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El sentido de la

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REFLEXIONES SOBRE LA TRANSFORMACIÓN
PERSONAL, ORGANIZACIONAL Y SOCIAL
© Newfield Network, diciembre de 2021
Escuela Internacional de Coaching Ontológico
Editorial: Newfield Ediciones
Teléfono: + 56 (2) 2306 6835
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otro idioma, sin la previa autorización de Newfield Network.

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Í N D I C E

INTRODUCCIÓN: ¿Y TRANSFORMARNOS PARA QUÉ…?.................................. 4

FOCO EN LA PERSONA.................................................... 10
Capítulo 1:
P A R T E La transformación en finales y comienzos......................................... 11

1
Capítulo 2:
Protagonistas de nuestra transformación en lo cotidiano................. 16
Capítulo 3:
El encanto del embaucador............................................................... 21
Capítulo 4:
Transformación ontológica................................................................ 26

FOCO EN LAS ORGANIZACIONES...................................... 32


P A R T E Capítulo 5:

2
Los límites transgredidos, el trabajo en pandemia............................ 33
Capítulo 6:
Transformación personal y cultural................................................... 38
Capítulo 7:
De Llanero Solitario a líder................................................................ 41

FOCO EN LA SOCIEDAD................................................... 48
Capítulo 8:
Así como lo observó Wallace............................................................. 49
P A R T E Capítulo 9:

3
Transformación en un mundo incierto.............................................. 55
Capítulo 10:
Voces ancestrales.............................................................................. 60
Capítulo 11:
La transformación............................................................................. 64
Capítulo 12:
Sobre la construcción del nosotros.................................................... 71

CONCLUSIÓN: MI CAMBIO NO ES SOLO MI CAMBIO......................................... 76


INICIA TU PROPIO PROCESO DE TRANSFORMACIÓN....................................... 81

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I N T R O D U C C I Ó N

¿Y TRANSFORMARNOS PARA QUÉ…?


Héctor Prieto
Comité Editorial

Varias veces, a lo largo de mis años de ejercer como coach ontológico,


me ha tocado responder las preguntas de «qué hace un coach ontoló-
gico», «por qué hablamos de procesos de transformación», «para qué
transformarse» o «en qué transformarse».

Estas aparecen como preguntas básicas para quienes están inmersos en


un proceso de búsqueda y son más frecuentes para quienes acompaña-
mos en ese camino.

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I N T R O D U C C I Ó N

Entendiendo, entonces, que «la transformación» y su sentido son un


tema apasionante para los coaches —y en especial para los ontológi-
cos—, junto al equipo editorial de Newfield Network decidimos invitar
durante un año a un grupo de coaches y educadores a reflexionar sobre
estos procesos.

Esas reflexiones que fuimos aportando durante el 2021 se recopilan y


comparten en este e-book que ordena todos los pensamientos compartidos.
Y sobre el final del recorrido, para dar cierre a esta recopilación, hemos
incorporado el texto que nos entrega Julio Olalla, presidente y fundador
de Newfield Network.

Antes de pasar a estas reflexiones, ofrecemos algunas bases sobre el


concepto de transformación —para Newfield Network— y cómo el coa-
ching ontológico como disciplina puede acompañar diferentes procesos
de cambios.

Retomemos con más preguntas. En qué consiste entonces el proceso


transformacional y por qué hablar de un proceso personal, cuando mu-
chas veces tenemos la claridad de que la solución evidente a nuestros
problemas es que el otro —generalmente a quien se le atribuye la culpa
de todos los conflictos— cambie. O bien, otras veces esperamos a que
alguien aparezca con la esperada solución. «¿Qué harías tú en mi caso?»,
es una pregunta que se repite. Y es muy probable que mi solución no
sirva en absoluto.

Entonces, ¿para qué me sirve un coach ontológico si no me va a resolver


mis problemas? Para acompañarte a encontrar qué es lo que no estás
sabiendo hacer que te genera estos quiebres.

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I N T R O D U C C I Ó N

Y cuando lo descubras, cuando te puedas dar cuenta de qué necesitarías


aprender para que estas situaciones que te inquietan y que no sabes
cómo resolver no se repitan en tu vida, entonces estarás iniciando un
camino de aprendizaje que irá ampliando tu ser, tu observador.

La formación en coaching ontológico parte de la base de que cada uno


de nosotros es un observador distinto que se ha ido conformando a
partir de un conjunto de aprendizajes a lo largo de toda su vida, su
historia. Desde los discursos familiares, el entorno cultural en el que
hemos estado inmersos, los sistemas educacionales a los que hemos
asistido, nuestros logros, derrotas, dolores, pérdidas, alegrías, formas de
celebrar, maneras de relacionarnos, todos nuestros aprendizajes se van
constituyendo en nuestra visión del mundo y desde allí vamos interpre-
tando todo lo que nos acontece. Y esa interpretación que hacemos nos
lleva a actuar de un modo determinado acorde con lo que percibimos,
sentimos y tenemos disponible.

Entonces, podemos decir que existe una absoluta relación entre el ob-
servador que somos, nuestras acciones y los resultados obtenidos.

Por lo tanto, si los resultados obtenidos corresponden a nuestras accio-


nes, es decir, a lo que hacemos y decimos, o a lo que dejamos de decir o
de hacer, y estas a su vez son determinadas por nuestra forma de ver el
mundo, no podemos esperar cambiar resultados si no ampliamos nues-
tro observador, si no incorporamos nuevos aprendizajes que lo vayan
acrecentando, porque corremos el riesgo de seguir repitiendo resulta-
dos infructuosos. Es allí donde se requiere un proceso transformacional.

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I N T R O D U C C I Ó N

También hemos aprendido en nuestra formación que el observador que


somos se constituye por los aprendizajes instalados en tres territorios
que nos definen y que llamamos nuestra coherencia. Estos territorios, o
espacios, son el lenguaje, el cuerpo y las emociones.

Desde allí vemos posibilidades, desde allí actuamos, desde esos espa-
cios nos atrevemos o nos inmovilizamos.

Por lo tanto, esos son también los espacios en los cuales podemos ser
acompañados e invitados a que los recorramos y examinemos, para co-
nocerlos, sacarlos de la transparencia y poder sumar nuevos aprendizajes.
Por ejemplo, podemos mirar desde qué emociones tomamos decisio-
nes importantes que nos impactan, qué juicios arraigados (creencias,
opiniones, certidumbres) guían nuestras acciones, cuánto nuestro cuerpo
es capaz o no de sostener nuestros propósitos, qué tan disponibles es-
tamos para aceptar los cambios.

Sumar nuevos aprendizajes a la manera que estamos siendo implica


poder expandir nuestra mirada y distinguir lo que antes no veíamos,
por no conocerlo. A la vez, posibilita el expandir nuestra capacidad de
accionar en todos los ámbitos, lograr hacer lo que antes no sabíamos o
no podíamos llevar a cabo. Por ejemplo, declinar un pedido, poner un lí-
mite, pedir ayuda, tomar riesgos, desarrollar nuestra oferta, sostener una
decisión o un pedido, abrir conversaciones, concretar sueños.

Estos aprendizajes, desde la concepción ontológica, se obtienen a través


de un proceso de transformación personal. Es transformacional porque
se produce un cambio en el observador que cada uno está siendo. Y eso,
como señalé, nos permite llegar a resultados diferentes, a veces extraor-
dinarios.

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I N T R O D U C C I Ó N

El poder ser acompañados en este camino nos permite vernos des-


de lugares a los que por nosotros mismos no habríamos accedido, nos
permite ser protagonistas de ese poder transformador, cocreadores del
cambio, poder generar nuevas capacidades de respuesta a lo que la vida
nos enfrenta.

Para transitar en ese camino que nos es ofrecido, se nos invita a declarar
que hay algo que no puedo, que no sé hacer, pero que quiero lograr,
que quiero saber. Esta declaración es fundamental y nos abre el espacio
a experimentar, a conocer, a escuchar. Es la puerta que abrimos al apren-
dizaje.

La invitación que hacemos es, entonces, a no quedarnos en soledad,


rumiando nuestros dolores, nuestras incapacidades, nuestra resigna-
ción. Podemos ser acompañados a aprender y podemos aprender a
acompañar a otros seres humanos, poniéndonos a nuestro servicio y al
servicio de los otros.

Merecemos permitirnos buscar esos caminos que nos llevan a una vida
más plena.

Aclarado todo lo anterior, entendiendo la función del coaching y del


coach, habiendo sentado las bases de un proceso de transformación,
podemos definir el ámbito en el que trabajaremos y abordaremos las
reflexiones. Desde dónde nos instalamos en el mundo y desde dónde
hacemos coaching.

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I N T R O D U C C I Ó N

Desde Newfield Network, en la búsqueda de expandir nuestro impacto,


elegimos tres territorios en los cuales trabajar: las personas individua-
les, las organizaciones o empresas y la sociedad o los colectivos.

Elegimos estas áreas con la esperanza de generar cambios en la sociedad,


buscando un ámbito más amable y cuidadoso para vivir y para legar. Ele-
gimos estos espacios porque creemos firmemente que allí podríamos
instalarnos como agentes de cambio. Que desde allí podríamos conte-
ner, acompañar a aprender y a ampliar miradas de respeto e inclusión.

Sin embargo, el efecto de nuestros propósitos siempre estará en directa


relación con la consecuencia en nuestro actuar personal. No servirá el
proponer el respeto reverencial si no lo ejercemos día a día con aque-
llos que tenemos cerca. No servirá invitar al cuidado si no cuidamos de
quienes nos acompañan en nuestros proyectos. Nada servirá si nuestras
acciones dicen lo contrario a lo que declaramos.

Por eso, no solo debemos elegir el entorno al que creemos que es rele-
vante llevar nuestro conocimiento poniéndolo al servicio, también es in-
dispensable mirar constantemente cómo nuestro proceder cuida lo que
declaramos que nos importa cuidar. Esto nos dará credibilidad y sostén
para seguir actuando y expandiendo el coaching en el mundo, especial-
mente en los tres territorios elegidos: las personas, las organizaciones y
la sociedad.

En nombre de todo el equipo editorial de Newfield Network, esperamos


que disfrutes de nuestras reflexiones sobre el sentido de la transformación.

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P A R T E

FOCO EN LA PERSONA

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C A P Í T U L O 1

LA TRANSFORMACIÓN
EN FINALES Y COMIENZOS
Bernardita Wünkhaus

¿En qué momento dejamos de ser jóvenes y nos hacemos adultos


o viejos?
¿Cuándo se acabó esta relación?
¿En qué fecha dejaste el hogar de tus padres?
¿Cuánto duró tu último viaje?
¿Qué ocurrió hoy en tu día?

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LA TRANSFORMACIÓN EN FINALES Y COMIENZOS REGRESAR AL ÍNDICE


En el mundo natural, las semillas brotan, crecen, florecen, dan frutos y
semillas, en un ritual integrado, lleno de belleza y de ciclos que hacen
posible la vida. Sin embargo, parece que los seres humanos hemos olvi-
dado darnos un momento para decantar y cerrar los ciclos, darles sentido
e importancia a los momentos de cambio, a ese instante en que algo
termina y luego se abre la posibilidad de lo nuevo.

Cada día es un comienzo.

¿Cómo lo iniciamos y nos predisponemos?


Durante el día, la ducha, vestirnos, desayunar, ir al trabajo, retornar en
la tarde, detenernos en una conversación; almorzar, leer noticias, hacer
deporte, escuchar una música, estar con nuestra pareja; abrazar a los
hijos, tener una discusión; ir a una ceremonia; sentarnos a descansar. En
fin, los días son eslabones de nuestra vida y en ellos, en cada momento,
nos vamos jugando lo que somos y lo que dejamos de ser.

Cada día también es un final.

La vida es una sucesión de comienzos, finales, etapas y ciclos.


Lo nuestro es nacer y morir.

¿Qué reflexiones hacemos


antes de cerrar los ojos para dormir?
Nuestro estilo de vida en general es «en continuo», donde los aconte-
cimientos y circunstancias se suceden unos a otros, vertiginosamente.
Tantas veces dejamos que momentos importantes pasen de largo, para
continuar con el siguiente; o perdemos la conciencia de nuestras rela-
ciones y dejamos de cuidarlas. Hasta que un día, quizás, nos desperta-
mos y sentimos que ya estamos viejos; que el tiempo pasó tan rápido.

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LA TRANSFORMACIÓN EN FINALES Y COMIENZOS REGRESAR AL ÍNDICE


Si tenemos suerte, llegaremos a preguntarnos qué hemos hecho de valioso;
qué cosas han tenido sentido y cómo queremos vivir el tiempo que nos
queda.

¿Y si fuéramos un poco más como las semillas?


¿Si pudiéramos distinguir más finamente los momentos de cada día
y las etapas que vamos viviendo?

