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CLASE 11

El derecho del mar


Breve reseña histórica

En sus orígenes los acuerdos de carácter regional o local, que plasmaban las
costumbres seguidas por los comerciantes y navegantes, constituyeron las normas
aplicables en este ámbito.

La costumbre fue la fuente primera y clásica del derecho del mar, con
posterioridad y acorde con los cambios producidos se agrega la normación
sistematizada a través de la codificación internacional.

Hacia el siglo XVII (17) el derecho del mar adquiere trascendencia internacional a
través de la controversia sobre la libertad de los mares entre Hugo de Groot (Grocio)
y el jurista inglés John Selden, que en realidad reflejaba los intereses de las grandes
potencias en la conquista y predominio de los mares. Grotius justifica, en su Mare
Liberum(1609) el derecho de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales a
navegar la ruta de las especies, dominada por España y Portugal. Sostiene que el mar
y el comercio son propiedad común en el derecho de gentes y no un objeto
apropiable. John Selden (Mare Clausum (1635), sustenta el derecho del monarca
de Inglaterra, sobre los mares vecinos, basado en que el mar es susceptible de
apropiación privada.

En los siglos 18 y 19 como consecuencia de las necesidades económicas de los


Estados y de las políticas de colonización, se afirma el principio de la libertad de
los mares, y sobre esta base se desarrollarán las normas del derecho del mar
clásico

El primer ensayo de sistematización del derecho del mar tuvo lugar en el Congreso de
París en 1856; las normas de la Declaración de París, fueron seguidas por numerosos
Estados durante largo tiempo

Durante el siglo XX, sobre todo en su segunda mitad, numerosos hechos


imprimen considerables cambios al derecho del mar

● Va a ser recién en 1958 y sobre un proyecto de la Comisión de Derecho


Internacional, la Asamblea General convocó la Primera Conferencia sobre
el Derecho del Mar, que se reunió en Ginebra del 24 de febrero al 29 de
abril de 1958 y agrupó alrededor de 700 delegados de 86 países.
Se aprobaron cuatro convenciones concernientes: al mar territorial y la zona contigua
(en vigor en 1964); al alta mar (en vigor en 1962); a la plataforma continental
(en vigor en 1964) y a la pesca y la conservación de recursos económicos (en vigor en
1966), así como un protocolo facultativo sobre el arreglo pacífico de controversias

● Segunda Conferencia sobre el Derecho del Mar en Ginebra, del 16 de


marzo al 26 de abril de 1960, que no logró tampoco resolverlos y se redujo a
adoptar dos resoluciones sin mayor importancia.

● La convocatoria a la Tercera conferencia de las Naciones Unidas sobre el


derecho del mar se debió a varias circunstancias. La descolonización trajo
consigo el rechazo de disposiciones contenidas en la Convención por
numerosos Estados nuevos; cuestiones importantes, como la extensión del mar
territorial, habían quedado sin resolver y el rápido desarrollo tecnológico había
dejado atrás conceptos claves como el de la determinación de la plataforma
continental reflejado en las normas de 1958.
La Asamblea General creó en 1968 un Comité especial, para los usos pacíficos
de los fondos marinos y oceánicos más allá de las jurisdicciones nacionales que
un año más tarde evolucionó a un Comité Permanente denominado “Comité de
los fondos marinos”,para “estudiar la elaboración de principios y de normas
jurídicas, así como los medios de promover la explotación y la utilización de
los recursos de esa zona”. El resultado de estos trabajos se plasmó en la
Resolución 2749 (XXV) considerada la Carta de los fondos marinos y en la
decisión de convocar a la nueva Conferencia sobre el derecho del mar.

● La Convención de Montego Bay de 1982 El 30 de abril de 1982, en Montego


Bay, Jamaica, se adoptó el texto elaborado en la Tercera conferencia. El 16 de
noviembre de 1993 se depositó el sexagésimo instrumento de ratificación y 12
meses más tarde en noviembre de 1994 entró en vigor.

