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DISCURSO DE ISABEL ALLENDE.

Muchísimas gracias.

¡Qué miedo estar aquí entre los más inteligentes de los inteligentes! Estoy aquí
para contarles algunas historias de pasión. Hay un refrán judío que me
encanta. ¿Qué es más cierto que la verdad? Respuesta: La historia. Yo soy
una contadora de historias. Quiero contar algo que es más cierto que la verdad
obre nuestra humanidad compartida. Todas las historias me interesan, y
Algunas me obsesionan hasta que termino escribiéndolas. Ciertas temáticas se
repiten: justicia, lealtad, violencia, muerte, asuntos políticos y sociales, libertad.
Estoy consciente del misterio que nos rodea, así que escribo sobre
coincidencias, premoniciones, emociones, sueños, el poder de la naturaleza, la
magia.

En los últimos 20 años he publicado algunos libros, pero viví en el anonimato


hasta febrero del 2006, cuando llevé la bandera olímpica en las Olimpiadas de
Invierno en Italia. Eso me transformó en una celebridad, ahora la gente me
reconoce en Macy's y mis nietos piensan que soy chévere. (risas) Permítanme
contarles sobre mis 4 minutos de fama. Uno de los organizadores de la
ceremonia olímpica, de la ceremonia inaugural, me llamó para decirme que yo
había sido seleccionada para llevar la bandera. Le respondí que seguro se
había equivocado de persona porque soy todo lo contrario a una atleta. De
hecho ni siquiera estaba segura de poder darle la vuelta al estadio sin un
andador. (risas) Me dijeron que esto no era un asunto cómico. Esta sería la
primera vez que la bandera olímpica sería llevada solamente por mujeres. 5
mujeres representando 5 continentes, y 3 ganadoras de medallas de oro
olímpicas. Mi primera pregunta fue, naturalmente, ¿qué ropa iba a usar? (risas)
Un uniforme, me dijo ella, y me preguntó por mis medidas. ¡Mis medidas! Me
visualicé en una parka inflada viéndome como el hombre Michelin. (risas)

En la mitad de febrero, me encontré en Turín, donde las multitudes entusiastas


vitoreaban cuando cualquiera de los 80 equipos olímpicos pasaba por la calle.
Estos atletas habían sacrificado todo para competir en las Olimpiadas. Todos
merecían ganar, pero está el elemento suerte. Un cristal de nieve, una pulgada
de hielo, la fuerza del viento, pueden determinar el resultado de una carrera o
de un partido. Pero lo que más importa, más que el entrenamiento o la suerte,
es el corazón. Sólo un corazón sin miedo y resuelto obtendrá la medalla de oro.
Todo tiene que ver con la pasión. Las calles de Turín estaban cubiertas de
carteles rojos anunciando el lema de las Olimpiadas.

"La pasión vive aquí". ¿No es siempre así? El corazón nos guía y determina
nuestro destino. Esto es lo que necesito para los personajes de mis libros: un
corazón apasionado. Necesito inconformistas, disidentes, aventureros,
forasteros y rebeldes, que hacen preguntas, tuercen las reglas y toman riesgos.
Gente como todos los que están en este auditorio. La gente simpática y con
sentido común no son personajes interesantes. (risas) Sólo sirven de buenos
ex esposos. (risas) (aplausos)
En la sala verde del estadio conocí a las otras mujeres que llevarían la
bandera: tres atletas, y las actrices Susan Sarandon y Sofia Loren. También
dos mujeres de corazones apasionados. Wangari Maathai, la ganadora del
Premio Nobel de Kenia que ha plantado 30 millones de árboles, y al hacerlo ha
cambiado la tierra y el clima de algunos lugares de Africa, y por supuesto las
condiciones económicas de muchos pueblos, Y Somaly Mam, una activista
camboyana que lucha apasionadamente contra la prostitución infantil, Cuando
ella tenía 14 años, su abuelo la vendió a un burdel. Ella nos contó de niñas
violadas por hombres que creen que tener sexo con una virgen muy joven los
va a curar del SIDA. Y de burdeles donde las niñas son forzadas a recibir de
cinco, a 15 clientes por día, y si se rebelan, las torturan con electricidad. En la
sala verde recibí mi uniforme. No era el tipo de atuendo que normalmente uso,
pero era muy distinto que el traje del Hombre Michelin que yo anticipaba.
Realmente no estaba mal. Yo me veía como un refrigerador. (risas) Al igual que
casi todas las personas que llevaban la bandera, excepto Sofia Loren, el
símbolo universal de belleza y pasión. Sofia tiene más de 70 y se ve fabulosa.
Ella es sexy, flaca, alta, con un bronceado profundo. ¿Cómo se puede tener
ese bronceado y no tener arrugas? Yo no se. Cuando le preguntaron en una
entrevista "¿Cómo hace para verse tan bien?" Ella respondió: "Postura. Mi
espalda siempre está recta, y no hago los ruidos de los viejos". (risas) Así que
aquí tienen consejos gratuitos de una de las mujeres más bellas del mundo. No
gruñir, no toser, no resollar, no hablar solos, nada de pedos. (risas) Bueno, ella
no dijo esto exactamente. (risas)

