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ANÁLISIS DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO DESDE UNA

APROXIMACIÓN TERRITORIAL. ESTUDIO DE CASO: EXPLOTACIÓN


MINERA Y DINÁMICAS DE VIOLENCIA EN LA REGIÓN DEL BAJO CAUCA
ANTIOQUEÑO

JUAN DAVID ACOSTA GONZÁLEZ

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES
INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA
BOGOTÁ D.C.
2013
ANÁLISIS DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO DESDE UNA
APROXIMACIÓN TERRITORIAL. ESTUDIO DE CASO: EXPLOTACIÓN
MINERA Y DINÁMICAS DE VIOLENCIA EN LA REGIÓN DEL BAJO CAUCA
ANTIOQUEÑO

JUAN DAVID ACOSTA GONZÁLEZ


TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR AL TÍTULO DE POLITÓLOGO

DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADO


MANUEL E. SALAMANCA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES
INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA
BOGOTÁ D.C
2013
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………1

1. MARCO CONCEPTUAL………………………………………………………….9
1.1. CONFLICTOS EMERGENTES Y SELECCIÓN DE
ESTRATEGIAS……………………………………………………..............10
1.2. VIOLENCIA, VIOLENCIA INDISCRIMINDA Y VIOLENCIA
SELECTIVA………………………………………………………………….14
1.3. INTERSECCIÓN ENTRE NECESIDAD, CREDO Y CODICIA (NEED,
CREED, GREED)……………………………………………………………20

2. LOS RECURSOS Y EL DESARROLLO DEL CONFLICTO………………..22


2.1. LOS TIPOS DE RECURSO Y SU PAPEL EN LAS GUERRAS……….22
2.2. COMPLEJIZACIÓN DE LA CONTIENDA………………………………..28

3. PROCESOS VIOLENTOS Y OBTENCIÓN DE


RECURSOS………………………………………………………………………34
3.1. TIPOS DE VIOLENCIA Y EXPLOTACIÓN DE RECURSOS COMO
ESTRATEGIA DE CONTROL……………………………………………..35
3.2.DE LA VIOLENCIA INDISCRIMINADA A LA VIOLENCIA
SELECTIVA………………………………………………………………….39

4. ANÁLISIS DE PROCESOS VIOLENTOS EN RELACIÓN A LA


OBTENCIÓN DE RECURSOS. ………………………………………………..44
4.1. DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN MINERA EN BAJO
CAUCA……………………………………………………………………….45
5. CONCLUSIONES………………………………………………………………..51
6. BIBLIOGRAFÍA
7. ANEXOS
INTRODUCCIÓN

La confrontación armada en Colombia ha generado nuevas dinámicas entre


actores ubicados en territorios en donde la disputa y el control de recursos
disponibles se hace por medio de la utilización de estrategias y prácticas
violentas. Esto se encuentra en relación con la intersección de diferentes
condiciones políticas, económicas y sociales que permiten una reconfiguración
constante sobre cómo pensar el desarrollo de la guerra y la transformación de
los actores y sus estrategias. Este proceso obedece a lógicas de transición que
dan cuenta de la complejidad inscrita en la confrontación de tipo armado propia
del país.

En medio de ésta, surgen nuevos motores de cambio relacionados con la


obtención y explotación de recursos en los que se hace posible identificar la
estrecha relación con recursos naturales específicamente mineros. Allí, el uso
de la violencia permite establecer estrategias para la obtención de estos
recursos teniendo en cuenta las condiciones geográficas, políticas y sociales
en donde se sitúan (Kriesberg, 2012, 100).

Habitualmente el debate se ha inscrito a favor de la ausencia y abandono de


motivos o ideales de tipo político que inicialmente llevaron a los grupos a la
lucha armada; Collier (Collier, 2001) desarrolla un análisis económico de estas
llamadas rebeliones1 en las que lo criminal ha sobrepasado las justificaciones
políticas de los actores para incursionar en la guerra, alegando a favor de
escenarios en los que el saqueo se convierte en la justificación única de su
lucha.

Sin embargo, el análisis de los actores y su relación con la obtención de


recursos para el proceder de la guerra merece una postura que reconsidere la
complejidad que se encuentra inscrita al interior de su desarrollo a través de la

                                                                                                                       
1
Énfasis del autor.
redefinición de estas causas y un esfuerzo dirigido por lecturas que se aparten
del simplismo metodológico y explicativo2.

Por lo tanto, para el caso colombiano es necesario un acercamiento analítico


que describa las relaciones entre los distintos actores (legales, ilegales,
privados y públicos) en contextos de transformación y cambio en las formas de
lucha y las estrategias dirigidas a su continuación, las cuales pasan por el
agenciamiento de la violencia para obtener recursos económicos. Además, es
preciso establecer diferencias y categorías entre los recursos y la manera de
acceso a ellos, permitiendo una posible caracterización para abordar de
manera clara la pregunta establecida por Ross (2003) sobre la influencia de los
recursos en la prolongación de conflictos violentos: “¿La diferencia de los tipos
de recurso tiene distintos efectos en el conflicto?3”.

Adicionalmente será abordado el debate sobre las motivaciones de los actores


en la guerra (Greed vs Grievance), partiendo de la premisa en la que es posible
entender que, el conflicto colombiano ha entrado en una lógica de
transformación y su proceso de desarrollo en el tiempo se cruza con diversas
motivaciones de tipo político, social y económico. Al contrario de otorgar una
mirada simple a este tipo de dinámicas, reduciéndolas a manifestaciones
predatorias y ponderando las agendas económicas de la guerra por encima de
las políticas, sociales, ideológicas y culturales, el análisis busca entender la
relación multicausal que existe en la manifestación de variables como la
identidad y la necesidad de un actor, con las diversas formas de obtención de
recursos de tipo económico, permitiendo un entendimiento amplio de lo que
hoy forma al conflicto. (Zartman, 2005, 257).

Posteriormente y complementando los puntos anteriores sobre la


heterogeneidad de afectación que estos recursos tienen en el desarrollo de la
guerra (las múltiples causas y agendas del conflicto que permiten pensar desde
una aproximación no simple del proceso), también se suma un esfuerzo por
determinar la importancia que tiene el uso de lógicas violentas, ya bien sean
                                                                                                                       
2
Valenzuela (2001) ofrece una reflexión acerca de este problema. Más adelante será tomado en
cuenta para el desarrollo de este trabajo.
3
Mi traducción. Cfr. pp. 48
indiscriminadas o selectivas en razón de la consecución de metas (Kalyvas,
2010, 248) definidas a lo largo del tiempo.

La selección de realidades territoriales locales en las que es posible identificar


la presencia de recursos para la guerra en Colombia permite la delimitación
geográfica específica: la zona del Bajo Cauca Antioqueño es un ejemplo claro
que además cumple con el interés analítico del presente trabajo y en el que se
espera poder mostrar los diferentes hallazgos encontrados en torno a las
dinámicas de violencia y exclusión propios del sector y del conflicto.

En función de una aproximación que de cuenta de cambios en el tiempo, ha


sido delimitado un periodo de 10 años (2001-2011) que ilumine el desarrollo de
la guerra en Colombia en relación con los actores y la obtención de recursos
mineros como un nuevo elemento que atraviesa realidades complejas en esta
zona en remplazo de la producción de narcóticos. Específicamente serán
tenidos en cuenta cinco municipios del departamento de Antioquia, ubicados en
la zona del Bajo Cauca; los municipios seleccionados son: El Bagre, Nechí,
Remedios, Segovia, y Zaragoza. La selección no ha sido aleatoria pues
tradicionalmente ésta ha sido una zona en la que la explotación de oro ha
tenido lugar, convirtiéndose en la forma de vida de muchas de las personas
ubicadas allí, además de contar con una participación significativa en la
producción de oro del país en los últimos años(Ramírez y Muñoz, 2012, 26), lo
cual hace de mayor cuidado e interés su escogencia.

Un aproximación a regiones que viven este fenómeno permite además


dilucidar problemas de orden público, tráfico y violación de Derechos Humanos.
Por esto un análisis de escala reducida en las que sea posible identificar
prácticas violentas permite:

…la unión del carácter violento de las guerras civiles, lo que implica una interacción
entre actores en un nivel central y local, y entre combatientes y no combatientes. Esta
interacción es informada por las demandas de la guerra irregular, la lógica de la
asimetría de información y las dinámicas locales de rivalidad entre actores. (Kalyvas,
2010, 6)
Por tanto, se parte del hecho de que el tema minero no es un acontecimiento
nuevo para Colombia, de hecho diversos estudios muestran cómo la práctica
minera se ha desarrollado desde épocas anteriores llegando hasta el periodo
de la Colonia y prueban el arraigo tradicional que se remite a las poblaciones
que ejercen esta labor como un modo de vida sirviéndose de sustento básico
(Güisa, 2010). Sin embargo, nuevas dinámicas de violencia han encontrado en
torno a la explotación de recursos naturales a pesar de haber estado ajeno al
desarrollo propio de la contienda, lo que da paso a escenarios en donde la
sociedad civil se ve comprometida de manera conjunta. Lo anterior llama la
atención sobre un contexto en el que se configuran nuevas y distintas
problemáticas sociales, haciendo pertinente más que una respuesta, una
pregunta o preguntas desde el espacio académico que lleven a la reflexión y el
diálogo y que además permitan pensar el país que hoy se nos muestra. Desde
la Ciencia Política, enriquecer el debate que hoy más que siempre se posa
sobre el día a día de la sociedad colombiana en su conjunto, arrojado
ansiosamente a la busqueda de una salida a uno de los tantos problemas que
acaecen en nuestro entorno.

En medio del escenario presentado, surge la siguiente pregunta como guía al


posterior desarrollo del trabajo:

¿Es la explotación aurífera un recurso de uso común que convierte a los


actores de la confrontación y las nuevas organizaciones criminales en simples
depredadores? Ó, ¿detrás de la injerencia violenta de nuevos actores se
encuentran también elementos que tienen que ver con la codicia, la necesidad
y las convicciones políticas?

Metodológicamente el diseño de la investigación se encuentra bajo un análisis


de tipo cualitativo que permite entender por medio de una estudio cronológico
las dinámicas de explotación minera y violencia referente al estudio de caso
seleccionado, más específicamente en los municipios seleccionados
(Druckman, 2005,173). El estudio de caso basado en teoría, busca entender y
describir los acontecimientos que den cuenta de la relevancia del caso, dando
paso a la consecución de conclusiones que proporciones nuevas perspectivas
acerca de la realidad analizada (Druckman, 2005, 173). Adicionalmente, la
estructuración de un marco conceptual permite establecer cierta relevancia
teórica, más amplia que demuestre la robustez de los conceptos
seleccionados, a lo que se adiciona la posibilidad de servir como base para la
comparación con otros casos. En este caso, la importancia de los recursos
para la continuación de la guerra no es un tema ajeno a otros países en los que
también se vive este fenómeno. Por lo tanto al momento de evaluar la
complejidad inmersa en el caso y sus posteriores resultados, la selección de la
estrategia cumple con el propósito del análisis (Druckman, 2005, 170).

A lo largo del texto se trabajará con la siguiente hipótesis, con el fin de


establecer un camino que permita una explicación lógica del fenómeno y sus
diversas implicaciones en la realidad analizada expuesta en el caso
seleccionado.

Hipótesis: Entre las diferentes causas que afectan el desarrollo de conflictos


sociales de carácter destructivo, se encuentran procesos de continua
transformación que dan cuenta de dinámicas económicas acompañadas de
largos procesos políticos y sociales en medio de prácticas violentas
determinantes a la hora de establecer relaciones con el territorio y tipo de
recurso.

Objetivo General: Identificar las relaciones existentes entre la explotación


de recursos mineros específicamente de tipo aurífero entendido como un punto
de transición que permite el desarrollo de la guerra y la obtención de estos a
través de prácticas violentas en medio de escenarios que encierren entornos
mediados por lo social, político y económico haciendo uso del estudio de caso
como herramienta explicativa e ilustrativa, específicamente en la región de Bajo
Cauca antioqueño.
Objetivos Específicos:

-Demostrar por qué la obtención de recursos mineros es una condición que


exacerba el conflicto y no lo define, pues se encuentra atravesado por la
persistencia de condiciones de necesidad y agravio, atractivas a la disputa
armada por vía violenta.

-Describir por medio de la selección del estudio de caso estipulado (Bajo


Cuaca) diferentes dinámicas que muestren cómo el ejercicio de estrategias
violentas por parte de actores armados reconfiguran la realidad territorial, en
niveles político-administrativos, económicos y sociales.

