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Antecedentes
Desde los inicios del Derecho Internacional Clásico, hasta la terminación de la
Segunda Guerra Mundial, por creación consuetudinaria en el ámbito internacional solo se
consideraban dos espacios jurídicos marítimos: el mar territorial y el alta mar.
Así, debido al dictado por la Asamblea General de la Resolución 1514 XV, que
se la conoce como la “Carta Magna de la Descolonización”, porque significó el proceso de
independencia de una gran cantidad de nuevos Estados que se incorporaron al grupo de países
en vías de desarrollo; empezaron a plantear en función de los nuevos intereses, reivindicaciones
y revisiones de las normativas económicas y políticas vigentes en el ámbito internacional, como
la soberanía permanente sobre los recursos naturales y el derecho al desarrollo económico. Esta
Resolución produjo no solo un cambio cuantitativo por la incorporación de más de sesenta
nuevos Estados en la comunidad internacional, sino también cualitativo porque -como ya se
explicó-, estos nuevos países, pasaron a engrosar el grupo de Estados del Tercer Mundo, siendo
desde entonces este sector el mayoritario en las Naciones Unidas, conformando el “Grupo de
los 77”, con una tendencia de no alineamiento político.
1
Conf. Diez de Velazco, Manuel, “Instituciones de Derecho Internacional Público”, Ed. Tecnos, Madrid, año
1997, pág.373.
2
Pastor Ridruejo, José A. “Curso de Derecho Internacional Público y Organizaciones internacionales”, Ed. Tecnos,
Madrid, año 1992, pág.355/357.
A su vez, el avance del desarrollo tecnológico hacia la década de 1970, ya
permitía que se pudiera acceder a los fondos marinos -antes inasibles por las grandes
profundidades y la lejanía de las costas-, con lo cual se abría extraordinarias posibilidades de
exploración y explotación, generando muchas expectativas e intereses, sobre todo para las
grandes potencias que contaban con la tecnología para ello. En el otro extremo se posicionaban
los países en vías de desarrollo quienes pretendían que fuera utilizado en provecho y beneficio
de la humanidad.
La Convención de Jamaica
Después de varios años y once sesiones, la Convención sobre el Derecho del Mar
fue aprobada en Montego Bay, Jamaica, en el año 1982 y entró en vigor en 1994.
3
Yturriaga Barberán, José Antonio, “Evolución del consenso en la práctica de las Naciones Unidas: la Conferencia
sobre el Derecho del Mar”, en “O.N.U.: Año XL”, Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad
Complutense, Madrid, 1987, pág.57.
En ella se acordó delimitar los siguientes espacios marítimos: el Mar Territorial,
la Zona Contigua, la Zona Económica Exclusiva, el Alta Mar, la Plataforma Submarina y los
Fondos Marinos.
Mar Territorial: Se entiende por mar territorial la franja de mar que corre a lo
largo de la costa del Estado.
Con el tiempo se pudo comprobar que el mar territorial también podía brindar
recursos económicos, ya sea como medio de subsistencia o comercial, explotando la fauna
ictícola y posteriormente los recursos mineros del lecho submarino (por ej. petróleo).
4
Podesta Costa, L.A. Ruda, José María, “Derecho Internacional Público”, T.1, Ed. Tea, Buenos Aires, año 1985,
pág.252.
La regla de las 3 millas marinas, fue objetada con mayor persistencia en la
Sociedad de Naciones y más aun después de la Segunda Guerra Mundial, si bien en la
Convención de Ginebra de 1958, no se establece la anchura del mar territorial, la cuestión de la
extensión quedó definida, cuando los Estados Unidos y la Unión Soviética se pusieron de
acuerdo en que la extensión del mar territorial podía ser de 12 millas marinas, siempre y cuando
se permitiera la navegación y el sobrevuelo absolutamente libre sobre los estrechos navegables.
Ahora bien, entre los Estados adyacentes o que se encuentran frente a frente y
cuya distancia no supere las 24 millas, se toma como límite la línea media o equidistante
(art.15).
Por otro lado, se mantiene la tradicional costumbre de que los buques de guerra
extranjeros pueden navegar sin autorización, si cumplen con los requisitos y reglamentos del
Estado costero; pero si no los cumplen se les puede intimar a que cumplan bajo apercibimiento
de tener que retirarse inmediatamente del mar territorial (art.30), pudiendo incurrir además en
responsabilidad internacional por los daños y/o pérdidas que dicho comportamiento le hubiera
acarreado al Estado local (art.31).
Este espacio tiene sus orígenes en el Siglo XVIII, en las Hoverings Acts
británicas y en reglamentos de Estados Unidos. La Conferencia de La Haya de 1930 se
pronunció en su favor.
5
Suarez, José León, “El mar territorial y las industrias marítimas”, en Diplomacia Universitaria Americana,
Buenos Aires, 1919, pág.155
6
Halajczuk, Bohdan T. y Moya Domínguez, María Teresa, “Derecho Internacional Público”, Ediar, Buenos Aires,
1999, pág.396
7
Garcia Ghirelli, José I, “Tratados y documentos internacionales”, Zavalía, Buenos Aires, 1988, pág.559.
extraído de la producción minera, a partir de los cinco años, en concepto de cánon a la
Autoridad de los Fondos Marinos.
Desde alrededor de 1830, quedo abandonada la idea de poder apropiarse del mar
por cualquier Estado, afianzándose finalmente el reconocimiento del principio de la “libertad de
los mares”, por lo que su naturaleza jurídica se encuadra en la una res comunis usus (cosa de
uso común).
