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Imperio acadio

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Imperio acadio
Mātu Akkadū

Imperio de la antigüedad

c. 2334 a. C.-c. 2154 a. C.

El Imperio acadio en la época de Sargón I el Grande

33°06′N 44°06′ECoordenadas:  33°06′N 
Coordenadas
44°06′E (mapa)

Capital Agadé (Akkad)

Entidad Imperio de la antigüedad

Idioma oficial Acadio

 • Otros idiomas Sumerio, eblaíta, ugarítico y elamita

Religión Religión acadia

Período histórico Edad del Bronce

 • c. 2334 a. C. Establecida

 • c. 2340-2284 a. Conquistas de Sargón I de Acad


C.

 • c. 2154 a. C. Disolución
Forma de gobierno Reino

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← (c. 2260 a. C.)

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El Imperio acadio fue un gran reino de Mesopotamia formado a partir de las


conquistas de Sargón I de Acad. Mantuvo su máximo esplendor en
el siglo XXII A. C. (2334 a 2192 A. C.) en los que se sucedieron cinco
monarcas: el propio Sargón, sus hijos Rimush y Manishutusu, su nieto Naram-
Sin y el hijo de este, Sharkalisharri que gobernaron durante 141 años y de la
que algunos historiadores le consideran el primer gran imperio en la historia de
la Humanidad.1
Los dominios del Imperio acadio se extendieron a toda la cuenca
del Tigris y Éufrates, Elam, Siria y ―según las inscripciones― aún más allá,
hasta el Líbano y la costa mediterránea. Según dichas inscripciones se
llegarían a realizar incursiones hasta Anatolia y el interior de los montes
Zagros y el imperio controlaría el comercio del golfo Pérsico hacia «Magan»
(posiblemente Omán) y la región del valle del Indo.
Las ciudades de Mesopotamia se llenaron de monumentos y estelas
conmemorativas que hablaban de la grandeza del nuevo imperio y en la
escritura se produjo un importante avance del idioma acadio, que se convirtió
en la lengua administrativa del Estado.2

Índice

 1Historia

o 1.1Antecedentes

o 1.2Las conquistas de Sargón

o 1.3Historia según fuentes tradicionales

o 1.4Significación política del Nuevo Imperio

o 1.5Después del Imperio

 2Influencia

 3Cultura
 4Arquitectura

 5Véase también

 6Referencias

 7Bibliografía

Historia[editar]
Antecedentes[editar]
La infiltración pacífica de los semitas en las ciudades sumerias alcanza ahora
densidad suficiente para que aquellos obtengan la supremacía política del país.
Cabe incluso atribuir esta supremacía a una inmigración repentina y masiva:
Es indudable que se produjo una gran afluencia de gentes en la época en que Sargón se hizo rey.
No pudo ser una lenta infiltración de familias interesadas en ganarse la vida en un país más
venturoso, por mucho que así lo sugiera el relato del nacimiento y ocupación del héroe. Este nunca
fue un ordinario ensi de ciudad, dispuesto a comprometer a las ciudades vecinas en una lucha por la
supremacía. En vez de eso edificó una nueva capital y esta albergaba a sus guerreros y a sus
familias, no a una mezcolanza de gentes sacadas del Kish. La ciudad se convirtió en centro de la
parte septentrional del país, que en adelante se conocería como Sumer y Accad. Este proceso solo
pudo producirse por una población consciente de sus diferencias e incluso de la hostilidad de la
población vernácula.

