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269-278
ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEG
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ALUCINACIONES EN POBLACIÓN NORMAL: INFLUENCIA DE LA IMAGINACIÓN Y DE LA PERSONALIDAD
con problemas psicopatológicos. De ahí timulación real del órgano sensorial rele-
surgirán críticas a la distinción que hace vante” (APA, 1994). Es importante desta-
en las últimas versiones DSM entre el eje car también el punto de vista cognitivo de-
l y el eje II , por considerar que dicha se- fendido por Slade y Bentall, que concretan
paración de los trastornos de la conducta en la siguiente definición “de trabajo”: la
anormal no es, ni mucho menos, tan clara alucinación es una experiencia similar a
(Millon, 1981; Rutter, 1987; Livesley y la percepción que ocurre en ausencia de
Schroeder, 1990). Desde el punto de vista un estímulo apropiado, tiene toda la fuer-
de la dimensionalidad y, por tanto, desde za e impacto de la correspondiente per-
la defensa de la existencia de un continuo cepción real y no es susceptible de ser di-
entre la conducta normal y la conducta rigida ni controlada voluntariamente por
anormal, es discutible el hecho de formu- quien la experimenta (Slade y Bentall,
lar categorías diagnósticas diferentes en 1988, p.23).
base a los síntomas, si se tiene en cuenta A partir de esta definición es posible di-
que muchos síntomas son comunes a va- ferenciar las alucinaciones de otras expe-
rios síndromes (Slade y Bentall, 1988). A riencias similares como las ilusiones.
pesar de todo, no se puede olvidar el hecho Mientras que la experiencia ilusoria impli-
de que desde los sistemas clasificatorios ca la existencia de un error de percepción
existentes, como el DSM-IV, las aluci- en función del contexto, en el fenómeno
naciones se incluyen fundamentalmente alucinatorio existe un error de percepción
entre los síntomas de las psicosis funcio- en función de aparentes estímulos inter-
nales. nos, lo cuál da lugar a consecuencias más
Sin dejar de lado este marco de la di- graves. En segundo lugar, otro aspecto ca-
mensionalidad, cabe esperar que determi- racterístico es la fuerza o impacto de la ex-
nados fenómenos como las alucinaciones periencia, lo que es tomado como criterio
se puedan dar, no sólo en los individuos para diferenciar las alucinaciones de las
con trastornos psicopatológicos, sino tam- pseudoalucinaciones; existiendo en la alu-
bién en la población general. Sin embargo, cinación la convicción de que dicho fenó-
se han ligado frecuentemente a la psicopa- meno tiene su origen fuera de uno mismo,
tología, y suelen ser vistas como experien- esto es, que se produce en el mundo real.
cias perceptuales disfuncionales. Así, las El tercer punto de la definición, la ausen-
condiciones y procesos patológicos que se cia de control por parte del individuo, in-
asocian habitualmente con las alucinacio- tenta distinguir entre las alucinaciones y
nes son de varios tipos: alteraciones en los otras clases de imágenes mentales vividas;
sistemas sensoriales (básicamente las liga- a diferencia de lo que ocurre con la imagi-
das a la edad), alteraciones fisiológicas nación, en la alucinaciones existe una im-
(fiebre, deprivación, etc.), condiciones posibilidad, o por lo menos una dificultad,
médicas y tratamientos, alteraciones del de alterar o disminuir la experiencia por
sistema nervioso central (lesiones cerebra- deseo expreso de la persona.
les, encefalopatías, etc.) y, sobre todo, la De cualquier modo, existen investiga-
esquizofrenia y las psicosis afectivas. ciones, fundamentalmente de tipo correla-
En cuanto al concepto de alucinación, cional, que han intentado analizar las dife-
en el DSM-IV se define este fenómeno co- rencias entre los sujetos que experimentan
mo una “percepción sensorial que posee la alucinaciones y los que podríamos deno-
viveza de realidad de una verdadera per- minar “imaginadores” normales. Seith y
cepción pero que ocurre en ausencia de es- Molholm (1947) habían demostrado que,
contrariamente a lo que se podría plantear, cionales y sus resultados indicaban que los
las personas con alucinaciones tienen unas “alucinadores” diferían de los “no-aluci-
imágenes mentales muy débiles. Sin em- nadores” en las dimensiones emocional y
bargo, hay otro grupo de autores, que de- social, aunque no encontraron relación en-
fienden que alucinaciones e imaginación tre las experiencias alucinatorias y una pa-
vívida guardan relación, y se habla de co- tología subyacente.