Desde el coaching, como un saber que busca hacernos más conscientes


de nosotros mismos y del mundo que generamos, podemos entrar en
espacios intencionados de reflexión y evaluación. Detenernos para am-
plificar ese instante cuando algo termina y todavía no existe lo nuevo.
Sentir y conectar con el ciclo que fenece; mirar en perspectiva y evaluar
lo que ha pasado; lo que hemos ganado y lo que hemos perdido; lo que
resultó y lo que no; agradecer lo que queremos atesorar y lo que quere-
mos dejar atrás; incluso permitirnos olvidar.

Para todo ello, tenemos la distinción infinita de la escucha. De lo más


grande y de lo más tenue y sutil. Para poder profundizar y adentrarnos en
los intersticios del tiempo. Poder escuchar el silencio de la pausa, como
en la música, donde los silencios entre cada nota permiten los ritmos y la
melodía. La pausa reflexiva facilita que emerja la música que le va dando
sentido a nuestra existencia, y, como en las plantas o los árboles, decan-
te en raíces, en aquello que atesoramos y nos sostiene.

Cuando nos damos el espacio para reflexionar sobre nuestras experien-


cias y cerrar etapas, desde nuestro eterno aprendiz, también empeza-
mos a ser capaces de reconocer la persona en que nos vamos convirtien-
do y, desde ahí, mirar hacia delante, confiando en los nuevos comienzos
que nos trae la vida. Livianos de carga y sin pendientes, podemos dirigir
nuestra fuerza a lo que está queriendo nacer, para darle forma y pro-
pósito.

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LA TRANSFORMACIÓN EN FINALES Y COMIENZOS REGRESAR AL ÍNDICE


¿Cómo lo hacemos?
Observo las manos delicadas de mi amiga tomando una pequeña tetera
de porcelana. Abre una cajita, la huele con los ojos cerrados. Repite lo
mismo con otras tres. Luego escoge finas hebras de té y de otras hierbas
que va depositando en un pequeño colador, en una mezcla espontánea
dirigida por su olfato. El agua caliente y el vapor entran en la tetera. Ella
espera un momento, hasta que la porcelana se calienta. Descarta esa
agua y luego integra el colador con las hierbas a la teterita, de manera
que estas perciban el cambio de temperatura; entonces les vierte agua
caliente y deja reposar unos minutos. En el intertanto, prepara una pe-
queña bandeja, servilleta blanca y dos tazas. Nos sentamos. Mi amiga
sirve el té. El calor llega hasta nuestras manos; el aroma de la mezcla nos
traspasa; el gusto ácido del té y la dulzura de las hierbas se entrelazan;
el vapor se va elevando hasta disiparse en la habitación. Hacemos una
pausa. Conversamos. Silencio. Esta experiencia de compartir el té, que
comenzó cuando pusimos a calentar el agua, termina un poco después
de la última gota de nuestra conversación…

Necesitamos habitar los silencios y las pausas para que nuestra vida no
sea un continuo ensordecedor y enajenante de acontecimientos, a ve-
ces irreflexivos, estériles y sin propósito. Necesitamos la intermitencia,
para descansar y retomar fuerza.

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LA TRANSFORMACIÓN EN FINALES Y COMIENZOS REGRESAR AL ÍNDICE


Podemos amigarnos con el silencio, como un rito trascendente, para co-
nectar con nosotros mismos y con la plenitud del presente, desde donde
todo germina.

Abril. Otoño y primavera. Algo comienza a morir y a decantar. Al mismo


tiempo y en otras latitudes, algo quiere germinar. En este mes, nuestra
escuela está finalizando varios programas. Antes de iniciar los que vienen…

¿Qué enseñanzas nos quedan?

¿Qué queremos celebrar?

¿Qué se lleva cada coach para sembrar en el mundo?

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LA TRANSFORMACIÓN EN FINALES Y COMIENZOS REGRESAR AL ÍNDICE


C A P Í T U L O 2

PROTAGONISTAS DE NUESTRA
TRANSFORMACIÓN EN LO COTIDIANO
Ingrid Porro

Transformarnos es parte de nuestra naturaleza humana.


En cada conversación, en cada experiencia o vivencia nos vamos
transformando. Sin embargo, no siempre somos conscientes de las
cualidades que como seres humanos tenemos para esto.

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PROTAGONISTAS DE NUESTRA TRANSFORMACIÓN EN LO COTIDIANO REGRESAR AL ÍNDICE


Nuestra transformación es inevitable y dinámica
Constantemente estamos aprendiendo e inspirándonos en las transfor-
maciones de otros seres vivos y de lo que ocurre en la naturaleza. Con
frecuencia, hemos escuchado el maravilloso ciclo de vida de las maripo-
sas como una metáfora de nuestra transformación. Este ciclo nos habla
de un llamado de la propia naturaleza que la impulsa a pasar por distin-
tas etapas y sus desafíos, hasta llegar a extender sus alas y volar. Desde
lo biológico, sigue siendo el mismo ser vivo, tiene el mismo ADN. Esto
nos enseña, además de lo fascinante de este proceso, que la mariposa
para transformarse va conservando algo de sí misma que le permite ir
pasando de una etapa a otra. Podríamos decir también que esta trans-
formación es un hito en la vida de la mariposa.

Como seres humanos, muchas veces soñamos con esta transformación,


llegar a una determinada forma de ser y con mayor o menor esfuerzo
pasar de capullos a seres plenos, llenos de colores hermosos y de algu-
na manera alcanzar nuestra propia versión de mariposa, y esto no tie-
ne nada de malo. Sin embargo, puede pasar que, al enfocarnos en la
transformación como un logro o un hito, perdamos de vista que, como
seres humanos, nos transformarnos inevitablemente de forma per-
manente, llenando de momentos de transformación nuestro presente
y que, a diferencia de las mariposas, podemos repetir el proceso muchas
veces en lo cotidiano.

Transformar… cambiar de forma


Así como las mariposas, en nuestras transformaciones también vamos
conservando algo de nosotros mismos. Estamos hechos de una materia
prima que nos permite ir cambiando de forma. Las formas que van re-
sultando puede que nos gusten o no. No siempre nuestras transforma-
ciones nos llevan a convertirnos en mariposas, más bien nos hablan de
lo humanos que somos.

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PROTAGONISTAS DE NUESTRA TRANSFORMACIÓN EN LO COTIDIANO REGRESAR AL ÍNDICE


¿Cuán conscientes somos de lo que se transforma en nosotros?
¿De qué manera podemos ser protagonistas de las transformaciones
que queremos?

En esta transformación permanente, inevitable y dinámica, usamos


nuestra materia prima, no vamos desechando todo, más bien vamos
dejando algo para ir cambiando de forma en algunos aspectos de nues-
tra vida. Vamos conservando, por ejemplo, parte de nuestras prefe-
rencias, gustos, creencias, valores, patrones y costumbres. Mantene-
mos ciertas formas de ser y hacer que vienen de nuestros aprendizajes,
de la familia y de lo cultural. Esto sucede todo el tiempo y muchas veces
es automático. Conscientes o no de esto, elegimos cómo relacionarnos
al ir conservando algo de nosotros en las interacciones cotidianas. Hay
transformaciones que se van dando en el fluir de la vida que nos sirven
y apuntan hacia lo que queremos, y otras que, sin darnos cuenta, ya no
queremos más y resultan en insatisfacciones, incomodidades y sin sen-
tidos.

¿Qué nos regala nuestra naturaleza humana para nuestra transfor-


mación cotidiana?

Decimos que las mariposas responden a su propia naturaleza para trans-


formarse. Los seres humanos de cierta manera podemos hacer lo mismo,
al conectar con cualidades y capacidades que nos son propias. Tenemos
la capacidad de darnos cuenta, tomar conciencia de lo que queremos
y lo que no queremos y de lo que conservamos cuando elegimos.
También tenemos la capacidad de reflexionar, como un gran portal de
acceso a ciertas conversaciones de transformación.

¿Cómo estamos viviendo lo que nos pasa?


¿Por qué mantenemos relaciones que no nos satisfacen?
¿Qué cuidamos o conservamos cuando repetimos ciertos patrones?

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PROTAGONISTAS DE NUESTRA TRANSFORMACIÓN EN LO COTIDIANO REGRESAR AL ÍNDICE


A veces cuidamos o conservamos nuestra imagen frente a otros, o cuida-
mos la armonía familiar o laboral, evitando ciertas conversaciones; cui-
damos lealtades familiares o valores. Podemos reflexionar sobre lo que
nos va pasando en el día a día y abrirnos a conversaciones con otros.

Las conversaciones nos van transformando


En una conversación lo que percibimos e interpretamos va teniendo un
impacto en nosotros, algo nos va pasando. No es una acción externa la
que nos transforma, sino lo que nos pasa con eso y lo que elegimos des-
de ahí. Para ser protagonistas de las transformaciones que queremos,
necesitamos ejercer nuestras cualidades humanas, tomando conciencia
y reflexionando en nuestra vida cotidiana. Esto nos permite estar dispo-
nibles para comenzar conversaciones que nos puedan llevar a ser distin-
tos después.

Nos transformamos juntos y vamos creando nuestra realidad


cotidiana.

Con este protagonismo, podemos ser capaces de abrirnos a una escucha


que movilice nuestras certezas, nuestros supuestos, que nos invite a estar
presentes y atentos a la dinámica que se da en las relaciones.

La transformación como un proceso cotidiano requiere también de


prácticas continuas y de tiempo. Prácticas de conversaciones conscientes y
reflexivas a partir de las cuales podamos hacernos preguntas en relación
con nuestra forma de vivir y lo que queremos. Saber si lo que conservamos
en nuestras relaciones forma parte de un legado cultural, o lo esta-
mos eligiendo en libertad desde nosotros mismos. En esta transfor-
mación nos desafiamos a un tiempo cíclico en función del proceso, no
del resultado, donde es necesario advertir que vivimos en un presente que
cambia, donde nos permitimos mirar qué es aquello que volvió atrás,
observar esas recaídas, ese volver a lo viejo y ese entramparse como

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PROTAGONISTAS DE NUESTRA TRANSFORMACIÓN EN LO COTIDIANO REGRESAR AL ÍNDICE


parte natural de todo proceso de transformación. En el coaching llama-
mos recurrencia a este volver a pasar por lugares de aprendizaje para
seguir transformándonos constantemente.

Si hacemos cotidiana la transformación, podemos celebrar lo que se va


transformando en nosotros, también volver a mirar compasivamente
nuestros compromisos con estos cambios de forma, renovarlos perma-
nentemente, generar nuevos compromisos, abandonar los que no nos
hacen sentido, dependiendo de lo que queramos transformar en el mo-
mento presente y cambiante.

Podemos vivir esperando ser la maravillosa mariposa que soñamos,


o tomar la oportunidad que cada momento de la vida nos da y dejar
aparecer nuestras distintas formas y colores, que podemos moldear y
colorear una y otra vez, en nuestra relación con otros.

¿Qué conversaciones te están esperando para lo que quieres


transformar hoy en ti?

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PROTAGONISTAS DE NUESTRA TRANSFORMACIÓN EN LO COTIDIANO REGRESAR AL ÍNDICE


C A P Í T U L O 3

EL ENCANTO
DEL EMBAUCADOR
Liliana Bernal

Sentirnos burlados o engañados nos desorienta. Una vez que desper-


tamos de la ilusión, repasamos cada paso que dimos preguntándonos
cómo pudimos caer de esa manera tan ingenua. En un primer momento,
esta experiencia despierta una suerte de desconfianza en nosotros, que
más adelante podría entregar fuerza y astucia a nuestro camino.

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EL ENCANTO DEL EMBAUCADOR REGRESAR AL ÍNDICE


Aunque no nos guste admitirlo, alguna vez hemos sido embaucados,
pero también hemos sido embaucadores. Usamos el encanto del em-
baucador para lograr objetivos personales. Y eso nos hace sentir pode-
rosos temporalmente.

Con la complejidad que tiene engañar, reconozco por lo menos tres ca-
tegorías: omitir lo relevante de la información, faltar a la verdad de
plano y ocultar nuestros pensamientos y sentimientos. Para sostener
cualquiera de ellas, se requiere activar nuestra capacidad histriónica,
nuestra astucia, nuestra desvergüenza, un entrenamiento especial en
el cuerpo para sostener la cara de póker y otro en el alma para acoger
nuestra incoherencia.

Embaucar es hacer creer algo que no es cierto y que trae beneficio


únicamente para quien lo hace. Por ejemplo, el lobo embaucó a Caperucita.
Para embaucar, se necesita a un embaucador decidido a conseguir algo
y a un ingenuo falto de experiencia expuesto a la treta. Los embaucado-
res generalmente son afables, se acercan con trucos y timos, engañan,
mienten o se burlan de nosotros sin que nos demos cuenta. Nos hablan
de tal manera que aceptamos lo que sea sin chistar, y hacemos cosas
que creemos que son por voluntad propia sin notar la mano invisible del
timador.

