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RIVALIDAD INTERNACIONAL Y GUERRA | 189

5 cisivas, y que hacia 1815 un concierto europeo sustituyó al antiguo equi-


librio de poder de las décadas anteriores. Por último, este análisis desafía
la vieja máxima francesa sobre el cambio y la permanencia, porque a ve-
ces cuanto más parece que las cosas continúan igual, más cambian.

Rivalidad Una descripción detallada de las maquinaciones diplomáticas y las


guerras libradas durante este período requiere mucho más espacio del que
aquí se dispone. Como un sustituto parcial de este resumen, el cuadro 5.1
internacional contiene algunos de los hechos más importantes de una forma escueta. Es
evidente que, si se juzgan simplemente por el número de años que cono-

y guerra cieron la guerra, fueron tiempos difíciles. E l mayor período de paz entre
las principales potencias duró sólo veinte años, desde el tratado de Rastatt
hasta el inicio de la guerra de sucesión polaca, pero incluso estas dos dé-
cadas experimentaron tres guerras menores.
John A. Lynn Más que proponer un desfile sin fin de las batallas y tratados que se
dieron a lo largo de esta época violenta, este capítulo adopta un método
analítico. El tratamiento de la política internacional depende de una apro-
ximación a los sistemas internacionales, en los cuales las suposiciones y las
En 1709, en la batalla de Malplaquet, el renombrado duque de Marlbo- prácticas que se estaban desarrollando dieron forma a las relaciones entre
rough dirigió un ejército británico apoyado por tropas alemanas y holan- las grandes potencias europeas en el continente, el mar y en sus dominios
desas contra las fuertes fuerzas francesas bajo el mando del más grande coloniales. Cuando se discute sobre las luchas armadas es de gran impor-
general francés de la época, Claude Villars; en 1815, en el campo de bata- tancia el sistema militar, es decir, el estilo de los ejércitos y de las marinas de
lla en Waterloo, a menos de sesenta y cinco kilómetros de Malplaquet, un guerra, sus potenciales y limitaciones y sus capacidades para determinar el
duque de igual renombre comandaba los batallones ingleses una vez más enfrentamiento bélico. Los sistemas internacionales y militares convergen
apoyados por fuerzas alemanas y holandesas contra otro ejército francés en la práctica de la guerra, en la cual hay un brusco contraste, por un lado,
con el mayor general francés de la época. Napoleón, a su cabeza. Los dos entre el comienzo y la mitad del siglo xviii y, por otro, la cima de la victo-
enffentamientos, con frecuencia vistos como acontecimientos en una «se- ria napoleónica, 1805-1807. Con el objetivo de mostrar la interacción real
gunda guerra de los Cien Años» entre Gran Bretaña y Francia, sugieren entre el sistema internacional, el sistema militar y la práctica de la guerra,
continuidad. Sin embargo, las apariencias pueden ser engañosas y esta con- este capítulo proporciona resúmenes de algunos conflictos concretos, aun-
tinuidad enmascara una evolución fundamental en el carácter de las rela- que no se intenta ofrecer una narración completa de toda la época.
ciones internacionales y la forma de conducir la guerra. Este capítulo exa-
mina esa evolución, explorando por qué y cómo los estados europeos
apelaron a las armas durante el período 1700-1815. Este amplio recorri-
do abarca un espectro particularmente diverso e instructivo de contienda E l antiguo régimen, 1700-1789
internacional y permite además una fructífera comparación entre las dos
hegemonías francesas —la primera disfrutada por Luis X I V y la segunda
impuesta por Napoleón 1— que dieron comienzo y fin a esta época. E n - El sistema internacional
tre otros contrastes que serán expuestos, en este capítulo se mostrará que
las fuerzas napoleónicas eran radicalmente diferentes de las que comba- Paul Schroeder, el célebre historiador que inspira gran parte de este capí-
tieron un siglo antes, que las campañas se hicieron más sangrientas y de- tulo, argumenta que un sistema internacional consiste en «los acuerdos.
CUADRO 5.1. Guerras de las potencias europeas, 1700-1815

Principales participantes

Guerra Fecha Primer bando o coalición Segundo bando o coalición Tratados de paz Muertes en combate

Guerra del Norte 1700-1721 Rusia, Polonia, Dinamarca y Sajonia Suecia, Imperio otomano Tratado de Altranstadt, 1706 64.000
Tratado de Prutb, 1711
Paz de Adrianópolis, 1713
Tratado de Estocolmo, 1719-1721
Tratado deNystad, 1721

Guerra de sucesión 1701-1714 Francia, España, Baviera, Inglaterra, Provincias Unidas, Tratado de Utrecht, 1713 1.251.000
española Saboya-Piamonte y Portugal Austria, Prusia, Imperio Tratado de Rastatt, 1714
(basta 1703) otomano, Piamonte y Portugal
(desde 1703)

Guerra Austro-Turca 1716-1718 Austria, Venecia Imperio otomano Tratado de Passarowitz, 1718 10.000

Guerra de la 1718-1720 Francia y Gran Bretaña, Provincias España Tratado de la Haya, 1720 25.000
Cuádruple Alianza Unidas y Austria

Guerra española 1727-1729 Francia y Gran Bretaña España Tratado de Sevilla, 1729 15.000

Guerra de sucesión Tratado de Viena, 1738 88.000


1733-1738 Rusia, Austria Francia, España y Cerdeña
polaca

Guerra austro-rusa- Tratado de Niza, 1739 38.000


1736-1739 Rusia, Austria Imperio otomano
turca

Guerra de la Oreja Absorbida por la guerra de


1739- Gran Bretaña España
de Jenkins sucesión austríaca

Guerra de sucesión 1740-1748 Prusia, Francia, Baviera, España, Austria, Gran Bretaña, Tratado de Breslau, 1742 359.000
austríaca Piamonte (basta 1743) y Sajonia Provincias Unidas, Sajonia Tratado de Füssen, 1745
(basta 1743) (desde 1745) y Rusia Tratado de Dresde, 1745
(desde 1746) Tratado de Aquisgrán, 1748
Guerra ruso-sueca 1741-1743 Rusia Suecia Tratado de Abó, 1743 10.000
Guerra de los Siete Años 1756-1763 Prusia, Gran Bretaña Austria, Francia, Rusia, Suecia Tratado de París, 1763 992.000
y Sajonia Tratado de Hubertusberg, 1763
Guerra ruso-turca 1768-1774 Rusia, Alí Bey de Egipto Imperio otomano Tratado de Kucbuk Kainarji, 14.000
1774
Guerra de 1775-1783 Estados Unidos, Francia, España, Gran Bretaña Tratado de París, 1782 34.000
independencia Provincias Unidas (en guerra con Tratado de Versalles, 1783
americana Gran Bretaña basta 1784)

Guerra de sucesión 1778-1779 Prusia Austria Tratado de Tescben, 1779 300


bávara

Guerra otomana 1787-1792 Rusia, Austria Imperio otomano Tratado de Sistova, 1791 192.000
Tratado de Jassy, 1792
Guerra ruso-sueca 1788-1790 Rusia Suecia Tratado de Wereloe, 1790 3.000
Guerras de la 1792-1802 663.000
Revolución francesa

Guerra de la Primera 1792-1798 Francia, España (después de 1796) Gran Bretaña, Austria, Prusia, Tratados de Basilea, 1795
Coalición Provincias Unidas, España, Tratado de la Haya, 1795
Sajonia, Hannover, Hesse-Kassel Paz de Leoben, 1796
y Piamonte Tratado de Campo Formio,
1797
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las suposiciones, las capacidades y respuestas aprendidas, las reglas, las


normas, los procedimientos, etc.», que el Estado emplea. Entre 1700 y 1789
el sistema internacional pasó de una amplia alianza europea opuesta a la
hegemonía francesa, a un acuerdo anglo-francés y, finalmente, a un de-
3 predador equilibrio de poder.
A medida que evolucionaba el sistema internacional, algunas constan-
tes se mantuvieron. De un modo notable, esta fue una época en la cual los
^ i estados luchaban por ventajas discretas, no para destruir a los otros esta-
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dos o regímenes ni para decidir grandes cuestiones religiosas o ideológi-
11 cas. La razón más común para la guerra fue la adquisición o la retención
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-g de territorio. Además, las consideraciones dinásticas —qué familia o indi-
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•i viduo ocuparía un trono en disputa— eran de gran importancia y preci-
pitaron diferentes guerras de sucesión. La lucha por la riqueza también
llevó a los estados a confrontarse. Durante el siglo xviii, los soberanos re-
3 conocieron que la riqueza comercial se traducía rápidamente en poder