sas tales como que este tipo de experien- Con respecto al mecanismo responsable
cias son, simplemente, imágenes mentales de la aparición de las alucinaciones, Slade
muy exageradas. Por ejemplo, Mintz y Al- y Bentall (1988) y Bentall (1990) han con-
pert (1972), argumentaron que el indivi- cluido que estos fenómenos tienen un ori-
duo que alucina se caracteriza por tener gen común tanto en las personas normales
unas imágenes mentales anormalmente vi- como en los pacientes psiquiátricos. Su hi-
vidas y una escasa habilidad para distin- pótesis es que el fenómeno alucinatorio re-
guir entre lo real y lo imaginario. El prin- presenta un fallo en lo que ellos llaman
cipal defensor de esta perspectiva, Horo- proceso de discriminación de la realidad,
witz (1975), propuso que las experiencias lo que implicaría que una experiencia ge-
alucinatorias son imágenes mentales deri- nerada internamente es atribuida a una
vadas de fuentes internas de información fuente externa. Existe otra tendencia a la
que son evaluadas incorrectamente como hora de explicar este tipo de fenómenos
si surgieran de fuentes externas y que apa- alucinatorios, que es la de aquellos autores
recen como intrusiones en el proceso per- que mantienen la idea de que las aluci-
ceptivo. De todas formas, no se han en- naciones guardan estrecha relación con al-
contrado resultados concluyentes para de- teraciones funcionales de la personalidad;
terminar la existencia o no de relación en- las cuales son consideradas por Millon
tre las experiencias de tipo alucinatorio y (1986) dentro de un continuo de normali-
una elevada capacidad imaginativa. dad-anormalidad. Barrett y Etheridge
La presencia de alucinaciones en pobla- (1994) se enmarcan en esta línea de inves-
ción normal, y no sólo en esquizofrénicos, tigación.
ha despertado el interés en algunos autores Son múltiples las teorías que han inten-
por investigar variables que pudieran estar tado explicar el fenómeno de las aluci-
ayudando a la aparición de la alucinación. naciones, como las de corte biologicista,
Los estudios más recientes sobre la inci- que tratan de explicarlas en términos de al-
dencia de las alucinaciones en población teraciones en el Sistema Nervioso Central
no clínica han sido llevados a cabo por Ba- (SNC), atendiendo a influencias tan distin-
rrett (1993) y Barrett y Etheridge tas como el componente genético (Kety,
(1992,1994); quienes encontraron que casi 1974), variables de tipo neuropsicológico
la mitad de su muestra tenía experiencias (Scheibel y Scheibel, 1962; West, 1962,
alucinatorias una vez al mes, lo cuál no es- 1975) o a mecanismos neuroquímicos es-
taba relacionado con la conformidad so- pecíficos (dopamina, 5-HT y determina-
cial. Por otro lado, también llegaron a la dos opiáceos endógenos).
conclusión de que los “alucinadores” tie- El otro grupo de teorías explicativas de
nen mayor imaginación vívida que los las alucinaciones son las teorías psicológi-
“no-alucinadores”, pero no mejor control cas, de las cuáles cabría destacar los si-
de sus imágenes. Barrett y Etheridge guientes enfoques: a) Teorías del Condi-
(1994) relacionaron las alucinaciones con cionamiento, que explican las alucinacio-
distintos tipos de personalidades disfun- nes en términos de sugestionabilidad (Hef-
ferline, Bruno y Camp, 1972); b) Teorías ningún tipo de gratificación por su colabo-
de la “destilación” (seepage theories), que ración (71 varones y 151 mujeres en eda-
explican las alucinaciones en términos de des comprendidas entre 17 y 26 años y
una especie de “filtrado” o “destilación” pertenecientes al primer y tercer curso de
donde la actividad mental que normalmen- las carreras de Psicología e Informática).
te es preconsciente se hace consciente.
