Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
5ª edición
en pediatría
Protocolos diagnóstico-terapéuticos
Urgencias
en pediatría
Hospital Universitari Sant Joan de Déu
5ª edición
Protocolos diagnóstico-terapéuticos
Hospital Universitari Sant Joan de Déu
Universitat de Barcelona
Los autores y el editor han hecho todo lo posible para asegurarse de que los
tratamientos recomendados en esta obra, incluyendo la elección de fármacos
y sus dosis, estén de acuerdo con las normas y la práctica aceptadas en el
momento de la publicación. Sin embargo, como tanto la investigación como
las regulaciones cambian constantemente las normas clínicas, se insta al
lector a que examine el prospecto del producto incluido con cada fármaco y
que expone las dosis recomendadas, advertencias y contraindicaciones, lo
que es particularmente importante con los fármacos nuevos o poco utilizados.
© 2014 ERGON
C/ Arboleda, 1. 28220 Majadahonda (Madrid)
ISBN: 978-84-15950-35-6
Depósito Legal: M-33841-2013
prólogo
COORDINADORES GENERALES
SECCIÓN 5. NEFROLOGÍA
Coordinadora: Yolanda Fernández Santervás
5.1. Hematuria y proteinuria ................................................... 261
A. Curcoy, J. Vila, M. Ramos
5.2. Hipertensión arterial en las Urgencias Pediátricas............ 273
C. Parra, J.A. Camacho
5.3. insuficiencia renal aguda en niños y adolescentes ........... 295
F. Panzino, A. Vila
5.4. Infección urinaria ............................................................. 310
E. Bonastre, J.A. Camacho, J.J. García
5.5. Púrpura de Schönlein-Henoch ........................................ 320
S. Ricart, J. Vila
5.6. Cólico nefrítico ................................................................ 329
S. Sagué, V. Arias. J.A. Camacho
SECCIÓN 6. ENDOCRINO-METABÓLICO
Coordinadora: Gemma Claret Teruel
6.1. Diabetes ......................................................................... 337
R. Cardona
6.2. Insuficiencia suprarrenal aguda ....................................... 351
S. Marín, M. Torres
6.3. Hipoglucemia .................................................................. 357
N. Sanz, A. Turón
6.4. Trastornos hidroelectrolíticos: sodio ................................ 363
A. Deyà-Martínez, A. Serrano, J.M. Quintillá
6.5. Alteraciones del potasio .................................................. 372
M. Vila, A. Margarit
6.6. Trastornos hidroelectrolíticos: calcio ................................ 380
A. Domingo, W. Fasheh
6.7. Manejo inicial de los pacientes con errores congénitos.... 391
del metabolismo
L. Martínez, N. Lambruschini, E. Castejón,
R. García, M.A. Vilaseca, R. Artuch, Á. García
SECCIÓN 8. CARDIOLOGÍA
Coordinador: José María Quintillá Martínez
8.1. Patología pericárdica aguda ............................................ 495
Y. Jordán, J. Bartrons, M. Rissech, F. Prada
8.2. Taquicardia paroxística supraventricular .......................... 510
F. Panzino, M. Rissech
8.3. Insuficiencia cardiaca ...................................................... 525
C. Bautista, F. Prada
8.4. Síncope .......................................................................... 535
J. Àngel, Y. Fernández
SECCIÓN 9. HEMATOLOGÍA
Coordinador: Carles Luaces Cubells
9.1. Aproximación diagnóstico-terapéutica de los trastornos .... 547
hemorrágicos: plaquetopenia y coagulopatías
T. Toll, R. Berrueco
9.2. Síndrome de lisis tumoral e hiperleucocitosis................... 553
A. Catalá, A. Ruiz
9.3. Anemia aguda. Diagnóstico y tratamiento ....................... 558
R. Berrueco
9.4. Neutropenia febril en el paciente no oncológico .............. 568
L.D. Quiroga, R. Garrido, A. Catalá
Coordinador:
José María Quintillá
3
1.1. ATENCIÓN INICIAL DEL PACIENTE
GRAVE. SISTEMÁTICA DE ACTUACIÓN EN
URGENCIAS
Ll. Delgado, C. Luaces
Apariencia Respiración
5. Anamnesis dirigida.
6. Exploración física detallada y enfocada al problema.
7. Exploraciones complementarias, si están indicadas.
8. Reevaluación constante mientras el paciente está en Urgencias.
9. Diagnóstico diferencial y tratamiento inicial.
10. Ingreso/transporte/derivación.
11. Cuidados definitivos.
La aplicación de la sistemática ABCDE (punto 3 y punto 4) ha
de hacerse de manera ordenada y escalonada: no pasamos a la “B”
hasta que tengamos solucionada la “A” y así sucesivamente.
TA sistólica
Edad FR (lat/min) FC (resp/min) mínima
Lactante 30-60 100-160 > 60 mm Hg
1-3 años 24-40 90-150 > 70 mm Hg
4-6 años 22-34 80-140 > 75 mm Hg
6-11 años 18-30 70-120 > 80 mm Hg
Adolescente 12-16 60-100 > 90 mm Hg
4. PRIORIDADES DE MANEJO
La evaluación mediante el TEP y la sistemática ABCDE nos per-
mite priorizar las intervenciones encaminadas a la estabilización del
paciente. El TEP nos lleva a un diagnóstico fisiopatológico inicial del
paciente, que orienta nuestras prioridades terapéuticas y nuestro ma-
nejo diagnóstico más específico. La sistemática ABCDE nos permite
seguir una secuencia específica de tratamiento sobre los problemas y
10 TABLA 4. Indicaciones de intubación en urgencias.
Fase de la
secuencia ABCD Indicación de intubación
A Incapacidad para mantener la vía aérea permeable
Ausencia de reflejos nauseoso, faríngeo o tusígeno
B Hipoxemia grave
Hipoventilación grave o mantenida
C Inestabilidad hemodinámica refractaria al tratamiento inicial
D Escala de Glasgow ≤ 8 puntos
Escala AVPU con respuesta inadecuada al dolor
Signos de herniación cerebral inminente
amenazas vitales del paciente tan pronto como son identificados, apli-
cando las técnicas de soporte vital, antes de pasar al siguiente paso.
A. Vía aérea
– Maniobras de apertura si la vía aérea no está abierta de forma
espontánea. De forma general utilizaremos la maniobra frente-
mentón, salvo en caso de traumatismo, en el que estará indicada
la tracción mandibular sin hiperextender el cuello.
– Inmovilización cervical, en caso de traumatismo. Inicialmente la
realizaremos de forma manual y posteriormente colocaremos un
collarín cervical, en el momento más adecuado.
– Colocación de cánula de Guedel en el paciente inconsciente que
no es capaz de sostener su vía aérea.
– Valoración del nivel de conciencia para determinar si es posible
mantener la vía aérea abierta espontáneamente (Glasgow > 8,
AVPU como mínimo con respuesta adecuada al dolor) o necesita
intubación.
– Secuencia rápida de intubación, si está indicada (Tabla 4).
– Alternativas a la intubación, si ésta no es posible (mascarilla la-
ríngea, set de cricotiroidotomía…).
B. Respiración
– Oxigenoterapia si hipoxia o dificultad respiratoria. Utilizaremos
el dispositivo más adecuado a las necesidades de oxígeno (ga-
fas nasales, mascarilla venturi, mascarilla de alta concentración,
oxigenoterapia de alto flujo). En el paciente hipóxico el objetivo
inicial es mantener al menos una SatHb del 94%. Si no se logra 11
una SatHb > 90% con mascarilla de alta concentración, hay que
plantearse la necesidad de ventilación asistida. También iniciare-
mos oxígeno con mascarilla de alta concentración en cualquier
paciente inestable o crítico durante su estabilización, hasta que
se pueda determinar que ya no lo requiere.
– Inicio de ventilación con bolsa y mascarilla ante un paciente en
apnea o con ventilación claramente insuficiente, como paso previo
a la ventilación asistida y preparación de la secuencia rápida de
intubación.
– Ventilación no invasiva de rescate en caso de fracaso respiratorio,
si no hay contraindicación.
– Secuencia rápida de intubación y ventilación mecánica invasiva,
si existe indicación (Tabla 4).
C. Circulación
– Canalización de vía venosa periférica en el paciente catalogado
como inestable o en aquél actualmente sin compromiso, pero
con riesgo de empeorar. En caso de alteración circulatoria está
indicada la canalización de 2 vías.
– Bolus de cristaloides (SF o Ringer lactato) a 20 ml/kg si inesta-
bilidad hemodinámica, valorando la respuesta y repitiendo si es
necesario. Bolus de coloides a 20 ml/kg si no hay respuesta.
– Perfusión continua de drogas inotrópicas ante inestabilidad he-
modinámica refractaria al volumen.
– Monitorización más invasiva (sondaje vesical, vía central) en caso
de shock que no responde a los bolus iniciales de líquido.
– Diseño de estrategias terapéuticas en función del tipo de shock,
de su grado y de su posible origen (ver el capítulo específico).
– Concentrado de hematíes si hemorragia con signos de shock.
– Inicio de las compresiones torácicas y activación de protocolos de
reanimación cardiopulmonar avanzada en caso de parada cardiaca.
D. Neurológico
– Tratamiento de la hipoglucemia (bolus de 5 ml/kg de glucosado
al 10%).
– Tratamiento farmacológico en caso de convulsión activa (ver ca-
pítulo específico).
12 – Tratamiento específico de la sospecha de hipertensión intracra-
neal con intubación, ventilación asistida, manitol y suero salino
hipertónico.
E. Exposición
– Cura y aislamiento de heridas, quemaduras, alinemaiento e in-
movilización de fracturas.
– Control de la temperatura.
5. ANAMNESIS DIRIGIDA
Se debe hacer de rápidamente y enfocada al problema detectado
y prestando atención a los aspectos necesarios para el tratamien-
to. Debemos incluir:
TABLA 5. Sospechas etiológicas en función del diagnóstico fisiopatológico. 13
– Signos y síntomas.
– Eventos que han llevado a la lesión o enfermedad.
– Antecedentes patológicos relevantes.
– Alergias.
– Medicaciones.
– Última ingesta de sólidos o líquidos.
14 La literatura anglosajona utiliza el acrónimo SAMPLE (Signs/symp-
toms, Allergies, Medications, Past medical problems, Last food or
liquid, Events leading to the injury or illness).
7. EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
Estas deben estar totalmente enfocadas a los problemas de-
tectados y a monitorizar la efectividad y posibles complicaciones de
las medidas terapéuticas seleccionadas. En la mayoría de los casos
utilizaremos básicamente exámenes de laboratorio y estudios radio-
lógicos. En determinadas situaciones pueden ayudar al diagnóstico
otras exploraciones concretas como ECG, EEG...
BIBLIOGRAFÍA
1. Casado Flores J, Serrano A. Urgencias y transporte del niño grave. Ma-
drid: Ergon; 1997. p. 95-104.
2. Ciurana R, Esqué MT, Carreras E, Domínguez P, Caritg J. Estabilización y
transporte del niño crítico. Sistema de Emergencias Médicas, SA, CatSa-
lut, Departamento de Sanidad y Seguridad Social de la Generalidad de
Cataluña. Sistema de Emergencias Médicas; 2002. p. 85-103.
3. Gausche-Hill MA, Fuchs S, Yamamoto L, eds. The Pediatric Emergency
Medicine Resource APLS. Fourth edition. Sudbury, Ma: Jones and Bar-
lett Publishers, American Academy of Pediatrics, American College of
Emergency Physicians; 2004. p. 20-51.
4. Benito J, Luaces C, Mintegui S, Pou J. Tratado de Urgencias en Pediatría.
Madrid: Ergon; 2005. p. 494-500.
5. Gausche-Hill MA, Fuchs S, Yamamoto L, eds. Manual de referencia para la
emergencia y la urgencia pediátricas. 4ª edición revisada, 1ª edición en espa-
ñol. Acindar. Sudbury, Ma: Jones and Barlett Publishers, American Academy
of Pediatrics, American College of Emergency Physicians; 2007. p. 148-154.
6. Casado Flores J, Serrano A. Urgencias y Tratamiento del niño grave. 2ª
edición. Madrid: Ergon; 2007. p. 461-8.
7. Delgado Diego, L. The Pediatric Assessment Triangle. Curso Intensivo de
Actualización Pediátrica. CIAP 2007. Sociedad Catalana de Pediatría.
8. Delgado Diego, L. Alteración repentina de conciencia. Actitud inicial en
Urgencias. Curso Intensivo de Actualización pediátrica 2009. Sociedad
catalana de Pediatría.
17
1.2. PARADA CARDIORRESPIRATORIA.
REANIMACIÓN CARDIOPULMONAR
J. Payeras, J.M. Quintillá
GENERALIDADES
La parada cardiorrespiratoria (PCR) es la interrupción brusca,
generalmente inesperada y potencialmente reversible de la actividad
mecánica del corazón y de la ventilación espontánea.
En los niños, el principal origen de la PCR es fracaso respiratorio
seguido por el fracaso circulatorio y el fallo cardiaco primario. Se
produce un deterioro progresivo de la función respiratoria y/o circu-
latoria que conducen a hipoxemia e hipoperfusión de los órganos
vitales (principalmente el cerebro) siendo la PCR el suceso terminal.
Las causas respiratorias que con más frecuencia producen PCR
en niños son las obstrucciones anatómicas, inflamatorias o infeccio-
sas de las vías aéreas, neumonía o accidentes (asfixia, inhalación de
gas, traumatismo torácico).
Las alteraciones neurológicas (traumatismos craneoencefálicos,
intoxicaciones, meningoencefalitis, convulsiones, tumores cerebrales)
producen depresión respiratoria y PCR secundaria.
La PCR por fallo circulatorio puede producirse por shock séptico,
anafiláctico o hipovolemia secundaria a hemorragias, deshidratación
o grandes quemaduras.
El fallo cardiaco primario es más frecuente en cardiopatías con-
génitas, sobre todo en el postoperatorio.
Lo expuesto subraya la importancia de reconocer precozmente
los signos de disfunción respiratoria, neurológica o circulatoria para
establecer las medidas terapéuticas adecuadas que constituyen la
primera asistencia y que condiciona, en gran manera, el pronóstico
del niño víctima de una PCR.
Edades en RCP
En términos de reanimación, se considera recién nacido al niño
en el periodo inmediato tras el nacimiento, lactante al niño con edad
entre el primer día (después del período inmediato tras el nacimiento)
y los 12 meses, niño es el que tiene una edad comprendida entre el
año de vida y la pubertad y adulto el paciente que supera la pubertad.
No existe un límite definido entre niño y adulto, quedando a criterio del
reanimador cuando aplica la secuencia de RCP pediátrica o de adulto.
1. Comprobar la inconsciencia
Es ver la respuesta de la víctima a estímulos como hablarle, pe-
llizcarle o darle palmadas teniendo especial cuidado si se sospecha
lesión cervical y siempre protegiendo el cuello.
– Si responde: se dejará como esté siempre que no corra peligro,
se solicitará ayuda si es preciso y se controlará periódicamente
su situación.
– Si no responde, se continuará la secuencia RCPB.
2. Pedir ayuda
Es vital pedir ayuda lo antes posible pero no deben demorarse
las maniobras de RCP.
– Si hay más de un reanimador: uno inicia la RCP y otro activa el
sistema de emergencias, volviendo cuanto antes para colaborar
en la RCP.
19
A Comprobar la inconsciencia
Pedir ayuda
Ventilar
C
Comprobar signos de vida
FIGURA 2. Maniobra
frente-mentón. (Toma-
do de Resuscitation.
2010; 81: 1364-88).
4. Comprobar la respiración
Mediante la maniobra de ver-oír-sentir. El reanimador, mientras
mantiene abierta la vía aérea, aproxima el oído y la mejilla a la boca
del niño para: ver si hay movimientos torácicos, oír si hay ruidos
respiratorios y sentir el aliento en la mejilla. Esta maniobra no debe
durar más de 10 segundos.
– Si el niño respira normalmente, salvo que exista contraindica-
ción (sospecha de lesión cervical) se debe colocar en posición
lateral de seguridad (PLS), activar el sistema de emergencias
y comprobar periódicamente la respiración.
– Si no respira normalmente, deberá iniciarse la ventilación.
FIGURA 3. Técnica
de ventilación en lac-
tantes y niños. (Toma-
do de Resuscitation.
B 2010; 81: 1364-88).
5. Ventilar
Previamente se debe inspeccionar la boca y extraer, si se puede,
cualquier cuerpo extraño que obstruya la vía aérea.
A continuación se realizan 5 insuflaciones de rescate, que deben
ser lentas, tomando aire antes de cada una de ellas y comprobando
el ascenso y descenso del tórax mientras se efectúan. Si el tórax no
asciende, se debe ir modificando la maniobra de apertura de la vía
aérea hasta conseguirlo.
Por lo menos 2 insuflaciones deben ser efectivas, en caso con-
trario debemos sospechar la obstrucción por un cuerpo extraño (ver
actuación más adelante).
– Ventilación boca a boca-nariz (Fig. 3A): es la técnica de elección
en lactantes. Con la boca del reanimador se sella la boca y la
nariz del paciente.
22 – Ventilación boca a boca (Fig. 3B): es la técnica de elección en
niños. La boca del reanimador sella la boca del paciente. Los
dedos pulgar e índice de la mano que sujeta la frente cierran la
nariz haciendo pinza.
7. Compresiones torácicas
Tras colocar al niño sobre un plano duro, se comprime la mitad
inferior del esternón, apoyándose 1 cm por encima del apéndice
xifoides. Se debe deprimir 1/3 del diámetro del pecho, empujando
fuerte y rápido, a una frecuencia de 100 por minuto.
– Técnica en lactantes: a) Si hay 1 solo reanimador, deprime el
esternón con la punta de dos dedos (Fig. 4A). b) Si hay más de 1,
se colocan ambos pulgares con las puntas dirigidas a la cabeza
del niño. El resto de manos y dedos abrazan la caja torácica con
la espalda del lactante apoyada sobre los dedos (Fig. 4B).
– Técnica en niños: se apoya el talón de una mano elevando los
dedos para no ejercer presión sobre las costillas y el brazo ex-
tendido del reanimador se sitúa vertical al pecho de la víctima.
En función del tamaño relativo del niño y del reanimador, puede
ser necesario utilizar ambas manos con los dedos entrelazados
(Fig. 5).
23
FIGURA 4. Técnica
de compresiones en
lactantes. (Tomado de
Resuscitation. 2010;
B 81: 1364-88).
9. Comprobación de la eficacia
Cada 2 minutos se interrumpe la reanimación 10 segundos para
comprobar si se han recuperado signos de vida y respiración.
5. Intubación endotraqueal
La ventilación con bolsa y mascarilla, si se hace correctamente,
puede ser tan efectiva como la ventilación a través del tubo endotra-
28 queal y permite mantener a un niño si se tiene poca experiencia en
intubar o en casos en que la intubación tiene especial riesgo (niño
politraumatizado). Sin embargo, la mejor técnica para el control y
apertura de la vía aérea es su aislamiento mediante la intubación
endotraqueal por lo que se recomienda realizarla tan pronto como
sea posible.
Un intento de intubación no debe exceder de 30 segundos y, si
ocurre una disminución crítica de la saturación o bradicardia, se debe
interrumpir y ventilar nuevamente con bolsa y mascarilla. Por ello es
esencial la planificación y preparación previa del material (Tabla) y su
realización bajo monitorización EKG y pulsioxímetro.
Técnica de intubación
1. Pre-oxigenar: administrar oxígeno al 100% con bolsa y mascarilla.
2. Posicionar la cabeza: lactantes: neutra (olfateo); niños: extensión
proporcionada (mayor cuanto mayor sea el niño).
3. Introducir el laringoscopio desplazando la lengua a la izquierda.
4. Traccionar verticalmente hasta visualizar la glotis.
5. Introducir el tubo por la comisura labial derecha hasta pasar la glotis.
6. Comprobar la posición correcta del tubo: auscultación, vaho en tubo,
capnografía si se dispone.
7. Fijar el tubo.
Soporte circulatorio
La comprobación del pulso y el masaje cardíaco externo se rea-
lizarán según se ha descrito en la RCPB. Mientras no esté intubado
el paciente, la relación compresiones torácicas / ventilación será
15/2 pero, una vez intubado, ya no deben sincronizarse ventilación 29
y compresiones torácicas a fin de minimizar la interrupción de estas
últimas. Se controlará su eficacia mediante monitorización de tensión
arterial y pulsioximetria (valor limitado en casos de shock).
Accesos vasculares
El tratamiento definitivo de la PCR exige el establecer, sin inte-
rrumpir el masaje cardíaco ni la ventilación, un acceso vascular para
la infusión de fármacos y fluidos. Una vez conseguido el acceso
vascular, se deben obtener muestras de sangre para glucemia, ga-
sometría, electrolitos, hemograma y hemocultivo.
– Vía venosa periférica: es la primera elección. Se debe selec-
cionar la más gruesa, accesible, próxima a la circulación central
y cuya canalización no interfiera el resto de maniobras de RCP.
Los sitios más frecuentes son la fosa antecubital y el dorso de
manos o pies. En su defecto, se puede valorar la vena yugular
externa o la safena. No es recomendable, durante la RCP, el ac-
ceso a través de las venas del cuero cabelludo debido al riesgo
de extravasación y necrosis tisular. El dispositivo preferido para
su canalización es el angiocatéter (catéter sobre aguja) pues
es el más estable y con luz más amplia. Elegiremos el de mayor
tamaño posible de acuerdo a la edad del paciente. El tiempo
límite para la canalización de una vía periférica son 60 segundos,
transcurridos los cuales se optará por obtener una vía intraósea.
– Vía intraósea: es un acceso rápido y de fácil aprendizaje que
permite administrar todo tipo de fármacos y fluidos con míni-
mas complicaciones. Está contraindicada en caso de fractura
o punción ósea reciente previa. El lugar recomendado para su
canalización es el extremo proximal de la tibia en menores de 6
años y el maléolo tibial interno en los mayores de esa edad. Para
su canalización se pueden utilizar agujas de inserción manual o
dispositivos de inserción mecánica (Bone Injection Gun). La vía
intraósea debe sustituirse por una vía venosa tan pronto como se
haya estabilizado al paciente. Como máximo puede mantenerse
durante 24 horas.
– Vía venosa central: la canalización de una vía venosa central
requiere experiencia y mucho tiempo por lo que no está indicado
durante la RCP salvo que no se haya podido conseguir otra vía
30 buscando, en tal caso, que no interfiera el resto de maniobras
(vena femoral o safena). La canalización de una vía venosa central
se realiza generalmente una vez se ha recuperado la circulación
espontánea.
– Vía endotraqueal: no se recomienda su uso debido a que la
absorción de medicamentos a través de ella es muy variable. De
todos modos, fármacos como la adrenalina, atropina, lidocaína
y naloxona se pueden administrar por esa vía, como última ins-
tancia, si no se ha logrado otro acceso.
2’ 2’ 2’ 2’ 2’ 2’ 2’
PCR RCE
Ventilar/oxigenar
Acceso io/iv
Fármacos
Intubación
Las 4 H Las 4 T
Hipoxia Neumotórax a tensión
Hipovolemia Taponamiento cardiaco
Hipotermia Tóxicos
Hipo/Hiperpotasemia TEP
Contraindicaciones de la RCP
No debe iniciarse la RCP cuando:
1. Sea el resultado final de una enfermedad terminal e irreversi-
ble.
2. Exista orden de no reanimar en la historia clínica.
3. Haya transcurrido mucho tiempo entre la PCR y la RCP (más de
30 minutos).
4. Aparezcan signos de muerte biológica.
5. Los reanimadores corran peligro.
En caso de duda, se debe iniciar la reanimación.
Suspender una RCP cuando no estaba indicada equivale ética-
mente a no haberla iniciado. Por ello, si durante una RCP se tiene
constancia de que había alguna contraindicación para iniciarla, debe
suspenderse.
Finalizar la RCP
La RCP debe finalizarse cuando:
1. Sea eficaz y se haya recuperado la circulación espontánea.
2. El reanimador esté exhausto o en peligro.
3. Existan otras víctimas con mayores posibilidades de superviven-
cia que necesiten al mismo tiempo soporte vital y no haya otros
equipos de reanimación disponibles.
4. Se haya realizado RCP básica y avanzada durante 20 minutos
sin conseguir la recuperación de la circulación espontánea.
En algunas situaciones excepcionales puede prolongarse la RCP
más allá de los 20-30 minutos:
1. Hipotermia, intoxicaciones o fibrilación ventricular mantenida.
2. PCR en pacientes con monitorización invasiva en que se pueda
valorar la perfusión coronaria de forma continua y asegurar un
gasto cardiaco suficiente para perfundir los órganos vitales.
36 Información a los padres en caso de fallecimiento
Cuando un niño muere, es el líder del equipo quien tiene la obliga-
ción de informar a los padres. Para ello pueden ser útiles las siguientes
recomendaciones:
– Elegir un lugar idóneo, suficientemente privado.
– Confirmar con qué miembros de la familia se está hablando y
qué relación tenían con el niño.
– Referirse al niño por su nombre de pila.
– Explicar claramente que el niño ha muerto (es recomendable
utilizar específicamente la palabra “muerto” o “fallecido”).
– Mantener una actitud profesional exponiendo los hechos de ma-
nera sencilla y clara pero, al mismo tiempo, actuar con empatía
reconociendo y atendiendo las necesidades emocionales de los
padres y familiares.
– Facilitar que los padres puedan ver a su hijo fallecido y per-
manecer un rato con él acariciándolo o en sus brazos. Siem-
pre con el soporte y acompañamiento de algún miembro del
equipo.
– Esperar a que los padres estén en una situación emocional acep-
table para pedir la autorización para la donación de órganos o la
autopsia. No especular sobre el diagnóstico.
– En caso de muerte súbita del lactante o accidente, informar a los
padres de los aspectos médico-legales implicados.
– Interrogar y facilitar la atención de sus necesidades espirituales
y religiosas.
– Ofrecer una entrevista posterior para ampliar la información, co-
mentar sus dudas y valorar la situación del duelo.
– Verificar y dejar constancia del nombre y dirección de los padres,
fecha de nacimiento del niño, hora de llegada a urgencias y hora
de la muerte.
BIBLIOGRAFÍA
1. Carrillo A, López-Herce J. Conceptos y prevención de la parada cardio-
rrespiratòria en niños. An Pediatr (Barc). 2006; 65: 140-6.
2. Calvo C, Manrique I, Rodríguez A. Reanimación Cardiopulmonar Básica
en Pediatría. An Pediatr (Barc). 2006; 65: 241-51.
3. Castellanos A, Rey C, Carrillo, A. Reanimación Cardiopulmonar Avanzada
en Pediatría. An Pediatr (Barc). 2006; 65: 342-63.
4. Gómez Zamora A, Delgado Dominguez MA. Reanimación Cardiopulmonar 37
Avanzada en Pediatria. En: Manual de Cuidados Intensivos Pediátricos.
3ª Edición. Madrid; Publimed: 2009.
5. Biarent D, Binghamb R, Eichc C, López-Herce J, et al. European Resus-
citation Council Guidelines for Resuscitation 2010. Section 6. Paediatric
life support. Resuscitation. 2010; 81: 1364-88. Disponible en: https://
www.erc.edu/index.php/doclibrary/en/209/1/
6. European Resuscitation Council. Manual del curso de reanimación car-
diopulmonar básica y avanzada pediátrica (Europeo de Soporte Vital
Pediátrico). Edegem (Bélgica): Guías del ERC; 2010.
38
1.3. ACTUACIÓN EN URGENCIAS ANTE EL
NIÑO EN COMA
F.J. Cambra
CONCEPTO
Se define como un estado de disminución del nivel de conciencia
que condiciona una incapacidad de respuesta a estímulos externos
y necesidades internas. Para una correcta actuación el coma debe
abordarse como un síntoma que acompaña a diversas situaciones
clínicas y no como una enfermedad.
Términos como somnolencia, letargia o estupor describen di-
ferentes niveles de profundidad del coma, aunque se utilizan cada
vez menos al resultar muy subjetivos. La descripción cuidadosa del
estado clínico y su respuesta frente a diversos estímulos constituye la
forma idónea de caracterizar los trastornos de la conciencia y el coma.
La evaluación en urgencias de un niño en coma tiene como primer
objetivo identificar y tratar situaciones de riesgo vital. En un segundo
tiempo se realizarán las exploraciones encaminadas a esclarecer la
causa y localizar la lesión, y se aplicarán las medidas terapéuticas
adecuadas.
FISIOPATOLOGÍA
La corteza cerebral y el Sistema Reticular Ascendente (SRA) cons-
tituyen las estructuras fundamentales implicadas en el mantenimiento
del nivel de conciencia. Precisan para su correcto funcionamiento
una oxigenación y una ventilación adecuadas y una situación hemo-
dinámica que permita un flujo sanguíneo efectivo para satisfacer las
demandas energéticas cerebrales.
El daño en las neuronas del SRA y/o el córtex cerebral producirá
una alteración de gravedad variable en el nivel de conciencia, este
daño puede esquematizarse de la siguiente forma:
– Afectación de ambas estructuras de manera difusa.
– Lesión del Sistema Nervioso Central (SNC) infratentorial. La agre-
sión directa por compresión o destrucción del SRA generará
directamente una afectación del nivel de conciencia.
– Lesión del SNC supratentorial. Inicialmente provoca disminución del 39
nivel de conciencia. A medida que progresa la lesión, se favorece
el desarrollo de herniación cerebral, afectando al troncoencéfalo
(y, por tanto, del SRA) y produciendo el coma. De esta manera,
las lesiones hemisféricas localizadas pueden producir focalidad
neurológica pero no provocan disminución del nivel de conciencia a
menos que afecten de forma difusa a ambos hemisferios cerebrales
o distorsionen o desplacen las estructuras troncoencefálicas.
La hipoxia y el edema cerebral de causa diversa suponen el me-
canismo fisiopatológico principal del coma en el paciente pediátrico.
ETIOLOGÍA
Las causas más frecuentes de coma en el niño son las infec-
ciones del SNC, las infecciones sistémicas graves, el traumatismo
craneoencefálico (TCE), la hipoglucemia, las intoxicaciones, las crisis
comiciales y los estados postcríticos.
En el período neonatal destaca la encefalopatía hipóxico-isqué-
mica. En el lactante y niño pequeño las infecciones del SNC, las
infecciones sistémicas graves, la hipoglucemia y las metabolopatías.
En niños mayores y adolescentes destaca el coma traumático y
las intoxicaciones. En todos los grupos de edad hay que tener en
cuenta la posibilidad de estatus convulsivo, intoxicación y accidente
cerebrovascular.
Es interesante abordar el análisis del coma dividiendo éste en
estructural y metabólico. En la Tabla 1 se detallan las causas de
coma atendiendo a esta división y en la Tabla 2 se enumeran las
características diferenciales entre ambas entidades.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Existen una serie de cuadros que requieren un diagnóstico dife-
rencial con el coma:
– Patología psiquiátrica como la histeria o la esquizofrenia.
– Hipersomnia: consiste en una exageración del sueño fisiológico
durante el cual el niño duerme profunda y prolongadamente y le
cuesta despertar.
– Narcolepsia: es un sueño irresistible de comienzo súbito. A di-
ferencia del coma, se puede despertar al paciente, pero vuelve
a dormirse rápidamente.
40 TABLA 1. Etiología del coma en la infancia.
Coma • Traumatismo craneoencefálico
estructural • Infecciones del SNC (absceso, empiema)
• Tumores del SNC
• Alteraciones vasculares (hemorragia intracraneal,
enfermedad oclusiva vascular)
• Otras causas (hidrocefalia, pseudotumor cerebri, migraña
basilar,…)
Coma • Encefalopatía hipóxico-isquémica
metabólico • Intoxicaciones
• Alteraciones medio interno cerebral (hipoglucemia,
diselectrolitemias, hiperamoniemia, uremia, alteraciones
endocrinológicas,…)
• Infecciones (meningoencefalitis, ventriculitis, sepsis)
• Trastornos convulsivos (crisis comicial, estado postcrítico)
Estructural Metabólico
Edad Predomina en niños mayores Predomina en lactantes y
niños pequeños
Instauración Rápida Progresiva
Causas más • TCE Hipoxia-isquemia
frecuentes • Infección SNC Hipoglucemia
• Hemorragia intracraneal Hiponatremia
• Tumor intracraneal Intoxicación
Insuficiencia renal
Insuficiencia hepática
Focalidad Frecuente Generalmente afectación
neurológica simétrica
Hallazgos Afectación supratentorial: Respuesta pupilar
físicos progresión rostro-caudal, edema habitualmente conservada
de papila, focalidades, signos de Movimientos oculares
herniación uncal y transtentorial conjugados
Afectación infratentorial: Ausencia de asimetrías
anomalías pupilares, alteración motoras
reflejos oculocefálico y Movimientos anormales
oculovestibular, alteración de pares frecuentes.
craneales, signo de Babinski
A Alerta
V Responde a la Voz
P Responde sólo al dolor (Pain)
N No responde (Unresponsive)
Reconocimiento primario-prioridades
A. Vía aérea
– Hay que valorar la estabilidad de la vía aérea e iniciar maniobras
de apertura de la misma si es necesario, teniendo en cuenta la
posibilidad de lesión de la columna cervical según el contexto.
– En el paciente sin respuesta puede requerirse la aspiración de
secreciones y la colocación de una cánula de Guedel.
– En esta fase podemos plantearnos ya la necesidad de intubación
si la vía aérea es insostenible o no observamos reflejos protectores
de la misma.
B. Respiración
– Se debe monitorizar la FR y la SatHb y valorar la presencia de
signos de dificultad respiratoria.
– En todos los casos iniciaremos oxigenoterapia y valoraremos
la necesidad de ventilación con bolsa y mascarilla si apnea o
bradipnea.
– En esta fase podemos plantearnos la necesidad de intubación
si hay una dificultad respiratoria importante en un paciente que
no responde o si hay apneas.
44 C. Circulación
– Determinaremos de forma precoz la glucemia capilar y trataremos
la hipoglucemia si existe (5 ml/kg de glucosa al 10%).
– Valoraremos el estado hemodinámico (FC, TA, pulsos, relleno
capilar, color y temperatura de la piel).
– Canalizaremos una vía venosa y extraeremos muestra de sangre
para analítica.
– Administraremos volumen (SF 20 ml/kg) si signos de shock.
D. Neurológico
– Valoración del nivel de conciencia con la escala AVPU.
– Valoración de las pupilas (tamaño, simetría y reactividad).
– En esta fase es prioritario buscar signos de hipertensión intra-
craneal (tríada de Cushing, anisocoria…) y tratarla.
– Valorar signos de crisis comicial activa (hipertonía, movimientos cló-
nicos, desviación conjugada de la mirada con componente clónico).
– La administración empírica de naloxona o flumazenil como me-
dida, tanto diagnóstica como terapéutica, puede ser de utilidad
si se sospecha intoxicación por mórficos o benzodiacepinas res-
pectivamente. El flumazenil estaría contraindicado en la sospecha
de intoxicación por antidepresivos tricíclicos.
Reconocimiento secundario
Tras la estabilización y reanimación inicial se realizará una anam-
nesis, exploración clínica y exploraciones complementarias dirigidas
a identificar la causa del coma. Además, se instaurarán las medidas
de monitorización adecuadas a la situación clínica.
Anamnesis
Una adecuada anamnesis permitirá un acercamiento diagnóstico.
Este interrogatorio puede ser realizado a la familia por otro facultativo
mientras se realizan las maniobras iniciales. Se debe preguntar:
– Enfermedad de base relevante (portador de derivación ventricu-
loperitoneal, insuficiencia hepática, insuficiencia renal, metabo-
lopatía, discrasia sanguínea, cardiopatía congénita embolígena,
migraña, epilepsia, diabetes mellitus).
– Antecedentes familiares de migraña, epilepsia, psicosis o ence-
falopatías heredodegenerativas.
– Medicación habitual: terapia anticoagulante, antiepilépticos, etc. 45
– La forma de instauración orientará hacia una etiología estructural
o metabólica.
– Primer episodio o recurrencia. El carácter recurrente del coma
inducirá a descartar procesos metabólicos, como los errores
innatos del metabolismo de los carbohidratos (hipoglucemia
por glucogenosis) o acidosis orgánicas (leucinosis, lacticoaci-
duria).
– Historia previa al inicio de la alteración de la conciencia:
- Traumatismo craneal. Puede haber ocurrido horas antes (he-
matoma epidural) o incluso en días previos (hematoma subdural
subagudo o crónico).
- Posibilidad de intoxicación. Se tendrá en cuenta siempre la
posibilidad de intoxicación voluntaria o accidental ante un es-
tado de coma de etiología poco clara, se investigará exhaus-
tivamente la posibilidad de ingesta de fármacos o drogas a los
que el niño haya podido tener acceso.
- Cirugía en días previos (embolia, accidente anestésico, altera-
ción electrolítica).
- Infección área ORL. Una sinusitis o infección odontológica
puede dar lugar a una trombosis de seno venoso, empiema
subdural o absceso frontal.
- Cuadro de excitabilidad neuronal (delirios, alucinaciones, tem-
blores, convulsiones) o de depresión neurológica (somnolencia,
letargia) previo.
- Sintomatología acompañante:
· Signos de proceso infeccioso del SNC: fiebre o febrícula,
rigidez de nuca, cefalea, vómitos.
· Signos de hipertensión intracraneal HTIC: cefalea, vómitos
en escopetazo o matutinos/nocturnos, alteración del carác-
ter y del rendimiento escolar, crisis comiciales, trastornos
visuales.
Exploración física
Se realizará un examen clínico general y completo por apara-
tos. Se buscarán especialmente: fiebre, signos de deshidratación,
cianosis, ictericia, exantemas, hematomas o equimosis, señales de
venopunción, signos meníngeos y fetor cetonémico.
46 TABLA 5. Interpretación de las alteraciones del tamaño pupilar.
Exploraciones complementarias
Se individualizarán según la situación clínica del paciente, la acce-
sibilidad de la técnica y, sobre todo, según la sospecha diagnóstica.
No hay ninguna exploración complementaria que tenga prioridad
sobre las maniobras de estabilización inicial.
Podemos considerar dos grupos de exploraciones complemen-
tarias. Las básicas o de primer escalón son las que habitualmente
se realizan en urgencias durante las primeras horas de la atención
48 TABLA 7. Correlación entre localización de la lesión y déficit motor y de pares
craneales.
Monitorización
Todo niño en coma debe ser sometido a una monitorización
multiparamétrica y contínua. La monitorización básica, que se inicia
desde urgencias, incluirá:
– Temperatura.
– Frecuencia cardíaca.
– Electrocardiograma.
– Frecuencia respiratoria.
– Saturación de hemoglobina.
– Tensión arterial.
– Diuresis (espontánea o por sondaje vesical).
– Según el estado clínico, monitorización invasiva de PVC y PA.
– De forma periódica se repetirán evaluaciones del nivel de con-
ciencia y de la glucemia capilar.
Existen además una serie de medidas destinadas a la monitoriza- 51
ción neurocrítica del paciente, fundamentalmente en aquellos casos
en los que se necesita valorar la evolución del niño con alteraciones
del nivel de conciencia en el contexto de hipertensión intracraneal
como sucede en el caso de traumatismos craneales, meningoence-
falitis o alteraciones metabólicas. Son técnicas propias de la Unidad
de Cuidados Intensivos:
– Monitorización de la presión intracraneal (PIC) y presión de per-
fusión cerebral.
– Saturación venosa en el bulbo de la yugular (SjO2).
– Presión tisular de O2 (PtiO2).
– Índice biespectral (BIS).
– Saturación cerebral transcutánea por espectroscopia próxima a
infrarrojos.
– Microdiálisis cerebral.
Medidas generales
– Movilización y postura. En el caso de pacientes traumatizados,
es necesario inmovilizar la columna cervical mediante un collarín
y mover el resto de la columna en bloque. Si no existe contraindi-
cación, la posición idónea del paciente será en decúbito supino,
con la cabeza en posición neutra y a unos 30° de inclinación
con respecto al plano horizontal, para facilitar el drenaje venoso
yugular.
– Es conveniente utilizar un colchón neumático antiescaras y realizar
movilizaciones pasivas y fisioterapia para evitar posturas anómalas
y úlceras de decúbito.
52 – Realizar cuidados oculares, con instilación de lágrima artificial y
protección corneal con pomada epitelizante.
– Todos los niños en situación de coma agudo y una valoración en
la escala de Glasgow de 8 o menos deben intubarse de forma
electiva y ventilar mecánicamente.
– Evitar estímulos más o menos directos (ruido, punciones, aspi-
ración de secreciones), fundamentalmente si existe hipertensión
intracraneal, ya que contribuyen a elevar la PIC. Se reducirá su
frecuencia al mínimo imprescindible y se administrará sedoanal-
gesia previa.
– Evitar los líquidos hipotónicos como el glucosado (a no ser que se
constate hipoglicemia) o el Ringer lactato ya que pueden propiciar
o empeorar el edema cerebral. Es aconsejable la utilización de
suero salino fisiológico en las fases iniciales.
– Tratar la posible hipovolemia mediante expansores plasmáticos
como la seroalbúmina o la fracción de proteínas plasmáticas
(PPF) a dosis de 10-15 ml/kg. El suero salino hipertónico a con-
centraciones del 4 o 6% es muy útil como expansor plasmático
y para disminuir la presión intracraneal.
– Si tras asegurar la volemia no se consigue una situación he-
modinámica correcta, se administrarán fármacos inotrópicos en
perfusión continua.
– Medir la diuresis horaria mediante sondaje vesical y su conexión
a un aparato de medida.
– Mantenimiento de una Hb superior a 10 g/dl para asegurar un
adecuado transporte de O2. Si es inferior pueden estar indicadas
las transfusiones de concentrados de hematíes.
– Mantener niveles correctos de glucemia (entre 80 y 120 mg/dl).
– Mantener normalidad del equilibrio ácido-básico y del ionograma.
– Sondaje gástrico para el vaciamiento por gravedad del contenido
gástrico, minimizando el riesgo de aspiración y utilización de
protectores de la mucosa gástrica para evitar el ulcus de estrés
(omeprazol o ranitidina).
– Iniciar la nutrición precoz del paciente mediante sonda gástrica o
duodenal y, si no es factible, comenzar una nutrición parenteral.
– Vigilar y tratar enérgicamente las convulsiones y atender a los
trastornos endocrinos que puedan aparecer, como secreción ina-
decuada de ADH, diabetes insípida, síndrome de pérdida salina.
Tratamiento específico 53
En los niños en coma en los que no exista un tratamiento es-
pecífico para su etiología ,se intentará disminuir el daño secundario
mediante el tratamiento de soporte mientras se consigue la estabi-
lización de las lesiones primarias.
Tratamiento quirúrgico
Siempre que exista un proceso intracraneal tributario de trata-
miento quirúrgico se llevará a cabo de manera urgente: derivación
de líquido cefalorraquídeo en el caso de hidrocefalia, drenaje de
hematomas o evacuación de lesiones ocupantes de espacio.
Tratamiento de la HTIC
1. En primer lugar, se debe profundizar en la sedoanalgesia y relajar
al paciente mediante agentes curarizantes como el rocuronio o
el cisatracurio.
2. Si no se controla con la sedación, la siguiente medida consiste en
administrar manitol al 20%. Se utiliza únicamente en momentos
de incremento de la PIC en bolus rápido (< 10’) a dosis de 0,5
a 1 g/kg de peso. Se repondrá la diuresis producida tras su
administración con suero fisiológico aproximadamente durante
2 horas, es importante realizar controles de la osmolaridad del
suero, evitando que ésta sea superior a 320 mOsm/L. El suero
salino hipertónico (SSH) es eficaz en el tratamiento del paciente
chocado al aumentar el volumen intravascular, y en el tratamiento
de la hipertensión intracraneal al disminuir la cantidad de agua
intracerebral sin producir hipovolemia, por lo que puede ser muy
útil en el niño politraumatizado. Es preferible al manitol si el niño
tiene natremia inferior a 135 mEq/L o si hay inestabilidad he-
modinámica. Se utiliza habitualmente a concentraciones del 4
o del 6% y a dosis de 4-6 ml por kg de peso a pasar en 15-20
minutos.
3. La hiperventilación moderada en los pacientes ventilados me-
cánicamente (PaCO2 entre 30-35 mmHg) y profunda (PaCO2 25-
30 mmHg) produce vasoconstricción cerebral, disminución del
aporte de sangre y, consiguientemente, disminución de la PIC.
No obstante, puede producir isquemia, por lo que es importante
utilizar métodos para valorar el estado de perfusión cerebral,
54 como la monitorización de la saturación del bulbo de la yugular
(SjO22) o PtiO2, y el estudio de los flujos cerebrales mediante
Doppler transcraneal. No debe utilizarse sin analizar esos factores
a no ser en situaciones de grave riesgo de herniación cerebral
(midriasis arrefléctica, posturas anómalas), por ejemplo, en el lugar
del accidente o en el traslado del niño. En tal caso se realizará
puntualmente y el menor tiempo posible.
4. Coma barbitúrico. Debe indicarse en la hipertensión intracra-
neal refractaria a otras medidas, y no como profilaxis. La dosis
de tiopental es de 5 mg/kg en bolus inicial y un mantenimiento
en torno a los 2-5 mg/kg hora. Como efectos secundarios des-
tacan la hipotensión arterial y depresión miocárdica, hipotermia,
complicaciones sépticas, hipernatremia e hipokaliemia.
5. Los corticoesteroides deben restringirse a los niños con tumo-
res cerebrales para disminuir el componente inflamatorio y en
diversos casos de meningitis y encefalitis, fundamentalmente en
las encefalomielitis diseminadas y también en casos de lesiones
vasculíticas. No tienen utilidad en lesiones hipóxicas. Actualmente
en el traumatismo craneal los corticoides pueden estar indicados
solo en contusiones cerebrales únicas.
6. La craniectomía amplia con apertura de la duramadre es una op-
ción para niños con hipertensión craneal refractaria a otras medi-
das, ocasionada por traumatismo craneal, accidentes vasculares
cerebrales hemorrágicos o isquémicos y encefalitis, pudiendo ser
muy efectiva para controlar la hipertensión intracraneal.
PRONÓSTICO
Dependerá fundamentalmente de la etiología del cuadro y de
una serie de factores: un coma que se mantiene igual o se intensifica
en las primeras 24 horas ya indica una especial agresividad. Una
valoración en la escala de Glasgow en su espectro más bajo indica
un peor pronóstico vital y en cuanto a secuelas. La presencia de
potenciales evocados auditivos de tronco alterados también indican
mal pronóstico, lo mismo que la etiología anóxica, la necesidad de
ventilación mecánica, menor edad, persistencia del coma durante
más de 15 días, falta en el EEG de la recuperación del ritmo alfa,
dificultad para regular la adaptación cardiovascular y la temperatura
corporal.
Es fundamental mantener una relación próxima con los padres
del paciente desde el primer momento, ya que la incertidumbre res-
pecto a las posibilidades futuras producirá una gran ansiedad y aun-
que en las situaciones más graves se intente mantener un mensaje
esperanzador, no podrá rehuirse la realidad, debiendo comentarse
honestamente las posibles evoluciones.
BIBLIOGRAFÍA
1. Bennet TD, Statler K D, Kexgenski E K,Bratton S C. Osmolar therapy in
pediatric traumatic brain injury. Crit Care Med. 2012; 40: 208-15.
2. Bowker R, Green A, Bonham JR. Guidelines for the investigation and
management of reduced level of consciouness in children: implications
for clinical biochemistry laboratories. Ann Clin Biochem. 2007; 44 (Pt 6):
506-11.
3. Cambra FJ, Pastor X. Coma: Etiología, fisiopatología y diagnóstico. En:
Cruz M, ed. Tratado de Pediatría. 10ª Ed. Madrid: Ergon; 2011. p. 2007-
17.
4. Cambra FJ, Lasuén N, Palomeque A. Coma: etiología, fisiopatología y
diagnóstico. An Pediatr Contin. 2008; 6: 191-202.
56 5. Hernández A, Rubio F, Quintero S. Coma: Tratamiento. An Pediatr Contin.
2008; 6: 203-10.
6. Kochanek PM, Carney N, Adelson PD, et al. Guidelines for the acute
medical management of severe traumatic brain injury in infants, children,
and adolescents-Second edition. Pediatric Crit Care Med. 2012; 13:
S1-S82.
7. Mencía S, Sanavia E, Lavefer SN, López Herce J. Monitorización del es-
tado de conciencia y la sedación. En: López Herce J, et al (eds). Manual
de Cuidados Intensivos Pediátricos. 4ª ed. Madrid: Publimed; 2013. p.
1008-12.
8. Reilly PL, Simpson DA, Sprod R, Thomas L. Assessing the conscious
level in infants and young children: a paediatric version of the Glasgow
coma scale. Childs Nerv Syst. 1988; 4: 30-3.
57
1.4. SHOCK EN LA EDAD PEDIÁTRICA
M. Pons, Ll. Hernández, J.M. Quintillá
DEFINICIÓN
Síndrome clínico con alteración aguda de la función macro y
microcirculatoria que conduce a una insuficiencia de la perfusión
tisular en relación a las necesidades metabólicas del tejido.
INCIDENCIA
La incidencia global del shock no es conocida, pero en otros
países como EE.UU. se conoce la incidencia del shock séptico en
la población general que se estima en 100.000 casos/año para una
población de 200 millones de habitantes. En la infancia no existen
suficientes estudios epidemiológicos como para saber lo que supo-
ne en nuestro medio, aunque se ha encontrado una incidencia de
56-60 sepsis/100.000 niños, incidencia que es mucho más alta en
menores de 1 año (500-900/100.000), disminuyendo posteriormente
(20/100.000). Así, los pacientes neonatales suponen más de un 33%
del total y los menores de 1 año entre un 48-66%.
ETIOLOGÍA
Básicamente podemos considerar tres grandes grupos:
– Shock hipovolémico, se divide en hemorrágico y no hemorrágico.
– Shock cardiogénico.
– Shock distributivo, dentro de este grupo se incluye shock séptico,
shock anafiláctico, shock espinal, etc.
En algunos textos se contempla también el shock disociativo,
aquel en que la insuficiencia de la perfusión tisular es secundaria
a alteraciones en el transporte de oxígeno, como por ejemplo la
intoxicación por cianuro o monóxido de carbono, pero dada su baja
incidencia y su diferente mecanismo fisiopatológico preferimos sólo
citarlo.
58 MANIFESTACIONES CLÍNICAS
La clínica del shock, independientemente de su etiología, se basa
en la expresión de cada sistema de la situación de perfusión tisular
insuficiente junto con las respuestas compensadoras iniciadas por
el organismo.
En la fase inicial o de shock «caliente» observaremos:
– Piel caliente.
– Llenado capilar normal.
– Taquicardia.
– Tensión arterial normal.
Así pues, observaremos en el shock instaurado:
– Piel pálida-grisácea o moteada.
– Enlentecimiento del llenado capilar.
– Frialdad en partes acras.
– Aumento de la temperatura diferencial.
– Taquipnea.
– Taquicardia.
– Pulsos periféricos débiles.
– Hipotensión arterial.
– Oligoanuria.
– Estupor, obnubilación.
– Sangrado activo en puntos de punción.
EXÁMENES COMPLEMENTARIOS
Los exámenes irán destinados a conocer el origen del shock y a
monitorizar la evolución del mismo:
• Estudios de monitorización:
– Oximetría.
– Equilibrio ácido-base.
– Ácido láctico.
– Saturación venosa mixta.
– Función renal, hepática, coagulación.
– Hemograma y fórmula leucocitaria.
Siempre en un segundo término, se procederá a realizar los exá-
menes que nos conduzcan a un diagnóstico exacto.
• Estudios etiológicos:
– Cultivos bacterianos en sangre, orina y LCR.
– Serologías víricas (especialmente en la edad neonatal).
– Punción-lavado peritoneal, fibrogastroscopia. 59
– ECG, ecocardiografía.
– Resonancia magnética, en los casos de shock de origen es-
pinal.
– Niveles de fármacos (barbitúricos), tóxicos (cianuro).
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
En el período neonatal se deberá diferenciar de las situaciones de
descompensación metabólica secundaria a enfermedades por déficit
enzimático. Dentro de las causas de shock neonatal se deberá discri-
minar entre el shock séptico y el shock cardiogénico por coartación
aórtica severa o hipoplasia de cavidades izquierdas.
En el resto de períodos (lactantes, escolares y adolescentes), un
tiempo mínimo de observación nos permitirá diferenciar el shock de
otros procesos de menor entidad como la reacción hipotensiva por
dolor intenso, etc. La orientación etiológica del shock, fundamental
para instaurar un tratamiento precoz, se basará en una adecuada
anamnesis (antecedentes de alergia, ingesta de tóxicos, traumatismo
o proceso febril), una exploración minuciosa (presencia de petequias,
hipoventilación marcada en un hemitórax, gradiente de presión arterial
entre extremidades superiores e inferiores, lesiones externas en región
costal inferior o hipocondrio).
TRATAMIENTO
En el manejo del shock existen unos criterios básicos comunes
a sus tres grandes grupos:
1. Garantizar el aporte de oxígeno.
2. Soporte nutricional adecuado.
3. Soporte hemodinámico.
4. Control homeostasis interna (electrólitos, glucemia, hematocrito).
PRONÓSTICO
El pronóstico es muy variable en función de la etiología del shock.
El shock hipovolémico por lo general presenta un buen pronós-
tico, a excepción de los casos en que exista una lesión hemorrágica
irresoluble (como puede ser una rotura aórtica), o por el retraso exista
instaurado un fallo multiorgánico. En general, la pérdida aguda de un
volumen superior al 30% supone riesgo de muerte.
60
Shock hemorrágico
No obstructivo Obstructivo
BIBLIOGRAFÍA
1. Rogers MC. Textbook of pediatric intensive care. 3rd ed. Baltimore: Wi-
lliams& Wilkins; 1996. p. 576-98.
2. Ruza F. Tratado de Cuidados Intensivos pediatricos. 3ª ed. Madrid: Norma;
2003. p. 351-77.
3. Pons M. Shock. En: Guía terapéutica en cuidados intensivos pediátricos.
4ª ed. Barcelona: Ergon; 2007. p. 52.
4. Alonso MT, De Carlos JC, Gil J, Pinto I, Quintillá JM, Sánchez JI. Docu-
mento de consenso SECIP-SEUP sobre manejo de sepsis grave y shock
séptico en pediatría. Madrid, 2009. Disponible en: http://www.seup.org/
pdf_public/pub/consenso_sepsis_shock.pdf
62
Reconocimiento precoz de la sepsis: En cualquier momento:
• Hiper- o hipotermia • Líquidos: mientras no se
• Taquicardia consigan objetivos
Minuto 0 • Alteración de la perfusión periférica (PVC 8-12 cmH2O) y
(relleno capilar alargado) no haya signos de
• Alteración del nivel de conciencia o sobrecarga
del estado mental • [Hematíes]: Si SvcsO2
• Hipotensión (no imprescindible, < 70%, para mantener
ya que es un signo tardío) Hto = 30%/Hb = 10 g/dl
• Mantener Glucemia
1. ABC 80-150 mg/dl
2. Oxígeno en mascarilla con reservorio
3. Valorar necesidad de intubación
(ketamina es el sedante de elección)
4. Monitorización: FC, FR, ECG, SatO2,
TA no invasiva
5. Canalización de 2 vías periféricas.
Si no vía periférica, canalizar vía IO
0-30 minutos
(sedoanalgesia)
6. Muestra para analítica (debe incluir
hemograma, PCR, PCT, EAB,
ionograma, glucemia, lactato,
coagulación, hemocultivo)
7. SF 20 ml/kg en 5-10 minutos Objetivos de buena
a. Usar manguito a 300 mmHg o respuesta:
presión manual • Normalizar nivel
b. Repetir hasta objetivos o signos conciencia
sobrecarga (hepatomegalia, • Normalizar FC
edema pulmón) • Normalizar relleno
8. Iniciar antibióticos (dosis de antibiótico capilar
dentro de la primera carga de volumen) • Normalizar TA
No respuesta
Adrenalina Noradrenalina
No respuesta
.../...
No respuesta
GENERALIDADES
Definimos trauma pediátrico como el daño corporal que sufre
un niño a consecuencia del intercambio de energía que se produce
en un incidente. Es, a nivel mundial, la principal causa de muerte
y discapacidad en niños por encima del año de edad. Sus causas
más frecuentes son los accidentes de tráfico, los ahogamientos, el
maltrato infantil, las quemaduras y las caídas.
El 80% de los traumas pediátricos son cerrados. Los niños tienen
características anatómicas y fisiológicas que justifican patrones de
lesión diferentes a los adultos. Tienen una cabeza proporcionalmente
más grande que explica una incidencia relativamente mayor de le-
siones cerebrales. Además, su masa muscular y tejido subcutáneo
son menores y las costillas y huesos más elásticos, esto hace que
la energía del impacto se transmita con más facilidad a los órganos
subyacentes como los pulmones y las vísceras abdominales. Por
ello, ante cualquier traumatismo de alta energía debe considerarse
siempre la posibilidad de lesiones internas aun en ausencia de signos
externos.
El concepto de niño politraumatizado implica la presencia de
lesiones en uno o más órganos que ponen en peligro su vida o su
supervivencia sin secuelas. Requiere una evaluación rápida y orde-
nada a fin de establecer lo antes posible cuáles son los problemas
prioritarios y solucionarlos inmediatamente. Además, es esencial an-
ticiparse a las lesiones potencialmente más graves basándose en un
elevado índice de sospecha. Para implementar esto, se precisa una
secuencia de abordaje estructurado por un equipo multidisciplinar
donde cada miembro tiene asignada unas tareas determinadas. La
AITP es una metódica de actuación cuyo objetivo es lograr la mayor
supervivencia posible sin secuelas. Los componentes de la metódica
AITP se resumen en la Figura 1.
65
Reconocimiento Reconocimiento Cuidados
PRIMARIO SECUNDARIO DEFINITIVOS
1 2 3
A. Vía aérea permeable 1. ANAMNESIS 1. Traslados
y estabilización (ALMERIA) 2. Exploraciones
cervical 2. Exploración física: complementarias
B. Respiración: exploración 3. Intervenciones
oxigenación, completa, 4. UCIP
ventilación asistida, craneocaudal por 5. Cuidados
descompresión secciones definitivos
pleural 3. Intervenciones
C. Circulación: control 4. Exploraciones
de hemorragia complementarias
externa, infusión de
líquidos endovenosos
D. Exploración
neurológica rápida
E. Exposición (desnudar
completamente al
paciente)
– Integración RCP
– Analgesia y sedación
– Monitorización continua y reevaluación de constantes vitales, tubos, sondas,
catéteres...
2. Control cervical
Si no se había colocado collarín cervical en la asistencia pre-
hospitalaria, se debe realizar inmovilización bimanual desde el inicio
y de forma simultánea a las otras maniobras. En esta fase no es
prioritaria la colocación del collarín cervical. Puede realizarse una
vez estabilizada la vía aérea o se puede diferir al reconocimiento
secundario siempre que algún ayudante pueda mantener la fijación
cervical bimanual.
3. Vía aérea
Si existe inconsciencia, ruidos respiratorios anormales, tiraje o
respiración irregular, se seguirán los pasos siguientes:
a. Apertura de vía aérea: mediante las maniobras de tracción
mandibular o triple maniobra modificada. Está contraindicada la
hiperextensión cervical (maniobra frente-mentón).
b. Limpieza de cavidad orofaríngea: extracción de cuerpos ex-
traños y aspiración de secreciones con sonda gruesa o sonda
rígida de Yankauer.
c. Mantenimiento de la vía aérea permeable:
– Cánula orofaríngea: indicada en el paciente inconsciente
que la tolera. No se recomienda si está agitado. En niños con
posible traumatismo facial se recomienda introducirla con la
convexidad hacia arriba, ayudándose con un depresor. Su utili-
dad es transitoria ya que si un niño tolera la cánula orofaríngea
TABLA 2. Indicaciones de la intubación endotraqueal en el trauma pediátrico 67
Fase de la
secuencia
ABCDE Indicaciones de intubación
Paciente inconsciente sin ninguna respuesta
Vía aérea no sostenible espontáneamente
A
Vía aérea obstruida o muy comprometida (ej: quemaduras
faciales)
Parada respiratoria
B
Insuficiencia respiratoria persistente
Parada cardiaca
C
Insuficiencia circulatoria persistente
Paciente en coma grave:
D • Respuesta sólo al dolor (P) o no respuesta (N) en la escala VPN
• GCS < 9 (o también si < 5 en la parte motora)
E Intubación profiláctica previa al transporte (opcional)
B= Respiración
Es la fase de oxigenación del paciente y evaluación y tratamiento
del estado respiratorio. Las actuaciones son:
68 TABLA 3. Secuencia rápida de intubación en el trauma pediátrico.
Oxigenación FiO2 100% (mascarilla con reservorio)
Premedicación Atropina: 0,01-0,02 mg/kg, mínima 0,1 (prevenir
bradicardia refleja)
Analgesia Fentanilo (1-2 µg/kg).
Ketamina (1-2 mg/kg): no está contraindicada en el
traumatismo craneal
Sedación Pentotal 3-5 mg/kg (reduce la PIC, útil en pacientes
hemodinámicamente estables)
Etomidato (0,3 mg/kg) (reduce PIC, no afecta TA)
Midazolam (0,2-0,3 mg/kg)
Propofol (2-3 mg/kg)
Paralizante Rocuronio (0,5-1 mg/kg) o vecuronio
muscular Succinilcolina (1-2 mg/kg). No en quemados o trauma
> 24-48 h
Aspiración Boca/faringe (si se precisa). Sonda Yankauer
Bolsa y mascarilla Evitar si es posible. En caso necesario, valorar Sellick
1. Integración RCP
La primera evaluación tras la apertura de la vía aérea es la pre-
sencia o ausencia de respiración espontánea. En caso de paro respi-
ratorio, se debe seguir la secuencia RCP: 5 ventilaciones de rescate
y posterior comprobación de pulsos.
2. Oxigenoterapia
En todo niño politraumatizado que respira espontáneamente,
con independencia de que presente o no dificultad respiratoria, se
administrará oxígeno a la concentración más elevada posible me-
diante mascarilla de alta concentración con reservorio (FiO2 = 100%).
3. Estrategia de ventilación
Si la respiración es ineficaz, se debe ventilar con bolsa y oxígeno
al 100%, inicialmente a través de mascarilla y, en cuanto sea posi-
ble, a través del tubo endotraqueal. Se evitará la hiperventilación ya
que la vasoconstricción cerebral inducida por la hipocapnia agrava
las lesiones cerebrales isquémicas. Sólo se puede plantear cuando
existan signos de herniación inminente, y siempre de forma muy
transitoria hasta que esté controlada la urgencia vital.
4. Reconocimiento y tratamiento urgente de lesiones 69
torácicas con riesgo inmediato de muerte (RIM)
Son 4 entidades (neumotórax a tensión, neumotórax abierto,
hemotórax masivo y tórax inestable) que producen un grave deterioro
respiratorio y suelen requerir intubación orotraqueal y ventilación con
presión positiva previa a su tratamiento específico, con la excepción
del neumotórax a tensión en que la pérdida de tiempo que supone
la intubación y la presión positiva son muy perjudiciales. Ante su
sospecha clínica, no debe demorarse el tratamiento a la espera de
confirmación radiológica. En la Tabla 4 se detallan sus signos diag-
nósticos y su manejo.
1. Integración RCP
La ausencia de pulsos centrales (sin trauma local que lo justifi-
que) y de signos de vida es sugestiva de hipotensión grave o paro
cardiorrespiratorio y se deberá seguir secuencia de RCP mediante
compresiones torácicas y monitorización EKG.
3. Control de la hemorragia
Identificar y controlar cualquier foco de hemorragia externa pro-
fusa mediante la compresión directa con gasas estériles de poco
grosor. Se evitará el uso de torniquetes excepto en el caso de am-
putaciones o sangrado masivo no controlable por compresión. Si
fuera necesario utilizarlos, se colocarán proximales a codo o rodilla,
anotando la hora de colocación y liberándolos cada 30 minutos a fin
de evitar la isquemia definitiva del miembro.
En caso de fractura de huesos largos, una tracción e inmovili-
zación adecuadas facilita el control de la hemorragia en la mayoría
72 de los casos. En caso de fractura pélvica con disrupción del anillo,
se puede realizar compresión circular con un cinturón o la sábana
de una camilla.
Se anotará la localización de los puntos sangrantes y se compro-
bará la eficacia de los dispositivos de control de hemorragia utilizados
en la reanimación prehospitalaria.
4. Accesos vasculares
Simultáneamente se debe obtener un acceso vascular y revi-
sar la eficacia de los obtenidos en la reanimación prehospitalaria.
En ausencia absoluta de signos de shock puede ser suficiente un
único acceso venoso periférico. Pero, en general, asumiremos que
el paciente puede estar en shock hipovolémico y obtendremos dos
accesos venosos con catéteres cortos y gruesos. Si no es posible
canalizarlos se recurrirá a la vía intraósea y si las anteriores fallan o
son insuficientes, se canalizará una vía venosa central.
El tiempo que puede emplearse en intentar la vía periférica
antes de pasar a otras alternativas varía en función de la situación
clínica del paciente. Si el estado del niño es tan grave como para
poner en riesgo su vida de forma inminente (parada o pre-parada
cardiorrespiratoria) no debe superarse un tiempo límite de 60 se-
gundos. Si el paciente no está en riesgo vital inminente pero sí hay
signos de shock hipovolémico, el tiempo invertido en obtener una
vía periférica no debe superar los 3-5 minutos.
Recordar en este momento, la necesidad de obtener muestras
de sangre y enviarlas urgentemente para analítica. (Ver apartado
correspondiente en exámenes complementarios).
D = Disfunción neurológica
Se trata de una exploración rápida con el objetivo de detectar
alteraciones del nivel de conciencia, signos precoces de herniación
cerebral, tomar decisiones de intervención inmediata y establecer un
punto de referencia para posteriores evaluaciones.
74 1. Evaluación
– Nivel de conciencia: para su valoración inicial en esta fase es
suficiente una clasificación simple como la escala AVPN, que se
refiere a la respuesta del niño a un estímulo (A: de alerta, V: de
voz, P: de dolor –pain– o N: no respuesta). La puntuación P es
equivalente a un 8 en la escala de Glasgow, cuando se pierden los
reflejos protectores de la vía aérea y es indicador de necesidad e
intubación.
La parte motora de la escala de Glasgow también puede ser, por
sí misma, una buena manera de evaluar el nivel de conciencia
en el reconocimiento primario. Una puntuación de 4 o menos en
esta escala define coma de forma similar a una puntuación de 8
en la escala completa.
– Pupilas: Tamaño, simetría y fotorreactividad.
2. Actuación
1. En caso de coma se debe valorar la necesidad de asegurar la
vía aérea mediante intubación.
2. Si aparece anisocoria o signos de herniación (tríada anisocoria/
bradicardia/hipertensión, respiración irregular o posturas anó-
malas de decorticación o descerebración), se procederá a la
administración de suero salino hipertónico endovenoso a 3-5
ml/kg o manitol a 0,5 g/kg. Otra alternativa para el tratamiento
de la hipertensión intracraneal es el bolus de pentotal, pero debe
tenerse en cuenta su efecto hipotensor, que puede inestabilizar
hemodinámicamente al paciente. Estos pacientes requieren eva-
luación neuroquirúrgica urgente.
3. Las convulsiones pueden aparecer en cualquier momento y serán
tratadas con la pauta habitual. Su presencia no debe precipitar
la indicación de intubación.
E = Exposición
En esta etapa se desnudará completamente al paciente cortando
la ropa con tijeras a fin de realizar una inspección global, somera y
rápida en busca de grandes lesiones.
Se debe mantener al niño caliente con calentadores radiantes,
mantas calientes o calentadores de líquidos. La hipotermia es perju-
dicial, sobre todo en presencia de shock hipovolémico.
TABLA 6. Constantes vitales de monitorización continua. 75
• Frecuencia cardíaca
• ECG continuo
• Saturación de hemoglobina
• Frecuencia respiratoria
• Temperatura
• Glucemia capilar
• Tensión arterial (invasiva o no-invasiva)
• Diuresis (sondaje vesical, bolsa, pañal)
• Pupilas
RECONOCIMIENTO SECUNDARIO
Se realiza tras terminar la evaluación inicial y reanimación (ABCDE)
y una vez solucionados los problemas con riesgo vital inminente.
Consiste en realizar una exploración clínica general exhaustiva, soli-
citar las exploraciones complementarias pertinentes y completar los
procedimientos para obtener una aproximación diagnóstica y elaborar
un plan terapéutico según un orden de prioridades. Debe calcularse
también el score ITP (Índice de Trauma Pediátrico).
El reconocimiento secundario consta de diferentes apartados.
Aunque siempre hay que mantener la sistemática y el orden de prio-
ridades, si se dispone de un equipo de atención al politraumatizado,
los diferentes apartados pueden realizarse simultáneamente.
1. MONITORIZACIÓN CONTINUA de las CONSTANTES VITALES.
(Tabla 6).
2. PROCEDIMIENTOS GENERALES (sedación/analgesia, profilaxis
antibiótica, control hipotermia).
3. Realizar un EXAMEN FÍSICO DETALLADO.
4. COMPLETAR los PROCEDIMIENTOS TERAPÉUTICOS.
5. Recoger datos del paciente y del accidente: “ALMERÍA”.
6. Solicitar las EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS.
7. CATEGORIZACIÓN: cálculo del ITP.
Sedación y analgesia
Juegan un papel fundamental en la asistencia inicial al niño
politraumatizado no sólo por razones humanitarias, sino también
porque mitiga respuestas fisiológicas causantes de inestabilidad
hemodinámica y respiratoria y porque facilita las actuaciones y
76 técnicas sobre el niño. Su indicación se deberá tener en cuenta
en todas y cada una de las fases, tanto en lo que se refiere a la
administración del fármaco más idóneo en función del nivel del
dolor y los procedimientos a realizar, como en lo que se refiere al
uso de técnicas no farmacológicas como la presencia de los pa-
dres en cuanto sea posible, la sedación verbal y movilizaciones y
posturas confortables. Para información más detallada, consultar
los capítulos correspondientes.
Exploraciones complementarias
Analítica sanguínea
Está integrada en la sistemática del reconocimiento primario.
Debe incluir hemograma, coagulación, equilibrio ácido-base, iono-
grama, urea, creatinina, ALT, AST, amilasa, CPK, CPK-MB, troponina,
lactato, PCR y pruebas cruzadas para derivados hematológicos. Se
valorará la solicitud de niveles de etanol o de otros tóxicos en función
de la situación clínica.
TABLA 7. Segundo examen físico.
Valoración Procedimientos
Cabeza • Nivel de conciencia: cálculo de la puntuación en la escala • Retirar lentillas, piercings, pendientes, dentadura postiza,
de Glasgow (GCS). aparatos dentarios.
• Cuero cabelludo: herida, contusión, fractura, hundimiento. • Lavar con SSF abundante los ojos si se constata cuerpo
• Ojos: pupilas, motilidad ocular, reflejo fotomotor, hemorragia, extraño.
ojos de mapache. • Comprobación del número y distancia del TET.
• Órbitas: herida, contusión, crepitación. Comprobación del funcionamiento y estado del
• Orificios: otorragia, otolicuorrea, epistaxis, pérdida de LCR neumobalón. Asegurar correcta fijación. Aspiración de
por fosas nasales, equimosis retroauricular (signo de Battle). secreciones.
• Maxilares: herida, hematoma, dolor, crepitación, movilidad. • Colocar sonda orogástrica. Sólo se colocará por vía
• Cavidad bucal: herida, cuerpo extraño, piezas dentarias, nasogástrica si está completamente descartada la fractura
arcada alveolar, lengua. de base de cráneo.
Cuello • Vía aérea: Herida, contusión, desviación traqueal. • Colocar collarín cervical.
• Grandes vasos: auscultación de soplo anómalo, palpación • Colocar inmovilizadores laterales.
de pulso carotídeo, ingurgitación yugular.
• Columna cervical: herida, contusión, crepitación.
Tórax • Clavícula: herida, contusión, deformidad, crepitación. • Cambiar la toracocentesis por un tubo de drenaje
• Parrilla costal: estabilidad de la caja torácica, herida, pleural (catéter fino semirrígido tipo Pleurocath® o tubo
contusión, signos de dificultad respiratoria, movimiento de toracostomía) y conectar a un sistema de drenaje y
paradójico, crepitación, movilidad, matidez/timpanismo, aspiración (sistema Pleurevac® o válvula de Heimlich).
auscultación de ruidos respiratorios. • Si está sometido a ventilación mecánica comprobar
• Corazón: auscultación de ruidos cardíacos. el correcto montaje, funcionamiento y programación del
respirador (parámetros y alarmas). Comprobar el nivel de
las bombonas de oxígeno y de aire.
77
78
Valoración Procedimientos
Abdomen • Inspección: herida, contusión, marcas de • Nunca extraer los cuerpos extraños penetrantes.
cinturón de seguridad, eritema periumbilical.
• Palpación: distensión abdominal, signos
de irritación peritoneal, defensa.
• Percusión: timpánico (lesión de víscera
hueca, neumoperitoneo), mate (líquido libre).
• Auscultación: presencia o ausencia de
ruidos intestinales y características.
Pelvis y • Comprobar estabilidad del anillo pelviano. • Realizar sondaje vesical (salvo que haya uretrorragia, signos de posible
periné • Comprobar por tacto rectal el tono del lesión uretral o sospecha de fractura de pelvis).
esfínter y la situación de la próstata.
• Buscar sangre/heridas en meato
urinario o suelo pélvico.
Espalda • Palpación de la columna vertebral: • Girar al paciente en bloque para exploración de la espalda.
puntos dolorosos, crepitación. • Colocar Tabla espinal si no se había hecho con anterioridad
• Puño-percusión renal.
Extremidades • Inspección: herida, contusión. • Comprobar los accesos venoso periféricos canalizados. Colocar una
• Palpación: valorar pulsos periféricos, segunda vía periférica si en la reanimación inicial sólo se había canalizado una.
deformidades, fracturas, crepitación. • Profilaxis antitetánica (gammaglobulina o vacunación), si indicado.
• Valorar función motora y sensibilidad. • Si fractura ósea: tracción e inmovilización provisional hasta conseguir
realineación del miembro.
• Si amputación: conservar siempre el miembro amputado. Introducirlo
envuelto en gasas estériles en una bolsa con agua con hielo (4ºC). Realizar
compresión proximal a la lesión. Torniquete sólo en caso extremo.
Radiología 79
De manera sistemática se llevan a cabo: radiografía lateral de
columna cervical (incluyendo C7); tórax anteroposterior y pelvis an-
teroposterior (esta última puede ser discrecional, p.ej. en trauma
craneal puro).
En los pacientes con riesgo de lesión grave (en función del me-
canismo de trauma o los síntomas clínicos) debería realizarse una
tomografía computarizada helicoidal de cuerpo completo (body-TC).
En este caso podrían omitirse las radiografías de pelvis y columna
cervical. Se debe tener en cuenta, sobre todo en niños pequeños,
que la TC conlleva una radiación importante.
En aquellos centros en que esté disponible y con personal entre-
nado para su uso, la ecografía abdominal focalizada para traumatismo
(eco-FAST) es un método rápido, no invasivo y útil para evaluar la
presencia de líquido en pericardio, pleura, espacio suphepático o
subesplénico y pelvis pero su eficacia es limitada para evaluar lesiones
intraparenquimatosas en órganos sólidos o perforación de víscera
hueca por lo que no excluye la necesidad de realizar una TC en caso
de sospecha de trauma abdominal.
Otros exámenes complementarios se ajustarán al tipo de trau-
matismo.
Categorización
El Índice de Trauma Pediátrico (ITP) clasifica el traumatismo pe-
diátrico según su gravedad. La mortalidad es esperable a partir de
un ITP inferior o igual a 8. Todo paciente con un ITP ≤ 8 debe ser
trasladado a un hospital de tercer nivel. En situación ideal debería
ser calculado en el lugar del accidente por el equipo de atención
prehospitalaria (SEM). Tanto si ha sido así como si no se ha hecho con
anterioridad, se determinará en todos los pacientes en el momento
del reconocimiento secundario y se registrará en el lugar adecuado
de la historia clínica y de la hoja de recogida de datos.
La puntuación del ITP está comprendida entre 12 y -6 (Tabla 8).
CUIDADOS DEFINITIVOS
Es la parte final de la AITP. Para una buena planificación de los
mismos es importante haber realizado previamente una adecuada
valoración, registro de problemas y categorización del paciente.
80 TABLA 8. Categorización ITP.
+2 +1 -1
Peso > 20 kg 10-20 kg < 10 kg
Vía aérea Normal Sostenible Insostenible1
TA sistólica > 90 mmHg 50-90 mmHg < 50 mmHg
SNC Consciente Obnubilado Coma
Heridas No Menores Mayores, penetrantes
Fracturas2 No Cerradas Abiertas
1Una vía aérea insostenible es la que requiere maniobras avanzadas.
2La fractura craneal no puntúa en apartado de fracturas.
BIBLIOGRAFÍA
1. Domínguez Sampedro P, De Lucas García N, Balcells Ramírez J, Martínez
Ibáñez V. Asistencia inicial al trauma pediátrico y reanimación cardiopul-
monar. An Esp Pediatr. 2006; 65: 586-606.
2. Casado J, Castellanos A, Serrano A, Teja JL. El niño politraumatizado.
Evaluación y tratamiento. Madrid: Ergon; 2004.
3. European Resuscitation Council. Manual del curso de reanimación car-
diopulmonar básica y avanzada pediátrica (Europeo de Soporte Vital
Pediátrico). Edegem (Bélgica): Guías del ERC; 2010.
4. AAP. Management of pediatric trauma. Pediatrics. 2008; 121: 849-54.
5. Navascues JA, Vázquez J. Manual de Asistencia inicial al trauma pediá-
trico. Sociedad Española de Cirugía Pediátrica. Hospital General Univer-
sitario Gregorio Marañon. Segunda edición. Madrid; 2000.
6. Guerrero J, Ruiz Domínguez JA, Menéndez Suso JJ, Barrios A. Manual
de diagnostico y terapéutica en pediatría. Hospital Infantil La Paz. Madrid:
Publimed; 2009.
7. Grup de Treball Malalt amb Politraumatisme. Protocols, Codis d’activació
i circuits d’atenció urgent a Barcelona Ciutat. Malalt amb politraumatisme.
Barcelona: Corporació Sanitària de Barcelona; 2004.
8. Loscertales M, Cano J, MT, Carmona J M, Charlo T. Politraumatismo.
En: López-Herce J, Calvo C, Lorente MJ, Baltodano A, eds. Manual de
cuidados intensivos pediátricos. 3.ª ed. Madrid: Publimed; 2009. p. 521-
32.
83
1.6. ANAFILAXIA
P. Suero, A.M. Plaza
TRATAMIENTO DE LA ANAFILAXIA
El éxito del tratamiento de una reacción anafiláctica depende de
varios factores: la preparación del personal que atiende, el recono-
cimiento temprano de la anafilaxia y su tratamiento precoz (mejora la
supervivencia). Su abordaje debería ser sistematizado y los principios
de su tratamiento son aplicables a todos los pacientes con anafilaxia
independientemente del trigger.
El manejo básico de la anafilaxia se expone a continuación:
1) Reconocimiento precoz de los síntomas: 80% síntomas cutáneos.
2) Eliminar exposición al alérgeno (medicamentos, alimentos, pica-
duras…).
TABLA 2. Adrenalina: fármaco de elección y el más eficaz para el tratamiento 85
de la anafilaxia.
Efectos La ÚNICA medicación que previene y revierte el
broncoespasmo, la obstrucción de la vía aérea superior y
el colapso cardiovascular
Vía de La vía intramuscular (im) es la vía de elección
administración Obtiene concentraciones plasmáticas más rápidas y
elevadas que la vía subcutánea.
El mejor sitio de administración: cara anterolateral del
muslo
Dosis 0,01 mg/kg (0,01 ml/kg de la dilución 1:1.000; 1 mg = 1 ml)
para vía intramuscular
Máximo en niños de 0,3 mg/dosis (adultos 0,5 mg)
Se puede repetir cada 5-15 minutos hasta la estabilización
del paciente (la mayoría responden a 1-2 dosis)
Efectos A dosis habituales: ansiedad, palidez, temblor,
secundarios palpitaciones y cefalea
No existen contraindicaciones absolutas para su uso
en la anafilaxia
Glucagón: (efecto inotrópico y cronotrópico no catecolaminérgico).
Indicado en pacientes que reciben betabloqueantes (pueden ser resistentes
a la adrenalina) y que presentan hipotensión refractaria y/o bradicardia
prolongada a pesar del tratamiento con adrenalina. Dosis; 20-30 µg/kg
(máximo 1 mg) endovenosa. Se puede repetir a los 5 minutos o ser seguida
de una infusión a 5-15 µg/kg/min.
Atropina: en casos de bradicardia prolongada (0,02 mg/kg ev).
Broncodilatadores Si broncoespasmo
Antihistamínicos H1 Vía ev lenta/im:
Controlan el picor • Dexclorfeniramina (Polaramine®): 0,15-0,3 mg/kg/
y los síntomas dosis (máximo 5 mg/dosis)
cutáneos Vía oral: dexclorfeniramina o cetirizina (dosis única)
TRATAMIENTO AL ALTA
Se debe mantener tratamiento con antihistamínicos orales y cor-
ticoides orales durante al menos 2 días (recomendado básicamente
para disminuir los síntomas cutáneos, aunque podría disminuir la
probabilidad de una reacción tardía).
Todos los pacientes, previo al alta, deberían ser instruidos en el
uso de adrenalina autoinyectable. Actualmente en España dispone-
mos de los siguientes dispositivos autoinyectables:
– Altellus® 0,15 mg: indicado de 10-25 kg.
– Altellus® 0,3 mg: a partir de 25 kg.
– Jext® 150 µg: entre 15-25 kg.
– Jext® 300 µg: a partir de 25 kg.
Se debe realizar derivación de forma preferente a un Servicio de
Alergología (es importante que pase por lo menos un mes antes de
efectuar un estudio etiológico).
88 BIBLIOGRAFÍA
1. Galaxia. Guía de actuación en anafilaxia. Guía de consenso 2010 de las
Sociedad de Alergia e Inmunología Clínica (SEAIC), Sociedad Española
de Inmunología y Alergia Pediátrica (SEICAP), Sociedad Española de
Medicina de Emergencias (SEMES) y Sociedad Española de Urgencias
Pediátricas (SEUP). Disponible en: http://www.seup.org/pdf_public/pub/
galaxia2009.pdf
2. Simons FE. Anaphylaxis. J Allergy Clin Immunol. 2010; 125 (2 Suppl 2):
S161-81.
3. Simons FE, Ardusso LR, Bilò MB, El-Gamal YM, Ledford DK, Ring J, et
al; World Allergy Organization. World allergy organization guidelines for
the assessment and management of anaphylaxis. World Allergy Organ
J. 2011; 4: 13-37.
4. Cheng A. Emergency treatment of anaphylaxis in infants and children.
Paediatr Child Health. 2011; 16: 35-40.
5. Simons FER, Camargo CA. Anaphylaxis: Rapid recognition and treatment.
Uptodate, disponible en: http://www.uptodate.com/contents/anaphylaxis-
rapid-recognition-and-treatment
89
1.7. EPISODIO APARENTEMENTE LETAL
J. Martínez, G. Claret
CONCEPTO
El episodio aparentemente letal (EAL) es un episodio brusco y
alarmante para el observador consistente en alguna combinación de
apnea (central u ocasionalmente obstructiva), cambios de coloración
(generalmente cianosis o palidez, pero también ocasionalmente puede
ser en forma de eritema o plétora), cambios marcados en el tono
muscular (hipotonía casi siempre, raramente rigidez), atragantamiento
o náuseas. Algunos autores lo limitan los casos que requieren estimu-
lación enérgica o reanimación para recuperarse, excluyendo casos
evidentes de atragantamiento.
No existe consenso respecto al manejo del EAL y diferentes
autores han propuesto su algoritmo de actuación.
ETIOLOGÍA
El EAL puede ser debido a múltiples patologías. La más frecuente
es el reflujo gastroesofágico, seguido por las infecciones de las vías
respiratorias y las convulsiones. En un alto porcentaje de EAL (entre el
9 y el 83%) no es posible identificar una causa y hablamos entonces
de EAL idiopático.
– Reflujo gastroesofágico (RGE): puede provocar laringoespasmo
que desencadene un EAL. Dado que los vómitos y el RGE son
frecuentes en lactantes sanos, la relación de causalidad es difícil
de establecer. Cuando el EAL coincide con un vómito o regur-
gitación y se caracteriza por una apnea obstructiva, podemos
sospechar que la causa sea el RGE. No obstante, sólo se podrá
establecer el RGE como causa certera del EAL cuando en la
monitorización el episodio va precedido de reflujo detectado por
pHmetría o impedanciometría.
– Infecciones respiratorias: las infecciones por virus respiratorio
sincitial (VRS) y Bordetella pueden ser causa de apneas y EAL,
por lo que ante un paciente con cuadro catarral y EAL se debería
90 solicitar PCR para Bordetella y antígeno de VRS en aspirado
nasofaríngeo.
– Patología neurológica: se trata sobre todo de convulsiones,
aunque muchas enfermedades neurológicas pueden dar lugar
a EAL. Datos de la historia clínica que nos orientan a una causa
neurológica son la desviación ocular o cefálica o la existencia de
período postcrítico.
– Maltrato: deberemos sospecharlo en casos de EAL recurrentes
en presencia del mismo cuidador. Suele tratarse de cuidadores
que han trabajado en el ámbito sanitario y con antecedentes de
enfermedades raras. Los pacientes pueden tener hermanos con
enfermedades poco frecuentes o que también hayan presentado
episodios de EAL.
– Patología cardíaca: alteraciones del ritmo (síndrome de Wolff-
Parkinson-White o del QT largo), miocarditis o anomalías cardía-
cas neonatales, entre otras.
– Otras: infecciones de orina, patología del área otorrinolaringo-
lógica, enfermedades metabólicas o intoxicaciones constituyen
causas menos frecuentes de EAL.
DIAGNÓSTICO
La información obtenida mediante la historia clínica y la explora-
ción física es el método más útil para poder elaborar una hipótesis
diagnóstica. En la historia clínica debemos poner énfasis en los datos
de la Tabla 1.
La exploración física debe ser sistemática y cuidadosa. La toma
de constantes debe incluir la determinación de la saturación de he-
moglobina y de la glucemia capilar. Incidiremos especialmente en los
sistemas respiratorio, neurológico y cardiovascular, aunque la mayoría
de estos pacientes están asintomáticos a su llegada al servicio de
Urgencias.
MANEJO
La mayoría de autores recomiendan el ingreso de los pacientes
que han sufrido un EAL. Los episodios cortos, autolimitados y que
suceden por primera vez y coincidiendo con la toma podrían ser
dados de alta si la exploración es normal y no existe una importante
angustia familiar.
TABLA 1. Datos relevantes de la anamnesis de un EAL. 91
Atragantamiento No Ingreso con monitor de apneas + pulsioxímetro 24-48 horas No sugiere etiología
Alta a domicilio si: Sugiere etiología Factores de riesgo de patología subyacente grave*
- Ausencia de factores de riesgo u objetivación de apnea durante el ingreso
de patología subyacente grave*
- Exploración física normal Valorar según la patología sospechada:
- Padres tranquilos - RGE: pHmetría Pruebas complementarias (realización escalonada): No
- Posibilidad de seguimiento - Infecciosa: estudio de orina, sangre, - Analítica sanguínea: hemograma, gasometría,
ambulatorio LCR y/o heces ionograma, urea, creatinina, aminotransferasas,
- Neurológica: prueba de imagen, EEG PCR, glucemia, amonio, lactato, piruvato Alta y
*Factores de riesgo de enfermedad - Maltrato: prueba de imagen cerebral, - Tira reactiva y sedimento de orina control
subyacente grave: fondo de ojo, serie esquelética y - Radiografía de tórax por su
- Episodios previos de EAL tóxicos en orina - ECG pediatra
- Muertes inexplicadas en familiares - Cardíaca: ECG, Holter - Determinación de VRS y/o Bordetella en época
de primer grado - ORL: radiografía lateral de laringe epidémica
- Episodio recurrente - Tóxicos en orina
- Necesidad de maniobras de resucitación - Metabólica: estudio en sangre y orina
- Exploración física anormal - Si cuadro catarral o accesos de tos: - Prueba de imagen cerebral
- Pruebas complementarias anormales determinación VRS y/o Bordetella en - Fondo de ojo
(en caso de haberlas realizado) aspirado nasal - EEG
- Estudio metabólico (sangre y orina)
TEP: Triángulo de evaluación pediátrica. VRS: Virus respiratorio sincitial. - Estudio de reflujo gastroesofágico
LCR: Líquido cefalorraquídeo. PCR: Proteína C reactiva. EEG: Electroencefalograma.
ECG: Electrocardiograma. ORL: Otorrinolaringológica.
PRONÓSTICO
Dado que el EAL puede tener múltiples y heterogéneas etiologías,
el pronóstico dependerá de éstas.
BIBLIOGRAFÍA
1. Brand DA, Altman RL, Purtill K, Edwards KS. Yield of diagnostic testing
in Infants who have had an apparent life-threatening event. Pediatrics.
2005; 115: 885-93.
2. Corwin MJ. Apparent life-threatening event in infants. UpToDate, 2010.
Disponible en: www.uptodate.com/contents/apparent-life-threateninge-
vent-in-infants
3. Khan A. Recommended clinical evaluation of infants with an apparent
life-threatening event. Consensus document of the European Society
for the Study and Prevention of Infant Death, 2003. Eur J Pediatr. 2004;
163: 108-15.
4. López López J, Alonso Morales V. Episodio aparentemente letal (EAL)
en el lactante: diagnóstico diferencial e indicaciones de monitorización
domiciliaria. En: Grupo de Trabajo para el Estudio y Prevención de la
Muerte Súbita Infantil de la Asociación Española de Pediatría. Síndrome
de la Muerte Súbita del Lactante (SMSL). Libro blanco. 2ª ed. Madrid:
Ergon; 2003. p. 79-89.
5. McGovern MC, Smith MBH. Causes of apparent life threatening events
in infants: a systematic review. Arch Dis Child. 2004; 89: 1043-8.
6. National Institutes of Health. Consensus Development Conference on
Infantile Apnea and Home Monitoring, Sept 29 to Oct 1, 1986. Consensus
Statement. Pediatrics. 1987; 79: 292-9.
7. Sánchez Etxaniz J. Episodios aparentemente letales. En: Benito J, Luaces
C, Mintegi S, Pou J. Tratado de Urgencias en Pediatría. 2ª ed. Madrid:
Ergon; 2011. p. 123-5.
8. Santiago-Burruchaga M, Sánchez-Etxaniz J, Benito-Fernández J, Váz-
quez-Cordero C, Mintegi-Raso S, Labayru-Echeverría M, Vega-Martín MI.
Assessment and management of infants with apparent life-threatening
events in the paediatric emergency department. Eur J Emerg Med. 2008;
15: 203-8.
SECCIÓN 2. APARATO RESPIRATORIO
Coordinador:
Juan José García García
97
2.1. FARINGOAMIGDALITIS AGUDA
E. Gargallo
DEFINICIÓN Y ETIOLOGÍA
La faringoamigdalitis aguda (FAA) se define como un proceso
agudo febril, de origen generalmente infeccioso, que cursa con in-
flamación de las mucosas de la faringe y/o las amígdalas faríngeas,
pudiéndose observar eritema, edema, exudados, ulceras o vesículas.
La etiología más frecuente es vírica (50%), principalmente en los
menores de 3 años. Entre las etiologías bacterianas, la principal es
Streptococcus pyogenes o estreptococo betahemolítico del grupo
A (EbhGA), responsable del 30-40% de las FAA que se observan en
niños entre 3 y 13 años, del 5-10% en niños entre los 2 y 3 años,
del 3-7% en menores de 2 años, y de forma muy esporádica e
insólita en los menores de 18 meses, siendo estos probablemente
portadores de EbhGA que padecen una infección vírica del tracto
respiratorio superior. Los principales microorganismos causantes de
FAA se muestran en la Tabla 1.
CLÍNICA
Síntomas y signos sugestivos de infección por EbhGA
– Dolor de garganta de comienzo brusco e intensidad variable.
– Odinofagia.
– Fiebre y malestar general.
– Exantema escarlatiniforme.
– Cefalea.
– Náuseas, vómitos, dolor abdominal (principalmente en los niños
más pequeños).
– Eritema o exudados faringoamigdalares.
– Petequias en el paladar blando (no patognomónico).
– Pequeñas pápulas eritematosas y anulares, con centro pálido
(lesiones «donuts»), en paladar blando y/o duro (lesiones espe-
cíficas).
98 – Úvula roja y edematosa.
– Adenopatías cervicales anteriores, de tamaño (> 1 cm) y dolorosas
(30-60%).
– Edad: 5-15 años.
– Presentación en invierno o comienzos de la primavera (en climas
templados).
– Historia de exposición a enfermo con FAA en las 2 semanas
previas.
2. No supurativas
Por mecanismos inmunológicos:
– Fiebre reumática aguda (FRA): artritis, carditis, corea, nódulos
subcutáneos y eritema marginado. Casos esporádicos en nuestro
medio, excepcional en menores de 3 años (< 1/100.000 habi-
tantes/año).
– Glomerulonefritis postestreptocócica (GMNPE): mayor riesgo
en niños mayores de 7 años, con pronóstico generalmente
favorable.
– Artritis reactiva postestreptocócica.
– Eritema nodoso.
– Púrpura anafilactoide.
– Síndrome PANDAS (Pediatric autoinmune neuropsychiatric di-
sorders associated with Streptococcus).
ORIENTACIÓN DIAGNÓSTICA
A pesar de que el diagnóstico es principalmente clínico, dada la
dificultad en la diferenciación clínica entre etiología viral y bacteriana,
se recomienda la utilización de pruebas diagnósticas microbiológi-
cas y escalas de valoración clínica. Estas últimas ayudan a decidir
a qué pacientes realizar las pruebas basándose en datos clínicos e
epidemiológicos, indicando aquellos con una mayor probabilidad de
tener un cultivo positivo para EbhGA, con la intención de reducir el
uso innecesario de antibióticos.
TABLA 2. Criterios de McIsaac y actitud según resultado. 103
Criterios Puntos
1. Fiebre (> 38°C) 1
2. Hipertrofia o exudado amigdalar 1
3. Adenopatía laterocervical anterior dolorosa 1
4. Ausencia de tos 1
5. Edad
– 3-14 años 1
– > 15 años 0
Puntuación:
0-1 puntos: no estudio microbiológico (riesgo de infección por EbhGA: 2-6%).
2-3 puntos: estudio microbiológico y tratar solo si es positivo (riesgo: 10-28%).
4-5 puntos: estudio microbiológico e iniciar tratamiento antibiótico, si se
realiza cultivo, a la espera del resultado (riesgo: 38-63%).
EbhGA: Estreptococo betahemolítico del grupo A.
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
– Técnicas de detección rápida de antígeno estreptocócico
(TDR): sus principales ventajas son su rapidez (resultado en 10-
20 min), elevada especificidad (alrededor del 95%) y sensibilidad
aceptable (70-95%). No obstante, no pueden diferenciar de forma
definitiva los pacientes con FAA estreptocócica verdadera de
aquellos que padecen una infección viral y son portadores de
EbhGA
– Cultivo de muestra faringoamigdalar: prueba estándar o de
referencia. Sensibilidad del 90-95% y especificidad del 99%, re-
sultados en 24-48 horas.
– Anticuerpos antiestreptolisinas O (ASLOS): su determinación
no se realiza de forma rutinaria, dado que no es de utilidad para
el diagnóstico de FAA.
Las indicaciones para solicitar pruebas microbiológicas en la FAA
(TDR y/o cultivo) se muestran en la Tabla 3.
104 TABLA 3. Indicaciones para solicitar pruebas microbiológicas en la FAA (TDR
y/o cultivo).
TDR: Puntuación ≥ 2 en las escala de McIsaac, en ausencia de
sintomatología viral.
Cultivo:
• Puntuación ≥ 2 en las escala de McIsaac, en ausencia de sintomatología
viral y cuando no exista la posibilidad de realizar TDR.
• TDR negativo y presencia de alguno de los siguientes:
– Antecedentes de FRA (complicación excepcional en países
desarrollados) o GMNPE, tanto en niños con FAA como en contactos
domiciliarios.
– Mayor incidencia en la comunidad de enfermedad estreptocócica
invasiva o contacto confirmado con la misma.
– Alta sospecha de origen bacteriano de la FAA a pesar de TDR negativo
(valorar cultivos específicos)
– Baja sensibilidad demostrada de la TDR en el centro que realiza la
prueba.
• Para valorar el estado de portador.
Nota: Cada centro debe validar la prueba de diagnóstico rápido que
utiliza, ya que la sensibilidad puede modificarse en función de diversas
variables.
FAA: faringoamigdalitis aguda; TDR: Test de diagnóstico rápido; FRA: Fiebre
reumática aguda; GMNPE: Glomerulonefritis postestreptocócica.
TRATAMIENTO
1. FFA virales
Mayoritariamente sintomático, específico en algunos virus (ver
Tabla 1).
EVOLUCIÓN Y SEGUIMIENTO
– Evolución favorable: si la evolución ha sido favorable, y en au-
sencia de otros factores de riesgo, no está indicado realizar un
cultivo ni una TDR como «prueba de curación» tras completar el
tratamiento.
– Fracaso clínico: si tras la prescripción de un tratamiento ade-
cuado persisten los signos y síntomas de FAA y el EbhGA en
la faringe. Causas más frecuentes cuando existe confirmación
107
Faringoamigdalitis aguda (FAA)
Tratmiento
sintomático TDR2
Negativo3 o Positivo
no disponible
Cultivo4
Tratamiento
Negativo Positivo antibiótico
según Tabla 4
1En menores de 3 años las FAA por EbhGA suponen <10% y la fiebre reumática es excepcional
en países desarrollados a esta edad. La decisión de tratamiento antibiótico debe ser individualizada
y solo en caso de clínica compatible con estreptococosis.
2TDR: Test de diagnóstico rápido para EbhGA.
3En función de las indicaciones expuestas en la Tabla 3 en caso de TDR negativo.
4Se recomienda iniciar tratamiento hasta conocer el resultado del cultivo, cuando la puntuación,
según los criterios de McIsaac es de 4-5 y también en un cuadro de FAA en el contexto familiar
cuando se ha confirmado el origen estreptocócico en alguno de los convivientes y/o si existen
antecedentes de FRA en el niño o en algún conviviente.
BIBLIOGRAFÍA
1. Piñeiro R, Hijano F, Álvez Gonzáleza F, et al. Documento de consenso
sobre el diagnóstico y tratamiento de la faringoamigdalitis aguda. An
Pediatr (Barc). 2011; 75: 342.e1-e13.
TABLA 5. Tratamiento del fracaso terapéutico y del estado de portador de 109
EbhGA.
• Clindamicina 20-30 mg/kg/dia cada 8-12 h durante 10 días vo (máx. 900
mg/día)
• Azitromicina (si no lo recibió previamente) 20 mg/kg/día cada 24 h durante
3 días vo (máx. 500 mg/dosis)
• Amoxicilina-clavulánico 40 mg/kg/día cada 8 h durante 10 días vo (máx. 1
g cada 24 h)
• Penicilina G benzatina, inyección única im profunda
– Menores de 12 años y de 27 kg: 600.000 U
– Mayores de 12 años o de 27 kg: 1.200.000 U
+ Rifampicina 20 mg/kg/día cada 12 h los últimos 4 días vo (máx. 600 mg/día)
• Penicilina V (fenoximetilpenicilina) durante 10 días vo.
– Menores de 12 años y de 27 kg: 250 mg cada 12 h
– Mayores de 12 años o de 27 kg: 500 mg cada 12 h
+ Rifampicina 20 mg/kg/día cada 12 h los últimos 4 días vo (máx. 600 mg/día)
• Cefadroxilo 30 mg/kg/día cada 12 h durante 10 días vo (máx. 1 g cada 24 h)
+ Rifampicina 20 mg/kg/día cada 12 h los últimos 4 días vo (máx. 600 mg/día)
EbhGA: Estreptococo betahemolítico del grupo A; vo: Vía oral; máx: Máximo;
im: Intramuscular.
CONCEPTO
La laringitis aguda es una causa frecuente de obstrucción agu-
da de las vías aéreas superiores en la infancia, siendo un motivo
de consulta habitual en un servicio de urgencias. Es un síndrome
caracterizado por la presencia de un grado variable de tos perruna
o metálica, afonía, estridor y dificultad respiratoria. Estos síntomas
son debidos a diferentes grados de obstrucción laríngea, provocada
por la presencia de edema subglótico.
Las dos entidades clínicas más frecuentes que provocan este
síndrome son:
– Laringotraqueítis aguda.
– Crup espasmódico.
CLÍNICA Y ETIOLOGÍA
La incidencia estimada es del 3-6% en niños entre 3-6 meses
y 3 años, con una incidencia máxima en el segundo año de vida y
durante el otoño y el invierno. Predomina en varones, con una relación
niños:niñas de 2:1.
En general, la laringotraqueítis aguda viral, cuyo principal agente
causal es el virus parainfluenza tipo I, presenta un curso más tórpido
y asocia síntomas de infección viral (fiebre, rinorrea, etc.) y el crup
espasmódico se presenta de forma más repentina, con un curso
más recortado y tendencia a repetirse.
La etiología del crup espasmódico no se conoce. Se ha relacio-
nado con una hiperreactividad de las vías aéreas de inicio brusco o
con infecciones virales de baja intensidad, pero no existen estudios
que lo demuestren. Tiene carácter recidivante y una incidencia familiar.
Aunque presenten algunas diferencias clínicas, etiológicas y epi-
demiológicas, desde el punto de vista del diagnóstico, valoración de
la gravedad y tratamiento, merecen el mismo enfoque.
112 TABLA 1. Diagnóstico diferencial de laringitis aguda.
Laringotraqueítis
Laringitis aguda Epiglotitis bacteriana
Etiología Viral (Parainf. tipo H. influenzae S. aureus
1) y Mycoplasma + tipo B
edema subglótico
Edad 3 meses-3 años 1-7 años 3 meses-12 años
Incidencia Elevada Rara Rara
Debut Progresivo, con Súbito, con Progresivo, con
pródromos de 1 a aspecto de pródromos de 2 a
5 días gravedad 5 días
Temperatura Fiebre variable Fiebre alta Fiebre moderada
Disfagia No Sí Rara
Babeo No Sí Raro
Tipo de voz Ronca Sorda, apagada Normal
Tos Tos perruna, ronca Rara Variable
Posición – Sentado, cuello –
en extensión
y boca abierta
(«hambriento de
aire»)
Hallazgos Sobredistensión Dilatación aérea Paredes
radiográficos hipofaríngea pre-estenótica y traqueales
con estrechez típica imagen en edematosas y
paradójica de la «dedo de guante» estrechadas
porción subglótica
Infecciosas No infecciosas
Causas supraglóticas
Epiglotitis, faringitis aguda, Ingestión de cáusticos, cuerpos
mononucleosis, absceso extraños, edema angioneurótico,
retrofaríngeo o retroamigdalino traumatismo cervical, neoplasias
Causas infraglóticas
Laringotraqueítis aguda Crup espasmódico
Traqueítis bacteriana Tráqueo o laringomalacia
Cuerpo extraño
Anillos vasculares
Tumor mediastínico
Inhalación de tóxicos
Estenosis traqueal congénita o adquirida
0 1 2 3
Estridor No Leve Moderado Grave con
hipoventilación
Tiraje No Leve Moderado Grave
Entrada aire Normal Poco Moderada Marcada
disminuida disminución disminución
Color Normal Normal Subcianosis Cianosis
Nivel de Normal Irritable al Ansioso Depresión del
conciencia explorar sensorio
TRATAMIENTO
En todos los casos es esencial garantizar la permeabilidad de la vía
aérea del paciente, su adecuada oxigenación y ventilación utilizando
las medidas terapéuticas necesarias. Como en toda dificultad respi-
ratoria, se pautará oxígenoterapia, en gafas o mascarilla, a 2-3 L/min.
Antes de iniciar cualquier tratamiento, es importante que el niño
se encuentre tranquilo; para ello le pondremos en una posición có-
moda, implicando esto en la mayoría de los casos la presencia de un
familiar o acompañante. Con esta medida conseguiremos no irritar
al paciente y que la medicación sea más efectiva.
Las posibilidades terapéuticas actuales son las siguientes:
Glucorticoides
Se ha demostrado su utilidad porque mejoran los parámetros
clínicos, disminuyen la estancia hospitalaria, reducen la necesidad
de tratamientos ulteriores con adrenalina, disminuyen el número de
pacientes trasladados a UCIP y el número de niños que precisan
intubación.
Existen numerosos estudios en niños que demuestran el efec-
to beneficioso de la budesonida nebulizada en el tratamiento de la
laringitis aguda moderada, así como su apoyo en las graves. Se
administra a dosis de 2 mg, independientemente del peso y la edad.
Mejora la sintomatología inicial, disminuye el tiempo de estancia en
urgencias, reduce la necesidad de adrenalina nebulizada y la tasa
de hospitalización. Es eficaz a las 2 horas de su administración y
podría persistir algún beneficio clínico durante las primeras 24 horas
después de su aplicación. Teóricamente sería el tratamiento ideal
en el crup, por la disminución rápida de la inflamación laríngea y los
116 TABLA 4. Esquema terapéutico ante una laringitis aguda.
Otros fármacos
No hay ningún estudio que avale la administración de supositorios
de sulfato de magnesio + papaverina propilfenazona + atropina, con
teórica acción espasmolítica, sedante, antiemética y antitusígena.
En la Tabla 4 se resume el esquema terapéutico ante una larin-
gitis aguda.
Recordar finalmente que, en caso de precisar intubación endo- 117
traqueal, se utilizará un tubo frío de diámetro menor al que corres-
pondería por edad.
Criterios de ingreso
– Afectación del estado general o deterioro progresivo.
– Afectación moderada-grave.
– Hipoxia.
– Tiraje respiratorio intenso o taquipnea.
– Cianosis o palidez extrema.
– Disminución del nivel de conciencia.
– Ansiedad familiar.
– Entorno socio-familiar desfavorable.
– Diagnóstico incierto.
– Historia previa de obstrucción grave o anomalía estructural de la
vía aérea.
– Edad inferior a 6 meses.
– Dificultad de acceso a la atención sanitaria.
– Asistencia repetida en urgencias.
– Mala respuesta al tratamiento habitual.
BIBLIOGRAFÍA
1. Amir L, Hubermann H, Halevi A. Oral betamethasone versus intramuscular
dexamethasone for the treatment of mild to moderate viral croup. Pediatric
Emergency Care. 2006; 22: 541-4.
2. Benito J. Avances recientes en el tratamiento de la laringitis. An Esp
Pediatr. 1998; 49: 444-7.
3. Malhotra A, Krilov LR. Crup viral. Pediatr Rev. 2001; 22: 83-90.
4. García FJ, Moreno D. Laringitis. En: Protocolos diagnósticos y terapéuticos
de la AEP. Madrid: AEP; 2001. p. 139-47.
118 5. Bjornson CL, Johnson DW. Croup-Treatment Update. Pediatric Emergency
Care. 2005; 21: 863-73.
6. Brown JC. The management of croup. British Medical Bulletin. 2002; 61:
189-202.
7. Martinón JM, Martinón-Torres F. Estridor y obstrucción respiratoria de
aparición aguda. En: Casado J, Serrano A (eds.). Urgencias y tratamiento
del niño grave. 2ª ed. (esp). Madrid: Ergon, 2007. p. 335-41.
8. Orenstein D. Obstrucción inflamatoria aguda de las vías respiratorias
superiores. En: Behrman RE, Kliegman RM, Arvin AM, Nelson WE (eds.).
Nelson’ Tratado de Pediatría. 16ª ed. (esp.) Madrid: McGraw-Hill/Intera-
mericana de España; 2000. p. 1395-1400.
9. Russell K, Wiebe N, Saenz A. Glucocorticoids for croup (Cochrane Re-
view). En: The Cochrane Library, Issue 3, 2004. Chichester, UK: John
Wiley & Sons, Ltd.
119
2.3. CRISIS ASMÁTICA
P. Febles, G. Claret
CONCEPTO
Se define el asma bronquial como una enfermedad inflamatoria
crónica de las vías respiratorias, en cuya patogenia intervienen diver-
sas células y mediadores de la inflamación, que provocan síntomas
propios de una obstrucción variable al flujo aéreo, total o parcialmente
reversible espontáneamente o con tratamiento y una hiperreactividad
bronquial a diversos estímulos.
El asma es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia, con
una prevalencia que oscila, según diferentes estudios, entre el 5 y el 20%.
HISTORIA CLÍNICA
Los síntomas característicos de una crisis asmática son la disnea,
la tos, las sibilancias y la opresión torácica.
La historia clínica debe valorar:
– Episodio actual: factores desencadenantes, tiempo de evolu-
ción de la crisis (cuanto menor sea, mejor será la respuesta al
tratamiento), cómo se iniciaron los síntomas, fármacos recibidos,
dosis, periodicidad, modo de administración y cuando se admi-
nistró la última dosis.
– Si es asmático conocido: gravedad de las crisis anteriores, in-
gresos previos en planta de hospitalización o en la Unidad de
120 Cuidados Intensivos, necesidad de ventilación mecánica y tra-
tamiento de mantenimiento.
EXPLORACIÓN FÍSICA
La exploración física es fundamental para confirmar el diagnóstico
de asma, cuantificar la gravedad de la enfermedad, monitorizar la
evolución y objetivar la respuesta al tratamiento.
Se deberán tomar las siguientes constantes: frecuencia respira-
toria, saturación de O2, frecuencia cardiaca y temperatura. Se con-
sideran seguros valores de Sat O2 > 94%.
La afectación del estado general es un indicador fiable de gra-
vedad. Los niños que prefieren estar sentados, están agitados,
confusos, ansiosos, sudorosos, incapaces de decir una frase y con
llanto agudo o quejido, tienen una crisis asmática grave. Igualmente
la taquipnea importante, las retracciones supraclaviculares, la res-
piración lenta y dificultosa y los movimientos mínimos de aire en la
auscultación son signos de gravedad de la crisis.
Se han descrito múltiples escalas que combinan varios de estos
signos para aportar información sobre la gravedad de la crisis y la
respuesta al tratamiento. En nuestro centro se utiliza la Escala del
Hospital Sant Joan de Déu (para los menores de 2 años) y el Score
Wood Downes (para los de edad superior a los 2 años) (Tablas 1 y 2).
EXÁMENES COMPLEMENTARIOS
Las pruebas complementarias generalmente no son necesarias
y no deben retrasar el inicio del tratamiento del paciente.
– Radiografía de tórax: sus indicaciones son la sospecha de aire
extrapulmonar (neumotórax, neumomediastino, enfisema subcu-
táneo), fiebre elevada persistente o cuando una crisis evoluciona
de forma tórpida a pesar de un tratamiento adecuado.
– Determinación del CO2: existen actualmente diferentes dispo-
sitivos de capnometría que permiten medir de manera sencilla
y no invasiva la concentración de CO2 espirada. Este dato es
especialmente útil en la monitorización de crisis asmáticas graves.
– Función pulmonar (pico de flujo espiratorio máximo, PFEM): aporta
una medida objetiva del grado de obstrucción de la vía aérea y
puede ser útil para valorar la gravedad y respuesta al tratamiento
de la crisis asmática. Es aplicable en mayores de 5 años, previo
TABLA 1. Escala Hospital Sant Joan de Déu (< 2 años). 121
Sibilancias 0 NO
o estertores 1 Sibilancias espiratorias/Crepitantes inspiratorios
2 Sibilancias/Crepitantes inspiratorios-espiratorios
Tiraje 0 NO
1 Subcostal + intercostal inferior
2 Previo + supraclavicular + aleteo nasal
3 Previo + intercostal superior + supraesternal
Entrada aire 0 Sin alteraciones
1 Regular, simétrica
2 Asimétrica
3 Muy disminuida
SatHb Sin oxígeno Con oxígeno
0 ≥ 95% ≥ 95% sin O2
1 91-94% > 94% con FiO2 ≤ 40%
2 ≤ 90% ≤ 94% con FiO2 40%
FiO2 > 40%
0 1 2 3
FR < 3 meses < 40/min 40-59/min 60-70/min > 70/min
3-12 meses < 30/min 30-49/min 50-60/min > 60/min
12-24 meses < 30/min 30-39/min 40-50/min > 50/min
FC < 1 año < 130/min 130-149/min 150-170/min > 170/min
1-2 años < 110/min 110-120/min 120-140/min > 140/min
Crisis leve= 0-5, moderada= 6-10, grave= 11-16.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Las patologías que pueden presentar similitudes con una crisis
asmática se muestran en la Tabla 3. Entre las más frecuentes se
encuentran:
– Bronquiolitis: por definición se trata del primer episodio de difi-
cultad respiratoria por afectación de vías respiratorias bajas en
un niño menor de 2 años (tratada en otro capítulo de este libro).
122
TABLA 2. Score de Wood-Downes modificado por Ferrés (> 2 años).
0 1 2 3
Sibilancias No Final Toda espiración Inspiración +
espiración espiración
Tiraje No Subcostal/ 1 + supraclavicular 2 + intercostal
intercostal + aleteo nasal inferior +
inferior supraesternal
FR < 30 31-45 46-60 > 60
FC < 120 > 120
Entrada de Buena Regular, Muy disminuida, Tórax silente
aire simétrica simétrica Ausencia de
sibilancias
Cianosis No Sí
Crisis leve 1 a 3 puntos; moderada 4 a 7 puntos; grave 8 a 14 puntos
TRATAMIENTO
El tratamiento debe instaurarse de forma precoz y su objetivo
debe ser:
– Revertir la obstrucción al flujo aéreo.
– Corregir la hipoxemia, si existe.
– Evitar la progresión del cuadro.
– Evitar el ingreso hospitalario y las recaídas.
Oxígeno
Si la saturación de O2 es inferior al 94% o ante un distrés respira-
torio moderado o grave, se debe administrar oxígeno suplementario
humidificado, con gafas nasales (hasta 3 litros/minuto) o mascarilla
TABLA 3. Diagnóstico diferencial. 123
Fármacos
– Agonistas β2 adrenérgicos de acción corta. Son la primera
línea de tratamiento. La vía inhalatoria es la de elección por su
mayor efectividad y menores efectos secundarios.
- Salbutamol inhalado con cámara espaciadora (mascarilla facial
según la edad). El número de pufs a administrar se calcula
dividiendo el peso en kg entre 3, hasta 3 tandas en 1 hora.
- Salbutamol nebulizado: en niños menores de 10 kg, 0,15-0,2
mg/kg (mínimo 1,5 mg y máximo 5 mg) diluido en 4 ml de suero
fisiológico. En niños entre 10 y 20 kg se administra una dosis
fija de 2,5 mg y por encima de 20 kg, de 5 mg. Se administra
con mascarilla y con un flujo alto de oxígeno (6-8 litros/minuto),
hasta 3 dosis en 1 hora.
124 Si la gravedad del paciente lo requiere, se puede administrar:
- Salbutamol en nebulización continua a dosis de 0,25-0,5 mg/
kg/h. Mediante una bomba de infusión continua se perfunde
en la cazoleta de nebulización la dosis de salbutamol corres-
pondiente a 4 horas diluida en 50 ml de suero fisiológico (ritmo
de infusión de la bomba 12,5 cc/h). Después de una segunda
dosis de salbutamol continuo nebulizado se debe realizar un
ionograma (y equilibrio ácido-base) para descartar hipopota-
semia.
– Bromuro de ipratropio. Se ha demostrado su utilidad asociado
a β2 agonistas en crisis moderadas-graves. El efecto máximo se
alcanza con las primeras dosis, por lo que debe usarse sólo las
primeras 24-48 h. La dosis nebulizada es 125 µg para menores
de 10 kg, 250 µg entre 10-30 kg y 500 µg en > 30 kg c/4-6 h.
– Corticoides sistémicos. Son útiles si se utilizan precozmente en
las crisis moderadas-graves o en leves si no se consigue mejoría
mantenida con broncodilatadores o el niño tiene antecedentes de
crisis graves. La vía de elección es la oral frente a la parenteral,
ya que los efectos son equivalentes por ambas vías. No está
demostrada la utilidad de corticoides inhalados en crisis agudas.
Se recomienda bolus inicial de prednisolona 1-2 mg/kg (máximo
60 mg) y posteriormente mantener 1-2 mg/kg/día c/12-24 h
durante 3-5 días.
– Metilxantinas. Menor efecto broncodilatador y más efectos
secundarios. En desuso, únicamente en crisis muy graves sin
respuesta a tratamientos previos.
– Sulfato de magnesio. Crisis graves sin respuesta a otros trata-
mientos. Bolus e.v. inicial de 50 mg/kg (máximo 2 g) a pasar en
20 minutos. Perfusión de mantenimiento a 25-30 mg/kg/h.
– Heliox. Algunos ensayos sugieren que la combinación de helio
y oxígeno mejora antes la obstrucción al flujo aéreo y la disnea.
En los algoritmos 1, 2 y 3 está reflejada la actitud a seguir ante
una crisis asmática leve, moderada o grave.
Ventilación no invasiva
En pacientes que no respondan al tratamiento habitual o con
requerimientos altos de oxígeno, se debe valorar de forma precoz la
aplicación de ventilación no invasiva.
125
Crisis leve
Responde No responde
Control por su
pediatra
CRITERIOS DE HOSPITALIZACIÓN
La decisión de hospitalizar a un niño con crisis asmática debe
individualizarse y depende de la valoración clínica inicial y de la res-
puesta al tratamiento. Se debe considerar en los siguientes casos:
– Persistencia de la dificultad respiratoria tras el tratamiento.
– SatO2 < 94% tras el tratamiento.
– Intolerancia al tratamiento oral con corticoides.
– Visita al Servicio de Urgencias en las 24 horas previas.
BIBLIOGRAFÍA
1. Global Strategy for Asthma management and prevention (update 2012).
126
Crisis moderada
Responde No responde
Control por su
pediatra en 24 h
2. Guía española para el manejo del asma. GEMA 2009 [consultado Jun
2011]. Disponible en: http://www.gemasma.com.
3. Grupo de trabajo para el consenso sobre tratamiento del asma infantil.
Consenso sobre el tratamiento del asma en pediatría. An Pediatr (Barc).
2007; 67: 253-73.
4. Andrés Martín A, Valverde Molina J. Manual de Neumología Pediátrica
(ed. 2011).
5. Benito-Fernández J, González-Balenciaga M, Capape-Zache S, Vázquez-
Ronco MA, Mintegi-Raso S. Salbutamol viametered-dose inhaler with
spacer versus nebulization for acute treatment of pediatric asthma in the
emergency department. Pediatr Emerg Care. 2004; 20: 656-9.
6. Zorc JJ, Pusic MV, Ogborn CJ, Lebet R, Duggan AK. Ipratropium bromi-
de added to asthma treatment in the pediatric emergency department.
Pediatrics. 1999; 103: 748-52.