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o militar y abrazaron motivaciones económicas que les llevaron a disputas
3 o 3 —. 3 2 por la tierra, la población y el comercio, tanto en Europa como en sus co-
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2 M .2 ,S lonias. Los estados no emprendieron guerras mayores por razones calcu-
2 ladas, sino por la voluntad de un soberano. La religión no determinaba la
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.2 .2 o (£ política exterior como lo había hecho antes, aunque en ciertas circunstan-
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c5 £ I I I 2'i cias la pasión religiosa añadió cierto apoyo popular o inspiró una bruta-
lidad particular durante un conflicto. Esto fue especialmente cierto en la
.2 periferia de Europa, cuando las cristianas Rusia y Austria luchaban con-
s I 3 tra el Imperio otomano musulmán. Asimismo, la ideología política fue
2 .2" apenas motivo de guerras entre las principales potencias europeas, excep-
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to en el caso de la guerra de independencia americana. Pero este conflicto
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¿3 i §- fue una excepción si se mira desde la perspectiva de los rebeldes america-

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41 nos. Considerado desde un punto de vista europeo, simplemente continua-
ba la lucha anglo-francesa por el poder. Las guerras que carecían de gran-
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oí P¿ des temas fracasaban en movilizar el apoyo de las masas populares, a pesar
de que los reyes invertían considerable oro y sangre en librarlas.
El modelo inicial de conflicto europeo durante el siglo xviii flie un lega-
do del xvii: la lucha contra la hegemonía ejercida por Francia bajo Luis XIV,
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c el Rey Sol. E l miedo a que Luis X I V deseara dominar todo el continente