El arquetipo del embaucador


Carl Jung llamó trickster a este arquetipo, considerado no solo en el sen-
tido del tramposo que engaña, sino también en el del bufón que dice al
rey de manera graciosa lo que nadie se atreve. Ambos le ponen límites
a nuestro ego, que cree que se las sabe todas. En mitología y cuentos de
hadas, los embaucadores son dioses que no siguen las reglas, como Loki,
que desobedece y desafía el statu quo y en ello radica su poder. Conoce-
mos embaucadores famosos como el Guasón de Batman o el coyote del
Correcaminos.

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EL ENCANTO DEL EMBAUCADOR REGRESAR AL ÍNDICE


En ambos, tramposo y bufón, la función primordial como arquetipo es
que después de encontrarnos con ellos nos queden los pies en el suelo,
nos alejemos de la ingenuidad y obtengamos una sabiduría necesaria
para seguir por los caminos de la vida.

En su libro Los trabajos de Hércules, Alice A. Bailey nos cuenta de la ter-


cera tarea del héroe:

«…Pues allá encontró a Busiris, el gran engañador (…) Su trabajo es conducir


a los hijos de los hombres al error, a través de palabras de aparente sabiduría.
Él afirma conocer la verdad y con rapidez ellos creen. Habla bellas palabras
diciendo: “Yo soy el maestro. A mí me ha sido dado el conocimiento de la
verdad y debéis hacer sacrificio por mí. Acepten el camino de la vida a través
mío. Yo sé, pero nadie más. Mi verdad es justa. Cualquier otra razón es errada
y falsa. Escuchen mis palabras; permanezcan conmigo y serán salvos”. Y Hér-
cules obedeció (…) Él amó, adoró a Busiris, y aceptó todo lo que éste dijo. Su
debilidad crecía hasta que llegó un día en que su amado maestro le amarró
a un altar y lo mantuvo atado durante un año. (…) con la fuerza que es la
fuerza de todos los hijos de Dios, rompió sus ataduras, asió al falso maestro
(que había parecido ser tan sabio) y lo ató al altar en su lugar. No le dijo nada,
pero le dejó allí para aprender… El año que pasó inclinado en el altar le había
enseñado mucho. Retornó con mayor sabiduría a su senda».

Busiris se presenta como un guardián del umbral en el camino del héroe,


una figura arquetípica que nos «detiene» en la ruta para que podamos
vivir una experiencia reveladora de la que recogeremos los frutos de sa-
biduría.

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EL ENCANTO DEL EMBAUCADOR REGRESAR AL ÍNDICE


El embaucador tramposo
Para ser un embaucador profesional, piensa como aquel colega que le
vendió el vestido de tela invisible al rey. Conoce a la víctima, para darle
con sus propios gustos en el centro del ego; mantén estrategias y planes
de recuperación a la mano por si la presa es dura de roer. Usa tus conoci-
mientos técnicos y todo lo que sepas acerca de las relaciones para lograr
el objetivo. Trae las mentiras, el humor o el rumor como herramientas
embaucadoras, teniendo cuidado de no ser sorprendido mintiendo o
chismoseando, pues ese golpe se devuelve directo a la imagen pública.

Un buen embaucador no se deja atrapar; si lo pillan se entrega con ele-


gancia, volviendo a tener una nueva oportunidad de idear una triqui-
ñuela que lo saque del problema. El don del embaucador tramposo es
engañar con gracia para lograr sus propósitos, seduciendo con inten-
ción, con sus mejores galas y trucos bajo la manga, a quien se inter-
ponga en el camino de su deseo. El embaucador tramposo puede ver
dónde se desperdicia algo y lo aprovecha, dónde se puede obtener más
y lo consigue. Tiene los ojos abiertos y la curiosidad viva.

El lado bufón del embaucador


A través de la risa liviana y la picardía, este arquetipo es útil para decir
las verdades revelando la hipocresía, denunciando las injusticias, las
desigualdades y lo que se encuentra oculto. El bufón puede hacerse
el tonto y, desde esa ingenuidad, revela con simpleza lo que todo el
mundo ve pero nadie dice.

Como solo podemos cambiar aquello que vemos y de lo que somos


conscientes, el bufón ve y apunta a ello mostrando las paradojas de la
vida. Corre el velo de nuestras certezas a través del humor, como los bro-
mistas de la corte, ya sea a través de tener una misión de equidad como

24

EL ENCANTO DEL EMBAUCADOR REGRESAR AL ÍNDICE


Robin Hood y su equipo, o a través de la astucia inocente de Hansel y
Gretel, que dejan migajas de pan para recordar el camino de vuelta a
casa.

Cada vez que nos damos demasiada importancia, nos tomamos dema-
siado en serio, nos estancamos en una sola forma de ser perdiendo nues-
tra vitalidad, o cada vez que nos creemos a muerte nuestras verdades,
podemos activar nuestro embaucador interior para que nos salve de
quedarnos inmóviles como estatuas. Nos hará reír de lo graciosos que
somos. Nos ayudará a tomar distancia y a mirarnos con la perspectiva de
su sabiduría juguetona.

Donde haya una oportunidad, el arquetipo que hace trucos revelará el


absurdo de las situaciones. Con su encanto y sentido del humor, nos
mostrará la necesidad de un cambio dando la vuelta a las circunstancias
con sus conscientes torpezas y travesuras.

Oda al embaucador
El embaucador en cualquiera de sus formas aparecerá con astucia en
el camino heroico de nuestra vida, embarcándonos en proyectos, mos-
trándonos con gracia nuestras cegueras e inyectándonos ideas de cambio y
transformación saludables para nuestra vida.

El embaucador llega ligero y sonriente a patear el tablero de lo estable-


cido y sacudirnos el polvo de las formas de ser que nos tornan rígidos;
mostrándonos lo frágiles que somos cuando entregamos nuestro poder
personal y nos aferramos a una sola manera de ver el mundo.

¡Abracemos a nuestro elegante embaucador! A través de su sutil pers-


picacia y su risa, nos guía para que lo absurdo, lo ciego y lo no revisa-
do sean oportunidades de aprendizaje para nosotros. ¡Larga vida a
nuestro embaucador interior!.

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EL ENCANTO DEL EMBAUCADOR REGRESAR AL ÍNDICE


C A P Í T U L O 4

TRANSFORMACIÓN
ONTOLÓGICA
Paula Gamboa

«Cúrate mijita, con la luz del sol y los rayos de la luna.


Con el sonido del río y la cascada.
Con el vaivén del mar y el aleteo de las aves.
Cúrate mijita, con las hojas de la menta y la hierbabuena,
con el neem y el eucalipto.

Endúlzate con lavanda, romero y manzanilla.


Abrázate con el grano de cacao y un toque de canela.

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TRANSFORMACIÓN ONTOLÓGICA REGRESAR AL ÍNDICE


Ponle amor al té en lugar de azúcar y tómalo mirando las estrellas.

Con los besos que te da el viento y los abrazos de la lluvia.


Hazte fuerte con los pies descalzos en la tierra y con todo lo que de ella nace.

Vuélvete cada día más lista haciendo caso a tu intuición, mirando el mundo
con el ojito de tu frente.
¡Salta, baila, canta para que vivas más feliz!

Cúrate mijita, con amor bonito, y recuerda siempre… tú eres la medicina»

María Sabina

El umbral de la transformación:
mi niño, mi adulto
Estas reflexiones nacen en un intento de observar el lugar al que pode-
mos volver para inspirar las preguntas más simples y profundas de un
viaje de transformación hacia el propio florecer.

Las palabras que inspiraron:


«Fuente»: origen o manantial del cual nutrimos nuestra existencia.
Fuente
Del lat. fons, fontis.

Manantial de agua que brota de la tierra.


«Umbral»: momento en el que comenzamos a olvidar, a soltar, la esencia
más auténtica de quienes somos.
Umbral
De lumbral.

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Paso primero y principal o entrada de cualquier cosa.

Y alguna vez, así empezó…

Nos fuimos de casa, atravesamos el umbral por primera vez…

¿Dónde está esa fuente auténtica y potencial de quien soy?


¿Dónde está eso que guía mis instintos, mis dones, mis sueños?
¿Dónde está mi llamado a SER?

Como Hansel y Gretel, quizás alguna vez salimos de casa en la búsqueda


de algo que juzgamos relevante de «ahí afuera». En esa búsqueda, y
desde un lugar de inocencia e ignorancia, pudimos dejar atrás lugares
propios, auténticos, dignos de nuestro SER.

Al transformarnos en adultos empezamos a armar nuestro tejido con


todo lo que aparecía para nosotros. Nos dejamos tallar, moldear por cier-
tos juicios maestros, culturales, de ser hombre, ser mujer o simplemen-
te, de cómo debíamos SER. Quizás hasta dejamos atrás eso que, aun-
que nuestro, juzgamos inapropiado o insuficiente, iniciando sin darnos
cuenta el camino que nos alejaba de ese niño confiado, fundido en lo
que hacía, apasionado, sin pasado, sin futuro, SIMPLEMENTE siendo.

¿Será que confundimos simplicidad con simpleza?

Simpleza
De simple.

1. f. Bobería, necedad.
2. f. Cosa de poca importancia.
3. f. Desus. Rusticidad, tosquedad, desaliño.
4. f. Desus. Cualidad de ser simple, sin composición.

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Simplicidad
Del lat. simplicĭtas, -ātis.

5. f. Sencillez, candor.
6. f. Cualidad de simple (constituido por un solo elemento).

Reconquistar lo que quedó atrás


Aunque no haya recuerdos del camino que tomamos e incluso hoy, qui-
zás, aparezca ante nosotros como un lugar nuevo o un lugar lejano, al
transformarnos en adultos algo cambió. Sin embargo, esa voz interior
quedó en algún lugar. Esa voz, eco de nuestro ser profundo, tiene sus
formas propias de expresión. Ese que fuimos y que hoy permanece ocul-
to, quizás hasta para nuestros propios ojos, eso que nos pertenece y que
aún sigue esperando para aparecer plenamente. Dado que no puedo
soltar lo que es esencia, necesitamos aprender a escuchar esa voz, esa
manifestación más pura, conectada con los propios dones, esas for-
mas de expresión genuinas, todas válidas y hermosamente humanas.

Quizás sufra de ceguera por la cercanía. Tan cerca me tengo que no me


puedo ver.

¿Qué dejé atrás?, ¿le di tiempo?, ¿dignidad de ser? Niño en mí, pureza
auténtica, ¿dónde estás?

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Fuente de inspiración para la transformación
¿Qué cambiaría si volviéramos a ese momento cuando jugando creába-
mos, imaginábamos porque todo era posible?

«La naturaleza trae de todo. Grandes, bajitos, chiquitos. La naturaleza provee


una infinita variedad de hojas en el mismo árbol que son distintas. Tranqui-
lidad de ser quienes somos. Donde no haya ninguno que sobre, nos sinta-
mos parte».

Liliana Bernal

Es un viaje que no podemos hacer solos y, sin embargo, es con otros y


en nosotros. Primero necesitamos reconocer, quizás iluminar, eso que
está en las sombras. Esto solo lo podemos iluminar cuando el otro hace
espejo en mí; en cada relación en la que aparezco me veo a través de los
ojos del otro. Transformarnos es también sanar. Para verme, necesito de
otros que me muestren qué hay de mí ahí atrás.

En algún momento declaramos en confusión «tengo que SER». Sin em-


bargo, podemos cambiar la declaración por una más auténtica: «quiero
SER», lo que se convierte en un acto de valentía y de validación.

El viaje de regreso
«Lo que nos salva es buscar y no perder el lenguaje de la maravilla que perdura en
los ojos y la mente de los niños».

Loris Malaguzzi

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La esperanza es volver al candor, reconquistar lo que quedó atrás del
umbral cuando declaramos iniciado nuestro SER adulto. Para desafiar
esas narrativas que reemplazaron las declaraciones más auténticas, ne-
cesitamos volver a cruzar ese umbral que quedó atrás, retornar a eso
más puro en nosotros y reconectar con esas emociones propias del niño:
curiosidad, asombro, amor, ternura, felicidad, el capricho de lo que no
les gusta… La felicidad del niño y su curiosidad infinita.

Candor
Del lat. candor, -ōris.

1. m. Sinceridad, sencillez, ingenuidad y pureza del ánimo.


2. m. Suma blancura.

El regalo de ser adultos es que podemos elegir transformar y transfor-


marnos, podemos declarar ese derecho a aprender, resignificar,
reconfigurar al recordarnos, habilitarnos, darnos permiso a SER quien
realmente somos. De la mano de otros, y no complaciendo a otros. Y, a
diferencia de «ser niño», ahora podemos ejercitar la consciencia plena
de nuestra responsabilidad y el libre albedrío al elegir.

Traer ese niño a nosotros, ese exquisito candor y esa inmensa simplicidad
y, desde ahí, generar una nueva declaración: amo quien soy, amo quien
eres, emprendamos juntos este hermoso viaje de regreso.

Y alguna vez, así empezó…

Nos fuimos de casa, atravesamos el umbral por primera vez… y podemos


volver las veces que deseemos a encontrarnos con esa fuente auténtica,
potencial de quien soy, que guía mis instintos, mis dones, mis sueños,
que ilumina mi llamado a SER.