127
Crisis grave
Salbutamol* + bromuro de
ipratropio** nebulizados
(hasta 3 dosis en 1 hora)
+
Prednisona oral o
metilprednisolona ev
+
Valorar iniciar nebulización continua de
salbutamol durante 4 horas
(0,25 mg/kg/h hasta 50 cc SF, 12,5 cc/h)
Responde No responde
INTRODUCCIÓN
La bronquiolitis aguda es la infección del tracto respiratorio infe-
rior más frecuente en el lactante con una incidencia del 11% anual
y una tasa de ingreso que ha ido en aumento en los últimos años
hasta situarse entre el 2 y el 5%. Hasta un 10% de estos pacientes
requerirán ingreso en UCIP.
Se trata de una enfermedad aguda de causa viral que se caracte-
riza por inflamación, edema, aumento de producción de mucosidad,
necrosis de las células epiteliales y broncospasmo, que dan como
resultado la obstrucción de la pequeña vía aérea. Habitualmente
existe el antecedente de una infección respiratoria de vías altas los
días previos al inicio de los síntomas o el contacto con alguna persona
con dicha patología. Afecta a niños por debajo de los 2 años, con
un pico de incidencia entre los 2 y los 6 meses de vida, y predomina
en los meses de invierno.
ETIOLOGÍA
El principal agente causal de la bronquiolitis es el virus respi-
ratorio sincitial (VRS), responsable de la enfermedad en un 75%
de los casos. Se estima que el 90% de los niños se infectarán por
el VRS durante sus dos primeros años de vida, y hasta un 40%
desarrollará la enfermedad. La infección por el VRS no proporciona
inmunidad por lo que las reinfecciones son frecuentes. Existen 2
subtipos de VRS (A y B). Otros microorganismos causantes de
bronquiolitis son parainfluenzae, adenovirus, influenzae, metapneu-
movirus, mycoplasma, rhinovirus y bocavirus. Por el momento no
existe evidencia suficiente para afirmar que algún subtipo de VRS
o algún agente etiológico en concreto provoque mayor gravedad
o peor evolución.
CLÍNICA 129
El diagnóstico de la bronquiolitis se basa en los datos de la
anamnesis y los hallazgos en la exploración física. Se caracteriza por
rinitis y tos que suelen preceder a un cuadro de dificultad respiratoria
(taquipnea, tiraje, aleteo nasal), rechazo del alimento e irritabilidad
junto con sibilantes y/o crepitantes a la auscultación. Puede existir
también fiebre o febrícula y apneas centrales en los pacientes de
menor edad. Las apneas pueden ser la manifiestación inicial de
la enfermedad. Se han descrito manifestaciones extrapulmonares
graves como arritmias, miocarditis, fallo cardíaco derecho, hepatitis,
convulsiones y SIADH.
La mayoría de los pacientes presentan una forma autolimitada de
bronquiolitis que suele durar entre 11 y 14 días y puede ser manejada
a nivel ambulatorio.
El ingreso hospitalario es preciso cuando existe:
– Hipoxia.
– Dificultad para la alimentación.
– Score ≥ 6 a pesar de tratamiento.
– Enfermedades de base (como la prematuridad, cardiopatías con-
génitas y patología respiratoria crónica).
– Riesgo de apneas (edad < 1 mes, prematuros de edad gesta-
cional < 32 semanas y los que presentaron apneas en el período
neonatal).
Debe valorarse el ingreso en UCIP en las siguientes situaciones:
– Hipoxia a pesar de oxigenoterapia (saturación de hemoglobina
–Sat Hb– < 90% con FiO2 40%).
– Score ≥ 11 a pesar de tratamiento.
– Apneas persistentes.
– Acidosis (pH < 7,2).
– Enfermedad rápidamente progresiva.
– Síntomas extrapulmonares graves.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Bronquitis aguda obstructiva, asma bronquial, tos ferina, bronco-
neumonía bacteriana, insuficiencia cardíaca, malformaciones (anillos
vasculares, enfisema lobar congénito), fibrosis quística.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
El diagnóstico de la bronquiolitis es clínico. Sólo están justificadas
las siguientes exploraciones complementarias:
– Determinación del VRS en aspirado nasofaríngeo en los pacientes
candidatos al ingreso para establecer cohortes hospitalarias.
– Analítica sanguínea y sedimento de orina en menores de 1 mes 131
con temperatura axilar superior a 38ºC. Valorar realizar punción
lumbar en función del estado general y los resultados analíticos.
– Sedimento de orina en lactantes entre 1 y 3 meses con tempe-
ratura axilar superior a 38ºC y en lactantes mayores de 3 meses
con temperatura superior a 39ºC.
– Radiografía de tórax en caso de temperatura superior a 39ºC,
hipoxia (Sat Hb inferior al 91%), asimetría auscultatoria mantenida,
deterioro respiratorio brusco o mala evolución clínica.
TRATAMIENTO
El manejo de la bronquiolitis aguda se basa en el mantenimiento
de un adecuado estado de hidratación, oxigenación y soporte venti-
latorio en aquellos casos que lo precisan. Pero su elevada incidencia
y su similitud clínica con el asma han llevado a un uso indiscriminado
de fármacos que no han probado su efectividad en esta patología.
En los pacientes con bronquiolitis leve sólo están indicadas las
medidas de soporte y el seguimiento ambulatorio por el pediatra
habitual.
Se debe pautar aislamiento de contacto (aislamiento C) en
aquellos pacientes que ingresen, tanto si la bronquiolitis es VRS
positiva como negativa.
a) Hidratación y nutrición
Es importante garantizar la hidratación y nutrición de estos pa-
cientes. La recomendación nutricional en pacientes leves/moderados
es la reducción de volumen y el fraccionamiento de la alimentación.
En pacientes con bronquiolitis grave, ante la progresión de la enfer-
medad o la incapacidad para realizar las tomas por vía oral, es mejor
optar por la nutrición a débito continuo por sonda nasogástrica (si
es posible, mejor transpilórica para minimizar el riesgo de vómitos y
aspiración). En caso de empeoramiento a pesar de estas medidas,
valorar dejar al paciente a dieta absoluta y administrar perfusión ev.
Se debe valorar la compensación del aumento de las pérdidas
insensibles por la taquipnea y la fiebre, aportando entradas entre
un 110-120% de las necesidades basales. Debemos monitorizar el
balance hídrico en los pacientes con bronquiolitis grave para detectar
precozmente una secreción inadecuada de hormona antidiurética,
132 complicación poco frecuente pero que podría ser empeorada por
nuestro mayor aporte de líquidos.
b) Oxigenoterapia
Se administrará oxigenoterapia a aquellos pacientes con Sat Hb
< 93%. Se debe monitorizar la Sat Hb en todos aquellos pacientes
que precisen oxigenoterapia. Se recomienda mantener Sat Hb in-
ferior al 98% para poder utilizar el índice de saturación de oxígeno
o cociente SF (Sat Hb/FiO2) de forma continuada, dado que a partir
de ese valor la relación entre Sat Hb y la presión arterial de oxígeno
deja de ser lineal.
En todos los pacientes que precisen un flujo de oxígeno supe-
rior a 2 litros/min o con score > 6, el oxígeno debería administrarse
mediante un sistema de alto flujo con humidificación activa (OAF).
Se ha descrito como criterio precoz de fracaso del OAF si se
mantiene FR > 50 y/o FC >150 a los 90 minutos de iniciar el trata-
miento con OAF.
c) Nebulizaciones
En los pacientes con bronquiolitis moderada o grave (después
de aspirar las secreciones), podemos valorar la realización de una
prueba terapéutica teniendo en cuenta que la respuesta no es univer-
sal y que la mejoría suele ser breve. Existe evidencia suficiente para
administrar el broncodilatador nebulizado diluido en suero salino al
3%, pues se ha demostrado la reducción de la estancia hospitalaria
con el uso de esta concentración sin observarse efectos adversos.
– En los menores de 6 meses utilizaremos adrenalina 1/1.000 ne-
bulizada, 0,5 mg/kg en 4 cc de suero salino al 3%, flujo 6-8 L/
min (dosis máxima 5 mg).
– En los pacientes con edad superior a los 6 meses y en todos
aquellos con predominio de sibilantes a la auscultación utiliza-
remos salbutamol, 0,2 mg/kg en 4 cc de suero salino al 3%,
flujo 6-8 L/min (dosis mínima 1,5 mg - dosis máxima 5 mg), y
en caso de no mejoría se repetirá la prueba terapéutica con
adrenalina.
En cualquiera de los dos casos, debemos valorar la respuesta
tras la nebulización. Consideraremos que la respuesta es favorable
si la puntuación en la escala disminuye en 2 o más puntos y en este
133
Evaluación inicial (anamnesis, escala clínica, Sat O2)
S. salino 3% S. salino 3%
β2-adrenérgicos Adrenalina
(> 6 meses, atopia,
predominio sibilantes)
d) CPAP
La ventilación no invasiva (VNI) con CPAP en la bronquiolitis aguda
grave es bien tolerada y consigue una disminución significativa de
la taquipnea y de la hipercapnia. Su utilización precoz disminuye la
tasa de intubación.
La administración del mismo puede realizarse mediante dispo-
sitivo Bubble CPAP con prótesis binasal. La comprobación de la
permeabilidad de las fosas nasales es fundamental. El uso de chupete
134 o medicación oral sedante a dosis bajas (hidrato de cloral o levome-
promazina) puede ser útil en los primeros momentos.
Criterios de aplicación de CPAP:
– Escala de gravedad HSJD de bronquiolitis superior a 8.
– Satl Hb inferior a 97% con OAF (FiO2 > 0,4) o cociente SF < 240.
– Equilibrio ácido-base con pCO2 > 55 pero con pH > 7,3 (la hi-
percapnia con un pH inferior a 7,3 es indicación de ingreso en
UCIP para inicio precoz de VNI con dos niveles de presión).
Tomar muestra preferentemente con capilar arterializado (toma
de muestra con capilar para gases previa vasodilatación de la
zona con masaje cutáneo o pomada de nitroglicerina), pues en
muestra venosa la pCO2 puede sufrir importantes variaciones
en función de diferentes variables (llanto del paciente, tiempo de
compresión, etc.).
– Apneas de repetición.
Entre las 2-6 horas después de iniciar el CPAP es obligatorio
comprobar la evolución clínica (FR, FC, escala clínica de gravedad
y evolución gasométrica del paciente). La falta de respuesta es in-
dicación de ingreso en UCIP para ventilación con VNI o ventilación
mecánica.
e) Corticoides
El tratamiento con corticoides no está indicado en la bronquiolitis
aguda, excepto en casos seleccionados:
– Pacientes con antecedente de displasia broncopulmonar.
– Pacientes sometidos a ventilación mecánica con criterios de pul-
món de distrés.
f) Antibiótico
Tampoco está indicado el tratamiento con antibióticos para la
bronquiolitis aguda, excepto en algunos casos:
– Pacientes menores de 28 días con fiebre > 38ºC: manejo igual
que neonato febril sin foco (recogida de cultivos y antibioterapia).
– Signos clínico-analíticos de infección. El uso de la procalcitonina
como marcador de infección bacteriana podría ser un excelen-
te método para minimizar el uso indiscriminado de antibióticos
(recordar que en el neonato pueden persistir cifras elevadas de
procalcitonina secundarias al estrés perinatal).
g) Fisioterapia respiratoria 135
En la revisión sistemática realizada por la Cochrane sobre la fisio-
terapia respiratoria en pacientes con bronquiolitis aguda no se hallaron
efectos beneficiosos por lo que su aplicación no es recomendable
de forma generalizada.
h) Otros tratamientos
Se han ensayado tratamientos como las inmunoglobulinas anti-
VRS, la ribavirina y el surfactante en pacientes con infección VRS
grave. Aunque se ha descrito que la ribavirina y el surfactante podrían
reducir el tiempo de ventilación mecánica, por el momento no existe
suficiente evidencia que respalde su uso.
Existen trabajos sobre el uso del Heliox en combinación con la
ventilación mecánica invasiva y no invasiva con resultados espe-
ranzadores.
El montelukast no ofrece beneficios ni en la fase aguda de la
enfermedad ni para reducir las secuelas.
EVOLUCIÓN
La mortalidad en pacientes ingresados con bronquiolitis por VRS
es menor al 2% y se ha mantenido estable en los últimos años. La
mortalidad aumenta en pacientes de corta edad (< 6-12 semanas),
prematuros y pacientes con enfermedades cardiopulmonares cró-
nicas o inmunodeficiencias.
La mayoría de los niños que sufren la bronquiolitis se recuperarán
sin secuelas, pero entre un 20% y un 70%, según las series, presenta
episodios de sibilancias recurrentes hasta los 5 a 10 años de vida. Por
el momento se desconoce el mecanismo fisiopatológico que justifica
esta asociación, aunque se han propuesto múltiples teorías, entre
otras, la existencia de una inflamación persistente o la disfunción
temporal de los cilios que podría causar el virus.
BIBLIOGRAFÍA
1. Grupo de Trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre Bronquiolitis Agu-
da. Fundació Sant Joan de Déu, coordinador.Guía de Práctica Clínica
sobre Bronquiolitis Aguda. Plan de Calidad para el Sistema Nacional de
Salud del Ministerio de Sanidad y Política Social. Agència d’Avaluació
de Tecnologia i Recerca Mèdiques; 2010. Guías de Práctica Clínica en
el SNS: AATRM. Nº 2007/05
136 2. Mansbach JM, Clark S, Christopher NC, LoVecchio F, Kunz S, Acholonu U,
Camargo CA Jr. Prospective multicenter study of bronchiolitis: predicting
safe discharges from the emergency department. Pediatrics. 2008; 121:
680-8.
3. Gadomski AM, Bhasale AL. Broncodilatadores para la bronquiolitis
(Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca Cochrane Plus, 2008
Número 1. Oxford: Update Software Ltd. Disponible en: http://www.
update-software.com. (Traducida de The Cochrane Library, 2008 Issue
1. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.).
4. Hartling L, Wiebe N, Russell K, Patel H, Klassen TP. Epinefrina para la
bronquiolitis (Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca Cochrane
Plus, 2008 Número 1.Oxford: Update Update in Cochrane Database Syst
Rev. 2011; (6): CD003123
5. Zhang L, Mendoza-Sassi RA, Wainwright C, Klassen TP. Nebulized hyper-
tonic saline solution for acute bronchiolitis in infants. Cochrane Database
Syst Rev. 2008; (4): CD006458.
6. Spurling GK, Doust J, Del Mar CB, Eriksson L. Antibiotics for bronchiolitis
in children. Cochrane Database Syst Rev. 2011; (6): CD005189.
7. Patel H, Platt R, Lozano JM, Wang EE. Glucocorticoids for acute viral
bronchiolitis in infants and young children. Cochrane Database Syst Rev.
2004; (3): CD004878. Review. Update in: Cochrane Database Syst Rev.
2008; (1): CD004878.
8. Blom D, Ermers M, Bont L, van Aalderen WM, van Woensel JB. Inhaled
corticosteroids during acute bronchiolitis in the prevention of post-bron-
chiolitic wheezing. Cochrane Database Syst Rev. 2007; (1): CD004881.
9. Thia LP, McKenzie SA, Blyth TP, Minasian CC, Kozlowska WJ, Carr SB.
Randomised controlled trial of nasal continuous positive airways pressure
(CPAP) in bronchiolitis. Arch Dis Child. 2008; 93: 45-7.
10. Lazner MR, Basu AP, Klonin H. Non-invasive ventilation for severe bron-
chiolitis: analysis and evidence. Pediatr Pulmonol. 2012; 47: 909-16.
11. Schibler A, Pham TM, Dunster KR, Foster K, Barlow A, Gibbons K, Hough
JL. Reduced intubation rates for infants after introduction of high-flow
nasal prong oxygen delivery. Intensive Care Med. 2011; 37: 847-52.
12. Roqué i Figuls M, Giné-Garriga M, Granados Rugeles C, Perrotta C. Chest
physiotherapy for acute bronchiolitis in paediatric patients between 0 and
24 months old. Cochrane Database Syst Rev. 2012; (2): CD004873.
137
2.5. OTITIS MEDIA AGUDA Y
MASTOIDITIS AGUDA
S. Hernández-Bou, A. Martínez, E. Gargallo
ETIOLOGÍA
Alrededor del 65% de los episodios de OMA están causados por
bacterias. Los agentes etiológicos principales son:
– Streptococcus pneumoniae (35-50%): es la bacteria que con más
frecuencia origina OMA, aunque su cifra ha descendido tras la
introducción de la vacuna conjugada neumocócica. Aproxima-
damente el 20% remiten espontáneamente.
– Haemophilus influenzae no tipable (25%): hasta un 40% de los
aislados pueden producir beta-lactamasas. El 50% se resuelven
espontáneamente.
138 – Moraxella catharralis (3-20%): el 100% produce beta-lactamasas
y la resolución espontánea es del 80%.
– Streptococcus pyogenes (3-5%).
– Staphylococcus aureus (1-3%).
– Otros microorganismos menos frecuentes: Escherichia coli,
Serratia, Pseudomonas aeruginosa, Mycoplasma pneumoniae,
Chlamydia y algunos hongos.
Alrededor del 15-25% de los cultivos de OMA son negativos, y
en el 3-13% de los casos los únicos agentes identificados son virus.
Su papel en la OMA resulta controvertido, si bien se acepta que una
infección viral de vías respiratorias predispone a padecer una OMA,
no se consideran agentes causales al no haberse podido demostrar
su replicación en la cavidad del oído medio.
CLÍNICA
– En el lactante, la clínica es inespecífica, excepto la otorrea aguda,
que es muy sugestiva de OMA:
- Irritabilidad o llanto intenso (sobre todo de aparición nocturna
tras unas horas de sueño).
- Rechazo del alimento.
- Fiebre.
- Vómitos, diarreas.
– En el niño mayor:
- Otalgia, es el síntoma más específico.
- Fiebre.
- Hipoacusia.
- Otorrea: la otorrea tras perforación timpánica suele acompa-
ñarse de disminución de la otalgia.
EXPLORACIÓN FÍSICA
1. Exploración del oído
Los hallazgos de la otoscopia son fundamentales para un diag-
nóstico preciso de OMA.
Otoscopia (clásica u otomicroscópica)
– En la 1ª fase: tímpano hiperémico o con hipervascularización del
mango del martillo y pars fláccida y una inyección radial de todos
los vasos de la pars tensa con desaparición del triángulo luminoso
(como signo aislado tiene poco valor, excepto si es intensa).
– En la 2ª fase: mayor inflamación y edema con distensión del tím- 139
pano y desaparición del relieve del mango del martillo (tímpano
abombado, signo más frecuente de OMA).
– En la 3ª fase: trasudado a través de la membrana timpánica (MT)
sin perforación o perforación y otorrea.
Otras formas son la presencia de ampollas en la membrana tim-
pánica (miringitis bullosa), que pueden ser de contenido seroso o he-
mático, cuya etiología puede ser vírica, por Mycoplasma o bacteriana.
Otoscopia neumática
Valora la movilidad de la membrana timpánica visualmente. Esta
técnica es de elección en Urgencias si se dispone de ella, aunque
su uso es excepcional en nuestro medio.
2. Exploración regional
La OMA suele acompañarse de procesos inflamatorios de las vías
respiratorias altas, o puede producir complicaciones regionales, por
lo que hay que explorar las fosas nasales, la orofaringe y las regiones
cervical y mastoidea.
3. General
Deben buscarse signos de bacteriemia-sepsis, como decaimien-
to, mal estado general, postración y alteración de la perfusión cutá-
nea. También deben explorarse los signos meníngeos y neurológicos
por la posibilidad de complicación intracraneal.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
El diagnóstico de la OMA es clínico. Aunque no son necesarias
para el diagnóstico de OMA, en algunos casos deben realizarse
pruebas complementarias como serían el análisis de sangre (hemo-
grama y reactantes de fase aguda), hemocultivo, punción lumbar o
TC de cráneo y hueso temporal ante la sospecha de complicaciones
(sepsis, meningitis, mastoiditis).
DIAGNÓSTICO
Según el consenso de la Academia Americana de Pediatría de
2004, el diagnóstico de certeza de OMA requiere el cumplimento
de estos 3 criterios:
140 1. Comienzo agudo de los síntomas.
2. Signos otoscópicos de ocupación del oído medio: abombamien-
to, neumatoscopia patológica u otorrea.
3. Presencia de signos o síntomas inflamatorios (otalgia o intensa
hiperemia del tímpano).
Si sólo hay otalgia evidente sin otoscopia posible, o por el con-
trario la otoscopia es muy significativa y la otalgia no es clara o con-
firmada, se habla de OMA probable. Si ésta se acompaña de cuadro
de catarro de vías altas o factores de mal pronóstico, se considerará
OMA “confirmada”.
El diagnóstico etiológico se debe hacer mediante cultivo del
aspirado del oído medio (paracentesis) en los casos siguientes:
– Otitis media en niños gravemente enfermos.
– Presencia de complicaciones supurativas: mastoiditis, absceso
cerebral, meningitis, osteomielitis.
– Si no hay respuesta adecuada al tratamiento.
– En inmunodeprimidos.
TRATAMIENTO
Tratamiento sintomático
El tratamiento de elección tras el diagnóstico es la analgesia,
especialmente en las primeras 24 horas, independientemente de
la instauración o no de tratamiento antibiótico. Suele ser suficiente
ibuprofeno o paracetamol por vía oral a las dosis habituales, pero el
ibuprofeno muestra un perfil de actuación mejor debido a su doble
acción analgésica y antiinflamatoria.
Tratamiento antibiótico
Durante los últimos años ha existido controversia acerca de la
necesidad de tratamiento antiobiótico en todas las OMA. La ma-
yoría de los casos (80-90%) pueden ser considerados como una
enfermedad autolimitada aunque el porcentaje varía en función del
microorganismo causal: M. catharralis (> 75%), H. influenzae (50%) y
S. pneumoniae (17%). Además hay que tener en cuenta que la OMA
ha sido la principal causa de prescripción antibiótica en la infancia,
contribuyendo en gran medida al aumento de las resistencias de los
patógenos respiratorios, sin olvidar los efectos secundarios de los
antibióticos. Estos motivos sustentan la actitud actual de restringir la
indicación de tratamiento antibiótico a aquellos pacientes que pre- 141
sentan factores de riesgo de recidivas o de mala evolución:
– Pacientes menores de 2 años y sobre todo lactantes menores
de 6 meses
– Antecedentes de OMA recurrente o persistente, o familiares de
primer grado con secuelas óticas.
– Los que presenten OMA grave (fiebre > 39ºC y/u otalgia intensa),
otorrea u OMA bilateral.
– Enfermedad de base (inmunodeficiencias, implantes cocleares,
anomalías cráneo-faciales...).
En los demás pacientes se opta por la conducta expectante,
tratamiento analgésico y control en 48 -72 horas. En caso de per-
sistencia de la sintomatología, se inicia tratamiento antibiótico. Si se
adopta esta postura, el médico debe asegurarse la posibilidad de
seguimiento.
PROFILAXIS
Existen tres grandes tipos de profilaxis: antibiótica, vacunal y
quirúrgica.
El uso de la profilaxis antibiótica en la OMA recurrente es con-
trovertido.
Recientemente se ha introducido la vacunación conjugada frente
a trece cepas de S. pneumoniae pero por el momento no hay estudios
sobre la eficacia en los niños con OMA.
La alternativa quirúrgica consiste en la colocación de tubos de
drenaje transtimpánico.
Factores de riesgo*
< 6 meses > 6 meses
Amoxicilina-clavulánico Amoxicilina Sí No
80 mg/kg/día 80 mg/kg/día c/8 h**
c/8 h 10 días Analgésicos pautados
Analgésicos pautados Si fracaso en 48 h Analgésicos/
Antiinflamatorio
pautados
Si fracaso en 48 h
Cefuroxima- Amoxicilina-
axetilo clavulánico Amoxicilina
30-40 mg/kg/día 80 mg/kg/día 80 mg/kg/día
COMPLICACIONES
– Perforación de la membrana timpánica: es la complicación
más común. Si en el seguimiento clínico no existe reparación de
la misma, debe remitirse a ORL.
– Mastoiditis aguda: se trata de la complicación grave más fre-
cuente de la OMA y aunque frecuentemente va precedido de un
episodio de OMA, en ocasiones puede constituir el primer signo
de la misma. Ver apartado específico.
– Otras complicaciones:
- Parálisis facial: rara en la actualidad. Buen pronóstico con el
tratamiento.
- Laberintitis: excepcional. Se presenta como signos de vértigo
periférico y nistagmus en contexto de OMA evidente.
144 - Bacteriemia: presentan mayor riesgo los lactantes de corta
edad con fiebre alta.
- Meningitis: complicación excepcional pero una de las más
graves. Existe vía de acceso hematógena o por contigüidad,
siendo ésta más rara.
- Absceso cerebral: se produce por extensión de la infección.
Suelen ser extradurales o subdurales y son muy graves.
MASTOIDITIS AGUDA
CONCEPTO Y PATOGENIA
Infección e inflamación de la mucosa que se propaga desde oído
medio a celdillas aéreas y paredes óseas de la mastoides, pudiendo
provocar lesiones destructivas de dicho hueso con potencial manifes-
tación externa a nivel de la región mastoidea. En algunos casos esta
inflamación no llega a dar manifestaciones clínicas, ya sea por el uso de
antibióticos o por resolución espontánea. Pueden ser agudas, subagu-
das o crónicas. En este capítulo nos referiremos a la mastoiditis aguda.
CLÍNICA
Mastoiditis aguda con periostitis
– Fiebre.
– Otalgia.
– Otitis media acompañante o reciente. 145
– Signos locales de inflamación mastoidea:
- Eritema.
- Dolor o hipersensibilidad a la palpación sobre la punta de la
mastoides, el surco retroauricular o la raíz de la apófisis cigo-
mática.
- Desplazamiento del pabellón auricular hacia fuera, delante y
abajo.
- Tumefacción.
- Fluctuación retroauricular en el caso de existir un absceso
subperióstico. Es la complicación más frecuente de manera
que algunos autores la consideran dentro del curso habitual
de la infección.
COMPLICACIONES
Hay que sospechar una complicación de la mastoiditis ante cual-
quier evolución tórpida: persistencia de la fiebre (sobre todo si en agu-
jas y alta, sospechar trombosis de senos venosos), clínica de sepsis,
presencia de cefaleas, vómitos, signos neurológicos o de focalidad
como somnolencia, parálisis facial, vértigo, hipoacusia súbita, etc. Las
complicaciones de las mastoiditis pueden ser:
Intratemporales
– Parálisis facial.
– Laberintitis: síndrome vertiginoso y/o hipoacusia.
– Petrositis.
– Síndrome de Gradenigo (petrositis de la punta de la mastoides):
parálisis ipsilateral 6º par craneal por condición inflamatoria con-
currente en el oído interno, seno mastoideo o ambos. La tríada de
Gradenigo consiste en otitis, parálisis abducente y dolor profundo
en la región de la 1º y 2ª ramas del nervio trigémino unilateral.
146 Extratemporales
Extratemporales intracraneales
– Meningitis y empiema subdural.
– Absceso intracraneal (parenquimatoso, epidural o subdural).
– Trombosis venosas (seno lateral, seno sigmoideo o seno caver-
noso).
Extratemporales extracraneales
Al progresar el pus fuera del hueso temporal:
– Progresión anterior: hacia CAE; fístula de Gellé (riesgo de parálisis
del N. facial).
– Progresión anterosuperior: paramastoiditis escamo-zygomática
(rara, pudiendo haber clínica de trismus).
– Progresión posterior: hacia células presinusales y ángulo de Citelli;
riesgo para el seno lateral y endocráneo.
– Progresión inferior: hacia estructuras cervicales; mastoiditis de
Bezold detrás del músculo ECM; mastoiditis de Mouret o yugo-
digástrica (mastoiditis con clínica de tortícolis).
DIAGNÓSTICO
Diagnóstico clínico
El diagnóstico será principalmente clínico, siendo la asociación de
una otitis media activa o reciente con signos locales de inflamación
mastoidea diagnóstica en más del 90% de los casos.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Deben tenerse en cuenta las siguientes entidades:
– Otitis media aguda con ocupación mastoidea o pseudomastoiditis.
– Forunculosis aguda del CAE (no antecedentes de OM previa).
– Otitis externa difusa (típica otitis del verano).
– Celulitis retro o periauricular.
– Pericondritis del pabellón auricular.
– Adenitis retroauricular.
– Tumores mastoideos: histiocitosis X, rabdomiosarcoma.
– Quistes y fístulas, por anomalías del arco braquial, sobreinfecta-
das.
– Mastoiditis tuberculosa.
– Fracturas mastoideas con hematoma asociado.
148 TRATAMIENTO
Deberá valorarse el tratamiento a seguir en colaboración con el
servicio de ORL en todos los casos.
Tratamiento quirúrgico
En todos los casos debe realizarse una timpanocentesis o
miringotomía y se valorará la colocación de drenajes transtim-
pánicos.
Si no existe mejoría en 24-48 horas, se realizará una mastoi-
dectomía simple.
En caso de absceso perióstico se realizará de entrada una pun-
ción-aspiración y se valorará realizar una mastoidectomía simple.
Mastoiditis aguda complicada 149
– Complicación extratemporal extracraneal: se utilizará la misma
pauta antibiótica que en las mastoiditis agudas no complicadas,
pero con una duración total (endovenoso + oral) de 4 semanas.
Respecto al tratamiento quirúrgico, se realizará una mastoidec-
tomía simple, además de la timpanocentesis o miringotomía.
– Complicación extratemporal intracraneal: se utilizará cobertura
antibiótica de amplio espectro con una duración de la antibio-
terapia endovenosa mínima de 4 semanas y se realizará una
mastoidectomía simple además de la timpanocentesis o mirin-
gotomía.
BIBLIOGRAFÍA
1. American Academy of Pediatrics and American Academy of family physi-
cians. Diagnosis and management of acute otitis media. Clinical practice
guideline. Pediatrics. 2004; 113: 1451-65.
2. Baquero-Artigao F, Del Castillo F. La otitis media aguda en la era de la
vacunación antineumocócica. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2008; 26:
505-9.
3. Thompson PL, Gilbert RE, Long PF, Saxena S, Sharland M, Wong IC.
Effect of antibiotics for otitis media on mastoiditis in children: a retros-
pective cohort study. Pediatrics. 2009; 123: 424-30.
4. Stevanovic T, Komazec Z, Lemajic-Komazec S, Jovic R. Acute otitis
media: to follow-up or treat. Int J Pediatr Otorhinolaryngol. 2010; 74:
930-3.
5. Castellarnau E. Otitis. En: Benito J, Luances C, Mintegui S, Pou J, eds.
Tratado de urgencias en pediatría. 2ª ed. Madrid: Ergon; 2011. p. 309-
33.
6. Hoberman A, Paradise JL, Rockette HE, Shaikh N,Wald ER, Kearney DH,
et al. Treatment of acute otitis media in children under 2 years of age. N
Engl J Med. 2011; 364: 105-15.
7. Del Castillo Martín F, Baquero Artigao F, de la Calle Cabrera T, López
Robles MV, Ruiz Canela J, Alfayate Miguelez S, et al. Documento de
consenso sobre etiología, diagnóstico y tratamiento de la otitis media
aguda. Asociación Española de Pediatría. 2012. Disponible en: www.
aeped.es
8. Tähtinen PA, Laine MK, Ruuskanen O, Ruohola A. Delayed versus im-
mediate antimicrobial treatment for acute otitis media. Pediatr Infect Dis
J. 2012; 31: 1227-32.
9. Anthonsen K, Høstmark K, Hansen S, et al. Acute mastoiditis in children.
A 10-year retrospective and validated multicenter study. Pediatr Infect Dis
J. 2013; 32: 436-40.
150 10. Van den Aardweg MT, Rovers MM, de Ru JA, et al. A systematic review
of diagnostic criteriaforacute mastoiditis in children. Otol Neurotol. 2008;
29: 751-7.
11. Psarommatis IM, Voudouris C, Douros K, et al. Algorithmic management
of pediatric acute mastoiditis. Int J Pediatr Otorhinolaryngol. 2012; 76:
791-6.
12. Lin HW, Shargorodsky J, Gopen Q. Clinical strategies for the management
of acute mastoiditis in the pediatric population. Clin Pediatr. 2010; 49:
110-15.
151
2.6. NEUMONÍA Y DERRAME PLEURAL
S. Hernández-Bou, M. Fernández de Sevilla
CONCEPTO
Infección aguda del parénquima pulmonar con ocupación del
espacio aéreo y/o intersticial, de etiología variada. Su incidencia varía
del 15-40% dependiendo del grupo de edad, siendo la máxima fre-
cuencia en edad preescolar. Este capítulo se centra en la neumonía
adquirida en la comunidad (NAC) en el niño sano.
ETIOLOGÍA
En la Tabla 1 se exponen los agentes etiológicos principales
según la edad y orden de frecuencia. Las neumonías en el recién
nacido son generalmente adquiridas del tracto genital materno. En los
niños entre 3 meses y 5 años la mayoría de cuadros son virales o por
Streptococcus pneumoniae. A partir de los 5 años, el Mycoplasma
pneumoniae es el primer agente causal, con una frecuencia máxima
entre los cinco y nueve años. Se describen etiologías mixtas hasta
en un 30%-50% de los niños con NAC.
CLÍNICA
La clínica de neumonía la integran manifestaciones generales (fie-
bre, dolor torácico o equivalentes según la localización de la misma,
como dolor abdominal, en hombros o signos meníngeos, cefalea,
vómitos...) y locales referidas al aparato respiratorio (taquipnea, tos,
disnea y dificultad respiratoria) que pueden orientar el diagnóstico
clínico y, por tanto, el tratamiento empírico.
A la exploración física debemos evaluar si existen signos de au-
mento del trabajo respiratorio (taquipnea y/o retracciones) e hipoxe-
mia. La auscultación pulmonar puede poner de manifiesto hipoven-
tilación localizada en un área pulmonar, o la presencia de estertores
crepitantes o soplo tubárico.
152 TABLA 1. Incidencia de microorganismos en relación con la edad.
DIAGNÓSTICO
Radiología
Las guías de práctica clínica no recomiendan la realización ruti-
naria de radiografía de tórax en los pacientes con sospecha clínica
de neumonía leve en los que se espera una buena evolución con
tratamiento antibiótico ambulatorio. La radiografía de tórax postero-
anterior sí debe realizarse en aquellos pacientes con signos clínicos
ambiguos de neumonía, que presenten hipoxemia, dificultad respi-
ratoria o si se sospecha una posible complicación. Asimismo, tam-
bién debe realizarse en los niños con mala respuesta al tratamiento
antibiótico oral.
Pruebas analíticas
El hemograma y los reactantes de fase aguda tienen una baja
sensibilidad y especificidad para distinguir entre las diferentes etiolo-
gías de la neumonía, por lo que no se deben indicar de rutina, espe-
cialmente en los pacientes tratados ambulatoriamente. Se recomienda
su realización en los pacientes que requieran ingreso hospitalario para
tratamiento endovenoso. En estos casos, también debe valorarse la
solicitud de ionograma por la posibilidad de hiponatremia secundaria
a una secreción inadecuada de hormona antidiurética (SIADH).
TABLA 2. Características de las neumonías según la etiología. 153
Pruebas microbiológicas
– Hemocultivo: resulta positivo entre el 5 y el 15% de los niños con
neumonía, por lo que su realización debe restringirse, en principio,
a los pacientes que ingresan.
– Reacción en cadena de la polimerasa (PCR): la determinación
de la PCR a S. pneumoniae en plasma ha incrementado nota-
blemente el diagnóstico etiológico de esta entidad, por lo que
su realización estaría indicada en los pacientes que ingresen con
sospecha de neumonía bacteriana típica. En los últimos años se
están desarrollando PCR a otras bacterias causantes de neumo-
nía (M. pneumoniae, S. aureus, S. pyogenes).
– Serologías: utilizadas para el diagnóstico de las neumonías atípi-
cas. No se recomienda su realización de forma rutinaria ya que
requieren dos muestras, en la fase aguda y la fase convaleciente,
por lo que sus resultados no influyen en las decisiones de manejo.
154 – Otras:
- Detección de antígenos en orina: la detección de antígenos
de neumococo en orina tiene una pobre especificidad, por lo
que no debería utilizarse; en cambio, sí nos puede ser útil la
determinación del antígeno para Legionella cuando se sospe-
che esta etiología.
- Detección de virus en aspirado nasofaríngeo: nos puede ayudar
en el diagnóstico de neumonías virales, ya sea por medio de
técnicas inmunológicas o especialmente por PCR, permitiendo
en el caso del virus Influenza el inicio precoz del tratamiento
específico.
- Prueba de tuberculina e interferón gamma: estaría indicada su
realización ante la sospecha de tuberculosis pulmonar.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Aunque el diagnóstico de neumonía es muy probable en un
niño con fiebre, taquipnea, tos e infiltrado radiológico, deben te-
nerse en cuenta otros diagnósticos en un niño que no responde
al tratamiento o bien tiene una presentación atípica. La historia
clínica y los hallazgos de la exploración física permiten en la ma-
yoría de casos diferenciar estas entidades, aunque en algunos
casos serán necesarias pruebas de imagen o laboratorio para
llegar al diagnóstico.
A continuación se nombran las principales entidades que deben
tenerse en cuenta en el diagnóstico principal de la neumonía:
– Aspiración de cuerpo extraño.
– Bronquiolitis.
– Insuficiencia cardiaca.
– Sepsis.
– Acidosis metabólica.
– Tumor.
TRATAMIENTO
Tratamiento de soporte
Tratamiento antipirético, analgesia, soporte respiratorio (oxigeno-
terapia para mantener saturación > 93%) e hidratación. En caso de
ingreso hospitalario la fluidoterapia debe contener aportes aumen-
tados de sodio ante la posibilidad de hiponatremia.
TABLA 3. Criterios de ingreso hospitalario. 155
Tratamiento antibiótico
Se debe iniciar tratamiento antibiótico empírico en todos los niños
con sospecha de neumonía bacteriana. La elección del antibiótico
dependerá de la edad y de la sospecha de neumonía típica o atípica.
Hay que diferenciar, además, el niño que puede recibir tratamiento
ambulatorio del que requiere ingreso hospitalario (Tabla 3).
Neumonía típica
– Tratamiento ambulatorio: amoxicilina a 80-100 mg/kg/día cada 8 h
durante 10 días. En el caso de sospecha de etiología anaerobia o
por H. influenzae (pacientes no vacunados o pauta de vacunación
incompleta) debe indicarse amoxicilina-clavulánico a 80-90 mg/
kg/día cada 8 h durante 10 días.
– Tratamiento hospitalario: el tratamiento de elección dependerá de
la edad del paciente. Inicialmente el tratamiento será endovenoso,
pasándose a vía oral cuando el paciente presente mejoría clínica
con apirexia mantenida, hasta completar un total de 10 días.
- < 1 mes: ampicilina (100 mg/kg/día) + gentamicina (3-5 mg/
kg/día) durante 10 días.
- 1-3 meses: ceftriaxona (50 mg/kg/día cada 24 horas) o cefo-
taxima (100 mg/kg/día cada 8 horas)
156 - > 3 meses: ampicilina (100-200 mg/kg/dia cada 6 horas), salvo
en aquellos pacientes que ya han recibido tratamiento anti-
biótico oral a dosis correctas un mínimo de 72 horas, a quien
se indicará ceftriaxona o cefotaxima. En caso de sospecha
de etiologías distintas a neumococo se indicará amoxicilina-
clavulánico (100 mg/kg/día cada 6 horas).
– En el caso de los pacientes con historia de alergia a beta-
lactámicos el tratamiento de elección serán los macrólidos o
clindamicina (vía oral: 10-30 mg/kg/día cada 8 horas, adultos:
150-450 mg/dosis; vía ev: 20-40 mg/kg/día cada 6-8 horas,
a pasar en 30 minutos (velocidad inferior a 30 mg/min), máx.:
600 mg/dosis).
Neumonía atípica
– El tratamiento de elección son los macrólidos, preferiblemente
claritromicina a 15 mg/kg/día cada 12 horas durante 14 días. La
vía de elección es la vía oral en la mayoría de los casos, reser-
vándose la vía endovenosa a aquellos pacientes con clínica grave
o intolerancia oral.
– Si se sospecha neumonía mixta (típica más atípica) se añadirá
un betalactámico al macrólido.
Neumonía viral
Se indicará tratamiento con oseltamivir a los pacientes con neu-
monía por virus Influenza que requieran ingreso hospitalario, a las
siguientes dosis:
– Niños menores de 1 año:
- < 1 mes: 2 mg/kg/12 horas durante 5 días.
- 31-90 días: 2,5 mg/kg/12 horas durante 5 días.
- > 90 días: 3 mg/kg/12 horas durante 5 días (máximo 25 mg/12
h).
– Niños mayores de 1 año:
- < 15 kg: 30 mg/12 horas durante 5 días.
- 15-23 kg: 45 mg/12 h durante 5 días.
- 24-40 kg: 60 mg/12 horas durante 5 días.
- > 40 kg: 75 mg/12 horas durante 5 días.
– En el resto de pacientes con sospecha de neumonía viral el tra-
tamiento será únicamente de soporte.
COMPLICACIONES 157
Derrame pleural
Concepto
El derrame pleural paraneumónico (DPP) es la complicación más
frecuente de la NAC, presentándose en el 15-40% de las neumonías
que requieren hospitalización. Se define por la presencia de líquido
en un cantidad superior a la normal en el espacio pleural y va desde
un simple exudado pasando por un derrame fibrinopurulento hasta
ya ser pus franco (empiema).
Diagnóstico y tratamiento
La obliteración del seno costofrénico es el signo más precoz de
DPP en la radiografía de tórax PA, aunque la exploración comple-
mentaria de elección ante la sospecha clínica o la detección de un
DPP > 10 mm en una radiografía de tórax es la ecografía torácica.
La ecografía detecta colecciones a partir de 10 ml y permite estimar
la cantidad de líquido existente, localizar el sitio adecuado para la
toracocentesis e identificar las características del líquido pleural,
como la presencia de tabicaciones de fibrina, útil para el manejo
terapéutico.
El análisis del líquido pleural (pH, glucosa, proteínas, LDH,
recuento de leucocitos) suele mostrar características de exudado o
empiema dependiendo de la etiología y del tiempo de evolución del
mismo. Asimismo debe realizarse Gram y cultivo del líquido pleural
para la filiación etiológica; éste resulta positivo en menos del 30% de
los casos, siendo la bacteria más frecuentemente aislada en nuestro
medio S. pneumoniae seguida con mucha menor frecuencia por S.
pyogenes. En los últimos años las técnicas de biología molecular
(PCR a neumococo) han incrementado sustancialmente el diagnós-
158 tico etiológico, siendo especialmente útiles en los pacientes que han
recibido tratamiento antibiótico.
En todos los casos está indicado el tratamiento antibiótico
endovenoso, siendo la ampicilina (150-200 mg/kg/día) el tratamiento
de elección en nuestro medio. Si el paciente ha recibido antibioti-
coterapia previa a dosis correctas puede indicarse como alternativa
ceftriaxona (50 mg/kg/día) y ante la sospecha de etiología anaerobia
se indicará tratamiento con amoxicilina-ácido clavulánico (100 mg/
kg/día). En caso de alergia a beta-lactámicos se pautará clindamicina
(20-40 mg/kg/día).
El manejo específico del DPP depende de las características
ecográficas del líquido pleural: en caso de líquido libre abundante se
inserta un drenaje pleural y ante la presencia de un derrame organiza-
do está indicado el desbridamiento quirúrgico mediante toracosco-
pia. Si existen septos o tractos de fibrina aislados debe valorarse la
instilación intrapleural lenta a través del drenaje de fibrinolíticos cada
12 horas: uroquinasa 3.000 UI/kg (máximo 100.000 U) diluidas en
2 ml/kg de SSF (máximo 100 ml) durante 3 días. El fibrinolítico debe
dejarse en el interior de la cavidad pleural durante 4 horas (Fig. 1).
El tratamiento antibiótico puede pasarse a vía oral cuando el
paciente está afebril y el drenaje pleural deja de ser productivo. La
duración total del tratamiento antibiótico debe individualizarse según
la evolución clínico-radiológica, recomendándose entre 14 y 21 días.
Otras complicaciones
– Neumonía necrotizante: en nuestro medio habitualmente se
asocia a S. pneumoniae (predominantemente serotipos 3 y 19A),
y menos frecuentemente a S. aureus. El diagnóstico es radioló-
gico y se confirma con la realización de una TAC con contraste.
Requiere un tratamiento antibiótico endovenoso prolongado y
debe individualizarse la indicación de tratamiento quirúrgico.
– Absceso pulmonar: es una complicación infrecuente y S. aureus
es el principal agente etiológico implicado, aunque también se
deben tener en cuenta los microorganismos anaerobios, especial-
mente ante el antecedente de aspiración. También debe confir-
marse mediante la realización de una TAC con contraste. Según el
tamaño y localización del absceso, deben considerarse el drenaje
percutáneo (guiado por ECO o TAC) o el desbridamiento toracos-
159
Derrame pleural paraneumónico
Ingreso Ingreso
ATB ev ATB ev
Evolución
desfavorable
ECO torácica
BIBLIOGRAFÍA
1. Korppi M, Don M, Valent F, Canciani M. The value of clinical features in
differentiating between viral, pneumococcal and atypical bacterial pneu-
monia in children. Acta Paediatr. 2008; 97: 943.
2. Giachetto G, Pirez MC, Nanni L, Martinez A, Montano A, Algorta G, et
al. Ampicillin and penicillin concentration in serum and pleural fluid of
hospitalized children with community-acquired pneumonia. Pediatr Infect
Dis J. 2004; 23: 625-9.
3. Bradley J, Byinton C, Shah S, et al. The management of community-
acquired pneumonia in infants and children older than 3 months of age:
clinical practice guidelines by the Pediatric Infectious Diseases Society
and the Infectious Diseases Society of America. Clin Infect Dis. 2011; 53:
e25-77.
4. Harris M, Clark J, Coote N, et al. British Toracic Society guidelines for
the management of community-acquired pneumonia in children. Thorax.
2011; 66(Suppl 2): ii1.
5. McIntosh K. Community-acquired pneumonia in children. N Engl J Med.
2002; 346: 429-37.
6. Lee GE, Lorch SA, Sheffler-Collins S, et al. National hospitalization trends
for pediatric pneumonia and associated complications. Pediatrics. 2010;
126: 204-13.
7. Sawicki GS, Lu FL, Valim C, et al. Necrotising pneumonia is an increasingly
detected complication of pneumonia in children. Eur Respir J. 2008; 31:
1285.
8. Juvén T, Mertsola J, Waris M, et al. Etiology of community-acquired pneu-
monia in 254 hospitalized children. Pediatr Infect Dis J. 2000; 19: 293-8.
9. Hernández-Bou S, García-García JJ, Esteva C, Gené A, Luaces C, Mu-
ñoz-Almagro C. Pediatric parapneumonic pleural effusion: epidemiology,
clinical characteristics, and microbiological diagnosis. Pediatr Pulmonol.
2009; 44: 1192-200.
10. Balfour-Lynn IM, Abrhamson E, Cohen G, et al. BTS guidelines for the 161
management of pleural infection in children. Thorax. 2005; 60: 1-21.
11. Le Monnier A, Carbonnelle E, Zahar JR, et al. Microbiological diagnosis
of empyema in children: comparative evaluations by culture, polymerase
chain reaction, and pneumococcal antigen detection in pleural fluids. Clin
Infect Dis. 2006; 42: 1135-40.
12. Asensio de la Cruz O, Moreno Galdó A, Bosque García M. Derrame pleural
paraneumónico. Guía diagnóstico-terapéutica. Protocolos diagnóstico-
terapéuticos de la Asociación Española de Pediatría (AEP): Neumología.
Disponible en: www.aeped.es/protocolos/.
SECCIÓN 3. SISTEMA NERVIOSO
Coordinadora:
Victoria Trenchs Sainz de la Maza
165
3.1. MANEJO DE LA CRISIS EPILÉPTICA
EN URGENCIAS
A. Deyà-Martínez, M. Puigdomenech, Y. Fernández,
J. Campistol
CONCEPTO
Una convulsión es una perturbación de la consciencia que im-
plica cambios en el tono muscular o movimientos anormales. Pue-
den ser debidas a múltiples causas, entre las cuales se encuentra
la epilepsia. Una crisis epiléptica (CE) es toda descarga neuronal
sincrónica excesiva que, dependiendo de su localización, se mani-
fiesta con síntomas motores, sensitivos, autonómicos o de carácter
psíquico, con o sin pérdida de consciencia. Cuando una CE adquiere
carácter recidivante hablamos de epilepsia.
La clasificación de las CE se muestra en la Tabla 1.
Se define como estado de mal epiléptico (EME) aquella situa-
ción en la que las crisis convulsivas se repiten sin que se recobre la
consciencia o cuando tienen una duración suficientemente prolon-
gada. Actualmente se consideran diferentes fases dentro del mismo:
– EME precoz: crisis epiléptica anormalmente prolongada (5-30
min).
– EME establecido: crisis que persiste > 30 min.
– EME refractario: crisis que persiste después de una terapia ade-
cuada con 2 o más anticonvulsivantes.
– EME maligno: cuando son necesarios fármacos anestésicos para
su finalización.
EPIDEMIOLOGÍA Y ETIOLOGÍA
Las convulsiones son la urgencia neurológica más frecuente
en pediatría. Se estima que un 15% de los niños menores de 15
años presentará un trastorno paroxístico, de los cuales solo entre un
1-1,5% serán crisis epilépticas y un 4-5% crisis febriles (CF).
La Tabla 2 muestra la distribución de las causas más frecuentes
de CE según la edad.
166 TABLA 1. Clasificación de las convulsiones según sus características clínicas.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Los trastornos paroxísticos no epilépticos son episodios que
no obedecen a una descarga neuronal. Su diagnóstico diferencial se
detalla en la Tabla 3. Debemos sospecharlos cuando se desenca-
denan en situaciones concretas, ceden con maniobras mecánicas
de contención o cambio de posición y no se evidencian en pleno
episodio descargas neuronales.
Objetivos
1. Mantener funciones vitales.
2. Finalización precoz de la crisis con los menores efectos secun-
darios posibles.
3. Identificación y tratamiento de las causas subyacentes.
DZP: diazepam; MDZ: midazolam; VPA: ácido valproico; LEV: levetiracetam; PHT: fenitoína;
PB: fenobarbital. r: vía rectal. ev: vía endovenosa. vo: vía oral. in: vía intranasal.
2. Convulsión neonatal
Pueden ser difíciles de reconocer porque se caracterizan por es-
casa expresividad clínica: desviación de ojos, parpadeo, movimientos
de labios o succión, movimientos estereotipados de los miembros
o episodios de apnea. La incidencia aumenta con la prematuridad,
presentándose en un 1% en recién nacidos a término y en un 25%
en prematuros.
– Pruebas complementarias: se realizarán según sospecha clínica
– Tratamiento: el tratamiento de la crisis convulsiva difiere con
respecto del lactante o del niño mayor. Existe un amplio consen-
so en cuanto al uso del PB como fármaco de primera línea. Sin
embargo, existe menos consenso en cuanto a los fármacos de
segunda línea. Entre los que han demostrado mayor efectividad
encontramos: PHT, lidocaína y LEV. Por último, como fármaco
de tercera línea se recomienda el uso de MDZ.
Asimismo, no hay que olvidar en casos refractarios realizar una
prueba terapéutica con piridoxal 5 fosfato (50 mg dosis única ad-
ministrado mediante sonda nasogástrica) y biotina 20 mg im/oral y
recoger previamente muestras de sangre/orina para estudios me-
tabólicos.
BIBLIOGRAFÍA
1. Abend NS, Gutierrez-Colina AM, Dlugos DJ. Medical treatment of pediatric
status epilepticus. Semin Pediatr Neurol. 2010; 17:169-75.
2. Fernández Y. Crisis epilépticas. En: Benito J, Luaces C, Mintegi S, Pou
J (eds.). Tratado de Urgencias en Pediatría. 2ª ed. Madrid: Ergon; 2011.
p. 515-26.
3. Herranz JL. Enfoque terapéutico de las convulsiones y epilepsias. En:
Campistol J (ed.). Neurología para pediatras. Enfoque y manejo práctico.
Madrid: Panamericana; 2011.
4. Kirmani BF, Crisp ED, Kayani S, Rajab H. Role of intravenous levetiracetam
in acute seizure management of children. Pediatr Neurol. 2009; 41: 37-9.
5. Lagae L. The treatment of acute convulsive seizures in children. Eur J 175
Pediatr. 2011; 170: 413-8.
6. Mahmoud R, Khosroshahi N, Karimi P. Efficacy and usability of buccal
midazolam in controlling acute prolonged convulsive seizures in children.
Eur J Paediatr Neurol. 2010; 14: 434-8.
7. Mastrangelo M, Celato A. Diagnostic work-up and therapeutic options
in management of pediatric status epilepticus. World J Pediatr. 2012; 8:
109-15.
8. McTague A, Kneen R, Kumar R, Spinty S, Appleton R. Intravenous le-
vetiracetam in acute repetitive seizure and status epilepticus in children:
experience from a children hospital. Seizure. 2012; 21: 529-34.
9. Molina J, de la Torre Espí M. Convulsiones. En: Protocolos diagnóstico-
terapéuticos de urgencias pediátricas SEUP-AEP. 2008.
176
3.2. CEFALEA
J.D. Ortigoza, X. Alonso
INTRODUCCIÓN
Se refiere al malestar o dolor referido a la región cefálica. Consti-
tuye el motivo de consulta neurológico más frecuente en los Servicios
de Urgencias Pediátricos.
Fisiopatológicamente se produce cuando existe compromiso
de estructuras intracraneales o extracraneales sensibles al dolor:
vasos sanguíneos, duramadre, nervios y músculos craneales,
fascias, periostio, piel, tejido celular subcutáneo, órganos de los
sentidos (oído, ojos), dientes, senos parasanales, órbita y pares
craneales.
La incidencia es muy variable (17-90%) y la prevalencia, alta
(hasta un 58%). Son más frecuentes en el sexo masculino hasta la
pubertad, a partir de ese momento la relación se invierte hasta llegar
a una relación 4:1.
La historia clínica detallada y la exploración neurológica minuciosa
y sistemática permiten una aproximación diagnóstica apropiada y
evitan la solicitud de pruebas complementarias innecesarias.
CLASIFICACIÓN Y ETIOLOGÍA
Habitualmente se clasifican según su evolución temporal y etio-
logía.
Por su evolución temporal (Tabla 1):
• Agudas.
• Agudas recurrentes.
• Crónica no progresiva.
• Crónica progresiva.
Por su etiología (Tabla 2):
• Primarias.
• Secundarias.
TABLA 1. Etiología de las cefaleas. 177
Cefaleas primarias
• Migraña
• Cefalea tensional
• Cefalea “en racimos” y otras cefalagias trigeminales autonómicas
• Otras
Cefaleas secundarias
• Atribuida a traumatismo craneal o cervical
• Atribuida a trastorno vascular craneal o cervical
• Atribuida a trastorno intracraneal no vascular
• Atribuida a uso de sustancia o su supresión
• Atribuida a infección
• Atribuida a trastorno de la homeostasis
• Cefalea o dolor facial por enfermedad del cráneo, cuello, ojos, oídos, nariz,
senos paranasales, dientes, boca, articulación temporomandibular u otras
estructuras fasciales o craneales.
Neuralgias craneales, dolor facial central primario y otras cefaleas
Migraña
– Criterios (Tabla 3).
– No se requiere de exploraciones complementarias para su diag-
nóstico.
– En niños, la migraña sin aura es más frecuente que la migraña
con aura.
– Niños con migraña con aura pueden presentar episodios de mi-
graña sin aura.
– Los antecedentes familiares de migraña son frecuentes.
– Los episodios son más cortos (30-60 minutos) que en adultos.
– Existen tipos menos frecuentes de migraña: basilar, confusional,
hemipléjica, etc.
TABLA 3. Criterios de migraña. 179
Cefalea tensional
– Criterios (Tabla 4).
– Es el tipo más frecuente de cefalea.
– No suelen ser intensas.
– Puede ser episódica (< 15 días al mes) o crónica (> 15 días al
mes).
180 TABLA 4. Criterios de cefalea tensional.
• IECA • Estrógenos
• Agonistas o bloqueadores alfa o • Opiáceos
betaadrenérgicos • Ranitidina
• Anfetaminas • Antibióticos: amoxicilina,
• Antiarrítmicos metronidazol, TMP-SMX,
• Bloqueantes de los canales de ciprofloxacino, gentamicina,
cálcio nitrofurantoína, tetraciclinas
• Metilxantinas • Inmunoglobulinas
• Nitratos • Amiodarona
• Inhibidores de la fosfodiesterasa • Corticoides
• Simpaticomiméticos • Anticonceptivos orales
• Cafeína • Hormona tiroidea
• Ergotamina • Vitamina A y ácido retinoico
ANAMNESIS
1. Historia clínica
Se deben incluir datos aportados tanto por los padres como por
el propio niño, aunque debe considerarse que puede ser difícil que
el niño colabore en el relato de los síntomas. Se debe indagar sobre:
– Antecedentes patológicos:
· Personales: desarrollo psicomotor, traumatismos previos, es-
colaridad, trastornos de la conducta, medicación (Tabla 5),
estresantes en el hogar, escuela, amistades.
· Familiares: antecedentes de migraña.
– Características de la cefalea: 181
· Tipo de cefalea: pulsátil, punzante, opresiva, variable.
· Evolución temporal y relación con el sueño.
· Horario de aparición y duración.
· Intensidad: escalas de dolor adaptadas según edad, grado de
limitación de la actividad habitual.
· Localización: holocraneal, hemicraneal o localizada.
· Patrón: precisar el número de episodios en una semana o mes.
· Síntomas asociados: visuales, auditivos, pérdida de fuerza,
parestesias, trastornos del lenguaje o del habla.
· Factores que empeoran o mejoran los síntomas: sueño, ac-
tividad física, maniobra de Valsalva, alimentación y consumo
de cafeína, bebidas energéticas, refrescos, etc.
· Medicación habitual.
· Uso previo de analgésicos.
2. Exploración física
– Constantes vitales (FC, TA).
– Signos de enfermedades sistémicas: palpación de la cara y cuello,
contracturas musculares, examen cutáneo buscando estigmas
de enfermedades neurocutáneas, etc.
– Exploración neurológica minuciosa: estado mental, visión, movi-
mientos oculares, alteración del habla, sensibilidad, fuerza mus-
cular, reflejos osteotendinosos, marcha, coordinación, signos
meníngeos, etc.
– Exploración oftalmológica: motilidad ocular extrínseca e intrínseca,
agudeza visual y fondo de ojo (papiledema, atrofia óptica, etc).
3. Estudios complementarios
– Analítica sanguínea: sospecha de infección, enfermedad sistémica
o alteración tiroidea.
– Punción lumbar: sospecha de infección del SNC o hemorragia
subaracnoidea con tomografía axial computarizada (TC) normal.
– Medición de la presión de apertura del LCR: papiledema bilateral
o atrofia óptica que sean sugestivos de hipertensión intracraneal
(HTIC) idiopática o benigna.
– Neuroimagen: sospecha de lesión ocupante de espacio del SNC
(Tabla 6). Según disponibilidad del centro, realizar TC de cráneo
vs resonancia magnética (RM) cerebral.
182 TABLA 6. Signos de alarma.
TRATAMIENTO EN URGENCIAS
1) Modificaciones del estilo de vida-aproximación SMART (Tabla 7).
2) Manejo agudo de la cefalea.
– Valoración del triángulo de evaluación pediátrica.
– Aplicación de escalas del dolor según grupo etario.
– Inicio precoz de la analgesia (Tabla 8).
– Revisión de las dosis habituales de analgésicos en cada visita.
– Descartar causas graves.
– Ingreso si cefalea que interrumpe las actividades de la vida
diaria, se acompaña de fiebre de origen no filiado, estado mi-
grañoso, refractariedad al tratamiento o patología intracraneal.
TABLA 7. Aproximación SMART para los factores desencadentes. 183
Fármacos Dosis
Paracetamol 10-15 mg/kg/dosis cada 4-6 h.
Adolescentes: 650-1.000 mg cada 6 h (máximo 4.000 mg/día)
Ibuprofeno 10 mg/kg/dosis cada 4-6 h.
Adolescentes 400-800 mg cada 6 h (máximo 3.000 mg/día)
Naproxeno 5-7 mg/kg/dosis cada 8-12 h.
Adolescentes: 250-500 mg cada 8 h (máximo 1.250 mg/día)
BIBLIOGRAFÍA
1. Blume H. Pediatric headache: a review. Pediatr Rev. 2012; 33: 562-76.
2. Conicella E, Raucci U, Vanacore N, Vigevano F, Reale A, et al. The child
with headache in a Pediatric Emergency Departament. Headache. 2008;
48: 1005-11.
3. Domínguez M, Santiago R, Campos J, Fernández de Péres M. La cefalea
en la infancia. Una aproximación diagnóstica. An Esp Pediatr. 2002; 57:
432-43.
4. Headache Classification Committee of the International Headache Society.
The international classification of headache disorders. Cephalalgia. 2004;
24s: 1-160.
5. Herschey A. Current approaches to the diagnosis and management of
paediatric migraine. Lancet Neurol. 2010; 9: 190-204.
184
Cefalea aguda
Traumatismo Observación vs
craneoencefálico Sí neuroimagen
No
Focalidad, TC* vs RM cráneo
papiledema Sí
No
Fiebre
Sí No
Signos meníngeos Migraña, tensional,
psicógena
No Sí
Descartar infección Punción lumbar
vírica o foco ORL descartando HTIC
previamente
CONCEPTOS
La colocación de una válvula derivación de líquido cefalorraquídeo
(LCR) es uno de los procedimientos más utilizados para el tratamiento
de la hidrocefalia infantil y de otros trastornos de la circulación de
LCR. Mediante estos sistemas se drena el exceso de LCR hacia otra
cavidad del cuerpo donde puede absorberse. Las derivaciones de
LCR están constituidas por:
1. Catéter proximal: cuyo extremo está dentro de la cavidad dónde
se acumula el LCR, usualmente un ventrículo lateral, pero también
puede estar situado en un quiste o en el espacio subdural.
2. Dispositivo valvular: existen distintos modelos, pero todos tienen
en común que regulan el flujo de LCR mediante una válvula con
una presión de apertura baja (5 cmH2O), media (10 cmH2), alta
(15 cmH2O) o regulable.
3. Catéter distal: cuyo extremo se sitúa en una cavidad orgánica
dónde se absorbe el LCR drenado. Habitualmente se localiza en
la cavidad peritoneal, pero puede colocarse en la cavidad pleural
o en una aurícula del corazón.
El tipo de derivación más utilizado en nuestro medio es la deri-
vación ventrículo-peritoneal de presión media.
A pesar de su demostrada utilidad, sus complicaciones son rela-
tivamente frecuentes y potencialmente graves. Se estima que entre
el 60-80% de los pacientes sufrirá, como mínimo, una disfunción del
sistema valvular en los 10 años siguientes a su colocación; el 40%
en el primer año tras su colocación.
CLÍNICA
Los pacientes portadores de una válvula de derivación de LCR
consultan con relativa frecuencia a los servicios de urgencias y su
valoración clínica a menudo es difícil. La disfunción valvular puede
presentarse de distintas formas:
1. Síndrome de hipertensión intracraneal: la presencia de dis-
minución del nivel de consciencia, cefalea y vómitos con hiper-
tensión arterial y bradicardia, obliga a descartar una disfunción
valvular. En los lactantes y pacientes sin capacidad verbal puede
manifestarse con irritabilidad. Los lactantes con la fontanela abier-
ta pueden presentar abombamiento de la misma y crecimiento
del perímetro craneal.
2. Síndrome de hipotensión intracraneal: se produce cuando
existe un drenaje de LCR excesivo, se manifiesta típicamente
con cefalea, que mejora con el decúbito (cefalea ortostática) y
puede acompañarse de oftalmoplejía. Estos síntomas son menos
frecuentes cuando se utilizan válvulas de baja presión, regulables
o sistemas antisifón.
3. Alteraciones neurológicas específicas (oftalmoplejía, paresia
de pares craneales, ataxia, hemiparesia…). La presencia de cual-
quier focalidad neurológica de instauración brusca es sugestiva
de disfunción valvular.
4. Alteraciones en el dispositivo de drenaje. La presencia de una
tumoración en el trayecto es sugestiva de una fuga de LCR se-
cundaria a una desconexión del catéter. La presencia de eritema
o secreción alrededor del dispositivo es sugestiva de infección
valvular.
188 5. Síntomas inespecíficos. A menudo los niños portadores de
una derivación de LCR consultan a urgencias por sintomatología
inespecífica.
– Cefalea y/o vómitos: síntomas frecuentes e inespecíficos, estar
especialmente alerta ante la cefalea persistente y progresiva
que puede estar en relación a una disfunción subaguda o
crónica como el slit ventricle syndrome.
– Irritabilidad: relativamente frecuente en los niños menores de
2 años; su presencia se asocia a disfunción valvular en este
grupo de pacientes y en los que tienen un retraso psicomotor.
– Fiebre: cuando no se objetiva foco y se presenta en los prime-
ros 6 meses tras la cirugía, obliga a descartar una infección
valvular.
– Dolor abdominal: se relaciona con el pseudoquiste abdominal
en niños portadores de una válvula ventrículo-peritoneal.
– Convulsiones: muchos de los niños portadores de una deri-
vación de LCR son además epilépticos; existen datos contro-
vertidos respecto a la relación entre convulsiones y disfunción
valvular. En general la presencia de crisis en niños epilépticos
está más en relación con una descompensación de su epilepsia
que con una disfunción valvular.
– Otros: decaimiento, cambio de carácter, mareos, dolor en la
zona del catéter…
TRATAMIENTO
El tratamiento definitivo de una disfunción valvular es quirúrgico
(sustitución del dispositivo o parte de él o colocación de un drenaje
ventricular externo). El pediatra de urgencias debe ser capaz de tratar
los síntomas y prever las complicaciones hasta que pueda realizarse
la intervención.
1. Medidas generales:
– Mantener una elevación del cabezal de la cama de 15-30º.
– Dieta absoluta y perfusión a 100% de necesidades basales.
– Control estrecho de frecuencia cardíaca, tensión arterial, nivel
de consciencia y tamaño y reactividad pupilar.
– Control de la hipertermia.
– Valoración y tratamiento del dolor.
– Tratamiento de los vómitos, se puede utilizar ondansetron como
antiemético (0,15 mg/kg/dosis).
2. Tratamiento farmacológico antihipertensión intracraneal: se
pueden utilizar los agentes osmóticos como el suero hipertónico
al 6% (2-4 ml/kg/dosis) o el manitol (0,25-0,5 g/kg/dosis).
3. Valoración antibiótica: en los niños en los que se sospeche una
infección del dispositivo valvular, aunque el tratamiento definiti-
vo es la retirada del material, no debe demorarse el tratamien-
to antibiótico. Inicialmente de forma empírica se puede utilizar 193
vancomicina (40 mg/kg/día) y cefotaxima (300 mg/kg/día) (que
debe sustituirse por ceftazidima (100-150 mg/kg/día) en caso de
infecciones nosocomiales).
BIBLIOGRAFÍA
1. Barnes NP, Jones SJ, Hayward RD, Harkness WJ, Thompson D. Ventri-
culoperitoneal shunt block: what are the best predictive clinical indicators?
Arch Dis Child. 2002; 87: 198-201.
2. Blumstein H, Schardt S. Utility of radiography in suspected ventricular
shunt malfunction Emerg Med. 2009; 36: 50-4.
3. Desai KR, Babb JS, Amodio JB. The utility of the plain radiograph “shunt
series” in the evaluation of suspected ventriculoperitoneal shunt failure in
pediatric patients. Pediatr Radiol. 2007; 37: 452-6.
4. García García S, Rubio Sánchez-Tirado R. Disfunción de válvulas de
derivación ventrículo-peritoneal. En: Benito J, Luaces C, Mintegi S, Pou
J (Eds). Tratado de urgencias en pediatría, 2ª Edición. Madrid: Ergon;
2011. p. 1563-74
5. Garton HJ, Kestle JR, Drake JM. Predicting shunt failure on the basis of
clinical symptoms and signs in children. J Neurosurg. 2001; 94: 202-10.
6. Kim T, Stewart G, Voth M, Moynihan JA, Brown L. Signs and symptoms
of cerebrospinal fluid shunt malfunction in the paediatric emergency de-
partment. Pediatr Emerg Care. 2006; 22: 28-34.
7. Kim T, Brown L, Stewart G. Test characteristics of parent’s visual analog
scale score in predicting ventriculoperitoneal Shunt Malfunction in the
Pediatric Emergency Department. Pediatr Emerg Care. 2007; 8: 549-52.
8. Piatt JH, Garton HJ. Clinical Diagnosis of ventriculoperitoneal shunt failure
among children with hydrocephalus. Pediatr Emerg Care. 2008; 24: 201-
10.
9. Muñoz-Santanach D, Trenchs-Sainz de la Maza V, Curcoy-Barcenilla AI,
Navarro R, Luaces-Cubells C, Pou-Fernández J. Diagnóstico de disfun-
ción valvular en la edad pediátrica: valor predictivo de los síntomas y
signos clínicos. Rev Neurol. 2009; 49: 467-71.
10. Mater A, Shroff M, Al-Farsi S, Drake J, Goldman RD. Test characteristics
of neuroimaging in the emergency department evaluation of children for
cerebrospinal fluid shunt malfunction. CJEM. 2008; 10: 131-5.
11. Pitetti R. Emergency department evaluation of ventricular shunt mal-
function. Is the shunt series really necessary? Pediatr Emerg Care. 2007;
3: 137-41.
194
CONCEPTO
Proceso inflamatorio cerebral que se asocia a evidencia clínica
de disfunción neurológica.
ETIOLOGÍA
Causas más frecuentes:
– Virus herpes: · Herpes simple tipo 1 y 2.
· Varicela-zóso66 cniO*0 Tc0 w[1(· )7w[5607 · He
alteración del nivel de consciencia, desde el estupor hasta el coma, 195
así como trastornos del tipo confusión, desorientación o alteración
del comportamiento. Las crisis convulsivas también son frecuentes
y los signos neurológicos que se registran dependen de la zona
del SNC afectada (déficits motores focales, afasia, disartria, corea,
ataxia, alteración en los reflejos tendinosos profundos o alteración
de los ganglios basales).
Los pacientes afectos de encefalitis vírica pueden presentar al
inicio síntomas y signos característicos de irritación meníngea como
cefalea, náuseas, vómitos y rigidez de nuca.
En neonatos y lactantes pequeños la encefalitis puede presen-
tarse con fiebre, crisis convulsivas, rechazo del alimento, irritabilidad,
letargia o sepsis.
DIAGNÓSTICO
– Historia clínica. Preguntar por viajes recientes, exposiciones a
tóxicos, animales, transfusiones, infecciones, inmunizaciones…
– Exploración física. Buscar focalidades neurológicas.
– Análisis sanguíneo. Para apoyar el diagnóstico e intentar deter-
minar la etiología. Solicitar hemograma, hemocultivo, bioquímica
básica, transaminasas, pruebas de coagulación, serología para
Epstein-Barr y VIH, seroteca (para pedir en un segundo tiempo
serologías más específicas si fuera necesario).
– Punción lumbar (PL). Realizarla en todos los pacientes con sos-
pecha de encefalitis. Si es posible, medir la presión de apertura.
Solicitar:
· Celularidad.
· Glucosa, proteínas.
· Tinción de Gram.
· Cultivo bacteriano.
· PCR a virus herpes y enterovirus.
Pueden pedirse pruebas adicionales según la epidemiología y los
hallazgos clínicos (por ejemplo otros herpesvirus, virus influenza,
patógenos no virales, cultivo y PCR para M. tuberculosis, …).
Características del LCR: son similares a las de las meningitis
virales y meningoencefalitis y pueden sobreponerse a las de las
meningitis bacterianas. En un 3-5% de los pacientes las carac-
terísticas del LCR son completamente normales.
196 · Pleocitosis aproximadamente en el 60%. Generalmente hay
0-500 células/µL con predominio linfocitario, aunque puede
verse predominio de neutrófilos en las primeras 24-48 h.
· No suele haber hematíes, excepto en punciones traumáticas,
pero su presencia puede indicar encefalitis herpética.
· Leve proteinorraquia (< 150 mg/dL).
· La glucosa suele ser normal y > 50% del valor en sangre. Una
reducción moderada de glucosa puede verse en la infección
por virus herpes simple y parotiditis.
– Neuroimagen. Debe realizarse antes de la PL si hay alteración
del sensorio. La resonancia magnética (RMN) es la prueba de
elección aunque no suele estar disponible inmediatamente, por
lo que en la práctica suele realizarse una tomografía cerebral (TC)
antes de la PL para confirmar que no hay contraindicaciones y
una RM en un segundo tiempo.
La neuroimagen suele ser normal o mostrar edema cerebral e
inflamación del córtex cerebral, de la unión de la sustancia blanca
y gris, tálamo o ganglios de la base. La encefalitis herpética suele
afectar al lóbulo temporal.
– Electroencefalograma (EEG). Debe realizarse lo antes posible
pero no en Urgencias. Aunque los hallazgos no son específicos
(suele observarse un enlentecimiento global), el EEG está alterado
en un 87-96% de los pacientes. Una afectación temporal sugiere
encefalitis herpética.
– Diagnóstico etiológico. Es importante identificar la etiología
específica siempre que sea posible, de cara al tratamiento y
pronóstico. Para ello se dispone de:
· Estudios en SNC:
Detección de IgM específi cas: suele indicar infección ya
que las IgM no atraviesan la barrera hematoencefálica. La
determinación de anticuerpos tiene escaso valor diagnós-
tico en las encefalitis por virus con amplia prevalencia en la
población como herpes, enterovirus e influenza, pero sigue
siendo el método diagnóstico más empleado en las arbovi-
rosis.
Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR). Estudios muy
útiles cuando son positivos, pero su negatividad no excluye
necesariamente al patógeno.
Para las encefalitis por herpes simple tipo 1, es la prueba 197
diagnóstica de elección; aunque inicialmente sea negativa, en
casos no diagnosticados con clínica sugestiva o lesiones en
la neuroimagen en el lóbulo temporal, se recomienda repetir la
PCR a los 3-7 días en una segunda muestra de LCR. Si esta
segunda PCR resulta negativa, se puede plantear interrumpir
el tratamiento con aciclovir.
Una PCR positiva a Epstein-Barr en LCR no indica necesaria-
mente infección del LCR, ya que las células mononucleares
infectadas de forma latente en el LCR pueden dar lugar a un
resultado falso positivo.
Biopsia cerebral debe ser el último recurso. Podría estar indi-
cada en un paciente con encefalitis de causa desconocida que
continúa con un deterioro neurológico a pesar del aciclovir.
· Estudios fuera del SNC:
Cuando se identifica el patógeno en un lugar anatómico dife-
rente al LCR, los resultados deben interpretarse conjuntamente
con los hallazgos epidemiológicos, clínicos y otros resultados
diagnósticos.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Encefalomielitis postinfecciosa o postinmunización
Síndromes que parecen ser mediados por una respuesta inmu-
nológica a un estímulo antigénico proporcionado por un microorga-
nismo (sarampión, parotiditis, rubéola, varicela-zóster, Epstein-Barr,
citomegalovirus, herpes simple, hepatitis A, influenza y enterovirus)
o una inmunización. Un ejemplo es la encefalomielitis aguda dise-
minada (EMAD); su distinción de la encefalitis infecciosa aguda es
importante, dado que el manejo es diferente. En un 30-50% de los
casos la etiología es desconocida.
La encefalitis postinfecciosa suele presentarse en niños entre 6
y 10 años, aunque también se ha descrito en menores de 3 años;
en más del 70% de los casos va precedida de una infección viral
respiratoria o digestiva. El cuadro clínico suele iniciarse con náuseas
y vómitos, seguido o no de fiebre y de forma rápida, en 2 o 3 días,
aparecen síntomas de debilidad, ataxia, trastornos visuales, alteración
del sensorio, convulsiones, incontinencia y afectación progresiva del
nivel de consciencia. En pediatría el signo neurológico inicial suele
198 ser el déficit motor con hemiparesia o paraplejía y/o alteración de
los pares craneales como expresión de afectación predominante de
la sustancia blanca.
Las características del LCR en las EMAD difiere poco del de las
encefalitis virales; generalmente los parámetros se alteran de forma
menos manifiesta en el mismo sentido de pleocitosis linfocítica, hi-
perproteinorraquia y glucosa normal. Los marcadores de síntesis
intratecal de inmunoglobulinas, como las bandas oligoclonales y el
aumento de síntesis de IgG, puede estar presente, aunque es menos
frecuente que en la esclerosis múltiple.
Infecciones bacterianas
– Meningitis bacteriana. Las manifestaciones clínicas y las carac-
terísticas del LCR de la meningitis bacteriana y la encefalitis viral
pueden sobreponerse. En estos casos, el diagnóstico de menin-
gitis bacteriana se confirma por la identificación del patógeno del
LCR o aislamiento de la bacteria en sangre en un paciente con
pleocitosis.
– Tuberculosis del SNC. La infección por M. tuberculosis puede
presentarse como encefalitis y tener características del LCR si-
milares a los pacientes con encefalitis viral. Una glucosa en LCR
muy baja (<10 mg/dl) y una elevación de las proteinas (> 200
mg/dl) son características de la meningitis tuberculosa y se dan
raramente en la encefalitis viral.
– Otras: listeriosis, enfermedad por arañazo de gato, …
Infecciones parasitarias
Amebiasis, malaria cerebral, toxoplasmosis, cisticercosis, Echi-
nococcus, triquinosis…
Infecciones fúngicas
Histoplasmosis, blastomicosis, Cryptococcus, coccidiomicosis,
candidiasis.
Ehrlichiosis
Encefalitis autoinmune: encefalitis Anti-N-methyl-D-aspartate 199
receptor (anti-NMDAR)
Debería ser considerada en niños y adolescentes que presentan
síntomas psiquiátricos, movimientos anormales, crisis convulsivas,
inestabilidad autonómica e hipoventilación. Puede asociarse a al-
gunos tumores como teratomas ováricos y a menudo responden a
tratamientos específicos.
Procesos no inflamatorios
Síndrome de Reye y Reye-like, accidente vascular cerebral, en-
fermedades del metabolismo intermediario, intoxicaciones, estado de
mal convulsivo, procesos expansivos, hemiplejía alternante.
TRATAMIENTO
La encefalitis es una enfermedad aguda y amenazante para la
vida que requiere una intervención precoz: se ha de proporcionar un
tratamiento antiviral empírico y tratamiento de soporte. Si no puede
descartarse una meningitis bacteriana debería iniciarse también an-
tibioticoterapia empírica con vancomicina y cefotaxima.
El tratamiento empírico puede ser cambiado si se identifica un
patógeno específico.
Tratamiento empírico
Aciclovir
– Inicio precoz siempre que se sospeche una encefalitis. La dosis
depende de la edad:
· Neonato ≤ 12 años: 20 mg/kg/dosis/ev/c 8 h.
· ≥ 12 años: 10 mg/kg/dosis/ev/c 8 h.
– Duración:
· Si se confirma infección por virus herpes simple (PCR posi-
tiva en LCR): 21 días. Debe hacerse otra PL cuando se esté
cerca de finalizar el tratamiento para confirmar que la PCR
es negativa; si persistiera positiva, debe continuarse con el
tratamiento.
200 · La decisión de continuar el tratamiento ante una PCR a virus
herpes simple negativa en LCR debe ser individualizada.
Repetir la PL podría ser una opción antes de interrumpir el
tratamiento si la sospecha de encefalitis herpética es alta
(afectación temporal en el EEG o en la neuroimagen). En
caso de encefalitis por el virus de varicela-zóster, se reco-
mienda mantenerlo durante 10-14 días. La dosis recomen-
dada de la encefalitis por virus varicela-zóster es en < 1 año:
10 mg/kg/dosis/8 h ev y en > 1 año: 1,5 g/m2/día repartidos
en 3 dosis.
Ganciclovir
– Dosis: 5 mg/kg/dosis/c 12 h.
– Alternativa al aciclovir en la encefalitis por el virus de varicela-
zóster y tratamiento para la encefalitis por citomegalovirus (2-3
semanas), aunque son frecuentes los fallos terapéuticos.
Tratamiento de soporte
Es un aspecto crítico en el tratamiento de la encefalitis. Los pa-
cientes con una encefalitis grave deben ingresar en la Unidad de
Cuidados Intensivos (UCI) con monitorización cardiorrespiratoria y
control de fluidos y electrolitos.
Complicaciones posibles que deben ser anticipadas son:
– Estado de mal epiléptico. Debe ser tratado agresivamente.
– Edema cerebral. Considerar repetir la neuroimagen en pacientes
que persisten comatosos.
– Alteraciones hidroelectrolíticas (como el SIADH).
– Alteración respiratoria y/o cardiaca de origen central.
– Sangrado gastrointestinal.
– Coagulación intravascular diseminada.
Tratamientos adyuvantes
Tratamientos adyuvantes probados en pacientes con encefalitis
son: glucocorticoides, plasmaféresis, gammaglobulina endovenosa,
interferón alfa e hipotermia. Se han observado beneficios en estu-
dios observacionales pero aún no hay datos a partir de estudios
aleatorizados.
PRONÓSTICO 201
El riesgo global de exitus es de 0-7%. No obstante, la morta-
lidad está incrementada en determinados patógenos (por ejemplo,
encefalitis herpética).
La encefalitis herpética se asocia a secuelas neurológicas en
aproximadamente 2/3 de los niños y adolescentes. La encefalitis
por enterovirus generalmente produce una clínica más leve que
otros virus, a excepción de neonatos con enfermedad diseminada.
El enterovirus 71, causante de epidemias, se asocia con una alta
morbimortalidad.
Los defectos neurológicos que suelen ser más persistentes
son: cambio de personalidad, alteración del comportamiento, al-
teración del movimiento, incapacidad intelectual, ceguera, paresia
y ataxia.
Son factores de mal pronóstico:
– Edad < 5 años.
– Coma.
– Crisis convulsivas.
– Focalidad neurológica.
– Necesidad de UCI.
– Encefalitis por virus herpes simple.
– Alteraciones en el TC o RMN.
SEGUIMIENTO
Se recomienda seguimiento al menos durante 1 año. Debe pro-
porcionarse tratamiento de soporte, rehabilitación y monitorización.
Las secuelas de la encefalitis como incoordinación motora, crisis
convulsivas, estrabismo, ambliopía, alteraciones auditivas, y cambios
de comportamiento pueden no manifestarse en fase aguda.
PREVENCIÓN
Dado que las opciones terapéuticas son limitadas, la prevención
es la clave.
BIBLIOGRAFÍA
1. American Academy of Pediatrics. Herpes Simplex. En: Pickering LK (Ed).
Red Book: 2012 Report of the Committee on Infectious Diseases, 29th
ed. Elk Grove Village, IL: American Academy of Pediatrics; 2012. p. 398.
2. Cherry JD, Shields WD, Bronstein DE. Encephalitis and meningoencepha-
litis. En: Feigin RD, Cherry JD, Demmler-Harrison GJ, Kaplan SL (Eds).
Feigin and Cherry’s Textbook of Pediatric Infectious Diseases, 6th ed.
Philadelphia: Saunders; 2009. p. 504.
3. Cherry JD. Recognition and management of encephalitis in children. Adv
Exp Med Biol. 2009; 643: 53-60.
4. Domingues RB, Tenorio F, De Ory F, Lozano A, Echevarría JM. Detection
of both herpes simplex and varicella-zoster virus in cerebrospinal fluids
from patients with encephalitis. J Med Virol. 1996; 50: 25-36.
5. Florence NR, Davis RL, Lam C, et al. Anti-N-methyl-D-aspartate receptor
(NMDAR) encephalitis in children and adolescents. Ann Neurol. 2009; 66:
11-8.
6. Fowler A, Stödberg T, Eriksson M, Wickström R. Long-term outcomes
of acute encephalitis in childhood. Pediatrics. 2010; 126: e828.
7. Glaser C, Long SS. Encephalitis. En: Long SS, Pickering LK, Prober CG
(Eds). Principles and Practice of Pediatric Infectious Diseases, 4th ed.
Edinburgh: Elsevier Saunders; 2012. p. 297.
8. Granerod J, Ambrose HE, Davies NW, et al. Causes of encephalitis and
differences in their clinical presentations in England: a multicentre, popu-
lation-based prospective study. Lancet Infect Dis. 2010; 10: 835-44.
9. Kolski H, Ford-Jones EL, Richardson S, et al. Etiology of acute childhood
encephalitis at The Hospital for Sick Children, Toronto, 1994-1995. Clin
Infect Dis. 1998; 26: 398-409.
10. Rautonen J, Koskiniemi M, Vaheri A. Prognstic factors in childhood acute
encephalitis. Pediatr Infect Dis J. 1991; 10: 441-6.
11. Thompson C, Kneen R, Riordan A, et al. Encephalitis in children. Arch
Dis Child. 2012; 97: 150-61.
12. Tunkel AR, Glaser CA, Bloch KC, et al. The management of encephalitis:
clinical practice guidelines by the Infectious Diseases Society of America.
Clin Infect Dis. 2008; 47: 303-27.
13. Whitley RJ, Kimberlin DW. Herpes simplex encephalitis: children and
adolescents. Semin Pediatr Infect Dis. 2005; 16: 17-23.
204
3.5. MENINGITIS
P.X. Molina, G. Claret
CONCEPTO
La meningitis es la inflamación de los tejidos que envuelven el
cerebro y la médula espinal que se identifica por un número superior
al normal de leucocitos en el líquido cefalorraquídeo (LCR).
La meningitis bacteriana es aquella con evidencia de una bac-
teria patógena en el LCR. Se considera también un cuadro clínica-
mente compatible con meningitis bacteriana en el que se aísla un
microorganismo patógeno en el hemocultivo, a pesar de un cultivo
de LCR negativo. Es una causa importante de morbimortalidad en la
infancia, y requiere un diagnóstico rápido y un tratamiento urgente.
Se denomina meningitis aséptica aquella en la que los cultivos
del LCR son negativos para los patógenos bacterianos habituales
en un paciente sin tratamiento antibiótico previo a la realización de la
punción lumbar. Su causa más frecuente son los virus, aunque exis-
ten otras causas infecciosas, entre ellas la tuberculosis, los hongos
y los parásitos, así como causas no infecciosas, como los tóxicos y
enfermedades autoinmunes y malignas.
ETIOLOGÍA
En la sospecha etiológica de la meningitis bacteriana se consi-
dera la edad del niño, las enfermedades de base y su estado inmu-
nitario. Las bacterias más frecuentes en el periodo neonatal son el
Streptococcus agalactiae, los bacilos gram negativos (principalmente
E. coli) y Listeria monocytogenes. A partir de las 4-6 semanas de vida
en España predomina Neisseria meningitidis seguido por S. pneu-
moniae. La introducción de la vacuna contra Haemophilus influenzae
tipo b (Hib) ha conllevado la casi total desaparición de los casos de
meningitis por este microorganismo.
Los agentes causales más frecuentes de meningitis vírica en
nuestro medio son los enterovirus (principalmente Echovirus y co-
xsackie). Con una frecuencia mucho menor les siguen los herpes virus 205
(herpes simple 1 y 2, virus varicela-zóster, VEB, CMV y herpes 6).
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Los signos y síntomas de las meningitis bacterianas varían
según el tipo de meningitis, la edad del paciente y el tiempo de
evolución.
Existen dos patrones de presentación clínica. El primero, de curso
agudo y fulminante, con un desarrollo rápido de las manifestaciones
de sepsis y meningitis, frecuentemente asociado a edema cerebral.
En el segundo, la meningitis se desarrolla progresivamente durante
uno o varios días y puede estar precedida por un cuadro febril.
Los niños mayores suelen presentar fiebre, vómitos, rigidez
de nuca, cefalea, fotofobia y alteración del sensorio. Usualmente
estos síntomas están precedidos por una infección de vías respi-
ratorias altas. En recién nacidos y lactantes la clínica es más sutil
e inespecífica. Puede incluir fiebre, letargia o irritabilidad, dificultad
respiratoria, ictericia, inapetencia, vómitos y abombamiento de la
fontanela.
En el examen físico puede encontrarse una alteración del nivel de
consciencia. Los signos de irritación meníngea suelen estar presentes
en los pacientes con meningitis bacteriana. La rigidez nucal supone la
incapacidad para la flexión cervical. El signo de Kernig está presente
si en posición supina con la cadera flexionada 90º, la extensión de
las rodillas no supera 135º o provoca la flexión de la rodilla opuesta.
El signo de Brudzinski consiste en la flexión espontánea de las ex-
tremidades inferiores al flexionar pasivamente el cuello.
Los signos neurológicos focales se asocian a un aumento de la
presión intracraneal o a una hipoperfusión cerebral, y guardan rela-
ción con la presencia de secuelas (también tiene valor pronóstico la
alteración de la consciencia en el examen inicial). Las convulsiones,
cuando se presentan, suelen ser generalizadas y es importante des-
cartar los desequilibrios electrolíticos, principalmente del sodio, y la
hipoglucemia como causas de éstas.
La púrpura petequial aparece usualmente precedida por una
erupción eritematosa maculopapular. Puede estar presente en la
infección por cualquier bacteria, aunque es característica de la en-
fermedad meningocócica.
206 TABLA 1. Contraindicaciones de la punción lumbar
• Inestabilidad hemodinámica
• Coagulopatía o trombopenia grave (< 50.000 plaquetas/mm3)
• Signos de hipertensión intracraneal
• Signos neurológicos focales
• Infección local de la piel en el sitio de la punción
EXÁMENES COMPLEMENTARIOS
Ante la sospecha clínica de meningitis se debe realizar una ana-
lítica sanguínea que incluya hemograma, electrolitos, calcio, gluco-
sa, urea y creatinina, AST, PCR, PCT y hemocultivos. En caso de
lesiones petequiales o purpúricas se debe evaluar la coagulación. La
PCR para algunos agentes etiológicos podría permitir un diagnóstico
preciso y precoz.
El análisis de LCR, fundamental para el diagnóstico, está indicado
siempre que exista sospecha clínica, excepto cuando la punción
lumbar esté contraindicada (Tabla 1). En estos casos se iniciará anti-
TABLA 2. Valores normales en el líquido cefalorraquídeo según la edad. 207
DIAGNÓSTICO
Se han descrito diversas escalas que nos ayudan en el manejo
de aquellos pacientes en los que la exploración física y los exámenes
complementarios no son suficientes para diferenciar una meningitis
bacteriana de una viral. Clásicamente se ha utilizado el score de Boyer
corregido (Tabla 5). Para su aplicación es preciso que la tinción de
gram sea negativa, que el paciente sea mayor de tres meses y la
ausencia de tratamiento antibiótico previo.
El Bacterial Meningitis Score (BMS) es una escala descrita en
2002 por Nigrovic y cols. y validada con posterioridad a la aparición
de la vacuna antineumocócica. Se aconseja tratamiento antibiótico
ante la presencia de una o más de las siguientes variables:
– Presencia de convulsiones
– Cifra de neutrófilos en sangre > 10.000/mm3.
– Cifra de proteínas en LCR > 80 mg/dl.
TABLA 5. Score de Boyer corregido. 209
Puntuación
1 2 3
Temperatura (°C) < 39,5 > 39,5
Presencia de púrpura No Sí
Signos neurológicos No Sí
Proteínas en LCR (mg/dl) < 90 90-140 > 140
Glucosa en LCR (mg/dl) > 35 20-35 < 20
Leucocitos/mm3 en LCR < 1.000 1.000-4.000 > 4.000
Porcentaje de PMN en LCR < 60 > 60
Leucocitos/mm3 en sangre < 15.000 > 15.000
Porcentaje de bandas en sangre <6 6-15 > 15
< 2 años y leucocitos en LCR < 60 > 60
> 2 años y leucocitos en LCR < 60 > 60
PCR < 40 40-90 > 90
Puntuación
– 0-2: Conducta expectante y repetir la punción lumbar a las 24 horas en
caso de duda.
– 3 o 4: Iniciar tratamiento antibiótico según el estado general del paciente y
a criterio médico.
– > 4: Tratamiento antibiótico inmediato.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
La presencia de fiebre y rigidez de nuca siempre debe hacer
sospechar meningitis; sin embargo, existen otras infecciones que
se pueden presentar con fiebre y limitación para el movimiento cer-
vical, tales como la linfadenitis cervical, la celulitis retrofaríngea y la
neumonía del lóbulo superior. Dentro del diagnóstico diferencial se
deben tener en cuenta otras entidades como la sinusitis, los tumores
o abscesos del SNC, la hemorragia subaracnoidea y la encefalitis.
210 TRATAMIENTO
Medidas generales: es preciso monitorizar al paciente, asegurar
una adecuada ventilación y perfusión y vigilar la aparición de foca-
lidades neurológicas. Se debe obtener un acceso venoso y valorar
la necesidad de administración de líquidos para tratar un posible
shock séptico.
En caso de sospecha de hipertensión intracraneal está indicada
una analgesia adecuada, elevar la cabecera de la cama, evitar la
restricción hídrica y administrar agentes hiperosmolares.
El ingreso en UCIP es aconsejable en todos los pacientes con
meningitis bacteriana, especialmente en pacientes con shock, coagu-
lación intravascular diseminada, focalidad neurológica, obnubilación
o coma, convulsión o signos de aumento de la presión intracraneal.
Antibioticoterapia: ante sospecha de meningitis bacteriana,
debe ser administrada precozmente tras la recogida de cultivos. Si
es necesaria una prueba de imagen previa a la punción lumbar, se
deben tomar cultivos e iniciar tratamiento antes de realizarla. El trata-
miento antibiótico empírico debe cubrir los patógenos más frecuentes
en nuestro medio: N. meningitidis y S. pneumoniae. La púrpura debe
hacer sospechar etiología meningocócica, mientras que la presencia
de focalidad neurológica o de otitis media supurada orientan a menin-
gitis por neumococo. Además se tendrá en cuenta el resultado de la
tinción de Gram en LCR (Tablas 6 y 7) y se ampliará la cobertura en
situaciones especiales (inmunodeficiencia, cirugía reciente del SNC,
traumatismo craneal penetrante o defecto anatómico).
Se recomiendan 10 a 14 días de tratamiento antibiótico endove-
noso en meningitis no complicadas por S. pneumoniae, por N. me-
ningitidis de 5 a 7 días, por Hib de 7 a 10 días, por L. monocytogenes
de 14 a 21 días y por bacilos gram negativos 21 días o un mínimo
de 2 semanas posteriores al primer cultivo negativo.
Corticoterapia: en pacientes adultos la administración de dexa-
metasona en las meningitis bacterianas disminuye la sordera neuro-
sensorial y parece disminuir la mortalidad. En los pacientes pediátricos
con meningitis por Hib disminuye el riesgo de sordera neurosensorial
y en las causadas por otros microorganismos existe una tendencia a
su disminución. Teniendo en cuenta estos datos, la Cochrane en el
2010 recomienda su administración en todas las meningitis bacteria-
nas de la infancia, mientras que otros organismos, como la Academia
TABLA 6. Tratamiento antibiótico de la meningitis bacteriana según la tinción 211
de Gram en neonatos.
COMPLICACIONES
Dentro de las complicaciones sistémicas de las meningitis bac-
terianas se encuentra el shock séptico, la coagulación intravascular
diseminada, el síndrome de dificultad respiratoria y la artritis séptica o
reactiva. Las complicaciones neurológicas incluyen edema cerebral,
aumento de la presión intracraneal, alteración mental, crisis convul-
sivas, déficits focales, alteraciones cerebrovasculares, hidrocefalia,
empiema cerebral y deterioro neuropsicológico.
PREVENCIÓN
Los pacientes con meningitis por N. meningitidis o Hib deben
mantener aislamiento tipo G hasta cumplidas 24 horas de antibio-
ticoterapia.
En las meningitis por meningococo se administrará quimiopro-
filaxis a los convivientes en el domicilio del enfermo y personas que
213
Sospecha de meningitis bacteriana
No Sí
Punción lumbar*
TAC craneal,
¿resultados negativos?
Sí
BIBLIOGRAFÍA
1. American Academy of Pediatrics. Pneumococcal infections. En: Pickering
LK, ed. Red book: 2009 report of the Committee on Infectious Diseases,
28th ed. Elk Grove Village, IL: American Academy of Pediatrics; 2009. p.
524-35.
2. Bonsu BK, Ortega HW, Marcon MJ, Harper MB. A decision rule for pre-
dicting bacterial meningitis in children with cerebrospinal fluid pleocytosis
when gram stain is negative or unavailable. Acad Emerg Med. 2008; 15:
437-44.
3. Brouwer MC, McIntyre P, de Gans J, Prasad K, van de Beek D. Corti-
costeroids for acute bacterial meningitis. Cochrane Database Syst Rev.
2010; 8: CD004405.
4. Claret Teruel G. Meningitis bacteriana. En: Tratado de Urgencias de Pe-
diatría. 2ª ed. Madrid: Ergon; 2005. p. 591-601.
5. Nigrovic LE, Kuppermann N, Macias CG, Cannavino CR, Moro-Sutherland
DM, Schremmer RD, et al; Pediatric Emergency Medicine Collaborative
Research Committee of the American Academy of Pediatrics. Clinical
prediction rule for identifying children with cerebrospinal fluid pleocytosis
at very low risk of bacterial meningitis. JAMA. 2007; 297: 52-60.
6. Sarmiento Martínez M. Meningitis vírica. En: Tratado de Urgencias de
Pediatría. 2ª ed. Madrid: Ergon; 2005. p. 601-5.
7. Tunkel AR, Hartman BJ, Kaplan SL, Kaufman BA, Roos KL, Scheld WM,
et al. Practice Guidelines for the management of bacterial meningitis. Clin
Infect Dis. 2004; 39: 1267-84.
215
3.6. PARÁLISIS FACIAL
D. Díaz, G. Claret
CONCEPTO
La parálisis facial consiste en la disminución o abolición de la
movilidad de la musculatura inervada por el nervio facial o VII par
craneal, acompañada o no de alteraciones sensitivas, sensoriales y
de afectación de la secreción de las glándulas lagrimales y salivares.
El VII par craneal tiene su origen en el núcleo del facial, en la
protuberancia. Desde allí se dirige hacia el ángulo pontocerebeloso
y, a través del conducto auditivo interno, recorre un largo trayecto
intratemporal hasta emerger del cráneo por el orificio estilomastoideo.
En su recorrido extracraneal, se introduce en la glándula parótida,
donde forma el plexo parotídeo y se divide en sus ramas terminales.
Se trata de un nervio mixto, con un componente motor que
inerva la musculatura de la expresión facial, un componente sensiti-
vo que se ocupa de la sensibilidad cutánea de la pared anterior del
conducto auditivo externo, y un componente sensorial que recoge
la sensibilidad gustativa de los 2/3 anteriores de la lengua. Consta
también de un componente de fibras parasimpáticas que regulan la
secreción de las glándulas salivares submandibular y sublingual y
glándulas lagrimales.
CLASIFICACIÓN
Para diferenciar la parálisis facial central de la periférica, resulta útil
recordar que la musculatura de la parte superior de la cara (músculo
frontal y orbicular de los párpados) recibe una inervación procedente
de la corteza cerebral bilateral, mientras que la musculatura de la
parte inferior de la cara solo recibe inervación de la corteza cerebral
contralateral.
1. Parálisis facial central o supranuclear. Afectación a nivel de
las fibras motoras que parten desde la corteza cerebral hacia el
núcleo del facial. A diferencia de las lesiones del nervio periférico,
216 puede acompañarse de otras focalidades neurológicas, como la
afectación de otros pares craneales, en función de la etiología y
la amplitud de la lesión.
2. Parálisis facial periférica
– Nuclear: lesión a nivel del núcleo del nervio facial, en la protu-
berancia.
– Lesión del nervio periférico: producida por cualquier alte-
ración en el curso del trayecto del nervio facial. En función
de la localización de la lesión nerviosa, puede acompañarse
de alteraciones sensitivas, sensoriales o secretoras. Entre las
parálisis periféricas, la más común es la parálisis idiopática de
Bell.
ETIOLOGÍA
1. Parálisis facial central
– Causas intracraneales: malformaciones vasculares cerebrales,
accidentes cerebrales vasculares isquémicos o hemorrágicos,
neoplasias cerebrales.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico es fundamentalmente clínico y se basa en una
anamnesis detallada y una minuciosa exploración física.
Anamnesis
– Antecedentes personales: infecciones recientes, picaduras de
garrapata, cirugía del área ORL, traumatismos, inmunizaciones
y episodios previos de parálisis facial.
– Antecedentes familiares: historia de parálisis facial en la familia.
– Enfermedad actual:
· Inicio: agudo (en 24-48 horas), progresivo (en semanas) o re-
currente.
218 TABLA 1. Clasificación de House-Brackmann.
Exploración física
– Medición de las constantes vitales, incluyendo la tensión arterial.
– Valoración de la parálisis facial: se deben observar las asimetrías
faciales y la motilidad de la musculatura facial (cerrar los ojos,
arrugar la frente, elevar las cejas, arrugar la nariz, enseñar los
dientes, sonreír, silbar o inflar las mejillas). Para determinar el
grado de disfunción se puede emplear la clasificación de House-
Brackmann (Tabla 1).
· Parálisis facial central: paresia o parálisis de la mitad
inferior de la hemicara contralateral a la lesión, preser-
vando la motilidad del músculo frontal y orbicular de los 219
párpados (no tendrá asimetrías frontales y será capaz de
cerrar ambos ojos, fruncir el ceño y elevar las cejas). No
se acompaña de afectación del reflejo corneal (que de-
pende del trigémino o V par) ni de alteraciones sensitivas
ni glandulares.
· Parálisis facial periférica:
a. Alteraciones motoras: paresia o parálisis de toda la hemicara
ipsilateral a la lesión. Al preservarse la fuerza en la mus-
culatura facial del lado contralateral, la comisura labial del
lado afecto estará descendida y habrá una desviación de la
boca hacia el lado sano. El signo de Bell consiste en que al
intentar cerrar los ojos, los párpados del lado afecto no se
aproximan y se produce automáticamente una desviación
hacia arriba del ojo del lado afectado, quedando la pupila
oculta bajo el párpado superior.
b. Alteraciones sensitivas: puede haber parestesias o dolor en
el conducto auditivo externo y pabellón auricular, cara, cuello
y lengua.
c. Disgeusia, algiacusia, xeroftalmia o epífora.
– Exploración física completa, en especial de cabeza y cuello:
otoscopia (valorando la membrana timpánica y la presencia de
lesiones vesiculosas en conducto auditivo externo), mastoides,
lesiones cutáneas (posibles traumatismos recientes), palpación de
parótidas y exploración de la cavidad oral, orofaringe y oftalmoló-
gica. La exploración neurológica debe ser minuciosa, valorando
nivel de consciencia, presencia de signos meníngeos, afectación
de otros pares craneales, fuerza y sensibilidad del resto del cuerpo
y afectación de la coordinación y el equilibrio.
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
Solo se realizarán si se sospecha parálisis facial central o según
la sospecha diagnóstica.
– Neuroimagen: se realizará en urgencias si se sospecha un
proceso expansivo y para valorar posibles fracturas a nivel
temporal.
– Analítica sanguínea: si se sospecha patología infecciosa o
inflamatoria, con serologías víricas (herpes virus, VVZ, CMV, VEB
220 y Enterovirus). En zonas endémicas o ante posible picadura de
garrapata, considerar solicitar serología para Borrelia burgdor-
feri. También indicada en casos de parálisis facial recurrente o
bilateral.
– Punción lumbar: en caso de signos meníngeos, sospecha de
encefalitis o Guillain-Barré.
– Fondo de ojo: si se sospecha hipertensión endocraneal.
– Pruebas electrofisiológicas: aportan información sobre el pro-
nóstico.
TRATAMIENTO
– Protección ocular: para evitar lesiones corneales y queratitis
están indicadas lágrimas artificiales durante el día y oclusión ocu-
lar con pomada lubricante durante el sueño.
– Corticoides orales: no existen estudios que determinen su efi-
cacia en la parálisis facial idiopática en pediatría, sin embargo,
su uso en adultos disminuye las secuelas y favorece una recu-
peración más precoz. Dada la evidencia hallada en adultos, se
recomienda el tratamiento con prednisona oral (1-2 mg/kg/día)
durante 5 días, seguido por una pauta descendiente durante 5
a 10 días. El tratamiento debe iniciarse en las primeras 72 horas
del inicio de los síntomas.
– Antivirales (aciclovir): si se sospecha síndrome de Ramsay-
Hunt o etiología herpética. En la parálisis de Bell no están indi-
cados ya que no se ha demostrado su eficacia.
– Tratamiento específico según las diversas etiologías.
Sí No
¿Tiempo de instauración?
Pruebas complementarias:
– Neuroimagen
Aguda Progresiva – Fondo de ojo
(24-48 h) Valoración por
especialista:
¿Antecedente de traumatismo – Neuropediatra
craneal o facial? – Neurocirugía
– ORL
No Sí ± Ingreso hospitalario
No Sí
BIBLIOGRAFÍA
1. Dominguez G, Molina JC, de la Torre M. Manual de urgencias pediátricas
(Hospital Infantil Universitario Niño Jesús). 1ª ed. Madrid: Ergon; 2008.
2. Gronseth GS, Paduga R, Evidence-based guideline update: steroids and
antivirals for Bell palsy: report of the Guideline Development Subcommittee
of the American Academy of Neurology. Neurology. 2012; 79: 2209-13.
222 3. Pavlou E, Gkampeta A, Arampatzi M. Facial nerve palsy in childhood.
Brain Dev. 2011; 33: 644-50.
4. Pitaro J, Waissbluth S, Daniel SJ. Do children with Bell’s palsy benefit from
steroid treatment? A systematic review. Int J Pediatr Otorrhinolaryngol.
2012; 76: 921-6.
5. Salinas RA, Alvarez G, Daly F, Ferreira J. Corticoesteroids for Bell’s pal-
sy (idiopathic facial paralysis). Cochrane Database Syst Rev. 2010; (3):
CD001942.
6. Singhi P, Jain V. Bell’s palsy in children. Semin Pediatr Neurol. 2003;10:
289-97.
SECCIÓN 4. APARATO DIGESTIVO
Coordinador:
Carles Luaces Cubells
225
4.1. GASTROENTERITIS AGUDA EN PEDIATRÍA.
DESHIDRATACIÓN AGUDA
J.M. Quintillá
INTRODUCCIÓN
La diarrea aguda es un síndrome clínico de etiología variada
que se caracteriza por el aumento en el número y/o la disminución
de la consistencia de las deposiciones, con un inicio brusco. Su
causa más frecuente es la gastroenteritis aguda, que es la infla-
mación de la mucosa gástrica e intestinal de origen infeccioso. En
la práctica muchas veces se equiparan los términos diarrea aguda
y gastroenteritis aguda.
La diarrea aguda es una enfermedad de alta prevalencia en la in-
fancia, tanto en nuestro medio como en todo el mundo. Su incidencia
en Europa en menores de 3 años varía entre 0,5 y 1,9 episodios por
niño y año. En relación a lo que representa en la atención médica
cotidiana, podemos indicar a modo de ejemplo que la presencia de
vómitos y/o diarrea es el segundo motivo de consulta médico en el
servicio de urgencias de nuestro centro y corresponde al 12,1% de los
casos. En cuanto a diagnósticos finales, el de gastroenteritis aguda
es también el segundo diagnóstico médico y corresponde al 7,5%.
ETIOPATOGENIA
En la Tabla 1 se detallan los microorganismos capaces de causar
gastroenteritis aguda en nuestro medio. Aunque la más frecuente
es la gastroenteritis vírica, la bacteriana puede ser predominante en
determinadas épocas del año y en niños mayores.
La patogenia básica de la gastroenteritis aguda es una pérdida
de agua, electrólitos y nutrientes. Esta perdida se produce según
tres mecanismos etiopatogénicos principales:
1. Bloqueo en el transporte de glucosa, sodio y agua por inflamación
de la mucosa y submucosa intestinal.
2. Destrucción del epitelio intestinal.
226 TABLA 1. Etiología de la gastroenteritis aguda infecciosa en nuestro medio.
CLÍNICA
La gastroenteritis aguda es un cuadro generalmente autolimitado,
que cura espontáneamente en algunos días. Si dura más de dos
semanas podemos hablar de gastroenteritis prolongada.
El síntoma fundamental es la diarrea, que suele acompañarse
de fiebre, afectación del estado general, vómitos, dolor abdominal,
distensión abdominal, meteorismo, rechazo del alimento y/o tenesmo.
También puede haber síntomas no digestivos, como los respira-
torios en las diarreas por rotavirus y adenovirus, y los propios del
proceso causal en las diarreas por infecciones no enterales.
En la anamnesis hay que interrogar sobre la cronología de apa-
rición de los distintos síntomas, su intensidad, aspectos epidemio-
TABLA 2. Clasificación cuantitativa de la deshidratación. 227
DESHIDRATACIÓN
La deshidratación es la complicación más frecuente de la gas-
troenteritis aguda y es el aspecto más básico que debe valorarse,
prevenirse y tratarse. Desde un punto de vista cuantitativo, se clasifica
en leve, moderada o grave, en función del porcentaje de pérdida de
peso (Tabla 2). Esta distinción es más académica que práctica. En
la realidad clínica resulta más importante identificar aquellos niños
con una deshidratación grave o con signos de shock hipovolémico
que hacer diferencias entre deshidratación leve y moderada. Desde
un punto de vista cualitativo, se divide en isotónica (isonatrémica),
hipotónica (hipernatrémica) o hipertónica (hipernatrémica), en función
de los niveles plasmáticos de sodio (Tabla 3).
Sus manifestaciones clínicas dependen del grado y tipo de deshi-
dratación y de la presencia o no de complicaciones. De forma clásica
se ha descrito que en la deshidratación hipo/isonatrémica predomina
la clínica de hipovolemia, mientras que en la hipernatrémica predo-
minan las manifestaciones neurológicas (somnolencia, irritabilidad,
alteración del nivel de conciencia). Esta diferenciación por los signos
228 TABLA 3. Clasificación deshidratación según natremia.
Osmolaridad Valores
Tipo de deshidratación pérdidas natremia
Isonatrémica o isotónica = Osm plasmática 130-150 mEq/L
Hiponatrémica o hipotónica > Osm plasmática < 130 mEq/L
Hipernatrémica o hipertónica < Osm plasmática > 150 mEq/L
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Aunque la gastroenteritis es la causa más frecuente de diarrea
aguda, hay que tener cuenta otras causas de diarrea:
– Infecciones extrínsecas al tracto digestivo, que pueden producir
diarrea principalmente en lactantes: otitis media aguda, infección
del tracto urinario, neumonía y sepsis.
– Diarreas agudas no infecciosas, como problemas de alimenta-
ción, enfermedad inflamatoria intestinal, intolerancias alimentarias,
intoxicaciones…
– Existen otras causas de diarrea, pero que generalmente desen-
cadenan una diarrea crónica (neoplasias, defectos anatómicos,
déficits congénitos de enzimas digestivas, endocrinopatías…).
230 TABLA 4. Valoración clínica del grado de deshidratación y reconocimiento
del shock.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS EN LA
GASTROENTERITIS AGUDA
En general, la gastroenteritis aguda es una entidad de diagnóstico
clínico y en la mayoría de las ocasiones no es necesario practicar
exploración complementaria alguna. Sin embargo, existen algunas
indicaciones para la realización de estudios complementarios, que
comentamos a continuación.
Analítica sanguínea
No debe realizarse de forma sistemática. Desde el punto de
vista etiológico, ningún marcador ha demostrado suficiente efecti-
vidad en diferenciar la GEA bacteriana de la vírica. Desde el punto
de vista de la deshidratación y las alteraciones electrolíticas, sus
indicaciones son:
– Deshidratación grave.
– Deshidratación moderada en la que la historia relatada por el
paciente o su familia no explique claramente los signos clínicos
encontrados, es decir, cuando no nos parezca proporcional el
grado de deshidratación valorado con la intensidad de la diarrea 231
y/o los vómitos.
– Necesidad de iniciar rehidratación por vía endovenosa (ev).
Cuando se realice, debe incluir hemograma, proteína C reacti-
va, equilibrio ácido-base, ionograma, urea, creatinina, osmolaridad,
glucemia y proteínas totales.
Hemocultivo
Si hay sospecha de diseminación sistémica en una gastroenteritis
de presumible causa bacteriana o en los menores de 60 días con
fiebre elevada.
Coprocultivo
No debe realizarse de forma sistemática sino que debe limitarse
a los pacientes que presenten:
– Diarrea mucosanguinolenta.
– Indicación de ingreso hospitalario.
– Inmunodeficiencia.
– Diagnóstico dudoso.
– Diarrea prolongada.
– Brote epidémico.
– Viaje reciente a otro país.
REHIDRATACIÓN ORAL
El tratamiento fundamental de la deshidratación es la rehidrata-
ción oral (RO). Como norma general, debemos asumir que en todo
paciente con deshidratación leve o moderada debemos indicar la
RO y reservar la rehidratación por vía ev sólo a aquellos pacientes
en los que la RO y otros tratamientos (antieméticos) fracasen o estén
contraindicados o a los pacientes con deshidratación grave. Aunque
sobre esta cuestión existe una casi unanimidad teórica, en la práctica
demasiadas veces se abusa de la sueroterapia ev y se reduce el
empleo de la vía oral para los niños que no están deshidratados o
que a lo sumo tienen una deshidratación leve.
Cantidad de SRO
Es importante tener claro el concepto de que, del mismo modo
que cuando pautamos un antibiótico decidimos la dosis y el intervalo,
al rehidratar también tenemos que concretar la cantidad y el tiempo
de administración. A menudo y de forma errónea se recomienda
simplemente ofrecer la SRO a demanda, explicando que hay que
fraccionarla ante la presencia de vómitos, pero sin indicar a los padres
cantidades orientativas ni periodos. Una pauta correcta de rehidra-
tación es la siguiente:
1. Si el paciente no está deshidratado, se le ofrecerán pequeñas
cantidades de SRO, entre tomas, “a demanda”, para compensar
las pérdidas que pueda tener a partir de ese momento. De forma
orientativa se pueden calcular 10 ml/kg por cada deposición y
2 ml/kg por cada vómito.
234 2. Si el paciente presenta signos de deshidratación, aunque ésta
sea leve, lo anterior no es suficiente, sino que habrá que pautar
unas cantidades concretas en unos tiempos concretos.
a. Deshidratación leve-moderada: 40-60 ml/kg.
b. Deshidratación grave: 100 ml/kg (plantear rehidratación ev).
En cualquier caso, a los volúmenes resultantes habrá que sumar
siempre las pérdidas mantenidas (de forma orientativa, 10 ml/kg
por cada deposición y 2 ml/kg por cada vómito).
Es fundamental entender que los volúmenes calculados son una
estimación de las necesidades probables del paciente. En caso de
deshidrataciones, leves pueden ser superiores a lo necesario, sin que
ello tenga importancia clínica. En caso de deshidratación más grave
o con pérdidas sucesivas significativas, pueden ser insuficientes,
por lo que es imprescindible reevaluar clínicamente al paciente
de forma periódica y frecuente y adaptar las cantidades de SRO
pautadas a la situación clínica.
Tiempo de administración
El volumen calculado según las indicaciones anteriores se admi-
nistrará en 4 horas en las DH isonatrémicas o hiponatrémicas y en
12 horas en las hipernatrémicas.
Forma de administración
La forma de administración será inicialmente por boca y fraccio-
nada en pequeñas cantidades cada pocos minutos (ej., 5 cc cada 1-3
minutos con cuchara o jeringuilla). Aunque parecen pequeñas canti-
dades, esto permite administrar unos 100-300 ml de SRO por hora.
Si el paciente no lo tolera o es incapaz de tomar la cantidad
requerida por el grado de deshidratación, una buena alternativa es
administrar la SRO calculada a débito continuo a través de una son-
da nasogástrica (SNG), utilizando siempre la sonda más fina posible
para la longitud adecuada (5-6 F). Este método es mejor tolerado en
niños pequeños (menores de 3 años) y se ha demostrado útil en pa-
cientes que vomitan la SRO administrada por boca. En la actualidad
también existe en el mercado una formulación de SRO en forma de
gelatina que cumple con las recomendaciones de la ESPGHAN y que
puede ser una buena opción en aquellos pacientes que no toleren la
forma líquida o prefieran esta presentación más sólida.
ANTIEMÉTICOS 235
No está recomendado el uso sistemático de antieméticos en los
niños con GEA que presentan vómitos.
La indicación de antieméticos se reserva a pacientes atendidos
en el hospital que presentan intolerancia a la RO, como alternativa
previa a la utilización de rehidratación ev. El fármaco utilizado es el
ondansetrón, un inhibidor selectivo de los receptores serotoninér-
gicos 5-HT3, que se emplea frecuentemente para el tratamiento de
los vómitos provocados por quimioterapia o en el postoperatorio.
La dosis habitual es 0,15-0,3 mg/kg (dosis máxima: 8 mg). Está
contraindicado en pacientes con arritmias, QT largo o historia fami-
liar de QT largo o muerte súbita. Como efecto secundario, puede
aumentar algo la diarrea, aunque con poca repercusión clínica, sobre
todo teniendo en cuenta que habitualmente se administra una única
dosis del fármaco.
Relativas
– Deshidratación grave. Aunque habitualmente se opta por la vía
ev, si no hay signos de shock, el nivel de conciencia es bueno y
el paciente tolera por vía oral, puede realizarse la rehidratación
por esta última vía.
– Desequilibrios electrolíticos. Aunque la acidosis metabólica y las
alteraciones electrolíticas significativas habitualmente se corrigen
por vía ev, probablemente la mayoría de ellas se corregirían me-
diante un uso adecuado de las SRO.
Controles en la rehidratación EV 237
Es importante realizar una analítica sanguínea antes de comen-
zar una rehidratación e.v. para detectar alteraciones electrolíticas
importantes que puedan condicionar el tipo de fluidos y el ritmo
de administración. La necesidad de controles analíticos posteriores
vendrá determinada por la situación clínica concreta.
Otra cuestión que no debemos olvidar es la necesidad de realizar
un control de diuresis en los pacientes sometidos a rehidratación ev.
En las deshidrataciones leves o moderadas sin oliguria previa no es
necesaria la monitorización invasiva, pero en la deshidratación grave o
en los casos en los que se haya detectado oligoanuria es recomendable
colocar una sonda vesical para el control horario del volumen de orina.
Si con la terapia de rehidratación no se recupera una diuresis adecua-
da, debe estudiarse la función renal para diferenciar una oliguria
prerrenal de una insuficiencia renal aguda instaurada. En este último
caso es posible que tengamos que adaptar la pauta de administración
de líquidos a la situación de fallo renal (ver capítulo correspondiente).
Otros controles que deben realizarse:
– Valoración clínica durante la rehidratación y al finalizarla, con es-
timación del grado de deshidratación por la escala clínica.
– Peso al finalizar la rehidratación.
– Control del volumen de las pérdidas sucesivas (vómitos y de-
posiciones), tanto más importante cuanto más cuantiosas sean
dichas pérdidas.