C. J. Gadd, en Cambridge Ancient History, fascículo 17, 1966 pág. 33.

Desde el 3000 a. C. los semitas se habían ido extendiendo desde sus orígenes


en Arabia hacia el norte, con otros grupos diferentes, como los amorreos. No
hay muestras de que estas migraciones se produjesen de manera traumática,
sino que parece tratarse más bien de un proceso gradual. 34En Mesopotamia los
más importantes fueron los acadios, presentes en el área del norte de la región,
en la que se incluía la ciudad de Kish. En esta ciudad se sabe que Sargón
desempeñó algún puesto de responsabilidad. Culturalmente, Sargón
era semita ya que se sabe que su lengua era el también semita acadio.
Hacia el 2340 a. C. Sargón fundó la ciudad de Agadé en las proximidades de
Kish, posiblemente al norte. Su localización todavía no ha sido determinada por
los arqueólogos, aunque se especula que podría haber estado hacia la
confluencia de los ríos Diyala y Tigris, en las afueras del actual Bagdad.56Los
motivos de la fundación de Agadé no están claros. Es probable que Sargón se
rebelase contra su señor en Kish y decidiese establecer un nuevo centro de
operaciones.2Tampoco se conoce con seguridad que ocurrió en Kish. Tal vez
Sargón la tomó antes de lanzarse hacia a la conquista las tierras del sur o tal
vez fue Lugalzagesi de Umma, que había formado un imperio local en el área
del sur.2
Las conquistas de Sargón[editar]

Mapa de la extensión del Imperio acadio con las conquistas de Sargón y las principales revueltas
posteriores. Para la tradición posterior mesopotámica, Sargón y su nieto, Naram-Sim, se convertirán
en los modelos arquetípicos de emperador. Sobre el primero se proyectarán las virtudes a seguir,
convirtiéndole en mito; sobre el segundo, el antimodelo del emperador agotado en sofocar
rebeliones que pierde el beneplácito de los dioses. 4