a 3 emergió pronto durante su reinado, cuando el propagandista español L i -


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sola la acusó de querer imponer una «monarquía universal». Convencido
g- de que Luis X I V suponía una amenaza para toda Europa, el príncipe ho-
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£2 O landés Guillermo de Orange, stadholder de las Provincias Unidas y en 1689
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i-s .3 monarca de Inglaterra junto con su esposa María, forjó amplias coalicio-
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nes europeas para oponerse a Luis X I V en la guerra holandesa (1672- de alineación sorprendente que se conoce como la «revolución diplomáti-
1678), la guerra de los Nueve Años (1688-1697) y la guerra de sucesión es- ca», los franceses se aliaron con sus tradicionales enemigos continentales,
pañola (1701-1714). Aunque Guillermo de Orange murió al empezar esta los austríacos, y los británicos apoyaron a los prusianos al comienzo de la
última guerra, fue su arquitecto. Los estudios modernos contradicen los guerra de los Siete Años. Las potencias menores también oscilaron de un
peores miedos de Guillermo, ya que, después de la guerra holandesa, el bando a otro en búsqueda de beneficios.
Rey Sol únicamente deseaba proteger sus nuevas fronteras (si bien es cier- Las maquinaciones del equilibrio político que siguieron a la interrup-
to que intentaba extenderlas todo lo posible con el objetivo de hacerlas ción de la cooperación que caracterizó la época Fleury-Walpole fracasa-
más defendibles) y, después, asegurar parte de la sucesión española para ron en establecer la estabilidad y la paz, y en su lugar trajeron una época
su nieto. No se puede dudar de que Francia estaba considerada como el de conflictos. La política de equilibrio político no fue simplemente estruc-
Estado más fuerte de Europa, pero fue una hegemonía más unida a la se- tural, fue el resultado de una situación en la que cinco grandes estados
guridad que a la conquista. En cualquier caso, la amenaza que los sobe- compitieron en la arena internacional y ninguno obtuvo suficiente po-
ranos percibían en Francia les convenció para contribuir a un propósito der como para dominar a los otros. La inestabilidad del sistema surgía de
común mucho más efectivo que el que llevarían a cabo contra Napoleón actitudes y suposiciones, porque los estados buscaban su propio beneficio
antes de 1813. Durante la guerra de sucesión española, Luis X I V intentó inmediato sin tener en cuenta el beneficio del sistema en su conjunto. Cier-
disolver la alianza al apelar al estrecho interés de los estados, pero fue in- tos principios y prácticas definieron el equilibrio político del siglo xvm. Un
capaz de romper la coalición hasta 1712. Estado pedía compensaciones, normalmente territoriales, por los benefi-
El tratado de Utrecht acabó con el largo período de hegemonía fran- cios obtenidos por otro Estado. Si un Estado suministraba servicios a otros
cesa y siguió una paz causada por el agotamiento. Décadas de conflicto o sufría pérdidas a causa de la política de otro, esperaba pagos o indem-
habían sumido a Francia en la bancarrota, y el poder en aumento de Gran nizaciones. Las partes contraían alianzas estrechamente definidas como un
Bretaña y Austria hizo que Francia fuera una más entre las grandes po- medio para aumentar su propio poder. Las compensaciones e indemniza-
tencias y no una potencia hegemónica. Después de la muerte de Luis X I V ciones explícitas se debían a los estados que prometían apoyar a otro en
en 1715, un fuerte deseo de evitar otra guerra europea general inspiró a forma de alianza. La raison d'état mandaba, es decir, los estados actuaban
los antiguos enemigos, Francia y Gran Bretaña, a actuar de acuerdo contra sólo de acuerdo con el avance de sus propios intereses, cuya naturaleza
la España borbónica para evitar que Felipe V y su segunda esposa, Isabel era a menudo a corto plazo. Estos principios dictaban una despiadada bús-
Farnesio, desequilibraran la balanza política. De hecho, el período de paz queda del propio engrandecimiento, pero ésta estaba sujeta a importantes
entre las principales potencias europeas que duró desde 1714 hasta 1733 limitaciones. Y lo que es más significativo: existía la idea de que al menos
y, en sentido estricto, hasta 1740, sería el más largo que Europa conoció las grandes potencias constituían una familia europea de estados basada en
durante los siglos xvii y xviii. Los hombres de Estado protagonistas de una débil igualdad. Se suponía que esta comunidad estaba regulada por
esta tregua en la lucha anglo-francesa, el cardenal Fleury de Francia y sir cierto equilibrio, y que al menos las principales potencias tendrían el dere-
Robert Walpole de Gran Bretaña, intentaron no involucrar a sus países en cho de esperar compensaciones e indemnizaciones para mantenerlo.
un conflicto mayor, pero fueron incapaces de preservar la paz de manera Problemas serios e inevitables acabaron con el sistema de equilibrio
indefinida. político. La guerra parecía endémica, ya que prometía ser el método más
El importante período de cooperación y acuerdo dio lugar a una serie efectivo para conseguir ventajas en una lucha frontal de intereses en con-
de guerras que implicaron a las grandes potencias hasta el comienzo de la flicto. Como escribió un diplomático austríaco en 1787: «Pero alguien po-
Revolución francesa. En estos conflictos, las alianzas cambiaban según los drá decirme, ¡siempre más guerras, siempre más conquistas! Este lengua-
estados se disputaban las posiciones, a pesar de que la renovada lucha an- je se respira en la política de los últimos 34 años. ¿No tenemos bastante
glo-francesa constituía una constante. Los británicos lucharon junto a los con lo que ya poseemos?». Las conquistas y las compensaciones llegaban
austríacos en la guerra de sucesión austríaca (1740-1748), mientras que principalmente en forma de sacrificios o repartos de estados intermedios
los prusianos y los franceses lucharon contra ellos. En 1756, en un cambio más débiles. Los principados en Italia cambiaban de manos para satisfacer
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las necesidades de estados más fuertes. Austria y Rusia conquistaban terri- Además de los territorios en Europa, las posesiones coloniales fueron
torios a lo largo de las fronteras septentrional y occidental del debilitado un factor importante en los cálculos de las grandes potencias del siglo xviii
Imperio otomano. Lógicamente, los recortes de las potencias intermedias más que en anteriores períodos. A causa de su superioridad naval, Gran
podían continuar sólo durante algún tiempo, pues los mecanismos del Bretaña disfrutaba de una ventaja que nadie superaba y que explotaría con
compromiso tenían sus límites, como lo demostraría el destino de Polonia. el objetivo de ganar su rivalidad colonial con Francia. Hasta la pérdida de
Mientras que el juego mortal de la política internacional desarrollaba las trece colonias en las costas de Norteamérica durante la guerra de in-
un conjunto de principios y prácticas durante el siglo xviii, viejos jugado- dependencia americana (1775-1783), éstas estaban incluidas en los cálcu-
res dejaron la contienda y otros nuevos llegaron. Las en otro tiempo pode- los británicos, pero pronto su pérdida fue superada por la conquista de
rosas Provincias Unidas adquirieron un estatus de tercer nivel a medida India, donde los éxitos iniciales en Madrás llevaron a mayores victorias en
que los británicos las superaron como fuerza naval y comercial. De la mis- Bengala, Bihar y Orissa, que, a su vez, proporcionaron los hombres y el
ma manera, el otro pequeño Estado que se había colocado en un buen ni- dinero necesarios para expandir el control de la Compañía de las Indias
vel en el siglo xvii, Suecia, declinó bruscamente. Orientales sobre el resto del continente.
El ascenso de Rusia al estatus de incuestionable gran potencia duran-
te el siglo X V I I I reflejó y contribuyó, al mismo tiempo, a la caída de Suecia.
Antes de la década de 1730, el conflicto internacional se dividía en dos El sistema militar
compartimientos, el occidental y el oriental, y entre ellos había relativa-
mente pocos intercambios. Mientras que la Europa occidental entablaba Así como el sistema internacional definió ciertos parámetros de rivalidad
combate en la guerra de sucesión española, la guerra del Norte (1700-1721) internacional durante el siglo xviii, el sistema militar determinó otros.
ardía en el este, donde Suecia luchaba contra el creciente poder de Rusia. Para este sistema militar fue básico el ejército de comisión estatal, el estilo
El gobierno y las reformas militares llevadas a cabo por el zar Pedro el de fuerzas armadas imperante desde mediados del siglo xvii hasta la Revo-
Grande reforzaron a Rusia y la llevaron a formar parte de la comunidad lución francesa. Con anterioridad, las fuerzas se reunían a partir de dife-
internacional europea. Si la guerra del Norte impuso la superioridad rusa rentes fuentes, incluidas las bandas de mercenarios y los cuerpos irregula-
en Europa septentrional y oriental, la guerra de sucesión polaca (1733- res de tropas reclutados por los nobles locales. Demasiado a menudo estos
1738) llevó por primera vez a los ejércitos rusos a un punto tan al occi- primeros ejércitos habían demostrado poca lealtad a los soberanos que les
dente como el valle del Rin y convirtió a Rusia en un elemento importan- contrataban y los comandantes tendían a afirmar una independencia no
te en los asuntos europeos. Hacia mediados de siglo, el conflicto del este deseada. Ahora, los oficiales recibían el encargo de reclutar regimientos
europeo ya no permaneció al margen, aislado de los asuntos occidentales, estándares que se mantenían tal y como lo había estipulado el Estado, que
y Rusia pronto dominó su región como un Estado hegemónico en el flan- controlaba de cerca a su ejército e imponía altos niveles de obediencia y
co asiático de Europa. jerarquía en sus oficiales.
Prusia también mantuvo el pulso en la guerra de sucesión austríaca. En Los ejércitos de comisión estatal crecieron hasta proporciones sin pre-
la segunda mitad del siglo xvii, Federico Guillermo, el Gran Elector (1640- cedentes. Entre 1635 y 1696, las fuerzas francesas de tiempos de guerra
1688), fusionó una serie de territorios en lo que se convertiría en el reino aumentaron siete veces hasta llegar a los 420.000 hombres, y las de tiem-
de Prusia. Unificó su Estado con el objetivo de financiar un ejército lo su- pos de paz se incrementaron a un nivel incluso más impresionante, dando
ficientemente fuerte como para defenderlo. Su nieto, el rey Federico Gui- como resultado el primer ejército permanente verdadero, que alcanzó una
llermo I (1713-1740), convirtió esta fuerza en el ejército con más soldados cifra cercana a los 150.000 hombres. Los niveles de tiempos de guerra y de
per cápita mantenido por cualquier monarquía europea. Su hijo, Federi- paz se mantuvieron relativamente constantes desde este punto hasta la Re-
co I I el Grande (I740-I786), hizo marchar a este formidable ejército so- volución francesa. El alistamiento voluntario suministró la mayor parte