– Control periódico de constantes: FC, TA, Tª.
Pauta de rehidratación EV
Si existen signos de shock
Independiente del tipo de deshidratación (iso-, hipo- o hiperna-
trémica), si el paciente presenta signos clínicos de shock (taquicardia
grave, relleno capilar alargado, frialdad de extremidades, alteración
de la conciencia):
1. Oxigenoterapia en mascarilla con reservorio.
2. Glucemia capilar.
3. Canalización de vía periférica (preferible canalizar dos vías dis-
tintas). Si no se ha conseguido vía en los primeros 5-10 minutos
y hay signos de shock, se debe valorar la colocación de una vía
intraósea con sedoanalgesia.
238 4. Extracción de muestra para analítica.
5. Bolus de suero fisiológico, 20 ml/kg en 5-10 minutos (máximo
1.000 ml).
6. Se repiten bolus similares si es necesario, hasta obtener una res-
puesta adecuada (desaparición de los signos clínicos de shock):
a. En caso de acidosis metabólica constatada o con sospecha
clínica, se puede sustituir uno de los bolus por bicarbonato
1/6 M, igual cantidad y tiempo de administración.
b. Si se requiere un tercer bolus, puede utilizarse un coloide.
7. Si no responde a 60 ml/kg (3 bolus), considerar monitorización
hemodinámica invasiva para optimizar la administración de vo-
lumen y uso de fármacos inotrópicos. Probablemente será un
paciente que también requerirá intubación y ventilación mecá-
nica, por lo que se debe buscar el momento óptimo para dicho
procedimiento.
8. Traslado a UCIP.
PROBIÓTICOS
Son microorganismos vivos que, añadidos como suplementos
en la dieta, producen un cambio en la microflora bacteriana intestinal
que tiene efectos beneficiosos sobre la salud. Su efecto se basa en
la modulación de la inmunidad local (modificación de la ecología
intestinal). Para ejercer su efecto deben tener viabilidad en el intestino
(resistencia al jugo gástrico, bilis, mucina y sistema inmune intestinal)
y adherencia al epitelio intestinal (capacidad de colonización), así
como viabilidad en los productos de distribución.
Diversos estudios han examinado la eficacia de los probióticos en
niños con GEA. Algunos de ellos sugieren un efecto beneficioso en
términos de acortamiento de la diarrea y reducción de la frecuencia
de las deposiciones. Sin embargo, existen diferencias metodológicas
y de calidad de los trabajos, por lo que no están incluidos como un
tratamiento estándar en las guías de práctica clínica sobre manejo
de la GEA en niños. De los probióticos estudiados, Lactobacillus
rhamnosus GG, Saccharomyces boulardii y Lactobacillus reuteri son
los microorganismos considerados como de potencial beneficio, si
se administran a dosis adecuadas, el tratamiento se inicia lo antes
posible y se mantiene al menos durante 5-7 días.
242 RACECADOTRILO
Es un inhibidor de la encefalinasa intestinal que, a diferencia
de otros antidiarreicos, no actúa disminuyendo la motilidad del tubo
digestivo sino la secreción a través de la membrana del enterocito. Su
eficacia antidiarreica se traduciría en la disminución del número y el peso
de las deposiciones, la duración de la diarrea y la mejoría de síntomas
asociados como dolor abdominal, náuseas y anorexia. Los estudios
realizados hasta la fecha demuestran un efecto beneficioso. Un reciente
metaanalisis que incluye nueve trabajos, concluye que racecadotrilo
tiene un efecto clínico relevante como tratamiento coadyuvante a la
rehidratación oral, produciendo una reducción de la diarrea (duración,
producción de heces y número) en los niños con gastroenteritis aguda.
Tiene como ventajas fundamentales la actuación selectiva a nivel
gastrointestinal, sin afectar a la motilidad intestinal y sin producir estreñi-
miento secundario. Por su mecanismo de acción, es útil en las diarreas
de mecanismo no inflamatorio y no se aconseja su uso en las que ten-
gan un mecanismo invasivo (deposiciones sanguinolentas). Se aconseja
su uso en niños de más de 3 meses. Su dosis es 1,5 mg/kg/8 horas.
ZINC
Diversos estudios relacionan una suplementación de zinc en la
dieta con una reducción en la incidencia de gastroenteritis severas
y prolongadas en países en desarrollo, donde los niveles de zinc
en plasma de los niños pueden estar por debajo de 60 µg/dL. La
mayoría de estos estudios se han realizado en la India. En países
desarrollados, donde la ingesta de carnes magras y la biodisponi-
bilidad del zinc que se encuentra en los cereales es mucho mayor,
es raro encontrar déficits de zinc y, por tanto, el efecto beneficioso
de la suplementación con este oligoelemento en el tratamiento de
la gastroenteritis aguda (por ejemplo, suplementación de las sales
de rehidratación oral) no sería tan grande, aunque no hay estudios
suficientes en este sentido.
Indicaciones generales
Indicaciones absolutas
– Inmunodeficiencias.
– Drepanocitosis.
– Afectación severa del estado general con aspecto tóxico o sép-
tico.
– Bacteriemia por el mismo germen.
– Diseminación a distancia (artritis, osteomielitis, abscesos…).
Indicaciones relativas
– Menores de 3 meses.
– Malnutrición.
– Evolución desfavorable a partir del 5º día en gastroenteritis bacte-
riana demostrada (coprocultivo positivo). Valorar las indicaciones
específicas para cada germen.
BIBLIOGRAFÍA
1. Gorelick MH, Shaw KN, Murphy KO. Validity and reliability of clinical signs
in the diagnosis of dehydration in children. Pediatrics. 1997; 99: e6.
2. Steiner MJ, De Walt DA, Byerley JS. Is this child dehydrated? JAMA.
2004; 291: 2746-54.
3. Guarino A, Albano F, Ashkenazi S, Gendrel D, Hoekstra JH, Shamir R,
et al. European Society for Paediatric Gastroenterology, Hepatology, and
Nutrition/European Society for Paediatric Infectious Diseases evidence-
based guidelines for the management of acute gastroenteritis in children
in Europe. J Pediatr Gastroentero Nutr. 2008; 46(Suppl 2): S81-122.
4. Diarrhoea and vomiting caused by gastroenteritis: diagnosis, assessment
and management in children younger than 5 years. NICE Clinical Guideline
84; 2009 (revisada en 2012). Disponible en: http://www.nice.org.uk/CG84
5. Acute Gastroenteritis Guideline Team, Cincinnati Children’s Hospital Medi-
cal Center: Evidence-based care guideline for prevention and management
of acute gastroenteritis in children age 2 months to 18 years. Guideline 5,
pages 1-20, Dec 21, 2011. Disponible en: http://www.cincinnatichildrens.
org/WorkArea/linkit.aspx?LinkIdentifier=id&ItemID=93672&libID=93365
6. Lehert P, Cheron G, Calatayud GA, Cezard JP, Castrellon PG, García JM,
et al. Racecadotril for childhood gastroenteritis: an individual patient data
meta-analysis. Dig Liver Dis. 2011; 43: 707-13.
7. Floch MH, Walker WA, Madsen K, Sanders ME, Macfarlane GT, Flint HJ, et
al. Recommendations for probiotic use-2011 update. J Clin Gastroenterol.
2011; 45(Suppl): S168-71.
8. Freedman SB, Parkin PC, Willan AR, Schuh S. Rapid versus standard
intravenous rehydration in paediatric gastroenteritis: pragmatic blinded
randomised clinical trial. BMJ. 2011; 343: d6976.
9. Levy JA, Bachur RG, Monuteaux MC, Waltzman M. Intravenous dextrose
for children with gastroenteritis and dehydration: a double-blind rando-
mized controlled trial. Ann Emerg Med. 2013; 61: 281-8.
246
4.2. HEMORRAGIA DIGESTIVA ALTA
J. Esquivel, V. Varea
• Edad
• Tos o epistaxis
• Otros síntomas digestivos
• Aspecto de la sangre emitida
• Relación con las heces y sus características
• Ingestión de fármacos gastrolesivos o cuerpos extraños
• Ingestión de fármacos, alimentos, aditivos y colorantes
• Antecedentes de enfermedad digestiva o hepática, aguda o crónica
• Síntomas extradigestivos
• Antecedentes familiares
Exploración
Se debe incluir la búsqueda de signos de inestabilidad hemodi-
námica o de datos sugestivos de enfermedad de base que justifiquen
el sangrado.
Valoración hemodinámica
Un buen indicador de la cuantía del sangrado es la frecuencia y
la calidad del pulso. La hipotensión en el niño es de aparición tardía
y es de mal pronóstico. La hipotensión ortostática es un dato útil y
precoz. En la Tabla 2 se indica la clasificación de la gravedad de la
hemorragia en función de la repercusión hemodinámica.
Pruebas complementarias
– Analítica: las pruebas útiles para la evaluación de una HDA se ex-
ponen en la Tabla 3. El hematocrito es valorable tras un periodo de
24 horas después del sangrado inicial. Se observa trombopenia en
sangrados graves por consumo o por hiperesplenismo secundario a
hipertensión portal. La trombocitosis se observa en las enfermedades
inflamatorias agudas. Un VCM bajo indica hemorragia crónica o
déficit de Fe. Las pruebas de coagulación alteradas sugieren hemo-
filia, CID, déficit de vitamina K o enfermedad hepática. El aumento
del cociente BUN/creatinina > 30 indica acumulación de sangre
en intestino delgado. Un valor BUN/creatinina < 30 en contexto de
sangrado por vía rectal es sugestivo de hemorragia digestiva baja.
– Aspirado gástrico: útil para confirmar el sangrado, definir la
gravedad, prevenir la dilatación gástrica y evacuar la sangre y
coágulos existentes.
– Radiografía de tórax y abdomen, ecografía: tienen un papel
limitado en el estudio de la HDA.
– Endoscopia digestiva: diagnóstica o terapéutica, a realizarse
por el especialista. La intensidad del sangrado es el factor de-
terminante de la urgencia de la exploración.
TABLA 3. Pruebas de laboratorio útiles en la evaluación de una HDA. 249
• Hemograma completo
• Pruebas de coagulación
• Función hepática (AST, ALT, FA, GGT)
• Gasometría e ionograma
• Glucosa, BUN, creatinina
Hemorragia digestiva
Endoscopia digestiva
No filiada Filiada
MEDIDAS TERAPÉUTICAS
– Reposición de la volemia:
- Cristaloides (suero salino, Ringer lactato, bicarbonato 1/6 molar)
o coloides (seroalbúmina) hasta disponer de hemoderivados.
250 - Transfusión sanguínea: sangre total (15-20 ml/kg). Cuando
las pérdidas sean importantes según criterios clínicos (shock)
o analíticos (anemia). Es importante recordar que la Hb y el
hematocrito no son fiables en los primeros momentos, ya que
pueden tardar en descender hasta 72 horas.
- Plasma fresco: si hay sospecha de déficit en los factores de
coagulación (15-20 ml/kg). Se puede añadir también directa-
mente los factores.
– Corrección de los trastornos electrolíticos y metabólicos.
– Oxigenoterapia: obligado en hemorragia masiva y shock.
– Tratamiento etiológico: depende de la causa que provoca la
hemorragia, y lo realiza el especialista.
BIBLIOGRAFÍA
1. Heitinger LA, McClung HJ. Gastrointestinal hemorrhage. En: Willie/Hyams
(ed.). Pediatric Gastrointestinal disease. 2nd ed. Philadelphia: WB Saunders
Company; 1999.
2. Fox VL. Gastrointestinal bleeding in infant and childhood. Gastroenterol
Clin N Am. 2000; 29: 37-66.
3. Calabuig M, Martín P, Ramírez F. Hemorragia digestiva alta en el niño.
En: SEGHNP-AEP (eds). Protocolos diagnóstico-terapéuticos de Gas-
troenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica. Madrid: Ergon; 2010.
p. 99-109.
4. Argüelles M, Quero A, Argüelles A. Hemorragia digestiva alta. En: Argüelles
Martín F, ed. Urgencias gastrointestinales en el niño. Barcelona: Prous
Science; 2000. p. 73-6.
5. Peters JM. Management of gastrointestinal bleeding in children. Gas-
troenterol. 2002; 5: 339-413.
251
4.3. CUERPOS EXTRAÑOS EN APARATO
DIGESTIVO
V. Varea, L. Vico, V. Vila
CONSIDERACIONES GENERALES
La ingesta de cuerpos extraños (CE) es un accidente frecuente en
la infancia y representa la segunda indicación de endoscopia digestiva
urgente en Pediatría tras la hemorragia digestiva. La mayoría de las
ingestiones son accidentales y las edades con mayor incidencia son
entre los 6 meses y los tres años de edad. Hasta el 50% de los casos
no tendrán ningún síntoma asociado y en la mayoría de los casos el
cuerpo extraño será expulsado espontáneamente por las heces. La
mayoría de objetos ingeridos suelen ser radiopacos siendo los más
frecuentes las monedas.
El riesgo de la ingestión va a depender de la forma, tamaño,
localización y composición del cuerpo extraño.
Forma
Cuando el cuerpo extraño es cortante o puntiagudo se asocia
a un mayor riesgo de perforación del tubo digestivo así como a una
mayor dificultad para su extracción.
Tamaño
Se considera que en niños mayores, objetos de menos de 2
cm de anchura y hasta 5 cm de longitud pueden pasar el píloro sin
problemas. En niños pequeños y lactantes el límite de longitud es
de 3 cm.
Localización
El esófago es el nivel más peligroso de retención y el más fa-
vorable para la impactación debido a sus estrecheces fisiológicas,
principalmente a nivel del músculo cricofaríngeo, impronta aórti-
ca y unión gastroesofágica. Afortunadamente en el momento del
diagnóstico la mayoría de objetos se encuentran en el estómago
252 y solo alrededor del 20% quedan alojados en el esófago. Aproxi-
madamente el 11% de las ocasiones se localizan en el intestino
delgado o en segmentos más distales. Debe tenerse en cuenta
si existen antecedentes de mayor riesgo de retención, como mal-
formaciones anatómicas, patología intestinal subyacente o cirugía
digestiva previa.
Composición
La capacidad lesiva del cuerpo extraño puede depender también
de su composición. En este grupo merecen mención especial la in-
gestión de pilas de botón, imanes, envoltorios que contienen drogas,
la impactación de alimentos y los bezoares.
– Pilas de botón: pueden contener sustancias tóxicas como mer-
curio, zinc, óxido de plata, litio, hidróxido sódico o potásico. La
lesión mucosa puede producirse por liberación del contenido
corrosivo o bien por conducción de electricidad con riesgo de
necrosis y perforación. En ocasiones puede ser difícil diferenciar
radiológicamente una moneda de una pila de botón.
– Imanes: la ingestión de dos o más imanes o la combinación
de estos con objetos metálicos requiere un tratamiento urgente
debido al riesgo de complicaciones como necrosis de la pared,
fístulas, perforaciones u obstrucciones intestinales.
– Envoltorios que contienen drogas: aunque es poco frecuente
en pediatría, existen casos documentados de adolescentes
que transportan heroína o cocaína en el interior de bolsas de
plástico o látex. La rotura dentro del tracto intestinal se asocia
a cuadro grave de intoxicación aguda y riesgo potencial de
muerte. Por este motivo no se recomienda en ningún caso su
extracción endoscópica, debiendo ser extraídas quirúrgica-
mente.
– Impactación esofágica de bolo alimenticio: suele acontecer en
niños con factores predisponentes como estenosis, acalasia,
alteraciones de la motilidad esofágica o esofagitis por reflujo gas-
troesofágico. Cabe destacar la impactación alimentaria secunda-
ria a esofagitis eosinofílica, entidad cada vez más diagnosticada y
que se presenta de forma característica en adolescentes y niños
mayores como un cuadro de impactación. No debe demorarse
su extracción más de 24 horas dado que se produce edema
de la mucosa y se reduce la consistencia del bolo alimentario, 253
dificultando su extracción.
– Bezoares: son cuerpos extraños de naturaleza orgánica que se
forman en el estómago por la ingestión de cabellos (tricobezoares)
o por ingestión de restos vegetales (fitobezoares). Se asocian con
frecuencia en individuos con trastornos mentales. Los lactobe-
zoares son bezoares formados tras la administración repetida
de leche en polvo preparada con menor proporción de agua o
por deshidratación. La extracción endoscópica de los bezoares
en el niño es muy difícil debido a su gran tamaño, precisando la
mayoría de las veces extracción quirúrgica.
DIAGNÓSTICO
Manifestaciones clínicas
El espectro clínico es muy amplio y va desde la ausencia completa
de síntomas a cuadros graves de perforación o asfixia. Hasta en el
50% de los casos se encuentran asintomáticos, siendo el motivo
de consulta la sospecha o la observación de la ingestión. Cuando
hay síntomas, estos van a depender del lugar de retención y la edad
del paciente.
A nivel esofágico, los síntomas más frecuentes son disfagia, sen-
sación de cuerpo extraño y sialorrea. Otros síntomas que pueden
presentar son dolor retroesternal, odinofagia, rechazo del alimento,
vómitos, tos, estridor e incluso asfixia en caso de obstrucción alta.
Debe sospecharse perforación en caso de fiebre, cuadro séptico,
taquipnea y enfisema subcutáneo. Cuando el tiempo de retención
ha sido prolongado, el cuadro clínico es muy inespecífico, pudiendo
observarse pérdida de peso y neumonías aspirativas de repetición.
En algunos casos pueden llegar a producirse estenosis cicatriciales
o fístulas.
Cuando la retención es en estómago o intestino delgado rara-
mente producirán sintomatología salvo que se haya producido le-
sión mucosa, perforación u obstrucción. Deberá sospecharse ante
la presencia de fiebre, vómitos, dolor o sangrado.
Valoración radiológica
Ante la sospecha de un cuerpo extraño, debe realizarse una
radiografía simple anteroposterior de cuello, tórax y abdomen, inten-
254 tando localizar el cuerpo extraño. En caso de dudas puede ser útil
la proyección lateral para evitar la superposición de imágenes. Los
cuerpos extraños en esófago tienden a colocarse en el plano frontal,
mientras que si se localizan en tráquea lo hacen en un plano sagital.
Si hay sospecha de perforación conviene realizar TC.
Ante sospecha de ingestión de cuerpo extraño radiolúcido, es
preferible realizar directamente examen endoscópico si la sospecha
es elevada, producen sintomatología o las características descritas
son de riesgo. El uso de bario no es aconsejable porque dificulta la
posterior visualización endoscópica y existe riesgo de neumonitis
química por aspiración.
Cuando sea necesaria la extracción endoscópica de un cuerpo
extraño alojado en esófago o estómago, conviene que el tiempo
transcurrido entre el estudio radiológico y la endoscopia no sea su-
perior a una hora, teniendo en cuenta que un porcentaje elevado
migran a cavidad gástrica o intestino delgado.
TRATAMIENTO
Los factores que determinan el tipo de tratamiento a elegir serán
la sintomatología, localización, tamaño, características del cuerpo
extraño y el tiempo de retención.
De todos los cuerpos extraños ingeridos, el 80% suelen pasar sin
dificultad y son eliminados espontáneamente con las heces, alrededor
del 19% requieren extracción endoscópica y algo menos del 1%
precisan una intervención quirúrgica para su extracción.
Extracción endoscópica
La extracción de los cuerpos extraños mediante endoscopia per-
mite identificar el objeto, valorar el estado de la mucosa subyacente,
comprobar si se ha producido alguna complicación y valorar la nece-
sidad de realizar biopsias. El método de elección para la extracción
es el endoscopio flexible. En general será recomendable realizar la
extracción bajo anestesia general y con el paciente intubado. En
el caso de que la indicación sea urgente, está justificado realizar
la endoscopia a pesar de que el paciente haya ingerido alimentos
recientemente, sin esperar el ayuno necesario. Las indicaciones de
extracción endoscópica pueden agruparse en tres grupos en función
del nivel de prioridad.
– Prioridad 1: Endoscopia urgente (tiempo de espera máxima 255
de 4-6 horas)
- Cualquier CE en tercio superior esofágico.
- CE en esófago o estómago con características de riesgo: cor-
tantes, punzantes o de longitud superior a 5 cm (o 3 cm en
lactantes)
- Pila de botón en esófago
- Signos de compromiso aéreo
- Signos o síntomas sugestivos de obstrucción esofágica o gas-
troduodenal
– Prioridad 2: Endoscopia no urgente (tiempo de espera entre
12 y 24 horas)
- CE en esófago medio o distal sin características de riesgo
- Comida impactada en esófago sin signos de obstrucción
- CE en estómago de diámetro superior a 2 cm
- Presencia de dos o más CE imantados es estómago indepen-
dientemente del tamaño
– Prioridad 3: Endoscopia diferida (tiempo de espera superior
a 48 horas)
- Pila de botón o pila cilíndrica en estómago que permanece
más de 48 horas
- Cualquier CE en tracto digestivo, accesible endoscópicamente
y que persista más de 4 semanas
Extracción quirúrgica
Se realizará ante el fracaso de la extracción endoscópica, para la
extracción de narcóticos y para el tratamiento de las complicaciones.
Otros tratamientos
La extracción mediante endoscopia rígida solo debería consi-
derarse en centros que no dispongan de endoscopia flexible y ex-
clusivamente cuando el CE no sea de riesgo y esté ubicado en el
esófago proximal.
No hay evidencia científica que demuestre que la administración
de procinéticos, enemas o las modificaciones dietéticas sean eficaces
para facilitar la progresión del cuerpo extraño. La utilización de fárma-
cos como el glucagón, nifedipino o papaína puede producir efectos
adversos indeseables, motivo por el que no se recomienda su uso.
256 Se han descrito técnicas de extracción de objetos radiopacos
mediante control radiológico, sin necesidad de endoscopia, usando
diferentes utensilios como sonda Foley, bujías de Savary-Gilliard o
pinzas de extracción dentro de una sonda nasogástrica. El riesgo de
estas maniobras es muy elevado, motivo por el que se desaconseja
su uso.
En los casos en que se opte por mantener una conducta ex-
pectante, conviene realizar seguimiento clínico y controles radioló-
gicos semanales para comprobar su progresión. Será indicación de
extracción endoscópica la aparición de sintomatología o la falta de
progresión pasadas cuatro semanas.
COMPLICACIONES
Como se ha comentado al inicio, el riesgo de la ingestión y de
posibles complicaciones asociadas va a depender de la forma, ta-
maño, localización y composición del cuerpo extraño.
A nivel esofágico, las complicaciones que con mayor frecuencia
se han descrito son las erosiones de la mucosa, las abrasiones, las
perforaciones y el desarrollo de fístulas o estenosis. La migración
de los mismos fuera del tracto digestivo puede determinar la apari-
ción de complicaciones tipo mediastinitis, neumotórax o neumonitis
química.
En tramos más distales del tracto digestivo el riesgo de com-
plicación es inferior, y la mayoría de veces se debe a cuadros de
obstrucción o perforación.
Aunque son poco frecuentes, también se han descrito compli-
caciones asociadas al procedimiento endoscópico de extracción.
Merece especial atención la impactación de bolo alimentario en
pacientes con sospecha o diagnóstico de esofagitis eosinofílica.
La inflamación crónica propia de la esofagitis eosinofílica es res-
ponsable de cambios a nivel estructural en la pared del esófago
aumentando el riesgo de laceración, ruptura parcial o perforación.
Estas lesiones pueden producirse de forma espontanea o en el
contexto de extracción endoscópica, especialmente cuando se
utiliza endoscopio rígido.
ALGORITMO DE MANEJO
El algoritmo de manejo se muestra en la Figura 1.
257
Ingestión de cuerpo extraño
Sintomáticos Asintomáticos
BIBLIOGRAFÍA
1. Anderson KL, Dean AJ. Foreign bodies in the gastrointestinal tract and
anorectal emergencies. Emerg Med Clin North Am. 2011; 29: 369-400.
2. Argüelles-Martín F, Argüelles-Arias AM, Argüelles-Arias F. Ingestión de
cuerpos extraños. En: Argüelles-Martín F, Argüelles-Arias F (eds). Urgen-
cias en Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátricas. Madrid:
Ergon; 2011. p. 61-72.
3. ASGE Standards of Practice Committee, Ikenberry SO, Jue TL, Anderson
MA, Appalaneni V, Banerjee S, Ben-Menachem T et al. Management of
ingested foreign bodies and food impactions. Gastrointest Endosc. 2011;
73: 1085-91.
4. Gilger MA, Jain AK, McOmber ME. Foreign bodies of the esophagus and
gastrointestinal tract in children. En: Hoppin AG (ed.). UpToDate, Waltham,
MA; 2012.
5. Maluenda C, Varea V, Bodas A. Ingesta de cuerpos extraños. Protocolos
diagnóstico-terapéuticos de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición
Pediátrica. Madrid: Ergon; 2010. p. 131-4.
258 6. Sánchez Etxaniz J. Cuerpo extraño. En: Benito J, Luaces C, Mintegi S,
Pou J (eds.). Tratado de urgencias en pediatría. 2ª ed. Madrid: Ergon;
2010. p. 974-8.
7. Sinclair K, Hill ID. Button and cylindrical battery ingestion. En: Wiley JF
(ed.). UpToDate; 2012.
8. Straumann A, Bussman C, Zuber M, et al. Eosinophilic esophagitis: analy-
sis of food impaction and perforation in 251 adolescent and adult patients.
Clin Gastroenterol Hepatol. 2008; 6: 598-600.
9. Uyemura MC. Foreign body ingestion in children. Am Fam Physician.
2005; 72: 287-91.
10. Vila V, Bodas A, Rodríguez A. Ingesta de cuerpos extraños. En: Quin-
tana LP (ed). Tratamiento en Gastroenterología, Hepatología y Nutrición
Pediátrica. 3ª ed. Madrid: Ergon; 2012. p. 341-50.
SECCIÓN 5. NEFROLOGÍA
Coordinadora:
Yolanda Fernández Santervás
261
5.1. HEMATURIA Y PROTEINURIA
A. Curcoy, J. Vila, M. Ramos
HEMATURIA
1. Concepto y definición
La hematuria es uno de los síntomas clínicos más frecuentes
por lo que se investiga una posible enfermedad renal en la infancia.
La hematuria puede ser macroscópica o microscópica, pudiéndo-
se presentar ambas como síntoma aislado o asociado a proteinuria.
La hematuria macroscópica tiene una prevalencia de 1,5/1.000 con-
sultas y la hematuria microscópica alrededor del 0,5-2%.
La hematuria macroscópica no ofrece dificultades en el diagnós-
tico, es aquella en que la orina adquiere una coloración especial por
la presencia de hematíes. La infección de orina es una de las causas
más frecuentes en niños y adolescentes. Se sigue en frecuencia por
la irritación perineal, la estenosis del meato con ulceración, el antece-
dente de un traumatismo o de un procedimiento quirúrgico reciente,
la nefrolitiasis y la glomerulonefritis. Si la hematuria es intensa, puede
acompañarse de proteinuria leve (< 100 mg/dl), pero la coexistencia
de cilindros hemáticos orienta hacia una enfermedad glomerular.
La hematuria microscópica se define por una reacción positiva a la
tira reactiva que contiene peróxido de ortotolidina y/o por la presencia
de más de 5 hematíes/campo en 3 sedimentos urinarios seriados. Es
aquella en que existe un número anormal de hematíes en una orina
de aspecto normal. Es más frecuente que la macroscópica.
La ausencia de hematíes en el sedimento de orina y una reacción
positiva de la tira reactiva sugieren el diagnóstico de hemoglobinuria
o mioglobinuria. Hay que tener en cuenta que diversas sustancias
(Tabla 1) se eliminan por la orina, pudiendo dar una falsa apariencia
de hematuria.
2. Localización
En el diagnóstico inicial de una hematuria es importante conocer
el origen de la misma, pudiéndose dividir su localización en:
262 TABLA 1. Causas de orina «roja» u «oscura».
Acetofenitidina Moras
Antipirina Miohemoglobina
Azatioprina Porfirinas
Benceno
Desferroxamina Pyridium
Difenilhidantoína Remolacha
Fenolftaleína Rifampicina
Fenotiacidas Rodamina B
Hemoglobina Uratos
ITU por S. marcescens
– Origen glomerular:
- Más del 80% de los hematíes son dismórficos, con roturas
citoplasmáticas y con un volumen corpuscular medio inferior
a los sanguíneos.
- Orinas de color marrón oscuro sin coágulos y de color uniforme
durante toda la micción.
- Presencia de cilindros hemáticos en el sedimento.
- Asociación con otros síntomas y signos (proteinuria, edemas,
HTA, sordera).
– Origen no glomerular:
- Más del 80% de hematíes son eumórficos y con volumen cor-
puscular medio similar al de los sanguíneos.
- Orinas con coágulos frecuentes.
- Orinas de color rojo brillante y no uniforme a lo largo de la
micción.
Las causas más frecuentes de hematuria glomerular y no glo-
merular se muestran en la Tabla 2.
3. Diagnóstico
Habitualmente se encuentra la etiología con la anamnesis, ex-
ploración física y algunas exploraciones complementarias sencillas.
El diagnóstico de la hematuria en un niño tiene como objetivo
confirmar su existencia, identificar la causa que la origina y reconocer
la gravedad del proceso en el que se presenta. Todo ello requiere un
TABLA 2. Causas de hematuria. 263
Anamnesis
a. Antecedentes personales
– Lugar de procedencia.
– Antecedentes perinatales.
– Infecciones urinarias previas.
– Deportes que practica, antecedente de ejercicio vigoroso.
– Período previo a la hematuria (infecciones, fármacos (ácido ace-
tilsalicílico u otros antiinflamatorios no esteroideos, antibióticos,
metildopa, ciclofosfamida, anticoagulantes y otras sustancias
nefrotóxicas), inmunizaciones).
264 b. Antecedentes familiares
– Otros casos de hematuria en familiares próximos.
– Enfermedades familiares (quistes renales, sordera).
– Insuficiencia renal crónica.
– Hipertensión arterial.
– Litiasis o anomalías metabólicas favorecedoras.
– Enfermedades hematológicas (drepanocitosis, coagulopatías).
Exploración física
– Valoración del desarrollo pondoestatural.
– Toma de tensión arterial, la frecuencia cardiaca y la temperatura
corporal.
– Presencia de edemas.
– Manifestaciones hemorrágicas.
– Inspección de pabellones auriculares.
– Signos de cardiopatía.
– Palpación abdominal y percusión renal.
– Inspección del aparato genitourinario (fimosis, balanitis, vulvova-
ginitis, etc.).
– Inspección del aparato locomotor (artritis, escoliosis, alteraciones
de la marcha, etc.).
Exploraciones complementarias
No todos son necesarios en una primera evaluación. Se elegirán
en función de los datos que aporten la anamnesis y la exploración
física. En general, las hematurias aisladas requieren un menor número
de pruebas que las asociadas a otros síntomas o signos. Los pasos
a seguir se desarrollan en las Figuras 1 y 2.
Exámenes de laboratorio
– Sedimento de orina. Para el diagnóstico de hematuria, la lectura
de la tira reactiva muestra una sensibilidad cercana al 100% y una
especificidad del 65-99% pero, dada la presencia de falsos positi-
vos, el análisis microscópico del sedimento de orina es el estándar
de referencia. En caso de proteinuria coexistente, el riesgo de
enfermedad renal es mayor y se ha de cuantificar en una muestra
de orina en relación con la creatinina urinaria (Or Pr/Cr, cociente
proteína/creatina urinaria, valor normal < 0,15 mg/mg). Se ha de
265
Hematuria macroscópica
No
Síntomas de
glomerulonefritis
(edema, HTA,
proteinuria, cilindros
hemáticos)
No Sí
Urinocultivo Diagnóstico de
Or Ca/Cr GN postestreptocócica
Estudio familiar o PSH
Eco renal
Electroforesis Hgb
Diagnóstico
Sí No No Sí
Repetir el análisis de
orina a las 2 semanas Presencia de proteinuria
edemas o HTA
Hematuria persistente
Sí No
No Sí
Diagnóstico Sí Tratamiento
Nefrología Tratamiento
No
Eco renal
Urea/creatinina Alteraciones Ingreso
Test de audición
Estudio coagulación
PROTEINURIA
1. Introducción
La proteinuria es la presencia de proteínas en la orina con valores
superiores a los considerados fisiológicos, 150 mg/día o 100 mg/
m2/día (4 mg/m2/hora). En neonatos la excreción de proteínas está
aumentada.
En la tira reactiva de orina la proteinuria se define como ≥ 1 cruz
(+); en el sedimento se considera si presenta un valor ≥ 50 mg de
proteínas/dL.
2. Etiología
La proteinuria se clasifica habitualmente en no patológica y pa-
tológica.
Proteinuria no patológica
Es aquella que suele presentarse en relación a procesos febri-
les, deshidratación, ejercicio físico y ortostatismo. Es transitoria
y no indica enfermedad renal. No suelen presentar más de 2 (+)
en la tira de orina y se resuelve al desaparecer la causa desen-
cadenante. La cantidad de proteinuria es < 2 g/día. Nunca se
asocia a edemas.
Proteinuria patológica
La proteinuria patológica se clasifica en tubular y glomerular. En
la Tabla 3 se enumeran las causas más importantes.
– Proteinuria tubular. En individuos sanos se filtran gran cantidad
de proteínas de bajo peso molecular (por ejemplo: lisozima, beta-
2-microglobulina, insulina, hormona de crecimiento) que pos-
teriormente se reabsorben en el túbulo proximal. Afectaciones
268 TABLA 3. Causas de proteinuria secundaria.
Tubular
Hereditaria Adquirida Glomerular
Cistinosis Nefritis intersticial Asintomática persistente
Enfermedad de Wilson Necrosis tubular aguda Síndrome nefrótico
Síndrome de Lowe Inducida por metales - Idiopático (cambios
pesados mínimos, proliferación
mesangial, esclerosis
Acidosis tubular renal Abuso de analgésicos focal)
proximal - Glomerulonefritis
Galactosemia Intoxicación vitamina D - Tumores
Hiperpotasemia - Fármacos
- Congénita
Antibióticos
Sarcoidosis
Enfermedades quísticas
Rechazo de trasplante
Penicilamina
Exploración física
La exploración física debe ir encaminada a detectar edemas,
hipertensión arterial, dolor abdominal y fiebre.
En el síndrome nefrótico, la clínica viene dominada por los ede-
mas. Se trata de un edema intersticial, blando, que deja fóvea y
adopta un carácter postural. Es más evidente en zonas de tejidos
laxos, como párpados, para extenderse a tobillos, escroto, labios
mayores y dorso de espalda. Como consecuencia de la acumula-
ción de líquido en el tejido intersticial se produce oliguria y ganancia
de peso. En un 10% de los casos se presenta hipertensión arterial.
La glomerulonefritis aguda se caracteriza por la aparición aguda
de un síndrome nefrítico (hematuria, proteinuria, oliguria, edemas e
hipertensión arterial).
Exploraciones complementarias
Para el diagnóstico de proteinuria, la lectura de la tira reactiva es
el sistema de elección de detección inicial. Permite señalar un valor
negativo, indicios, 1+ (próximo a 30 mg/dL), 2+ (próximo a 100 mg/
dL), 3+ (próximo a 300 mg/dL) y 4+ (más de 2.000 mg/dL). Es muy
sensible en la detección de albúmina, pero menos para globulinas
y otras proteínas de bajo peso molecular. Ante cualquier proteinuria
es necesario cuantificarla, por la presencia de falsos positivos y para
clasificar la enfermedad. Los falsos positivos son secundarios a orinas
alcalinas (por contacto con antisépticos como clorhexidina, o algunos
detergentes), orinas concentradas y hematurias macroscópicas. Los
falsos negativos son secundarios a orinas muy ácidas, orinas muy
diluidas o a la presencia de proteínas de bajo peso molecular.
Para cuantificar la proteinuria, el método de elección es la cuan-
tificación de proteínas en orina de 24 horas. En urgencias, se puede
realizar una aproximación con la determinación del cociente proteína
urinaria/creatinina urinaria (cociente Up/Ucr) en una micción. Se con-
270 TABLA 4. Rangos de proteinuria.
sidera patológico > 0,2 mg/mg en mayores de 2 años y > 0,5 mg/
mg en menores de 2 años y rango nefrótico > 3 mg/mg. En la Tabla
4 se exponen los rangos de proteinuria.
Se detecta microalbuminuria como signo precoz de afectación
glomerular en la nefropatía diabética y en la nefropatía por reflujo.
Actitud diagnóstica
Ante un niño asintomático con un hallazgo incidental de protei-
nuria en la tira reactiva de orina, esta se debe repetir, debido a que la
gran mayoria de episodios son transitorios, secundarios a proteinuria
no patológica.
La evaluación de un niño con proteinuria se explica en la Figura 3.
Debe incluir sedimento de orina (para valorar hematuria, leucocituria,
etc..), cultivo de orina, determinación del cociente proteína urinaria/
creatinina urinaria (cociente Up/Ucr), analítica sanguínea (urea, crea-
tinina, albúmina, nivel de complemento C3, C4, inmunoglobulinas,
calcio, fósforo, colesterol y triglicéridos).
Requieren ingreso hospitalario los niños con proteinuria con co-
ciente Up/Ucr < 1 e insuficiencia renal, C3 bajo, hipertensión arterial
y/o hematuria y los niños con proteinuria con cociente Up/Ucr > 1.
4. Tratamiento
Se debe realizar en función de la etiología de la proteinuria.
En el síndrome nefrótico está indicado el tratamiento con cor-
ticoides y tratamiento sintomático con diuréticos para disminuir el
edema.
El tratamiento de la nefritis intersticial aguda consiste en la retirada
del medicamento o tratamiento de las infecciones según el agente
271
Confirmación de proteinuria
Evaluación inicial:
- Sedimento de orina y urocultivo
- Cociente Up/Ucr
- Analítica sanguínea (urea, creatinina, albúmina,
nivel de complemento C3, C4, inmunoglobulinas,
calcio, fósforo, colesterol y triglicéridos)
BIBLIOGRAFÍA
1. Ariceta G. Clinical practice: proteinuria. Eur J Pediatr. 2011; 170: 15-
20.
3. Bergstein JM. A practical approach to proteinuria. Pediatr Nephrol.
1999; 13: 697-700.
3. Bergstein JM, Leiser J, Andreoli S. The clinical significance of asymp-
tomatic gross and microscopic hematuria in children. Arch Pediatr
Adolesc Med. 2005; 150: 353-5.
4. Diven SC, Travis LB. A practical primary care approach to hematuria
in children. Pediatr Nephrol. 2000; 14: 65-72.
5. Fogazzi GB, Edefonti A, Garigali G, Giani M, Zolin A, Raimondi S, et al.
Urine erythrocyte morphology in patients with microscopic haematuria
caused by a glomerulopathy. Pediatr Nephrol. 2008; 23: 1093-100.
272 6. Giménez A, Villanueva J, Ros J, Colet A, Plaza AM, Cusí V, et al. Ne-
fritis intersticial aguda de probable etiología medicamentosa. An Esp
Pediatr. 2000; 52: 275-8.
7. Greenfield SP, Williot P, Kaplan D. Gross hematuria in children: a ten-
year review. Urology. 2007; 69: 166-9.
8. Hernández M, Loris C. Refl ujo vesicoureteral primario. Protocolos
diagnósticos y terapéuticos de la AEP. Disponible en: http://www.
aeped.es/protocolos/nefro/ [Consulta: 20 de marzo de 2013]
9. Hernández R, Marín J. Hematuria. Protocolos diagnósticos y terapéu-
ticos de la AEP. Disponible en: http://www.aeped.es/protocolos/nefro/
[Consulta: 20 de marzo de 2013]
10. Kirschstein M, Ehrich JHH. Urinary proteins in infancy and childhood.
Pediatr Nephrol. 1999; 13: 460-1.
11. Nadal I, Clerigué N, Del Moral JM, Aznal E. Proteinuria. Protocolos
diagnósticos y terapéuticos de la AEP. Disponible en: http://www.
aeped.es/protocolos/nefro/ [Consulta: 27 de julio de 2012]
12. Patel HP, Bissler JJ. Hematuria in children. Pediatr Clin North Am.
2001; 48: 1519-37.
13. Singh A, Satchell SC. Microalbuminuria: causes and implications. Pe-
diatr Nephrol. 2011; 26: 1957-65.
14. Stapleton FB. Asymtomatic microcopic hematuria: time to look the
other way? Arch Pediatr Adolesc Med. 2005; 159: 398-9.
15. Tsioufis C, Mazaraki A, Dimitriadis K, Stefanidis CJ, Stefanadis C. Mi-
croalbuminuria in the paediatric age: current knowledge and emerging
questions. Acta Paediatr. 2011; 100: 1180-4.
16. Youn T, Trachtman H, Gauthier B. Clinical spectrum of Gross hematuria
in pediatric patients. Clin Pediatr. 2006; 45: 135-40.
273
5.2. HIPERTENSIÓN ARTERIAL EN LAS
URGENCIAS PEDIÁTRICAS
C. Parra, J.A. Camacho
CONCEPTO
La hipertensión arterial (HTA) se define como una tensión arterial
sistólica (TAS) y/o una tensión arterial diastólica (TAD) que de forma
reiterada se mantiene en el percentil 95 o por encima de éste, debién-
dose realizar al menos 3 mediciones, mediante el método auscultatorio.
Estos valores dependen del sexo, edad y talla del individuo, por lo que
en pediatría es necesario utilizar normogramas, como los de la Task
Force on Blood Pressure Control in Children de 2004 (ver Anexos 1 y 2).
Siguiendo estos normogramas, se pueden diferenciar los siguien-
tes conceptos:
– Presión arterial normal: TAD y TAS por debajo del p90 para
edad, sexo y talla.
– Presión arterial normal-alta: TAD y TAS por encima del p90 para
la edad, sexo y talla, pero por debajo del p95, o bien TA superior
o igual a 120/80 mmHg en adolescentes.
– Hipertensión: TAD y/o TAS por encima del p95 para la edad,
sexo y talla en al menos 3 ocasiones. La HTA puede dividirse en:
- HTA grado 1: TAD y/o TAS se sitúan entre el p95 y 5 mmHg
por encima del p99.
- HTA grado 2: TAD y/o TAS se sitúan por encima del p99 más
5 mmHg.
La crisis hipertensiva es la situación clínica secundaria a una
elevación de la TA generalmente brusca y severa que implica un
riesgo vital para el paciente. Engloba dos entidades:
– Urgencia hipertensiva: la HTA no se acompaña de lesión de los
órganos diana.
– Emergencia hipertensiva: la HTA se acompaña de clínica se-
cundaria a la afectación de los órganos diana (edema pulmonar,
insuficiencia cardíaca aguda, insuficiencia renal aguda, encefa-
lopatía hipertensiva y/o retinopatía hipertensiva).
274 TABLA 1. Etiología más frecuente de HTA por edades.
ETIOLOGÍA
Desde un punto de vista etiopatogénico, la HTA puede clasificarse
en HTA primaria o esencial (sin enfermedad causal evidente) y en
HTA secundaria (con enfermedad causal subyacente). En la edad
pediátrica, la HTA es secundaria a una enfermedad identificable en
el 70-95% de los casos, la mayor parte por patología renal (glo-
merulonefritis crónica, nefropatía por reflujo, poliquistosis renal) y/o
renovascular (estenosis arteria renal, trombosis arteria/vena renal,
neurofibromatosis).
La Tabla 1 resume las causas más frecuentes de HTA en la in-
fancia en función de la edad.
CLÍNICA
En general, la HTA en el niño mayor y el adolescente suele ser
asintomática (60% de los casos) y se detecta de forma casual du-
rante una exploración física rutinaria. En algunos casos, se pueden
observar signos y síntomas inespecíficos, como cefalea, irritabilidad,
mareos o alteraciones de la visión.
En cambio, en el niño pequeño y el lactante, la HTA suele ser
sintomática hasta en la mitad de los casos, aunque estos síntomas
suelen ser inespecíficos (epistaxis, irritabilidad, cambio de carácter,
mareos, fatiga, poliuria).
La emergencia hipertensiva puede cursar con manifestaciones
variables dependiendo de los órganos diana afectos. En la edad
pediátrica, la clínica más frecuente es la neurológica en forma de
encefalopatía hipertensiva que puede cursar con cefalea intensa,
vómitos, alteraciones visuales, disminución del nivel de conciencia,
convulsiones focales o generalizadas y/o focalidades neurológicas. 275
Otras manifestaciones son la insuficiencia renal, la insuficiencia car-
díaca congestiva y la retinopatía hipertensiva (visión borrosa, hemia-
nopsia, ceguera).
Anamnesis
En la anamnesis es importante recoger los siguientes datos:
– Antecedentes familiares de HTA, enfermedad cardiovascular, dia-
betes mellitus, obesidad, dislipemias, nefropatías, enfermedad
endocrina hereditaria (feocromocitoma, neurofibromatosis).
– Antecedentes personales de HTA, infección urinaria, nefropatías,
cardiopatías y endocrinopatías.
– Síntomas sugestivos de HTA secundaria.
– Ingesta de fármacos (glucocorticoides, antidepresivos tricíclicos,
anticonceptivos orales, drogas ilegales).
Exploración física
– Talla, peso, índice de masa corporal.
– Rasgos externos de síndromes/enfermedades asociados con la
hipertensión.
– Exploración del sistema cardiovascular (pulsos centrales y peri-
féricos, buscando signos de insuficiencia cardíaca congestiva).
– Abdomen (buscando masas y soplos).
– Neurológica (agudeza visual y fondo de ojo).
Exploraciones complementarias
Como ya se ha comentado, ante una determinación aislada de
HTA, en general no será necesario realizar ninguna exploración com-
plementaria en Urgencias, sino que se derivará a su pediatra para
que confirme la HTA.
276 Ante un paciente con TA > p99 para su sexo, edad y talla, se
realizarán:
– Analítica sangre: hemograma con recuento y fórmula, extensión
de sangre periférica, urea, creatinina, equilibrio ácido-base, io-
nograma, calcemia y fosforemia, transaminasas. Antes de ini-
ciar tratamiento antihipertensivo, sería conveniente guardar una
muestra para la determinación de renina y aldosterona en sangre
(tubo EDTA y tubo suero).
– Analítica de orina: sedimento y tira reactiva de orina, urinocultivo.
– Electrocardiograma.
– Radiografía de tórax.
– Fondo de ojo.
En una segunda fase, se realizarán otras exploraciones com-
plementarias para completar el estudio etiológico de la HTA, como
ecografía Doppler abdominal, recogida de orina de 24 horas, etc.
TRATAMIENTO
El tratamiento de la HTA es un tema complejo debido a la gran
cantidad de fármacos antihipertensivos existentes y a las múltiples
causas de HTA.
Las Tablas 2 y 3 resumen las dosis y vías de administración de
los antihipertensivos más utilizados. La Tabla 4 resume diferentes
opciones farmacológicas en función de la etiología de la HTA.
Inicio de la Comentario
Fármaco Clase Vía Dosis acción
Nitroprusiato Vasodilatador directo Infusión 0,5-8 µg/kg/min En segundos Puede provocar toxicidad por
sódico intravenosa (máximo 50 µg/kg/min) tiocianato, se inactiva con la luz
Labetalol Alfa y beta Infusión 0,25-3 mg/kg/h 5-10 min Contraindicado en asma, insuficiencia
bloqueante intravenosa cardíaca; puede provocar bradicardia
Nicardipino Antagonista del Infusión 1-3 µg/kg/min En minutos Taquicardia refleja
calcio intravenosa Contraindicado en insuficiencia
cardiaca congestiva
Clonidina Alfa agonista de Bolus 2-6 µg/kg/dosis 10 minutos Sequedad de boca, sedación,
acción central intravenoso hipertensión rebote
Esmolol Beta bloqueante Infusión 100-500 µg/kg/min En segundos Contraindicado en asma, puede
intravenosa provocar bradicardia
Enalapril Inhibidor del enzima Bolus 0,05-0,1 mg/kg/dosis 15 minutos Contraindicado si sospecha de
convertidor de intravenoso estenosis bilateral de la arteria renal,
angiotensina hiperpotasemia, embarazo
Furosemida Diurético de asa Bolus 0,5-5 mg/kg/dosis En minutos Hipopotasemia
intravenoso
Nifedipino Antagonista del Vía oral 0,25 mg/kg/dosis 20-30 minutos Puede provocar hipotensión
calcio Sublingual impredecible, taquicardia refleja
Contraindicado en insuficiencia
cardiaca congestiva
TABLA 3. (Continuación) Fármacos más utilizados en la crisis hipertensiva
Inicio de la
Fármaco Clase Vía Dosis acción Comentario
Captopril Inhibidor del enzima Vía oral 0,1-0,2 mg/kg/dosis 10-20 minutos Contraindicado si sospecha de
convertidor de estenosis bilateral de la arteria renal,
angiotensina hiperpotasemia, embarazo
Minoxidil Vasodilatador directo Vía oral 0,1-0,2 mg/kg/dosis 5-10 minutos Retención de líquidos
Diazóxido Vasodilatador directo Vía ev 1-3 mg/kg/dosis 1-3 minutos Hiperglucemia, retención líquidos
(máximo 10 mg/kg/
dosis)
Hidralacina Vasodilatador directo Vía ev 0,15-0,6 mg/kg/dosis 15-20 minutos Cefalea, taquicardia, ortostatismo,
retención líquidos
279
280 TABLA 4. Manejo de la hipertensión arterial en función de la etiología.
Sí No
Emergencia hipertensiva
- Ingreso en UCIP
- Monitorización continua de
TA y afectación órganos
diana
- Tratamiento antihipertensivo
inmediato ev
Urgencia hipertensiva
ANEXO 1. (Continuación) Valores de TA para niños según los percentiles de edad y talla.
Tensión arterial sistólica Tensión arterial diastólica
Percentil Percentil de talla Percentil de talla
tensión
Edad arterial p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95 p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95
9 p50 95 96 98 100 102 103 104 57 58 59 60 61 61 62
p90 109 110 112 114 115 117 118 72 73 74 75 76 76 77
p95 113 114 116 118 119 121 121 76 77 78 79 80 81 81
p99 120 121 123 125 127 128 129 84 85 86 87 88 88 89
10 p50 97 98 100 102 103 105 106 58 59 60 61 61 62 63
p90 111 112 114 115 117 119 119 73 73 74 75 76 77 78
p95 115 116 117 119 121 122 123 77 78 79 80 81 81 82
p99 122 123 125 127 128 130 130 85 86 86 88 88 89 90
11 p50 99 100 102 104 105 107 107 59 59 60 61 62 63 63
p90 113 114 115 117 119 120 121 74 74 75 76 77 78 78
p95 117 118 119 121 123 124 125 78 78 79 80 81 82 82
p99 124 125 127 129 130 132 132 86 86 87 88 89 90 90
12 p50 101 102 104 106 108 109 110 59 60 61 62 63 63 64
p90 115 116 118 120 121 123 123 74 75 75 76 77 78 79
p95 119 120 122 123 125 127 127 78 79 80 81 82 82 83
p99 126 127 129 131 133 134 135 86 87 88 89 90 90 91
TABLA 1. (Continuación) Valores de TA para niños según los percentiles de edad y talla.
Tensión arterial sistólica Tensión arterial diastólica
Percentil Percentil de talla Percentil de talla
tensión
Edad arterial p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95 p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95
13 p50 104 105 106 108 110 111 112 60 60 61 62 63 64 64
p90 117 118 120 122 124 125 126 75 75 76 77 78 79 79
p95 121 122 124 126 128 129 130 79 79 80 81 82 83 83
p99 128 130 131 133 135 136 137 87 87 88 89 90 91 91
14 p50 106 107 109 111 113 114 115 60 61 62 63 64 65 65
p90 120 121 123 125 126 128 128 75 76 77 78 79 79 80
p95 124 125 127 128 130 132 132 80 80 81 82 83 84 84
p99 131 132 134 136 138 139 140 87 88 89 90 91 92 92
15 p50 109 110 112 113 115 117 117 61 62 63 64 65 66 66
p90 122 124 125 127 129 130 131 76 77 78 79 80 80 81
p95 126 127 129 131 133 134 135 81 81 82 83 84 85 85
p99 134 135 136 138 140 142 142 88 89 90 91 92 93 93
16 p50 111 112 114 116 118 119 120 63 63 64 65 66 67 67
p90 125 126 128 130 131 133 134 78 78 79 80 81 82 82
p95 129 130 132 134 135 137 137 82 83 83 84 85 86 87
p99 136 137 139 141 143 144 145 90 90 91 92 93 94 94
287
288
ANEXO 1. (Continuación) Valores de TA para niños según los percentiles de edad y talla.
Tensión arterial sistólica Tensión arterial diastólica
Percentil Percentil de talla Percentil de talla
tensión
Edad arterial p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95 p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95
17 p50 114 115 116 118 120 121 122 65 66 66 67 68 69 70
p90 127 128 130 132 134 135 136 80 80 81 82 83 84 84
p95 131 132 134 136 138 139 140 84 85 86 87 87 88 89
p99 139 140 141 143 145 146 147 92 93 93 94 95 96 97
Task Force report on high blood pressure. Pediatrics, 2004
ANEXO 2. Valores de TA para niñas según los percentiles de edad y talla.
Tensión arterial sistólica Tensión arterial diastólica
Percentil Percentil de talla Percentil de talla
tensión
Edad arterial p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95 p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95
1 p50 83 84 85 86 88 89 90 38 39 39 40 41 41 42
p90 97 97 98 100 101 102 103 52 53 53 54 55 55 56
p95 100 101 102 104 105 106 107 56 57 57 58 59 59 60
p99 108 108 109 111 112 113 114 64 64 65 65 66 67 67
2 p50 85 85 87 88 89 91 91 43 44 44 45 46 46 47
p90 98 99 100 101 103 104 105 57 58 58 59 60 61 61
p95 102 103 104 105 107 108 109 61 62 62 63 64 65 65
p99 109 110 111 112 114 115 116 69 69 70 70 71 72 72
3 p50 86 87 88 89 91 92 93 47 48 48 49 50 50 51
p90 100 100 102 103 104 106 106 61 62 62 63 64 64 65
p95 104 104 105 107 108 109 110 65 66 66 67 68 68 69
p99 111 111 113 114 115 116 117 73 73 74 74 75 76 76
4 p50 88 88 90 91 92 94 94 50 50 51 52 52 53 54
p90 101 102 103 104 106 107 108 64 64 65 66 67 67 68
p95 105 106 107 108 110 111 112 68 68 69 70 71 71 72
p99 112 113 114 115 117 118 119 76 76 76 77 78 79 79
289
290
ANEXO 2. (Continuación) Valores de TA para niñas según los percentiles de edad y talla.
Tensión arterial sistólica Tensión arterial diastólica
Percentil Percentil de talla Percentil de talla
tensión
Edad arterial p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95 p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95
5 p50 89 90 91 93 94 95 96 52 53 53 54 55 55 56
p90 103 103 105 106 107 109 109 66 67 67 68 69 69 70
p95 107 107 108 110 111 112 113 70 71 71 72 73 73 74
p99 114 114 116 117 118 120 120 78 78 79 79 80 81 81
6 p50 91 92 93 94 96 97 98 54 54 55 56 56 57 58
p90 104 105 106 108 109 110 111 68 68 69 70 70 71 72
p95 108 109 110 111 113 114 115 72 72 73 74 74 75 76
p99 115 116 117 119 120 121 122 80 80 80 81 82 83 83
7 p50 93 93 95 96 97 99 99 55 56 56 57 58 58 59
p90 106 107 108 109 111 112 113 69 70 70 71 72 72 73
p95 110 111 112 113 115 116 116 73 74 74 75 76 76 77
p99 117 118 119 120 122 123 124 81 81 82 82 83 84 84
8 p50 95 95 96 98 99 100 101 57 57 57 58 59 60 60
p90 108 109 110 111 113 114 114 71 71 71 72 73 74 74
p95 112 112 114 115 116 118 118 75 75 75 76 77 78 78
p99 119 120 121 122 123 125 125 82 82 83 83 84 85 86
ANEXO 2. (Continuación) Valores de TA para niñas según los percentiles de edad y talla.
Tensión arterial sistólica Tensión arterial diastólica
Percentil Percentil de talla Percentil de talla
tensión
Edad arterial p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95 p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95
9 p50 96 97 98 100 101 102 103 58 58 58 59 60 61 61
p90 110 110 112 113 114 116 116 72 72 72 73 74 75 75
p95 114 114 115 117 118 119 120 76 76 76 77 78 79 79
p99 121 121 123 124 125 127 127 83 83 84 84 85 86 87
10 p50 98 99 100 102 103 104 105 59 59 59 60 61 62 62
p90 112 112 114 115 116 118 118 73 73 73 74 75 76 76
p95 116 116 117 119 120 121 122 77 77 77 78 79 80 80
p99 123 123 125 126 127 129 129 84 84 85 86 86 87 88
11 p50 100 101 102 103 105 106 107 60 60 60 61 62 63 63
p90 114 114 116 117 118 119 120 74 74 74 75 76 77 77
p95 118 118 119 121 122 123 124 78 78 78 79 80 81 81
p99 125 125 126 128 129 130 131 85 85 86 87 87 88 89
12 p50 102 103 104 105 107 108 109 61 61 61 62 63 64 64
p90 116 116 117 119 120 121 122 75 75 75 76 77 78 78
p95 119 120 121 123 124 125 126 79 79 79 80 81 82 82
p99 127 127 128 130 131 132 133 86 86 87 88 88 89 90
291
292
ANEXO 2. (Continuación) Valores de TA para niñas según los percentiles de edad y talla.
Tensión arterial sistólica Tensión arterial diastólica
Percentil Percentil de talla Percentil de talla
tensión
Edad arterial p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95 p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95
13 p50 104 105 106 107 109 110 110 62 62 62 63 64 65 65
p90 117 118 119 121 122 123 124 76 76 76 77 78 79 79
p95 121 122 123 124 126 127 128 80 80 80 81 82 83 83
p99 128 129 130 132 133 134 135 87 87 88 89 89 90 91
14 p50 106 106 107 109 110 111 112 63 63 63 64 65 66 66
p90 119 120 121 122 124 125 125 77 77 77 78 79 80 80
p95 123 123 125 126 127 129 129 81 81 81 82 83 84 84
p99 130 131 132 133 135 136 136 88 88 89 90 90 91 92
15 p50 107 108 109 110 111 113 113 64 64 64 65 66 67 67
p90 120 121 122 123 125 126 127 78 78 78 79 80 81 81
p95 124 125 126 127 129 130 131 82 82 82 83 84 85 85
p99 131 132 133 134 136 137 138 89 89 90 91 91 92 93
16 p50 108 108 110 111 112 114 114 64 64 65 66 66 67 68
p90 121 122 123 124 126 127 128 78 78 79 80 81 81 82
p95 125 126 127 128 130 131 132 82 82 83 84 85 85 86
p99 132 133 134 135 137 138 139 90 90 90 91 92 93 93
ANEXO 2. (Continuación) Valores de TA para niñas según los percentiles de edad y talla.
Tensión arterial sistólica Tensión arterial diastólica
Percentil Percentil de talla Percentil de talla
tensión
Edad arterial p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95 p5 p10 p25 p50 p75 p90 p95
17 p50 108 109 110 111 113 114 115 64 65 65 66 67 67 68
p90 122 122 123 125 126 127 128 78 79 79 80 81 81 82
p95 125 126 127 129 130 131 132 82 83 83 84 85 85 86
p99 133 133 134 136 137 138 139 90 90 91 91 92 93 93
Task Force report on high blood pressure. Pediatrics, 2004
293
294 BIBLIOGRAFÍA
1. Constantine E, Linakis J. The assessment and management of hyperten-
sive emergencies and urgencies in children. Pediatr Emerg Care. 2005;
21: 391-6
2. Dorao P. Hipertensión arterial. Crisis hipertensivas. En: Casado Flores J,
Serrano A (eds). Urgencias y tratamiento del niño grave. Madrid: Ergon;
2007. p. 163-70.
3. Lurbe E, Cifkova R, Cruichshank JK, et al. Manejo de la hipertensión ar-
terial en niños y adolescentes: recomendaciones de la Sociedad Europea
de hipertensión. An Pediatr (Barc). 2010; 73: 51.e1-e28.
4. Mattoo TK. Treatment of hypertension in children and adolescents. En:
UpToDate, Bruder Stapleton F, Kim MS (Eds), UpToDate, Waltham, MA,
2013.
5. National High Blood Pressure Education Program Working Group on
High Blood Pressure in Children and Adolescents. The fourth report on
the diagnosis, evaluation, and treatment of high blood pressure in children
and adolescents. Pediatrics. 2004; 114: 555-76.
6. Parra Cotanda C, Quilis Esquerra J. Hipertensión arterial en las Urgencias
Pediátricas. En: Benito J, Luaces C, Mintegi S, Pou J (Eds). Tratado de
urgencias en Pediatría. 2ª edición. Madrid: Ergon; 2011. p. 433-47.
7. Seikaly MG. Hypertension in children: an update on treatment strategies.
Curr Opin Pediatr. 2007; 19: 170-7.
295
5.3. INSUFICIENCIA RENAL AGUDA EN NIÑOS
Y ADOLESCENTES
F. Panzino, A. Vila
CONCEPTO
La insuficiencia renal aguda (IRA), actualmente y desde 2002
englobada en un término más amplio denominado “daño renal agu-
do”, es un síndrome caracterizado por una súbita, y potencialmente
reversible, incapacidad del riñón para mantener la homeostasis del
medio interno y el balance hídrico. Esta pérdida de función renal
implica:
– La disminución del filtrado glomerular.
– La retención de urea y detritus nitrogenados.
– La desregulación del volumen extra e intracelular y de los elec-
trolitos.
– La sobrecarga hídrica asociada a la habitual disminución de la
diuresis.
ETIOLOGÍA
Varias lesiones y enfermedades pueden causar IRA. Las etiologías
pueden dividirse en aquellas que afectan a la perfusión renal (pre-
renal o vascular), aquellas que afectan al propio riñón (intrarrenal o
parenquimatosa) y aquellas que afectan al flujo del tracto urinario
(post-renal u obstructiva). (Tabla 1)
CLÍNICA
La insuficiencia renal aguda puede presentar un amplio rango de
manifestaciones clínicas en la edad pediátrica, que irán desde una
mínima elevación de los niveles séricos de urea y creatinina hasta la
oliguria (diuresis < 1 ml/kg/hora) o la anuria. La variabilidad clínica
dependerá de las múltiples causas que pueden generarla y de la
severidad del fracaso funcional renal.
296 TABLA 1. Etiología de la insuficiencia renal aguda.
Pre-renal o vascular
• Hipovolemia: pérdidas GI, grandes quemados, Sd. nefrótico, tubulopatías
• Tercer espacio: sepsis, Sd. hepatorrenal
• Fallo circulatorio: shock cardiogénico, ICC, taponamiento cardíaco,
pericarditis
• Trombosis venosa o arterial renal bilateral
• Fármacos: diuréticos, IECA, ARA II
Intrarrenal o parenquimatosa
Daño túbulo-intersticial Daño glomerular Daño vascular
• NTA-Isquemia • Drogas: • Síndrome
• Fármacos: - Antibióticos hemolítico-
- Aminoglucósidos - Anticonvulsivantes urémico
- Contrastes • Glomerulonefritis (GMNF) • Trombosis arteria
intravasculares - Postinfecciosa renal
- Cisplatino e - Membranoproliferativa • Trombosis
Ifosfosamida - Lúpica venosa bilateral
- AINES - Schönlein-Henoch
• Tóxicos exógenos: - ANCA (+)
- Metales pesados - Antimembrana basal
- Envenenamiento por - Rápidamente
setas progresiva
• Tóxicos endógenos:
- Rabdomiólisis
- Hemoglobinuria
- Obstrucción por
uratos
- Nefritis
tubulointersticial
inmunoalérgica,
PNA
Post-renal
• Uropatía obstructiva
• Obstrucción en riñón único (a cualquier nivel)
• Obstrucción ureteral bilateral
• Obstrucción urinaria baja (vesical o uretral)
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
El diagnóstico de IRA es realizado clínicamente y está basado
en signos y síntomas característicos. Una cuidadosa valoración del
estado de hidratación es indispensable para organizar la estrategia de
tratamiento del paciente. La mayoría de casos presentarán oligoanuria
o anuria, (muy raras veces poliuria), edemas, macro o microhematuria 297
e hipertensión arterial.
Los principales hallazgos de laboratorio indicativos de la dismi-
nución de la función renal son la elevación en plasma de la urea y de
la creatinina, la acidosis metabólica, la hiperkalemia, los trastornos
del sodio, del calcio y del fósforo.
La ecografía renal es fundamental para determinar las causas
subyacentes (sobre todo la patología post-renal) y ayudar a diferenciar
entre un fracaso renal agudo y una posible insuficiencia renal crónica
no diagnosticada previamente.
Niños Neonatos
Índices IRA Oliguria funcional IRA Oliguria funcional
Osm U/P < 1,1 > 1,3 <1 > 1,3
Urea U/P <5 > 20 <5 >5
Creatinina U/P < 20 > 40 < 10 > 30
E. F. Na+ >2 <1 >3 < 2,5
TRATAMIENTO
Existen 3 tipos de estrategias terapéuticas: el procedimiento des-
obstructivo de la vía urinaria, el tratamiento conservador o médico y
el tratamiento sustitutivo o diálisis.
1. Procedimiento desobstructivo
Si la ecografía renal muestra una patología obstructiva, el pa-
ciente deberá ser valorado de inmediato por Cirugía para indicar un
procedimiento desobstructivo urgente (sonda vesical, nefrostomía,
etc.). Solamente en el caso en que existiera un trastorno severo
electrolítico y el procedimiento se demorara, se realizarían las estra-
tegias citadas más abajo (corrección de HiperK, acidosis, etc.), pero
nunca se deberá forzar la diuresis del paciente con sueroterapia
ni con diuréticos ya que ello podría aumentar el daño renal de
forma significativa.
2. Tratamiento conservador
Será suficiente en la mayoría de casos. Sus objetivos son los
siguientes:
– Mantener la estabilidad hemodinámica.
– Restablecer la diuresis.
– Corregir y controlar las alteraciones hidroelectrolíticas para pre-
venir sus complicaciones.
– Garantizar un aporte calórico adecuado a las necesidades.
301
Hipovolemia
Oliguria persistente?
Sí
2º Furosemida:
2-4 mg/kg/iv
Oliguria persistente?
Valorar diálisis
Hipocalcemia
La hipocalcemia severa asociada a hiperpotasemia puede pro-
vocar arritmias graves y paro cardíaco por lo que hay que hacer
monitorización EKG del paciente.
– Inicialmente calcularemos el calcio corregido: Ca (mmol/L) =
Calcio total en plasma + (36 – albúmina) / 40. Si el Ca corregido
es < 1,9 mmol/L se deberá aportar calcio al paciente, sobre todo
si se va a corregir la acidosis.
– Aportaremos gluconato cálcico al 10% a razón de 0,1 mg/kg (0,5
ml/kg) en 30-60 minutos iv.
– La hipomagnesemia puede disminuir el calcio sérico y por ende
debe tratarse con sulfato de magnesio iv: 25-50 mg/kg cada 6
horas.
Hipertensión arterial
Habitualmente es debida a retención hidrosalina, la cual provoca
sobrecarga circulatoria, por lo que iniciaremos:
– Restricción de aportes de agua y sodio.
– Furosemida intravenosa (1-4 mg/kg/día).
Si la hipertensión arterial es severa y no se consigue una efectiva
depleción de líquidos con la mejoría de las cifras de TA, debe valorarse
la indicación de diálisis (peritoneal o hemodiálisis).
Como fármacos a usar en primera línea tenemos:
– Nifedipino oral/sublingual (1-2 mg/kg/día. Iniciar a 0,25 mg/kg/
dosis).
– Hidralazina iv (10-50 µg/kg/hora. Máximo 3 mg/kg/día).
Ante una emergencia hipertensiva los fármacos a utilizar serán:
– Labetalol iv (0,5 mg/kg/hora. Máximo 3 mg/kg/hora).
Si está contraindicado por asma grave, bloqueo cardíaco de 2º 305
o 3er grado, o bajo gasto cardíaco, usar:
– Nitroprusiato sódico iv (0,5 µg/kg/minuto. Máximo 8 µg/kg/mi-
nuto).
Anemia
Si hemoglobina < 6 g/dl, transfundir concentrado de hematíes:
5-10 ml/kg lentamente. Si el paciente está anúrico o hiperpotasémico
valorar la indicación de transfundir durante la sesión de hemodiálisis.
PRONÓSTICO
La presencia de IRA, incluso en grado leves, incrementa la mor-
bilidad y mortalidad del paciente, pero suele estar más relacionado
con la patología que la causa que con la propia IRA, y disminuyen
sustancialmente con la instauración precoz de la diálisis.
Aunque por definición la IRA es un fracaso renal potencialmente
reversible, dependiendo del trastorno que desencadene la IRA, la
recuperación completa de la función suele ser infrecuente en los
siguientes casos:
– Glomerulonefritis rápidamente progresiva.
– Necrosis cortical bilateral.
– Enfermedad sistémica (LES, síndrome de Schönlein-Henoch).
– Algunos casos de síndrome hemolítico-urémico.
APÉNDICE I
Aproximadamente las 2/3 partes de los fármacos utilizados en
la práctica clínica habitual son total o parcialmente excretados por
vía renal, ya sea en forma inmodificada o en forma de metabolitos
activos o inactivos. El riñón es extremadamente vulnerable a los
efectos deletéreos de ciertos medicamentos.
En caso de IRA, el riesgo implícito de nefrotoxicidad de nu-
merosos fármacos de uso habitual en el ámbito de las urgencias
pediátricas, puede verse magnificado. Del mismo modo, muchos
TABLA 4. Ajuste de dosis en IRA: fármacos de uso habitual. 307
Clearance Creatinina
Fármaco D/I > 50 10-50 < 10
Aspirina I 4h 4-6 h Evitar
Captopril D 100% 100% 50%
Carbamazepina D 100% 100% 75%
Digoxina I 24 h 36 h 48 h
D 100% 25-75% 10-25%
Enalapril D 100% 50% 25%
Espironolactona I 6-12 h 12-24 h Evitar
Fenobarbital I 8-12 h 8-12 h 12-16 h
Fentanilo D 100% 75% 50%
Hidralazina I 8-12 h 8-12 h 8-16 h
Insulina D 100% 75% 50%
Midazolam D 100% 100% 50%
Metoclopramida D 100% 75% 50%
Metotrexato D 100% 50% Evitar
Morfina D 100% 75% 50%
Paracetamol I 4h 6h 8h
Ranitidina D 100% 75% 50%
Tiazidas D 100% 100% Evitar
Tiopental D 100% 100% 75%
D: Dosis. I: Intervalo
BIBLIOGRAFÍA
1. Cochat P. European Society for Paediatric Nephrology (ESPN) Handbook.
1º Ed. Lyon, France: Medcom; 2002.
308 TABLA 5. Ajuste de dosis en IRA: antibióticos y antivirales.
Clearance Creatinina
Fármaco D/I > 50 10-50 < 10
Aciclovir I 8h 24 h 48 h
Amikacina I 12 h 12-18 h 24 h
D 60-90% 30-70% 20-30%
Amoxicilina I 8h 8-12 h 12 h
Anfotericina B I 24 h 24 h 36 h
Ampicilina I 6h 6-12 h 12 h
Cefazolina I 8h 12 h 48 h
Cefotaxima I 6-8 h 8-12 h 12-24 h
Cefoxitina I 8h 8-12 h 24-48 h
Ceftazidima I 12 h 12-24 h 48 h
Cefuroxima D 50% 10-45% 5-10%
Ciprofloxacino D 100% 50-75% 50%
Claritromicina D 100% 75% 50-75%
Cotrimoxazol D 100% 50% EVITAR
Eritromicina D 100% 100% 50-75%
Etambutol I 24 h 36 h 48 h
Fluconazol D 100% 100% 50%
I 24 h 36 h 48 h
Ganciclovir D 50-100% 25-50% 25%
I 8h 24 h 24 h
Gentamicina D 60-90% 30-70% 20-30%
I 12 h 12-18 h 24 h
Imipenem D 50% 50% 25-50%
I 8h 12 h 12 h
Isoniazida D 100% 100% 66-75%
Metronidazol D 100% 100% 50%
Meropenem D 100% 100% 50%
I 8h 12 h 24 h
Penicilina G D 100% 75% 25-50%
Piperacilina I 4-6 h 6-8 h 8h
Piper-Tazobactam D 100% 70% 70%
I 6-8 h 6h 8h
Rifampicina D 100% 50-100% 50%
.../...
TABLA 5. (Continuación) Ajuste de dosis en IRA: antibióticos y antivirales. 309
Clearance Creatinina
Fármaco D/I > 50 10-50 < 10
Sulfametoxazol D 100% 50% 25%
Teicoplanina I 24 h 48 h 72 h
Ticarcilina I 8-12 h 12-24 h 24-48 h
Tobramicina D 60-90% 30-70% 20-30%
I 8-12 h 12 h 24 h
Vancomicina I 24-72 h 72-240 h 240 h
D: Dosis. I: Intervalo. *Para un control más preciso, es recomendable
utilizar aquellos antibióticos en los cuales puedan determinarse los niveles
plasmáticos.
INTRODUCCIÓN
La infección del tracto urinario (ITU) es una de las infecciones
bacterianas más frecuentes en la infancia. Se calcula que un 3% de
las niñas y un 1% de los niños padecen una ITU durante la infancia.
Los efectos adversos de la ITU a largo plazo como la hipertensión
arterial o el deterioro de la función renal se deben fundamentalmente
a la aparición de cicatrices renales. Numerosos estudios han demos-
trado que, precisamente en los primeros años de vida, es máximo el
riesgo de que una infección del parénquima renal dé como resultado
una lesión permanente del riñón con cicatrices (15-52%). Por tanto,
el diagnóstico precoz y la instauración sin demora de tratamiento
antibiótico adecuado son importantes no sólo para la curación del
proceso agudo, sino también para evitar la aparición de cicatrices
renales.
ETIOLOGÍA
El principal agente causal de la ITU, tanto en niñas como en
niños es Escherichia coli, seguido a mucha distancia por Proteus,
Klebsiella, Enterobacter, Enterococcus y Pseudomonas, este último
especialmente en pacientes con uropatía. El Staphilococcus coagula-
sa negativo puede ocasionar ITU en recién nacidos y Staphilococcus
saprophyticus en mujeres jóvenes y adolescentes (< 5% de las ITU
sintomáticas).
CLÍNICA
En los lactantes la ITU se presenta habitualmente como un síndro-
me febril sin focalidad aparente, con grados variables de afectación
del estado general que pueden llegar en algunas ocasiones incluso
a cuadros sépticos. También puede presentarse de forma más so-
lapada con irritabilidad, anorexia o estancamiento ponderal. En los 311
niños más mayores puede aparecer sintomatología típica de ITU de
vías bajas con polaquiuria, disuria y tenesmo o de vías altas con dolor
lumbar, abdominalgia y fiebre en grado variable.
DIAGNÓSTICO
Diagnóstico de sospecha
El diagnóstico de presunción se establece mediante el urinoanáli-
sis y la tinción de Gram. La presencia de leucocituria (> 10 leucocitos
por campo) y de cualquier grado de bacteriuria son los mejores
métodos para evaluar el riesgo de ITU. El análisis combinado me-
diante tira reactiva y estudio microscópico alcanza una sensibilidad
del 99-100%, con una especificidad del 70-80%. Ante la presencia
de bacteriuria en el Gram debe iniciarse tratamiento antibiótico.
El sedimento de orina recogido en una bolsa perineal sólo es
valorable si resulta negativo, por lo que cualquier sedimento positivo
ha de repetirse con un método estéril. No obstante, cabe destacar
que un pequeño porcentaje de las infecciones urinarias pueden ir
asociadas a sedimentos normales, que deben confirmarse por una
técnica estéril. Así, en nuestro centro, en los pacientes incontinentes
se realiza una primera recogida por bolsa perineal y, si el sedimento o
la tinción de Gram está alterado, se realiza una segunda recogida por
sondaje uretral. En el caso de que el estado clínico del paciente esté
afectado y se deba iniciar tratamiento antibiótico de forma empírica,
se realiza el sondaje vesical de entrada. En los niños continentes se
recoge una única muestra por chorro medio.
Diagnóstico de confirmación
El diagnóstico definitivo sólo se puede realizar mediante un cul-
tivo de orina recogido, procesado e interpretado de forma correcta.
Los criterios de positividad del urocultivo según el método de
recogida son:
– Punción suprapúbica (en desuso en nuestro centro): cualquier
crecimiento.
– Sondaje vesical: ≥10.000 UFC/ml.
– Chorro medio: ≥100.000 UFC/ml.
En cuanto a la localización de la ITU, apoyan el diagnóstico de
pielonefritis la presencia de fiebre alta, afectación del estado general,
312 estado séptico, dolor lumbar, proteína C reactiva (PCR) > 20 mg/L y
procalcitonina (PCT) > 1 ng/ml. Este último parámetro ha demostrado
una sensibilidad muy alta para el diagnóstico de pielonefritis, demos-
trada por una gammagrafía realizada en fase aguda, de forma que
valores superiores a 0,5 ng/ml presentan una sensibilidad de 94,1%
con especificidad del 89,7%. La procalcitonina también ha mostrado
su utilidad en la detección de cicatrices renales a los 6 meses de
forma que valores superiores a 1 ng/ml tienen una sensibilidad del
92,3%, con una especificidad del 61,9%. Por último, este marcador
también ha demostrado su utilidad en la detección de reflujo vésico-
ureteral (RVU) de forma que niveles inferiores a 0,5 ng/ml identifican
un grupo de niños con bajo riesgo de presentar RVU.
EXÁMENES COMPLEMENTARIOS
Básicamente disponemos de:
– Ecografía renal: para descartar anomalías estructurales.
– Cistografía miccional (CUMS): para descartar la presencia de
reflujo vesicoureteral.
– Gammagrafía renal (DMSA) no en la fase aguda del proceso, ya
que para el diagnóstico de pielonefritis aguda (PNA) nos basamos
en criterios clínicos y/o analíticos y se ha demostrado que dicha
prueba en la fase aguda de la enfermedad no implica un cambio
en el manejo de los pacientes afectos de infección de orina. Por
tanto, de realizarse debe hacerse a los 6-12 meses de la infección
para el despistaje de cicatrices renales.
Actualmente se está cuestionando el uso indiscriminado de
pruebas de imagen (especialmente la DMSA en fase aguda y la
CUMS) en el primer episodio de infección urinaria y no hay un con-
senso entre las distintas guías publicadas sobre cuál sería el mejor
manejo de estos pacientes. Existen estudios que demuestran que
si la ecografía renal es normal, el riesgo de padecer una anomalía
renal importante es extremadamente bajo por lo que no estaría
justificado realizar DMSA y CUMS. Incluso hay publicaciones que
concluyen que la mejor estrategia de estos pacientes sería evaluar
todos los episodios subsiguientes de fiebre con UC para asegurar
la identificación de nuevas infecciones de orina, cosa que probable-
mente obviaría la realización de DMSA en fase aguda o tardía tras
una primera ITU febril.
TABLA 1. Criterios de riesgo para sospechar una ITU atípica. 313
TRATAMIENTO
A continuación se expone el protocolo de manejo que seguimos
en nuestro centro con un niño con ITU.
Urgencias Ingreso
No Cita CCEE
NFR
Alta
1Si Proteus o Kebsiella sin otro factor de riesgo, con buena respuesta
al tratamiento, podrían no realizarse más exploraciones.
2Se podría hacer de forma ambulatoria para ver resultados en Nefrología.
2ª ITU
Urgencias Ingreso
PROFILAXIS ANTIBIÓTICA
En pacientes que han tenido una única ITU sin alteración es-
tructural y/o funcional del tracto urinario comprobadas, no se reco-
mienda la administración de profilaxis antibiótica de forma rutinaria.
Aquellos con ITU recurrente se recomienda valorar el uso de profilaxis
de forma individual, tras estudio pertinente que descarte anomalías
estructurales o funcionales del tracto urinario y teniendo en cuenta
la existencia de cepas resistentes.
En caso de tener una alteración funcional, se tiene que indivi-
dualizar el tratamiento.
En pacientes con alteración estructural de la vía urinaria el pro-
tocolo a seguir, según la guía del SNS, se muestra en la Figura 2.
318
Alteración estructural
de las vías urinarias
Tipo
Obstrucción RVU
Profilaxis
hasta Niños Niñas
intervención
BIBLIOGRAFÍA
1. Claret Teruel G, García García JJ, Fernández de Sevilla Estrach M, Co-
rrales Magin E, Trenchs Sáinz de la Maza V, Rodríguez Arráez A, et al.
Oral therapy for urinary tract infections in infants aged 3 to 12 months.
Eur J Clin Microbiol Infect Dis. 2008; 27: 887-9.
2. Garin EH, Olavarria F, Araya C, Broussain M, Barrera C, Young L. Diag-
nostic significance of clinical and laboratory findings to localize site of
urinary infection. Pediatr Nephrol. 2007; 22: 1002-6.
3. Hodson EM, Willis NS, Craig JC. Antibiotics for acute pyelonephritis in
children. Cochrane Database Syst Rev. 2007; (4): CD003772. Update
of: Cochrane Database Syst Rev. 2005; (1): CD003772.
4. Leroy S, Adamsbaum C, Marc E, Moulin F, Raymond J, Gendrel D, et al.
Procalcitonin as a predictor of vesicoureteral reflux in children with a first
febrile urinary tract infection. Pediatrics. 2005; 115: e706-9.
5. Magín EC, García-García JJ, Sert SZ, Giralt AG, Cubells CL. Efficacy of
short-term intravenous antibiotic in neonates with urinary tract infection.
Pediatr Emerg Care. 2007; 23: 83-6.
6. Pecile P, Miorin E, Romanello C, Falleti E, Valent F, Giacomuzzi F, et al.
Procalcitonin: a marker of severity of acute pyelonephritis among children.
Pediatrics. 2004; 114: e249-54.
7. Montini G, Zucchetta P, Tomasi L, Talenti E, Rigamonti W, Picco G, et al.
Value of imaging studies after a first febril urinary tract infection in Young
children: data from italian renal infection study 1. Pediatrics. 2009; 123:
e239-45.
8. Hoberman A, Charron M, Hickey R, et al. Imaging studies after a first 319
febrile urinary tract infection in young children. New Eng J Med. 2003;
348: 195-202.
9. Ismaili K, Lolin K, Damry N. Febrile urinary tract infections in 0-to 3-month-
old infants: A prospective follow up study. J Pediatr. 2011; 158: 91-4.
10. Hom J. Are oral antibiotics equivalent to intravenous antibiotics for the
initial management of pyelonephritis in children? Paediatr Child Health.
2010; 15: 150-2.
11. La Scola C, De Mutis C, Hewitt IK, et al. Different Guidelines for imaging
after first UTI in febril infants: yield, cost, and radiation. Pediatrics. 2013;
131: e665-71.
12. Grupo de trabajo de la Guía de práctica clínica sobre infección del tracto
urinario en la población pediátrica. Guía de práctica clínica sobre infec-
ción del tracto urinario en la población pediátrica. Plan de Calidad para
el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, Política Social
e Igualdad. Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud; 2011. Guías de
Práctica Clínica en el SNS: I+CS Nª2009/1.
320
5.5. PÚRPURA DE SCHÖNLEIN-HENOCH
S. Ricart, J. Vila
CONCEPTO
La púrpura de Schönlein-Henoch (PSH) es la vasculitis más
frecuente en la infancia y afecta a pequeños vasos. Su curso es
generalmente autolimitado, pero puede conllevar morbilidad renal
a largo plazo.
La incidencia es de 10.5 a 20.4/100.000 niños por año, con
mayor afectación de los 2 a 6 años. Tienen un predominio estacional,
siendo más frecuente en invierno y precedida por una infección del
tracto respiratorio superior en el 30-50% de los casos, especialmente
por estreptococo beta-hemolítico del grupo A, aunque muchos otros
microorganismos han sido implicados.
Su patogenia todavía no se conoce completamente: se forman
inmunocomplejos de IgA que se depositan en la piel, intestino y
glomérulo renal. Estos desencadenan una respuesta inflamatoria lo-
cal que conduce a una vasculitis leucocitoclástica con necrosis de
pequeños vasos sanguíneos.
CLÍNICA
El exantema purpúrico es fundamental para el diagnóstico de la
PSH, pero no siempre es la manifestación inicial de la enfermedad. La
afectación articular puede aparecer 1 semana antes del exantema en
un 15-25% de los pacientes, y el dolor abdominal hasta 2 semanas
antes en un 10-20% de casos.
La Tabla 1 muestra el espectro de manifestaciones clínicas de
esta entidad.
Criterio Definición
Criterio obligatorio: Púrpura (frecuentemente palpable) o petequias,
Púrpura predominante en extremidades inferiores y no debida
a trombocitopenia.
En caso de púrpura con distribución atípica se
requiere la demostración de depósito de IgA en una
biopsia.
Al menos uno de los
siguientes criterios:
1. Dolor abdominal Dolor abdominal cólico difuso de inicio agudo.
Puede acompañarse de invaginación y/o sangrado
gastrointestinal.
DIAGNÓSTICO
En 2010 se publicaron los nuevos criterios clasificatorios validados
de la Sociedad Europea de Reumatología Pediátrica (PRES) para
las vasculitis en pediatría. Los criterios diagnósticos para la PSH
(sensibilidad 100%, especificidad 87%) se exponen en la Tabla 2.
Pruebas de laboratorio
No hay ninguna prueba diagnóstica. El laboratorio será de utilidad
para detectar complicaciones (afectación renal) o ayudar al diagnós-
tico en casos dudosos.
1. Sedimento o tira reactiva en orina: se recomienda en todos los 323
pacientes con diagnóstico de PSH para detectar afectación re-
nal (hematuria y/o proteinuria). Si alteración, determinar índice
proteína/creatinina.
2. Analítica sanguínea: valorar realizar según evolución clínica (casos
atípicos, sospecha de complicaciones o diagnóstico incierto).
Deberá incluir: hemograma (anemia y/o leucocitosis), VSG (normal
o elevada), coagulación (normal), urea y creatinina (aumentada
si afectación renal), proteínas totales y albúmina (puede estar
disminuida en relación a la afectación renal o gastrointestinal),
anti-estreptolisinas (un aumento progresivo en el título permitirá
diagnosticar los casos relacionados con infección estreptocócica
previa). En casos de proteinuria nefrótica, solicitar perfil lipídico.
En casos de púrpura con fiebre y/o afectación del estado general
hay que descartar de manera urgente la posibilidad de sepsis.
3. En casos de diagnóstico dudoso o de afectación renal signifi-
cativa se recomienda ampliar el estudio con las siguientes ex-
ploraciones:
– Anticuerpos antinucleares, Anti-DNA, anticuerpos anticitoplas-
ma de neutrófilos (ANCA): para descartar lupus eritematoso
sistémico y vasculitis ANCA positivas.
– Fracciones C3 y C4 del complemento: para descartar nefritis
lúpica y glomerulonefritis aguda postinfecciosa. Generalmente
los niveles serán normales en la PSH, aunque ocasionalmente
pueden estar disminuidos.
– Inmunoglobulinas: puede haber un aumento de IgA con IgG e
IgM normales.
Pruebas de imagen
De utilidad en pacientes con sospecha de complicaciones. La
Tabla 3 muestra las principales pruebas de imagen, sus indicaciones
y posibles hallazgos.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
(Véase Tabla 4)
324 TABLA 3. Principales pruebas de imagen, indicaciones y posibles hallazgos
en PSH.
Exantema
• Púrpura trombocitopénica idiopática
• Coagulación intravascular diseminada
• Sepsis
• Síndrome pápulo-purpúrico en guante y calcetín
• Otros tipos de vasculitis.
Afectación renal
• Glomerulonefritis postestreptocócica
• Lupus eritematoso sistémico
• Síndrome hemolítico urémico
Dolor abdominal (previo a aparición de la púrpura)
• Diagnóstico diferencial del abdomen agudo: apendicitis, pancreatitis
aguda, invaginación intestinal, perforación intestinal, colecistitis, …
TRATAMIENTO
El curso natural de la enfermedad es generalmente autolimitado
y sin necesidad de tratamiento. Se recomienda reposo, a pesar de
que no parece modificar la evolución de la enfermedad, hidratación
y analgesia. La duración de la enfermedad aguda es variable, pero
habitualmente se resuelve en unas 8 semanas.
Criterios de ingreso
– Mal control de la sintomatología con analgesia convencional (ar-
tralgias significativas, dolor abdominal).
325
Sospecha clínica de PSH
Alta y control
por su pediatra
(ver Algoritmo 2)
Comentarios
– En PSH recidivante: efectuar seguimiento como en un primer
episodio.
– En pacientes con afectación renal leve persistente tras los prime-
ros 6 meses se recomienda un seguimiento a largo plazo anual
para descartar la posibilidad de progresión de la afectación renal.
– En mujeres gestantes con antecedente de PSH en la infancia se
recomienda un seguimiento cuidadoso de la gestación, ya que
presentan una mayor incidencia de proteinuria y/o hipertensión
durante el embarazo.
328
Paciente diagnosticado de PSH
BIBLIOGRAFÍA
1. Álvarez-Madrid C, de Inocencio J. Utilidad de los corticoides en el tratamiento
de la púrpura de Schönlein-Henoch. An Pediatr Contin. 2009; 7: 36-8.
2. Ballinger S. Henoch-Schönlein purpura. Curr Opin Rheumatol. 2003; 15:
591-4.
3. Cassidy, Petty, Laxer, Lindsley, eds. Textbook of pediatric rheumatology.
6th edition. Philadelphia: Saunders Elsevier; 2011.
4. McCarthy HJ, Tizard EJ. Clinical practice: Diagnosis and management
of Henoch-Schönlein purpura. Eur J Pediatr. 2010; 169: 643-50.
5. Narchi H. Risk of long term renal impairment and duration of follow up
recommended for Henoch-Schönlein purpura with normal or minimal
urinary findings: a systematic review. Arch Dis Child. 2005; 90: 916-20.
6. Ozen S, Pistorio A, Lusan SM, Bakkaloglu A, Herlin T, Brik R, et al. EULAR/
PRINTO/PRES criteria for Henoch-Schönlein purpura, chilhood polyarte-
ritis nodosa, chilhood Wegener granulomatosis and chilhood Takayasu
arteritis: Ankara 2008. Part II: Final classification. Ann Rheum Dis. 2010;
69: 798-806.
7. Saulsbury FT. Clinical update: Henoch-Schönlein purpura. Lancet. 2007;
369: 976-8.
8. Vila J. Púrpura de Schönlein-Henoch: participación renal. An Pediatr
Contin. 2012; 10: 121-6.
329
5.6. CÓLICO NEFRÍTICO
S. Sagué, V. Arias. J.A. Camacho
CONCEPTO
Dolor de características cólicas y de instauración aguda, gene-
ralmente moderado o intenso, generado por la obstrucción de la vía
excretora urétero-pélvica.
ETIOLOGÍA
Generalmente es debido al fenómeno de litiasis renal, definido
como la presencia de cálculos en el tracto urinario debido a la preci-
pitación de sustancias cristalinas que normalmente están disueltas
en la orina.
Las causas de litiasis pueden ser:
a) Metabólicas:
– Hipercalciuria.
– Hiperuricosuria.
– Hiperoxaluria.
– Cistinuria.
b) Infecciosas. Ciertas infecciones del tracto urinario se asocian a
un aumento en la susceptibilidad para la formación de cálculos
como los Proteus sp o Providencia sp. Otras serían las infeccio-
nes por Klebsiella, Serratia, E. coli, etc.
CLÍNICA
– Dolor súbito: es el síntoma más importante. Puede ser difuso,
abdominal, lumbar o perineal. En un 88% de los casos es unila-
teral (5% bilateral, 7% vesical). El cuadro típico de dolor lumbar
irradiado a fosa ilíaca y vejiga siguiendo el trayecto ureteral, aso-
ciado a dolor en región perineal y genital sólo suele ocurrir en
niños mayores y en adolescentes. En lactantes y niños pequeños
suele provocar síntomas inespecíficos como: irritabilidad, llanto
inconsolable, vómitos, diarreas, etc.
330 – Hematuria: Se presenta en el 70-90% de los casos y puede ser
micro o macrohematuria.
– Fiebre: consecuencia de infección del tracto urinario, pudiendo
ser la única sintomatología en los lactantes y niños más peque-
ños.
– Sintomatología urinaria: disuria, polaquiuria, oliguria y urgencia
miccional.
DIAGNÓSTICO
– Historia clínica y exploración física. El diagnóstico es principal-
mente clínico. Deben incluirse en la anamnesis los antecedentes
personales de infección de orina, episodios de hematuria, dolor
lumbar, inmovilización, etc.
– Sedimento de orina con índice calcio/creatinina. Se reco-
mienda realizarlo siempre para descartar una infección urinaria.
También servirá para objetivar la hematuria. Un índice calcio/
creatinina > 0,27 mg/mg sugiere hipercalciuria y posible litiasis
cálcica.
– Analítica sanguínea. Puede realizarse si es necesaria la canali-
zación de vía para el tratamiento analgésico. En ese caso debe
solicitarse ionograma, gasometría, urea, creatinina, calcio, fosfato,
fosfatasa alcalina, magnesio, hormona paratiroidea (no es preciso
en urgencias) y ácido úrico, con la finalidad de iniciar el estudio
etiológico.
– Diagnóstico por imagen:
a. Ecografía renal: es la prueba de elección. Permite objetivar
signos indirectos de obstrucción del tracto urinario y visualizar
casi la totalidad de litiasis (tamaños > 2 mm incluso las no
radiolucentes). A pesar de ello, no es obligada su realización
sistemática de urgencia, pudiendo ser realizada de forma
ambulatoria excepto si existen criterios de desobstrucción
urgente.
b. Radiografía simple de abdomen: si se requiere una prueba
de imagen en el ámbito de urgencias y no hay disponibilidad
de ecografía renal. Sólo detecta cálculos radioopacos (com-
ponente cálcico, oxalato, fosfato y carbonato).
c. Finalmente, mencionar que la que ofrece mejor rendimiento
diagnóstico es la TAC sin contraste.
TABLA 1. Manejo del dolor. 331
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
– Dolor osteomuscular.
– Pielonefritis aguda.
– Cólico biliar.
– Pancreatitis aguda.
– Otros: úlcera gastroduodenal, embolia de la arteria renal, aneu-
risma de la aorta abdominal, patología de la columna lumbar, etc.
TRATAMIENTO Y SEGUIMIENTO
1. Manejo del dolor (Tabla 1)
– Desmopresina intranasal (10-20 µg, dosis única): útil como
terapia complementaria en combinación con los AINE para reducir
la necesidad de opioides.
– Medidas complementarias:
- Aplicación de calor local.
- Administración de antieméticos. Ej: ondansetrón 0,15 mg/kg/
dosis.
- Ansiolíticos.
– Medidas a evitar:
- Hiperhidratación: incrementa el dolor, el riesgo de ruptura de
la vía urinaria y el fracaso renal agudo.
332 - La administración de anticolinérgicos que interfieren en el pe-
ristaltismo ureteral.
¿Criterios desobstrucción
urgente?
Sí No
Ingreso + IC Ingreso
Cirugía
Coordinadora:
Gemma Claret Teruel
337
6.1. DIABETES
R. Cardona
CLÍNICA
Generalmente, el paciente con diabetes que acude a urgencias
suele ser un paciente con diabetes tipo 1, bien en situación de
debut o bien en situación de descompensación. A su vez, tanto el
debut como la descompensación pueden presentarse clínicamente
en forma de hiperglucemia simple (con o sin cetosis) o cetoacidosis
diabética.
1. Anamnesis
– En el debut debemos valorar clínica sugestiva de diabetes tipo 1
(poliuria, polidipsia, polifagia, astenia, pérdida ponderal,…) con
duración e intensidad de los síntomas, existencia o no de un fac-
tor desencadenante previo o coincidente con la situación actual
(infección, situación de estrés,…), datos perinatales (duración de
la gestación, peso y longitud de recién nacido,…) y antecedentes
familiares de diabetes tipo 1 u otras endocrinopatías autoinmunes.
– En el paciente con diagnóstico previo de diabetes tipo 1 es impor-
tante detectar, además de los síntomas anteriores, factores que
predispongan a la descompensación, como la omisión de las do-
sis de insulina o la existencia de procesos agudos intercurrentes
338 TABLA 1. Criterios diagnósticos de diabetes (Consenso IDF/ISPAD 2012)*.
1. Síntomas cardinales de diabetes y glucemia plasmática casual ≥ 200 mg/
dl.
(Casual se define como en cualquier momento del día sin relación con la
última comida)
2. Glucemia plasmática en ayunas ≥ 126 mg/dl
(Ayuno se define como ausencia de ingesta calórica al menos durante 8
horas)
3. Glucemia ≥ 200 mg/dl a las 2 horas después de una sobrecarga oral de
glucosa (TTOG)
(La sobrecarga debe realizarse con 75 g de solución de glucosa anhídrica
disuelta en agua o a una concentración de 1,75 g/kg hasta un máximo de
75 g)
4. HbA1C ≥ 6,5%
Dadas las dificultades con la estandarización del test y las variaciones
individuales de HbA1C este criterio debe interpretarse con cautela
Situaciones de prediabetes
• Intolerancia a los hidratos de carbono (IGT): glucemia plasmática a las 2 h
de un TTOG 140-199 mg/dl
• Glucemia alterada en ayunas (IFG): glucemia plasmática 100-125 mg/dl
*Con que exista un solo criterio es suficiente
2. Exploración física
Debemos registrar:
– Peso, talla y constantes vitales.
– Signos clínicos de acidosis metabólica (respiración de Kussmaul).
TABLA 2. Características clínicas de la diabetes tipo 1, diabetes tipo 2 y 339
diabetes monogénica en niños y adolescentes.
– Grado de deshidratación.
– Nivel de conciencia (existe posibilidad de edema cerebral, prin-
cipalmente en el debut de niños menores de 5 años y con ce-
toacidosis grave).
– Presencia de signos de infección.
340 TABLA 3. Tipos de insulina.
Presentac. Edad
Inicio Máximo usadas en autori-
Tipo acción efecto Duración pediatría zación
Insulina Regular ½-1 h 2-4 h 4-6 h Vial Cualquier
Actrapid® edad
Humulina
Regular®
Insulina NPH 1-3 h 5-8 h 12-14 h Vial Cualquier
Insulatard NPH® Flexpen edad
Humulina NPH® (Insulatard)
Kwikpen
(Humulina)
AAR Aspártico 15 min 1-2 h 3-4 h Flexpen > 2 años
NovoRapid® Vial
AAR Lispro 15 min 1-2 h 3-4 h Vial 100 UI/ml Cualquier
Humalog® Kwikpen edad
AAR Glulisina 15 min 1-2 h 3-4h Solostar > 6 años
Apidra®
AAP Glargina 2-4 h - 18-24 h Vial 100 UI/ml > 2 años
Lantus® Solostar
AAP Detemir 1½h - 12-24 h Flexpen > 2 años
Levemir®
AAR = Análogo de acción rápida. AAP = Análogo de acción prolongada.
3. Exámenes complementarios
– En sangre capilar: glucemia y cetonemia.
– En sangre venosa: hemograma, glucemia, ionograma, creatinina,
urea, transaminasas, osmolaridad, equilibrio ácido-base y HbA1C.
En el caso de debut, agregar: péptido C, anticuerpos contra
las células beta (antiGAD, anti-IA2 y anti-insulina), anticuerpos
antitransglutaminasa, IgA e inmunoglobulinas totales, TSH, T4L
y anticuerpos anti TPO.
– En orina: glucosuria.
Glargina: De/Co/Me/Ce
- De: prepuberales
- Ce: puberales
Detemir:
- 2/3 en desayuno FIGURA 2. Pauta sub-
- 1/3 en cena cutánea de insulina en
niños > 6 años.
342 AAP detemir, se administrarán preferentemente 1/3 de la dosis
(basal) en el desayuno y 2/3 de la dosis (basal) en la cena.
– Suplementos en caso de hiperglucemia: se utilizará el Índice de
sensibilidad (mg/dl de glucemia que desciende 1 unidad de AAR
en cada paciente) corrigiendo a partir de glucemias superiores a
180 mg/dl.
IS = 1.700 / dosis diaria de insulina total (basal + bolus)
En el caso de niños pequeños (< 6 años) en los que se administre
el AAR con jeringuilla, sería recomendable efectuar las modifica-
ciones de la glucemia en medias unidades. Además, en el caso
de niños prepuberales es recomendable que en caso de tener
un valor preprandial < 80 mg/dl, se reste a la dosis de AAR de
la comida correspondiente 0,5 o 1 unidad.
b) Hidratación y alimentación
En el caso de pacientes con hiperglucemia simple sin cetosis o
hiperglucemia con cetonemia leve, poca deshidratación y que estén
sin vómitos debe intentarse la administración de líquidos y alimentos
mediante vía oral. No obstante, en el caso de que el paciente cuente
con vía venosa es recomendable iniciar la administración de suero
salino fisiológico (SSF) a 10 ml/kg/h durante 2 horas y posteriormente
continuar únicamente por vía oral. Para la reposición hidroelectrolítica
se utilizarán preferentemente soluciones de rehidratación oral hiposódi-
cas. La alimentación se efectuará mediante plan dietético por raciones
de hidratos de carbono con calorías según el siguiente esquema:
– Recién nacidos: 120 kcal/kg/día.
– Lactantes: 80-100 kcal/kg/día.
– Niño < 10 años: 1.000 + (edad en años x 100).
– Niño > 10 años: 2.000-2.500 kcal.
– Adolescente: varones 2.000-2.500 kcal; mujeres 1.500-2.000
kcal.
Reposición hidroelectrolítica
Se debe iniciar la reposición hídrica antes que el tratamiento con
insulina, utilizando cristaloides (no coloides). Aunque la recomenda-
ción es que las cargas de volumen se administren sólo si es necesario
restablecer la circulación periférica (shock, anuria…) en la práctica es
recomendable iniciar la administración de SSF 10 cc/kg/h durante la
primera y segunda horas (en casos extremos 20 cc/kg/h) mientras
se espera el resultado del equilibrio ácido-básico.
a) Ritmo de rehidratación. Debe repartirse en las siguientes 48 h
de la siguiente forma (sin exceder 1,5-2 veces las necesidades
basales):
Ritmo sueroterapia (ml/h) = (Necesidades basales x 2) +
déficit calculado / 48 horas
La cantidad total de líquidos no debería sobrepasar el doble de
las necesidades basales. La International Society of Pediatric and
Adolescent Diabetes (ISPAD) propone una guía sencilla y práctica
de ritmo de rehidratación basada en una estimación de un déficit
del 10% (Tabla 4).
Si se han administrado cargas de volumen para remontar un
estado de shock inicial, este volumen no debe descontarse de
la cantidad mostrada en la tabla. Los líquidos administrados por
vía oral (una vez el paciente ha mejorado) sí deben descontarse
de las cantidades mostradas en la tabla. Para pesos > 32 kg
los volúmenes se han ajustado para no exceder el doble de las
necesidades basales.
b) Tipos de suero. Inicialmente se usará suero salino fisiológico
0,9%.Cuando la glucemia sea < 300 mg/dl o se produzca un
descenso > 100 mg/dl en 1 h, se deberá iniciar infusión de glu-
cosa al 5%, pero continuando con una solución con una toni-
cidad similar o superior al salino 0,45% con concentración de
Na 75 mEq/L (mezclar 500 ml de SG 10% con 500 ml de SSF
0,9%, sueros en Y). De todas formas, la mayoría de las veces
será necesario utilizar concentraciones de glucosa superiores
(10% o incluso 12,5%) para prevenir hipoglucemias mientras
TABLA 4. Ritmo de rehidratación para un déficit del 10%. 345
Insulina
a) Ritmo inicial. Iniciar la infusión endovenosa de insulina 1 o 2 horas
después de iniciar la reposición hídrica a dosis 0,1 UI/kg/h (en
niños < 5 años comenzar a 0,05 UI/kg/h). Una forma de realizar la
suspensión es diluir 0,5 UI/kg de insulina regular (Actrapid®) en 50
cc de suero fisiológico, de la cual 10 cc/h equivalen a 0,1 UI/kg/h.
b) Ajuste de la perfusión. Mantener la infusión de insulina a 0,1 UI/
kg/h como mínimo hasta la resolución de la CAD (pH > 7,30,
bicarbonato > 15), lo que invariablemente lleva más tiempo que
la resolución de la hiperglucemia. El objetivo será disminuir la
glucemia entre 50-100 mg/dl/h. Cuando la glucemia sea < 300
mg/dl o se produzca un descenso > 100 mg/dl en 1 h, se deberá
iniciar infusión de glucosa. Cuando no exista acidosis, puede
disminuirse el ritmo de insulina directamente.
Electrolitos
– Sodio: es necesario calcular el sodio corregido para ajustar los
aportes según la fórmula:
Na corregido = Na + 2 x [(glucosa plasmática – 100) / 100] mg/dl
– Potasio: dependiendo de los valores de potasio será necesario
o no suplementar la perfusión.
- Si K+> 5,5 mmol/L: no añadir K+ a la sueroterapia.
- Si K+ 4,5-5,5 mmol/L: añadir 40 mEq/L de K+ a la sueroterapia.
- Si K+ < 4,5 mmol/L: añadir 60 mEq/L de K+ a la sueroterapia.
Es importante recordar que en el caso de tener que añadir potasio
a una perfusión “en Y”, deberá hacerse en los dos sueros. En el
caso de la reexpansión de volumen inicial, la concentración de
K+ no debería sobrepasar los 20 mEq/L.
– Bicarbonato: su utilización en el contexto de la CAD es excepcio-
nal y siempre debe realizarse con precaución y con el paciente
ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos. La dosis de bicar-
bonato será 1-2 mmol/kg administrados en 60 minutos. Pueden 347
beneficiarse de la administración “prudente” de bicarbonato:
- Pacientes con pH arterial < 6,9 en los que la disminución de la
contractilidad miocárdica puede empeorar la perfusión periférica.
- Aquellos que precisen la administración de adrenalina.
- Niños con hiperkaliemias potencialmente letales.
a) Líquidos:
– Con glucemia ≥ 300 mg/dl, administrar líquidos sin hidratos de
carbono (agua, solución de rehidratación oral, refrescos light)
de forma fraccionada junto a bolus corrector.
– Con glucemia < 300 mg/dl, administrar alimentos o líquidos
con hidratos de carbono (yogurt desnatado, zumo azucarado,
galletas) de forma fraccionada junto a bolus corrector.
b) Bolus corrector de insulina: debe administrarse con AAR en dis-
positivo pen, tanto en pacientes con MDI como en pacientes con
bomba de insulina (salvo seguridad de un correcto funcionamiento
del sistema) cada 2-3 h (es recomendable un mínimo de 2 h entre
dos bolos correctores). Aplicar cantidad según la Tabla 5.
c) Reevaluación:
– Control de glucemia cada 1-2 h.
– Control de cetonemia cada 2-4 h.
– Si a las 3 horas persiste la cetosis, continuar con la adminis-
tración de hidratos de carbono y suplementos de AAR hasta
la desaparición de la cetosis.
350 4. Descompensación en forma de cetoacidosis diabética
Ver pauta de cetocidosis diabética.
BIBLIOGRAFÍA
1. Wolfsdorf J, Craig ME, Daneman D, Dunger D, Edge J, Lee W, et al. IS-
PAD Clinical Practice Consensus Guidelines 2009 Compendium. Diabetic
ketoacidosis in children and adolescents with diabetes. Pediatr Diabetes.
2007; 8: 28-43.
2. International Diabetes Federation/International Society of Pediatric and
Adolesecent Diabetes 2011 Global Guideline for Diabetes in Childhood
and Adolescence. Disponible en: http://www.ispad.org/resource-type/
idfispad-2011-global-guideline-diabetes-childhood-and-adolescence
3. Protocolo de manejo en urgencias del niño y el adolescente con diabetes
tipo 1. Pacientes tratados con múltiples dosis de insulina (MDI). Grupo de
Trabajo de Diabetes. Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica;
2012. Disponible en: http://www.seep.es/privado/prpubli.htm.
4. Protocolo de manejo en urgencias del niño y el adolescente con diabetes
tipo 1. Pacientes tratados con infusión subcutánea contínua de insulina
(ISCI). Grupo de Trabajo de Diabetes. Sociedad Española de Endocri-
nología Pediátrica; 2012. Disponible en: http://www.seep.es/privado/
prpubli.htm.
351
6.2. INSUFICIENCIA SUPRARRENAL AGUDA
S. Marín, M. Torres
DEFINICIÓN
Cuadro metabólico y clínico resultante de la falta de glucocor-
ticoides y de mineralocorticoides en el organismo. En caso de pre-
sentación aguda o descompensación de una forma crónica es una
emergencia vital que puede conducir a la muerte, por lo que debe
actuarse con rapidez.
CLASIFICACIÓN FISIOPATOLÓGICA
– Según su mecanismo causal:
a. Insuficiencia suprarrenal primaria: por alteración de la glándula
suprarrenal (destrucción glandular o alteración de la esteroido-
génesis).
b. Insuficiencia suprarrenal secundaria o terciaria: por secreción
insuficiente de ACTH debido a alteración hipotálamo-hipofisaria.
– Según la extensión de las alteraciones hormonales:
a. Formas completas: afectan a los tres tipos de hormonas este-
roideas: glucocorticoides, mineralocorticoides y andrógenos.
b. Formas incompletas: afectan sólo a uno o a dos tipos de las
hormonas esteroideas.
– Según su forma de presentación clínica:
a. Aguda: los síntomas se presentan bruscamente y pueden
conducir a la muerte. A veces es la descompensación de una
forma crónica.
b. Crónica: el cuadro clínico se instaura progresivamente.
ETIOLOGÍA
– Recién nacido (causas más frecuentes):
- Hiperplasia suprarrenal congénita (HSC). Forma clásica por
déficit de 21-hidroxilasa.
352 - Hipoplasia congénita de glándulas suprarrenales.
- Hemorragia adrenal neonatal.
- Síndrome Waterhouse Friderichsen (por infecciones fulminan-
tes).
- Hipoaldosteronismo congénito aislado.
- Déficit aislado de glucocorticoides.
- Frenación suprarrenal fetal (hipercortisolismo materno).
- Panhipopituitarismo congénito.
– Lactante y niño (causas más frecuentes):
- Interrupción brusca de tratamiento glucocorticoideo.
- Hiperplasia suprarrenal congénita. Forma virilizante o no clásica.
- Déficit de hormonas hipofisarias (tumores, cirugía, radioterapia,
traumatismo craneal).
- Sepsis meningocócica.
- Enfermedad de Addison (autoinmune).
- Hipofunción suprarrenal secundaria a TBC, micosis, parasitosis,
VIH, tóxicos.
- Extirpación de tumor adrenal unilateral (con atrofia contralate-
ral).
- Adrenoleucodistrofia, adrenomieloneuropatía.
CLÍNICA
a. Formas agudas
Pueden aparecer en cualquier estadio de la enfermedad. En un
tercio de los casos es la primera manifestación. Las causas desen-
cadenantes pueden ser múltiples: infecciones agudas, intervenciones
quirúrgicas, traumatismos, exposición excesiva al calor, dieta pobre
en sal.
– Manifestaciones clínicas en el recién nacido y lactante:
- Inicio con síntomas inespecíficos (anorexia, estancamiento
ponderal, ictericia, si HSC virilización de genitales externos en
niñas y macrogenitosomía en varones).
- A los 20 días de vida (o mayor ya en tratamiento coincidiendo
con enfermedad intercurrente): cuadro de pérdida salina con-
sistente en vómitos, ocasionalmente diarreas, hipoglucemia y
deshidratación (desproporcionada para las pérdidas estimadas)
que puede conducir a shock. Puede acompañarse de síntomas
neurológicos (hipotonía, convulsiones) y distrés respiratorio.
– Manifestaciones clínicas en el niño: 353
- Síntomas digestivos: vómitos, diarreas, abdominalgias y ano-
rexia intensa.
- Deshidratación aguda con hipotensión arterial y shock.
- Hipoglucemia: cefalea, obnubilación.
- Debilidad muscular intensa.
- Síntomas específicos del cuadro etiológico subyacente.
b. Formas crónicas:
– Anorexia 100%.
– Pigmentación cutánea 95%.
– Náuseas y vómitos 60%.
– Abdominalgias 50%.
– Hipoglucemias aisladas.
– Dolores y calambres musculares.
– Vértigo postural.
– Vitíligo.
– Estancamiento pondoestatural (en el lactante).
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
a. Datos clínicos.
b. Datos analíticos sugestivos:
- Cuadro de pérdida salina (hiponatremia e hipernatriuria, hiper-
potasemia, hipocloremia, acidosis metabólica, aumento de la
renina plasmática).
- Hipoglucemia.
- Hemoconcentración.
- Azotemia (aumento de urea, BUN, creatinina).
c. Datos analíticos de confirmación: ante la sospecha clínica y ana-
lítica de insuficiencia suprarrenal y previo al inicio del tratamiento
sustitutivo, que deberá instaurarse rápidamente, se debe obtener
una muestra de sangre para la dosificación prioritaria de cortisol y
17OH-progesterona (en recién nacidos y lactantes). Si es posible,
también se determinará aldosterona y ACTH.
b. Glucocorticoides
– Administrar un primer bolus ev a 75-100 mg/m2 de fosfato de
hidrocortisona (Actocortina®). Dado que en el momento agudo
frecuentemente desconocemos la superficie corporal del pacien-
te, de forma aproximada equivale a:
a. Lactantes < 6 meses: 25 mg.
b. 6 meses a 2 años: 50 mg.
c. Mayores de 2 años: 100 mg. Ésta será la dosis máxima a pesar
de que el paciente tenga más de 1 m2 de superficie corporal.
– Posteriormente, se debe continuar con una dosis de 50-100 mg/
m2/día (dependiendo del estado clínico- metabólico). De forma
aproximada, consiste en administrar la dosis total del bolus re-
partida cada 6 horas. Por ejemplo, en los niños mayores en los
que se ha administrado un bolus de 100 mg, administraríamos
25 mg cada 6 h ev.
– Durante el tratamiento a dosis altas de hidrocortisona no es ne-
cesaria la administración de mineralocorticoides, dado que la
hidrocortisona ya posee esta acción.
Sueroterapia Glucocorticoides
EN CASO DE CIRUGÍA
– En caso de cirugía programada: triplicar la dosis habitual la noche
anterior.
– Una hora antes de la cirugía: fosfato de hidrocortisona ev en bolus
(50 mg/m2/dosis).
– Posteriormente continuar con hidrocortisona ev cada 6 horas
(50-100 mg/m2/día).
BIBLIOGRAFÍA
1. Migeon CJ, Lanes R. Adrenal Cortex: hypo- and Hyperfunction. En: Fima
Lifshitz (ed.) Pediatric Endocrinology. 5ª Edición. New York: Informa Health-
care; 2007. p. 195-214.
2. Forest MG, Audí Parera L, Fernández Cancio M. Hipofunción suprarrenal.
En: Pombo M (ed.) Tratado de Endocrinología Pediátrica. 4ª Edición.
Madrid: Ediciones Mc Graw-Hill-Interamericana; 2009. p. 647-62.
3. Argente J, Soriano L (eds.). Manual de Endocrinología Pediátrica. 1ª
Edición. Madrid: Ergon; 2012. p. 227-235.
4. Rica I, Grau G, Vela A. Insuficiencia Suprarrenal. Protoc Diagn Ter Pediatr.
2011; 1: 166-76.
5. Soriano L, Velázquez de Cuéllar M. Hiperplasia suprarrenal congénita.
Pediatr Integral. 2007; XI: 601-10.
6. Shulman DI, Palmert MR, Kemp SF; Lawson Wilkins Drug and Thera-
peutics Committee. Adrenal insufficiency: still a cause of morbidity and
death in childhood. Pediatrics. 2007; 119: e484-94.
357
6.3. HIPOGLUCEMIA
N. Sanz, A. Turón
CONCEPTO
La hipoglucemia es un trastorno metabólico frecuente en la edad
pediátrica, que corresponde a un déficit plasmático de glucosa.
Para el diagnóstico se requiere objetivar niveles bajos de glucosa
en sangre, acompañados de síntomas o no y que desaparezcan al
corregirlos. Después del período neonatal, glucemias plasmáticas
inferiores a 45 mg/dl serían sugestivas de hipoglucemia. En recién
nacidos, debemos considerar el diagnóstico de hipoglucemia si en
las primeras 24 horas de vida las concentraciones son inferiores a
25 mg/dl en el recién nacido de peso menor a 1.000 g y 30 mg/
dl si es superior. A partir del primer día de vida, se suele considerar
hipoglucemia valores inferiores a 40 mg/dl.
ETIOLOGÍA
La etiología de la hipoglucemia podríamos clasificarla en tres
grandes grupos:
1. Consumo excesivo, como sería el caso del hiperinsulinismo.
2. Depósitos escasos, como sería el caso de los prematuros o las
situaciones de malnutrición.
3. Alteración en la producción, como sería el caso de déficit de
hormonas contrarreguladoras o alteraciones de la glucogeno-
neogenesis.
En la Tabla 1 se muestra una clasificación detallada de la etiología
de la hipoglucemia.
Hay que tener en cuenta una situación especial: la hipoglucemia
del paciente diabético, que más adelante trataremos.
CLÍNICA
La clínica de hipoglucemia es inespecífica y depende tanto de la
falta de glucosa como sustrato energético en el tejido neuronal como
de la respuesta adrenérgica.
358 TABLA 1. Clasificación etiológica de las hipoglucemias
3) Alteración en la producción
• Defectos en el metabolismo de los hidratos de carbono:
- Alteración en la gluconeogénesis
- Galactosemia
- Intolerancia hereditaria a la fructosa
• Defectos en el metabolismo de los aminoácidos:
- Acidurias orgánicas, aminoacidopatías
• Defectos en el metabolismo de los ácidos grasos:
- Alteraciones de la beta-oxidación
- Déficit de carnitina
• Hepatopatías
• Déficit de hormonas de contrarregulación:
- Hormona de crecimiento/cortisol
DIAGNÓSTICO
Ante la sospecha diagnóstica de hipoglicemia debe confirmarse
mediante determinación de glucosa capilar con glucómetro y, en
caso afirmativo, recoger muestra de sangre en hipoglicemia (llamada
TABLA 2. Clínica de la hipoglucemia. 359
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El algoritmo diagnóstico se detalla en la Figura 1.
TRATAMIENTO
El tratamiento de la hipoglucemia dependerá de la edad del
paciente, de la situación metabólica y de la causa probable de la
hipoglucemia y tiene como objetivo principal mantener unos niveles
de glucemia plasmáticos adecuados. Ante todo, debe valorarse de
entrada el estado clínico del paciente y su capacidad de tolerancia
oral.