1. Marco Conceptual

Para el estudio de caso seleccionado (explotación minera en el Bajo Cauca) se


han seleccionado los siguientes conceptos como herramienta para el
desarrollo metodológico y analítico propuesto. En un primer momento la teoría
de Conflictos Sociales expuesta por Kriesberg, específicamente su desarrollo
sobre Conflictos Emergentes (2012) otorgan herramientas conceptuales que
permiten entender desde una postura analítica compleja las causas y motivos
establecidas por las partes.

Así mismo, la adopción de estrategias podrán ser analizadas desde un


resultado destructivo o constructivo. En este caso más con la primera y
complementando en este punto, son adoptados los postulados teóricos sobre la
violencia desarrollados por Kalyvas en La Lógica de la violencia en las Guerras
Civiles (2010). Más específicamente en términos de dos tipos de violencia que
se pueden dar en estos escenarios: indiscriminada y selectiva. Finalmente y
para entender la relación entre la explotación de recursos económicos y
conflictos de tipo armado desde una mirada multicausal y dinámica propuestos
en este análisis, son tomados los conceptos de Need, Creed and Greed
desarrollados por Zartman (2005). A continuación:
1.1. Conflictos Emergentes y Selección de Estrategias

El inicio de una confrontación se da bajo circunstancias específicas que


permiten establecer la emergencia o brote de conflictos sociales por medio de
cambios graduales (Kriesberg, 2012, 55). Es necesario tener en cuenta cuales
son los componentes que esencialmente configuran las condiciones para una
posibilidad emergente del conflicto, estableciendo posibles dinámicas de
transformación a nivel interno-externo (de las partes) y una relación de
continuidad en el tiempo.

Los componentes que permiten identificar la emergencia de los conflictos


sociales de acuerdo con Kriesberg (2012) son: 1) sentimientos de identidad
diferenciada; 2) percepción de agravios; 3) formulación de metas con objetivos
de cambio hacia el otro; por último 4) creencia de cambio en las relaciones
antagónicas entre actores.

A continuación se hará una breve explicación del contenido conceptual de cada


elemento y cómo contribuye a la configuración de escenarios específicos,
enmarcados en contextos de interacción contenciosa. La selección de estos
conceptos recae sobre la importancia por identificar la evolución del conflicto
armado en Colombia; sin dejar de lado la importancia de diferentes dinámicas
de violencia al interior de la guerra y su relación con el espacio donde ésta
tiene lugar, lo cual permite establecer un análisis diferenciado sobre las
percepciones de los actores en el territorio y la forma en que entienden la
captación de recursos económicos desde escenarios que se ven permeados
por altos grados de informalidad e ilegalidad.

Lo anterior permite una clara definición de objetivos y decisiones llevada a cabo


en niveles individuales y colectivos. Esto, porque es claro que la disposición de
algunos actores por mantener la lucha armada se ve inmersa en lógicas que
obedecen al agenciamiento de tácticas violentas a través de decisiones de tipo
grupal (al interior del grupo obedeciendo a objetivos definidos y concertados
previamente) o individual (las oportunidades de obtener beneficios de la
guerra).
1) Identidad: Las personas que comparten la misma identidad tienen una
concepción común que les permite pensar en intereses y posiblemente un
destino conjunto. Sin embargo, ésta identidad se encuentra redefinida
constantemente por procesos que responden al desarrollo del conflicto
(Kriesberg, 2012, 56). Para este análisis, la identidad no puede ser entendida
como motor que dirija proceder de la guerra a no ser que estuviésemos
hablando de desplazamiento de comunidades especificas que se encuentren
en medio de la disputa por cuestiones de tipo identitario.

2) Percepción de agravio: En escenarios donde la explotación minera tiene


lugar además del renovado interés de los actores armados por la obtención del
recurso, existe la posibilidad para que se establezcan posiciones de
descontento claras. Asimismo, la falta de institucionalidad y posterior
gobernabilidad por parte del Estado en las zonas donde es explotado el recurso
configuran atmósferas percibidas como nocivas para los intereses de las
partes. En este sentido los miembros pertenecientes a un grupo específico
sienten que han sido perjudicados en el momento en que sus valores se han
visto menospreciados o la cantidad de recursos es percibida como insuficiente
en relación a lo que ellos creen como justo (Kriesberg, 2012, 56). La
informalidad del mercado minero en Colombia se encuentra actualmente dentro
de un marco legislativo que representa un obstáculo para las personas que
tradicionalmente encuentran en esta un medio de subsistencia. A esto se
suman las condiciones estructurales del país en temas de tierras, la
concentración de la riqueza y la mala distribución de regalías (muchas veces
en manos de empresas transnacionales que buscan el máximo beneficio
posible). Lo preocupante, retomando a Garay (2013), es “que se pretenda una
aplicación de políticas como la profundización de la apertura a los capitales
nacionales y extranjeros para la explotación del subsuelo en países en los que
no existe un riguroso régimen regulatorio, ni una sólida institucionalidad
pública…sobre el sector minero-energético y la captación adecuada de la
renta” (17, Cfr.).
3) Formulación de metas con objetivo de cambio: En el momento en que la
percepción de agravios se hace presente, los miembros de una comunidad
normalmente otorgan la responsabilidad al “otro”. El primero establece
creencias basadas en la reducción de insatisfacción a partir del último, lo cual
lleva posteriormente a un cambio en su percepción como menor. La idea de
una rebelión que empieza por incompatibilidades de tipo político y luego entra
en prácticas meramente económicas tiende a ser entendida en detrimento del
sustento ideológico inicial de su lucha. Las rebeliones en palabras de Arnson
(2003) deben mezclar la obtención de las primeras muchas veces para la
obtención de las segundas. Podría decirse entonces que, la disputa por el
territorio entre los grupos armados y el Estado Central, debe ser entendida
como un balance de poder en donde las percepciones de cambio se ven
materializadas una vez se ha conseguido el reconocimiento soberano por parte
de la población a través de la violencia, de estos nuevos grupos. La lucha por
los recursos solamente es una factor que influye en la confrontación pero no el
único4.

4) Creencia de cambio en las relaciones antagónicas entre actores: La


selección de estrategias dirigidas a la obtención de objetivos específicos de
cuenta del cambio inmerso en la confrontación. Las acciones adoptadas por los
actores pueden ser una lectura del contexto dinámico en que se encuentran
aludiendo a una selección algunas veces de manera no tan articuladas, pero
consideran así mismo que por medio de sus esfuerzos consiguen mejorar sus
condiciones en relación con el adversario (Kriesberg, 2012, 56). El resultado
de la contienda se encuentra mediado por la selección de diversas estrategias.

A continuación y complementario a los cuatro puntos anteriores, serán tomados


de Kriesberg las estrategias adoptadas por los actores armados con el fin de
complementar el análisis seleccionado y establecer un grado de conexión
conceptual entre los diferentes autores seleccionados.

                                                                                                                       
4
El estudio realizado por Chernick (2005) muestra que la causalidad atribuida al conflicto armado
colombiano pasa por el reconocimiento de factores económicos que contribuyen al desarrollo de este. Sin
embargo, el análisis no puede estar sesgado por esto y su comprensión debe ser más amplia Al respecto
se desarrollará posteriormente en este trabajo esa relación.
La selección de estrategias para el desarrollo del conflicto puede ser de dos
tipos: coercitivas o no coercitivas. El cálculo previo a la selección de una de
estas estrategias tiene que ver con las alternativas y costos inmersos en la
decisión. La decisión también se ve afectada por le tipo de “meta” que el actor
desee y no como una simple expresión de su comportamiento (Kriesberg,
2012, 100). Adicionalmente, es importante determinar los tipos de incentivos o
estímulos inscritos en la decisión así como los modos o estrategias de lucha.
Para este análisis se tienen en cuenta principalmente los siguientes:
Inicialmente los estímulos que hacen referencia a la confrontación armada son
entendidos desde lo coercitivo; en estos el herir al adversario mediante el uso
de la fuerza es claro, ya sea desde acciones simbólicas que sirvan al objetivo
de amenaza o hacia uno más actual (Kriesberg, 2012, 101). Es posible
identificar en estos estímulos el uso de la violencia lo cual será conceptualizado
posteriormente desde Kalyvas (2010).

Las estrategias seleccionadas se encuentran determinadas por la percepción


distinta o diferenciada que cada actor posee frente al conflicto así como al
contexto social en que se encuentre. Éste se puede encontrar en contextos
mas o menos institucionalizados (regulación ya sea legislativa, política o
económica) dando paso a dos formas de desarrollo del conflicto: constructivas
o destructivas. El reconocimiento de ciertas reglas por los actores va delimitar
el grado de institucionalización de la confrontación así como una posterior
asimilación de estas (Kriesberg, 2012, 108). Siguiendo esta postura, Kriesberg
(2012) determina la existencia de tres tipos de estrategias que combinadas
con los estímulos planteados para este caso (coercitivos) ilustran una serie de
posibilidades para los actores5. Cuando el estímulo se encuentra inclinado más
hacia niveles de coerción como un estímulo a la confrontación la estrategia
seleccionada será Acción Terrorista. Sin embargo, el acuñar el termino no
responde al etiquetamiento de percepción nociva que se tiene normalmente
hacia los actores. Tiene que ver más que todo con el uso de prácticas violentas
dirigidas principalmente a la coerción del enemigo.

                                                                                                                       
5
Para mayor ilustración consultar, Kriesberg: Strategies Combinig Inducements. Fig. 4.1 (2012,
111)
Adicionalmente, para que la estrategia seleccionada en el conflicto se lleva a
cabo, las relaciones entre los actores se encuentran atravesadas por
características propias de cada grupo y la percepción de recursos disponibles
para llevar a cabo la lucha. Específicamente en cuanto la obtención de
recursos mineros de oro, como un factor entre los que trascienden el desarrollo
de la confrontación. También es necesario tener en cuenta los tipos de
relación establecidos entre los adversarios haciendo énfasis en el balance
entre los recursos de los que cada uno dispone (Kriesberg, 2012).

1.2. Violencia, Violencia indiscriminada y Violencia selectiva

Kalyvas (2010) desarrolla una teoría sobre las distintas manifestaciones de la


violencia que tienen lugar en el momento de la guerra. Para el autor, la Guerra
Civil es definida de la siguiente manera: un combate armado dentro de los
límites de una entidad soberana reconocida, entre partes sujetas a una
autoridad común al comienzo de las hostilidades (pág. 33, Cfr.).

La definición tomada anteriormente permite incluir el complejo proceso y


evolución en que se encuentra la guerra así como la manifestación de distintas
causas, metas y motivaciones. Intuitivamente y siguiendo la línea propuesta por
el autor, la división violenta de soberanía determina la localización de ciertos
campos en que los actores efectúan el ejercicio de la guerra, lo que
posteriormente lleva a pensar en una división territorial de facto (Kalyvas, 2010,
33).

Una vez reconocida la diputa en términos territoriales, es necesario tener en


cuenta que las relaciones establecidas entre las partes pueden estar unidas o
divididas, reconocidas internacionalmente o aisladas y oscurecidas, apoyadas
por actores externos o basadas en su confianza hacia recursos locales, a la
hora de tratar de capturar el Estado o dividirlo (Kalyvas, 2010, 35).

La decisión por el uso de la violencia como un medio por el cual los objetivos
de la guerra deban ser conseguidos implica la selección previa de estrategias
coercitivas que permiten establecer dinámicas destructivas en el proceso del
conflicto. En esta línea, Salamanca (2009) entiende los conflictos armados
como sistemas destructivos de violencia en los que se da un intercambio de
traumas y destrucción. Entender las posturas tomadas por los actores para
llevar a cabo una guerra pueden ser ilustradas de la siguiente manera:

Componente Destructivo Constructivo


Identidad -Exclusión al otro -Inclusión del otro
-Etnonacionalismo -Nacionalismo Civil
-Definición del “yo” por
antagonismo
Agravio -Percepción de existencia -Percepción de
amenazada existencia no
-Sentimiento de amenazada
humillación - Problemas negociables
-Trauma histórico
Metas -Se asume una postura - Se asume en una
suma-cero relación de metas
-Búsqueda por la mezcladas
destrucción del otro - Las necesidades del
- Búsqueda por la otro son reconocidas
venganza

Métodos/ Estrategias -Creencia de la violencia - Creencia en la


utilización de medios no
coercitivos
como - Uso limitado de la
único recurso violencia
- Violencia indiscriminada
permitida
Fuente: Kriesberg, 2012, 100

Según Kalyvas, la violencia debe ser entendida entonces, como la imposición


deliberada de daño a las personas. En escenarios de guerra, el enfoque se
encuentra reducido a tipos de violencia ejercida contra no-combatientes (2010,
38), por parte de los grupos armados. El tiempo de la guerra concede distintos
matices a su uso, pues las cusas atribuidas a la primera no pueden ser la
condición a la segunda. Por tanto, esta distinción conceptual permite entender
que, así una guerra deba su nacimiento a agravios o condiciones de
necesidades no satisfechas, los medios para su desarrollo en todos los casos,
no obedecen a la implementación exclusiva de estrategias destructivas. En
esta medida, entender en qué momento las partes deciden tomar posturas
absolutas frente al otro pasa por complejizar las relaciones que se dan al
interior y exterior de los grupos, además de diferenciar y establecer
características propias al desarrollo del conflicto. Por ende, el uso de la
violencia debe ser visto como un proceso dinámico en el que sea posible
establecer un análisis en la secuencia de decisiones y eventos que se
intersectan con su producción por parte de cada una de las partes (Kalyvas,
2010, 41).

