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Difícilmente podría decirse que Abigail y Nabal eran tal para cual. Él tuvo la fortuna
de encontrar una esposa como Abigail, pero ella salió perdiendo. Es cierto, Nabal
era rico, y seguro que eso lo hacía sentirse muy importante. Pero la gente no tenía
muy buena opinión de él. En la Biblia cuesta encontrar a otro personaje del que se
hable con tanto desprecio. De hecho, su propio nombre significa “Insensato” o
“Estúpido”. No se sabe si fue el nombre que le pusieron al nacer o un apodo que él
mismo se ganó con el tiempo. En cualquier caso, le encajaba a la perfección.
Nabal era “áspero y malo en sus prácticas”. Era un bravucón y un borracho, un
hombre temido y, a la vez, despreciado por todos (1 Sam. 25:2, 3, 17, 21, 25).
ANA está atareada con los preparativos del viaje, tratando de mantener la mente
ocupada para no pensar en sus problemas. Elqaná, su esposo, tiene por costumbre
llevar cada año a toda la familia a adorar a Dios en Siló, donde está el tabernáculo.
Supuestamente, estas ocasiones deberían ser motivo de alegría. De hecho, Jehová
espera que todos estén felices (lea Deuteronomio 16:15). Y, sin duda, ella las ha
disfrutado desde pequeña. Pero las cosas han cambiado en los últimos años.
2 Sí, es cierto, Elqaná la ama, y eso es una bendición. Pero él tiene también otra
esposa: Peniná, quien por lo visto está empeñada en hacerle la vida imposible a
Ana. Tanto es así que incluso ha convertido estos viajes anuales a Siló en una
tortura. ¿Cómo lo logra? Y más importante aún, ¿cómo consigue Ana, con la ayuda
de su fe, afrontar lo que parece una situación insoportable? Si usted está pasando
por problemas que lo desgastan y le roban la alegría de vivir, la historia de Ana le
resultará muy animadora.
3, 4. ¿A qué dos problemas se enfrenta Ana, y por qué son tan difíciles de
soportar?
3 La Biblia nos revela dos grandes problemas en la vida de Ana. Sobre el primero
tiene poco control, y sobre el segundo, absolutamente ninguno. El primero es que
forma parte de un matrimonio polígamo y tiene que soportar el odio de la otra
esposa. El segundo es que no puede tener hijos. Esto de por sí es muy frustrante
para cualquier mujer que anhele ser madre. Pero en los días y la cultura de Ana,
ser estéril era fuente de amargo dolor, pues los hijos permitían que el nombre de la
familia no se perdiera. Por eso, la esterilidad se consideraba un motivo de gran
deshonra y vergüenza.
Ana llora, y Peniná, rodeada por sus hijos, la mira con arrogancia
Ana se sentía angustiada por no tener hijos, y Peniná hacía lo imposible por
amargarle la vida
6 Año tras año, el viaje al tabernáculo de Siló presenta una oportunidad ideal para
que Peniná haga sufrir a Ana. ¿Cómo? Lo que suele ocurrir es lo siguiente: Elqaná
le da una porción de los sacrificios ofrecidos a Jehová a cada uno de los muchos
hijos de Peniná, “a todos los hijos e hijas de ella”. Pero a Ana no le da más que una
porción: para ella sola. Peniná entonces aprovecha para recordarle su esterilidad
con tanta malicia que la pobre Ana se echa a llorar y hasta pierde el apetito. Elqaná,
obviamente, se da cuenta de que su amada esposa está muy angustiada y no
quiere comer, así que intenta consolarla. Le dice: “Ana, ¿por qué lloras, y por qué
no comes, y por qué se siente mal tu corazón? ¿No soy yo mejor para ti que diez
hijos?” (1 Sam. 1:4-8).
Ante el trato tan cruel que recibía en su casa, Ana acudió a Jehová
8. Cuando nos tratan con maldad, ¿por qué nos consuela recordar que Jehová es
un Dios de justicia?
9. ¿Qué nos enseña el hecho de que Ana hace el viaje a Siló a pesar de saber lo
que le espera?
9 Este año, como siempre, la familia se levanta temprano para preparar el viaje.
Todos están muy ocupados, hasta los más pequeños. Para llegar a Siló, tendrán
que recorrer más de 30 kilómetros (20 millas) por las montañosas tierras de Efraín.