360
Hipoglucemia confirmada
Cetósica No cetósica
Ac. orgánicos
orina alterados Cuerpos Cuerpos
reductores reductores
orina orina
presentes negativos
Sí No
Galactosemia, Insulina,
Leucinosis, ¿Hepatomegalia? intolerancia ácidos
acidemia fructosa grasos
propiónica,
acidemia
metilmalónica... No Sí
Cociente Insulina
glucemia (mg/dl)/ suprimida,
Hormona de Glucogenosis insulina (mU/ml) ácidos
crecimiento, Déf. F1,6- < 5, ácidos grasos
cortisol bifosfatasa grasos bajos altos
Hiperinsulinismo Defecto
Hormona de Cortisol Cortisol y β-oxidación
crecimiento bajo Hormona de ácidos
baja crecimiento grasos, def.
bajos carnitina
BIBLIOGRAFÍA
1. Bueno-Lozano G, Rodríguez Hierro F. Hipoglucemias. En: Cruz Hernández
M (ed). Tratado de Pediatría, 9ª edición. Madrid: Ergon; 2006. p. 828-34.
2. Styne DM. Hypoglycemia. Core Handbooks in pediatrics. Lippincott Wi-
lliams &Wilkins; 2004. p. 266-286
3. Rodríguez-Hierro F, García JJ. Hipoglucemia. En: Pou i Fernández J (ed.).
Urgencias en Pediatría. 4ª edición. Madrid: Ergon; 2005. p. 458-64.
4. Borrás Pérez MV, Hernández I, López Siguero JP. Diagnóstico diferencial
de la hipoglucemia en el niño. Protocolos diagnóstico-terapéuticos. SEEP.
2001; 1: 141-9. Disponible en: http://www.seep.es/privado/prpubli.htm
5. Hanas R. Hipoglucemia. Diabetes tipo 1 en niños, adolescentes y adultos
jóvenes. Madrid: Ediciones Díaz de Santos; 2001
6. Lifshitz F. Pediatric Endocrinology (5th edition). Informa Healthcare; 2007.
p. 291-317.
363
6.4. TRASTORNOS HIDROELECTROLÍTICOS:
SODIO
A. Deyà-Martínez, A. Serrano, J.M. Quintillá
HIPONATREMIA
Concepto
La hiponatremia es la alteración hidroelectrolítica más común en
la práctica clínica en la población general. La cifra normal del sodio
plasmático oscila entre 135 y 145 mEq/L. Dado que valores de 130-
135 mEq/L no comportan significación clínica, en la práctica se consi-
dera hiponatremia un valor de sodio plasmático inferior a 130 mEq/L.
Clínica
La sintomatología presentada por los pacientes depende del
grado y la rapidez de instauración de la hiponatremia.
Leve 130-135 mEq/L Asintomática
Moderada 125-130 mEq/L. Náuseas y malestar general
Grave ≤ 125 mEq/L Cefalea, letargia, decaimiento y
desorientación
≤ 125 mEq/L e Convulsiones, coma, daño cerebral
instauración rápida permanente, herniación o muerte.
* Mecanismo de protección cerebral: en contexto de una hi-
ponatremia se produce un paso de agua del medio extracelular al
intracelular, provocando una hiperhidratación celular. Cuando esta se
instaura de manera lenta, a nivel cerebral se produce un mecanismo
de adaptación mediante el paso de solutos intracelulares hacia el es-
pacio extracelular disminuyendo la osmolaridad intracelular, el paso de
agua al espacio intracelular y por tanto el riesgo de edema cerebral.
Diagnóstico (Fig. 1)
Los factores clave en el diagnóstico de la hiponatremia son:
– Osmolaridad plasmática.
– Osmolaridad en orina.
– La presencia o ausencia de deshidratación en el paciente (un
factor en ocasiones difícil de valorar).
364
Osmolaridad plasmática
↓ N ↓
Tratamiento
1. Hiponatremia sintomática
En estos casos se debe administrar suero salino hipertónico 3%
(SSH 3%), que contiene 513 mEq/L de Na, en bolus 2-3 cc/kg hasta
que ceda la clínica.
El ritmo de corrección no debe ser mayor a 1 mEq/L/h en las pri-
meras 3-4 h para evitar el daño cerebral secundario a una corrección
demasiado rápida de la hiponatremia.
Podemos estimar a qué ritmo vamos a corregir el Na tras la
administración de bolus de SSH 3% con la siguiente fórmula:
2. Hiponatremia asintomática
(a) En primer lugar se calcula la cantidad de líquido que le queremos
administrar al paciente según sus necesidades basales (NNBB)
y su estado de hidratación (hipovolémico, euvolémico o hiper-
volémico).
(b) Posteriormente calculamos el déficit de Na que presenta el pa-
ciente mediante la siguiente fórmula:
Déficit Na = 0,6 x Peso (kg) x (135 – Na en plasma)
HIPERNATREMIA
Concepto
La incidencia de la hipernatremia es mucho menor que la hipo-
natremia. Se define como un nivel de sodio plasmático por encima
de 150 mEq/L. En personas con el mecanismo de la sed conservado
y con un libre acceso a líquidos raramente se producirá hipernatre-
mia. Los recién nacidos son sensibles a sufrir hipernatremia por su
incapacidad de acceder libremente a la ingesta de agua.
Clínica
La sintomatología que presentarán los pacientes dependerá del
grado de la hipernatremia y de la velocidad de su instauración.
Diagnóstico (Fig. 2)
El diagnóstico de la hipernatremia se establece mediante la de-
terminación de la osmolaridad plasmática y la concentración de sodio
en orina. Así diferenciamos:
– Hipernatremia euvolémica o hipovolémica: se produce por una
pérdida de agua a nivel renal (diabetes insípida, diuresis osmó-
tica) o extrarrenal (gastrointestinales, o insensibles a través del
sudor y la respiración). La diabetes insípida (DI) se caracteriza
por una incapacidad de concentrar la orina pesar del incremento
en la osmolaridad plasmática. Será central cuando no se secrete
hormona antidiurética, y nefrogénica cuando haya resistencia a
la acción de dicha hormona.
– Hipernatremia hipervolémica: se produce por una excesiva entrada
de sodio por múltiples causas, aunque en pediatría la causa más
frecuente es la administración incorrecta de soluciones hipertónicas.
Tratamiento
El tratamiento en la hipernatremia diferirá según si hay sintoma-
tología o no.
1. Hipernatremia sintomática 369
En caso de presentar sintomatología, se deberán administrar
bolus de suero hipotónico (glucosado 5% o suero salino 0,45%)
hasta el cese de la clínica, pudiendo corregir a un ritmo de hasta
1 mEq/L/h.
Como en el caso de la hiponatremia, deberemos calcular qué
descenso de Na estamos generando en nuestro paciente. El cálculo
se realiza de la misma forma que en la hiponatremia.
2. Hipernatremia asintomática
El cálculo de la sueroterapia necesaria para descender el Na
en una hipernatremia asintomática se calcula con la misma fórmula
que en la hiponatremia, pero asignando un valor negativo a la ve-
370 locidad de modificación de la natremia (habitualmente -12 mEq/L
en 24 horas):
HIPOPOTASEMIA
Concepto
Disminución del potasio sérico < 3,5 mEq/L.
Etiología
Es importante una valoración conjunta con el equilibrio ácido-
básico para orientar la causa y establecer el tratamiento (Tabla 1).
Clínica
Los signos y síntomas son muy inespecíficos y suelen encontrarse
cuando el potasio es menor de 2,5-3 mEq/L.
– Neuromuscular: debilidad muscular (cuádriceps), letargia, con-
fusión, tetanias e hipotensión ortostática.
– Cardíaca: puede ser grave con necrosis de tejido miocárdico y
arritmias como latidos prematuros atriales o ventriculares, bra-
dicardia, BAV, taquicardia ventricular y fibrilación.
– Renal: polidipsia y poliuria (disminución de capacidad de con-
centración renal), coma hepático (aumento renal de producción
de amonio), edemas (retención de sodio) y alcalosis metabólica
(aumento de la reabsorción de bicarbonato, disminuyendo la de
cloro).
Diagnóstico
– Historia clínica: orientará sobre la causa.
– Analítica sanguínea: hemograma, ionograma, equilibrio ácido
base, glucemia, urea, creatinina, calcemia, proteínas totales y
osmolaridad.
– Analítica orina: iones, equilibrio ácido-básico.
– ECG: muestra alteraciones indicativas de repolarización anómala:
TABLA 1. Causas de hipopotasemia, se resaltan las más frecuentes. 373
Tratamiento
Si la hipopotasemia no tiene repercusión clínica ni electrocar-
diográfica, primero se deben corregir los trastornos del equilibrio
ácido-básico concomitantes.
374 – K 2,5-3,5 mEq/L:
- Vía: oral.
- Coexiste alcalosis metabólica y depleción de cloro: cloruro
potásico
· Potasion solución 1,32 g/5 ml solución (1 mEq/ml). Dosis:
5-20 ml/día (c 8 h).
· BoiK comp efervescentes 1 comp=10 mEq K= 390 mg K.
Dosis: 1-2 comp/día.
- Coexiste acidosis metabólica: acetato, citrato o aspartato po-
tásico.
- Alimentos ricos en potasio: plátano, naranja, uva, sandía,
melón, albaricoque, coco, aguacate, patatas, frutos secos,
chocolate, café, te, pan, cereales integrales, legumbres,..
– K < 2,5 mEq/L o sintomática:
- Vía: endovenosa.
- Cloruro potásico 2M (5 ml= 10 mEq K).
- Dosis: 0,5-1 mEq/kg, ritmo máximo de infusión: 0,5-1 mEq/
kg/h. Precisando monitorización electrocardiográfica si > 0,5
mEq/kg/h.
- Dilución: suero salino (evitar suero glucosalino, glucosa favorece
entrada de K a la célula). Concentración máx.: 100 mEq/L vía
periférica y 200 mEq/L vía central. Diluciones (mL de SF)= Nº
mEq x 10 para vía periférica; Nº mEq x 5 para vía central.
- Controles seriados de equilibrio ácido-base, ionograma y cal-
cemia.
- En casos de insuficiencia renal, la velocidad de infusión se
ajustará según pérdidas renales.
HIPERPOTASEMIA
Concepto
Aumento de potasio sérico superior a 5,5 mEq/L.
Etiología
(Tabla 2)
Clínica
– Neuromuscular: se manifiesta con debilidad muscular, parestesias
en extremidades y parálisis fláccidas.
TABLA 2. Causas de hiperpotasemia, se resaltan las más frecuentes. 375
• Pseudohiperkalemia:
– Error de laboratorio
– Leucocitosis, trombocitosis, hemólisis
• Aumento de entradas:
– Exógenas: dieta, fármacos (penicilina-K), transfusión sanguínea
– Endógenas: estados catabólicos, ejercicio intenso, rabdomiólisis,
síndrome de lisis tumoral, quemados
• Descenso de salidas:
– Fármacos: diuréticos ahorradores del potasio, IECAs, heparina, AINEs,
ciclosporina
– Alteraciones renales:
- Insuficiencia renal aguda y crónica
- Lupus eritematoso
– Insuficiencia adrenal:
- Hipoaldosteronismo primario:
· Enfermedad de Addison
· Hiperplasia suprarrenal congénita
- Hipoaldosteronismo secundario
- Pseudohipoaldosteronismo primario y secundario
– Acidosis tubular renal tipo IV
• Salida del potasio intracelular a espacio extracelular:
– Acidosis metabólica
– Hiperglucemia (déficit insulina)
– Fármacos (β2-bloqueantes, digital, succinilcolina, arginina)
– Parálisis periódica familiar hiperkalémica
Diagnóstico
– Historia clínica: nos orientará sobre la causa.
– Analítica sanguínea: hemograma, ionograma, equilibrio ácido
base, glucemia, urea, creatinina, calcemia, proteínas totales y
osmolaridad. Hay que tener en cuenta que la hipocalcemia, la
hiponatremia y la acidosis agravan los efectos nocivos de la hi-
perkaliemia.
– Analítica orina: iones, equilibrio ácido-básico.
– ECG: muestra alteraciones indicativas de repolarización anómala:
- > 6 mEq/L: onda T alta y picuda
376 - > 7,5 mEq/L: PR largo, QRS
ancho, T alta, depresión del
ST
- > 9 mEq/L: P ausente, onda
sinusoidal, bradicardia, blo-
queo AV, arritmias (fibrilación
ventricular), paro cardíaco
Tratamiento
Todo paciente con hiperpotasemia debe ingresarse en obser-
vación con la finalidad de realizar controles y medidas terapéuticas
oportunas. Las hiperpotasemias moderadas y graves requieren in-
greso en UCIP.
Para su manejo será útil clasificar la hiperpotasemia según su
gravedad.
• Hiperpotasemia crónica K > 6 mEq/L (ej., insuficiencia renal cró-
nica):
– Resinas de intercambio iónico: Resincalcio®.
- Dosis: 0,5 g/kg/día.
- Vía: oral/rectal.
- Diluido: 1-2 cc/g con agua o suero glucosado.
- Produce disminución 1 mEq/L.
• Hiperpotasemia aguda leve (K 5- 5,5 mEq/L):
– Diuréticos: furosemida.
- Dosis: 1-2 mg/kg/dosis.
- Vía: endovenosa.
• Hiperpotasemia aguda moderada (K 5,5-6 mEq/L):
– Pautas de la hiperpotasemia aguda leve más:
– Bicarbonato sódico endovenoso.
- Dosis: 1-2 mEq/kg pasar en 10-20 minutos.
- Diluir con S. glucosado 5%: no mezclar con gluconato cál-
cico.
- Por cada incremento de pH de 0,1 el potasio desciende 0,6
mEq/L.
– Gluconato cálcico al 10% (10 ml= 903,8 mg gluc Ca= 4,6 mEq
Ca).
- Dosis: 0,4 cc/kg pasar en 10 minutos. Dosis máxima 10 ml
- Diluido al medio.
377
Reposición oral Reposición ev
Hipopotasemia
- Tubulopatías: Fanconi,
Entrada K intracelular Pérdidas GI acidosis tubular renal
pH < 7,3
distal
- Alcalosis resp-metab. - Nefritis intersticial
- Hipotermia - Cetoacidosis diabética
- Parálisis periódica - Acetazolamida
familiar hipokaliémica
- Fármacos: insulina, -Tubulopatías: Barter,
glucosa, catecolaminas, Gitelman, Liddle
β-adrenérgicos
↓
pH > 7,4
- mineralocorticoides
- Fármacos: furosemida,
pH > 7,4 pH < 7,3
- Obstrucción intestinal
- Abuso laxantes
FIGURA 1. Hipopotasemia.
Hiperpotasemia
Hiperpotasemia crónica
Hiperpotasemia verdadera
Descenso salidas
Aumento entradas Salida K
intracelular
- Fármacos: ahorradores K,
IECAs, heparina, AINEs, Exógenas Endógenas
Trimetoprim-sulfametoxazol,
ciclosporina
- Insuficiencia renal - Dieta - Catabolismo
- Lupus eritematoso - Penicilina K - Rabdomiólisis
- Insuficiencia adrenal: - Transfusión - Ejercicio
hiperplasia suprarrenal - Sd. lisis tumoral
congénita, Adison, - Quemados
pseudohipoaldosteronismo
- Acidosis tubular renal IV - Acidosis metabólica
- Hiperglucemia
- Fármacos: β2-bloqueantes,
digital, succinilcolina, arginina
- Parálisis periódica familiar
hipercaliémica
FIGURA 2. Hiperpotasemia.
– Salbutamol:
- Dosis: 4 µg/kg a pasar en 20 minutos por bomba de infusión
continua (1 cc= 500 µg).
- Dosis máxima: 250 µg. 379
- Contraindicado en pacientes con arritmias.
- Si no se dispone de vía endovenosa se puede administrar
por vía inhalatoria a 0,20 mg/kg/dosis.
– Depuración extrarrenal: diálisis peritoneal, hemodiálisis, hemo-
filtración.
BIBLIOGRAFÍA
1. Benito Fernández J. Alteraciones del sodio y potasio. En: Benito J, Luaces
C, Mintegui S, Luaces C (eds.). Tratado de urgencias en pediatría. Madrid:
Ergon; 2010. p. 659-64.
2. Mount DB. Causes of hypokalemia. En: Sterns RH, Forman JP (eds.).
UpToDate, 2013. Disponible en: www.uptodate.com
3. Mount DB. Evaluation of the patient with hypokalemia. En: Sterns RH,
Emmett M, Forman JP (eds.). UpToDate, 2013. Disponible en: www.
uptodate.com
4. Mount DB. Clinical manifestations and treatment of hypokalemia. En:
Sterns RH, Emmet M, Forman JP (eds.). UpToDate, 2013. Disponible
en: www.uptodate.com
5. Somers MJ. Management of hyperkalemia. En: Mattoo TK, Kim MS (eds.).
UpToDate, 2013. Disponible en: www.uptodate.com
6. Carter ET. Hipokalemia. Hiperkalemia. En: Brennan JA, Brown L, Rothrock
SG (eds.). Pediatric Emergency Medicine. Philadelphia: Saunders; 2007.
p. 793-8.
7. Flores González JC, Hernández González A. Trastornos electrolíticos
graves. Protocolos Sociedad Española de Cuidados intensivos Pediátricos
(SECIP). 2010. [acceso 1 de marzo de 2013]. Disponible en: www.secip.
com/publicaciones/protocolos/cat_view/68-protocolos/104_trastornos-
electrolíticos
380
6.6. TRASTORNOS HIDROELECTROLÍTICOS:
CALCIO
A. Domingo, W. Fasheh
HIPOCALCEMIA
Se entiende por hipocalcemia la concentración sérica total de
Ca < 8,5 mg/dl.
Etiología
Las causas más frecuentes dependen de la edad del paciente;
las principales etiologías se muestran en la Tabla 1.
Especial mención debe hacerse con los neonatos. La hipocal-
cemia en el recién nacido puede ocurrir en los tres primeros días de
vida (hipocalcemia neonatal temprana) o entre los 4-28 días de vida
(hipocalcemia neonatal tardía). Las principales causas también se
enumeran en la Tabla 1.
Sintomatología
Las manifestaciones clínicas de la hipocalcemia varían según la
edad del paciente, la causa y el tiempo de evolución de la misma.
Su intensidad es variable y los síntomas pueden ser intermitentes.
Aparece con niveles de Ca++ < 0,7 mmol/L (= 2,8 mg/dl), se co-
rrespondería a una calcemia total inferior a 7,5 mg/dl. Los síntomas
pueden ser:
1. Neuromuscular: tetania, hiperreflexia, parestesias, debilidad, es-
pasmos musculares, convulsiones. Signo de Chvostek (espasmo
facial al percutir el nervio facial por delante de la oreja) + signo de
382 TABLA 1. Principales causas en las alteraciones del calcio (hipocalcemia e
hipercalcemia).
Hipocalcemia
Recién nacido:
1. Hipocalcemia neonatal precoz:
• Prematuridad y bajo peso
• Asfixia
• Hijo de madre diabética
• Hiperparatiroidismo materno
• Hipoparatiroidismo transitorio
2. Hipocalcemia neonatal tardía (RN > 72 horas):
• Déficit materno de vitamina D
• Yatrogenia (administración de bicarbonato, fosfato o furosemida),
transfusiones
• Hipoparatiroidismo (asociado al síndrome de DiGeorge y otros síndromes)
• Hipomagnesemia
• Alcalosis crónica
Lactante - niño mayor:
1. Hipoparatiroidismo (familiar o idiopático)
1.1. Síntesis o liberación disminuida de PTH:
• Genéticos:
- Síndrome Barakat (asociado a sordera y displasia renal)
- Síndrome de DiGeorge (aplasia o hipoplasia paratiroidea asociada a
defectos cardíacos, dismorfia facial, hipoplasia tímica, fisura palatina)
- Síndrome Sanjad-Sakati (asociado a retraso mental, facies dismórfica y
retraso de crecimiento).
- Síndrome de Kenny-Caffey (otosclerosis e infecciones bacterianas de
repetición).
- Enfermedades mitocondriales
• Autoinmunes
• Adquiridos:
- Lesión o extirpación quirúrgica tiroidea o paratiroidea
- Talasemia mayor (hemosiderosis, secundario al tratamiento)
- Enfermedad Wilson (depósito de cobre)
- Infecciones (sepsis gramnegativos, síndrome shock tóxico, Sida)
1.2. Mutaciones del receptor-sensor del calcio (CaSR). Su hiperfunción da lugar a
hipocalcemia.
1.3. Falta de respuesta a la hormona paratiroidea (pseudohipoparatiroidismo)
2. Déficit vitamina D:
2.1. Estados carenciales (raquitismo carencial):
• Déficit de aporte (malnutrición)
• Malabsorción
• Exposición solar insuficiente
2.2. Incremento del catabolismo hepático de la vitamina D o de sus metabolitos
(anticonvulsivantes)
2.3. Depleción (fístulas biliares)
2.4. Errores congénitos de la síntesis de los metabolitos de la vitamina D:
• Raquitismo dependiente de vitamina D
• Resistencia hereditaria a la vitamina D
3. Hipomagnesemia
4. Hiperfosforemia
5. Miscelánea: pancreatitis, administración iv de líquidos o transfusiones
que contienen citratos-fosfato-dextrano, diuréticos, enemas de fosfato,
insuficiencia renal, síndrome nefrótico (por la hipoproteinemia) .../...
TABLA 1. (Continuación) Principales causas en las alteraciones del calcio 383
(hipocalcemia e hipercalcemia).
Hipercalcemia
Recién nacido:
1. Hipocalcemia materna
2. Disfunción paratiroidea:
• Hiperparatiroidismo:
- Hiperparatiroidismo neonatal severo
- Hiperparatiroidismo secundario
• Hipercalcemia familiar hipocalciúrica (benigna)
• Condrodisplasia metafisaria de Jansen (mutaciones receptor PTH)
3. Trastornos relacionados con la vitamina D:
• Hipercalcemia neonatal idiopática
• Intoxicación vitamina D
• Necrosis grasa subcutánea
4. Miscelánea:
• Yatrogenia
• Síndrome de Williams
• Hipofosfatasia
• Hipofosforemia
• Síndrome pañal azul (malabsorción de triptófano)
Lactante - niño mayor:
1. Hiperparatiroidismo primario:
• Primarias (adenomas, neoplasia endocrina múltiple, etc.)
• Secundarias (insuficiencia renal crónica, raquitismo, malabsorción, etc.)
2. Exceso de vitamina D:
• Intoxicación por vitamina D
• Producción ectópica
• Enfermedad granulomatosa
• Necrosis grasa subcutánea
3. Asociado al aumento del recambio óseo:
• Inmovilización
• Hipertiroidismo
• Intoxicación por vitamina D
• Tiazidas, carbonato de litio, intoxicación por vitamina A
4. Asociado a neoplasias:
• Hemáticas (leucemias linfoblásticas agudas, mieloma, linfoma)
• Tumores sólidos (metástasis)
• Mediación humoral
5. Otras causas:
• Hipercalcemia hipocalciúrica familiar
• Hipercalcemia idiopática de la infancia
• Síndromes genéticos: Sd. Williams
• Acidosis tubular renal
• Síndrome leche - alcalinos
• Hipofosfatasia infantil grave
• Yatrogenia.
Diagnóstico
El diagnóstico de hipocalcemia se sospecha ante la clínica que
presenta el paciente y se confirma con la determinación de la cal-
cemia.
1. Análisis a realizar en urgencias:
- Determinación de la calcemia.
- Equilibrio ácido-base, ionograma, glicemia, magnesemia, fos-
foremia, proteínas totales, osmolaridad, urea y creatinina.
- Orina: calcio, fósforo y creatinina.
2. Practicar un EKG.
3. Criterios de ingreso:
- Hipocalcemia sintomática.
- Hipocalcemia inexplicable, para realizar estudio.
Se debe realizar el diagnóstico diferencial con:
– Hipomagnesemia.
– Intoxicación por fosfato inorgánico (laxantes, enemas).
– Leucemia linfoblástica aguda: al inicio del tratamiento (destrucción
de linfoblastos) por hiperfosfatemia.
– Síndrome de Kenny-Caffey: estenosis conducto medular + es-
tatura baja + alteraciones de la visión.
Tratamiento (Fig. 1)
1. Precauciones generales:
- Administrar el calcio diluido para prevenir la flebitis y evitar la
extravasación porque produce necrosis de los tejidos.
385
Hipocalcemia
Calcio total e iónico,
Estudio gasometría, albuminemia,
ECG y control diuresis
HIPERCALCEMIA
Se considera hipercalcemia cuando los niveles séricos de calcio
total se elevan por encima de 10,5-11 mg/dl (2,6-2,75 mmol/L).
Etiología
Se debe al aumento del calcio en el torrente sanguíneo, proce-
dente del tejido óseo o del tracto digestivo, de tal manera que supera
la capacidad de excreción renal o aumento de la reabsorción tubular
renal del ion. Las causas se clasifican según la edad del paciente y 387
quedan reflejadas en la Tabla 1.
Sintomatología
No es infrecuente que se trate de un hallazgo accidental en un
control analítico porque la clínica es muy sutil y variable. Hasta un
10% de casos son asintomáticos. La intensidad de los síntomas de-
pende del nivel sérico de calcio y de la velocidad con que se instaura
la hipercalcemia. Puede variar desde asintomático (calcemia < 12
mg/dl) hasta un estado comatoso (rápida instauración de calcemia
> 13 mg/dl):
1. Manifestaciones digestivas (son las primeras en aparecer): es-
treñimiento, anorexia, náuseas y vómitos, pirosis retroesternal,
úlcera péptica, pancreatitis.
2. Manifestaciones renales: poliuria, nicturia, polidipsia, hipercalciu-
ria, nefrocalcinosis, nefrolitiasis y, en casos de larga evolución,
insuficiencia renal.
3. Síntomas neuromusculares: hipotonía muscular, astenia, laxitud.
4. Síntomas músculo-esqueléticos: mialgias, artralgias, osteopenia,
fracturas patológicas, osteítis fibrosa quística.
5. Clínica cardiovascular: hipertensión arterial, palpitaciones, bradi-
cardia, arritmia, electrocardiograma con onda T ancha e intervalo
QT corto.
6. Manifestaciones somáticas: fiebre, pérdida de peso, retraso en
el crecimiento.
7. Síntomas neurológicos: cefalea, irritabilidad, letargia, obnubilación
progresiva y coma.
8. En hipercalcemias crónicas: nefrocalcinosis, insuficiencia renal
progresiva, cólicos nefríticos, hematuria, calcificaciones en otros
órganos.
En neonatos, los síntomas y signos con frecuencia son ines-
pecíficos e incluyen letargo, tono disminuido, irritabilidad, poliuria,
polidipsia, estreñimiento, vómitos, rechazo del alimento, pérdida de
peso, acortamiento del intervalo QT y deshidratación.
Las crisis hipercalcémicas se caracterizan por niveles de calcio
superiores a 14-15 mg/dl; los síntomas acompañantes suelen ser
deshidratación, vómitos severos, hipertensión, insuficiencia renal
oligoanúrica, obnubilación y coma.
388
Hipercalcemia
Calcio total e iónico,
Estudio gasometría, albuminemia,
ECG y control diuresis
Fluidoterapia + Diuréticos
Corticoides
Bifosfonatos
Hemodiálisis
Diagnóstico
1. Análisis en urgencias: Ca, equilibrio ácido-base, ionograma, gli-
cemia, Mg, proteínas totales, osmolaridad, urea, creatinina.
2. Orina: calcio, fósforo, creatinina.
3. EKG.
4. Criterios de ingreso:
- Cualquier paciente que presenta crisis hipercalcémica.
- Si presenta niveles de Ca >13 mg/dl.
- Hipercalcemia inexplicable.
Tratamiento
Éste se esquematiza en la Figura 2.
La urgencia de decidir el inicio del tratamiento en el paciente con
hipercalcemia va a depender del nivel de calcemia, de la presencia
de sintomatología clínica (cardíaca, gastrointestinal o del sistema
nervioso central) y de la causa.
Si la hipercalcemia es moderada y el paciente se encuentra asin- 389
tomático, se puede diferir el inicio del tratamiento hasta que se haya
establecido el diagnóstico etiológico.
En el supuesto que el paciente presente una calcemia total ≥14
mg/dl con albúmina normal (± 4 g/dl) y función renal normal, nos
encontramos ante una emergencia médica (representa una seria
amenaza para la vida) y en estos casos el tratamiento médico debe
iniciarse sin demora, aun sin conocer el diagnóstico etiológico:
1. Expansión del volumen, rehidratación + calciuresis:
- 10-20 ml/kg/h de suero fisiológico (se deben aportar 3.000 ml/
m2 de líquidos durante las primeras 24-48 horas, prácticamente
el doble de las necesidades basales).
- Furosemida: 1-2 mg/kg/dosis/4-6-8 h. Inhibe la reabsorción
urinaria de calcio y aumenta su excreción.
En general, la reducción de la calcemia en respuesta a este tra-
tamiento es modesta (puede oscilar entre 0,5 y 2 mg/dl), por lo
que es preciso recurrir a otras medidas terapéuticas.
2. Si no responde o el paciente está en coma, administrar agentes
bloqueantes de la reabsorción del calcio depositado en el tejido
óseo:
- Prednisona: 1,5-2 mg/kg/día. Metilprednisolona iv 2 mg/kg/
dia. Hidrocortisona 5 mg/kg/6 horas.
- Calcitonina: 4-8 UI/kg/día, repartidos cada 6-12 h, vía subcu-
tánea o intramuscular.
3. Cuando se estime que la respuesta no ha sido la adecuada se
pueden administrar bifosfonatos, tanto en hipercalcemias agudas
como en las crónicas (algunas publicaciones limitan su uso en niños
por los posibles efectos adversos en el esqueleto en crecimiento):
- Pamidronato: dosis única iv de 0,5 a 1 mg/kg en infusión con-
tinua de 4-6 horas; mantenimiento: 10-20 mg en 2 dosis oral
y períodos cortos.
- Etidronato (7,5 mg/kg/día iv en perfusión continua durante 4
horas; 5 mg/kg/dosis/12 h, vía oral). La disolución (también la
de pamidronato) debe realizarse con suero salino o glucosado,
pero nunca con soluciones que contengan calcio, como Ringer
lactato.
- Alendronato: 5 mg/kg/dosis/12 h oral. Su efecto sobre la mi-
neralización y crecimiento óseo es menor.
390 - Existen otras posibilidades terapéuticas en las que se tiene
menor experiencia: administración de sales de fosfato por vía
iv en dosis de 5-10 mg/kg cada seis horas, de mitramicina (25
µg/kg iv) o finalmente de ketoconazol (disminuye las concen-
traciones plasmáticas de calcitriol) en dosis de 3-9 mg/kg/día
en tres tomas.
4. En situaciones graves, con insuficiencia renal o cardíaca o en caso
de que el tratamiento anterior no consiga reducir la calcemia por
debajo de 14 mg/dl, se puede recurrir a la hemodiálisis o diáli-
sis peritoneal con dializados exentos de calcio. Este tratamiento
puede causar inestabilidad hemodinámica y cardiovascular, por
lo que se debe efectuar en UCI-P.
BIBLIOGRAFÍA
1. Alteraciones del metabolismo fosfo-cálcico: hipocalcemia, hipercalcemia,
hipofosforemia, hiperfosforemia, raquitismo, osteoporosis. En: Argente
J, Soriano L (eds). Manual de endocrinología pediátrica. Madrid: Ergon;
2010. p. 149-85.
2. Chilbule S, Madhuri V. Complications of pamidronate therapy in paediatric
osteoporosis. J Child Orthop. 2012; 6: 37-43.
3. Fernández M, Gómez JL, Martín M, Momblan J, Bonillo A. Tetany secon-
dary to deficiency rickets. Nutr Hosp. 2012; 27: 656-8.
4. Gupta P, Tomar M, Radhakrishnan S, Shrivastava S. Hypocalcemic car-
diomyopathy presenting as cardiogenic shock. Ann Pediatr Cardiol. 2011;
4: 152-5.
5. González Balenciaga M. Otras alteraciones hidroelectrolíticas. En: Benito
J, Luaces C, Mintegi S, Pou J (ed). Tratado de Urgencias en Pediatría.
Madrid: Ergon; 2011. p. 664-7.
6. Ozkan B, Hatun S, Bereket A. Vitamin D intoxication. Turk J Pediatr. 2012;
54: 93-8.
7. Ros Pérez P. Urgencias endocrinológicas en Pediatría. Protoc Diagn Ter
Pediatr. 2011; 1: 268-83.
8. Rothenbuhler A, Marchand I, Bouqnères P, Linglart A. Risk of corrected
QT interval prolongation after pamidronate infusion in children. J Clin
Endocrinol Metab. 2010; 95: 3768-70.
9. Skalova S, Cerna L, Bayer M, Kutilek S, Konrad M, Schlingmann K.
Intravenous pamidronate in the treatment of severe idiopathic infantile
hypercalcemia. Iran J Kidney Dis. 2013; 7: 160-4.
10. Tonini G, et al. Hyperparathyroidism. Minerva Pediatr. 2004; 56: 125-31.
11. Yeste D, Carrascosa A. Patología del metabolismo del calcio. Protoc
Diagn Ter Pediatr. 2011; 1: 177-92.
391
6.7. MANEJO INICIAL DE LOS PACIENTES
CON ERRORES CONGÉNITOS DEL
METABOLISMO
L. Martínez, N. Lambruschini, E. Castejón, R. García,
M.A. Vilaseca, R. Artuch, Á. García
SOSPECHA CLÍNICA
Pistas clínicas de ECMi
– Antecedentes familiares (poco frecuentes): consanguinidad, muer-
tes neonatales o inexplicables, abortos repetidos…
– Intervalo libre de síntomas.
– Aparición de sintomatología precedida o acompañada por episo-
dios agudos que causan un estado catabólico como infecciones,
ayuno o deshidratación.
– Síntomas habituales: letargia, irritabilidad, rechazo del alimento,
vómitos.
– Signos específicos (poco frecuentes): olor peculiar, cabello que-
bradizo.
– Según forma de presentación:
- Deterioro progresivo sin causa aparente, sin respuesta a los
tratamientos habituales.
- Episodios recurrentes (normalidad clínica y analítica entre los
episodios).
392 TABLA 1. Estudio analítico inicial en la sospecha de ECMi (recogida de
muestras, a ser posible, antes de administrar líquidos u otros tratamientos).
Se solicita TODO, si bien parte se realizará en laboratorio a tiempo real y
parte en laboratorio especializado.
Cetosis N/ Cetosis N
Cetoaciduria Sulfitest +
PDH: déficit piruvato deshidrogenasa; MSUD: enfermedad de la orina con olor a jarabe de arce; NKH: hiperglicinemia no cetósica.
SO: deficiencia de sulfito oxidasa.
FIGURA 1. Algoritmo diagnóstico de los principales ECMI a partir de los hallazgos analíticos de Urgencias.
393
394 – Hipoglucemia con o sin cetosis.
– Cetosis.
Concentración
Edad (g glucosa/100 ml) Volumen diario Calorías diarias
1-3 m 15 200 ml/kg 120/kg
3-12 m 20 150 ml/kg 120/kg
1-2 a 20 100 ml/kg 80/kg
2-6 a 20 1.200-1.500 ml 960-1.200
6-10 a 20 1.500-2.000 ml 1.200-1.600
> 10 a 25 2.000 ml 2.000
Dividir el volumen total entre 12 y administrar tomas cada 2 horas o en enteral
continua.
*Sólo si se descarta defecto de la beta-oxidación. En el resto sólo polímeros
de glucosa.
Mecanismo de
Fármaco acción Presentación Dosis
Fenilbutirato Deriva el amonio a - Oral: - En menores
fenilacetilglutamina Ammonaps 1 g = 1 g de 20 kg:
(no tóxica) - Endovenoso: 250-500 mg/
Ambutyrate® ampollas kg/d (500
2 g/10 ml = 200 mg/ mg/kg/d
ml si etiología
desconocida)
- En > 20 kg:
13 g/m2/d
Dosis máxima
20 g/día
Benzoato Deriva el amonio - Polvo oral y tabletas 250-500 mg/
sódico a hipurato (no 500 mg kg/d
tóxico) - Ampollas 2 g/10 ml
ev (medicamento
extranjero)
L-arginina Activador del ciclo - Polvo oral y sobres 7 300-700
de la urea g. Disolver al 10% con mg/kg/d.
glucosado 5%, salino Administrar al
o agua. 10%, por vía
- Ampollas 5 g/10 ml enteral o ev,
ev (medicamento en 24 horas
extranjero). Diluir al (en 3 dosis o
10% en glucosado continua)
5%, salino o agua de
inyección. .../...
Mecanismo de
Fármaco acción Presentación Dosis
NCG Activador del ciclo - Comprimidos de 100-200 mg/
(N-carbamil de la urea 200 mg kg/d por vía
glutamato enteral
o ácido (1ª dosis 100
carglúmico) mg/kg y seguir
100 mg/kg/d
repartido en 4
dosis)
Biotina Cofactor de las - Ampollas 5 mg/ml 30-80 mg/día
(Vitamina H) carboxilasas (ev)
- Comprimidos 5 mg
Hidroxi- Precursor de los - Ampollas 10 mg/2 ml 1 mg/día por
cobalamina cofactores de: (ev) vía im
(Vitamina B12) - MetilmalonilCo
Amutasa
- Remetilación de
la homocisteína
Piridoxina Cofactor de - Ampollas 300 mg/ 300-600 mg/día
(Vitamina B6) trasaminasas 2 ml (ev)
- Comprimidos 300 mg
Riboflavina Cofactor de Fórmula magistral 100-300 mg/día
(Vitamina B2) deshidrogenasas
Tiamina Cofactor de las - Ampollas 100 mg/ml 300 mg/día
(Vitamina B1) decarboxilasas (ev)
- Comprimidos 300 mg
• En hiperamonemia:
- Administrar detoxificadores (Tabla 5) lo antes posible:
L-arginina, N-carbamilglutamato, benzoato sódico y fe-
nilbutirato según los niveles de amonio. Tener en cuenta las
siguientes precauciones:
· El benzoato puede ser hepatotóxico y NO debe utilizarse si
se sospecha defecto de la oxidación de los ácidos grasos.
· El fenilbutirato y benzoato contienen sodio por lo que deben
diluirse en suero glucosado y adicionar potasio. Si se admi-
nistran conjuntamente es probable la aparición de trastornos
electrolíticos (hipernatremia, hipopotasemia, acidosis) y es
preciso realizar una estrecha monitorización analítica.
- Hemodiálisis: niveles de amonio > 250 µmol/L si no se con- 399
sigue un descenso significativo en 2 horas de tratamiento
farmacológico o bien si no se dispone de la medicación para
administrarla inmediatamente.
- Añadir carnitina sólo en pacientes con hiperamoniemia de
causa conocida cuyo tratamiento de base la incluya, doblando
su dosis habitual (máx. 3 g/d). Esta restricción se debe a que
puede ser cardiotóxica en algunos trastornos de la oxidación
de los ácidos grasos.
- Tener en cuenta que existen fármacos prohibidos:
· PROHIBICIÓN ABSOLUTA: valproato, ácido acetilsalicílico,
pivampicilina y MCT (hasta diagnóstico).
· CON PRECAUCIÓN: fenitoína, carbamazepina, topiramato. Si
se usa fenobarbital vigilar estrechamente los niveles de amonio.
- Traslado a UCI-P:
· Paciente estuporoso, con signos sugestivos de edema ce-
rebral o un nivel de amonio superior a 200 µmol/L.
Si se encuentra estable con amonio > 200 µmol/L y dispone-
mos de especialista en ECM, puede iniciarse el tratamiento
médico y en caso de no respuesta en 2 horas o amonio >
300 trasladar a UCI-P.
· En acidosis graves que no responden al tratamiento médico
(necesidad de hemodiálisis).
· Pacientes que requieran la colocación de una vía central y
todos los que por su estado clínico necesiten medidas de
soporte y/o monitorización intensivas.
• Peculiaridades del niño con ECMi conocido:
- Es muy importante ser prudente, ya que pueden presentar
un estado general relativamente bueno y descompensarse de
manera brusca. Si la familia refiere que no ingieren suficientes
líquidos y calorías y/o no tienen el aspecto habitual, debemos
aumentar el aporte de líquidos y glucosa para evitar una crisis
catabólica.
- Realizar analítica de sangre y orina con estudio metabólico para
valorar el grado de descompensación. En estos casos se indi-
vidualiza la analítica en función de las alteraciones esperables
según el ECMi.
- Valorar la existencia de un factor desencadenante y tratarlo.
400
Hiperamonemia (μmol/L)
250-500
- Medidas de soporte
- Stop proteínas
- Aporte de líquidos y calorías iv
- Todos los cofactores
- Arginina iv (700 mg/kg/día) c/8 h o continuo
- NCG* (100 mg/kg/día)
- Fenilbutirato iv** (250-500 mg/kg/día, 3 dosis)
- Benzoato sódico iv (250-500 mg/kg/día, 4 dosis):
NO en déficit β-oxidación
- Preparar diálisis. Repetir amonio en 2 h
Continuar Diálisis
250-500
BIBLIOGRAFÍA
1. Scriver ChR, Beaudet AL, Sly WS, Valle D (eds). The metabolic and mo-
lecular basis of inherited disease. 8th ed, New York: McGraw-Hill; 2001.
2. Burton BK. Inborn errors of metabolism in infancy: a guide to diagnosis.
Pediatrics. 1998; 102: E69.
3. Calvo M, Artuch R, Macia E, Luaces C, Vilaseca MA, Pou J, et al. Diag-
nostic approach to inborn errors of metabolism in an emergency unit.
Pediatr Emerg Care. 2000; 16: 405-8.
4. Couce ML, Bustos G, Serrano M, Lázaro, et al. A guide to the clinical
diagnosis and urgent treatment of neonatal hyperammonaemia. An Pediatr
(Barc). 2009; 70: 177-82.
5. Greene CL, Goodman SI. Catastrophic metabolic encephalopathies in
the newborn period. Evaluation and management. Clin Perinatol. 1997;
24: 773-86.
6. Grupo de consenso. Protocolo Hispano-Luso de diagnóstico y tratamiento
de las hiperamoniemias en pacientes neonatos y de más de 30 días de
vida. Madrid: Ergon; 2008.
7. Leonard JV. Urea cycle disorders. En: Fernandes J, Saudubray JM, van
der Berge G (eds). Inborn metabolic diseases. Berlín: Springer-Verlag;
2000. p. 213-22.
8. Morris AA, Leonard JV. Early recognition of metabolic decompensation.
Arch Dis Child. 1997; 76: 555-6.
9. Saudubray JM, Ogier de Baulny H, Charpentier C. Clinical approach to
inherited metabolic diseases. En: Fernandes J, Saudubray JM, Van den
Berghe G (eds). Inborn metabolic diseases. Berlin: Springer-Verlag; 2000.
p. 3-43.
10. Ogier de Baulny H, Saudubray JM. Emergency treatments. En: Fernandes
J, Saudubray JM, Van den Berghe G (eds). Inborn metabolic diseases.
Berlin: Springer-Verlag 2000. p. 53-63.
11. Shaw V, Lawson M. Clinical Pediatric dietetics. Blackwell Science; 2001.
12. Blau N, Hoffmann G, Leonard J, Clarke J (eds). Physician´s Guide to the
Treatment and Follow-Up of Metabolic Diseases. Springer; 2006.
SECCIÓN 7. ENFERMEDADES INFECCIOSAS
Coordinador:
Juan José García García
405
7.1. FIEBRE SIN FOCO
R. Garrido
INTRODUCCIÓN
Se define como fiebre la temperatura corporal tomada a nivel del
recto superior a 38°C. Aunque en general se toma ésta como referen-
cia, existen numerosas discrepancias entre los diferentes autores, tanto
en el valor de temperatura que podemos considerar fiebre como en
las diferentes maneras de tomarla. La fiebre es uno de los principales
motivos de consulta en pediatría. Los episodios agudos de fiebre su-
ponen entre un 10 y un 20% de las visitas en un servicio de urgencias
pediátrico y son más frecuentes en niños entre 3 y 36 meses de edad
(15-25%). Después de la evaluación clínica inicial, en aproximadamente
el 20% de los casos, no se encuentra foco de infección.
Se define fiebre sin foco cuando la duración es menor de 72
horas de evolución y no se descubre la fuente de la misma después
de una historia clínica y exploración física cuidadosas. El principal
objetivo de la valoración del lactante con fiebre sin foco es detectar
la posibilidad de una enfermedad bacteriana potencialmente grave
(EBPG) subyacente, aunque la mayoría de estos episodios son de-
bidos a infecciones víricas benignas y autolimitadas que no precisan
tratamiento. Dentro de la EBPG se incluyen casos de bacteriemia
oculta, sepsis, meningitis bacteriana, infección de orina, neumonía
lobar, artritis séptica, osteomielitis aguda y gastroenteritis aguda en
lactantes menores de 3 meses. Actualmente, en la era post-H. in-
fluenzae y con la introducción progresiva de la vacuna neumocócica,
el riesgo de bacteriemia oculta es menor del 1,5%.
ETIOLOGÍA DE LA FIEBRE
En la edad pediátrica las causas más frecuentes de fiebre son las
infecciosas y, dentro de éstas, en más de la mitad de los casos la fiebre
tiene un origen vírico. Los tipos de enfermedades más frecuentes son:
1. Infecciones respiratorias.
2. Infecciones gastrointestinales.
3. Enfermedades exantemáticas.
406 Los virus más frecuentes son:
1. Virus herpes hominis tipo 6.
2. Enterovirus.
3. Adenovirus.
4. Virus respiratorios.
En un bajo porcentaje de los niños con fiebre, ésta es causada
por una infección bacteriana, entre las que se incluyen con mayor
frecuencia infecciones del área ORL, neumonías, infecciones del
tracto urinario, infecciones gastrointestinales, meningitis, sepsis y
bacteriemia oculta. Los gérmenes causantes de estas patologías
son: S. pneumoniae, N. meningitidis, H. Influenzae y S. enteridi-
tis. Existen otras causas no infecciosas, que deben tenerse en
cuenta en el diagnóstico diferencial, si bien son menos frecuentes
(Tabla 1).
EVALUACIÓN CLÍNICA
La evaluación clínica del lactante con fiebre incluye una anam-
nesis y exploración física detalladas y la posibilidad de realización de
exploraciones complementarias.
Anamnesis
Anamnesis general
En la anamnesis general de un lactante con fiebre se deben
recoger los siguientes datos:
1. Antecedentes personales: los niños con fiebre que están más
expuestos a infecciones bacterianas graves son los niños prema-
turos, los niños menores de 3 meses, los niños con enfermedades
crónicas y los pacientes inmunodeprimidos.
2. Vacunaciones recibidas: por el riesgo de presentar fiebre por
reacción vacunal y para conocer el estado inmunitario frente a
gérmenes causantes de enfermedad bacteriana invasiva, como
H. influenzae, N. meningitidis y S. pneumoniae.
3. Factores ambientales predisponentes: asistencia a guardería,
padres fumadores.
4. Antecedentes de intervenciones quirúrgicas.
5. Administración de fármacos: antibióticos, corticoides, quimiote-
rapia.
6. Antecedentes familiares.
TABLA 1. Otras causas de fiebre. 407
Historia actual
Es preciso preguntar sobre la existencia de factores de riesgo.
Tanto la edad como la temperatura son dos datos objetivos que pue-
den determinar por sí mismos una actuación más o menos agresiva
independientemente de los otros datos.
Edad
La edad es el factor más importante en la toma de decisiones
en cuanto a la realización de exploraciones complementarias y a la
aplicación de pautas de tratamiento. Desde el punto de vista práctico,
se puede dividir a los niños en menores y mayores de 3 meses, ya
que la etiología, el riesgo de EBPG y el manejo clínico son diferentes.
Por debajo de esta edad, la presencia de fiebre debe poner sobre
aviso de que fácilmente podemos encontrarnos frente a una EBPG.
Además, a esta edad los niños suelen localizar poco la patología y,
por tanto, será más difícil llegar a un diagnóstico sin hacer uso de
los exámenes complementarios.
Temperatura
El segundo factor de riesgo es la temperatura. La hipertermia se
ha correlacionado directamente con la existencia de bacteriemia. Se
ha establecido que la temperatura umbral es la de 39,5°C, aunque
para algunos autores es de 39°C, ya que por encima de este límite
la incidencia es alta y por debajo es inferior al 1%.
Síntomas acompañantes
Hay que preguntar a los padres si la fiebre se acompaña de otros
síntomas. Además, se debe tener en cuenta que la fiebre provoca
por sí misma síntomas propios de focalidad, como cefalea, vómitos,
dolor abdominal y molestias musculares, que pueden desorientar en
el diagnóstico.
Exploración física
Observación clínica
Una vez realizada la anamnesis, el siguiente paso es la realiza-
ción de un examen físico cuidadoso. El estado general o aspecto
del enfermo es una expresión del estado cardiocirculatorio junto al
estado neurológico. Se ha de considerar si se ha encontrado alguna
focalidad en la exploración física, aunque la presencia de ésta no
siempre excluye la coexistencia de una bacteriemia.
Algunos autores han aplicado escalas en las que se combinan
parámetros clínicos con parámetros de laboratorio y que son utiliza-
dos para discriminar los niños de bajo riesgo. Los criterios de bajo
riesgo de Rochester (Tabla 2) se consideran útiles para determinar si
un lactante de menos de 3 meses de edad tiene un riesgo alto o bajo
de presentar una EBPG. Su utilización en la práctica ha demostrado
su eficacia en niños menores de 3 meses, incluso en aquellos con
menos de 28 días de vida. Los niños que cumplen estos criterios
tienen muy pocas probabilidades de padecer una enfermedad grave
y, en consecuencia, no requieren ninguna otra intervención médica.
TABLA 2. Criterios de Rochester. 409
Exploraciones complementarias
Se pueden dividir los exámenes complementarios en dos gran-
des grupos: aquellos que son específicos y determinantes porque
su positividad nos asegura un diagnóstico y los inespecíficos, que
por sí solos no permiten realizar el diagnóstico pero que aportan
información útil para la toma de decisiones.
1. Específicos
Radiografía de tórax
No es útil en las fases iniciales de un cuadro febril. Por otro
lado, la fi ebre aislada no constituye un buen criterio de predic-
ción de neumonía sin los signos respiratorios ni auscultatorios y
el rendimiento de la radiografía de tórax en ausencia de clínica
410 es muy bajo. No se recomienda su realización sistemática y sus
indicaciones son:
– Sospecha clínica de neumonía.
– Duración de la fiebre sin foco > 48-72 horas.
– En lactantes > 3 meses si presentan alguna de las siguientes
condiciones:
- > 50 respiraciones por minuto en lactantes entre 3-12 meses.
- > 40 respiraciones por minuto en lactantes > 12 meses.
- Signos de dificultad respiratoria.
- Fiebre > 39°C y leucocitosis > 20.000/mm3.
Sedimento de orina
Se ha descrito que la prevalencia de infección urinaria en niños
entre 2 y 24 meses de edad con fiebre sin foco detectable mediante
la anamnesis y la exploración física es de aproximadamente 3-7%.
Esta prevalencia varía según el sexo. Así, la prevalencia en niñas
menores de 1 año es del 6,5% y en niños es del 3,3%. En las niñas
entre 12 y 24 meses esta prevalencia aumenta al 8,1% y en los niños
disminuye al 1,9%. Esta prevalencia también varía en función de la
intensidad de la fiebre, de manera que cuando la fiebre es > 39°C,
aumenta el riesgo de padecer una infección urinaria.
La realización de sedimento de orina y urocultivo está indica-
da en niñas < 24 meses, en niños < 6-12 meses y en niños con
antecedentes de uropatía, si presentan alguna de las siguientes
condiciones:
1. Temperatura > 39°C.
2. Duración > 2 días.
3. Ausencia de focalidad.
Pese a que el diagnóstico final de infección urinaria se realiza
cuando se dispone del resultado del urocultivo y éste tarda unos
días, la presencia de un sedimento urinario patológico (definido como
más de 10 leucocitos por campo, presencia de nitritos o presencia
de gérmenes en la tinción de Gram) orienta el diagnóstico y obliga
a instaurar tratamiento hasta que se corrobore con el resultado del
cultivo. El problema más importante en relación con esta prueba es
la existencia de gran número de falsos positivos que, por lo general,
se relacionan con defectos en la recogida de la muestra. Por ello,
es muy importante esmerar al máximo el cuidado y las medidas de
limpieza y utilizar, siempre que sea posible, sobre todo en niños muy 411
pequeños, técnicas de recogida estériles como el sondaje vesical o
la punción suprapúbica.
Un sedimento negativo no descarta definitivamente una infec-
ción urinaria, aunque permite en ese momento tomar decisiones.
Se debe recordar que un 2-4,5% de sedimentos negativos pueden
corresponder a urocultivos positivos, hecho que se ha de tener en
cuenta al valorar los resultados de esta prueba.
Hemocultivo
Es el que nos permite el diagnóstico etiológico de una bacteriemia
oculta o una sepsis. En consecuencia, deberemos realizarlo siempre
que sospechemos estos diagnósticos o nos encontremos frente a
un paciente con criterios de riesgo. Pese a ello, el problema reside
en que el resultado no es inmediato y que, por lo tanto, nos es de
poca ayuda a la hora de tomar decisiones.
La realización del hemocultivo está indicada:
1. Sospecha de EBPG, siempre antes de instaurar tratamiento an-
tibiótico endovenoso empírico.
2. Otitis e infecciones del tracto urinario, en niños por debajo de los
3 meses de edad.
3. Infección del tracto urinario a cualquier edad si precisan ingreso.
4. Fiebre sin foco en lactantes de < 3 meses y fiebre > 38°C.
5. Fiebre sin foco en lactantes de 3-36 meses y fiebre > 39,5°C.
6. Fiebre sin foco en lactantes de 3-36 meses, fiebre > 39°C y un
recuento leucocitario igual o superior a 15.000 leucocitos/mm3 (en
este caso el hemocultivo se obtendrá en un momento posterior
al del hemograma).
7. Fiebre en el lactante oncológico y/o inmunodeprimido.
Punción lumbar
El estudio del líquido cefalorraquídeo es el único que nos permite
realizar el diagnóstico de meningitis y, por tanto, debemos realizarla
siempre que lo sospechemos. La pleocitosis en LCR se define como
un recuento leucocitario superior a 10 células/mm3. Cabe mencionar
que el 1% de los niños con bioquímica normal y tinción de Gram
negativa en el LCR puede presentar un cultivo de LCR positivo, y que
este hecho se asocia con más frecuencia a N. meningitidis.
412 TABLA 3. Relación entre leucocitosis y riesgo de EBPG.
2. Inespecíficos
En este grupo se incluyen aquellos exámenes de laboratorio que
por sí solos no nos permiten realizar el diagnóstico, pero que aportan
información y ayudan en la toma de decisiones.
Recuento leucocitario
Los leucocitos son uno de los primeros marcadores que se elevan
en la infección, por lo que la cifra de leucocitos ha sido un paráme-
tro utilizado con frecuencia para intentar diferenciar los niños con
riesgo de padecer una EBPG. El riesgo de padecer una EBPG se
incrementa según el grado de leucocitosis (Tabla 3), sin embargo,
no se ha encontrado ninguna cifra que permita hacerlo sin error. Los
numerosos estudios realizados parecen coincidir en que el punto de
corte estaría en 15.000 leucocitos/mm3.
En lactantes menores de tres meses, leucopenias inferiores a
5.000/mm3 se asocian con índices de bacteriemia de más de un
40%. Por último, un recuento de la cifra total de polimorfonucleares
superiores a 10.000/mm3, neutrófilos inmaduros superiores a 1.500/
mm3 y un índice de desviación a la izquierda > 0,2 son otras variables 413
asociadas con frecuencia a riesgo de bacteriemia en niños menores
de 2 años.
Procalcitonina (PCT)
Es el marcador de infección que ha presentado, hasta la fecha,
mejores resultados. La PCT se eleva selectivamente en la infección
bacteriana entre las 3 y 4 horas de su inicio. Alcanza la elevación
máxima a las 6 horas y su concentración sérica permanece estable
hasta 24 horas. Los valores descritos de referencia son: < 0,5 ng/
ml: patología banal; 0,5-2 ng/ml: probable infección localizada; 2-10
infección sistémica posible; >10 ng/ml: sepsis muy probable.
Una de las mayores ventajas de la PCT es que permanece baja
durante la infección vírica, siempre que no se produzca una infección
bacteriana añadida y que, a diferencia de otros marcadores (leucoci-
tos, VSG, PCR), tampoco aumenta en las enfermedades inflamatorias
de base inmunológica (lupus eritematoso diseminado, artritis crónica
juvenil, vasculitis, conectivopatías, etc.).
BACTERIEMIA OCULTA
La bacteriemia oculta (BO) es la detección de un microorganis-
mo en sangre en un paciente con escasos hallazgos anormales en
la exploración física, que en la mayoría de los casos es normal o
sólo demuestra una infección de vías respiratorias superiores o una
otitis. El tratamiento de la BO depende tanto del microorganismo
causal como de la sintomatología presente en la reevaluación. La
edad también es un factor a tener en cuenta en algunas ocasiones
(Fig. 1).
414
Hemocultivo positivo
Reevaluación clínica
TRATAMIENTO ANTITÉRMICO
Existe controversia sobre si se debe o no tratar la fiebre. Los
autores partidarios de no tratarla argumentan que la fiebre es un
importante mecanismo de defensa que contribuye a la lucha contra
la infección. También es importante explicar a los padres que la fiebre
por sí misma no causa daño al niño y que la fiebre puede ser rebelde
en su descenso, sobre todo en las primeras 12-24 horas.
Medidas físicas
1. Es fundamental mantener una buena hidratación y una nutrición
adecuada. Es necesario prescribir un aporte adecuado de líquidos
por vía oral y un aporte suplementario de hidratos de carbono en
forma de bebidas azucaradas.
2. Retirar el exceso de ropa de vestir y de cama.
3. Las medidas de enfriamiento externo son útiles como medidas
coadyuvantes para conseguir la pérdida de calor corporal por
evaporación. Son desaconsejables las «friegas» con alcohol y los
«baños» con agua fría.
Tratamiento farmacológico
Los fármacos antipiréticos son capaces de reducir la fiebre sin
disminuir la temperatura corporal normal. Además de la disminu-
ción de la fiebre, estos fármacos poseen un efecto analgésico y
algunos (ibuprofeno) tienen también un efecto antiinflamatorio. Los
principales antitérmicos utilizados en la infancia son ibuprofeno y
paracetamol.
– Ibuprofeno: Dosis: 5-10 mg/kg, 3-4 veces al día.
Dosis máxima: 40 mg/kg/día.
– Paracetamol: Dosis: 10-15 mg/kg/dosis, cada 4-6 horas.
Dosis máxima: 80 mg/kg/día.
Alternancia de antitérmicos
A pesar de ser un tema enormemente controvertido, en la ac-
tualidad no se aconseja la alternancia de los antitérmicos debido a
que pueden suponer un riesgo aumentado de toxicidad por ambos
antitérmicos y un aumento de probabilidad de efectos secundarios.
Esto es debido a que poseen un mecanismo de acción similar, la
absorción se produce a nivel del tracto gastrointestinal, tienen un me-
tabolismo hepático, se excretan por orina, existe riesgo de toxicidad
tubular y riesgo de administrar dosis inadecuadas.
Si la monoterapia es un fracaso, hay que plantearse si la dosis es
adecuada, si la frecuencia es óptima o si la solución es el tratamiento
etiológico de esa fiebre.
416
Edad < 3 meses
Temperatura > 38°C
Hemograma Hemograma
Cultivos TDR Cultivos
Orina Orina
LCR
FIGURA 2. Actitud práctica ante el niño con fiebre entre 1-3 meses de edad.
ACTITUD PRÁCTICA
En las Figuras 2 y 3 se exponen los algoritmos prácticos reco-
mendados para los dos grupos de pacientes: niños menores de 3
meses y niños entre 3 y 36 meses.
Focalidad No focalidad
Actuación
segín Aspecto no tóxico Aspecto tóxico
diagnóstico
y estado Hemograma
Tª < 39,5°C Tª > 39,5°C TDR Cultivos
Orina
LCR
Control VCN*
ambulatorio Orina ±
Hemograma Ingreso
Tratamiento
FIGURA 3. Actitud práctica ante el niño con fiebre mayor de 3 meses de edad.
BIBLIOGRAFÍA
1. Allen CH. Fever without a source in children 3 to 36 months of age. Enero
2009. Disponible en: www.uptodate.com
2. Archimbaud C, Chambon M, Bailly L. Impact of rapid enterovirus mol
ecular diagnosis on the management of infants, children and adults with
aseptic meningitis. J Med Virol. 2009; 81: 42-8.
3. Baraff LJ. Management of infants and young children with fever without
source. Pediatr Ann. 2008; 37: 673-9.
4. Benito-Fernández J, Vázquez-Ronco MA, Morteruel-Aizkuren E, Mintegui-
Raso S, Sánchez-Etxaniz J, Fernández-Landaluce A. Impact of rapid viral
418 testing for influenza A and B viruses on management of febrile infants
without signs of focal infection. Pediatr Infect Dis J. 2006; 25: 1153-7.
5. Byington CL, Enríquez FR, Hoff C, Tuohy R, Taggart EW, Hillyard DR, et
al. Serious bacterial infections in febrile infants 1 to 90 days old with and
without viral infections. Pediatrics. 2004; 113: 1662-6.
6. Capapé Zache S, Luaces Cubells C, Garrido Romero R, Claret Teruel G,
Fernández Landaluce A, Benito Fernández J. Impact of pneumococcal
vaccination on the management of infants with fever according to vacci-
nation rates. An Pediatr (Barc). 2007; 67: 30-6.
7. Cuello CA, Tamez L, Valdez J. Total white blood cell count, erythrosedi-
mentation rate and C-reactive protein for the detection of serious bacterial
infections in 0 to 90 days old infants with fever without a sourde. An
Pediatr Barc. 2008; 68: 103-9.
8. Fernández A, Luaces C, Valls C, Ortega J, García JJ, Mira A, et al. Pro-
calcitonina para el diagnóstico precoz de infección bacteriana invasiva
en el lactante febril. An Esp Pediatr. 2001; 55: 321-8.
9. Fernández A, Luaces C, García JJ. Procalcitonin in pediatric emergency
departments for the early diagnosis of invasive bacterial infections in fe-
briles infants: results of a multicenter study and utility of a rapid qualitative
test for this marker. Pediatr Infect Dis J. 2003; 22: 895-903.
10. Maniaci V, Dauber A, Weiss S. Procalcitonin in young febrile infants for the
detection of serious bacterial infections. Pediatrics. 2008; 122: 701-10.
11. Mintegi S, García-García JJ, Benito J, Carrasco-Colom J, Gómez B,
Hernández-Bou S, et al. Rapid influenza test in young febrile infants for
the identification of low-risk patients. Pediatr Infect Dis J. 2009; 28: 1026-
1028.
12. Pou Fernández J, Luaces Cubells C, Mintegi Raso S. El niño febril. Re-
sultados de un estudio multicéntrico. An Esp Pediatr. 2001; 55: 5-10.
419
7.2. FIEBRE EN EL PACIENTE ONCOLÓGICO
C. Fortuny
INTRODUCCIÓN
Las infecciones son una de las causas más frecuentes de fiebre
y motivo de consulta en los servicios de Urgencias. Los pacientes
pediátricos afectos de cáncer deberán ser evaluados con el fin de
diagnosticar la causa de la fiebre e identificar, en el caso de infección,
el agente responsable de la misma.
La clínica de las infecciones en los pacientes pediátricos inmu-
nodeprimidos es más sutil, siendo generalmente la fiebre la única
manifestación al inicio del cuadro en los niños con neutropenia, re-
quiriendo de mayor número de estudios y de tratamiento antibiótico
de amplio espectro empírico.
Las infecciones son la primera causa de morbilidad y mortalidad
en los pacientes oncológicos. En los últimos años los avances en el
tratamiento del cáncer han determinado una mayor supervivencia
de los pacientes pediátricos sometidos a quimioterapia y, asimismo,
un incremento de las complicaciones asociadas a la misma, entre
las que destaca la neutropenia. El inicio precoz del tratamiento,
utilizando antibióticos de amplio espectro, ha representado uno de
los mayores avances, reduciendo la mortalidad de los pacientes
oncológicos asociada a las infecciones a partir de su aplicación en
la década de 1970.
Esta pauta pretende exponer la actitud diagnóstica y terapéutica
ante el paciente oncológico con fiebre y neutropenia por ser la causa
más frecuente de consulta en los servicios de Urgencias.
DEFINICIONES
Fiebre
Se recomienda que la toma de temperatura en los pacientes con
neutropenia se realice a nivel oral o axilar. Si se utiliza esta última,
la temperatura obtenida se considera equivalente a la temperatura
oral. Está contraindicada la determinación rectal de temperatura en
420 los pacientes neutropénicos, debido al riesgo de traumatismo en la
mucosa a este nivel y de bacteriemia.
Debe ser tenida en cuenta la temperatura o fiebre como tal re-
ferida por los padres y/o cuidadores, aun cuando el paciente se
encuentre afebril en el momento de ser atendido en Urgencias.
– En el paciente con neutropenia la definición de fiebre es distinta,
y se define como:
a) Una única determinación de temperatura oral superior a 38,3ºC
(en algunas fuentes 38,5ºC).
b) Temperatura igual o superior a 38ºC, durante más de una hora.
c) Al menos dos tomas de temperaturas superiores a 38ºC du-
rante un período de 12 horas, o tres determinaciones de tem-
peratura superior a 38ºC en un período de 24 horas.
Neutropenia
Viene definida por el recuento absoluto de menos de 1.500
neutrófilos/mm3 en los niños hasta los 10 años de edad, o menos
de 1.800 neutrófilos/mm3 desde los 10 años a la vida adulta en la
raza blanca y menos de 1.200 neutrófilos/mm3 en los pacientes de
raza negra. El recuento absoluto de neutrófilos (RAN) se calcula con
la siguiente formula: número total de leucocitos multiplicado por el
porcentaje de: neutrófilos más bandas si las hubiera; el resultado del
producto anterior será dividido por 100.
No obstante, las neutropenias graves, y que requieren de una
exhaustiva valoración, son aquellas con un recuento absoluto de neu-
trófilos inferior a 500/mm3 o con RAN menor de 1.000 neutrófilos/mm3
con riesgo a descender a una cifra de neutrófilos inferior a 500/mm3
o inferior a 100 neutrófilos/mm3. La gravedad de la neutropenia está
condicionada tanto por el número de neutrófilos, siendo potencial-
mente más graves aquellas con un recuento menor de estas células,
como por la duración de la misma; los pacientes con neutropenias
de 10-14 días de duración son susceptibles de presentar infecciones
más graves que aquellos con neutropenias menos duraderas.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
En el paciente neutropénico la respuesta inflamatoria está depri-
mida. La semiología de infección puede ser mínima, pero no suele
faltar la fiebre. La fiebre constituye a menudo la primera manifestación
clínica de una infección grave, en especial durante las fases de neu- 421
tropenia. De hecho, una tercera parte de los pacientes pediátricos
con neutropenia tras quimioterapia o post-transplante de células
hematopoyéticas presentan fiebre, con una ratio de 0,76 episodios
de fiebre por cada 30 días de neutropenia.
Por otro lado, el dolor es el único signo de focalidad infecciosa.
Debe realizarse una exploración exhaustiva, para localizar si existe un
foco de infección, incluyendo lesiones en la barrera cutánea-mucosa.
Las infecciones localizadas más frecuentes son las respiratorias, ab-
dominales, mucositis e infección del catéter.
A diferencia del adulto no se dispone de ninguna escala que
permita determinar de forma predictiva el riesgo de infección grave
en el paciente pediátrico con neutropenia.
ETIOLOGÍA
Las infecciones en niños oncológicos pueden ser de etiología bac-
teriana, por virus, protozoos y hongos, la mayoría de los cuales forman
parte de la flora endógena del paciente. Los gérmenes gram-negativos
son los agentes responsables de gran número de estas infecciones, la
mayoría de origen entérico: Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, En-
trobacter spp, Citrobacter spp, Pseudomonas aureoginosa, Bacteroides
spp. Las infecciones por enterobacterias revisten especial gravedad,
motivo por el cual el tratamiento empírico deberá incluir fármacos po-
tencialmente activos para estos microorganismos. No obstante, tras
la introducción del tratamiento empírico precoz en los pacientes con
neutropenia y fiebre, se ha incrementado el número de infecciones
por gram-positivos, siendo Staphylococcus epidermidis el aislado
con mayor frecuencia, seguido de S. aureus, Streptococcus grupo D,
alfa-hemoliticos y anaeróbicos y Clostridium. Otros agentes a tener en
cuenta son los hongos, en especial del género Candida y Aspergillus.
Los pacientes oncológicos pueden presentar infecciones no tan
sólo como resultado de la granulocitopenia secundaria a la quimio-
terapia, sino como efecto de la afectación de las mucosas (que con-
diciona una disrupción de las barreras naturales) y por obstrucción o
afectación de los órganos o cavidades internas (invasión de las células
tumorales). Por otro lado, la mucositis, secundaria a la administración
de fármacos citotóxicos que lesionan la mucosa gastrointestinal,
facilita el paso de las bacterias propias de la flora del tubo digesti-
422 vo a la sangre. Cuando la duración de la mucositis es prolongada
existe un elevado riesgo de que los pacientes presenten infecciones
bacterianas sistémicas acompañadas de fiebre, aun en ausencia de
neutropenia. La obstrucción intestinal por tumores de esta localiza-
ción favorecería la translocación bacteriana y la perforación intestinal,
y podría ser causa de infecciones bacterianas de origen intestinal.
Por otro lado, los pacientes sometidos a quimioterapia pueden
presentar alteraciones de la inmunidad humoral y celular secundarias
a la misma, y éstas ser una causa más que les predispone a padecer
infecciones.
Es importante destacar que la fiebre en los pacientes oncológicos
puede obedecer a otras causas como el mismo proceso neoplásico
o ser resultado del efecto secundario de la quimioterapia aplicada.
Estas deberán ser investigadas y tenidas en cuenta desde el inicio del
cuadro, en especial cuando la fiebre persista a pesar de antibioticote-
rapia de amplio espectro y se descarten infecciones víricas y fúngicas.
Historia clínica
La historia clínica recogerá la enfermedad de base, los fármacos
que toma el paciente, los antecedentes médicos (en especial, las
infecciones y patología más relevante), los antecedentes quirúrgicos
(especialmente importantes en pacientes oncológicos sometidos a
intervención), las hospitalizaciones, las características de la quimio-
terapia, su duración y la fecha de la última tanda de la misma, una
detallada descripción de la fiebre (duración, temperatura máxima,
momento de inicio, duración, etc.), la sintomatología acompañante,
la presencia de dispositivos (catéteres venosos, port-a-cath, válvulas
de derivación, sonda urinaria, etc.).
En caso de que la neutropenia constituya un hallazgo de labora-
torio en un paciente que ha consultado por fiebre, el interrogatorio irá
dirigido también a descartar causas no infecciosas de agranulocitosis
como la inducida por fármacos.
Exploración física 423
La exploración clínica será minuciosa, debemos tener en cuenta
que los pacientes con neutropenia no pueden manifestar signos
inflamatorios, siendo la clínica mucho más sutil, y a menudo ausente
aun en infecciones localizadas. Deben ser revisadas exhaustivamente
y de forma periódica, al menos cada 24 horas mientras persista la
neutropenia:
– Piel: en especial los pliegues, zonas de decúbito, las áreas cerca-
nas a los catéteres, dispositivos externos, puntos de venopunción
o punciones previas.
– Senos paranasales.
– Orofaringe: revisar toda la mucosa gingival.
– Pulmones.
– Abdomen.
– Periné y vulva.
La presencia de mínimos signos inflamatorios debe ser consi-
derada como una potencial zona de celulitis o absceso y revalorada
durante el ingreso del paciente.
Exploraciones complementarias
– Hemograma y fórmula: es fundamental para determinar la gra-
vedad de la neutropenia y la posible afectación de otras series,
que puede resultar de utilidad para establecer el diagnóstico. El
primer hemograma además nos permitirá monitorizar la evolución
de la neutropenia. Se trata de una prueba urgente.
– Cultivos microbiológicos. Fundamentales para identificar el agen-
te infeccioso responsable de la misma si lo hubiera, se recomienda
siempre que sea posible recoger dos muestras de sangre antes
de iniciar el tratamiento antibiótico. En pacientes portadores de
catéteres o dispositivos centrales (port-a-cath) con varias luces se
recogerán muestras de cada una de las luces, y opcionalmente un
cultivo periférico con el fin de diferenciar entre infección relacionada
con el catéter de una bacteriemia. Sin embargo, el tratamiento
será el mismo en pacientes oncológicos, en los que las infecciones
relacionadas con el catéter son causa de bacteriemia.
Es importante, además, obtener una muestra de orina. Las infec-
ciones del tracto urinario representaron en alguna serie el 76%
de las infecciones en niñas con neutropenia.
424 En pacientes con síntomas respiratorios deberán recogerse mues-
tras respiratorias para estudio microbiológico de bacterias y virus.
En pacientes con alteración del nivel de conciencia, signos me-
níngeos o focalidad neurológica, puede ser necesario realizar una
punción lumbar y analizar el líquido cefalorraquídeo.
Los pacientes con diarrea serán estudiados para descartar, me-
diante coprocultivos, examen de parásitos y determinación de
presencia de toxina de Clostridium, infecciones por estos mi-
croorganismos como posible causa de la fiebre.
Se tomarán muestras de piel, de cualquier secreción, en especial
de aquellas zonas que puedan constituir drenaje de un absceso
o celulitis.
Si no encontramos ningún foco, puede resultar de utilidad para
explorar el abdomen, una ecografía o tomografía computarizada
abdominal.
– Otras exploraciones:
- Radiografía de tórax en pacientes con clínica respiratoria.
- Durante el ingreso:
· Ecografía abdominal o tomografía abdominal, en pacientes
en los que tengamos que descartar patología a este nivel.
· Radiografía de senos paranasales o tomografía computari-
zada, para descartar infección sinusal.
· Estudio de imagen o exploraciones que nos permitan llegar
al diagnóstico etiológico de la fiebre.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El aumento de temperatura puede ser producido por la admi-
nistración de fármacos, hemoderivados, o la misma neoplasia, pero
hay que recordar que todo paciente oncológico febril presenta una
infección mientras no se demuestre lo contrario
TRATAMIENTO
7.1. Tratamiento antibiótico
Vendrá determinado en función del recuento de neutófilos:
a. Neutrófilos < 1.000/mm3: efectuar hemocultivo y valorar iniciar
tratamiento antibiótico en función de la clínica. Ingreso facultativo.
En episodios de bajo riesgo infeccioso se puede plantear el tra-
tamiento antibiótico ambulatorio, de forma inicial o diferida.
– Puede utilizarse ceftriaxona: 100 mg/kg/día, por vía endoveno- 425
sa, siempre y cuando pueda garantizarse un adecuado segui-
miento del paciente y re-evaluación en las 24 horas siguientes.
– En pacientes con neutropenia de corta duración, que por
el tratamiento que están recibiendo o sus características se
consideren de bajo riesgo, siempre que su seguimiento esté
garantizado podría plantearse una pauta de antibióticos orales,
que en adultos está validada en este contexto con:
- Amoxiclina-clavulánico en combinación con ciprofloxacino.
Esta pauta está contraindicada en aquellos pacientes que
utilizan ciprofloxacino o amoxicilina-clavulánico como profi-
laxis.
b. Neutrófilos < 500/mm3. Se trata de una urgencia médica. Iniciar
sin demora la antibioticoterapia parenteral (previa recogida de he-
mocultivos y siempre dentro de las dos primeras horas de la pri-
mera determinación de la fiebre) y proceder al ingreso hospitalario.
La pauta antibiótica a utilizar de forma empírica por vía endove-
nosa y con carácter urgente debe cubrir obligatoriamente gram
negativos. Se recomienda monoterapia inicial con:
– Meropenem: 20 mg/kg y dosis, administrado cada 8 horas.
Otras pautas en monoterapia que han demostrado ser asimis-
mo eficaces son cefepima o piperazilina-tazobactam.
– No se recomienda añadir otros antimicrobianos en la pauta
inicial excepto en las siguientes situaciones:
- Pacientes con sospecha de infección de catéter, inestabilidad
hemodinámica, neumonía, celulitis o infección cutánea: se
añadirá a la pauta inicial:
· Vancomicina: 40 mg/kg/día cada 6- 8 horas, debiendo
ser infundida en bomba de perfusión durante un mínimo
de 1 hora.
- Pacientes con riesgo de infección por gérmenes resisten-
tes a la pauta inicial (Stapylococcus aureus MRSA) u otros
gérmenes.
BIBLIOGRAFÍA
1. Alexander SW, Wade KC, Hibberd PL, et al. Evaluation of risk prediction
criteria for episodes of febrile neutropenia in children with cancer. J Pediatr
Hematol Oncol. 2002; 24: 38-42.
2. Ammann RA, Bodmer N, Hirt A, et al. Predicting adverse events in chil-
dren with fever and chemotherapy-induced neutropenia: The prospective
multicenter SPOG 2003 FN study. J Clin Oncol. 2010; 28: 2008-14.
3. Ammann RA, Hirt A, Luthy AR, et al. Identification of children presenting
with fever in chemotherapy- induced neutropenia at low risk for severe-
bacterial infection. Med Pediatr Oncol. 2003; 41: 436-43.
4. de Naurois J, Novitzky-Basso I, Gill MJ, et al.Management of febrile neu-
tropenia: ESMO Clinical Practice Guidelines. Ann Oncol. 2010; 21 (suppl
5): v252-6.
5. Freifeld AG, Bow EJ, Sepkowitz KA, et al. Clinical practice guideline for
the use of antimicrobial agents in neutropenic patients with cancer: 2010
update by the Infectious Diseases Society of America. Clin Infect Dis.
2011; 52: e56-93.
6. Lehrnbecher T, Phillips R, Alexander S, et al. Guideline for the manage-
ment of fever and neutropenia in children with cancer and/or undergoing
hematopoietic stem-cell transplantation. J Clin Oncol. 2012; 30: 4427-38.
7. Macher E, Dubos F, Garnier N, et al. Predicting the risk of severe bacte-
rial infection in children with chemotherapy-induced febrile neutropenia.
Pediatr Blood Cancer. 2010; 55: 662-7.
8. National Comprehensive Cancer Network: NCCN Guidelines for Sup-
portive Care: Prevention and Treatment of Cancer-Related Infections
(Version 2.2011). Disponible en: http://www.nccn.org/professionals/
physician_gls/f_guidelines.asp
9. Rondinelli PI, Ribeiro Kde C, de Camargo B: A proposed score for predic-
ting severe infection complications in children with chemotherapy-induced
febrile Neutropenia. J Pediatr Hematol Oncol. 2006; 28: 665-70.
10. Santolaya ME, Alvarez AM, Becker A, et al. Prospective, multicenter eva-
luation of risk factors associated with invasive bacterial infection in children
with cancer, neutropenia, and fever. J Clin Oncol. 2001; 19: 3415-21.
11. Sung L, Phillips R, Lehrnbecher T. Time for paediatric febrile neutropenia
guidelines: Children are not little adults. Eur J Cancer. 2011; 47: 811-3.
429
7.3. INFECCIONES OSTEOARTICULARES
L. Sánchez, J.J. García
INTRODUCCIÓN
Las infecciones osteoarticulares consisten en la colonización de
un hueso (osteomielitis) o una articulación (artritis) por una bacteria,
un virus o un hongo, con la producción subsiguiente de una reacción
inflamatoria. La incidencia estimada de este tipo de infecciones en la
infancia es de 5-12 casos por 100.000 año, siendo más frecuentes
en los niños más pequeños. Las manifestaciones clínicas en las fases
iniciales suelen ser muy sutiles, especialmente en los recién nacidos.
Es importante que el pediatra reconozca los primeros signos y sín-
tomas de la enfermedad ya que un diagnóstico precoz y el inicio del
tratamiento inmediato mejora el pronóstico y disminuye las secuelas.
ETIOPATOGENIA
El microorganismo patógeno puede acceder al tejido esquelético
por tres vías:
– Vía hematógena, que es la más frecuente.
– Inoculación directa a partir de una herida penetrante o por alguna
intervención médica o quirúrgica a este nivel.
– Contigüidad a partir de una infección adyacente.
Las infecciones osteoarticulares se pueden producir a cualquier
nivel pero, debido a particularidades anatómicas, tienen predilec-
ción por ciertas localizaciones. Así, las características de la anatomía
vascular de las metáfisis de los huesos largos cerca del cartílago de
crecimiento, un flujo lento y turbulento, predisponen a las osteomie-
litis por diseminación hematógena. En los niños menores de un año
existen vasos transfisarios que comunican la epífisis y la metáfisis
de modo que la infección metafisaria puede extenderse a la articu-
lación. En los niños más mayores también puede producirse artritis
a partir de una osteomielitis en aquellas articulaciones cuya metáfisis
es intracapsular, como la cadera y la articulación escápulo-humeral.
430 Una vez que el microorganismo alcanza la membrana sinovial,
se produce el inicio de la cascada inflamatoria que conlleva la libe-
ración de enzimas proteolíticas por parte de polimorfonucleares y
condrocitos, causando destrucción del cartílago articular. A ello se
añade la lesión que se produce por el efecto mecánico de aumento
de presión en el espacio intraarticular debido a la presencia de pus.
La acumulación de exudado inflamatorio en la articulación puede
causar una subluxación o dislocación de la misma, sobre todo en
neonatos. La compresión vascular puede conllevar una necrosis
avascular de la epífisis.
ETIOLOGÍA
El microorganismo más frecuente para todas las edades es Sta-
phylococcus aureus. En recién nacidos hasta los 3 meses de edad
también son patógenos importantes Streptococcus agalactiae y los
bacilos gram negativos (E. coli). En los niños menores de 5 años
Haemophilus influenzae era responsable de un 7% de las infecciones
osteoarticulares, si bien su frecuencia ha disminuido radicalmente
tras la introducción de la vacuna conjugada. En mayores de 5 años
la gran mayoría de infecciones son producidas por Staphylococcus
aureus (ver Tabla 1).
Otros microorganismos también a considerar son Pseudomonas
aeruginosa, responsable de los casos debidos a heridas punzantes
en los pies; Kingella kingae, frecuente sobre todo en niños menores
de 5 años de edad con buen estado general y escasa sintomatología
general y alteración analítica; Streptococcus pyogenes, a tener en
cuenta principalmente tras una varicela; Streptococcus pneumoniae,
en niños menores de 2 años o con patología de base; Neisseria go-
norrhoeae, en recién nacidos y en adolescentes sexualmente activos;
Salmonella enteritidis, en pacientes con hemoglobinopatías; Brucella
melitensis; Mycobacterium tuberculosis y Neisseria meningitidis. Los
enfermos inmunodeprimidos deben ser considerados aparte ya que
pueden presentar infecciones de variadas etiologías (Candida spp,
gram negativos).
LOCALIZACIÓN
Las infecciones osteoarticulares suelen afectar a un solo hueso o
articulación excepto en recién nacidos o pacientes inmunodeprimidos.
TABLA 1. Etiología más frecuente en función de la edad. 431
Edad Bacterias
< 3 meses Staphylococcus aureus
Streptococcus agalactiae
Bacilos gram negativos
Neisseria gonorrhoeae
3 meses a 3 años Staphylococcus aureus
Kingella kingae
Streptococcus pyogenes
Streptococcus pneumoniae
Haemophilus influenzae tipo B (en niños
incorrectamente vacunados o zonas con baja tasa
inmunizaciones)
> 3 años Staphylococcus aureus
Streptococcus pyogenes
Streptococcus pneumoniae
Neisseria gonorrhoeae (adolescentes sexualmente
activos)
CLÍNICA
Las manifestaciones clínicas de las infecciones osteoarticulares
acostumbran a ser muy inespecíficas y sutiles en fases iniciales, sobre
todo en los recién nacidos y lactantes.
Los lactantes suelen presentar síntomas predominantemente
sistémicos (fiebre en grado variable, malestar general, irritabilidad,
rechazo del alimento) y escasos síntomas locales. La clínica local
más habitual en los lactantes consiste en la presencia de una actitud
antiálgica y rechazo a utilizar la extremidad afecta (pseudoparálisis).
Con frecuencia no se observan signos inflamatorios externos. Así, la
432 artritis de cadera se manifiesta fundamentalmente con dolor y bloqueo
articular. En ocasiones puede presentarse dolor referido a una arti-
culación vecina (por ejemplo, dolor en la rodilla en artritis de cadera).
Los niños más mayores presentan a menudo fiebre, que puede
ser elevada, y cojera. En el caso de las artritis pueden evidenciarse
signos inflamatorios como tumefacción y rubor con dolor y limitación
de la movilidad de la articulación afecta. Algunas articulaciones tienen
una clínica más específica, como la articulación sacroilíaca, que se
presenta con dolor lumbar y en la exploración maniobras sacroilíacas
positivas (maniobra de Fabere: flexión, abducción y rotación externa).
En la osteomielitis es característico el dolor muy bien localizado en
un punto muy concreto a la palpación, si bien es un dato que no es
constante y puede ser de inicio insidioso.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de sospecha inicial es fundamentalmente clínico.
Es importante hacer un diagnóstico precoz en Urgencias ya que el
inicio temprano del tratamiento disminuye la gravedad del proceso
y la posibilidad de secuelas.
– La historia clínica debe ser completa e incluir características del
dolor, uso reciente de antibióticos, proceso infeccioso reciente o
actual, estado de inmunizaciones.
– La exploración física es muy importante. Incluye la observación
de la extremidad afecta, la palpación, comprobación del rango de
movilidad de la articulación, búsqueda de otro foco de infección
o bacteriemia.
– Los estudios analíticos habituales (hemograma, proteína C-
reactiva, velocidad de sedimentación globular y procalcitonina)
pueden ser de utilidad aunque son inespecíficos y no nos sirven
para diferenciar de otros procesos. Los niveles de proteína C-
reactiva resultan elevados en un 98% de los casos, resultando
el marcador más sensible, pero no es específico de infección
osteoarticular.
– Los estudios radiológicos nos pueden ayudar al diagnóstico.
- La radiografía simple en Urgencias suele ser de poca utilidad
ya que las alteraciones visibles son más tardías, pero es con-
veniente solicitarla ya que proporciona una referencia y permite
excluir otras patologías. Es importante realizar una radiografía
compartiva con el lado contralateral. Debemos buscar anoma- 433
lías sugestivas de infección osteoarticular, como tumefacción
de partes blandas y, en las artritis, ensanchamiento del espacio
articular. Hoy día es raro encontrar signos radiológicos típicos
de infección esquelética evolucionada como disminución del
espacio articular, erosiones o imágenes líticas (aparecen a los
10-21 días tras el inicio de los síntomas), aunque dichas al-
teraciones pueden encontrarse en las formas subagudas y
crónicas.
- La ecografía tiene valor en el caso de la artritis, principalmen-
te en las articulaciones grandes, y para detectar colecciones
subperiósticas. Si se identifica un derrame, se puede realizar
una punción guiada.
- Los estudios gammagráficos pueden ser de utilidad en el
diagnóstico temprano de la osteomielitis aguda así como en
la localización de la lesión en algunos casos de osteomielitis
subaguda o existencia de múltiples focos de infección. Los
estudios con fosfato de tecnecio 99 (Tc 99m) y galio 67 (Ga
67) son positivos ya a partir del tercer día de inicio de la en-
fermedad y suelen permanecer positivos durante una o dos
semanas. Los estudios realizados mediante la administración
de leucocitos marcados con indio 111 no son muy utilizados
en pediatría debido a la necesidad de extracción de unos 20-
40 ml de sangre del paciente y a la mayor dosis de radiación
necesaria.
La gammagrafía isotópica con fosfato de Tc 99m (polifosfatos
o bifosfonatos) tiene una alta sensibilidad (80-100%), con una
especificidad del 70-96%. Generalmente se visualizan tres fa-
ses, la primera justo después a la inyección, la segunda a los
5-10 minutos y la tercera tardíamente a las 2-4 horas. Es en
esta tercera fase en la que se revela la especificidad de los
difosfonatos por el hueso. Así, cualquier lesión inflamatoria se
acompaña de aumento del flujo en este área, con aumento
de la captación en las primeras dos fases y, en cambio, la
osteomielitis tiene un foco de hipercaptación en la fase tardía.
El estudio con Tc 99m puede no ser útil en los neonatos, con
elevado número de falsos negativos seguramente debido a la
pobre mineralización del hueso en esta edad. Se calcula que
434 en los neonatos la sensibilidad es muy baja, alrededor de un
30%.
Los estudios gammagráficos no tienen prácticamente interés
en el diagnóstico de artritis séptica, quedando sus indica-
ciones limitadas a casos con dudas en la localización o en
los lactantes pequeños, que con frecuencia presentan artritis
multifocales.
- La resonancia magnética es en el momento actual la prueba
más sensible y específica para el diagnóstico de osteomie-
litis (sensibilidad 97-100%, especificidad 92%). Proporciona
información anatómica importante por ejemplo si se plantea
una intervención quirúrgica o en caso de sospecha de afec-
tación del esqueleto axial. También es especialmente útil en
los casos con mala evolución o en aquellos en que se tiene
una alta sospecha diagnóstica y el estudio gammagráfico es
negativo. El edema de la médula ósea se observa como una
señal hipointensa en T1 e hiperintensa en T2.
DIAGNÓSTICO ETIOLÓGICO
El diagnóstico etiológico es muy importante para el manejo te-
rapéutico y, en general, su búsqueda debe considerarse obligatoria,
ya que será una importante guía durante el seguimiento.
Con la realización de artrocentesis y punción ósea y utilizando los
medios de cultivo adecuados se halla el microorganismo responsable
de la infección entre un 60% y un 85% de los casos, dependiendo
de las series. Para aumentar la detección de Kingella kingae se re-
comienda inocular el líquido articular en un frasco de hemocultivo,
dado que es una bacteria que requiere condiciones aerobias y es
de crecimiento lento.
La realización de la artrocentesis es imprescindible para el diag-
nóstico de una artritis infecciosa. La punción puede guiarse eco-
gráficamente si se precisa. Debe tomarse muestra para bioquímica
siempre que sea posible. El estudio bioquímico y las características
del líquido articular nos pueden orientar sobre la etiología de la infla-
mación articular (ver Tabla 2). En caso de realizar una punción ósea,
la anatomía patológica del hueso es diagnóstica.
En menores de 2 meses puede valorarse solicitar una prueba
para detección de antígeno de Streptococcus agalactiae en líqui-
TABLA 2. Características del líquido articular. 435
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El diagnóstico diferencial de las infecciones osteoarticulares
debe realizarse con varios procesos que se presentan con fiebre,
dolor, tumefacción o impotencia funcional. Entre ellos destacan
las enfermedades reumáticas (artritis idiopática juvenil, las artritis
reactivas o la púrpura de Schölein-Henoch…), los procesos neo-
plásicos (leucemia, sarcoma Ewing, neuroblastoma…), infecciones
de partes blandas (celulitis, abcesos, piomiositis…), enfermedades
ortopédicas (sinovitis transitoria de cadera o la enfermedad de Per-
thes…), traumatismos, infartos en pacientes con drepanocitosis o
enfermedad de Gaucher.
436
Historia clínica y
exploración física sugestivas
Analítica sanguínea,
PCR, VSG (hemograma, PCR, VSG, PCR, VSG
elevadas hemocultivo) normales
+
Reevaluación
+ Alteración ósea
Normal o sugestiva de
ensanchamiento Radiografía diagnóstico
espacio articular alternativo
Ecografía No derrame
(articulaciones grandes) articular
Tratamiento médico-quirúrgico
Buena respuesta
No Sí
Resonancia Radiografía
magnética de control
TRATAMIENTO
Deben considerarse tres aspectos en el tratamiento de las infec-
ciones osteoarticulares: el manejo médico con antibióticos y analgé-
sicos, la indicación de cirugía y el tratamiento rehabilitador. Es por
tanto fundamental la cooperación entre el ortopeda y el pediatra en
el momento del abordaje de estos pacientes (ver Fig. 3).
Tratamiento médico
Analgesia
En primer lugar, es imprescindible pautar tratamiento analgésico.
Puede utilizarse por vía oral ibuprofeno (5-10 mg/kg/dosis, cada 6
437
Historia clínica y
exploración física sugestivas
Analítica sanguínea,
(hemograma, PCR, VSG,
hemocultivo)
Reevaluación
+ Alteración ósea
Alteración sugestiva de
sugestiva de Radiografía diagnóstico
osteomielitis alternativo
Normal
¿Intervención
quirúrgica?
Gammagrafía Normal
Sí No
Patológica
Resonancia Tratamiento
magnética
Buena respuesta
No Sí
Resonancia Radiografía
magnética de control
Antibiótico empírico
El tratamiento antibiótico inicial utilizado en estos pacientes es
un tratamiento empírico por lo que debe proporcionar una cobertura
438
Analgesia - < 5 años: cloxacilina +
ceftriaxona
Tratamiento médico Antibiótico ev - > 5 años: cloxacilina
empírico - Considerar otros
antibióticos en
¿Enfermedad Rehabilitación situaciones especiales
compleja?
Sí No
Reevaluación 5 días ev
Antibioticoterapia oral
El antibiótico a utilizar por vía oral se elegirá preferentemente
guiados según el antibiograma del microorganismo responsable. La
opción de elección en el caso de cultivos negativos es:
– En menores de 5 años, la cefuroxima-axetilo (50 mg/kg/día, cada
8 horas).
– En mayores de 5 años, el cefadroxilo a 50-60 mg/kg/día cada 8
horas (máximo 3 g/día).
– Otros antibióticos alternativos que pueden utilizarse por vía oral 441
son cloxacilina (100 mg/kg/día) o amoxicilina-clavulánico (80 mg/
kg/día).
Tratamiento quirúrgico
En las artritis sépticas es obligado realizar una punción-aspira-
ción de la articulación afectada con dos finalidades: por un lado,
obtener material para cultivo y, por otro, para disminuir la presión
sobre el cartílago articular. Las artritis de cadera o de la articulación
escápulo-humeral tienen indicación de artrotomía urgente. En otras
articulaciones la falta de respuesta clínica tras 72 horas de inicio
del tratamiento antibiótico es indicación de artrotomía o punciones
repetidas de la articulación.
En el caso de las osteomielitis es recomendable realizar una
punción-aspiración para obtener material de cultivo. También son
posibles indicaciones quirúrgicas la existencia de destrucción ósea
en la radiografía simple, la obtención de pus en el aspirado o una
mala evolución tras 48-72 horas de tratamiento antibiótico adecuado.
En todo caso, tal y como se ha comentado antes, es fundamental
el manejo conjunto con el cirujano ortopédico.
Tratamiento rehabilitador
En un primer momento el paciente estará en reposo y con inmovi-
lización de la articulación afectada en posición funcional (con tracción
continua o un yeso). Desde el inicio, no obstante, es conveniente
realizar una consulta a rehabilitación para que se realicen ejercicios
isométricos de forma precoz, con la finalidad de prevenir el desarrollo
de atrofias y deformidades. Posteriormente podrá pasarse a realizar
movilizaciones pasivas y movimientos activos.
COMPLICACIONES Y SEGUIMIENTO
Se recomienda realizar una visita antes de la finalización del
tratamiento antibiótico con analítica sanguínea, para comprobar la
normalización de los parámetros de fase aguda, y una radiografía
de control.
Es importante realizar un seguimiento a largo plazo de estos
pacientes para detectar y tratar posibles complicaciones, como
afectación del cartílago de crecimiento, asimetría en la longitud de
442 extremidades, necrosis avascular de la epífisis, pseudoartrosis, dis-
locaciones o artrodesis.
BIBLIOGRAFÍA
1. Bachur R, Pagon Z. Success of short-course parenteral antibioticotherapy
for acute osteomyelitis of childhood. Clin Pediatr. 2007; 46: 30-5.
2. Blickman JG, van Die CE, de Rooy JW. Current imaging concepts in
pediatric osteomyelitis. Eur Radiol. 2004;14(Suppl 4): L55-64.
3. Darville T, Jacobs RF. Management of acute hematogenous osteomyelitis
in children. Pediatr Infect Dis J. 2004; 23: 255-7.
4. Faust SN, Clarck J, Pallett A, Clarke NM. Managing bone and joint infection
in children. Arch Dis Child. 2012; 97: 545-53.
5. Ferrer J, García-García JJ, Ey AM, Luaces C. Osteomielitis aguda tras
punción plantar. An Esp Pediatr. 1999; 50: 517-9.
6. González-Pascual E, Blanch Giménez J. Patología infecciosa osteoar-
ticular en la infancia. Osteomielitis aguda hematógena. Artritis séptica.
Artritis tuberculosa. En: González-Pascual E (ed). Manual práctico de
Reumatología pediátrica. 1ª ed. Barcelona: MRA; 1999. p. 255-88.
7. Gutiérrrez K. Bone and joint infections in children. Pediatr Clin North Am.
2005; 19: 787-797.
8. Gutman L. Osteomielitis y artritis supurativa. En: Krugman S (ed). Enfer-
medades infecciosas pediátricas. 10ª ed. Madrid: Ediciones Harcourt
España; 1999. p. 290-301.
9. Huguet R, Roca J, Moreno D. Diagnóstico precoz y seguimiento de la
infección osteoarticular con resonancia magnética. En: Epeldegui T (ed).
Infecciones musculoesqueléticas en el niño y el adolescente. Madrid;
1999. p. 77-83.
10. Kaplan SL. Osteomyelitis in children. Infect Dis Clin North Am. 2005; 19:
787-798.
11. Karmazyn B. Imaging approach to acute hematogenous osteomyelitis in
children: an update. Semin Ultrasound CT MR. 2010; 31: 100-6.
12. Krogstad P, Smith A.L. Osteomyelitis and septic arthritis. En: Feigin RD,
Cherry JD (eds). Textbook of Pediatric Infectious Diseases. 4ª ed. Phila-
delphia: W.B.Saunders Company; 1998. p. 683-704.
13. Offiah AC. Acute osteomyelitis, septic arthritis and discitis: differences
between neonates and older children. Eur J Radiol. 2006; 60: 221-32.
14. Pääkkönen M, Peltola H. Management of a child whith suspected acute
septic arthritis. Arch Dis Child. 2012; 97: 287-92.
15. Pääkkönen M, Peltola H. Simplifyng the treatment of acute bacterial bone
and joint infections in children. Expert Rev Anti Infect Ther. 2011; 9: 1125-31.
16. Peltola H, Pääkkönen M, Kallio P, Kallio MJ. Short-versus long-term an-
timicrobial treatment for acute hematogenous osteomielitis of chilhood:
prospective, randomized trial on 131 culture-positive cases. Pediatr Infect 443
Dis J. 2010; 29: 1123-8.
17. Pineda C, Vargas A, Rodríguez AV. Imaging of osteomyelitis: current con-
cepts. Infect Dis Clin North Am. 2006; 20: 789-825.
18. Trujillo M, Nelson JD. Suppurative and reactive arthritis in children. Semin
Pediatr Infect Dis. 1997; 8: 242-9.
19. Wall EJ. Childhood osteomyelitis and septic arthritis. Curr Opin Pediatr.
1998; 10: 73-6.
444
7.4. FIEBRE AL REGRESO DEL TRÓPICO
V. Fumadó
INTRODUCCIÓN
Cada año, más de 500 millones de personas se desplazan de un
país a otro por diferentes motivos. Estos movimientos de poblacio-
nes no excluyen a los niños. Bien por viajes de placer, por motivos
laborales de sus padres, por adopción u otras causas, los niños se
desplazan al trópico, o bien en algunos casos han nacido en zonas
tropicales o subtropicales y llegan a nuestro país. Por esta razón,
el pediatra no debe olvidar incluir en la anamnesis preguntas sobre
viajes recientes, y las características de éstos.
El niño que regresa del trópico con fiebre, tendrá que ser evaluado
para todas las causas de síndrome febril, las relacionadas con el
viaje y las que no.
El diagnóstico diferencial inicial irá orientado a las enfermedades
agudas que pueden ser fatales, por ejemplo la malaria, o enferme-
dades que requieran alguna forma de aislamiento para prevenir su
transmisión, como ocurre en las fiebres hemorrágicas o infecciones
respiratorias.
EPIDEMIOLOGÍA
El riesgo de contraer infecciones en el trópico está relacionado
con el tipo de viaje y las actividades realizadas durante éste. Así, los
viajes de aventura, durmiendo en áreas remotas, con menos control
sobre la comida y el agua, acampando o entrando en cuevas, por
ejemplo, serán viajes con más riesgo de contraer algunas enferme-
dades. Los turistas que viajan una o dos semanas por vacaciones
suelen ir a hoteles y realizar viajes más controlados y los trabajadores
para la cooperación o el desarrollo, suelen estar expuestos a otros
riesgos. Por estas razones, en la evaluación inicial es importante
realizar un cuestionario dirigido a conocer los riesgos a que han
estado expuestos (Tabla 1).
TABLA 1. Riesgo de presentar determinadas enfermedades tropicales según 445
factores de riesgo.
Actividades Riesgo
Alimentos crudos Infecciones entéricas, triquinosis, amebiasis
Contacto animales Rabia, fiebre Q, tularemia, brucelosis
Mosquitos Malaria, arbovirus (dengue, f. amarilla…)
Garrapatas Ricketsiosis, tularemia, fiebres hemorrágicas, fiebre
Q, Lyme
Moscas Leismaniasis, tripanosomiasis
Baños agua dulce Esquistosomiasis, leptospirosis, amebiasis
Andar descalzo Larva migrans, Strongyloidiasis
Agua no tratada VHA, VHE, brucelosis, amebiasis, gastroenteriis
(Salmonella, Shigella)
Lácticos no Brucelosis, tuberculosis
pasteurizados
Personas enfermas Meningococemia, tuberculosis, fiebres hemorrágicas
EVALUACIÓN
El riesgo de adquirir una infección tropical está directamente
relacionado con las actividades en el viaje, por tanto la evaluación
inicial debe incluir preguntas referentes al itinerario del viaje, fechas
de llegada y salida, actividades, y alojamiento. También es importante
incluir preguntas dirigidas a determinar exposiciones con más riesgos,
como contacto con enfermos, baños en agua dulce en zonas endé-
micas de esquistosomiasis, tipo de calzado, exposición a animales
(arañazos, mordeduras u otros contactos), ingesta de comidas locales
y/o agua no controlada, o leche sin pasteurizar, contactos sexuales,
tatuajes o pearcing (importante en adolescentes) o espeleología u
otras actividades.
Uno de los apartados más importantes a tener en cuenta es, si
viajaron a zona endémica de malaria, saber si han tomado y com-
pletado la quimioprofilaxis y con que fármaco la realizaron, y también
si recibieron vacunas previamente al viaje.
En la exploración física es importante destacar:
– Estado general, color e hidratación.
– Exantemas, hemorragias gingivales, aftas…
– Adenopatías, nódulos cutáneos o úlceras.
446
Tiempo de incubación (días)
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 >21
Diarrea viajero
Dengue
Fiebre amarilla
Rickettsiosis
Malaria
Fiebre tifoidea
Fiebres hemorrágicas
Tripanosomiasis
Leptospirosis
Hepatitis víricas
VIH
Amb
TBC
Esquistosomiasis
Lsh
TBC: tuberculosis. VIH: infección por virus de la inmunodeficiencia humana;
Amb: amebiasis; Lsh: leishmaniosis.
– ORL.
– Genitales.
– Auscultación cardiorrespiratoria.
– Palpación abdominal (visceromegalias….).
– Signos meníngeos y exploración neurológica.
En el momento de plantear el diagnóstico diferencial hay que
tener en cuenta el periodo de incubación. (Fig. 1)
Si el paciente presenta diarrea u otra sintomatología digestiva,
considerar fiebres entéricas. De las enfermedades de transmisión por
vía fecal-oral, las más frecuentes al regreso de un viaje al trópico son
la fiebre tifoidea y la hepatitis A.
Si el paciente presenta manifestaciones hemorrágicas, considerar:
– Sepsis meningocócica.
– Sepsis por bacilos Gram negativos.
– Rickettsiosis. 447
– Dengue.
– La fiebre hemorrágica (Ébola, Lasa….) es muy grave pero poco
frecuente.
Después del examen físico completo, existen pruebas de labo-
ratorio como primer estudio que no debemos obviar. Esta primera
evaluación analítica incluye:
– Hemograma.
– Recuento y fórmula.
– Pruebas de coagulación.
– PCR.
– Perfil hepático y renal.
– Hemocultivo.
– Es importante reservar una muestra de suero en fase aguda de
la enfermedad, para determinaciones posteriores.
– Si proceden de zona endémica de malaria realizaremos: gota
gruesa y extensión fina (o estudio para malaria con test de de-
tección rápido).
– Parásitos en heces.
– Coprocultivo si presenta diarrea.
– Según la edad (lactantes) se incluirá sedimento de orina.
– Rx tórax según clínica.
Otras pruebas de laboratorio estarán directamente relacionadas
con la anamnesis y la exploración clínica que encontremos.
El patrón de presentación del síndrome febril es importante para
la orientación diagnóstica (ritmo horario, fiebre en agujas, fiebre diaria
o días alternos), así como la asociación con otros síntomas como
cefaleas, escalofríos, sudor, vómitos y/o diarreas.
Si las pruebas complementarias son negativas pero existe sos-
pecha de malaria, debe ingresarse al paciente y repetir el estudio
para malaria en aguja febril.
Fármaco Comentarios
P. falciparum sensible a cloroquina*, P. malariae y P. knowlesi
Cloroquina 25 mg/kg de cloroquina base repartida en 3 días (10 mg/kg
primera dosis, seguida de 5 mg/kg a las 12, 24 y 48 h).
P. falciparum resistente a cloroquina
Dihidroarte- Co-formulado en comprimidos de 20/160 o 40/320 mg (DHA/
misinina- PQP). Dosis: 2,25 mg/kg (DHA) y 18 mg/kg (PQP)/24 h/3 días.
Piperaquina No recomendado en niños menores de 5 kg de peso
Arteméter- Co-formulado en comprimidos de 20 mg arteméter y 120
Lumefantrina mg lumefantrina. Existe una formulación pediátrica soluble.
Son necesarias 6 dosis a las 0, 8, 24, 36, 48 y 60 h. Dosis
pediátricas: 1 comp./dosis si < 3 años (5-14 kg); 2 comp./
dosis (15-24 kg; 3-8 años); 3 comp/dosis (25-34 kg; 9-14
años); 4 comp/dosis (> 34 kg= que adultos). Administrar
preferiblemente con comida grasa. No recomendado en
niños menores de 5 kg de peso
Artesunato No dar en monoterapia, combinar siempre con un segundo
fármaco (ACT). Dosis: 4 mg/kg/día, 3 días. Co-formulado
con amodiaquina , o co-administrado por separado
con clindamicina (25-40 mg/kg/día en 3-4 dosis). No
recomendado en niños menores de 5 kg de peso.
Atovacuona- Comp. Pediátricos: 62,5 mg atovacuona; 25 mg proguanil.
Proguanil No recomendado en niños menores de 5 kg de peso. Niños:
5-8 kg: 2 comp. pediátricos/día/3 días; 9-10 kg: 3 comp.
pediátricos/día/3 días; 11-20 kg: 1 comp. Adulto (250 mg
atovacuona y 100 mg proguanil)/día/3 días; 21-30 kg: 2
comp. adulto/día/3 días; 31-40 kg: 3 comp. adulto/día/3
días; > 40 kg: 4 comp. adulto/día/3 días (igual que adultos).
Quinina 10 mg sal/kg/8 h (cápsulas de 300 mg de sal de quinina)
durante 7 días, complementar con un segundo fármaco
(clindamicina 25-40 mg/kg/día en 3-4 dosis).
P. vivax y P. ovale
Cloroquina Misma pauta de cloroquina que para P. falciparum, excepto
con en zonas de alta resistencia de P. vivax a cloroquina (Islas
Primaquina del pacífico) en las que se usarán ACTs. Debe tratarse los
hipnozoitos hepáticos con fosfato de primaquina (0,25
mg/kg/día durante 14 días, o en zonas de tolerancia a la
primaquina dosis doble de 0,5 mg/kg/día). La primaquina
está contraindicada en déficits severos de G6PD
*Únicamente en algunas zonas de Centroamérica. Por lo demás se considera
a P. falciparum resistente a cloroquina de forma generalizada.
DHA: Dihidroartemisinina; PQP: Piperaquina; Comp.: Comprimidos. ACT:
Artemisinin-based Combination Therapy.
450 TABLA 3. Tratamiento de la malaria grave (generalmente debida a P.
falciparum, ocasionalmente a P. vivax o P. knowlesi).
Fármaco Comentarios
Artesunato Tratamiento de elección si disponible. Dosis: 2,4 mg/kg (iv o
im) a las 0,12, 24 h, seguido de 1 dosis cada 24 h hasta que
sea posible pasar a vía oral. Deberá complementarse siempre
con una dosis completa de otro antimalárico (ver tratamiento
de malaria no complicada)
Arteméter Por vía im, 3,2 mg/kg dosis de carga, seguida de 1,6
mg/kg/12-24 h hasta que sea posible pasar a vía oral.
Complementar siempre con un segundo antimalárico oral.
Quinina 20 mg/kg (dosis de carga) seguida de 10 mg/kg/8 h hasta
que se pueda pasar a vía oral y completar 7 días. Diluir en
10 ml/kg SG5% para infusión parenteral lenta (4 h dosis de
carga, 2 horas dosis siguientes). Puede usarse vía im, rectal
o por SNG, pero entonces no es necesaria dosis de carga.
Suele administrarse junto a un segundo fármaco (clindamicina
o doxiciclina en pacientes > 8 años), pero en caso de ser
usado como monoterapia, deberá complementarse siempre
una vez se tolere la vía oral con una dosis completa de otro
antimalárico
Clindamicina Siempre como tratamiento complementario (en general de
quinina). Por vía im o iv, 25-40 mg/kg/día en 3-4 dosis, diluido
en SF o SG5%
Doxiclina En niños > 8 años de edad. Siempre como tratamiento
complementario (en general de quinina). Por vía im o iv 2-4
mg/kg/día en 1-2 dosis, diluido en SF o SG5%
CONCLUSIONES
Diferentes revisiones muestran como causa más frecuente de
fiebre al regreso del trópico, la malaria. Por tanto, es importante
recordar que toda fiebre al regreso del trópico, mientras no se de-
muestre lo contrario, es malaria y debe evaluarse correctamente
esta posibilidad, ya que el diagnóstico precoz puede prevenir grave
morbi-mortalidad.
Otras causas menos frecuentes incluyen esquistosomiasis aguda,
fiebre tifoidea o paratifoidea, hepatitis A, rickettsiosis, leptospirosis,
y dengue.
La evaluación del paciente febril al regreso del trópico es en
cada caso diferente, pero el diagnóstico diferencial es limitado y se
basa en la evaluación sistemática a través de la historia, del examen 451
físico y de las pruebas de laboratorio. Con esta sistemática podemos
confirmar la sospecha clínica y eliminar la posibilidad de infecciones
potencialmente graves.
BIBLIOGRAFÍA
1. Naudin J, Blondé R, Alberti C, et al. Aetiology and epidemiology of fever in
children presenting to the emergency department of a French paediatric
tertiary care centre after international travel. Arch Dis Child. 2012; 97:
107-11.
2. Banchongaksorn T, Yomokgul P, Panyim S, et al. A field trial of the Para-
Sight-F test for the diagnosis of Plasmodium falciparum infection. Trans
R Soc Trop Med Hyg. 1996; 90: 244-5.
3. Humar A, Keystone J. Evaluating fever in travellers returning from tropical
countries. BMJ. 1996; 312: 953-6.
4. Magill AJ. Fever in the returned traveler. Inf Dis Clin North Am. 1998; 12:
445-69.
5. Raeber P, Winteler S, Paget J. Fever in the returned traveller: remember
rickettsial diseases. Lancet. 1994; 344: 331.
6. Strickland T. Fever in the returned traveler. Med Clin North Am. 1992; 76:
1375-92.
7. Wilson M. Travel and the emergence of infectious diseases. Emerging
Infect Dis. 1995; 1: 39-46.
8. Hill DR. Health problems in a large cohort of Americans travelling to
developing countries. J Travel Med. 2000; 7: 259-66.
9. O’Brien D, Tobin S, Brown GV, Torresi J. fever in returned travellers: review
of hospital admissions for a 3- years period. Clin Infect Dis. 2001; 33:
603-9.
452
7.5. GRIPE
GENERALIDADES
El virus de la gripe pertenece a la familia de los Orthomyxovirus.
Hay cinco géneros de Orthomyxovirus, de los cuales los géneros A
y B son los que principalmente causan enfermedad en los humanos.
Ambos géneros se componen de una envoltura, que contiene dos
tipos de glicoproteínas, y un núcleo central. Los virus del género A se
clasifican en subtipos según la respuesta antigénica a la hemaglutinina
(HA) y la neuraminidasa (NA), las dos grandes glicoproteínas de la
superficie exterior. Estos tipos de HA y NA son la base de la distinción
numérica “H” y “N” en, por ejemplo, “H1N1”.
Por deriva genética en la replicación viral aparecen cambios an-
tigénicos menores tanto en HA como NA, que se asocian a epide-
mias estacionales interanuales. Cuando aparece un nuevo virus por
recombinación de segmentos genéticos de diferentes reservorios (lo
que se conoce como cambios antigénicos mayores), es cuando hay
un mayor riesgo de pandemia, dada la absoluta falta de inmunidad
en la población.
CLÍNICA
Las manifestaciones clínicas clásicas de la infección por los
virus de la gripe son la fiebre, el dolor de cabeza y las mialgias,
que acompañan a las manifestaciones respiratorias, como la tos,
odinofagia y rinitis. En los niños, la fiebre, muchas veces sin foco,
puede ser la principal manifestación. Aunque infrecuentes, también
existen manifestaciones extrapulmonares, principalmente digesti-
vas (vómitos, diarrea, dolor abdominal) y, más raramente, perimio-
cardenta,9eta opatí[(vagudaenta, enfermeeirussmiely rza9(enty2( )93.2( )]TJT
ción del asma, la sobreinfección bacteriana y la descompensación 453
de enfermedades de base.
La gravedad de la clínica dependerá del subtipo de virus gripal
que ocasiona la enfermedad (en el momento actual, algo más grave
en el caso del virus A H1N1 2009 y el subtipo B), la coinfección con
otros virus o bacterias y de si existe o no una enfermedad de base.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de enfermedad por el virus de la gripe en base a
únicamente criterios clínicos es difícil, ya que la clínica es compartida
con la de otros virus respiratorios. Los criterios de enfermedad com-
patible con gripe (influenza-like illness) de la Organización Mundial de
la Salud, son fiebre con tos y/u odinofagia.
La técnica de referencia para el diagnóstico de la infección por
virus de la gripe es la detección del RNA del virus mediante trans-
cripción reversa seguido de amplificación del material genético por
reacción en cadena de la polimerasa (RT-PCR). Dicha determinación
se puede hacer con cualquier tipo de muestra respiratoria, aunque
la más extendida es el aspirado nasofaríngeo. En frotis faríngeo la
sensibilidad es menor. El uso de esta técnica se generalizó a partir de
la pandemia del virus A H1N1 (2009), pero el coste y la demora de
los resultados en muchos laboratorios hace que se mantenga muy
extendido el uso de los test de diagnóstico rápido, la mayor parte
de ellos basados en immunocromatografía. La sensibilidad de esta
técnica depende de la edad del paciente, la duración de los síntomas
en el momento de coger la muestra y el tipo de muestra. Globalmen-
te, para los virus circulantes tienen una sensibilidad que oscila entre
el 70% y 90% en niños (aunque analizándolo concretamente para
algunos subtipos de virus gripales esa sensibilidad sea inferior) y del
20% al 60% en adultos. La especificidad es del 85 al 95%. Tan sólo
sería recomendable su uso en épocas epidémicas para minimizar el
riesgo de falsos positivos y, si son pacientes tributarios de tratamiento
antiviral, se deberían confirmar los valores negativos con técnicas de
microbiología molecular (detección del material genético del virus
mediante una RT-PCR).
En pacientes de riesgo, en temporadas de alta prevalencia de
gripe, podría no ser necesario confirmar el diagnóstico para iniciar
el tratamiento antiviral de forma empírica.
454 TABLA 1. Tratamiento con oseltamivir.
Edad Posología
< 1 mes 2 mg/kg cada 12 horas
1 a 3 meses 2,5 mg/kg cada 12 horas
3 a 12 meses 3 mg/kg cada 12 horas
Mayores de un año: < 15 kg 30 mg cada 12 horas
15 a 23 kg 45 mg cada 12 horas
23 a 40 kg 60 mg cada 12 horas
> 40 kg 75 mg cada 12 horas
TRATAMIENTO
Los únicos fármacos antivirales útiles contra la gran mayor par-
te de los virus de la gripe del género A y los del género B son los
inhibidores de la NA. El principal inhibidor de la NA comercializado
es el oseltamivir (oral).
La pauta de tratamiento estándar tiene una duración de 5 días
según la Agencia Europea del Medicamento (EMA) (Tabla 1).
La efectividad in vitro de los inhibidores de la NA ha sido amplia-
mente demostrada. En el ámbito clínico, han demostrado reducir el
tiempo de duración de los síntomas, y en múltiples estudios observa-
cionales también se observa una disminución significativa del riesgo
de complicaciones y la estancia hospitalaria si se inician precozmente
(antes de las 48-72 horas después del inicio de los síntomas).
Aunque las complicaciones de la enfermedad por gripe son infre-
cuentes, los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades
de Estados Unidos y la Academia Americana de Pediatría recomien-
dan tratamiento en aquellos pacientes infectados pertenecientes a
un grupo de riesgo. Según estos organismos, debe considerarse el
tratamiento antiviral, independientemente de su estado vacunal, en
los siguientes casos:
– Niños que requieran hospitalización debido a la infección por
virus de la gripe.
– Pacientes que no requieran hospitalización, pertenecientes a
grupos de riesgo:
- Menores de 2 años.
- Cualquier niño con patología crónica pulmonar (incluyendo
asma moderada-grave), cardiovascular (excepto hipertensión
aislada), renal, hepática, hematológica (incluyendo pacientes 455
con drepanocitosis), enfermedades metabólicas (incluyendo
diabetes), neurológicas o neuromusculares que comprome-
tan la función respiratoria, el manejo de secreciones o que
incrementen el riesgo de broncoaspiración (encefalopatías y
síndromes con retraso del neurodesarrollo, lesiones medulares,
epilepsia, distrofias musculares,…)
- Individuos con tratamiento inmunosupresor.
- Embarazadas.
- Menores de 19 años en tratamiento con ácido acetil-salicílico.
- Pacientes institucionalizados en centros.
Estas recomendaciones se formulan en base a grandes estudios
epidemiológicos. Hay que destacar que, a lo largo de la pandemia de
2009 y en estudios observacionales anteriores y posteriores, de entre
esas indicaciones, las más comúnmente descritas como de más alto
riesgo para presentar enfermedad grave fueron las comorbilidades
neurológicas y respiratorias, cardiopatías congénitas, la drepanoci-
tosis y los niños en estados de inmunosupresión grave.
En nuestro medio, la tasa de vacunación contra los virus de la
gripe en grupos de riesgo es muy baja, así como también es casi
anecdótico el uso de tratamiento antiviral fuera del ámbito hospitalario.
Otro grupo de fármacos antigripales son los adamantanos, que
solamente son activos contra los virus del género A. Las resistencias
son altas, aunque en alguna temporada gripal puedan ser útiles si
algún subtipo circulante es resistente a los inhibidores de la NA.
