Está en la página 1de 3

LECCIÓN 4.

LIBERTAD DE INFORMACIÓN VERSUS INTIMIDAD: PLANTEAMIENTO


CONCEPTUAL DE LA PROTECCIÓN DE DATOS PERSONALES

1. Introducción

La autodeterminación informativa, en el plano estrictamente conceptual, no se trata de un derecho


esencialmente distinto a la intimidad.

El derecho a la intimidad es un derecho de configuración relativamente reciente en términos históricos, al


menos si se le contempla como un derecho autónomo, desgajado del derecho al honor.

En la posterior evolución del derecho a la intimidad, habrá que tener en cuenta tres vectores principales:

• El primero de ellos es que el derecho que inicialmente responde a la inquietud de una minoría, se
verá más adelante como susceptible de preocupar a capas más extensas de la población.

• El segundo vector implica que, pese a la autonomización del derecho a la intimidad, nunca ha
podido separarse completamente de otros derechos, tanto o más fundamentales, si cabe, hasta el
punto de que la vulneración de la intimidad es, las más de las veces, no es un fin en si misma,
sino un medio para atacar otros Derechos Fundamentales de la persona, o al menos para conseguir
otro tipo de fines.

• El tercero de esos vectores es la vinculación que existe entre la necesidad de salvaguardar la


intimidad y las nuevas posibilidades invasivas que abren tecnologías cada vez más sofisticadas.

2. Análisis de la obra de Warren y Brandeis: El derecho a la intimidad

En primer lugar, Warren y Brandeis constatan el nacimiento de nuevos derechos, así como el cambio de
contenido de los antiguos, a partir de los cambios políticos, económicos y sociales, que ya en su época -
finales del siglo XIX- se habían producido.

Merece la pena comentar que la obra de Warren y Brandeis es tan innovadora, que en una fecha tan
temprana como 1890, en el fondo apunta ideas que resultan adecuadas para la construcción cabal de los
Derechos Humanos que hoy denominamos de tercera generación.

En lo que afecta al nacimiento de nuevos derechos a partir del cambio social en sentido amplio, se pone
de relieve el derecho a no ser molestado.

En segundo término, se plantea la desvinculación del derecho a la intimidad con respecto al derecho al
honor. La protección de la intimidad no requiere del requisito de alteridad, puesto que se refiere a la ofensa
a la propia estima y sentimientos de una persona.

En tercer lugar, Warren y Brandeis vinculan la intimidad al derecho moral -y no patrimonial- que todo
autor tiene sobre la publicación o no de su obra.

En grandes líneas argumentan Warren y Brandeis que el fundamento del derecho a impedir la publicación
de manuscritos u obras de arte no puede ser una manifestación del derecho de propiedad, como
tradicionalmente se había considerado.

Queda clara la relación que desde el primer momento se produce, entre la preocupación por proteger la
intimidad de las personas y la capacidad invasiva de la tecnología.
Según Warren y Brandeis, el derecho a la intimidad, con las limitaciones que deben serle inherentes, había
sido ya tutelado por la legislación francesa, algunos años atrás, y en concreto, en la Ley de Prensa de 11
de mayo de 1868.

En cuarto y último término, se refieren a las limitaciones del derecho a la intimidad. Warren y Brandeis
pusieron de relieve el carácter no absoluto que, al igual que cualquier otro derecho, tiene el derecho a la
intimidad, lo cual, en su criterio, da lugar a limitaciones por razones de interés general, o de equidad, que
son las siguientes:

1) Derivadas de la libertad de información.


2) Asuntos de interés para los Tribunales de Justicia, u otras Autoridades Públicas.
3) Limitaciones en razón de la publicación de los hechos por el propio afectado, o con su
consentimiento.
4) Warren y Brandeis entran, por fin, en otros matices menos relevantes a nuestros efectos, tales
como que no debe considerarse intromisión ilegítima en la intimidad la publicación hecha
oralmente y sin causar daño, la inaceptabilidad de la exceptio veritatis en esta materia.

3. De la intimidad a la autodeterminación informativa: Sinopsis de la evolución de un


Derecho Fundamental

Tras la Segunda Guerra Mundial, el ser humano se volvió como denomina nuestro profesor ‘de cristal’, a
partir del tratamiento masivo de los más diversos datos de las múltiples acciones de su vida cotidiana que
quedan registrados en un ordenador. Por ejemplo, solamente con sacar dinero del cajero se sabe dónde
estamos y donde compramos a través de la tarjeta electrónica.

Esto es controlado a través del control virtual como denomina Fermín Morales. Con esto podemos decir
que no hace falta que se recojan datos de diversa procedencia para vulnerar los derechos de la persona, ya
que la mera existencia de tales datos sin limitaciones legislativas al cruce los mismos produce que
cualquiera que pueda acceder a esos datos puede crear un perfil del sujeto que se quiera.