Debemos considerar el análisis de la violencia a partir de dos variables


específicas que surgen en medio de un análisis complejo del fenómeno. La
primera en relación con los objetivos y la segunda con sus tipos de producción.
Esto con el objetivo por determinar el lugar desde el cual será entendida y
aplicada la violencia como concepto en el desarrollo de este trabajo. En
relación con el primero, los objetivos están dirigidos a un intento del actor
político (Estado – Grupos armados ilegales) por establecer un gobierno sobre
la población. La producción por otro lado, puede ser de tipo unilateral o bilateral
(multilateral) teniendo en cuenta los actores que participan en el proceso. La
condición positiva o negativa en cada caso, es decir, la posibilidad de
existencia de éstos, permite establecer cuatro escenarios posibles: 1) terror de
Estado; 2) violencia de guerra civil; 3) genocidio y deportación masiva; y 4)
exterminación recíproca (Kalyvas, 2010, 51).
Objetivos: actor político intenta gobernar a la
población
Producción de SI NO
violencia
Unilateral Terror de Estado Genocidio y deportación
masiva
Bilateral Violencia de Guerra Exterminio recíproco
(multilateral)

civil

Fuente: Kalyvas, 2010, 51.

Con base en las categorías expuestas por Kalyvas, éste anºálisis opta por la
categoría de Violencia de guerra civil, que a diferencia de la represión por parte
del Estado o el genocidio no se da de forma unilateral. Es necesaria la
participación de al menos dos actores políticos que disputan el control por el
monopolio de la violencia. La decisión por establecer objetivos de control sobre
la población determina a su vez implicaciones estratégicas que serán luego
percibidas en la relación y transformación con el territorio por parte de los
actores.

En las dinámicas de la guerra, los actores establecen relaciones en medio de la


disputa que posteriormente se ve reflejada en la fragmentación del espacio en
donde tiene lugar el uso de diversas manifestaciones de violencia, dando paso
a una categorización específica que será desarrollada más adelante. La
anterior característica se presenta en las guerras irregulares que expone
Kalyvas. Esto lleva a considerar que en últimas es la soberanía la que se ve
perjudicada, estableciendo el colapso del monopolio de la violencia
desarrollado a partir de una lucha de base territorial. Como producto de la
confrontación, Kalyvas establece tres zonas que permiten entender la lógica
territorial de la guerra: zonas de control gubernamental, zonas de control
insurgente y zonas en disputa. (2010, 132)
Adicionalmente, la presencia de población civil entra como un factor
determinante que afecta las relaciones entre actores y territorio respondiendo al
tipo de control que dispongan los actores en las zonas nombradas. Como
resultado de lo anterior, Kalyvas establece dos tipos de soberanía:
segmentada, será cuando dos actores políticos o más ejerzan una soberanía
completa sobre partes distintas del territorio del Estado y fragmentada, será
cuando dos actores políticos o más ejerzan una soberanía limitada sobre la
misma parte del territorio del Estado (2010, 133).

Los medios por los cuales los actores interactúan con el contexto de disputa,
tiene como condición previa el uso de la violencia que puede ser de cuatro
tipos (discriminada, selectiva, limitada y masiva), dependiendo de la relación
que se establezca con la población y el territorio en que se tiene presencia. Sin
embargo es preciso acotar el uso de únicamente dos de estas categorías para
el análisis propuesto: selectiva e indiscriminada.

Kalyvas establece dos teorías de Guerra Civil: Colaboración y Control. La


decisión de optar por la segunda para llevar a cabo el análisis permite
establecer grados de coherencia entre la realidad estudiada como un caso
específico y los conceptos que encierra esta teoría.

Cuando las estrategias establecidas están determinadas por el uso de la


violencia, los actores buscan crear relaciones con la población y el territorio; si
la colaboración no es posible, los actores se moverán a dinámicas de control
sobre todo cuando las ventajas otorgadas por dinámicas violentas definen en
últimas los comportamientos y actitudes de la población evitando así la
posibilidad de defección hacia otros actores también presentes en la disputa
por el poder. El análisis de Kalyvas inicialmente entiende que aquellas fuerzas
militares estatales son las que establecerán tácticas de control para determinar
la posterior colaboración dentro una realidad definida lo cual no siempre es una
condición necesaria.

El problema principal que parece estar detrás de todo esto es el uso de la


violencia entendida como un recurso de la guerra que “tiende a remplazar la
provisión de beneficios materiales y no materiales, induciendo a aquellos
individuos para los que es importante la supervivencia a colaborar menos con
el actor político al que ellos temen” (Kalyvas, 2010, 169). Si todo se reduce a la
necesidad por sobrevivir en medio del caos y la incertidumbre de la guerra, la
violencia permite establecer según el autor mecanismos que definen los tipo de
control ejercidos en la población. La decisión de los individuos queda
supeditada a imaginarios de coerción determinados por la violencia; en el caso
colombiano, específicamente en un escenario en donde la vida diaria se
encuentra relacionada a algún tipo de actividad económica y el sustento
provenga exclusivamente de su práctica (p.ej. minería artesanal), en el
momento en que algún actor armado incurre de forma abrupta en los procesos
sociales por medio de la violencia como instrumento que moldea la vida
política y en sociedad.

A este respecto, Salamanca complementa diciendo que la violencia pasa por la


competencia del control de zonas y poblaciones, estableciendo objetivos claros
en su uso:

Es posible igualmente pensar que los mecanismos de ejercicio de la violencia se


relacionan entre sí, por una parte, compitiendo por el control de zonas determinadas;
por la otra, tratando de elevar los niveles de amenaza a la población civil a un punto tal
que difícilmente se puede llevar una vida cotidiana en una dinámica de cruces violentos
en los que cada actor pretende solamente aumentar su capacidad de represiva; por
ende, su impacto sobre la población de los territorios que pretende controlar (2004, 91).

Una vez la violencia ha tenido lugar y su objetivo es dinamizar los procesos


sociales ya existentes, las dimensiones de territoriales comienzan a
experimentar cambios en relación con dinámicas políticas y económicas. Lo
anterior suscita una dificultad por determinar el proceder de los agravios y
cómo pueden ser percibidos; el posicionamiento territorial de una actor para
efectuar sus prácticas y objetivos determinado por la ventaja de territorios en
los que se den condiciones favorables a la lucha armada con la intención de
exaltar los agravios percibidos por una población dejada en el olvido por el
Estado central y una vez esto ha ocurrido la pregunta pasa por si la población
ve como legítimos a estos actores para la representación de sus intereses.
Esto ya no importa, pues la violencia establece las jerarquías que no permiten
actitudes indiferentes a la guerra por parte de la población, “tan es así que las
lealtades a ellos (los grupos armados) son temporales. En otras palabras, la
neutralidad se pierde, pero no por convicción sino por necesidad, vital en este
caso, que impone el uso de la violencia asesina sobre ella” (Salamanca, 2004,
96).

Ahora lo importante es determinar qué tipos de violencia son de uso predilecto


para determinar el control de zonas en disputa. Sea cual sea –selectiva o
discriminada-, como bien lo relata Kalyvas, su uso responde lineamientos de
tipo instrumental.

Tanto la violencia selectiva como la indiscriminada son, en principio, formas


instrumentales de violencia que tratan de generar colaboración mediante la disuasión.
La distinción se basa en el nivel en el que se determinas la <<culpa>> (y de ahí la
fijación del blanco) … una vía para hacer operativa esta distinción será notando que la
violencia selectiva conlleva el establecimiento personalizado del blanco, mientras que
la violencia indiscriminada supone un establecimiento colectivo del objetivo. (Kalyvas,
2010, 207).

La intención relacionada con la selección de esta teoría para el desarrollo


analítico propuesto en esta tesis, esta encaminado a determinar el
agenciamiento de estrategias violentas en zonas donde la presencia de
recursos esta determinada por la competencia entre diferentes actores al
momento de hacerse con los beneficios económicos a disposición. A esto se
suma el propósito de expandir el debate propuesto por el autor, pues el tema
de los recursos y las agendas económicas en conflictos como el que vive
Colombia, cumplen un papel importante en procesos violentos que afectan
directamente poblaciones y territorio objetivo.

1.3 Intersección entre Necesidad, Credo y Codicia (Need, creed


and greed)

Entender el continuo cambio en que el conflicto armado se encuentra pasa por


el reconocimiento de distintas causas que configuran su desarrollo de manera
diferenciada. La importancia de un análisis de tipo multi-causal al conflicto,
permite la ruptura con lecturas simples que desconocen o simplemente pasan
por alto el grado de complejidad inscrito en procesos sociales de este estilo.
Por tanto, la relación que existe entre actores armados y la explotación de
recursos económicos debe ser entendida en contextos en donde la obtención
de estos como un motor de lucha que pasa por el reconocimiento de factores
de tipo político y social. El mal llamado “boom minero” entra como un nuevo
factor de importante peso para la continuación del conflicto colombiano. El
análisis propuesto entiende este fenómeno, en la línea propuesta por Zartman
de la siguiente forma:

De acuerdo con Zartman (2005) la presencia de grupos armados y su


participación en redes de producción de recursos ilegales, está sustentada en
una multicausalidad que incluya procesos de corte político, social y económico
que posteriormente o en curso de desarrollo, permitieron la consolidación de
esas estructuras delictivas de poder. Normalmente se tiende a pensar que la
actividad de grupos armados en redes de comercio ilegal esta ligada a
procesos de depredación sin ninguna justificación política de por medio (Collier,
2001). Esta nueva forma de entender las guerras ha sido considerada luego de
que se introdujesen conceptos como “nuevas guerras o guerras irregulares”, en
donde se dio una trasformación por los actores en disputa de poder, en un
principio a cargo de los Estados, dando paso a la inclusión de nuevos actores
carentes de estructuras verticales de poder en donde las condiciones
contextuales de cada escenario llevan al uso de la violencia para sustentar
modos de vida.

Sin embargo, no todos los conflictos pueden estar atravesados por esta nueva
lógica. Incluso debe llegar a pensarse que a través del tiempo han
evolucionado incluyendo nuevas dinámicas de violencia correspondientes a
cambios estructurales, además de la introducción de nuevas variables de
contexto de manera influyente en los actores de la confrontación.

En el caso de Colombia, históricamente se han generado ciertos "traumas” que


pueden ser considerados como puntos de inflexión en cuanto el desarrollo de
estrategias, dinámicas y posturas de guerra y violencia.
Este proceso histórico de configuración de nuevos y viejos actores, debe ser
entendido en medio de la intersección por necesidad (falta condiciones
estructurales para la satisfacción de necesidades básicas), creencias
(identidad) y codicia (recursos para la guerra) desde una postura diferenciada
en el momento de establecer unidades de análisis.

2. Los recursos y el desarrollo del conflicto

La confrontación armada en Colombia ha probado ser un proceso que desde


distintos ángulos ha logrado superar condiciones desfavorables, obstaculizando
el surgimiento de escenarios que permitan hablar en términos conclusivos o de
salida al conflicto a lo largo del tiempo, demostrando cómo en medio de
cambios -que tienen lugar en contextos nacionales e internacionales- en
estructuras económicas y políticas, se configuran o reproducen nuevos
procesos de transición en el que la obtención de recursos se muestra como un
factor preponderante a la hora de entender la complejidad inmersa en la
guerra. En el desarrollo de este capítulo será tenida en cuenta primero, la
importancia que recae sobre la obtención de recursos en las guerras, haciendo
referencia a la tipología establecida por Ross (2003) por medio de la cual
determina los diferentes roles que éstos cumplen en las guerras. Finalmente,
serán explicadas las relaciones existentes entre la obtención de recursos y la
transformación del conflicto en medio de contextos donde se hace posible
identificar agravios aún presentes, desmintiendo lecturas del conflicto que
privilegian la presunción de una lógica violenta fuertemente supeditada al
saqueo.