Hospitalización
La hospitalización se condiciona al estado clínico y las necesi-
dades de tratamiento de soporte en el momento de la valoración.
Deben considerarse marcadores clínicos (dificultad respiratoria, hi-
poxemia, mala perfusión/taquicardia/hipotensión,…), así como tener
en cuenta otros biomarcadores de riesgo para presentar una infección
grave (como la anemia, limfopenia, trombocitopenia, la elevación de
la proteína C-reactiva, marcadores de rabdomiólisis, la elevación de
la lactato-deshidrogenasa) y criterios radiológicos (como la neumonía
multilobar o el derrame pleural).
Es recomendable el control clínico estrecho en aquellos menores
de 6 semanas con signos de infección respiratoria de vías bajas y
456 en lactantes menores de 3 meses con sospecha de sobreinfección
bacteriana, así como en pacientes con drepanocitosis, inmunode-
primidos graves y pacientes con enfermedades neuromusculares y
signos de afectación de vía respiratoria baja.
Sobreinfección bacteriana
Aunque no es precisa la sobreinfección bacteriana para presentar
enfermedad grave por el virus de la gripe, es uno de los factores de
riesgo descritos para presentar una peor evolución.
La sobreinfección bacteriana debe sospecharse en aquellos pa-
cientes con clínica de evolución tórpida, con mal estado general y
alteración analítica sugestiva de enfermedad bacteriana potencial-
mente grave. La cobertura antibiótica se realizará según la pauta
habitual de la complicación presentada, además del tratamiento an-
tiviral, independientemente del tiempo de evolución de los síntomas
de la enfermedad.
Hay que recordar que una de las sobreinfecciones clásicamente
descritas es la otitis media aguda aunque, en muchos casos, esta
probablemente sea viral.
Miositis y gripe
La infección por virus de la gripe, especialmente la causada por
subtipos B, puede asociar miositis. Se describe especialmente en
menores de 14 años, varones en su mayor parte que, después de
los primeros 7 días de clínica respiratoria, inician dolor muscular e
impotencia funcional, dificultando la marcha, con rangos de creatin-
fosfocinasas (CPKs) de 2.000-3.000 UI/L. El curso se esta entidad
suele ser benigno, con una recuperación espontánea en 3-7 días.
Debido a que hasta en un 3% en algunas series de niños hospi-
talizados, se describen casos de rabdomiólisis y fallo renal, sería 457
recomendable el seguimiento y control de enzimas musculares en
pacientes que presenten dolor muscular e impotencia funcional pro-
gresiva o prolongada.
BIBLIOGRAFÍA
1. Committee on Infectious Diseases, American Academy of Pediatrics.
Recommendations for prevention and control of influenza in children,
2012-2013. Pediatrics. 2012; 130: 780-92.
2. Bender JM, Ampofo K, Gesteland P, Stoddard GJ, Nelson D, Byington
CL, et al. Development and validation of a risk score for predicting hos-
pitalization in children with influenza virus infection. Pediatr Emerg Care.
2009; 25: 369-75.
3. Eriksson CO, Graham DA, Uyeki TM, Randolph AG. Risk factors for me-
chanical ventilation in U.S. children hospitalized with seasonal influenza
and 2009 pandemic influenza A. Pediatr Crit Care Med. 2012; 13: 625-31.
4. Launes C, García-García JJ, Martínez-Planas A, Moraga F, Soldevila N, As-
tigarraga I, et al. Clinical features of influenza disease in admitted children
during the first postpandemic season and risk factors for hospitalization: a
multicentre Spanish experience. Clin Microbiol Infect. 2013; 19: E157-62.
5. Sachedina N, Donaldson LJ. Paediatric mortality related to pandemic
influenza A H1N1 infection in England: an observational population-based
study. Lancet. 2010; 376:1846-1852.
6. Mintegi S, Garcia-Garcia JJ, Benito J, Carrasco-Colom J, Gomez B,
Hernández-Bou S, et al. Rapid influenza test in young febrile infants for the
identification of low-risk patients. Pediatr Infect Dis J. 2009; 28: 1026-8.
7. Buss BF, Shinde VM, Safranek TJ, Uyeki TM. Pediatric influenza-asso-
ciated myositis - Nebraska, 2001-2007. Influenza Other Respi Viruses.
2009; 3: 277-85.
458
7.6. TOS FERINA
L. Monfort
ETIOPATOGÉNESIS
La tos ferina es una enfermedad bacteriana causada por Bor-
detella pertussis o Bordetella parapertussis, que causan patología
exclusivamente en humanos de cualquier edad. La tos ferina es una
enfermedad altamente contagiosa con una tasa de ataque del 90%
en convivientes susceptibles. B. pertussis se transmite por contacto
directo con las gotas de secreciones respiratorias de los individuos
infectados expulsadas durante los accesos de tos. El periodo de
incubación es de 7-10 días. Tras el contagio, que se produce vía
respiratoria, B. pertussis se adhiere mediante distintas adhesinas a
las células ciliadas de la vía aérea superior y nasofaringe. El microor-
ganismo se introduce a nivel intracelular en el epitelio respiratorio así
como en los macrófagos alveolares. B. pertussis produce distintas
toxinas (citotoxinas, toxina dermonecrótica y adenilato ciclasa) res-
ponsables del daño tisular a nivel local y sistémico e interfiere en los
mecanismos defensivos del huésped.
EPIDEMIOLOGÍA
Incidencia: la inclusión de la vacuna de la tos ferina en el ca-
lendario de vacunación sistemática (1965, en España) condicionó
un marcado descenso de la incidencia de la enfermedad. A pesar
de ello en los últimos años, a nivel mundial, se ha objetivado un au-
mento significativo de la incidencia de la enfermedad en países con
una amplia cobertura vacunal. Según un registro europeo (EUVAC-
NET), la incidencia global de tos ferina en el año 2010 fue de 3,7
casos/100.000 habitantes con variaciones significativas entre países.
La incidencia estimada en España en el mismo año es de 6 casos
por 100.000 habitantes. El aumento en el número de casos se ob-
serva especialmente en lactantes menores de 6 meses, que no han
completado la vacunación, y en adolescentes y adultos que han 459
perdido la inmunidad, vacunal o natural, y que presentan una clínica
leve que demora el diagnóstico y constituyen un foco de contagio
para los lactantes, que son el grupo etario más vulnerable y el que
aglutina la mayor morbimortalidad.
CLÍNICA
La presentación clínica depende de la edad y del estado vacunal
del individuo. Presentaciones atípicas son frecuentes en lactantes,
individuos parcialmente vacunados y en adolescentes que pierden
la inmunidad inducida por la vacuna.
Presentación clásica
– Fase catarral: 1-2 semanas. Síntomas inespecíficos: rinorrea,
febrícula ocasional, estornudos, lagrimeo, y tos que presenta un
aumento progresivo en intensidad.
– Fase paroxística: 2-6 semanas. Accesos de tos seca (5-10 epi-
sodios de tos) que van aumentando en intensidad, estridor ins-
piratorio (gallo) al final del paroxismo y vómito postusígeno (tos
emetizante). Los paroxismos pueden desencadenarse de forma
espontánea o por estímulos sobre la orofaringe y pueden asociar
cianosis, apneas y/o dificultad respiratoria. Las complicaciones
suelen producirse en esta fase.
– Convalecencia: la tos persiste pero va disminuyendo en intensidad
durante varias semanas. Tradicionalmente se habla de “la tos
de los 100 días”. Durante esta fase los episodios de tos pueden
reaparecer con nuevas infecciones de vías respiratorias altas.
Presentación atípica
– Lactantes: la fase catarral puede no existir o ser muy breve.
Suelen presentar de forma incipiente dificultad para la ingesta,
taquipnea y tos. Los paroxismos de tos pueden acompañarse
de cianosis, apnea y/o bradicardia. Estos pueden ser también
los únicos síntomas. Con frecuencia no presentan estridor ins-
piratorio.
– Niños vacunados: la clínica suele ser menos severa en los niños
recientemente vacunados. Tos de más de dos semanas de evo-
lución.
460 COMPLICACIONES
Las desarrollan con más frecuencia los lactantes e incluyen:
– Apnea: especialmente en menores de seis meses (16%).
– Otitis media aguda
– Neumonía: puede deberse a una sobreinfección bacteriana o bien
puede ser una manifestación primaria de la infección por B. pertussis
especialmente en lactantes pequeños. Ocasiona vasoconstricción
pulmonar y se asocia a hiperleucocitosis que compromete la circu-
lación en el árbol vascular pulmonar, condicionando una hipoxemia
mantenida y una hipertensión pulmonar refractaria de mal pronóstico.
Este cuadro clínico se conoce como tos ferina maligna.
– Vómitos (30%)
– Convulsiones (1-2%), encefalopatía (0,4%) presumiblemente se-
cundaria a la hipoxia.
– Exitus (1%): ocurre principalmente en menores de dos meses.
Leucocitosis (>60.000 cel/ml) y neumonía primaria por B. per-
tussis parecen ser factores de mal pronóstico.
DIAGNÓSTICO
La tos ferina es un diagnóstico clínico. Debe considerarse el
diagnóstico en cualquier niño con tos de más de dos semanas de
evolución que se acompaña de:
– Paroxismos de tos.
– Estridor inspiratorio.
– Tos emetizante.
Dada la variabilidad en la presentación clínica, se requiere una
alta sospecha diagnóstica especialmente en lactantes y en niños
previamente vacunados.
La exploración física entre crisis suele ser normal, inclusive la
auscultación respiratoria excepto en los casos que cursan con neu-
monía o coinfección con otros patógenos (VRS…).
Los hallazgos analíticos incluyen: leucocitosis de predominio lin-
focítico, trombocitosis e hipoglucemia.
Con la sospecha clínica debe realizarse la confirmación diagnós-
tica mediante recogida de secreciones respiratorias de la nasofaringe
posterior para cursar, de forma simultánea, cultivo y PCR.
– Cultivo: sensibilidad 50-70%. Permite conocer patrón de sensi-
bilidad antimicrobiana y la tipificación de la cepa.
TABLA 1. 461
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Procesos infecciosos de distinta etiología que ocasionan cuadros
de tos y que en ocasiones pueden cursar en coinfección: Myco-
plasma pneumoniae, Chlamydia spp, tuberculosis, VRS, Influenza,
Rhinovirus, Adenovirus, Parainfluenzae.
Procesos no infecciosos: aspiración de cuerpo extraño, crisis de
asma, reflujo gastroesofágico.
TRATAMIENTO ANTIBIÓTICO
Ante la sospecha clínica de tos ferina debe iniciarse el tratamiento
antibiótico sin esperar a la confirmación microbiológica. El tratamiento
administrado al inicio del cuadro (< 7 días) puede reducir la duración
de los síntomas y la transmisión de la enfermedad a otros contactos.
Los macrólidos son los antibióticos de elección para el tratamiento
y la quimioprofilaxis postexposición. El antibiótico de elección es
azitromicina, a cualquier edad y administrada durante 5 días (Tabla 1).
Indicaciones:
– Pacientes con sospecha clínica de tos ferina, no demorar el inicio
del tratamiento hasta la confirmación microbiológica.
– Individuos con cultivo/PCR-Bordetella positivos, aun estando
asintomáticos.
462 HOSPITALIZACIÓN
Criterios de ingreso
– Lactante < 3 meses con sospecha clínica de tos ferina.
– Pacientes con cianosis y/o apnea, dificultad para la ingesta.
– Neumonía.
– Convulsiones.
Los casos, y familiares, que requieran hospitalización deben ha-
cerlo en habitaciones individuales y en aislamiento G (gotas) hasta
completar 5 días de tratamiento correcto. Los pacientes deben in-
gresar con monitorización cardiorespiratoria continua.
Debe realizarse Declaración Obligatoria a las Autoridades Sani-
tarias de los casos con sospecha clínica de tos ferina.
Tratamiento de soporte
– Asegurar una adecuada nutrición e hidratación.
– Broncodilatadores: no existen datos que avalen su uso de forma
rutinaria.
– Oxigenación con membrana extracorpórea (ECMO): en casos
de tos ferina maligna (lactantes con insuficiencia respiratoria e
hipertensión pulmonar severa).
QUIMIOPROFILAXIS POSTEXPOSICIÓN
Se recomienda administrarla precozmente a los contactos con-
vivientes del caso de tos ferina. Se realiza con el mismo fármaco
(misma dosifi cación y duración) que para el tratamiento de los
casos.
BIBLIOGRAFÍA
1. Campins M, et al. Tos ferina en España. Situación epidemiológica y estra-
tegias de prevención y control. Recomendaciones del grupo de Trabajo
de Tos Ferina. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2013. (En prensa) Disponible
en: http://dx.doi.org/10.1016/j.eimc.2012.12.011
2. Manzanares S, et al. Evolución de la incidencia de tos ferina en la ciudad
de Barcelona entre 1999 y 2011. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2013; 31:
156-8.
3. Jackson DW, Rohani P. Perplexities of pertussis: recent global epide-
miological trends and their potential causes. Epidemiol Infect. 2013. (En
prensa). doi:10.1017/S0950268812003093
4. American Academy of Pediatrics. Pertussis (whooping cough). En: Pic-
kering LK (ed). Red Book: 2012. Report of the Committee on Infectious
Disease, 29th. ElK Grove Village, IL: American Academy of Pediatrics; 463
2012. p. 553.
5. Centers for Disease Controls and Preventions. Guidelines for the control of
pertussis outbreaks. Disponible en: http://www.cdc.gov/vaccines/pubs/
pertussis-guide/guide.htm
6. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Recommended anti-
microbial agents for treatment and postexposure prophylaxis of pertussis:
2005 CDC guidelines. MMWR. 2005; 54: 1-16.
7. Altunaiji S, Kukuruzovic R, Curtis N, Massie J. Antibiotics for whooping
cough (pertussis). Cochrane Database Syst Rev. 2007; 3:CD004404.
Disponible en: http://summaries.cochrane.org/CD004404.
8. Tozzi AE, Celentano LP, Ciofi degli Atti ML, Salmaso S. Diagnosis and
management of pertussis. CMAJ. 2005; 172: 509-15.
464
7.7. SÍNDROME DE LA PIEL ESCALDADA.
SÍNDROME DEL SHOCK TÓXICO
M. Triviño, J.J. García
Clínica
La infección inicial se suele localizar en nasofaringe, conjuntiva y
cordón umbilical y, desde aquí, la toxina pasa al torrente sanguíneo,
produciendo las manifestaciones clínicas a distancia características.
Pueden existir unos pródromos iniciales tales como conjuntivitis, ede-
ma facial y descamación periorificial. No obstante, el cuadro clínico
característico consiste en una eritrodermia generalizada de tacto
rasposo que suele ser más intensa en pliegues y frecuentemente se
acompaña de fiebre, irritabilidad e hiperestesia cutánea. Suele afectar
de manera más característica a la cara, flexura del cuello, axilas e
ingles. Esta fase escarlatiniforme puede durar entre 1 y 3 días.
Posteriormente se produce la fase exfoliativa, con la formación
de ampollas fláccidas que tienden a romperse con facilidad (signo
de Nikolsky positivo), dejando una base eritematosa y ofreciendo 465
la piel un aspecto de escaldadura. Es frecuente la formación de
costras perioculares y más comúnmente periorales, que se separan
entre sí dejando unas fisuras radiales que son muy características
de la enfermedad. Finalmente, durante la fase descamativa, la piel
se reseca y se produce una descamación fina que dura entre 4 y 5
días. Si no ha habido complicaciones, la piel cura sin dejar ninguna
cicatriz pasados unos 10-12 días desde el inicio de los síntomas.
Existe una presentación localizada (con afectación menor al 5%
de la superficie corporal) conocida como impétigo bulloso. Esta enti-
dad puede aparecer a cualquier edad y se caracteriza por la presencia
de ampollas fláccidas (de similares características a las descritas
previamente) rodeadas de piel intacta y ausencia de sintomatología
sistémica.
En los últimos estudios realizados se ha asociado ET-A con la
aparición de formas localizadas (impétigo bulloso) y ET-B con formas
generalizadas.
Diagnóstico
El diagnóstico es clínico en la gran mayoría de los casos, además
de la demostración de S. aureus en frotis y cultivos del foco original
(nasal, faríngeo o conjuntival, entre otros). No debe realizarse frotis de
las lesiones cutáneas puesto que están producidas por la acción de la
toxina y no por la bacteria en sí (a excepción de que el foco inicial sea
una lesión cutánea sobreinfectada). Es posible detectar la presencia
de toxinas mediante técnicas de ELISA (análisis inmunoenzimático)
o PCR (reacción en cadena de la polimerasa), aunque estas técnicas
no se realizan de manera rutinaria.
No suele objetivarse leucocitosis ni aumento de reactantes de
fase aguda en la analítica sanguínea y el hemocultivo suele resultar
negativo (por ausencia de bacteriemia).
La biopsia cutánea puede servir de ayuda en los casos dudo-
sos, puesto que es típico hallar un despegamiento epidérmico muy
superficial (a nivel de la capa granulosa).
Diagnóstico diferencial
El principal diagnóstico diferencial se debe realizar con la enferme-
dad de Lyell (necrólisis epidérmica tóxica). Esta entidad está relacio-
466 nada con la exposición a fármacos, presenta afectación de mucosas
y tiene un patrón histológico distinto (con escisión dermo-epidérmica).
El tratamiento de la enfermedad de Lyell son los corticoides (con-
traindicados en el SSSS). Otras entidades a tener presentes son el
pénfigo, la mastocitosis ampollosa, el eritema multiforme bulloso o
la enfermedad injerto contra el huésped.
Tratamiento
Los antibióticos más utilizados en nuestro medio son cloxacilina
y amoxicilina-clavulánico. No obstante, es preciso tener presente que
en los últimos años en España se ha objetivado hasta un 20% de
cepas resistentes a las penicilinas antiestafilocócicas. Resulta, por
este motivo, de especial interés recoger cultivos (faríngeo, conjuntival,
nasal, entre otros) antes de iniciar la antibioterapia y valorar cambiar
el tratamiento a vancomicina en casos de mala evolución clínica.
En cuanto a las cefalosporinas de primera generación (por ejem-
plo, cefazolina) tienen una acción bactericida algo menor que las
penicilinas antiestafilocócicas y es habitual que presenten resistencia
cruzada con la penicilina. Las cefalosporinas de segunda y tercera
generación no son recomendables ya que su actividad antiestafi-
locócica es más reducida.
En la Tabla 1 se resumen los principales antibióticos antiestafi-
locócicos y sus dosis.
En los pacientes que presentan una forma localizada de la enfer-
medad (impétigo bulloso) y un buen estado general se recomienda
iniciar antibioterapia oral y citar en 48 horas para control. En caso
de empeoramiento clínico se debe ingresar al paciente para antibio-
terapia endovenosa y vigilancia estrecha.
Otro aspecto fundamental en cuanto al tratamiento de esta en-
tidad son las medidas de soporte. Los pacientes con SSSS son
susceptibles a un pobre control de la temperatura corporal y a un
aumento de las pérdidas insensibles a través de la piel, por lo que
resulta importante un adecuado manejo de líquidos y electrolitos para
evitar la deshidratación. No se debe olvidar la prescripción de una
adecuada analgesia puesto que las lesiones suelen ser dolorosas.
En cuanto al uso de antibioterapia tópica, no se recomienda en las
lesiones cutáneas a excepción de la existencia de conjuntivitis asocia-
da, rinitis purulenta o costras melicéricas. Dado que estos pacientes
TABLA 1. Principales antibióticos antiestafilocócicos 467
Pronóstico
El pronóstico es generalmente excelente si se establece un trata-
miento rápido y adecuado. No se han descrito secuelas debidas a la
propia infección y las principales complicaciones son secundarias a
deshidratación o sobreinfección (celulitis, sepsis). En estos casos, la
468
Paciente con rash eritematoso
y lesiones ampollosas
Diagnóstico diferencial:
- Lesiones no accidentales
¿Sugestivo de SSSS? - Escaldadura
- Afectación de predominio - Quemadura química o solar
en pliegues - Pénfigo
- Lesiones bien delimitadas y - Mastocitosis ampollosa
superficiales No - Eritema multiforme bulloso
- Ampollas fláccidas con base - Necrólisis epidérmica tóxica
eritematosa - Síndrome del shock tóxico
- Signo de Nikolsky positivo - Enfermedad de Kawasaki
- Mucosas respetadas - Enfermedad injerto contra el
huésped
Sí
Si empeoramiento clínico
1. Fiebre ≥ 38,9ºC
2. Rash eritrodérmico difuso
3. Descamación 1-2 semanas después del comienzo de la enfermedad,
especialmente en palmas y plantas
4. Hipotensión. Tensión sistólica ≤ p5 para la edad
5. Afectación multisistémica (debe presentar 3 o más criterios)
• Afectación gastrointestinal: vómitos o diarrea al comienzo de la
enfermedad
• Afectación muscular: dolor muscular intenso o CPK > 2 veces el valor
normal
• Hiperemia de mucosas (vaginal, orofaríngea o conjuntival)
• Afectación renal: valores de creatinina > 2 veces el valor normal o piuria
• Plaquetas < 100.000 /mm3
• Afectación hepática: bilirrubina o transaminasas > 2 veces el valor normal
• Afectación del SNC: desorientación o alteración de conciencia sin
signos neurológicos focales en ausencia de fiebre e hipotensión
6. Resultados negativos de las siguientes exploraciones
complementarias (si son realizadas)
• Cultivo sanguíneo, faríngeo o de LCR (el hemocultivo puede ser positivo
a S. aureus)
• Serologías para la fiebre de las Montañas Rocosas, leptospirosis o
sarampión
CASO CONFIRMADO: debe cumplir los 6 criterios (o 5 pero el paciente
fallece antes de que se produzca la descamación).
CASO PROBABLE: si se cumplen 5 criterios.
Adaptado de CDC: Case definitions for public health surveillance MMWR
Morb Mortal Wkly Rep. 1990; 39(RR-13): 1. CDC: Case definitions for
infectious conditions under public health surveillance. MMWR Morb Mortal
Wkly Rep 1997; 46(RR-10): 39.
Tratamiento empírico:
• Clindamicina (20-40 mg/kg/día c/6-8 h) + Vancomicina (40 mg/kg/día c/6 h)
Pacientes con SST causado por S. aureus sensible a meticilina:
• Clindamicina (20-40 mg/kg/día c/6-8 h) + Cloxacilina (100-200 mg/kg/día
c/6 h)
Pacientes con SST causado por MRSA:
• Clindamicina (20-40 mg/kg/día c/6-8 h) + Vancomicina (40 mg/kg/día c/6 h)
• Linezolid (< 5 años: 30 mg/kg/día c/8 h; 5-11 años: 20 mg/kg/día c/12 h;
>12 años: 600 mg c/12 h)
*En pacientes alérgicos a la penicilina, una alternativa son las cefalosporinas
de primera generación (Cefazolina 50-100 mg/kg/día c/8 h)
1. Aislamiento de S. pyogenes:
a. De una localización estéril (sangre, LCR, líquido peritoneal, líquido pleural,
biopsia tisular, herida quirúrgica)
b. De una localización no estéril (faringe, vagina, esputo, lesión cutánea)
2. Signos clínicos:
a. Hipotensión (tensión sistólica < p5 para la edad)
b. 2 o más de los siguientes:
• Afectación renal: creatinina > 2 veces el valor normal para la edad
• Plaquetas < 100.000/mm3 o signos de CID
• Afectación hepática: bilirrubina o transaminasas > 2 veces el valor
normal
• Síndrome de distrés respiratorio agudo
• Rash máculo-eritematoso generalizado
• Necrosis de partes blandas (fascitis necrotizante, miositis o gangrena)
CASO CONFIRMADO: paciente que cumple los criterios 1a y 2 (2a y 2b).
CASO PROBABLE: paciente que cumple los criterios 1b y 2 (2a y 2b) si
no se encuentra otra causa para la enfermedad.
Tratamiento empírico:
• Clindamicina (20-40 mg/kg/día c/6-8 h) + Meropenem (20 mg/kg/8 h)
• Clindamicina (20-40 mg/kg/día c/6-8 h) + Amoxicilina-clavulánico (100
mg/kg/día c/6 h)
• Clindamicina (20-40 mg/kg/día c/6-8 h) + Piperacilina-Tazobactam (< 6 m:
150-300 mg/kg/día c/6-8 h; > 6 m: 240-400 mg/kg/día c/6-8 h)
Pacientes con diagnóstico seguro de SSTS:
• Clindamicina (20-40 mg/kg/día c/6-8 h) + Penicilina G (100.000 UI/kg/4-6 h)
INTRODUCCIÓN
La infección de la piel por agentes bacterianos depende de las
propiedades patógenas de los propios agentes infecciosos, de la
integridad de la puerta de entrada y de la capacidad de defensa del
organismo frente a la invasión bacteriana.
Las infecciones de piel y tejidos blandos (IPTB), se clasifican en
dos grandes categorías: complicadas y no complicadas.
– IPTB no complicadas: se consideran de bajo riesgo, son super-
ficiales. Comprenden: las celulitis, abscesos simples, impétigo y
furúnculos. Pueden ser tratadas con antibioticoterapia empírica
de acuerdo al patógeno más probable y patrones de resistencia
local.
– IPTB complicadas: son consideradas de alto riesgo ya que ame-
nazan la vida del paciente y suelen asociarse a sepsis con fallo
multiorgánico. Requieren drenaje quirúrgico y/o desbridamiento
de las lesiones, además de antibioticoterapia empírica de amplio
espectro con cobertura para Staphylococcus aureus meticilino
resistente (SAMR). Abarcan: úlceras y quemaduras infectadas,
grandes abscesos, fascitis necrotizante, mionecrosis y piomio-
necrosis.
ETIOLOGÍA
Los agentes más frecuentemente causantes de la infección son
estreptococos y estafilococos (S. aureus, S. pyogenes). Con mu-
cha menor frecuencia podemos encontrar también Pseudomonas,
clostridios, micobacterias atípicas, hongos, corinobacterias, bacilos
gramnegativos e infecciones polimicrobianas mixtas.
Cabe destacar que el S. aureus resistente a la meticilina extrahos-
pitalario (CA-SAMR) ha surgido como uno de los patógenos más
frecuentes de las infecciones de la piel que afectan a sujetos pediá-
476 tricos, adultos jóvenes y adultos de mediana edad y, en los Estados
Unidos, el MRSA causa aproximadamente del 35% al 72% de estas
infecciones. Algunos patógenos son relativamente más frecuentes en
sujetos pediátricos que en el adulto, como es H. Influenzae, y de igual
modo, el estreptococo del Grupo B, Listeria spp. y las infecciones
mixtas, incluidas las bacterias gram negativas (p. ej., Escherichia coli).
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
1. Infecciones de la piel no complicadas
1.1. Impétigo
Es la infección cutánea más frecuente en el niño. Se distinguen
dos tipos según manifestación clínica y agente etiológico:
– Impétigo contagioso: Streptococcus β hemolítico del Grupo A.
Lesiones vesículo-pustulosas que evolucionan a costras melicé-
ricas (amarillentas), húmedas.
– Impétigo bulloso: Sthaphylococcus aureus. Lesiones ampollo-
sas que se rompen dejando zona eritematosa, que se cubre de
costras finas y claras.
En el recién nacido puede dar lugar a cuadros generalizados y
graves (impétigo ampolloso del RN, enfermedad de Ritter o SSSS).
Tratamiento: limpieza local con jabón antiséptico y colocación de
antibióticos tópicos (mupirocina, ácido fusídico al 2%, puede utilizarse
retapamulin para mayores de 9 meses). Cuando exista una gran
extensión de las lesiones, afecten cara, genitales, se profundicen
o exista afectación ganglionar se recomienda antibioticoterapia vía
oral (ver Tabla 1).
1.2. Ectima
Proceso similar al impétigo, pero originado principalmente por el
estreptococo betahemolítico del grupo A y de localización más pro-
funda. Úlceras deprimidas en cuyo centro aparece un cráter indurado
violáceo. Tratamiento similar al impétigo.
1.3. Erisipela
Microbiología: Streptococcus β hemolítico del Grupo A.
Inflamación de la dermis superficial y vasos linfáticos ocasionada
por el estreptococo betahemolítico del grupo A. Placa eritematosa bien
delimitada, brillante y caliente con aspecto de “piel de naranja”. Puede
existir fiebre y malestar general. Tratamiento: generalmente hospita- 477
lización y tratamiento endovenoso con agentes antiestreptocócicos.
1.4. Celulitis
Lesión eritematosa, que presenta calor, rubor, tumor y dolor por
edema y vasodilatación, de bordes mal definidos. Puede acompa-
ñarse de fiebre y posible afectación del estado general, dependiendo
1.5. Foliculitis/Forúnculo/Ántrax
– Foliculitis: infección que afecta desforma superficial al folículo
piloso, con contenido purulento ensiblepidermis, y no afecta a
2.2. Miositis
Invasión bacteriana del músculo a partir de focos contiguos (abs-
cesos, heridas penetrantes, úlceras por decúbito) o por infecciones
contiguas.
480 • Clasificación:
– Piomiositis: infección bacteriana aguda del músculo esquelético.
Microbiología: S. aureus es responsable del 95% de los casos.
Clínica: dolor muscular de inicio subagudo, tumefacción y sen-
sibilidad al tacto. Signos sistémicos: fiebre y escalofrío.
Tratamiento: igual a la fascítis necrotizante.
– Gangrena gaseosa: infección fulminante que pone en peligro
la vida debido a su toxicidad sistémica.
Microbiología: microorganismos anaerobios tipo gram positivos
del género Clostridium. Suelen deberse a lesiones contamina-
das con tierra.
Clínica: dolor intenso, shock séptico, musculatura pálida ede-
matosa sin elasticidad ni sangrado, exudado sanguinolento
sucio de mal olor, crepitación cutánea. Incubación 2 a 3 días.
Diagnóstico:
– Clínica y antecedentes.
– Radiología: disección muscular, presencia de gas.
– Durante acto quirúrgico se observa necrosis muscular.
– Tratamiento: quirúrgico más antibioticoterapia: penicilina +
clindamicina.
DIAGNÓSTICO ETIOLÓGICO
El diagnóstico de las infecciones bacterianas se basa principal-
mente en las manifestaciones clínicas y en el estudio microbiológico
de las muestras. Siempre que sea posible debemos intentar obtener
un diagnóstico etiológico. Para ello podemos realizar:
– Cultivo de secreción, pus, frotis (90% positivos).
– Tinción de gram de la secreción.
– Aspiración con aguja o biopsia por punción (20-30% positivos).
– Hemocultivo, en formas graves.
TRATAMIENTO
El tratamiento de las infecciones bacterianas cutáneas se basa
en el uso de antibióticos que pueden ser administrado de forma
sistémica o tópica.
Entre los antibióticos tópicos destacan: ácido fusídico, mupirocina
y retamapulina, activos frente a Staphylococcus aureus (exceptuando
las cepas resistentes a meticilina (SAMR), y a Streptococcus pyogenes.
TABLA 1. Tratamiento empírico en niños de infecciones de la piel no 481
complicadas.
Tratamiento tópico
1. Lavado diario de las lesiones:
- Con agua y jabón.
- Con agente antiséptico (betadine, clorhexidina, sulfato de co-
bre, sulfato de zinc, etc.) dos a tres veces al día.
2. Drenar las ampollas y pústulas: ayuda a prevenir la diseminación
local y el acúmulo de costras.
3. Eliminar las costras: si están muy adheridas, utilizar compresas
o gasas húmedas y calientes.
4. Antibióticos tópicos: mupirocina, ácido fusídico o retamapulina
3 aplicaciones cutáneas al día durante 7-10 días.
Tratamiento sistémico
Indicado en:
– Lesiones moderadas y graves.
– Lesiones extensas.
– Si hay patología de base que dificulta la curación.
– Situaciones socioeconómicas malas que hagan dudar de la co-
rrecta realización del tratamiento tópico.
Según la gravedad del cuadro clínico y la afectación, sistémica
o no, decidiremos si el paciente puede recibir tratamiento oral en
domicilio o endovenoso:
– Extrahospitalario: se puede utilizar cualquiera de los siguientes
antibióticos por vía oral, una duración entre 7-10 días. Para las
482 TABLA 2. Tratamiento empírico en niños de infecciones de la piel no
complicadas con sospecha de SAMR-AC.
Clindamicina 30-40 mg/kg/día ÷ c/6-8 h (Máx: 600 mg-1,8 g)
TMP/SMX TMP: 8-12 mg/kg/día ÷ c/12 h (Máx: 320 mg)
SMX: 40-60 mg/kg/día ÷ c/12 h (Máx: 1,6 g)
Linezolid < 5 años: 30 mg/kg/día ÷ c/8 h (Máx: 1.200 mg)
> 5 años: 20 mg/kg/día ÷ c/12 h
Rifampicina* 10-20 mg/kg/día ÷ c/12-24 h
*Añadirse a otros antimicrobianos como efecto sinérgico.
BIBLIOGRAFÍA
1. Tassler H. Comparative efficacy and safety of oral fleroxacin and amoxi-
cillin/clavulanate potassium in skin and softt issue infections. Am J Med.
1993; 94: 159S-165S.
2. Schwartz R, Das-Young LR, Ramirez-Ronda C. Current and future ma-
nagement of soft and skin structure infections. Am J Med. 1996;100:
90S-95S.
3. Leder K, Turnedge JD, Grayson ML. Home-based treatment of cellulitis
with twice-daily cefazolin. Med J Aust. 1998; 169: 519-22.
4. Awad SS, Elhabash SI, Lee L, et al. Increasing incidence of methicillin
resistant Staphylococcus aureus skin and soft-tissue infections: reconsi-
deration of empiric antimicrobial therapy. Am J Surg. 2007; 194: 606-10.
5. Daum RS. Clinical practice. Skin and soft-tissue infections caused by
methicillin-resistant Staphylococcus aureus. N Engl J Med. 2007; 357:
380-90.
6. García Mauricio A, Palma Fuentes I. Infecciones bacterianas de la piel. En:
Asociación Española de Pediatría. Protocolos diagnóstico y terapéuticos
en pediatría. Tomo 2: Infectología. 2001. p. 123-8.
7. Stevens DL. Cellulitis, pypoderma, abscesses and other skin and subcu-
taneous infections. En: Cohen J, Powerly WG (eds). Infectious Diseases.
2nd ed. London: Mosbyñ 2004. p. 133-43.
8. Soler Palacin P, Monfort Gil R, Castells Vilella L, Pagone Tangorra F,
Serres Creixams X, Balcells Ramírez J. Síndrome de celulitis-adenitis por
estreptococo del grupo B como presentación de sepsis neonatal tardía.
An Pediatr (Barc). 2004; 60: 75-9.
484 9. DermAtlas. Disponible en: http://dermatlas.med.jhmi.edu
10. Zambrano A, López Barrantes. Impétigo. En: Dermatología Pediátrica
Atlas. Editorial Jims; 1991. p. 34-5.
11. Food and Drug Administration. Center for Drug Evaluation and Resarch:
Uncomplicated and complicated skin and skin structure infections. De-
veloping Antimicrobial Drugs for treatment; 1998. Disponible en: www.
fda.gov/cder/guidance/index.htm.
485
7.9. EXANTEMAS VÍRICOS MÁS FRECUENTES
EN PEDIATRÍA
A. Martínez
DEFINICIÓN
Podemos definir el exantema como una erupción eritematosa
difusa, de extensión y distribución variable, habitualmente autolimi-
tada, formada por lesiones de características morfológicas variables
(máculas, pápulas o vesículo-pústulas). Las enfermedades que cur-
san con exantemas son más frecuentes en la edad infantil que en
cualquier otra etapa de la vida.
Pueden deberse a la expresión de una serie de procesos varia-
bles, como infecciosos (ya sean víricos o bacterianos), inmunológicos
(como aparece, por ejemplo, en la enfermedad del suero) o expresión
de reacciones adversas a fármacos (toxicodermias). En este capítulo
se hablará de los exantemas de etiología viral que generalmente
suelen ser la manifestación de una primoinfección. Su aparición suele
precederse o acompañarse de una serie de síntomas generales (fie-
bre, artralgias o adenopatías). No es infrecuente que se acompañen
de lesiones mucosas. Aunque la clasificación de estos exantemas
no es fácil puede realizarse atendiendo a las características clínicas
de las lesiones:
– Exantemas máculo-papulosos.
– Exantemas petequiales y purpúricos.
– Exantemas vesículo-ampollosos.
CLÍNICA
A continuación se revisa, de forma esquemática y práctica, los
exantemas más frecuentes en la consulta pediátrica en base a las
características clínicas de los exantemas.
1. Exantemas maculares-maculopapulares: Tabla 1.
2. Exantemas vesiculosos: Tabla 2.
3. Exantemas petequiales: Tabla 3.
4. Otros exantemas: Tabla 4.
486 TABLA 1. Exantemas virales maculares/maculopapulares.
DIAGNÓSTICO
El paso inicial en el enfoque de un niño con exantema debe ser
distinguir los casos que pueden ser graves y requerir una atención
urgente (infección meningocócica, shocks tóxicos, síndrome de
Stevens-Johnson).
Para ello, el estado general es quizás el parámetro que mejor
nos orientará a la posible gravedad del cuadro así como las carac-
488 TABLA 2. Exantemas virales vesículo-amopollosos.
Nombre/
etiología Exantema Clínica acompañante
Pitiriasis Máculas y pápulas ovales, Se postula etología vírica dado
rosada color salmón, que pueden que a veces puede ir precedida
(Vírica? Se ser confluentes. La erupción de pródromos sugestivos.
ha asociado se precede de una placa
a HHV 6 y 7) más grande (placa heraldo)
una semana antes. Las
placas ovales están
cubiertas por epidermis
finamente arrugada y seca,
que se descama.
Se diseminan rápidamente
y desaparecen en 2-6
semanas. Puede haber
prurito.
Síndrome Pápulas eritematosa,
Gianotti- monomórficas, a
Crosti. veces pápulo-vesículas
(asociado a en mejillas, nalgas y
hepatitis B, superficies extensoras de
CMV, VEB, extremidades. Respeta
Coxsackie, tronco. Desaparece en 2-3
gripe y semanas.
parainfluenza)
490
Exantema
Historia clínica detallada Descartar
Exploración física gravedad
Toxicodermia Sí ¿Existe relación con alguna toma de medicamento?
No
Algoritmo diagnóstico.
TRATAMIENTO 491
El tratamiento de los exantemas es sintomático, con antihis-
tamínicos si existe prurito, cremas emolientes y tratamiento de las
manifestaciones acompañantes (antipiréticos, analgésicos, antibiótico
en caso de sobreinfección de las lesiones…).
En algunos casos determinados pondremos tratamiento etioló-
gico: Infecciones por VHS/VVZ: ACICLOVIR.
a. Indicaciones absolutas (ingreso + ACICLOVIR ev a 30 mg/kg/
día/8 horas durante 7 días):
1. Inmunodeprimidos en tratamiento quimioterápico o corticote-
rapia a altas dosis (>2 mg/kg/día), VIH con cifra de CD4s baja
o inmunodeficiencias.
2. Complicaciones de la varicela: neumonía, encefalitis (en este
caso la dosis es de 60 mg/kg/día).
3. Varicela neonatal por enfermedad materna 5 días anteriores o
2 días posteriores al parto (60 mg/kg/día en 4 dosis).
b. Indicaciones relativas (tratamiento opcional con ACICLOVIR oral
80 mg/kg/día cada 6 horas durante 5 días):
1. Immunodeficiente por quimioterapia en fase de mantenimiento
o tratamiento con corticoides a bajas dosis.
2. Niños mayores de 12 años.
3. Ser un caso secundario en la misma familia.
4. Enfermedad pulmonar o cutánea crónica que siguen trata-
miento crónico con salicilatos y/o corticoides.
5. Enfermedades crónicas que puedan exacerbarse: fibrosis quís-
tica, diabetes mellitus...).
c. NO se recomienda el uso de aciclovir oral en adolescentes o
adultas embarazadas con una varicela no complicada, debido
a que la relación riesgo-beneficio para el feto es desconocida.
Se utilizará aciclovir oral cuando una mujer embarazada in-
munocompetente presente complicaciones viscerales de una
varicela.
BIBLIOGRAFÍA
1. Bielsa I. Infecciones por virus. En: Ferrándiz C (ed). Dermatología clínica.
Madrid: Ediciones Harcourt; 2001. p. 45-61.
2. Galán M, Moreno JC. Exantemas virales en la infancia. Pediatr Integral.
2004; VIII: 289-314.
492 3. Díaz Cirujano AI. Diagnóstico diferencial de los exantemas. Introducción.
En: AEPap, ed. Curso de Actualización Pediatría 2006. Madrid: Exlibris
Ediciones; 2006. p. 313-15.
4. Ruiz Contreras J. Exantemas en la infancia. En: AEPap, ed. Curso de
Actualización Pediatría 2006. Madrid: Exlibris Ediciones; 2006. p. 317-24.
5. Ybarra Zavala M, Guerrero Fdez J, Del Castillo Martín, F. Enfermedades
exantemáticas. En: Guerrero-Fernández J et al. Manual de diagnóstico
y terapéutica en pediatría. Madrid: Editorial Publimed; 2009. p. 663-81.
6. www.dermatlas.org
SECCIÓN 8. CARDIOLOGÍA
Coordinador:
José María Quintillá Martínez
495
8.1. PATOLOGÍA PERICÁRDICA AGUDA
I. Jordán, J. Bartrons, M. Rissech, F. Prada
INTRODUCCIÓN
El pericardio es una membrana serosa compuesta de dos capas
parietal y visceral, cuyas funciones principales son disminuir la fricción
externa del corazón y fijarlo a su anatomía.
El pericardio se puede afectar por agentes físicos, infecciosos,
traumáticos, inflamatorios o enfermedades generales que pueden
provocar reacciones inespecíficas, como inflamación, acumulación
de líquido o producir una reacción fibrosa retráctil del pericardio, cau-
sando pericarditis, derrames pericárdicos o pericarditis constrictiva.
PERICARDITIS AGUDA
Es la inflamación difusa del pericardio.
Etiología
La pericarditis aguda tiene diversas etiologías, tanto infecciosas
como no infecciosas (Tabla 1).
Clínica
Los hallazgos clínicos propios de la pericarditis son:
– Dolor torácico: retroesternal, precordial izquierdo, irradia hacia
el cuello y trapecio, aumenta con la respiración, disminuye al
tumbarse hacia delante (es típico en los niños que no quieran
tumbarse en la camilla). El dolor aumenta a la presión en el es-
ternón y con la tos.
– Roce pericárdico: su ausencia no excluye el diagnóstico de
pericarditis. Se ausculta sobre todo en borde esternal izquier-
do, aunque a veces se puede auscultar en todo el precordio.
Se ausculta mejor con el paciente sentado o inclinado hacia
adelante. Puede aparecer precozmente al inicio del derrame o
bien tardíamente cuando ha cedido el mismo. Si el derrame pe-
ricárdico aumenta, el roce puede ser intermitente o desaparecer.
496 TABLA 1. Clasificación etiológica de la pericarditis aguda
Infecciosa Bacteriana (8%) S. aureus
Haemophilus
N. meningitidis
Vírica (10%) Coxsackie B
Influenza
Echovirus
Adenovirus
Otros Hongos
Parásitos
No infecciosa Idiopática
Renal
Neoplásica
Hipotiroidismo
Irradiación
Drogas
Traumatismos
Síndrome postpericardiectomía
Diagnóstico
– ECG seriados:
1. Estadio I: elevación del espacio ST (excepto en V1 y aVR),
onda T positiva, descenso del segmento PR.
2. Estadio II: segmento ST isoeléctrico, aplanamiento onda T.
Días posteriores.
3. Estadio III: inversión onda T, persiste onda R y no onda Q.
4. Estadio IV: normalización onda T. Persistencia T negativa en 497
inflamaciones crónicas, TBC, neoplasias, urémicas.
– Rx tórax: aumento de la silueta cardíaca si existe derrame, aproxi-
madamente > 250 ml en adultos. Si se asocia a derrame pleural,
hay que hacer toracocentesis y cultivo de líquido pleural y petición
ADA.
– Ecocardiograma: la normalidad no excluye el diagnóstico. De-
tecta el derrame pericárdico.
– Laboratorio: fórmula, VSG, CK, troponina T, LDH, VIH, factor
reumatoide, función tiroidea.
Tratamiento (general)
1. Reposo en cama, elevación 45º o butaca mientras exista dolor
o fiebre.
2. Salicilatos (mínimo 6 semanas): ácido acetilsalicílico a 60-100
mg/kg/día cada 4-6 h (realizar niveles).
3. AINES (aumenta la toxicidad si se asocian a AAS):
a. Ibuprofeno 20-30 mg/kg/día cada 6-8 h (máx. 1.200 mg/día).
b. Indometacina 2-4 mg/kg/día cada 8-12 h (niños mayores que
no responden).
c. Naproxeno 10 mg/kg/día cada 8-12 h en niños > 2 años.
d. Diclofenaco 1-3 mg/kg/día vo cada 8-12 h.
4. Corticoides: no son fármacos de primera elección. Se utilizan
si persiste la clínica y no hay respuesta al tratamiento anterior
después de 7 días de cumplimiento, descartando previamente
etiología tuberculosa o purulenta. Si se inician, deben mantenese
un mínimo de 2 a 3 semanas y mientras persista el dolor, la fiebre
o derrame. Se suele utilizar la prednisolona, 2 mg/kg/día cada 6
horas (máximo 60 mg).
5. Pericardiocentesis: si sospecha de pericarditis purulenta o ta-
ponamiento pericárdico severo.
6. Drenaje quirúrgico: si persiste clínica tras pericardiocentesis.
7. Ventana pericárdica: si existen nuevas recaídas, persiste la clí-
nica a pesar de los tratamientos anteriores.
8. Los anticoagulantes hay que retirarlos o modificarlos, están con-
traindicados de entrada.
9. La colchicina se ha utilizado sobre todo en adultos para tratar
recurrencias. Valorar colchicina si hay más de 2 recurrencias en
498 más de 12 años, asociada a antiinflamatorios, a dosis de 0,5-1
mg/12 horas durante 1 año retirando los antiinflamatorios. Si
múltiples crisis, valorar azatioprina.
DERRAME PERICÁRDICO
En el adulto el pericardio contiene entre 15 y 50 ml de líquido
pericárdico, que es drenado por el conducto torácico. Se considera
derrame la acumulación de más de 50 ml.
Se produce un aumento de la presión intrapericárdica que varía
según la cantidad y la rapidez de llenado. Esto condiciona la caída del
retorno venoso y la disminución de la capacidad cardíaca y del gasto
cardiaco. Si continúa aumentando, la presión telediastólica de cavidades
derechas e izquierdas se iguala posteriormente, llegando al tapona-
miento cardíaco. Si persiste más de 3 meses, se considera crónico.
Clínica
Si la instauración es lenta, la clínica puede ser silente, de evolu-
ción lenta, con clínica de compresión de órganos vecinos: disfagia,
tos, disnea, hipo, afonía. Si la instauración es rápida, condiciona un
taponamiento cardiaco.
Diagnóstico
1. Ecocardiografía: el derrame habitualmente se inicia en la cara
posterior del corazón.
a. Derrame pequeño: en pared posterior en sístole y protodiástole
con anchura de menos de 1 cm.
TABLA 2. Consideraciones específicas según la causa de la pericarditis.
Tratamiento
Depende de la etiología o de la existencia de taponamiento car-
díaco.
TAPONAMIENTO CARDÍACO
Es un síndrome hemodinámico consecuencia de la compresión
del corazón por un derrame pericárdico. Su aparición depende de la
cantidad del derrame pericárdico y de la velocidad de llenado. Según
su magnitud, puede causar desde pequeños aumentos de presión
del corazón con descenso del gasto cardíaco hasta la muerte.
Etiología
Aunque puede causarlo un derrame pericárdico de cualquier
etiología, es más frecuente en el traumático y el neoplásico. En los
últimos años se ha observado un aumento de incidencia de tapona-
miento cardiaco de etiología tuberculosa.
No hay diferencias de incidencia por sexo. El pronóstico no está
influido por la edad.
Diagnóstico clínico
El paciente con taponamento cardiaco siente disnea y dolor to-
rácico, asociados a ansiedad, fatiga y habitualmente alteración del
estado mental por el shock.
En la exploración física suele observarse:
– Distensión venosa yugular con colapso sistólico de la onda «x»
y diastólico de la «y».
504 – Pulso paradójico: descenso > 10 mmHg durante la inspiración
de la presión arterial sistólica. No es patognomónico.
– Signos de disminución del gasto cardíaco: taquicardia, taquipnea,
hipotensión, cianosis.
– Tonos cardíacos apagados.
Se considera criterio diagnóstico la presencia de compromiso
hemodinámico asociado a derrame pericárdico con ingurgitación
yugular, pulso paradójico e hipotensión arterial.
Pruebas complementarias
– ECG: onda QRS de bajo voltaje con aplanamiento o inversión
de la onda T. Alternancia eléctrica (cambios en la morfología y
voltaje de la onda QRS, P y T a latidos alternos).
– Rx tórax: si derrame > 250 ml cardiomegalia, en adultos.
– Escopia: ausencia de cambios en la silueta cardíaca.
– Ecocardiografía: aumento de la presión en cavidades cardiacas
y descenso del llenado. En la evolución del taponamiento primero
se colapsa la auricula derecha, en segundo lugar el ventrículo
derecho y por último las cavidades izquierdas. En inspiración
aumenta el diámetro de VD y disminuye el diámetro de ventrículo
izquierdo. La constricción de AD como signo aislado aún sin
clínica es indicativa de taponamiento.
– Doppler: cambio en la velocidad del flujo transvalvular.
– Estudio hemodinámico: igualación de la presión intrapericárdi-
ca con las presiones de las cavidades derechas en telediástole
(presión derecha no mayor de 2 mmHg por encima de la presión
intrapericárdica).
Tratamiento
El tratamiento fundamental consiste en el drenaje urgente del
derrame pericárdico que causa el taponamiento:
1. Pericardiocentesis: eficaz en un 60-70% casos, diagnóstico
etiológico en un 30%.
2. Drenaje quirúrgico: si recidiva o no se resuelve. Permite realizar
biopsia, que puede estar indicada en algunas etiologías concretas.
Es importante saber que:
– Las drogas vasoactivas pueden aumentar el colapso cardíaco.
– No se deben utilizar diuréticos, el gasto cardíaco depende del
llenado.
– No se debe asociar digoxina porque disminuye la frecuencia car- 505
díaca y en esta situación el gasto cardíaco depende mucho de
la frecuencia cardíaca.
PERICARDITIS CONSTRICTIVA
Es el estadio final de muchos procesos inflamatorios pericárdi-
cos. Consiste en la presencia de un pericardio fibrótico, engrosado
y adherido, que restringe el llenado diastólico cardíaco. Esta fibrosis
puede ser homogénea o en bandas.
Como consecuencia se produce una elevación y equilibrio de
las presiones diastólicas de las 4 cavidades, sin que el llenado inicial
esté impedido.
Diagnóstico clínico
Los síntomas habituales son consecuencia de la congestión
sistémica: edema de extremidades, congestión hepática, ascitis,
ictericia, etc. Si existe un aumento de presiones izquierdas mayor
de los 15-30 mmHg, se produce congestión venosa pulmonar con
tos, disnea y edema pulmonar.
En la exploración física puede observarse:
– Colapso rápido diastólico de la onda «y» con aumento de la
presión venosa yugular.
– Signo de Kussmaul, aumento inspiratorio de la presión venosa
sistémica.
– Ruido diastólico pericárdico.
Se considera diagnóstico de pericarditis constrictiva la presencia
de compromiso hemodinámico (signos de fallo cardíaco y onda de
pulso venoso con colapso onda «y» marcado) con pericardio engro-
sado, observado por técnica de imagen.
Exploraciones complementarias
1. ECG: bajo voltaje del complejo QRS y aplanamiento o inversión de
la onda T, onda P anormal. En el 50% de los casos hay fibrilación
auricular.
2. Rx tórax: silueta cardíaca normal o aumentada. Calcificaciones
en el 50%. Signos de fallo cardíaco izquierdo.
3. TC y RMN son las pruebas más sensibles.
4. Ecocardiografía apoyada en otras técnicas de imagen.
506 5. Estudio hemodinámico: aumento de presiones derechas tele-
diastólicas próximas a las presiones izquierdas.
Tratamiento
Si existen signos de constricción pericárdica, la actitud depende
de la causa:
– Idiopática: inicialmente conducta expectante, realizando controles
clínicos hasta presentar signos de insuficiencia cardíaca congestiva
persistente. En ese momento está indicada la pericardiectomía.
– Tuberculosa o purulenta: pericardiectomía si signos severos y
persistentes de congestión venosa. Si es ligera se puede adoptar
postura expectante con controles clínicos muy estrechos.
TÉCNICA DE LA PERICARDIOCENTESIS
Es el procedimiento para extraer por punción líquido pericárdico.
La principal indicación es el taponamiento cardíaco, o como diag-
nóstico etiológico. Debe realizarse en UCIP.
Material necesario
Preparar en un paño estéril:
– Jeringa de 5 ml con aguja fina para anestesia local de la zona de
punción.
– Abbocat nº 18,16 o 14. Según el tamaño del paciente.
– Llave de tres pasos y jeringa.
– 2 jeringas de 20 o 50 ml según edad.
– 3-4 tubos para recoger líquidos de muestra.
Procedimiento
1. Utilizar gorro, mascarilla, guantes y bata estéril.
2. Niño en posición semisentada 30-45º.
3. Sedoanalgesia con ketamina 1-2 mg/kg y midazolam 0,1-0,2
mg/kg iv. Vigilar depresión cardiorrespiratoria y hemodinámica.
Algunos autores no la recomiendan por esta razón. Preparar
atropina 0,01 mg/kg por riesgo de reacción vagal.
4. Limpieza y desinfección de la zona subxifoidea con povidona
yodada.
5. Infiltración del tejido subcutáneo con lidocaína al 1%.
6. Cambiarse de guantes. Extremar la asepsia.
7. Aislar la zona subxifoidea con paños estériles. 507
8. Punción con sistema Seldinger Cook o con Abbocath nº 18 o
14-16 según la edad. En el lado derecho o izquierdo del apéndice
xifoides. Por el izquierdo se evita la pleura y las coronarias. Se
dirige la aguja hacia la clavícula izquierda, desde la derecha con
un ángulo de 20-30º y desde la izquierda con un ángulo de 45º
respecto a la línea media. Entrar con un ángulo respecto a la
horizontal del paciente de 45º.
9. Está indicado realizarla con seguimiento por ecografía. Si no es
posible, colocar un electrodo del ECG (derivación V5) conectado
a la aguja, desconectado de la corriente eléctrica. Si se sigue
por Eco, utilizar un transductor a 2,5-5 Mhz localizado en borde
paraesternal donde existe mayor cantidad de derrame. Si se
pierde la aguja se pueden instilar 5 ml de SSF como contraste.
Si se realiza conectado a un electrodo, al tocar el epicardio ven-
tricular se produce un ascenso del segmento ST, si es auricular
aparece elevación del PR. En ese caso se debe retirar la aguja y
reintroducir en dirección al hombro derecho.
10. Aspirar intermitentemente mientras se introduce la aguja. Al pin-
char epicardio se nota una sensación de rechinamiento, al pasar
el pericardio se produce un «pop».
11. Al llegar a la cavidad, retirar la aguja y dejar el Abbocath.
12. Extraer el líquido por la llave de tres pasos conectada a una
jeringa. Recoger para análisis bacteriológico, citoquímico y ana-
tomopatológico. Si el líquido es hemático, se puede continuar la
extracción. Si aparecen coágulos, es posible que se esté dentro
de la cavidad ventricular, por lo que se debe retirar inmediata-
mente. Se puede analizar el hematocrito del líquido.
13. Suele mejorar al aspirar 10-20 ml de líquido, si persiste la clínica
se puede conectar a un aspirador tipo Pleurevac con una presión
de 10-20 cmH2O.
14. Se debe comprobar radiológicamente y por ecografía la resolución
del derrame.
Complicaciones
– Laceración cardíaca o de las arterias coronarias (IAM).
– Arritmias cardíacas.
– Infección.
– Lesión o rotura pulmonar, neumotórax.
– Lesión de vísceras abdominales, laceración hepática.
– Existe mayor riesgo de realizarla en postoperados cardíacos por
el mayor número de adherencias al borde cardíaco.
Ventana pericárdica
Consiste en drenar el líquido pericárdico dentro de la cavidad
pleural o peritoneal. Se realiza sobre la parte anterolateral en el 5º
espacio intercostal una incisión en pericardio y otra incisión similar en la
pleura. Su indicación más frecuente es en las pericarditis recidivantes.
Pericardiectomía
El método más empleado es por esternotomía media. Se libera
al corazón normalmente de nervio frénico a nervio frénico. Si existe
afectación importante de capa visceral, se realizan incisiones para
mejorar la distensibilidad.
Las indicaciones más claras son:
– Pericarditis constrictiva con clínica de insuficiencia cardíaca de-
recha.
– Hemopericardio de causa cardíaca o yatrógena. 509
– Quistes o defectos congénitos del pericardio.
Bibliografía
1. Sagristan S. Guías de práctica clínica de la Sociedad Española de Car-
diología en patología pericárdica. Rev Esp Cardiol. 2000; 53: 394-412.
2. Park Myung K. Pericarditis. Cardiopatías adquiridas. Cardiología pediá-
trica. 3ª Ed. Mosby; 2003. p. 146-149.
3. Bartrons J, Rissech M. Pericarditis. En: Pou i Fernandez J (ed). Urgencias
en Pediatría. Protocolos diagnóstico terapéuticos. Unidad integrada Hos-
pital Clinic-Sant Joan de Déu. 3ª ed. Madrid: Ergon; 2002. p. 349-352.
4. Megged O, Argaman Z, Kleid D. Purulent pericarditis in children: is peri-
cardiotomy needed? Pediatr Emerg Care. 2011; 27: 1185-7.
5. Pankuweit S, Ristic AD, Seferovic PM, Maisch B. Bacterial pericarditis:
diagnosis and management. Am J Cardiovasc Drugs. 2005; 5: 103-12.
6. Gaudino M, Anselmi A, Pavone N, Massetti M. Constrictive pericarditis
after cardiac surgery. Ann Thorac Surg. 2013; 95: 731-6.
7. Markel G, Imazio M, Brucato A, Adler Y. Prevention of recurrent pericarditis
with colchicine in 2012. Clin Cardiol, 2013; 36: 125-8.
8. Spangler S. Acute Pericarditis, 2013. Disponible en: http://emedicine.
medscape.com/article/156951-overview. (Última visita 29 abril 2013).
9. Virtual medical centre. Cardiac tamponade. Disponible en: http://www.
virtualmedicalcentre.com/diseases/cardiac-tamponade/731. (Última visita
29 abril 2013).
10. Venugopalan P. Pericarditis viral, 2006. Disponible en: http://faculty.ksu.
edu.sa/Jarallah/Pediatric%20Cardiology/viral%20pericarditis1.pdf. (Última
visita 29 abril 2013).
11. Skoumal K. Postpericardiotomy Sindrome, 2012. Disponible en: http://
emedicine.medscape.com/article/891471-overview. (Última visita 29 abril
2013).
510
8.2. TAQUICARDIA PAROXÍSTICA
SUPRAVENTRICULAR
F. Panzino, M. Rissech
INTRODUCCIÓN Y CONCEPTO
La taquicardia paroxística supra-ventricular (TPSV) es la arritmia
más frecuente y con mayor repercusión clínica en Pediatría.
– Prevalencia y distribución: 1/250 a 1/1.000 niños sanos. No exis-
ten diferencias significativas según la raza o el sexo.
– Edad de afectación, recurrencia y asociaciones frecuentes:
- Primer episodio: 50 % durante el primer año de vida y un 2º
pico en la adolescencia.
- Resolución espontánea: es la norma en el 90% de los menores
de 1 año.
- Recurrencia: más de un 1/3 recurrirán hasta una edad media
de 8 años.
- Asociaciones: entre un 9 y un 32% pueden asociarse a sim-
ples defectos del septum (CIV, CIA) o incluso a cardiopatías
congénitas complejas.
El ECG en la TPSV
La onda P puede estar ausente, encontrarse inmediatamente
por detrás del QRS, puede haber varias ondas P para cada QRS y
tener morfología anormal o ser alternativamente positivas y negativas.
El ECG y la monitorización continua durante la fase sintomática
confirman la sospecha clínica y determinan la conducta a seguir,
además de ayudar a descifrar el mecanismo subyacente productor
de la TPSV. Para ello, siempre y cuando el estado del paciente lo
permita, es preferible realizar un ECG de 12 o 15 derivaciones (12
derivaciones habituales más V3r - V4r derechas y V7 izquierda).
512
Onda delta
Hallazgos habituales:
– FC: extremadamente rápida y regular con intervalos R-R fijos y
conducción AV: 1:1. El promedio es variable (240 ± 40 lat/min)
según la edad de presentación, el mecanismo de producción y
la presencia de cardiopatía subyacente (Fig. 1).
– Onda P: suele ser “invisible”, pero cuando aparece conserva un
aspecto y un eje P anómalo y puede observarse antes o después
del complejo QRS. (Onda P retrógrada).
– Complejo QRS: suele ser estrecho en su inmensa mayoría o
incluso de duración normal. En algunas ocasiones el QRS puede
ser ancho (ver: Taquicardia reciíproca antidrómica), con apariencia
indistinguible de la TV o bien presentar una Onda Delta caracte-
rística “cabalgando” a su inicio como sucede en el síndrome de
WPW (Fig. 2).
FISIOPATOLOGÍA
Según el mecanismo de producción subyacente, las TPSV pue-
den dividirse en:
513
Latido prematuro
Vía A Vía B
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
La diferenciación de las taquiarritmias en el Servicio de Urgencias
(SU) supone un verdadero desafío. Los diagnósticos diferenciales
más comunes se establecen con: taquicardia sinusal (TS), fibrilación
auricular (FA), flútter o aleteo auricular (AA), taquicardia ventricular
(TV) y taquicardia ectópica auricular (TEA). De todos estos ritmos, el
diagnóstico diferencial más común en niños sanos sin cardiopatía ni
antecedentes relevantes se establece entre la TPSV y la TS. La Tabla
2 puntualiza las diferencias entre ambas.
Medidas terapéuticas
La taquicardia paroxística supraventricular es una verdadera ur-
gencia médica que requiere de medidas generales y tratamiento
específico.
Administrar O2
Monitorización cardiovascular
Obtener ECG de 12-15 derivaciones
Estable Inestable*
(ICC, obnubilación, hipotensión
relleno capilar > 3 seg)
Canalizar vía ev en extremidad
superior. Obtener analítica,
(gasometría, ionograma,Ca, lactato) Cardioversión 0,5 a 1 J/kg, si no
revierte aumentar hasta 2 J/kg.
Sincronizada sobre onda R, ECG
Maniobras vagales: continuo, vía ev sedoanalgesia,
Lactante: bolsa de hielo en cara. material de IOT preparado
Niño: Valsalva, apnea voluntaria,
beber agua fría, postura cabeza
abajo. Si > 10 años, masaje del
seno carotideo. Revierte No revierte
No revierte Considerar:
Revierte No revierte ¿Inestable? Amiodarona,
Flecainida,
Procainamida,
– Adenosina: Máximo 3 dosis: Esmolol,
100, 200, 300 μg/kg/dosis ev Verapamilo
(bolo rápido ev diluido en 2 ml de SF
Efecto 10-20 segundos No revierte
Dosis máx. inicial: 6 mg ¿Estable?
Dosis máx. siguientes: 12 mg
– Adenosina trifosfato (ATP):
300-600-900 μg/kg/dosis
*Si el estado del paciente lo permite, pueden intentarse maniobras vagales y/o
adenosina mientras se prepara la CSV. En caso contrario, proceder de inmediato
a la CSV.
B. Tratamiento farmacológico
Adenosina: es el fármaco de elección más utilizado y recomen-
dado para el manejo agudo de la TPSV. Hay que administrarla en
bolus rápido seguido de una carga de suero fisiológico tal y como
muestra la Figura 5.
La dosis inicial recomendada en niños es: 100 µg/kg = 0,1 mg/
kg e.v. (revisiones retrospectivas cifran la dosis inicial clínicamente
efectiva en 200 µg/kg = 0,2 mg/kg). La dosis inicial máxima (DMI)
es de 6 mg.
TABLA 3. Maniobras vagales y su indicación según edad. 519
“B” “B”
Bolus S.F. Adenosina
CRITERIOS DE INGRESO
– Todo niño con un episodio de taquicardia requiere ingreso.
– Si tiene signos de insuficiencia cardíaca deberá ingresar en UCIP
(ocurre a menudo con los lactantes).
TABLA 4. Antiarrítmicos utilizados en el manejo agudo de la TPSV. 521
TABLA 5. Sedoanalgesia en cardioversión de TPSV. Las combinaciones más recomendadas son: propofol + fentanilo y ketamina +
midazolam.
PRONÓSTICO
– Excelente en ausencia de cardiopatía.
– La regresión espontánea de la función de la vía accesoria se
demostró en al menos 1/3 de los niños durante el primer año de
seguimiento.
– Aquellos pacientes con vías accesorias y WPW calificados de
bajo riesgo por el estudio electrofisiológico no parecen tener un
riesgo de muerte súbita incrementado comparado con la pobla-
ción general.
– Los portadores del síndrome de WPW sintomáticos tienen un
escaso, pero real, riesgo de muerte súbita asociada (3-4%).
BIBLIOGRAFÍA
1. Dubin AM. Management of supraventricular tachycardia in children. En:
Triedman JK, Kim MS (Eds). UpToDate, 2013. Disponible en: http://www.
uptodate.com [acceso 12 de marzo, 2013].
2. Anderson BR, Vetter VL. Arrhythmogenic causes of chest pain in children.
Pediatr Clin North Am. 2010; 57: 1305-29.
3. Salerno J, Seslar S. Supraventricular tachycardia. Arch Pediatr Adolesc
Med. 2009; 163: 268-74.
4. Dubin AM. Management of supraventricular tachycardia in children. En:
Triedman J, Kim MS (Eds). UpToDate, 2008. Disponible en: http://www.
uptodate.com [acceso 10 de junio de 2009].
5. Park MK. Arritmias y trastornos de la conducción auriculoventricular. En:
Park MK (ed). Cardiología Pediátrica. 3ª ed. Madrid: Elsevier España;
2003. p. 172-4.
6. Kannankeril PJ, Fish FA. Disorders of cardiac rhythm and conduction. En:
Allen HD, Driscoll DJ, Shaddy RE, Feltes TF (eds). Moss and Adams´ Heart
disease in infants, children, and adolescents: including the fetus and young
adult. 7th ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2008. p. 293-313.
7. Innes JA. Review article: Adenosine use in the emergency department.
Emerg Med Australas. 2008; 20: 209-15.
8. Liberman L, Pass RH, Starc TJ. Optimal surface electrocardiogram lead for
identification of the mechanism of supraventricular tachycardia in children.
Pediatr Emerg Care. 2008; 24: 28-30.
9. The International Liaison Committee on Resuscitation (ILCOR). Consensus
on science with treatment recommendations for pediatric and neonatal
524 patients: Pediatric basic and advanced life support. Pediatrics. 2006;
117: e955-77. [acceso 08 de agosto de 2009]. Disponible en: http://
www.pediatrics.org/cgi/content/full/117/5/e955.
10. Capapé S. Coordinadora. Opciones farmacológicas para procedimientos
de analgesia y sedación en urgencias de pediatría. En: Sociedad Española
de Urgencias Pediátricas. Manual de analgesia y sedación para procedi-
mientos diagnósticos y terapéuticos en urgencias de pediatría. Madrid:
Ergon; 2009.
11. Balaguer Gargallo M, Jordán García I, Caritg Bosch J, Cambra Lasaosa
FJ, Prada Hermogenes F, Palomaque Rico A. Taquicardia paroxística
supraventricular en el niño y el lactante. An Pediatr (Barc). 2007; 67:
133-8.
12. Hegenbarth MA; American Academy of Pediatrics Committee on Drugs.
Preparing for Pediatric Emergencies: Drugs to consider. Pediatrics. 2008;
121: 433-43.
525
8.3. INSUFICIENCIA CARDIACA
C. Bautista, F. Prada
DEFINICIÓN
La insuficiencia cardiaca (IC) es la situación clínica caracterizada
por la incapacidad del ventrículo de llenarse de sangre o bombearla.
Esto puede darse por varios mecanismos:
1. Disfunción sistólica ventricular.
2. Disfunción diastólica ventricular.
3. Sobrecarga de volumen (precarga).
4. Sobrecarga de presión (postcarga).
5. Arritmias y defectos de la conducción eléctrica.
Las cardiopatías congénitas (0,6% de los recién nacidos vivos)
son la causa más frecuente de IC (hasta un 20% de los casos) en
pediatría.
ETIOLOGÍA Y FISIOPATOLOGÍA
De acuerdo con las situaciones clínicas descritas, las causas de
IC se pueden clasificar en las siguientes categorías patofisiológicas
(Tabla 1):
1) Disfunción sistólica ventricular. Se produce una reducción de la
contracción ventricular y del volumen sistólico. Puede ocurrir en
corazones sanos o en cardiopatías congénitas desde el momento
del nacimiento o a lo largo de días/años.
a) Disfunción sistólica en corazón estructuralmente patoló-
gico. Los pacientes con cardiopatía congénita tienen riesgo
de IC por presentar una alteración estructural que se puede
manifestar en el momento del nacimiento o más tardíamen-
te. Además, estos pacientes suelen someterse a cirugía para
reparación de su defecto estructural, hecho que no les exime
de desarrollar insuficiencia cardiaca en un futuro a pesar de
corregirse la anomalía anatómica (fenómeno conocido como
“burn-out”). Se cree que estos casos van a ir aumentando en
un futuro próximo.
526 TABLA 1. Causas de insuficiencia cardiaca.
Disfunción • Cardiopatía congénita (antes y después de corrección
sistólica quirúrgica)
ventricular • Miocardiopatía primaria
• Miocardiopatía secundaria
• Sepsis
• Insuficiencia renal
Sobrecarga • Shunt izquierda-derecha: defectos del tabique auricular/
de volumen ventricular, DAP, ventana aorto-pulmonar
• Insuficiencia valvular: aórtica, mitral, pulmonar
Sobrecarga • Lesiones izquierdas: estenosis o coartación aórtica
de presión • Lesiones derechas: estenosis pulmonar
• HTA sistémica
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Las manifestaciones clínicas de insuficiencia cardíaca se deben
al bajo gasto cardiaco y a la sobrecarga de líquidos en el sistema
pulmonar o sistémico. Hay que preguntar siempre por la relación de
la sintomatología con el ejercicio o la ingesta. En el caso de que se
presenten en reposo, indica mayor gravedad.
Generalmente los síntomas son inespecíficos. Los lactantes pue-
den presentar fatiga, irritabilidad, dificultad respiratoria, disminución
de la ingesta y de la ganancia ponderal. La sintomatología en niños
mayores es más variada:
– Estado general: astenia, intolerancia al ejercicio.
– Síntomas gastrointestinales: dolor abdominal, náuseas, vómitos,
anorexia, escasa ganancia ponderal.
– Síntomas respiratorios: tos crónica, sibilancias, disnea.
– Síntomas cardiovasculares: edema, palpitaciones, dolor torácico,
síncope.
Signos clínicos:
– Taquicardia, hipotensión.
– R3, ritmo galope.
– Disminución de la perfusión, tiempo recapilarización alargado,
cutis marmorata.
– Taquipnea, distrés respiratorio.
– Sibilancias, crepitantes.
– Hepatomegalia.
– Edema periférico.
– Diferencial de presión > 20 mmHg entre extremidades superiores
e inferiores: típico de coartación de aorta.
528 TABLA 2. Criterios de Ross para el estadiaje de la gravedad de la
insuficiencia cardiaca.
Severidad
de la IC Criterios lactantes Criterios niños
Clase I Asintomático Asintomático
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
El diagnóstico de IC es clínico. Las pruebas complementarias
pueden ser útiles para apoyar la sospecha diagnóstica, para deter-
minar su etiología y para valorar el grado de gravedad.
Ante la sospecha de insuficiencia cardiaca, sólo se iniciarán las
pruebas complementarias en el caso de estabilidad hemodinámica
del paciente. De lo contrario, si el paciente tiene compromiso cardio-
rrespiratorio, se debe iniciar el tratamiento adecuado para asegurar
una buena perfusión (ver capítulo específico de shock, algoritmo de
shock cardiogénico).
TABLA 3. Escala del American College of Cardiology y la American Heart 529
Association.
Estadio Definición
A Paciente de riesgo. Función cardiovascular normal. Tamaño de las
cavidades normal.
B Función cardiovascular o tamaño de las cavidades no normal. No
síntomas.
C Síntomas de IC presentes. Alteraciones funcionales o
estructurales.
D IC terminal. El paciente requiere intervenciones especializadas.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
– Síndromes de dificultad respiratoria:
- Neonatal: taquipnea transitoria del recién nacido, síndrome de
aspiración meconial, hernia diafragmática congénita, neumo-
tórax, neumonía, hipoplasia pulmonar.
- Niños: neumonía, asma, RGE.
– Enfermedades que provocan escasa ganancia ponderal.
– Causas gastrointestinales: alergia proteínas de la leche de vaca,
fibrosis quística, enfermedad celíaca.
– Infecciones crónicas.
– Hipertiroidismo.
– Enfermedades metabólicas.
– Insuficiencia renal, trombosis venosa.
MANEJO TERAPÉUTICO
En todos los casos se debe asegurar un óptimo estado nutricional
y tratar la acidosis, la anemia, la infección, la HTA y la insuficiencia
renal si está presente.
En cuanto al tratamiento farmacológico (Tabla 4), los fármacos bá-
sicos para el manejo de la IC aguda son los diuréticos, los inotrópicos
TABLA 4. Fármacos utilizados en la insuficiencia cardiaca. 531
¿Congestión?
NO SÍ
A B
¿Mala perfusión?
NO
Piel caliente Piel caliente
y seca y húmeda
Signos de mala perfusión:
C D - Disminución presión
diferencial
- Alteración
conciencia
SÍ - Extremidades frías - Hipotensión
Piel fría Piel fría - Tiempo recapilarización - Alteración
y seca y húmeda aumentado función renal
Signos de congestión:
- Dificultad respiratoria
- Ortopnea
- Crepitantes
- Edemas
- Derrame pleural
- Ascitis
Modificado de: Stevenson LW. Treatment of congestive heart failure. JAMA. 2002; 287:
2209-10.
Furosemida Furosemida
Milrinona
Considerar catecolaminas
Considerar VNI
SÍ NO SÍ NO SÍ NO
Catecolaminas
Soporte ventilatorio
Soporte circulatorio
Considerar trasplante
Modificado de: Kantor PF, Mertens LL. Clinical practice: heart failure in children.
Part I: Clinical evaluation, diagnostic testing, and initial medical management.
Eur J Pediatr. 2010; 169: 269-79.
BIBLIOGRAFÍA
1. Madriago E, Silberbach M. Heart failure in infants and children. Pediatr
Rev. 2010; 31: 4-12.
2. Rosenthal D, Chrisant MR, Edens E, et al. International Society for Heart
and Lung Transplantation: Practice guidelines for management of heart
failure in children. J Heart Lung Transplant. 2004; 23: 1313-33.
3. Hsu DT, Pearson GD. Heart failure in children: part I: history, etiology, and
pathophysiology. Circ Heart Fail 2009; 2: 63-70.
4. Hsu DT, Pearson GD. Heart failure in children: part II: diagnosis, treatment,
and future directions. Circ Heart Fail 2009; 2: 490-8.
535
8.4. SÍNCOPE
J. Àngel, Y. Fernández
DEFINICIÓN
Un síncope es una pérdida brusca y transitoria de la conciencia
(PTC) asociada a pérdida del tono postural, seguida de una rápida y
habitualmente completa recuperación, sin necesidad de intervención
para detener el episodio. El presíncope es una disminución brusca del
nivel de conciencia con inestabilidad postural, con completa y rápida
recuperación, sin llegar a perder la conciencia. Puede acompañarse
de síntomas vegetativos y generalmente, precede al sincope, aunque
puede presentarse de forma aislada.
EPIDEMIOLOGÍA
Aproximadamente el 3% de la población tendrá un episodio sin-
copal a lo largo de su vida y se calcula que, aproximadamente, un
15-25% de los niños sufrirán un episodio sincopal antes del final de la
adolescencia, momento de máxima incidencia, sobre todo en el sexo
femenino. Las recurrencias pueden ir del 33 al 51% según algunos
autores y, en caso de presentarse, suelen resolverse en meses o
hasta 5 años después del inicio.
MECANISMO DE PRODUCCIÓN
El síncope es el resultado de una pérdida brusca global y tran-
sitoria del flujo sanguíneo cerebral. Esta definición es importante
para aclarar que no todas las PTC son síncopes pues no se deben
a hipoperfusión cerebral (como por ejemplo la epilepsia, en la que
lo que ocurre es una disfunción de la actividad neuronal), pero han
de tenerse en cuenta por su cuadro clínico similar que obliga a un
diagnóstico diferencial adecuado.
El síncope neurocardiogénico se produce en la mayoría de oca-
siones por un fallo en el mecanismo compensador en el que tras
536 una noxa (como puede ser la visión de sangre) se produce un estí-
mulo en el córtex que provoca redistribución de flujo sanguíneo en
extremidades inferiores que ocasiona una disminución brusca de la
precarga cardiaca. Esta hipovolemia relativa ocasiona una contrac-
ción ventricular vigorosa y una respuesta vagal refleja exagerada
produciendo hipotensión y/o bradicardia (reflejo de Bezold-Jarisch)
y síncope transitorio con recuperación total.
En el síncope de origen cardíaco existe una causa cardiaca que
es la que hace que disminuya el gasto cardíaco, con la consiguiente
sintomatología. Dependiendo de la causa, puede ser el síncope rápido
y transitorio o mantenido e incluso mortal.
1. Síncope no cardiogénico
Neurocardiogénico
También denominado síncope vasovagal, reflejo o lipotimia.
Es la forma más común de sincope en todas las edades (85% de
los casos) y es más frecuente en el sexo femenino. Habitualmente,
tiene lugar en bipedestación, tras mantener la postura durante unos
minutos, aunque también puede ocurrir en sedestación o al cambiar
de posición.
Existen diversos factores precipitantes, como son el estrés emo-
cional, el miedo, la ansiedad, el dolor o la extracción de sangre.
Presenta una fase prodrómica con síntomas variados; malestar
general, náuseas, bostezos, disminución del campo visual, diplopía
y alteraciones auditivas. Posteriormente, sigue una sensación de 537
inestabilidad que termina con PTC y del tono muscular que dura
aproximadamente entre 15 y 20 segundos, y que finaliza con una
recuperación del nivel de conciencia. Si se prolonga pueden existir
clonias, rigidez y relajación de esfínteres.
Situacional
Es infrecuente y la característica principal es que se relaciona con
situaciones concretas como la micción, deglución, tos, defecación,
peinado,... Todas estas situaciones provocan una hiperestimulación
vagal, disminución de la precarga y aumento de la actividad simpática.
Se considera una variante del síncope neurocardiogénico.
Hipotensión ortostática
Se produce por una disminución de la tensión arterial sistólica
de 20 mmHg, una disminución de 10 mmHg de la tensión arterial
diastólica y síntomas de hipoperfusión cerebral al pasar de decúbito
a bipedestación.
Metabólico
Por anemia, hipoxia, hipoglucemia, hiperventilación, hipopotase-
mia e hipomagnesemia, entre otras.
538 TABLA 1. Diferencias entre síncope y crisis comicial.
Psicógeno
Diversos trastornos, como crisis histéricas, crisis de pánico,
reacciones de conversión, depresión mayor,... pueden asociarse a
manifestaciones sincopales o pseudosincopales.
Neurológico
Pueden provocar PTC y del tono postural los accidentes vas-
culares transitorios, crisis de migraña o crisis comiciales. Entre esta
última entidad y el sincope neurocardiogénico pueden existir dudas
diagnósticas por las características clínicas (Tabla 1).
2. Síncope cardiogénico
En la edad pediátrica tienen un frecuencia de un 8% pero con
una importante morbimortalidad. Habitualmente cursan de forma
brusca y sin pródromos, excepto posibles palpitaciones o molestias
precordiales. Existen algunos elementos en la historia clínica que nos
orientan hacía una etiología cardiaca del síncope como son:
– Síncope durante el ejercicio
– Palpitaciones o dolor torácico previo al síncope
– Síncope sin pródromos
– Evento que requiera reanimación cardiopulmonar
– Evento que ocasione secuelas neurológicas
– Intolerancia al ejercicio o disnea
– Arritmia o enfermedad cardíaca conocida
– Historia familiar de síncope, de muertes súbitas prematuras o
inexplicadas, de accidentes inexplicables que ocasionan muerte,
de arritmias conocidas y de síndrome QT largo o de infarto de
miocardio en personas jóvenes.
Las etiologías que pueden provocar un síncope cardiogénico 539
pueden ser:
DIAGNÓSTICO
Lo más importante es realizar una correcta historia clínica, con
el paciente y testigos del síncope que puedan describir el episodio.
Debemos interrogar sobre:
– Situaciones físicas desencadenantes: bipedestación prolongada,
calor excesivo en el ambiente, estrés, ejercicio, ruido intenso
(puede desencadenar una arritmia en el síndrome del QT largo),...
– Pródromos del síncope: mareo, palidez, sudoración, visión bo- 541
rrosa.
– Postura en el momento del evento.
– Forma de comienzo: gradual o brusca.
– Cantidad y frecuencia de los episodios.
– Antecedentes familiares de síncope, enfermedades cardíacas
conocidas o muertes súbitas en familiares jóvenes.
En cuanto a la exploración física, debemos realizar la toma de las
constantes vitales, incluyendo tensión arterial, y una exploración física
exhaustiva, centrándonos en la exploración cardiológica y neurológica.
Si la historia clínica y la exploración física son sugestivas de sín-
cope neurocardiogénico, no suele ser preciso realizar ninguna ex-
ploración complementaria de urgencias. No obstante, se aconseja
en todos los pacientes ante un primer síncope realizar un electrocar-
diograma (ECG) para valorar si existen arritmias cardíacas, aunque
un ECG normal no excluye una etiología cardiológica.
Se derivará al cardiólogo si hay sospecha por la historia clínica
de etiología cardíaca y a pesar de que el ECG haya sido normal, ya
que puede estar indicado realizar un Holter, o un ecocardiograma, o
una prueba de esfuerzo si síncope relacionado con el ejercicio. Puede
estar indicado también un Tilt-test (mesa basculante por la que se de-
termina de forma continua la frecuencia cardíaca y la tensión arterial,
haciendo cambios de posición en la mesa) para casos dudosos de
síncope neurocardiogénico o en aquellos con mala tolerancia clínica.
Según la clínica y la exploración física, pueden estar indicadas
otras exploraciones complementarias como analítica sanguínea (si
sospecha de síncope por hipovolemia, anemia o una alteración hi-
droelectrolítica), o EEG (en casos atípicos y duda de posible convul-
sión). No olvidar tampoco una prueba de embarazo en adolescentes
féminas si historia sugestiva.
En la Figura 1 se propone un algoritmo para la evaluación urgente
de un síncope en niños y adolescentes.
TRATAMIENTO
El objetivo del tratamiento en el síncope neurocardiogénico es
prevenir las recurrencias cuando éstas alteran la calidad de vida
o provocan alteraciones psicológicas o una importante morbilidad
incluyendo ausencias escolares frecuentes.
542
¿Se acompaña de cefalea previa, periodo postcrítico
o pérdida de conciencia prolongada?
Sí No
Sí No
Sí No
Sí No
Sí No
Sí No
BIBLIOGRAFÍA
1. Benditt DG, Nguyen JT. Syncope. Therapeutic approaches. J Am Coll
Cardiol. 2009; 53: 1741-51.
2. Balaguer M, Jordan Y. Pauta de actuación ante un síncope. En: Pou i
Fernàndez J (ed). Urgencias en Pediatria. 4ª edición. Madrid: Ergon; 2005.
p. 675-84.
3. Coleman B, Salerno JC. Emergent evaluation of syncope in children and
adolescents. UpToDate. 2012.
4. Fernandez Y. Síncope. An Pediatr Contin. 2006; 4: 292-301.
5. Goble MM, Benitez C, Baumgardner M, Fenske K. Emergency manage-
ment of pediatric syncope: searching for a rationale. Am J Emerg Med.
2008; 26: 66.
6. Moodley M. Clinical approach to syncope in children. Semin Pediatr Neu-
rol. 2013; 20: 12-7.
7. Romero F, Arias S, Campo F. Síncope en pediatría. En: SEP. Protocolos
de cardiología de la Sociedad Española de Pediatría 2009. p. 111-22.
Disponible en: http://www.secardioped.org/pyb_protocolos.asp
SECCIÓN 9. HEMATOLOGÍA
Coordinador:
Carles Luaces Cubells
547
9.1 APROXIMACIÓN DIAGNÓSTICO-
TERAPÉUTICA DE LOS TRASTORNOS
HEMORRÁGICOS: PLAQUETOPENIA Y
COAGULOPATÍAS
T. Toll, R. Berrueco
INTRODUCCIÓN
La aparición de diátesis hemorrágica en la edad pediátrica es
relativamente frecuente, con manifestaciones variables en cuanto a la
gravedad, ya sea desde una hemorragia mucosa leve a un sangrado
grave con compromiso vital.
Un sangrado excesivo puede ser debido a una alteración cuanti-
tativa o cualitativa de las plaquetas, de los componentes plasmáticos
de la coagulación o de la pared de los vasos. Dichas alteraciones
pueden ser congénitas o adquiridas, siendo frecuente que las prime-
ras presenten una primera manifestación en la infancia.
Desde el Servicio de Urgencias, la historia clínica, la exploración
física y las pruebas complementarias deben ir dirigidas a descartar
las principales patologías que precisarán de un tratamiento urgente.
Las que no lo precisen, deberán ser valoradas posteriormente por
un pediatra hematólogo.
Anamnesis
La historia clínica debe recoger, además de los datos habituales:
antecedente de sangrados previos y si es así, edad de aparición de la
primera hemorragia, relación con traumatismos mínimos o hemorragia
tras postoperatorio inmediato o de forma diferida. Se ha de preguntar
por antecedentes familiares de discrasias sanguíneas.
Además, se ha de detallar la localización, tipo y cuantía de la
hemorragia, teniendo en cuenta que las equimosis secundarias a
traumatismos por actividades inherentes a la edad son frecuentes
en la edad pediátrica. De la misma manera, las epistaxis tras los 2
548 TABLA 1. Principales síntomas/signos de alarma en la patología hemorrágica.
Exploraciones complementarias
Las exploraciones complementarias de urgencia básicas consis-
ten en una valoración de la hemostasia primaria (recuento de plaque-
tas y si es posible morfología plaquetar) y en pruebas globales de la
coagulación plasmática: tiempo de tromboplastina (TP), tiempo de
tromboplastina parcial activada (TTPa) y fibrinógeno.
PLAQUETOPENIA
La plaquetopenia puede ser clasificada según su gravedad: leve,
moderada o grave; o según su origen: congénita (constitucional) o
adquirida.
Por su frecuencia en la edad pediátrica, únicamente se hará
mención a la trombocitopenia inmune primaria (PTI). No obstante,
se ha de recordar que existen muchos otros motivos de plaqueto-
penia en la edad pediátrica, así como también trombocitopatías que
pueden provocar una clínica similar aun con un número de plaquetas
normales. Estos casos específicos deben ser consultados con un
pediatra hematólogo.
Trombocitopenia inmune primaria (PTI) 549
Se caracteriza por una disminución aislada de la cifra de plaque-
tas por debajo de 100.000/mm3 en ausencia de una causa desen-
cadenante. Su etiología radica en la existencia de autoanticuerpos
dirigidos contra las propias plaquetas del paciente.
El diagnóstico de esta entidad es de exclusión, ya que no exis-
ten parámetros clínicos o analíticos que permitan establecer este
diagnóstico con certeza.
La clínica principal es en forma de petequias, hematomas o equi-
mosis aislados en piel o mucosas. No obstante, también podemos
encontrar pacientes asintomáticos o bien que presenten hemorragias
graves (mucosas, gastrointestinales o incluso intracraneales).
Exploraciones complementarias al diagnóstico:
– Hemograma y recuento de reticulocitos.
– Morfología de sangre periférica con revisión por hematólogo ex-
perto.
– Estudio de hemostasia: TP, TTPa, fibrinógeno.
– Grupo, Rh y test de antiglobulina (Coombs) directo.
– Inmunoglobulinas.
– Estudio microbiológico: CMV, EBV, parvovirus B19, herpes simple,
herpes 6, VIH, VHC y VHB.
– Bioquímica: GOT, GPT, LDH, glucosa, urea, creatinina.
– Control de hematuria microscópica.
– Otros estudios de autoinmunidad (ANA, Anti-DNA, anticardioli-
pinas y anticoagulante lúpico), se han de valorar en pacientes >
6 años y según el contexto clínico.
El ingreso se ha de considerar en pacientes con sangrado activo,
factores de riesgo hemorrágico o con un recuento de plaquetas igual
o inferior a 20.000/mm3. En caso contrario, el paciente debe ser en-
viado a control en consultas externas de hematología pediátrica. El
tiempo quedará determinado por la cifra de plaquetas y la presencia
de clínica acompañante.
El tratamiento de urgencia ha de estar dirigido a disminuir el
riesgo de hemorragias graves y las decisiones terapéuticas se deben
tomar en base a múltiples factores.
• Medidas generales:
- Evitar la administración de ácido acetil-salicílico y sus derivados,
así como de AINEs y antihistamínicos.
550 - Restringir la actividad física y los deportes en función de la
clínica y del riesgo traumático.
- Administración de antifibrinolíticos (ácido aminocaproico 50-100
mg/kg/dosis cada 8 horas o ácido tranexámico 15-20 mg/kg/
dosis ev cada 8 horas o 20-25 mg/kg/dosis vo cada 8 horas)
por vía oral en caso de grandes hematomas, o a nivel tópico
epistaxis o sangrado mucoso escaso. Su administración está
contraindicada en el caso de hematuria.
• Medidas específicas: en caso de que el paciente tenga criterios de
ingreso, nosotros recomendamos la administración de una dosis
de inmunoglobulinas endovenosas inespecíficas a 0,8 g/kg tras
haber completado el estudio correspondiente en sangre periférica.
La administración de otro tipo de tratamiento y la realización de
otras exploraciones complementarias deben ser valoradas por
un pediatra hematólogo.
DÉFICIT DE VITAMINA K
Fuera de la época neonatal, puede aparecer un déficit de vi-
tamina K en niños con lactancia sin suplementos vitamínicos sufi-
cientes, malabsorción intestinal, afecciones diarreicas tratadas con
antibióticos, colostasis o hepatopatías graves. En los análisis de
laboratorio destacará una disminución de los factores de la vitamina
K (II, VII, IX, y X). En general, sólo en situaciones extremas aparecerán
hemorragias.
Un déficit importante de vitamina K dará como resultado una alte-
ración tanto del TP como del TTPa. Se ha de realizar una dosificación
de los factores correspondientes (si no es posible de urgencia, se
puede congelar plasma para hacerlo posteriormente) y administrar
vitamina K por vía parenteral, realizando un control posterior a las
48-72 horas.
Un déficit leve de vitamina K se debe sospechar ante una altera-
ción del TP sin afectación del TTPa. En estos casos, la administración
552 de vitamina K también estaría justificada, con un control posterior. La
dosis a administrar es de 5 a 10 mg intramuscular. En niños menores
de 10 kg, una dosis de 2 mg sería suficiente.
En caso de que las pruebas de coagulación no mejoren, se ha
de valorar el caso con un pediatra hematólogo, quien decidirá la
actuación posterior dependiendo de la clínica y la necesidad de in-
tervenciones en cada caso.
BIBLIOGRAFÍA
1. Andrew M. Developmental hemostasis: relevance to hemostatic problems
during childhood. Semin Thromb Hemost. 1995; 21: 341-56.
2. Monteagudo Montesinos E, Fernández Delgado R. Anomalías heredita-
rias y adquiridas de la coagulación. En: Madero L, Muñoz Villa A (eds.).
Hematología y oncología pediátricas. 2ª ed. Madrid: Ergon; 2005. p. 127.
3. Kessler CM. New perspectives in haemophilia treatment. Haemophilia.
2008; 14: 671-84.
4. Sadler J, Mannucci PM, Berntop E, Bochkov N, Boulyjenkov V, Ginsburg
D, et al. Impact, diagnosis and treatment of von Willebrand disease.
Thromb Haemost. 2000; 84: 160-74.
5. Toll MT. Trombocitopenia. Trombopatías. Trombocitosis. En: Cruz M (ed.).
Tratado de Pediatría. 10 ª ed. Madrid: Ergon; 2011. p. 1672-7.
553
9.2. SÍNDROME DE LISIS TUMORAL E
HIPERLEUCOCITOSIS
A. Catalá, A. Ruiz
Manifestaciones clínicas
El SLT puede ocurrir espontáneamente desde días antes del inicio
de la quimioterapia hasta 7 días después, aunque se presenta sobre
todo en las primeras 12-72 horas tras el inicio del tratamiento citolíti-
co. Analíticamente se caracteriza por hiperuricemia, hiperpotasemia,
hiperfosfatemia, hipocalcemia y acidosis láctica. Desde el punto de
vista clínico puede presentarse con manifestaciones cardíacas, neu-
rológicas y/o insuficiencia renal (Tabla 1).
Los pacientes con más riesgo de presentar SLT son aquellos
con neoplasias de rápido crecimiento, carga tumoral elevada y gran
sensibilidad a la quimioterapia. Suelen ser neoplasias hematológicas,
especialmente linfoma de Burkitt y leucemia aguda linfoblástica con
hiperleucocitosis.
Exámenes complementarios
Además del hemograma inicial, debe realizarse un ionograma
(incluyendo calcio iónico, fósforo y magnesio), LDH, ácido úrico, perfil
hepatorrenal, gasometría y pruebas de coagulación.
Entre las exploraciones complementarias deben incluirse un elec-
trocardiograma, radiografía de tórax y una ecografía abdominal. Esta
última puede revelar infiltración tumoral del parénquima renal y/o
hidronefrosis, que aumentarían el riesgo de complicaciones del SLT.
554 TABLA 1. Criterios clínico-analíticos para el diagnóstico de SLT.
Alteración
metabólica Criterios analíticos* Criterios clínicos
Hiperuricemia > 8 mg/dL (475,8 mmol/L)
o incremento del 25%
respecto nivel basal
Hiperfosfatemia > 6,5 mg/dL (2,1 mmol/L)
en niños o > 4,5 mg/dL (1,5
mmol/L) en adultos
Hiperpotasemia > 6 mg/L o 5,3 mmol/L Arritmia cardíaca o muerte
causada por la hiperkaliemia
Hipocalcemia Calcio < 7 mg/dL (1,5 Arritmia cardíaca, muerte
mmol/L) o calcio iónico súbita, convulsión, tetania,
< 1,12 (0,3 mmol/L) hipotensión, fallo cardíaco
Lesión renal – Aumento de niveles séricos
aguda de creatinina de 0,3 mg/
dL u oliguria (< 0,5 ml/kg/h
durante 6 horas)
*Para el diagnóstico de laboratorio de síndrome de lisis tumoral son
necesarios ≥ 2 alteraciones analíticas durante al menos 24 horas.
Tratamiento
El tratamiento ideal del SLT es preventivo y debe iniciarse pre-
cozmente: al diagnóstico y, al menos, 12-24 horas antes del inicio
de la quimioterapia y debe mantenerse hasta varios días después.
Se sustenta en hidratación adecuada, control de la diselectrolitemia,
bloqueo del metabolismo de los ácidos nucleicos y prevención de
la insuficiencia renal:
– Hiperhidratación: 3-5 litros/m2/día (suero glucosalino o SG% +
ClNa). Evitar el aporte exógeno de potasio.
– Monitorización estricta de la diuresis manteniendo un rango entre
80-100 ml/m2/h (4-6 ml/kg si < 10 kg). Pueden usarse diuréticos
para mantener una correcta diuresis, aunque en pacientes con
hiperleucocitosis debe valorarse su utilización con precaución.
– Alcalinización urinaria con bicarbonato sódico 1M (20 mEq/500
ml), para mantener un pH urinario entre 7 y 7,5 (si < 7 hay ma-
yor riesgo de nefropatía úrica y si > 7,5 existe riesgo de daño
renal por cristales de fosfato cálcico). El uso de alcalinización es
controvertido por el riesgo de nefrocalcinosis y exacerbación de
TABLA 2. Factores de riesgo del síndrome de lisis tumoral. 555
HIPERLEUCOCITOSIS
Definición
La hiperleucocitosis se puede presentar en diversos tipos de
leucemia y se define como una cifra > 100.000 leucocitos/mm3.
Manifestaciones clínicas
La hiperleucocitosis puede causar, de forma aislada o en com-
binación, leucostasis, síndrome de lisis tumoral y coagulopatía intra-
vascular diseminada (CID).
Ocasiona un aumento de la viscosidad sanguínea que produce
una lesión endotelial y oclusión vascular. Los órganos más frecuen-
temente afectados son el cerebro y el pulmón. A nivel cerebral se
debe sospechar ante una clínica de confusión, cefalea, convulsiones
y papiledema. A nivel pulmonar puede presentarse con signos y
síntomas de insuficiencia respiratoria y/o infiltrados en la radiografía
de tórax. Sin embargo, el daño endotelial puede afectar a cualquier
órgano y aparecer en forma de CID, hemorragias retinianas, infarto
de miocardio, trombosis renal, priapismo, etc.
Habitualmente existe relación entre el número de células leu-
cémicas y la gravedad de la sintomatología, pero en ocasiones la
hiperleucocitosis es pauci o asintomática.
La leucostasis es más frecuente en la leucemia aguda mieloblás-
tica (LAM) a pesar de que la hiperleucocitosis es más frecuente en la
leucemia aguda linfoblástica (LAL). En los casos de LAL, el riesgo de
leucostasis es más elevado cuando se alcanzan cifras de leucocitos
≥ 100.000/mm3, pero en pacientes con LAM se considera que el
riesgo es alto a partir de 50.000 leucocitos/mm3.
Diagnóstico y tratamiento
La leucostasis es una emergencia médica: requiere un manejo
cuidadoso desde una UCI y un tratamiento agresivo. Puesto que
es difícil realizar un diagnóstico de leucostasis con alta seguridad, a 557
todo paciente con hiperleucocitosis se le debe realizar una ecografía
abdominal y una radiografía de tórax. Si aparece clínica neurológica,
está indicado realizar una TC o RM cerebral para descartar infartos
o hemorragias a este nivel.
Se debe considerar esta situación como una emergencia con
un potencial compromiso vital, aunque el niño no muestre signos o
síntomas de gravedad evidente y en todos los casos se iniciará un
tratamiento agresivo.
Para el tratamiento de la hiperleucocitosis se seguirán las mismas
pautas que para el SLT, teniendo en cuenta que, para evitar complica-
ciones por la leucostasis, debemos mantener las plaquetas > 20.000/
mm3 y la Hb < 10 g/dL (no se recomienda la transfusión de hematíes
salvo en anemia grave < 6-7 g/dL o compromiso hemodinámico).
En algunos casos graves (leucocitos > 400.000/mm3) puede ser
útil la leucoaféresis. En pacientes con insuficiencia cardíaca también
podría considerarse la exanguinotransfusión.
El tratamiento etiológico de la leucemia debe iniciarse lo más
precozmente posible. Los corticoides y otros agentes quimioterápi-
cos pueden controlar las complicaciones causadas por la leucostasis,
pero pueden agravar el síndrome de lisis tumoral.
BIBLIOGRAFÍA
1. González Vicent M, Díaz Pérez MA. Síndrome de lisis tumoral. En: Ca-
sado Flores J, Serrano A (eds.). Urgencias y tratamiento del niño grave.
2ªedición. Madrid: Ergon; 2007. p. 1331-2.
2. Protocolos diagnóstico-terapéuticos de Urgencias Pediátricas SEUP-AEP.
Urgencias oncológicas. 2ª edición. Madrid: Ergon; 2010. p 240-2.
3. Coiffier B, Altman A, Pui CH, Younes A, Cairo MS. Guidelines for the
management of pediatric and adult tumor lysis syndrome: an evidence-
based review. J Clin Oncol. 2008; 26: 2767-78.
4. Cairo MS, Coiffier B, Reiter A, et al. Recommendations for the evaluation
of risk and prophylaxis of tumour lysis syndrome (TLS) in adults and
children with malignant diseases: An expert TLS panel consensus. Br J
Haematol. 2010; 149: 578-86.
5. Lange B, O´Neill JA, Goldwein JW, Packer RJ, Ross AJ. Oncologic Emer-
gencies. En: Pizzo PA, Poplack DG (eds). Principles and practice of pediatric
oncology. 3ª ed. Philadelphia: Lippincott-Raven Publishers; 1997. p. 1025-49.
6. Howard SC, Jones DP, Pui CH. The tumor lysis syndrome. N Engl J Med.
2011; 364: 1844-54.
558
9.3. ANEMIA AGUDA. DIAGNÓSTICO Y
TRATAMIENTO
R. Berrueco
DEFINICIÓN
La anemia se define como una concentración de hemoglobina
o de la masa total eritrocitaria inferior a 2 desviaciones estándar con
respecto a la normalidad, situación que conlleva una disminución del
transporte de oxígeno a los tejidos. Estas cifras, no obstante, varían
dependiendo de la edad y del sexo (Tabla 1).
ETIOLOGÍA
De forma general, las causas de la anemia se pueden clasificar
en tres grandes grupos: A) Pérdida sanguínea; B) Hemólisis; C) Pro-
ducción disminuida de glóbulos rojos.
Exploración física
La palidez es habitualmente el signo guía, aunque pueden existir
adinamia y letargia dependiendo de la cronicidad del proceso. La
existencia de inestabilidad hemodinámica sugiere una instauración
aguda, mientras que la anemia crónica no suele presentar sintomato-
logía grave gracias al aumento del gasto cardiaco y otros mecanismos
fisiopatológicos que son capaces de compensar la situación. De
hecho, la ausencia de clínica florida puede llegar a sorprender en
las anemias crónicas.
La existencia de otras características en la exploración física tam-
bién nos puede orientar hacia una causa concreta (Tabla 3).
Exploraciones complementarias
– Analítica sanguínea: hemograma completo con valoración de
los índices eritrocitarios: volumen corpuscular medio (VCM), an-
cho de distribución eritrocitaria (ADE), reticulocitos y morfología
eritrocitaria y leucocitaria. En el niño ictérico, determinación de
bilirrubina y fracciones, lactato deshidrogenasa, haptoglobina, test
de Coombs directo, tira reactiva en orina y aspecto macroscópico
de ésta.
– Si hay sospecha de sangrado se solicitarán pruebas básicas de
coagulación (tiempo de protrombina, tiempo de tromboplastina
560 TABLA 2. Posibles claves diagnósticas durante la valoración de la anemia.
Antecedentes Considerar
Familiares
• Procedencia familiar Hemoglobinopatías: HbS en raza negra,
mulatos y norte de África; beta-talasemia en
Mediterráneo y en Sur-Este asiático. Otras
según procedencia.
• Historia familiar de:
· Litiasis biliar Anemia hemolítica.
· Esplenectomía Talasemia u otra anemia hemolítica.
· Anemia materna Valorar anemia carencial (dietas vegetarianas
o veganas sugieren déficit B12).
Personales
• Prematuridad Anemia de la prematuridad. Mayor riesgo de
ferropenia.
• Problemas perinatológicos
· Pérdidas sanguíneas Valorar existencia de ferropenia tras la fase
aguda inicial.
· Hemorragia feto-materna Valorar existencia de ferropenia tras la fase
aguda inicial.
· Hemorragia feto-fetal Valorar existencia de ferropenia tras la fase
aguda inicial.
· Infecciones Alteración en la producción.
• Alimentación Lactancia materna exclusiva y prolongada
(> 6 meses) favorece la ferropenia.
En niños mal comedores hay que descartar
anemia carencial.
Patológicos
• Clínica digestiva Descartar H. pylori, sangre oculta en heces,
patología digestiva subyacente.
• Ictericia persistente Sugiere anemia hemolítica.
• Dolores óseos intensos Puede sugerir drepanocitosis.
• Color orina Orinas rojas sugieren hemoglobinuria
por hemólisis intravascular (déf. G6PD y
otras). Orinas colúricas sugieren hemólisis
extravascular (esplénica).
Antecedente inmediato
• Pica Sugiere déficit de hierro.
• Fármacos Valorar déficit G6PDh si varón con anemia
hemolítica y fármaco asociado.
• Ingesta de habas Sugiere déficit G6PDh si varón.
• Infección activa
· Gastroenteritis aguda, Descenso transitorio de la hemoglobina.
otitis media aguda…
· Sepsis Valorar anemia hemolítica.
· Parvovirus Reticulocitopenia
TABLA 3. Datos útiles en la exploración física durante la valoración del 561
paciente con anemia.
Criterios de ingreso
– Anemia de instauración aguda.
– Anemia grave no filiada.
– Anemización importante no explicada en un paciente con un
diagnóstico previo.
– Sospecha de malignidad.
Los pacientes asintomáticos, pero no catalogados con exámenes
de primera línea, deberán controlarse dentro de los siguientes 7 días
y complementar los estudios pertinentes.
Transfusión sanguínea
La administración de una transfusión sanguínea será individuali-
zada en cada caso, así como la cantidad a transfundir, dependiendo
de diversos factores, entre otros:
– Enfermedad subyacente:
· Talasemia mayor: la Hb pre-transfusional debe ser de 9 a 10 g/
dL (hipertransfusión para inhibir la eritropoyesis y deformidades
óseas).
· Drepanocitosis: se deben tener en cuenta la Hb basal del
paciente, la sintomatología y, en caso de ser precisa, no so-
brepasar los 10 g/dL (se ha de evitar aumentar la viscosidad
sanguínea). (Ver protocolos de drepanocitosis).
· En la AHAI se ha de intentar evitar la transfusión de hematíes.
Trasfundir únicamente en situaciones de inestabilidad hemo-
dinámica o si Hb < 5 g/dL. En caso de necesitarse, su admi-
nistración debe ser lenta y se puede plantear llevar a cabo en
dos alícuotas.
– Rapidez de instauración de la anemia.
– Clínica derivada de la anemia: 563
· Shock hipovolémico o inestabilidad hemodinámica: transfu-
sión urgente.
· Sospecha de secuestro esplénico en drepanocitosis: trans-
fusión urgente.
En general, una Hb < 7 g/dL nos ha de hacernos plantear trans-
fundir al paciente, salvo en los casos en los que tengamos una causa
clara de la anemia y preveamos un ascenso rápido de las cifras de
hemoglobina.
En niños con una anemia muy grave (Hb < 5 g/dL), la admi-
nistración de una transfusión será necesaria con una alta proba-
bilidad. No obstante, en una anemia ferropénica, se ha de valorar
inicialmente la respuesta al hierro oral (siempre que la situación
clínica lo permita).
En pacientes en los que existe compromiso hemodinámico
(ritmo de galope, edema pulmonar, taquicardia excesiva o mala
perfusión), la transfusión debe ser administrada lentamente y bajo
estricta monitorización.
La realización de pruebas cruzadas se debe realizar en todos los
casos, exceptuando las emergencias vitales. De ser posible, cuando
se trate de pacientes con anemia crónica (drepanocitosis, talasemia
mayor, eritroblastopenia congénita, etc.) o una anemia hemolítica
autoinmune (panaglutinina), la sangre a administrar debería ser com-
patible para grupo y fenotipo extendido (sangre fenotipada) con el fin
de disminuir el riesgo de aloinmunización.
Pérdida sanguínea
Inestabilidad Valorar
hemodinámica transfusión Gran esplenomegalia Sospecha secuestro esplénico
URGENTE
Hemólisis TAD
Valorar SHU, PTT,
Grave (Hb < 7 g/dL) (presencia esquistocitos)
Valorar enzimopatías
Estabilidad Positivo Negativo (déficit G6PDh si ingesta de habas
hemodinámica o fármacos)
Valoración
según grado AHAI Valorar hemoglobinopatías o
Moderada (Hb 7-10 g/dL) esferocitosis según contexto
de anemia
TAD: test de antiglobulina directo (Test de Coombs). AHAI: anemia hemolítica autoinmune. SHU: síndrome hemolítico urémico. PTT: púrpura trombótica trombocitopénica.
Ferritina ↑
Estudio hierro Reticulocitos Reticulocitos
Fe ↓
TAD: test de antiglobulina directo (Test de Coombs). AHAI: anemia hemolítica autoinmune. SHU: síndrome hemolítico urémico. PTT: púrpura trombótica trombocitopénica.
INTRODUCCIÓN
La fiebre y la neutropenia son comunes en niños con enfermeda-
des hematológicas primarias. El riesgo de desarrollar una infección
difiere dependiendo de la patología subyacente.
DEFINICIONES
Neutropenia: se define como un número de neutrófilos totales
menor a 1.500 células/mm3. El grado de neutropenia se clasifica en:
– Leve: 1.000-1.500/mm3
– Moderada: 500-1.000/mm3
– Grave: < 500/mm3
Fiebre: la fiebre en pacientes neutropénicos generalmente se
define como una sola temperatura axilar ≥ 38,3ºC, una temperatura
≥ 38ºC durante más de 1 hora o dos elevaciones ≥ 38ºC durante un
período de 12 horas.
Categoría de riesgo: el riesgo de infección entre los niños con
neutropenia se puede clasificar como bajo, moderado y alto, con base
en la apariencia clínica y trastorno subyacente (Tabla 1):
– Bajo riesgo → Paciente con buen aspecto, con neutropenia
transitoria, aislada.
– Moderado riesgo → Paciente con buen aspecto, fiebre que
aparece en niños con neutropenia crónica benigna o neutro-
penia cíclica.
– Alto riesgo → Paciente con mal aspecto (de cualquier etiolo-
gía), niño con buen o mal aspecto con fiebre que aparece en
pacientes con neutropenia congénita grave (tipo síndrome de
Kostmann) o anemia aplásica, niños con un episodio previo
de enfermedad febril o infección complicada que amenaza la
vida.
TABLA 1. 569
Causas predominantes
Categoría Condición de fiebre Manejo inicial
Bajo Niños Infecciones virales Tratamiento
riesgo sanos con sintomático
neutropenia ambulatorio.
aislada y Seguimiento estricto
transitoria
Riesgo Neutropenia Común → Infecciones Antibiotico oral
moderado crónica del tracto respiratorio y seguimiento
benigna superior, OMA, ambulatorio estricto
(Neutropenia infecciones de piel, en pacientes con
crónica gingivitis, úlceras reservas de médula
idiopática bucales, celulitis y ósea adecuada
autoinmune) abscesos labiales en
niñas
Menos comunes → Hospitalización y
Neumonía, celulitis antibiótico parenteral
periorbitaria, meningitis, en enfermedad febril
sepsis complicada
Neutropenia Frecuente → Úlceras Generalmente
cíclica orales, gingivitis, no está indicado
periodontitis, faringitis, antibiótico en lesiones
adenopatías mucocutáneas
inflamatorias típicas de
la neutropenia
Menos frecuente → Evaluación cuidadosa
Bacteriemia, celulitis, de la necesidad de
OMA, sinusitis, hospitalización y
neumonía, apendicitis tratamiento antibiótico
para fiebres atípicas
o infecciones como
OMA, sinusitis
o infecciones
respiratorias bajas
Poco común → Hospitalización y
Enterocolitis necrotizante antibiótico de amplio
asociada a Clostridium. espectro
Causas predominantes
Categoría Condición de fiebre Manejo inicial
Alto Neutropenia Onfalitis, celulitis, Hospitalización y
riesgo congénita absceso perirrectal, antibiótico de amplio
grave sepsis espectro
EVALUACIÓN INICIAL
Los niños con fiebre y neutropenia deben ser evaluados con
prontitud, ya que pueden tener un riesgo considerable de desarrollar
una infección potencialmente grave. En los pacientes con mala apa-
riencia o los con mayor riesgo de infección, la evaluación idealmente
debe ocurrir en un hospital con servicios de subespecialidad o en una
instalación en la que puede organizar el traslado a dicha instalación.
Historia clínica
Los aspectos importantes de la historia clínica de un niño con
fiebre y neutropenia incluyen:
– Nuevos síntomas específicos locales, profilaxis antimicrobiana.
– Exposiciones a infecciones, incluyendo enfermedades en los
familiares.
– Historia de infecciones documentadas o colonización. 571
– Causas no infecciosas de la fiebre (por ejemplo, la transfusión de
productos sanguíneos, farmacos).
– Condiciones subyacentes de comorbilidad (por ejemplo, diabetes,
cirugía reciente).
– Presencia de catéteres intravasculares u otros dispositivos.
– Historia de inmunización.
Examen físico
Se debe realizar un examen físico completo, con especial atención
a las localizaciones comunes de infección, incluyendo:
– Piel.
– Senos paranasales.
– Orofaringe, especialmente en la línea gingival y mucosa bucal.
– Pulmones.
– Abdomen.
– Perineo, especialmente las regiones perianales.
El eritema leve o dolor no debe ser ignorado porque los signos
de inflamación en el paciente neutropénico pueden ser sutiles. Los
signos visuales de la inflamación pueden llegar a ser evidentes sólo
cuando el recuento de neutrófilos se está recuperando.
Cultivos
Se debe obtener un cultivo de sangre en todos los niños con
neutropenia. Es particularmente importante que los hemocultivos
se realicen sin demora en enfermos graves y en niños con mayor
riesgo de infección bacteriana grave. Se recomienda la toma de 2
hemocultivos seriados para mejorar la eficacia del aislamiento del
germen. El otro cultivo que puede ser útil de forma rutinaria es la
orina en niñas neutropénicas febriles, especialmente las menores
de tres años. Valorar además el cultivo de otra localización según la
clínica del paciente.
Otros estudios
Los estudios adicionales deben ser obtenidos según criterio
clínico:
– Pruebas virales de diagnóstico rápido y sensibles y cultivo de las
secreciones nasofaríngeas en busca de virus.
572 – Radiografía de tórax en niños con signos y síntomas respiratorios.
Una radiografía de tórax normal debe ser interpretada con cautela,
ya que el infiltrado puede no aparecer hasta que el recuento de
neutrófilos se esté recuperando.
– Radiografía y/o ecografía abdominal en niños con signos y sín-
tomas abdominales.
– Punción lumbar en niños con alteración del estado mental o
signos meníngeos.
– Cultivo de heces en neutropenia prolongada o diarrea persistente.
BIBLIOGRAFÍA
1. Jonsson OG, Buchanan GR. Chronic neutropenia during childhood. A
13-year experience in a single institution. Am J Dis Child. 1991; 145:
232-5.
2. Alario AJ, O’Shea JS. Risk of infectious complications in well-appearing
children with transient neutropenia. Am J Dis Child. 1989; 143: 973-6.
3. Serwint JR, Dias MM, Chang H, et al. Outcomes of febrile children presu-
med to be immunocompetent who present with leukopenia or neutropenia
to an ambulatory setting. Clin Pediatr (Phila). 2005; 44: 593-600.
4. Bux J, Behrens G, Jaeger G, Welte K. Diagnosis and clinical course of
autoimmune neutropenia in infancy: analysis of 240 cases. Blood. 1998;
91: 181-6.
5. Dale DC, Hammond WP 4th. Cyclic neutropenia: a clinical review. Blood
Rev. 1988; 2: 178-85.
6. Weinberger M. Approach to management of fever and infection in patients
with primary bone marrow failure and hemoglobinopathies. Hematol Oncol
Clin North Am. 1993; 7: 865-85.
7. Weinberger M, Elattar I, Marshall D, et al. Patterns of infection in patients
with aplastic anemia and the emergence of Aspergillus as a major cause
of death. Medicine (Baltimore). 1992; 71: 24-43.
8. Torres HA, Bodey GP, Rolston KV, et al. Infections in patients with aplastic
anemia: experience at a tertiary care cancer center. Cancer. 2003; 98:
86-93.
SECCIÓN 10. REUMATOLOGÍA
Coordinador:
Jordi Antón López
577
10.1. MIOSITIS
E. Iglesias, R. Bou
ETIOLOGÍA
La causa más frecuente de miositis en niños es la miositis viral.
La Tabla 1 refleja las distintas etiologías.
MIOSITIS VIRAL
1. Mialgias
Pueden aparecer en la fase prodrómica de cualquier virasis in-
cluso sin alteración analítica ni debilidad. Producidas por la acción
de las citoquinas sobre el músculo y menos frecuentemente por la
invasión directa del virus. Tratamiento: sintomático.
DERMATOMIOSITIS JUVENIL
Miopatía inflamatoria más frecuente en pediatría a pesar de lo
cual es una enfermedad rara con una incidencia de 3-4 casos por
millón de niños.
– Etiopatogenia: desconocida. Probable interacción de agentes
externos sobre un individuo genéticamente predispuesto.
– Epidemiología: edad media de inicio: 7 años (25% por debajo de
los 4 años). Predominio en el sexo femenino.
– Clínica:
1) Lesiones cutáneas: eritema heliotropo (exantema violáceo en
párpados superiores), pápulas de Gottron (lesiones eritemato-
sas sobre articulaciones metacarpofalángicas e interfalángicas
y superficies de extensión), exantema facial y en zonas fotoex-
puestas.
2) Debilidad muscular proximal.
580 TABLA 2. Criterios de Bohan y Peter (1975) para el diagnóstico de
dermatomiositis juvenil.
1. Cambios cutáneos característicos Eritema heliotropo, pápulas de
Gottron o signo de Gottron, exantema
eritematoso en cara, tórax o zonas
extensoras de extremidades
2. Debilidad simétrica en la
musculatura proximal
3. Elevación sérica de las enzimas CK, AST, LDH y aldolasa
musculares (de al menos una)
4. EMG compatible con miopatía y
denervación
5. Biopsia muscular con evidencia
histológica de necrosis e inflamación
BIBLIOGRAFÍA
1. Cassidy JT, Petty RE, Laxer RM, Lindsley CB. Textbook of Pediatric Rheu-
matology. Sixth Edition. Elsevier; 2010.
2. Foster H, Brogan PA. Paediatric Rheumatology. OSH Paediatrics. Oxford:
Oxford University Press; 2012.
3. Bou R, Ricart S. Dermatomiositis juvenil. An Pediatr Contin. 2010; 8:
73-80.
4. Miller ML, Targoff NI, Romain PL. Viral myositis. En: UpToDate® 2013.
585
10.2. ARTRITIS
M.I. González, S. Ricart
CONCEPTO
Artritis: presencia de inflamación articular, caracterizada por tu-
mefacción y/o limitación dolorosa de la movilidad articular. En algunas
ocasiones puede asociarse calor y eritema locales.
Debe diferenciarse de las artralgias: dolores articulares sin tume-
facción ni limitación de la movilidad.
ETIOLOGÍA
1. Relacionada con infección
– Séptica. Generalmente monoarticular. S. aureus: el más frecuen-
te.