bre Silesia y al asegurar esta rica provincia situó a Prusia en la delantera del personal necesario para estos grandes ejércitos, a pesar de que muchos
de los estados europeos. «voluntarios» eran llevados a filas engañados o intimidados por recluta-
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dores sin escrúpulos. Mientras que las necesidades de personal se eleva- escuadrones ordenados, todavía importaba en la batalla y más de una se
ban, los franceses completaron el reclutamiento habitual con una forma decidió a causa de las cargas de filas y filas de hombres a caballo. La arti-
de servicio militar limitado en la guerra de los Nueve Años, y otros ejérci- llería, la rama más técnica del combate, desempeñó un papel de creciente
tos europeos siguieron su camino. Después de 1733, los prusianos pusie- importancia en los enfrentamientos. Formar un ejército para la batalla
ron buena parte de su confianza en una nueva forma de servicio obligato- según las normas del momento normalmente consumía horas y, por con-
rio limitado, el sistema de cantones, que asignaba regimientos a regiones siguiente, no era fácil obligar a luchar a un enemigo poco dispuesto.
específicas desde las cuales podían llamar a filas a los campesinos. Con una Cuando sucedía, la batalla era costosa y, por lo común, no era decisiva.
sorprendente preocupación prusiana por la eficiencia, el sistema de canto- Luis X I V consideraba las batallas como un derroche y prefería los sitios, por-
nes permitía a los campesinos reclutados volver a sus tierras durante gran que en tal caso el éxito al menos recompensaba al vencedor con la posesión
parte del año en tiempos de paz, de manera que la producción agrícola no de la fortaleza, y muchos oficiales estaban de acuerdo con él. Otros, como
se resintiera. Sin embargo, incluso después de la institución del servicio el duque de Marlborough y Federico el Grande, declaraban su voluntad de
obligatorio, el Estado continuó reclutando un alto porcentaje de volunta- luchar, pero Marlborough participó sólo en unas cuantas batallas impor-
rios, la mayoría de ellos extranjeros. tantes durante una década de mando supremo y Federico el Grande acabó
El ejército de comisión estatal era más uniforme, obediente y fiable quejándose del coste de su estilo de guerra dirigido a las batallas.
que las fuerzas anteriores, pero con estas ventajas llegaron también pro- Las maniobras y la guerra de posiciones proporcionaron alternativas a
blemas importantes. Por un lado, para reunir un ejército de este tipo se las batallas del siglo xviii. Las maniobras transformaron la guerra en una
necesitaba más tiempo y hizo más lenta la movilización en caso de guerra. partida de ajedrez, en la que las amenazas hábiles al flanco de un enemigo,
Por otro, a pesar de que la administración militar, mejorada en gran me- su retaguardia o sus líneas de refuerzo podían obligarlo a retirarse. Como
dida, suministraba a las tropas provisiones más regulares de alimentos y las guerras era en gran parte por territorio, una maniobra que forzara al
otras necesidades, hizo a los ejércitos más dependientes de los almacenes, enemigo a abandonar prometía una recompensa tan importante como una
los hornos de campaña y los convoyes. Esta confianza en una logística pe- victoria en el campo de batalla y costaban mucho menos. El mariscal Mau-
sada y engorrosa limitó la movilidad, y los ejércitos, encadenados por ricio de Sajonia declaró que un gran comandante podía ganar sus campa-
cordones umbilicales de suministro, no pudieron ir demasiado rápido ni ñas sin librar ninguna batalla. La guerra de posiciones —esto es, la cons-
demasiado lejos. No se esperaba de los voluntarios ni de aquellos obli- trucción, defensa y ataque de fortalezas y líneas fortificadas— jugaron un
gados a servir en las filas que sintiesen mucha devoción a la causa o al importante papel en las guerras de los siglos xvii y xviii. Las fortalezas de
país. E l honor podría haber motivado a los oficiales, pero no esperaban esta época empleaban de manera inteligente bastiones y muros diseñados
poco más que obediencia de sus tropas y las tenían en baja considera- para desafiar los asaltos de las tropas enemigas y sobrevivir a los bombar-
ción. E l conde de Saint-Germain, el ministro de guerra francés entre 1775 deos de sus cañones. En respuesta, las fuerzas atacantes usaban toda la
y 1777, trataba a sus soldados como «la canalla de la nación». Federico el ciencia y la sofisticación de la geometría para rodear, aproximarse y to-
Grande afirmó que sólo quería alistar a hombres «que tuviesen más mie- mar las fortalezas. En la práctica, cualquier fortaleza podía ser tomada,
do de sus oficiales que de los peligros a los cuales se exponían». Dada la l i - pero lograrlo podía requerir meses. Como los ejércitos practicaban cam-
mitada lealtad de los soldados, la deserción se convirtió en un problema pañas sólo durante seis meses al año, desde finales de la primavera hasta
básico de los ejércitos de esa época. . el otoño, el sitio de una fortaleza podía conllevar buena parte de la tempo-
Como no se podía esperar que los alistados mostrasen entusiasmo o rada. La existencia de fortalezas limitó también el efecto de las batallas. Un
iniciativa, las tácticas en los campos de batalla enfatizaron la disciplina ejército que había ganado en el campo podía obtener poco si su avance era
mecánica en formaciones rigurosamente ordenadas. La infantería se colo- frenado por una fortaleza hostil, y las tropas derrotadas podían hallar re-
caba hombro con hombro en largas líneas apretadas de tres o cuatro filas fugio detrás de muros amigos. E l hecho de que las fortificaciones fuesen la
y disparaban descarga tras descarga a poca distancia contra el enemigo, lo llave de la conquista y el control territorial convirtieron a la guerra de po-
que garantizaba altos niveles de bajas. La caballería, apretada también en siciones en extremamente importante.
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La guerra naval empleaba parte de la misma tecnología y obedecía a los entrenaba a sus propios oficiales en un sistema que premiaba el talento, a
, mismos imperativos que la guerra terrestre. Los cañones, tan críticos para pesar de que la alta alcurnia todavía tenía sus ventajas.
la batalla o el sitio en tierra, dieron a las flotas contemporáneas su punto
fuerte. Los barcos de tres mástiles con capacidad para disparar por los cos-
tados alcanzaron la perfección durante el siglo xvm, y las embarcaciones La práctica de la guerra
más grandes de este tipo podían cargar hasta cien cañones. Hasta fina-
les del siglo xvm, el combate naval era extremadamente formal. En la ba- Los sistemas internacional y militar se entrecruzaban en una práctica de
talla, las flotas contendientes navegaban en fila india, un barco siguiendo la guerra que convenía a los objetivos del sistema internacional y a las ca-
al otro, para llevar el mayor número posible de cañones al ataque contra el pacidades del sistema militar. Esta práctica, calificada de guerra como pro-
enemigo. Las dos líneas rivales se acercaban una a la otra y disparaban sal- ceso, contrastaba agudamente con la guerra como acontecimiento que re-
va tras salva, normalmente a una distancia que no superaba los cincuen- presentaron las campañas de Napoleón. Algunas características definían la
ta o los cien metros. Pero incluso a una distancia tan corta era muy difícil guerra como proceso: el carácter poco decisivo de las batallas y los sitios,
hundir los barcos sólo por medio del fuego de los cañones, la mayor ame- el ritmo lento de las operaciones, la tendencia a las guerras en múltiples
naza a un navio era que acabase siendo pasto de las llamas. La táctica de frentes, la gran necesidad de hacer que la guerra alimentase la guerra y el
navegar en fila india derivaba no sólo de las características de las embar- considerable énfasis dado a las negociaciones diplomáticas en curso.
caciones, sino de la necesidad de hacer que las fuerzas navales fuesen más Las batallas no decidieron el destino de las guerras durante este perío-
obedientes a la voluntad del Estado. Los muy hábiles pero celosamente in- do. Evidentemente, algunas batallas decidieron particulares estrategias tác-
dependientes «lobos del mar» de los siglos xvi y xvii dieron paso a capita- ticas o dieron fin a los conflictos en frentes individuales, como sucedió con
nes más controlables y, a menudo, menos capacitados. Esta táctica pudo la batalla de Blenheim en 1704, pero una sola victoria nunca imponía una
haber producido resultados menos dramáticos, pero imponía la voluntad paz general. De hecho, el sistema militar del siglo xvm no era capaz de pro-
del almirante sobre su flota y no pedía muchos conocimientos a los capita- vocar rápidos resultados decisivos en la guerra. Por esto, a pesar de los
nes. De esta forma, los ejércitos navales reflejaron la misma preocupación triunfos impresionantes de Federico el Grande en la batallas de Rossbach
por el control que había dado forma a los ejércitos de comisión estatal. y Leuthen en los últimos meses de 1757, la guerra de los Siete Años con-
Durante el siglo xvm, Europa vio grandes ejércitos luchando en tierra, tinuó hasta 1763. Además, no se trataba simplemente de que las batallas
pero sólo una gran flota controlaba los mares. Francia intentó desafiar el no fueran decisivas, las consecuencias de combates militares particulares
dominio naval británico después de la guerra de los Siete Años y disfrutó o incluso de campañas enteras a menudo parecían incoherentes con el re-
de una ventaja decisiva, aunque breve, en aguas americanas tras la guerra sultado final de una guerra.
de independencia americana. Sin embargo, fue una excepción a la regla. Como causa y efecto de la no decisiva naturaleza del combate, el ritmo
Gran Bretaña dominaba en el mar porque podía concentrar sus recursos de operaciones de la guerra como proceso generalmente corría a un paso
en la flota, construyendo y tripulando muchos más barcos de guerra que lento y vacilante. Ocasionalmente, hubo explosiones de veloz marcha,
cualquier competidor europeo. Francia, el único rival naval de importan- como el descenso al Danubio de Marlborough en 1704 o el desplazamien-
cia al que se enfrentaron los británicos durante este período, tuvo que di- to de fuerzas de Federico el Grande en 1757. Sin embargo, en general, las
vidir sus recursos entre el ejército terrestre y la marina, y en este reparto campañas avanzaban con parsimonia y los ejércitos no iban demasiado
la flota francesa recibió evidentemente la menor parte. Gran Bretaña, en lejos. No es difícil encontrar razones para esto: la complicada logística, la
cambio, gracias a su posición insular, nunca tuvo que mantener un gran influencia restrictiva de las fortalezas y el pesimismo respecto a lo que
ejército de proporciones continentales. El comercio marítimo extensivo de se podía obtener forzando una batalla. E l ritmo de las operaciones pare-
los británicos suministró un gran número de los marinos entrenados que cía particularmente rezagado después de las principales victorias, cuando
se necesitaban para tripular los navios del rey y muchos de los hábiles ofi- mantener el impulso de la victoria parecería haber prometido las mayo-
ciales encargados de dirigirlos en tiempos de guerra. La marina también res recompensas.