En algún momento a mediados del siglo XXIV a. C. (2340 a. C.) Sargón se


lanzó a la conquista de las ciudades sumerias del sur. Las conquistas
anteriores de Lugalzagesi de Umma pudieron facilitar el camino del
conquistador acadio, al encontrarse ya vencida la independencia de las
distintas ciudades sumerias. El primero de los objetivos de Sargón fue Uruk,
ciudad célebre por sus grandes murallas y donde en el momento del ataque se
encontraba Lugalzagesi. Sargón no solo conquistó la ciudad, sino que hizo
prisionero al rey, obligándole a caminar hasta el templo de Enlil en Nippur con
una argolla al cuello.
Tras esto se lanzó a la conquista del resto de ciudades sumerias.
Tomó Ur, Lagash y Umma, con lo que ya controlaba tantas tierras como había
hecho Lugalzagesi. Con el dominio de toda la Baja Mesopotamia asegurado,
continuó sus campañas atacando a los elamitas de los montes Zagros, en el
actual Irán, y realizó incursiones en la ciudad de Mari (en la actual Siria) y Ebla,
ya a pocos kilómetros del Mediterráneo, llegando, según las inscripciones, a las
montañas de los cedros: esto es, al actual Líbano, y tal vez hasta Anatolia.24
Sargón se convirtió así en el primer monarca histórico que consiguió unificar
toda la cuenca de la Mesopotamia bajo un mismo mandato. Pese a que es
probable que esta unidad fuese más teórica que real, la figura de Sargón fue un
referente constante para los monarcas que, posteriormente, tratarían de repetir
su hazaña. De hecho, en épocas posteriores se le conoció como Sargón
el Grande. Pero su reinado y el de sus sucesores no estuvieron exentos de
problemas ya que poco antes de su muerte sufriría una revuelta general en las
ciudades conquistadas.4
Pese a estas dificultades, durante el reinado de su nieto y sucesor, Naram-
Sin (2260-2223 a. C.),2el imperio alcanzó su máxima extensión territorial: en los
límites occidentales incorporó las regiones de Alepo (en la actual Siria), y el
entorno de Trípoli (en la costa mediterránea cananea del actual Líbano); en los
orientales conquistó Susa y en el norte se expandió por Anatolia. Sin embargo
hubo un pueblo al que Naram-Sin no consiguió conquistar pese a que guerreó
contra ellos y les infligió algunas derrotas. Eran los guti, que habitaban
los montes Zagros y que atacaban y saqueaban continuamente las tierras del
valle.7El nuevo rey tuvo que enfrentarse además a numerosas rebeliones.
En algún momento de su reinado parece que Naram-Sin fue deificado. El
motivo, según una inscripción en una estatua, fue por petición de su pueblo a
los dioses, después de que el rey ganase nueve batallas contra las que se le
rebelaron «desde los cuatro confines del mundo». Los dioses concedieron y se
le construyó un templo en Agadé, que hasta entonces no estaba dedicado a
ningún dios.2
Tras la muerte de Naram-Sin, su sucesor e hijo, Šarkališarri (2223-2198) vio
incrementada la presión sobre el imperio: Elam se rebeló, conquistando varias
ciudades del sur de Mesopotamia. Posteriormente sufriría invasiones por parte
de los amorreos, a quienes lograría vencer, y de los guti a los que inicialmente
también reduciría. Sin embargo el imperio estaba muy desgastado y tras su
muerte las ciudades del sur de Mesopotamia se independizaron. Tras esto, los
dominios del antiguo imperio quedaron reducidos al área circundante de la
antigua capital, Agadé.2
Historia según fuentes tradicionales[editar]
Un mito, el primero en el tiempo, parecido al de otros antiguos caudillos
surgidos de la nada, un funcionario semítico al servicio de Urzababa, rey de
Kish, forma un partido con gente de su estirpe, organiza un ejército, depone a
Urzababa y levanta una ciudad que dará nombre a su pueblo y a su imperio.
Accad o Agadé. El nuevo dominador se da a sí mismo un nombre de
significado político: Sargón (transcripción bíblica del acadio Šarrukenu, ‘rey
verdadero’).
Otro mito rodea su infancia de ninbo portentoso: hijo de un «nómada de la
montaña» y de una especie de vestal, viene al mundo en Azupiranu (¿la ciudad
del azafrán?). En la necesidad de desprenderse del niño, su madre lo