En la Convención del Mar de 1982, va a comprender “todas las partes del mar no
incluidas en la Zona Económica Exclusiva, en el Mar Territorial o en las aguas interiores de un
Estado, ni en las aguas archipelágicas de un Estado archipelágico” (art.86).
8
Conf. Pastor Ridruejo, José A., “ob. cit.”, pág.403 y Podesta Costa, L.A. y Ruda, Jose María, “ob. cit.”, pág.252.
La libertad de navegación beneficia a todos los Estados, por lo que los buques en
tiempo de paz, se hallan sujetos en principio a la jurisdicción exclusiva del Estado cuya bandera
enarbolan; no obstante existen circunstancias excepcionales en donde los buques quedan
expuestos a la jurisdicción de otros Estados.
Las Islas: Que de acuerdo al art.121, son las extensiones naturales de tierra
rodeadas de agua que se encuentran sobre el nivel de ésta en pleamar, tienen derecho a mar
territorial, zona contigua, plataforma submarina y zona económica exclusiva, no así los
promontorios rocosos (no aptos para la vida humana o vida económica propia), a los cuales solo
se les puede reconocer mar territorial. Esta normativa despertó entre las distintas delegaciones
grandes debates sobre todo entre los países de reciente independencia que no querían que islas
cercanas a sus costas bajo dominación extranjera pudieran aspirar a tener los mismos derechos
que los continentes, sin embargo el criterio amplio fue mantenido.
9
Pastor Ridruejo, Jose A., “ob. cit.”, pág.408.
Los Fondos Marinos: El lecho del mar y el fondo de los océanos, más allá de los
límites de la jurisdicción nacional, constituyen los fondos marinos que hasta el año 1970,
todavía, a la luz de la libertades en el alta mar, podían ser explotados por cualquier Estado
libremente; Si bien ese año fueron declarados “Patrimonio Común de la Humanidad”, por la
Resolución nº2749 (XXV), de la Asamblea General de la O.N.U., era necesario precisar el
alcance de la declaración.
Como otros tantos temas, la cuestión de los fondos marinos a la hora de las
negociaciones de la Convención, generó una confrontación entre las grandes potencias –
minoritarias en número-, de un lado, quienes pretendían mantener los postulados del derecho
internacional clásico y en esa tendencia que la exploración y explotación fuera lo más liberal
posible, por lo que la Autoridad de aplicación debería ser una mera organización de
coordinación; y en la vereda de enfrente se ubicaron los Estados en vías de desarrollo –la gran
mayoría-, que querían modificar los patrones existentes y encaminarse hacia un nuevo derecho
internacional contemporáneo, en el que la explotación y comercialización de los recursos
marinos en la Zona, fuera controlada por la organización internacional que se creara al efecto.
10
Pastor Ridruejo, José A., “ob.cit.”, pág.417.
11
Pastor Ridruejo, José A., “ob.cit.”, pág.435.
Para el supuesto de que se presenten controversias, se ha establecido que dentro
del Tribunal Internacional del Derecho del Mar, se organice una Sala de Controversias de los
Fondos Marinos, a las que pueden acudir con legitimación procesal, no solo los Estados, sino
también la Autoridad, la Empresa y los particulares (art.187).
La estructura institucional
La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos está constituida por una
Asamblea, un Consejo, una Secretaría y la Empresa. La organización institucional también fue
debatida puesto que los países desarrollados querían privilegiar al Consejo –oligocrático- sobre
la Asamblea, en cambio los países del Grupo de los 77, pensaban al revés, con criterio
democrático, donde participaran todos los Estados en las decisiones. Si bien al aprobarse la
Convención prevalecieron estos últimos, luego con el “Acuerdo de 1994”, se modificó
significativamente a favor de los primeros, con la finalidad indispensable de que se
incorporaran al régimen de Jamaica las grandes potencias.
El art.287, deja a las partes en conflicto la posibilidad de que elijan el foro que
atenderá la disputa, entre el Tribunal Internacional del Derecho del Mar, la Corte Internacional
de Justicia, algún Tribunal Arbitral (Anexo VII) o un Tribunal Arbitral Especial (Anexo VIII).
Entonces, las partes pueden utilizar al Tribunal Internacional del Derecho del
Mar, compuesto por 21 miembros, que tienen un mandato de duración de nueve años y que
pueden ser reelegidos. Dentro del Tribunal se ha creado una Sala de Controversias de los
Fondos Marinos, integrada por once miembros, en los que tienen legitimidad procesal activa,
los Estados, la Autoridad, la Empresa y los Particulares.
Conclusión
Más allá de la diversidad de problemas políticos y económicos y las arduas
discusiones que supuso el tratamiento de la Convención de Jamaica para ser aprobada; lo cierto
es que una gran cantidad de Estados la firmaron y no obstante que los Estados Unidos –país con
mayor desarrollo tecnológico-, en un primer momento se negó a hacerlo, votando incluso en
contra, porque según palabras del Profesor Mangone “Washington creía que la aplicación de la
Convención desalentaría el desarrollo de los recursos de los fondos marinos, negando el juego
de las fuerzas del mercado: no se aseguran el acceso a la zona internacional, se acuerdan
privilegios a la Empresa que discriminan contra los mineros nacionales, se limita la producción,
lo cual es contrario a los intereses de los consumidores” 12, finalmente la adoptó cuando se
alcanzó el “Acuerdo de 1994”.