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¿Qué se debe hacer cuando un lugar sagrado es profanado?

Profanación:
En los últimos meses se han visto diferentes actos de profanación a
estatuas religiosas, robo de cirios, alcancías, etc., en Iglesias y capillas
católicas, Catedral Santuario de Ntra. Sra. De Gpe., en nuestra Diócesis
de Nogales no ha sido la excepción. ¿Qué se debe hacer cuando un lugar
sagrado es profanado?

Existe esta sugerencia: un rito para reparar la santidad de un templo ante


una profanación.
El Código de Derecho Canónico, en sus canones 1214-1243, can. 1442
y 1367 describe básicamente cuándo ocurre una profanación y en qué
consiste:
“Los lugares sagrados quedan violados cuando, con escándalo de los
fieles, se cometen en ellos actos gravemente injuriosos que, a juicio del
Ordinario del lugar, revisten tal gravedad y son tan contrarios a la
santidad del lugar, que en ellos no se puede ejercer el culto hasta que se
repare la injuria por un rito penitencial a tenor de los libros litúrgicos”.
Tipo penal del delito de sacrilegio contra las Sagradas Especies
La Eucaristía.
La segunda parte del tipo parece de clara interpretación: llevarse o
retener las especies sagradas con finalidad sacrílega es una conducta que
difícilmente podría confundirse. Pero de la primera parte del tipo sí
surgen dudas. Ante todo, la duda que surge es si sólo se debe considerar
el acto de arrojar las especies, o si más bien se debe incluir algún tipo de
sacrilegio más.
De acuerdo con dicha nota aclaratoria, "el verbo abicit no se ha de
entender sólo en su sentido estricto de arrojar, ni tampoco genéricamente
en el sentido de profanar, sino el significado más amplio de despreciar,
menospreciar, humillar. Por tanto, comete un grave delito de sacrilegio
contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo quien se lleva o retiene las
sagradas especies con finalidad sacrílega (obscena, supersticiosa o
impía) y quien, incluso sin sacarlas del tabernáculo, del ostensorio o del
altar, las hace objeto de cualquier acto externo, voluntario y grave, de
desprecio". Es esta la razón por la que, en la Respuesta antes
comentada, se indica que "cualquier acción voluntaria y gravemente
despreciativa se ha de considerar incluida en la palabra «abicere».
Bien jurídico protegido:
El bien jurídico que el legislador desea proteger, como es evidente, es el
respeto al Santísimo Sacramento. Es esta la razón de que se deba
considerar incluida la intención de desprecio en el que arroja las
Sagradas Especies al suelo. Por lo tanto, no está excomulgado el
sacerdote o ministro que simplemente por un descuido, quizá
lamentable, pero desde luego sin que se deba al desprecio o al odio, deja
caer al suelo una forma sagrada, pongamos, por ejemplo. Desde el punto
de vista moral no hay duda de que no hay imputabilidad para este
sacerdote o ministro, puesto que no tiene intención de manifestar odio
hacia la Presencia real del Señor en la Eucaristía. Y no habiendo
imputabilidad moral de desprecio a la Sagrada Eucaristía, no puede
haber delito. Lo cual no quita que el sacerdote -o cualquier fiel que
legítimamente distribuye la comunión- al que se le caiga una forma, si
quiere ser delicado de conciencia, procurará extraer experiencia de lo
sucedido para que no le ocurra en otras ocasiones.
Nótese que, por contraste, que en este segundo caso se debe tener en
cuenta la intención del delincuente para que haya delito, que es la de
cometer un sacrilegio: debe ser esa la intención y no otra, por reprobable
que ésta sea. Así, no comete el delito quien se lleva las Sagradas Formas
por descuido, aunque desde luego habrá que corregirle para que no
cometa un descuido en una materia tan grave como es ésta. En este caso
falta la intención de cometer un sacrilegio, es decir, de despreciar
gravemente a la Eucaristía. Por eso, aunque semejante descuido sea
quizá imputable moralmente, falta la intención de cometer el sacrilegio,
por lo que no comete el delito.

