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El comercio de animales silvestres está provocando el surgimiento de epidemias

Jorge Adrián Serrano

Resumen. Se presenta información sobre las zoonosis virales de los últimos 20 años. Se
discute su relación con el costo ambiental que implica la extracción y el comercio de
esta fauna. Asimismo, se reflexiona que la aparición de una pandemia por este tipo de
zoonosis era advertida por la comunidad científica desde 2003.

Actualmente, se tiene bien documentado que el origen de la pandemia de la Covid-19


fue en un mercado de mariscos y animales exóticos en la ciudad china de Wuhan en
2019. Los análisis genéticos del SARS-COV-2 indican que este virus pasó de
murciélagos a humanos, posiblemente empleando como intermediario al pangolín (un
mamífero parecido al armadillo). Esta transmisión de virus de animales al ser humano
se denomina zoonosis.

Desafortunadamente, previo a la pandemia de la COVID-19 (declarada


oficialmente por la OMS el 11 de marzo del 2020), la comunidad científica tenía
registrados varios casos de zoonosis virales, las cuales se convirtieron en epidemias
confinadas a sus zonas geográficas de origen. En las últimas dos décadas aparecieron
brotes de: el virus SARS-CoV-1 en China (2002) cuyo origen fueron las civetas; el
virus de la gripe aviar H5N1 en Tailandia y China (2004) que se detectó en patos de
corral; el virus de la influenza H1N1 en México y Estados Unidos (2009) que se originó
en cerdos; el virus MERS-CoV en Arabia Saudita (2012) con origen en camellos; el
Ébola en África Occidental (2014) que se transmitió a humanos por murciélagos de la
fruta; y el SARS-CoV-2 en China (2019) cuyo origen estuvo probablemente en los
murciélagos herradura, pero se transmitió a los humanos por medio de pangolines.

Los datos sobre las zoonosis anteriores muestran una clara constancia en los
últimos 20 años. Cada una de estas epidemias tuvo el potencial de convertirse en una
pandemia, así como ocurrió con el SARS-CoV-2. De hecho, desde la aparición del
primer virus del SARS, se pueden encontrar varias publicaciones de artículos científicos
desde 2003 a 2007, que advierten sobre el riesgo de seguir consumiendo carne de
murciélago y de otras especies de mamíferos, así como la necesidad de invertir recursos
por parte de los gobiernos para monitorear posibles brotes de nuevos coronavirus.
Otro patrón observado es que todos estos virus tuvieron su origen en especies de
mamíferos con cuya carne se comercia, algunas veces por necesidad y otras, por ser un
lujo culinario. Por ejemplo, en los países del África donde ocurrió la epidemia de ébola
en 2014 (Guinea, Liberia, Sierra Leona), la producción ganadera es escasa, por lo que se
consumen animales silvestres como monos, chimpancés, gorilas, murciélagos,
puercoespines y ratas. En el caso de China, el tráfico de animales silvestres representa
un negocio de 74 mil millones de dólares y da empleo a 14 millones de personas tanto
de manera legal como ilegal; varios de los mercados donde se realiza este comercio,
como el mercado de Wuhan, también son sitios de sacrificio y tiraderos de vísceras. En
este país asiático es común el consumo de tejones, cachorros de lobo, zorros,
puercoespines, murciélagos, serpientes, aleta de tiburón, ratas de bambú y civetas.

En el caso de la influenza H1N1, no está claro dónde se originó exactamente,


pero las investigaciones indican que pudo aparecer en un rastro ubicado en la frontera
entre México y Estados Unidos, pues su material genético contiene información viral de
una cepa de aves, dos cepas de cerdos y una de humano. Si bien la industria porcina
tiene estrictos controles de calidad para la venta y comercialización de carne en ambos
países, no ocurre lo mismo con los desechos producidos de los mataderos, los cuales se
vierten a cuerpos de agua como ríos y lagos o se crean fosas de homogenización que
tienen baja eficiencia en la remoción de materia orgánica.

La comercialización de animales silvestres ocasionada por los patrones de


consumo o de producción industrial está estrechamente relacionada con la aparición de
zoonosis, las cuales tienen el potencial de convertirse en pandemias, como ocurrió con
el SARS-CoV-2. La situación se agrava porque ni industria ni gobiernos ni
consumidores asumen el costo ecológico que implica la explotación y extracción de
estas especies de su hábitat. Bajo estas condiciones, en cinco años la humanidad puede
enfrentar a un nuevo patógeno que provoque otra pandemia.

Referencias.

Bassets, M. (18 de abril de 2020). David Quammen: “Somos más abundantes que
cualquier otro gran animal. En algún momento habrá una corrección”. El país.
Disponible en: https://elpais.com/ciencia/2020-04-18/somos-mas-abundantes-que-
cualquier-otro-gran-animal-en-algun-momento-habra-una-correccion.html?
ssm=FB_CC_MAT&fbclid=IwAR0F2S2GjQrwwKj4n2hWtiBZfZa463epxCrN25ZAhg
-sWC8XLWTIBJwPg-w (fecha de acceso: 2 de marzo del 2022).

Cortés, M. E. (2020). Coronavirus zoonótico SARS-CoV-2: La búsqueda del misterioso


hospedero intermediario. Revista Médica Herediana. 31 (2): 138 - 140. DOI:
https://doi.org/10.20453/rmh.v31i2.3781.

Reina, J. (2020). El SARS-CoV-2, una nueva zoonosis pandémica que amenaza al


mundo. Vacunas. 21 (1): 17 - 22. DOI: https://doi.org/10.1016/j.vacun.2020.03.001.

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