Muchas veces se ha llamado “una constitución para los océanos” que regula
todos los usos fundamentales del mar

• Los derechos de navegación, inclusive por los estrechos utilizados para la


navegación internacional
• La paz y la seguridad en los océanos y los mares
• La conservación y gestión de los recursos marinos vivos
• La protección y preservación del medio marino
• La investigación científica
• Las actividades en los fondos marinos más allá de los límites de la jurisdicción
nacional
• Los procedimientos para la solución de controversias entre los Estados
• Los límites de los espacios marítimos
Aguas interiores
El mar territorial *
La zona contigua*
Los estrechos internacionales
Las aguas archipelágicas
La zona económica exclusiva *
La plataforma continental*
Espacios sometidos a la soberanía o control de los Estados
Alta mar*
La zona *
y otros como aguas antárticas
Que están dentro de los Espacios comunes internacionales

AGUAS INTERIORES
Son aguas interiores aquéllas situadas en el ámbito del territorio terrestre, al interior de
la línea de base del mar territorial. Dentro de ellas están comprendidas las aguas
portuarias, de los ríos más acá de la línea que cierra su desembocadura entre los
puntos de bajamar de sus orillas. En cuanto a las bahías, solamente poseen aguas
interiores las que pertenecen a un solo Estado y las llamadas bahías históricas.
La Convención reconoce al Estado ribereño derechos exclusivos en sus aguas
interiores marítimas y no contiene ninguna regla general que limite su jurisdicción en
estas aguas.
Un Estado no podrá cerrar sus puertos sino por razones extremas y de carácter
público. Los buques privados extranjeros que naveguen en aguas interiores de un
Estado están sometidos a la soberanía territorial de ese Estado. La visita de buques de
guerra extranjeros deberá ser notificada por vía diplomática al Estado ribereño y
permitida por la autoridad competente; gozan de inmunidad y están excluidos de la
competencia del Estado ribereño, salvo en el cumplimiento de las leyes territoriales
sobre navegación o las reglamentaciones de carácter sanitario.

MAR TERRITORIAL

El mar territorial está formado por una franja de aguas adyacente al territorio y situada
más allá de las aguas interiores del Estado. La noción de mar territorial se origina en
la práctica de los Estados de ejercer competencia, por razones de seguridad y defensa,
sobre una zona de mar próximo a sus costas. En un primer momento la práctica
de las grandes potencias marítimas la limitaba a 3 millas marinas.
La manera de definir la distancia era un tanto rústica. Según Cornelio Van
Bynkershoek (siglo 18) cuya obra sostenía que el poder del Estado finalizaba donde
termina el poderío de las armas. En esa época el alcance del tiro de un cañón ubicado
en la orilla era de 3 millas marinas.
La Convención sobre el Derecho del Mar de 1982 fija universalmente la
extensión del mar territorial en 12 millas marinas, medidas desde las líneas de
base.
Para medir la anchura del mar territorial se utiliza la línea de bajamar a lo largo de la
costa. En el caso de Estados poseedores de costas con ciertas particularidades, la línea
de bajamar es desplazada por el sistema de las “líneas de base recta”. El Estado
costero tiene la facultad de determinar las líneas de base combinando diversos
métodos (líneas de base normal, líneas de base recta) según las circunstancias
especiales.
Para la delimitación del mar territorial entre Estados con costas enfrentadas o
adyacentes el artículo 15 de la Convención consagra una regla expresada en tres
posibilidades: acuerdo; línea de la equidistancia; circunstancias especiales. Primero ha
de estarse al acuerdo entre las partes y a falta de acuerdo se recurre al método de la
equidistancia, a menos que circunstancias especiales impongan otra solución.
La soberanía del Estado es plena en el mar territorial y se extiende al espacio aéreo
suprayacente y al lecho y subsuelo de esas aguas.
Tiene competencias legislativas y jurisdiccionales y puede reglamentar la navegación
y la actividad pesquera. El Estado costero tiene la capacidad de dictar leyes para
prevenir, reducir y controlar la contaminación del medio ambiente marino, establecer
un control aduanero y sanitario, y sancionar las infracciones a estas reglas.

