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Muchísimas gracias.
¡Qué miedo estar aquí entre los más inteligentes de los inteligentes! Estoy aquí
para contarles algunas historias de pasión. Hay un refrán judío que me
encanta. ¿Qué es más cierto que la verdad? Respuesta: La historia. Yo soy
una contadora de historias. Quiero contar algo que es más cierto que la verdad
obre nuestra humanidad compartida. Todas las historias me interesan, y
Algunas me obsesionan hasta que termino escribiéndolas. Ciertas temáticas se
repiten: justicia, lealtad, violencia, muerte, asuntos políticos y sociales, libertad.
Estoy consciente del misterio que nos rodea, así que escribo sobre
coincidencias, premoniciones, emociones, sueños, el poder de la naturaleza, la
magia.
"La pasión vive aquí". ¿No es siempre así? El corazón nos guía y determina
nuestro destino. Esto es lo que necesito para los personajes de mis libros: un
corazón apasionado. Necesito inconformistas, disidentes, aventureros,
forasteros y rebeldes, que hacen preguntas, tuercen las reglas y toman riesgos.
Gente como todos los que están en este auditorio. La gente simpática y con
sentido común no son personajes interesantes. (risas) Sólo sirven de buenos
ex esposos. (risas) (aplausos)
En la sala verde del estadio conocí a las otras mujeres que llevarían la
bandera: tres atletas, y las actrices Susan Sarandon y Sofia Loren. También
dos mujeres de corazones apasionados. Wangari Maathai, la ganadora del
Premio Nobel de Kenia que ha plantado 30 millones de árboles, y al hacerlo ha
cambiado la tierra y el clima de algunos lugares de Africa, y por supuesto las
condiciones económicas de muchos pueblos, Y Somaly Mam, una activista
camboyana que lucha apasionadamente contra la prostitución infantil, Cuando
ella tenía 14 años, su abuelo la vendió a un burdel. Ella nos contó de niñas
violadas por hombres que creen que tener sexo con una virgen muy joven los
va a curar del SIDA. Y de burdeles donde las niñas son forzadas a recibir de
cinco, a 15 clientes por día, y si se rebelan, las torturan con electricidad. En la
sala verde recibí mi uniforme. No era el tipo de atuendo que normalmente uso,
pero era muy distinto que el traje del Hombre Michelin que yo anticipaba.
Realmente no estaba mal. Yo me veía como un refrigerador. (risas) Al igual que
casi todas las personas que llevaban la bandera, excepto Sofia Loren, el
símbolo universal de belleza y pasión. Sofia tiene más de 70 y se ve fabulosa.
Ella es sexy, flaca, alta, con un bronceado profundo. ¿Cómo se puede tener
ese bronceado y no tener arrugas? Yo no se. Cuando le preguntaron en una
entrevista "¿Cómo hace para verse tan bien?" Ella respondió: "Postura. Mi
espalda siempre está recta, y no hago los ruidos de los viejos". (risas) Así que
aquí tienen consejos gratuitos de una de las mujeres más bellas del mundo. No
gruñir, no toser, no resollar, no hablar solos, nada de pedos. (risas) Bueno, ella
no dijo esto exactamente. (risas)
Mapendo quiere decir "gran amor" en Swahili. Las protagonistas de mis libros
son mujeres fuertes y apasionadas como Rose Mapendo. Yo no las invento. No
es necesario. Miro a mi alrededor y las veo en todas partes. He trabajado con
mujeres y para mujeres toda mi vida. Las conozco bien. Yo nací en tiempos
antiguos, en el fin del mundo, dentro de una familia patriarcal, católica y
conservadora. No es ninguna sorpresa que ya a los 5 años fuera una feminista
furiosa aunque el término no había llegado todavía a Chile, así que nadie sabía
cuál era mi problema. (risas) Pronto descubriría que había que pagar un precio
alto por mi libertad y por cuestionar al patriarcado. Pero estaba feliz de pagar el
precio porque por cada golpe que recibí, yo pude dar dos de vuelta. (risas) Una
vez, cuando mi hija Paula tenía más de 20 años, me dijo que el feminismo era
anticuado y que yo debería dejarlo. Tuvimos una pelea memorable. ¿El
feminismo es anticuado? Si, para las mujeres privilegiadas como mi hija y todas
nosotras presentes hoy, pero no lo es para la mayoría de nuestras hermanas
en el resto del mundo que todavía son obligadas a casarse prematuramente, a
prostituirse, o a trabajos forzados, ellas tienen hijos que no quieren o que no
pueden alimentar. No tienen control sobre sus cuerpos o sus vidas. No tienen
ni educación ni libertad. Ellas son violadas, golpeadas y, a veces, asesinadas
con impunidad. Para la mayoría de las mujeres jóvenes occidentales de hoy ser
llamada feminista es un insulto. El feminismo nunca ha sido sexy, pero les
puedo asegurar que nunca me ha impedido coquetear, y rara vez he sufrido
una falta de hombres. (risas) El feminismo no está muerto, de ninguna manera.
