Está en la página 1de 9

Alienación y Separación:

La causación del sujeto y sus implicancias clínicas


Tomás L’Huillier
Julio 2016

I. Introducción
En el presente trabajo expondremos las dos operaciones llamadas
alienación y separación tal como las propone Lacan en el “Seminario 11: Los
cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” (1964) y en el escrito “Posición
del inconsciente” (1966), para luego hacer una breve reflexión en torno a su
importancia para la clínica psicoanalítica de las neurosis. Estas dos operaciones
tienen un valor de transmisión muy relevante ya que, por un lado, constituyen uno
de los modos en que Lacan formalizó la llamada “causación del sujeto”, y por otro
lado, implican importantes consideraciones para la clínica, en el caso de la
alienación con respecto a la interpretación, y en el de la separación con respecto a
la transferencia.

II. Alienación y separación


Para introducirse a la necesidad que subyace a la formulación de estas
operaciones, comenzaremos por presentar dos tesis centrales del psicoanálisis
lacaniano. La primera, una de las tesis más célebres de Lacan, quizás incluso su
gran tesis fundamental, es que el inconsciente está estructurado como un
lenguaje1. Esto quiere decir, entre otras cosas, que el inconsciente es un aspecto
de la vida humana que se debe por entero a su existencia lingüística. El
inconsciente entonces, para Lacan, es un hecho de lenguaje. La segunda tesis es
que para este inconsciente hay un sujeto, conocido como “sujeto del inconsciente”,
que también es efecto del lenguaje. En coherencia con estas premisas, Lacan a lo
largo de su obra sostuvo un incansable cuestionamiento en torno a cómo este
sujeto del inconsciente es llamado a existir, en otras palabras, la pregunta por lo

1
“…el inconsciente está estructurado como un lenguaje. De ello he deducido una topología cuyo fin es dar
cuenta de la constitución del sujeto”. (Lacan, 1964, p. 211).
que bautizará como la “causación del sujeto”. En este contexto, las operaciones de
alienación y separación son un modo formalizar una respuesta a esta interrogante.

La operación de alienación, lógicamente anterior a la de separación, da


cuenta del nacimiento del sujeto en lo que Lacan llama una “escisión original”.
Ahora bien, para que el sujeto pueda nacer debe ser primero llamado a hacerlo.
Con el fin de dar cuenta de este llamado Lacan introduce los términos decisivos de
esta operación:
“…puse el acento en la repartición que constituyo al oponer, en lo que toca a la
entrada del inconsciente, los dos campos del sujeto y del Otro. El Otro es el lugar
donde se sitúa la cadena del significante que rige todo lo que, del sujeto, podrá
hacerse presente, es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que
aparecer. Y he dicho que por el lado de ese ser viviente, llamado a la subjetividad,
se manifiesta esencialmente la pulsión”. (1964, p. 212)
Acá todo el asunto está situado bajo una lógica de la relación entre el sujeto y el
Otro, siendo el Otro el lugar del lenguaje, o “cadena significante”, donde el ser
viviente, lugar en que “se manifiesta esencialmente la pulsión”, es llamado a
aparecer como sujeto, entendiéndose acá el sujeto como aquello del ser viviente
que se representaría o que “podrá hacerse presente”, en el Otro. En principio
entonces, lo que hay es un ser viviente, cría humana o infans, habitado
únicamente por la pulsión, pero que en seguida es llamado a existir como sujeto
por el encuentro con el Otro del lenguaje.
Esto tiene una primera gran consecuencia: el sujeto, al no ser más que un
significante al que se identifica (S1), nace coagulado o petrificado en este
significante. En palabras de Lacan:
“Al producirse en el campo del Otro, el significante hace surgir el sujeto de su
significación. Pero sólo funciona como significante reduciendo al sujeto en instancia
a no ser más que un significante, petrificándolo con el mismo movimiento con que lo
llama a funcionar, a hablar, como sujeto”. (1964, p. 215)

En este punto el sujeto será forzado a una elección decisiva, que Lacan
explica mediante un recurso a la teoría de conjuntos graficado de la siguiente
manera (fig.1):
fig. 1