* A pie, tardarán un día o dos. Ana ya sabe lo que puede esperar de Peniná, pero
aun así, no se queda en casa. Con esto nos da un excelente ejemplo: nunca
debemos permitir que la mala conducta de otras personas estorbe nuestra
adoración a Dios. Si dejáramos que eso pasara, nos perderíamos precisamente las
bendiciones que nos darían las fuerzas para aguantar.
10, 11. a) ¿Por qué se dirige Ana al tabernáculo en cuanto puede? b) ¿Cómo es la
oración que Ana le hace a Jehová?
12. ¿Qué nos enseña el ejemplo de Ana sobre cómo debemos orarle a Dios?
12 El ejemplo de Ana nos muestra cómo desea Dios que le oremos. Jehová
bondadosamente nos invita a hablarle con franqueza, sin reservas, a desahogarnos
con él tal como un niño lo haría con su padre que lo ama (lea Salmo 62:8 y 1
Tesalonicenses 5:17). El apóstol Pedro escribió por inspiración estas consoladoras
palabras relacionadas con la oración a Jehová: “Ech[e]n sobre él toda su inquietud,
porque él se interesa por ustedes” (1 Ped. 5:7).
13, 14. a) ¿A qué conclusión apresurada llega Elí, y por qué? b) ¿Qué ejemplo de
fe nos da Ana por la manera en que reacciona cuando Elí la acusa?
14 ¡Qué doloroso debe ser para Ana que, en estos momentos de angustia, la
acusen de algo así! Y para colmo, el que la acusa es nada menos que el sumo
sacerdote. Con todo, Ana nos vuelve a dar un precioso ejemplo de fe. No permite
que las imperfecciones de ningún hombre se interpongan en su adoración a
Jehová. Le contesta a Elí con respeto y le explica su situación. Elí, quizás un tanto
avergonzado, responde en un tono más suave: “Ve en paz, y que el Dios de Israel
conceda tu petición que le has pedido” (1 Sam. 1:15-17).
15, 16. a) ¿Cómo se sintió Ana después de abrirle su corazón a Jehová y adorarlo
en el tabernáculo? b) ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Ana cuando estamos
desanimados?
19. ¿Qué bendición recibe Ana, y cómo demuestra que sabe quién se la dio?
19 Ana se siente tranquila y en paz. Entonces, unos meses después, descubre algo
que la llena de alegría: ¡está embarazada! Ahora bien, no olvida que es a su Padre
celestial a quien le debe esa hermosa bendición. Al nacer su hijo, lo llama Samuel,
que significa “Nombre de Dios”; es evidente que se refiere a invocar el nombre
divino, que es lo que ella había hecho al acudir a Jehová. Durante los siguientes
tres años no se une a su esposo y al resto de la familia en el viaje a Siló, sino que
se queda en casa con el pequeño hasta que deja de amamantarlo. Entretanto, va
armándose de valor para el día en que tenga que separarse de su querido hijo.
20. ¿Cómo cumplen Ana y Elqaná el voto que le habían hecho a Jehová?
Tener una madre como Ana fue una verdadera bendición para Samuel
21. ¿Cómo refleja la oración de Ana su profunda fe? (Vea también el recuadro “
Dos oraciones memorables”.)
21 Entonces Ana pronuncia una oración que Dios considera digna de ser incluida
en su Palabra inspirada. En cada línea del pasaje de 1 Samuel 2:1-10 percibimos la
fe tan profunda de esta mujer. En su oración alaba a Jehová por cómo usa su poder
de maneras maravillosas, y explica que no hay nadie como él que pueda humillar a
los altivos, bendecir a los oprimidos y quitarle la vida a alguien o incluso salvarlo de
la muerte. También lo alaba por su incomparable santidad, su justicia y su fidelidad.
Con toda razón, Ana puede afirmar: “No hay roca como nuestro Dios”. En efecto,
Jehová es totalmente confiable. En él pueden refugiarse todas aquellas personas
que se sientan oprimidas y pisoteadas, y él les brindará seguridad y protección.
22, 23. a) ¿Por qué podemos estar seguros de que el joven Samuel sabía que sus
padres lo amaban? b) ¿Cómo siguió bendiciendo Jehová a Ana?