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P A R T E

FOCO EN LAS ORGANIZACIONES

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C A P Í T U L O 5

LOS LÍMITES TRANSGREDIDOS,


EL TRABAJO EN PANDEMIA
Héctor Prieto
Comité Editorial

El mundo cambió. No solo mi mundo, el mundo de todos cambió. Lo


que hoy estoy haciendo es algo que antes no hacía, ni siquiera lo hubiese
imaginado así. Creo que nos encerramos físicamente y —como nunca—
abrimos nuestra intimidad.

Antes, ya me acuerdo, mi vida estaba diseñada con límites. Salía en la


mañana de mi casa a trabajar. Cerraba la puerta a una intimidad que no
compartiría con nadie, o al menos solo con algunos elegidos.

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Límite de la intimidad laboral
Mi trabajo también tenía una intimidad que yo elegía, o no, compartir.
Salía de mi trabajo y lo que ahí había pasado, quedaba resguardado en
ese lugar. Yo podía dar versiones de lo ocurrido, selectivamente, con mi
mirada involucrada. Podía cambiar los énfasis de lo ocurrido, readecuar
los discursos, teñirlos de mis emociones. No había, ni quería, objetivi-
dad en el relato. Solo obedecía a mi mirada, a mi versión. Y desde allí,
buscaba consuelos, felicitaciones o enojos compartidos. Diseñábamos
estrategias, respuestas oportunas, lo que podría haber hecho o dicho, lo
que haría a continuación.

Y podía cambiarlo al llegar al trabajo nuevamente. No había testigos del


cumplimiento de lo diseñado. Solo yo y la versión que quería entregar.

También teníamos la posibilidad de poner límites horarios.

Para algunos era fácil hacerlo, era obvio, casi transparente. Si su jornada
laboral terminaba a las 18:00, se retiraba a las 18:00, y ni siquiera se ima-
ginaban otra posibilidad.

Para otros, por diferentes razones y explicaciones, los límites eran di-
fusos. Si había algo que terminar, un trabajo de última hora y urgente, la
obligación de demostrar compromiso de esta forma, el oculto dolor de
no tener más sentido que el del sacrificio o la necesidad de valorarse estando
siempre disponible. Razones y explicaciones que también muchas veces
yacían en la transparencia, que podían parecer evidentes, que obede-
cían a una sola forma de entender el trabajo comprometido.

Pero, aun así, aunque esa posibilidad se viera boicoteada por nosotros
mismos o por jefaturas de liviano respeto y altas exigencias, la posibili-
dad de poner límites horarios existía.

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Apertura de la intimidad laboral
Y llegó la pandemia y todo se desbocó incontroladamente. Y entonces
apareció la tecnología que nos permitía conectarnos a distancia. Y nos
abrimos a comunicarnos con el mundo exterior, desde nuestro mundo
privado. Y se vieron invadidas nuestras residencias, nuestro dormitorio,
nuestra cocina, comedores, salas de estar, todo aquello a lo que solo
dábamos acceso a algunos.

Aparecieron nuestras miserias, las manchas de la pared, los muebles que


elegimos o heredamos, la forma de decorar o no nuestros espacios, lo
postergado infinitamente. Todo se hizo visible.

También los horarios cambiaron y se cruzaron con otros, los de nues-


tros hijos, de nuestras parejas, de nuestros compañeros de trabajo con
sus hijos y parejas, y los de nuestras jefaturas, con sus hijos y pare-
jas. Tuvimos que aprender a negociar, ceder, pedir e imponer en esos
nuevos espacios.

También se abrieron mil posibilidades y necesidades de nuevos apren-


dizajes: cursos, talleres, charlas gratuitas o pagadas, de cosas que no ha-
bíamos imaginado poder incorporar a nuestro saber. Esos límites, a la
vez, se ampliaban. Nos restaban horas de intimidad y también invadían
nuestros espacios, los nuevos y transitorios compañeros de aprendiza-
jes. ¿Qué hacía ese dentista de Concepción en mi dormitorio, a veces a la
hora de la siesta o en la noche?

Hemos de aprender nuevas formas de relacionarnos con el trabajo.


Muchas empresas dejaron sus sedes, ya no existe un lugar de referencia
donde ir, donde dirigirnos. Ahora solo existe un mundo virtual, un link
que muchas veces ni siquiera es el mismo.

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LOS LÍMITES TRANSGREDIDOS, EL TRABAJO EN PANDEMIA REGRESAR AL ÍNDICE


Autocuidado y cuidar de los otros
Entonces, en esta nueva realidad. ¿Qué más podríamos o necesitamos
aprender?

Creo que, fundamentalmente, a cuidar y cuidarnos. A conectarnos con


las necesidades propias —y de los otros— de ser acompañados, pedir
ayuda, poner nuevos límites y cuidar de nuestros vínculos.

Bernardo Toro, filósofo colombiano, nos viene invitando a un nuevo pa-


radigma del cuidado que podemos escuchar para remirar lo que actual-
mente estamos viviendo.

Él nos propone desarrollar una «inteligencia solidaria», para que


aprendamos a preguntar, a acompañarnos y a generar círculos afec-
tivos, sociales y laborales. Cuidando de nosotros, los otros y los extra-
ños. Aprendiendo a ser y a hacer amigos, desarrollando instituciones y
cuidando de los bienes públicos, tanto en su mantención como en su
extensión.

Para lograr esto, nos propone una transformación del intelecto. Desde
una «inteligencia guerrera» y competitiva —donde el norte es ser el
mejor, el más bonito y exitoso— migrar hacia una mirada solidaria y de
construcción de redes.

Toro plantea además que el cuidado tiene principalmente dos funcio-


nes, prevenir daños futuros y reparar daños pasados.

Así, desde la perspectiva del cuidado de los otros y del autocuidado, tam-
bién a las organizaciones como a nosotros se les genera la posibilidad de
transformar la forma de relacionarse laboralmente, especialmente en el
diseño de estas nuevas formas de trabajar a las que nos ha llevado la
pandemia.

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LOS LÍMITES TRANSGREDIDOS, EL TRABAJO EN PANDEMIA REGRESAR AL ÍNDICE


Se abre la posibilidad de aprender a generar nuevas conversaciones entre y
con los colaboradores, más allá de la sola coordinación de acciones. De
desarrollar una confianza que permita soltar mecanismos de control
que probablemente estén generando resentimiento, temor, tensión y
complacencia.

Y desde allí también se deriva, para las organizaciones, la oportunidad


de reconocer límites y dar la facultad de establecerlos, respetando el de-
recho a desconexión —instalando horarios de inicio y final— y reade-
cuar objetivos.

Aparecen, entonces, muchas nuevas posibilidades de transformación en


las relaciones laborales que estableceremos más allá de la pandemia,
que deberemos escuchar, mirar, incorporar, para lograr convivir en ar-
monía, retomando la intimidad.

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C A P Í T U L O 6

TRANSFORMACIÓN
PERSONAL Y CULTURAL
Lorena Retamal

El 2020 ha sido un año en que hemos sido testigos de que estamos en


una transformación como civilización, cambios disruptivos sin prece-
dentes que han generado nuevos hábitos en todos los ámbitos de nuestro
vivir. De un momento a otro, nos encontramos con modificaciones en
nuestras rutinas primarias, lo planificado ya no era oportuno, somos ex-
pertos en un mundo que ya no existe. Nos encontramos en medio de
una transformación cultural disruptiva.

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Entendemos una cultura como una red de conversaciones, un modo de
vida conservado, hábitos, formas de operar que hemos aprendido a través
de nuestra historia de interacciones con nosotros mismos, con otras y
otros y con el entorno. Hoy nos encontramos con muchas conversaciones
globales que tienen relación con la transformación cultural. ¿A qué ha-
cemos referencia cuando nos referimos a ello?

Transformación cultural
Los seres humanos, dada nuestra constitución biológica, nos estamos
transformando continuamente; entonces la pregunta que nos hacemos
es: ¿cuál es la deriva de nuestro proceso de transformación personal-cul-
tural? Para ello, lo primero es ser consciente del mundo que genero con
las elecciones que hago momento a momento de manera consciente
o no. ¿Son mundos de bienestar?, ¿malestar? Por ejemplo, cuando dije
sí a la invitación de un proyecto nuevo que va a demandar un 30% de
dedicación de mi jornada laboral por un mes, ¿reflexioné sobre las con-
secuencias de decir sí? ¿Cuál es el impacto que tendrá en mi vivir esa
decisión? ¿Cuál es el mundo que genero con dicha escogencia?

Una pregunta orientadora en relación con lo anterior tiene que ver con
¿qué quiero conservar en mi vivir? Si he hecho esa reflexión y está pre-
sente en el proceso de las elecciones que realizo, mi mundo cambia en
torno a lo que conservo. Siguiendo con el ejemplo anterior, si yo digo
que lo que quiero conservar es dedicar un cierto número de horas al
trabajo en cada jornada laboral, entonces quizás diría que no a ese pro-
yecto, ya que el participar en él implica aumentar una hora la dedicación
a mis actividades laborales diarias. Entonces, el punto de partida para
un proceso de transformación personal-cultural consciente es reflexio-
nar sobre lo que quiero conservar en mi-nuestro vivir en los distintos
ámbitos. Este cambio en mi proceso de toma de decisiones genera una
transformación en mí.

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Importancia de las conversaciones
Por otro lado, en las conversaciones los seres humanos damos forma
material a nuestro vivir. ¿Cuáles son las conversaciones en que habito a
diario?, ¿me generan bienestar o malestar? La palabra «conversar» vie-
ne del latín conversare, que significa dar vueltas juntos. ¿Cómo es ese
encuentro con la otra o el otro? En las conversaciones coordinamos
acciones, emociones y nos transformamos juntos.

¿Qué reflexiones te surgen de lo anterior? ¿Qué posibilidades te abre?

Ahora ya conoces dos preguntas que, si reflexionas sobre ellas, transfor-


mas de manera consciente tu vivir y el de todos los que se relacionan
contigo… Nos transformamos en la convivencia con otras/os.

¿Cuál es tu elección consciente?

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C A P Í T U L O 7

DE LLANERO SOLITARIO
A LÍDER
Natalia Córdova Rubio

En el proceso de desarrollo de su liderazgo, los ejecutivos aprenden


básicamente las conversaciones necesarias para liderar.
Es decir, conversaciones para conectarse de manera personal y con otros,
con el propósito de generar resultados valiosos, articulando compromi-
sos confiables, gestionándolos frente a problemas y aprendiendo para
mejorar.
Es, entonces, a través de las conversaciones que el líder crea un espacio,
con otros, de compromiso y apropiación para compartir un futuro valioso.

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DE LLANERO SOLITARIO A LÍDER REGRESAR AL ÍNDICE


Para esto necesita que las conversaciones sean las adecuadas y efecti-
vas. Que la danza entre el escuchar y el hablar, entre su sentir, pensar y
actuar, y el de otros, sean armoniosas para crear espacio de encuentro,
respeto, responsabilidad, confianza y coconstruir compromiso.

Nuestro conversar surge desde quienes hemos aprendido a ser. Nuestro


modo de ser sostiene las conversaciones que somos capaces o no de dis-
tinguir y sostener, y más importante aún, el cómo conversamos, cómo
somos escuchados, los compromisos que creamos y aquello que con
nuestro conversar logramos.

Así, el camino del desarrollo de los ejecutivos para ampliar sus destrezas
como líderes comienza incorporando nuevas prácticas de gestión o con-
versación, y naturalmente deriva a algo más. Un proceso más profundo,
más íntimo, más humano y personal.

El aprendizaje que se requiere para sostener prácticas y conversaciones


que han sido esquivas, o que son necesarias para nuevos desafíos, es el
aprendizaje transformacional.

Para integrar nuevas prácticas con la efectividad de impactar en su en-


torno y resultados, es necesario mucho más que recibir información o
modelos sobre liderar. Requiere una transformación de los supuestos,
de la forma de interpretar e incluso de la visión de mundo, a veces
incuestionada, que ha acompañado a muchos ejecutivos durante su
vida. En el desarrollo del liderazgo, para sostener estas nuevas prácticas
de gestión con los resultados que buscamos, es necesaria una transfor-
mación del modo de ser.

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¿Qué es lo que se transforma?
Robert Dunham, creador del Institute Generative Leadership (IGL),
describe las transformaciones que transita un ser humano en su desa-
rrollo como líder.

En la Anatomía del Liderazgo muestra que el ejecutivo requiere trans-


formar su contexto de entendimiento, los supuestos que ha tenido en la
base de sus acciones, aquello a lo que presta atención, su mundo emo-
cional y somático, y sus patrones de comportamiento.

La transición inicial es desde «hacer su trabajo y tareas diarias» a


«cumplir promesas y resultados».