Reserva a la Congregación para la Doctrina de la Fe


El delito de sacrilegio contra las Sagradas Especies ha sido incluido en
las Normas de los delitos más graves, promulgadas por la Congregación
para la Doctrina de la Fe con autorización del Santo Padre el 18 de mayo
de 2001. Por esta legislación, este delito se incluye entre los delitos más
graves, y queda reservada a la misma Congregación su declaración, así
como el conocimiento de las causas penales que de él deriven. No así la
absolución de este delito, la cual, si no ha sido declarada ni irrogada,
corresponde a la Penitenciaría Apostólica en el fuero interno,
sacramental o no.
Este proceso, como es sabido, se desarrolla y se sustancia según normas
especiales en los delitos a que se refiere. Sucintamente, la incoación del
proceso se debe comunicar a la Congregación para la Doctrina de la Fe,
la cual ordinariamente delega en el Tribunal del ordinario o superior la
instrucción de la causa.
Así que, cuando un lugar sagrado ha sido violado o profanado, se
requiere un acto de reparación penitencial. ¿En qué consiste? “Este rito -
que menciona como una sugerencia- ha de entenderse más como una
gran bendición, que como una liturgia de la Palabra”.
Pero afirma que algo tan traumático como una profanación requiere de
un ceremonial que se esfuerce en borrar esa mancha invisible.
Es importante mencionar que “en este rito no se vuelve a ungir el altar,
porque el altar no ha perdido su consagración. Sólo se consagraría de
nuevo el altar si éste hubiera sido destruido. Tampoco se vuelve a
consagrar el templo, porque tampoco ha perdido su consagración. Insisto
en que el rito ha de verse como una solemne bendición “.

¿Sacrilegio o profanación?
Primero se debe mencionar que la profanación no es lo mismo que un
sacrilegio. Por ejemplo, si solo se produjo un robo en una iglesia, se
habla de un sacrilegio, y bastaría un acto de desagravio.
Pero si se realiza un acto de ofensa a un objeto sagrado o a un lugar
sagrado con el objeto de ofenderlo, se habla de una profanación y se
requiere un ritual como este. Esto es especialmente necesario si se abre
el sagrario y manos impuras tocaron las cosas sagradas.
¿Qué se debe hacer cuando un lugar sagrado es profanado?
El rito es realizado por el sacerdote con permiso del obispo, los acólitos
y la comunidad parroquial. Además, existen penas canónicas para
aquellas personas que consientes o inconscientemente dañaron el
sagrario o inclusive lo destruyeron estando las formas consagradas y
las arrojaron y pisotearon sin ningún decoro. Primero, debe
levantarse un acta, redactando los hechos, firmada por el párroco
con copia para el ordinario del lugar, firma de testigos, fotografías,
etc. el ordinario del lugar decidirá canónicamente la pena
establecida para el agresor o profanador; desde una penitencia,
pena o medicina espiritual hasta la excomunión Latae sentenciae.
1. Postración. El sacerdote revestido con capa pluvial morada se postra
frente al altar, los acólitos y la comunidad permanece de rodillas.
2. Señal de la Cruz. El sacerdote hace la señal de la cruz, el Señor esté
con vosotros, y reza con las manos juntas: “Este lugar santo se erigió
para honrar el Nombre de Dios. Y este lugar ha sido profanado. Pidamos
para que Dios Todopoderoso acepte nuestras plegarias para reparar ese
acto sacrílego”. Se lee el primer salmo.
3. Colocación de los siete candelabros. Se acomodan los candelabros en
el altar mientras se canta el kyrie eleison.
4. Purificación con agua bendita. Se lee el segundo salmo. Se van
prendiendo las velas de los candelabros. En la segunda vela se purifica
con agua bendita los lugares profanados. Luego el resto del lugar pero
no a la gente.
5. Incensación. Al acabar de leer el tercer salmo, mientras se cantan los
kiries, tras encender la tercera vela, el sacerdote inciensa el altar. Luego
procede con el sagrario y el presbiterio, se lee el cuarto salmo y se
prosigue con todo el templo.
6. Crucifijo en el altar. Al acabar el cuarto salmo, mientras se canta la
antífona, el sacerdote colocará solemnemente la cruz del altar sobre el
ara. Aún no se pone el mantel para que los objetos sacros toquen el ara
bendita.
7. Reliquias. Tras el quinto salmo, se colocan sobre el altar varios
relicarios. Al menos, se colocarán dos relicarios, uno a cada lado del
crucifijo.
8. Evangeliario. Tras el sexto salmo, se coloca el evangeliario. Si hay
espacio, el lugar propio sería justo delante de la cruz.
9. Aleluya. Tras la lectura del séptimo salmo, viene directamente el
canto del aleluya. Durante el aleluya se enciende la séptima vela. Luego
se lee el Evangelio y se escucha el sermón del sacerdote.
10. Colocación del mantel. Tras el sermón, se retiran las reliquias y el
crucifijo, colocándose el mantel plegado sobre el altar. Después se
continúa con el Padrenuestro y todo sigue como en el rito para
administrar la comunión fuera de la misa.
11. Oración final. La oración final se puede tomar de los formularios de
misas para pedir perdón por los pecados.

Este rito propuesto en la profanación de un templo es solo una pero


contiene los elementos esenciales para reparar la santidad del lugar
sugerencia.
¡Señor, te pedimos perdón por los actos de profanación!

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