Este pequeño esquema muestra dos conjuntos en “reunión”, es decir que si


en ambos conjuntos existen elementos comunes, en su reunión estos son
contados como uno solo. Por ejemplo, si el conjunto A tiene los tres elementos (a,
b, c), y el conjunto B tiene los tres elementos (c, d, e), su “reunión” AB contiene
sólo 5 elementos: (a, b, c, d, e).
Lacan propone pensarlo así ya que le ayuda a graficar su idea de que la
alienación consiste en un vel (o), donde, dada una reunión en la que todos los
elementos provienen de uno de los dos conjuntos, elegir entre un conjunto u otro
siempre implica la pérdida del conjunto originariamente sin elementos,
sobreviviendo sin embargo, y para cualquier elección, los elementos comunes
(que para el conjunto sin elementos provendrían del encuentro con el otro
conjunto2).
En este esquema la elección sería o el Ser o el Sentido, donde el Ser es un
conjunto en principio vacío de significantes pero que gracias a su reunión con el
conjunto del Otro pasa a tener como elementos los significantes de la
identificación (S1), y el Sentido es el Otro como conjunto donde los significantes
hacen cadena (S1-S2). Por su parte el sin-sentido es lo común a ambos conjuntos,
la pura contingencia de la identificación primera al significante por parte del Ser
viviente (lugar de la pulsión). Esto quiere decir, en resumidas cuentas, que si se
elige el Ser, se pierde el Ser y el Sentido, quedando el puro sin-sentido (S1); y si
se elige el Sentido se pierde el Ser (en la doble dirección de la pérdida de goce y
la afánisis del sujeto), pero se hace posible habitar en un mundo donde el sujeto
2
Esto matemáticamente no tiene mucho sentido, pero tampoco tiene por qué tenerlo si de lo que se trata
acá no es de matemáticas sino de un recurso didáctico para efectos de formalizar una idea.
se dialectiza (S1-S2) y así rehúye en cierta medida a la petrificación, con el costo
de que sobre el sentido vendrá a morder periódicamente el sin-sentido del
significante unario de la identificación (S1)3. Esta es la “escisión original” en la que
el sujeto nace como sujeto del inconsciente, es decir como un sujeto que
desaparece (afánisis) fundando el anclaje de la represión originaria en el
movimiento mismo que le “da sentido”, o sea que lo funda en tanto que sujeto, en
la medida que este es siempre un significante (significante unario o S1) que lo
representa como sujeto para otro significante (significante binario o S2)4.
Este es el sujeto dividido ($) que, como efecto de la cadena significante
(S1-S2), no encuentra nunca la unidad y el cierre que lo haría un “in-dividuo”, y así
entonces se condena a una articulación incesante en busca de su significación.
Tampoco es un sujeto “causa de sí mismo” ya que, como vimos recién, es
causado por el significante. Entonces: ni la unidad ni la libertad le son posibles, y
por ello no deberían ser ideales orientadores de la dirección de la cura. Esto
quiere decir que la cura no está destinada a hacer del sujeto algo más integrado
y/o más capaz de ejercer su libertad: en principio el sujeto es siempre incompleto y
esclavo del significante.

A continuación se introduce la operación de separación que, en palabras de


Lacan, “lleva a su término la circularidad de la relación del sujeto con el Otro, pero
en ella se demuestra una torsión esencial” (1964, p. 221). Esta “torsión” está
relacionada con el hecho de que, si bien este es un proceso circular, no es un
proceso simétrico. El camino de vuelta que termina de constituir la estructura de
borde del inconsciente (como se puede apreciar en la fig. 2) es un regreso del
3
“Nuestro sujeto está colocado en el vel de cierto sentido que ha de recibirse o de la petrificación. Pero si se
queda con el sentido, es en ese campo (del sentido) donde vendrá a morder el sin-sentido que se produce por
su cambio en significante”. (Lacan, 1966, p. 821)
4
“Podemos localizar en nuestro esquema de los mecanismos originales de la alienación a ese
Vorstellungsrepräsentanz en ese primer apareamiento significante que nos permite concebir que el sujeto
aparece primero en el Otro, en la medida en que el primer significante, el significante unario, surge en el
campo del Otro y representa al sujeto para otro significante, significante cuyo efecto es la afánisis del
sujeto… Se trata, entonces, permítaseme la expresión, de un asunto de vida o muerte entre el significante
unario y el sujeto como significante binario, causa de su desaparición. El Vorstellungsrepräsentanz es el
significante binario. Este significante constituye el punto central de la Urverdrängung, punto que, como
indica Freud en su teoría, al pasar al inconsciente será el punto de Anziehung, el punto de atracción que hace
posible todas las demás represiones…”. (Lacan, 1964, 226)
Otro, pero no un retorno al Ser, sino más bien una salida posibilitada por la falta-
en-ser misma que se produjo en la primera operación que, como vimos, implicaba
la pérdida del Ser, o pérdida de goce, junto con la afánisis del sujeto5.