2.1 Los tipos de recurso y su papel en las guerras

Entendiendo que los conflictos se encuentran en continuos escenarios de


cambio y transformación, surgen relaciones económicas que empiezan a
regular el funcionamiento interno y externo de éstas. Para entender cómo
operan estas economías de guerra Ballentine y Sherman nos dan una
aproximación descriptiva que puede ayudar a entender mejor la lógica que se
establece detrás de los factores que determinan su postergación en el tiempo:

… estas son parasitarias, porque están dominadas por la búsqueda de rentas y


la extracción y comercio de productos primarios, en vez de actividades
económicas de valor agregado; son ilícitas, por lo tanto al depender
fuertemente de mercados negros y grises que operan por fuera y a costa de la
actividad económica legal y formal del Estado; y son predatorias – esto es,
están basadas en el uso sistemático y deliberado de la violencia para la
adquisición de bienes, el control del comercio y la explotación de la fuerza
laboral. (Ballentine y Sherman 2003, 3).

En medio de estas economías de guerra surgen diversos tipos de recursos que


permiten la consecución de obejtivos y estrategias porpuestas en la guerra. De
acuerdo con Ross (2003), los recursos cumplen diversos roles en relación con
cuatro características específicas que serán descritas a continuación: 1) los
recursos poseen difertentes efectos en conflcitos donde los actores busquen
objetivos separatistas o no; 2) también su impacto depende fuertemente si es
un recurso que pueda ser saqueable o no, pues su obtención puede estar al
alcance de pequeños grupos que no tengan habilidades específicas para su
explotación; 3) la opción de que sea saqueable contribuye al disparamiento de
conflcitos de tipo no-separatista, y una vez ha empezado es muy difícil de
resolver; y por último, 4) recursos no saqueables tienden a producir conflcitos
de carácter separatista, aunque raramente influencian conflcitos no-
separatistas (Ross, 2003, 48).

La anterior caracterización se hace con el objetivo por determinar el papel que


el oro cumple en el desarrollo de la guerra en Colombia actualmente, puesto
que es percibido como un motor de cambio en el que además distintos actores,
legales e ilegales, se ven permeados por su obtención. Pese a la descripción
tomada, el caso colombiano no ha sido identificado como un conflicto de corte
separatista, pues la disputa entre actores ha llevado a pensar en la guerra
como la demanda de cambios estruturales al interior del Estado.

Si se toma la caracterización de Ross, en Colombia se pueden encontrar los


dos tipos de recursos: saqueables y no saqueables. A lo largo de la guerra, los
recursos han cumplido un rol importante para su posterior desarrollo. Es
posible establecer un patrón de transformación en la obtención de recursos
para la guerra si se sigue el análsis propuesto por Chernick (2005). Allí, se
muestra claramente una correlación directa entre el advenimiento de
abundantes fuentes al conflcito para su financiación y una expansión territorial
que responde a la intensidad de la guerra (Chernick, 2005, 179). Es importante
resaltar la división histórica a lo largo del conflicto que el autor hace, pues
permite identificar una variación establecida en tres fases en la cual cada una
responde a un contexto económico específico.

FASES CONTEXTO ECONÓMICO


FASE 1: La Violencia (1946-1964) Boom Cafetero, 1948.1958
FASE 2: Guerrillas y Estado / baja Apoyo internacional a los grupos
intensidad (1964-1984) insurgentes
FASE 3: Violencia multipolar (1982- Boom de la cocaína, boom petrolero,
2002) 1982-presente
Fuente: Chernick, 2005, 1836.

Con lo anterior se busca establecer un patrón de trasnformación que ha tenido


lugar a lo largo del conflicto en Colombia. Cada fase responde a un contexto
económico que ha servido para llevar a cabo la guerra por parte de los
diferentes actores. Éstos a su vez han establecido relaciones con los recursos,
ya bien sean saqueables o no; lo interesante en este punto es ver que en el
país se dan los dos tipos de recursos de acuerdo a la tipología hecha por Ross.
Lo cual permite establecer dinámicas complejas entre la guerra y los recursos,
puesto que actores como las FARC, ELN y grupos Paramilitares obedecen a
diversidad de identidades, perciben distintamente los agravios hechos por un
tercero y establecen estrategias específicas en cada contexto.

Así mismo, en cada una de las fases descritas, se mantienen presentes


sentimientos de agravio por parte de los actores. Como bien lo relata Chernick,

                                                                                                                       
6
He decidido tomar solamente estas variables de la tabla pues ilustra lo que se quiere mostrar en
este punto, la importancia de los recursos momentos específicos del conflicto y su transformación a lo
largo del tiempo. En su versión original contiene otras variables que incluyen: principales actores
armados, muertes políticas, homicidios y contexto internacional.
la inclusión de la guerrilla en el mercado ilegal de droga le permitió establecer
nuevas relaciones de control en los territorios en donde se encontraba
establecido el grupo (2005, 199). Esto porporciona además, la posibilidad de
aumentar su capacidad de combate y se ve representado en el paso de 4.000 a
18.000 combatientes en el periodo de 1984 a 2002. Pero si bien la ventaja que
le otorga la inclusión en este mercado se ve reflejada en una mayor capacidad
de ingerencia violenta, también es posible ver cómo la guerrilla de las FARC en
este tiempo siguió reclamando por la defensa de intereses de los campesinos y
la negociación de un mejor precio de sus cultivos en tiempos de crisis
económica en el país. (Cano, 1999, citado en Chernick, 2005, 199). En esta
misma línea, Guáqueta argumenta que el conflicto colombiano se encuentra
invariable en su núcleo y las causas políticas e ideológicas permanecen a
pesar de que factores económicos hayan alterado y prolongado la dinámica
inicial del mismo (2003, 74).

Actualmente, el escenario de la guerra ha permitido la inclusión de nuevos


actores que desde nuevas perspectivas influyen en cómo puede ser desatada,
pues ahora los intereses se encuentran plasmados en contextos donde es
posible la intersección de legalidad e ilegalidad, público y privado, formal e
informal, etc. Todo esto ocurre en la lucha por hacerse a un territorio en donde
la confrontación ha tenido lugar desde sus inicios, en otras de forma
circusntancial, por características propias que influyeron en la decisión de los
grupos por establecerse allí. Salamanca nos da una posible clave para
entender la lógica que se inscribe al interior de estos dinámicas violentas en
Colombia. La intersección de variables previamente descrita ocurre en zonas
en las que se da cierta sensación de “ambigüedad” propia de las llamadas
Nuevas Guerras expuestas por Kaldor (1995), es un rasgo común a situaciones
de confrontación armada en las que los intereses pasan por lo económico,
político y social (2004,88). A esta ambigüedad se une muchas veces la falta de
presencia estatal como un factor calve a la hora de entender el por qué del uso
de la violencia por parte de actores no legítimos en porciones de territorio en
los que la soberanía entra en disputa.
Por tanto, seguir el análisis porpuesto por Chernick requiere una actualización
del contexto económico propio de la guerra y su desarrollo actual en el que la
minería y especialemente la de tipo aurífero ha venido cobrando un
protagonísmo importante, convirtiendola en un nuevo combustible para la
guerra además de acentuar su carácter evolutivo (NYTimes, 2011, 2).

El ejercicio de extracción minera de oro se ubica principalmente en zonas


rurales en las que el tipo de explotación ha sido tradicionalmente de corte
artesanal, caracterizada por altas tasas de ilegalidad e informalidad, pues
gracias a la falta de instituciones no es posible establecer medidas legales que
garanticen la actividad minera como un sustento a personas que comúnmente
dependen de su uso. El informe realizado por CITpax muestra que la mayoría
de ingresos –un 86%- para 2010 proveniente de la explotación minera se da en
contextos en los que predomina la informalidad (2012, 7).

Lo anterior evidencia lo importante que es el control de la explotación del suelo


y subsuelo en el que se encuentren ubicados metales preciosos, pues estos
atraen no solo grupos armados ilegales, además, concesiones de gran tamaño
a compañías internacionales que una vez establecen toda su fuerza industrial
en una zona de explotación, acaban por debilitar las condiciones laborales y
sociales que previamente correspondían a mineros de pequeña escala (Güisa
2010, 13).

Esto se presenta como un escenario propicio a grupos armados ilegales,


quienes surgen en medio de una confrontación por la disputa de estos recursos
y encuentran en la informalidad del mercado minero una fuente de sustento a
su lucha. Con base en la caracterización de recursos de Ross, el oro cumple
con al menos dos de las condiciones establecidas en su análisis. En primer
lugar, se puede decir que el oro por sí es un recurso saqueable, es decir, que
es de fácil acceso para los actores armados. Como bien se ha descrito
anteriormente, el clima de informalidad es propicio para que los grupos
obtengan los beneficios de la explotación aurífera de manera rápida y segura.
Esto es posible además gracias al uso de la violencia como una fuente de
control territorial y poder dentro de la estructura socio-política de población
afectada. En segundo lugar, la posibilidad de ser un recurso saqueable
contribuye al disparamiento de conflictos que configuren objetivos no-
separatistas. Aunque el control territorial de los grupos armados determine
realidades políticas paralelas a las establecidas por el Estado central, no es
posible entenderlas como un proyecto dirigido a la independencia territorial,
sino más bien, esto es posible gracias a la baja capacidad del establecimiento
por hacerse de un control completo de su territorio lo cual permite la entrada a
otros actores.

El conflicto actual se encontraría en una cuarta fase siguiendo el análisis de


Chernick, representada posiblemente de la siguiente forma: En la última
década el oro se convierte en un motor de cambio al conflicto gracias a un
aumento en los precios a nivel internacional en los precios del mineral -300
dólares onza en 2002 a 1850 dólares en 2011- (CITpax, 2012, 6) , acompañado
todavía por la presencia de cultivos ilícitos. Sin embargo, debido a la facilidad
que otorga su carácter legal una vez ha ingresa al mercado, permite
actividades dirigidas al lavado de activos provenientes del narcotráfico por
tanto se convierte en un recurso de uso predilecto. En la escena también
aparece la relación entre empresas privadas y grupos ilegales, algunas veces
mediada por prácticas extorsivas y en otras como el pago de “vacunas” que
sirven a fines de regulación de la vida civil poniendo por encima los intereses
privados de estas empresas en detrimento de prácticas artesanales de
pequeña escala (CITpax, 2012, 7).

FASE 4: Violencia multi-actor Boom Minero, 2001- presente

Una aproximación responsable si se quiere hacer una explicación de las


diferentes causas del conflicto en Colombia y en términos generales de
cualquier conflicto que haya entrado ya en lógicas destructivas de violencia
para la obtención de metas políticas pasa por el reconocimiento de que los
recursos por sí mismos son una de las tantas caras que permiten entender el
conflicto. El propósito de muchas guerras normalmente empieza por el
descontento de sectores pertenecientes a un núcleo social en términos de
exclusión percibida en diferentes espacios políticos, sociales, económicos,
culturales, étnicos, etc. Las diferentes posturas que se convierten en el
sustento ideológico de grupos armados posee un carácter de ida y vuelta entre
los llamados medios y fines de la guerra. En términos de Ballentine y
Sherman, el hacer la guerra, como cualquier otra forma de actividad social
organizada requiere de recursos financieros y otros para su proceder (2003, 1).

La tendencia ha estado marcada hacia explicaciones que muestran cómo los


conflictos están siendo regulados por oportunidades económicas y no por
agravios expresados en la decisión por tomar las armas (Collier, 2000). Estas
explicaciones ven en este tipo de escenarios condiciones propicias para hacer
de la guerra un beneficio, lo cual resulta problemático si en verdad se quiere
buscar un salida al conflicto en donde los actores ven la privación de
necesidades o derechos como una constante en manos del Estado central.

Una vez que la violencia tienen lugar, se empiezan a establecer diferentes


objetivos por parte de los actores -muchas veces de forma no tan clara. Esto
obedece a intereses y creencias que en un principio dieron forma a
motivaciones por parte de un actor para empezar un proceso de lucha armada.
Las guerras se ven permeadas por la influencia de factores que van desde el
contexto local e internacional, que tienen repercusión en el momento de definir
posturas y visiones en lo político y también en lo ideológico.