22 No hay duda: el pequeño Samuel es un niño muy privilegiado al tener una madre
con tanta fe. Aunque de seguro la echa de menos mientras crece, nunca se siente
abandonado. Año tras año, su madre acude a Siló y le trae una vestidura sin
mangas para su servicio del tabernáculo. Cada puntada que ella ha hecho en la
tela es prueba del amor y cariño que siente por él (lea 1 Samuel 2:19). ¿Puede
imaginarse la escena? Ahí está Ana, poniéndole la nueva prenda a su hijito,
ajustándosela bien y mirándolo con ternura mientras lo anima con sus dulces
palabras. ¡Qué bendición para Samuel tener una madre así! Cuando crezca, él
también será una bendición para sus padres y para todo Israel.
Es interesante notar que Ana hace su segunda oración cuando ella y Elqaná
presentan a Samuel para servir a Dios en Siló, no cuando nació su hijo. Por lo
tanto, se entiende que la felicidad que expresa Ana no proviene de haber silenciado
a su rival, Peniná, sino de haber recibido la bendición de Jehová.
Al decir “Mi cuerno realmente está ensalzado en Jehová”, Ana tal vez piense en el
toro, una poderosa bestia que usa sus cuernos de forma temible. En otras palabras,
está diciendo que es Jehová quien la hace fuerte (1 Sam. 2:1).
Unos mil años más tarde, María, la madre de Jesús, repitió algunas ideas de la
oración de Ana cuando alabó a Jehová (Luc. 1:46-55). (Encontrará más información
en el capítulo 17.)
Dalila
¿Quién fue? Dalila fue la mujer de la que se enamoró Sansón, un juez de Israel
(Jueces 16:4, 5).
¿Qué hizo? Dalila aceptó dinero de los gobernantes filisteos para traicionar a
Sansón. Dios había estado utilizando a este juez para salvar a los israelitas de los
filisteos. Estos enemigos no podían vencer a Sansón, pues Jehová le había dado
una fuerza extraordinaria (Jueces 13:5). Por eso, los gobernantes filisteos le
pidieron ayuda a Dalila.
Los filisteos sobornaron a Dalila para que descubriera por qué Sansón era tan
fuerte. Ella aceptó el dinero y después de varios intentos logró averiguar el secreto
de Sansón (Jueces 16:15-17). Dalila les reveló el secreto a los filisteos, y así
pudieron capturar y encarcelar a Sansón (Jueces 16:18-21).
¿Qué aprendemos de ella? Dalila se dejó dominar por la codicia. Fue una mujer
egoísta y desleal que traicionó a un siervo de Jehová. Nadie debería seguir su
ejemplo.
Débora
¿Quién fue? Débora era una profetisa de Jehová, el Dios de Israel. Jehová la
utilizó para revelarles a los israelitas lo que tenían que hacer y para solucionar
problemas entre ellos (Jueces 4:4, 5).
¿Qué hizo? La profetisa Débora apoyó con valor a quienes adoraban a Dios.
Jehová le dijo que mandara llamar a Barac para decirle que llevara al ejército
israelita a luchar contra los cananeos (Jueces 4:6, 7). Luego Barac le pidió a
Débora que lo acompañara. Ella no tuvo miedo y aceptó ir con él (Jueces 4:8, 9).
Dios ayudó a los israelitas a conseguir una victoria aplastante. Entonces, Débora
compuso por lo menos parte de la canción que ella y Barac cantaron para relatar lo
que había pasado. En esa canción, Débora mencionó que Jael, otra mujer valiente,
fue muy importante para derrotar a los cananeos (Jueces, capítulo 5).
¿Qué aprendemos de ella? Débora se sacrificaba por los demás y era valiente.
Animaba a otros a hacer lo correcto a los ojos de Dios. Y, cuando lo hacían, no
dudaba en darles el reconocimiento que merecían.
▸Si desea saber más sobre Débora, lea el artículo “Me levanté como madre
en Israel”.
Ester
¿Quién fue? Ester era una joven judía a la que Asuero, el rey persa, escogió para
ser reina.
¿Qué hizo? La reina Ester usó su influencia para evitar la matanza de su pueblo.