fig. 2

La operación de separación también se explica con recurso a la teoría de


conjuntos, pero esta vez en lugar de la “reunión” tenemos la “intersección”, que se
caracteriza por el hecho de que los elementos de ambos conjuntos hacen una
sumatoria repitiendo los comunes. Por ejemplo, si tengo el conjunto A con los
elementos (a, b, c), y el conjunto B con los elementos (c, d, e), entonces la
intersección AB contiene los seis elementos (a, b, c, c, d, e).
Para el caso de la separación los dos conjuntos en juego son los mismos, el
sujeto y el Otro, pero esta vez ambos se presentan tachados ($ y Ⱥ) como modo
de dar cuenta que en ellos opera una falta. Esto quiere decir que en la intersección
$Ⱥ se cuentan dos faltas como el elemento común. Acá, sin embargo, surge una
duda: habiendo ya estudiado el modo en que el sujeto emerge como falta-en-ser
($), ¿qué quiere decir ahora que la falta también aparezca en el Otro? Lacan, en
esta ocasión, responde de la siguiente manera:
“El sujeto encuentra una falta en el Otro, en la propia intimación que ejerce sobre él
el Otro con su discurso. En los intervalos del discurso del Otro surge en la
experiencia del niño algo que se puede detectar en ellos radicalmente –me dice eso,
¿pero qué quiere? (...) El sujeto aprehende el deseo del Otro en lo que no encaja,
en las fallas del discurso del Otro, y todos los por qué del niño no surgen de una
avidez por la razón de las cosas –más bien constituyen una puesta a prueba del

5
“Una falta generada en el tiempo precedente sirve para responder a la falta suscitada por el tiempo
siguiente” (1964, p. 223).
adulto, un ¿por qué me dices eso? re-sucitado siempre de lo más hondo –que es el
enigma del deseo del adulto” (1964, p. 222)

En la separación entonces se trata de la intersección entre dos faltas, la del


sujeto y la del Otro, “por la cual el sujeto viene a encontrar en el deseo del Otro su
equivalencia a lo que él es como sujeto del inconsciente” (1966, p. 822). Decíamos
más arriba que hay un regreso del Otro al sujeto, y ahora podemos agregar que
este regreso consiste en la respuesta que el sujeto se da a su propio ser en tanto
que (des)ocupa un lugar en el deseo del Otro. La respuesta, por supuesto, no
tiene nada que ver con la idea de una reintegración a la totalidad, fantasía del
retorno al Ser perdido, ya que en el Otro, en la medida que es efectivamente
deseante, opera una falta que, para lo que atañe al sujeto, hace de la totalidad un
imposible. Muy por el contrario, se trata de hacerse, “se parere”, o sea “parirse a sí
mismo”, mediante la extracción de una pars (parte). Esto el sujeto lo consigue
respondiendo a la falta en el Otro con su propia falta, es decir haciéndose a sí
mismo el objeto que falta al deseo del Otro. Como dice Lacan, “el primer objeto
que propone a ese deseo parental cuyo objeto no conoce, es su propia pérdida -
¿puede perderme?” (1964, p. 222). De este modo, el sujeto logra separarse de la
cadena significante6 y colmar la falla, no del Otro, sino de la “pérdida
constituyente” propia de la alienación7. En este sentido la parte que se extrae en la
separación es el ‘objeto a’ como plus de goce, es decir como medio para
recuperar parte del goce perdido.

III. Dos implicancias para la clínica psicoanalítica


De las operaciones recién introducidas, entendidas como los dos
movimientos de “una topología cuyo fin es dar cuenta de la constitución del sujeto”
(1964, p. 211), se desprenden importantes implicancias para la clínica

6
“La parte (…) nada tiene que ver con el todo. (…)Aquí, es de su partición de donde el sujeto procede a su
parto. (…) Para ser pars, sacrificaría sin duda gran parte de sus intereses, y no es para integrarse a la
totalidad (…). Separare, se parare: para guarecerse del significante bajo el cual sucumbe, el sujeto ataca la
cadena…” (1966, p. 822).
7
“Lo que colma así no es la falla que encuentra en el Otro, es en primer lugar la de la pérdida constituyente
de una de sus partes, y por la cual se encuentra en dos partes constituido” (1966, p. 823).
psicoanalítica, ya que permiten formalizar dos aspectos fundamentales de la
intervención: la interpretación y la transferencia.