El derecho de paso inocente


La soberanía del Estado ribereño sobre su mar territorial está limitada por el derecho
de paso inocente de que gozan los buques extranjeros. El artículo 18 de la Convención
define el paso inocente como la navegación para atravesar el mar territorial de un
Estado. Gozan del derecho de paso inocente todos los buques extranjeros,
comprendidos los buques de guerra y los submarinos a los cuales se les exige que
naveguen emergidos y portando pabellón, y con un pasar continuo y rápido.
El Estado ribereño podrá suspender el paso inocente de buques extranjeros por
razones de seguridad. No podrá, en cambio, establecer gravámenes a los buques
extranjeros por el sólo paso por su mar territorial -salvo retribución de servicios
prestados- ni realizar ningún tipo de discriminación entre ellos.
La Convención dice que “no debería” el Estado ribereño desviar ni detener buques
extranjeros para ejercerla sobre personas a bordo, ni arrestar a personas o realizar
investigaciones en relación con un delito cometido a bordo de un buque durante su
paso inocente, salvo que:
- las consecuencias del delito se extiendan a su territorio,
- el delito pueda poner en peligro la paz del país o el buen orden en
el mar territorial
- la intervención de las autoridades locales haya sido requerida por el capitán del
buque extranjero o por el funcionario consular de ese Estado, o
-cuando se trate de combatir el tráfico ilícito de estupefacientes o sustancias
sicotrópicas

LA ZONA CONTIGUA
Adyacente al mar territorial hay una extensión de zona contigua, que empieza en el
límite exterior del mar territorial, y donde el Estado ribereño tiene ciertas facultades
exclusivas pero limitadas y de carácter funcional. La zona contigua adquiere vital
importancia en ciertas ámbitos geográficos, como los mares semi-cerrados o cuando
hay islas sometidas a distintas soberanías, donde resulta imposible la existencia de una
zona económica exclusiva.
La Convención de 1982 la fija en 24 millas marinas a partir de las líneas de base
utilizadas para medir la anchura del mar territorial. O sea, de 12 millas a partir del
límite exterior del mar territorial.
La actual Convención del Derecho del Mar establece que esta zona se encuentra
comprendida dentro de la zona económica exclusiva, por ende se reconoce al Estado
competencia para prevenir y sancionar las infracciones de sus leyes y reglamentos
aduaneros, fiscales, de inmigración y sanitarios, cometidos en su territorio o mar
territorial.
Esto puede hacer pensar que es innecesario la existencia de una zona contigua, pero
conviene recordar que las facultades del Estado ribereño en esa zona garantizan la
seguridad de su territorio y la obtención de recursos financieros, potestades ajenas a la
zona económica exclusiva.