2.2 Complejización de la contienda

Para lograr una comprensión clara de la idea que se dibuja detrás del conflicto
armado en Colombia, es necesario tener en cuenta cómo actuan diferentes
factores en realidades que se ven inmersas en lo político, lo económico y lo
social, y reconociendo en la intersección de éstas la presencia de agravios aún
presentes. Permitendo una continua configuración de escenarios violentos
como resultado de políticas de corto alcance -por parte del Estado- a
realidades complejas inscritas en el caso colombiano. La opción teórica y
explicativa tomada en este punto pretende mostrar las diferentes posturas,
percepciones, ideas, etc. Adoptadas por los actores armados, con el objetivo
de otorgar una mirada ámplia al interior de las causas del conflicto, situando la
discusión en el debate por las Agendas Económicas de la Guerra.

Se ha argumentado desde ya hace un tiempo el surgimiento de nuevos


procesos que componen las llamadas “Nuevas Guerras” a partir del análsis
hecho por Kaldor, en donde el desarrollo de la guerra basado en eventos como
el fin de la Guerra Fría o el ataque a las Torres en New York en 2001, se
encuentran mermadas por la desintegración de los Estados, liberadas por
actores estatales y no estatales; guerras en donde la violencia encuentra su
pricipal objetivo en estructuras civiles; finalmente son guerras en las que se
derrumban las recaudaciones tributarias y la financiación del esfuerzo bélico se
realiza mediante el robo y el saqueo, el comercio ilícito y demás ingresos
generados por la guerra (2006, 13). La categoría propuesta anteriormente deja
de lado motivaciones y vinculaciones de tipo político o idelogico; esta definición
resulta problemática si se tiene en cuenta en su sentido más puro ya que la
acción por parte de los actores responde a explicaciones de tipo monolítico, en
cuanto que el motor principal por el cual reivindican comportamientos violentos
es concebido como un medio para hacerse de fines económicos. El alejamiento
a análsis de este estilo resulta imperativo para lo que sigue.

Podría pensarse más bien que la presencia de recursos para el funcionamiento


de las guerras sigue estando presente en porocesos violentos, ya bien sea
entre Estados con un reparto de poder medido por la capacidad militar a lo cual
Kalyvas define como guerras Convencionales o por otro lado, guerras en las
que la asimetría de poder resulta de actores armados con una capacidad militar
limitada (guerrilas, partisanos, etc.), enfrentados a estructuras políticas y
militares al mando del Estado central, definidas como Irregulares (2009, 199).

Tomando como un punto de partida inicial el Carácter Cambiante de las


Nuevas Guerras se abre el paso a lecturas planas del conflicto aludiendo a la
oportunidad, la captura de recursos, las narrativas distorsionadas de
descontento y la postura predatoria de los actores armados (Collier, 2000, 92)
como un paradigma reconocido para la explicación de guerras con
caracteristicas que en un principio fueron producto de desigualdades pero hoy
en día han perdido cualquier resquicio de ésta motivación concluyendo en un
Sacar porvecho de la guerra.

En Colombia la discusión también se ha ido ajustando a los cambios que en


niveles nacionales e internacionales afectan de manera significativa el
desarrollo de la guerra. La inclusión de nuevos actores en el paisaje del
conflcito en Colombia, la evolución al interior de sus estructuras y la aparición
de recursos legales o ilegales como un motor que alimenta la lucha también ha
sido foco de discusión para la academia pasando por la discusión acerca de las
“causas obejetivas de la violencia”7 en las que se encuentra la pobreza, la
desigualdad y exclusión política y una arraigada cultura de la intolerancia
(Valenzuela, 2001, 3) .

Por tanto, es necesario definir las bases del debate y actualizar las
motivaciones. La lectura de las interpretaciones que se dan respecto a los
manifestaciones de la violencia en Colombia siguen vigentes, por tanto es
necesario pasar por una reinterpretación y reubicación de las “causas
obejtivas” en conjunto con motivaciones de tipo económico no como una
explicación simple al conflcito sino teniendo en cuenta que existen espacios en
donde la intersección de estas variables puede llevar a una aporximación
causal más responsable y ámplia del conflicto en Colombia. De esta forma
“...los análisis sobre las causas de un fenómeno no pueden ignorar los efectos
resultantes de la interacción entre variables, ni diferentes combinaciones de
variables independientes o secuencias causales, en las que ninguna es
condición necesaria o suficiente, que pueden producir el mismo resultado”
(Bennett , 1999, citado en: Valenzuela, 2001, 9).

El objeto de la lucha se remite a porciones de poder que bien pueden ser


representadas en la obtención de recursos de todo tipo. Esto pasa por la
capacidad militar, el apoyo civíl, el control territorial y la disponibilidad financiera
para hacer la guerra. Pero es preciso entender que no siempre el apoyo de

                                                                                                                       
7
Dentro de los trabajos que ilustran la discusión al respecto se encuentran Bejarano (1997),
Sarmiento (1999) y Rubio (2000).
población civil o el poder territorial se da de manera consensuada y muchas
veces pasa por la utilzación de practicas violentas de coacción.

Remitirnos a las cífras de pobreza, desempleo, niveles de NBI, exlcusión


social, desigualdad y demás no justifican la razón por la cual un conflcito social
se solucione por vías destructivas como consecuencia de agravios percibidos
por parte de algunos actores que en principio no vieron otra salida sino la de
optar por prácticas violentas representadas en rebelión. Una postura teórica
que puede iluminar la comprensión respecto a la proclividad de un conflicto por
ser destructivo o no, nos viene dada por Kriesberg, quien atribuye a las formas
en que una incompatibilidad entre partes puede ser llevada a cabo por tácticas
destructivas o no, dependiendo del nivel de regulación e institucionalización de
la misma (2012, 106). No todas las personas de una sociedad ven la salida a
un conflicto específico de forma violenta, sin embargo la porción que lo sienta
así puede percibir en el uso de las armas una como estrategia coercitiva los
medios para agenciar necesidades y creencias a falta de un sistema político
que no otorgue oportunidades claras para la inclusión en la vida política del
país. En palabras de Arnson, las causas o agravios objetivos estan presentes
en varias sociedades, pero no todas ellas decidieron ir a la guerra y solo unas
pocas tuvieron disponibles los recursos para sostener una rebelión (2005, 7).
De lo anterior, es posible indetificar que los conflcitos deben ser entendidos en
ciclos o fases através del tiempo y la relación que guardan con la obtención de
recursos económicos es solo una clave para entender por qué tienden a
prolongarse.

Adicionalmente, la posibilidad para que un tipo de confrontación armada pueda


tener lugar depende en gran medida de un clima de “ambigüedad” como antes
fue expuesto, mermado por la falta de presencia estatal permitiendo “…que se
suplanten las fuerzas legales por otras que fundan ciertos tipos de nocivas
legalidades nuevas” (Salamanca, 2004, 90). El hecho de que existan
estructuras políticas no definidas lleva a escenarios en los que la idea de
soberanía pueda ser disputada por medio de la violencia, logrando así una
posterior institucionalidad nublada. Esto puede ser traducido en niveles de
gobierno carentes de legitimidad en zonas rurales, apartadas de la realidad
centralista que viven países como Colombia y en las que se pone en duda el
reconocimiento por parte de la población de un Estado al cual acudir en
momentos de incertidumbre.

Esta falta de gobernabilidad puede ser leída como un agravio en sociedades


que dependen en gran medidad de las decisiones tomadas desde niveles
centrales de poder, gracias a la falta de cohesión territorial generando
obstáculos para el buen funcionamiento económico y político de sus
instituciones. Por tanto, “…fallas de gobernabilidad generan agravios y, así de
importante, contribuye a estructuras de oportunidad que permiten retos
violentos a lo militar y económico” (Arnson, 2005, 10).

La situación minera en Colombia se configura un fenómeno al cual se debe


prestar atención, pues la conjugación de interes y actores sirve como caldo de
cultivo para que distintos conflcitos cobren vida. Diferente a las confrontaciones
armadas –donde se puede indentificar la presencia de grupos guerrileros como
FARC y ELN en conjunto con grupos paramilitares AUC en un principio y
posterior a un proceso incompleto de desmovilización BACRIM-, los problemas
que aquí se inscriben estan rodeados por coyunturas que van desde el
impacto ambiental, la expropiación de territorio a comunidades indígenas, la
disminución de oportunidades laborales a causa de políticas mineras que
benefician los megapreyectos, la corrupción de instituciones que sacan
provecho de mercados ilegales coptados por la criminalidad y la violación a
derechos humanos. Si a esto se suma la mala legislación, producto del Código
de Minas de 2001 (Ley 685) con serios atrasos en temas tan recurrentes como
la formaliazación de titulos, la inseguridad jurídica en temas laborales, la
flexibilización de requisitos para hacerse con títulos y la falta de soportes
dirigidos a la reducción del impacto ambiental (Semana, 2013), la predicción no
arroja un escenario alentador.

Pensar la paz en medio de este contexto se encuentra estrechamente ligada al


reconocimineto y redireccionamiento de los agravios que puedan sentir los
grupos como parte de su identidad (Guáqueta, 2003, 93). Un aporte importante
en esta dirección lo otrogan la teoría de confclictos emergentes que bien es
tenida en cuenta para el desarrollo de este análsis (Kriesberg, 2012).

Determinar de forma clara los objetivos políticos y económicos por parte de los
combatientes puede ser problemático. A nivel interno los grupos pueden
mostrar serios indicios por hacerse con recursos sin ningún fín de tipo político.
Esto se debe a relaciones que tienen lugar en las estructuras más íntimas de
los grupos y muchas veces caen en motivaciones individuales por obtener
beneficios por fuera de lo establecido como una meta de tipo común. Al interior
de cada grupo es posible identificar características propias. Algunas veces
pueden los medios de la guerra pueden ser inapropiados en relación con los
objetivos buscados; de acuerdo con Kriesberg, es posible determinar la
escognecia de una u otra estrategia basandose en el análisis de las siguientes
variables: predisposiciones frente al otro (adversario en la guerra), ideología,
organización social y recursos disponibles para la lucha (2012, 130).

Siguiendo el análsis, las predisposiciones pueden estar determinadas por el


contexto político, social y económico que en cierto modo moldean la toma de
decisones; un ejemplo expuesto por Kriesberg pueden ser las condiciones de
género o la condición socio-económica en que se nace. Si bien estas
categorías no son exclusivas a una explicación del por qué ciertas personas
deciden ir a la guerra y otras no, es preciso tenerlas en cuenta. La ideologías
según el autor, “se refiere a formas de pensamiento, a menudo implícitas, las
cuales ofrecen interpretaciones del mundo social en el que un grupo funciona y
guís su acción” (Kriesber, 2012, 135). La organización social se refiere al
compromiso que las personas puedan tener con una causa propia de la lucha
percibida en un entorno de grupo. Finalmente, los recursos disponibles hacen
referencia a la capacidad humana, económica de los grupos para llevar a cabo
cierto tipo de estrategia. Un esfuerzo por establecer condiciones de
comportamiento ayuda al esclarecimiento de las motivaciones.

En colombia,

[…] la mayoría de líderes de las guerrillas colombianas continuan aferrados a ideales


políticos y metas que fundamentalmente buscan la trasformación de las instituciones
políticas y económicas del país, manteiendo confiables fuentes de ingresos que
claramente han influenciado sus estrategias militares y decisiones tácticas, incluyendo
el tiempo para pensar en un proceso de desmovilización. Para los grupos guerrilleros,
la fortaleza económica determina su fuerza militar y así mismo configura expectativas
para entrar en una mesa de negociación. (Guáqueta, 2003, 94)

Al respecto también Chernick ha contribuído con la postura de que a pesar de


la inclusión de variables económicas que han reconfigurado el escenario inicial
de la guerra pueden ser identificadaso al menos 4 objetivos de contenido
político en los grupos guerrilleros de las FARC y el ELN: 1) la costrucción de un
ejercito capaz de confrontar las fuerzas armadas y las milicias paramilitares de
adscripción derechista con el objetivo de tomar el poder estatal o forcar a un
acuerdo político; 2) proteger y expander sus recursos financieros para el
sostenimiento de estrategias insurgentes; 3) desestabilizar y retar al Estado en
niveles regionales; y 4) establecer estructuras de poder alternativas in regiones
seleccionadas para competir por el control territorial (Chernick, 2003, 182).

La complejización de procesos en donde se produce la intersección de diversos


factores en tiempos similares debe ser tenida en cuenta a la hora de establecer
categorías de análsis con miras a explicar de una forma completa las causas o
motivaciones de la guerra. Para concluir este aparte, Chernick sintetiza de
forma clara diciendo:

…los recursos son siempre un factor decisivo en cualquier lucha prolongada o


movimiento de protesta. Los movimientos no puede durar sin un soporte que pase por
los recursos. Sin embargo, los recursos no son sino un elemento, acompañado de
agravios, ideología, estrategia, y en algunas ocasiones condiciones internacionales.
8
Los recursos son un factor pero no el factor (Chernick, 2003, 182).