Generas innovaciones históricas


y cambios del discurso organizacional

Construyes el llamado de una


nueva visión para la organización

Diseñas un nuevo juego

Construyes nuevas
condiciones para el negocio

Cumples promesas
y resultados

Haces tu trabajo
y tareas diarias

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En el primer nivel, «aquello que le pide la situación» o el contexto tradi-
cional respecto a lo que es hacer su trabajo, realiza las tareas diarias que
se le encomiendan. Hace su parte, pero por lo general no sabe cómo
contribuye al todo. La consigna es que al hacer lo que se le pide, obe-
deciendo y cumpliendo, estará bien. Pone atención en el hacer, en la
actividad. El ejecutivo excelente en sus cargos iniciales es quien se des-
taca por realizar diligentemente las tareas que el jefe le encomienda.
Se desvive por cumplir, hace lo que sea necesario para entregar lo que
el jefe le pide. Hacer mucho es bueno. Es un buen tomador de pedidos,
es hábil, detallista, tiene las respuestas, es comprometido, lo hace por sí
mismo, nunca ha necesitado ayuda de los compañeros. En palabras del
jefe, «es confiable».

Por ello, por su destacada efectividad en hacer lo que se le pide, se le


considera para estar a cargo de responsabilidades mayores, tener gente
a su cargo.

Entonces sucede que las cosas de a poco empiezan a salir mal. En esta
nueva etapa lo que se requiere de él es que logre generar resultados
más grandes, y para ello necesita de otras personas. Es decir, se requiere
del ejecutivo que logre que otros estén comprometidos con tomar ac-
ción para generar resultados valiosos.

Uno de los desafíos en esta transición, de ejecutor de tareas a ser res-


ponsable de un resultado compuesto por las contribuciones de varias
personas, es comprender que lo que me sirvió en la etapa anterior, lo
que me volvió efectivo antes, no es lo que me volverá efectivo en este
nuevo desafío.

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Muchos caen en hacer más de lo mismo, lo que antes les funcionó. En-
tonces, quien fue reconocido por ser bueno en «hacer», hacerse cargo,
resolver, por estar atento a los detalles, cuando esté a cargo de otras per-
sonas puede que adopte el patrón de decirle en pormenor cómo abor-
daría esa actividad, pedir más cuentas, controlar cada acción o incluso
terminar haciendo todo por ellos mismos, porque es lo que le funcionó
en la etapa anterior. Esto lo llevará a una sobrecarga, y a obstaculizar la
conformación de un equipo empoderado y responsable. Así, su forma
de ser «responsable y comprometida» de la etapa anterior podría llegar
a ser en esta etapa un impedimento para cumplir con la nueva respon-
sabilidad encomendada, la de acompañar a que «otros» cumplan con lo
que, en representación de la organización, les pide que hagan.

Estar enfocado en las acciones puede entorpecer el liderar a otros en el


logro de un resultado. Para transitar esta etapa se requiere una trans-
formación del entendimiento fundamental de qué y cómo facilitar que
otros tomen acción para cuidar de los resultados.

De ejecutor de acciones a cliente de promesas


Cliente es quien está comprometido con su propia satisfacción. Es quien,
frente a una insatisfacción o necesidad, frente a la falta de algo, o cuando
algo lo inquieta, toma acción para que otro lo resuelva y se compromete
junto a esta persona para que ello ocurra.

Es natural que en la evolución de la carrera del ejecutivo se espere y se


le pida lograr resultados más grandes, de mayor complejidad, de mayor
impacto, representando las necesidades de la organización. Es natural
que en aquel momento se sobrepase su capacidad como ejecutor, de
hacerse cargo solo y por sí mismo. Entonces requerirá que otros se hagan
cargo para ampliar su poder de acción, y requerirá también tomar el lugar
de cliente. Por ello necesita transitar del rol de ejecutor al de cliente, es
decir, a quien busca satisfacción no en su propio hacer, sino a través del
compromiso y el hacer de otros.

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DE LLANERO SOLITARIO A LÍDER REGRESAR AL ÍNDICE


El cliente efectivo requiere estar comprometido con su satisfacción
y facilitar las conversaciones y coordinaciones necesarias para que
otros se comprometan y se hagan cargo, tomando las acciones nece-
sarias.

El desafío que surge para muchos de nosotros es que no hemos apren-


dido, ni en lo personal ni en lo profesional, a darle lugar y relevancia al
buscar, procurar y cuidar nuestra propia satisfacción. No solemos tener
claro qué es aquello que queremos y que nos dejará satisfechos.

Menos hemos aprendido a dejarlo en manos de otros de manera efectiva


y confiable, o de aquel acompañamiento que es necesario entregar a un
ejecutor en su camino de cumplir con el requerimiento. Muchos hemos
aprendido a desconectarnos y a no expresar nuestra insatisfacción,
no sabemos lo que la resolverá, y la posibilidad de que busquemos
apoyo en otros suele ser una ceguera. Nos hemos cerrado a la posibili-
dad de encontrar ayuda en otros. No sabemos pedir lo que queremos y
no confiamos en que otros puedan hacerlo tan bien como nosotros.

Evitamos «el malestar» o incomodidad de pedir y comenzamos el cami-


no de ser «autosuficientes», resolver solos, abordarlo todo por nosotros
mismos, «ser efectivos», y aún mejor, de poner más atención a las necesi-
dades de otros que a las de nosotros mismos, y asumimos la práctica de
resolver por otros porque así nos notarán y apreciarán.

Muchos tenemos más entrenamiento en ser ejecutores que clientes.


¿Es esto malo, moralmente reprensible? Para nada. Ser ejecutor es una
forma de ser que nos fue útil en ciertos contextos y etapas de la vida,
para afrontar desafíos, y es un rol que de todos modos tendremos que
volver a tomar en la vida. Pero si se vuelve el único rol y modo de ser y de
responder que podemos adoptar, nos quitará adaptabilidad a los nue-
vos escenarios y a las exigencias de crecimiento.

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DE LLANERO SOLITARIO A LÍDER REGRESAR AL ÍNDICE


Muchos hemos requerido dar lugar a una transformación en nuestro ser
para posicionarnos como clientes en nuestra vida. Posicionarse en un
espacio que permita crear resultados con otros requiere sentirse cómo-
do con la posibilidad de buscar que otros hagan por, con y para nosotros,
con confianza, efectividad y valor.

Esto a veces requiere desafiar nuestras historias y creencias de tener


que valernos por nosotros mismos, ideas como que pedir apoyo es una
debilidad o que a los otros no les importa hacer las cosas bien, ni las harán
tan bien como yo.

Para salir de la ejecución y aumentar el poder de acción como clientes,


necesitamos conectar y dar lugar a nuestras necesidades, escucharnos
y explorar en lo que queremos, dando lugar y relevancia a lo que nos
importa, para descubrir aquello que nos traerá valor y satisfacción, crear
nuestra visión, articular nuestra voz.

Debemos dar el paso para legitimar que nuestras necesidades sean re-
sueltas por otros y normalizar el poder buscar satisfacción a través del
compromiso que otros tomen, es decir, posicionarnos desde la dignidad
de necesitar a otros.

Esto requiere de abrir conversaciones para explicitarlo, negociar, com-


prometer y confiar en otros. Además, precisa cuidar de la satisfacción y
bienestar de nuestros ejecutores. Necesitamos aprender a poner nuestra
atención y capacidad en crear y cuidar compromisos que a otros tam-
bién les importe cuidar, generando acciones efectivas y logrando la
excelencia en el mutuo bienestar.

Para desarrollar poder y capacidad de impactar, necesitamos salir del


espacio conocido del Llanero Solitario y entrar al espacio un poco más
incierto de la interdependencia «del nosotros».

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DE LLANERO SOLITARIO A LÍDER REGRESAR AL ÍNDICE


P A R T E

FOCO EN LA SOCIEDAD

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C A P Í T U L O 8

ASÍ COMO LO OBSERVÓ


WALLACE
Alís Gómez

«¿Por qué, y cómo, trillones de organismos unicelulares consiguieron


combinar sus fuerzas para convertirse en nosotros?»

La biología de la transformación

49

ASÍ COMO LO OBSERVÓ WALLACE REGRESAR AL ÍNDICE


Una reflexión sobre dos paradigmas
opuestos con un origen en común
Me pregunto también ¿para qué?

Miro por la ventana. Ya anocheció. A pesar de la pandemia hay frente a


mí, llenando la calle, una enorme hilera de luces rojas y otra algo menor
de luces blancas. Imagino esos autos como hormigas, de vuelta de una
jornada, colaborando, tal vez sin saberlo, en mantener viva la ciudad.
Luego recuerdo que cada auto está ocupado por una o varias personas
y me pregunto qué tan a la mano tienen la cooperación. ¿Qué tan can-
sados volverán a casa después de un día de competencia?

«En tiempos de crisis, el optimismo es un deber moral». Es una frase


que escuché al coach político Juan Vera y que he visto adjudicada a dife-
rentes autores. La primera vez que la oí me golpeó en esa parte de mí en
que habitaba, medio dormida, la esperanza. Creo que la esperanza no
consiste en confiar en que algo que deseamos ocurrirá, sino en confiar
en que lo que yo haga contribuirá a la transformación. Pienso en mis
tres hijas y ellas dan sentido a ese deber moral de cuidar esto en lo que
vivimos (mundo, sociedad, familia, trabajo, relaciones… Humanidad)
para entregárselo en buenas condiciones.

Error en la partida de nacimiento


Inicio este texto con una frase del libro La biología de la transformación,
porque un capítulo de él («Percepción-Mito Dos: La supervivencia del
más apto») inspiró este artículo. En él se relata cómo nació un para-
digma que se instaló por casi doscientos años y que nos lleva a vivir la
vida en constante competencia: el más fuerte sobrevive. Los autores
dan ejemplos de épocas oscuras de la historia que están muy ancladas
en este paradigma y me pregunto si este presente que estamos atrave-
sando no lo estará también, demasiado.

50

ASÍ COMO LO OBSERVÓ WALLACE REGRESAR AL ÍNDICE


Darwin aparece en este libro como un mal estudiante que pudo y supo
rodearse de buenos contactos. Su amistad con eminentes científicos de
la época le permitió hacer un arreglo que acabó adjudicándole la paternidad
de una teoría que presuntamente copió e interpretó, introduciendo un
cambio que fue determinante para la sociedad que se formó a partir de
esa época. Así lo relatan Bruce H. Lipton y Steve Bhaerman en
La biología de la transformación:

«Darwin comenzó a desarrollar su teoría a partir de 1840, pero no compar-


tió sus conclusiones con nadie. (…) Continuó estancado durante más de una
década hasta que un colega de trabajo le impulsó a la acción. En junio de
1858 Charles Darwin recibió un paquete que le pondría en marcha: se trata-
ba de material enviado por Alfred Russel Wallace, un naturalista inglés que
trabajaba en Borneo. Era mejor naturalista que Darwin, pero por desgracia
era también un plebeyo autodidacta de clase trabajadora que, para ganarse
el pan, cogía especímenes y los vendía a museos, parques zoológicos y colec-
cionistas adinerados. Tras muchos años de arduo trabajo se había convertido
en un gran naturalista».*

«Wallace envió a Darwin una copia de un manuscrito titulado “Sobre la ten-


dencia de las variedades a alejarse indefinidamente del tipo original” junto
con una carta en la que le pedía que revisara el material y, si lo consideraba
interesante se lo pasara a Charles Lyell. El manuscrito relataba su propia teo-
ría de la evolución, un texto breve, elegante, académico y extremadamente
bien escrito que bien le habría valido ser considerado el verdadero “fundador
de la teoría de la evolución”, título que en la actualidad se atribuye única-
mente a Darwin».*

En su momento, pareció triunfar la conclusión de Darwin: el más fuerte


(aristócrata con contactos) se impuso al más débil (el plebeyo autodi-
dacta). Paradójicamente, Darwin necesitó de la cooperación de sus
amigos para poder «salirse con la suya»; no lo hubiera logrado si no
hubiera entrado en funcionamiento la postura de Wallace.