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Los principales participantes tendían a llevar a cabo la guerra en fren- Los príncipes gobernantes, apartados de sus súbditos, podían llevar a
tes múltiples y esto limitaba las campañas decisivas y promovía que todo cabo la guerra como proceso con su lento ritmo, sus costes elevados y be-
quedase en tablas. La necesidad de comprometer a los enemigos en dife- neficios limitados, porque no necesitaban justificar la política estatal a la
rentes frentes evitaba que un beligerante dirigiese todo su poder militar población. La posterior evolución de los gobiernos hacia el apoyo de ma-
hacia uno de ellos en particular, lo que hacía poco probable que éste llega- sas haría que la guerra como proceso sin el apoyo popular fuera políti-
ra a tener las fuerzas suficientes para destruir allí a su oponente. Sin em- camente imposible. De esta manera, la guerra como proceso encajaba tan-
bargo, si la lucha en múltiples frentes dificultaba las posibilidades ofensivas to con la naturaleza política del Estado del siglo xvm como con el ejército
de un Estado, también respaldaba sus recursos defensivos, porque un ejér- de comisión que éste había creado.
cito estacionado en un frente más seguro podía reforzar a otro que había
tenido malos resultados. De hecho, una característica común de la guerra
de sucesión española y de la guerra de sucesión austríaca fue el continuo La guerra de sucesión española
desplazamiento de fuerzas de un frente a otro, a lo que ayudaba el que las
fortalezas permitían ganar tiempo mientras se hacían las transferencias. La última guerra de Luis XIV, la guerra de sucesión española, ejemplifica
La necesidad de que la guerra alimentase la guerra durante los largos el papel central que los asuntos dinásticos tenían en la diplomacia del si-
conflictos contribuyó ampliamente al carácter poco decisivo y al ritmo len- glo xvm. Además, este conflicto muestra la naturaleza esencialmente defen-
to de las operaciones militares de esta época. Más que concentrarse en eli- siva de la hegemonía francesa bajo el Rey Sol, la efectiva coalición europea
minar las principales fuerzas del enemigo en el campo de batalla (uno de formada contra Francia y el modelo de la guerra como proceso. Esta guerra
los objetivos de Napoleón que Karl von Clausewitz elevaría al nivel de dog- estalló en Europa con el carácter inevitable propio de una catástrofe na-
ma en De la guerra), los ejércitos tendían a luchar con el propósito de tural. Escarmentado por los colosales costes humanos y financieros de la
asegurarse recursos. Hasta un nivel importante, se esperaba que las fuer- guerra de los Nueve Años, Luis X I V trabajó para evitar la nueva guerra
zas en campaña se mantuvieran a sí mismas, y los planificadores que con- que, como hubiera visto un buen hombre de Estado, supondría la crisis
cebían la guerra como algo largo y costoso veían en la misma lucha una que se avecinaba en España. El último monarca de la línea sucesoria de los
manera de ahorrar recursos a la tesorería real. Las contribuciones, es de- Habsburgo españoles, el enfermizo e impotente Carlos I I , pronto moriría
cir, los impuestos de guerra fijados por los ejércitos en el territorio ocu- sin descendencia. Tres candidatos reclamaban la corona española: un pre-
pado o amenazado, continuaron siendo un elemento normal de la guerra tendiente francés, inicialmente el delfín, pero más tarde su segundo hijo,
hasta bien entradas las de la Revolución francesa. Felipe de Anjou; el archiduque Carlos, el segundo hijo del emperador Leo-
Las principales luchas se convirtieron en largas guerras de desgaste y poldo I ; y el joven príncipe elector de Baviera. Un tratado de partición
en estos combates resolver los problemas en juego implicaba la interac- firmado por Luis XIV de Francia, Guillermo I I I de Inglaterra y Leopoldo I
ción de tres factores: el éxito en el campo de batalla, el agotamiento de los en 1698 había intentado evitar la guerra entre Francia y Austria al otorgar
recursos y la sutileza diplomática. Siendo la acción militar tan poco deci- la parte del león de la herencia al pretendiente bávaro. Sin embargo, su
siva y el desgaste de los medios del Estado un factor crucial, la diplomacia muerte en 1699 volvió poner el asunto en discusión. Luis X I V esperaba
no era simplemente la sirviente del triunfo marcial. De esta forma, inclu- rehuir la guerra por medio de un segundo tratado de partición que nego-
so cuando una sucesión de victorias parecía presionar en una dirección, la ció con Guillermo I I I y que habría recompensado al archiduque Carlos
diplomacia se podía mover en otra si el peso del desgaste se hacía insopor- con España y sus colonias en el Nuevo Mundo y habría dejado sólo partes
table. La habilidad diplomática no podía superar a la bélica, pero la pri- de Italia para el candidato francés.
mera era necesaria para el éxito final. Sin embargo, la diplomacia no sólo Leopoldo I nunca estuvo de acuerdo con este tratado y tampoco Car-
poseía una influencia considerable al final de los conflictos armados, las los I I , quien deseaba por encima de todo que su herencia permaneciese
negociaciones empezaban bastante pronto en las guerras y duraban años intacta. En su lecho de muerte, lo legó todo a Felipe de Anjou con la con-
en simbiosis con la acción militar. dición de que si el francés rechazaba la oferta, se ofrecería todo al archi-
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duque Carlos. Cuando el mensajero llegó a Versalles con el testamento de continuaron siendo leales a Francia. Pronto Luis X I V se encontró com-
Carlos I I , Luis X I V y sus consejeros debatieron qué hacer, pero en reali- prometido en diferentes frentes: los Países Bajos españoles, a lo largo del
dad poco tenían que elegir. La guerra con Austria no se podía evitar, pero, Mosela y del Rin, Italia septentrional, España, operaciones navales en el
si se aceptaba la voluntad de Carlos I I , España se pondría del lado de Fran- Atlántico y el Mediterráneo y una contrainsurgencia contra los rebeldes
cia y Luis X I V sólo tenía que luchar en un conflicto defensivo. Sin embar- protestantes, los camisards, en el Languedoc y Provenza que alcanzó su cima
go, si respetaba los términos del segundo tratado de partición, tendría que entre 1702 y 1704. Las normas de la guerra en múltiples frentes se aplica-
luchar una guerra ofensiva contra Leopoldo I , quien todavía reclamaba ron, y cuando la necesidad lo requería, Luis X I V desplazaba sus fuerzas y
todo para el archiduque Carlos, y España estaría en el campo enemigo. sus oficiales de un frente a otro.
Luis X I V aceptó el testamento para su nieto. Esta guerra fue testigo de la brillante carrera del duque de Marlbo-
Sin embargo, aunque la guerra con Austria fuese inevitable, Luis X I V rough, quien en general ejerció el mando de las tropas británicas y holan-
no hubiese tenido que enfrentarse a una Gran Alianza. Fue sólo su mal desas desde 1702 hasta 1711. No perdió ninguna batalla ni fracasó en to-
tratamiento de la crisis lo que llevó a una guerra general. De hecho, la he- mar una ciudad sitiada, aunque, a pesar de sus deseos por distinguirse en
gemonía de Luis X I V intentaba realmente hacer invulnerable a Francia y las primeras y evitar los cercos, lo cierto es que dirigió cinco batallas fren-
que se promoviesen los intereses de la dinastía borbónica: no buscaba la te a treinta sitios. Su contribución real al arte de la guerra no fue tanto
«dominación continental» como Napoleón un siglo después. Si Luis X I V su gusto por las batallas como su habilidad para establecer y mantener un
quería evitar una guerra general en 1700, debería haber actuado de ma- ritmo más vivo de operaciones que el de las parsimoniosas maniobras ca-
nera que calmase las aprensiones de los hombres de Estado europeos, par- racterísticas de su tiempo. Así, en 1704, llevó a cabo la marcha más im-
ticularmente de Guillermo I I I . En cambio, cometió una serie de actos que, presionante de la época, llevando las tropas inglesas desde el Mosa hasta
no siendo irrazonables si se tienen en cuenta de modo individual, tomados el Danubio con el objetivo de contrarrestar una ofensiva franco-bávara.
en su conjunto le hicieron aparecer como un arrogante y, una vez más, una Acompañado por el capaz general austríaco Eugenio de Saboya, derrotó a
amenaza para Europa. Aunque sus objetivos dinásticos no pretendían la los franceses en Blenhein en agosto y los hizo retroceder hasta el Rin. Ba-
unión de Francia y España, rechazó apartar de la línea francesa de sucesión viera permaneció bajo control aliado para el resto de la guerra. La victo-
a Felipe de Anjou, si bien era muy poco probable que éste llegase al trono. ria aliada en Blenhein se considera a menudo como la que salvó a Europa
Además, Luis X I V insistió en enviar tropas francesas para tomar los pues- de la conquista francesa, pero no fue así, Luis X I V simplemente no tenía
tos fronterizos mantenidos por los holandeses en los Países Bajos españo- tal objetivo. E n 1706, Marlborough triunfó de nuevo en la batalla de Ra-
les. En interés del comercio francés, se las arregló para lograr que el codi- millies a finales de mayo y desde entonces sus operaciones mantuvieron
«=Í^ ciado asiento (los derechos comerciales sobre el tráfico de esclavos a las un ritmo sin tregua que le permitió tomar un gran número de ciudades en
colonias americanas de España) fuera concedido a los mercaderes france- los Países Bajos y privar de la mayoría de ellas a Luis X I V y a sus aliados es-
ses. Finalmente, cuando Jacobo I I murió en septiembre, Luis X I V recono- pañoles. Pero incluso esta avalancha destructora continuó sólo dos sema-
ció de inmediato a su hijo como el rey legítimo de Inglaterra. Estos movi- nas antes de que Marlborough tuviese que parar y esperar la llegada de su
mientos enfurecieron a Guillermo I I I , quien animó a gran parte de Europa artillería de sitio con el objetivo de atacar guarniciones resueltas. Los
para que se uniese a él y a Leopoldo en la Gran Alianza contra Luis XIV. franceses respondieron enviando dos grandes grupos de tropas desde el
La lucha efectiva empezó exclusivamente entre los ejércitos franceses y Rin para reforzar el ejército de Luis X I V en Holanda, y el eficiente ma-
austríacos en Italia durante 1701, y Luis X I V esperaba limitar la guerra a riscal Vendóme llegó de Italia para asumir su dirección. De este modo, in-
esta contienda. Sin embargo, mientras preparaba laboriosamente a su ejér- cluso la brillantez de Marlborough, después de una gran victoria, no
cito, la coalición antiff ancesa creció hasta incluir a Inglaterra, las Provincias pudo ganar la guerra de manera oportuna para la Gran Alianza.
Unidas y el Sacro Imperio Romano. E n 1703 también Portugal y Saboya- Incluso en los peores momentos de la derrota, los franceses demostra-
Piamonte, que habían empezado la guerra como aliados de Luis XIV, re- ron ser lo suficientemente exitosos como para mantener alguna esperanza
chazaron esta lealtad y se unieron a sus enemigos. Sólo España y Baviera de victoria final. E n 1703 y 1707 el mariscal Villars libró campañas de alta
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206 I E LSIGLO XVIII

