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Cara o Cruz: el peor juego colombiano

La violencia colombiana se caracteriza por dos hechos: eres de los nuestro o no lo eres;
conoces o desconoces. En Colombia el único boleto que puede medio asegurar su vida,
pero no se garantiza, es el boleto del reconcomiendo y poder. Así nos demostró el
documental “El Bogotazo”.
Cara o cruz, así quiero llamar a mi columna, porqué depende del lado que caiga la moneda,
es el lado que resalta. Así que quiero comenzar con un ejemplo extravagante pero que logré
sacudir y plasmar lo que quiero.
Ninguna muerte vale más que otra, pero todos, o bueno, algunos, recuerdan más el nombre
de Jorge Eliécer Gaitán y su 9 de abril, que el 5 y 6 de diciembre de Pedro del Río,
Bernandino Guerrero, Raúl Eduardo Mahecha, Nicanor Serrano y Erasmo Coronell.
¿Quiénes eran estos hombres? Por un lado, tenemos al reconocidísimo político liberal y por
el otro a los líderes de la huelga de la masacre de las bananeras. ¿Por qué recordamos más
al político que al trabajador? Si ambos estaban haciendo la misma labor, en diferentes
magnitudes: luchar por los derechos. Lo único que puedo decir es que le podemos dar el
mismo valor si esa mano que tira la moneda, la recoge y ve su otra cara. Y por si estoy
siendo muy ambiguo o ese cascarón que tiene en la cabeza no lo logra captar, esa mano es
el deseo de aprender; de querer entregarse al conocimiento, de querer aceptarlo, de estirar la
mano y tocar a Dios, o así lo planteaba Miguel Ángel.
Aquel 9 de abril del 48 marcó a Colombia, una Colombia que vivía o bueno, vive, entre dos
corrientes políticas: “castrochavistas” y “gente de bien” o liberales y conservadores. Digo
que sigue viviendo porqué ocurren las mismas masacres a la corriente política de oposición,
en el presente, a los líderes y lideresas sociales; en el pasado a los liberales de Manizales,
de Pereira y de la UP… ¿Quiénes viven y quiénes mueren? Algunas veces muere la cara
representante, como Jorge Eliécer Gaitán, Guillermo Cano y Jaime Garzón, pero siempre
mueren los que están detrás de ella.
En el olvido se define la muerte de la persona, por eso en un pueblo como Colombia jugar a
cara o cruz no sirve. No nos sirve de nada que pongan nuevas cabezas representantes, para
intentar olvidar lo sucedido, como lo hicieron con el doctor Darío Echandía tras el asesinato
de Gaitán. No sirve porqué después nos olvidamos de la violencia de Santander, Boyacá y
Caldas. No estoy diciendo que estos grandes representantes no merezcan la atención que
tienen, sino que estos “desconocidos” merecen la misma atención que ellos, el mismo
alboroto.

Escrito por: Álex Esteban Riaño Jiménez.

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