51

ASÍ COMO LO OBSERVÓ WALLACE REGRESAR AL ÍNDICE


Así es, Darwin necesitó de la cooperación de Charles Lyell (importante
e influyente científico del momento) y de Sir Joseph Dalton Hooker (un
eminente botánico), quienes redactaron una carta «…en la que asegura-
ban que Darwin y Wallace se conocían, y que los dos “caballeros, de forma
independiente e ignorando el trabajo del otro, arribaron a la misma inge-
niosa teoría (…); por lo que ambos reclaman justamente el mérito de ser
los autores originales de esta importante línea de investigación”. La estricta
realidad es que Wallace tenía, en mano, una teoría totalmente desarrollada
y plasmada por escrito, y que Darwin simplemente llevaba mucho tiempo
incubando una idea… que de momento no había salido del cascarón».*

«La teoría de Darwin —oficialmente descrita como teoría de Darwin-Wallace—


fue formalmente presentada en la Sociedad Lineada de Londres el 1 de julio
de 1858, un mes después de que Darwin recibiera el paquete».*

Círculo sagrado
Bruce H. Lipton y Steve Bhaerman añaden: «La diferencia entre que Wa-
llace o Darwin se quedaran con el mérito de la teoría representa la visión
evolutiva del vaso medio lleno o medio vacío. (…) Desde su perspectiva de
plebeyo, Wallace reconocía que la evolución estaba impulsada por la elimi-
nación del más débil, mientras que Darwin interpretaba los mismos datos
como una prueba de que la evolución derivaba de la voluntad de sobrevivir,
propia de los más fuertes. ¿La diferencia? En un mundo como el planteado
por Wallace, mejoraríamos para no ser los más débiles; pero en un mundo
darwiniano luchamos por adquirir la condición de “más aptos”. En otras pa-
labras, si Wallace hubiera prevalecido, nos centraríamos menos en la com-
petencia y más en la cooperación».*

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ASÍ COMO LO OBSERVÓ WALLACE REGRESAR AL ÍNDICE


En el norte de Europa se ha visto cómo manadas de renos avanzan en
círculos (las crías y los más débiles al centro) para cuidarse juntos del
frío, de los depredadores y para proteger a los más débiles. ¿Cómo es-
tamos avanzando los seres humanos? ¿Quiénes van al frente? ¿Quiénes
quedan atrás? ¿Quiénes dentro del círculo y quiénes protegen con su
propio ser desde afuera? ¿Cuánto nos estamos cuidando como especie?
¿Cuánto a nuestro entorno, a nuestro hábitat?

Hay consecuencias sociales importantes y también individuales por


mantener ese ya viejo paradigma. Es una lucha solitaria la de ser el
más fuerte. No podemos (no nos permitimos) pedir ayuda. No pode-
mos (no nos permitimos) mostrar debilidad, ni ser vulnerables. Y los
resultados parecen ser muy diferentes a los que esperamos. Parece ne-
cesaria una transformación.

Estamos viendo adónde nos ha llevado esa forma de entender la super-


vivencia. ¿Cómo habría sido una sociedad en que hubiera imperado
la visión de Wallace? ¿Cómo sería un mundo fruto de doscientos años
colaborando en lugar de competir? ¿Será tal vez este el momento de
comprobarlo?

Recientemente vivimos las conferencias de cierre del programa El Arte


del Coaching Profesional (ACP) y la apertura del siguiente. Escuchaba
a los participantes y pude sentir las ganas de colaborarnos para seguir
adelante, la convicción de que necesitamos unos de otros, de que so-
mos unos con otros. El llamado a la transformación. Y me inundó una
confianza en nuestra propia naturaleza manifestándose, así como lo ob-
servó Wallace.

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ASÍ COMO LO OBSERVÓ WALLACE REGRESAR AL ÍNDICE


«El propio Darwin, en los últimos años de vida, se alejó del Darwinismo aca-
démico y, en lugar de continuar haciendo hincapié en la supervivencia y la
lucha, dirigió su atención a la evolución del amor, el altruismo y las raíces ge-
néticas de la amabilidad humana»*, resaltan también Lipton y Bhaerman.

Vuelvo a pensar en mis hijas y me conecto de nuevo con el deber


(y el querer) moral de legarles una vida más amable, más posible, más
colaborativa. Escribo entonces este texto a modo de declaración y me pre-
sento públicamente como partidaria de Wallace.

«Ningún individuo —por muy apto que resulte o por muy grande que sea
el muro de seguridad tras el cual viva— puede sobrevivir si su especie no lo
consigue»*.

*Párrafos extraídos de La biología de la transformación del Dr. Bruce H.


Lipton y Steve Bhaerman.

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ASÍ COMO LO OBSERVÓ WALLACE REGRESAR AL ÍNDICE


C A P Í T U L O 9

TRANSFORMACIÓN
EN UN MUNDO INCIERTO
José Luis Varela

El mundo ha adquirido tal velocidad que lleva a una necesidad incesante de


adaptación. Pero ¿adaptarnos a qué? He acá una pregunta que genera
angustias y ansiedades, pues el entorno se hace cada vez más impre-
decible y todo lo que construyamos en nuestro avance hacia el futuro
puede quedar obsoleto —o no servir para nada— en muy poco tiempo.

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TRANSFORMACIÓN EN UN MUNDO INCIERTO REGRESAR AL ÍNDICE


¿Cómo imaginar la transformación personal en un mundo que cambia
tanto que hace difícil saber hacia dónde se dirige? ¿Cómo vencer esa
sensación de miedo e incomodidad que produce moverse en medio de
la incertidumbre?

Modernidad líquida
Quien mejor definió el fenómeno que vive el planeta en las últimas dé-
cadas fue el filósofo polaco Zygmunt Bauman, describiendo el mundo
de la modernidad como «líquido», en contraste con un modelo sólido
legado por anteriores generaciones.

«Las sustancias líquidas tienen dificultad para conservar su forma. Mu-


chos sistemas y estructuras que parecían fuertemente arraigados, con el
tiempo resultaron ser muy fugaces, cambiaron sin advertencia previa. El
problema con la realidad líquida es la dificultad de pronosticar cómo se
desarrollarán nuevas situaciones. Y como sabemos tan poco sobre ello,
nos sentimos impotentes. La modernidad líquida es como si todo estu-
viera patas arriba comparado con el tiempo de la modernidad sólida
donde todo parecía más perdurable (…) Estamos en una encrucijada con
muchos caminos y muchas direcciones, y no sabemos bien qué sendero
transitamos», dice Bauman.

En sociedades que han confiado tanto en el poder de la ciencia para pre-


decir, la idea de un futuro incierto —y de alguna manera fuera de con-
trol— genera los peores temores. «El miedo constituye, posiblemente,
el más siniestro de los múltiples demonios que anidan en las sociedades
abiertas de nuestro tiempo (…) La inseguridad del presente y la incerti-
dumbre por el futuro incuban y crían nuestros temores más imponentes
e insoportables», agrega Bauman.

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TRANSFORMACIÓN EN UN MUNDO INCIERTO REGRESAR AL ÍNDICE


En un territorio sólido, las decisiones tienen una dosis de incertidum-
bre, pero siempre parecen estar enmarcadas por unas reglas del jue-
go. Lo líquido supone jugar un juego en que las reglas cambian sin
previo aviso, siempre con la sensación de que cada cambio en dichas
reglas solo sirve para perjudicarnos. Adicionalmente, esas nuevas re-
glas parecen desafiar los discursos que aprendimos, la cultura con la que
crecimos, los mitos, los dogmas, que parecen irse desvaneciendo ante
las nuevas realidades.

Procesos de transformación
Estas nuevas realidades rasgan cualquier posibilidad de mantener espa-
cios de estabilidad que nos den una cierta seguridad de que podemos
aferrarnos a algo que nos sea familiar.

La flexibilidad, en cambio, parece estar a la orden en este nuevo es-


tado de cosas. El mundo nos muestra la necesidad de adaptarnos,
de fluir con las nuevas situaciones y encontrar allí nuevas oportuni-
dades. Si la estabilidad y la quietud raramente impulsan procesos de
transformación personal, la crisis, la volatilidad y los momentos de caos
e incertidumbre pueden generar en nosotros movimientos vitales que
nos lleven a modelar versiones de nosotros mismos con más recursos.

El desafío acá está en que los procesos de transformación demandan


una conciencia clara de quiénes somos ahora y qué ansiamos lograr.
Es en esta última parte donde la realidad exterior puede generar verda-
deros dolores de cabeza. ¿Cómo podemos saber hacia dónde avanzar
cuando el mundo a nuestro alrededor cambia sus pautas de forma per-
manente?

Ni siquiera podemos encontrar un refugio en nuestro mundo relacional,


que también muestra cambios dramáticos en las últimas décadas. Varios
autores señalan que las relaciones se han reemplazado por conexio-
nes, que no demandan tanto compromiso ni mucha profundidad.

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TRANSFORMACIÓN EN UN MUNDO INCIERTO REGRESAR AL ÍNDICE


«Despojados de la protección que ofrecía en el pasado la red de vínculos
sociales, los individuos se tornaron frágiles y vulnerables como nunca»,
dice el sociólogo Robert Castel, mientras que la socióloga Catherine Jar-
vie habla de que ahora las relaciones son de bolsillo porque representan
«la encarnación de lo instantáneo y lo descartable». «Nada de enamorar-
se, nada de conmoverse (…) sino vigilar las clandestinas corrientes emo-
cionales» para evitar «enganches afectivos». «Una relación de bolsillo
exitosa es agradable y breve», dice Jarvie.

Un tipo de relación que se combina muy bien con un mundo cada vez
más virtual donde, a través de las redes sociales, entro y salgo cuando
quiero sin necesidad de comprometerme. Una relación se termina con
apretar la tecla de suprimir.

«Las nuevas tecnologías no comunican sino incomunican», dice Domini-


que Wolton, quien por años ha investigado las consecuencias del nuevo
flujo de información mundial.

En este contexto, la necesidad de transformación puede ser muy angus-


tiosa e igualmente puede ser vista como una oportunidad. Una trans-
formación implica anticiparse, aprender a fluir con las nuevas reali-
dades, conocer nuestros recursos para lo que ese futuro borroso nos
proponga.

Un buen ejemplo es la pandemia actual. Ha generado una oleada de


liquidez global en términos de cómo un sistema sólido se licuó y nos
obligó a adaptarnos por completo a un nuevo modelo de realidad. Y el
mundo, sometido a un entorno inédito y complejo, se vio obligado a
cambiar para hacerse cargo.

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TRANSFORMACIÓN EN UN MUNDO INCIERTO REGRESAR AL ÍNDICE


La transformación supone vernos a nosotros mismos enfrentados a
estas circunstancias inéditas.

¿Qué emociones nos aparecen? ¿Cómo vivimos la incertidumbre?


¿Cómo experimentamos el caos? ¿Cuál es nuestro poder de acción ante
el desafío? ¿Qué tanto estamos dispuestos a movernos de nuestras prácticas
actuales y a fluir con las nuevas realidades? ¿Cómo estamos viviendo
nuestras relaciones?

Parece todo un ejercicio de la flexibilidad de la que hablamos antes, y


de activar nuestro cuerpo para habitar el caos y poder hacer frente a los
desafíos que aparecen cada vez más rápido, y que tengo que aceptar
para no permanecer abrumado ante el «no sé» o el «quiero tenerlo claro
todo, todo el tiempo».

El mundo líquido prácticamente nos exige transformarnos una y otra


vez a medida que nuevos sucesos y nuevas prácticas aparecen. En un es-
cenario tan volátil —que ya parece convertirse en un «mundo gaseoso»
más que líquido— la transformación se convierte en el nuevo mundo
cotidiano: el mundo puede exigirnos vivir en un estado permanente
de transformación.

Eso del mundo gaseoso no es solo una metáfora. Da cuenta de la turbu-


lencia y la volatilidad, de la imprevisibilidad de los movimientos y de las
interacciones. Es como estar de frente a la sorpresa todo el tiempo: en-
frentamos un mundo vaporoso para el cual necesitamos estar siempre
preparados.

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TRANSFORMACIÓN EN UN MUNDO INCIERTO REGRESAR AL ÍNDICE


C A P Í T U L O 1 0

VOCES
ANCESTRALES
María Teresa Varas

En los inicios de la década de 1980, tuve la oportunidad de trabajar como


profesora de Historia en una comunidad educativa en el sector rural del
sur de Chile, dedicada a formar técnicos agrícolas. El liceo recibía en ré-
gimen de internado a alumnos que provenían de distintas comunas,
entre ellas, la que hoy es la comuna de Ralco, poblada por numerosas
comunidades mapuches pehuenches. Los alumnos provenientes de esa
comuna tenían como lengua original el mapudungun y el castellano lo
habían adquirido posteriormente, por lo que eran bilingües. Su manera

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VOCES ANCESTRALES REGRESAR AL ÍNDICE


de tomar decisiones sobre las alternativas académicas que les ofrecía
el liceo era manifiestamente más lenta que la de los otros estudiantes,
y eso me sorprendió ya que no lograba comprender que ellos tenían
que conversar y discutirlo con su comunidad antes de elegir. Al tiem-
po, observé que ninguno de ellos cambió su elección en el camino, al
contrario de muchos de sus compañeros que al poco andar descubrie-
ron que su opción tomada precipitadamente no había sido la correcta.
Esta primera observación y luego varias conversaciones entrañables con
ellos sobre la historia del país me llevaron a estudiar en forma sistemáti-
ca las costumbres y cosmovisión del pueblo nación Mapuche.

Cosmovisión mapuche y relación con su entorno


Desde ese momento, comencé a entrar en un nuevo mundo, y ahora en
pleno desarrollo de la pandemia regresé a ese momento para valorar el
encuentro con la comunidad: en un mundo convulsionado de relacio-
nes humanas tan trastocadas, y en proceso de transformación, creo
que surge la necesidad urgente de conversar y dialogar sobre lo que
nos ocurre. El diálogo entre los seres humanos y con la naturaleza cons-
truye comunidad y nos da un sentido solidario de la vida.