LOS ESTRECHOS INTERNACIONALES


Según una definición geográfica el estrecho es el paso angosto entre costas que pone
en comunicación dos mares y también es utilizado con fines de navegación
internacional.
Para que un estrecho sea sometido a la regulación internacional debe
reunir ciertas condiciones:
- debe estar destinado a la navegación internacional, es
decir abierto a buques de todos los Estados. No necesariamente
debe ser un paso obligatorio: puede ser facultativo,
- las aguas del estrecho deben formar parte del mar territorial de un
solo Estado (estrecho del Bosforo y de Dardanelos) o de dos o
más (estrecho de Magallanes), y
- no debe existir ninguna franja de alta mar para la libre navegación.
La extensión del mar territorial de 12 millas marinas, implicaba que las aguas de
numerosos estrechos internacionales, que antes tenían franjas navegables de alta mar,
se transformaran en territoriales con la consiguiente limitación del derecho de libre
navegación, de comercio, de sobrevuelo y de tránsito de buques de guerra
Los Estados ribereños pretendían aplicarles el régimen jurídico del mar territorial,
mientras que las potencias marítimas proponían un paso en tránsito para todos los
buques, incluidos los de guerra, con condiciones bastante más amplias que las
establecidas para el paso inocente
La Convención de 1982 acepta la tesis del “paso en tránsito” en los estrechos situados
entre “una parte de alta mar o una zona económica exclusiva y otra parte de alta mar o
de una zona económica exclusiva” y define el paso en tránsito como “la libertad de
navegación y sobrevuelo exclusivamente para los fines del tránsito rápido e
ininterrumpido”. No podrán durante el paso en tránsito realizar ninguna actividad de
investigación científica sin autorización del Estado ribereño.
Se desprende de lo anterior que las facultades de control y reglamentación del Estado
ribereño son considerablemente más limitadas para el “paso en tránsito” que para el
“paso inocente”.Las competencias del Estado ribereño están contempladas en el
artículo 42, que establece la facultad de dictar reglamentos y leyes sobre la seguridad
de la navegación; sobre la prevención, control y reducción de la contaminación; la
prohibición de pesca; y el control aduanero, fiscal, sanitario y de inmigración. El
contenido de estas disposiciones no podrán obstaculizar o suspender el paso en
tránsito. El paso en tránsito se aproxima algo más a la libertad de navegación que al
paso inocente y hay una libertad de sobrevuelo que el Estado ribereño niega en el mar
territorial. Ciertos estrechos tienen un régimen jurídico especial por acuerdos que
coexisten con las disposiciones generales de esta Convención sobre el Derecho del
Mar.

LAS AGUAS ARCHIPELÁGICAS


La Convención define al Estado archipelágico como el constituido “totalmente por
uno o varios archipiélagos y que podrá incluir otras islas” y por “archipiélago” un
“grupo de islas, incluidas partes de islas, las aguas que las conectan y otros elementos
naturales, que estén tan estrechamente relacionados entre sí que tales islas, aguas y
elementos naturales formen una entidad geográfica, económica y política intrínseca o
que históricamente hayan sido considerados como tal.
Hay una necesidad de una unidad natural -entre aguas, tierras y otros elementos
naturales- política y económica para que se configure un Estado archipelágico.
Un Estado archipelágico puede fijar líneas de base rectas que sigan el contorno más
extremo del archipiélago, a condición de que estas líneas engloben las islas principales
y comprendan una zona donde la relación entre la superficie de las aguas y la de la
tierra tenga una proporción que vaya entre 1 a 1 y 9 a 1. Las aguas encerradas por las
líneas de base recta y que quedan comprendidas entre las aguas interiores y las
territoriales son consideradas aguas archipelágicas. El Estado posee soberanía sobre
ellas, la cual se extiende al espacio aéreo situado sobre estas aguas, así como al lecho
y subsuelo, sujeta a limitaciones, como ciertos derechos preexistentes de otros Estados
o el paso inocente de terceras banderas a través de las aguas archipelágicas
Hay que destacar que este régimen de pasaje es similar al derecho de paso en tránsito
en los estrechos, lo cual significa que no puede ser suspendido por el Estado territorial
El régimen de las aguas archipelágicas es, entonces, comparable al del mar territorial,
a excepción de su régimen de paso aplicable a las vías de circulación marítimas y
aéreas.

LA ZONA ECONÓMICA EXCLUSIVA


Sus orígenes se remontan a la Proclama del presidente Harry Truman en el año 1945,
que reservaba para los Estados Unidos el derecho de establecer zonas de
conservación, en áreas contiguas a sus costas y a la declaración de Chile de 1947, que
reivindicaba soberanía sobre el zócalo continental y mares adyacentes hasta una
distancia de 200 millas marinas.
Está zona da derechos sobre la producción, explotación y conservación de los recursos
existentes.
La zona en cuestión podrá extenderse hasta las 200 millas marinas contadas desde las
líneas de base utilizadas para medir la anchura del mar territorial. Teniendo en cuenta
las 12 millas del mar territorial medirá 188 millas marinas como máximo
Esta extensión se estableció teniendo en cuenta que la mayoría de los grandes
cardúmenes (exceptuando las especies altamente migratorias) se encuentran cerca de
la costa y que esas aguas son las más ricas en fitoplancton, alimento básico de los
peces y que se extrae de las profundidades por las corrientes oceánicas que circulan en
las proximidades de las costas.
La Convención de 1982, en su artículo 55 la describe como “una zona situada fuera
del mar territorial y adyacente a éste, sujeta al régimen jurídico específico establecido
en esta Parte
No cabe duda de que esta zona no es parte integrante del mar territorial, puesto que el
artículo 55 la ubica más allá el texto de la Convención define el alta mar como “todas
las partes del mar no incluidas en la zona económica exclusiva, en el mar territorial o
en las aguas interiores de un Estado
En realidad, la Convención otorga a esta zona una naturaleza jurídica ambigua y un
carácter “sui generis”: la de un nuevo espacio marítimo que no encuadra en el
esquema tradicional del derecho del mar. Y esto no es más que el resultado de las
circunstancias económico-políticas y jurídicas que producen la evolución del derecho
en general y del derecho del mar en especial