Otros agentes: S. agalactiae en < 3 meses, Kingella kingae en
< 3 años, Salmonella (hemoglobinopatías), P. aeruginosa, otros
bacilos gram negativos, N. meningitidis, S. pneumoniae. Poco
habituales: tuberculosa o fúngica (Candida albicans).
– Vírica. Frecuentemente poliarticular. Rubéola, parvovirus B19,
hepatitis B, hepatitis C, varicela-zóster, parotiditis, Epstein-Barr,
Coxsackie.
– Artritis postinfecciosa. Tras infección extraarticular y cursa con
líquido sinovial estéril. Frecuentemente es poliarticular, como la
fiebre reumática y la artritis reactiva postestreptocócica. La
artritis postinfecciosa secundaria a infección intestinal por Sal-
586 monella, Shigella, Yersinia o Campylobacter, o genitourinaria por
Chlamydia trachomatis se denomina artritis reactiva. Otros:
Mycoplasma (artritis por mecanismos inmune-mediados, aun-
que también podría ocasionar infección directa).
2. Artritis immunomediadas
– Artritis idiopática juvenil. Artritis crónica (> 6 semanas) en una
o más articulaciones, de etiología desconocida, con inicio antes
de los 16 años y que agrupa varios subtipos: oligoarticular, poliar-
ticular factor reumatoide positivo, poliarticular factor reumatoide
negativo, psoriática, artritis relacionada con entesitis, artritis de
inicio sistémico e indiferenciada.
– Enfermedad del suero. Presencia de exantema (urticaria, nódu-
los, púrpura) y síntomas sistémicos después de la exposición a
determinados antígenos. Artritis generalmente transitoria a mu-
ñecas, rodillas y tobillos.
– Púrpura de Schönlein-Henoch. Predominio en grandes articu-
laciones de extremidades inferiores. Puede preceder al exantema
característico.
– Otras enfermedades reumáticas. Lupus eritematoso sistémico
(LES), sarcoidosis, enfermedad de Behçet, fiebre mediterránea
familiar, dermatomiositis, enfermedad inflamatoria intestinal.
3. Traumatismos
– Artritis traumática. Considerar ante traumatismo importante o
microtraumatismos mantenidos en niños mayores que practican
deporte.
4. Trastornos de la coagulación
– Hemofilia u otros. La hemartrosis puede ser la primera mani-
festación de una diátesis hemorrágica, especialmente en niños
pequeños.
5. Tumoral
– Óseo. Osteoma osteoide: el más frecuente.
– Sinovial. Hemangioma sinovial y sinovitis villonodular: proliferacio-
nes benignas pero a veces muy erosivas. Los tumores sinoviales
malignos son muy raros.
– Hematológico. Leucemia linfoblástica aguda: la neoplasia malig- 587
na más asociada a artralgias y/o artritis (habitualmente migratorias
y muy dolorosas). Linfomas y neuroblastomas también pueden
debutar con síntomas músculo-esqueléticos.
6. Otros
– Sinovitis transitoria de cadera. Monoartritis transitoria habitual
a la práctica clínica, especialmente en niños de 3 a 8 años. Su
diagnóstico precisa la desaparición completa de los síntomas en
3-10 días.
– Otras causas. Neurofibromatosis, endocarditis bacteriana.
CLÍNICA Y DIAGNÓSTICO
Anamnesis
Hay que tener en cuenta:
1. Forma de inicio: inicio súbito de tumefacción o dolor sugiere
traumatismo. En lactantes y niños pequeños valorar la posibilidad
de lesiones no accidentales.
2. Número de articulaciones afectadas:
– Monoartritis: siempre se ha de valorar de forma urgente para
descartar la posibilidad de una artritis séptica o de un trauma-
tismo con hemartrosis. Otras causas de monoartritis: artritis
idiopática juvenil (AIJ) oligoarticular, artritis en la enfermedad
de Lyme y algunas artritis reactivas.
– Poliartritis: raramente serán debidas a una infección bacteriana
o a un traumatismo.
3. Características del dolor y/o rigidez:
– Intensidad: un dolor suficientemente intenso como para oca-
sionar un rechazo a sostener peso con la pierna afecta ha de
alertar de la posibilidad de una enfermedad grave, como una
infección articular o un proceso neoplásico (leucemia, osteo-
sarcoma). En cambio, los niños con AIJ o sinovitis transitoria
de cadera a menudo se presentan con cojera pero el dolor
generalmente no es tan intenso como para impedir la carga.
– Frecuencia y patrón del dolor:
· Dolor persistente: es característico de inflamación del es-
pacio articular, típicamente en artritis infecciosa o de causa
reumática.
588 · Dolor intermitente: especialmente asociado a la actividad, es
más característico de problemas mecánicos (por ejemplo,
problemas de ligamentos o menisco en la rodilla).
· Dolor migratorio: se puede ver en la fiebre reumática o artritis
reactiva postestreptocócica, púrpura de Schönlein-Henoch
o linfomas.
– Ritmo del dolor: el dolor inflamatorio, como en la AIJ, habi-
tualmente es mayor al levantarse y mejora a lo largo del día al
moverse el niño. El dolor traumático o por causas mecánicas
generalmente empeora con la actividad a lo largo del día.
4. Duración: la artritis crónica raramente será de causa infecciosa,
con la excepción de la enfermedad de Lyme (muy poco frecuente
en nuestro medio) y la artritis tuberculosa.
5. Factores precipitantes:
– Traumatismos.
– Infecciones.
– Inmunizaciones: después de la vacunación por rubéola pueden
aparecer artritis o artralgias.
– Inactividad: el dolor articular o rigidez que empeora en períodos
de inactividad es típico de artritis crónicas inflamatorias, como
en la AIJ o el LES.
– Aumento de actividad física: los niños con dolor de causa
mecánica experimentan dolor o un aumento de éste después
de incrementar la actividad física.
6. Presencia de sintomatología sistémica: fiebre, pérdida de peso,
exantemas, dolor abdominal o alteraciones oculares...
7. Antecedentes personales y familiares de enfermedades aso-
ciadas con artritis: enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria
intestinal, artritis inflamatorias, espondiloartropatías, uveítis, pso-
riasis y fibrosis quística.
Exploración física
1. Examen físico general.
2. Exploración de la articulación afectada: inspección, palpación y
valoración de la movilidad buscando postura antiálgica, tume-
facción, puntos dolorosos, calor y limitaciones en la movilidad
activa y pasiva de las articulaciones. Es muy útil comparar con
la contralateral.
TABLA 1. Características del líquido sinovial normal y patológico. 589
Exploraciones complementarias
1. Artrocentesis: principal exploración a realizar en casos de sospe-
cha de artritis séptica. Las características del líquido sinovial nos
guiarán en el diagnóstico diferencial de la artritis monoarticular
(Tabla 1).
No es necesario el estudio de cristales en niños porque la ar-
tropatía por cristales es rarísima en niños. La presencia de un
líquido hemático, en artrocentesis no traumáticas, ha de hacer
sospechar contusión importante, trastorno de la coagulación,
hemangioma sinovial o sinovitis villonodular.
2. Pruebas de imagen:
– Radiología convencional: detección de fracturas, periostitis, os-
teocondrosis, disminución del espacio articular, tumores óseos
y displasias. En osteomielitis evolucionadas pueden observarse
lesiones osteolíticas.
– Ecografía articular: permite detectar la presencia de derrame
articular en casos dudosos o en articulaciones profundas de
difícil valoración como la cadera.
– Gammagrafía ósea: útil para localizar la causa del dolor y/o
cojera (osteomielitis, fracturas, tumores…).
– TC y RMN: no en la valoración inicial; reservar para casos de
diagnóstico dudoso.
590 3. Pruebas de laboratorio:
– Hemograma con fórmula leucocitaria: detección de anomalías
sugestivas de leucemia, infecciones (bacterianas o virales), o
enfermedades reumáticas (LES, AIJ de inicio sistémico).
– PCR y VSG: marcadores no específicos de inflamación. Mu-
chos niños con enfermedades inflamatorias como la AIJ mues-
tran valores normales.
– Bioquímica: valores anormales en la función hepática o renal
permiten sospechar enfermedad sistémica (LES o vasculitis).
Valores muy elevados de LDH pueden ser indicativos de neo-
plasia.
– Coagulación: para excluir trastorno de la hemostasia o previo
a un procedimiento quirúrgico.
– Sedimento urinario: detección de alteraciones asociadas a en-
fermedades reumáticas como LES o púrpura de Schönlein-
Henoch.
– Microbiología: hemocultivo, cultivo faríngeo, urocultivo y/o co-
procultivo y serologías (virus, Lyme, antiestreptolisinas, bacte-
rias enteroinvasivas) en casos de sospecha de artritis sépticas
o postinfecciosas.
– Prueba de la tuberculina: en artritis crónicas.
– Inmunología: realizar según la sospecha clínica (ver Figura 2).
· Anticuerpos antinucleares (ANA): positivos en 80% pacientes
con AIJ oligoarticular y 40% con AIJ poliarticular. Asociación
con uveítis. Pueden ser positivos a títulos bajos en el 3-5%
de los niños sanos.
· Factor reumatoide (FR): sólo aporta información en algunas
conectivopatías y en determinadas formas de AIJ. Carece de
utilidad en el cribaje de enfermedad reumática en pediatría.
· HLA B27: asociado a espondiloartropatías y artritis reactivas.
· Inmunoglobulinas: disminuidas en inmunodeficiencias y au-
mentadas en la inflamación.
· Complemento (C3 y C4): elevado en procesos inflamatorios
y disminuido en LES activo.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Se realizará en base al nº de articulaciones afectas y la presencia
de síntomas asociados (Figs. 1 y 2).
591
Anamnesis y exploración física
TRATAMIENTO
Criterios de ingreso
– Sospecha de artritis séptica.
– Sospecha de enfermedad sistémica grave (neoplasia, LES, AIJ
inicio sistémico, vasculitis sistémica, enfermedad del suero...).
– Afectación del estado general.
592
Poliarticular
Sí ¿Artritis migratoria? No
¿Síntomas generales?
Sí No
Sí No
Fiebre Artritis
reumática asociada Derivación
a virus AIJ inicio sistémico Oftalmología y
Enf. Lyme LES Reumatología
Artritis asociada
a virus
Leucemia AIJ
Vasculitis poliarticular
Evidencia de infección
previa por estreptococo
Criterios mayores Criterios menores del grupo A
• Carditis • Artralgia • Cultivo faríngeo positivo
• Poliartritis • Fiebre • Positividad test detección
• Corea • ↑ PCR o VSG rápida de antígeno
• Eritema • Prolongación (Faringotest)
marginatum intervalo PR • Títulos altos de
• Nódulos antiestreptolisinas (ASLOs)
subcutáneos o títulos en aumento
Tratamiento específico según etiología de sospecha 593
– Séptica: ingreso y antibioterapia endovenosa
· < 5 años: Cloxacilina 150 mg/kg/día c/6 h + ceftriaxona 75
mg/kg/día c/12-24 h.
· > 5 años: Cloxacilina 150 mg/kg/día c/4-6 h (dosis máx. 12 g/día).
· Si sospecha de otros gérmenes (Pseudomonas, Candida...):
escoger antimicrobiano empírico específico según etiología.
– Inflamatoria (AIJ, artritis reactiva, asociada a enfermedad reumática):
iniciar AINEs a dosis antiinflamatorias (p.e., ibuprofeno a 35-40 mg/
kg/día) y derivar para estudio a consultas externas de reumatología
o ingreso para estudio si sospecha de enfermedad sistémica.
– Vírica: iniciar AINEs a dosis antiinflamatorias y control por su
pediatra. En caso de dudas o persistencia de la artritis, derivar a
un especialista en reumatología pediátrica.
– Traumática: analgésicos, reposo y manejo por COT según
etiología. Valorar artrocentesis para calmar el dolor en casos de
derrame a tensión.
En hemofilia: infusión de factor VII y evitar AINEs.
– Sospecha de neoplasia: ingreso para estudio y tratamiento.
– Sinovitis transitoria de cadera: ibuprofeno a 35-40 mg/kg/día
y control por su pediatra. Dar normas de observación, reconsulta
y control por su pediatra: si aparición de fiebre, no resolución en
7-10 días, afectación de otras articulaciones o aparición de otros
síntomas, reconsultar.
BIBLIOGRAFÍA
1. Ravelli A, Martini A. Juvenile idiopathic arthritis. Lancet. 2007; 369: 767-78.
2. Merino R. Protocolos de la AEP: Monoartritis [Internet]. Madrid: Asociación
Española de Pediatría; 2002. Disponible en: http://www.aeped.es.
3. Nelson. Estrategias dignósticas en pediatría. Madrid: McGraw-Hill/Inte-
ramericana de España; 2002.p. 166-9.
4. Kimura Y, Southwood TR. Evaluation of the child with joint pain or swelling.
En: UpToDate, Sundel R (Ed), UpToDate, Waltham, MA, 2012.
5. Junnila JL, Cartwright VW. Chronic musculoskeletal pain in children: Part
I. Initial evaluation. Am Fam Physician. 2006; 74: 115-22.
6. Junnila JL, Cartwright VW. Chronic musculoskeletal pain in children: Part
II. Rheumatic causes. Am Fam Physician. 2006; 74: 293-300.
7. Foster H, Khawaja K. When to request a paediatric rheumatology opinion.
Curr Paediatr. 2005; 15: 1-8.
594
10.3. ENFERMEDAD DE KAWASAKI
J. Sánchez, J. Antón
CONCEPTO
La enfermedad de Kawasaki (EK) es una vasculitis sistémica,
aguda y autolimitada, con complicaciones potencialmente peligrosas,
que afecta principalmente a lactantes y niños pequeños, aunque
puede afectar a adolescentes y adultos. Se caracteriza por fiebre,
conjuntivitis bilateral no purulenta, eritema labial y oral, cambios en
las extremidades, exantema y adenopatía laterocervical.
ETIOLOGÍA
La causa de la EK es desconocida. Muchas de las características
epidemiológicas y clínicas orientan hacia una etiología infecciosa,
pero no se ha podido hallar un agente infeccioso único que justifique
la aparición de la EK.
Existen hipótesis que postulan que la EK podría ser debida a un
agente infeccioso con entrada por la vía respiratoria que desencade-
naría una respuesta inmune inapropiada y exagerada en individuos
genéticamente predispuestos.
La predisposición genética a sufrir la enfermedad parece clara,
así, los países asiáticos y especialmente Japón, tienen tasas de inci-
dencia de EK mucho más altas que los países de Europa y América.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
El curso evolutivo se divide en tres fases:
– Período febril agudo, que dura aproximadamente unos 10 días.
– Período subagudo, que dura entre 2 y 4 semanas.
– Fase de convalecencia, en que se resuelven la mayoría de los
síntomas.
La EK presenta las siguientes manifestaciones:
1. Fiebre: aparece en el período agudo, en el 100% de los casos,
y suele ser elevada, a veces de 40ºC. No responde a los anti-
bióticos y sí de forma parcial a los antitérmicos. El período febril 595
puede durar de 5 a 25 días con un tiempo medio de 10 días.
2. Conjuntivitis: ocurre en el 85% de los casos, y se trata de una
inyección conjuntival no supurativa bilateral, frecuentemente in-
tensa, principalmente en la conjuntiva bulbar. En algunos casos
puede asociarse a uveítis anterior transitoria y benigna.
3. Alteraciones bucales: aparecen en el 90% de los casos, se
inician en la fase aguda y duran aproximadamente lo mismo que
las lesiones oculares. Los labios pueden estar secos, agrietados,
así como engrosados, con una lengua de aspecto aframbuesado.
Puede haber enantema.
4. Exantema: es polimorfo, y puede ser maculopapuloso, escarla-
tiniforme o multiforme. Comienza frecuentemente en superficies
extensoras de los miembros, para después extenderse por el
tronco. Es característica la afectación perineal. No se aprecian
vesículas, costras ni bullas, como las observadas en el síndrome
de Stevens-Johnson. La erupción suele desaparecer en una o
dos semanas, al igual que la fiebre.
5. Alteraciones en las extremidades:
– Inicial: se trata de un eritema florido de las palmas de las ma-
nos y las plantas de los pies asociado a un edema indurado,
sin fóvea.
– Convalecencia: al final de la segunda semana se produce una
descamación de comienzo a nivel periungueal, característica
de la enfermedad, aunque puede no presentarse. En la fase
de convalecencia pueden presentarse también las líneas de
Beau (líneas blancas transversas que atraviesan las uñas).
6. Linfadenopatías: aparece en aproximadamente un 50% (40-
70%). La linfadenopatía cervical suele ser unilateral, con afecta-
ción de un único ganglio linfático, doloroso, duro y de más de
1,5 cm de diámetro, que remite a medida que cede la fiebre.
Ocasionalmente puede haber múltiples adenopatías laterocervi-
cales o en otras localizaciones.
7. Afectación cardíaca: es la complicación potencialmente más
grave. Las manifestaciones cardíacas son muy variables: desde
alteraciones inespecíficas del ECG sin repercusión clínica, has-
ta soplos cardíacos, ritmo de galope, pericarditis, endocarditis,
miocarditis y aneurismas coronarios. En los primeros días del
596 proceso, puede detectarse hiperrefringencia de las arterias coro-
narias. Pasado el primer mes es cuando se pueden detectar los
aneurismas y las trombosis, por ecocardiografía o por técnicas
angiográficas.
8. Otras manifestaciones clínicas: pueden aparecer otros sínto-
mas y signos clínicos en el curso de la enfermedad, sobre todo en
la fase febril aguda. Los pacientes pueden presentar irritabilidad
importante que puede ser secundaria a una meningitis aséptica.
Un tercio de los pacientes pueden presentar manifestaciones
gastrointestinales tales como dolor abdominal, vómitos o diarrea.
Otros síntomas menos frecuentes son: alteración transaminasas,
ictericia, hídrops de vesícula biliar, artralgias o artritis (un 55% de
ellas oligoarticular, 45% poliarticular principalmente en rodillas,
codos y grandes articulaciones). También puede producirse un
cuadro de hipertensión intracraneal con papiledema bilateral
secundario. Se han descrito también casos de hipoacusia neu-
rosensorial, generalmente reversible.
DIAGNÓSTICO
Son necesarios la fiebre durante más de 5 días junto con 4
criterios o bien la fiebre junto con 3 criterios si presenta afecta-
ción cardíaca compatible.
• Analítica:
– Leucocitosis > 15.000 con desviación a la izquierda
– Anemia normocítica normocrómica
– Trombocitosis > 450.000
– PCR > 40 mg/dL
– VSG > 40 mm/h
– Elevación ALT, AST, GGT y ferritina
– Albúmina < 3 g/dL
• Sedimento urinario con piuria estéril (> 10 leucocitos/campo con urocultivo
negativo)
• Faringotest negativo
• Exploración oftalmológica con signos de uveítis anterior
• Ecografía abdominal con hydrops de vesícula biliar
• Ecocardiografía:
– Miocarditis
– Insuficiencia mitral
– Alteraciones del ritmo cardíaco
– Aneurismas
– Vasculitis coronaria
TRATAMIENTO
Los pacientes con EK deben ingresar siempre ya que se debe
iniciar tratamiento de manera precoz. El tratamiento consiste en:
600 Inmunoglobulina endovenosa
El empleo de las gammaglobulinas endovenosas (IGIV) está avalado
por numerosos estudios que demuestran una disminución de los días
de fiebre y mejoría del estado general del paciente. Asimismo, se ha
comprobado que reducen la severidad y frecuencia de los aneurismas
coronarios.
– Dosis: 2 g/kg a pasar en 12 horas. Al inicio la infusión debe ser
muy lenta y con vigilancia especial del enfermo. Velocidades de
administración más elevadas favorecen la aparición de reacciones
adversas. Si el paciente presenta fallo cardíaco, puede conside-
rarse la infusión de 400 mg/kg/día durante 4 días consecutivos.
(Nota: Dado que se trata de un hemoderivado, es necesario que
los padres o los tutores legales del paciente den su consenti-
miento informado).
– Cuándo: entre el día 5º y el 10º del proceso o bien si a pesar
de llevar más de 10 días desde el inicio del cuadro, muestra
una importante elevación en los parámetros inflamatorios o una
alteración ecocardiográfica sugestiva de EK.
– Número de dosis: habitualmente una dosis única es suficiente.
Entre un 10-20% de pacientes la fiebre y los síntomas no ce-
den con sólo una dosis. En pacientes inestables, con cuadros
de hiperpermeabilidad asociados al Kawasaki, o que requieran
elevados volúmenes de sueroterapia, puede ser útil el uso de
furosemida. Se puede administrar una segunda dosis, si des-
pués de 36 h de la primera, persiste la fiebre. Si no cede la
fiebre y la sintomatología, hay que reconsiderar el diagnóstico y
buscar de forma exhaustiva otras causas de fiebre prolongada.
Si todo resulta negativo, se puede valorar una tercera dosis de
gammaglobulina endovenosa junto con corticoterapia con me-
tilprednisolona a 30 mg/kg/día (durante 3 días).
AINE
– Fase aguda: Ibuprofeno a 30-40 mg/kg/dia cada 8 horas, mien-
tras dure la fiebre.
– Una vez que ceda la fiebre, cambiar a aspirina a 3-5 mg/kg/
día en una sola dosis, por su efecto antiagregante plaquetario.
Este tratamiento se debe continuar hasta que los reactantes
de fase aguda y el número de plaquetas se normalicen (habi-
tualmente coincidiendo con el control analítico y ecográfico a 601
las 6-8 semanas). En caso de haberse presentado aneurismas,
el tratamiento se debe prolongar de forma indefinida. (Véanse
protocolos específicos en función del grado de afectación).
Corticoides
Indicados si hay afectación miocárdica severa o si persiste la fiebre
a partir de la segunda dosis de gammaglobulina. Se empleará metil-
prednisolona en forma de bolos de 30 mg/kg/día por vía endovenosa.
En algunos estudios se ha postulado la posibilidad de adminis-
trar corticoterapia ya con la segunda dosis de IGIV si existen como
mínimo 2 factores de riesgo de mala respuesta a IGIV (PCR > 70
mg/L, Bilirrubina total > 0,9 mg/dL, AST > 200 U/L).
Otros tratamientos
En pacientes en los cuales, pese a tratamiento correcto, persista
actividad clínica o analítica, se recomienda contactar con un equipo
especializado para valorar la administración de otros tratamientos
como anti-TNF (infliximab, etanercept), ciclofosfamida, cilcosporina.
O en caso de afectación de coronarias, abciximab.
SEGUIMIENTO
Todos los pacientes con EK deben realizar un seguimiento estre-
cho para vigilar su evolución y la eventual aparición de complicacio-
nes, sobre todo a nivel cardiovascular, siendo éstas las que marcan
el pronóstico. La estancia media tras el diagnóstico es variable, con
una media de 5 a 7 días.
Previo al alta, se programará:
– A las 2-3 semanas tras el diagnóstico:
· Analítica (hemograma, VSG, PCR, procalcitonina, GOT, GPT,
ionograma, urea, creatinina, proteínas, albúmina).
602 · Visita con Cardiología para realización de ECG y ecocardiografía
· Visita de control post-alta.
– A las 6 a 8 semanas tras el diagnóstico se realizará:
· Analítica (hemograma, VSG, PCR, procalcitonina, GOT, GPT,
ionograma, urea, creatinina, proteínas, albúmina).
· Visita con Cardiología (realización ECG y ecocardiografía).
· Visita de seguimiento.
· Visita con ORL.
A partir de dicho momento, el seguimiento dependerá del estado
del paciente, los parámetros de laboratorio y la afectación cardíaca.
Se recomienda el seguimiento cada 2-5 años por Cardiología
incluso en aquellos casos sin afectación coronaria, así como la
realización de una prueba de esfuerzo en aquellos pacientes que
se dediquen a actividades físicas de competición o sobre los 8-10
años.
BIBLIOGRAFÍA
1. Newburger JW, Takahashi M, Gerber MA, Gewitz MH, Tani LY, Burns
JC, et al; Committee on Rheumatic Fever, Endocarditis, and Kawasa-
ki Disease, Council on Cardiovascular Disease in the Young, American
Heart Association. Diagnosis, treatment, and long-term management of
Kawasaki disease: a statement for health professionals from the Com-
mittee on Rheumatic Fever, Endocarditis, and Kawasaki Disease, Council
on Cardiovascular Disease in the Young, American Heart Association.
Pediatrics. 2004;114: 1708-33.
2. Sundel RP, Petty RE. Kawasaki disease. En: Cassidy JT, Petty RE, Laxer
RM, Lindsley C (eds). Textbook of pediatric Rheumatology. Sixth edition.
Philadelphia: Elsevier Saunders; 2011. p. 505-20.
3. Yellen ES, Gauvreau K, Takahashi M, et al. Performance of 2004 American
Heart Association recommendations for treatment of Kawasaki disease.
Pediatrics. 2010; 125: e234-e241.
4. Ozen S, Ruperto N, Dillon MJ, et al. EULAR/PReS endorsed consensus
criteria for the classification of childhood vasculitides. Ann Rheum Dis.
2006; 65: 936-41.
5. Burns JC, Cayan DR, Tong G, Bainto EV, Turner CL, Shike H, et al. Sea-
sonality and temporal clustering of Kawasaki syndrome. Epidemiology.
2005; 16: 220-5.
603
Sospecha de EK y excluidas otras causas más frecuentes
Sí No
Sí No
Ingreso y estudio: Diagnóstico
- Hemograma, PCR, VSG, etiológico Realizar
PCT, ALT, AST, ionograma, ecocardiograma
albúmina y otras pruebas
- Hemocultivo complementarias
- Rx tórax de estudio. Si los
- Frotis faríngeo hallazgos apoyan
- Sedimento urinario al diagnóstico
+ urocultivo valorar tratamiento
- Determinación adenovirus
en moco nasal
- Consentimiento informado
(por la gammaglobulina)
- Ecocardiograma + ECG
- Ecografía abdominal
- Interconsulta OFT
- Interconsulta ORL
Tratamiento
(Ver figura 2)
Coordinadora:
Lidia Martínez Sánchez
609
11.1. MEDIDAS INICIALES ANTE SOSPECHA DE
UNA INTOXICACIÓN
A. Aparicio, L. Martínez, C. Luaces
INTRODUCCIÓN
En nuestro medio, la consulta por sospecha de intoxicación en
niños representa solo el 0,3% de todas las visitas a un Servicio de
Urgencias pediátricas hospitalario, pero es importante que el médi-
co esté familiarizado con el manejo, ya que pueden ser situaciones
potencialmente graves.
Una actuación rápida y ordenada mejora el pronóstico y evita
acciones innecesarias (Tabla 1).
4. EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
Se realizan en función de la toxicidad esperable o de la sinto-
matología presente.
• Electrocardiograma: si arritmias o sustancia cardiotóxica (Tabla
4).
• Radiografía simple de tórax:
1. Niño comatoso con sospecha de aspiración de contenido
gástrico.
2. Intoxicación por tóxicos volátiles que producen neumonitis
tóxicas (destilados del petróleo,...).
3. Sospecha de edema agudo de pulmón: intoxicación por he-
roína, cocaína…
4. Ingesta de cáusticos: para descartar neumomediastino o neu-
moperitoneo.
• Radiografía simple de abdomen: puede ser útil para hacer una
aproximación del número de comprimidos ingeridos de sustan-
cias radioopacas como Fe, plomo, mercurio, yoduros, potasio,
bismuto y paquetes de drogas de abuso. Las fenotiazinas, anti-
depresivos tricíclicos, hidrato de cloral y fármacos con cubierta
entérica se visualizan tenuemente.
612 TABLA 2. Sustancias no tóxicas (excepto si se ingieren en grandes
cantidades).
• Abrasivos • Coleréticos • Loción de calamina
• Acacia (favorecen la síntesis • Lociones y cremas de
• Aceite de baño de bilis) manos
• Aceite de linaza • Colagogos • Lubricantes
• Aceite mineral (salvo (favorecen la • Maquillador de ojos
aspiración) excreción biliar) • Masilla (< 60 g)
• Aceite de motor • Colonias • Muñecos flotantes
• Aceite de sésamo • Colorete para el baño
• Ácido linoleico • Contraceptivos • Óxido de zinc
• Acondicionantes del • Corticoides • Papel de periódico
cuerpo • Cosméticos • Pasta de dientes (si
• Acuarelas • Cosméticos del ingesta < 5 mg/kg de
• Adhesivos bebé FNa)
• Aditivos de peceras • Crayones (rotuladores • Perfumes
• Agua de baño para pizarras de • Peróxido al 3% (agua
• Algas de mar borrado fácil) oxigenada)
• Algodón • Cremas, lociones y • Pintura (interior o
• Almidón espuma de afeitar látex)
• Ambientadores (spray • Champús líquidos • Pinturas de ojos
y refrigerador) • Deshumidificantes • Plastilina
• Aminoácidos (silicagel) • Productos capilares
• Antiácidos • Desinfectantes (tónicos, sprays)
• Antibióticos (la iodófilos • Productos
mayoría) • Desodorantes veterinarios
• Antiflatulentos • Detergentes (tipo • Purgantes suaves
• Arcilla fosfato, aniónicos) • Resinas de
• Azul de Prusia • Edulcorantes intercambio iónico
• Barras de labios (sacarina, ciclamato) • Rotuladores
• Betún (si no contiene • Fertilizantes (sin indelebles
anilinas) herbicidas o • Talco (salvo inhalado)
• Bolsitas para insecticidas) • Termómetros (Hg
aromatizar la ropa • Glicerol elemental, galio)
• Brillantinas • Goma de borrar • Tinta (negra, azul, no
• Bronceadores • Grasas, sebos permanente)
• Carbón vegetal • H2O2 • Tinta de bolígrafo
• Carboximetilcelulosa • Incienso • Tiza
• Caolina • Jabones • Vaselina
• Casquillo de • Jabones de baño de • Velas (cera de abeja o
percusión (pistolas de burbujas parafina)
juguete) • Lanolina • Vitaminas (vigilar si
• Cerillas • Lápiz (grafito, colores) flúor)
• Clorofila • Lejía < 5% de • Warfarina (< 0,5%)
• Colas y engrudos hipoclorito sódico • Yeso
TABLA 3. Sustancias altamente tóxicas a pequeñas dosis 613
Descontaminación digestiva
Está indicada si se cumplen todos los siguientes requisitos:
1. Se trata de una verdadera intoxicación por una sustancia recu-
perable.
2. Estamos a tiempo: primeras 2 horas desde la ingesta. En situación
de hipoperistaltismo, hasta las 6 horas.
3. No hay riesgo de aspiración (o se solventa mediante aislamiento
de la vía aérea).
Debe realizarse lo antes posible para aumentar su eficacia.
La técnica de elección es la administración de carbón activado.
El lavado gástrico debe ser excepcional, indicado sólo en caso de
ingesta reciente y potencialmente letal.
Las características de las diferentes técnicas se muestran en
la Tabla 5.
6. AUMENTO DE LA ELIMINACIÓN
Puede ser útil la alcalinización de la orina para aumentar la eli-
minación de tóxicos que sean ácidos débiles, como la aspirina o el
fenobarbital. La acidificación de la orina está completamente con-
traindicada.
Las técnicas de depuración extrarrenal (diálisis, hemofiltración,
hemoperfusión…) están indicadas en casos excepcionales como la
intoxicación grave por teofilina, metanol, etilenglicol, litio, aspirina o
barbitúricos de acción larga.
616 TABLA 5. Técnicas de descontaminación digestiva.
7. ANTÍDOTOS
El uso de antídotos en intoxicaciones pediátricas es poco fre-
cuente. La mayoría de los antídotos no están exentos de efectos
secundarios, por lo que debe valorarse en cada caso el riesgo y el be-
neficio. Las normas de uso se detallan en el capítulo correspondiente.
618 TABLA 5. (Continuación) Técnicas de descontaminación digestiva.
• Insuficiencia respiratoria
• Inestabilidad hemodinámica: shock, arritmias, depresión miocárdica
• Alteración neurológica grave: coma (Glasgow < 9), status epiléptico,
agitación extrema
• Alteraciones graves de la homeostasis: hipertermia-hipotermia,
alteraciones del equilibrio hidro-electrolitíco y ácido-base
• Insuficiencia renal, fracaso hepático, fallo multiorgánico
• Necesidad de hemodiálisis
• Ingesta de una dosis letal
8. DESTINO
Los pacientes que consultan por contacto con una sustancia
no tóxica o a dosis no tóxicas pueden remitirse a domicilio. Se debe
explicar a la familia los signos de alarma, así como las normas para
prevenir nuevas intoxicaciones.
Si existe sintomatología o es esperable que aparezca, debe
establecerse monitorización clínica. La observación se realizará en
función del tiempo en el que puede aparecer la toxicidad y de la
duración esperable de ésta. Otros factores a tener en cuenta son la
necesidad de protección y/o evaluación psiquiátrica (maltrato, intento
de suicidio, adicción a substancias) y las circunstancias familiares
(valorar consulta a trabajo social en toda intoxicación accidental en
niños pequeños). Además, es recomendable cumplimentar un parte
de lesiones en toda intoxicación.
La Tabla 6 muestra los criterios generales de ingreso en UCI.
BIBLIOGRAFÍA
1. Bailey B. To decontaminate or not to decontaminate? The balance bet-
ween potencial risks and foreseeable benefits. Clin Ped Emerg Med.
2008; 9: 17-23.
2. Mintegui S. Grupo de Trabajo de Intoxicaciones de la Sociedad Española
de Urgencias de Pediatría. Manual de Intoxicaciones en Pediatría. 3ª ed.
Madrid: Ergon. 2012.
3. Martinez L. Actualització en intoxicacions pediatriques. Pediatria Catalana.
2010; 10: 26-32.
4. American Academy of Clinical Toxicology and European Association of
Poisons Centres and Clinical Toxicologists. Position Paper: Ipecac Syrup.
Clin Toxicol. 2004; 42: 133-43.
620
Evaluación de la “B”
(ventilación y oxigenación) Según se requiera:
- Evaluación clínica incl F.R Alterada Oxígenoterapia. Ventilación con bolsa y mascarilla. Ventilación mecánica.
- Pulsioximetría
Evaluación de la “C”
- Evaluación clínica de la circulación Según se requiera:
- Monitorización F.C, T.A Alterada Canalización vía. Administrar líquidos. Diagnosticar y tratar arritmias.
- Si toxicidad grave (presente o esperable) canalizar vía Compresiones cardíacas
Evaluación de la “E”
- Lesiones asociadas Alterada Tratamiento de la hipo/hipertermia
- Temperatura
(Sigue)
ATROPINA
Acción
Antagonista competitivo de la acetilcolina, bloquea su acción en
los receptores muscarínicos centrales y periféricos (salivación, lagri-
meo, sudoración, incontinencia urinaria, diarrea, vómitos, broncorrea,
bradicardia, miosis).
Indicaciones
– Intoxicación sintomática por sustancias colinérgicas: insecticidas
organofosforados y carbamatos, organofosforados incluidos en
agentes nerviosos, setas (Clitocybe o Inocybe), fisostigmina, pi-
locarpina, metacolina, neostigmina.
– Alteración de la conducción AV por tóxicos (digital, betabloquean-
tes, antagonistas canales de calcio).
Forma de administración
– Presentación: atropina ampolla 1 mg/1 ml.
– Dosis: 0,02 a 0,05 mg/kg iv (dosis mínima 0,1 mg, dosis máxima
2 mg). Se puede continuar con dosis repetidas de 0,1 mg/kg
624 cada 3-5 minutos hasta alcanzar la atropinización (hasta resolver
la broncorrea).
Efectos adversos
– Intoxicación atropínica (midriasis, taquicardia, fiebre, visión bo-
rrosa, sequedad de boca, íleo, retención urinaria): suspender la
administración.
– La administración de dosis altas puede producir delirio atropínico.
– Puede provocar arritmias en el paciente hipóxico (corregir la hi-
poxia antes de su administración).
– A dosis menores de 0,1 mg en niños puede producir bradicardia
paradójica (aunque recientemente se ha criticado este concepto).
AZUL DE METILENO
Acción
Agente oxidante que, a través de la NADPH, es capaz de reducir
la metahemoglobina a hemoglobina.
Indicaciones
– Metahemoglobina > 20% y/o clínica de hipoxia (cianosis, ta-
quipnea, taquicardia, dolor precordial, arritmias, alteración del
sensorio).
– Metahemoglobina > 30% aunque no exista clínica.
– Metahemoglobina entre 10-30% en pacientes con anemia o en-
fermedades cardiorrespiratorias crónicas (e independientemente
de las cifras si aparece, o empeora, clínica de hipoxia).
Forma de administración
– Presentación: azul de metileno 1% ampolla 10 ml (100 mg).
– Dosis: 1 mg/kg iv lento, en 15 minutos, seguido de la instilación
de 15-30 ml de SSF. Se puede repetir la dosis en 30-60 minutos.
– Observaciones: se recomienda administrar glucosa.
Efectos adversos
– Dolor local.
– Metahemoglobinemia: a dosis elevadas el azul de metileno puede
oxidar la hemoglobina a metahemoglobina, por ello deben evitarse
dosis superiores a 4 mg/kg y nunca sobrepasar los 7 mg/kg.
– Hemólisis en pacientes con déficit de 6-GPDH (contraindicado). 625
– Tiñe la orina, vómitos y heces y produce disuria. Puede producir
una coloración azulada de la piel, transitoria, que dificulta la va-
loración de la cianosis. Altera la lectura del oxímetro de pulso.
BIPERIDENO
Acción
Anticolinérgico (antagonista de los receptores muscarínicos cen-
trales).
Indicaciones
Síntomas extrapiramidales agudos por neurolépticos, metoclo-
pramida, etc.
Forma de administración
– Presentación: Akineton® ampolla 5 mg/1 ml.
– Dosis: 0,04-0,1 mg/kg iv en 15 minutos o im. Máx. 5 mg. Se
puede repetir en 30 minutos.
Efectos adversos
– Sequedad de boca, alteración visual, cansancio, obnubilación.
En dosis altas: agitación, confusión, alucinaciones, cefalea.
CARNITINA
Acción
Aminoácido endógeno que funciona como importante cofactor en la
beta-oxidación de los ácidos grasos a nivel de la mitocondria hepática.
La carnitina disminuye la hiperamoniemia y limita la hepatotoxicidad.
Indicaciones
Intoxicación aguda de ácido valproico (>100 mg/kg) asociada a
alguno de los siguientes:
– Clínica neurológica.
– Hepatotoxicidad.
– Hiperamoniemia.
Forma de administración
– Presentación: Carnicor® ampolla 1 g (200 mg/ml, 5 ml).
626 – Dosis: 100 mg /kg iv en 30 minutos seguida de 50 mg/kg cada
8 horas (dosis máxima diaria 3 g).
Si sobredosis de ácido valproico, sin alteraciones hepáticas y sin
hiperamoniemia, puede administrarse carnitina profiláctica 100 mg/
kg/día/6 horas (máximo 3 g/día) vo.
Efectos adversos
– Se considera un fármaco seguro.
– Náuseas y vómitos, disconfort abdominal, debilidad, diarrea y
olor a pescado a dosis elevadas.
DESFEROXAMINA
Acción
Quelante específico del hierro. Se une al hierro libre (ion férrico)
formando el complejo ferroxamina, que es eliminado principalmente
por el riñón, dando a la orina un color “vino” o rosado.
100 mg de desferoxamina quelan 8,5 mg de hierro elemental.
Indicaciones
– Ingesta mayor de 60 mg/kg de hierro elemental.
– Signos y síntomas graves: hipovolemia, shock, letargia, coma,
vómitos o diarreas persistentes (no se considera la clínica leve
por irritación gastrointestinal), acidosis metabólica (bicarbonato
< 15 mmol/L).
– Número significativo de comprimidos en la Rx abdominal.
– Sideremia (pico entre las 3-6 horas postingesta) > 500 mg/dl (90
mmol/L).
Forma de administración
– Presentación: Desferin® vial 500 mg.
– Dosis: 15 mg/kg/h iv en 1 hora y después pasar en BIC a 125
mg/hora. Máximo 6 g/día. En paciente normotenso, en ausencia
de vía venosa, puede administrarse im a 50 mg/kg cada 6 horas.
Efectos adversos
– Hipotensión arterial (asegurar la normovolemia antes de iniciar el
tratamiento y nunca administrar dosis endovenosas en bolus).
– Taquicardia, eritema, urticaria: si administración iv rápida (>15
mg/kg/hora).
– Coloración rosada-café “vin-rose” de la orina (por presencia del 627
complejo Fe-quelante).
EMULSIÓN LIPÍDICA
Acción
Infusión de aceite de soja purificado para secuestrar a un fármaco
lipofílico, reestableciendo el equilibrio al retirarlo de sus receptores, y
revirtiendo sus efectos tóxicos.
Indicaciones
– Intoxicación por anestésicos locales (síntomas neurológicos y
cardiovasculares).
– Intoxicación grave por fármacos liposolubles (antidepresivos
tricíclicos, bloqueadores del calcio, betabloqueadores), que no
responden a terapia habitual.
Forma de administración
– Presentación: Intralipid®, Smoflipid®, Lipofundina®: 20% ampolla
100 ml, 250 ml y 500 ml.
– Dosis: 1-1, 5 ml/kg en 1 minuto y continuar 0,25-0,5 ml/kg/min
durante 30-60 minutos. En RCP sin respuesta se puede repetir
el bolus cada 5 minutos, máximo 3 dosis.
Efectos adversos
– Hematuria macroscópica y elevación transitoria de las amilasas
sin clínica de pancreatitis. Además, las muestras sanguíneas obte-
nidas hasta 24 horas después del tratamiento no son analizables
por la marcada lipemia.
ETANOL
Acción
Compite con los alcoholes tóxicos por la unión a la enzima alcohol
deshidrogenasa, evitando la formación de metabolitos tóxicos.
Indicaciones
Intoxicación por metanol o etilenglicol (u otros alcoholes tóxicos)
si no se dispone de fomepizol.
628 Forma de administración
– Presentación: alcohol absoluto 100% ampolla 10 ml (aproxima-
damente 10 g etanol/10 ml).
– Dosis: 0,6-0,8 g/kg iv en 1 hora. Seguir con 0,1 g/kg/h contro-
lando la etanolemia.
– Observaciones: debe diluirse en SG 5% para concentración
de etanol al 10% (55 ml de alcohol absoluto en 500 ml de SG
5%, p. ej.) y administrarse por vía central. Se infunde la dilución
en BIC, a 6-8 ml/kg/h la primera hora y después a 1 ml/kg/h.
Controles de etanolemia cada 2 horas (objetivo: 100-150 mg/
dl) y glicemia capilar.
Efectos adversos
– Embriagamiento y sedación por sus efectos depresores del sis-
tema nervioso central.
– Hipoglicemia (niños pequeños y desnutridos son de mayor ries-
go).
– Flebitis.
– Hepatitis, pancreatitis, deshidratación, reacciones tipo disulfiram
con otros medicamentos.
FISOSTIGMINA
Acción
Es un inhibidor de la colinesterasa y, por lo tanto, aumenta los
niveles de acetilcolina. Actúa tanto a nivel periférico como central.
Indicaciones
Intoxicación grave por anticolinérgicos (delirio, agitación alucina-
ciones, convulsiones, arritmias graves, hipertensión grave).
Forma de administración
– Presentación: Anticholium® ampolla 2 mg/5 ml.
– Dosis: 0,02-0,03 mg/kg (máximo 0,5 mg), diluido en 10 ml de
suero y lentamente, en 5-10 minutos. Se puede repetir la dosis
a los 15-30 minutos. Dosis total máxima 2 mg.
– Observaciones: monitorización cardíaca continua. Equipo de
reanimación y atropina preparados.
Efectos adversos 629
– Síndrome colinérgico, con efectos muscarínicos (sudoración,
hipersalivación, miosis, epifora, vómitos, incontinencia fecal y
urinaria) y nicotínicos (fasciculaciones, paresia, parálisis).
– Contraindicaciones: arritmias, ingesta de antagonistas canales
calcio y antidepresivos tricíclicos (sobre todo si alteraciones
electrocardiográficas).
FLUMAZENILO
Acción
Antagonista competitivo de los receptores centrales de las ben-
zodiazepinas, actúa a nivel del receptor GABA.
Indicaciones
– Intoxicación pura por benzodiacepinas con depresión del sensorio
en caso de que exista depresión respiratoria o hemodinámica y las
medidas adecuadas de apertura de vía aérea, soporte respiratorio
y circulatorio sean insuficientes.
– Tratamiento de las reacciones paradójicas por benzodiacepi-
nas.
Forma de administración
– Presentación: Flumazenilo®, Combinopharm®: ampolla 5 y 10 ml
(0,1 mg/ml).
– Dosis: 0,01 mg/kg en 30 segundos (máximo 0,2 mg). Se puede
repetir cada minuto hasta 1-2 mg. Si se precisa BIC: 5 µg/kg/h.
– Observaciones: mantener en observación 3-6 horas por el riesgo
de re-sedación.
Efectos adversos
– Náuseas, vómitos, ansiedad, agitación, sensación de frío y de
calor.
– Convulsiones generalizadas y arritmias cardíacas sobre todo en
pacientes con ingesta asociada de otros fármacos.
– Contraindicaciones: convulsiones. Ingesta proconvulsivantes (an-
tidepresivos tricíclicos, carbamazepina, neurolépticos, cocaína,
anfetaminas...). Uso crónico de BZP.
630 FOMEPIZOL
Acción
Inhibidor competitivo de la enzima alcohol deshidrogenasa que
evita la formación de metabolitos tóxicos del etilenglicol, metanol y
otros alcoholes tóxicos.
Indicaciones
– Sospecha de ingesta de metanol o etilenglicol en las últimas 24
horas, en especial si presenta alguno de los siguientes:
- Clínica extradigestiva sin otra causa: alteración de la conciencia
o conducta, transtornos visuales o papiledema (metanol) o
presencia de oxaluria (etilenglicol).
- Acidosis metabólica con EB < -5 mmol/L y/o anión gap > 30
mEq/L.
- Osmolar gap (osmolaridad calculada – osmolaridad medida)
>10 mOsm/kg.
– Concentración de metanol o etilenglicol > 20 mg/dl (>0,2 g/L).
Forma de administración
– Presentación: Fomepizol® vial 100 mg.
– Dosis: 15 mg/kg iv en 30 minutos seguido de 10 mg/kg cada 12
horas 4 dosis y después, si es preciso, 15 mg/kg cada 12 horas.
– Observaciones: se recomienda la dilución de cada dosis en 100
ml de suero fisiológico o suero glucosado para evitar la flebitis.
Mantener la administración hasta que la concentración de me-
tanol/etilenglicol sea inferior a 20 mg/dl.
Efectos adversos
– Sensación de quemazón en sitio de infusión, náuseas, mareo,
cefalea.
– Elevación asintomática y transitoria de las transaminasas.
GLUCAGÓN
Acción
Hormona que libera la reserva de glucógeno del hígado, au-
mentando la glucemia. Además es crono e inotrópico positivo y, por
aumento del AMPc, consigue una mayor biodisponiblidad del calcio
intracelular.
Indicaciones 631
– Intoxicación por beta-bloqueantes y antagonistas de los canales
del calcio con clínica de hipotensión, bradicardia y/o alteración
nivel de conciencia.
– Puede hacerse prueba terapéutica en intoxicaciones graves por
antidepresivos tricíclicos con hipotensión refractaria.
– Intoxicación por insulina.
Forma de administración
– Presentación: GlucaGen Hypokit® solución inyectable 1 mg (1
ml/mg).
– Dosis: 50 µg/kg en 1-2 minutos (2 a 5 mg) iv. Se puede repetir
en 10 minutos. Si hay respuesta, seguir con BIC: 50-100 µg/kg/h
(máximo 5 mg/h).
– Observaciones: monitorización estrecha de la glucemia. Se puede
administrar también im o sc.
Efectos adversos
– Náuseas, vómitos.
– Hiperglucemia, hipoglucemia de rebote, hipocalcemia.
HIDROXOCOBALAMINA
Acción
Precursor de la vitamina B12, que actúa quelando el cianuro. Se
convierte en cianocobalamina, la cual no es tóxica y se elimina por orina.
Indicaciones
– Pacientes con inhalación de humo y:
- Síntomas moderados a graves: Glasgow < 14, confusión mo-
derada a intensa, convulsiones, estridor, sibilancias, taquipnea
moderada a grave, disnea, depresión respiratoria, apnea, hi-
potensión arterial, arritmias, colapso cardiovascular.
- Y/o lactato ≥ 8 mmol/L.
Forma de administración
– Presentación: Cyanokit® 5 g vial.
– Dosis: 70 mg/kg (máximo 5 g) en 10-15 minutos. Se puede repetir
la dosis en 15 minutos.
632 – Observaciones: tiñe piel, mucosas y orina de color rojo oscuro
(que persiste hasta 5 días en piel y mucosas y 35 días en orina).
Efectos adversos
– Es un antídoto seguro. Las reacciones de hipersensibilidad son
infrecuentes.
– Interferencias con técnicas analíticas:
– Aumento artificial de creatinina, bilirrubina total y conjugada, pro-
teínas totales, triglicéridos, colesterol, glucosa, albúmina, fosfa-
tasa alcalina, hemoglobina.
– Descenso artificial de ALT, amilasa.
– Efecto variable: AST, LDH, CK, TP, TTPa.
INSULINA
Acción
Aumenta la recaptación de glucosa por parte de la célula mio-
cárdica, aumenta el inotropismo y la resistencia vascular periférica.
Se utiliza conjuntamente con glucosa en la llamada “terapia
hiperinsulinemia-euglucemia”.
Indicaciones
Intoxicación por antagonistas del calcio y/o por beta-bloqueantes,
con hipotensión refractaria al tratamiento con calcio y glucagón.
Forma de administración
– Dosis: 0,1 U/kg/h y seguir 0,5 U/kg/h (0,1-1 U/kg/h). Mantener
glucemia alrededor del 10% de la glucemia basal mediante una
perfusión a 0,5-1 g/kg/hora.
Se mantiene hasta resolución de signos de cardiotoxicidad.
Efectos adversos
– Trastornos del metabolismo de la glucemia (hipo e hiperglucemia).
– Hipokalemia.
– Observaciones: previo al inicio de la insulina, determinar niveles de
glucemia y de potasio: si < 200 mg/dl y < 2,5 mEq/L, respectiva-
mente, administrar un bolo de glucosa 0,25 g/kg y administración
de potasio oral 40 mEq o 20 mEq endovenoso.
Monitorizar glucemia y potasio:
- Potasio: cada hora durante al menos 4-6 horas, mantener 633
siempre niveles > 2,5 mEq/dl.
- Glucemia: cada 15-30 minutos durante las primeras 4 horas
hasta obtener niveles estables entre 100-250 mg/dl. Seguir
con control horario. Vigilar hipoglucemia de rebote hasta 24
horas después de finalizar el tratamiento.
El inicio de la mejoría hemodinámica se aprecia tras 30-60 minutos
de terapia.
N-ACETILCISTEÍNA (NAC)
Acción
Precursor metabólico del glutatión, actúa repletando sus depó-
sitos hepáticos y conjugándose con la NAPQI, con lo que anula su
efecto hepatotóxico.
Indicaciones
– Ingesta de paracetamol a dosis tóxicas (> 200 m g/kg en niños o
> 8 g para adultos) hace menos de 8 horas y con niveles séricos
del fármaco por encima de la línea de posible hepatotoxicidad.
– Ingesta de paracetamol a dosis tóxicas hace más de 8 horas.
– Ingesta de paracetamol en niños con factores de riesgo y nivel
de paracetamol a las 4 horas > 100 µg/ml.
– Ingesta aguda de paracetamol a dosis tóxica y de más de 24
horas de evolución o tiempo desconocido.
– Ingesta aguda de paracetamol a dosis tóxicas e imposibilidad de
realizar niveles séricos.
– Administración de una dosis endovenosa de paracetamol superior
a 60 mg/kg.
– Semivida de eliminación > 4 horas.
Forma de administración
– Presentación: Flumil Antídoto® 20% vial 2 g/10 ml, Flumil ® 10%
ampolla 300 mg/3 ml.
– Dosis: 150 mg/kg iv en 60 minutos, seguir 50 mg/kg en 4 horas
y finalmente 100 mg/kg en 16 horas.
– Observaciones: debe adecuarse el volumen de dilución para evitar
la sobrecarga hídrica y la hiponatremia dilucional, sobre todo en
niños pequeños.
634 Efectos adversos
– Reacciones anafilactoides: suelen ser leves pero pueden ir
acompañadas de angioedema, rash cutáneo, broncoespasmo
e hipotensión, en relación con la dosis de carga. Si se produ-
cen, interrumpir la infusión, administrar antihistamínico y, una vez
asintomático, reiniciar a menor velocidad. Si reaparece la clínica
podría optarse por continuar la administración, bajo vigilancia
estrecha, por vía oral o por SNG.
– Descenso del tiempo de protrombina (y alargamiento del INR)
transitorio.
– Convulsiones secundarias a hiponatremia dilucional en niños
pequeños al administrar la pauta iv estándar.
NALOXONA
Acción
Antagonista sintético puro de los opiáceos que actúa a nivel de
los tres tipos de receptores: mu (hipoventilación), kappa (depresión
del nivel de conciencia y miosis) y sigma. Su mayor afinidad es por
el receptor mu.
Indicaciones
– Intoxicación por opiáceos: solo si clínica de depresión respiratoria,
coma o hipotensión.
– En alteración el nivel de conciencia de etiología desconocida si
se sospecha opiáceos.
Forma de administración
– Presentación: naloxona ampolla 0,4 mg/ml.
– Dosis: dosis inicial 0,4 mg iv que se puede repetir cada 2-3
minutos hasta 10 mg. Si no hay sospecha de consumo crónico:
0,1 mg/kg (máximo 2 mg).
– Observaciones: monitorizar la reaparición de depresión respiratoria
un mínimo de 2 horas (vida media más corta que la mayoría de
opiáceos). Pueden precisarse dosis repetidas o iniciar una BIC (cada
hora: 2/3 de la dosis necesaria para revertir la depresión respiratoria).
Efectos adversos
– Precipitación de síndrome de abstinencia en consumidores crónicos.
OCTEOTRIDE 635
Acción
Análogo de la somatostatina cuyo efecto se produce mediante
su unión a las células beta del páncreas, bloqueando la liberación
de la insulina.
Indicaciones
– Intoxicación por sulfonilureas con hipoglucemia a pesar de la ad-
ministración de glucosa endovenosa a 1 g/kg. Su uso disminuye
el número de episodios de hipoglucemia y los requerimientos de
glucosa intravenosa.
Forma de administración
– Presentación: Sandostatin® solución inyectable 50 µg/ml, 100
µg/ml y 200 µg/ml
– Dosis: 1-1, 25 µg/kg sc (máximo 50 µg) cada 6-12 horas.
– Observaciones: se recomienda la vía subcutánea por su mayor
tiempo de acción. Después de cada dosis se harán controles de
glucemia cada 30 minutos durante la primera hora, y posterior-
mente cada 2-4 horas, para ajustar los controles de glucosa, y
hasta 24 horas después de finalizado el tratamiento.
Duración mínima del tto. 16-24 horas (en función de la dosis y
vida media de la sulfonilurea).
Efectos adversos
Irritación local o dolor en el sitio de la inyección, vómitos, diarrea,
esteatorrea, molestias abdominales.
PENICILINA SÓDICA
Acción
Acción protectora del hepatocito frente a las amatoxinas (poca
evidencia científica).
Indicaciones
Sospecha de síndrome hepatotóxico por ingesta de setas que
contengan amatoxinas: Amanita phalloides, A. verna, A. virosa y A.
porrinensis, y otros géneros (Galerina, Lepiota).
636 Forma de administración
– Presentación: Sodiopen® vial 2 MU* y 5 MU, Penilevel® vial
600.000 U, 1 MU, 2 MU, 5 MU, 10 MU, Penibiot® 1 MU, 2 MU,
5 MU.
[*MU= millones de unidades]
– Dosis: 200.000-1.000.000 UI/kg/d cada 4 horas o en BIC. Dosis
máxima 40 MU.
Efectos adversos
– Reacciones alérgicas.
– Contraindicación: alergia a penicilinas.
Indicaciones
– Intoxicación por isoniazida con clínica neurológica (convulsiones
o alteraciones de la conciencia).
– Convulsiones en intoxicación por setas Gyromitra sculenta y
Amanita muscaria.
– Intoxicación por etilenglicol.
Forma de administración
– Presentación: Benadon® ampolla 300 mg/2 ml.
– Dosis: a) Intoxicación por isoniacida: 1 g de piridoxina por gramo
de isoniazida ingerida. Si dosis desconocida: 70 mg/kg (máximo
5 g) en 3-5 minutos. b) Intoxicación por Gyromitra sculenta o
Amanita muscaria: 70 mg/kg, máximo 5 g. c) Intoxicación por
etilenglicol: 1-2 mg/kg cada 6-12 horas.
– Observaciones: administrar diluida al 5% a una velocidad de 0,5
g/min.
Efectos adversos
Generalmente bien tolerado. A dosis altas puede provocar con-
vulsiones, parálisis, taquipnea y neuropatía sensitiva.
PRALIDOXIMA 637
Acción
Es una oxima, un reactivador de la acetilcolinesterasa, que actúa
separando las uniones covalentes entre el organofosforado (inhibidor
irreversible de la acetilcolinesterasa) y la enzima.
Indicaciones
Toxicidad colinérgica nicotínica (debilidad muscular y diafragmática,
fasciculaciones) por organofosforados (insecticidas o gases nerviosos).
Forma de administración
– Presentación: Contrathion® ampolla 10 ml 2% (20 mg/ml).
– Dosis: 25-50 mg/kg (máximo 2 g) en 20-30 minutos. Se puede
repetir la dosis a las 2 horas y después cada 6-12 horas o pasar
a BIC: 10-20 mg/kg/h.
– Observaciones: siempre está indicada después de la atropina,
nunca sola, y preferiblemente en las primeras 6 horas de la in-
toxicación. Poco eficaz pasadas las 36 horas.
Efectos adversos
La dosis de carga rápida se asocia a vómitos, taquicardia, hi-
pertensión diastólica, laringoespasmo, rigidez muscular y bloqueo
neuromuscular transitorio.
SILIBININA
Acción
Ocupa los receptores de membrana de los hepatocitos, impi-
diendo la entrada de las amatoxinas
Indicaciones
Sospecha de síndrome hepatotóxico por ingesta de setas que
contengan amatoxinas: Amanita phalloides, A. verna, A. virosa y A.
porrinensis, y otros géneros (Galerina, Lepiota).
Forma de administración
– Presentación: Legalon® vial 350 mg/35 ml.
– Dosis: 5 mg/kg a pasar en 2 horas, y repetir cada 6 horas (4
horas de descanso entre dosis). Puede administrarse también
en infusión continua (20 mg/kg/día).
638 – Observaciones: diluir en SG 5% y pasar en 2 horas o en BIC. La
estabilidad de la solución reconstituida es de 6 horas.
Efectos adversos
Rash, hipertermia, náuseas, vómitos, dolor abdominal, articular,
cefalea. Raramente reacciones anafilácticas.
SUERO ANTIOFÍDICO
Acción
Fragmentos Fab de inmunoglobulinas equinas anti-veneno de
víbora europea.
Indicaciones
Mordedura de víbora europea con grado de envenenamiento II
y III. Considerar en casos más leves si: menores de 5 años, emba-
razadas, mordeduras en cara o cuello.
Forma de administración
– Presentación: Viperfav® vial 4 ml.
– Dosis: 1 vial (4 ml) en 100 ml SF 0,9% iv en 1-2 horas. Se puede
repetir con separación interdosis de 5 horas.
– Observaciones: administrar lo más precozmente posible. Dentro
de las primeras 6 horas tras la mordedura o en más de 24 horas
si hay alteraciones graves de la hemostasia.
Administrar bajo vigilancia estrecha. Puede realizarse previamente
un test de sensibilidad cutánea.
Efectos adversos
– Riesgo de shock anafiláctico (el viperfav tiene bajo riesgo por la
alta fragmentación y purificación del veneno).
– Contraindicaciones: alergia a las proteínas equinas (relativa según
la gravedad de la mordedura).
VITAMINA K
Acción
La sobredosis por cumarínicos puede dar lugar a coagulopatía al
antagonizar la acción fisiológica de la vitamina K a nivel hepático. De
la misma forma, la administración de vitamina K actuaría de manera
inversa, repletando dichos factores de la coagulación.
Indicaciones 639
Intoxicación por anticoagulantes orales o rodenticidas con alte-
ración analítica o clínica de sangrado.
Forma de administración
– Presentación: Konakion® solución inyectable 1 ml (10 mg/ml),
Konakion® pediátrico solución gotas (2 mg/0,2 ml).
– Dosis: por vía oral: en lactantes 1-2 mg, menores de 12 años
5-10 mg, en mayores de 12 años 10-20 mg. Por vía iv: 1-5 mg
(adultos 10 mg) diluida y lenta. Estas dosis se pueden repetir
cada 12 horas.
– Observaciones: se recomienda la vía oral. Sólo iv si sangrado
importante. No administrar im por riesgo de hematomas.
– Contraindicaciones: hipersensibilidad.
Efectos adversos
Reacciones anafilactoides tras la administración ev.
BIBLIOGRAFÍA
1. An update of N-acetylcysteine treatment for acute acetaminophen toxicity
in children. Laurie Marzullo. Curr Opin Pediatr. 2005; 17: 239-45.
2. Marraffa JM, Cohen V, Howland MA. Antidotes for toxicological emergen-
cies: A practical review. Am J Health-Syst Pharm. 2012; 69:199-212.
3. Clerigué Arrieta N, Herranz Aguirre M. Antídotos y otros tratamientos en
intoxicaciones pediátricas. En: Mintegui S, Grupo de Trabajo de Intoxica-
ciones de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría, eds. Manual
de Intoxicaciones en Pediatría. Tercera Edición. Madrid: Ergon; 2012. p.
405-54.
4. Daly FF, Fountain JS, Murray L, Graudins A, Buckley NA; Panel of Austra-
lian and New Zealand clinical toxicologists. Guidelines for the management
of paracetamol poisoning in Australia and New Zealand--explanation and
elaboration. A consensus statement from clinical toxicologists consulting
to the Australasian poisons information centres. Med J Aust. 2008; 188:
296-301.
5. Ferner RE, Dear JW, Bateman DN. Management of paracetamol poiso-
ning. BMJ. 2011; 342: 968-972
6. Calello DP, Osterhoudt KC, Henretig FM. New and Novel Antidotes in
Pediatrics. Pediatr Emerg Care. 2006; 22: 523-30.
7. Nogué Xarau S, editor. Intoxicaciones agudas. Bases para el tratamien-
to en un servicio de urgencias. Hospital Clínic Barcelona. Laboratorios
Menarini; 2010.
640 8. Abbruzzi G, Stork CM. Pediatric toxicologic concerns. Emerg Med Clin
North Am. 2002; 20: 223-47.
9. Hegenbarth MA. Preparing for Pediatric Emergencies: Drugs to Consider.
Pediatrics. 2008; 121: 433.
10. Smith SW. Drugs and pharmaceuticals: management of intoxication and
antidotes. En: Luch A, ed. Molecular, Clinical and Environmental Toxico-
logy. Volume 2: Clinical Toxicology. Switzerland: Birkhäuser Verlag; 2010.
p. 379-460.
11. Chu J, Wang RY, Hill NS. Update in Clinical Toxicology. Am J Respir Crit
Care Med. 2002; 166: 9-15.
12. White ML, Liebelt EL. Update on Antidotes for Pediatric Poisoning. Pediatr
Emerg Care. 2006; 22: 740-6.
641
11.3. INTOXICACIÓN POR PARACETAMOL
M. Triviño, L. Martínez
1. INTRODUCCIÓN
El paracetamol es el analgésico-antipirético más utilizado en el
mundo y es también la primera causa de intoxicación medicamentosa
(accidental y voluntaria) y de insuficiencia hepática aguda. Datos
aportados por el Grupo de Trabajo de Intoxicaciones de la Sociedad
Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) lo sitúan como la primera
causa de intoxicación farmacológica en menores de 5 años.
2. CINÉTICA Y FISIOPATOLOGÍA
Tras una dosis terapéutica de paracetamol, la concentración
sérica máxima se produce al cabo de 1-2 horas de la ingesta para
los comprimidos y 30 minutos para las presentaciones líquidas. La
vida media es de 1,5-3 horas y el pico sérico no suele exceder de
20 µg/ml (130 µmol/L).
Este fármaco se metaboliza en el hígado por tres vías distintas:
la sulfatación, la glucuronidación y la oxidación microsomal en el
citocromo P450. Las dos primeras metabolizan el 95% del fármaco
y producen moléculas inactivas que se excretan en orina. En el con-
texto de una sobredosis, estas vías se saturan, desviándose mayor
cantidad de fármaco hacia la oxidación, que produce N-acetil-p-ben-
zoquinoinamina (NAPQI), metabolito hepatotóxico que en condiciones
normales se conjuga con el glutatión para ser eliminado vía renal.
Cuando el glutatión se agota, el NAPQI se liga a macromoléculas
hepáticas y provoca necrosis centrolobulillar. En esta situación la vida
media del paracetamol se prolonga.
3. DEFINICIONES
– Dosis terapéutica de paracetamol: 15 mg/kg/dosis cada 4-6
horas (máximo 1 g/dosis, 90 mg/kg/día o 4 g/día).
642 TABLA 1. Factores que aumentan el riesgo de hepatotoxicidad.
• Neonato y lactante < 6 meses
• Tratamiento con fármacos inductores del citocromo P450: isoniacida,
carbamazepina, fenobarbital, fenitoína, rifampicina, efavirenz,…
• Malnutrición, caquexia, hepatopatía
• Tratamiento con fármacos que enlentecen el vaciado gástrico: opioides,
anticolinérgicos,…
• Fallo de medro
• Trastornos alimentarios: anorexia, bulimia
• Fibrosis quística
• SIDA
• Alcoholismo
Sintomatología Analítica
Fase I: El paciente está asintomático Normal
0-24 h o presenta náuseas y vómitos,
malestar general, diaforesis o
anorexia a partir de las 6 horas de
la ingesta.
Fase II: Desaparecen los síntomas previos y Hipertransaminasemia,
24-48 h el paciente permanece asintomático Quick alargado,
o refiere hipersensibilidad a la hiperbilirrubinemia leve,
palpación de hipocondrio derecho. elevación de creatinina.
Fase III: Anorexia, malestar, náuseas y Picos analíticos
48-96 h vómitos progresivos; inicio franco de de alteración
síntomas de insuficiencia hepática hepática y renal;
y/o renal: coagulopatía, ictericia, característicamente gran
alteraciones del nivel de conciencia u hipertransaminasemia.
oligoanuria.
Fase IV: Evolución progresiva hacia el Alteraciones progresivas
4 días- coma hepático y/o renal. Exitus o o normalización en
2 semanas autoresolución de la sintomatología. semanas.
Manejo
1. Valoración inicial y estabilización, si se precisa
(TEP, ABCDE).
3. Descontaminación digestiva
Si se trata de una ingesta reciente (en las últimas 2 horas) de
una dosis tóxica o desconocida de paracetamol, está indicada la
descontaminación gastrointestinal mediante la administración de
carbón activado a 1 g/kg.
4. Exploraciones complementarias
- Analítica: se realizará analítica con hemograma, electrolitos,
tiempo de protrombina, ALT/AST, función renal y niveles sanguíneos
de paracetamol a partir de las 4 horas de la ingesta. Estos niveles
se contrastarán con el nomograma de Rumack-Matthew (Fig. 2)
para valorar la indicación de iniciar tratamiento.
El nomograma de Rumack-Matthew sólo es útil en los casos
de intoxicaciones agudas por paracetamol y con un tiempo trans-
currido desde la ingesta menor a 24 horas. En las circunstancias
en que no puede ser aplicado, se ha descrito una alternativa
Ingesta aguda de paracetamol
Factores de riesgo: Pauta de NAC vía oral estándar: Niños ≤20 kg:
- Fármacos inductores del cit. P450: isoniazida, - 140 mg/kg en dosis de carga - 150 mg/kg de NAC en 3 cc/kg de SG 5% en 1 h
carbamazepina, fenitoína, fenobarbital, rifampicina, efavirenz... - 17 dosis a 70 mg/kg c/4 h - 50 mg/kg de NAC en 7 cc/kg de SG 5% en 4 h
- Condiciones que producen depleción del glutatión: malnutrición, - 100 mg/kg de NAC en 14 cc/kg de SG 5% en 16 h
hepatopatía, trastornos alimentarios, fibrosis quística, VIH Pauta de NAC endovenosa estándar: Niños 20-40 kg:
- Fármacos que enlentecen el vaciado gástrico: opioides, - 150 mg/kg de NAC en 200 ml de SG 5% en 1 h - 150 mg/kg de NAC en 100 ml de SG 5% en 1 h
anticolinérgicos... - 50 mg/kg de NAC en 500 ml de SG 5% en 4 h - 50 mg/kg de NAC en 250 ml de SG 5% en 4 h
- Enolismo - 100 mg/kg de NAC en 1.000 ml de SG 5% en 16 h - 100 mg/kg de NAC en 500 ml de SG 5% en 16 h
FIGURA 1. Algoritmo de actuación en el paciente con sospecha de intoxicación aguda por paracetamol.
645
646
1.000
500
Niveles plasmáticos de paracetamol (μg/ml)
200
150
100
Toxicidad hepática
probable
50 Po
sib
le
tox
icid
No toxicidad ad
heptica he
pá
tica
10
5 }25%
4 8 12 16 20 24
Horas tras la ingesta
• Indicaciones de NAC
1. Ingesta aguda de paracetamol a dosis tóxicas de menos de 8
horas de evolución y con niveles séricos del fármaco por enci-
ma de la línea de posible hepatotoxicidad en el nomograma de
Rumack-Matthew.
2. Ingesta aguda de paracetamol a dosis tóxicas de más de 8 ho-
ras de evolución. Se inicia la administración de NAC sin esperar
el resultado de los niveles séricos de paracetamol, ya que su
efectividad disminuye pasado este intervalo de tiempo. Si los
niveles están por debajo de la línea de posible hepatotoxicidad,
se suspende el tratamiento.
3. Ingesta aguda de paracetamol en niños con factores de riesgo
(Tabla 1). No existe consenso sobre cuál debe ser el manejo de
estos pacientes. En la guía para el manejo del paciente intoxicado
por paracetamol de Australia y Nueva Zelanda se recomienda
tratar a estos niños cuando el nivel de paracetamol a las 4 horas
tras la ingesta es superior a 100 µg/ml.
4. Ingesta aguda de paracetamol a dosis tóxica y de más de 24 h
de evolución o tiempo desconocido (el nomograma de Rumack-
Matthew no puede ser aplicado). En general se recomienda ini-
648
Pauta endovenosa estándar: Pauta oral
(adolescentes o ≥ 40 kg)
150 mg/kg de NAC diluida en 200 ml 140 mg/kg en dosis de carga
de SG 5% a pasar en 1 hora
Si persisten signos de hepatotoxicidad, continuar con una dosis de 100 mg/kg c/16 h
o 150 mg/kg c/24 h (hasta la evidencia de signos clínico-analíticos de mejoría).
• Efectos adversos
1. Reacciones anafilactoides: son usualmente leves pero pueden
ir acompañadas de angioedema, rash cutáneo, broncoespas-
mo e hipotensión y suelen aparecer con la dosis de carga. Son
dependientes de la velocidad de infusión, por lo que la NAC se
debe administrar lentamente en 1 hora. Si se producen estas
reacciones se debe interrumpir la infusión, administrar tratamien-
to (antihistamínicos, corticoides, β2-agonistas, etc.) y, una vez
asintomático, reiniciar a menor velocidad. Si reaparece la clínica
podría optarse por continuar la administración, bajo vigilancia
estrecha, por vía oral o por SNG (ya que con esta vía de admi-
nistración no se han descrito reacciones anafilactoides).
En pacientes asmáticos, el riesgo de presentar este tipo de reac-
ciones es mayor y, además, suelen ser más graves. Por este
motivo se recomienda que el tratamiento con NAC en estos casos
sea especialmente cauteloso, pudiéndose administrar tratamiento
antihistamínico previo al inicio de la infusión (que debe ser espe-
cialmente lenta). Incluso en este grupo de pacientes se puede
valorar iniciar el tratamiento por vía oral de manera electiva.
Es importante tener presente que el riesgo de presentar una reac-
ción anafilactoide es mayor en pacientes con concentraciones
bajas de paracetamol en sangre, hecho que sugiere que tratar
pacientes que probablemente no se van a beneficiar del antídoto
aumenta la frecuencia de reacciones adversas.
2. Descenso del índice de protrombina (y alargamiento del INR):
es un efecto transitorio de la infusión endovenosa de NAC que
se ha relacionado con la inhibición de factores de coagulación
vitamina K dependientes.
Es importante tener en cuenta este aspecto a la hora de evaluar
a pacientes con ingesta aguda de dosis tóxicas de paracetamol
en los que el único signo de afectación hepática es el descenso
aislado del índice de protrombina.
3. Convulsiones: se ha objetivado que, en niños pequeños, la pauta
endovenosa estándar puede causar hiponatremia dilucional y
650
Niños ≤ 20 kg Niños 20-40 kg
150 mg/kg de NAC diluida en 3 cc/kg 150 mg/kg de NAC diluida en 100 ml
de SG 5% a pasar en 1 hora de SG 5% a pasar en 1 hora
100 mg/kg de NAC diluida en 14 cc/kg 100 mg/kg de NAC diluida en 500 ml
de SG 5% durante 16 horas de SG 5% durante 16 horas
Si persisten signos de hepatotoxicidad, continuar con una dosis de 100 mg/kg c/16 h
o 150 mg/kg c/24 h (hasta la evidencia de signos clínico-analíticos de mejoría).
Pacientes con
Pacientes < 6 años Pacientes ≥ 6 años factores de riesgo
≥ 200 mg/kg en 24 h ≥ 200 mg/kg o ≥ 8 g en 24 h ≥ 100 mg/kg/d
≥ 150 mg/kg/d en ≥48 h ≥ 150 mg/kg/d o ≥ 6 g/d en ≥ 4 g/d
≥ 100 mg/kg/d en ≥ 72h ≥ 48 h
Evidencia clínica o
analítica de Paracetamol
hepatotoxicidad detectable en sangre Recomendaciones
Presente Presente o ausente Ingreso, tratamiento de
soporte y con NAC
Ausente Presente Ingreso, tratamiento de
soporte y con NAC
Ausente Ausente Alta
Predictores de evolución a
Factores de mal pronóstico trasplante hepático
• Dosis alta de paracetamol • Tiempo de Quick > 37 seg a las 24
• Enolismo crónico previo h o INR > 2 a las 24 h, INR > 4 a
• Intervalo largo entre la ingesta y la las 48 h, INR > 6 a las 72 h
consulta; a partir de 24 h • pH < 7,3 a las 24 h
• Tratamiento tardío con NAC • Creatinina > 3 mg/dl
• Intentos de suicidio • Encefalopatía hepática grados III o
• Edad entre 10 y 17 años IV
• Otras drogas hepatotóxicas • Hipofosfatemia
concomitantes • Hiperbilirrubinemia > 90 µmol/L
• Intoxicación crónica • Hipotensión refractaria
• Lactato > 3,5 mmol/L
7. SEGUIMIENTO Y PRONÓSTICO
Globalmente, el pronóstico es bueno y la gran mayoría de sobre-
dosis por paracetamol no son sintomáticas ni precisan tratamiento.
A pesar de todo, hay un grupo de enfermos (< 2% según varios
autores) que van a desarrollar hepatotoxicidad grave y que precisarán
654 ingreso hospitalario para tratamiento específico y, en algunos casos,
trasplante hepático; en la literatura, hay varios centenares de casos
de exitus descritos. En la Tabla 6 se detallan los principales factores
de mal pronóstico y predictores de evolución a trasplante hepático
asociados a la intoxicación por paracetamol.
Es preciso recordar que el factor de riesgo más importante que
determina la evolución hacia daño hepático y exitus tras una intoxi-
cación aguda por paracetamol es el inicio tardío del tratamiento con
NAC (más allá de las primeras 8 horas).
Al alta se deben dar normas a la familia sobre signos de alarma.
Recordar en este punto que la aparición de clínica renal no se produce
hasta al cabo de 1-8 días tras la ingesta de paracetamol, por lo que
es importante vigilar la diuresis del paciente al alta.
8. BIBLIOGRAFÍA
1. Buckley N, Eddleston M. Paracetamol (acetaminophen) poisoning. Clin
Evid (online). 2007; 4: 2101 (ultimo acceso 30-10-2011). Disponible en:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19450343
2. Daly FF, Fountain JS, Murray L, Graudins A, Buckley NA; Panel of Austra-
lian and New Zealand clinical toxicologists. Guidelines for the management
of paracetamol poisoning in Australia and New Zealand – explanation and
elaboration. A consensus statement from clinical toxicologists consulting
to the Australasian poisons information centers. Med J Aust. 2008; 188:
296-301.
3. Dart RC, Erdman AR, Olson KR, Christianson G, Manoguerra AS, Chyka
PA, et al. American Association of Poison Control Centers. Acetaminophen
poisoning: an evidence-based consensus guideline for out-of-hospital
management. Clin Toxicol (Phila). 2006; 44: 1-18.
4. Mazer M, Perrone J. Acetaminophen-induced nephrotoxicity: pathophysio-
logy, clinical manifestations, and management. J Med Toxicol. 2008; 4: 2-6.
5. Martínez L, Quintillá JM, Molina E, Castanyer T, Barceló B, Valls A, et al.
Estudio preliminar sobre la utilidad de la detección de paracetamol en
orina para descartar la ingesta del fármaco en pacientes pediátricos.
Emergencias. 2012; 24: 372-5.
6. Puiguriguer J, Barceló B, Castanyer T, Nogué S. Assessing risk of liver
toxicity in acute paracetamol intoxication when basing treatment on a
Rumack-Matthew toxicity nomogram is not feasible. Emergencias. 2010;
22: 365-8.
7. Sandilands EA, Bateman DN. Adverse reactions associated with acetyl-
cysteine. Clin Toxicol (Phila). 2009; 47: 81-8.
8. Sztajnkrycer MJ, Bond GR. Chronic acetaminophen overdosing in children:
risk assessment and management. Curr Opin Pediatr. 2001; 13: 177-82.
9. Wallace CI, Dargan PI, Jones AL. Paracetamol overdose: an evidence 655
based flowchart to guide management. Emerg Med J 2002; 19: 202-5.
10. Wolf SJ, Heard K, Sloan EP, Jagoda AS; American College of Emergency
Physicians. Clinical policy: critical issues in the management of patients
presenting to the emergency department with acetaminophen overdose.
Ann Emerg Med. 2007; 50: 292-313.
656
11.4. INTOXICACIÓN POR IBUPROFENO Y
ANTICATARRALES
J.M. Álvarez, A. Domingo, J. Payeras, J.M. Quintillá
Dosis terapéutica
La dosis terapéutica es de 5-10 mg/kg/dosis, cada 6-8 horas.
La dosis máxima en el adulto es de 600 mg/dosis.
Dosis tóxica
Se considera tóxica una dosis superior a 100 mg/kg, sin embargo
no suelen aparecer efectos graves hasta alcanzar ingestas superiores
a 400 mg/kg. Existe un mayor riesgo de toxicidad en las ingestas de
ibuprofeno asociado a fenitoína, digoxina, aminoglucósidos, anticoa-
gulantes orales, litio y metotrexato.
Clínica
– Gastrointestinal: es la más frecuente. Se trata fundamentalmente
de náuseas, vómitos y dolor epigástrico. Las úlceras y la hemo-
rragia digestiva son posibles pero poco frecuentes.
– Renal: La intoxicación por ibuprofeno puede producir insuficiencia
renal aguda con retención hidrosalina e hiperpotasemia. Otros
efectos menos frecuentes son nefritis intersticial aguda y necrosis
papilar.
– SNC: las manifestaciones del SNC son relativamente frecuentes,
incluyen agitación, somnolencia, letargia, ataxia, cefalea, nistagmo
y en casos graves convulsiones y coma. También puede haber
manifestaciones neurosensoriales como acúfenos, sordera tran-
sitoria, vértigo y alucinaciones.
– Piel: puede haber exantemas generalizados y prurito. Aunque
poco frecuentes, se han descrito casos de Stevens-Johnson
TABLA 1. 657
Actuación en urgencias
Es importante conocer que:
– No es útil la determinación de niveles plasmáticos. Existe un
nomograma, pero no está validado y no se ha demostrado su
utilidad.
– No hay que realizar exploraciones complementarias de rutina. En
algunos casos está indicada la realización de analítica sanguínea
y ECG.
– No existe antídoto, por lo que el tratamiento se basa en las me-
didas de soporte.
– A pesar de lo que figura en la ficha técnica, no es útil la diuresis
alcalina.
– Tampoco es útil la hemodiálisis para la eliminación del fármaco,
pero puede estar indicada por la presencia de insuficiencia renal
y/o hiperpotasemia.
La mayor o menor agresividad de nuestra actuación depende
de la dosis ingerida y de la sintomatología que presente el paciente.
658 Ingesta < 100 mg/kg y paciente asintomático
Son pacientes que han ingerido dosis teóricamente sin toxicidad
significativa, por lo que pueden ser manejados ambulatoriamente si
se asegura una vigilancia adecuada. Si esto último no es posible,
es preferible que permanezcan en observación en urgencias hasta
transcurridas 6 horas desde la ingesta. No requieren pruebas com-
plementarias.
Pueden administrarse antiácidos o sucralfato. También pueden
administrarse anti-H2, pero no se ha demostrado utilidad en la pre-
vención de lesiones gastrointestinales.
• En pacientes asintomáticos
1. No es necesario realizar exploraciones complementarias.
2. Deben mantenerse en urgencias hasta transcurridas 6 horas de
la ingesta (12 horas si se trata de un preparado de liberación
retardada) para control clínico.
3. Se prescribirán antiácidos, sucralfato, anti-H2 u omeprazol.
Dosis ingerida
Antihistamínicos
En este grupo farmacológico encontramos dos grandes subgru-
pos:
1. De primera generación o clásicos, como dexclorfeniramina,
difenhidramina, hidroxicina, ketotifeno, mepiramina…
2. De segunda generación: astemizol, terfenadina, ebastina, lora-
tadina, azelastina, cetirizina.
En algunas publicaciones se habla de un tercer grupo, en el que
se incluyen metabolitos de antihistamínicos de segunda generación
(levocetiricina, fexofenadina y desloratadina). La principal diferencia
se encuentra en que los fármacos de primera generación atraviesan
la barrera hematoencefálica y, por tanto, causan somnolencia, lo que 661
no ocurre con los de segunda generación y sus metabolitos.
Dosis tóxica
La intoxicación por antihistamínicos se presenta con ingesta de
4 veces la dosis terapéutica, variando la clínica según el fármaco
ingerido. También puede producirse toxicidad por la absorción trans-
cutánea.
Clínica de la intoxicación
– Básicamente, clínica neurológica: somnolencia, debilidad mus-
cular, convulsiones, coma.
– Cardiovascular: HTA, taquicardia, alteraciones del ritmo (la in-
toxicación por difenhidramina puede producir aumento del QRS,
la de astemizol o terfenadina, síndrome del QT prolongado y
arritmias tipo torsade de pointes y los antihistamínicos derivados
fenotiazínicos se presentan con hipertensión arterial).
– Síntomas molestos pero con menor riesgo vital son los diges-
tivos (náuseas, vómitos, dolor abdominal) y los anticolinérgicos
(sequedad de boca, retención urinaria).
Tratamiento de la intoxicación
– Si la dosis ingerida no alcanza la dosis tóxica y el paciente se
encuentra asintomático, se aconseja observación domiciliaria.
– Pacientes con ingesta > 4 veces la dosis terapéutica: los síntomas
se inician a los 30 minutos post-ingesta y la concentración máxi-
ma del fármaco se presenta a las 2-3 horas. Nuestra actuación
consistirá en:
- Evaluación clínica inicial (TEP y ABCDE).
- Estabilizar al paciente. Canalizar vía ev si signos de toxicidad.
- Monitorización, constantes y ECG.
- Administrar carbón activado, 1 g/kg de peso (máximo 50 g),
incluso hasta pasadas 4-6 horas post-ingesta debido al efecto
inhibidor del fármaco sobre la motilidad intestinal.
- Analítica con ionograma, función hepática, CPK (si signos de
toxicidad).
- Tratamiento específico según el síntoma que presente el pa-
ciente, se resume en la Tabla 2.
662 TABLA 2. Tratamiento según la clínica en la intoxicación por antihistamínicos.
Síntomatología Tratamiento
Hipotensión Fluidoterapia (SSF 20 ml/kg en bolus)
Inotrópicos (no adrenalina)
Taquicardia Tratamiento conservador
> QRS, alteraciones Bicarbonato sódico 1-2 mEq/kg en bolus
conducción
QT prolongado, torsade Sulfato de magnesio ev: 50 mg/kg (máx. 2 g) en
de pointes 20 minutos.
Convulsiones Benzodiacepinas
Distonías (efectos Biperideno: 0,04-0,1 mg/kg/dosis iv en 15 min o
extrapiramidales) im. Máx. 5 mg. Se puede repetir en 30 min.
Síntomas anticolinérgicos Fisostigmina ev: 0,02-0,03 mg/kg (máx. 0,5 mg),
graves (delirio…) diluido en 10 ml de suero y lentamente, en 5-10
minutos. Se puede repetir la dosis a los 15-30
min. Dosis total máxima 2 mg
– Destino:
- Pacientes con ingesta de dosis no tóxica y asintomáticos, serán
dados de alta con normas y vigilancia en domicilio.
- Pacientes con ingesta de dosis tóxica y asintomáticos deberán
ser observados en función de la vida media del fármaco. Se
aconseja un tiempo entre 4 y 6 horas para los de primera ge-
neración, exceptuando la hidroxicina, con vida media superior,
que precisa entre 6 y 8 horas de observación. Para los fárma-
cos de segunda generación se recomienda unas 12 horas de
vigilancia y en los de tercera generación, hasta de 24 horas.
- Pacientes sintomáticos serán tratados en UCIAS y precisarán
de ingreso hospitalario.
Descongestivos
A este grupo pertenecen los simpaticomiméticos, que produ-
cen vasoconstricción y por tanto sequedad de mucosas: efedrina,
fenilefrina, pseudoefedrina, fenilpropanolamina y las imidazolinas
(oximetazolina, tetrahidrozolina, xilometazolina). Pueden producir
toxicidad tras la ingesta o la aplicación tópica. La absorción oral
es rápida y el pico máximo en sangre se obtiene a las 2-4 horas
post-ingestión.
Dosis tóxica 663
Se ha descrito para:
– Fenilpropanolamina: 6-10 mg/kg.
– Imidazolinas: 0,1-0,2 mg/kg.
Clínica
La intoxicación se manifiesta con sintomatología cardiovascular
y neurológica principalmente. La Tabla 3 muestra la clínica esperable
según el fármaco y su tratamiento.
Tratamiento
– Evaluación clínica inicial (TEP y ABCDE).
– Estabilizar al paciente.
– Monitorización hemodinámica y ECG.
– Indicada la administración de carbón activado en la primera hora
(tener en cuenta que la absorción es extremadamente rápida) en
caso de intoxicación vía oral.
– Pruebas de laboratorio: equilibrio e ionograma, glicemia, CPK.
– En caso de que la vía de administración sea oftálmica, proceder
a lavado ocular con suero fisiológico, pero no se realizará si la
administración es nasal, dado que puede provocar bradicardia
refleja.
– Tratamiento específico según la sintomatología que se presente
(Tabla 3).
Los niños con clínica de intoxicación deberán ingresar en ob-
servación un mínimo de 24 horas o bien hasta permanecer asinto-
máticos.
Antitusígenos
En Pediatría, los compuestos con mayor frecuencia implicados
en la intoxicación por este grupo de fármacos son la codeína y el
dextrometorfano.
Dosis tóxica
– Codeína: dosis terapéutica es 1 mg/kg/día c/6 h, dosis superiores
se consideran tóxicas.
– Dextrometorfano: dosis terapéutica 1 mg/kg/día c/6-8 h. Se con-
sidera dosis tóxica > 7,5 mg/kg/día.
664 TABLA 3. Clínica y tratamiento en la intoxicación por descongestionantes.
Grupo
farmacológico Sintomatología Tratamiento
Efedrina CAR: HTA, encefalopatía En caso de HTA con
Pseudoefedrina hipertensiva, taquicardia. taquicardia:
SNC: midriasis, agitación, antagonistas α1:
alucinaciones, insomnio, fentolamina (2,5-5 mg/
psicosis, convulsiones, kg/min)
disfonías.
Fenilefrina CAR: HTA con bradicardia Si HTA con bradicardia
Fenilpropanolamina sinusal refleja, crisis sinusal:
hipertensivas (cefalea, Nitroprusiato, hidralazina
convulsiones), accidentes o nifedipino (0,5 mg/kg/
vasculares cerebrales. dosis vo)
SNC: agitación, insomnio, Si inestabilidad
psicosis, convulsiones, hemodinámica,
coma dopamina (10-20 µg/
kg/min)
Imidazolinas Inicio (simpaticomimética): Hipertensión: suele ser
(administración hipertensión, taquicardia, transitoria y seguida de
tópica) midriasis, agitación hipotensión intensa, por
y vasoconstricción lo que el manejo debe
generalizada periférica ser lo más conservador
con palidez, cianosis e posible. Si compromiso
hipotermia. de órganos diana:
Después (simpaticolítica): nitroprusiato
somnolencia, miosis,
hipotensión y bradicardia. Bradicardia sintomática:
Inicio rápido y se autolimita atropina
en 24 horas.
Hipotensión: líquidos
CAR: sintomatología cardiaca; SNC: síntomas de sistema nervioso central;
HTA: hipertensión arterial.
Clínica
Depende de la dosis de fármaco ingerida.
– Codeína: la tríada típica es depresión del SNC, miosis y depresión
respiratoria; según la dosis ingerida, la sintomatología es:
- < 2 mg/kg: no presentan clínica importante.
- 3-5 mg/kg: somnolencia, ataxia, miosis, vómitos, rash cutáneo, 665
prurito y rubicundez facial.
- > 5 mg/kg: se alcanza la depresión respiratoria.
– Dextrometorfano: se presentan síntomas como ataxia, confu-
sión, distonías, convulsiones, psicosis con alucinaciones (visuales
y auditivas), euforia, midriasis por parálisis músculo ciliar o miosis,
HTA, diaforesis. También puede estar implicado en la aparición
de un síndrome serotoninérgico.
Tratamiento
– Evaluación clínica (TEP y ABCDE).
– Estabilizar al paciente según sistemática ABC. Si presenta signos
de toxicidad, canalizar vía venosa.
– Monitorización, vigilar estrechamente el nivel de conciencia.
– Se administrará carbón activado si se supera la dosis tóxica del
fármaco, incluso hasta 4 horas post-ingesta (retraso en el vacia-
miento gástrico). Si la dosis ingerida es potencialmente letal y no
han transcurrido dos horas desde la ingesta, se puede realizar
lavado gástrico (recordar proteger vía aérea).
– Si clínica de toxicidad: analítica básica (equilibrio e ionograma, CPK).
– Tratamiento específico según la sintomatología que presente:
- Convulsiones o hiperexcitabilidad: diazepam 0,1-0,3 mg/kg.
- Distonías: difenhidramina a 1 mg/kg cada 2 minutos con un
máximo de 5 mg/kg por día.
- En caso de depresión respiratoria por intoxicación por opioides
está indicado administrar naloxona a 0,1 mg/kg/dosis (máx. 2
mg) ev, subcutánea, intramuscular o intratraqueal. Se puede
administrar cada 2-3 minutos hasta 10 mg. Si no hay respuesta
recordar la posibilidad de la hipoglicemia.
- Tratamiento del síndrome serotoninérgico (ver capítulo de In-
toxicación por antidepresivos).
– Destino:
- Los pacientes asintomáticos con ingesta de dosis inferior a
la tóxica pueden ser remitidos a domicilio con normas de ob-
servación y reconsulta. Estas normas serán especialmente
estrictas en ingesta de dextrometorfano entre 5 y 7,5 mg/kg
(deberán consultar de nuevo si aparece clínica para una mejor
monitorización).
666
Ingesta Valoración por psiquiatra Valoración por psiquiatra Valoración por psiquiatra Valoración por psiquiatra
intencionada
Aspectos Si intoxicación: parte judicial
socio-legales Si sospecha maltrato-negligencia: valoración por trabajo social, protección del menor…
- Los pacientes con síntomas de toxicidad deben ingresar. 667
- Los pacientes asintomáticos con ingesta >7,5 mg/kg de dex-
trometrofano deben ser observados un mínimo de 6 horas e
ingresar si aparece clínica.
Mucolíticos y expectorantes
Son fármacos poco tóxicos. Principalmente representados por
N-acetilcisteína, carboxicisteína, bromhexina y ambroxol.
Su absorción vía oral es rápida, el pico de concentración máxima
se encuentra entre media y tres horas post-ingesta.
La clínica es muy inespecífica, los pacientes acostumbran a re-
ferir sintomatología intestinal como dolor abdominal, epigastralgia,
náuseas, vómitos, diarrea.
El tratamiento es sintomático.
BIBLIOGRAFÍA
1. Argentieri J, Morrone K, Pollack Y. Acetaminophen and Ibuprofen Over-
dosage. Pediatr Rev. 2012; 33:188-9.
2. Cano A, Casares I, Rodríguez J, Pérez I, Blanco A. Prescripción de fárma-
cos anticatarrales de uso sistémico en niños de 0-13 años. Un problema
no resuelto. An Pediatr (Barc). 2013; 78: 43-50.
3. Chyka P, et al. Dextromethorphan poisoning: an evidence-based consen-
sus guideline for out-of-hospital management. Clin Toxicol (Phila). 2007;
45: 662-77.
4. Clerigué N, Herranz M, Viguria N. Intoxicaciones medicamentosas. En:
Benito J, Luaces C, Mintegi S, Pou J (eds). Tratado de urgencias en
Pediatría. 2ª ed. Madrid: Ergon; 2011. p. 1000-20.
5. Gharahbaghian L, Corden T. Cough and Cold Preparation Toxicity. Meds-
cape. 2011 (consultado el 27-02-2013). Disponible en: http://emedicine.
medscape.com/article/1010513
6. López J. Intoxicaciones por antiinflamatorios no esteroideos. En: Min-
tegi S, Grupo de Trabajo de Intoxicaciones de la Sociedad Española de
Urgencias de Pediatría. Manual de Intoxicaciones en Pediatría, 3ª ed.
Madrid: Ergon; 2012. p. 155-66.
7. Pierce CA, Voss B. Efficacy and safety of ibuprofen and acetaminophen
in Children and Adults: A Meta-Analysis and Qualitative Review. Ann
Pharmacother. 2010; 44: 489-506.
8. Rosenbaum C, Boyer EW. Dextromethorphan poisoning: Treatment. Up-
ToDate. 2012 (consultado el 19-02-2013). Disponible en: http://www.
uptodate.com/contents/dextromethorphan-poisoning-treatment
668 9. Shefrin AE, Goldman RD. Use of over-the-counter cough and cold me-
dications in children. Can Fam Physician. 2009; 55: 1081-3.
10. Sullivan JE, Farrar HC, the Section on Clinical Pharmacology and the-
rapeutics; Committee on Drugs. Fever and Antipyretic Use in Children.
Pediatrics. 2011; 127: 580-7.
11. Tomassoni A, Weisman R. Antihistamines and decongestants. En: Flo-
menbaum NE, Goldfrank LR, Hoffman RS, Howland MA, Lewin NA, Nel-
son LS (eds). Goldfrank,s Toxicologic Emergencies. 9th ed. New York:
McGraw-Hill; 2010; p. 751-6.
12. Yust E, Slattery A. Cold and Cough Medications for Children: Dangerous
and Over the Counter! Clin Pediatr Emerg Med. 2012; 13: 292-9.
669
11.5. INTOXICACIÓN POR ANTIDEPRESIVOS
L. Martínez
Clínica
La intoxicación por antidepresivos tricíclicos puede ser oligo o
asintomática, o bien producir clínica severa. La aparición de síntomas
suele producirse tras 2 horas de la ingesta, siempre dentro de las
primeras 6 h, y presentan rápida evolución.
La sintomatología puede ser cardiovascular, neurológica o an-
ticolinérgica:
– Síntomas anticolinérgicos: midriasis, visión borrosa, sequedad
de mucosas, retención de orina e íleo.
– Síntomas neurológicos: agitación, disminución del nivel de con-
ciencia, hipertonía e hiperreflexia, mioclonías y convulsiones. El
coma tiene una duración media de 6 horas pero puede durar
hasta 24 horas. Las convulsiones generalmente son precoces,
breves y se autolimitan antes de recibir ningún tratamiento.
– Síntomas cardiovasculares: el síntoma más frecuente es la ta-
quicardia sinusal. También puede aparecer hipotensión arterial
(aunque en una primera fase puede existir hipertensión) y arritmias.
670 TABLA 1. Clasificación de los antidepresivos.
Tricíclicos
Imipramina, desimipramina, clorimipramina, amitriptilina, nortriptilina,
trimipramina, doxepina
Heterocíclicos
Amoxapina, maprotilina, mianserina, bupropión, trazodona, viloxacina
IMAO
Iproniazina, fenelzina, tranilcipromida, moclobemida, selegilina
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)
Fluoxetina, fluvoxamina, paroxetina, sertralina, citalopram, escitalopram
Nuevos antidepresivos
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina/noradrenalina
(IRSN): venlafaxina, nefazodona
- Inhibidor específico serotoninérgico y noradrenérgico (ISSNa): mirtazapina
- Inhibidor de la recaptación de noradrenalina (IRNa): reboxetina
Dosis tóxica
Se consideran dosis tóxicas las mostradas en la Tabla 2.
Actitud en Urgencias
Ante todo paciente con sospecha de ingesta de antidepresivo
tricíclico:
1. Evaluación clínica inicial (TEP y ABCDE).
2. Estabilización, si precisa (ABC).
3. Monitorización clínica y de constantes. ECG.
4. Evaluación del riesgo: son pacientes de bajo riesgo de intoxica-
ción por ADT y ,por tanto, pueden manejarse ambulatoriamente
672 b. La ingesta de > 6 horas de evolución con ausencia de síntomas
permite descartar toxicidad significativa, por lo que a estos
pacientes también se les puede dar el alta.
En el resto de pacientes se precisa un manejo agresivo dada la
potencial gravedad, siguiendo el esquema.
5. Canalizar siempre una vía venosa periférica.
6. Monitorización estrecha clínica, de constantes y del ECG, durante
al menos 6 horas.
7. Medidas de soporte: es fundamental mantener unas constantes
vitales adecuadas ya que si aparece acidosis, se incrementará
la concentración libre del fármaco y aumentará rápidamente la
toxicidad cardíaca. Por ello, si existe disminución del nivel de
conciencia, debe procederse a la intubación endotraqueal y ven-
tilación mecánica. En caso de parada cardiorrespiratoria, está
indicado prolongar las maniobras de resucitación.
8. Descontaminación digestiva (útil hasta las 6 horas tras la inges-
ta dado el retardo del vaciado gástrico): en todo niño con una
ingesta superior a la dosis diaria recomendada está indicada
la administración de carbón activado (1 g/kg). Si aparece sin-
tomatología, se repetirá la dosis cada 4 horas para interrumpir
la circulación entero-hepática (tanto del fármaco como de sus
metabolitos tóxicos).
En ingesta potencialmente letal puede realizarse lavado gástrico
seguido de la administración de carbón activado.
9. Tratamiento de los síntomas/complicaciones:
- Agitación, hipertonía, mioclonias: benzodiacepinas.
- Convulsiones: benzodiacepinas. Si no se controlan pasar a
fenobarbital (dosis de carga de 15-20 mg/kg única o dividida,
con posibilidad de dosis adicionales de 5 mg/kg cada 15-30
min hasta un máximo de 30 mg/kg).
- Si QRS > 0,10 segundos o arritmias ventriculares: admi-
nistrar bicarbonato sódico a 1 mEq/kg en bolus cada 2-3
minutos hasta que se normalice el ECG y T.A. Debe mo-
nitorizarse el pH arterial y mantenerlo entre 7,45-7,55. Se
ha demostrado el efecto benefi cioso de la alcalinización
por disminución de la unión de los ADT a los canales del
sodio. Aunque deben evitarse los fármacos antiarrítmicos,
las arritmias ventriculares pueden tratarse con lidocaína (1
mg/kg en bolus lento y seguir a 10-50 µg/kg/min) y, si es 673
preciso, con cardioversión.
- Tratamiento de la hipotensión arterial: en primer lugar, admi-
nistrar líquidos endovenosos y bicarbonato sódico. Si no
responde, se utilizará la noradrenalina como droga vasoactiva
(0,1 a 1 µg/kg/min). Existe una respuesta muy escasa a dopa-
mina y dobutamina. En caso de hipotensión arterial refractaria
puede utilizarse el glucagón (0,05-0,1 mg/kg como dosis de
carga y seguir con 0,1 mg/kg/h en BIC; en adultos dosis de
carga de 3-5 mg y seguir con 1-5 mg/h).
- Tratamiento de la intoxicación grave refractaria: se ha descrito el
uso beneficioso de la emulsión lipídica intravenosa (intralipid
al 20%) en situación de arritmias graves que no responden al
tratamiento. Administrar 1 bolo de 1-1,5 ml/kg (intralipid 20%)
en 1 minuto y continuar con una infusión de 0,25-0,50 ml/
kg/h hasta que se recupere la estabilidad hemodinámica. En
situación de parada cardio-respiratoria pueden repetirse bolus
cada 5 minutos hasta un máximo de 3.
- Fármacos contraindicados: fisostigmina, fenitoína, flumazenilo
y antiarrítmicos Ia y Ic (quinidina, procainamida, disopiramida,
flecainamida, encainida y propafenona).
10. Destino:
- Todos los pacientes con ingesta de dosis potencialmente tóxica
o desconocida de ADT deben mantenerse bajo observación
estrecha durante un mínimo de 6 horas. Si tras ese periodo
no han presentado sintomatología, pueden recibir el alta hos-
pitalaria.
- La aparición de síntomas y la intencionalidad de la ingesta son
criterios claros de ingreso, en el primer caso con monitorización
clínica, de constantes y ECG estrecha.
- Ingreso en UCI-P si: alteraciones electrocardiográficas o sin-
tomatología grave (alteración conciencia, convulsiones, hipo-
tensión, hipertermia, arritmias).
Clínica
En la mayoría de los casos producen síntomas leves: náuseas,
vómitos, diaforesis, midriasis, taquicardia y somnolencia. Sin em-
bargo, también puede aparecer afectación neurológica grave (agita-
ción, temblores, convulsiones, depresión respiratoria) y alteraciones
electrocardiográficas (prolongación del QT) con riesgo de arritmias.
El citalopram y escitalopram son los ISRS que con mayor fre-
cuencia se asocian a convulsiones y prolongación del QT. La fluoxe-
tina puede producir convulsiones 8-16 h después de la ingesta. La
fluvoxamina, aun a pequeñas dosis, puede causar coma profundo
e hipotensión persistente.
La aparición de los síntomas es progresiva a lo largo de horas, sin
que se haya podido establecer un tiempo máximo para la aparición
de clínica. Dado que el pico sérico máximo se produce a las 8 horas,
se puede considerar que lo más probable es que la clínica se inicie
dentro de este intervalo.
Los ISRS pueden verse implicados en el desarrollo del síndro-
me serotoninérgico, ya sea en sobredosis como tras una dosis
terapéutica, pero generalmente suele producirse al asociarse con
otro fármaco que aumente la actividad serotoninérgica (IMAO, ADT,
otros antidepresivos, risperidona, olanzapina, clonazepam, selegi-
lina, antirretrovirales, eritromicina, dextrometorfano, ondansetrón,
TABLA 3. Criterios diagnósticos del síndrome serotoninérgico (Hunter) 675
Dosis tóxica
No se ha podido establecer una dosis tóxica mínima pero en ge-
neral se considera que los pacientes asintomáticos tras 8 horas de la
ingesta no intencional de dosis menores a 5 veces la dosis terapéutica
de un adulto (es decir: 100 mg de citalopram, 50 mg escitalopram,
100 mg fluoxetina, 250 mg fluvoxamina, 100 mg paroxetina y 250
mg sertralina) pueden manejarse de forma ambulatoria, con normas
estrictas de observación y reconsulta.
En el caso de los pacientes en tratamiento con ISRS, se pue-
den utilizar como límite las dosis 5 veces inferiores a su dosis
terapéutica (única, no diaria) siempre y cuando no presenten clínica
significativa.
Tratamiento
Ante todo paciente con ingesta de ISRS se realizará:
1. Evaluación clínica inicial (TEP y ABCDE).
2. Estabilización, si precisa (ABC). Si hay clínica, canalizar una vía
venosa y solicitar analítica completa incluido EAB y CPK.
3. Monitorización clínica y de constantes, durante al menos 8 horas.
Realizar ECG.
4. Descontaminación digestiva: carbón activado hasta las 6 horas
tras la ingesta (hay hipoperistaltismo).
676 5. Tratamiento de los síntomas/complicaciones:
a. Convulsiones: benzodiacepinas.
b. Sd. serotoninérgico: estabilización (ABC). Hidratación. Benzo-
diacepinas si agitación, mioclonías, convulsiones o hipertermia.
Medidas físicas para disminuir temperatura. Puede ser necesa-
ria la parálisis e intubación. Se han descrito casos con buena
respuesta a ciproheptadina.
Criterios de ingreso
– Ingesta intencional (intento de suicidio o sospecha de maltrato).
– Presencia de sintomatología.
– Dosis superiores a 5 veces la terapéutica.
– Valorar siempre que el tiempo de observación (hasta 8 horas
después de la ingesta) transcurra durante la noche.
Clínica
Existe un periodo asintomático tras la ingesta, con aparición de
síntomas de 6 a 24 horas más tarde.
Inicialmente aparece clínica de excitación (hiperactividad sim-
pática): ansiedad, irritabilidad, rubefacción, diaforesis, taquicardia,
cefalea.
En casos graves aparece hipertermia, hipertensión arterial (con
importantes oscilaciones y finalmente hipotensión, con colapso car-
diovascular), delirio y convulsiones.
Puede intervenir en la aparición del síndrome serotoninérgico.
Tratamiento
Ante todo paciente con ingesta de IMAO se realizará ingreso para
monitorización, al menos durante 24 horas, dada la existencia de un
periodo asintomático inicial.
1. Evaluación clínica inicial (TEP y ABCDE)
2. Estabilización, si precisa (ABC). Si hay clínica, canalizar una vía
venosa y solicitar analítica completa incluido EAB y CPK.
3. Monitorización clínica y de constantes, durante al menos 24 horas.
4. Descontaminación digestiva: carbón activado en las primeras 677
1-2 horas tras la ingesta.
5. Tratamiento de los síntomas/complicaciones:
a. Convulsiones, rigidez, agitación: benzodiacepinas
b. Hipertensión arterial: nitroprusiato (acción corta) comenzan-
do con dosis bajas dado que hay una alta sensibilidad. Los
β-bloqueantes están contraindicados.
c. Hipotensión: noradrenalina.
d. Hipertermia: medidas físicas.
E. Sd. serotoninérgico: estabilización (ABC). Hidratación. Benzo-
diacepinas si agitación, mioclonias, convulsiones o hipertermia.
Medidas físicas para disminuir temperatura. Puede ser necesa-
ria la parálisis e intubación. Se han descrito casos con buena
respuesta a ciproheptadina.
BIBLIOGRAFÍA
1. Hendron D, Menagh G, Sandilands EA, Scullion D. Tricyclic antidepressant
overdose in a toddler treated with intravenous lipid emulsion. Pediatrics.
2011; 128: e1628-32.
2. Herranz M, Clerigué N. Intoxicaciones por psicofármacos. En: Mintegui. S,
Grupo de trabajo de Intoxicaciones de la Sociedad Española de Urgencias
de Pediatría. Manual de intoxicaciones en Pediatría. 3ª ed. Madrid: Ergon;
2012. p. 167-84.
678
INTRODUCCIÓN
Los psicofármacos son la segunda causa de intoxicación medi-
camentosa en la infancia. Por orden de frecuencia, las intoxicaciones
más registradas en este grupo son: benzodiacepinas, antidepresivos,
neurolépticos, y excepcionalmente el litio y los anticomiciales. En este
capítulo se mencionan las intoxicaciones por benzodiacepinas, ya
que son las más frecuentes, y las intoxicaciones por anticomiciales,
que, aunque en frecuencia no son tan importantes, sí pueden serlo
en gravedad.
1. BENZODIACEPINAS
Clínica
Se considera dosis tóxica si la ingesta es superior a 5 veces la
dosis terapéutica. El inicio y duración de los síntomas es diferente
según la vida media de cada una (Tabla 1).
La ingesta como único fármaco no suele ser grave, resolviéndo-
se la clínica en 24 horas en la mayoría de los casos. Si se ingieren
conjuntamente con otros fármacos sedantes, la ingesta es más pe-
ligrosa por la sinergia entre ambos. Los síntomas más prevalentes
son los neurológicos, principalmente la ataxia que aparece como
síntoma aislado en el 17% de los casos. También pueden producir
alucinaciones, confusión, agitación y coma. Dependiendo de la dosis
y del compuesto puede parecer clínica más severa, como depresión
respiratoria, bradicardia e hipotensión.
Alta Ingreso
Pruebas complementarias
– Analítica con gasometría: sólo en el paciente con depresión neu-
rológica y riesgo de hipoventilación.
– Benzodiacepinas en orina: sólo si hay dudas de la ingesta o
si se sospecha co-ingesta de otras sustancias (en este caso,
solicitar screening de tóxicos en orina). La positividad indica
ingesta de una benzodiacepina en los últimos días, pero no
necesariamente una sobredosis reciente. El resultado debe
valorarse teniendo en cuenta que existe un alto porcentaje
de falsos negativos (alprazolam, temazepam, flunitrazepam,
lorazepam, triazolam, clonazepam y midazolam) y positivos
(sertralina y oxaprozina).
– En intentos autolíticos, descartar co-ingesta de paracetamol y
en chicas, test de embarazo.
Tratamiento
– Medidas de soporte y monitorización.
– Descontaminación gastrointestinal; carbón activado (1 g/kg, máxi- 683
mo 50 g) en las primeras dos horas tras la ingesta. En situación
de hipoperistaltismo (coma o co-ingesta de sustancias que en-
lentezcan el vaciado gástrico) es útil en las primeras 4-6 horas.
Si hay disminución del nivel de conciencia, debe protegerse la
vía aérea antes de su administración.
– Antídoto: flumazenil (Anexate®)
- 0,01 mg/kg en 30 segundos (dosis única máxima 0,2 mg). Si
no hay respuesta se pueden dar dosis adicionales cada minuto
hasta un máximo de 1 mg. Dado que la duración del efecto es
de 20-40 min, en caso de que aparezca re-sedación puede
utilizarse en BIC a 5-10 µg/kg/h o puede repetirse la dosis
única cada 20 minutos.
- Indicación: pacientes en los que las medidas adecuadas de
apertura de vía aérea, soporte respiratorio y circulatorio son
ineficaces.
- Contraindicaciones: co-ingesta de antidepresivos tricíclicos,
convulsiones e hipertensión endocraneal
Destino
– Paciente asintomático: observación 4 horas.
– Paciente con manifestaciones clínicas: ingreso y monitorización
hasta desaparición de las mismas.
– Si se administra flumazenil: observación mínima de 6 horas.
2. CARBAMAZEPINA
Introducción
Es un fármaco de absorción lenta e irregular. Los síntomas apa-
recen habitualmente las primeras 6 horas, pero las concentraciones
máximas pueden producirse hasta 24 horas después de la ingesta
y la clínica se puede mantener incluso hasta 72 horas.
– Dosis terapéutica: 30 mg/kg/día.
– Concentración sérica terapéutica: 4-12 mg/L (en pacientes
tratados con otros anticomiciales, estos niveles pueden ser
tóxicos).
– Vida media: 10-12 horas.
– No existe relación directa entre dosis y concentración plasmática
del fármaco.
684 Clínica
– Intoxicación aguda leve: vómitos, nistagmus, ataxia y disartria.
– Intoxicación aguda moderada (> 27 mg/L): alteración del nivel de
conciencia y alucinaciones.
– Intoxicación aguda grave (> 40 mg/L): arritmias, convulsiones,
depresión respiratoria y coma.
– En niños mayor incidencia de distonías, coreoatetosis y convul-
siones.
Actuación en urgencias
Es fundamental el manejo del paciente según la clínica y no tener
únicamente en cuenta la dosis consumida o los niveles séricos del
fármaco.
Valoración inicial
Reconocer el paciente inestable (TEP) y proceder a su estabili-
zación (ABCDE) y monitorización.
Pruebas complementarias
– Analítica:
- Concentración plasmática del fármaco (cada 4-6 horas hasta
comprobar descenso).
- Equilibrio ácido-base, ionograma, enzimas hepáticas y pan-
creáticas.
– ECG.
– Tóxicos en orina (si ingesta dudosa o sospecha de co-ingesta de
otras substancias): produce falsos positivos para antidepresivos
tricíclicos.
Tratamiento
– Medidas de soporte y monitorización.
– Descontaminación gastrointestinal; carbón activado (1 g/kg,
máximo 50 g) en las primeras seis horas tras la ingesta. En in-
toxicaciones graves está indicado repetir la dosis cada 6 horas.
– Benzodiacepinas; si hay convulsiones.
– Hemodiálisis; debe valorarse en pacientes con intoxicaciones
graves, con estatus epiléptico que no responden al tratamiento
habitual.
Destino 685
– Paciente asintomático: observación 6 horas.
– Paciente con manifestaciones clínicas: ingreso y monitorización
hasta desaparición de las mismas.
3. FENITOÍNA
Introducción
Sus características lipofílicas determinan una absorción continua-
da. La mayor parte se metaboliza en el hígado. En concentraciones
<10 mg/L, la vida media de eliminación es entre 6 y 24 horas, en
concentraciones mayores, puede ser de 20 a 60 horas.
– Dosis terapéutica: 15-20 mg/kg/día (impregnación); 5-8 mg/kg/
día (tratamiento crónico).
– Concentración sérica terapéutica: 10-20 mg/L.
– Vida media: variable según concentraciones séricas.
– Dosis letal: 100-220 mg/kg.
Clínica
Según la concentración plasmática:
– 15-40 mg/L: nistagmus, náuseas, diplopía, ataxia, disartria.
– > 50 mg/L: síntomas piramidales y extrapiramidales, disminución
del nivel de conciencia, hasta producir coma y depresión respi-
ratoria. Raramente provoca convulsiones.
– Alteraciones cardíacas: no en sobredosis oral, aunque sí en
intoxicaciones por vía intravenosa, afectando a la conducción
miocárdica y disminuyendo las resistencias periféricas (hipoten-
sión).
Actuación en urgencias
Valoración inicial
Reconocer el paciente inestable (TEP) y proceder a su estabili-
zación (ABCDE) y monitorización.
Pruebas complementarias
– Analítica:
- Concentración sérica total de fenitoína seriada (c 4-6 h), ya
que la absorción es impredecible.
- Equilibrio ácido-base, ionograma.
686 Tratamiento
– Medidas de soporte y monitorización.
– Descontaminación gastrointestinal; carbón activado (1g/kg, máxi-
mo 50 g) en las primeras seis horas tras la ingesta.
– Se recomiendan dosis repetidas de carbón activado en caso de
que las concentraciones séricas vayan en aumento.
Destino
Los pacientes deben permanecer hospitalizados hasta la resolu-
ción de la sintomatología. Ante pacientes inestables, ingreso en UCIP.
4. ÁCIDO VALPROICO
Introducción
Anticomicial con concentración sérica máxima a las 6 horas post-
ingesta, aunque existen preparados retardados con concentraciones
máximas a las 24 horas postingesta.
– Dosis terapéutica: 30-60 mg/kg/día.
– Concentración sérica terapéutica: 50-120 mg/L.
– Vida media: 6-18 horas.
– Dosis tóxica: > 30 mg/kg.
Clínica
– Gastrointestinal: náuseas, vómitos y diarreas.
– Hepática: elevación de las enzimas, llegando a producir fallo he-
pático.
– Cardíaca: arritmias (prolongación del QT), hipotensión.
– Sistema nervioso central: alteración del nivel de conciencia (pue-
de llegar a producir coma asociado a edema cerebral), convul-
siones.
– Alteraciones analíticas: hipernatremia, hipocalcemia, acidosis,
hipocarnitinemia e hiperamoniemia. A las 72 horas tras una in-
toxicación aguda y grave, puede producirse una pancitopenia,
que suele autolimitarse.
Actuación en urgencias
Valoración inicial
Reconocer el paciente inestable (TEP) y proceder a su estabili-
zación (ABCDE) y monitorización.
Pruebas complementarias 687
– Analítica:
- Concentración sérica de valproato cada 4-6 horas hasta ob-
jetivar descenso.
- Ionograma, equilibrio ácido-base, lactato y amonio sérico.
- Enzimas hepáticas.
– ECG.
Tratamiento
– Medidas de soporte y monitorización.
– Descontaminación gastrointestinal; carbón activado (1 g/kg,
máximo 50 g) en las primeras seis horas tras la ingesta.
– Carnitina: si existe hiperamoniemia o hepatotoxicidad. Dosis:
100 mg/kg (dosis máxima 3 g) administrada en 30 minutos,
seguida de 50 mg/kg en 10-30 minutos cada 8 horas hasta
mejoría clínica.
– Hemodiálisis o hemoperfusión: en pacientes con disfunción he-
pática o concentraciones mayores a 1.000 mg/L.
Destino
Los pacientes deben permanecer hospitalizados para monitorizar
enzimas hepáticas, alteraciones hidroelectrolíticas y metabólicas (mí-
nimo 6 h). En caso de pacientes inestables o con clínica neurológica
grave, ingreso en UCIP para monitorización y tratamiento.
5. TOPIRAMATO
Introducción
Fármaco anticomicial con biodisponibilidad inmediata.
– Dosis terapéutica: 1-9 mg/kg/día.
– Concentración sérica terapéutica: 4-30 mg/L.
– Vida media: 7-12 horas.
– Dosis tóxica: > 15 mg/kg.
Clínica
– Neurológica: alteración del nivel de conciencia, nistagmus, ataxia
y mioclonías. Puede provocar convulsiones y estatus epiléptico.
– Alteraciones analíticas: acidosis metabólica hiperclorémica e hi-
popotasemia.
688 Actuación en urgencias
Valoración inicial
Reconocer el paciente inestable (TEP) y proceder a su estabili-
zación (ABCDE) y monitorización.
Pruebas complementarias
– Analítica:
- Concentración plasmática de topiramato.
- Ionograma, equilibrio ácido-base.
Tratamiento
– Medidas de soporte y monitorización.
– Descontaminación gastrointestinal; carbón activado (1 g/kg,
máximo 50 g) en las primeras seis horas tras la ingesta.
– Bicarbonato sódico ev (1-2 mEq/kg): si acidosis metabólica hi-
perclorémica.
– Hemodiálisis: en pacientes con alteración grave del nivel de con-
ciencia, insuficiencia renal o alteraciones iónicas sin respuesta al
tratamiento habitual.