Nuestro escaso conocimiento de esta cultura con la que compartimos


territorio parte de creer que el término mapuche significa gente de la
tierra, cuando en efecto, el concepto que encierra es mucho más amplio.
Mapu representa a la naturaleza en su conjunto, todo el entorno en el
que se desarrolla el ser humano. Y de allí deriva la primera gran diferen-
cia con nuestra concepción occidental: para el mapuche el ser humano
es parte de la naturaleza y esta lo afecta a él, como sus acciones in-
fluyen en ella, en una relación recíproca. De allí que en la cosmovisión
mapuche el equilibrio con el entorno y el respeto a los ciclos naturales
son esenciales para lograr un buen vivir.

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VOCES ANCESTRALES REGRESAR AL ÍNDICE


En oposición, el hombre occidental se sitúa fuera de la naturaleza y tiene
la pretensión de poder dominarla, modificarla y explotarla de acuerdo
con sus crecientes necesidades de consumo. De esta diferencia se des-
prende también la concepción del conocimiento, que en el caso de la
cultura mapuche tiene un carácter holístico, imposible de separar en
partes independientes porque ellas influyen en el todo. No hace tam-
poco separación entre un conocimiento racional y los aspectos espiri-
tuales que forman parte de su cotidianidad. Así, por ejemplo, la machi,
junto con dar remedios a sus pacientes, invoca a los espíritus para ase-
gurar el bienestar físico y psíquico del enfermo.

Y es muy importante no olvidar que la sociedad mapuche ha debido


soportar situaciones extraordinariamente difíciles: la primera de ellas, la
invasión de los incas, que podemos conocer por la narración oral trans-
mitida por generaciones. Sin embargo, la transformación más importan-
te se derivó a partir de la llegada de los españoles: junto con defender
su independencia, fueron capaces de adoptar nuevos conocimientos,
como el uso del caballo, el desarrollo ganadero y el trabajo de la platería.
Lo hicieron sin perder su esencia, respetando sus autoridades ancestra-
les, como el lonko (jefe de la comunidad), sus kimches (sabios), sus ma-
chis (autoridades espirituales), o relativas a la salud como las püñeñel-
chefes (parteras) que atienden a las futuras madres, o sus lawentuchefes,
especialistas en preparar los remedios a partir de los conocimientos de
las hierbas. Pero también debieron crear nuevos liderazgos para afrontar
un largo período de enfrentamientos.

Hoy, cuando la sociedad se ve enfrentada, en su existencia, a múltiples


desafíos, todos de carácter mundial como el proceso de globalización,
el cambio climático, la falta de recursos hídricos o la aparición de nuevas
enfermedades, el ser humano se siente frágil, en un ambiente de inse-
guridad, por lo que claramente necesitamos plantearnos procesos de
transformación, tanto en nuestro quehacer personal como colectivo.

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VOCES ANCESTRALES REGRESAR AL ÍNDICE


Búsqueda de un nuevo equilibrio
Siento que esta realidad nos interpela a hacer esfuerzos por buscar un
nuevo equilibrio, que las transformaciones que necesita nuestra socie-
dad son muy complejas y que requieren nuevas miradas desde la pers-
pectiva de quienes, por tiempos milenarios, han ocupado estos terri-
torios. He aprendido de las comunidades mapuches que el conversar,
compartir y dialogar para superar las dificultades y asumir transfor-
maciones no siempre han sido fáciles.

Se debe reconocer que en Chile —durante las últimas décadas— ha


habido avances en el reconocimiento parcial de algunos aspectos de
la cultura mapuche: se han incorporado auxiliares de la educación para
ayudar a conservar el idioma en escuelas con alumnos mapuches; en
materia de salud se ha permitido la participación de la machi y las parte-
ras; en arquitectura se han establecido ciertos parámetros para la cons-
trucción de edificios públicos que respondan a las necesidades de esta
cultura.

Sin embargo, dadas nuestras actuales urgencias, para resolverlas el


mundo científico occidental necesita tener una mirada transdisciplina-
ria para considerar todos los aspectos de estos problemas. Es necesario
avanzar sin complejos ni sentido de superioridad en un verdadero diá-
logo de saberes, con la idea de que ambos mundos —cultura occiden-
tal y ancestral— se complementen y puedan contribuir a encontrar
una nueva senda por donde transitar.

63

VOCES ANCESTRALES REGRESAR AL ÍNDICE


C A P Í T U L O 1 1

LA TRANSFORMACIÓN

Rodrigo «Roco» Pacheco

«Para la naturaleza la transformación es obvia, nunca deja de ocurrir, con-


siste precisamente en sus movimientos primordiales. Impulsados por fuerzas
eternas que interactúan y modifican las estructuras.

Por su parte, la inteligencia humana o la «razón» duda de las posibilidades de


la transformación. En vista de ello, la tecnifica, la intenta controlar, manipu-
lar, cuantificar, predecir o utilizar como recurso diferenciador».

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LA TRANSFORMACIÓN REGRESAR AL ÍNDICE


Transformación humana
Empiezo invitándote a una conversación de reflexiones abiertas en torno
a la transformación humana. Fundamentalmente porque los coaches
usamos continuamente el término «transformación» en los procesos de
aprendizaje.

Entonces es pertinente que nos detengamos a explorar de qué estamos


hablando. Me nace iniciar con proponer un significado sobre el aprendi-
zaje transformacional. Para mí, es el arte de crear contextos que posi-
bilitan la navegación en metodologías conceptuales y experienciales
donde ocurren integralmente cambios observables, en todos los in-
volucrados en el proceso, sean estos aprendices o facilitadores.

El cambio acaece transversalmente por ser parte de este gran contex-


to, que es conformado por una narrativa inspiradora, en coherencia con
una emocionalidad que congregue y con movimientos contenedores e
invitadores.

Este mismo escrito, lo vivo como una acción transformadora. Donde co-
herentemente inicié con un contexto, que espero esté conectando con
tu mundo de intereses e inquietudes. Si eres coach, la sola palabra del
título debiera captar tu interés, así podemos seguir navegando y trans-
formándonos juntos. En el caso de que estés aceptando la invitación de
continuar con la lectura, no dejes de sentir lo que ocurre en tu mundo
interior y las señales que se activen. Todo lo que sientas son pulsiones
de cambio. El pedido que te hago es dejarte llevar por el poder de esas
pulsiones, que no es otra cosa que tu propia naturaleza en movimiento.
Esas son las fuerzas genuinas que nacen en ti y movilizan tu continua
transformación.

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LA TRANSFORMACIÓN REGRESAR AL ÍNDICE


Si sigues acá, disfrutemos la navegación en el océano de la transforma-
ción. Ya nos une un entendimiento compartido sobre el aprendizaje
transformacional, y se nos hace necesario habitar con el corazón abierto
y libremente la pregunta:

¿Qué es la transformación?

El corazón abierto disminuye el volumen de los juicios que te surjan y fil-


tra la lectura candorosa. La libertad provee la ausencia de pretensiones
de estar creando certidumbres. Mi intención siempre es una propuesta
de comprensión compartida.

Experiencia del vivir


En esta etapa de la navegación, quiero escribir en dos niveles de enten-
dimiento, que culturalmente solemos confundir: lo que pensamos sobre el
vivir y la experiencia del vivir.

Es tanto así, que este artículo tiene mayor sentido para el entendimien-
to, que reflexiona sobre el cómo vivimos. Fundamentalmente, porque
dentro de los aspectos constituyentes de esta perspectiva hemos con-
vertido la transformación humana en un proceso técnico de aprendizaje.

En cambio, al sostenernos integrados en la experiencia del vivir, no exis-


te opción, la transformación acaece, es continua y secuencial. Somos
biología que se relaciona con otros y con el entorno, a través de un cons-
tante movimiento adaptativo. La transformación ocurre al son de la na-
turaleza que somos, cíclicamente en etapas recurrentes: semilla, naci-
miento, vida, muerte y renacimiento, que son impulsadas por fuerzas
eternas que modifican las estructuras.

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LA TRANSFORMACIÓN REGRESAR AL ÍNDICE


Al estar conectados con esta forma de existencia, la confianza y la gratitud
son parte del relacionamiento cotidiano con la vida. Las cosas simples y
las complejas son tomadas con aceptación, compasión y sabiduría. La
convivencia suele tender a la armonía y los quiebres son oportunidades
de nuevos aprendizajes. Vivimos en la convicción de que continuamente
siempre nos estamos transformando.

Decía que este artículo tiene mayor sentido, como conversación, para la
perspectiva racional, por la desconexión que genera este paradigma con
la propia naturaleza y el escepticismo que contiene respecto al poder
transformacional que los seres humanos poseemos. En estos contextos
buscamos seguridad, convirtiendo la convivencia en procedimientos y
normas permanentes y estables. Aspectos que indudablemente permi-
ten muchos logros y beneficios para todos. No obstante, no perdamos
de vista sus consecuencias, que rigidizan la vida y coartan la libertad
humana.

Claramente es relevante centrarnos en esta perspectiva por ser la que


culturalmente compartimos y es parte del sentido común, desde don-
de hacemos familia, pareja, trabajo, amistades y otras dimensiones de
existencia humana. Es dentro de estos contextos donde se hace nece-
sario declarar e instalar la conversación de la necesidad de cambio. Si la
conversación es amplia e inspiradora, seguramente será un despertador
que active el contacto con la propia naturaleza.

La propuesta que sostengo es una invitación a la integración de am-


bas visiones para que la transformación se consolide. Hasta ahora no
es humanamente posible sostenerse en eterno contacto con la naturale-
za y crear convivencia desde sus movimientos espontáneos. Y tenemos
muchas evidencias de que existir solo desde la razón no permite fluir en
la danza de la vida.

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LA TRANSFORMACIÓN REGRESAR AL ÍNDICE


¿Qué pasa si el pensamiento y las conversaciones se sostienen en las
señales percibidas de la naturaleza?

¿Qué pasa si la naturaleza es activada por pensamientos coherentes


con cada circunstancia vital?

Ciclo de la transformación
El modelo que comparto permite visualizar la navegación que constitu-
yen los procesos transformacionales, es el «ciclo de la transformación».
Está inspirado en un patrón que visualiza la secuencia en que se mani-
fiestan múltiples formas de naturaleza, es decir, la vida de una planta, de
un animal o de nosotros mismos. También es válido para creaciones o
expresiones humanas, como una idea, un emprendimiento o una emo-
ción. Cada uno de estos ejemplos y otros provienen de una fuente que
los crea, nacen, viven, mueren y renacen.

Fuente Nacimiento
creativa

Ciclo de la
transformación
Vida
Renacimiento

Muerte

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LA TRANSFORMACIÓN REGRESAR AL ÍNDICE


El aprendizaje transformacional es una creación humana naturalizada,
porque respeta esta secuencia cíclica de cada uno de sus protagonis-
tas. Se diferencia del aprendizaje tradicional porque este se funda en
recursos metodológicos convertidos en procesos técnicos dirigidos a
una masa de alumnos, cuyo efecto es individualidades desnaturaliza-
das. Fenómenos similares ocurren en las organizaciones, consecuencias
idénticas, personas enajenadas. Estas reflexiones son generalizaciones
y claramente pueden ser injustas con ciertas excepciones. Sin embargo,
somos testigos de la ausencia de vitalidad y de entusiasmo colectivo por
el aprender y el trabajar.

El llamado que nos trae el ser conscientes de las fuerzas transformacio-


nales que nos conforman es a naturalizar la existencia.

No quiero finalizar sin hacer algunas preguntas que te movilicen a conectar


con este ciclo transformacional en tu vida:

¿Cuál es tu origen y qué mensajes trascendentales heredas de tu linaje?

¿Qué viniste a hacer a este mundo?

¿Estás cumpliendo tu misión?

¿Qué aspecto de ti o relación de la que seas parte ya cumplió su ciclo


y debe morir definitivamente?

¿Qué podrá surgir como creación o reinvención de ti mismo si contactas


con el vacío producido por algo que definitivamente ya no harás?

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SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL NOSOTROS REGRESAR AL ÍNDICE


Habita profundamente estas preguntas, siente las señales que se activan
en tu interior y deja que esas fuerzas impulsen atrevimientos para tus
nuevas transformaciones.

Me pareció importante finalizar esta reflexión sobre la transformación


humana con una poesía. El lenguaje sensible y conectado, que surge
espontáneo y fundado en lo vivido, regala vitalidad a la casualmente or-
denada agrupación de letras. Hace evidente la transformación que me
atraviesa al momento de articular lo que voy sintiendo en el flujo del
vivir.

Instante eterno

En el ir viviendo voy muriendo


Nado instintivamente sumergido en el río revuelto
Nunca sé si voy hacia el mar o contra corriente
Solo sé que respiro y que además voy,
con el corazón lanzado.
Me encuentro contigo,
te sonrío y me sonríes
La sintonía transparente,
mientras dura, me salva… nos salva
¿Necesito más?, ¿necesitas más?
Es el amor eterno completo, en el instante sonriente.
Solo sé que respiro y que además voy
aunque voy muriendo en el ir viviendo.