Se enteró de que se había emitido una ley que fijaba una fecha para matar a todos
los judíos que vivían bajo el Imperio persa. Este plan malvado fue idea de Hamán,
que era el primer ministro (Ester 3:13-15; 4:1, 5). A riesgo de su propia vida y con la
ayuda de su primo Mardoqueo, Ester le reveló el malvado plan a su esposo, el rey
Asuero (Ester 4:10-16; 7:1-10). Así que Asuero dejó que Ester y Mardoqueo
emitieran otra ley que les permitiría a los judíos defenderse. Finalmente, los judíos
obtuvieron una gran victoria contra todos sus enemigos (Ester 8:5-11; 9:16, 17).
¿Qué aprendemos de ella? La reina Ester dejó un excelente ejemplo de valentía,
humildad y modestia (Salmo 31:24; Filipenses 2:3). A pesar de su belleza y
posición, buscó la ayuda y el consejo de otros. Cuando habló con su esposo, tuvo
tacto y fue respetuosa pero valiente. Además, no tuvo miedo de identificarse como
judía en un momento muy peligroso para este pueblo.
▸Si desea saber más sobre Ester, lea los artículos “Defendió al pueblo de
Dios” y “Actuó con sabiduría, valor y altruismo”.
Eva
¿Quién fue? Eva fue la primera mujer que existió y también la primera que se
menciona en la Biblia.
¿Qué hizo? Eva desobedeció un mandato claro que Dios había dado. Al igual que
su esposo, Adán, ella también era un ser humano perfecto. Jehová los había
creado con la capacidad de tomar sus propias decisiones y de cultivar cualidades
divinas como el amor y la sabiduría (Génesis 1:27). Eva sabía que Dios le había
dicho a Adán que morirían si comían de cierto árbol. Sin embargo, Satanás la
engañó y le hizo creer que no moriría. De hecho, la convenció de que le iría mejor si
desobedecía a Dios. Así que comió del fruto y luego hizo que su esposo también
comiera (Génesis 3:1-6; 1 Timoteo 2:14).
¿Qué aprendemos de ella? El ejemplo de Eva nos enseña lo peligroso que es
alimentar los deseos incorrectos. El intenso deseo que Eva desarrolló por conseguir
algo que no le correspondía la llevó a desobedecer un mandato claro de Dios
(Génesis 3:6; 1 Juan 2:16).
Jael
¿Quién fue? Jael era la esposa de Héber, que no era israelita. Fue una mujer muy
valiente que se puso de parte del pueblo de Dios.
¿Qué hizo? Jael hizo algo muy valiente cuando Sísara, el jefe del ejército
cananeo, entró en el campamento donde ella vivía. Sísara había perdido la batalla
contra Israel y ahora buscaba dónde esconderse. Jael lo invitó a entrar en su tienda
y descansar. Mientras dormía, lo mató (Jueces 4:17-21).
Lo que hizo Jael cumplió estas palabras de la profetisa Débora: “En la mano de
una mujer Jehová venderá a Sísara” (Jueces 4:9). Por su valor, la Biblia describe a
Jael como “muy bendita entre las mujeres” (Jueces 5:24).
¿Qué aprendemos de ella? Jael demostró que tenía iniciativa y valor. Su historia
prueba que Dios puede hacer lo que sea necesario para que se cumplan las
profecías.
Jezabel
¿Quién fue? Jezabel era la esposa de Acab, el rey de Israel. Ella no era israelita y
no adoraba a Jehová, sino a Baal, un dios cananeo.
¿Qué hizo? La reina Jezabel era una mujer dominante, despiadada y violenta.
Fomentaba el culto a Baal y la inmoralidad sexual que era parte de esa religión.
Además, intentó eliminar la adoración a Jehová, el Dios verdadero (1 Reyes
18:4, 13; 19:1-3).
Jezabel era capaz de mentir y asesinar para satisfacer sus caprichos egoístas (1
Reyes 21:8-16). Tal como Dios había predicho, murió de forma violenta y no fue
enterrada (1 Reyes 21:23; 2 Reyes 9:10, 32-37).
¿Qué aprendemos de ella? Jezabel fue una mujer corrupta y sin escrúpulos. Su
nombre ha llegado a ser un símbolo de mujer descarada, inmoral y desenfrenada.
Nadie debería seguir su ejemplo.
▸Si quiere saber por qué toleró Dios la poligamia en el pasado, lea el artículo
“¿Aprueba Dios la poligamia?”.
María (hermana de Marta y Lázaro)
¿Quién fue? María, igual que su hermano Lázaro y su hermana Marta, era amiga
de Jesús.