En algún momento cerca de la medianoche, nos convocaron a un ala del


estadio, y los parlantes anunciaron la bandera olímpica, y comenzó la música,
a propósito, es la misma música que ponen aquí, la Marcha de Aida. Sofia
Loren estaba justo en frente mío, ella es 30 cm. más alta que yo, sin contar el
pelo escarmenado. (risas) Ella caminó elegantemente, como una jirafa en la
sabana africana, sosteniendo la bandera sobre su hombro. Yo trotaba detrás,
(risas) en puntillas, sosteniendo la bandera con mi brazo extendido. de manera
tal que mi cabeza estaba debajo de la maldita bandera. (risas) Por supuesto,
todas las cámaras apuntaban hacia Sofia. Cosa afortunada para mi porque en
la mayoría de las fotos de prensa aparezco también yo, aunque casi siempre
entre las piernas de Sofia. (risas) Lugar donde a la mayoría de los hombres les
gustaría estar. (risas) (aplausos)

Los mejores 4 minutos de toda mi vida fueron aquellos en el Estadio Olímpico.


Mi esposo se ofende cuando digo esto, aunque yo le he explicado que lo que
hacemos en privado en general toma menos de 4 minutos, (risas) así que no
debería tomárselo personalmente. Tengo todos los recortes de prensa de esos
magníficos 4 minutos, porque no quiero olvidarlos cuando la vejez destruya mis
neuronas.

Quiero llevar en mi corazón para siempre la palabra clave de las Olimpiadas:


pasión. Aquí les tengo una historia de pasión. El año es 1998, el lugar un
campo de prisioneros para refugiados Tutsi en el Congo. A propósito, 80% de
todos los refugiados y desplazados en el mundo son mujeres y niñas. Podemos
llamar este lugar en el Congo un campo de muerte, porque a los que no matan,
mueren de hambre y enfermedad. Las protagonistas de esta historia son una
mujer joven, Rose Mapendo, y sus hijos. Ella está embarazada y es una viuda.
Los soldados la han forzado a ver cómo torturan y matan a su esposo. De
alguna manera logra mantener vivos a sus 7 hijos, y unos meses después da a
luz a mellizos prematuros. Dos pequeños niños. Corta el cordón umbilical con
un palo, y lo amarra con su propio pelo. Les da los nombres de los
comandantes del campamento para agradarlos, y los alimenta con te negro
porque su leche no puede sustentarlos. Cuando los soldados irrumpen en su
celda para violar a su hija mayor, ella la agarra y rehusa soltarla, aún cuando le
apuntan un arma a su cabeza. De alguna manera la familia sobrevive por 16
meses, y luego, con una suerte extraordinaria, y gracias al corazón apasionado
de un joven norteamericano, Sasha Chanoff, que logra subirla a un avión de
rescate de EEUU, Rose Mapendo y sus 9 hijos llegan a Phoenix, en Arizona,
donde hoy viven y prosperan.