abandona en un cesto en aguas del río Éufrates. Un palmero lo recoge; lo cría
como hijo y enseña su oficio. Sargón será jardinero, y así lo acredita la Lista de
Reyes. Mas aquí viene de nuevo un agente sobrenatural, único modo de
explicar su meteórica ascensión: la diosa Istar, prendada del muchacho, lo
introduce en la corte de Kish, donde llega a copero del rey Urzababa. Un buen
día, este le ordena realizar un acto que raya la impiedad, «cambiar las ofrendas
de bebidas en el Esagila». Sargón desobedece y se hace todavía más
obsequioso con la divinidad. Como consecuencia de ello el dios Marduk decide
privar de su trono a Urzababa y dárselo a Sargón.
Pero el cambio de poderes no parece haber sido inmediato, pues entre los más
interesados en la intriga median cinco reinados en Kish. Sería durante estos
cuando Sargón construyó Accad, la capital de su principado.
Los hechos que le llevaron a la soberanía del país entero no pueden ordenarse
en el tiempo, por falta de datos; pero guiándose por la lógica parece natural
que el primer enemigo a eliminar fuese Lugalzagesi. De su guerra contra este
sabemos que después de unas preliminares conversaciones y desafíos,
Sargón tomó por sorpresa la ciudad de Uruk, derrotó dos veces a generales de
su adversario, y en una tercera batalla venció y capturó al propio Lugalzagesi,
que fue llevado prisionero al templo de Enlil en Nippur como testimonio de la
complacencia de los dioses en el triunfo del nuevo señor. Ur, Lagash y otras
ciudades que seguían a Lugalzagesi cayeron seguidamente a consecuencia de
campañas que se describen con la misma o parecida fórmula «batalló con el
nombre de X; lo derrotó; asestó el golpe a su ciudad y destruyó sus muros».
Tras la toma de Lagaš, Sargón «lavó sus armas manchadas de sangre en el
mar». La caída de Umma, último foco de resistencia puso en sus manos toda
Sumer.
Tras la dominación del país, Sargón eleva sus miras al extranjero. La ruta de
sus conquistas occidentales comienza en Tuttul (actual Kit, a unos 150 km al
oeste de Bagdad); sigue con la toma de Mari y culmina con la anexión de Siria
y el Líbano tras la conquista de Iarmuti (al sur de Byblos) y Ebla (cerca de
Alepo) y alcanza el «bosque de los cedros» y las Montañas de Plata (Amanus).
Fuentes posteriores como el texto que acompaña al Mapa babilónico del
mundo (actualmente en poder del Museo Británico) añaden a todo esto una
expedición erizada de peligros y obstáculos hasta la ciudad anatólica de
Purushkhanda, en Capadocia, donde una corporación de mercaderes oprimida,
recabó y obtuvo su protección.
La crónica tardía de las glorias y desventuras de Akkad, así como los llamados
textos augurales (fórmulas para arúspices que citan ejemplos del pasado),
arrojan una sombra amenazadora sobre el dorado colofón de la era sargónida.
Según ellas, antes de concluir su reinado de 56 años, Sargón vio levantarse
contra él a todos los pueblos de su imperio. La situación llegó al extremo crítico
de que los acadios se vieron cercados en su capital; «pero Sargón salió al
campo de batalla, los derrotó, los amontonó, y arrolló sus dilatadas huestes».
La organización y administración del imperio se prestaba a esto levantamientos
generales o parciales contra el poder central. Todos los sucesores de Sargón
hubieron de afrontar el mismo problema, sin encontrar para él más solución
que la fuerza de las armas.
Dos de sus hijos, Rimuš y Maništusu, le suceden. Por contradicciones de las
fuentes todavía no se sabe cuál de ellos es el primero en reinar; parece ser que
Rimuš, aunque no era el primogénito. Al comienzo de sus nueve años de
gobierno, Rimuš sofoca una rebelión de las ciudades sumerias, capitaneada
por Kaku, príncipe de Ur, y reconquista el territorio oriental de Warakhshe,
aliado con Elam en su contra, como antes había estado en contra de su padre.
Los botines de esta campaña debieron de ser inmensos, pues Rimuš repartió
trofeos por todo el imperio. Pero sus triunfos militares no bastaron para
mantenerlo en el trono mucho tiempo; una conspiración de sus cortesanos, a lo