efectividad en los territorios del Rin, aunque ambas operaciones, especial- afirmar su victoria comercial y colonial: obtuvo de España Gibraltar y el
mente la segunda, tuvieron mucho que ver con alimentar la guerra con la asiento, y de Francia Acadia (Nueva Escocia), Terranova y la bahía de
guerra en un momento en el que los recursos franceses disminuían. En Hudson. Sin embargo, Luis X I V pudo decir con razón que había vencido,
1707 Luis X I V ordenó a Villars que se propusiera como «principal y úni- porque su nieto se sentaba de modo seguro en el trono español. Carlos V I
co objetivo» de su ejército la imposición de contribuciones. Otros frentes obtuvo la posesión de los Países Bajos españoles, Nápoles, Milán, Cer-
también prometían la victoria. En 1708 un ejército franco-español ganó en deña, Mantua y los puertos toscanos en compensación, y otras potencias
Almansa la batalla clave de las campañas españolas, aunque sólo el tiem- menores se quedaron con territorios en Alemania e Italia. Los tratados de
po demostraría su importancia. Utrecht, Rastatt y Badén marcaron un hito en la política internacional: la
La serie de derrotas infligidas a las fuerzas francesas por Marlborough guerra de sucesión española había agotado los recursos de Francia has-
y Eugenio llevó a Luis X I V y a su causa a estar cerca del fracaso en 1709. Sin ta tal punto que no pudo mantener, en ningún sentido, su hegemonía en
embargo, a los aliados se les fue la mano cuando Luis X I V les pidió nego- Europa.
ciar la paz. Éste tenía la voluntad de aceptar grandes sacrificios territoria-
les y políticos, incluyendo rendir el trono español a Carlos de Austria, pero
rechazó sus términos cuando los aliados insistieron en que utilizase las La guerra de sucesión austríaca
tropas francesas para echar a su propio nieto de España si Felipe no quería
irse pacíficamente. La guerra continuó, y la corriente empezó a cambiar. En 1740 la guerra se desató una vez más como resultado de otra crisis su-
En septiembre, el mariscal Villars causó pérdidas tan importantes a los cesoria cuando la línea masculina de la dinastía de los Habsburgo llegó a
aliados en la batalla de Malplaquet que, aunque Marlborough y Eugenio su fin. E l emperador Carlos V I no tenía hijos, de manera que decidió ase-
reclamaron otra vez la victoria, Villars pudo informar a su rey de que, «si gurar que sus tierras se mantendrían intactas legándoselas a su hija mayor,
Dios nos da la gracia de perder otra batalla similar. Su Majestad podrá dar María Teresa. Declaró sus intenciones en la pragmática sanción y al pasar
por descontado que sus enemigos han sido destruidos». los años aseguró el acuerdo haciendo concesiones y pagos a los príncipes
Aunque Marlborough y Eugenio continuaron obteniendo éxitos suce- alemanes. Incluso se hizo firmar a Francia. Entre los principales prínci-
sivos e n I 7 I 0 y I 7 1 1 a l tomar fortalezas francesas y comprometer sus lí- pes alemanes, sólo el elector de Baviera, que creía tener derecho a reclamar
neas defensivas, estas victorias en campaña, como ocurría tan a menudo la herencia austríaca, se negó a dar su consentimiento. Sin embargo, a pe-
en la guerra como proceso, no se tradujeron en éxitos diplomáticos. La sar de las medidas tomadas, cuando Carlos V I murió en octubre de 1740,
muerte del emperador Leopoldo en 1705 llevó a su primogénito José 1 al sus vecinos se abalanzaron sobre Austria esperando que María Teresa, de
trono y, cuando éste murió en 1711, el archiduque Carlos, el candidato veintitrés años, se mostrara débil. Pero, de hecho, la joven se desenvolvió
Habsburgo a la corona española, se convirtió en el emperador Carlos V I . con resolución e inteligencia.
En este punto, los británicos tenían muy poco interés en luchar para con- La lucha empezó cuando Federico el Grande, cuyo padre había acep-
seguirle un trono adicional en España. Los altos costes de la guerra también tado la pragmática sanción, afirmó sus dudosos derechos sobre la provin-
les desanimaban y un cambio ministerial de los whigs a los tories privó a cia austríaca de Silesia y la invadió en diciembre. La guerra se extendió rá-
Marlborough de su mando y llevó al acuerdo entre británicos y franceses. pidamente. Mientras Carlos, el elector de Baviera, lanzaba una ofensiva
Después de años de tentativas de paz y de negociaciones sin éxito, Luis X I V contra Bohemia, Francia desplegó su ejército para ayudar a su aliado bá-
consiguió que los británicos abandonasen la Gran Alianza en 1712 y aca- varo. Sajonia y el Piamonte también se unieron al ataque contra María
bó con la coalición formada contra él. Teresa que, a pesar de tenerlo todo en contra, rechazó capitular y, en cam-
El tratado de Utrecht acabó la guerra entre Francia, España, Gran Bre- bio, preparó el contraataque. Gran Bretaña acudió en su defensa y ella lla-
taña, las Provincias Unidas y otros estados menores en I7I3. Carlos V I de- mó con éxito a la nobleza húngara, que le ofreció ayuda militar e innece-
cidió continuar la guerra durante otro año, pero llegó a la paz con Francia sario apoyo moral. En octubre de 1741 acordó una tregua con Federico el
y España en 1714 en los tratados de Rastatt y Badén. Gran Bretaña pudo Grande que le permitía a él controlar Silesia, pero le daba a ella vía libre
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para desplegar sus tropas en Bohemia. Aunque Praga cayó en manos del fuerzas contra él al llamar a las tropas que estaban en Francia y desalojar
ejército franco-bávaro, María Teresa continuó con la suficiente confianza Baviera. Cuando Federico se retiró de Bohemia, las fuerzas austríacas in-
como para despachar un ejército contra Baviera y, al mismo tiempo, rea- vadieron Baviera de nuevo en enero de 1745, derrotaron a los sorprendidos
nudar en diciembre la guerra por Silesia. Sus fuerzas triunfaron en Baviera, bávaros y ocuparon buena parte del territorio. Baviera llegó a un acuerdo
donde ocuparon Munich, pero le fiie peor contra Federico. En consecuen- en el tratado de Füssen en abril. Su retirada dejó a Federico sin aliados
cia, y con el objetivo de emplear sus tropas contra otros enemigos, María cercanos mientras se enfrentaba a una invasión austríaca de Silesia. Allí,
Teresa le concedió de modo reacio Silesia a Federico en el tratado de Bres- ganó en Hohenfriedberg, pero esto no impidió que los austríacos y sus
lau de junio de 1742. nuevos aliados sajones avanzaran sobre territorio prusiano y amenazaran
Podría haber perdido Silesia, pero había sobrevivido al ataque inicial Berlín. Al dirigirse a Dresde, la capital sajona, Federico el Grande obligó a
y obtuvo victorias posteriores. Los austríacos concentraron sus esfuerzos sus enemigos a retroceder y los derrotó en batallas libradas en noviembre
contra los franceses y los bávaros en Bohemia, que hacia enero de 1743 y diciembre. María Teresa no pudo resarcirse de este retroceso porque
volvió a sus manos. Sin embargo, mientras ellos volvían a tomar Bohemia, comprendió que debía enviar más tropas a Holanda para resistir a Mau-
un ejército francés invadió la mayor parte de Baviera, donde el elector di- ricio de Sajonia, puesto que los británicos tuvieron que retirar sus fuerzas
rigía otro ejército que se unió a los franceses. Entonces, tras asegurar Bo- para luchar con el levantamiento escocés jacobita de los «Cuarenta y cin-
hemia, las fuerzas austríacas convergieron en Baviera, donde derrotaron a co». María Teresa acabó con sus pérdidas al llegar nuevamente a un acuer-
los enemigos más avanzados y los obligaron a retroceder. En 1743 el alia- do, esta vez final, que permitía a Federico el Grande quedarse con Silesia,
do de María Teresa, Jorge I I , rey de Inglaterra y elector de Hannover, ha- el tratado de Dresde firmado en el día de navidad de 1745.
bía entrado en campaña con una fuerza políglota, conocida como el ejér- Pero este no fue el final del conflicto. A pesar de la resistencia austría-
cito pragmático. Luchando a lo largo del Rin, derrotó al ejército francés ca, Mauricio de Sajonia fue de triunfo en triunfo en los Países Bajos de
en Dettingen en junio, fue la última vez que un soberano británico diri- 1746 a 1748, conquistando territorios austríacos y holandeses hasta un
gió en persona a sus tropas, aunque se trató de una victoria sin mayores punto que Luis X I V había evitado. En Italia, las fuerzas francesas y espa-
consecuencias. ñolas pelearon en una serie de campañas desiguales contra los austríacos.
Llegados a este punto, Francia había luchado sólo como aliada de Ba- En Norteamérica, una expedición británica y de Nueva Inglaterra tomó la
viera, pero en abril de 1744 Luis X V declaró formalmente la guerra con- fortaleza francesa de Louisbourg en la isla del Cabo Bretón, mientras que
tra Austria y lanzó un ataque en el tradicional campo de batalla del sur de en el sur de Asia los franceses y los británicos, aliados con los gobernantes
Holanda, en ese momento una posesión austríaca. Luis X V cortó brusca- indios locales, empezaron una serie de guerras que continuaron incluso
mente con esta operación y se dirigió con sus tropas a resistir una inva- después de que volviese la paz a Europa.
sión austríaca de Alsacia y Lorena. Esta amenaza desapareció cuando, en- El tratado de Aquisgrán de 1748 acabó con la guerra de sucesión aus-
frentada a problemas en otros lugares, María Teresa ordenó a su ejército tríaca. María Teresa conservó todos sus territorios excepto Silesia, un re-
que abandonase el suelo francés. Pero, a pesar de que la ofensiva france- sultado favorable considerando el formidable despliegue de enemigos que
sa en la Holanda austríaca se estancó en 1744, un ejército francés bajo la habían atacado. Sin embargo, nunca olvidó el robo prusiano y llevaría
el mando del mariscal Mauricio de Sajonia triunfó al año siguiente. a cabo reformas gubernamentales y militares con el objetivo de reforzar
Mauricio ganó la batalla de Fontenoy, la mayor victoria francesa en esta Austria para el próximo asalto. Prusia; naturalmente, se estableció con fir-
guerra, y continuó este éxito con una serie de sitios que dieron Flandes meza entre las grandes potencias. Gran Bretaña obtuvo significativos pre-
a los franceses. mios coloniales, aunque la rivalidad colonial entre Francia y Gran Bretaña
Después de duras luchas durante 1744 y 1745, María Teresa llegó fi- sólo se resolvería en la siguiente guerra. A pesar de sus victorias en campa-
nalmente a un acuerdo con sus adversarios alemanes. En 1744 Federico el ña, los franceses fueron los que menos éxito tuvieron: mientras sus pérdi-
Grande se alarmó por el éxito austríaco, volvió a entrar en la guerra e in- das coloniales se mantuvieron, Austria y las Provincias Unidas recupera-
vadió Bohemia en agosto. Rápidamente María Teresa concentró todas sus ron lo que Mauricio de Sajonia había conquistado.
