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Después del golpe político del 2021, el gobierno de Fernández decretó que el covid había
terminado y estábamos listos para volver a la normalidad. Las escuelas se prepararon para
recibir a la totalidad de sus estudiantes en todos los niveles.
Ante la premisa “aquí no pasó nada” se decidió de manera arbitraria fingir que la sociedad
no había cambiado pero la desigualdad producto de la desocupación, el hambre y la
miseria que se agravó en la pandemia, comenzó a verse en las aulas tanto en docentes
como en las familias y estudiantes; a esto debemos sumarle que nunca se invirtió en
mejorar las condiciones edilicias y comenzó un nuevo recorte en el presupuesto educativo.
En en nivel inicial y primaria hubo una brutal escalada de violencia hacia los docentes por
partes de las familias que se visibilizó en los meses de mayo y junio con los entraderas a los
colegios y represión policial. Durante esos meses el frió puso en evidencia la falta de
inversión y muchas familias salieron a reclamar arreglos en las escuelas que se
encontraban sin gas, sin agua y con edificios que se caían a pedazos muchas veces lo
hicieron sin el acompañamiento de los docentes que eran silenciados y amenazados por la
dirigencia sindical; solo los acompañó en su reclamo la dirigencia combativa. El ausentismo
y la falta de contenidos perdidos por los dos de pandemia también se hicieron visibles; pero
la respuesta del estado no existió, no hubo intención de recuperar ni de trabajar las
problemáticas que hacían a los estudiantes alejarse de las aulas e incluso se tuvo que
escuchar por parte de la ministra de educación de CABA Soledad Acuña que los
estudiantes ya estaban perdidos o en manos del narcotráfico suponiéndolos irrecuperables.
En las provincias del interior los docentes realizaron reclamos de salario (La rioja, Neuquén,
etc) y llamaron a romper con CTERA.
En el nivel secundario, además de los problemas de infraestructura y el corte de internet, se
vieron muchos problemas académicos principalmente con estudiantes de los 1ros y 6tos
años que no habían adquirido ni siquiera los contenidos básicos producto de que muchos
no habían tenido ni internet ni dispositivos durante los dos años anteriores. Se priorizó la
conformación de los centros de estudiantes silenciados o casi nulos durante la pandemia
que, lejos de ser un aliento a la organización estudiantil, se volvieron colaboradores de los
directivos quienes los utilizan como brazo derecho de la cooperadora para recaudar dinero y
solucionar gastos que deberían ser cubiertos por el estado. En muchos casos no se les
permitió salir a reclamar por las condiciones en que cursan como el amontonamiento de
estudiantes en un mismo aula (casi 50 en algunas) justificando con discursos como por
ejemplo: “los centros no están para eso” o “si hacen lío se puede venir la derecha”;
impidiendo o minimizando el desarrollo político de una franja estudiantil que siempre se
caracterizó por ser combativo.
En los ISFD y universidades no fue muy distinto, los altos niveles de baja estudiantil durante
la pandemia y el ingreso fueron de casi mayores al 50 por ciento en algunas carreras;
lamentablemente por tratarse de niveles no obligatorios el abandono del gobierno fue
mucho mayor.
La mayoría de los ISFD del país no cuenta con edificio propio por lo que comparte las
problemáticas de las escuelas primarias que ocupa; en cuanto a la población de los mismo
el hecho que en su mayoría sean trabajadores hizo que los niveles de deserción sean aún
mayores centrando los mismos entre los periodos de junio-agosto por no poder costear sus
estudios. La ausencia de un boleto educativo para el nivel hizo que muchos estudiantes
dejarán de asistir producto del altísimo costo de los viajes que tuvo un nuevo aumento en
los últimos meses. En cuanto a la organización estudiantil, hubo un completo desinterés por
parte del estudiantado y que disminuyó las filas de los centros de estudiantes inclusos de
aquellos dirigidos por el oficialismo; también se sufrieron ataques verbales a lo centros de
estudiantes combativos y represión como sucedió en el ISFD y T n°103 quienes
reclamaban por mayor seguridad.
En las Universidades el panorama no fue muy diferente, el desprestigio a los sectores de
lucha, los recortes en infraestructura y la baja de matrícula principalmente en las ciencias
sociales, hizo dificultosa la organización de aquellos que se ven confundidos por discursos
liberales que no hacen más que promover la opresión y desplazamiento de los sectores
populares.