3. Procesos violentos y obtención de recursos

Esta parte del análsis se encuentra dirigido al esclarecimiento de las dinámicas


violentas en escenarios donde la presencia de recursos cobra gran
importancia, llevando a los actores por la selección de estrategias destructivas.
En este caso específico el oro se presenta como un recurso si se quiere nuevo,

                                                                                                                       
8
Énfasis añadido por el autor.
que configura realidades diferenciadas con respecto a las que se venían
tejiendo alrededor del vínculo que los grupos tuvieron con las cultivos de droga
(cocaína y amapola). Este nuevo paisaje se encuentra en medio de realidades
dinámicas de violencia que satisfacen los intereses legales, ilegales y grises
(Garay, 2013, 58). El mercado minero en Colombia contiene altos grados de
informalidad dispuestos desde su funcionamiento interior ya sea por la falta de
una legislación clara que no deja espacio alguno a la regualción de esta
actividad o por vacios institucionales formales que garanticen el buen
funcionamiento en armonía con interes económicos macro y micro. Las
consecuencias ecuentran relación en “la capacidad del Estado para garantizar
el ejercicio de los derechos por parte de las comunidades mediante la pérdida
del monopolio de las armas”. (Garay, 2013, 58).

Se ha dispuesto de la siguiente estrcutura para el desarrollo del presente


capítulo. En primer lugar, serán descritas las dinámicas violentas que pueden
ser efectuadas por los actores armados con el objetivo de la obtención de
recursos mineros en condiciones específicas, determinadas por factores
propios del territorio y la forma como los actores operan dentro de el.
Finalmente será explicado el proceso de cambio entre dos tipos de violencia
(indiscriminada-selectiva) por parte de los actores armados, con el fin instaurar
estructuras de control en contextos en los que sea posible identificar al
presenica de recursos de tipo minero, especialmente aurífero.

3.1 Tipos de violencia y explotación de recursos como estrategia de


Control

Una vez hecha la caracterización del recurso minero en el actual contexto de


conflicto y su importancia como atractivo a los grupos armados9, este análsis
se dirige a entender las diferentes dinámicas de violencia que se inscriben en
un entorno de lucha por la obtención de recuros de este tipo. Los actores
armados operan en escenarios específicos atraídos por la novedad y las
características del mercado minero en conjunto con actores civíles y privados.

                                                                                                                       
9
Véase numeral 2.1
Como resultado de la disputa por el control territorial en manos de las facciones
rebeldes en contra del Estado, la mirada se torna más compleja de lo que se
cree. El control deseado por parte de los grupos, encuentra en el uso de la
violencia un recurso para librar la guerra. En escenarios violentos la población
civil sirve a los grupos como un medio para cumplir con éxito el uso de
estrategias ya que por medio de éstas se logran redes de información vitales a
la hora de una confrontación. En este sentido, se hace posible pensar que la
relación no es exclusiva hacia fines que permitan un mayor grado de
información. Si en el contexto se identifica la presencia de recursos naturales
que sirvan a la continuación de la guerra, la importancia de los grupos por
establecer niveles de control en estas zonas encuentra una estrecha relación
por la cooptación del mercado en cuestión en manos de los civíles. Lo anterior
se presenta como un supuesto de este análsis.

El hacerse de recursos para la continuación de la lucha armada tiene su razón


de ser en la forma como los actores establecen relaciones con la fuente de
obtención de éstos. Ya se ha argumentado sobre la múltiple intersección de
intereses que recubren las dinámicas entre las partes del conflicto, y cómo
establecen patrones y actitudes al interior de lo económico para seguir en la
búsqueda de fines políticos. En palabras de Salamanca citando a Kalyvas, “el
bandidismo siempre ha sido parte del método, como también el transfondo
político de las contiendas emprendidas por los rebeldes. Es decir, que ni son
sólo saqueadores, ni sólo luchadores por la libertad” (Kalyvas, 2004, 100).
Pero el problema llega en momentos en que se dificulta visualizar con claridad
qué fines justifican la adscripción de ciertos actores para el obrar de la guerra;
pasando por el daño a poblaciones civiles. Retomando a Salamanca, esto
puede ser entendido por la presencia de una ambigüedad al interior de los
grupos entre el discurso y la acción, pues cada uno justifica su acción en
marcos de acción lógicos que las legitiman (Kalyvas, 2004, 101). En últimas,
una ambigüedad entre lo político de la guerra y las formas de llevar a cabo esa
política.
La ambigüedad se hace mayor cuando el objetivo de esta violencia se ecuentra
dirigido a grupos de personas con el fin de establecer sistemas de control para
el beneficio de la guerra. De lo que se habla en este momento tiene que ver
con el uso de una violencia indiscriminada dirigida al saqueamiento de bienes
como lo establece Kalyvas (Kalyvas, 2010, 214, Cfr).

No cabe duda de que la posibilidad de ser de la guerra, es decir, las


condiciones que permiten su existencia, se encuentre permeada en medio de
ambientes regidos principalmente por la ilegalidad, especialmente para los
grupos armados. En este proceso los distintos actores son llevados a
escenarios límite en los que el afán por la toma de decisiones se ve afectada
por el continuamiento de la confrontación. La disposición de recursos
económicos y humanos se hace necesaria pues la capacidad militar va de la
mano de la forma en cómo son obtenidos. Una clara distinción al respecto
recae sobre los medios económicos de las Fuerzas Armadas y los diferentes
grupos rebeldes:

[…] las FA son una institución del Estado colombiano que no participa, a través de su
actividad, en la obtención de los recursos que le permiten existir. Es decir…su
remuneración hace parte del presupuesto general del Estado. Por el contrario, la
remuneración económica de la guerrilla depende de su propia actividad ilegal (Salazar
y Castillo, 2001, citados en: Salamanca, 2004, 110).

La violencia opera de forma tal, estableciendo relaciones en un contexto de


interacción social, distorsionadas mediante lógicas de terror, miedo y coacción.
La voluntad o disponibilidad a la acción a nivel individual y grupal se ve
socavado en momentos de extrema dificultad para determinar el objetivo de la
vida en sociedad; el efecto último que produce el uso de prácticas violentas
termina por estabelcer sistemas de interacción en donde los valores y usos
comunes entre personas pretenecientes a una población específica responda a
intereses establecidos por medio de la fuerza. “El objetivo central de la
violencia indiscriminada es el de dar forma al comportamiento civil de forma
indirecta” (Kalyvas, 2010, 218). La teoría de la Guerra Irregular de Control
expuesta por Kalyvas puede ilustrar de forma clara las funciones que cumple la
violencia en la sociedad dirigidas a la obtención de colaboración por parte de
lo grupos; el autor propone una condición a esta posibilidad diciendo que
“cuanto más alto sea el nivel de control ejercido por un actor político en un
área, más elevado será el nivel de colaboración civil con este actor político”
(Kalyvas, 2010, 166). Lo que pretende este análsis al tomar la reladidad minera
como un escenario de reproducción de la violencia, es que el tipo de control
obtenido por los actores también se encuentra definido por la obtención de
beneficios en zonas con presencia de recursos.

Se trata de ahondar en la repercusión que tiene la violencia en estas zonas,


yendo más allá de lo que propone Kalyvas como un asunto de prácticas
coercitivas indiscriminadas, en donde lo importante pasa por determinar
ventajas a partir del ejercicio violente y su desarrollo en la guerra por medio de
la obtención de información, disuación o posible colaboración con el adversario,
identificar posibles culpables o dinámicas de terror con el fin último de la
guerra. La posibilidad de ésta también se encuentra determinada en gran parte
por el provecho económico que deja la obtención de recursos.

Como resultado a lo anterior, el funcionamiento de las relaciones entre


personas e instituciones políticas también se ve contagiado de alguna manera
por estructuras de poder establecidas desde ejercicios violentos. La posibilidad
de ejercer derechos políticos y económicos se encuentra lejos de ser la ideal;
estos escenarios pueden tener lugar cuando los niveles de institucionalidad por
parte del Estado no son claros o muchas veces nulos. En dos puntos puede ser
entendida esta ruptura institucional, abordada desde Salamanca, “a) la quiebra
institucional provocada por actores que crean formas de lealtades de
conveniencia; y b) los controles territoriales establecidos gracias a la agencia
violenta (Salamanca, 2004, 112). La anterior falta de institucionalidad
identificada en el sector minero permite una explotación en medio de la
informalidad e ilegalidad. Lo anterior llama la atención a grupos armados pues
ven el mercado minero una fuente de financiamiento de fácil regulación debido
a la falta de presencia estatal (Defensoría del Pueblo, 2010, 28). A esto se
suma la inestabilidad política y económica, producto de bajos niveles de
gobernanza y economías deficientes en crecimiento, incapaces de distribuir
eficientemente los ingresos producto de la explotación minera (Ross, 2012, 8).

La capacidad y legitimidad por parte del Estado son puestas en duda, pues el
control territorial ya ha sido cooptado. La guerra encuentra su engranaje en las
formas de distribución y atribución del territorio pasando por dinámicas micro
en sectores específicos del país. Lo local y regional cobran una gran
importancia a la hora de dinamizar porcesos sociales en los que la obtención y
aprovechamiento de recursos dados sea una variable que se cruce con
estrategias destructivas del conflicto a largo y corto plazo.

3.2 De la violencia indiscriminada a la violencia selectiva

Un argumento inicial para justificar el uso de la violencia puede estar


relacionado con la ausencia de medios distintos a esta, dirigidos a lograr
objetivos que no parecen responder a una lógica que no sea una distinta al uso
de la fuerza por medio de las armas. Lo anterior puede estar referido a
percepciones o creencias de agravio individuales o colectivas, en las que se de
una mala distribución de los recursos debido a la existencia de estructuras
políticas y económicas desiguales y en las que las divisiones socio-económicas
se encuentren fuertemente marcadas, lo que lleva al decisión de los actores de
cuestión por iniciar una campaña armada. En este sentido la escases de los
recursos también puede ser un factor determinante a la hora de establecer
acciones bélicas dirigidas a su pronta obtención, en la que el motor principal
esta asociado a un afán por la supervivencia y la falta de oportunidades
materiales no realizables.

La definición de violencia otorgada por Kalyvas y conceptualizada


anteriormente, tiene en su contenido un factor deliberativo, es decir que son
previamente considerados los beneficios y obstaculos de llevarla a cabo. Por
esto se hace necesario entender el origen y producción de la violencia como
“un proceso dinámico que permite una investigación de la secuencia de
decisiones y acontecimientos que se intersectan para producir violencia, así
como el de actores que, de otro modo, serían invisibles, que toman parte de
este proceso y los conforman en formas fundamentales” (Kalyvas, 2010, 41).

En medio de este proceso se crean diversas posibilidades que permiten la


realización de formas de violencia dirigidas a la obtención de un objetivo
específico. Desde un primer punto, la posibilidad de prácticas violentas
indiscriminadas vienen determinadas por las oportunidades que la guerra
ofrece para la extorsión y el chantaje, como lo ha identificado Kalyvas. A esto
se suma el agravamiento por la falta de recursos, condicionando las acciones
de futuros combatientes, pues no perciben una opción diferente a la que les es
ofrecida por este tipo de violencia (2010, 233).

Sin embargo, la puesta en marcha de prácticas violentas indiscrimindas resulta


contraproducente para el actor que la este ejecutando debido a que en un
contexto de guerra civil -como se ha seleccionado previamente para la
explicación del fenómeno en cuestion-, la presencia de un segundo bando o
grupo permite generear incentivos en los civiles con el fin de conseguir apoyo y
legitimar su posicionamiento territorial. Según Kalyvas, la selección de objetivos
más personalizados por parte de los actores armados, lleva a una percepción
de seguridad entre la población en cuanto que, sus acciones van a estar
contenidas por la amenaza representada en el obrar de cierta manera.

Pero la lógica que se dibuja detrás de zonas en donde es posible identificar


beneficios por la obtención de recursos, muestra una diferencia clara con lo
hasta aquí expuesto por Kalyvas. La violencia pasa de ser indiscriminada
colectiva a selectiva colectiva, y no como lo plantea el autor, argumentando a
favor de una violencia mucho más personalizada cuando ésta es de carácter
selectivo. La razón de esto viene definida por los intereses que un actor pueda
decretar en escenarios donde la fuerza laboral de la población civil se convierta
en el sustento de su lucha. Como lo señala el informe del CTIpax, “el interés de
los grupos armados ilegales por las zonas mineras y petroleras del país
también ha venido acompañado de un incrementeo en las cifras de homicidios
y otros actos violentos” (2012, 25). Un ejemplo de la anterior situación que
identifica el informe, se da en zonas como Antioquia, Sur de Bolivar, Nariño y
Meta.

