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Sacudir los residuos del poder colonialista que se tienen arraigados no es tarea fácil, pues
muchos ideales, discursos, comportamientos, etc. Que se instalaron en esa época permean y
dirigen la conducta y la cosmovisión de las sociedades actuales que antaño fueron
reprimidas, perpetuando, de esa manera, ese sistema colonial e impidiendo una
decolonización1 total, que es lo que se traza como objetivo por las poblaciones víctimas del
proceso de conquista.
El camino para superar esa etapa debería implicar, entre tantas cosas, cimentar diatribas que
borren el dualismo de dominador/dominado, superior/inferior que fue instalado en aquellos
tiempos; reconocer que se puede dejar de lado el pensamiento que se instauró en la
búsqueda de lograr ejercer poder sobre el conquistado, es, también, reconocer que no se es
menos capaz que Occidente para asumir la independencia.
Diverso ha sido el panorama que se ha expuesto por parte de los intelectuales, en el camino
de encontrar qué se debería hacer para conseguir decolonizarse. Por ejemplo, en el prólogo
del texto El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del
capitalismo global (2007), Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel exponen que,
como ha sido difícil trabajar lo poscolonial, porque, en algunos casos, los estudios sólo se
reducen a lo económico o a lo cultural sin contemplar otras dimensiones, es necesario,
entonces:
1
Bajo la concepción de Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel, esto supone ir más allá de la
emancipación de lo político-jurídico, quedarse solo con eso significa descolonizarse (pág. 17).
con todo, pero también con las nuevas teorías de la complejidad. En pocas palabras:
necesitamos avanzar hacia lo que el sociólogo griego Kyriakos Kontopoulos
denominó pensamiento heterárquico.2 (pág. 17)
Por otra parte, teóricos como Oswald de Andrade y Augusto de Boal no consideran, dentro
de su propuesta del quehacer de las sociedades poscoloniales, el eliminar, de manera tajante
y radical, lo que los tiempos coloniales dejaron, sino construir algo sobre ellos,
identificando qué es lo aprovechable y qué se puede descartar. Boal, desde su concepto de
teatro del oprimido logra cambiar la perspectiva que se tenía de Calibán y de Próspero,
quienes, gracias a la obra del dramaturgo europeo Shakespeare, The Tempest (1996),
estaban representados como el salvaje y el civilizado respectivamente, lo que pone en
ventaja a Próspero en su papel de héroe conquistador y en una posición inferior a Calibán
con un rol de dominado y personaje antagónico, en cambio, en La Tempestad (1974) de
Boal, Calibán logra hacer conjeturas de gran talla intelectual:
CALIBÁN: (…). Decime, bestia: ¿Cómo pueden ser de tu patrón, si las uvas las
cultivamos nosotros con nuestras manos; si el vino lo fermentamos nosotros con
nuestra ciencia; si las bodegas las construimos nosotros con nuestra madera? ¿Cómo
van a ser de tu patrón, si todo lo hicimos nosotros?
Con todo ello, hay que resaltar que los trabajos realizados aquí citados son valiosos para
tener en cuenta en las producciones poscoloniales, también señalar que todos los autores
tienen en común el relegar la idea de que la única visión admisible es la occidental, la que
dejó la colonia, de la que no es necesaria abolir en su totalidad, ya que se pueden tomar
insumos para reciclarlos dentro de las prácticas que lleven a edificar una percepción propia.
Ahora, a modo puntual, hay que admitir que algo de razón tiene Castro-Gómez y
Grosfoguel cuando afirma que: “En efecto, la ciencia social contemporánea no ha
encontrado aún la forma de incorporar el conocimiento subalterno a los procesos de
producción de conocimiento. Sin esto no puede haber decolonización alguna del
conocimiento ni utopía social más allá del occidentalismo.” (pág. 21) A lo que hay que
apuntar, en el proceso de decolonización, es a que los saberes que han sido segregados sean
tenidos en cuenta en todas las esferas. “Más que como una opción teórica, el paradigma de
la decolonialidad parece imponerse como una necesidad ética y política para las ciencias
sociales latinoamericanas.” (pág. 21)
BIBLIOGRAFÍA:
Castañeda, E. (2021) La antropofagia como descentramiento de Europa.
Fabelo, J., López, A. (s.f) Entre dos tempestades: Boal dialoga con Shakespeare.