que no sabemos si su hermano fue ajeno o cómplice, lo hizo sucumbir.
Los comienzos del principado de Maništusu parecen haber transcurrido en
calma, más tarde un levantamiento de dos de los inquietos territorios orientales,
Anshan y Serikhum, lograron resistir el ataque de Maništusu; el rey enemigo
fue llevado preso al templo del Sol, en Sippar. Ni Anshan ni Serikhum están
localizadas con precisión, aunque figuran mucho en la historia del Elam (se ha
supuesto situada cerca de Susa). Respecto a Serikhum se sabe menos, pero
su problema interesa a la investigación pues una variante del texto dice
«Anshan y la ciudad de Meluḫḫa» y se plantea que estuviese situada en el
valle del Indo. Comprobada la intensa relación entre la cultura india
de Mohenjo-Daro (en la actual Pakistán) y la mesopotámica, particularmente en
la época de Akkad, el problema adquiere una dimensión extraordinaria, pues
una entente entre Elam y el lejano valle del Indo rebasa las posibilidades
consideradas tradicionalmente.
Naram-sin fue hijo y sucesor de Manishtusu, y nieto por tanto de Sargón. La
historiografía mesopotámica posterior no sabía cual de los dos ―el nieto o el
abuelo― era el más admirable. Se le atribuye un reinado de 37 años, pero con
una cronología tan endeble como la de Sargón. Es patente que hubo de
batallar a fondo, lo mismo en el oeste (Siria y Anatolia) que en oriente de sus
dominios. Aquí sus más encarnizados enemigos fueron los guti y los lullubi,
remotos antepasados tal vez de los actuales kurdos y luristaníes, que han
conservado algo de nombres y mucho carácter de aquellos indómitos
montañeses. Parece seguro que Naram-sin logró subyugar a estos y otros
enemigos, pero también que al término de su reinado el imperio estaba tan
débil que solo el puño férreo del monarca lograba mantenerlo unido. De todas
maneras, con Naram-sin culmina el concepto acadio de monarquía. Cualquiera
de sus medidas de gobierno pesaba tanto sobre el estado de sus súbditos,
determinaba de tal manera las condiciones de su existencia, que no es de
extrañar que se le considerase un dios. Naram-sin es, en defecto, el primer rey
mesopotámico que antepone a su nombre el signo reservado hasta entonces a
los dioses (dingir), y que consciente y a prueba de sus vasallos le invoquen
como el "dios de Akkad". Él es también el primero que en soberbia afirmación
de dominio universal, se titula "Rey de las cuatro partes (del Mundo)", Sumer y
Akkad, Elam, Subartu (Alta Mesopotamia) y Amurru.
El hijo y sucesor de Naram-sin, es llamado Šarkališarri, que significa "rey de
todos los reyes". Sin embargo, el primero de sus títulos oficiales, "Rey de
Akkad", refleja una triste realidad de unos dominios mucho más exiguos que
los de su padre. El imperio comienza a desmoronarse. En 25 años de reinado,
Šarkališarri se jacta de haber detenido en Basar (actual Yebel-el Bishri) una
invasión de amoritas procedentes de Siria, y de haber realizado victoriosas
campañas contra Gutium, el país de los belicosos montañeses a quienes
Naram-sin no había logrado mantener más que en precaria sujeción. Pero a
pesar del pomposo lenguaje de las crónicas oficiales, los guti desencadenaron
el ataque fatal para los acadios. Si la capital misma no fue destruida del todo,
quedó en cierto grado tan mal parada que ni más tarde se conocía su
emplazamiento y a día de hoy siguen sin haberse identificado sus ruinas. Los
inventarios regios citan después de Šarkališarri algunos nombres de reyes
fantasmales, y la Lista, siempre tan lacónica, se pregunta con triste retórica
"¿quién era rey? ¿quién no era rey?"
Significación política del Nuevo Imperio[editar]
De cualquier manera que se juzgue el imperio de los acadios, es obligado
reconocer que su régimen rompió los moldes del antiguo estado-ciudad. El rey
es ahora el centro del mundo civilizado; en sus manos se concentran todos los
hilos de una vasta organización estatal; nada cae fuera de su autoridad y
jurisdicción. Para imponerse dispone de un nutrido ejército permanente y de
