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Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V.

González
PRIMER EJERCICIO EVALUATORIO ESCRITO
INTRODUCCION A LA HISTORIA Y TP. 1° D
El presente parcial domiciliario tiene la finalidad de integrar los temas
trabajados hasta la fecha. Buscamos con esto una lectura atenta y
reflexiva de todos los textos explicados más los que se incluyen en
este bloque.
El parcial es individual y se valorará la integración; interrelación y
explicación científica de los temas.
Se deberán atener solo a la bibliografía de la Cátedra
Ante dudas se podrán canalizar por mail, WhatsApp o Facebook
cuando sea sobre cuestiones de forma y no de fondo.
El parcial deberá ser entregado por mail en hoja A4, numeradas y
escrito a máquina o computadora; formato de letra Trebuchet MS 11
o Times New Román 11; a espacio y medio debiendo tener una
carátula con los datos personales en cada página (no documento de
identidad)
FECHA DE ENTREGA: 11 de agosto a las 12:00 hs. Luego de esa hora
serán considerado no remitidos
1) Interpele el breve fragmento desde las lecturas vistas. Le
pedimos una explicación racional, integrada y reflexiva de los
textos, no una simple transcripción.

2) Lean atentamente este fragmento. En estas líneas pueden


apreciar una de las ideas centrales del trabajo Combates por la
Historia de Lucien Febvre. Les pedimos no copien y transcriban,
sino que interpelen al texto y desarrollen la idea, háganla
propia.
3) A partir de los fragmentos más abajo transcriptos les pedimos
desarrollen, como en los anteriores puntos, es decir,
reflexivamente, en forma coherente, integrada y explicativa, los
autores que hemos trabajado y las ideas por ellos enunciadas
que atraviesan lo expresado por estos otros autores. Vale
aclararle que no es un solo autor de los vistos al que deben
recurrir. Desarrollen además las diferencias existentes entra las
formas y métodos de la Historia para el siglo XIX y el XX, no
omita ningún autor por favor.
1)_ La sociedad, al menos una sociedad curiosa de conocerse, vuelve al pasado en busca de respuestas o indicios
ante las nuevas preguntas y/o conjeturas suscitadas. Como bien lo plantearía Carr, los hechos no dicen nada por sí
solos, es la recurrencia del historiador lo que les da voz.
En el sentido romántico, historiar, para mí, es buscar el origen de cada suceso e intentar explicarlo. Pero a veces,
con solo encontrar el origen, la génesis, no es suficiente. En la historia resulta relevante encontrar las fisuras, los
quiebres, lo no visto, lo ignorado (a veces con fines políticos) encontrar lo que, denodada o inconscientemente, se
olvidó. Es aquí cuando el proceso de búsqueda de respuestas se vuelve fulgurante.
En términos de Carr, el historiador es un sujeto situado que vive en el presente, su presente. Es un ser humano
actual con avidez de conocer lo sucedido. Jamás debe enamorarse (mucho menos idealizarlo) del pasado, sino
dominarlo y comprenderlo con la mayor intelección posible. El pasado jamás será algo acabado, siempre es un
manantial de saberes que piden ser descubiertos y difundidos y, en algunos casos, esconde su cara sucia y enseña
una limpia.

2)_ Aquí se pone en manifiesto la idea, hoy día normalizada y quizás un tanto remanida, de la interdisciplinariedad.
Según este concepto, ninguna ciencia social (especialmente la histórica) debería desarrollarse libremente sin el
apoyo tanto teórico como empírico de otras ciencias. En un acto simbiótico, el historiador toma de la sociología la
estadística, de la lingüística la interpretación cabal de los textos y de la economía, los resultados empíricos de X
medida económica dentro de un territorio, por citar algunos ejemplos. Febvre propone que la figura del historiador
debe bajarse de la torre de marfil. Es decir, los historiadores, al igual que los científicos de ciencias puras y exactas,
han mantenido un halo prístino, el cual les impide creer en la posibilidad de utilizar herramientas no propias de la
historia. El historiador debe bajar de su aura blanca y pura y entremezclarse con las herramientas ajenas. Utilizar
los textos, pero saber que no solo de estos obtendrá lo que busca. No desdeñar ningún documento, cualesquiera
sean sus orígenes. Porque, como diría el historiador “el hombre edifica la historia con su ingenio.”

