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ENSEÑANZA SOBRE EL AMOR

34. Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una.
35. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: 36. Maestro, ¿cuál
es el gran mandamiento en la ley? 37. Jesús le dijo: Amarás al señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38. Este es el primero y grande
mandamiento. 39. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40.
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

SAN MATEO 22: 34-40

 COMENTARIO PREVENTIVO.

La enseñanza a continuación está dividida en dos partes, basado en el pasaje


bíblico que antes se ha leído. De esta manera, lograremos entender el verdadero
amor a Dios y al prójimo que debe prevalecer en nuestras vidas.

 INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA Y SEGUNDA PARTE DE LA


ENSEÑANZA.

Es importante entender el contexto en el que Jesús se encontraba, y es que,


según el pasaje bíblico estaba rodeado de los que oían sus enseñanzas y la
recibían con fe, pero también estaban los que oían las enseñanzas, pero no la
creían. E aquí el punto específico e importante; la manera en que el Maestro
responde a los fariseos y saduceos, con gran autoridad y poder, lleno del Espíritu
Santo. Entonces, veamos que Jesús no hablaba palabras si no eran las del Padre
a través de su Espíritu, por tanto, al igual que el Señor hablaba y enseñaba lo que
el Espíritu le daba que hablase, también actuaba según le dirigía. Ahora, Jesús
adquiría esa sabiduría y esa dirección del Padre estando cerca de él. Debe pues
recordar dos cosas, estar cerca del Padre y ser guiados por el Espíritu Santo de
Dios. AMÉN.

 PRIMER Y GRANDE MANDAMIENTO.

Amar a Dios es el mandamiento primero y más importante, sin embargo,


muchas veces creemos amarle, pero no sentimos el amor. Usted se ha de
preguntar, ¿realmente amo a Dios?, ¿cómo sé que estoy amando al Padre
Celestial? Si se cuestiona estas cosas, preocúpese entonces, porque el amor a
Dios no se cuestiona, no se piensa, no se dice solamente; se siente en nuestra
alma, en nuestros corazones, en nuestras fuerzas, porque así está escrito “…
Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente.”; y si no estamos seguros de esto, es porque no nos estamos relacionando
lo suficiente con el Padre; es porque no estamos entendiendo las escrituras, o ni
siquiera nos adentramos en su palabra. Para entender la manera en que podemos
nosotros recibir el amor del Padre, y en cómo debemos amar a Dios, vamos a
ejemplificarlo y decir que es semejante a una pareja de casados antes de darse en
casamiento.

Hermanos, es necesario conocer lo suficiente a Dios, voltear a ver ese amor


tan grande con la que él nos ama; ver y comprender el por qué debemos amarle.
Pero, meditemos ahora en el amor y misericordia que Dios tiene para con todos
los habitantes de este planeta, pecadores y no pecadores, santos y no santos,
para los que reciben con obediencia su palabra y para quienes la desprecian
directa e indirectamente (hijos desobedientes). Sí, quizá nos hace falta admirar
aún más ese gran acto que ha tenido el Señor para con nosotros y aprender del
Eterno.

Nos podemos recorrer toda la Biblia de génesis hasta apocalipsis y de regreso, y


en todo el recorrido vamos a encontrar el inmenso amor de Dios para con los
seres humanos, y para con sus hijos. Citemos algunos pasajes bíblicos en la cual
Dios nos muestra que es Santo.

Oseas 11: 1 primera parte: “Cuando Israel era muchacho, yo lo amé,…”

1 CORINTIOS 13: 4-8

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