una red burocrática sostenida en primer lugar por sus representantes
personales en la capital y en las ciudades del imperio. Los altos jefes del
ejército y de la administración constituyen lo más selecto de la nueva sociedad,
son los "5400 hombres que a diario comen delante de Sargón". Dentro de una
mayoría de acadios hay constancia de la presencia de sumerios en esta hueste
selecta, de personas que por motivos diversos habían acreditado lealtad al
nuevo régimen o tenían razones muy poderosas para mostrarse adictas al
mismo.
Uno de los pasos dados por Sargón tuvo consecuencias para la posterior
cultura mesopotámica: la sustitución del sumerio por el acadio como lengua
escrita. Aunque a veces textos vayan acompañados de versiones sumerias, el
predominio de una lengua sobre la otra va ganando terreno hasta dejar al
sumerio arrinconado en el ritual religioso y los textos científicos. La lengua
hablada se mantuvo todavía unos siglos en las ciudades del sur, pero su suerte
era ya irreversible, desde el segundo milenio toda Mesopotamia hablaba ya
lenguas semíticas. Para sostener la burocracia y el ejército el tesoro real tenía
que poseer enormes riquezas. Uno de los medios de pago acreditados
consistía en la cesión, por parte del rey, de terrenos de su propiedad a
miembros de la administración estatal, para que estos los explotasen por su
cuenta a cambio de un diezmo de sus productos. El llamado Obelisco de
Manishtusu acredita que el rey paga un justo precio a sus propietarios legales
por tierras adquiridas con este fin, y que además se cuida de que las personas
que pudieran resultar perjudicadas por esas medidas encuentren medios de
vida conforme a sus necesidades.
Aun siendo escasa la documentación llegada a nosotros indica que el régimen
de los acadios no resultaba opresivo para sus súbditos. Los príncipes y
gobernadores de los estados sometidos solían mantener sus puestos, salvo en
casos de declarada enemistad como el de Lugalzagisi. Los estados acadios
tenían que acatar ciertamente a un representante del emperador, respaldado
por una fuerza más o menos numerosa, pero la autoridad y el gobierno interior
quedaban en manos de sus propios magistrados. Solo en puntos de mayor
valor estratégico los acadios estaban más presentes. Ha de tenerse en cuenta
que la creación del imperio no había sido dictada por el heroico o romántico
afán de gloria que parte de las fuentes explican, sino a unas circunstancias
económicas más prosaicas tal vez, pero no menos determinantes.
Mesopotamia carecía de los elementos de riqueza que sostenían la civilización
antigua en lo material; la piedra, la madera y los metales. Las fuentes
documentales de las campañas de Sargón no encubren cuales eran sus
objetivos primordiales: el Bosque de los Cedros, las Montañas de la Plata y los
territorios del Este, ricos en piedras, vulgares y preciosas. Nada más lógico por
tanto que contemplar la dilatada expansión de Acadia en función de un
propósito de posesión y control de esas fuentes de producción y de los
caminos por donde esas riquezas afluirían a la nueva metrópoli. A los muelles
de Akkad amarraban barcos de todo el mundo cargados de mercancías; los
caminos del imperio se estimaban por el constante ir y venir de caravanas,
como acreditan multitud de testimonios. La seguridad del sistema de
transportes estaba confiada a las guarniciones de los grandes centros
regionales y de los principales nudos de comunicación.
Después del Imperio[editar]
La lista Real Sumeria menciona cuatro reyes más después de la muerte
de Sharkalisharri, los cuales es posible que reinasen en Agadé. Esta ciudad
había adquirido características de gran capital, por lo que es probable que su
supervivencia resultase poco viable tras la pérdida del territorio imperial. Se
sabe que finalmente los nómadas gutis, que habitaban las montañas próximas
a Agadé, tomaron la ciudad y posiblemente toda la región septentrional. En el
sur las ciudades prosperaron y es posible que las reformas realizadas por los
sargónidas les beneficiasen finalmente.82