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Esta guerra ilustra la naturaleza depredadora del equilibrio político go de Austria; Rusia y Suecia también se unieron a la coalición contra
y el carácter de la guerra como proceso. Los príncipes que acordaron re- Prusia. Este cambio tan sorprendente estaba de acuerdo con la naturaleza
conocer la pragmática sanción se desembarazaron de sus promesas con la de la política de equilibrio, que pedía lealtades flexibles y cambiantes para
esperanza de nuevos territorios. Las alianzas se formaban y cambiaban, maximizar los beneficios a corto plazo. Uno de los interesantes productos
los participantes entraban y salían, con el objetivo de optimizar recom- de la revolución diplomática fue el haber dado a la guerra de los Siete Años
pensas a corto plazo. El ritmo de las operaciones continuaba siendo limi- una dimensión confesional, ya que las protestantes Gran Bretaña y Prusia
tado, mientras los combatientes se enfrentaban en múltiples frentes. Los se enfrentaban a las católicas Austria, Francia y, después de 1760, España.
beneficios de las batallas y los sitios importaban realmente, pero no de- La religión todavía podía suscitar las simpatías populares en Gran Breta-
terminaban necesariamente la paz, como demuestra el retorno de las ña y la Alemania protestante. Si bien no determinaba la política exterior,
conquistas de Mauricio de Sajonia. Durante la guerra, las continuadas ma- la opinión pública saludaba las victorias sobre los franceses como golpes
niobras diplomáticas produjeron una confusa sucesión de negociaciones, al papismo.
acuerdos y traiciones. Al final, la guerra de sucesión austríaca no puso de La poderosa alianza contra Federico el Grande parecía incontenible,
manifiesto las cuestiones por las cuales luchaban las grandes potencias, especialmente porque éste no podía esperar de los británicos que le sumi-
cuestiones que pronto encenderían otra guerra aún más sangrienta. nistrasen más que subsidios para ayudarle a defender sus territorios, aun-
que este aliado organizaría fuerzas en Alemania occidental para esquivar
los ataques sobre Hannover y Hesse. La presión implacable contra Fede-
La guerra de los Siete Años rico el Grande demostró ser fatal. A diferencia de la guerra anterior, las
campañas continentales de la guerra de los Siete Años se centraron casi
Dos rivalidades básicas generaron la guerra de los Siete Años: la enemistad exclusivamente en Alemania, mientras los Países Bajos, Italia y Francia
continental entre Prusia y Austria y la competencia colonial entre Gran (con la excepción de ataques costeros) se ahorraron el combate. E l com-
Bretaña y Francia. Federico el Grande se habría contentado con mante- promiso francés en el continente no igualó su esfuerzo en la guerra de su-
ner el statu quo, mientras conservase Silesia, pero María Teresa estaba re- cesión austríaca, pero los austríacos y los rusos formaron grandes ejérci-
suelta a recuperar su provincia perdida, castigar a Federico el Grande por tos y los dirigieron exclusivamente contra Prusia. Sólo la determinación
su insolencia y reducir a Prusia a una potencia de tercer orden. Los as- del soberano prusiano y la efectividad y la resistencia de su ejército pre-
pectos esenciales del conflicto anglo-francés no se centraron en Europa servaron su Estado.
durante esta guerra, sino en Norteamérica e India, donde la lucha había Federico el Grande se mostró extraordinario como general, pero esta-
empezado antes de que estallase en el continente. En esta confrontación ba lejos de ser perfecto, y no podía afirmar, como Alejandro o Marlbo-
imperial, Gran Bretaña tenía su gran baza en su marina, que le garantiza- rough, que nunca había perdido una batalla. A menudo solía ganar, pero
ría la victoria colonial. Más allá de estos dos enfrentamientos, un tercer sus derrotas podían ser desastrosas. La más notable es la batalla de Ku-
aspecto jugó un importante papel en esta guerra: la emergencia de Rusia nersdorf de 1759, donde sufrió más de un 40 por ICO de bajas y perdió
como gran potencia en Europa central y occidental. 178 cañones contra un ejército austrorruso. De todos modos, fue lo sufi-
Mientras que las tensiones se incrementaban durante la década de 1750 cientemente victorioso como para resistir a sus enemigos hasta el ago-
y los potenciales enemigos tomaban posiciones para el combate que se tamiento y la suerte le recompensó con una paz aceptable. A veces, sus
acercaba, la sorprendente revolución diplomática redefinió las principa- éxitos en el campo de batalla deslumbraron, como en la batalla de Leuthen
les alianzas. Un aparente acercamiento entre Prusia y Gran Bretaña, que librada en diciembre de 1757, su obra maestra. Con 39.000 tropas derro-
habían estado en bandos opuestos durante la guerra de sucesión austría- tó a un ejército austríaco de 66.000 al usar la cobertura que le proporcio-
ca, proporcionó el punto de partida a un diplomático austríaco, Kaunitz, naban los bosques de las montañas para marchar con sus batallones a tra-
que esperaba aislar a Prusia del apoyo continental. Con este objetivo, en vés del frente de las posiciones fortificadas enemigas, de manera que pudo
1756 planeó una sorprendente alianza con Francia, el tradicional enemi- concentrar toda su fuerza en el flanco izquierdo austríaco. Una vez allí.
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atacó y aplastó al enemigo y atravesó sus líneas. Pero incluso un gran Las consecuencias de la guerra de los Siete Años, tanto en Europa como
triunfo como este estaba lejos de garantizar el éxito general. Como corres- en el planeta, fueron colosales. Después de tomar y mantener Silesia fren-
ponde a la guerra como proceso, las victorias de Federico no fueron deci- te a una oposición tan imponente, Prusia conservó y aumentó su estatus
sivas si no es en sentido negativo: no le permitían ganar la guerra, pero sí como gran potencia, mientras que se convertía en el modelo militar de la
impedían que sus enemigos acabaran con él. época. Sin embargo, el éxito prusiano ayudó a Rusia de un modo indirec-
A pesar de que era un experto indiscutible del sistema militar contem- to, ya que la continua rivalidad entre Prusia y Austria en Alemania les im-
poráneo y un profesional consumado de la práctica de la guerra, Federico pidió resistir de modo efectivo a Rusia, que, por consiguiente, disfrutó en
el Grande no transformó ninguno de ellos. No obstante, a pesar de no ser la práctica de una libertad casi total en su lucha contra el Imperio otoma-
un revolucionario, contribuyó con algunas importantes mejoras e inno- no, además de tener una posición dominante en Polonia y una influencia
vaciones. Su estilo de guerra estaba, claramente, orientado a las batallas, considerable en Alemania.
algo adecuado a un teatro de operaciones donde las fortalezas no eran de En esta verdadera guerra global, Gran Bretaña también obtuvo bene-
ningiin modo tan comunes como en los Países Bajos. E l entrenamiento ficios inconmensurables porque el choque decidió cuestiones imperiales
prusiano era tan severo como efectivo, lo que hacía que su infantería y su importantes a su favor. E n Norteamérica, donde el conflicto se conoció
caballería fuesen las más competentes de Europa. Su superioridad en la como la «guerra francesa e india», las fuerzas de Wolfe tomaron Quebec en
instrucción permitió a Federico el Grande maniobrar y desplegar sus tro- 1759, con lo que ganaron Canadá para los británicos. Esto les dio toda la
pas más rápido que cualquiera de sus enemigos, e imponer la lucha según Norteamérica atlántica, a pesar de que la guerra de independencia ame-
sus términos. Se hizo conocido por su «orden oblicuo», un avance con ricana pronto les despojaría de sus colonias más ricas. E n comparación,
unidades escalonadas que le permitía concentrar su poder en un flanco. el triunfo en la India no sólo daría a la Compañía Británica de las Indias
El cambio más impresionante en la guerra fue el considerable aumen- Orientales recompensas a corto plazo, sino que redirigiría las energías im-
to de piezas de artillería empleadas en la batalla a mediados de siglo. E n periales de Gran Bretaña a largo plazo, dándole un imperio asiático en lu-
Malplaquet, en 1709, por ejemplo, Marlborough y Eugenio tenían 100 ca- gar de sus posesiones americanas. Con fuerzas sorprendentemente pe-
ñones para una tropa de 86.000 hombres, mientras que Federico el Gran- queñas, la Compañía de las Indias Orientales se convirtió en una potencia
de llevó 170 para una de 39.000 en Leuthen, donde sus enemigos conta- territorial victoriosa en el sur de Asia y dejó de ser la simple directora de
ban con 210 piezas de artillería. Este aumento de cañones en el campo de una serie de avanzadas comerciales. E n la batalla de Plassey de 1757, Ro-
batalla, todos muchos más efectivos gracias a las reformas en la artillería bert Clive, con una tropa de 3.200 hombres (sólo un tercio de ellos euro-
que mejoraron la manufactura y la calidad de las armas, constituyó una peos), derrotó a una coalición del sur de Asia que había reunido contra él
«revolución en la artillería» que de manera errónea se atribuye a veces a un ejército de 50.000. De hecho, las disensiones y las intrigas corrompían
Napoleón. este vasto ejército, pero Plassey fue de todos modos una victoria impor-
Hacia 1761 los aliados habían desgastado a Federico el Grande, a pe- tante. Una vez se produjo el triunfo de Héctor Munro en la batalla de Bu-
sar de sus capacidades, pero casi un milagro intervino para salvarlo de lo xar de 1764, Plassey dio a la Compañía de las Indias Orientales el perso-
que parecía una derrota inevitable. La zarina Isabel, enemiga implacable nal y las riquezas de Bengala, Bihar y Orissa, una base formidable desde
de Federico, murió en enero de 1762 y su sobrino y sucesor, Pedro I I I , dio la cual extender el mandato británico a través del subcontinente. Por el
un giro a la política rusa al firmar en mayo la paz con Federico y ofrecer- tratado de París, firmado en febrero de 1763, Francia renunció, a favor
le tropas rusas. Aunque Pedro I I I pronto cayó a causa de un golpe que co- de Gran Bretaña, a sus derechos sobre Canadá, Nueva Escocia y el valle del
locó a su esposa en el trono como Catalina I I , que más tarde ganaría el Ohio, a la vez que traspasó el territorio de Luisiana, incluyendo Nueva Or-
sobrenombre de «la Grande», Rusia no volvió a entrar en guerra contra leans, a España. Además, la Compañía Francesa de las Indias aceptó con-
Federico el Grande, de manera que éste sobrevivió. Por el tratado de Hu- diciones catastróficas que la limitaron al mantenimiento de unos pocos
bertusburg de febrero de 1763, Austria acordó aceptar el SÍCIÍM quo ante- puestos comerciales en el subcontinente indio. Francia había perdido bá-
bellum, dejando Silesia en manos de Prusia. sicamente su imperio colonial, aparte de las Indias Occidentales. Más allá
214 EL SIGLO XVIII