Si se da el caso de Estados contiguos o situados frente a frente la delimitación debe


realizarse por acuerdo entre los mismos teniendo en cuenta las normas del derecho
internacional. Si no llegasen a un acuerdo los Estados deberán recurrir a los métodos
de solución de controversias que la misma Convención incluye (artículo 74.2) y si
existiese al respecto un acuerdo en vigor entre los Estados, se resolverá la delimitación
de conformidad con esas disposiciones
El Estado ribereño ejerce “derechos de soberanía” y “jurisdicción” Los primeros se
refieren a la exploración y explotación de los recursos naturales en el lecho y subsuelo
del mar y aguas suprayacentes, tanto de los vivos como de los no vivos, y con respecto
a actividades de exploración y explotación económicas de la zona, tales como
la producción de energía derivada del agua, de las corrientes y de los vientos.
La segunda se ejerce respecto al establecimiento y utilización de islas artificiales, la
investigación científica marina, la preservación y conservación del medio marino y
otros derechos y deberes previstos en la Convención.
Las “competencias residuales”, son aquellos derechos no previstos en forma explícita
en la Convención. Las competencias residuales son consecuencia lógica de los
derechos soberanos que goza el Estado ribereño en su zona económica, y de ellos se
desprende su facultad para adoptar las medidas necesarias para el cumplimiento de
leyes y reglamentos. Estas medidas van desde la visita, inspección y apresamiento
hasta la iniciación de procedimientos judiciales (artículo 73, párrafo 1). La potestad
sancionadora del Estado ribereño no es absoluta sino limitada por la Convención, al
Por imperio del derecho internacional general, el Estado ribereño no podrá hacer uso
de la fuerza armada para hacer cumplir sus reglamentaciones.
Derechos de terceros Estados
Los terceros Estados gozan en la zona económica exclusiva de todas las libertades
reconocidas en alta mar -navegación, sobrevuelo, tendido de cables y tuberías
submarinos- a excepción del derecho de pesca. El Estado ribereño determina la
captura permisible y su propia capacidad de explotación de los recursos vivos de esta
zona, teniendo en cuenta su utilización óptima. Cuando carezca de capacidad para
explotar el cupo establecido dará acceso a terceros Estados al excedente, con prioridad
para los Estados sin litoral, para aquellos con características geográficas especiales y
para los Estados en desarrollo de la misma región.
Todos los Estados que pesquen en la zona económica exclusiva de un Estado deben
respetar las leyes y reglamentos que aquél imponga sobre la fijación de cuotas de
captura, transmisión de tecnología como condición para la pesca, pago de licencias y
las especies que pueden capturarse, etc.
-Los Estados que no poseen litoral marítimo carecen de zona económica exclusiva
propia sobre la que puedan reivindicar los anteriores derechos. El artículo 69 les
reconoce el derecho a “participar sobre una base equitativa” en los recursos de los
Estados ribereños de la misma región o subregión. Ese derecho depende de la
existencia de un excedente de la captura permisible y de la negociación de un
acuerdo con el Estado ribereño, el que deberá tener en cuenta los perjuicios
que se podría provocar a las comunidades pesqueras y las perturbaciones económicas
en los Estados cuyos nacionales pescaban habitualmente en esa zona.
Los Estados desarrollados sin litoral pueden participar de la explota
ción de la zona económica exclusiva de los Estados ribereños desarrollados de la
misma subregión o región
Los Estados en situación geográfica desventajosa o con características geográficas
especiales son aquellos -incluidos los ribereños de mares cerrados y semicerrados- que
no pueden reivindicar una zona económica propia o que teniéndola no satisface las
necesidades económicas básicas relacionadas con la capacidad de nutrición de la
población y por lo tanto dependen de la pesca en la zona económica exclusiva de otros
Estados de la región. El resto de las disposiciones que rigen estos Estados (artículo 70)
son idénticas a las desarrolladas para los Estados sin litoral.