Influencia[editar]

Inscripción de Naram-Sin que narra la construcción del templo de Marad por su nieto Lipit-


Ili hacia 2250 a. C.

La dinastía de Sargón de Acad fue la primera a lo largo de la historia que


consiguió el dominio sobre pueblos diversos culturalmente, con lo que se
puede decir que constituyó el primer imperio de la historia. Sus conquistas
dejaron una impronta imborrable sobre las generaciones posteriores, cuyas
tradiciones le considerarían el mejor monarca de la historia, el arquetipo de rey
longevo y de gobierno eficaz. Se elaboraron leyendas que le otorgaban un
linaje divino y las historias de sus conquistas circularon mucho más allá de las
fronteras de sus dominios.2
Entre las leyendas de su nacimiento destaca la que se deja entrever en la lista
Real Sumeria. Según esta leyenda, Sargón había sido hijo de un jardinero del
palacio del rey de Kish que ascendió al cargo de copero. En un momento dado
los dioses deciden que el reinado de Ur-Zababa, el hasta entonces rey, debe
finalizar, recayendo la realeza en Sargón.
Otra leyenda narraba que Sargón había sido hijo de una sacerdotisa «en»
―puesto que solían ocupar mujeres de la realeza― y un extranjero de las
montañas. Su madre habría dado a luz en secreto y dejado al recién nacido en
un cesto de mimbre flotando en el río. La corriente habría arrastrado a Sargón
hasta ser recogido por un aguador de nombre Aqqi, que le enseñó el oficio de
jardinero. Su ascenso al puesto de rey se habría debido a que la diosa Ishtar le
habría tomado cariño mientras ejercía de jardinero.
Sobre su sucesor más célebre, Naram-Sin el mensaje de las leyendas era
bastante bien diferente. Así, una leyenda sumeria narraba que la caída del
Imperio acadio se había debido a la pérdida de favor del dios Enlil. Naram-Sin,
conocedor de esto a través de un sueño, espera durante siete años (siete años
representan simplemente una cifra muy grande) a que los dioses cambien de
parecer. Pasado ese tiempo el rey desespera y dirige a su ejército al templo de
Enlil y lo destruye, arrojando al fuego las vasijas sagradas. Como represalia, el
dios castiga a la ciudad con la llegada de los bárbaros gutis de hábitos
nómadas, que arrasan la ciudad y hacen retroceder a la región a los tiempos de
antes de que las ciudades fuesen construidas.2