Destacan los experimentos de deprivación Instrumentos
sensorial realizados por West (1962, 1975)
y Fritz (1979); c) Teorías de las imágenes Se han utilizado los siguientes instru-
mentales, que entienden las alucinaciones mentos:
como imágenes mentales que el individuo a) Escala QMI de Imaginación Vívida
atribuye erróneamente a fuentes externas; de Betts (Richardson, 1969), en su adapta-
y d) Teorías de la subvocalización, que ción experimental de S. Lemos y P.C.
proponen la existencia de una relación en- Martínez (Universidad de Oviedo). Esta
tre las alucinaciones auditivas y el len- prueba consta de 35 breves descripciones
guaje interno de los sujetos (Gould, 1950; de contenidos que el individuo tiene que
Green y Preston, 1981). tratar de imaginar, correspondientes a sie-
Queda pendiente un modelo integrador te modalidades sensoriales: visual (p. ej.,
que recoja de cada enfoque aquellas ideas “el sol metiéndose en el horizonte”), audi-
que estuviesen suficientemente comproba- tiva (p.ej., “el maullido de un gato”), cutá-
das por la evidencia empírica y que fuese nea (p. ej., “la arena”), cinética (p.ej., “al-
capaz de explicar por qué, en circunstan- canzar un estante alto”), gustativa (p. ej.,
cias normales, la mayor parte de las perso- “naranjas”), olfativa (p. ej., “cuero nue-
nas pueden distinguir de forma correcta vo”) y orgánica (p. ej., “dolor de gargan-
entre hechos reales e imaginarios. Un in- ta”). Se valoran en una escala de 1 (máxi-
tento en este sentido fue realizado por Sla- mo) a 7 (mínimo) la viveza de cada ima-
de y Bentall (1988). gen.
El propósito de este estudio es el so- b) Cuestionario de Alucinaciones de
meter a prueba si las experiencias alucina- Barrett (1994) (forma C), adaptado por S.
torias responden al principio de dimensio- Lemos y P.C. Martínez. Este cuestionario
nalidad y si aparecen en alteraciones psi- recoge 22 experiencias alucinatorias de
cológicas no psicóticas. De este modo, se distinto tipo, como el oir el propio nombre
intentarán detectar posibles diferencias (si cuando nadie está presente, oir los propios
las hubiere) entre un grupo de “alucinado- pensamientos en voz alta, oir voces que
res” y un grupo de “no-alucinadores” en proceden de un lugar en el que no hay na-
cuanto a imaginación y varios tipos de al- die, u oir voces de parientes o amigos fa-
teraciones de la personalidad descritas por llecidos. Se valora la frecuencia con que
Millon, analizando también los rasgos de se experimentan dichos fenómenos en una
tipo neurótico y psicótico. escala de 1 (nunca) a 5 (muy a menudo).
En su versión original, se utilizaba una es-
Método cala tipo Lickert de 1 (“en una o dos oca-
siones”) a 7 (“al menos una vez al día”).
Sujetos c) Inventario Clínico Multiaxial de Th.
Millon (II) (MCMI-II), (Millon, 1987) en
La muestra está formada por 222 estu- su adaptación castellana de A. Avila-Espa-
diantes universitarios que no recibieron da y M. García García (Universidad de Sa-
lamanca). Dicho inventario consta de 175 dependiente (VD) se tomaron las 7 moda-
ítems a los que es necesario responder en lidades sensoriales que componen la Esca-
términos de verdadero o falso. Consta de la QMI de Imaginación Vívida y la suma
25 escalas clasificadas en 5 grupos : 3 es- de todas ellas. Se decidió aplicar una prue-
calas de Validación, 10 escalas Básicas de ba “t” para dos muestra independientes
la Personalidad, 3 escalas de Personalidad con el fin de poder hacer las correspon-
patológica, 6 Síndromes Clínicos de gra- dientes comparaciones de medias, puesto
vedad moderada y 3 Síndromes Clínicos que los niveles de la VD imaginación se
de gravedad severa. distribuyeron normalmente. Los resulta-
dos demostraron que el grupo de alucina-
Procedimiento dores tenían una imaginación vívida signi-
ficativamente mayor en todas las subesca-
Los sujetos recibieron una vaga infor- las excepto en la auditiva y la cinética (Ta-
mación del objeto de estudio y se les invi- bla 1); lo que parece indicar que las perso-
tó a participar voluntaria y anónimamente nas que refieren experiencias alucinatorias
completando las pruebas sorpresivamente tienen mayor capacidad imaginativa gene-
en una única sesión, en clases previamente ral excepto para los sonidos y sensaciones
pactadas con sus profesores. El orden de de movimiento.