BIBLIOGRAFÍA
1. Lee D. Sedative-Hypnotics. En: Martin JW, Karen GE, Peter JB (eds).
Goldrank’s Toxicologic Emergencies, 8th ed. New York: Mc Graw-Hill;
2006. p. 1098-111
2. Herranz Aguirre M, Clerigué Arrieta N. Intoxicaciones por psicofármacos.
En: Mintegi S, et al (eds). Manual de intoxicaciones en pediatría. 3ª Ed.
Madrid: Ergon; 2012. p. 167-84.
3. Clarigué Arrieta N, Herranz Aguirre M, Viguria Sánchez N. Intoxicaciones
medicamentosas. En: Benito J, Luaces C, Mintegi S, Pou J (eds). Tratado
de Urgencias de Pediatria. 2ª Ed. Madrid: Ergon; 2011. p. 1000-21.
4. Lheureux PE, Hantson P. Carnitine in the treatment of valproic acid-
induced toxicity. Clin Toxicol (Phila). 2009; 47: 101-11.
5. Yildiz TS, et al. Continuous venovenous hemodiafiltration to treat con-
trolled-release carbamazepine overdose in a pediatric patient. Paediatr
Anaesth. 2006; 16: 1176-8.
6. Hwang WJ, Tsai JJ. Acute phenytoin in-toxication: causes, symptoms,
misdiagnoses, and outcomes. Kaohsiung J Med Sci. 2004; 20: 580-5.
7. Doyon S. Anticonvulsants. En: Martin JW, Karen GE, Peter JB.
Goldrank’s Toxicologic Emergencies, 8th ed. New York: Mc Graw-Hill;
2006. p. 731-45.
8. Rowley FM. Anticonvulsants. En: Olson KR (ed). Poisoning & drug over- 689
dose. 5th ed. New York: Mc Graw-Hill; 2006. p. 161-3.
9. Chung AM, Reed MD. Intentional topiramate ingestion in an adolescent
female. Ann Pharmacother. 2004; 38: 1439-42.
10. Colak A, Memis D, Guzel A, Cerci H, Gurkaynak B. Valproic acid intoxi-
cation with suicide attempt in a pediatric patient. Pediatr Int. 2011; 53:
781-3.
11. Lheureux PE, Hantson P. Carnitine in the treatment of valproic acid-
induced toxicity. Clin Toxicol (Phila). 2009; 47: 101-11.
12. Hidalgo SF, Prieto de Paula JM. Acute topiramate intoxication: cause of
metabolic acidosis and central hyperventilation. Med Clin (Barc). 2011;
136: 224-5.
13. Dogan M, Yılmaz C, Temel H, Çaksen H, Taskın G. A case of carbama-
zepine intoxication in a young boy. J Emerg Med. 2010; 39: 655-6.
14. Gaies E, Charfi R, Trabelsi S, Salouage I, Lakahl M, Klouz A. Acute phen-
ytoin intoxication: two cases report and literature review. Therapie. 2011;
66: 461-3.
15. Ngo AS, Anthony CR, Samuel M, Wong E, Ponampalam R. Should a
benzodiazepine antagonist be used in unconscious patients presenting
to the emergency department? Resuscitation. 2007; 74: 27-37.
690
11.7. INGESTA DE CÁUSTICOS E INTOXICACIÓN
POR OTROS PRODUCTOS DOMÉSTICOS
L. Rodríguez, L. Martínez, V. Vila, J.J. García
INGESTA DE CÁUSTICOS
Definición de cáustico y toxicidad
El cáustico es una sustancia química externa que causa daños
tanto funcionales como histológicos en contacto con la superficie
de los tejidos.
La capacidad de producir lesiones se relaciona con el tipo de pro-
ducto (ácido o álcali), sus propiedades físicas (líquido o polvo), propieda-
des químicas (concentración, pH) y la cantidad ingerida. Ésta depende
del motivo de la ingesta (accidental o voluntaria), el envasado del pro-
ducto (almacenaje en botella de agua o de refresco) y el sabor y olor.
– Álcalis: se han relacionado con un mayor riesgo de lesiones di-
gestivas, sobre todo si pH ≥ 12,5. Se encuentran en limpiadores
de horno, detergentes industriales, lavavajillas, lejía, amoníaco,
etc. La lejía de uso doméstico contiene, por lo general, concen-
traciones de hipoclorito sódico menores del 10% y por ello no
suele producir lesiones.
– Ácidos: producen lesiones cáusticas con pH ≤ 3,5. Se encuentran
en limpiadores industriales, desinfectantes, desatascadores, qui-
tamanchas, disolventes, limpiametales y también en limpiadores
de WC. Por su sabor desagradable, la ingesta suele ser escasa.
Clínica
La presentación clínica del paciente con ingesta de cáustico
abarca un amplio espectro que incluye desde el niño asintomático
hasta el gravemente enfermo con signos de perforación y shock.
Síntomas
Los síntomas más frecuentemente descritos son: sialorrea, odi-
nofagia, disfagia o rechazo de la ingesta y vómitos. Las lesiones en
la vía aérea se presentan con disfonía y estridor.
La presencia de síntomas no siempre es un predictor de gravedad 691
y de existencia de lesión endoscópica. Hay estudios, no obstante, en
los que la presencia de 2 o más síntomas y el antecedente de vómitos
se asocia a mayor riesgo de lesiones esofagogástricas.
Lesiones orales
Las lesiones más frecuentemente descritas son eritema oral,
lengua depapilada y ulceraciones orales.
Actuación pre-hospitalaria
La inducción del vómito está contraindicada dado que aumenta
el contacto del tóxico con la mucosa esofágica.
Debe evitarse el lavado gástrico y la dilución o neutralización con
cualquier tipo de sustancia.
Actuación hospitalaria
1. Valoración inicial
Valoración clínica inicial para detectar al paciente inestable (TEP
y ABCDE) y aplicación de medidas de soporte vital.
A: En caso de que existan signos o síntomas de edema de glotis
(disfonía, estridor) con signos de dificultad respiratoria, debe ase-
gurarse la vía aérea de forma precoz.
B: En el paciente inestable, administrar oxígeno y valorar la nece-
sidad de soporte respiratorio. Monitorización de la frecuencia
respiratoria y saturación de oxígeno.
C: En el paciente inestable, se canalizará un acceso venoso. Si
signos de shock, administrar carga de volumen con suero sali-
no fisiológico (SSF). Monitorización de la frecuencia cardíaca y
tensión arterial.
D: Evaluación neurológica: estado de conciencia y pupilas.
E: Evaluación de lesiones externas
3. Exámenes complementarios
1. Determinar el pH del producto en TODOS los casos.
2. Radiografía simple de tórax: ante la sospecha de aspiración,
perforación esofágica o gástrica.
3. Radiografía simple de abdomen: ante la sospecha de perforación
gástrica.
4. Analítica sanguínea: en los casos de alto riesgo de lesión, para
comprobar si existe acidosis metabólica, leucocitosis, hemólisis
y/o coagulopatía de consumo.
5. Endoscopia digestiva alta (EDA): en casos seleccionados. Técnica
de referencia para el diagnóstico de lesión digestiva, y además
tiene valor pronóstico (relación entre la extensión de las lesiones
digestivas y el riesgo de estenosis cáustica). Se debe realizar
idealmente en las primeras 12 horas, y no más allá de las 24 horas.
Indicaciones:
a. Presencia de lesiones orales sugestivas de causticidad.
b. Ingesta muy probable y sintomática, especialmente si presencia
de vómitos (inducidos o sintomáticos).
c. Ingesta voluntaria o de grandes cantidades.
La clasificación del grado de lesión endoscópica se realiza usando
los criterios de Zargar, que se muestran en la Tabla 1.
4. Criterios de ingreso
– pH del producto ≤ 3,5 o ≥ 12,5 o desconocido.
– Presencia de lesiones orofaríngeas.
– Presencia de síntomas sugestivos de causticidad.
– Ingesta voluntaria.
– Derivación desde otro centro de salud para realización de estudio
endoscópico.
TABLA 1. Clasificación endoscópica de las lesiones producidas por 693
cáusticos.
Grado 0 Normal
Grado I Edema e hiperemia de la mucosa
Grado IIa Ulceración superficial, erosiones, friabilidad, ampollas,
exudados, hemorragias y membranas
Grado IIb Grado IIa + ulceraciones más profundas o circunferenciales
Grado IIIa Pequeñas áreas de múltiples ulceraciones y necrosis de
coloración marrón-negruzca o grisácea
Grado IIIb Necrosis extensa
5. Tratamiento al ingreso
– Paciente inestable: en primer lugar es prioritario asegurar vía aérea,
canalizar acceso venoso y estabilización hemodinámica. Poste-
riormente, instaurar dieta absoluta, perfusión glucosalina, iniciar
tratamiento farmacológico (corticoides, antibióticos, sedoanalge-
sia) y solicitar endoscopia digestiva alta urgente. Valorar necesidad
de cirugía en casos de sospecha de perforación de víscera hueca.
– Paciente estable: se individualizará el tratamiento según el riesgo
de lesiones esófago-gástricas:
1. Productos de limpieza
Constituyen la intoxicación por productos domésticos más fre-
cuente. Suele ser poco importante, ya que el 70% no producen nin-
695
Ingesta de cáustico
En todos:
- Anamnesis + Examen físico
- Determinar pH. Otras exploraciones complementarias
según clínica
- Ingreso si:
1. pH del producto ≤ 3,5, ≥ 12,5 o desconocido
2. Presencia de lesiones orofaríngeas
3. Presencia de síntomas
4. Ingesta voluntaria
2. Cosméticos e higiene
Se pueden dividir en:
698 Cosméticos poco tóxicos
– Atóxicos:
- Productos: cremas corporales y faciales, filtros solares, desodo-
rantes en barra, dentífricos sin flúor, barras de labios, productos
para maquillaje, sombra de ojos.
– Baja toxicidad:
- Productos: champú, gel, jabones, espuma de afeitar.
- Clínica: en general producen sintomatología gastrointestinal
de escasa importancia.
- Tratamiento: sintomático.
– Productos con alcohol en su composición:
- Productos: colonias, perfumes, desodorantes líquidos, filtros
solares en solución hidroalcohólica.
- Clínica: intoxicación etílica aguda, generalmente de escasa
intensidad debido a la poca cantidad ingerida.
- Tratamiento: medidas de soporte. Administración de líquidos
azucarados por vía oral o endovenosa (según estado general)
si hipoglucemia.
BIBLIOGRAFÍA
1. Betalli P, Falchetti D, Giuliani S, Pane A, Dall’Oglio L, De Angelis GL, et al.
Caustic ingestion in children: is endoscopy always indicated? The results
of an Italian multicenter observational study. Gastrointest Endosc. 2008;
68: 434-9.
2. Betalli P, Rossi A, Bini M, Bacis G, Borrelli O, Cutrone C, et al. Update
on management of caustic and foreign body ingestion in children. Diagn
Ther Endosc. 2009; 2009: 969868.
3. Fulton J, Rao R. Caustics. En: Flomenbaum NE, Goldfrank LR, Hoffman
RS, Howland MA, Lewin NA, Nelson LS, editors. Goldfrank’s toxicologic
emergencies. 8th ed. New York: McGraw-Hill; 2006. p. 1405-16.
4. McKenzie LB, Ahir N, Stolz U, Nelson NG. Household cleaning product- 701
related injuries treated in US emergency departments in 1990-2006.
Pediatrics. 2010; 126: 509-16.
5. Mintegi S, Fernández A, Alustiza J, Canduela V, Mongil I, Caubet I, et al.
Emergency visits for childhood poisoning: a 2-year prospective multicenter
survey in Spain. Pediatr Emerg Care. 2006; 22: 334-8.
6. Muñoz Bernal J. Intoxicaciones por álcalis-cáusticos. En: Mintegui S.,
ed. Grupo de Trabajo de Intoxicaciones de la Sociedad Española de
Urgencias de Pediatría. Manual de Intoxicaciones en Pediatría. 2ª ed.
Madrid: Ergon; 2008. p. 145-50.
7. Riffat F, Cheng A. Pediatric caustic ingestion: 50 consecutive cases and
a review of the literature. Dis Esophagus. 2009; 22: 89-94.
8. Rodríguez L, Martínez L, Quintillá JM, Trenchs V, Vila V, Luaces C. Ingesta
de cáusticos: situación actual y puesta al día de las recomendaciones.
An Pediatr (Barc). 2011;75: 334-40.
9. Salzman M, O’Malley RN. Updates on the evaluation and management
of caustic exposures. Emerg Med Clin North Am. 2007; 25: 459-76.
10. Williams H, Moyns E, Bateman DN, Thomas SH, Thompson JP, Vale JA.
Hazard of household cleaning products: A study undertaken by the UK
National Poisons Information Service. Clin Toxicol. 2012; 50: 770-5.
11. Zargar SA, Kochhar R, Metha S, Metha SK. The role of fiberoptic endos-
copy in the management of corrosive ingestion and modified endoscopic
classification of burns. Gastrointest Endosc. 1991; 37: 165-9.
12. Nogué-Xarau S. Intoxicaciones agudas. Bases para el tratamiento en un
servicio de Urgencias. Barcelona: Menarini; 2010.
702
11.8. INTOXICACIÓN POR MONÓXIDO DE
CARBONO. INHALACIÓN DE HUMO DE
INCENDIO
L. Martínez
Clínica
– Intoxicación leve: simula a un cuadro gripal, manifestándose
con cefalea, mareo, fatiga, náuseas y vómitos. En los lactantes
la única clínica puede ser la presencia de irritabilidad y rechazo
del alimento.
– Intoxicación grave: puede aparecer síncope, convulsiones, al-
teración del nivel de conciencia, ataxia, alucinaciones, taquipnea,
dolor torácico, arritmias y/o hipotensión arterial.
– El síndrome neurológico tardío es un síndrome neuropsiquiátrico
que aparece de días a semanas tras la intoxicación aguda por CO,
con una incidencia descrita en la población pediátrica entre el 2,8%
y el 17,8%. Puede manifestarse como alteración en la concentra-
ción, atención, memoria, capacidad de cálculo y de aprendizaje,
desorientación, alteración en la función motora (rigidez, bradiqui-
nesia, temblor), trastornos vestibulares, incontinencia de esfínteres
o síntomas psiquiátricos (apatía, depresión, demencia, psicosis).
Diagnóstico 703
1. Sospecha clínica: debe considerarse ante clínica viral inespecí-
fica especialmente en meses fríos, si hay afectación colectiva,
existe exposición a una fuente de combustión y/o mejoría de los
síntomas al separase de la fuente.
2. Confirmación analítica:
– Determinación de COHb en sangre (normal < 2%, en fumado-
res hasta 9%).
– El equilibrio ácido-base nos muestra una PO2 falsamente nor-
mal (no diferencia entre oxígeno unido a Hb y COHb) pero es
útil dado que con frecuencia encontramos acidosis metabólica
(láctica, por hipoxia tisular).
– El cooxímetro de pulso portátil está comercializado desde
2005. Permite una determinación rápida de la COHb, pero
debe confirmarse en el laboratorio.
ACTUACIÓN EN URGENCIAS
I. Manejo inicial
Primeros pasos ante la sospecha de intoxicación por CO.
1. Valoración inicial para evaluar la necesidad de estabilización del
paciente mediante el triángulo de evaluación pediátrica (TEP) y
sistemática ABCDE.
2. En el paciente inestable: maniobras ABC. Mantener la vía aérea
permeable. Considerar la intubación si Glasgow < 9. Oxigenote-
rapia. Canalización de vía endovenosa. Administrar volumen en
caso de shock.
3. Oxigenoterapia con FiO2 100% mediante una mascarilla con
reservorio. El oxígeno a alta concentración actúa como antídoto
del CO; desplazándolo de la Hb. Debe iniciarse de forma precoz,
dentro de los primeros 15 minutos de la llegada a Urgencias.
4. Si se sospecha co-intoxicación por cianuro (ver “inhalación de
humo de incendio”): administrar hidroxicobalamina
5. Monitorización:
– Clínica y de constantes vitales (aunque el pulsioxímetro no dife-
rencia entre COHb y OHb, por lo que los niveles de saturación
de Hb son falsamente altos).
– Monitorización cardíaca si el paciente presenta sintomatología
grave.
704 TABLA 1. Clasificación de los síntomas en la intoxicación por CO.
Síntomas leves Cefalea, náuseas/vómitos, dolor abdominal, malestar,
sensación de mareo, debilidad, apatía
Síntomas graves Síncope, alteración del nivel de conciencia, ataxia,
alucinaciones, convulsión, dolor torácico, arritmia,
disnea
V. Destino
1. Retirar oxigenoterapia y valorar dar el alta a domicilio cuando:
– COHb < 4 % y
– Ausencia de sintomatología.
Estos pacientes deben ser evaluados por un pediatra en 24-48
h y las familias deben recibir normas de observación y reconsulta
(reaparición de clínica o aparición de síntomas nuevos, especial-
mente a nivel neuropsiquiátrico).
2. Ingreso si:
– Aparición de sintomatología grave en algún momento.
– Persistencia de síntomas leves.
– Riesgo de daño miocárdico (pacientes con cardiopatía de
base).
– Niveles de COHb > 25%.
– Necesidad de valoración por psiquiatría (si tentativa suicida) o
trabajo social (sospecha de maltrato).
TABLA 3. Criterios de ingreso en UCI-P. 707
• Glasgow < 9
• Signos de hipertensión endocraneal
• Arritmias o signos de daño miocárdico
• COHb superior al 40%
• Complicaciones graves (CID, distrés respiratorio agudo, fallo multiorgánico)
Clínica
Es inespecífica y refleja la hipoxia a nivel del SNc y aparato
cardiovascular. Inicialmente hay síntomas de estimulación: debi-
lidad, confusión, cefalea, taquipnea, náuseas y vómitos, vértigo,
palpitaciones.
708 A continuación aparece clínica de depresión neurológica, respira-
toria y circulatoria: hipotensión, bradicardia, bradipnea, convulsiones,
coma, apnea, arritmias y muerte por parada cardiorrespiratoria.
Diagnóstico
– Se basa en la sospecha clínica.
– Los niveles séricos de cianuro no están disponibles a tiempo real.
– Buena correlación con la elevación del lactato (alta sospecha si
≥ 8 mmol/L).
Debe sospecharse la intoxicación por cianuro en: víctimas
de incendios en espacios cerrados si han inhalado humo (presencia
de hollín en fosas nasales, orofaringe o esputo), presentan clínica
neurológica, respiratoria o cardiovascular (sobretodo disminución del
nivel de conciencia, hipotensión y bradicardia) y/o presentan marcada
acidosis metabólica con lactato sérico ≥ 8 mmol/L.
Indicaciones
• Pacientes con inhalación de humo (especialmente si hay restos de hollín
en fosas nasales, orofaringe o esputo) y…
• Síntomas moderados a graves de inhalación de humo: Glasgow
< 14, confusión moderada a intensa, convulsiones, estridor, sibilancias,
taquipnea moderada a grave, disnea, depresión respiratoria, apnea,
hipotensión arterial, arritmias, colapso cardiovascular.
• Y/o lactato ≥ 8 mmol/L
Precauciones
• Es un antídoto seguro. Las reacciones de hipersensibilidad son
infrecuentes.
• Tiñe piel, mucosas y orina de color rojo oscuro (que persiste hasta 5 días
en piel y mucosas y 35 días en orina).
• Puede producir interferencias con algunas técnicas analíticas*:
1. Aumento artificial de creatinina, bilirrubina total y conjugada, proteínas
totales, triglicéridos, colesterol, glucosa, albúmina, fosfatasa alcalina,
hemoglobina.
2. Descenso artificial de ALT, amilasa.
3. Efecto impredecible: AST, LDH, CK, TP, TTPa.
Estable Inestable
Sí No
- Estabilización ABC
- Monitorización clínica
y de constantes
- Reposo
Lactato Lactato Sí No
< 8 mmol/L ≥ 8 mmol/L
BIBLIOGRAFÍA
1. Hampson NB, Piantadosi CA, Thom SR, Weaver LK. Practice recom-
mendations in the diagnosis, management and prevention of carbon
monoxide poisoning. Am J Respir Crit Care Med. 2012; 186: 1095-101.
2. Baum C. What’s New in Pediatric Carbon Monoxide Poisoning? Clin Ped
Emerg Med. 2008; 9: 43-6.
712 3. Chi-Hsiun Cho, Nan-Chang Chi, Che-Sheng Ho, Chun-Chih Peng. Carbon
Monoxide Poisoning in Children. Pediatr Neonatal. 2008; 49: 121-5.
4. Clardy P, Manaker S, Perry H. Carbon monoxide poisoning. UptoDate.
2012. Disponible en: http://www.uptodate.com/contents/carbon-mo-
noxide-poisoning?source=search_result&search=monoxide+poisoning
&selectedTitle=1~46
5. Buckley NA, Juurlink DN, Isbister G, Bennet MH, Lavonas EJ. Hyperbaric
oxygen for carbon monoxide poisoning. Cochrane Database Syst Rev.
2011; 4: CD002041. Disponible en: http://summaries.cochrane.org/
6. De la Torre Espí M, Molina Cabañero JC. Intoxicación por monóxido
de carbono. En: Mintegi S. Grupo de Trabajo de Intoxicaciones de la
Sociedad Española de Urgencias de Pediatría. Manual de intoxicaciones
en pediatría. 3ª ed. Madrid: Ergon; 2012. p. 281-8.
7. Chang DC, Lee JT, Lo CP, Fan YM, Huang KL, Kang BH, et al. Hyper-
baric oxygen ameliorates delayed neuropsyquiatric syndrome of carbon
monoxide poisoning. UHM. 2010; 37: 23-33.
8. Hampson NB, Dunn SL. Members of the UHMS/CDC CO poisoning
surveillance group. Symptoms of carbon monoxide poisoning do not
correlate with the initial carboxyhemoglobin level. UHM. 2012; 39: 657-65.
9. Cha YS, Cha KC, Kim OH, Lee KH, Hwang SO, Kim H. Features and
predictors of myocardial injury in carbon monoxide poisoned patients.
Emerg Med J. Published online first (24 January, 2013) doi:10.1136/
emermed-2012-202152 (en prensa).
10. Geller R, Barthold C, Saiers J, Hall A. Pediatric cyanide poisoning: causes,
manifestations, management and unmet needs. Pediatrics. 2006; 118:
2146-58.
11. Anseeuw K, Delvau N, Burillo-Putze G, De Iaco F, Geldner G, Holmström
P et al. Cyanide poisoning by fire smoke inhalation: a European expert
consensus. Eur J Emerg Med. 2013; 20: 2-9.
12. Mintegi S, Clerigué N, Tipo V, Ponticiello E, Lonati D, Burillo-Putze G et al.
Pediatric cyanide poisoning by fire smoke inhalation: a European expert
consensus. Ped Emerg Care (en prensa).
713
11.9. INTOXICACIÓN ETÍLICA Y POR OTRAS
DROGAS CON FINES LÚDICOS
V. Trenchs, A. Curcoy
GENERALIDADES
Las consultas derivadas de intoxicación por sustancias psicoac-
tivas o de efectos indeseables derivados de su consumo representan
un motivo de consulta relativamente frecuente de los adolescentes
que acuden a los Servicios de Urgencias. En muchas ocasiones se
desconoce la/s sustancia/s consumidas, representando un reto para
el profesional sanitario su diagnóstico y tratamiento. Sin embargo,
el abordaje inicial debe ser el mismo que en cualquier intoxicación,
llevando a cabo una serie de medidas generales con el fin de garan-
tizar la estabilidad del paciente y evitar posibles daños secundarios.
Medidas generales
– Toma de constantes (temperatura, tensión arterial, frecuencia
cardíaca, frecuencia respiratoria y saturación de hemoglobina).
– Glucemia capilar.
– Exploración neurológica básica y física adecuada para descartar
patología acompañante (ej., traumatismo craneoencefálico):
- Si disminución del nivel de conciencia:
· Colocar al paciente en decúbito lateral izquierdo (excepto si
sospecha traumatismo que requiera inmovilización cervical).
· Valorar SNG abierta.
· Garantizar permeabilidad de la vía aérea (cánula orofaríngea),
si Glasgow ≤ 8, valorar intubación, previamente:
- Naloxona: si miosis, bradipnea y sospecha de intoxicación
por opiáceos
- Si agitación psicomotriz: benzodiacepinas.
- Si síntomas psicóticos: neurolépticos.
– Según la clínica, valorar canalización vía, realización de analítica,
determinación de tóxicos en orina, ECG y tratamiento específico
según alteraciones.
714 TABLA 1. Características de las sustancias psicoactivas.
Entactágenos
MDMA
1. Nombre en la calle: pastis, éxtasis, X, pirulas, mimosines, rulas
2. Forma de presentación: comprimidos, cristal
3. Vías de administración: oral
4. Comienzo del efecto: 1 h. Duración: 3-5 h.
5. Efectos deseados: intimidad y cercanía con otras personas, confianza y
seguridad, desinhibición, incremento en la percepción
6. Efectos no deseados: insomnio, bruxismo, náuseas, sequedad de boca,
sudoración, mareo, nistagmus, disminución de la concentración, dificultad
para orinar, alteración del estado de ánimo
7. Efectos adversos graves: HTA, taquiarritmias,hipertermia, hepatotoxicidad,
hiponatremia, rabdomiólisis, accidente vascular cerebral, edema cerebral,
convulsiones, coma, ataques de pánico, delirio y psicosis aguda
Ketamina
1. Nombre en la calle: K, Ket, Keta, Ketalandia, Jet, Keller, Special K, Kit-Kat,
Vitamina K, Super K
2. Forma de presentación: polvo, viales, comprimidos
3. Vías de administración: intranasal, intramuscular, oral, fumada
4. Comienzo del efecto: 5-15 min. Duración: 45-60 min
5. Efectos deseados: euforia, pérdida de coordinación, alucinaciones visuales
y auditivas, estado disociativo
6. Efectos no deseados: mialgias, náuseas y vómitos, cefalea, amnesia,
descoordinación, ansiedad, palpitaciones, taquicardia, hipertensión arterial,
dolor torácico, mareos, vértigos, ataxia, disartria, temblores, distonías,
convulsiones, polineuropatía, amnesia
7. Efectos adversos graves: coma, depresión respiratoria, estado disociativo
profundo, parada cardiaca .../...
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico etiológico de la intoxicación se basará en la clínica
presentada y, en determinadas sustancias, podrá ser confirmado por
pruebas de laboratorio.
Para la confirmación de la sospecha clínica en la mayoría de
Servicios de Urgencias se pueden determinar los niveles de alcohol
en sangre (< 150 mg/dl intoxicación leve; 150-300 mg/dl moderada;
> 300 mg/dl grave; > 500 mg/dl potencialmente letal) y realizar un
cribaje básico de tóxicos en orina. Debe tenerse en cuenta que esta
técnica presenta una posibilidad no despreciable de falsos positivos
por interacción con diferentes fármacos y de falsos negativos por
TABLA 1. (Continuación) Características de las sustancias psicoactivas. 717
Alucinógenos
LSD
1. Nombre en la calle: ácido, tripis, micropuntos
2. Forma de presentación: cartoncitos secantes, gelatinas, líquidos
3. Vías de administración: sublingual
4. Comienzo del efecto: 20-60 min. Duración: 6-14 h
5. Efectos deseados: alucinaciones visuales y auditivas, alteración percepción
tiempo y espacio
6. Efectos no deseados: insomnio, confusión, ansiedad, “mal viaje” (cuadro
de alucinaciones intensas y terroríficas), taquiarritmia
7. Efectos adversos graves: psicosis aguda
Setas alucinógenas
Amanita muscaria y Amanita pantherina
1. Nombre en la calle: hongos mágicos, setas
2. Forma de presentación: setas
3. Vías de administración: oral o fumada
4. Comienzo del efecto: 1-2 horas. Duración: 6-8 h
5. Efectos deseados: distorsiones visuales y auditivas
6. Efectos no deseados: síndrome anticolinérgico
7. Efectos adversos graves: psicosis, convulsiones, coma
Psilocibe
1. Nombre en la calle: mujercitas, hombrecitos, hongos mejicanos,
2. Forma de presentación: setas desecadas, kits esporas cultivo, bolsitas
odorizantes
3. Vías de administración: oral (tortillas, tartas cumpleaños, chocolate)
4. Comienzo del efecto: 15-30 min. Duración: 3-6 h
5. Efectos deseados: distorsiones visuales y auditivas
6. Efectos no deseados: síndromesimpaticomimético
7. Efectos adversos graves: psicosis, convulsiones .../...
Otras drogas
Nitritos
1. Nombre en la calle: poppers
2. Forma de presentación: líquido
3. Vías de administración: intranasal, oral
4. Comienzo del efecto: 1-2 min. Duración: 1-2 h
5. Efectos deseados: efectos afrodisíacos,potencian las percepciones
durante los actos sexuales y facilitan la sodomización
6. Efectos no deseados: hipotensión,cefaleas, mareos, náuseas, vómitos,
inestabilidad, sudoración, síncope o lipotimias
7. Efectos adversos graves: metahemoglobinemia
Inhalables volátiles
1. Nombre en la calle: colas, pegamento
2. Forma de presentación: inhalada
3. Vías de administración: inhalada
4. Comienzo del efecto: 1-2 min. Duración: semivida corta
5. Efectos deseados: embriaguez, euforia, hilaridad, bienestar
6. Efectos no deseados: depresión del nivel de conciencia
7. Efectos adversos graves: arritmias
TRATAMIENTO
Una vez realizada la valoración inicial y estabilización mediante la
secuencia ABC, se iniciará el tratamiento específico de la intoxicación.
Éste irá dirigido a disminuir la absorción de la sustancia y tratar
los síntomas, así como a la administración de antídotos en los casos
necesarios.
– Sustancias adsorbentes:
- Carbón activado: 1 g/kg; máximo 50 g.
Disminuye la absorción de MDMA, cannabis y setas alucinó-
genas si se administra dentro de las 2 primeras horas tras su
consumo por vía oral.
– Ansiolíticos
- Diazepam 5-10 mg vía oral o sublingual o ev.
- Midazolam 5-10 mg im.
– Neurolépticos 719
- Haloperidol 0,025-0,075 mg/kg/dosis vía oral o im. Máximo
2,5 mg en < 12 años o 5 mg en > 12 años.
- Olanzapina 10-20 mg vía oral o im.
– Antídotos:
- Azul de metileno: 1 mg/kg. disuelto en 100 ml de suero salino
a pasar en 15 min ev. Puede repetirse la misma dosis al cabo
de 60 min, sin superar nunca la dosis total acumulada de 7
mg/kg.
· Administrar si metahemoglobinemia secundaria a inhalación
de nitritos con criterios de antídoto: metaHb > 20% y/o
síntomas o signos de hipoxia.
- Naloxona: 0,4 mg/ev en bolus, repetir cada 2-3 min hasta
conseguir respuesta, dosis máxima 4 mg. Puede administrarse
también por vía im, sc, sublingual u endotraqueal.
· Administrar si intoxicación por opiáceos y Glasgow < 12.
· Contraindicaciones: agitación o presencia de una respuesta
verbal adecuada.
· Efectos secundarios: agitación, náuseas y vómitos; dosis
altas pueden provocar un síndrome de abstinencia. Sus-
pender si convulsiones o agitación.
- Fisostigmina: 1-2 mg ev lento 2-3 min. Repetir en 10 min.
· Administrar si intoxicación grave por sustancias anticolinérgi-
cas (Amanita muscaria y A. phanterina, Datura stramonium).
· Contraindicaciones: QTc > 0,44 seg, coingesta de sustancias
arritmogénicas (ADT, antagonistas canales del calcio).
· Antes de administrar, monitorizar y preparar atropina por si
efectos indeseables.
· Efectos secundarios: náuseas, vómitos, salivación, bradi-
cardia, hipotensión, alargamiento QTc.
Drogas de abuso
Sospecha clínica
TEP + ABCDE
Constantes (FC, TA, SatHb, FR, Tª)
Glucemia capilar
Exploración física (Traumatismos!)
Determinación de tóxicos
ECG
Canalización vía y bioquímica básica
Previo al alta Tratamiento sintomático
Parte de lesiones Valorar antídotos
Información prevención secundaria
Si criterios abuso → Unidad
específica Observación/Ingreso
SÍNDROMES CLÍNICOS
Los síndromes clínicos se clasifican en dos categorías principales
de acuerdo al período de latencia, es decir, el tiempo transcurrido
entre la ingesta y la aparición de los primeros síntomas (Fig. 1).
Especie de Tiempo de
Síndrome seta incubación Sintomatología
Gastrointestinal Lactarius, 15 minutos- Náuseas, vómitos, dolor
Russula, 4 horas abdominal y diarrea
Boletus,
Chlorophyllum,
Tricholoma,
Entoloma
Delirante/ Amanita 30 minutos- Mareo, agitación, delirio,
micoatropínico muscaria, 3 horas alucinaciones,
Amanita síndrome anticolinérgico
phanterina
Alucinatorio Psilocibes 15-30 Cuadro psicótico,
minutos alucinaciones, disartria,
ataxia
Muscarínico Clitocybe e 15 minutos- Hipersecreción,
Inocybe 2 horas sudoración intensa,
lagrimeo, bradicardia y
miosis
Coprínico/ Coprinus 30 minutos- Tóxico si se asocia a
Antabus artramentarius 2 horas ingesta de alcohol (desde
3 horas antes hasta 3
días después). Reacción
tipo antabús
Inmunohemolítico Paxillus 3 horas Anemia hemolítica,
involutus ictericia, coluria
TRATAMIENTO
En ausencia de la identificación definitiva de la seta, todas las
ingestas deben considerarse graves y posiblemente letales. En los
casos de pacientes asintomáticos o ante síndromes de incubación
corta, se debe mantener al paciente en un período de observación
mínimo de 18-20 horas, en especial si se sospecha la posibilidad de
un síndrome mixto. El periodo de observación puede ser menor en
los casos en que se pueda realizar estudio micológico, y se descarte
la ingesta de setas hepatotóxicas.
En los casos de síndrome hepatotóxico, se debe realizar moni-
torización estrecha del paciente en una unidad de cuidados intensi-
vos pediátrica (idealmente en una institución con disponibilidad de
trasplante hepático).
5. Técnicas de depuración
6. Trasplante hepático 729
Las indicaciones no están tan bien establecidas como en otras
causas de trasplante hepático. Debería ser precoz, al tiempo que
hay que evitar riesgos innecesarios.
Debe plantearse la posibilidad en todo paciente con hepatotoxi-
cidad tras la ingesta de amanitas, lepiotas o galerinas, y trasladar al
paciente a un centro donde pueda realizarse.
BIBLIOGRAFÍA
1. Enjalbert F, Rapior S, Nouguier-Soule J, Guillon S, Amouroux N, Cabot
C. Treatment of amatoxin poisoning: 20-year retrospective analysis. J
Toxicol Clin Toxicol. 2002; 40: 715-57.
2. Eren SH, Demirel Y, Ugurlu S, Korkmaz I, Aktas C, Kukul Güven FC.
Mushroompoisoning: retrospective analysis of 294 cases. Clinics (Sao
Paulo). 2010; 65: 491-6.
3. Goldfrank, LR. Mushrooms. En: Nelson, LS, Lewin, NA, Howland, MA, et
al. (Eds). Goldfrank’s Toxicologic Emergencies, 9th ed. New York: McGraw-
Hill; 2011. p. 1522.
4. Humayor J, Rementería JI. Intoxicaciones por setas. En: Mintegi S. Gru-
po de Trabajo de Intoxicaciones de la Sociedad Española de Urgencias
de Pediatría. Manual de intoxicaciones en pediatría. 3ª edición. Madrid:
Ergon; 2012. p. 309.
5. Marquardt K. Mushrooms; mushrooms, amatoxin-type. En: Olson KR.
Poisoning and drugs overdose, 5th ed. San Francisco: McGraw-Hill;
2007.
6. Mengs U, Pohl R, Mitchell T. Legalon® SIL: The antidote of choice in
patients with acute hepatotoxicity from amatoxin poisoning. Curr Pharm
Biotechnol. 2012; 13: 1964–70.
7. Peredy TR. Amatoxin-containing mushroom poisoning including ingestion
of Amanita phalloides. UpToDate. Disponible en: http://www.uptodate.
com/contents /Amatoxin-containingmushroompoisoningincluingingestion
of Amanita phalloides/html.2012
8. Roberts DM, Hall MJ, Falkland MM, Strasser SI, Buckley NA. Amanita
phalloides poisoning and treatment with silibinin in the Australian Capital
Territory and New South Wales. Med J Aust. 2013; 198: 43-7.
9. Santi L, Maggioli C, Mastroroberto M, Tufoni M, Napoli L, Caraceni P.
Acute Liver Failure Caused by Amanita phalloides poisoning. Int J Hepa-
tol. 2012; 2012: 480-7.
10. Schneider, S. Mushroom toxicity. Emerg Med Reports. 2012; 33: 73-84.
11. Trabulus S, Altiparmak M. Clinical features and outcome of patients
with amatoxin-containing mushroom poisoning. Clin Toxicol. 2011; 49:
303-10.
730 12. Wiegand TJ. Clinical manifestation and evaluation of mushroom poisoning.
UoToDate. Disponible en: http://www.uptodate.com/contents/Clinical
manifestationandevaluationofmushroompoisoning/Managementsofmus-
hroompoisoning/html.2012
13. Piqueras J. Hepatotoxic mushroom poisoning: diagnosis and manage-
ment. Mycopathologia. 1989; 105: 99-110.
731
11.11. PICADURAS Y MORDEDURAS DE
ANIMALES
J. Calzada, J. Payeras, J.M. Quintillá
MORDEDURAS DE MAMÍFEROS
Se trata generalmente de mamíferos domésticos, generalmente la
propia mascota o la de un conocido. El perro es el animal agresor en
la mayoría de los casos (85-90%), siguiéndole en frecuencia el gato
(5-10%). Los menores de 5 años son el grupo más frecuentemente ata-
cado. En cuanto a localización, las extremidades son el lugar donde más
frecuentemente se observan lesiones, seguidas de la cabeza y cuello.
MORDEDURA DE SERPIENTES
En la Península Ibérica existen 5 especies de serpientes veneno-
sas, pertenecientes a dos familias. (Tabla 4)
TABLA 3. Particularidades de las mordeduras de mamíferos.
Tratamiento
Medidas generales (ver texto)
Antibioterapia* Inmunoprofilaxis
(antirrábica y
Animal Características Riesgo de infección De elección Alternativa antitetánica)
Perro La más frecuente (85-90%). Baja incidencia de infección (5-15%) Según factores de riesgo Valorar ambas
Generalmente la mascota. Streptococcus viridans, Pasteurella individualmente
Niños: cara, cabeza y cuello multocida, Pasteurella canis,
Adultos: extremidades Capnocytophaga canimorsus
Gato Arañazos y lesiones Riesgo de infección alto (50-80%) Profilaxis antibiótica siempre Valorar ambas
punzantes sobre todo en Pasteurella multocida, Pasteurella indicada individualmente
manos y cara. septica, Staphylococcus aureus,
Amoxicilina- - Cefalosporina
Elevada tasa de infección. Francisella tularensis, Bartonella
ácido 2ª o 3ª
henselae (enfermedad por arañazo
clavulánico generación ±
de gato)
50 mg/kg/día clindamicina
- TMP-SMX +
clindamicina
Roedores Extremidades y cara. Baja incidencia de infección (2,5%). Según factores de riesgo Valorar ambas
Baja tasa de infección. Streptobacillus moniliformis, Spirillum Cefalosporina 2ª individualmente
minus Penicilina G o 3ª generación .../...
735
736
Clínica general
– Síntomas moderados:
- Malestar general.
- Digestivos: diarrea3, náuseas, vómitos, dolor abdominal.
- Neurológicos: parestesias locales, paresia de pares craneales
(ptosis, oftalmoplejía, disartria), cefalea, Guillain-Barré.
- Vasculares: hipotensión3.
- Analítica: alteraciones hemostáticas asintomáticas (hiperleu-
cocitosis, trombopenia, hipofibrinogenemia).
3Signos de mal pronóstico.
– Síntomas graves:
- Insuficiencia renal.
- Hipoxia.
- Edema pulmonar y derrame pleural.
- Hemorragias: digestiva, respiratoria,... 739
- Trastorno electrolítico grave.
- Trastorno de la coagulación.
Actuación hospitalaria
Clasificación según gravedad y tratamiento (cada grado añade
las recomendaciones del grado previo más las propias) (Tabla 5).
Grado de envenenamiento
Manifestaciones clínicas Manejo clínico Destino
Grado 0: • Exploración física Domicilio:
Ausencia de completa. (tras 6 h de
envenenamiento • Curas tópicas1. observación
• Marcas de mordedura Extracción de cuerpos hospitalaria)
• Dolor ausente o leve extraños2.
• Sin síntomas locales ni • Profilaxis antitetánica.
sistémicos • Analgesia adecuada al
nivel de dolor (evitar ácido
acetil salicílico).
• Sedación ajustada al nivel
de ansiedad o agitación.
• Analítica: hemograma,
coagulación, función
renal. Descartar hematuria
y proteinuria.
Grado I: • Inmovilización y Hospitalización
Envenenamiento leve elevación de la (mínimo 24 h)
• Dolor moderado/intenso extremidad afecta3
• Edema inflamatorio local • Frotis para cultivo y
• Ausencia de síntomas antibioticoterapia4: si
generales signos de infección.
Grado II: • ABCDE UCIP
Envenenamiento moderado • Vigilancia y (quirófano en
• Edema inflamatorio monitorización algunos casos)
amplio o rápidamente estrecha de posibles
progresivo (hasta los complicaciones
límites de la extremidad) • Analíticas seriadas (6-8 h):
• Equimosis, adenopatías hemograma, coagulación,
locales dolorosas, PDF, EAB, pruebas
linfangitis, flictenas, cruzadas, funcionalismo
necrosis hepático y renal, CPK
• Síntomas generales • Suero antiofídico (ver
moderados apartado específico)
Grado III: • Antibioticoterapia
Envenenamiento grave endovenosa&
• Reacción local intensa • Valorar desbridamiento y
que sobrepasa la tratamiento del síndrome
extremidad compartimental si
• Síntomas generales procede (ver apartado
graves específico)
1 Cura tópica. Una buena opción es curar con fomentos de agua de Burow
- Metilprednisolona iv 1 mg/kg
- Difenhidramina iv 1 mg/kg
- Cimetidina iv 5 mg/kg
Algunos autores también
recomiendan premedicación
con adrenalina, pero no hay
suficiente evidencia hasta
el momento.
Insectos
veces) aérea también antihistamínicos)
Dípteros Local (habón pruriginoso) • Picaduras múltiples
(mosquito,
mosca, tábano)
Garrapata Se fijan a la piel sin que Pueden transmitir fiebre botonosa Extracción de la garrapata con pinzas curvas de
el huésped se percate mediterránea o enfermedad de punta roma
Lyme. • Coger la garrapata lo más cercano posible a la
También descrita una parálisis piel. Traccionar perpendicularmente, evitando
fláccida tipo Guillain-Barré por sacudidas y movimientos rotatorios. No utilizar
inoculación de una neurotoxina objetos punzantes ni coger la garrapata con
(reversible tras la extracción de la los dedos. No aplicar sustancias ni calor sobre
garrapata) la garrapata. Asegurarse de haber extraído la
Arácnidos
totalidad del aparato picador.
• Ejemplo: http://www.cdc.gov/ticks/removing_a_
tick.html
Desinfección local
No se recomienda profilaxis antibiótica post-
extracción .../...
TABLA 6. (Continuación) Picaduras por insectos y arácnidos.
Arácnidos
Arañas
Araña parda Color pardo con una Lesión local con dos puntos Limpieza y desinfección. Frío local indirecto.
(Loxoceles marca en forma de violín equimóticos dolorosos con edema Analgesia. Antihistamínicos y corticoides si
rufescens) en la cabeza y, en ocasiones, ulceración de lenta sintomatología local importante
Veneno hemolítico y cicatrización Existe un suero antiloxoscélico, no recomendado
proteolítico en nuestro medio .../...
745
746
Arácnidos
musculares e hiperestesia, cefalea,
convulsiones y parada cardiorrespiratoria.
Tarántula (Lycosa Sólo ataca si se siente Dolor y tumefacción local intensos. Limpieza y desinfección. Frío local
tarantulla) en peligro Los síntomas generales son raros, aunque indirecto. Corticoides en casos
a veces puede haber cefalea, febrícula, graves
náuseas y vómitos
TABLA 7. Picaduras por animales marinos.
CONCEPTO
Se define como traumatismo craneoencefálico (TCE) cualquier
alteración física o funcional producida por una fuerza externa que
actúa sobre el encéfalo o alguna de sus cubiertas.
Clasificación
De acuerdo con la versión pediátrica de la Escala de Coma de
Glasgow (Anexo 1), los TCE se clasifican en leves (14-15 puntos),
moderados (9-13 puntos) y graves (3-8 puntos). En este capítulo se
tratan los TCE leves y moderados.
Desde un punto de vista clínico y atendiendo a la posibilidad de
lesión intracraneal (LIC) clínicamente importante, los TCE leves pue-
den subclasificarse en 3 grupos de riesgo (Anexo 2), que condicionan
el manejo del paciente.
Se considera LIC clínicamente importante si cumple alguno de
los siguientes criterios:
1. Muerte.
2. Intervención neuroquirúrgica (incluida la monitorización de presión
intracraneal).
3. Intubación superior a 24 h secundaria al TCE.
4. Ingreso* hospitalario de 2 o más noches asociado a lesiones en
la tomografía axial computarizada (TAC)**.
*Ingreso debido a persistencia de clínica neurológica (alteración
conciencia o comportamiento, cefalea, convulsiones…) o vómitos
**Hemorragia intracraneal o contusión, edema cerebral, infarto
traumático, disfunción axonal difusa, trombosis del seno sigmoi-
deo, signos de herniación cerebral o desplazamiento de la línea
media intracraneal, diástasis de suturas, neumoencéfalo, fractura
craneal deprimida,…
750 ETIOLOGÍA
En la edad pediátrica las caídas y los accidentes de tráfico cons-
tituyen los mecanismos etiológicos más frecuentes. Otras causas a
tener en cuenta son los impactos entre personas o con objetos y el
maltrato infantil.
CLÍNICA
La mayoría de TCE no producen daño cerebral y cursan con
ausencia de síntomas o signos exploratorios. Los distintos tipos de
daño cerebral pueden asociarse con una serie de manifestaciones
clínicas:
– Alteración de la consciencia. La pérdida de consciencia inmediata
al TCE es relativamente frecuente, si su duración se prolonga,
aumenta el riesgo de LIC.
– Signos neurológicos. Muy variados y dependen de las áreas
cerebrales lesionadas. Pueden aparecer desde el momento del
traumatismo, acompañar a una alteración de la consciencia
inicial o presentarse tras un intervalo libre de síntomas. Las
convulsiones que aparecen tras la primera hora del TCE o la
focalidad neurológica a la exploración física son signos de alto
riesgo de LIC.
– Alteración de las funciones vitales. Con relativa frecuencia, en
los momentos iniciales de los TCE se producen alteraciones
transitorias de la frecuencia cardiaca y la tensión arterial, que
se normalizan en un corto espacio de tiempo. Estas manifes-
taciones pueden ser desencadenadas por una reacción vagal,
que suele acompañarse de vómitos, cefalea y obnubilación leve,
que mejoran paulatinamente. Pasado este primer momento, las
alteraciones del ritmo cardiaco, la tensión arterial o la frecuencia
respiratoria deben considerarse como un motivo de alarma.
– Cefalohematoma. A menudo es el motivo de consulta. La locali-
zación parietal, temporal u occipital se considera factor de riesgo
de LIC en los menores de 2 años.
– Fracturas craneales. Las fracturas de bóveda craneal pueden
pasar desapercibidas, manifestarse exclusivamente como un ce-
falohematoma o estar deprimidas a la palpación. Las fracturas
de base de cráneo pueden provocar hemotímpano, hematoma
retroauricular doloroso (signo de Battle), otorragia, equimosis y
edema en los párpados superiores (signo de los ojos de mapa- 751
che), rinolicuorraquia y otolicuoarraquia. La existencia de una
fractura incrementa el riesgo de LIC.
DIAGNÓSTICO
La mayor reducción de la mortalidad resulta de prevenir el de-
terioro y daño cerebral secundario. La actuación del pediatra estará
determinada por el riesgo de LIC, establecido por la historia clínica,
la exploración y, en casos seleccionados, las pruebas de imagen.
Anamnesis
Dirigida a conocer las características del TCE: hora y lugar, me-
canismo de producción, enfermedades o condiciones previas y sín-
tomas hasta la valoración clínica.
Si el mecanismo es una caída valorar el tipo (caída libre o por
escaleras), la altura, la superficie de impacto (blanda, dura lisa, o dura
angulosa) y el uso de casco en actividades en que se recomienda
(bicicleta, patinaje, esquí,…). La altura de la caída se estima desde
la posición inicial de la cabeza del niño.
Si el mecanismo es un accidente de tráfico, valorar el uso de
sistemas de retención infantil, la localización del paciente en el lugar
del accidente, el estado en que ha quedado el vehículo y la existencia
y situación clínica de otros heridos implicados.
Si el mecanismo es un impacto con un objeto, determinar si
estático o en movimiento y las características del mismo (romo o
anguloso, volumen y peso).
En los niños pequeños, en especial en los menores de 2 años,
valorar siempre si los datos acerca del mecanismo de producción
del TCE son congruentes con las lesiones halladas. En caso de dis-
cordancia, realizar estudio para descartar maltrato infantil.
Exploración física
Tras asegurar la estabilización con la evaluación inicial (triángulo
de evaluación pediátrica y secuencia A, B, C, D, E), realizar la explo-
ración física con especial atención a la neurológica (indispensable
puntuación en la escala de Glasgow y simetría y reactividad pupilar).
Recordar realizar una cuidadosa palpación del cráneo, de las fon-
tanelas y de los huesos faciales, así como inspeccionar las heridas
752 del cuero cabelludo en busca de fracturas subyacentes o signos de
cualquier traumatismo oral o mandibular y descartar la existencia de
hemotímpano, rinolicuorrea, otolicuorrea, o salida de papilla encefálica
por orificios naturales. En el caso de politraumatismos, considerar la
posibilidad de otras lesiones asociadas: médula espinal, torácicas,
abdominales, pélvicas o en miembros.
Pruebas complementarias
Son pruebas complementarias útiles aquellas cuyo resultado con-
tribuye a modificar la conducta diagnóstico-terapéutica del médico o
a confirmar su diagnóstico. Se ha de tener en cuenta los potenciales
efectos yatrogénicos de la radiación ionizante y el coste derivado.
Actualmente la observación clínica se preconiza como alternativa a
muchas de sus indicaciones.
– Radiografía simple de cráneo. Uso restringido, limitada a casos
especiales, sobre todo en menores de 2 años dentro del estudio
de maltrato.
– TAC. Técnica de neuroimagen de referencia en el TCE. Indicada
en los TCE graves, los moderados y los leves con alto riesgo de
LIC. En los TCE leves con riesgo moderado de LIC, sólo en casos
seleccionados (Fig. 1).
– Resonancia magnética nuclear (RMN). Uso limitado por el tiempo
requerido para su realización, su elevado coste y su menor ren-
dimiento para reconocer el sangrado agudo intracraneal. Mayor
rendimiento que la TAC en el estudio de la fosa posterior, lesiones
medulares y la detección de daño axonal difuso.
– Ecografía cerebral. Necesita de una fontanela craneal abierta y lo
suficientemente amplia para posibilitar la exploración. De elección
en lactantes con TCE que requieren prueba de imagen.
Observación**
6-12 horas
¿Empeoramiento?
TAC*** Sí No
Criterios de ingreso
– Los niños con TCE moderado y TCE leve de alto riesgo deben
ingresar tras realizar una prueba de neuroimagen. Si se detecta
754 ANEXO 1. Escala de coma de Glasgow. Escala de coma de Glasgow del
National Paediatric Neuroscience Benchmarking Group, según NICE 2007.
BIBLIOGRAFÍA
1. Gaskell and the British Psychological Society. National Institute for Clinical
Excellence (NICE). Head injury. Triage, assessment, investigation and
ANEXO 2. Clasificación según riesgo de lesión intracraneal. 755
Bajo riesgo
• Glasgow 15
• Exploración neurológica normal
• Sin signos de fractura
• Sin síntomas asociados (pérdida de conciencia, vómitos, cefalea o
alteración del comportamiento)
• Mecanismo traumático banal
• En < 2 años, SIN cefalohematoma occipital, parietal o temporal
Moderado riesgo
• Historia de pérdida de conciencia < 5 minutos
• Historia de vómitos
• Cefalea moderada-severa o comportamiento anormal según los
cuidadores en < 2 años
• Mecanismo traumático violento (Accidente de vehículo a motor con
expulsión del paciente, muerte de otro pasajero o volteo del vehículo; caída
de más de 1,5 m de altura (0,9 m en < 2 años); golpe en la cabeza por un
objeto de alto impacto)
• Cefalohematoma occipital, parietal o temporal en < 2 años
• Convulsión inmediata tras TCE
• Coagulopatía
• Portadores de válvula de derivación de líquido cefalorraquídeo
Alto riesgo
• Historia de pérdida de conciencia > 5 minutos
• Glasgow <15
• Signos de fractura basilar (hemotímpano, signo de Battle, ojos en
mapache, …)
• Fractura palpable
• Herida penetrante
• Signos de estado mental alterado (agitación, somnolencia, preguntas
repetitivas, o enlentecimiento de la respuesta a la comunicación verbal,
amnesia)
• Déficit neurológico focal
• Convulsiones tras intervalo libre de síntomas
• Sospecha de maltrato infantil
DEFINICIÓN
El ahogamiento se define como aquel proceso que resulta en un
cierto grado de dificultad respiratoria secundario a una inmersión o
sumersión en un líquido.
Existe amplio consenso en clasificar el ahogamiento en función
de la morbilidad/mortalidad del paciente. Así se considera:
– Ahogamiento fatal: aquel ahogamiento que resulta en muerte.
– Ahogamiento no fatal: aquel ahogamiento que no resulta en muer-
te.
– Rescate acuático: paciente que tras una inmersión permanece
asintomático.
EPIDEMIOLOGÍA
Los ahogamientos causan más de medio millón de muertes anua-
les en todo el mundo. La mayor incidencia ocurre entre los niños entre
0 a 4 años, seguido por los jóvenes de 14 a 19 años, y en todas las
edades es más prevalente en el sexo masculino. En algunos países,
como EUA, esta es segunda causa de muerte por accidentes no
intencionados entre 1 y 14 años.
Hasta 2009, España ocupaba el puesto 26º de mortalidad por
ahogamiento entre 42 países de la Unión Europea, con una mortalidad
promedio de 1,5-1,6/100.000 hab/año.
FISIOPATOLOGÍA
El ahogamiento es un proceso continuo que se inicia cuando las
vías respiratorias se encuentran por debajo de la superficie del líquido.
En un primer momento la víctima mantiene la respiración voluntaria-
mente en contexto de una situación de pánico. Como consecuencia
de la entrada de una cantidad mínima de agua en orofaringe o laringe
758 se produce un laringoespasmo involuntario, que impide la entrada de
líquido en vía aérea inferior. A continuación el paciente experimenta
hipoxemia, hipercapnia y acidosis, lo que provoca el inicio de la res-
piración activa con la consecuente entrada de agua en los pulmones.
Si el ahogamiento prosigue se producirá la pérdida de consciencia
del paciente y su posible muerte.
En algunos casos (10% aproximadamente), se produce un la-
ringoespasmo tan intenso que no cede cuando se pierde la cons-
ciencia, por lo que se produce la muerte de la víctima sin entrada
de aire en vía aérea inferior, lo que clásicamente se consideraba el
“ahogamiento seco”.
1. Pulmonar: la entrada de aire a la vía aérea inferior provoca lavado
del surfactante y broncoespasmo que pueden acabar produ-
ciendo colapso alveolar con atelectasias importantes y edema
pulmonar.
Además, la aspiración de líquido y otros elementos que pueden
encontrarse en éste pueden producir neumonitis química, au-
mentando el riesgo de infecciones.
Algunos pacientes pueden desarrollar un síndrome de distrés
agudo del adulto (SDRA). Estos pacientes se encuentran asin-
tomáticos inicialmente pero en un periodo inferior a 8 horas de-
sarrollan dificultad respiratoria progresiva.
2. Neurológico: el daño cerebral se produce como consecuencia
de la hipoxemia que da lugar a muerte neuronal y edema cerebral.
Secundariamente al edema se puede comprometer la perfusión
y aumentar la lesión cerebral. El daño cerebral es uno de los
factores pronósticos más importantes.
3. Alteraciones electrolíticas y hematológicas: los cambios
electrolíticos por aspiración de líquido son raros ya que sólo se
producen si el volumen aspirado es muy grande. En casos de as-
piración de grandes cantidades de agua dulce se puede producir
hemodilución con hipervolemia e hiponatremia. En cambio, si se
trata de agua salada se puede producir hemoconcentración con
hipovolemia, hipernatremia y ligera hipercalcemia e hipermagne-
semia. En la práctica estas alteraciones solo se encuentran en el
15% de las víctimas.
Habitualmente se puede observar acidosis respiratoria y meta-
bólica por hipoxia y aumento del ácido láctico.
4. Cardiovascular: la hipoxemia, la liberación de catecolaminas, las 759
alteraciones del equilibrio ácido-base y la hipotermia pueden pro-
ducir arritmias, fallo cardiaco y, en última instancia, parada cardíaca.
5. Otros: podemos detectar afectación renal como necrosis tubular
aguda por hipoxemia, shock, hemoglobinuria o mioglobinuria. En
algunos pacientes podemos encontrar signos de coagulación
intravascular diseminada o hemólisis.
Estabilización
En caso de que el paciente llegue a urgencias en situación de
paro respiratorio se deben proseguir las maniobras de RCP avanzada.
(A) Valorar el estado de alerta del paciente y la presencia de una vía
aérea permeable.
La INMOVILIZACIÓN CERVICAL en el paciente ahogado está
indicada en caso de que el ahogamiento sea no presenciado
o con posibilidad de traumatismo (accidente de tráfico, buceo,
choque con embarcación, oleaje intenso, etc.).
(B) Ventilación: el tratamiento del fracaso respiratorio debe ser prio-
ritario. Se debe administrar oxígeno a las víctimas que presentan
hipoxemia y/o dificultad respiratoria, manteniendo la ventilación
con los medios que sean necesarios.
Criterios de intubación:
- Alteración del nivel de conciencia o incapacidad para proteger
la vía aérea.
- Signos clínicos de dificultad respiratoria grave.
- Hipoxemia (PaO2 < 60 mmHg o Sat Hb < 90%) a pesar de
oxigenoterapia FiO2 > 50%.
- Hipercapnia (PaCO2 > 45 mmHg) o acidosis (pH < 7,25) pro-
gresivas.
- Parada cardiorrespiratoria.
En pacientes intubados es de utilidad administrar presión positiva
para evitar las atelectasias y el edema.
760 (C) En caso de presentar signos de shock hipovolémico: expansión
de volumen (SF 20 cc/kg) o tratamiento inotrópico hasta control
adecuado de la TA.
(D) Valoración del estado neurológico del paciente mediante la escala
de Glasgow y estado de las pupilas. En caso de duda ante posible
daño cerebral, iniciar medidas neuroprotectoras:
Medidas de neuroprotección:
- Elevar cabeza del paciente 30°.
- Mantener correcta TA.
- Control glucémico estricto.
- Tratamiento precoz de las convulsiones.
- Evitar hipertermia de forma intensiva*.
*Aunque son necesarias más investigaciones, el mantenimiento
de un grado leve-moderado de hipotermia puede estar indicado
en niños que permanecen en coma con estabilidad cardiovas-
cular.
– En caso de que el paciente se encuentre en coma, colocar
sonda nasogástrica para vaciar contenido gástrico, evitando
la broncoaspiración en caso de vómito.
(E) Valorar la existencia de otras lesiones secundarias y manteni-
miento de una Tª óptima.
Mantenimiento de la Tª óptima: hay que considerar recalentar
a los niños con hipotermia grave (< 32ºC) así como a los pa-
cientes con hipotermia moderada (32-34ºC) con inestabilidad
cardiovascular o coagulopatía. El recalentamiento se realizará
lentamente: 0,5-1ºC cada hora. Y se puede realizar de 3 ma-
neras distintas:
1. Pasivo externo: mantas o radiadores. Se deben evitar mantas
térmicas por la posibilidad de quemaduras.
2. Activo externo: sueros intravenosos calientes (36-40ºC) o ad-
ministración de oxígeno humidificado caliente (40ºC)
3. Activo interno: el método de preferencia para pacientes con
PCR o inestabilidad cardiovascular es el bypass cardiopul-
monar o soporte extracorpóreo. Otros métodos son el lavado
peritoneal, pleura, vesical o gástrico con suero caliente.
Del mismo modo que la hipotermia terapéutica y el recalenta-
miento son medidas de elección, la hipertermia, como ya se ha
comentado, debe evitarse y tratarse de forma radical.
Manejo del paciente una vez estabilizado y monitorizado 761
Anamnesis
Ante un ahogamiento es importante recoger una serie de infor-
mación sobre el episodio:
– Sobre la víctima: Identificación, sexo, edad (estimada), antece-
dentes médicos.
– Momento del episodio.
– Precipitantes (traumatismos previos, alcohol,…).
– Información del episodio: hora, declaración de testigos o no vi-
sualizado, lugar, tipo de líquido, temperatura del líquido, tiempo
de inmersión y de apnea.
– Información del rescate: signos vitales al encontrar a la víctima,
estado neurológico (Glasgow), tiempo preatención, necesidad
de RCP y duración de ésta.
Pruebas complementarias
Deberán individualizarse en cada caso:
– Analítica sanguínea: glucemia, electrolitos, urea, creatinina, ácido
láctico, hemograma, gasometría y coagulación.
– Considerar detección alcoholemia u otros análisis toxicológi-
cos.
– Radiografía de tórax. Considerar que esta puede ser normal
inicialmente y presentar alteraciones en 12-24 horas.
– Radiografía cervical o TC cervical en pacientes con dolor cervical
o dudas sobre las circunstancias del accidente.
– TC craneal en pacientes con alteración del nivel de conciencia
Tratamientos farmacológicos
– Broncodilatadores: el broncoespasmo es frecuente en el pa-
ciente ahogado. En caso de dificultad respiratoria, existe amplio
consenso en su uso.
– Diuréticos (furosemida): junto a la ventilación con presión po-
sitiva, es el tratamiento de elección para el edema agudo de
pulmón.
– Antibioterapia: el uso sistemático no está recomendado, no re-
duce la mortalidad ni el riesgo de padecer infección pulmonar. Se
debe considerar en caso de ahogamiento en aguas contaminadas
o si hay sospecha clínica de infección.
762 – Corticoterapia: se desaconseja el uso de corticoides de forma
sistemática. No se ha demostrado la disminución de riesgo de
edema cerebral ni de síndrome de distrés respiratorio agudo.
PRONÓSTICO
Aproximadamente el 75% de las víctimas de ahogamientos
inicialmente son no fatales De estas, un 6% presentarán secuelas
neurológicas.
Que el paciente esté consciente y con movimientos espontáneos
a su llegada a urgencias es uno de los mejores indicadores de buen
pronóstico.
El factor más importante para predecir las secuelas neurológicas
es el tiempo de apnea después del episodio. Las medidas más efec-
Paciente con ahogamiento
de muerte
Inconsciente Consciente
Pulso y respiración
Sintomático Asintomático
(tos, somnolencia)
Ausentes Presentes
Pruebas complementarias
(Rx , A/S, etc.)
Si > 1 h de inmersión Si < 1 h de inmersión Intubación
o evidencia física y sin evidencia física Soporte Observación
de muerte de muerte hemodinámico Alteradas Normales 8-12 h
PREVENCIÓN
Se estima que el 85% de los ahogamientos se podrían haber
evitado mediante supervisión adulta, clases de natación, ayuda de
tecnología, regulación de los espacios acuáticos y educación pública.
Desde todos los servicios médicos se debe realizar esta educación
para evitar nuevos episodios.
BIBLIOGRAFÍA
1. Szpilman D, Joost MD, Bierens JLM, Handley AJ, Orlowski JP. Drowing.
N Engl J Med. 2012; 366: 2102-10.
2. Carter E, Sinclair R. Drowing. Continuing education in anaesteshia. Crit
Care Pain. 2011; 11: 210-213.
3. Burford AE, Manning L. Drowing and near-drowing in children and ado-
lescents. A succint review for emergency physicians and nurses. Ped
Emerg Care. 2005; 21: 610-19.
4. Panzino F, Quintillá JM, Luaces C, Pou J. Ahogamientos por inmersión
no intencional. Análisis de las circunstancias y perfil epidemiológico de
las víctimas atendidas en 21 servicios de urgencias españoles. An Pediatr
(Barc). 2013; 78: 178-184.
5. Causey AL, Tilelli JA, Swanson ME. Predicting discharge in uncomplicated
near-drowing. Am J Emerg Med. 2000; 18: 9-11.
6. Oehmichen M, Hennig R, Meissner C. Near-drowing and clinical laboratory
changes. Leg Med. 2008;10: 1-5.
7. Topjian AA, Berg RA, Bierens JJLM, Branche CM, Clarck RS, Frieberg
H, et al. Brain resuscitation in the drowing victim. Neurocrit Care. 2012;
17: 441-67.
8. López Y, Pons M. Ahogamiento. An Pediatr Contin. 2006; 6: 85-92.
765
11.14. QUEMADURAS
A. Manzanares, I. de Haro, F. Parri
INTRODUCCIÓN
Las quemaduras forman parte de los accidentes más frecuentes
en la infancia, son una causa importante de morbimortalidad infantil y
constituyen la 5ª causa de mortalidad por accidente no intencionado
en España.
Son ligeramente más frecuentes en varones y las edades de
mayor riesgo son entre los 2 y los 4 años. El agente causal pre-
dominante varía según el grupo de edad, siendo más frecuentes
las escaldaduras (quemaduras por líquidos) en niños de entre 1 y
6 años y las quemaduras por fuego en niños de más de 10 años,
otras causas de quemadura son las producidas por electricidad,
agentes químicos, radiaciones y abrasiones. La mayoría ocurren en
el ámbito doméstico. La localización más frecuente es en cabeza y
cuello, seguida de tronco anterior, manos y piernas.
Hasta en un 1% de los casos, las quemaduras pueden ser in-
tencionadas. Se debe tener especial atención ante lesiones por in-
mersión, por objetos metálicos calientes, por cigarrillo o ante una
historia clínica inconsistente.
El principal objetivo del médico que atiende a un niño quemado
en un servicio de urgencias es conocer cuál es la actitud adecuada
ante este tipo de pacientes y saber determinar la gravedad de la
lesión, para así poder indicar si el tratamiento debe ser ambulatorio,
hospitalario o reservado a una unidad especializada.
Edad (años)
Localización 0-1 1-4 5-9 10-15
Cabeza 19% 17% 13% 11%
Cuello 2% 2% 2% 2%
Tronco (x2) 13% 13% 13% 13%
Nalga (x2) 2,5% 2,5% 2,5% 2,5%
Periné 1% 1% 1% 1%
Antebrazo (x2) 4% 4% 4% 4%
Brazo (x2) 3% 3% 3% 3%
Mano (x2) 2,5% 2,5% 2,5% 2,5%
Muslo (x2) 5,5% 6,5% 8% 8,5%
Pierna (x2) 5% 5% 5,5% 6%
Pie (x2) 3,5% 3,5% 3,5% 3,5%
*Adaptado de Lund et Browder
Anatomía
Profundidad patológica Clínica Curación Secuelas
Superficial Vasodilatación
Eritema que 3-6 d No
Dermis intacta
blanquea a la
presión
Dolor.
Superficial Destrucción Eritema que 7-21 d No
de dermis blanquea a la
superficial presión
Flictenas
Dermoepidérmica parcial
Humedad
Dolor
Profunda Destrucción Color variable > 21d Cicatrices y
de dermis (rojo o blanco, retracciones
profunda parcheado)
No blanquea a
la presión
Flictenas
Húmedo o
seco
Dolor con la
presión
Dermoepidérmica Destrucción de Color variable No Cicatrices y
Completa la totalidad de (blanco céreo, retracciones
la dermis. gris, negro)
Afectación No blanquea
folículos y con la presión
glándulas. Seco
Posible Dolor con
afectación del la presión
tejido celular profunda
subcutáneo
IV grado Necrosis que Pérdida No Amputa-
se extiende profunda de ciones y
más allá de la sustancia Mutila-
fascia muscular Amputaciones ciones
Protección gástrica
En quemaduras mayores considerar la administración precoz de
omeprazol endovenoso (0,7 mg/kg/d máximo 40 mg, en lactantes
1,4 mg/kg) para prevenir la aparición de úlceras de estrés.
Profilaxis antitetánica
Si la última dosis fue administrada hace más de 5 años.
Medidas locales
Durante los últimos años ha cambiado sustancialmente la forma
de curar las quemaduras. Como principio, se debe mantener un
ambiente húmedo en las lesiones, usando materiales absorbentes
para evitar la acumulación de exudados en su superficie y evitando
el contacto con el exterior para reducir el riesgo de infección. Se
deben elegir apósitos que se ajusten bien a las superficies a tratar y
a los movimientos del paciente pero sin que se adhieran a la lesión
(disminuyendo el dolor durante las curas).
La cura clásica con gasa vaselinizada y sulfadiazina argéntica se
debe sustituir por el uso de los nuevos apósitos de hidrocoloides,
alginatos, siliconas y poliuretanos, sobre todo aquellos impregnados
con plata ya que han demostrado su mayor utilidad en el tratamiento
de las quemaduras.
Se debe retirar la piel desprendida en caso de flictenas rotas, si
existiera intenso dolor o en flictenas mayores de 6 mm de diámetro
con la piel íntegra (en palmas y manos se podrían dejar intactas).
771
Quemaduras
Examinar quemadura
- Profundidad:
Parcial: Húmeda/Dolorosa
Completa: Seca/Indolora
- Extensión: tablas de Lund et Browder
Curas periódicas
Cirugía
En algunas quemaduras pueden ser necesarias medidas quirúr-
gicas urgentes como la escarotomía para evitar el síndrome com-
partimental (quemaduras circulares). La limpieza quirúrgica de áreas
desvitalizadas también puede ser necesaria para facilitar la curación.
772 Todos los procesos agresivos deben realizarse bajo anestesia general
a fin de eliminar el dolor y la ansiedad del niño quemado.
La actuación quirúrgica más frecuente en quemaduras es la rea-
lización de injertos cutáneos que se realizan en caso de quemaduras
dermoepidérmicas completas y en las parciales que no epitelizan
entre 14-21 días.
Control posterior
La cura se debería revisar en las primeras 48 h para valorar las
lesiones evolutivas. Las curas sucesivas se deberían poder mante-
ner durante 10 días, ya que no se ha demostrado que frecuencias
de cura mayores mejoren el curso de las quemaduras (aunque hay
que considerar cada quemadura individualmente en función de su
exudado, extensión, dolor presente, mala adhesión de los apósitos
y otros factores).
Si las lesiones no se curan en los primeros 14 días, o bien si el
niño presenta fiebre, malestar, dolor de mal control, exudado u olor
de las heridas se deberá referir al paciente a un centro de referencia.
Una vez resuelta la curación de las lesiones, se debe mantener la
zona bien hidratada y protegida del sol al menos durante los primeros
12 meses. Se debe considerar el tratamiento del picor, si fuera preciso
con medicación oral, para evitar lesiones por rascado. Si existiera
déficit funcional, remitir para rehabilitación.
BIBLIOGRAFÍA
1. Alsbjörn B, Gilbert P, Hartmann B, et al. Guidelines for the management
of partial-thickness burns in a general hospital or community setting.
Recommendations of a European working party. Burns. 2007; 33: 155-
60.
2. Wolf SE. The year in burns 2007. Burns 2008; 34: 1059-71.
3. Peñalba A, Marañón R. Tratamiento de las quemaduras en urgencias. En:
SEUP-AEP. Protocolos diagnóstico terapéuticos de Urgencias pediátricas.
2ª Ed. Madrid: Ergon; 2010.
4. Carlsson A, Udén G, Hakansson A, et al. Burn injuries in small children,
a population-based study in Sweden. J Clin Nurs, 2006; 15: 129-34.
5. Drago DA. Kitchen scalds and thermal burns in children five years and
younger. Pediatrics. 2005; 115: 10-6.
6. Miller SF, Bessey PQ, Schurr MJ, et al. National Burn Repository 2005:
a ten-year review. J Burn Care Res. 2006; 27: 411-36.
7. Jandera V, Hudson DA, de Wet PM, et al. Cooling the burn wound: 773
evaluation of different modalites. Burns. 2000; 26: 265-70
8. Parri FJ. Tratamiento de las quemaduras en pediatría. En: Pou i Fernán-
dez (ed). Urgencias en pediatría, Protocolos diagnóstico-terapéuticos. 4ª
edición. Madrid: Ergon; 2005. p. 604-12.
9. Allison K, Porter K. Consensus on the prehospital approach to burns
patient management. Emerg Med J. 2004; 21: 112-4.
10. Barrow RE, Jeschke MG, Herndon DN. Early fluid resuscitation improves
outcomes in severely burned children. Resuscitation 2000; 45: 91-6.
11. Cartotto RC, Innes M, Musgrave MA, et al. How well does the Parkland
formula estimate actual fluid resuscitation volumes? J Burn Care Rehabil.
2002; 23: 258-65.
12. Sargent RL. Management of blisters in the partial-thickness burn: an
integrative research review. J Burn Care Res. 2006; 1: 66-81.
SECCIÓN 12. URGENCIAS
MEDICOQUIRÚRGICAS
Coordinador:
Carles Luaces Cubells
777
12.1. ESCROTO AGUDO
O. Martín, N. García, E. Muñoz
INTRODUCCIÓN
El escroto agudo se define como la aparición súbita de inflama-
ción y dolor escrotal, y constituye la urgencia quirúrgica genital más
frecuente en el niño y adolescente.
CAUSAS
– Torsión testicular: es la rotación del testículo alrededor del eje longi-
tudinal del cordón espermático, lo cual produce una interrupción del
flujo sanguíneo a nivel testicular. Existen dos picos de incidencia: en
la época perinatal, donde la torsión se produce durante el descenso
testicular y acostumbra a ser extravaginal; y en la adolescencia,
donde la torsión es intravaginal y de causa mecánica, secundaria
a una mala fijación del teste a la túnica vaginal.
– Torsión de hidátide: la hidátide de Morgagni es un remanente
embrionario del conducto de Müller que se encuentra en el polo
superior del testículo. Por un mecanismo de rotación de causa
mecánica se puede estrangular su pedículo vascular, produciendo
inflamación y dolor. Suele producirse en pacientes prepúberes
con sobrepeso, aunque puede aparecer en todas las edades.
– Orquioepididimitis: es la inflamación del testículo y del epidídimo.
La mayoría son de causa vírica, aunque también puede deberse
a infecciones bacterianas o a reflujo deferencial. Es la causa más
frecuente de escroto agudo (37-64%) en todas las edades.
– Otras causas: edema escrotal idiopático, hernia inguinal incar-
cerada, hematoma post-traumático, tumor testicular, púrpura de
Schönlein-Henoch, picadura de insecto, varicocele…
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de escroto agudo es clínico. La anamnesis y la
exploración física son los pilares básicos que establecen la indicación
de revisión quirúrgica.
778
TABLA 1.
TRATAMIENTO
– Torsión testicular: se realizará una escrototomía y, según la
viabilidad del testículo, una orquidopexia o una orquiectomía.
La viabilidad del testículo disminuye con el tiempo de isquemia,
estando muy comprometida a partir de las 6 horas de evolución.
Por lo tanto, en ningún caso hay que demorar la revisión quirúr-
gica urgente.
– Torsión de Hidátide: el tratamiento es conservador, con anti-
inflamatorios y reposo. La intervención quirúrgica está indicada
en casos dudosos o ante un dolor persistente. Se recomienda
derivar a un cirujano para establecer el diagnóstico y valorar la
necesidad de revisión quirúrgica.
– Orquioepididimitis: en general se resuelven espontáneamente,
y el tratamiento es sintomático con antiinflamatorios y reposo. El
tratamiento antibiótico no está indicado a no ser que se acompa-
ñe de una infección del tracto urinario. En caso de epididimitis de
repetición, es necesario descartar patología urológica subyacente.
Se recomienda derivar a un cirujano para valoración.
BIBLIOGRAFÍA
1. Varga J, Zivkovic D, Grebeldinger S, Somer D. Acute scrotal pain in
children–ten years’ experience. Urol Int. 2007; 78: 73-7.
2. Cavusoglu YH, Karaman A, Karaman I, Erdogan D, Aslan MK, Varlikli O,
Cakmak O. Acute scrotum –etiology and management. Indian J Pediatr.
2005; 72: 201-3.
3. McAndrew HF, Pemberton R, Kikiros CS, Gollow I. The incidence and
investigation of acute scrotal problems in children. Pediatr Surg Int. 2002;
18: 435-7.
780 4. Srinivasan A, Cinman N, Feber KM, et al. History and physical examination
findings predictive of testicular torsion: an attempt to promote clinical
diagnosis by house staff. J Pediatr Urol. 2011; 7: 470.
5. Murphy FL, Fletcher L, Pease P. Early scrotal exploration in all cases is the
investigation and intervention of choice in the acute paediatric scrotum.
Pediatr Surg Int. 2006; 22: 413-6.
781
12.2. ABDOMEN AGUDO
M. Bejarano, J. Correa, P. Palazón
INTRODUCCIÓN
El dolor abdominal es un motivo de consulta frecuente en un
servicio de urgencias pediátricas. Existen numerosas causas de dolor
abdominal, siendo la gastroenteritis y las abdominalgias de origen
inespecífico las más habituales.
El abdomen agudo es el cuadro clínico de dolor abdominal in-
tenso que compromete el estado general del paciente y que normal-
mente necesita de una acción terapéutica urgente.
La misión primordial del facultativo es discernir qué pacientes
con dolor abdominal necesitarán una actuación médica o quirúrgica
urgente. La anamnesis y la exploración física son los elementos claves
en la detección del abdomen agudo.
ANAMNESIS
Se debe realizar una historia clínica completa, preguntando al
paciente y a los familiares. Deberemos analizar:
Edad y sexo
Existen múltiples causas de dolor abdominal, pero atendiendo a
la edad y al sexo de los pacientes se pueden agrupar por frecuencia:
Tabla 1.
Por regla general, las patologías congénitas suelen dar clínica de
manera temprana, antes del año de vida.
La anamnesis y la exploración en niños pequeños pueden re-
sultar difíciles por la habitual falta de colaboración del paciente y
por su dificultad de expresión. Esto se traduce muchas veces en
un retraso de la visita a urgencias, presentando una sintomatología
más evolucionada.
En las niñas en edad fértil, el dolor abdominal puede ser un sín-
toma extraordinariamente frecuente. La ovulación o la menstruación
782 TABLA 1. Causas de dolor abdominal.
Antecedentes
Siempre preguntar por antecedentes traumáticos como posible
causa del dolor, por cirugías abdominales previas y por antecedentes
médicos y/o familiares de interés.
El dolor
Se debe valorar:
– Tipo y características del dolor: continuo, cólico, etc.
– Tiempo de evolución.
– Localización, irradiación.
El abdomen agudo se caracteriza por un dolor de gran intensi-
dad, que no suele desaparecer con analgesia convencional y que
compromete el estado general del niño.
El dolor tipo cólico intercala momentos de gran intensidad y de
descanso y suele deberse a patologías médicas autolimitadas o no
urgentes (abdominalgias inespecíficas, gastroenteritis, dolor mens-
trual, impactación fecal, cólico nefrítico, infección del tracto urinario,
etc). No obstante, existen excepciones con riesgo potencial quirúrgico 783
como puede ser una oclusión o la invaginación intestinal. En estos
casos aparecerán otros síntomas y signos de alarma, como distensión
abdominal, vómitos o rectorragias.
Síntomas acompañantes
Fiebre
Síntoma muy inespecífico que puede acompañar a cualquier
patología abdominal. Si se presentan valores superiores a 39ºC hay
que descartar patologías médicas de origen infeccioso (como la neu-
monía, la ITU o una adenitis mesentérica). No obstante, la fiebre alta
no descarta un proceso abdominal quirúrgico y hay que valorar el
cuadro clínico en su totalidad.
Vómitos
Es un síntoma acompañante habitual ya que forma parte del
cortejo vegetativo que acompaña al dolor.
Cuando los vómitos son biliosos, son muy sugestivos de obs-
trucción intestinal e implican con mucha frecuencia un tratamiento
quirúrgico. Las causas más frecuentes que hay que descartar de
manera urgente en neonatos y lactantes son el vólvulo por malrotación
intestinal, la invaginación intestinal y la enterocolitis.
Disuria
Es el síntoma principal junto con la fiebre en infecciones de ori-
na. No obstante, puede aparecer por irritación vesical en casos de
peritonitis.
784 EXPLORACIÓN
La exploración física debe ser completa y debe siempre incluir
constantes vitales básicas. Una correcta exploración en pacientes
con dolor abdominal debe ser sistemática y debe incluir siempre la
inspección del abdomen en su totalidad, incluyendo tórax y genitales.
Lo primero que tiene que realizarse debe ser la auscultación del
peristaltismo intestinal.
La palpación abdominal debe realizarse de manera relajada, tra-
tando de conseguir la colaboración del paciente, para que deje el
abdomen lo más blando posible. Procuraremos una palpación suave
del abdomen y empezar por el punto donde refiere menos dolor hasta
la zona donde refiere más dolorosa. Hay que valorar la presencia de
masas o visceromegalias.
Un abdomen defendido y con aumento de dolor a la descom-
presión nos indica irritación peritoneal y debemos descartar un ab-
domen agudo.
El tacto rectal es una exploración de gran utilidad que nos puede
aportar información complementaria. Se debe valorar el contenido de
la ampolla rectal y la presencia de productos patológicos. También
valorar si existe abombamiento y dolor a punta de dedo en la pared
rectal, típico de peritonitis apendicular.
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
Deben ser un complemento a la historia clínica y a la exploración
física y nunca solicitarse de manera rutinaria. Ayudan a orientar el
diagnóstico en casos dudosos, a evaluar el estado general del niño
y a valorar el grado de urgencia de la situación.
Sedimento urinario
Analiza la presencia de sangre, leucocitos y nitritos. Útil para el
diagnóstico de patología urinaria como ITU o litiasis.
Analítica sanguínea
En el estudio del dolor abdominal con sospecha de patología
quirúrgica debemos realizar siempre una analítica sanguínea que
incluya parámetros básicos como hemograma, glucosa, función renal,
pruebas de coagulación, etc. Además, valoraremos los reactantes de
fase aguda: proteína C reactiva, procalcitonina y fibrinógeno.
En los casos que presenten dolor abdominal en hemiabdomen 785
superior (cólicos biliares intensos, dolor centroabdominal en cinturón,
etc.) deberemos añadir un perfil hepatopancreático completo.
Radiografía de abdomen
Aunque continúa teniendo un papel importante en casos selec-
cionados, actualmente se encuentra en desuso como prueba ruti-
naria para niños con dolor abdominal. La solicitamos para descartar
neumoperitoneo si sospechamos perforación del tubo digestivo o
en casos donde se sospeche una oclusión intestinal para valorar la
distribución del aire. Una radiografía de oclusión intestinal mostrará
niveles hidroaéreos con distensión de asas intestinales proximales a
la oclusión y falta de aire distal. También puede ser útil para localizar
litiasis o apendicolitos.
Radiografía de tórax
Para descartar derrames pleurales y condensaciones por neu-
monía como causa de dolor abdominal.
Ecografía
Prueba sencilla e inocua que nos permite una visión de la cavidad
abdominal en 2D.
No obstante, es radiólogo dependiente y no está presente en
todos los servicios de urgencias.
Podremos valorar la presencia de masas, el estado de las asas
intestinales y su peristalsis, si existe líquido libre, etc.
Es de gran ayuda en el diagnóstico de la apendicitis aguda pero
una ecografía normal o que no visualiza el apéndice cecal no descarta
patología apendicular.
La presencia de adenopatías aumentadas de tamaño en FID es
habitual en la apendicitis y debe diferenciarse de la adenitis mesen-
térica, que se caracteriza por adenopatías mayores de 1 cm con un
apéndice cecal absolutamente normal.
Puede ser diagnóstica en la malrotación intestinal al observar
la transposición de los vasos mesentéricos, pero no la descarta en
caso de normalidad.
También es la prueba de elección para la confirmación de la
invaginación intestinal y para su tratamiento.
786 TAC con contraste
Tiene una sensibilidad y especificidad mayor al 90%. Al ser una
prueba que irradia, sólo se utilizará en casos muy seleccionados.
INVAGINACIÓN INTESTINAL
PATOGÉNESIS
Se describen diferentes tipos de invaginaciones:
– Ileocólica, la más frecuente.
– Ileoileal o yeyunoileal.
– Ileoileocólica.
– Colocólica, la menos frecuente.
La mayoría de las invaginaciones son idiopáticas. Se ha descri-
to una posible influencia de infecciones virales previas al episodio
(infecciones de vías respiratorias, otitis, gastroenteritis, etc.) que
provocarían una hiperplasia del tejido linfático, que actuaría como
cabeza invaginante.
Existen diferentes lesiones intestinales que pueden ser causa de
invaginación intestinal: divertículo de Meckel (el más frecuente), póli-
pos, quistes de duplicación intestinal, púrpura de Schönlein-Henoch,
linfoma intestinal, apendicitis, hematomas, malformaciones vascula-
res, celiaquía, enfermedad inflamatoria intestinal, etc.
Las invaginaciones yeyunoyeyunales o ileoileales suelen pre-
sentarse durante el postoperatorio de cirugía abdominal por una
incoordinación de la peristalsis.
CLÍNICA
Episodios de crisis súbitas de dolor abdominal cólico acompa-
ñado de irritabilidad con flexión de las extremidades inferiores hacia
el abdomen y vómitos. Las crisis son intermitentes con intervalos 787
sin dolor.
Si la obstrucción intestinal progresa aparecen:
– Vómitos biliosos.
– Letargia.
– Masa abdominal a nivel de hemiabdomen derecho.
– Rectorragias, moco sanguinolento con aspecto de jalea de grosella.
En un lactante letárgico sin otra sintomatología, la invaginación
intestinal debe ser uno de los diagnósticos diferenciales a tener en
cuenta.
DIAGNÓSTICO
Un diagnóstico preciso y rápido puede evitar un tratamiento
quirúrgico.
– Anamnesis y exploración clínica (tacto rectal).
– Ecografía abdominal, método de elección. Además de diagnosti-
car y tratar la invaginación, puede servir para descartar patología
subyacente. La imagen clásica de la invaginación intestinal es el
“donut” o “diana” representando las capas del intestino dentro
de sí mismo. Debe valorarse la perfusión y el estado de las asas
mediante el doppler.
– Radiografía abdominal, mucho menos sensible y específica. Se
puede observar un efecto masa a nivel de hemiabdomen derecho,
signos de oclusión intestinal, etc. Pueden servir de ayuda en el
diagnóstico pero nunca para descartar una invaginación en un
paciente con un alto grado de sospecha.
– TC abdominal, sólamente utilizado en casos en que la ecografía
no sea relevante o para descartar patología subyacente.
TRATAMIENTO
Ante todo, el paciente debe ser estabilizado mediante suerotera-
pia, analgesia y en algún caso descompresión del estómago con una
sonda nasogástrica. No suelen administrarse antibióticos profilácticos.
Por el potencial quirúrgico de la patología y por el riesgo de perfo-
ración durante la reducción, es preciso avisar al cirujano pediátrico.
– Reducción no quirúrgica mediante hidroenema guiado por eco-
grafía, tratamiento de elección en pacientes estables sin sospecha
de perforación intestinal. Presenta tasas de éxito del 85-95%,
788 siendo más dificultosa en pacientes menores de 3 meses, con
patología subyacente o con un cuadro evolucionado de más de
48 horas.
– Reducción no quirúrgica mediante neumoenema o hidroenema
con contraste guiado por fluoroscopia. Tiene unas tasas de éxito
similares y no es ecógrafo dependiente pero produce radiación
y no es tan útil para visualizar patología subyacente.
El riesgo más importante a tener en cuenta durante la desinva-
ginación es la perforación intestinal (1%).
Existe un 10% de probabilidad de recurrencia después de una
reducción exitosa mediante enema de la invaginación, mayor en
las primeras horas.
– Tratamiento quirúrgico: indicado cuando la desinvaginación me-
diante enema es incompleta, cuando hay sospecha de necrosis
o perforación intestinal o cuando se sospecha una lesión como
causa de la invaginación. La desinvaginación se puede realizar
mediante laparotomía o vía laparoscópica.
APENDICITIS AGUDA
CLÍNICA
– En una fase precoz, se presenta como dolor periumbilical que mi-
gra a cuadrante inferior derecho (generalmente 24 horas después
del inicio de los síntomas), focalizándose en fosa ilíaca derecha.
Si la clínica progresa, aparecerán signos de irritación peritoneal
(Blumberg, Rovsig, etc.).
– Sintomatología más inespecífica:
- Febrícula/fiebre.
- Vómitos.
- Alteraciones deposicionales: deposiciones dispépticas.
- Anorexia.
- Disuria en fases avanzadas.
DIAGNÓSTICO 789
El cuadro clínico típico suele presentarse en niños en edad escolar
y adolescentes. Sin embargo, en niños más pequeños la evolución
suele ser más rápida y con sintomatología muy variada, como fiebre
alta, vómitos o diarreas abundantes, o simple irritabilidad que puede
dejar en segundo plano al dolor abdominal.
El diagnóstico clínico de la apendicitis aguda puede ser difícil
debido a las múltiples presentaciones del proceso apendicular y a la
dificultad de obtener la información clínica en algunos casos. Ade-
más, existen muchos procesos que pueden simular una apendicitis.
– Analítica: leucocitosis con desviación a la izquierda y reactantes
de fase aguda elevados como la proteína C reactiva, la procal-
citonina o el fibrinógeno. Dependiendo del tiempo de evolución
estos parámetros pueden estar más o menos elevados, o incluso
normales.
– Ecografía abdominal: prueba muy útil para el diagnóstico de la
apendicitis aguda que sirve además para descartar otras causas
de dolor abdominal. Aunque no presenta una sensibilidad y es-
pecificidad tan alta como la TC, es una prueba complementaria
sencilla y que no emite radiación. La imagen ecográfica más
sugestiva de la apendicitis aguda es el apéndice cecal aumen-
tado (diámetro superior a 6 mm) no compresible. Además, po-
dremos observar otros signos indirectos, como trabeculación e
inflamación del mesenterio y grasa circundante, líquido libre o
colecciones, abscesos o apendicolitos.
– Existen algoritmos para valorar el riesgo de cada paciente de pa-
decer apendicitis. Los validados actualmente en Pediatría son el
Refined low-risk apendicitis score, el Alvarado score y el Pediatric
Appendicitis Score (Tabla 2) y clasifican el riesgo de apendicitis
en bajo, moderado o alto (Fig. 1).
Estas tablas pueden ayudarnos, pero la decisión terapéutica
debe basarse en una buena anamnesis y una exploración física
completa, complementada por otras pruebas diagnósticas.
TRATAMIENTO
El tratamiento definitivo es la apendicectomía, abierta o laparoscó-
pica. La técnica a realizar dependerá de las preferencias del cirujano,
del centro donde se realice y de las características del paciente.
790 TABLA 2. Pediatric Appendicitis Score (PAS).
Score (puntos))
Anorexia 1
Náuseas o vómitos 1
Migración de dolor 1
Fiebre > 38ºC 1
Dolor al toser, percusión o saltar 2
Dolor en cuadrante inferior derecho 2
Leucocitos > 10.000/mm3 1
Neutrófilos + bandas > 7.500/mm3 1
Total 10
Resultados:
Bajo riesgo: ≤ 2. Moderado: 3-6. Alto: ≥ 7.
INTRODUCCIÓN
La cojera y el dolor en extremidades inferiores en la infancia son
uno de los motivos de consulta más frecuentes, representan el 1,8%
de las consultas en un Servicio de Urgencias, con una relación varón/
mujer de 1,7:1 y una edad media de 4,35 años. La cojera nunca es
normal en un niño y a pesar de que la mayoría de estos episodios
serán autolimitados y estarán mayoritariamente relacionados con
pequeños traumatismos, actividad física excesiva o enfermedad
intercurrente, hay que realizar una buena orientación diagnóstica
dada las muy diversas etiologías, algunas de las cuales requieren
un tratamiento urgente.
El niño con cojera presenta un patrón de marcha anormal y
asimétrica secundaria a dolor, debilidad muscular o deformidad del
esqueleto. Cuando el niño es pequeño, el cuadro se puede pre-
sentar como una variante que consiste en el rechazo al apoyo del
miembro afecto.
Hay que tener en cuenta que la localización de la causa de la
cojera es muy diversa (columna vertebral, sistema nervioso central o
periférico, abdomen, pelvis o cualquier segmento de la extremidad
inferior).
1. Anamnesis
– Duración de la cojera.
– Modo de aparición: brusco en traumatismos, gradual en infec-
ciones y lenta en neoplasias, inflamaciones o causas mecánicas.
– Predominio horario del dolor: si se agrava durante la maña-
na es sugestiva de proceso reumatológico, en cambio si es un
TABLA 2. Causas de cojera según edad de aparición. 795
Sí Antecedente traumático No
Rx Sí Fiebre No
ARTRITIS SÉPTICA
Es importante el diagnóstico precoz de esta entidad ya que su-
pone una urgencia ortopédica que requiere un tratamiento precoz
para evitar secuelas. Puede aparecer en cualquier edad y con una
distribución similar entre sexos.
La etiología también varía con la edad (Tabla 3).
800 En el 95% de los casos, la afectación será monoarticular. Se
suelen afectar las grandes articulaciones, más frecuentemente la
rodilla y la cadera. El inicio de la clínica suele ser agudo y suelen
presentar síntomas generales (fiebre/febrícula, mal estado general,
rechazo del alimento o irritabilidad) y síntomas locales como signos
inflamatorios e impotencia funcional y posición neutra en reposo (en
la cadera: flexión, abducción y rotación externa). Presentarán dolor
muy intenso al mínimo intento de movilización. En ocasiones el inicio
de la clínica será insidioso, con síntomas que solamente se apreciarán
al movilizar la articulación afectada o al observar una disminución de
la movilidad voluntaria por parte del niño (pseudoparálisis).
El diagnóstico será inicialmente clínico pero precisa confirmación
con un estudio bacteriológico e histológico del líquido articular.
El tratamiento tiene que ser precoz y se basa en dos pilares:
artrocentesis/artrotomía y antibioterapia.
• < 5 años → Cefotaxima (150 mg/kg/d) + cloxacilina (100-200
mg/kg/d)
• > 5 años → Cloxacilina (100-200 mg/kg/d, cada 4-6 h, máx 12
g/día)
DOSIS ALTAS EN OSTEOMIELITIS/DOSIS BAJAS EN ARTRITIS
ENFERMEDAD DE LEGG-CALVE-PERTHES
Se trata de una necrosis avascular, de extensión variable, de la
cabeza femoral en edad infantil. Ocurre en niños varones entre 4-8
años, teniendo peor pronóstico si aparece pasados los 6 años de
edad. La afectación será bilateral en el 10-20% de los casos.
Los niños presentarán dolor y rigidez en la ingle, muslo o rodilla
(indistinguible de STC) de semanas o meses de evolución.
A la exploración física presentan una marcha antiálgica con limi-
tación a la rotación interna y abducción.
Para el diagnóstico nos ayudaremos de la radiografía de caderas
(AP y axial), aunque al inicio de la sintomatología puede ser normal.
Tras 2-3 meses de evolución del cuadro podemos observar diver-
sas alteraciones (aumento del espacio interarticular, disminución del
tamaño de la epífisis femoral con aumento de densidad, fractura
subcondral).
Hay que tener en cuenta que con la gammagrafía con Tc pode-
mos detectar signos patológicos en fases iniciales, como disminución
de la captación. La RMN es otra exploración complementaria muy 801
útil en fases precoces.
El tratamiento será ortopédico o quirúrgico, y los objetivos de
éste son evitar la deformidad y la contención de la cabeza del fémur.
BIBLIOGRAFÍA
1. Huguet-Carol R. Desarrollo y exploración del aparato locomotor. En: Cruz
M, ed. Tratado de pediatría. 9ª ed. Madrid: Ergon; 2006. p. 1977-80.
2. Garrido R. Orientación de un niño con cojera. En: Luaces C, Benito J,
Mintegui S, Pou J (eds). Tratado de Urgencias en pediatría. SEUP. Madrid:
Ergon; 2005. p. 577-81.
3. Ramón Krauel M, García García JJ. Infecciones osteoarticulares. En:
Benito J, Luaces C, Mintegui S, Pou J (eds). Tratado de Urgencias en
Pediatría. SEUP. Madrid: Ergon; 2005. p. 581-93.
4. Garrido R, Luaces C. Cojera en la infancia. En: Protocolos diagnósticos
y terapéuticos en Pediatría. Reumatología y Urgencias. AEP. 2002. p.
139-46.
5. Gascó Gómez de Membrillera J, Gascó Adrien J, Barra A. La cojera en
el niño. Orientación diagnóstica. Pediatr Integral. 2001; 6: 305-14.
6. Flynn JM, Widmann RF. The limping child: evaluation and diagnosis. J
Am Acad Orthop Surg. 2001; 9: 89-98.
7. Leet AI, Skaggs DL. Evaluation of the acutely limping child. Am Fam
Physician. 2000; 61: 1011-8.
8. Thompson GH, Scoles PV. Problemas ortopédicos. En: Nelson. Tratado
de Pediatría.15ª ed. Madrid: McGraw Hill Interamericana; 1997. p. 2389-
448.
9. Minguella J. Conceptos básicos de ortopedia infantil. Madrid: Ergon;
1995.
802
12.4. URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA
PEDIÁTRICA
J. Prat
Historia
Inspección general
Transitoria
Amaurosis fugax (raro)
Persistente
1. Patología vasooclusiva
Obstrucción arteria o vena central retina (raro)
2. Patología de nervio óptico
2.1. Neuritis óptica
2.2. Neuropatia óptica isquémica (raro)
3. Desprendimiento de retina
2. Alteraciones visuales
Visión borrosa
La visión borrosa tiene múltiples causas, algunas relacionadas
con alteraciones del segmento anterior y otras del segmento pos-
terior ocular. La agudeza visual hay que documentarla con algún
test. La pérdida de visión brusca o aguda debe ser evaluada por un
oftalmólogo con cierta urgencia.
Cuando la visión borrosa es causada por patologías del segmento
anterior, se acompaña de signos y síntomas característicos de las
enfermedades de la córnea, cristalino o iris. Sin embargo, la visión bo-
rrosa por patologías de segmento posterior pueden presentarse con
pérdida visual como único síntoma. Aquí hay que estudiar primero el
reflejo pupilar y luego hacer un fondo del ojo para orientar la patología
hacia una afectación del nervio óptico, la retina, la coroides y el vítreo.
Visión de puntos
Algunos niños pueden explicar ver puntos más o menos redon-
deados e incluso de color. Si bien suelen alarmar a los padres no
tienen casi nunca relevancia. Una causa rara son les convulsiones 805
visuales.
Migraña clásica
La migraña puede estar precedida de sintomatología oftalmológi-
ca tal como centelleos (luces en zig-zag en un cuadrante del campo
visual), manchas grises ondulantes o escotomas. Esta enfermedad
debe ser vista por el neurólogo; el oftalmólogo explorará al paciente
solamente cuando existan dudas diagnósticas.
Doloroso No doloroso
Córnea alterada Difuso
Herpes simple Párpados alterados
Úlcera bacteriana Blefaroqueratoconjuntivitis
Queratitis marginal Epiblefaron
Cuerpo extraño Triquiasis
Erosión corneal Chalazión
Párpados N
Conjuntivitis
Párpados alterados Localizado
Orzuelo Cuerpo extraño corneal
Blefaroqueratoconjuntivitis Hemorragia subconjuntival
Herpes zoster
Inyección conjuntival difusa
Conjuntivitis vírica
Conjuntivitis alérgica
Conjuntivitis bacteriana
Sequedad ocular
Glaucoma
Iridociclitis
Escleritis
a. Conjuntivitis
Conjuntivitis aguda es la primera causa de urgencia oftalmoló-
gica. A pesar de ello, aún no existen guías basadas en la evidencia
para el diagnóstico y el tratamiento empírico de la conjuntivitis
infantil. Los signos clínicos que caracterizan la conjuntivitis son el
ojo rojo y la secreción. Las principales causas son vírus, bacterias
y alergia. Conviene diferenciar un tipo clínico especial, la conjun-
tivitis neonatal.
Conjuntivitis neonatal
También llamada oftalmia neonatal, se define como una conjun-
tivitis en el primer mes de vida. Hay tres tipos principales de conjun-
tivitis neonatal: químicos, bacterias y virus. Aunque estas entidades
pueden presentar síntomas similares, el momento de la aparición de
los síntomas a menudo puede ser una pista útil para el diagnóstico.
La pomada de eritromicina es el fármaco más utilizado en la actua-
808 lidad para la profilaxis y sólo rara vez causa la conjuntivitis química
de inicio en las 24-48 h.
La epidemiología de infecciones neonatales está relacionada con
la transmisión de microorganismos en el momento del parto (pató-
genos del aparato genital o del intestino): Chlamydia trachomatis,
Neisseria gonorrhoeae, virus herpes simplex tipo 2, gramnegativos
entéricos, especies de estafilococos y estreptococos.
El diagnóstico preciso sobre la base de la exploración física es
difícil y a menudo requiere los datos suplementarios de laboratorio.
Infecciones por gonorrea clásicamente se inicia entre el 2º y 5º día
caracterizándose por una secreción mucopurulenta hiperagudo con
edema palpebral, conjuntivitis bulbar y quemosis; este organismo
puede penetrar a través de la córnea y ulcerarse rápidamente, cau-
sando ceguera. Las infecciones por clamidia empiezan entre el 5º y
el 14º día y se caracterizan por inyección conjuntival palpebral y la
inflamación con edema palpebral inferior asociada y secreción espesa.
Se deben obtener muestras para tinciones de Gram y cultivo, entre
otros, e iniciar inmediatamente tratamiento con ceftriaxona intrave-
nosa o intramuscular, ingreso hospitalario y lavados con solución
salina; también deben ser cubiertos para la enfermedad clamidia
con eritromicina oral para tratar la enfermedad oftálmica y prevenir
la aparición tardía de neumonía.
Staphylococcus aureus, Streptococcus epidermidis, Haemo-
philus influenzae, Escherichia coli, Pseudomonas y otras causas de
la conjuntivitis neonatal y presente típicamente 5 a 7 días de vida.
Los hallazgos clínicos son a menudo indistinguibles de la de otros
patógenos. El diagnóstico es mediante tinción de Gram y cultivo, y
el ungüento tópico de tobramicina o eritromicina es generalmente
aceptado como el tratamiento estándar. Si se encuentra Haemophilus
influenzae hay que tratar con antibióticos sistémicos y evaluar un
eventual estado general séptico.
La conjuntivitis neonatal causada por HSV-2 debe sospecharse
ante una historia materna de la infección, la blefaritis vesicular, o la
presencia de úlceras dendríticas oculares con tinción con fluoresceí-
na. El diagnóstico se realiza mediante técnicas de inmunofluorescen-
cia. El tratamiento implica aciclovir tanto tópico como parenteral y
evitar los esteroides. También conviene descartar un estado general
séptico.
Los padres deberían ser remitidos a un especialista en enfer- 809
medades de transmisión sexual ante cualquier tipo de conjuntivitis
neonatal.
Conjuntivitis bacteriana
Las conjuntivitis bacterianas son predominantes y principalmente
causadas por Haemophilus influenzae no tipificable, Streptococcus
pneumoniae y Staphylococcus aureus.
El curso clínico de la conjuntivitis bacteriana generalmente tiene
un inicio brusco unilateral, convirtiéndose en bilateral en 48 horas.
Empieza con lagrimeo e irritación y continúa con descarga mucopuru-
lenta y formación de costras o material adherente en las pestañas
así como enrojecimiento conjuntival difuso. No hay linfadenopatía
preauricular. Solo es preciso tomar muestras para analizar en los
casos severos o resistentes al tratamiento. El tratamiento es empírico
y suele incluir pomada de eritromicina o tobramicina o colirios con
fluoroquinolonas. Los colirios se administran 4-6 veces al día y las
pomadas preferentemente antes de acostarse. En el caso de decidir
usar solo pomadas antibióticas bastara con 3-4 veces al día, pero difi-
cultan la diferenciación de la secreción respecto de la propia pomada.
El síndrome conjuntivitis-otitis es común, ocurre alrededor de
un 25% de casos y se asocia con infecciones por Haemophilus
influenzae. La monoterapia con antibióticos sistémicos está indicada
(no precisa tratamiento tópico). Varios estudios sugieren que si el
Haemophilus influenzae se recupera de un cultivo, o si el paciente
tiene una historia de otitis media recurrente, es criterio suficiente para
instaurar dicho tratamiento.
Conjuntivitis vírica
La presencia de conjuntivitis viral es variable en la enfermedad
viral sistémica pediátrica. El tipo más común de conjuntivitis vírica
infantil es la causada por el adenovirus y se puede presentar de
forma aislada o en el contexto de un síndrome vírico generalizado.
Adenovirus pueden causar conjuntivitis inespecífica aguda carac-
terizada por los ojos rojos profusamente llorosos o con mayor se-
veridad, queratoconjuntivitis epidémica si la afectación corneal está
presente. El curso es autolimitado a una duración de 2 semanas,
comenzando con afectación unilateral que pasa a bilateral en varios
810 días y se acompaña de linfadenopatía preauricular. El diagnóstico
de la conjuntivitis adenovírica es pues fundamentalmente clínico,
pudiendo basarnos en algunos signos clínicos sospechosos como
la hemorragia conjuntival o los defectos epiteliales puntiformes de
la córnea de difícil visibilidad sin el uso de la lámpara de hendidura.
Las opciones de tratamiento son limitadas porque no hay trata-
miento efectivo para la conjuntivitis adenoviral y aunque se basa en
las medidas de apoyo tales como irrigaciones con suero fisiológico
para retirar la secreción, lágrimas artificiales y colirios con antiin-
flamatorios no esteroideos (colirio de diclofenaco) para aumentar
el confort (4 veces al día) y antibióticos tópicos para prevenir la
sobreinfección bacteriana (colirio de tobramicina). En presencia de
pseudomenbranas o simbléfaron hay que remitirlo al oftalmólogo
para que decida la conveniencia o no de retirarlas y/o añadir cor-
ticosteroides al tratamiento tópico. La prescripción de esteroides
oftálmicos en el servicio de urgencias pediátricas debería limitarse
debido a que podría prolongar la curación de una infección vírica o
ser especialmente peligrosos en las infecciones herpéticas.
En la fiebre faringoconjuntival (adenovirus) se presenta con la
tríada de faringitis, fiebre y conjuntivitis, tal como su nombre indica.
Las infecciones respiratorias causadas por rinovirus, enterovirus
e influenzavirus se acompañan de una conjuntivitis autolimitada en
cerca del 50% de los casos; lo mismo ocurre en el 30% de las in-
fecciones por virus respiratorio sincitial.
Las queratoconjuntivitis herpéticas fuera del período neonatal
son típicamente del HSV-1. El patrón típico de la queratitis herpética
son las dendritas corneales que se ponen en evidencia con la tinción
de fluoresceína, es más a menudo unilateral y puede asociarse con
vesículas cutáneas en la distribución de la rama oftálmica del nervio
trigémino (ver queratitis). Sin embargo, la presentación clínica más
común de conjuntivitis herpética es inespecífica, aunque se carac-
teriza por ser siempre dolorosa, El tratamiento debe ser indicado
por el oftalmólogo y consistirá generalmente en pomada de aciclovir
(Zovirax) tópico 5 veces al día o colirio de ganciclovir (Virgan).
Una característica muy importante de las conjuntivitis víricas es
su alto poder contagioso, circunstancia que hay que tener en cuenta
con los demás miembros de la familia y en la guardería o escuela,
donde no deberán asistir.
Conjuntivitis alérgica 811
Se han descrito 6 tipos de conjuntivitis alérgicas, si bien dos de
ellas son las que con más probabilidad nos podemos encontrar en
el contexto de urgencias pediátricas.
La conjuntivitis alérgica aguda es una reacción anafiláctica aguda
a la exposición masiva de alergeno sensibilizador. Las manifestaciones
clínicas llaman la atención debido a su carácter muy agudo, florido y
generalmente bilateral. Produce picor intenso (mayor en la zona ca-
runcular), edema palpebral y conjuntival que pueden ser importantes y
enmascaran el enrojecimiento ocular. El tratamiento consta de lavados
oculares rápidos para eliminar los supuestos aeroalergenos de la su-
perficie ocular. Se prescribirán colirios antihistamínicos cada 8 h y se
recomendará que al llegar a su domicilio cambie de ropa y se duche.
El proceso es autolimitado y de corta duración (horas a pocos días).
La queratoconjuntivitis vernal es una reacción inmunoalérgica
con participación de reacciones de hipersensibilidad tipo I y IV. Es
una forma específicamente infantil que se inicia alrededor de los 10
años, preferentemente en varones, siendo la adolescencia el periodo
de máxima actividad. Puede acudir de urgencias durante un episodio
agudo debido a una sensación de cuerpo extraño acompañado de
picor, lagrimeo y fotofobia. La sensación de cuerpo extraño puede
ser causada por papilas de gran tamaño en la conjuntiva tarsal su-
perior que rascan la córnea o por lesiones límbicas o corneales de
diversos tipos. Los síntomas y cronicidad pueden impactar en el
estado psicológico del niño. La familia conoce de su afección y muy
probablemente está siendo tratado con más o menos asiduidad
por un oftalmólogo. Lo importante a nivel de urgencias no es el
tratamiento de la enfermedad crónica, sino advertir la existencia de
alguna complicación corneal (inspección directa y bajo instilación de
fluoresceina), si hay una úlcera corneal blanquecina podría ser infec-
ciosa y precisa visita urgente por oftalmólogo para iniciar tratamiento
antibiótico (colirio y ungüento de tobramicina), mientras que si no se
observa ninguna complicación se deriva preferente al oftalmólogo.
b. Queratitis y uveítis
Primeramente hay que recordar que la inyección periquerática
es el signo clínico más importante que puede hacernos pensar en
una queratitis o una iridociclitis.
812 TABLA 3. Diagnóstico diferencial entre conjuntivitis, queratitis y uveítis.
2. Inflamación palpebral
La inflamación palpebral puede localizarse en el reborde palpebral
o ser generalizada en uno o dos párpados. Su intensidad puede
también ser muy variable. La inspección y la palpación pueden ayu- 813
darnos muchísimo para orientar este tipo de enfermedades, pues
pronto sabremos diferenciar si le patología está en el borde palpebral,
en la zona periorbitaria o en el interior de la órbita.
Las inflamaciones del borde palpebral son una de las causas más
frecuentes de urgencia oftalmológica, ya que a este grupo pertenecen
la blefaroqueratoconjuntivitis, el orzuelo y el chalazión.
b. Dacriocistitis aguda
Una obstrucción del conducto lacrimonasal, generalmente de
origen congénito, produce un retención de lágrima y material mu-
cinoso (secreciones de la pared del saco) en el interior del saco
lagrimal. Cuando el saco es colonizado por bacterias, se produce la
dacriocistitis, que ocasiona un grado variable de secreción (legañas)
acompañando a la epifora previa. Según las características de la
infección, podremos distinguir tres cuadros clínicos:
1. Dacriocistitis crónica: las bacterias crecen dentro del saco, ge-
neran pus y drenan hacia la superficie ocular a través de los
puntos lagrimales. Es la sintomatología habitual de un niño con
obstrucción congénita del conducto lacrimonasal.
2. Dacriocistitis aguda localizada: la infección pasa a fase de flemón
localizado en el saco lagrimal. Se manifiesta como una tumefac-
ción dolorosa localizada debajo del tendón cantal interno de los
párpados. El edema y el enrojecimiento de la región medial del
párpado inferior es variable. Se palpa el flemón apoyando el dedo
por dentro del reborde orbitario y por debajo del tendón cantal. 815
Al presionar el saco infectado de algunos niños puede drenarse
el contenido mucopurulento al exterior por los puntos lagrimales.
3. Dacriocistitis aguda con celulitis periorbitaria: es una dacriocistitis
aguda en la que las bacterias salen del saco lagrimal e infectan
los párpados. Se trata de una celulitis preseptal secundaria a
dacriocistitis y es muy raro que penetre dentro de la órbita debido
a la eficacia con que los septum orbitarios de la zona contienen
la infección. Objetivaremos un edema palpebral de predominio
medial inferior, puede también haber ptosis o inflamación del ala
nasal. A menudo no se objetiva que la celulitis es causada por una
dacriocistitis hasta que disminuye la inflamación generalizada con
el tratamiento antibiótico. En casos dudosos podemos ayudarnos
de una TAC orbitaria, la cual nos sirve para confirmar la afectación
primaria del saco lagrimal y la ausencia de afectación orbitaria.
El tratamiento de la dacriocistitis aguda se realiza con antibió-
ticos orales en régimen ambulatorio y se deriva al oftalmólogo los
días siguientes. La infección suele ser originada por Staphylococcus
epidermidis y Staphylococcus aureus, así que una buena opción es la
amoxicilina-clavulánico oral, 45 mg/kg/día repartidos cada 8 horas. En
casos con mala respuesta a este tratamiento o con celulitis preseptal
asociada es preferible ingresar al niño y tratarlo por vía intravenosa
con amoxicilina-clavulánico o cefuroxima. Evitaremos drenar le in-
fección debido a la buena respuesta a los antibióticos y a la cicatriz
residual resultante. Algunos abscesos drenan espontáneamente.
3. Desviación ocular
La desviación ocular se conoce generalmente como estrabismo.
Los recién nacidos suelen tener una inestabilidad ocular que se carac-
teriza por una desviación intermitente y variable durante los primeros
4 meses de vida, debido a inmadurez de los músculos oculares
extrínsecos. Sin embargo, esta desviación del lactante suele ser una
causa de preocupación de los padres y una posible visita urgente.
Aquí lo importante es saber diferenciar una desviación fisiológica de
una presentación clínica más preocupante.
Una desviación constante o bilateral podría ser la manifestación
de un trastorno neurológico u oncológico, debiendo ser investigados
por un oftalmólogo pediátrico.
816 En el estrabismo congénito suele haber movimientos oculares
normales durante los primeros meses de vida, para luego pasar a una
tendencia de desviar uno o ambos ojos. Se denomina endotropia si
hay una desviación hacia adentro del ojo y exotropia si la desviación
es hacia fuera.
El estudio de los reflejos corneales o el cover test son pruebas
que nos pueden poner de manifiesto una desviación ocular (ver ex-
ploración ocular).
En caso de encontrar estrabismo, debemos remitir al niño al
oftalmólogo de forma diferida para su estudio.
La función verdaderamente importante del pediatra de urgencias
es descartar una parálisis del VI o III pares craneales. El sexto puede
simular una endotropia mientras que el tercero una exotropía. Hay
que estar especialmente atentos cuando hay manifestaciones clíni-
cas sugestivas de hipertensión intracraneal como náuseas, vómitos,
letargo u ojos en puesta de sol.
El estudio de los movimientos oculares en urgencias (seguimiento
de un objeto o una luz) es muy útil, no sólo para encontrar las pará-
lisis de pares craneales, sino en el diagnóstico de varios trastornos
importantes como lesiones musculares en fracturas de órbita o ce-
lulitis orbitarias u otros procesos intracraneales que puedan afectar
la motilidad ocular.
Ver el apartado diplopía.
a. Heridas palpebrales
Conviene saber a efectos reconstructivos que el párpado se divi-
de en dos capas, la capa anterior, formada por la piel y el orbicular, y
la capa posterior, formada por el tarso o el retractor (elevador) más la
conjuntiva, ambas capas se reparan independientemente. Entre los
diferentes tipos de heridas palpebrales podemos encontrar:
– Erosión cutánea. Se limpia y se maneja como cualquier otra
erosión. No hay que taparlas. Algunos oftalmólogos recetan
Pomada Oculos Epitelizante 3 veces al día (poner muy poca) y
se evita la costra. Se infectan poco y curan mejor que en otras
localizaciones.
– Herida en la piel palpebral con o sin afectación del orbicular.
Una herida pequeña de capa palpebral anterior puede repararse
con tiras adhesivas o pegamento pero si tiene mayor tamaño
lo mejor es cerrarla con puntos sueltos de 6-0 que cojan piel y
orbicular. Los puntos se retirarán entre 7-10 días. El resultado
estético final es excelente puesto que la piel palpebral es la más
delgada del cuerpo y, por lo tanto, la que tiene menos capacidad
para dejar cicatriz.
– Herida de párpado superior con lesión del tendón del mús-
culo elevador. Una herida extensa en el párpado superior puede
producir ptosis por una sección del tendón del elevador. En tales
circunstancias se requiere una reconstrucción por planos bajo
anestesia general. Se reparará primero el tendón (aponeurosis)
del elevador con suturas de 5-0 reabsorbibles y luego se reparará
820 la capa anterior. La ptosis también puede ser producida por una
rotura contusita, en tales casos suele haber un hematoma en el
párpado.
– Heridas de borde libre. Las roturas de borde libre son de gro-
sor completo y suelen tener un componente vertical. Tanto las
capas anteriores como el tarso están afectados. Aquí es impor-
tante dejar el borde perfectamente alineado para evitar futuros
defectos de cierre palpebral. Primero se pasa una sutura de 6-0
reabsorbible en ambos tarsos, lo más cerca posible del borde
libre, que permitirá alinear los 2 bordes de la herida, es el punto
más importante. Tirando de los 2 hilos (no se han anudado aún)
empezaremos la reconstrucción de la capa posterior suturan-
do desde el lado más alejado del borde hasta acabar con otro
punto tarsal cercano al primero. Entonces se anuda el hilo de
referencia y ya tenemos reconstruida la capa posterior. La capa
anterior también se empieza en borde libre, pero con 2 suturas
(línea pestañas y cerca de la cara posterior) que se anudan y se
corta el hilo largo para poderlo fijar posteriormente a un punto
de piel e impedir que el hilo acabe contactando con la córnea.
Luego se colocan el resto de puntos, cogiendo piel y músculo.
Los puntos se retiran alrededor de los 10 días.
– Herida de canto medial con sección del canalículo lagrimal.