LA PLATAFORMA CONTINENTAL
El germen del concepto se encuentra en la Declaración Truman de 1945. En la
Convención respectiva de Ginebra, 1958, la plataforma continental se definía por
criterios de profundidad, explotación y adyacencia, pero la actual Convención, en
cambio, recurre a una noción geomorfológica y jurídica, y la define como la
prolongación natural del territorio del Estado costero “hasta el borde externo del
margen continental o hasta una distancia de 200 millas marinas contadas desde las
líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial, en los casos
que el borde exterior del margen continental no llegue a esa distancia”. Se satisfacen
así los intereses de los Estados con plataformas muy extendidas y los de aquellos sin
plataforma o con una plataforma muy estrecha.
En realidad la zona económica exclusiva y la plataforma continental no sólo se
asemejan en la extensión, sino también en su función. En ambos espacios los derechos
del Estado ribereño tienen una finalidad económica, relacionada con la explotación de
los recursos y se diferencian en la extensión de esos derechos, ya que en la plataforma
continental tienen carácter exclusivo y en la zona económica un carácter preferencial.
El profesor René-Jean Dupuy expresa que la plataforma continental existe como una
realidad natural mientras que la zona económica exclusiva es un concepto creado por
los gobiernos para extender su poder económico. La plataforma ha sido descubierta, la
zona económica exclusiva ha sido inventada

El Estado ribereño ejerce “derechos de soberanía” sobre la plataforma continental para


la exploración y explotación de sus recursos naturales. Tienen carácter exclusivo,
excluyen todo tipo de reivindicación por terceros Estados fundada en la ocupación o
utilización efectiva, aun cuando el Estado ribereño no realice explotación alguna.
También tienen carácter funcional y abarcan los recursos minerales así como los no
vivos del lecho del mar y subsuelo. En cuanto a los recursos vivos, sus derechos se
circunscriben a las especies sedentarias
Se especifican también otros derechos: el de construir islas artificiales, instalaciones y
estructuras sobre la plataforma continental, reglamentar su construcción, operación y
utilización y establecer zonas de seguridad a su alrededor (artículo 80); el derecho a
“autorizar y regular las perforaciones que con cualquier fin se realicen en la
plataforma continental” (artículo 81) y el de explotación del subsuelo mediante la
excavación de túneles

los derechos del Estado ribereño sobre la plataforma continental no afectan la


condición jurídica de las aguas suprayacentes ni a la del espacio aéreo situado sobre
tales aguas”, ni tampoco puede afectarse el derecho a la navegación u otras libertades
reconocidas a los terceros Estados. El Estado ribereño no podrá impedir el tendido o
conservación de cables o tuberías submarinas por terceros Estados en su plataforma
pero podrá establecer condiciones para la entrada en su territorio o mar territorial
En el supuesto de la explotación de recursos minerales en la parte de la plataforma
continental situada más allá de las 200 millas, un porcentaje del producto de esta
explotación debe ser cedido por el Estado ribereño a la Autoridad de los Fondos
Marinos, para ser distribuido entre los Estados partes de la convención. Quedan
exentos de esta contribución los Estados en desarrollo que sean importadores netos de
un mineral extraído de su plataforma continental
Han surgido numerosas dificultades en la delimitación de la plataforma continental
entre Estados con costas adyacentes o situadas frente a frente.
En la Convención sobre el Derecho del Mar de 1982 se establece que la delimitación
de la zona económica exclusiva y de la plataforma continental respectivamente, de los
Estados con costas adyacentes o situadas frente a frente se realizará por acuerdo entre
ellos, mediante la aplicación del derecho internacional a fin de arribar a una solución
equitativa. Resulta, entonces, que no existen en la materia reglas generales aplicables,
cada asunto es un unicum y debe resolverse en función de las circunstancias propias
en la especie, lo que confiere al juez o al árbitro una tan grande facultad de
apreciación, que resulta, inevitablemente, subjetiva. De ello dan testimonio muchas
decisiones recientes.