¿Qué hizo? María demostró en muchas ocasiones que respetaba a Jesús, el Hijo
de Dios. Creía que Jesús podía haber evitado la muerte de su hermano Lázaro y
estuvo presente cuando Jesús lo resucitó. Su hermana, Marta, la criticó cuando ella
eligió escuchar a Jesús en lugar de ayudar con las tareas de la casa. Pero Jesús
felicitó a María por dar prioridad a las cosas espirituales (Lucas 10:38-42).
Una vez, María le mostró extraordinaria hospitalidad a Jesús cuando le derramó un
“costoso aceite perfumado” en la cabeza y en los pies (Mateo 26:6, 7). Algunos la
acusaron de desperdiciar algo de mucho valor. Pero Jesús la defendió y dijo:
“Dondequiera que se prediquen estas buenas nuevas en todo el mundo, lo que esta
mujer ha hecho también se contará para recuerdo de ella” (Mateo 24:14; 26:8-13).
¿Qué aprendemos de ella? María llegó a tener una fe muy grande. Puso la
adoración a Dios por encima de cualquier otro asunto. Fue humilde y le mostró gran
respeto a Jesús, sin reparar en gastos.
María Magdalena
¿Quién fue? María Magdalena fue una discípula leal de Jesús.
¿Qué hizo? María Magdalena fue una de las mujeres que viajaban con Jesús y
sus discípulos. Fue una mujer generosa que usó sus bienes para atenderlos (Lucas
8:1-3). Acompañó a Jesús hasta el final de su ministerio y se quedó cerca de él
cuando lo ejecutaron. Tuvo el privilegio de ser una de las primeras personas que lo
vieron resucitado (Juan 20:11-18).
¿Qué aprendemos de ella? María Magdalena apoyó de forma generosa el
ministerio de Jesús y fue una discípula muy entregada.
Marta
¿Quién fue? Marta era la hermana de Lázaro y María. Los tres vivían en Betania,
cerca de Jerusalén.
¿Qué hizo? Marta era amiga de Jesús. Por eso, la Biblia dice que Jesús “amaba a
Marta y a su hermana y a Lázaro” (Juan 11:5). Marta era una mujer hospitalaria. En
una de las visitas que les hizo Jesús, María se quedó escuchándolo mientras Marta
se encargaba de las tareas de la casa. Luego se quejó de que María no la estaba
ayudando, pero Jesús corrigió a Marta con amabilidad (Lucas 10:38-42).
Cuando Lázaro se enfermó, Marta y su hermana mandaron llamar a Jesús, pues
estaban seguras de que él podía curarlo (Juan 11:3, 21). Pero Lázaro murió. La
conversación que Marta tuvo con Jesús demuestra que ella creía en la promesa de
la resurrección y confiaba en que Jesús podía hacer que su hermano volviera a vivir
(Juan 11:20-27).
¿Qué aprendemos de ella? Marta se esforzó por ser hospitalaria. Aceptó de
buena gana los consejos que le dieron. Expresó abiertamente sus sentimientos y su
fe.
▸Si desea saber más sobre Marta, lea el artículo “He creído”.}
Míriam
¿Quién fue? Míriam fue la hermana de Moisés y Aarón. Es la primera mujer a la
que la Biblia llama profetisa.
¿Qué hizo? Como era profetisa, se encargaba de transmitir los mensajes de Dios.
Era una mujer muy importante en Israel. Cuando Dios destruyó al ejército egipcio
en el mar Rojo, ella cantó una canción de victoria junto con los hombres (Éxodo
15:1, 20, 21).
Tiempo después, Míriam y Aarón empezaron a criticar a Moisés. Está claro que fue
por orgullo y envidia. “Jehová estaba escuchando” y los disciplinó (Números 12:1-
9). Dios castigó a Míriam con lepra, pues ella era la que había iniciado las críticas.
Moisés le suplicó a Jehová que la curara, y él lo escuchó. Pero Míriam tuvo que
estar siete días en cuarentena antes de volver al campamento de Israel (Números
12:10-15).
La Biblia indica que Míriam aceptó la disciplina. Siglos después, Dios habló del
importante papel que tuvo en Israel cuando dijo: “Procedí a enviar delante de ti a
Moisés, Aarón y Míriam” (Miqueas 6:4).