El producto de prácticas violentas va encaminada a comunidades en


escenarios especificamente rurales en donde se puede hablar de un tipo de
victimización colectiva como “una expresión dinámica, compleja y diversa…En
este caso, las comunidades victimizadas en Colombia se caracterizan por la
existencia de lazos colectivos, movidos por la confianza y la labor o
pensamiento colectivo: vida en común duradera (Garay, 2013, 64).

La razón de establecer agencias violentas responde a la transformación propia


del conflicto por encontrar recursos que satisfagan las necesidades de la
guerra, en zonas que presenten esta característica. Selectivamente se produce
un interes hacia el control territorial y de las prácticas colectivas de explotación
del recurso en manos de la población civil. El aumento de combates y
presencia militar e insurgente en el mapa del conflcito en Colombia, es causado
por la importancia de los recursos como motor del proceso armado; “…el
crimen relacionado al conflicto ha aumentado como respuesta a prácticas por
parte de los combatientes relacionadas al tráfico de drogas, extorción,
secuestros, lavado de activos, explotación ilegal de minerales y criminalidad
común para la compra de armas y entrenamiento de combatientes.”
(Guaqueta, 2003, 78).

El paso de un tipo de violencia indiscriminada a una más selectiva viene dada


por el desarrollo mismo de la guerra en relación con la percepción de los
actores por establecer estruturas de poder sólidas y alternas a las del Estado
cental en los territorios en que se encuentran. La posibilidad de escenarios
anteriormente descritos viene definida por la cantidad de información que
dispongan los actores armados, otorgada simpre por la población civil
siguiendo la lectura de Kalyvas. Adicionalmente, a medida que el conflcito
crece y se expande en terminos espaciales, el tiempo de la guerra tiende a ser
prolongado, estableciendo intereses económicos que acompañen su desarrollo.
Resumiendo, “si un conflicto crece, deberíamos observar una transición hacia
la violencia selectiva a medida que empiezan a imponerse intereses a largo
plazo” (Kalyvas, 2010, 248).

No puede ser dejada a un lado una lectura que permita entender que la posible
expansión del conflicto recae en condiciones donde la disputa por el poder se
hace posible, es decir, un contexto en el cual, la capacidad del Estado por dar
respuesta a todo tipo de demandas sociales no encuentra una articulación
posible entre niveles de institucionalidad mínimos y una regulación de la vida
civil. Esto permitiría la erosión de estructuras políticas en la sociedad, dando
paso al uso de la violencia como garante de control y supervivencia en un
ambiente de disputa inconcluso debido a actores políticamente débiles que no
son capaces de asir por completo el monopolio de la fuerza (Kalyvas, 2010,
247).

Por tanto, la relación que se esconde en el paso de un cierto tipo de violencia a


otra pasa por el control territorial del que los actores dispongan para librar su
lucha. El balance de poder entre facciones políticas en medio de la
confrontación también necesita de la disponibilidad de recursos para librar
procesos de guerra fundamentalmente de tipo irregular, pues la búsqueda por
la simetría en las relaciones que pueden ser el objetivo por una de las partes
en relación al contexto en que se ubica, permitiría pensar la selección de
estrategias y objetivos de todo tipo; pasando por la satisfacción de distintas
agendas de la guerra (política, económica, social, etc.)

Debido la multiplicidad de actores armados inmersos en la confrontación, se


presenta como un obstáculo determinar de manera clara los diferentes
intereses para cada uno, y posteriormente lo que se vuelve más problemático
sería una caracterización a nivel interno de éstos. En el proceso de
transformación y evolución de la guerra los grupos también pasan por todo tipo
de cámbios al interior de sus estructuras permitiendo la defección por parte de
algunos combatientes movidos por la codicia, así como el ofrecimiento de la
violencia puesta al servicio de intereses privados de seguridad. En el sector
minero, el informe del CITpax muestra cómo los grupos han establecido
dinámicas de violencia alternas, en las que es posible la mezcla de diversos
usos de la violencia en función del cumplimiento de intereses privados. Entre
estos se pueden encontrar servicios de seguridad privada, extorsión con
cheque a empresas, control y administración de la oferta laboral, presión social
a nivel interno de las empresas, votos cautivos y captación de regalías (2012,
32).

La violencia entra en la borrosa nube que se dibuja entre lo legal e ilegal, los
objetivos dispuestos por los grupos armados ilegales así como los legales se
ven inmersos en un contexto en donde la falta de regulación y presencia del
Estado en conjunto con la presencia de sectores privados y civíles, compiten
por el establecimiento de estructuras de control.

En escenarios donde predomine la competencia por la obtención de los


recuros, la violencia será el factor de preferencia por parte de los actores
armados que buscan condicionar los procesos sociales mediante la
implentación de estructuras políticas a partir estrategias destructivas. El
proceso puede estar inmerso en la transición de la violencia indiscriminada a
una más selectiva. La economía de la guerra también se encuentra
determinada por la puesta en marcha de acciones más o menos violentas. Por
ende, los grupos buscarán establecer procesos de cambio social en los que
sea la eficacia el objetivo principal. Para Kalyvas, ésta eficacia es posible a
través de la imposición selectiva que depende menos de la exactitud y más de
una percepción que se da entre la población que tiene lugar (2010, 275).

La economía de la guerra encierra en su complejidad una multiplicidad de


intereses en medio de un cambio que viene determinado en tiempo y espacio.
La violnecia también responde a procesos de transformación pero al final los
grupos tienen preferencias claras como lo expone Kalyvas a continuación:

Los actores políticos maximizan el control territorial; buscan <<conquistar>> territorio y


aumentar el nivel de control sobre el territorio que dominan…el aumento del control
significa obtener la colaboración de los civiles y la eliminación de la defección, es decir,
la colaboración con el actor rival; esta es la función principal de la violencia selectiva.
(Kalyvas, 2010, 280).
La producción de violencia directa dirigida a colectividades mineras como hasta
aquí ha sido descrita contiene un “carácter anti-comunitario dirigido a la
fracturación de tejidos sociales y de fragmentación / destrucción de proyectos
de vida colectivos. Lo anterior viene a ser complementado con un patrón
adicional de violencia anti-sindical y que impacta específicamente
reivindicaciones laborales en el sector minero-energético.” (Garay, 2013, 65).

4. Análisis de procesos violentos en relación a la obtención de


recursos. Estudio de Caso seleccionado: Bajo Cauca
antioqueño

La selección del caso pretende ofrecer un diagnóstico sobre la situación minera


en regiones en donde sea posible una caracterización de lo referido en el
análsis elaborado hasta ahora. También responde a la necesidad por
estabelcer unidades territoriales específicas que den cuenta de procesos en
escalas locales de la situación de conflicto en colombia. Por tanto, se ha
seleccionado una muestra de cinco municipios en la zona del Bajo Cuaca
antioqueño10 (El Bagre, Nechí, Remédios, Segóvia y Zaragoza11).

La información dispuesta para la elaboración de este análsis ha sido de


contenido estadístico y documental sobre la zona en cuestión para un perido de
10 años (2002-2011). La intención se dirige a la elaboración de un diagnóstico
en el que sea posible arrojar una interpretación (con base en los datos
mostrados) sobre la influencia del sector minero en la transformación del
conflcito en Colombia. Para esto es preciso establecer correlación entre
niveles de producción de oro, el índice de riesgo humanitario (IRSH) como
indicador compuesto y la presencia de actores armados y del Estado, como
variables explicativas para entender los niveles de violencia en relación con la
presencia del recurso en los diferentes municipios.

                                                                                                                       
10
Ver anexo mapa de la zona
11
Ver anexo (perfil OCHA para los cinco municipios).
4.1. Diagnóstico de la situación minera en Bajo Cauca

El Departamento de Antioquia actualmente se encuentra con el 10 % de su


área total titulada a la explotación del mineral de oro; lo anterior corresponde a
615.120h (hectáreas) de un total de 6.361 h. Así mismo el 30 % del territorio se
encuentra en estado de solicitud lo cual corresponde a 1.927 h 12 . Los
municipios seleccionados para el análsis representan el 25 % del área total del
Departamento 13 : El Bagre (156 h), Nechí (1.013 h), Remedios (198.5 h),
Segovia (123 h) y Zaragoza (106 h). Esta selección suma un total de 108 títulos
de propiedad minera en comparación con los 270 de todo el departamento, es
decir, aproximadamente el 40%.

En promedio, la producción de oro en los cinco municipios para los diez años
seleccionados se encuentra alrededor de 2’009.003 Gr. Adicionalmente la
selección de los municipios cumple con una característica sobre los niveles de
informalidad en relación a la explotación minera como puede ser observado en
Ramírez y Muñoz, 2012, en donde es posible observar una correlación entre la
concentración de la tierra y la informalidad en la actividad minera. Lo cual
indica que en municipios productores de oro también existen altos índices de
informalidad de la tierra e índices más bajos de concentración de la misma
(Ramírez y Muñoz, 2012,69). En municipios como Remedios y Zaragoza, la
informalidad supera el 50 % y la producción de oro es mayor a los 300 kg para
2010. Lo cual corresponde al incremento mostrado en la gráfica 1.

Producción  de  Oro  Municipios  de  An4oquia  2001-­‐2011  


20000000  
EL  Bagre  
15000000  
Gramos  Oro  

Nechí  
10000000  
Remedios  
5000000   Segovia  
0   Zaragoza  
2001  2002  2003  2004   2005  2006   2007  2008  2009  2010   2011  
2
                                                                                                                       
12
Datos tomados del informe sobre minería de la Contraloría (2013) Cuadro 1, pp. 97.
13
Anexo mapa de titulación miera en el país.
Gráfica 1: Producción de oro en Bajo Cauca14

No obstante, el IRSH15 en promedio se calcula en 0.70 de probabilidad en los


5 municipios en una escala de 0 a 1, donde cero es la mínima probabilidad de
riesgo y uno es la máxima probabilidad. La metodología de “semáforo”
implementada por OCHA estipula tres niveles de riesgo (verde, amarillo y rojo)
refleja la combinación amenaza y vulnerabilidad en las zonas seleccionadas.
De 0-0.51 (verde), de 0.52-0.68 (amarillo) y de 0.59-1 (rojo). En la zona del
Bajo Cauca16 esto indicaría una alta probabilidad de riesgo. Sin embargo, los
datos analizados van hasta 2010, por tanto no puede ser establecida una
relación entre la producción y las demás variables de forma directa. Hubo una
reducción importante en municipios como El Bagre, Segovia y Zaragoza (ver
Gráfica 2). La cual responde con la violación de derechos humanos que
pueden ser observados en la zona como producto de la desterritoralización,
“que a pesar de todo sigue conservando un determinado valor de autoridad y
de movilización social como institución coadyuvante” (Garay, 2013, 11).

IRH  para  los  municipios  seleccionado  (06-­‐08-­‐10)  


1.5  

1  
Serie1  

0.5   Serie2  

Serie3  
0  
El  Bagre   Nechí   Remedios   Segovia   Zaragoza  

Gráfica 2: IRSH Bajo Cauca17

                                                                                                                       
14
Fuente: Ingeominas 2012 (elaboración propia)
15
El IRSH proporciona a los analistas en el ámbito humanitario, una herramienta de uso general
que muestre un resultado a nivel municipal entendido como la probabilidad de que exista una situación de
crisis humanitaria enmarcado por las variables asociadas a los factores sociales, económicos, oferta
institucional y el conflicto. Amenaza es definida según OCHA como la probabilidad de ocurrencia de un
suceso potencialmente desastroso durante cierto periodo de tiempo en un sitio dado; pueden ser de orden
natural o humano. Vulnerabilidad se encuentra definida como la función inversa de la capacidad de los
individuos, grupos, hogares y comunidades de prever, resistir, enfrentar y recuperarse del impacto o
efecto de eventos adversos que implican una perdida de activos materiales e inmateriales. Las anteriores
variables componen el IRSH.
16
Ver anexo mapas IRSH.
17
Fuente: Elaboración propia basada en OCHA 2012.
Lo anterior no responde a una reducción en las tasas de homicidios en la zona,
pues para 2011 municipios como Zaragoza y El Bagre presentan tasas de
359.24 y 76.75 por cada 100.000 habitantes respectivamente (Ver Gráfica 3).
Así mismo en municipios como Nechí, Remedios y Segovia en las tasas de
homicidios muestran variaciones entre la disminución y el aumento de estas no
haciendo posible establecer relaciones causales; lo que también permite
observar que la zona seleccionada muestra comportamientos diferentes en
cada municipio.