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SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL NOSOTROS REGRESAR AL ÍNDICE


C A P Í T U L O 1 2

SOBRE LA CONSTRUCCIÓN
DEL NOSOTROS
Sofía Jordán Morales

«Actualmente las personas vivimos en una sociedad cuya alma es la ley,


antes se vivía en comunidad cuya alma era el amor»

Martin Scorsese

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SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL NOSOTROS REGRESAR AL ÍNDICE


Construcción de un nosotros
Empiezo a escribir mis reflexiones sobre el «nosotros», preciosa inquie-
tud que sembró en mi alma una querida compañera y que me conec-
tó con lo que veo a mi alrededor. Parto de la idea, de la sensación, de
que uno de los quiebres esenciales que vivimos como humanidad es la
dificultad para construir un «nosotros». A diario, y cada vez con mayor
fuerza y de manera más extendida, lo que vemos a nuestro alrededor
es el enfrentamiento, la dificultad enorme, cuando no imposibilidad, de
aceptar las diferencias, de entender que cada persona ve el mundo con
ojos distintos y, por ello, se comporta de forma distinta.

En un universo prioritariamente del «yo» y el «tú», cada quien se ve como


un individuo sin nexos que lo vinculen al otro. Cuando aparece el «no-
sotros», emerge lo que nos une: nuestros espacios comunes, la histo-
ria que compartimos, nuestra humanidad.

En la actualidad, nos define lo que nos separa; no lo que nos une. Pre-
valece el discurso de «soy yo lo único que importa» o «me salvo yo, los
demás no son mi problema» e innumerables sentencias como estas que
han llegado a establecer una especie de norma que nos impide cons-
truir vínculos cercanos. Expresiones como esas demarcan nuestras
relaciones y establecen confrontación: la sensación de que entre tú y
yo no hay nada en común o, incluso, de que tú representas un peligro,
una amenaza y, por tanto, sería mejor si no existieras. Esta creencia nos
lleva a ignorarnos, a despreciarnos, pues si no eres como yo, si tus pen-
samientos difieren de los míos, si tu modo de vivir es antagónico al que
profeso, entonces eres un peligro o, peor aún, un traidor a los principios
que deberías compartir conmigo.

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SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL NOSOTROS REGRESAR AL ÍNDICE


Zygmunt Bauman afirma en referencia al mundo actual: «… los indivi-
duos se ven obligados a idear soluciones individuales a problemas genera-
dos socialmente, y se espera que lo hagan como individuos, mediante sus
habilidades individuales y sus bienes de posesión individual. Tal expectativa
los enfrenta en mutua competencia y crea la percepción de que la solidaridad
comunitaria es, en general, irrelevante, si no contraproducente». Lo que esto
nos muestra es que el modelo social en el que vivimos condiciona e
invita a la confrontación en vez de a la colaboración.

Surgen entonces preguntas como las siguientes: ¿en qué mundo nos
estamos convirtiendo si estas miradas van construyendo nuestra forma
de convivir? ¿Qué necesitamos convocar para construir conciencia del
nosotros? ¿Es posible entablar relaciones distintas?

Una de las pretensiones más prometedoras que se han desarrollado al


respecto fue Facebook. Cuando Zuckerberg lo crea, declara que es para
«volver a conectar a los humanos entre sí, fortalecer el tejido social y ha-
cer que el mundo esté más unido». Afirmación que, al parecer, no toma
en cuenta que el solo hecho de poder vernos y comentar sobre lo que
hacemos puede ser una condición necesaria, pero no suficiente para
construir relaciones auténticas. La idea de una comunidad digital surge
como un intento de generar un espacio que posibilite una conexión glo-
bal. Sin embargo, todos sabemos, 17 años después de su creación, que
Facebook está lejos de ser lo que su creador anunció, y que la inteligen-
cia artificial y los algoritmos no son lo que nos permitirá convertirnos en
Comunidad.

73

SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL NOSOTROS REGRESAR AL ÍNDICE


Convivencia humana
El «nosotros» implica colaboracionismo, generosidad, inclusión, res-
peto, calidez, solidaridad y aceptación, como sus condiciones más
relevantes. Implica el reconocimiento del otro como un igual. ¿Cómo
construir espacios en los que sean estos elementos los que regulen las
relaciones? ¿Es posible convivir de otra manera?

Al revisar algunas experiencias históricas sobre la convivencia humana


me encontré con esta declaración de un estudioso del mundo andino,
Policarpo Flores Apaza: «El ayllu es la reunión de mucha gente con senti-
miento de hermandad; el ayllu incluso es una unión con la Pacha Mama,
con las plantas y los animales, y para eso no se necesita ni política ni reli-
gión, solo un corazón grande. Nuestros abuelos tenían un gran corazón y
andaban con paso seguro porque hablaban con la Pacha Mama, con las
estrellas, con las flores».

Incluso esto se muestra de manera evidente en el lenguaje. El antropó-


logo estadounidense Bruce Mannheim, quien estudia el quechua, nos
muestra cómo esta lengua está enfocada en el prójimo. Así, por ejemplo,
ello se evidencia en sus saludos. En español decimos «hola»; en quechua
es «allillanchu» (¿estás bien?). Para despedirnos, usamos «adiós» o «chau»;
en quechua es «tinkunanchiskama» (hasta que nos volvamos a ver). Es
una lengua en la que se valora lo colectivo; por lo tanto, sus pronom-
bres y manifestaciones suelen ser aglutinantes e integrativas*.

Por otra parte, en la ética africana el concepto ubuntu nos propone una
comunidad vinculada por premisas como las siguientes: «una persona
se hace humana a través de las otras personas»; «una persona es persona
en razón de las otras personas»; «yo soy lo que soy en función de lo que todas
las personas somos». La creencia es un enlace universal de compartir
que conecta a toda la humanidad.

74

SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL NOSOTROS REGRESAR AL ÍNDICE


La referencia a estas dos experiencias históricas nos demuestra que sí
es posible la convivencia en comunidad. Hacerlo desde el Amor Incon-
dicional supone poner por encima de cualquier consideración la acepta-
ción del otro; el darnos un lugar en el cual somos iguales en el sentido de
que nuestras diferencias son parte de nuestra belleza como humanos;
en la conciencia de que los caminos que recorremos son paralelos, no
antagónicos; en el disfrute de la belleza de nuestra diversidad.

*Flores Apaza, Policarpio (2005). El hombre que volvió a nacer. Vida, saberes y
reflexiones de un amawt’a de Tiwanaku. 2a edición. La Paz, Editorial Plural.

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SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL NOSOTROS REGRESAR AL ÍNDICE


C O N C L U S I Ó N

MI CAMBIO NO ES SOLO MI CAMBIO


Julio Olalla

Newfield Network nació como un espacio de reflexión y acción sobre el


saber y el aprendizaje. En nuestro camino por multiplicar estos espacios
por distintos países encontramos que la crisis de sentido de las personas
se agudizó en los últimos años. En parte, se debe a la poca capacidad y
gimnasia para hacer visible aquello que nos aprisiona: nuestra herencia
histórica.

Desde distintos programas trabajamos por habilitar transformaciones


que vayan más allá de lo íntimo, porque todo cambio personal implica
una modificación también del mundo exterior. Eso es algo que también
podemos notar en todas las reflexiones que estuvimos haciendo este
año junto al equipo editorial.

76

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C O N C L U S I Ó N

En esta última reflexión, que contiene además un espíritu de conclusión,


compartiré algunos conceptos esenciales para liberarnos de las obvie-
dades heredadas y diseñar un futuro donde nos reencontremos con la
alegría de vivir.

Una salida a la crisis de sentido


La humanidad vive una profunda crisis que muestra cómo nuestro pre-
sente entendimiento del aprender y del saber está agotado. La idea de
progreso y éxito está concentrada en la tecnología y la riqueza generan-
do una encerrona. No significa que ambas búsquedas no hayan empuja-
do avances fenomenales. Solo basta ver este periodo embrionario de la
era digital, todo se mira tecnológicamente y nos olvidamos del mundo
interior. Por eso, entre otras cosas, las tasas de depresión del mundo su-
ben día a día.

Es común ver a personas que tienen éxito profesional y financiero y no


conocen la felicidad. Algunas optan por medicarse creyendo que están
enfermas, pero lo cierto es que vivimos colectivamente una profunda
crisis de sentido. Para peor, es un fenómeno que escapa a ser nombrado
y no encuentra un espacio de reflexión donde ser elaborado. Quizás un
ejemplo ayude.

Todo ser humano heredó en esta era una serie de supuestos sobre el
éxito, y esos supuestos no son entendidos como tales, se los vive como
«así son las cosas» y por lo tanto es normal que nunca se los cuestione.
Vivimos llenos de supuestos conscientes y muchos inconscientes. Si no
nos damos cuenta de esos supuestos, ellos se transforman en nuestros
dominadores, nos dictan una forma de vivir. Nuestro «realismo» no es
más que una resignación invisible.

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Recientemente leí una historia de un gran maestro de lo financiero en


Wall Street que amasó millones de dólares y a los 62 años realizó una
gran estafa. Terminó en la cárcel y hace poco murió.

Este hombre, que ya había conquistado lo que en la actualidad se consi-


dera el éxito, aún así ejecutó una gran estafa. ¿No les parece revelador?
El objetivo es más, y ese objetivo no se alcanza jamás. Siempre se puede
tener más. ¿Dónde está el sentido de la existencia dentro de esa historia?
Claramente no está en nosotros, en nuestra alma. Está siempre fuera de
nosotros.

Podemos encontrar otra evidencia de la crisis de sentido planetario en el


suicidio juvenil. Estadísticamente la mayoría de las muertes de personas
de entre 10 y 25 años son por esta causa. Sin embargo, la violencia tam-
bién va hacia afuera. Entre 1990 y 2000 en Chile hubo 50 asesinatos de
jóvenes a manos de otros jóvenes. A su vez, este fenómeno desata gran-
des movimientos de odio, ultranacionalismos y cimbronazos religiosos.
No se dan por arte de magia. Ocurren porque el enojo llena el vacío que
habita en muchas personas que no identifican qué las mantiene prisio-
neras.

Materializar lo invisible
Las crisis creadas con una mirada del mundo, con un nivel de conciencia,
no pueden ser resueltas con esa misma mirada. Aprender a conocer la
mirada que nos trajo hasta acá y liberarnos de ella es un gran aprendiza-
je, un hermoso desafío de nuestro tiempo.

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Las personas están dominadas por las obviedades que nunca han
cuestionado. Piensen en la vejez, un fenómeno que excede el mero paso
del tiempo para volverse un proceso cultural complejo. En el pasado la
ancianidad era sinónimo de honorabilidad y sabiduría. Hoy, para la gran
mayoría de las sociedades, significa despojo y dolor. Envejecer, más allá
del proceso biológico, es también un proceso cultural. Ser anciano en
distintos momentos de la historia es un mismo proceso biológico y una
experiencia cultural distinta.

Si le preguntamos a alguien en la calle qué significa aprender es proba-


ble que nos mire raro y diga que es una pregunta tonta. Sin embargo,
esa pregunta ha tenido muy distintas respuestas a través de la historia y
esas distintas respuestas han generado distintas realidades, y cada una
de esas respuestas fue obvia en su época.

Por eso nuestra búsqueda está apuntada a crear los espacios para que
dejemos de ser esclavos de las respuestas que heredamos.

Desafío, sentido y futuro


Newfield nació de la ilusión de aprender y saber. Luego de trabajar con
miles de personas de distintas nacionalidades entendimos que la crisis
de sentido se agudizó y tenemos una responsabilidad en contrarrestar-
la. Hoy queremos reencontrarnos con la alegría de vivir que supera el
mero deseo personal de transformarse.

Entendemos que el gran camino es generar más espacios donde desa-


fiar la idea de aprender y saber. En la actualidad, ambos conceptos se
están agotando por la insistencia en apuntar a un solo dominio: el de la
ciencia y lo material. Sabemos que las grandes crisis no se resolverán con
más tecnología o con una mejor economía.

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Diseñar y nutrir espacios de reflexión permite trascender, liberar, dar


un chispazo y superar el individualismo que muchos confunden con la
verdadera transformación personal. Puede sonar extraño con la lógica
que vivimos, pero no tiene nada de complicado.

Una vez que los pilares de lo que llamamos sentido común caen apare-
cen nuevas formas de mirar el mundo, de actuar, de encontrarnos con la
belleza, la bondad y la verdad.

Transitar un proceso de transformación, abrir espacios de aprendizaje


y reflexión es parte de la gran invitación que hacemos desde Newfield
Network. Esperamos que puedas sumarte.

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sultora y nuestra fundación, estamos al servicio de acercarnos cada vez más
hacia ese ideal.
Por ello acompañamos procesos de desarrollo y transformación personal, pro-
fesional y colectivo, para promover una nueva forma de aprender, de relacio-
narnos y de ampliar niveles de consciencia.

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