de todo esto, el hecho de que Gran Bretaña, con sus dominios en la India,
y Rusia, con sus extensas posesiones siberianas, hubieran alcanzado tal im-
portancia (importancia que sólo continuaría creciendo) convirtió a Asia
en un factor a considerar en el sistema europeo como no lo había sido nun-
ca antes. Pero cambios aún mayores pronto superarían los modelos de r i -
validad internacional y guerra.

Revolución e Imperio, 1789-1815

Cambio revolucionario y continuidad internacional,


1789-1802

Mientras que la Revolución francesa de 1789 no fue en un principio un


acontecimiento internacional, tuvo consecuencias importantes en el modo
en que los estados se movilizaron y dirigieron la guerra. Actualmente, en
el debate historiográfico sobre si la Revolución reestructuró la sociedad o
redefinió el lenguaje y, por tanto, el concepto de la política, la conclusión
es que supuso ambas cosas. La reforma social acabó con los privilegios
aristocráticos tales como el dominio de los puestos civiles y militares, con
ciertos restos del feudalismo, incluyendo los deberes que los campesinos
tenían que pagar a los señores, y extendió la propiedad de la tierra entre el
campesinado y las clases medias. La política acabó expresando esta nueva
sociedad, más inclusiva, al dar a la gente común igualdad legal y derechos
políticos, incluyendo el voto. Todo esto incentivó un fuerte compromiso
con la revolución, la sociedad y el Estado, es decir, el patriotismo, por toda
Francia. Este compromiso intenso y ampliamente extendido se tradujo en
una movilización para la guerra mucho más efectiva, mientras que la ciu-
dadanía se decidía a hacer lo que fuera necesario para defender su patria
y su nuevo régimen.
Esta intensa resolución se expresó en la creación de un nuevo tipo de
ejército: el ejército de reclutamiento popular. Sus rangos se completarían
con el reclutamiento general, instituido del modo más drástico en la re-
volucionaria levée en masse decretada en agosto de 1793. En el verano de
1794, esta fuerza reunió quizá hasta un millón de efectivos, dos veces y
media más que el nivel más alto alcanzado por el ejército de comisión es-
tatal de Luis XIV. Para apoyar este mayor número de tropas, el Estado mo-

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