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Bonneuil, C (2016) - Somos Todos Responsables
Bonneuil, C (2016) - Somos Todos Responsables
Asimismo, en el siglo XX, el fuerte crecimiento que tuvo lugar durante los
supuestos “treinta gloriosos” de la posguerra se caracterizó por su glotonería
energética y su huella de carbono. Mientras que un incremento del 1,7% al
año en el consumo de combustibles fósiles había sido suficiente en la primera
mitad del siglo XX, para asegurar un crecimiento mundial del 2,1% entre
1945 y 1973 hizo falta un aumento del 4,5% para obtener un crecimiento
anual del 4,18%. Esta pérdida de eficacia también afectó el resto de las
materias primas minerales: mientras que entre 1950 y 1970 el Producto
Interior Bruto (PIB) mundial se multiplicó por 2,6, el consumo de minerales y
de productos mineros para la industria se multiplicó por 3 y el de los
materiales de construcción, también casi por 3. Así es como la huella
ecológica humana global dio un salto: pasó del equivalente al 63% de la
capacidad bioproductiva terrestre en 1961 a más del 100% a finales de los
años 1970. Dicho de otro modo, a partir de ese momento superamos la
capacidad del planeta para producir los recursos que necesitamos y para
absorber los residuos que producimos.
Cualquier proceso que retrase el bloqueo de una parte de las reservas fósiles y
cualquier emisión que nos lleve a superar el límite de +2 ºC –incluso de +1,5
ºC según algunos climatólogos (véase “Dos grados adicionales, ¿no es
suficiente?”)– debería, a partir de ahora, tomarse por lo que es: un acto que
atenta contra la seguridad de nuestro planeta, cargado de víctimas y de
sufrimiento humano (15). Incluso si las causalidades y los cálculos son
complejos, se sabe que, por cada gigatonelada de dióxido de carbono emitida
que supere el “límite +2 ºC”, habrá varios millones de desplazados y víctimas
adicionales. Así como Condorcet o el abad Raynal se pronunciaron sobre la
esclavitud, tengamos la valentía necesaria para afirmar que la emisión
descontrolada de gases de efecto invernadero merece la calificación de
“crimen”.
¿Se acabó con la esclavitud hace dos siglos pidiendo a los administradores de
las colonias y los territorios esclavistas que propusieran, ellos mismos, una
disminución del número de esclavos importados? ¿Se habrían otorgado cuotas
de intercambio de esclavos a los negreros? En el mismo sentido, ¿podemos
esperar que, en la actualidad, haya un avance contando únicamente con el
compromiso de los Estados involucrados en una guerra económica
desenfrenada o poniendo el futuro climático en la mano invisible de un
mercado de carbono a través de la monetización y de la privatización de la
atmósfera, de los suelos y de los bosques?
¿No deberíamos estar buscando, más bien, las fuerzas capaces de detener el
desajuste climático en los levantamientos de las víctimas del capitalismo fósil
(los Pacific climate warriors oceánicos, los militantes antiextractivistas, las
víctimas de la precarización energética y los refugiados climáticos) y en el
ímpetu moral de quienes, en los países ricos, ya no quieren ser cómplices y lo
manifiestan por medio de diversas acciones –propuestas para vivir de forma
distinta y mejor con menos, campañas para obligar a los bancos a que
desinviertan en las empresas “climaticidas”, presiones a los Gobiernos para
que pasen de las palabras a los hechos en materia de reducción de
emisiones (17), resistencia ante los grandes proyectos inútiles, etc.–?.
(1) Paul J. Crutzen, “Geology of mankind”, Nature, vol. 415, nº 23, Londres, 3 de enero de 2002.
(2) Christophe Bonneuil y Jean-Baptiste Fressoz, L’Evénement Anthropocène. La Terre,
l’histoire et nous, Seuil, París, 2013; Bruno Latour, Face à Gaïa. Huit conférences sur le
nouveau régime climatique, La Découverte, col. “Les Empêcheurs de penser en rond”, París,
2015.
(3) Véase Agnès Sinaï, “En los orígenes climáticos de los conflictos”, Le Monde diplomatique en
español, agosto de 2015.
(4) David Satterthwaite, “The implications of population growth and urbanization for climate
change”, Environment & Urbanization, vol. 21, nº 2, Thousand Oaks (California), octubre
de 2009.
(5) Cálculo realizado en dólares constantes de 1990 a partir de datos de Thomas Piketty en El
Capital en el siglo XXI, Fondo de Cultura Económica de España, Madrid, 2014.
(6) Jason W. Moore, Capitalism in the Web of Life: Ecology and the Accumulation of Capital,
Verso, Londres, 2015; Andreas Malm, Fossil Capital, Verso, enero de 2016.
(7) François Bourguignon y Christian Morrisson, “Inequality among world citizens: 1820-
1992”, The American Economic Review, Nashville, vol. 92, nº 4, septiembre de 2002.
(8) Richard Heede, “Tracing anthropogenic carbon dioxide and methane emissions to fossil fuel
and cement producers, 1854-2010”, Climatic Change, vol. 122, nº 1, Berlín, enero de 2014.
(9) Immanuel Wallerstein, Análisis de sistemas-mundo, Siglo XXI, Madrid, 2006.
(10) Para saber más sobre este método y los resultados recientes,
véase www.footprintnetwork.org.
(11) Kenneth Pomeranz, Une grande divergence. La Chine, l’Europe et la construction de
l’économie mondiale, col. “L’évolution de l’humanité”, Albin Michel, París, 2010.
(12) Alf Hornborg, Global Ecology and Unequal Exchange. Fetishism in a Zero-Sum World,
Routledge, Londres, 2011.
(13) Anke Schaffartzik et al., “The global metabolic transition: Regional patterns and trends of
global material flows, 1950-2010”, Global Environmental Change, vol. 26, mayo de 2014.
(14) “National Footprint Accounts 1961-2010, 2012 edition”, Global Footprint Network, 2014.
(15) Laurent Neyret (bajo la dir. de), Des écocrimes à l’écocide. Le droit pénal au secours de
l’environnement, Bruylant, Bruselas, 2015; Valérie Cabanes, “Crime climatique et écocide:
réformer le droit pénal International”, en Crime climatique. Stop! L’appel de la société
civile, Seuil, París, 2015.
(16) Desmond Tutu, “Nous avons combattu l’apartheid. Aujourd’hui, le changement climatique
est notre ennemi à Tous”, en Crime climatique. Stop!, op.cit.
(17) Cf., por ejemplo, Andrea Barolini, “Une décision historique: un tribunal néerlandais impose
à l’Etat d’agir contre le changement climatique”, 25 de junio de 2015, www.reporterre.net.
(18) Cf. la petición “Laissons les fossiles dans le sol pour en finir avec les crimes
climatiques”, http://crimesclimatiquesstop.org.
Christophe Bonneuil
Historiador, coautor de L’Evénement Anthropocène. La Terre, l’histoire et nous, Seuil,
París, 2013, y de Crime climatique. Stop! L’appel de la société civile, Seuil, París, 2015.