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La piedra de oro de la suerte

En una mañana soleada, Esteban, un adolescente de 15 años se levantaba de


su cama con las mismas ganas de siempre, lánguido y aburrido de la vida que
tenía, ya que siempre le pasaban cosas malas y, además, su padre y madre
seguido lo dejaban solo y eso a él lo ponía triste, porque no veía mucho a sus
padres, sintiendo de esa manera que ya nada bueno podría encontrar en el
mundo. Todos sus días eran iguales, en el colegio nadie le hablaba, siempre
hacia el ridículo en público, ni siquiera sabe cómo, pero lo hacía, perdía su
dinero, la chica que le gustaba tan solo algunas veces lo saludaba, la gente lo
empujaba y entre otras cosas más que el ya no aguantaba. Siempre afirmó que
la mala suerte se había fundido en el desde que nació, porque hasta el día de
hoy nunca le pasó algo bueno. Después de haber pasado otro pésimo día,
Esteban, salió corriendo de la escuela atormentado, llorando y gritando que no
podía vivir más, sabiendo que la gente ni siquiera se interesaría o preocuparía
por él, ya que el se consideraba invisible en la sociedad. Cuando se detuvo
cerca de un barranco lejos de la gente o de alguien que lo escuchara, afligido y
abatido se arrodillo en la tierra y con toda su fuerza empezó a gritar:
¡¡Diositoo!!, ¿porque yo? ¿acaso he hecho algo malo para que me castigues
así? ¿porque me diste mala suerte a mí?, reclamándole a Dios por todo lo malo
que a él le pasaba. Al bajar su mirada nuevamente al suelo no creería lo que
vería, encontró una pequeña piedra de oro muy peculiar que no había visto
nunca era muy diferente a las que conocía, se sorprendió mucho al haber
encontrado algo así, de tal manera que se sintió un poco feliz y volvió en sí,
dejando de lado la salida del suicidio. Guardó la espléndida piedra en su
mochila y fue de regreso a su casa. En 1 hora que llegó nada malo le había
ocurrido en su retorno, por lo que se quedó atónito, para el era algo imposible
de creer. A la mañana siguiente, cuando bajó para desayunar encontró a su
mamá y papá juntos en la mesa esperándolo para comer, Esteban se asustó
demasiado en realidad pensaba que estaba soñando pero era verdad, sus
padres estaban por primera vez en casa, tanto así que hasta se olvidó de
saludarlos, sin embargo, ellos dieron el primer paso, lo abrazaron, le dieron los
buenos días, y empezaron a entablar una conversación muy bonita entre ellos,
cuando salió de su casa rumbo a su escuela, por fin en más de 5 años se
sentía bien consigo mismo, seguía sin poder creerlo. Mas adelante se
acordaría del tesoro que había encontrado en el barranco, busco en su mochila
y sacó la piedra de oro, brillaba más que ayer y por alguna razón le inspiraba
seguridad. Mas adelante, cosas buenas le pasaría a Esteban, se encontraría
dinero, sus amigos que no eran sus amigos, se juntaron con él en recreo si
ningún motivo y empezaron a compartir tiempo juntos, al igual que con la chica
que le gustaba, se topo con ella y cruzaron miradas de tal manera que vio algo
muy hermoso en él y se empezó acercar más a Esteban haciéndose novios en
un par de días, toda la semana fue diferente vivió cosas que jamás pensó
experimentar. En su cabeza siempre tenia esa duda de como paso a tener una
vida desgraciada con mala suerte en todo a una llena de buenaventura y
alegría, una vez más pensó un momento y recordó que desde el día que llevo
esa piedra consigo todo le fue bien, no tuvo duda alguna que esa piedra le trajo
todo lo bueno y se convirtió en su piedra de la suerte, algo así como un trébol
de cuatro hojas, no sabia si agradecer a Dios o al destino por haberse
encontrado la tan maravillosa piedra de oro. La llevaba con el siempre, cuando
iba al colegio, a la calle, a jugar, etc. Un día se levantó muy animado,
entusiasta, seguro de sí mismo con ganas de todo, porque sabia que todo le
saldría bien, y así fue, sus padres nuevamente juntos en la mesa, de camino a
la escuela todo muy bien, etc. Ya en clase, unas psicólogas entraron a su aula
a dar una charla sobre la buena y la mala suerte a Esteban le intereso mucho
escuchar sobre este tema, aunque lo hacía recordar los momentos más
oscuros que vivió. A pesar de eso las psicólogas dijeron algo que dejó muy
pensativo a esteban, dijeron: “La buena o mala suerte no existe, lo mas
importante es nuestra actitud a la hora de hacer frente a las situaciones y
aprender de ellas”. Un mensaje muy claro, que dejo muy cavilante a Esteban,
poniendo en duda su teoría de que la piedra fue la que le dio la buena suerte,
pero luego omitió completamente eso, cuando estaba buscando la piedra en su
mochila se dio con la sorpresa que no estaba allí, entro en pánico por un
momento, dejo de caminar y se quedó quieto, el miedo y la inseguridad
volvieron a él en segundos, y lo único que hizo es correr lo más rápido hacia su
casa, llego bien, pero muy asustado, subió a su cuarto y cuando abrió la puerta
encontró la piedra tirada en el suelo, el color de su piel dejo de ser amarilla y se
tranquilizó un poco, en unos minutos se quedo un poco impactado porque no
entendía como todo su día le había ido bien si no llevo la piedra con él a ningún
lado, eso seria en lo que pensaría toda la noche y no lo dejaría dormir, hasta
que se le vino a la mente la frase que se le quedo grabada en la charla que
escucho en clase, no pudo contener mas eso y al día siguiente busco a la
psicólogas con las cuales habló y pidió su ayuda. Esteban les conto todo lo que
le había pasado y había vivido todos estos años y cómo de la noche a la
mañana todo cambio, las psicólogas viendo todo esto solo le dijeron a Esteban
lo mismo: “La mala suerte no existe, si hubieras tenido mala suerte ¿hubieras
encontrado esa piedra de oro que seria para ti lo que te daría buena suerte?, lo
que viviste fue lo que te llevo a encontrarla, es decir, los malos momentos al
final te trajo cosas buenas, tu solo necesitabas autoconfianza y valentía, y eso
fue lo que tuviste, pero lo viste reflejado es esa piedra de oro, tú mismo se lo
atribuiste.” Esteban cuando salió de la escuela, entendió todo a la perfección,
hasta el punto de llorar, pero de alegría, es como si le hubieran quitado una
venda de los ojos. Cuando tomo en sus manos su piedra de oro de la suerte,
vio su reflejo y sonrió. En la noche fue al barranco donde todo empezó y coloco
la piedra en el mismo lugar donde la encontró con la finalidad de que otras
personas que también hayan pasado lo mismo la encuentren y puedan
reflexionar sobre las cosas malas y buenas que nos pasan, porque todo en
esta vida tiene un propósito y lo que Esteban vivió fue para que reflexione
sobre el destino que uno mismo labra.

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