¿Qué aprendemos de ella? La historia de Míriam revela que Dios presta atención
a lo que les decimos a nuestros hermanos y a lo que decimos de ellos. También
aprendemos que, para agradar a Dios, debemos evitar el orgullo y la envidia,
características que podrían hacer que mancháramos la reputación de los demás.
Rahab
¿Quién fue? Rahab fue una prostituta que vivió en la ciudad cananea de Jericó y
que luego comenzó a adorar a Jehová.
¿Qué hizo? Rahab escondió a dos israelitas que habían ido a espiar la región. Lo
hizo porque había escuchado que Jehová, el Dios de Israel, había salvado a su
pueblo primero de los egipcios y después de los amorreos.
Rahab ayudó a los espías y les suplicó que la salvaran a ella y a su familia cuando
los israelitas fueran a destruir Jericó. Ellos aceptaron, pero con algunas
condiciones: primero, no podía contarle a nadie de esa misión secreta; segundo,
ella y su familia tenían que quedarse dentro de la casa durante el ataque, y tercero,
tenía que colgar un cordón rojo de la ventana para que supieran cuál era su casa.
Rahab siguió todas las instrucciones, así que ella y su familia se salvaron cuando
los israelitas capturaron Jericó.
Tiempo después, Rahab se casó con un israelita y así llegó a ser antepasada del
rey David y de Jesucristo (Josué 2:1-24; 6:25; Mateo 1:5, 6, 16).
¿Qué aprendemos de ella? La Biblia dice que Rahab es un ejemplo sobresaliente
de fe (Hebreos 11:30, 31; Santiago 2:25). Su historia nos ayuda a ver que Dios es
misericordioso, trata a todos por igual y bendice a los que confían en él, sin importar
su pasado.
▸Si desea saber más sobre Rahab, lea el artículo “Fue declarada justa por
obras”.
Raquel
¿Quién fue? Raquel era una de las hijas de Labán y la esposa favorita del
patriarca Jacob.
¿Qué hizo? Raquel se casó con Jacob y tuvieron dos hijos, que fueron dos de los
cabezas de las 12 tribus de Israel. La Biblia dice que Raquel conoció a su esposo
cuando estaba cuidando a las ovejas de su padre (Génesis 29:9, 10). Comparada
con Lea, su hermana mayor, Raquel era “de hermosa figura” (Génesis 29:17).
Jacob se enamoró de Raquel y estuvo de acuerdo en trabajar siete años para
poder casarse con ella (Génesis 29:18). Sin embargo, Labán lo engañó para que se
casara primero con Lea, aunque luego permitió que se casara con Raquel (Génesis
29:25-27).
Jacob amaba más a Raquel y a sus dos hijos que a Lea y a sus hijos (Génesis
37:3; 44:20, 27-29). Por eso, había rivalidad entre las dos mujeres (Génesis
29:30; 30:1, 15).
¿Qué aprendemos de ella? Raquel soportó una difícil situación familiar sin perder
la esperanza de que Dios escucharía sus oraciones (Génesis 30:22-24). Su historia
confirma que la poligamia provocaba muchos problemas familiares. Lo que le pasó
a Raquel demuestra que la norma que Jehová había establecido para el matrimonio
es la mejor: cada hombre debe tener una sola esposa (Mateo 19:4-6).
▸Si desea saber más sobre Raquel, lea el artículo “Dos hermanas rivales
‘edificaron la casa de Israel’”.
▸Si quiere saber por qué toleró Dios la poligamia en el pasado, lea el artículo
“¿Aprueba Dios la poligamia?”.
Rebeca
¿Quién fue? Rebeca fue la esposa de Isaac, con quien tuvo a los gemelos Jacob y
Esaú.
¿Qué hizo? Rebeca hizo la voluntad de Dios incluso cuando no era fácil. Un día,
Rebeca fue a sacar agua de un pozo y un hombre le pidió que le diera un poco. Ella
rápidamente le dio agua y se ofreció para darles de beber a los camellos (Génesis
24:15-20). Ese hombre era un siervo de Abrahán y había viajado desde muy lejos
para buscar una esposa para Isaac, el hijo de su amo (Génesis 24:2-4). El siervo de
Abrahán había orado para pedirle a Dios que lo ayudara. Cuando vio que Rebeca
era una mujer tan trabajadora y hospitalaria, se dio cuenta de que Dios estaba
respondiendo su oración y le estaba diciendo que ella era la elegida para Isaac
(Génesis 24:10-14, 21, 27).
