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EL RULETEO

Iván Soltero

Médico Cardiólogo

Hay cosas que se van haciendo tradicionales. Se convierten en


costumbre, en parte del entorno o contorno; hasta hacerse
habituales. Tanto sucede así, qué cuando eso no ocurre, hay
asombro. Es como las hallacas, pues navidad sin ellas en
Venezuela, no lo es.

Bueno, en eso se ha convertido el ruleteo de pacientes en


nuestro país. Forma parte intrínseca del sistema, e inclusive
camina. Sí, camina, porque literalmente va por pasos. Claro, los
que más lo sufren son personas de bajos recursos. Pero
cualquiera puede tener un percance, no importa la condición
social.

Primero el vehículo idóneo para el traslado. Conseguirlo, así


como se ve en las series de televisión. Rápido, expedito. Eso es
francamente bien difícil.

Segundo, atención inmediata. A menos que se corra con la


suerte de tener alguna unidad cerca con personal capacitado, o
un transeúnte preparado para eventualidades de ese tipo: léase
paramédico, enfermero (a), médico. Olvídenlo; es poco probable.

Tercero, el traslado. Si al fin se consigue, es cuando comienza el


calvario. A cual nosocomio llevamos al sufriente?

Lógico al más cercano. Tendrá seguro, HCM o algún servicio


médico de esos grandes? No? Bueno a un hospital público.

Pero el “X” está cerrado. Entonces el “Y”, pero la emergencia no


está funcionando. Bueno al “Z”. No. El personal está en huelga.
No les han pagado desde hace meses. Bueno entonces al “W”. al
llegar al “W” la emergencia es un caos.

Si se logra ingresar a la persona con la patología, se dice: ¡ Qué


buena suerte ¡ Pero un momento¡. Se necesita sangre, plasma, o
los medicamentos tales y cuales. Así qué una de las frases más
famosas en nuestro sistema sanitario aflora: NO HAY. Hay que
trasladarlo a otro sitio y a cuál? Bueno se puede probar con el
“L”, o al “Ñ”, o al “C”. Quién sabe?

Allí comienza el auténtico ruleteo. De centro de salud a centro


de salud. Y sucede lo del cuento del infierno venezolano. El
diablo no vino, no hay tobo, no hay insumos, etc, etc.

Algunos la pegan y se salvan. Otros pasan en observación horas y


horas. Otros abaleados, infartados, sucumben.

Las sirenas ululan, la gente llora, la morgue se llena, rebosa y el


ruleteo continúa. Una tradición.

Una encuesta hecha por el Departamento de Salud Pública de La


Escuela de Medicina Vargas de la UCV, ya publicada, mostró qué
el ruleteo hospitalario era la conducta más detestada por el
ciudadano venezolano en relación al aparataje de salud. Esto
debe ser corregido de forma inmediata. Los organizadores del
sistema deben saber y están obligados a saber cómo hacerlo.

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