Hay que sospechar una sección de canalículo lagrimal siempre
que observemos una herida de borde palpebral en el canto me-
dial. Generalmente puede verse a simple vista pero en ocasiones
hay que pedirle al oftalmólogo que revise la lesión en la lámpara
de hendidura. La reparación del canalículo debe hacerla un of-
talmólogo oculoplástico y tenemos un máximo de 5-6 días para
que éste haga la reparación. Si no tenemos a uno disponible en
el momento, circunstancia más habitual, repararemos el párpado
y remitiremos al niño al oftalmólogo en 24-48 horas para que
programe la reconstrucción. Los oculoplásticos intentan reparar
siempre los canalículos, si bien la lesión de uno de ellos solamente
produce lagrimeo más fácil ante estímulos. Colocan un tubo de
silicona entrando por el punto lagrimal y saliendo por la fosa nasal
y luego ponen tres puntos de 6-0 o menos en los alrededores
de los cabos canaliculares. Luego se reconstruye el párpado. El
tubo se retira al cabo de 2-3 meses.
– Rotura palpebral grosor completo con pérdida de tejidos. Es 821
una lesión que afecta al borde palpebral, a todo el tarso y parte
de los fondos de saco conjuntivales y retractores palpebrales.
Puede ser más o menos irregular y haber más de una herida.
Se reconstruye por capas, tal como se ha comentado con ante-
rioridad, pero habrá que añadirle algún colgajo local para tapar
la pérdida de tejido. Reparadas las heridas, se dejará para un
segundo tiempo la reconstrucción de las secuelas.
– Arrancamiento palpebral. Algunos objetos que penetran entre el
párpado y el globo ocular (gancho) pueden arrancar parcial pero
extensamente un párpado. El arrancamiento completo es muy raro
puesto que una vez roto un canto, se libera la tensión, quedando el
párpado soportado por el otro canto. Hay que volver a colocar todo
el párpado en su sitio y reconstruir las dos capas independiente-
mente. No tiene por qué haber una necrosis del colgajo del párpado
arrancado, pues lo normal es que su pedículo irrigue lo suficiente.
b. Hemorragias palpebrales
– Equimosis palpebral. Las malformaciones vasculares orbitarias
(linfamgioma) y raramente coagulopatías pueden causar hemo-
rragias orbitopalpebrales. Sin embargo, la gran mayoría son de
origen traumático, pudiendo ser causadas por una contusión
palpebral o esconder una fractura orbitaria. Cuando su origen es
inexplicable en el contexto de un niño con otras lesiones debe
despertarse la sospecha de traumatismos no accidentales y con-
tactar con los servicios de protección infantil.
– Hematoma palpebral. El hematoma es más propio de trau-
matismos importantes donde puede haber heridas palpebrales
o fracturas orbitarias (reborde o paredes). El reborde orbitario
actúa de cizalla con el párpado y el objeto del traumatismo. Es
importante explorar siempre el globo ocular buscando lesiones,
aunque no siempre esto es posible debido a que el hematoma
impide la abertura palpebral y solamente podemos utilizar el TC
para documentar el ojo y la órbita. En algunos casos se pueden
utilizar separadores para explorar el ojo (blefarostato, separador
de Desmarres). Pero si se sospecha que pudiera haber una perfo-
ración es mejor no ejercer ninguna presión y enviar con urgencia
al niño a un oftalmólogo para que lo evalúe.
822 3. Traumatismos del globo ocular
a. Hemorragia conjuntival o subconjuntival (hiposfagma)
Es importante diferenciar entre una hemorragia conjuntival o
subconjuntival; la variante conjuntival se caracteriza por moverse
junto a la conjuntiva mientras el explorador la moviliza (la conjuntiva
la podemos mover ejerciendo una leve presión con el dedo sobre
el borde tarsal) y por no revestir ningún tipo de riesgo ocular. Otro
enfoque deberemos darle a la variante subconjuntival, en la que la
sangre se coloca entre la esclerótica y la conjuntiva produciendo un
abultamiento de la segunda. Aquí la sangre proviene de la escleróti-
ca, la coroides o del interior de la órbita respondiendo a uno de los
siguientes diagnósticos:
– Hemorragia subconjuntival simple.
– Perforación de la esclerótica (ver heridas incisas penetrantes del
globo).
– Hemorragia orbitaria con o sin fractura.
Hay que diferenciar la hemorragia postraumática de la espontá-
nea producida por maniobras de Valsalva bruscas como la tos o los
vómitos, coagulopatías, rotura de una malformación vascular orbitaria
(linfangioma) o neuroblastoma metastásico.
e. Contusión ocular
Su severidad depende de la intensidad del traumatismo, y pue-
de afectar a cualquiera de las estructuras oculares. Además de las
826 hemorragias palpebrales u subconjuntivales, así como las erosiones
corneales, debemos considerar tres lesiones muy importantes: el
hipema (hemorragia en cámara anterior, las lesiones vitreorretinianas
y el estallido del globo.
– Hipema. Es la presencia de sangre en la cámara anterior en
cantidad variable (leve sería un nivel de sangre menor de 1/3
de la altura, grave sería una ocupación completa de la cámara
anterior) debido a una lesión del iris o del cuerpo ciliar (rotura del
esfínter pupilar, iridodiálisis, recesión angular). Podemos además
encontrarnos con una midriasis irregular (por espasmo o por
rotura del iris) y con un aumento de la presión ocular (porque la
sangre interfiere el drenaje del humor acuoso). El hipema puede
ser tratado de forma conservadora en la mayoría de los casos:
- Parece razonable ingresar al niño en el hospital durante unos 5
días para asegurarse de que no realiza ninguna actividad física
excesiva (correr, saltar o practicar juegos violentos) y que el
oftalmólogo controle la presión intraocular. La inmovilización
estricta en cama y la oclusión binocular no han demostrado
mejorar el pronóstico. Es preferible que el niño duerma con el
cabezal elevado para dejar sedimentar la sangre y facilitar su
evacuación.
- Hay que tratar tópicamente con colirio de atropina 1% cada
12 h para producir midriasis y colirio de dexametasona cada
6 h (Maxidex) con la finalidad de evitar adherencias iridocris-
talinianas y el resangrado (limita los movimientos del iris).
- En hipemas completos se han recomendado prednisolona 1-2
mg/kg/día durante 3 días y ácido aminocaproico 100 mg/kg
cada 8 h, este último en mayores de 8 años
Las posibles complicaciones que puede encontrarse el oftalmó-
logo son: el aumento de la presión intraocular (frecuente y que
requerirá tratamiento antiglaucomatoso), el resangrado (entre el
3º y 5º día) y la hematocórnea (tinción hemática de la córnea por
persistencia de un hipema completo más allá de 10 días). Algunos
casos deberán ser drenados quirúrgicamente.
– Luxación o subluxación del cristalino. El cristalino se desplaza
por una rotura de la zónula a causa de una contusión violenta.
Se produce una pérdida visual por el trastorno refractivo conse-
cuente y ocasionalmente diplopía monocular. Es difícil observar
esta lesión mediante una inspección ocular simple a no ser que el 827
cristalino se haya desplazado a cámara anterior, produciendo un
bloqueo pupilar y glaucoma agudo, en tal caso sería una urgencia
oftalmológica. En general, ante la sospecha de una luxación o
subluxación de cristalino debemos solicitar una exploración por
el oftalmólogo en menos de 24 h.
– Lesiones vitreorretinianas. Este tipo de lesiones deben sos-
pecharse en toda contusión ocular relativamente importante.
Podemos encontrar una gran variedad de lesiones.
- La hemorragia vítrea, que puede ser de intensidad variable,
desde pequeña, que se manifestará por la visión de pequeños
cuerpos flotantes (miodesopsias) hasta una masiva, que pro-
ducirá una pérdida visual completa. La hemorragia produce
una alteración en el reflejo rojo, siendo más opaco cuanta más
hemorragia haya en el vítreo. Hay que remitir al oftalmólogo
al día siguiente o pocos días después. La intensidad de la
hemorragia puede enmascarar lesiones retinianas. Una eco-
grafía en modo B permitirá observar el estado de la retina si la
hemorragia no permite ver el fondo del ojo. En casos en que
no encontramos lesiones retinianas es conveniente esperar 1
mes para que se reabsorba la hemorragia al máximo y practicar
una vitrectomía.
- El edema de retina, que puede ser periférico o central. Si bien
el periférico puede pasar desapercibido, el edema de mácula
o “edema de Berlin” provocará una importante pérdida visual.
El edema es el reflejo de un fenómeno isquémico y tiende a
reabsorberse espontáneamente en varios días. Algunos oftal-
mólogos indican 1mg/kg/día de prednisona durante 5 días en
los casos más severos.
- El desprendimiento de retina por contusión suele ser una
diálisis retiniana en la ora serrata más que causado por trac-
ción vitreorretiniana como el desprendimiento tradicional. El
oftalmólogo experto en retina debe operar al niño en pocos
días.
- El agujero macular es una pequeña rotura retiniana central
como consecuencia de tracciones en las capas internas de
la retina. Produce una pérdida visual central. Ante su sospe-
cha debe ser evaluado por un oftalmólogo en días. Si bien la
828 mayoría se resuelven espontáneamente en menos de 1 mes,
otros precisan cirugía.
- En la rotura de coroides aparece una hemorragia subretiniana
en el polo posterior que cuando se resuelve hace visible la
rotura. Produce importante pérdida visual cuando afecta a la
fóvea o un escotoma cuando se localiza en otro lugar.
– Estallido de globo ocular. Es una rotura escleral o esclerocorneal
por una compresión excesiva sobre el globo con expulsión al
exterior de parte del contenido. Es la peor situación oftalmológica
posible. Hay que sospecharla ante los siguientes signos:
- Visualización directa de la herida con material intraocular en
ella.
- Hipema.
- Hipotonía ocular.
- Aumento de profundidad de la cámara anterior o al contrario,
pérdida de ella (hipotalamia o atalamia)
- Hemorragia subconjuntival de coloración negruzca (por pro-
lapso de tejido uveal).
Aquí está prohibido realizar maniobras que puedan comprimir
el globo puesto que podrían expulsar parte de su contenido
empeorando la situación. Hay que contactar urgentemente con
un oftalmólogo y preparar el paciente para cirugía. El oftalmólogo
suturará las heridas para intentar salvar el globo aunque oca-
sionalmente la lesión es de tal gravedad, que puede ser mejor
practicar una evisceración en implante orbitario para una prótesis
ocular, claro está, previa conversación con los padres.
BIBLIOGRAFÍA
1. Sehu W, Swamy B. Eye Emergency Manual: An Illustrated Guide. 2nd ed.
NSW Department of Health. Sydney 2009. Disponible en: http://www.
clinicalguidelines.gov.au/search.php?pageType=2&fldglrID=1559&
2. American Academy of Ophthalmology. Pediatric ophthalmology and stra-
bismus. Basic and clinical science course 2011-2012, section 6. American
Academy of Ophthalmology; 2011.
3. Fleisher GGR, Ludwig S, Henretig FM, M.D. Textbook of Pediatric Emer-
gency Medicine. Lippincott Raven; 2006.
4. Prentiss KA, Dorfman DH. Pediatric ophthalmology in the emergency
department. Emerg Med Clin North Am. 2008; 26: 181-98.
5. Committee on Practice and Ambulatory Medicine Section on Ophthalmo-
logy; American Association of Certified Orthoptists; American Associa-
tion for Pediatric Ophthalmology and Strabismus; American Academy of
Ophthalmology. Eye examination in infants, children, and young adults by
pediatricians: organizational principles to guide and define the child health
care system and/or improve the health of all children. Ophthalmology.
2003; 110: 860-5.
6. Levin AV. Eye emergencies: acute management in the pediatric ambulatory 831
care setting. Pediatr Emerg Care. 1991; 7: 367-77.
7. Sit M, Levin AV. Direct ophthalmoscopy in pediatric emergency care.
Pediatr Emerg Care. 2001; 17: 199-204.
8. Sauer A, Speeg-Schatz C, Bourcier T. Red eye in children. Rev Prat.
2008; 58: 353-7.
9. William N Clarke. Ophthalmic emergencies in infants and children. Paediatr
Child Health. 2003; 8: 413-4.
832
12.5. URGENCIAS EN ODONTOPEDIATRÍA
A. Cahuana, R. Correia
TRAUMATISMOS BUCO-DENTALES
Todo traumatismo requiere un examen minucioso, a fin de deli-
mitar la lesión y descartar signos de gravedad, como fracturas óseas
o traumatismos con compromiso neurológico. En el caso de heridas
intraorales, las mismas deben ser suturadas.
Los traumatismos dentales se clasifican en contusión, fractura
dental, luxación; los consideraremos en ambas denticiones, temporal
y permanente, ya que plantean actuaciones diferentes.
En dentición temporal
Contusión
Habitualmente no es una urgencia. Es el traumatismo que no
llega a fracturar, ni desplazar el diente de su alvéolo. Puede afec-
tarse la pulpa y manifestarse tardíamente por alteraciones del color
y/o complicaciones infecciosas, como abscesos y fístulas apicales.
Pauta: control odontológico en consultas externas.
Fractura
1. Fractura coronal simple: la fractura afecta sólo al esmalte.
Pauta: el tratamiento puede posponerse a los días siguientes,
tanto para reconstruir o eliminar puntos cortantes y/ o punzantes,
a ser realizado por el odontólogo en consultas externas.
2. Fractura coronal complicada: la fractura de la corona es de mayor 833
magnitud, puede ser en varios fragmentos, exponiéndose la pulpa
cameral.
Pauta: requiere visita al día siguiente para tratamiento pulpar y
así conservar el diente, o exodoncia del mismo.
3. Fractura compleja: son fracturas que afectan a la raíz del diente.
Pauta: remitir a odontología, requerirá la extracción de la corona.
Luxación
El diente se ha desplazado parcialmente en el alvéolo y general-
mente se acompaña de fractura alveolar. Hay varias posibilidades.
1. Intrusión: el diente ha roto el lecho alveolar, se ha metido dentro,
es la lesión que más se relaciona con una lesión secundaria del
diente permanente.
Pronóstico reservado. Se puede intentar recolocar el diente si
el trauma es reciente. Si han transcurrido más de 24 horas, se
aconseja conducta expectante, esperando re-erupción espon-
tánea. La persistencia de la intrusión por más de 6 meses obliga
a efectuar la exodoncia.
Pauta: remitir a odontología para control y seguimiento.
2. Extrusión: el diente se halla fuera del alvéolo. Si la extrusión es
mínima, se indica conducta expectante. Si la extrusión es mayor,
es probable que el diente esté fuera del alvéolo, sólo sujeto por
las fibras periodontales, o totalmente fuera del alvéolo (avulsión).
En estos casos se debe extraer el diente, ya que el riesgo de
perderlo y/o tragarlo es mayor.
Pauta: remitir a odontología con carácter urgente.
3. Luxación lateral:
- Luxación corono-vestibular, rara, la corona sobresale hacia
adelante y puede dañar al diente permanente, generalmente
se pierde el diente.
Pauta: remitir al odontólogo para realizar la exodoncia.
- Luxación corono-lingual, cuando la corona del diente luxado ha
sido desplazada hacia lingual, impidiendo una oclusión normal.
Se debe intentar recolocar el diente en su posición previa al
trauma, actuación limitada por la escasa colaboración del niño
pequeño, con riesgo de favorecer la pérdida del diente.
Pauta: remitir a odontología con carácter urgente.
834 Avulsión
El diente ha salido totalmente de la cavidad.
No se recomienda el reimplante del diente temporal.
En dentición permanente
La conducta a seguir difiere según el tipo de traumatismo.
Fractura
1. Fractura coronal, sin exposición pulpar: si la fractura está limitada
al esmalte dental, puede ser necesario el pulido de los bordes
cortantes. Si es mayor precisará la reconstrucción con material
estético en los siguientes días.
Pauta: remitir al odontólogo con carácter normal
2. Fractura coronal con exposición pulpar: requiere tratamiento prio-
ritario más complejo, ya que la contaminación del tejido pulpar
ocurre en las horas siguientes.
Pauta: remitir a odontología con carácter urgente.
3. Fractura corono-radicular compleja: requiere tratamiento odon-
tológico.
Pauta: remitir a odontología con carácter urgente.
Luxaciones
La mayoría se acompañan de fracturas alveolares. En grados
mínimos, la conducta es expectante. En los siguientes es aconse-
jable la recolocación del diente en su alvéolo lo más pronto posible,
recolocando las láminas óseas alveolares y los dientes permanecerán
fijados con ferulización semirrígida por unas semanas.
Pauta: remitir a odontología con carácter urgente.
Avulsión
Es la salida completa del diente de su lecho alveolar o desarti-
culación, constituye una verdadera urgencia.
Es un accidente frecuente entre los 8-12 años de edad .El tra-
tamiento es el reimplante. Se sabe que el éxito del reimplante de-
penderá del tiempo transcurrido, del transporte del diente, de la
contaminación y del estado de maduración radicular.
El tratamiento es urgente y estará orientado a evitar complica-
ciones básicas: la infección pulpar y la anquilosis secundaria.
Pauta general: 835
1. Reimplantar y reposicionar (urgente), de inmediato, si es posible
cerca del lugar del accidente. El alvéolo y el diente se irrigan con
suero y se reimplanta; este paso podría ser realizado por personal
sanitario con experiencia. Los pasos siguientes serán efectuados
por el odontopediatra.
En caso de no reimplantarse de inmediato, recomendar el trans-
porte del diente en medio adecuado: 1) leche, 2) suero fisiológico
y 3) saliva.
2. Ferulización: por odontopediatra, quien verifica la posición del
diente reimplantado mediante Rx y se feruliza con férula flexible
durante 7-10 días.
3. Indicar tratamiento analgésico-antiinflamatorio, antibióticoterapia
con amoxi-clavulánico durante 7 días, dieta apropiada y medidas
de higiene periodontal.
4. Control posoperatorio: a los 7-10 días se retira la férula y se
decidirá la necesidad de tratamiento pulpar.
Existen consideraciones específicas según maduración radicular
que tendrá en cuenta el odontólogo.
INFECCIONES
La infección odontógena tiene su origen en las estructuras que
forman el diente y el periodonto y que afectan a los huesos maxilares
en su región apical.
Puede ser focal, cuando evoluciona perforando la cortical y
periostio de los maxilares, intentando su apertura espontánea a la
cavidad bucal, en una zona cercana al diente responsable; o secun-
daria, cuando afecta a estructuras próximas a los maxilares o incluso
a distancia, siguiendo los espacios anatómicos faciales, pudiendo
comprometer la vida del paciente.
Las causas de infección odontógena son la caries, la perico-
ronaritis de erupción y el trauma dental.
Clínica
La infección odontógena puede evolucionar de diferente forma,
dependiendo del tipo de gérmen, el número, grado de virulencia y de
la resistencia del huésped. Los gérmenes al llegar a la pulpa dental
ocasionan pulpitis (dolor intenso y pulsátil), conduciendo a una ne-
836 crosis pulpar. Superado el diente, aparece una colección purulenta en
el espacio periapical y tiende a buscar una salida a través del hueso,
atravesando el periostio, dando lugar a un absceso subcutáneo,
submucoso o subperióstico,de donde puede diseminarse a través
de los planos y espacios anatómicos, siendo los más frecuentes las
celulitis cervicofaciales.
La forma supurada da dolor importante, malestar y fiebre. En el
maxilar generalmente aparece un absceso vestibular bucal, otras
veces un absceso palatino. Si sobrepasa los músculos bucales evo-
lucionará a una celulitis infraorbitaria-facial.
En la mandíbula puede dar un absceso vestibular bucal, sublin-
gual, submandibular o mentoniano. El límite entre el espacio sublin-
gual y submandibular es el músculo milohioideo y cuando se afectan
ambos espacios se llega a producir una celulitis maligna conocida
como “angina de Ludwig”, en el que la evolución puede llevar a
obstruir las vías respiratorias por elevación de la lengua.
En caso de afectar a planos profundos, existe la posibilidad de
producirse abscesos en los espacios submaseterinos, pterigoman-
dibular, temporal, faríngeo y retrofaríngeo. En estos casos aparecerá
dolor intenso y trismus.
La infección odontógena en su evolución puede ocasionar graves
complicaciones, como mediastinitis, producida por diseminación del
proceso infeccioso a través de los espacios cervicales retrofaríngeos
y laterofaríngeos, con una mortalidad superior al 40%.
Tratamiento
En urgencias es importante el diagnóstico precoz. La presencia
de celulitis y abscesos en espacios profundos requerirán trata-
miento hospitalario. La presencia de fiebre, y leucocitosis justifican
el ingreso del paciente. En caso de disfagia, trismus o disnea,
estaremos en presencia de un proceso infeccioso grave, que re-
querirá, además del tratamiento médico y quirúrgico, el control
de la vía aérea.
El tratamiento de las infecciones odontógenas comprende tres
apartados:
– Odontológico: muy eficaz en el inicio del proceso y consiste
básicamente en la apertura cameral y/o la exoodoncia del diente
afectado.
837
Traumatismo bucodental
Dentición temporal
Dentición permanente
BIBLIOGRAFÍA
1. Andreasen JO, Andreasen FM, Bakland LK, flores MT. Traumatic dental
injuries. A manual. 1st ed. Copenhagen: Munsksgaard, 2000.
2. Krasner P. Tratamiento de los desplazamientos y avulsiones de los dientes.
En: Clínicas Odontológicas de Norteamérica. Vol 1. Méjico: Interameri-
cana; 2000. p. 119-45.
3. García-Ballesta C, Pérez-Lajarín L, Castejón-Navas I. Prevalencia y etiolo-
gía de los traumatismos dentales. Una revisión. RCOE. 2003; 8: 131-41.
4. García-Ballesta C, Pérez-Lajarín L, López-Nicolás M. Pautas de actuación
en las lesiones traumáticas que cursan con luxación. RCOE. 2003; 8:
155-66.
5. García-Ballesta C, Pérez-Lajarín L, Cózar-Hidalgo A. Nuevas tendencias
en el tratamiento de la avulsión dental. RCOE. 2003; 8: 171-84.
6. BeriniL, Bresco M, Gay C. Celulitis bucal y cervicofacial: Concepto, etio-
patogenia, clínica, diagnóstico, y tratamiento. Medicina Oral. 1999; 4:
337-50.
7. Bascones A, Bascones J. Infecciones orofaciales odontogénicas: Diag-
nóstico y tratamiento. Jano. 2000; 1: 5-25.
8. Gilon y Brandt L, Lahaye T, Heymans O. Systemic infections of dental
origin. Rev Stomatol Chir Maxilofac. 2002; 103: 26-9.
SECCIÓN 13. URGENCIAS PSICOSOCIALES
Coordinador:
Jordi Pou i Fernández
841
13.1. PROTOCOLO DE ACTUACIÓN FRENTE A
UNA SITUACIÓN DE MALOS TRATOS
J. Pou
PROCESO DIAGNÓSTICO
Anamnesis
Tiene que ser muy completa, ya que en algunos casos (el abuso
sexual) puede ser la única prueba del MT.
Debe incluir los antecedentes familiares y personales, la situación
psicosocial del niño, el entorno familiar, conociendo dónde y con
quién vive el niño, quién lo cuida, hábitos personales, hábitos tóxicos
en la familia, violencia intrafamiliar, etc.
Habitualmente nos es relatada por un adulto, pero si es posible
(sobre todo en el abuso sexual), conviene recoger lo que dice el niño
y anotarlo literalmente en la historia. En este caso es de un interés
crucial el obtener sensaciones vividas por el pequeño (tacto, olor,
sabores, lugares, etc.) ya que ayudan a dar credibilidad a lo dicho.
Nuestra entrevista debe ir destinada a descubrir, en primer lugar,
los indicadores indirectos de MT, como pueden ser:
– Trastornos de conducta (pasividad, agresividad, pérdida de
autoestima, etc.).
– Cambios emocionales (tristeza, llanto fácil, etc.).
– Manifestaciones de somatización.
– Trastornos del sueño (insomnio, somnolencia exagerada, etc.).
– Trastornos del apetito.
– Pérdida de control de esfínteres.
– Fracaso escolar no esperado o no sospechado.
– Falta de apego o temor frente a los adultos.
Aunque ninguno de ellos es decisorio, su presencia debe hacer-
nos pensar en el maltrato como una posibilidad más del diagnóstico
diferencial.
También es importante la existencia de factores de riesgo que
pueden ayudarnos cuando sospechamos MT, pero sobre todo que
deben ponernos en alerta sobre un posible caso de abuso. Entre los
más frecuentes tenemos:
– Antecedentes familiares de maltrato.
– Problemas conyugales con violencia intrafamiliar o separaciones
matrimoniales traumáticas.
– Problemas económicos.
– Hacinamiento familiar. 843
– Hábitos tóxicos.
– Presencia en el niño de trastornos del desarrollo, minusvalías, etc.
– Enfermedades crónicas. Niños hiperactivos.
– Embarazos no deseados.
– Separación materna en período de RN.
La presencia de algunos de los indicadores o factores de riesgo
pueden unirse a otros datos de sumo interés, como son:
– Retraso en la solicitud de asistencia.
– Historia clínica que no coincide con los hallazgos clínicos.
– Lesiones o accidentes repetidos.
– Errores repetidos en tratamientos crónicos.
– Falta de mantenimiento de los cuidados mínimos del niño (alimen-
tación, vestimenta, higiene, controles médicos, vacunas, etc.).
Salvo en el abuso sexual, la anamnesis pocas veces será de-
finitiva para realizar el diagnóstico y, por tanto, serán necesarios la
exploración física y los exámenes complementarios para hacerlo.
Exploración física
Siempre que nos sea posible solicitaremos la presencia del
médico forense mediante comunicación telefónica o por fax con el
Juzgado de Guardia.
Debe ser completa, incluyendo todos los aspectos (inspección,
palpación, auscultación, etc.), incluyendo el ano y los genitales.
Las lesiones deben describirse con detalle intentando, además,
calcular el tiempo de evolución y la explicación, si podemos, del
posible mecanismo de producción o al menos si concuerda con el
que se nos ha explicado como causante de la lesión. Todos estos
detalles son de suma importancia para el informe que el médico fo-
rense deberá emitir posteriormente cuando, a bien seguro, la mayoría
de las lesiones habrán desaparecido. Siempre que nos sea posible
deberíamos fotografiarlas.
De todos los pasos de la exploración, la inspección es, sin duda,
el más importante, y tenemos que buscar:
– Magulladuras.
– Quemaduras (compatibles con cigarrillos).
– Punciones.
– Desgarros.
844 Y deben hacernos sospechar cuando:
– Hay lesiones en diferente estadio evolutivo.
– Aparecen en zonas cubiertas y poco frecuentemente lesionadas
en la infancia.
– Tienen formas geométricas, bordes rectos, o recuerdan a uten-
silios u objetos de uso humano.
– Lesiones en cuero cabelludo a nivel occipital o parietooccipital
mal explicados.
La existencia de lesiones cutáneas sospechosas nos obligan a
buscar, mediante exámenes complementarios, la existencia de otras
lesiones internas.
Con el objeto de determinar la antigüedad de un hematoma, es
bueno recordar la evolución:
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el color del hematoma
depende de muchas cosas, como es el tiempo transcurrido, la edad
del niño, el lugar en que se localiza, del volumen de la hemorragia,
de si hay otras patologías, de las características orgánicas de la piel.
Exámenes complementarios
La mayoría de las veces son los únicos datos objetivos que des-
cartan otras patologías y pueden corroborar el diagnóstico.
Analítica de sangre
Debemos descartar siempre la presencia de enfermedades o tras-
tornos de la coagulación que expliquen la presencia de hemorragias.
Algunos niños maltratados presentan un cuadro pseudomiopático
por lesiones musculares repetidas. Podemos demostrar la existencia
de un cuadro crónico mediante la determinación y elevación de las
cifras de CPK y aldolasa.
Otros análisis deberán hacerse de acuerdo con el cuadro clínico,
pero no tenemos que olvidar que el síndrome de Munchausen es un
cuadro clínico que se conoce también por presentar con frecuencia
el llamado «caos bioquímico» y que, por tanto, la cantidad y variedad
de hallazgos pueden ser múltiples.
Ecografía cerebral 845
En lactantes con fontanela abierta es de gran utilidad por la fa-
cilidad y poca agresividad de la prueba. Nos sirve sobre todo para
conocer la existencia de hemorragias agudas y para descartar otras
patologías.
Radiología convencional
Debe ser practicada cuando sospechemos MT, sobre todo en ni-
ños pequeños, ya que un 36% de éstos presenta lesiones radiológicas.
La presencia de fracturas en un menor de un año tiene que hacernos
sospechar, ya que en un 56% de los casos corresponde a MT.
A los niños menores de 2 años en los que sospechemos MT
tenemos que realizarles una serie esquelética. Si la edad es entre 2
y 5 años, únicamente la haremos cuando la clínica sea sugestiva y
pensemos que puede aportar datos. A partir de los 5 años la radio-
logía será selectiva de acuerdo con la clínica.
La serie esquelética tiene que incluir siempre:
– Cráneo: frente, perfil, Towne y raquis cervical.
– Tórax: anteroposterior y perfil (en la petición debemos recalcar
que queremos ver el marco óseo para que la penetración sea la
correcta).
– Raquis: imagen toracolumbar lateral incluyendo pelvis.
– Extremidades: superiores con cintura escapular y manos. Infe-
riores con raquis lumbar bajo, pelvis y pies.
No es conveniente, en los niños pequeños, el realizar una única
radiografía de todo el cuerpo que coja todo el esqueleto.
Para poder datar las lesiones es importante recordar que:
– 5 a 10 días: aparición de hueso nuevo perióstico.
– 10 a 14 días: callo blando.
– 15 a 21 días: callo duro.
La presencia de imágenes de engrosamiento perióstico corres-
ponde a lesiones por tracción o torsión, y aparecen entre los 5 y 14
días de haberse producido.
Sin tener en cuenta la historia clínica, deberíamos sospechar de
las fracturas:
– En extremidades en niños < 9 meses.
– Las metafiso-epifisarias, que difícilmente se producen de forma
accidental.
846 – Fracturas costales, sobre todo en < 2 años.
– Fracturas vertebrales en lactantes.
– Diferentes estadios evolutivos en varias fracturas.
Gammagrafía ósea
Sirve para detectar la presencia de otros focos de fractura. Pese
a ello es poco utilizada, ya que la radiografía suele ofrecer mejores y
más demostrativas imágenes de las fracturas.
TAC y RNM
La existencia de lesiones a nivel del SNC es muy frecuente y
por ello la investigación mediante neuroimagen es de gran interés.
La TAC tiene mayor utilidad que la RNM a la hora de diagnosticar
hemorragias subaracnoideas y las lesiones de la bóveda craneal. Para
el diagnóstico de hematomas epidurales y subdurales, es similar a la
RNM. Tiene la ventaja de poder ser realizado en pacientes inestables.
La existencia de una TAC normal en un primer momento no
descarta la posibilidad de mala evolución e intervención quirúrgica
posterior, por lo que será necesario un correcto control evolutivo. La
existencia de una TAC inicial normal y una buena evolución clínica
descarta la necesidad de nuevas exploraciones. Si la evolución no
es buena a partir del 5º día, suele ofrecer más información una RNM
que una nueva TAC.
La RNM, por contra, es mucho más eficaz para descubrir las
lesiones cerebrales profundas, determinar la edad de las acumulacio-
nes líquidas extracerebrales y distinguir entre hematomas subdurales
crónicos y atrofia cerebral.
Tiene el inconveniente de no poderse realizar en enfermos ines-
tables, por lo que está más indicado en situaciones subagudas o
crónicas.
Fondo de ojo
En los niños pequeños, cuando sospechemos la presencia de
MT, es necesario realizar un fondo de ojo.
La presencia de hemorragias retinianas, pasado el período de
recién nacido inmediato al parto, son diagnósticas de MT, ya que en
rarísimas ocasiones se pueden producir por mecanismo diferente al
de la sacudida.
Las hemorragias en llamarada desaparecen en una semana. Los 847
restos de una hemorragia retiniana pueden permanecer durante 3
o 4 semanas.
En alguna ocasión, la imagen de lesión ocular puede ayudar a
hacer el pronóstico de daño neurológico o de hándicaps visuales
posteriores.
TRATAMIENTO
Una vez realizado el proceso diagnóstico, el paso siguiente es
instaurar el tratamiento. Además de la cura de las posibles heridas
(quemaduras, fracturas, desgarros, etc.) y de prevenir otras enfer-
medades o problemas (embarazo, ETS, etc.) es conveniente tener
presente la necesidad que pueden tener estos niños de tratamiento
o apoyo psicológico urgente. Deberemos asegurarnos que cualquier
tratamiento instaurado y que deba continuar se mantenga. Final-
mente deberemos tomar las medidas de prevención secundaria (en
situación de riesgo) o terciaria (en situación de MT) para evitar que
vuelva a ocurrir.
MEDIDAS DE PREVENCIÓN
Si hemos llegado a un diagnóstico de MT o de SMT, la prevención
debe ser inmediata. Si el niño convive, tiene contacto con el agresor
o tenemos la más pequeña duda de que puede ser así, podemos
actuar de dos maneras diferentes:
– Ingresar al pequeño en un Centro hospitalario hasta que se aclare
el diagnóstico y/o la situación, para lo cual debemos comunicar los
hechos a los Servicios Sociales y al Juzgado de Guardia (si que-
remos evitar las visitas concretas del padre o la madre o ambos).
– Acudir telefónicamente o vía Fax al Servicio de Atención Urgente
de los Servicios Sociales y comunicar la situación. Aunque lo
hagamos por teléfono, luego habrá que hacerlo por escrito tal
como detallaremos.
848 COMUNICACIÓN A LAS AUTORIDADES
El diagnóstico de MT obliga a la comunicación de los hechos a
las autoridades judiciales (Juzgado de Guardia). Como posteriormente
se derivarán una serie de intervenciones diferentes, es aconsejable
desde un primer momento y una vez estamos seguros de que el
niño está protegido, hacer la misma comunicación a los Servicios
Sociales y a la Fiscalía de Menores, ya que el tipo de diligencias que
llevan unas y otras son paralelas pero distintas.
Si nuestro diagnóstico es de SMT, deberemos comunicar con
los servicios sociales de nuestro entorno o, si ello nos es difícil, di-
rectamente con los servicios sociales de la Comunidad Autónoma.
En cualquier caso, nuestro comunicado, que siempre debe rea-
lizarse por escrito, ha de ser siempre muy técnico, muy profesional
y sobre todo muy objetivo, describiendo y razonando lo que pen-
samos y hemos comprobado sin incluir impresiones u opiniones no
demostradas, ni informaciones de otras personas.
Es muy importante que contenga el máximo de información
posible ya que muchas de las cosas que nosotros observaremos
desaparecerán con el tiempo y no podrá ser corroborado por otros
médicos (forenses), encargados de emitir el informe pericial (el nuestro
es un informe asistencial).
Es ineludible que el informe contenga datos de filiación del menor
(edad, sexo, domicilio, lugar donde han ocurrido los hechos, con
quién vive y si se encuentra protegido o no).
Si poseemos documentos gráficos demostrativos es conveniente
adjuntarlos o hacerlo saber anotándolo en el informe.
INTERVENCIÓN JUDICIAL
Es fácil que de un diagnóstico de MT se derive una diligencia
judicial. Ésta puede ser básicamente de dos tipos, de acuerdo con
lo ocurrido: penal, si existe un delito concreto relacionado con el MT
(en cuyo caso se nos llamará dos veces: Juzgado de Instrucción y
juicio oral) o civil cuando la justicia interviene para decidir las medidas
administrativas a tomar (retirada de custodia, adopción, cambiar la
custodia de uno de los progenitores, etc.).
En cualquier caso, seremos llamados mucho tiempo después
de nuestra intervención (11/2 a 2 años). Podemos ser requeridos
como testigos, en cuyo caso sólo podremos hablar de los hechos
que conocemos directamente, o como peritos, en cuyo caso nos 849
preguntarán sobre nuestra opinión además de sobre los hechos que
hemos vivido personalmente.
Puesto que la declaración se produce mucho tiempo más tarde
de nuestro acto asistencial, será conveniente que dispongamos de
una historia clínica en la que hayamos recogido el máximo de deta-
lles y precisiones posibles que nos faciliten el recuerdo. Al igual que
en el momento de emitir el informe, nuestra intervención debe ser
objetiva, técnica y profesional, intentando evitar cualquier opinión
o sentimiento, ya que de lo contrario nuestra credibilidad perderá
mucho valor y de ella depende, muchas veces, el futuro de un niño.
BIBLIOGRAFÍA
1. Bechtel K, Stoessel K, Leventhal JM, Ogle E, Teague B, Lavietes S, et
al. Characteristics that distinguish accidental from abusive injury in hos-
pitalized young children with head trauma. Pediatrics. 2004; 114: 165-8.
2. Boos SC, Endom EE. Diagnostic evaluation and management. Disponible
en: www.uptodate.com (Acceso 3 de julio de 2013).
3. Duffy SO, Squires J, Fromkin JB, Berger RP. Use of skeletal surveys to
evaluate for physical abuse: analysis of 703 consecutive skeletal surveys.
Pediatrics. 2011; 127: e47-e52.
4. Kellog N. and the Committee on Child Abuse and neglect. Evaluation of
suspect child physical abuse. Pediatrics. 2007; 119: 1232-41.
5. Laskey AL, Holsti M, Runyan DK, Socolar RRS. Occult head trauma in
young suspected victims of physical abuse. J Pediatrics. 2004; 144:
719-22.
6. Morad Y, Kim Y, Mian M, Huyer D, Capra L, Levin AV. Non ophtalmologist
accuracy in diagnosing retinal hemorrages in the sakken baby syndrome.
J Pediatr. 2003; 142: 431-4.
7. Pou Fernández J. El Pediatra frente al maltrato infantil. Madrid: Ergon;
2010.
8. Pau-Charles I, Darwich-Soliva E, Grimalt R. Signos cutáneos del maltrato
infantil. Actas Dermosifiliog. 2012; 103: 94-9.
850
13.2. ABUSO SEXUAL
J. Pou, Ll. Comas
INTRODUCCIÓN
El abuso sexual se define, desde un punto de vista médico, como
la participación de un niño/a en actividades sexuales que no puede
comprender, para las cuales no está preparado por su desarrollo y
a las que no puede otorgar su consentimiento.
Lo más importante en cualquier definición del abuso sexual, de
las muchas que existen, es el hecho de que siempre existe una po-
sición de poder o fuerza del agresor sobre la víctima, bien sea física,
psicológica o de relación.
Esta forma de maltrato ha existido siempre, pero en los últimos
años empieza a tener mayor importancia clínica y social de forma
que ha aumentado el número de casos declarados, así como la pro-
porción de pacientes que llegan a los servicios de urgencias con una
sospecha de abuso sexual. Esto crea una necesidad de conocimiento
del tema para el manejo adecuado de estos niños/as.
El objetivo asistencial en estos casos consiste, como en cualquier
otro acto asistencial, en hacer el diagnóstico, el diagnóstico diferencial
e instaurar el tratamiento pero, en esta ocasión, además, es obligado
asegurar la protección del menor para evitar que se pueda volver a
producir el abuso.
El objetivo de este protocolo es, además de cumplir con todas
la necesidades citadas, el intentar reducir al máximo el fenómeno
conocido como victimización secundaria, que se define como la
segunda experiencia victimal que se deriva de las relaciones del
menor con el sistema jurídico-penal. Como muchas veces se ha
señalado, el menor que ha sufrido un maltrato o un abuso sexual
es acompañado por la policía a los órganos jurisdiccionales solici-
tando protección y justicia, y sufre, en ocasiones, interrogatorios y
exploraciones repetitivas, que le pueden producir, por sí mismas,
secuelas psicológicas graves. La victimización secundaria en general 851
fue abordada por el Comité de Ministros del Consejo de Europa, en
su recomendación número R (85) 11 a los Estados Miembros, de
28 de junio de 1985, sobre la posición de la víctima en el marco del
Derecho penal y del proceso penal.
Urgente
Situación en la que es necesario explorar al paciente inmediata-
mente para no perder pruebas:
– Agresión esporádica reciente (abuso en las últimas 72 h).
– Abuso crónico con última agresión reciente.
– Síntomas recientes que hagan sospechar un abuso (< 72 h).
– Riesgo de pérdida de pruebas.
– Necesidad de protección urgente de la víctima.
– Necesidad de tratamiento urgente.
No urgente
Todos los casos en los que no exista una situación urgente que
obligue a una actuación inmediata para recoger pruebas:
– Abuso o agresión esporádica ocurrida hace más de 72 horas.
– Abuso crónico, en situaciones no incluidas en el apartado de
urgente.
En esta segunda situación, los pacientes se remiten a Unidades
especializadas en abuso sexual, quienes realizan la valoración, tra-
tamiento y seguimiento de los casos.
Si se considera la situación como urgente y, por tanto, se decide
la exploración del menor de forma inmediata, es aconsejable realizar
los siguientes pasos:
– Comunicación inmediata al Juzgado de Guardia o Fiscalía me-
diante comunicado escrito dirigido al Juez de Guardia o al Fiscal
de Menores, remitido por telefax y, si no es posible, mediante
llamada telefónica, haciéndolo constar en la historia clínica, con
la hora de llamada, el lugar de la llamada y la respuesta recibi-
da. El órgano jurisdiccional ordenará la presencia de un médico
forense para que realice la exploración al menor junto con el
852 médico asistencial (pediatra, ginecólogo, médico de urgencias)
y tome las muestras para estudio biológico y criminalístico. Es
conveniente, si es posible, realizar fotografías de las lesiones, que
se podrán aportar como prueba en el procedimiento y posterior
fase de juicio oral.
HISTORIA CLÍNICA
La anamnesis es el dato más importante y en la mayoría de
ocasiones la única prueba del abuso sexual.
– Debe realizarse por la persona más experta, aunque en ocasiones
suponga retrasarla. Por ello, los casos no urgentes deben ser
remitidos a Unidades especializadas.
– El interrogatorio nunca tiene que ser directo. Hay que realizar
preguntas abiertas. Muchas veces los niños explican las cosas
de forma indirecta y en ocasiones utilizan dibujos o muñecos.
– En la entrevista hay que intentar averiguar el tipo de abuso, la
duración y el agresor, sobre todo en caso de sospecha de abuso
intrafamiliar, para poder proteger a la víctima.
– A través de la anamnesis se pueden detectar presencia de sínto-
mas como enuresis, cambio de carácter, regresión, aislamientos,
miedos, entre otros.
– Valorar el estado psicológico actual, trastornos de conducta y
antecedentes patológicos.
– Es fundamental transcribir literalmente las palabras del niño/a.
La mayor parte de las veces la intervención del médico será
solicitada después de que el menor haya revelado a algún adulto
la existencia de los abusos. En otros casos, algunos indicadores
pueden hacer sospechar este diagnóstico. Los más importantes son:
– Enuresis secundaria.
– Fracaso escolar.
– Agresividad, nerviosismo.
– Trastornos de conducta o del sueño.
– Conductas sexualizadas.
– Desconfianza con los adultos.
– Dolor abdominal recurrente (u otras manifestaciones funciona-
les).
Cuando el abuso ha sido reciente puede ser que presente sín-
tomas agudos como:
– Disuria. 853
– Dolor en genitales.
– Rectorragia.
– Dolor anal.
– Presencia de secreciones.
EXPLORACIÓN FÍSICA
La exploración física ayuda a establecer un diagnóstico de abuso
sexual, así como a corroborar la historia del paciente. Una exploración
física normal no excluye un abuso.
Características
– Debe realizarse para detectar lesiones, evaluar la naturaleza del
abuso, obtener evidencias forenses y tranquilizar al niño/a.
– La llevará a cabo una persona cualificada.
– Clima de confianza y realizada en un lugar tranquilo.
– Explicar al niño/a todos los pasos.
– Exploración general inicial, después génito-anal.
– Necesidad de sedación en algunos casos.
– Anotar hallazgos en función de las agujas del reloj.
– El tipo de lesiones encontradas depende de:
- Tipo de abuso.
- Frecuencia del mismo.
- Tiempo transcurrido.
- Uso de fuerza o violencia.
- Edad de la víctima.
- Presencia de infección.
Los pasos que deberemos realizar serán:
– Exploración física general: permite adquirir confianza con el pa-
ciente, evaluar signos del maltrato y otras patologías.
– Exploración genital: en la niña, el primer punto importante es
reconocer la anatomía genital femenina. Una vez realizada la
inspección inicial, los puntos más importantes a valorar son los
bordes y la apertura himeneal, y la horquilla posterior.
Por regla general se debe evitar el uso de perneras, aunque ello
será inevitable en niñas mayorcitas. En estos casos se debe anotar
siempre el estado evolutivo del desarrollo puberal mediante los
estadios de Tanner. En los demás casos, la niña puede ponerse
854 en posición de rana, bien sobre la camilla, bien en brazos de su
madre También es útil la posición en genuflexión que permite ver la
vagina. Algunos estudios han demostrado que, en esta posición,
es posible detectar algunas lesiones que no habían sido vistas
cuando la niña está en posición de rana. Luego se procederá a
la separación de los labios por presión (método más habitual) o
sujetándolos con los dedos y separándolos. En cualquier caso,
se debe anotar en la historia clínica la posición adoptada y la
técnica de separación. Todas las lesiones que se encuentren se
localizarán utilizando el sistema de las agujas del reloj.
- Valorar las siguientes características:
· Labios menores.
· Himen: forma, apertura himeneal, presencia de escotaduras
y desgarros.
· Horquilla posterior.
· Presencia de hematomas, cicatrices, secreción.
- Signos relacionados con abuso sexual:
· Apertura himeneal agrandada (normal < 0,5 cm).
· Escotaduras y desgarros en borde himeneal.
· Cicatrices, lesiones o pérdida de tejido en horquilla posterior.
· Secreción patológica.
– Exploración anal:
- Valorar:
· Tejido perianal.
· Margen anal.
· Esfínter anal.
- Signos relacionados con abuso sexual:
· Fisuras: múltiples, profundas.
· Congestión venosa perianal.
· Alteración de los pliegues.
· Cicatrices.
· Cambios tono de esfínter.
· Dilatación anal refleja o signo de la «O».
– Diagnóstico diferencial:
- Traumatismos accidentales.
- Alteraciones dermatológicas: eczemas.
- Anomalías congénitas.
- Infecciones: estreptocócicas.
- Tumoraciones. 855
- Estreñimiento crónico.
- Enfermedad intestinal: Crohn, colitis ulcerosa.
- Liquen escleroatrófico.
– Clasificación final de la exploración:
- Normal.
- No específica: las lesiones pueden tener otra explicación ade-
más del abuso.
- Sugestiva: lesiones difíciles de explicar por causa distinta al
abuso, pero sin signos objetivos que lo demuestren.
- Seguro: hay datos objetivos que lo demuestran.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
Tenemos que distinguir entre la toma de muestras de interés
clínico-asistencial de la toma de muestras de interés judicial, que
serán las muestras con destino a una investigación criminal. Estas
muestras, para su utilización con valor de prueba, deben cumplir una
serie de requisitos, entre los cuales está la cadena de custodia que
garantice la procedencia de éstas, siendo de especial trascendencia
el estudio y tipificación del ADN.
La recogida de muestras de interés judicial seguirá la normativa
vigente según la Orden del Ministerio de Justicia, de 8 de noviembre
de 1996 para la que se aprueban las normas para la preparación y
remisión de muestras objeto de análisis por el Instituto de Toxicología
(BOE 23 de diciembre de 1996, nº 308, páginas 38203- 38221). En la
referida Orden, en el apartado de normas de preparación y remisión
de muestras para las investigaciones biológicas, en su punto 5 se
refiere a las Agresiones sexuales.
Aunque la recogida de muestras se puede hacer en un mis-
mo momento, será necesario tener en cuenta su destino a la hora
de procesarlas. Si durante la exploración se encuentra presente el
médico forense, éste se hará cargo de ellas. Si no contamos con
la presencia del médico forense deberemos entregarlas a la policía
judicial para su procesamiento.
Pruebas clínico-asistenciales
– Recoger muestras de todas las secreciones.
– Cultivo vaginal a todas las niñas.
856 – Determinación de enfermedades de transmisión sexual (ETS) es-
pecíficas (N. gonorrhoeae, C. trachomatis, sífilis) en los siguientes
pacientes:
- Cuando hay contacto con genitales de agresor.
- Víctimas con lesiones o cambios en región genital.
- Agresor con ETS o factores de riesgo.
- Adolescentes.
En estos casos recoger muestra vaginal, rectal y faríngea, y repetir
a las dos semanas.
– Determinación de serología HIV y HBV; se solicitan en función de
las características de:
- Las víctimas:
· Clínica posible de enfermedad.
· Adolescentes con factores de riesgo.
· Presencia de ETS.
· Insistencia paterna.
- Agresor:
· Seropositividad HIV.
· Perfil clínico de riesgo.
· Historia clínica sugestiva de HIV.
· Asaltante desconocido.
· Asaltantes múltiples.
- Acto:
· Penetración anal o vaginal.
· Recepción oral de semen.
– Prueba de embarazo en adolescentes.
– Las indicadas por el médico forense (fotografías).
Cuando estas determinaciones deban realizarse, deberemos
tener en cuenta:
a. Que las muestras no tarden más de 48 horas en llegar al laboratorio.
b. Muestras vaginales: la toma de muestras se realizará, si es po-
sible, con espéculo lubricado con suero fisiológico y se dará
prioridad a las tomas para estudiar la presencia de esperma.
El orden de recogida de muestras será el siguiente:
1. Tomas vaginales con hisopo seco para investigación de es-
perma (dos como mínimo).
2. Tomas vaginales con hisopos estériles de algodón en medio
de mantenimiento (dos como mínimo) para estudio de ETS.
3. Lavado vaginal para investigación de esperma.
c. Muestras anales. El orden será el siguiente: 857
1. Toma anal con torundas en seco para investigación de esper-
ma.
2. Toma anal con dos torundas de algodón estériles y con medio
de mantenimiento para estudio de ETS.
d. Muestras bucales: el orden será el siguiente:
1. Toma faríngea con torundas en seco para investigación de
esperma.
2. Toma faríngea con dos torundas de algodón estériles y con
medio de mantenimiento para estudio de ETS.
Valor diagnóstico de los hallazgos de las exploraciones com-
plementarias:
– Normal: negatividad.
– Probable: Chlamydia, Trichomonas.
– Seguro: embarazo, semen, gonococia, sífilis.
TRATAMIENTO
– Reparación de las lesiones físicas.
– Tratamiento psicológico urgente si es necesario.
– Tratamiento o profilaxis de posibles enfermedades de transmisión
sexual.
Exámenes complementarios
Diagnóstico de abuso o
de sospecha de abuso
No Sí Sí
BIBLIOGRAFÍA
1. Adams JA, Botash AS, Kellogg N. Differences in hymeneal morphology
between adolescent girls with and without a hystory of consensual sexual
intercourse. Arch Pediatr Adolesc Med. 2004; 158: 280-5.
2. Bechtel K, Bennett BL. Evaluation of sexual abuse in children and ado-
lescents. www.uptodate.com. Junio 2013.
3. Boyle C, McCann J, Miyasmoto S, Rogers K. Comparison of examina-
tion methods used in the evaluation of prepubertal female genitalia: a
descriptive study. Child Abuse & Neglect. 2008; 32: 229-43.
4. DeLago C, Deblinger E, Schroeder C, Finkel M. Girls who disclose sexual
abuse: urogenital symptoms and signs after genital contact Pediatrics.
2008; 122: e281-e286.
5. Forster AT, Robinson A, Rogstad K. National guideline for the management
of suspected sexually transmitted infections in children and young people.
Arch Dis Child. 2003; 88: 303-11.
6. Gavril AR, Kellogg ND, Prakash N. Value of follow-up examinations of
children and adolescents evaluated for sexual abuse and assault. Pe-
diatrics. 2012;129: 282-9.
7. Pereda N, Abad J. Enfoque multidisciplinar de la exploración del abuso
sexual infantil. Rev Esp Med Legal. 2013; 39: 19-25.
8. Pou Fernández J. El Pediatra frente al maltrato infantil. Madrid: Ergon;
2010.
861
13.3. AGITACIÓN PSICOMOTRIZ
J.D. Ortigoza, A.I. Curcoy, D. Muñoz
Orgánicas Psiquiátricas
1. Patologías neurológicas 1. Depresión
a. Hemorragia subaracnoidea, 2. En el contexto de carencias
intraparenquimatosa educacionales
b. Traumatismo craneoencefálico 3. En el contexto de intento
c. Tumor cerebral (localización frontal) autolítico
d. Hipertensión endocraneana 4. Maltrato y abuso sexual
e. Encefalitis, meningitis 5. Reactiva (separación,
f. Epilepsia del lóbulo temporal, estados contexto de adopción,
post ictales intolerancia a la frustración,
2. Patología metabólica fobias, obsesiones)
a. Hiperglucemia 6. Trastornos de la
b. Hipernatremia personalidad
c. Hipoxemia 7. Psicosis aguda
3. Hipertermia 8. Trastorno del espectro
4. Dolor autista
5. Hipertensión arterial 9. TDAH
6. Síndromes 10. Sd. de Rett
a. Smith Magenis 11. Discapacidad intelectual
b. Alcohólico fetal 12. Trastorno bipolar
7. Tóxicos/medicamentos
a. Alcohol
b. Estupefacientes: LSD, cocaína, MDMA
c. CO
d. Psicotrópicos: benzodiacepinas,
antidepresivos
e. Antiepilépticos
f. Neurolépticos
g. Antibioterapia: penicilina a dosis
tóxicas, quinolonas
h. Teofilina/Salbutamol
i. Corticoides
j. Antihistamínicos: difenhidramina,
fenciclidina
8. Enfermedades metabólicas
a. Defectos de ciclo de la urea
b. Déficit de MTHFR y folato
c. Porfiria
d. Enfermedad de Wilson
TRATAMIENTO
El objetivo principal del tratamiento de la crisis de agitación psi-
comotriz es preservar la seguridad del paciente y terceros, siendo
el objetivo final de la contención conseguir un estado de calma o
somnolencia en el paciente tratado. Se intentará prevenir la progresión
de la agitación a agresión y violencia y facilitar la exploración inicial.
Se propone el algoritmo de tratamiento en la Figura 1.
El tratamiento debe ser progresivo y en función de la amenaza
percibida, la gravedad, probabilidad e inminencia de la misma.
865
Paciente Contención Contención Contención
agitado/violento verbal física química
Discapacidad Descartar
Analgesia
intelectual organicidad
Abstinencia
OH o Bz Benzodiazepinas
Intoxicación Neurolépticos
Sospecha de Neurolépticos ±
patología psiquiátrica Benzodiazepinas
Contención verbal
Se iniciará con medidas de contención verbal e intervenciones
ambientales (reducción de estímulos sensoriales, luz, sonido, ofreci-
miento de necesidades básicas-comida, en un sitio donde no existan
objetos que puedan ser utilizados como armas,conflicto con algún
familiar o acompañante) (Tabla 3).
Si no se obtiene la colaboración del paciente, primero se soli-
citará la presencia de personal suficiente, luego se actuará. Si los
866 acompañantes ejercen efecto estabilizador, se deberá permitir su
presencia. Se evitará atrapar, acorralar o humillar al paciente. En
ningún caso se utilizará el tratamiento como castigo o por conve-
niencia del personal.
Contención física
Se deberá considerar como medida de seguridad del paciente y
no como tratamiento médico. Serán necesarias para la contención
al menos 5 personas si el paciente pesa > 50 kg y 3, si pesa me-
nos. Se intentará distraer al paciente, inmovilizando posteriormente
cada uno, una extremidad del paciente. Se colocará contención de
fibra o cuero. Se tiene que contener en 5 puntos (4 extremidades
y cintura), garantizando la comodidad y seguridad del paciente. Se
prefiere la restricción en supino puesto que está asociado a menor
riesgo de hipoventilación que en prono. Se explicará a los padres y
al niño la razón y los objetivos de la contención física. Recordar que
las medidas aplicadas a la contención física no está exenta de ries-
gos: en EEUU se calculan de 50 a 150 muertes por año en relación
con la aplicación de medidas de contención física. Otros daños son
hipertermia, rabdomiólisis. Finalmente, no se retirarán las medidas
de contenciones físicas si no hay el personal adecuado, en caso de
que se requirieran nuevamente.
Contención medicamentosa
Se considerará como toda medicación usada para controlar el
comportamiento o restringir la libertad de movimientos de un paciente
y no se deberá utilizar como tratamiento estándar para la condición
médica o psiquiátrica de los pacientes. Actualmente existe una di-
ferenciación entre la aplicación de medicamentos como contención
química y tratamiento del paciente. Por lo general, los medicamentos
que se aplican temprano en el tratamiento de la agitación psicomotriz
y que no se encuentran incluidos como parte de un plan de medica-
ción se consideran como contención química.
Las medidas de contención medicamentosa son siempre las
más controvertidas y las que generan mayor confusión durante el
tratamiento de un paciente agitado. Se deberá utilizar como última
medida cuando otros métodos de contención han fallado o son
inapropiados y se requiera mantener su seguridad y la del personal
sanitario. Se pueden administrar sin consentimiento del paciente o 867
de sus tutores.
La vía de administración se considerará según la urgencia del
episodio, la sospecha etiológica inicial, diferencias de efectividad y
868 TABLA 4. Contención medicamentosa.
Antihistamínicos
Pueden utilizarse por su efecto sedante.
BIBLIOGRAFÍA
1. Adimando AJ, Poncin YB, Baum CR. Pharmacological management of
the agitated pediatric patient. Pediatr Emerg Care. 2010; 26: 856-60.
2. Allen MH. Managing the agitated psychoticpatient: dreappraisal of the
evidence. J Clin Psychiatry. 2000; 61(Suppl 14): 11-20.
3. Gascón J, Mallada P, Pigem R. Agitación psicomotriz. En: Soler PA, Gas-
cón J, eds. Recomendaciones terapéuticas en los trastornos mentales
RTM-IV 4ª ed. Madrid: Ediciones Cyesan; 2012. p. 577-87.
870 4. Dorfman DH, Kastner B. The use of restraint for pediatricpsychiatricpa-
tients in emergency departments. Pediatr Emerg Care. 2004; 20: 151-6.
5. Duverger P, Picherot G, Champion G, Dreno L. Turbulence in emergency
ward. Agitation of children and adolescents. Arch Pediatr. 2006; 13: 819-
22.
6. Hilt RJ, Woodward TA. Agitation treatment for pediatric emergency pa-
tients. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry. 2008; 47: 132-8.
7. Jiménez Busselo MT, Aragó Domingo J, Nuño Ballesteros A, Loño Capote
871
13.4. LA COMUNICACIÓN EN URGENCIAS
DE PEDIATRÍA
F. Codina
INTRODUCCIÓN
En la Grecia clásica se consideraba que para ser un médico
completo eran necesarias unas características determinadas. Por
supuesto, el médico debía tener un saber médico (techne) y un arte
médico (ars medica). Pero sólo podían ser buenos médicos los “bue-
nos hombres” (philantropia), y además estos debían tener un bagaje
cultural y moral adecuado (paideia).
Las competencias necesarias para ser un médico “completo” son
muy diferentes veinticinco siglos después, o ¿no tanto? Hoy, para
ser realmente un/una pediatra “completo/a”, se han de integrar un
conjunto de competencias profesionales:
1. Competencias cognitivas: conocimientos médicos, habilidades
en el examen físico, dominio de las técnicas y los procedimientos
propios.
2. Competencias interactivas: manejo de conocimientos clínicos
interdisciplinarios, capacidad de manejo del tiempo y habilidad
para tomar decisiones.
3. Competencias comunicativas: habilidades comunicativas, manejo
de conflictos, trabajo en equipo y capacidad de enseñar a otros.
4. Competencia moral: responsabilidad ante los pacientes y la so-
ciedad. Voluntad de reconocer y aceptar los errores.
El conocimiento de la fisiopatología de las enfermedades, las
habilidades para realizar los diversos procedimientos, el principio de
beneficencia y las habilidades comunicativas son las competencias
que el pediatra ha de poseer. Para ello hay que estudiar, aprender y
practicar hasta dominarlas. La misma consideración hemos de tener
con cada una de ellas.
La comunicación es una pieza esencial en la atención sanitaria.
La comunicación es la base de las relaciones humanas. Más aún, el
lenguaje como parte de la comunicación es una característica de los
872 seres humanos. Es imposible no comunicar. Toda conducta verbal
o no verbal es comunicación. Como no existe la no conducta, no
existe la no comunicación. La comunicación es involuntaria, aunque
no queramos, comunicamos. Comunicar es, pues, involuntario e
inevitable, comunicar bien es otra cosa.
Las habilidades de comunicación son una conducta que se pue-
de y se debe aprender, no es una cualidad innata de las personas.
Las habilidades comunicativas no son cualidades inherentes a cada
persona o inamovibles. “Qué quieres que te diga, yo soy así”, no
es una opción. La pronación de codo se reduce con la maniobra
de “extensión-supinación-flexión”. El/la pediatra no gira el brazo a
su antojo, sigue el procedimiento que ha aprendido. La comunica-
ción tiene unas normas que se han de conocer y cumplir. La mera
práctica clínica no mejora las capacidades comunicativas de los/las
profesionales.
Es conocido, y múltiples trabajos así lo avalan, que una buena
comunicación mejora los resultados en salud, aumenta la satisfacción
del paciente y favorece la adherencia al tratamiento. Las habilidades
de comunicación aumentan la satisfacción profesional. Una buena
comunicación disminuye las demandas legales. Por el contrario, la
falta de habilidades comunicativas se relaciona con una mayor pre-
valencia de síndrome de burnout.
La entrevista médica en Pediatría es la secuencia de la atención
médica donde se desarrolla la comunicación. La entrevista médica
en Pediatría tiene siempre dos componentes presentes, uno humano
y otro técnico. Un buen profesional no debe distanciarse de las emo-
ciones y los sentimientos que rodean las relaciones humanas. Con
cualquier tipo de entrevista no se obtiene la información necesaria.
Hemos de utilizar todas nuestras habilidades para desarrollar una
buena entrevista. La entrevista clínica no ha de servir exclusivamente
para obtener los datos para llegar a un diagnóstico y establecer un
tratamiento.
EL MODELO DE LA COMUNICACIÓN
Hay diferentes teorías sobre el modelo de la comunicación, una
de las más conocidas es la del ingeniero y matemático norteame-
ricano Claude Elwood Shannon. Este autor propone un modelo de
comunicación como los eslabones de una cadena. Una cadena (es-
quema 1) que se inicia con la fuente de información (emisor), que 873
produce un mensaje (señal), que a pesar del ruido llega al receptor
que descodifica la señal y recibe el mensaje.
Esquema 1
Fuente de la información – Emisor – (ruido) – Señal – Receptor
Mensaje (señal emitida) – Mensaje (señal recibida)
Esquema 2
Emisor (receptor) --------------- Receptor (emisor)
Esquema 3
Emisor (receptor) -------- Receptor (emisor) ----------- Paciente
Esquema 4
Paciente
Médico Familia
874 La comunicación en Pediatría pivota sobre un triángulo virtual,
donde en cada uno de sus vértices encontramos el/la pediatra, la
familia o el/la paciente. La comunicación ha de fluir en todas les
direcciones; de la familia y el/la niño/a hacia el/la pediatra y del/de la
pediatra hacia la familia y el/la niño/a.
Recordar siempre que atendemos familias pero somos el médico
de los/las niños/as. Por eso, en Pediatría, el término familia o paciente
se pueden utilizar indistintamente cuando nos referimos al binomio
formado por el/la niño/a y los padres o acompañantes. No olvidar a
los niños cuando hablamos con las familias.
EL RECIBIMIENTO
El recibimiento es el momento que va desde que el pediatra entra
en el box hasta que pregunta “qué le pasa” o similar. La importancia
del primer momento en el cual se conecta con la familia es fundamen- 875
tal. Pequeños aspectos durante el recibimiento a la familia pueden
facilitar notablemente el establecimiento de una buena relación o
dificultar la misma. La primera impresión tiene una extraordinaria
significación si pensamos en la inseguridad, la angustia y los miedos
con que las familias, en general, vienen a urgencias.
Un pediatra, interesado en conseguir una buena impresión para
aumentar la seguridad de la familia desde el primer momento, debe
presentarse, dirigirse al paciente por su nombre, establecer contacto
visual con los padres y / o acompañantes y con el/la paciente. Si bien
estrechar la mano podría ser opcional, es recomendable si esperamos
una visita con conflicto. Debe observar las señales verbales y no ver-
bales, es clave para averiguar la predisposición de la familia hacia el/
la pediatra. Esta conducta médica ha de ser planificada, como todo
lo que hace el/la pediatra en su encuentro con pacientes y familiares.
Si conseguimos un recibimiento amable y respetuoso, hemos abierto
la puerta a una entrevista y una visita exitosa.
LA PARTE EXPLORATORIA
En la fase exploratoria buscamos el motivo de consulta. Comienza
con el ¿qué le pasa...? y termina después de la exploración física. Una
vez establecido el contacto con la familia y el/la niño/a, empezaremos
a realizar la anamnesis.
Los primeros momentos de información hasta que la familia ter-
mina espontáneamente de hablar, es la parte sobre la que la familia
tiene un cierto control y donde expresan libremente sus preocupa-
ciones. Es aconsejable realizar una pregunta abierta del tipo: ¿qué
le pasa a Juan? Y permitir a la familia explicar, libremente, el motivo
de consulta. Interrumpir al/la paciente en su exposición inicial no
modifica la duración total de la visita, es un obstáculo para obtener
876 información relevante y se acompaña de demandas adicionales en
el momento del cierre de la visita.
Las familias suelen acudir con un discurso pensado y preparado,
debemos permitir que puedan expresarlo íntegramente. Interrumpir
repetidamente, con preguntas cerradas, en este momento va a su-
poner perder parte de la información que traen elaborada y puede
desviar la entrevista a aspectos innecesarios. Hay que facilitar el
relato de la familia asintiendo con la cabeza o con pequeños gestos.
El 90% de las familias terminan este primer relato en menos de
un minuto si se les permite desarrollarlo sin interrupciones. Debería-
mos asegurarnos de haber recibido toda la información, facilitando
la narración con técnicas de apoyo del tipo:
– Facilitación. Ayuda a iniciar o proseguir el relato. No indica ni
sugiere contenidos. Puede ser gestual o verbal.
– Repetición. Repetir frases o palabras que acaba de decir el pa-
ciente. Puede adquirir valor de facilitación o señalamiento. (- Ma-
dre: Desde que toma esta leche no para de vomitar. - Pediatra:
No para de vomitar).
– Señalamiento. Muestra al paciente sus emociones o conductas.
Ayuda al paciente a aclarar sus emociones o sus ideas. (-¿Esto
la tiene muy preocupada?).
– Clarificación. Afirmamos lo que hemos entendido. (-¿Quiero en-
tender que los inhaladores no le han ayudado?).
– Silencio funcional. Ausencia de comunicación verbal. Proporciona
un tiempo de meditación al paciente. Precisa de asertividad y
cualidades de escucha por parte del entrevistador.
Una vez la familia ha realizado su demanda, es conveniente que
el pediatra trate de delimitar la misma. Es un elemento clave para una
buena comunicación. Si no sabemos exactamente cuál es la deman-
da, difícilmente podremos satisfacer las expectativas del paciente.
Cuando el motivo de preocupación es coincidente con el moti-
vo de consulta, atendiendo al motivo de consulta cumpliremos las
expectativas de la familia. Sin embargo, en ocasiones el motivo de
consulta puede ser diferente del motivo de preocupación. Debemos
sospechar que pueda haber esta discordancia cuando hay múltiples
motivos de consulta, o desproporción entre la angustia familiar y
los síntomas del paciente, interferencias entre los interlocutores, un
discurso diferente en los padres, caras de extrañeza en el niño...
puede ser necesario entonces verbalizar la preocupación: (- Pediatra: 877
¿Piensa que este dolor puede ser apendicitis?).
Y ahora sí, cuando la familia ya ha hecho todo su relato, pueden
ser necesarias algunas preguntas cerradas (cuánta fiebre, cuantos
días...).
Terminada la anamnesis comenzamos la exploración física, que
resulta esencial para orientar el diagnóstico. Desde el punto de vista
comunicativo, hemos de empezar la exploración física dirigiéndonos
al niño, pidiendo permiso, explicando lo que vamos a hacer y res-
petando su intimidad.
LA PARTE RESOLUTIVA
La parte resolutiva comienza cuando el/la pediatra toma una
decisión sobre la conducta a adoptar. En esta parte de la visita el/la
pediatra que anteriormente ha sido el receptor de la información ahora
se convierte en el emisor. Pero esto no implica hacer un discurso
unidireccional, al contrario, hemos de permitir las interrupciones y las
preguntas. La comunicación ha de ser siempre bidireccional.
Nuestra primera acción ha de ser la de enunciar los contenidos
que explicaremos (“Tenemos dos problemas: uno... y otro...”) y pro-
poner un acuerdo (“En mi opinión, lo que deberíamos hacer es...”).
En la parte resolutiva hemos de conseguir transmitir toda la in-
formación que la familia necesita. Para ello debemos asegurar una
buena transmisión de la información:
– Utilizando una voz clara y entonada.
– Facilitando la comprensión con un lenguaje sencillo, sin términos
técnicos, con frases cortas y adaptadas al interlocutor.
– Prescindiendo de la verborrea, demasiada información en poco
tiempo es imposible de asimilar.
– Siendo ordenado, no dar instrucciones sobre problemas que no
hemos explicado claramente primero.
878 – No aconsejando sobre diferentes problemas mezclándolos sin
distinción.
– Dando por escrito la información.
– Incluyendo, en la medida en que su desarrollo cognitivo lo permita,
a los/las niños/as como receptores de la información
Los mensajes efectivos no son simplemente los que contienen
lo que es correcto médicamente, sino los que las familias entienden,
asimilan y aceptan. Nuestro interés ha de ser no sólo informar, sino
conseguir que la familia cumpla con el plan terapéutico propuesto.
Hemos de desarrollar técnicas de negociación y persuasión, respe-
tando las decisiones del paciente.
El cierre es la parte final de la visita. El cierre de la visita va desde
que el/la pediatra ha terminado de informar, hasta que la familia
abandona el box. Para hacer un buen cierre hemos de resumir la
visita, comprobar que se han entendido nuestras explicaciones,
tomar precauciones finales (“De todos modos...”) y realizar una
despedida cordial. Como en el recibimiento, puede ser oportuno
dar la mano.
La familia tiene que recordar de nuestra visita, independientemen-
te de la respuesta a su solicitud, que se sintió atendida y satisfecha
por el trato recibido.
EN RESUMEN
– La visita a urgencias comienza con una valoración mediante el
triangulo de evaluación pediátrico del paciente. Pero también…
– Es necesario un/una pediatra con el ABC (Asertividad, Baja reac-
tividad y Cordialidad) comunicativo “estable”.
879
Cordialidad
BIBLIOGRAFÍA
1. Accreditation Conuncil for graduate medial Education. Disponible en:
http://www.acgme.org.
2. Borrell F. Entrevista clínica. Manual de estrategia práctica. Barcelona:
Semfyc; 2004.
3. Jovell AJ. Medicina basada en la afectividad. Med Clin (Barc). 1999;113:
173-5.
4. Ruiz-Moral R, et al. ¿Bienvenido y hasta luego u hola y adiós?: conductas
comunicativas de los médicos residentes en los momentos iniciales y
finales de las consultas. Aten Primaria. 2005; 36: 537-43.
5. Codina García F, et al. La comunicación por parte del médico en la visita
de urgencias de Pediatría. SEUP; 2006.
SECCIÓN 14. ANALGESIA Y SEDACIÓN
Coordinadora:
Yolanda Fernández Santervás
883
14.1. PAUTA DE VALORACIÓN Y TRATAMIENTO
DEL DOLOR AGUDO
Y. Fernández, V. Fernández
INTRODUCCIÓN
Un importante número de los pacientes atendidos en urgencias
consultan por dolor agudo o bien presentan una patología dolorosa.
Sin embargo, el manejo del dolor en los niños es uno de los aspectos
más descuidados en la práctica diaria del pediatra, ya sea por la
dificultad para la valoración del dolor en los niños, o por el temor a la
aparición de efectos secundarios con fármacos de moderada y alta
potencia o simplemente porque se sigue dando más importancia al
diagnóstico y tratamiento de la enfermedad causante del dolor que
al alivio de éste.
El adecuado manejo del dolor pasa por documentar correcta-
mente la intensidad de éste utilizando escalas validadas y establecer
pautas claras de tratamiento según la intensidad del mismo.
Ítem 0 1 2
Cara Relajada Arruga la nariz Mandíbula tensa
Expresión neutra
Piernas Relajadas Inquietas Golpea con los
pies
Actividad Acostado y quieto Se dobla sobre el Rígido
abdomen
encogiendo las
piernas
Llanto No llora Se queja, gime Llanto fuerte
Escala de caras Wong-Baker: elija la cara que mejor describe la manera como se siente
0 2 4 6 8 10
Sin dolor Duele un Duele un Duele Duele El peor
poco poco más aún más mucho dolor
c) Métodos fisiológicos
Miden el grado de dolor a través de parámetros fisiológicos que
se modifican habitualmente en situaciones de dolor (taquicardia, po-
lipnea, hipertensión arterial, midriasis, sudoración,…). Poco utilizadas,
muy complejas.
DOLOR LEVE
1. Paracetamol
– Indicaciones: dolor leve y/o fiebre. También en dolor intenso
combinado con opiáceos para disminuir la dosis de éstos por
su efecto sinérgico.
– Efectos secundarios y contraindicaciones: muy raros a dosis
terapéuticas. A dosis altas es hepatotóxico y en menor medida
nefrotóxico. Contraindicado si alergia y/o intolerancia. Precaución
en hepatopatías graves.
– Dosis:
· Oral: en recién nacidos 15 mg/kg/cada 6-8 h (máx. 60 mg/kg/
día). En lactantes y niños 15 mg/kg/cada 4-6 horas (máx 90
mg/kg/día). En adultos 0,5-1 g/cada 4-6 h (máx. 4 g/día).
· Rectal: en recién nacidos 20 mg/kg/cada 8 h (máx 60 mg/kg/
día). En lactantes y niños 15-20 mg/kg/cada 4-6 horas (máx.
90 mg/kg/día). Adultos 600-650 mg/cada 4-6 h (máx. 4 g/
día).
· Endovenoso (ev.): en recién nacidos y lactantes < 10 kg 7,5
mg/kg/4-6 horas (máx. 30 mg/kg/día). En niños de 10 a 50
kg 15 mg/kg/4-6 horas (máx. 60 mg/kg/día). En > 50 kg 1 g/
cada 4-6 h (máx. 4 g/día).
Emplear en caso de dolor leve sólo si no puede utilizarse la vía
oral y se dispone de vía ev.
886 2. AINES
– Indicaciones: dolor leve o moderado cuando existe componente
inflamatorio. Igual que el paracetamol, tiene efecto techo, por lo
que administrar dosis superiores no incrementa la analgesia y sí
los efectos secundarios.
– Efectos secundarios: los más frecuentes y que contraindican
en muchas ocasiones su uso son sus efectos adversos gas-
trointestinales (gastritis, ulcus,..). También cefalea, mareo, visión
borrosa, tinnitus,... alteración de la función renal (en pacientes
hipovolémicos o que ya tuvieran insuficiencia renal crónica), reac-
ciones alérgicas, efectos cardiovasculares (edemas, insuficiencia
cardiaca, incremento de la tensión arterial) y reacciones hemato-
lógicas.
– Contraindicaciones: alergia o intolerancia a AINES. Si asma,
rinitis o urticaria asociada a AAS u otros AINES. Si insuficiencia
cardiaca severa, sangrado digestivo, coagulopatía y riesgo de
sangrado, en último trimestre de embarazo. Precaución si enfer-
medad inflamatoria y/o ulcerosa gastrointestinal, deshidratación
grave, insuficiencia renal, cardiaca o hepática.
– Dosis:
· Ibuprofeno (> 3 meses): 5-10 mg/kg/6-8 horas (máx. 40 mg/
kg/día). Adultos 400-600 mg/6-8 h (máx. 2,4 g/día). No se
recomienda a menores de 3 meses.
· AAS: se ha asociado a síndrome de Reye por lo que actual-
mente se contraindica su uso en < 16 años. En > 16 años y
adultos, 500 mg/cada 4-6 h (máx. 4 g/día).
DOLOR MODERADO
1. Codeína (sola o asociada a paracetamol o ibuprofeno)
– Indicaciones: dolor moderado sin componente inflamatorio. Se
aconseja asociar a paracetamol o ibuprofeno para aumentar su
efecto analgésico.
– Efectos secundarios: molestias gastrointestinales. La depresión
respiratoria es excepcional y solo está descrita en casos de so-
bredosis.
– Contraindicaciones: alergia y/o intolerancia a la codeína, insu-
ficiencia respiratoria, asma aguda, diarrea tóxica. Según reco-
mendación del 17 de junio de 2013 de la Agencia Española del
Medicamento, y tras ser descritos casos graves y algunos de ellos 887
mortales tras el uso de codeína en el tratamiento sintomático del
dolor, se desaconseja el uso de codeína en dolor moderado en <
12 años. También se contraindica en postoperados de adenoides
o amígdalas < 18 años que sufran apnea obstructiva del sueño.
Se aconseja precaución si se asocian otros fármacos depresores
respiratorios o si hay litiasis biliar.
– Dosis (en > 2 años): 0,5-1 mg/kg/4-6 horas (oral/rectal). En adul-
tos 30-60 mg/4-6 horas (máx. 60 mg/dosis o 240 mg/día).
2. Metamizol
– Indicaciones: dolor de intensidad moderada sin componente
inflamatorio. Dolor agudo postoperatorio. Antipirético si no son
efectivos otros fármacos de primera elección.
– Efectos secundarios: raros. Puede dar hipotensión y cuadro
vagal si administración rápida ev (se recomienda administración
lenta y diluida).
– Contraindicaciones y precauciones: alergia al metamizol, AAS
u otros AINES o historia previa de agranulocitosis por pirazolo-
nas. Porfiria aguda intermitente y déficit de G6PD (favismo). No
se recomienda en el primer y último trimestre del embarazo. No
autorizado en < 3 meses o < 5 kg de peso.
– Dosis: 20-40 mg/kg/6-8 h (oral, rectal, i.m.,e.v.). En adultos 2
g/8 h (máx. 6 g/día).
3. Tramadol
– Indicaciones: dolor moderado-severo y analgesia en postoperatorio.
– Efectos secundarios: mareo, vértigo, sequedad de boca, es-
treñimiento, vómitos.
– Contraindicaciones: hipersensibilidad a tramadol. Si han re-
cibido tratamiento con inhibidores de la monoaminooxidasa
(IMAO) en las últimas dos semanas. Si epilepsia no controlada.
Insuficiencia respiratoria, renal y/o hepática grave. Porfiria aguda.
Autorizado en > 12 años y para < de 12 años sólo se autoriza
dosis única.
– Dosis: 1-1,5 mg/kg/6-8 horas (oral, rectal, i.m., e.v) En bomba
de infusión continua (BIC) 3-4 mg/kg/día. En > 12 años y adultos,
50-100 mg/6-8 h (máx. 400 mg/día).
888 4. Diclofenaco
– Indicaciones: dolor moderado de origen inflamatorio. Tiene efec-
to espasmolítico por lo que puede utilizarse en el cólico renal y
en dolor abdominal de características cólicas.
– Contraindicaciones y precauciones: las propias de otros AINES.
Aunque actualmente no está autorizado su uso en menores de
12 años (salvo para procesos reumáticos) y no hay disponibles
presentaciones pediátricas, hay literatura que ratifica su uso con
restricciones (menos de 2 días).
– Dosis (> 1 año): 0,3-1 mg/kg/8-12 horas (oral/rectal) con máx.
50 mg/dosis; y en > 12 años y adultos 50 mg/8-12 horas, máx.
150 mg/día. En reumatología 1,5-2,5 mg/kg/12 h (máx. 75 mg/
dosis). Vía im (en > 2 años) 0,3-1 mg/kg/12 h o 24 horas y adultos
50-75 mg/12 horas (máx. 150 mg/día y 2 días).
5. Naproxeno
Analgésico del grupo de los AINES utilizado para el dolor modera-
do de origen inflamatorio y también como antitérmico. No autorizado
en niños < 5 años, aunque en pacientes con patología reumática
puede ser utilizado a partir de los 2 años.
– Dosis (> 5 años): 5 mg/kg/12 horas (oral, rectal). En patología
reumática 5-7,5 mg/kg/12 h. En adultos 250-500 mg/12 horas
(máx. 1 g/día).
6. Ketorolaco
– Indicaciones: tratamiento de corta duración en el dolor postope-
ratorio moderado-intenso, politraumatizados y como coadyuvante
de los opiáceos en el dolor intenso. No se ha establecido la
eficacia y seguridad del ketorolaco en niños y por ello no lo re-
comiendan en < 16 años. No obstante, su uso está ampliamente
ratificado en numerosos países y hay literatura que demuestra
su eficacia y seguridad vía parenteral en > 6 meses, aunque se
recomiendan no más de 2 días. Uso hospitalario.
– Dosis:
. Oral: en > 16 años y adultos, 10 mg/4-6 h (máx. 40 mg/día).
Duración máxima del tratamiento 5-7 días.
. e.v./i.m.: en > 6 meses y < 30 kg, 0,5 mg/kg/6-8 h (máx. 15
mg/dosis o 60 mg/día y menos de 2 días). En adolescentes y
adultos 20-30 mg/6-8 h (máx. 90 mg/día y menos de 2 días).
7. Desketoprofeno 889
Es un AINE que puede ser administrado por vía parenteral. No
está autorizado su uso en < 14 años. Indicado en dolor moderado
de características inflamatorias
– Dosis (en > 14 años y adultos) 12,5 mg/4-6 h o 25 mg/8 h (máx.
75 mg/día) vía oral. Por vía e.v./i.m. (en > 14 años y adultos) 50
mg/8-12 h (máx. 150 mg/día) y < de 2 días.
Metamizol Ibuprofeno
Codeína (+ Diclofenaco
paracetamol Naproxeno
o ibuprofeno) Ketorolaco
Tramadol Desketoprofeno
2. Meperidina
Se considera como el único opioide con acción espasmolítica
verdadera. Está especialmente indicado en patología de la vía biliar y
pancreatitis ya que la meperidina, a diferencia del resto de opioides,
no provoca espasmo del esfínter de Oddi. Es poco utilizada, pues
puede provocar convulsiones si administración prolongada.
– Dosis (> 1 año): 1-1,5 mg/kg/3-4 horas a pasar en 5 minutos ev.
BIC 0,3-0,7 mg/kg/h. En adultos 50-150 mg/3-4 horas a pasar
en 5 minutos.
Para finalizar la pauta, esquematizamos en la Figura 3 los analgé-
sicos sistémicos según intensidad y características del dolor agudo
TABLA 3. Analgésicos, vías de administración y dosis recomendadas. 891
BIBLIOGRAFÍA
1. British Medical Association and Royal Pharmaceutical Society. British
National formulary (BNF) for children 2010-2011. BMJ Group Pharma-
ceutical. United Kindom: RCPCH Publications; 2010.
2. Boyd RJ, Stuart P. The efficacy of structured assessment and analgesia
provision in the paediatric emergency department. Emerg Med J. 2005;
22: 30-2.
3. Capapé Zache S, Vázquez Ronco MA. Analgesia y sedación. En: Benito
J, Luaces C, Mintegui S, Pou J (eds). Tratado de Urgencias en Pediatría.
2ª Edición. Madrid: Ergon; 2011. p. 82-98.
4. Decosterd I, Hugli O, Tamchès E, Blanc C, Mouhsine E, Givel JC, et
al. Oligoanalgesia in the emergency department: short-term beneficial
effects of an education program on acute pain. Ann Emerg Med. 2007;
50: 462-71.
5. Fernández Santervás Y, Fernández Díaz V. Analgesia y sedación. En:
Capapé Zache S (ed). Manual de analgesia y Sedación en Urgencias de
Pediatría. 2ª Ed. Madrid: Ergon; 2012. p. 99-112.
6. Mace SE, Barata IA, Cravero JP, Dalsey WC, et al. Clinical Policy: Eviden-
ce-Based approach to pharmacologic agents used in pediatric sedation
and analgesia in the Emergency Department. Ann Emerg Med. 2004; 44:
342-77.
7. Taketomo CK, Hurlburt Hodding J, Krauss DM. Pediatric Dosage Hand-
book. 17th edition. Lexi-comp’s; 2010.
893
14.2. SEDACIÓN FARMACOLÓGICA Y
NO FARMACOLÓGICA
C. Parra, D. Muñoz
Sedación
moderada
Sedación (sedación Sedación Anestesia
Factores mínima consciente) profunda general
Respuesta Normal a Adecuada Adecuada No despierta
estímulos a estímulos a estímulos incluso con
verbales verbales o repetidos o estímulos
táctiles dolorosos dolorosos
Vía aérea No alterada No precisa Puede Precisa
intervención precisar intervención
intervención
Ventilación No alterada Adecuada Puede Frecuentemente
espontanea no ser inadecuada
adecuada
Función No alterada Habitualmente
cardiovascular mantenida
4. Hoja de registro
Es recomendable registrar el estado basal del paciente, el nivel
de sedación y las constantes vitales de forma continua y hasta la
recuperación del nivel de consciencia.
SEDACIÓN NO FARMACOLÓGICA
La sedación no farmacológica incluye todas aquellas técnicas
y medidas ambientales cuyo objetivo es disminuir la ansiedad y el
dolor del niño sin utilizar fármacos. Deberían ser utilizadas siempre
en todos los procedimientos y no excluyen la utilización de medidas
farmacológicas.
Algunas de estas medidas no farmacológicas son:
– Succión no nutritiva en lactantes (chupete).
– Uso de sacarosa en lactantes menores de 6 meses: en procedi-
mientos cortos, se puede administrar 0,5-2 ml de una solución
de sacarosa al 20%, unos 2-4 minutos antes del procedimiento.
– Permitir la presencia de los padres en todo momento.
– Aportar información adecuada al niño y a sus padres.
– Hacer participar a padres y niños.
– Técnicas de distracción (televisión, juegos,…)
– Técnicas de relajación.
SEDACIÓN FARMACOLÓGICA
Existen múltiples fármacos sedantes disponibles, con diferentes
mecanismos de acción y distintos efectos adversos. El profesional
que realice la sedación debe estar familiarizado con estos fárma-
cos, para minimizar los efectos indeseables. La Tabla 4 resume la
farmacodinamia, vías de administración y dosis de los sedantes más
utilizados.
1. Midazolam
Es una benzodiacepina potente, con inicio de acción rápido y
vida media corta, sin efecto analgésico. En el ámbito de urgencias,
TABLA 4. Dosis y vías de administración de los sedantes más habituales.
Vías de administración
– Endovenosa: vía de elección por la rapidez de su efecto. Dosis
inicial: 0,02-0,2 mg/kg a pasar en 2-5 minutos (dosis máxima inicial
2 mg). Se debe continuar con la mitad o un cuarto de la dosis inicial
hasta alcanzar el efecto sedante deseado o bien una dosis global
de 0,6 mg/kg (máximo 10 mg). Si el procedimiento dura más de
15-20 minutos, puede instaurarse una perfusión continua.
– Intramuscular: su inyección es poco dolorosa y su absorción
predecible.
– Oral: se recomienda administrar en ayunas para aumentar la
absorción intestinal del fármaco.
– Intranasal: puede administrarse la solución inyectable en ambas
fosas nasales directamente con una jeringa o bien conectando
la jeringa a un dispositivo atomizador intranasal, que distribuye
el fármaco por la mucosa nasal. La mitad de la dosis será admi-
nistrada en cada fosa nasal. Por esta vía, se consiguen buenos
efectos y de forma rápida, no precisando la colocación de una
vía endovenosa. Como inconveniente, provoca prurito nasal por
su pH ácido (pH 3,5). Se pueden repetir las dosis cada 10-15
minutos hasta la finalización del procedimiento.
Soluciones disponibles: solución oral: 2 mg/ml; solución inyec-
table: 1 mg/ml y 5 mg/ml.
Efectos secundarios
Múltiples estudios han demostrado la seguridad del midazolam
como sedante en urgencias, siendo un fármaco en general bien
tolerado. Los efectos secundarios más frecuentes son:
– Depresión respiratoria (hipoventilación, apnea) en relación con
dosis altas, velocidad de infusión rápida, administración con-
junta con otros depresores (opiáceos), pacientes críticos o con
patología pulmonar.
– Hipotensión, especialmente en pacientes postoperados cardíacos. 899
– Alteración del sistema nervioso central (somnolencia, sedación,
amnesia, vértigo, excitación paradójica, delirio, hiperactividad,
cefalea, ataxia, nistagmo).
– Otros: náuseas, vómitos, dolor local (vía parenteral), escozor y
lagrimeo (vía nasal), movimientos tónico-clónicos, temblores, vi-
sión borrosa y diplopía.
Contraindicaciones e interacciones
– Edad menor 6 meses.
– Hipersensibilidad al midazolam
– Glaucoma de ángulo estrecho.
– Su eliminación, principalmente hepática, puede disminuir, aumen-
tando los niveles plasmáticos, si se administra conjuntamente con
eritromicina, claritromicina, ketoconazol, diltiazem, verapamilo o
cimetidina.
2. Propofol
Sedante de acción ultracorta muy soluble en lípidos. Se utiliza
clásicamente en la inducción anestésica, pero a dosis bajas es útil
en procedimientos no dolorosos, especialmente cuando se pretende
un efecto sedante rápido, de corta duración, con despertar rápido
y sin efectos secundarios. Su principal indicación en urgencias es la
sedación para pruebas de imagen, pero se puede utilizar asociado
a analgesia en procedimientos dolorosos cortos, en la intubación y
adaptación a la ventilación mecánica y en la cardioversión. A dosis
altas es anticonvulsivante.
Vías de administración
Se administra exclusivamente por vía endovenosa a 1 mg/kg
(máximo 40 mg) o en perfusión continua a 1-3 mg/kg/h. Si con ello
no es suficiente, se puede administrar 0,5 mg/kg cada 3-5 minutos.
Se aconseja administrarlo en 1-3 minutos (nunca en bolus rápido
pues se asocia a hipotensión y apnea). Se presenta en una emulsión
acuosa en aceite de soja estabilizada con derivados de yema de
huevo al 1% (1 ml= 10 mg) o al 2% (1 ml= 20 mg). Algunas prepa-
raciones contienen sulfitos que puede provocar broncoespasmo en
asmáticos susceptibles.
900 Efectos secundarios
– Depresión respiratoria, sobre todo si se administra en bolus ex-
cesivamente rápido.
– Depresión cardiovascular, provocando hipotensión arterial en un
25-50% de los casos.
– Produce disminución de la presión intracraneal, por lo que puede
ser útil en la inducción de la intubación en el traumatismo craneal
hemodinámicamente estable.
Contraindicaciones
– Hipersensibilidad al fármaco.
– Hipersensibilidad al huevo o la soja.
– Hipotensión o fallo cardiovascular.
3. Ketamina
Fármaco derivado de la fenciclidina con potente efecto analgésico
e hipnótico por efecto sobre el sistema límbico y el córtex cerebral.
Posee una alta biodisponibilidad tras su administración endovenosa
o intramuscular, su vida media es corta (2-4 horas), su metabolismo
principalmente hepático y su eliminación renal.
La ketamina a dosis bajas produce un estado de anestesia diso-
ciativa, en la que el paciente es capaz de mantener intactos los reflejos
protectores de la vía aérea y una función respiración espontánea y
hemodinámica normal, combinado con un estado de cataplexia, no
siendo consciente el paciente de los estímulos dolorosos, lo que le hace
un sedoanalgésico ideal para procesos menores de corta duración.
Vía de administración
Las vías de administración más utilizadas son la endovenosa a
1 mg/kg (en 1-3 minutos) y la intramuscular a 4-5 mg/kg. Su primer
paso hepático y su baja absorción digestiva provocan que requiera
altas dosis cuando se administra por vía oral, rectal o intranasal.
Efectos secundarios
– Aumento de la tensión arterial y de la frecuencia cardíaca (efecto
simpaticomimético)
– Provoca broncodilatación, sialorrea y aumento de las secreciones
traqueobronquiales, que puede conducir a una obstrucción de la
vía aérea (efecto que puede contrarrestarse administrando atro- 901
pina). A dosis altas o cuando se administra rápidamente puede
provocar depresión respiratoria.
– Puede provocar movimientos involuntarios y nistagmus, que sue-
len ser autolimitados.
– Provoca un aumento de la presión intracraneal secundaria a la
vasodilatación de las arterias cerebrales, por este motivo está
contraindicado en los traumatismos craneoencefálicos graves,
pero estudios recientes ponen en duda esta contraindicación.
– Durante la fase de recuperación se han descrito fenómenos
de despertares desagradables sobre todo en niños mayores y
adolescentes. Clásicamente para disminuir este efecto se ha
administrado la ketamina conjuntamente con midazolam. Datos
actuales ponen en duda esta práctica, que no seria necesaria
en los pacientes de menor edad.
– Otros: náuseas, vómitos, hiperglucemia transitoria, aumento de
la presión intraocular.
Contraindicaciones e interacciones
– Hipersensibilidad al fármaco.
– Situaciones en las que el aumento de la tensión arterial pueda
ser peligroso (enfermedad cardiovascular previa, hipertensión
pulmonar, hipertensión arterial…).
– Patología de globo ocular (glaucoma, traumatismo ocular).
4. Óxido nitroso
El óxido nitroso es un gas incoloro, inodoro y no irritante, con un
bajo coeficiente de solubilidad, que hace que pase rápidamente de
la circulación pulmonar al sistema nervioso central, donde ejerce su
efecto analgésico, ansiolítico y amnésico. Se administra mezclado con
oxígeno al 50%, provocando una analgesia de acción corta y segura
ya que mantiene el reflejo tusígeno y no existe riesgo de depresión
respiratoria. Tiene una acción dosis-dependiente depresora del sis-
tema nervioso central, sin embargo su potencia anestésica es débil.
Su administración requiere de personal entrenado y una vigilancia
continua durante el procedimiento, así como de la colaboración por
parte del paciente. Las indicaciones del óxido nitroso son procedi-
mientos dolorosos de corta duración en pacientes colaboradores
902 como punción lumbar, suturas y reparación de heridas, venopunción
o canalización de vía, drenaje de abscesos.
Vía de administración
La única vía de administración del óxido nitroso es la pulmonar.
Se puede administrar de dos formas:
– Mediante una mascarilla facial transparente adaptada a la cara
del paciente, conectada a un filtro antibacteriano de un solo uso,
unido a un tubo con un orificio espiratorio, un reservorio donde
se almacena el fármaco y una conexión que se conecta a la bala
de gas.
– En pacientes colaboradores se puede utilizar una boquilla co-
nectada a un filtro antibacteriano en lugar de la mascarilla.
En cualquiera de las dos interfases se puede utilizar una válvula
a demanda que administra fármaco sólo cuando el paciente respira.
Es conveniente que el paciente se familiarice con el material antes
de su aplicación.
Procedimiento
– Lugar apropiado, que disponga de fuente de oxígeno, aspiración,
monitorización, material para mantener la vía aérea y que esté
ventilado.
– Material específico: bala de óxido nitroso, kit de administración
del fármaco, filtro, interfase (mascarilla o boquilla), válvula de ad-
ministración a demanda.
– Iniciar la administración del gas antes de iniciar el procedimiento
(3-5 minutos) y mantenerla durante todo el procedimiento. Es
recomendable la monitorización continua con pulsioximetría y el
registro de constantes cada 5 minutos.
– Una vez iniciado el procedimiento, se debe vigilar el nivel de
consciencia y la vía aérea del paciente. Si la sedación es excesiva,
se debe discontinuar la administración.
Efectos secundarios
Los principales efectos secundarios del óxido nitroso son náuseas,
vómitos, euforia, parestesias, vértigo, alteración de la percepción cor-
poral, angustia o agitación. Estos efectos secundarios suelen desapa-
recer a los pocos minutos de suspender la administración del fármaco.
Contraindicaciones 903
– Trauma craneal con hipertensión intracraneal.
– Alteración del nivel de conciencia que impida la colaboración.
– Obstrucción de la vía aérea, infección respiratoria aguda, crisis
de asma.
– Situaciones en las que se produzca una acumulación patológi-
ca de gas en el organismo: neumotórax, enfisema, obstrucción
intestinal, neumoperitoneo, embolia, accidentes por inmersión…
– Trauma facial que afecta a la zona de aplicación de la mascarilla.
– Cirugía oftalmológica en los 3 meses previos al procedimientos
5. Otros sedantes
5.1. Barbitúricos
Son un grupo de fármacos con efecto sedante y anticomicial,
pero no analgésico, por lo que sólo están indicados en procesos no
dolorosos. Son depresores del sistema nervioso central y producen
una disminución del consumo cerebral de oxígeno y de la presión
intracraneal. Tienen efectos cardiovasculares, disminuyendo la tensión
arterial de forma dosis dependiente. El más utilizado es el tiopental
(o pentotal sódico) que produce sedación y relajación muscular; su
acción es ultracorta y es útil en la secuencia de intubación rápida en
pacientes con hipertensión intracraneal hemodinámicamente esta-
bles. Se puede administrar por vía rectal, absorbiéndose rápidamente
para ansiólisis y sedación en pruebas diagnósticas.
5.2. Etomidato
Fármaco sedante de administración endovenosa liposoluble que
se ha utilizado como inductor anestésico, especialmente indicado en
pacientes con alteraciones hemodinámicas dado su escaso efecto
cardiovascular. Su efecto es de inicio rápido y acción breve. Su adminis-
tración disminuye la presión intracraneal en pacientes con hipertensión
endocraneana e inhibe la función adrenocortical si se emplea durante
mucho tiempo. Su principal indicación es en la secuencia de intubación
rápida en pacientes neuroquirúrgicos con inestabilidad hemodinámica.
BIBLIOGRAFÍA
1. Aldecoa Bilbao V, Baena Olomi I. Óxido nitroso. En: Capapé Zache S
(Ed.). Manual de Analgesia y sedación en Urgencias de Pediatría. Madrid:
Ergon; 2012. p. 158-63.
2. American Academy of Pediatrics, American Academy of Pediatric Den-
tistry, Coté CJ, Wilson S; Work Group on Sedation. Guidelines for mo-
nitoring and management of pediatric patients during and after sedation
for diagnostic and therapeutic procedures: an update. Pediatrics. 2006;
118: 2587-601.
3. Baena Olomi I, Bartoli D. Fármacos disociativos: Ketamina. En: Capapé
Zache S (Ed.). Manual de Analgesia y sedación en Urgencias de Pediatría.
Madrid: Ergon; 2012. p. 151-7
4. Bar-Joseph G, Guilburd Y, Tamir A, Guilburd JN. Effectiveness of ketamine
in decreasing intracranial pressure in children with intracranial hyperten-
sion. J Neurosurg Pediatr. 2009; 4: 40-6.
5. Capapé Zache S, Vázquez Ronco MA. Analgesia y sedación. En: Benito
J, Luaces C, Mintegi S, Pou J (Eds.). Tratado de Urgencias en pediatría.
2ª edición. Madrid: Ergon; 2011. p. 82-98
6. Hsu DC, Cravero JP. Procedural sedation in children outside of the ope-
rating room. En: UpToDate, Stack AM, Randolph AG (Eds), UpToDate,
Waltham, MA, 2012
7. Parra Cotanda C, Muñoz Santanach D. Benzodiacepinas. En: Capapé
Zache S (Ed.). Manual de Analgesia y sedación en Urgencias de Pediatría.
Madrid: Ergon; 2012. p. 113-22.
8. Travería Casanova FJ, Rivera Luján J. Sedantes/hipnóticos. En: Capapé
Zache S (Ed.). Manual de Analgesia y sedación en Urgencias de Pediatría.
Madrid: Ergon; 2012. p. 139-50.
905
14.3. PROTOCOLOS DE ANALGESIA Y
SEDACIÓN EN PROCEDIMIENTOS EN
URGENCIAS
Y. Fernández, A. Batlle
INTRODUCCIÓN
Un procedimiento de analgesia y sedación es aquella técnica
farmacológica (administración de sedantes o agentes disociativos
con o sin analgésicos) capaz de inducir un estado que permite tolerar
procedimientos dolorosos y/o que causen ansiedad.
Cuando se realizan técnicas de sedación es importante recordar
que ésta puede variar en grado y profundidad en función de los
fármacos y dosis empleadas, y que en ocasiones se puede pasar,
de forma inesperada, de una sedación superficial o ansiólisis a una
anestesia general que requiera soporte respiratorio, con los riesgos
que ello comporta para el niño.
Por ello se recomienda que todo personal no anestesiólogo que
realiza una técnica de sedación deba estar cualificado para resolver
las situaciones que se presentan cuando se pasa a un plano más
profundo. Por tanto, es necesario un profundo conocimiento de la
farmacología de los productos empleados, una evaluación continua
del grado de sedación y la aplicación de técnicas de monitorización
no invasiva básicas para intentar disminuir, en lo posible, los efectos
indeseables que estas técnicas pueden comportar.
Procedimientos no dolorosos
Tomografía computarizada/Resonancia magnética
• Mayores de 4-5 años • Métodos no farmacológicos
• Menores de 4-5 años • Métodos no farmacológicos
• Niños sin integridad • Midazolam oral 0,5 mg/kg (máx. 15 mg/dosis)
neurológica • Midazolam in 0,2- 0,3 mg/kg (máx. 7,5 mg/
• No colaboradores dosis)
• Midazolam iv 0,02- 0,1 mg/kg (máx. 2 mg/
Se requiere monitorización dosis)
• Propofol iv 1 mg/kg (máx. 40 mg/ dosis)
• Propofol en BIC (para RNM) a 1-3 mg/kg/h
Ecografía
• En general • Métodos no farmacológicos
• No colaboradores • Midazolam oral/in (igual que en el apartado
anterior)
PROCEDIMIENTOS NO DOLOROSOS
– Procedimiento: pruebas de imagen (TC, RMN, Eco,..).
– Objetivo: disminuir ansiedad, garantizar la seguridad del pa-
ciente, la comodidad y la cooperación continua durante todo el
procedimiento.
– Opciones (Tabla 1):
· Sedación no farmacológica: aplicable en general para niños
mayores de 4-5 años y sobre todo en pruebas de duración
breve. Suele ser suficiente con permitir la presencia de los
padres, explicar al niño con su lenguaje en qué consiste la
prueba, utilizar técnicas de distracción-relajación,…
908 · Sedación farmacológica: en general, para niños pequeños
y/o no colaboradores (para más explicación ver capítulo previo
de Sedación farmacológica y no farmacológica):
- Ansiólisis: midazolam (MDZ) oral o intranasal (in).
- Sedación moderada-profunda: MDZ iv, o propofol iv.
BIBLIOGRAFÍA
1. Anand KJ, Hall R. Pharmacological therapy for analgesia and sedation in
the newborn. Arch Dis Child Fetal Neonatal Ed. 2006; 91: F448-53.
TABLA 4. Antídotos opiáceos y benzodiacepinas. 913
Antídotos
Fármaco Naloxona Flumazenilo
Dosis-vías - Depresión respiratoria iv: 0,01 mg/kg/dosis.
post-analgesia: 0,01 mg/kg/ Máx dosis única: 0,1 mg/
dosis/iv dosis. Se puede repetir
- Sobredosis opiáceos: 0,1 cada 1-2 min.
mg/kg/dosis/iv Máx dosis acumulada:
Máx dosis única: 2 mg/dosis/ 1 mg
iv. Se puede repetir/2 min BIC: 0,1-0,4 mg/h
Máx acumulada: 10 mg
BIC: 2/3 de la dosis de
carga/h
Inicio/Duración 3-5 min/20-40 min 1-2 min/30-60 min
Indicaciones Antagonista opioides Antagonista
benzodiazepinas
Efectos Náuseas, vómitos, HTA, hTA, Náuseas, vómitos,
secundarios taquicardia, edema pulmonar, agitación. Si se administra
arritmias, convulsiones. con ADT, puede provocar
convulsiones, arritmias.
No dar si historia previa de
convulsiones.
BIC: bomba de infusión continua; HTA: hipertensión arterial; hTA: hipotensión
arterial; ADT: antidepresivos tricíclicos.
A
ácido acetilsalicílico 263, 399, 497, 564
ácido fusídico 476, 480, 481
acidosis 31, 45, 71, 129, 154, 227, 236, 238, 268, 297, 300,
303-305, 338, 343, 344, 346, 347, 353, 354, 361, 373-375,
381, 383, 448, 530, 553, 578, 626, 657, 672, 674, 686-688,
692, 703, 705, 706, 709, 710, 726, 758, 759, 764
adenosina 515, 518-521
adrenalina 30-34, 72, 85-87, 115, 116, 132, 133, 347, 662, 895,
908-910
adrenoleucodistrofia 352
aguarrás 694, 699
alendronato 389
amikacina 308
amiodarona 31, 180, 521
amoxicilina-clavulánico 105, 109, 141, 142, 148, 155, 156, 158,
243, 244, 314, 316, 317, 425, 439, 441, 466, 467, 473, 481-
483, 694, 732, 733, 735, 736, 741, 815, 835, 837, 838
ampicilina 155, 156, 158, 211, 243, 308, 314, 317
anfotericina B 308, 373, 581
angina de Ludwig 836
antipolillas 694, 699
artritis reactiva 102, 585, 586, 588, 593, 598, 793
atenolol 277, 282, 543
atropina 30, 31, 46, 68, 73, 85, 116, 506, 623, 628, 637, 664,
719, 727, 826, 895, 901, 910-912
azitromicina 101, 106, 109, 243, 244, 461, 482, 858
B
bacteriuria 311
bicarbonato 31, 238, 249, 268, 302, 303, 342, 343, 346, 347,
354, 372, 376, 380, 382, 385, 427, 554, 555, 626, 662, 672,
673, 688, 895
916 biopsia renal 326, 327
Borrelia burgdorferi 220
C
calcitonina 380, 724
captopril 276, 277, 279, 280, 307, 531
carbón activado 245, 615, 616, 618, 644, 658, 659, 661, 663,
665, 666, 672, 674, 675, 677, 683, 684, 686-688, 699, 700,
718, 724, 727
carvedilol 531
cefepima 425, 573
cefotaxima 155, 156, 193, 199, 211, 212, 308, 314, 482, 800
ceftriaxona 142, 148, 155, 156, 158, 212, 214, 243, 244, 416,
425, 438, 482, 593, 694, 808, 858
cefuroxima 142, 148, 308, 440, 481, 482, 815
cefuroxima axetilo 142, 148, 482
cetoacidosis 122, 337, 339, 342, 347, 350, 373
cilindros hemáticos 261, 262
ciprofloxacino 180, 308, 425, 439
cistitis hemorrágica 263
CIV 510
clindamicina 106, 109, 156, 158, 439, 449, 450, 467, 471, 473,
480-483, 694, 735, 736, 837
clonazepam 674, 681, 682, 868, 869
clorhexidina 269, 427, 481, 837
cloruro cálcico 31, 386
Clostridium perfringens 226
cloxacilina 438, 439, 441, 466, 467, 471, 483, 593, 800
codeína 613, 663, 664, 666, 886, 887, 891
concentrado de hematíes 11, 305
contusión ocular 825
convulsiones 17, 45, 52, 74, 89, 90, 129, 165, 166, 168-171,
173, 188, 197, 203, 205, 206, 208, 232, 240, 275, 303, 321,
352, 358, 359, 362, 365, 367, 369, 381, 384, 414, 448, 462,
486, 556, 618, 628, 629, 631, 634, 636, 649, 650, 656, 657,
660-662, 664, 665, 669, 670, 672-674, 676, 677, 683-687,
699, 702, 705, 706, 709, 710, 714-717, 719, 725, 726, 749,
750, 754, 746, 760, 805, 890, 913
convulsiones febriles 173, 414, 486 917
coprocultivo 243, 447, 590
cotrimoxazol 211, 212, 308, 317, 427, 439, 614
crema EMLA 615, 908, 909, 911
cricotiroidotomía 10
cristaloides 11, 30, 249, 344
criterios de Rochester 408, 409
Cryptosporidium 226, 244
Cuerpo extraño corneal 807
D
dengue 445, 447, 448, 450, 469
deshidratación hipernatrémica 227, 228, 236, 237, 239
deshidratación hiponatrémica 227, 228, 236, 237, 240
deshidratación isonatrémica 227, 228, 236, 237, 238
desmopresina 331
dexametasona 115, 116, 210, 211, 584, 694, 826
diabetes insípida 52, 368
diálisis peritoneal 55, 305, 306, 379, 390, 556
diazepam 168-170, 660, 665, 681, 718, 726, 868
diazóxido 279, 283
diclofenaco 331, 497, 810, 824, 888, 891
dieta hiposódica 276
difenhidramina 660, 661, 665, 666, 671, 863
difenilhidantoína 262
digitalización 532
digoxina 307, 385, 505, 521, 531, 534, 614, 616, 656
divertículo de Meckel 786
dobutamina 72, 531, 673
dopamina 72, 301, 531 664, 673
doxiciclina 243, 450, 858
E
edema escrotal idiopático 777
edemas 262, 264, 267-269, 297, 365, 372, 886
enalapril 277, 278, 280, 307
enfermedad de Addison 352, 375
enfermedad de Crohn 855
918 enfermedad de Hirschsprung 782
enfermedad de Lyell 465, 466
enfermedad de Ritter 464, 476
enfermedad de Von Willebrand 551
enfermedad de Wilson 268, 863
Entamoeba hystolitica 226
enterocolitis necrotizante 206, 569
epididimitis 779
ergotamina 180
eritromicina 101, 106, 243, 244, 308, 461, 467, 482, 614, 674,
807-809, 813, 899
erosión corneal 802, 807, 823
escala de Glasgow 9, 10, 42, 46, 52, 55, 74, 77, 81, 168, 202,
343, 448, 619, 631, 666, 703, 705, 707, 710, 713, 719, 749,
751, 753, 754, 760, 767
escala de Wood-Downes 122, 129
Escherichia coli 138, 243, 244, 310, 313, 421, 476, 808
esmolol 278, 521
espasmo del llanto 537
espironolactona 277, 282, 307, 531, 534
esquistosomiasis 445, 447, 450
estado de mal convulsivo 199
estenosis aórtica 539
estenosis pulmonar 526, 539
estupor 38, 47, 58, 125, 195, 359, 367, 725
etidronato 389
ETS 847, 856-858
excreción fraccionada de sodio 397
F
fenilefrina 662, 664
fenitoína 169-171, 616, 642, 656, 673, 685
fenobarbital 169-171, 305, 307, 615, 616, 642, 672
fenoxibenzamina 280
fentanilo 68, 307, 520, 522, 770, 898, 911, 912
feocromocitoma 177, 275, 280, 407
fiebre tifoidea 446, 448, 450, 469
fiebres hemorrágicas 444, 445
fístula de Gellé 146 919
flumazenil 44, 54, 683
fosfato de hidrocortisona 354, 356
furosemida 277, 278, 280, 282, 283, 301, 302, 304, 373, 376,
382, 531, 600, 761
G
gammaglobulina específica 427, 858
gammagrafía con tecnecio 433, 800
gentamicina 155, 180, 211, 243, 244, 308, 314, 316, 317, 373,
467, 573
Giardia lamblia 226, 243
glomerulonefritis 102, 104, 261, 268, 269, 274, 280, 296, 299,
306, 322-324
gluconato cálcico 302, 304, 376, 386, 746
H
Haemophilus influenzae 112, 137, 140, 152, 155, 204, 211, 212,
405, 406, 430, 431, 500, 799, 808, 809
heliox 124, 135
hematemesis 246
hematoma palpebral 821
hematoquecia 246
hemocultivo 29, 48, 91, 139, 147, 153, 192, 195, 202, 204, 411,
424, 426, 434, 435, 447, 448, 465, 469, 470, 473, 480, 500,
573, 583, 590
hemoglobinuria 261, 296, 560, 699, 759
hemorragia conjuntival 810, 822
hernia inguinal incarcerada 777, 782
hidralacina 279
hidroclorotiazida 277, 280, 282, 531
hipema 818, 826, 828
hipercalcemia familiar hipocalciúrica 383
hipercalcemia idiopática de la infancia 383
hiperplasia suprarrenal congénita 355
hipertiroidismo 217, 383, 407, 529, 530
hiperuricemia 305, 553-555, 578
hipofosfatasia 383
920 hipotensión ortostática 247, 248, 372, 537, 715
HIV 266, 856, 858
hormona paratiroidea 330, 380, 382
HVB 858
I
ibuprofeno 140, 148, 183, 326, 331, 415, 427, 436, 497, 593,
600, 656, 659, 886, 891
impétigo bulloso 465, 466, 476
insulina 267, 302, 307, 337-344, 346-349, 359, 361, 362, 373,
375, 377, 392, 631, 632, 635, 724
intoxicación por vitamina D 383
ipecacuana jarabe 618
K
ketorolaco 331, 888, 891
Kingella kingae 430, 431, 434, 585, 799
L
lavado gástrico 615, 617, 658, 659, 665, 666, 672, 691, 696-700,
727
leptospirosis 445, 448, 450, 469, 470, 473, 599
letargia 38, 45, 47, 125, 195, 202, 205, 206, 232, 358, 363, 367,
372, 387, 559, 618, 626, 656, 787
leucocituria 270, 311
lidocaína 30, 174, 506, 672, 908, 909, 911
litiasis 263, 264, 267, 329, 330, 560, 784, 785, 887
litiasis renal 263, 329
lupus eritematoso sistémico 323, 324, 502, 578, 586, 592, 599
luxación/subluxación del cristalino 826, 827
M
malaria 198, 444, 445, 447-450
maniobra de Heimlich 24, 77
maniobra de Sellick 67, 68
maniobras vagales 515-519
manitol 12, 53, 74, 192, 364, 616, 743
mastoiditis de Bezold 146, 536
mastoiditis de Mouret 146
melena 246 921
meningitis aséptica 160, 204, 596, 598
meningitis bacteriana 198, 199, 204-208, 210-213, 405
meningococo 212
metamizol 148, 331, 437, 770, 867, 887, 891
metilprednisolona 86, 148, 326, 583, 600, 601, 694, 742
metronidazol 180, 243, 308, 573, 694, 838, 858
midazolam 68, 168, 169, 170, 307, 506, 519, 520, 522, 660, 681,
682, 718, 726, 868, 869, 896-899, 901, 907-912
milrinona 531
minoxidil 279
mioglobinuria 261, 297, 578, 705, 759, 767
mupirocina 476, 477, 480, 481
N
N-acetilcisteína 633, 642, 647, 667
naftalina 694, 699
naloxona 30, 44, 54, 522, 610, 634, 665, 713, 719, 889, 895,
907, 913
naproxeno 183, 497, 888, 891
necrosis tubular aguda 268, 297, 299, 643, 705, 759
nefritis intersticial 268, 270, 299, 373, 656, 725
nefropatía IgA 263
nefropatía por reflujo 270, 271, 274
Neisseria meningitidis 204, 210-212, 406, 411, 430, 496, 500,
585, 799
neuritis óptica 177, 804
neuroblastoma 407, 435, 822
neurofibromatosis 274, 275, 587, 794
nifedipino 255, 276-278, 280, 304, 613, 664
nitrofurantoína 180, 317
nitroglicerina 134
nitroprusiato sódico 278, 283, 305, 531, 664, 667
normograma de Rumack-Matthew 644, 646, 647, 651
O
obnubilación 24, 47, 58, 210, 353, 387, 448, 625, 750
oliguria 237, 269, 295, 298, 299, 303, 330, 343, 554
Orquitis 321
922 P
paracetamol 48, 140, 148, 183, 307, 415, 427, 437, 613, 614,
633, 641-654, 682, 705, 770, 885, 886, 891, 909
paradiclorobenceno 699
paraldehído 48
peróxido de hidrógeno 694, 700, 739, 741
pielonefritis aguda 312, 331
piperazilina-tazobactam 425
plasma fresco 73, 250
plasmaféresis 200, 326
Plasmodium falciparum 448-450
poso de café 246
prednisona 86, 116, 220, 326, 501, 583, 584, 827
procalcitonina 134, 312, 315, 413, 432, 440, 601, 602, 784, 789, 797
propranolol 277, 280, 282, 531, 543 , 613
proteinuria 261, 262, 264, 267-271, 299, 321-323, 326, 327,
699, 741
pseudohipoparatiroidismo 382
Pseudomonas aeruginosa 138, 211, 212, 430, 478, 585
púrpura de Schönlein-Henoch 263, 296, 306, 320-322, 586, 588,
590, 777, 786
Q
quinina 449, 450
R
rabdomiólisis 296, 297, 375, 452, 455, 457, 577, 578, 584, 674,
705, 715, 716, 866
ranitidina 52, 180, 307, 694
reacción de Paul-Bunnell 100
rectorragia 853
rehidratación oral 232, 233, 236, 242, 342, 349
respiración atáxica 47
respiración de Kussmaul 338, 505
ribavirina 135
rickettsiosis 450, 447, 448
riñón único 296, 316
rotavirus 226, 231
S 923
salbutamol 123, 124, 132, 303, 378, 863
Salmonella 226, 243, 244, 430, 435, 445, 585, 799
Salmonella enteritidis 430
score de Boyer corregido 208, 209
Score HSJD bronquiolitis 130
seroalbúmina 52, 72, 249
Shigella 226, 243, 445, 586
shock tóxico 102, 382, 464, 469, 471, 473, 599
SIADH 129, 152, 200
signo de Nikolsky 464, 465
síndrome de Barakat 382
síndrome de Cushing 9, 44, 47, 578, 581, 584
síndrome de DiGeorge 382
síndrome de Guillain-Barré 217, 220, 488, 738, 744
síndrome de Horner 46
síndrome de Kenny-Caffey 382, 384
síndrome de Reye 199, 886
síndrome de Wolf-Parkinson-White 512
síndrome hemolítico urémico 561, 565
síndrome hemolítico urémico 324, 561, 565
Staphylococcus aureus 112, 138, 152, 153, 158, 159, 187, 211,
212, 226, 421, 425, 430, 431, 464, 465, 469-471, 475-478,
480, 496, 500, 573, 585, 735, 736, 799, 808, 809, 815
Streptococcus agalactiae 204, 211, 212, 408, 430, 431, 434,
585, 799
Streptococcus pneumoniae 137, 140, 142, 151-153, 157, 158,
204, 208, 210-212, 406, 430, 431, 500, 573, 585, 799, 809
surfactante 135, 758
T
talasemia 560-563
teicoplanina 309
test de Coombs 549, 559, 565
tetania 303, 381, 385, 554, 697
tetralogía de Fallot 527
tiazidas 307, 373, 383
tinidazol 243
924 tiopental 54, 307, 897, 903, 911
toracocentesis 70, 77, 157, 497, 910, 911
torsión testicular 321, 777-779
tramadol 331, 675, 887, 891
transfusión sanguínea 250, 375, 562
trombosis venosa renal 263, 274, 296, 530, 556
U
uremia 40, 299, 305
urocultivo 48, 231, 265, 297, 311, 410, 590, 597
V
vacunación antitetánica 736
valproato 687
vancomicina 193, 199, 211, 212, 243, 309, 425, 426, 439, 466,
467, 471, 482, 483, 573
verapamilo 521, 613, 899
Vibrio cholerae 226, 243
Virus de Epstein-Barr 100, 101, 194, 195, 197, 202, 585
Y
Yersinia enterocolitica 226, 244
Urgencias
5ª edición
en pediatría
Protocolos diagnóstico-terapéuticos
Urgencias
en pediatría
Hospital Universitari Sant Joan de Déu
5ª edición