administración de las pruebas fue el si-
guiente: Escala de Imaginación Vívida Tabla 1
(QMI), Cuestionario Barrett de Aluci- Medias y desviaciones típicas en las escalas de
Imaginación Vivida obtenidas por sujetos
naciones y MCMI-II. De la Escala de Ima- «alucinadores» y «no-alucinadores», valores
ginación Vívida se obtuvieron 7 puntua- «t» de Student y significación estadística
ciones correspondientes a los distintos ti-
pos de contenidos (visual, auditivo, cutá- Grupos
neo, cinético, gustativo, olfatorio y orgáni- Alucinadores No-alucinadores
co). Del cuestionario de Barrett se obtu- Escalas Media DT Media DT t P
vieron cinco puntuaciones correspondien-
Visual 10.6000 3.3262 12.9627 4.7245 2.74 **
tes a los distintos tipos de experiencias alu- Auditiva 13.8261 4.7530 14.6923 6.0148 0.78 NS
cinatorias (auditivas, visuales, gustativas, Cutánea 10.9556 3.6740 14.0557 5.9025 3.15 **
táctiles y olfativas), y del cuestionario MC- Cinética 11.3478 3.9283 12.1346 5.1222 0.84 NS
MI-II se derivaron las puntuaciones de ca- Gustativa 13.2667 4.9286 16.6923 6.1406 3.00 **
Olfativa 12.0870 4.2155 15.2308 5.9561 2.98 **
da una de las 25 escalas que lo componen. Orgánica 10.8478 3.6695 13.1765 5.4762 2.43 *
Total 83.0227 20.6437 99.1400 27.0404 3.21 **
Resultados La relación entre capacidad imaginativa y puntuación en las escalas
es inversa; reflejando las medias más bajas una mayor imaginación.
*=p≤.05; **=p≤.01; ***=p≤.0001; NS= no significativa
En base a las puntuaciones del Cuestio-
nario de Alucinaciones de Barrett, se for-
maron dos grupos con los individuos cu- Con objeto de comprobar la posible bi-
yas puntuaciones estaban situadas en el direccionalidad de la causalidad, se llevó a
20% superior e inferior de la escala, los cabo el análisis inverso, esta vez tomando
cuáles constituyen los dos niveles escogi- como VI la puntuación total de la escala
dos de nuestra primera variable indepen- de Imaginación Vivida, estableciendo un
diente (VI). Así, 52 “alucinadores” y 49 grupo de “imaginadores” y otro de “no-
“no-alucinadores” fueron seleccionados imaginadores” con el mismo procedimien-
para posteriores análisis. Como variable to anterior. Ante la exigencia de una prue-
Grupos
copatológicas anteriores y como VI los dos
Imaginadores No-imaginadores grupos “imaginadores” y “no imaginado-
Escala Media DT Media DT U P res”. De nuevo se aplicó la prueba “t” para
dos muestras independientes, puesto que las
Total
Aluc. 35.2955 9.9664 31.1163 7.1154 717.0 0.0514 variables se distribuían normalmente. Los
resultados (Tabla 4) parecen indicar que la
capacidad imaginativa no está relacionada rior. Ahora bien, conviene matizar que en
con el hecho de que que un individuo puntúe dichas experiencias alucinatorias en po-
alto en uno o más rasgos de tipo neurótico a blación normal, es probable que no tenga
excepción de la personalidad histriónica, no lugar una pérdida del sentido de la reali-
siendo posible llegar a conclusiones definiti- dad tal y como ocurre en población clíni-
vas sobre la relación entre imaginación y las ca; por lo que podría estimarse que dichas
personalidades del espectro psicótico. experiencias corresponden más bien al
Finalmente, se realizaron análisis de Re- concepto de pseudoalucinaciones; sin em-
gresión Múltiple para valorar hasta qué pun- bargo, mantendremos igualmente el térmi-
to las patologías descritas en el MCMI-II ex- no “alucinación” para ceñirnos así a la ter-
plican la presencia de experiencias alucina- minología empleada en los instrumentos
torias o una elevada capacidad imaginativa. utilizados y en otros trabajos similares.