Considerando primero la alienación, se deduce algo muy importante para


efectos de situar el pleno alcance de la interpretación en psicoanálisis. Al respecto
Lacan dirá lo siguiente:
“La consecuencia de la alienación es que la última instancia de la interpretación no
reside en que nos entregue las significaciones de la vía por donde anda lo psíquico
que tenemos ante nosotros. Este alcance no es más que preludio. El objetivo de la
interpretación no es tanto el sentido sino la reducción de los significantes a su sin-
sentido para así encontrar los determinantes de toda la conducta del sujeto”. (1964,
p. 219)
Este texto propone tres aspectos fundamentales del tratamiento psicoanalítico. En
primer lugar, da cuenta de que la interpretación no apunta a que se produzcan
más significaciones. En otras palabras, no se trata de que haga aparecer un nuevo
S2 como medio para significar al S1 sin-sentido. La interpretación entonces no
apunta al restablecimiento de la cadena significante (S1-S2). Se podría pensar
incluso que a si el propósito de la intervención analítica fuera sólo producir más
significaciones, por muy novedosas o elaboradas que sean, no se conseguiría
realmente más que reforzar el movimiento de alienación. En segundo lugar, en el
texto se aclara que, a pesar de lo anterior, el restablecimiento de la cadena es de
todos modos parte integral del tratamiento en la medida que es el preludio para la
interpretación. Esto quiere decir que antes de interpretar hay que primero lograr
que en el discurso del paciente emerjan las significaciones y así se re-produzca el
movimiento de alienación, entendido como la operación en que se produce la
cadena significante y nace el sujeto en su escisión original, es decir en tanto que
significante que representa al sujeto para otro significante (S1-S2). Esto es, por lo
demás, aquello que se consigue prescribiendo la “asociación libre”, y es que en el
momento en que se le pide al paciente que le dé voz a su pensamiento, en el
fondo se le pide que produzca asociaciones. En tercer y último lugar, el texto
recién citado establece como objetivo de la interpretación reducir los significantes
a su sin-sentido. Esto quiere decir que a lo que se apunta con la interpretación es
a reducir la cadena significante (S1-S2) a los puros S1 sin-sentido, que son los
significantes a los que el ser viviente (lugar de la pulsión) se ha identificado de
manera contingente, para “hacerse presente” en el Otro8, y que son por lo demás
“los determinantes de toda la conducta del sujeto” (1964, p. 219).

Con respecto a la separación aparece también otra importante


consideración clínica, esta vez con relación a la transferencia y el deseo del
analista. Para entender bien este punto es importante recordar que la separación
consiste en el momento en que el sujeto se encuentra con el Otro como deseante
y se plantea la pregunta ¿qué quiere de mí?, para responder ofreciendo su propia
pérdida, ubicándose así como objeto que se sustrae del deseo del Otro. Lacan a
propósito de esto dirá que “es su recurso contra la opacidad de lo que encuentra
en el lugar del Otro como deseo, pero es para remitir al sujeto a la opacidad de su
ser que le ha vuelto de su advenimiento de sujeto” (1966, p. 823). Esto quiere
decir que la respuesta es una manera de defenderse del deseo enigmático del
Otro, pero que lo remite al enigma de su propio ser: ¿qué soy para el deseo del
Otro? A continuación Lacan dirá lo siguiente:
“Es ésta una operación cuyo diseño fundamental volverá a encontrarse en la
técnica. Pues a la escansión del discurso del paciente en cuanto que el analista
interviene en él es a la que se verá acomodarse la pulsación de borde por donde
debe surgir el ser que reside más acá. La espera del advenimiento de ese ser en su
relación con lo que designamos como el deseo del analista en lo que tiene de
inadvertido, por lo menos hasta la fecha, por su propia posición, tal es el resorte
verdadero y último de lo que constituye la transferencia” (1966, p. 823).
Esto en otras palabras quiere decir que es en el encuentro con el deseo
enigmático del analista donde el sujeto se irá preguntando ¿qué quiere de mí?, o
sea, ¿qué soy para el deseo del analista? De modo que la separación no es sólo
la operación en la que termina de constituirse el sujeto del inconsciente, sino que
es además la fórmula misma de la transferencia.

8
En su escrito “La dirección de la cura y los principios de su poder” (1966) Lacan dirá que son los significantes
en los que la frustración del sujeto está retenida.
Bibliografía

Lacan, J. (1964/2015). El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del


psicoanálisis. Paidós: Buenos aires.

Lacan, J. (1966/2003). Escritos I y II. Siglo XXI: México D.F

También podría gustarte