3)_ a) Las amplias lecturas de la historia se deben a las amplias ramas las cuales ésta ciencia social posee. Como
todo aquello que necesita una definición (si no se logra, la indecisión lleva a campos infértiles) se subdivide.
Aquellas que se orientan al polo científico, reclaman para sí una sistematización como el de determinada ciencia
exacta. Mientras que, por el otro lado, la historia erudita se dedica a hacer de la historia algo más poético,
romántico y esteta si se quiere. Sobrepone la pasión (pathos) por sobre la racionalidad. Como lo diría Luis
González:
Estas historias distraen de las angustias del tiempo presente.

b) _ Dentro de la historia que podemos llamar la oficial, la historia que cuenta lo que realmente pasó
(vanagloriándose de esta gran empresa) observamos como las clases denostadas, las clases supuestamente
inferiores, cumplen el papel de personaje menor o personaje a modernizar. Para esta historia, son seres
incompletos, incultos, bárbaros (la antinomia civilización o barbarie sarmientina) que jamás llegarán a un grado
superior. Y si llegan, es solo en carácter de mártir (ej. Antonio “falucho” Ruiz o Juan Bautista Cabral)
La clase que domina logra hacer creer a la clase dominada que la historia le pertenece. Que le pertenece
básicamente por ser. Aquí el concepto de la otredad. Como lo otro no es y yo si soy, la dominación es absoluta.
Dado que es fácil dominar lo que, en términos heideggerianos, es inauténtico. En el México ya conquistado, la obra
del jesuita Francisco Javier Clavijero ayudó a levantar la imagen indigenista del país, como una reivindicación de
estos valores.

c, d y e) _ Para Carr, primero hay que analizar al historiador y a partir de allí, analizar su historia. Historiar es
interpretar. Historiar es mantener un diálogo incesante entre el presente y el pasado. Pese a las honrosas
obstinaciones de algunos historiadores cientificistas, la historia no es un trozo con forma definida, al cual calcularle
un peso, un volumen, una altura o una separación de materiales. La historia es enrevesada, es irregular, es la mezcla
perfecta entre la diplomacia más impoluta frente a la cenagosa belicosidad de sus participantes. Pero, ante todo, la
historia es subjetiva. Nace de un ser que, ávido por responderse los grandes interrogantes que se ciernen sobre él y
sus semejantes, recurre al pasado. Pero este ser pertenece a su época y está vinculado a ella. No puede
desentenderse de su contexto bajo la premisa de que “sólo es el pasado lo que importa.”
Toda corriente histórica es fruto de una época. Cuando a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, las ideas
del estado – nación estaban en boga, la producción histórica se volcó para ese pensamiento, en la denominada
“historia de bronce.” Aquella que trata de aleccionar y llenar de espíritu grande y patriota a todo aquel que la lea.
Otro ejemplo es la historia crítica, aquella muy presente durante mitad del siglo XX. Una historia que es fruto de
una etapa prerrevolucionaria o escrita por los personajes que participaron en ella (ej. “La revolución rusa” de
Trotski) es una historia de búsqueda y destrucción. Según Luis González, descubre cadáveres y persigue culpables.
Dentro del texto de Plumb, hay una cita del erudito inglés Hugh Lloyd Jones que me parece fundamental para
explicar porque se puede hablar de una historia escrita con la sangre de los derrotados y la jactancia de los
vencedores. La cita en cuestión es: “Toda la historia antigua, y acaso la historia entera, no es sino la historia de una
oligarquía dominante.
La clase dominante sabe cómo poner a la historia bajo su servicio. Sabe hasta cuándo puede entregarla a las masas
y en donde está el límite. El vencedor no puede demostrar debilidad, dado que si lo hace deja entrever que hay un
debilitamiento inminente en la vigencia de esa clase. El ejemplo más claro es el concepto de “destino manifiesto”
que sirvió de justificativo a los Estados Unidos para desplegarse tanto por el Atlántico como por el Pacífico. Hoy
en día, este concepto no es más que un resto fósil de lo que fueron las esperanzas expansionistas estadounidenses
por el mundo.

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