Cultura[editar]

La estela de Naram-Sim conmemora la victoria del monarca acadio contra el pueblo de los lullubi de


los montes Zagros. La imagen representa a un rey casi mitológico, del doble del tamaño de sus
soldados. 2250 a. C.74

Sargón dio numerosos puestos administrativos a ciudadanos de su región


original, cuya lengua era el acadio, el cual posiblemente vivió en esta etapa una
gran difusión.
La escritura de esta lengua siguió un modelo desarrollado en el área de Ebla,
en la actual Siria, que adaptaba la escritura cuneiforme a la lengua semita. Este
modelo de escritura fue el más utilizado en la administración del Imperio
acadio, si bien se mantienen numerosos documentos e inscripciones bilingües,
escritas tanto en acadio como en sumerio.2Así, aunque la lengua sumeria
siguió siendo utilizada es probable que las conquistas de Sargón y su prestigio,
diesen un impulso fundamental a la lengua acadia, facilitando que en los siglos
posteriores se impusiera finalmente el acadio.7

Arquitectura[editar]
Los posibles restos de las ciudades de Akkad y de Sippar siguen sepultados en
lugares ignotos. Este desconocimiento completo de los que en su día fueron
centros principales del imperio acadio nos priva de posibilidad de contemplar y
enjuiciar aquellos monumentos que mejor pudieran reflejar su estilo y
concepciones arquitectónicas. En tanto que no se produzcan descubrimientos
en este sector, hemos de contentarnos con obras de restauración llevadas a
cabo por los acadios en edificios antiguos, como es el caso del Palacio y el
Templo de Tell Asmar, y con un par de ejemplos de edificios de nueva planta,
magníficos ciertamente los dos en capitales provinciales del Imperio: Tell Brak,
en Siria, y Asur, en el corazón del futuro territorio de los asirios.
El gran edificio excavado en Tell Brak, construido y utilizado para depósito de
mercancías en el centro de la cuenca del Kabur, se fecha en la época de Akkad
porque sus adobes ostentan el nombre de Naram-sin. Basta mirar un momento
su plano, para comprender que no es una realización gradual, con un núcleo al
que se van añadiendo postizos para satisfacer nuevas necesidades, sino una
creación única, racional, calculada de antemano hasta sus mínimos detalles.
Como observa Moortgat, los acadios tendieron a moldear la realidad en hormas
preconcebidas, según pone bien de manifiesto su esquema de las "Cuatro
Partes del Mundo"; las ideas deben imponer sus perfiles a las cosas, el espíritu
a la materia. El palacio de Tell Brak es un elocuente testigo de su mentalidad.
Aquella impresionante mole, de 111 por 93 metros, debía parecer a los pueblos
de la llanura de siria un símbolo pavoroso de la autoridad acadia. Sus muros
exteriores, de diez metros de espesor, lo ceñían de un cinturón infranqueable.
El plano dice lo que era: un depósito de mercancías y tributos, organizado
alrededor de cuatro patios, uno de ellos mucho mayor que los otros tres. Su
única puerta, de once metros de ancho, daba a un espacioso zaguán,
flanqueado por los lugares de administración; del zaguán se pasaba a un patio
de cuarenta metros de lado. Hay que imaginar allí a las caravanas
descargando sus fardos, pasada la inspección de los escribas estacionados en
el portal. Después de descargadas en el patio, las mercancías eran
depositadas en los almacenes, ordenados como un casillero de huecos, todos
en la misma altura, aislados o por parejas en torno a cuatro patios. Los
almacenes recibían de estos la luz y la ventilación. El edificio no parece haber
tenido más planta que la excavada y quizás unas torres de defensa a los lados
de su única puerta, algo más altas que los restantes muros, para servir de
atalayas.
En el Templo de Abu, en Tell Asmar, los acadios introdujeron un cambio
significativo: dividieron la cella en dos mitades por medio de un grueso muro
transversal, con abertura en el centro, de manera que una vez pasado la puerta
exterior del santuario, el visitante se encontraba en una antecella. Para ver la
estatua y los altares del dios, el visitante debía dar unos pasos y colocarse en
el eje central del edificio. El nuevo sistema rompe con la tradición del
acercamiento por el eje acodado, y más aún indica la disposición típica de los
templos neosumerios, en los que la cella propiamente dicha será una estancia
más ancha que larga. Un solo ejemplo no basta para determinar si el nuevo
sistema fue general entonces, pero en todo caso la reforma introducida en el
Templo de Tell Asmar tiene el valor posible de antecedente de una solución
llamada a imponerse más tarde.
Durante el Imperio acadio se siguió la costumbre sumeria de levantar grandes
estelas y monumentos conmemorativos escritos en lugares especiales de las
ciudades. Con estas obras se demostraba el poder del imperio y se
publicitaban sus éxitos militares. En el arte acadio, la figura central de la obra
se representa en mayores proporciones que el resto de la composición, que
generalmente contiene escenas dramáticas. Un buen ejemplo es la estela de
Naram-Sin, donde el monarca, coronado por un casco de cuernos que indica
su carácter divino, tiene el doble de tamaño que las demás figuras. 2
Historia de Mesopotamia
Predecesor: Sucesor:
Período Dinástico Arcaico Imperio acadio Renacimiento sumerio
2334 a. C.-2192 a. C.

Véase también[editar]

 Asiriología

Referencias[editar]

1. ↑ «El Imperio Acadio».


2. ↑ Saltar a:a b c d e f g h i j k l Leick, Gwendolyn (2002). «Akkad». Mesopotamia: la
invención de la ciudad. Barcelona: Rubí. 84-493-1275-2.
3. ↑ Asimov, Isaac (1986). «Los sumerios - La guerra». El Cercano Oriente. Madrid:
Alianza Editorial. ISBN 978-84-206-3745-7.
4. ↑ Saltar a:a b c d e Margueron, Jean-Claude (2002). «El imperio de Agadé». Los
mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5.
5. ↑ McEwan, 1980.
6. ↑ Wall-Romena, 1990.
7. ↑ Saltar a:a b c Asimov, Isaac (1986). «Los acadios - El primer imperio». El Cercano
Oriente. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 978-84-206-3745-7.
8. ↑ «Protagonistas de la Historia - Ficha
Sharkalisharri». http://www.artehistoria.jcyl.es/. 2007. Archivado desde el original el
9 de enero de 2008. Consultado el 7 de mayo de 2007.

Bibliografía[editar]

 Blanco Freijeiro, Antonio (1972): Arte antiguo del Asia Anterior (págs. 105-


114). Sevilla (España): Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1972.
 Liverani, Mario: El mundo antiguo
 Bramanti, Armando (2020). «El imperio acadio». Mesopotamia. La cuna de
la civilización (Muy Historia Golden. Edición Coleccionista) 2020 (8).

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