consiste en que, cuando existe la nulidad, esta puede ser revalidada
por los sujetos procesales, es decir, mediante un acto de voluntad se autoriza para que se
considere que no hay nulidad, pese a que sí existe. Sin embargo, el asunto no es así de simple,
como aparece en su definición, pues, al anterior enunciado, la ley, la jurisprudencia y la doctrina le
han introducido unos aditamentos, admitidos por algunos, discutidos por otros, pero que en todo
caso condicionan su aplicabilidad. gr. si es una nulidad de las saneadles o si no lo es, si es una
nulidad supralegal, o por el contrario legal, si se trata de las que el sujeto procesal tiene la
capacidad de disposición del derecho o no, etc. y dependiendo de ellos se complica el asunto,
cuando se mira la forma como se puede tener por expresada la convalidación.

3.4. Principio de protección

El principio de protección radica en que no puede alegar la nulidad, quien con su conducta ha
contribuido a la génesis o, al desarrollo del vicio de nulidad, así esté perjudicado con ella esta regla
tiene unas excepciones.

Novoa Velásquez», afirma que "no es que el sujeto procesal no tenga derecho para invocar la
causal de nulidad, por el contrario, le asiste todo el derecho, pero al no hacer uso de este dentro
del término legal correspondiente, concluye así su oportunidad para hacer uso de esa institución
procesal, obteniendo como resultado de su petición, la negativa del funciona-rio".

3.5. Principio de trascendencia

El principio de trascendencia dispone que la nulidad no se puede invocar por el solo interés de la
ley, sino cuando con ella se procura la salvaguarda de los derechos fundamentales y se evita un
perjuicio. Lo precedente implica que quien alegue una nulidad debe probar no solamente la
existencia del vicio, sino que está afectando garantías fundamentales.

3.6. Principio de oficiosidad

Señala el principio de oficiosidad, que el funcionario judicial está obligado, siempre que advierta
una causal de nulidad, a declararla y dejar nulo el acto o la actuación procesal defectuosa, y
ordenar la reposición de lo actuado, aun sin que medie solicitud de parte.

El principio de oficiosidad puede decirse, se lleva de pleno derecho a la discusión del interés en la
petición de nulidad, puesto que si se aceptara la tesis del interés individual, y ese fuere el punto de
vista doctrinario del funcionario, aún elevada la solicitud de nulidad por quien carece de
legitimación individual para ello, el funcionario, de ser cierta la existencia de la misma, debe
examinarla y resolver de fondo y si es del caso declararla y reponer la actuación.
3.7. Principio de la finalidad

Siempre se ha mirado este principio desde un solo punto de vista y la razón es apenas lógica: la ley
hace una previsión exclusivamente con respecto al acto y guarda silencio en lo demás, los
intérpretes, siguiendo ese camino se quedan en él y olvidan otro aspecto.

Lo anterior permite inferir que el principio de la finalidad ocupa dentro de ellos, un papel
preponderante, y que él debe mirarse teniendo en cuenta dos parámetros: uno, la finalidad del
acto y dos, el objetivo de los presupuestos procesales.

Finalidad del acto. Dentro del principio de la finalidad, pone de relieve que la nulidad no se puede
declarar, cuando el acto, acusado de nulo, cumple con la finalidad a que estaba destinado, siempre
y cuando no se viole el derecho a la defensa.

3.8. Principio de excepción

El principio de excepción recibe diferentes nombres, así: principio de la naturaleza residual,


principio de mecanismo de excepción, principio de la última razón, principio de medida extrema y
consiste en que sólo se puede decretar la nulidad cuando no exista otro medio procesal para
subsanar la irregularidad sustancial.

En este sentido se dice que la nulidad es un remedio extremo al cual sólo debe acudirse cuando el
vicio sea de tal magnitud y trascendencia que desquicie el proceso en su estructura o eche por
tierra sus garantías fundamentales en forma irreparable; y aún en tales casos su declaratoria debe
regirse por la idea de lo estrictamente necesario procurando dejar vigente aquella parte del
proceso que no adolece del vicio.

3.9. Principio de seguridad o certeza

El principio de seguridad o certeza se traduce en que la actuación o el acto viciado de nulidad,


tiene plena validez y produce todos sus efectos, mientras no sea reconocido el vicio y declarada
por el funcionario, la nulidad.

3.10. Principio del miedo

Lo que en estas páginas se ha dado por llamar el principio del miedo, no aparece consignado por
parte alguna en la doctrina ni muchísimo menos en la jurisprudencia, pero, en la realidad
fenomenológica suele tener ocurrencia con una frecuencia más allá de lo que pudiera imaginarse,
y consiste en que algunas personas, con temperamento equalizable o por el contrario, carentes de
la suficiente capacidad de compromiso para exponer su criterio y someterlo a la crítica y al
escarnio público y sin aptitud para defender sus ideas, optan por resolver las nulidades y cualquier
otro asunto, dependiendo de lo que de ellos se pueda llegar a comentar, como consecuencia de la
decisión adoptada. Sin detenerse a pensar si la opinión es acertada o no

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