Mapendo quiere decir "gran amor" en Swahili. Las protagonistas de mis libros
son mujeres fuertes y apasionadas como Rose Mapendo. Yo no las invento. No
es necesario. Miro a mi alrededor y las veo en todas partes. He trabajado con
mujeres y para mujeres toda mi vida. Las conozco bien. Yo nací en tiempos
antiguos, en el fin del mundo, dentro de una familia patriarcal, católica y
conservadora. No es ninguna sorpresa que ya a los 5 años fuera una feminista
furiosa aunque el término no había llegado todavía a Chile, así que nadie sabía
cuál era mi problema. (risas) Pronto descubriría que había que pagar un precio
alto por mi libertad y por cuestionar al patriarcado. Pero estaba feliz de pagar el
precio porque por cada golpe que recibí, yo pude dar dos de vuelta. (risas) Una
vez, cuando mi hija Paula tenía más de 20 años, me dijo que el feminismo era
anticuado y que yo debería dejarlo. Tuvimos una pelea memorable. ¿El
feminismo es anticuado? Si, para las mujeres privilegiadas como mi hija y todas
nosotras presentes hoy, pero no lo es para la mayoría de nuestras hermanas
en el resto del mundo que todavía son obligadas a casarse prematuramente, a
prostituirse, o a trabajos forzados, ellas tienen hijos que no quieren o que no
pueden alimentar. No tienen control sobre sus cuerpos o sus vidas. No tienen
ni educación ni libertad. Ellas son violadas, golpeadas y, a veces, asesinadas
con impunidad. Para la mayoría de las mujeres jóvenes occidentales de hoy ser
llamada feminista es un insulto. El feminismo nunca ha sido sexy, pero les
puedo asegurar que nunca me ha impedido coquetear, y rara vez he sufrido
una falta de hombres. (risas) El feminismo no está muerto, de ninguna manera.
Ha evolucionado. Si lo que no les gusta es el término, por la Diosa, ¡cámbienlo!
Llámenlo Afrodita o Venus o lo que quieran, el nombre no importa, mientras
sigamos entendiendo de qué se trata, y que lo apoyemos.

Tengo otra historia de pasión, y esta es triste. El lugar es una pequeña clínica
para mujeres en un pueblo en Bangladesh El año es 2005. Jenny es una joven
asistente dental estadounidense que está de voluntaria en la clínica durante
sus tres semanas de vacaciones. Ella está preparada para limpiar dientes, pero
cuando llega allí, se entera de que no hay doctores, no hay dentistas, y la
clínica es sólo una choza llena de moscas. Afuera hay una fila de mujeres que
han esperado varias horas para ser tratadas. La primera paciente tiene un dolor
espantoso porque tiene varias muelas podridas. Jenny se da cuenta que la
única solución es extraer los dientes malos. Ella no tiene licencia para eso,
nunca lo ha hecho. Ella arriesga mucho y está aterrorizada. Ni siquiera cuenta
con los instrumentos adecuados. pero afortunadamente ella ha traído algo de
anestesia. Jenny tiene un corazón valiente y apasionado. Murmura una
plegaria y sigue adelante con la operación. Al final, la paciente aliviada le besa
las manos. Ese día la asistente dental extrae muchos más dientes. A la
mañana siguiente, cuando llega a la supuesta clínica, su primera paciente está
esperando con el esposo. La cara de la mujer parece un melón. Está tan
hinchada que no se le ven los ojos. El esposo, furioso, amenaza con matar a la
estadounidense. Jenny está horrorizada con lo que hizo, pero entonces el
intérprete le explica que la condición de la paciente no tiene nada que ver con
la operación. El día anterior, el esposo la golpeó porque ella no estaba en casa
a tiempo para prepararle su comida.

Millones de mujeres viven así hoy en día. Son las más pobres de los pobres.
Aunque las mujeres realizan dos tercios del trabajo en el mundo, son dueñas
de menos del 1% de los bienes del mundo. Se les paga menos que a los
hombres por el mismo trabajo si es que se les paga algo, y se mantienen
vulnerables porque no tienen independencia económica, y están siempre
amenazadas por la explotación, la violencia y el abuso. Es un hecho que darle
educación y trabajo a las mujeres, la habilidad de controlar sus ingresos, la
posibilidad de heredar y poseer propiedad, benefician a la sociedad. Si una
mujer está empoderada, sus hijos y su familia van a estar mejor. Si las familias
prosperan, el pueblo prospera, y eventualmente todo el país.