La presión de la opinión pública y la propia responsabilidad de algunos gobiernos hicieron que los países
más avanzados, que no disponían de Leyes reguladores del tratamiento a finales de la década de los 60, se
dotaran de legislación. El mérito le correspondió a un Estado integrado en la antigua República Federal
de Alemania, el Land alemán de Hesse (con su ley en 1970).

El primer estado que dispuso las Leyes de Protección de Datos fue Suecia (1973); a Suecia le imitó EE.UU
(ley en 1974) y Nueva Zelanda y Canadá (1976).

En 1978, se produjo la mayor oleada legislativa en la materia, que se desarrolló en la Europa libre, al
promulgarse las Leyes en Francia, Noruega, Dinamarca y Austria. A partir de ahí, se ha dado lugar a
importantes disposiciones, las cuales comienzan con el Convenio 108.

4. Génesis y contenido del Convenio 108 del Consejo de Europa, de 28 de enero de 1981

En 1964 se creó el Comité de Cooperación Jurídica del Comité de Ministros, que en 1968 comienza a
trabajar en la cuestión.

El nuevo Convenio, fue abierto a la firma de los Estados el 28 de enero de 1981, como no necesariamente
circunscrito al ámbito europeo, y que preveía su entrada en vigor por la ratificación de cinco Estados, lo
que no se produjo hasta el año 1986. España lo ratificó el 31 de enero de 1984. Recordar que no se trata
de Derecho Uniforme directamente aplicable, sino de pautas a las que debe acomodarse la legislación
interna.
Su texto consta de 27 artículos y está dividido en siete capítulos. Sobre su eficacia, se dispone en el art. 22
que entrará en vigor el primer día del mes siguiente al transcurso de tres meses desde la fecha de la quinta
ratificación. Además, es posible denunciarlo ante el Secretario General del Consejo de Europa,
extinguiéndose los efectos del Tratado para la parte denunciante, el primer día del mes siguiente al
transcurso de otros seis, contados desde la recepción del documento de denuncia.

Al no tratarse de un Convenio self executing, han de adoptarse las medidas de Derecho interno que sean
necesarias para poderlo ejecutar a su entrada en vigor; no sólo de carácter legislativo, sino también
organizativo. Exige que los datos sean obtenidos y elaborados lícitamente y de forma leal. Los datos han
de ser también exactos, puestos al día, adecuados, pertinentes, no excesivos con respecto a los fines
perseguidos y no conservados más allá de la consecución de tales fines.

El gran quid del Convenio 108, estriba en que la mayoría de sus grandes principios ceden ante una
necesidad legalmente prevista para la democracia ante la Defensa Nacional, Seguridad Pública, Hacienda
Pública, represión de delitos y protección de los derechos y libertades.

5. El derecho a la autodeterminación informativa, en la Sentencia del Tribunal


Constitucional alemán sobre la Ley del Censo

El Tribunal Constitucional, en el Fundamento Jurídico C I, descartó que la Ley del Censo vulnerase los
Derechos Fundamentales a la libertad de creencias, a la inviolabilidad del domicilio y a la libertad de
expresión.

Por lo que se refiere a los límites a la autodeterminación informativa, afirma el Tribunal Constitucional de
Alemania, que en la medida en que el derecho sobre los propios datos no es absoluto, el individuo tiene
que aceptar determinadas limitaciones de su derecho a la autodeterminación informativa, en aras del
interés preponderante de la colectividad, las cuales han de responder a un fundamento constitucional, estar
sometidas a la claridad normativa inherente al Estado de Derecho y responder al principio de
proporcionalidad, que se desprende de la propia esencia de los Derechos Fundamentales.

6. Líneas directrices que informan cualquier Ley de Protección de Datos

Tales líneas directrices, afectan sustancialmente al equilibrio de los Derechos Fundamentales en juego; al
concepto y clases de datos personales; así como a los ámbitos normados por las Leyes de Protección de
Datos.

Warren y Brandeis, al igual que posteriormente el Tribunal Constitucional Alemán, en la medida en que
ambos estaban innovando en el contenido de determinados derechos, se vieron obligados a poner de
manifiesto los límites de esos mismos derechos, a partir de la extensión de otros Derechos Fundamentales,
e incluso por razones de interés general y hasta de equidad. Dichos límites se establecían, básicamente, en
la libertad de información y en las necesidades de información del Estado.

Los datos personales han de ser definidos de una forma forzosamente amplia, puesto que, como muy
bien dice el Tribunal Constitucional Alemán, todos pueden ser potencialmente peligrosos, o lo que es lo
mismo, no existen datos inocuos. La mayoría de las Leyes protectoras ofrecen definiciones más o menos
parecidas a esta: dato personal es el que se refiere o afecta a una persona determinada o determinable.

En cuanto al ámbito de las leyes de protección de datos, los espacios normados de las leyes de protección
de datos actualmente existentes, no son uniformes.

También podría gustarte