Ha evolucionado. Si lo que no les gusta es el término, por la Diosa, ¡cámbienlo!
Llámenlo Afrodita o Venus o lo que quieran, el nombre no importa, mientras
sigamos entendiendo de qué se trata, y que lo apoyemos.
Tengo otra historia de pasión, y esta es triste. El lugar es una pequeña clínica
para mujeres en un pueblo en Bangladesh El año es 2005. Jenny es una joven
asistente dental estadounidense que está de voluntaria en la clínica durante
sus tres semanas de vacaciones. Ella está preparada para limpiar dientes, pero
cuando llega allí, se entera de que no hay doctores, no hay dentistas, y la
clínica es sólo una choza llena de moscas. Afuera hay una fila de mujeres que
han esperado varias horas para ser tratadas. La primera paciente tiene un dolor
espantoso porque tiene varias muelas podridas. Jenny se da cuenta que la
única solución es extraer los dientes malos. Ella no tiene licencia para eso,
nunca lo ha hecho. Ella arriesga mucho y está aterrorizada. Ni siquiera cuenta
con los instrumentos adecuados. pero afortunadamente ella ha traído algo de
anestesia. Jenny tiene un corazón valiente y apasionado. Murmura una
plegaria y sigue adelante con la operación. Al final, la paciente aliviada le besa
las manos. Ese día la asistente dental extrae muchos más dientes. A la
mañana siguiente, cuando llega a la supuesta clínica, su primera paciente está
esperando con el esposo. La cara de la mujer parece un melón. Está tan
hinchada que no se le ven los ojos. El esposo, furioso, amenaza con matar a la
estadounidense. Jenny está horrorizada con lo que hizo, pero entonces el
intérprete le explica que la condición de la paciente no tiene nada que ver con
la operación. El día anterior, el esposo la golpeó porque ella no estaba en casa
a tiempo para prepararle su comida.
Millones de mujeres viven así hoy en día. Son las más pobres de los pobres.
Aunque las mujeres realizan dos tercios del trabajo en el mundo, son dueñas
de menos del 1% de los bienes del mundo. Se les paga menos que a los
hombres por el mismo trabajo si es que se les paga algo, y se mantienen
vulnerables porque no tienen independencia económica, y están siempre
amenazadas por la explotación, la violencia y el abuso. Es un hecho que darle
educación y trabajo a las mujeres, la habilidad de controlar sus ingresos, la
posibilidad de heredar y poseer propiedad, benefician a la sociedad. Si una
mujer está empoderada, sus hijos y su familia van a estar mejor. Si las familias
prosperan, el pueblo prospera, y eventualmente todo el país.
Wangari Maathai va a un pueblo en Kenia. Ella habla con las mujeres, y les
explica que la tierra está árida porque han cortado y vendido los árboles. Ella
logra que las mujeres planten y que rieguen árboles nuevos. gota a gota. En un
lapso de 5 o 6 años tienen un bosque, la tierra se enriquece y el pueblo se
salva. Las sociedades más pobres y retrógradas siempre son las que oprimen
a sus mujeres. Pero esta verdad obvia es ignorada por los gobiernos, y también
por la filantropía. Por cada dólar que se le da a un proyecto para mujeres, se le
dan 20 dólares a proyectos para hombres. Las mujeres son el 51 porciento de
la humanidad. Darles poder va a cambiarlo todo, más que la tecnología, el
diseño y el entretenimiento. Yo puedo prometerles que las mujeres trabajando
juntas, vinculadas entre sí, informadas y educadas, pueden traer paz y
prosperidad a este planeta sin esperanzas. En cualquier guerra hoy, la mayoría
de las bajas son civiles, la mayoría mujeres y niños. Ellos son daño colateral.
Los hombres manejan el mundo y miren el caos que tenemos.
Gracias.