Se llevaron a cabo cuatro análisis, con la to-
talidad de los sujetos del estudio, para rela- Tabla 5
cionar las experiencias alucinatorias y la Resultados de los análisis
imaginación vívida con los trastornos de la de Regresión Múltiple
personalidad y con los síndromes clínicos
Variable criterio: TOTAL ALUCINACIONES
descritos por Millon (Tabla 5). Se utilizaron R2= 0.109
como variables criterio la puntuación total Predictores r beta C C%
de la Escala de Alucinaciones de Barrett y la
Pers. Límite .3301 .3301 0.109 10.9
puntuación total de la Escala QMI de imagi-
nación vívida en sendos análisis; mientras Test de Durbin-Watson = 1.8147
que los predictores fueron en cada análisis
las puntuaciones obtenidas en los trastornos
de la personalidad y en los síndromes clíni- Variable criterio: TOTAL ALUCINACIONES
cos del MCMI-II. A raíz de estos últimos re- R2= 0.1618
sultados podría afirmarse que, en general, Predictores r beta C C%
elevadas puntuaciones en algún trastorno de Delirio Psicótico .3156 .1782 0.056 5.6
la personalidad o síndrome clínico, apenas Abuso alcohol .3707 .2847 0.106 10.6
explican la varianza de experiencias de tipo
Test de Durbin-Watson = 1.798
alucinatorio ni la capacidad imaginativa; con
la excepción de la personalidad límite y los
síndromes de delirio psicótico y de abuso de
Variable criterio: TOTAL QMI
alcohol, que explican algo más del 10% y R2= 0.534
del 16% de la varianza observada en la ex- Predictores r beta C C%
periencia alucinatoria, respectivamente. La
Pers. Histriónica –.2311 –.2311 0.0534 5.34
varianza explicada de la capacidad imagina-
tiva, a partir de idénticos predictores, ha sido Test de Durbin-Watson = 1.7857
notablemente más baja
dentro de lo posible que este tipo de per- dente que las personas que tienen más ex-
sonas no presten excesiva atención a sus periencias de tipo alucinatorio se sitúan
experiencias alucinatorias, en caso de te- por encima de las demás en el continuo de
nerlas. Una característica de la personali- la imaginación y en el continuo que repre-
dad compulsiva puede ser también, preci- senta cada uno de los tipos de personali-
samente, la pobre imaginación. dad anormal. Si los datos concluyesen
A la luz de los resultados, podría supo- ahí, podría defenderse aún cierta dimen-
nerse entonces que los trastornos de la per- sionalidad de los fenómenos alucinato-
sonalidad o determinados síndromes clíni- rios; sin embargo, esos factores no bastan
cos constituirían un factor añadido que po- para explicar la presencia de alucinacio-
dría explicar la presencia de fenómenos de nes en un sujeto; lo que obliga a hipoteti-
tipo alucinatorio. zar la existencia de alguna otra caracterís-
Los resultados de los análisis de Regre- tica en los individuos con este tipo de ex-
sión Múltiple, no obstante, indican que los periencias. Supuestamente, existen otros
trastornos de la personalidad añaden rela- factores añadidos en las personas que se
tivamente poco a la explicación de las alu- sitúan en la parte alta del continuo de las
cinaciones y de la capacidad imaginativa, alucinaciones que implica un salto cuali-
con excepción de la personalidad límite, tativo con respecto a los sujetos de la par-
en el primer caso. Quizás esta excepción te baja e intermedia de dicho continuo;
se explique por la profunda ambivalencia por lo tanto, no parece tener gran sentido
cognitiva y afectiva que les caracteriza y sostener la existencia de un continuo au-
que tal vez les lleve a tener un peculiar sis- sencia-presencia de alucinaciones, ya que
tema de representación sensorial. estos resultados cuestionan bastante el en-
También indican los resultados que so- foque psicológico de la dimensionalidad;
lamente el delirio psicótico (factor que, sin embargo, no zanjan del todo la cues-
como se ha indicado, discrimina entre tión, siendo necesarios estudios posterio-
“alucinadores” y “no-alucinadores”) y el res que intenten determinar con exactitud
abuso de alcohol (son conocidas las ence- cuáles puedan ser los factores moderado-
falopatías alcohólicas subagudas, entre las res necesarios para que se produzcan las
que se encuentra la alucinosis alcohólica) experiencias de tipo alucinatorio; tal vez
tienen un peso moderado en la explicación variables de naturaleza psicopatológica,
de las alucinaciones, lo cuál ciertamente cognitiva o de otro tipo; por lo que se
es de esperar. abre un interesante campo de investiga-
A modo de conclusión, diremos que ción.
nuestros resultados suponen de algún mo-
do una crítica al punto de vista dimensio- Agradecimientos
nal de las experiencias alucinatorias. En
primer lugar, no debe pasar desapercibido La realización del presente trabajo ha sido
el hecho de que las experiencias alucina- posible gracias a la ayuda TA94/206-2 conce-
torias no se distribuyen normalmente en dida al último autor por la Universidad de
la población estudiada. Además, es evi- Oviedo.
Referencias