Cuando Rebeca supo por qué estaba allí aquel hombre, aceptó acompañarlo y
casarse con Isaac (Génesis 24:57-59). Con el tiempo, Rebeca tuvo gemelos, y Dios
le reveló que el mayor, Esaú, serviría al menor, Jacob (Génesis 25:23). El día que
Isaac decidió darle la bendición al primogénito, que era Esaú, Rebeca hizo lo
necesario para asegurarse de que Jacob fuera el que recibiera esa bendición. Lo
hizo porque sabía que esa era la voluntad de Dios (Génesis 27:1-17).
¿Qué aprendemos de ella? Rebeca era una mujer modesta, trabajadora y
hospitalaria. Gracias a esas cualidades, fue una excelente esposa y madre, así
como una buena sierva del Dios verdadero.
▸Si desea saber más sobre Rebeca, lea el artículo “Estoy dispuesta a ir”.
Rut
¿Quién fue? Rut era una moabita que dejó su país y a sus dioses para servir a
Jehová en Israel.
¿Qué hizo? Rut demostró un gran amor a Noemí, su suegra. Noemí, su esposo y
sus dos hijos se habían ido a vivir a Moab debido al hambre que había en Israel.
Después, los hijos se casaron con dos moabitas, Rut y Orpá. Sin embargo, con el
tiempo, el esposo y los hijos de Noemí murieron. Así que las tres mujeres quedaron
viudas.
Noemí decidió regresar a Israel, pues la sequía ya había terminado. Rut y Orpá
querían ir con ella, pero Noemí les dijo que volvieran con sus familiares. Orpá lo
hizo (Rut 1:1-6, 15). Pero Rut se quedó con su suegra, pues la quería mucho y
quería adorar al Dios de Noemí, Jehová (Rut 1:16, 17; 2:11).
Rut era una buena nuera y una mujer muy trabajadora, por eso se ganó una
excelente reputación en la ciudad de Noemí, Belén. Un hombre llamado Boaz, que
era rico y dueño de muchas tierras, quedó tan impresionado con Rut que le dio
abundante alimento para ella y Noemí (Rut 2:5-7, 20). Con el tiempo, Rut se casó
con Boaz y así llegó a ser antepasada del rey David y de Jesucristo (Mateo 1:5,
6, 16).
¿Qué aprendemos de ella? Rut estuvo dispuesta a abandonar su país y a su
familia por el gran amor que sentía por Noemí y por Jehová. Demostró que era una
mujer trabajadora, devota y leal, aun en momentos difíciles.
▸Si desea saber más sobre Rut, lea los artículos “A donde tú vayas yo iré” y
“Una mujer excelente”.
Sara
¿Quién fue? Sara fue esposa de Abrahán y madre de Isaac.
¿Qué hizo? Sara estuvo dispuesta a dejar la vida cómoda de la ciudad de Ur
porque tenía fe en las promesas que Dios le había hecho a su esposo, Abrahán.
Dios le había dicho a Abrahán que se fuera de la moderna ciudad de Ur a la tierra
de Canaán. Le prometió que le daría muchas bendiciones y haría que su familia
fuera una gran nación (Génesis 12:1-5). Es posible que Sara tuviera unos 60 años
para ese tiempo. Desde entonces, ella y su esposo vivieron en tiendas de campaña
yendo de un lugar a otro.
Aunque ese tipo de vida era peligroso, Sara apoyó la resolución de Abrahán de
obedecer a Dios (Génesis 12:10, 15). Durante muchos años, Sara no tuvo hijos, lo
que la hacía sentir muy triste. Pero Dios había prometido que bendeciría a los
descendientes de Abrahán (Génesis 12:7; 13:15; 15:18; 16:1, 2, 15). Más tarde,
Dios le confirmó a Sara que tendría un hijo de Abrahán. Y, a pesar de que ya se le
había pasado la edad para ser madre, pues ella tenía 90 años y su esposo 100,
tuvieron un hijo (Génesis 17:17; 21:2-5). El niño se llamó Isaac.
¿Qué aprendemos de ella? El ejemplo de Sara nos enseña que Dios siempre
cumple sus promesas, aunque a veces pudieran parecer imposibles (Hebreos
11:11). También es un ejemplo para las esposas, pues resalta la importancia del
respeto en el matrimonio (1 Pedro 3:5, 6).