ALTA MAR

Tiene carácter residual, tal como la designa el artículo 86 de la Convención


de Montego Bay de 1982: “todas las partes del mar no incluidas en la zona económica
exclusiva, en el mar territorial o en las aguas interiores de un Estado, ni en las aguas
archipelágicas de un Estado archipelágico.
Alta mar no está sujeta a apropiación nacional por soberanía ni por ninguna otra vía, y
está abierta a todos los Estados del mundo para que éstos practiquen, sin exclusividad
ni prioridades en su ejercicio, las cinco libertades de la alta mar: de navegación, de
pesca, de asentar cables y cañerías submarinos y de sobrevuelo así como las
consistentes en la libertad de investigación científica y la de construir islas artificiales
y otras instalaciones permitidas por el DI. El espacio aéreo sobre el alta mar tiene
similares características: libre acceso a todos los Estados, libertad de vuelo, no
apropiación por reivindicación de soberanía o de ninguna otra manera

LA ZONA
Es parte de los fondos marinos allende las jurisdicciones nacionales
Antes de que los adelantos tecnológicos permitieran la exploración y explotación de
los fondos marinos y de su subsuelo, la comunidad de naciones les dedicó escasa o
nula atención. De un tiempo a esta parte, sin embargo, esa actitud varió
fundamentalmente. En 1967, el conocido embajador Arvid Pardo de Malta acuñó para
estas regiones submarinas el concepto de “patrimonio común de la Humanidad”, con
la intención de proteger para los países en desarrollo sus grandes recursos naturales y
evitar su agotamiento por los países que ya entonces poseían la tecnología para su
explotación.
Las riquezas que más concitaron el interés del mundo en desarrollo eran
principalmente los que se conocían entonces con el nombre de “nodulos de
manganeso”, por su riqueza en ese metal y que hoy son llamados “nodulos
polimetálicos”, porque en realidad contienen varios minerales metalíferos, como el
cobre, el cobalto, etc., además del manganeso
La expresión y el concepto se abrieron camino muy rápidamente en la terminología
del derecho de gentes, y tras ser incluidos en varias resoluciones de las Naciones
Unidas hallaron un lugar en el artículo 136 de la Convención de derecho del mar que
los aplica a la llamada Zona, que no es otra que la extensión de fondos marinos y
oceánicos, así como su subsuelo, más allá de las jurisdicciones nacionales, o sea,
pasando la proyección hacia abajo de las zonas económicas exclusivas de los Estados
o sus plataformas continentales. Esto último hace que no sea idéntica en su extensión
al alta mar, desde que puede haber Estados con plataformas continentales que excedan
en extensión a su ZEE en ciertas partes o en el todo.
El artículo 136 citado se encuentra en la Parte XI de la Convención titulada
precisamente “La Zona”, que es controlada por la Autoridad de fondos marinos con
poderes para explorarla o explotarla, directamente o por concesiones a particulares. Si
bien es cierto que Estados Unidos y otros países occidentales rechazaron su redacción
original, un Acuerdo relativo a la aplicación de la Parte XI de la Convención,
aprobado por la Asamblea General el 28 de julio de 1994 subsanó ese inconveniente y
hoy en día la Convención y su concepto de patrimonio común de la Humanidad para
esa zona se encuentran vigentes.

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