Wangari Maathai va a un pueblo en Kenia. Ella habla con las mujeres, y les
explica que la tierra está árida porque han cortado y vendido los árboles. Ella
logra que las mujeres planten y que rieguen árboles nuevos. gota a gota. En un
lapso de 5 o 6 años tienen un bosque, la tierra se enriquece y el pueblo se
salva. Las sociedades más pobres y retrógradas siempre son las que oprimen
a sus mujeres. Pero esta verdad obvia es ignorada por los gobiernos, y también
por la filantropía. Por cada dólar que se le da a un proyecto para mujeres, se le
dan 20 dólares a proyectos para hombres. Las mujeres son el 51 porciento de
la humanidad. Darles poder va a cambiarlo todo, más que la tecnología, el
diseño y el entretenimiento. Yo puedo prometerles que las mujeres trabajando
juntas, vinculadas entre sí, informadas y educadas, pueden traer paz y
prosperidad a este planeta sin esperanzas. En cualquier guerra hoy, la mayoría
de las bajas son civiles, la mayoría mujeres y niños. Ellos son daño colateral.
Los hombres manejan el mundo y miren el caos que tenemos.

¿Qué clase de mundo queremos? Esta es una pregunta fundamental que la


mayoría nos estamos preguntando. ¿Tiene sentido participar en la estructura
mundial actual? Queremos un mundo donde se preserve la vida. y donde la
calidad de vida se enriquezca para todos, no sólo para los privilegiados. En
enero vi una exhibición de pinturas de Fernando Botero en la biblioteca de la
Universidad Berkeley de California. Ningún museo o galería en los Estados
Unidos, excepto por la galería que representa a Botero en Nueva York, se ha
atrevido a mostrar estas pinturas porque el tema es la prisión de Abu Ghraib.
Son pinturas enormes sobre tortura y abuso de poder, en el estilo voluminoso
de Botero. No he podido quitarme esas imágenes de la cabeza o de mi
corazón. Lo que más temo es el poder con impunidad. Le temo al abuso de
poder y al poder de abusar. En nuestra especie, los machos alfa definen la
realidad, y fuerzan al resto de la manada a aceptar esa realidad y a seguir las
reglas. Las reglas cambian todo el tiempo, pero siempre los benefician, y en
este caso, el efecto del chorreo, que no funciona en la economía, funciona
perfectamente. El abusa chorrea desde la parte más alta de la escalera hacia
abajo. Las mujeres y los niños, especialmente los pobres, están abajo. Incluso
el más indigente de los hombres tiene a alguien para abusar, una mujer o un
niño. Estoy harta del poder que unos pocos ejercen sobre la mayoría, a través
del género, los ingresos, la raza, y la clase.

Creo que llegó el momento de hacer cambios fundamentales en nuestra


civilización. Pero para que el cambio sea real, necesitamos energía femenina
en la administración del mundo. Necesitamos un número crítico de mujeres en
posiciones de poder, y necesitamos cultivar la energía femenina de los
hombres. Estoy hablando de hombres con mentes jóvenes, por supuesto. No
hay esperanza con los hombres viejos, tenemos que esperar que se mueran.
(risas) Si, me encantaría tener las largas piernas de Sofia Loren y sus
legendarios pechos. Pero si me dan a escoger, preferiría tener el corazón
guerrero de Wangari Maathai, Somaly Mam, Jenny y Rose Mapendo. Quiero
que este mundo sea bueno. No mejor, sino que bueno. ¿Por qué no? Se
puede. Miren en esta sala, todo este conocimiento, energía, talento y
tecnología. Pongámonos de pie, arremanguémonos y pongámonos a trabajar,
apasionadamente, para crear un mundo, casi, perfecto.

Gracias.

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