Por tanto los niveles de violencia que se muestran anteriormente parecen


arrojar una primera relación entre las manifestaciones violentas y la disputa por
recursos en lugares donde su presencia es altamente marcada. Ahora el
problema se inscribe en los derechos de uso en el suelo para su explotación en
medio de un ambiente en el que existe la presencia de grandes empresas
trasnacionales, mineros artesanales y grupos armados (Gary, 2013, 18).
Tampoco soluciona problemas relacionados con el índice de NBI como una
categoría adicional a la vulnerabilidad expuesta a poblaciones en donde la
minería es de uso común. En municipios como Nechí y El Bagre este índice se
encuentra por encima del 50 % siendo además zonas en los que la producción
de oro supera también los 300 kg para 2012 (Ramírez y Muñoz, 2012, 73).

Tasa  de  Homicidios  Municipios  Baja  Cauca    


2000-­‐2011  
800   Zaragoza  
cada  100.000  habitantes)  
Tasa  de  Homicidios  (por  

600   Segovia  
400  
Remedios  
200  
Nechí  
0  
2001  2002  2003  2004  2005  2006  2007  2008  2009  2010  2011   El  Bagre  

Gráfica 3: Tasa Homicidios Bajo Cauca18

                                                                                                                       
18
Fuente: Elaboración propia basada en FORENSIS 2011.
Pero también se hace necesario observar que los niveles de desplazamiento
han mostrado un comportamiento de reducción a partir de 2003 con un leve
pico en 2005 (ver gráfica 4), sin embargo la tendencia muestra que éstos han
logrado establecerse en un promedio de 2810 número de personas
expulsadas, lo cual no deja de ser preocupante pero en realidad municipios
como El Bagre presentan una reducción del 90% en 2011, pasando de 3.633 a
316 en 2001. Si bien lo anterior podría significar una reducción significativa en
los niveles de expulsión ya sea por planes de consolidación o la ausencia de
actores armados ilegales, esto puede ser interpretado como el establecimiento
de relaciones de control por vía armada por parte de grupos ilegales en
municipios como El Bagre, pasando de una violencia indiscriminada a una de
carácter más selectivo. Adicionalmente y en palabras de Garay, el
desplazamiento puede ser ahora referido a las concesiones de territorio masivo
a grandes empresas por parte del Estado central, llevando a un “grave
detrimento del tejido social y el patrimonio de propietarios campesinos, de
minorías étnicas y de desplazados con derechos sobre predios abandonados y
despojados de manera forzada en amplios territorios del país, entre otros
(Garay, 2013, 18). La contradicción ahora se hace clara, pues ante la ausencia
de reglas claras de explotación en el sector minero, sumado a políticas públicas
arrojadas al beneficio de los intereses de producción de capital extranjero o
doméstico de gran escala lleva “a procesos de captura y reconfiguración
cooptada de instituciones del Estado por parte de empresas transnacionales
y/o domésticas, legales, grises (que actúan entre la legalidad y la ilegalidad) y
abiertamente ilegales como en el caso de minería criminal en países como
Colombia y México” (Garay, 2013, 19).
Desplazamiento  (expulsión)  
8000  
Número  de  desplazados  

6000   El  Bagre  

Nechí  
4000  
Remedios  
 

2000  
Segovia  
0  
2000  2001  2002  2003  2004  2005  2006  2007  2008  2009  2010  2011   Zaragoza  

Gráfica 4: Número de personas desplazadas Bajo Cauca

Para entender mejor lo que se vive en zonas com esta es necesario tener en
cuenta la presencia de actores armados ilegales y agentes estatales
presentados en la gráfica 5. Para la elaboración de esta gráfica fue necesario el
uso de dos fuentes (CERAC y OCHA) ya que para los años de 2009 y 2011
CERAC no presentaba presencia de los grupos armados pero la corroboración
tampoco dio muestra de alguno de los grupos. Lo anterior se debe a la
imposibilidad por el control de la zona por vía armada ya sea entre fuerzas de
FARC, neo-paramilitares o ELN. En los municipios de Segovia y Remedios se
hace constante la presencia de Guerrilla y Paramilitares siendo estos
acreedores de los mayores niveles de producción de oro y además distribución
en los giros de Regalías por parte de la Nación. En razón a lo mencionado
anteriormente como bien lo ha documentado el CTIpax en su informe de 2012
sobre actores armados en el sector minero, una de las preocupaciones
respecto a las actividades ilícitas por parte de estos grupos tiene que ver con la
captación en los giros de regalías ya sea por medio de tácticas de extorsión o
debido niveles de institucionalidad débiles en municipios donde los gobiernos
locales muestran rasgos de corrupción en manos de líderes políticos siendo
esto un incentivo para los grupos a penetrar el tejido institucional.
Presencia  de  GAML    
1   1   1   1  
El  b0  
agre   Nechí   Remedios   Segovia   Zaragoa  
1   1   1   1   1   1  
0   0   0  
1   1   1   1   1   1   1  
1   1   1   1  
0   0   0   0   0   0  
1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1  
0   0   0   0   0   0   0   0   0  
1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1   1  
0   0   0   0   0   0   0   0  
2000   2001   2002   2003   2004   2005   2006   2007   2008   2009  

Gráfica 5: Presencia actores armados Bajo Cauca19

Las condiciones en que se dan situaciones de riesgo o vulneración a


poblaciones corresponde a la intersección no solo de actores armados en
busca de la obtención del recurso minero (oro) para la continuación de la
guerra y que pueden ser manifestadas en el número de muertes o los ataques
a poblaciones civiles. Detrás de eso se encuentran realidades complejas que
encierran la imposibilidad por accerder de manera legítima a la explotación de
un recurso que configura espacios de uso común para cierto grupo de
personas a falta de acuerdo reflejados en instituciones formales dispuestas a
regulara este tipo de actividad. El Estado debe entrar como un garante a los
derechos de poblaciones vulnerables en escenarios donde le sea posible
intervenir de forma clara para evitar cualqier tipo de daño, pues…

(…) con el agravante de que la búsqueda por el acaparamiento del suelo y el subsuelo
se puede convertir en uno de los principales factores, si no en el más importante, en la
generación y profundización de conflictos y violencias […] se ha reproducido una
incesante lucha por el dominio territorial con miras al ejercicio del poder político y
económico, a través de múltiples modalidades ilegales e ilegítimas, pero no
excluyentes de otras de índole aparentemente legal, y que está expresado actualmente
por la existencia de cerca de un 40% de la tierra sin derecho formal de propiedad
(específicamente en el caso de población campesina con carácter de poseedor,
tenedor, etc.) y de más de 7 millones de has. dejadas en abandono forzado o
despojadas por la acción de grupos armados ilegales y la
participación/apoyo/financiación de algunos agentes legales y grises durante los
últimos 25 años en el país, y por la presencia de casi 22 millones de has. del territorio
                                                                                                                       
19
Fuente: Elaboración propia basada en CERAC 2012
continental de Colombia sujetas a solicitud y aprobación de licencias mineras. (Garay,
2013, 19).

La violencia entendida cómo una intención premeditada para hacer daño al


otro no siempre puede ser vista en una sola dirección pues la falta de
condiciones materiales y no materiales para la obtención del recurso debido a
la concentración de tierras o la mala distribución de éstas para su posterior
explotación, corresponden a la falta de oportunidades de tipo estructural como
responsabilidad del Estado. Incluso es posible obeserva que el comportamiento
de los municipios no responde a patrones exclusivos de comportamiento
respecto a los índices seleccionados.

5. Conclusiones

El desarrollo de esta tesis estuvo dirigido hacia una aproximación a


dimensiones propias de la guerra que actualmente tienen lugar en el país, con
el interes por descubrir y analizar problemáticas que al parecer se presnetan
como nuevas y empiezan a configurar la realidad regional de Colombia. Día a
día la presencia de prácticas violentas configura el panorama político y social
de comunidades vulnerables que al econtrarse en medio de la confrontación
viven el padecer de la guerra entre bandos que no parecen distinguir los
objetivos en el obrar de sus acciones bélicas.

En medio de estas dinámicas violentas, el continuo desarrollo de las mismas


pasa por conseguir el sustento a la guerra, aprovechando la diversidad
geográfica propia del país ya que esta proporciona por medio de la explotación
de sus suelos la vía posible al pensar en seguir con el proposito de la lucha
armada. Al mirar en el interior de los diferentes proyectos armados de los
grupos es posible identificar múltiples factores que sirven de alimento a la
obtención de objetivos, priorizando unos más que otros. Es una dificil tarea
poder diferenciar y establecer los medios y fines de cada actor enmarcado en
el proceso de lucha, pues la trasformación de la guerra parece indicar hacia la
obtención de los recursos económicos como único propósito por parte de los
grupos ilegales.
Sin embargo, a lo largo de este trabajo se ha hecho un esfuerzo dirigido a
mostrar cómo la construcción de escenarios políticos mediados por la violencia
todavía contienen en su interior la esencia política e ideológica en algunos de
los actores. Es necesario entender que la postura aquí seleccionada pasa por
un análsis académico responsable con la realidad del país, alejado de
explicaciones simplistas metadológica y analíticamente, permitiendo establecer
relaciones entre las estrategias utilizadas por las partes y su interacción con el
ambiente en donde se encuentran.

Lo anteriormente dicho permite reconocer las distintas razones inscritas en el


desarrollo del conflicto en Colombia como un proceso que debe ser leído a la
luz de los cámbios históricos, permitiendo espacios en donde confluye la
diversidad de posturas políticas y económicas sumado a ambientes que
carecen de una estabilidad institucional fuerte, más que todo al interior de las
zonas rurales de Colombia. Una postura que de cuenta de relaciones causales
en donde sea posible la interacción de distintas variables para así establecer
categorías de análisis que puedan dar cuenta de la complejidad enmarcada en
el proceso de la guerra.

Esto permite una acercamiento a realidades específicas territorialmente


demarcadas por la presencia de actores armados que han traducido la mayor
parte de su lucha en la disputa por el control de poblaciones y zonas ricas en
recursos de todo tipo, en contra del Estado central. Por esto, el análsis aquí
porpuesto ha pasado por la selección de una metodología de corte cualitativo
que permita el acercamiento preciso para una posible interpretación sobre las
distintas causas y consecuencias que dibujan la acción de las partes del
conflcito entrlazadas entre sí, dando cuenta de la transformación de la guerra,
específicamente en la selección de un caso en donde sea posible identificar
variables de tipo económico (recursos) político (institucional) e ideológico
(grupos armados).

El objetivo general detrás del análsis se encuentra en relación con la


posibilidad de encontrar escenarios en donde sea posible dar cuenta de la
complejidad inmersa en conflictos de tipo armado. Dando una luz sobre la
situación actual minera y la disputa por los recursos desde el campo de la
resolución de conflcitos e investigación para la paz, ya que en Colombia este
fenómeno se presenta como una fuente de lucha y agravamiento de conflictos
ya existentes, llegando a vulnerar distintas capas de la sociedad no
relacionadas directamente con su consecución.

Por esta razón el análisis propuesto estuvo enfocado en dar cuenta de los
procesos violentos que se inscriben actualmente en la obtención de recursos
de tipo minero. La caracterización del recurso otorga una mejor comprensión
en la manera como los actores perciben el proceso de obtención del mismo,
pues de acuerdo a la distinción hecha por Ross y de la cual aquí se hizo uso, si
un recurso tiene facilidad para ser saqueable o no esto va contribuir
directamente en el desarrollo de la guerra. Por tanto, el recurso minero (oro) se
presenta en ambientes informales que permiten a los actores una facilidad para
su obtención. Es clave entender que este proceso de obtención se presenta en
un cambio en las fases del conflicto en Colombia; complementando y tomando
gran parte de los elaborado por Chernick, el conflicto colombiano ha estado
marcado por distintas “fases” en relación con la obtención de recursos. El
aporte viene dado por la entrada de una nueva fase en la que se reconoce la
importancia del mal llamado “Boom” minero que hoy acaece en nuestro país.
Sin embargo no es posible alejarse de otras maneras de financiamiento a las
guerra actual, pues este nuevo escenario se muestra como una alternativa de
transición entre el tráfico de cultivos ilícitos y demás formas de acción por parte
de los grupos: extorción, secuestro, bandidaje, etc.

Así mismo, fue necesario reconocer la presencia de posturas de tipo ideológico


y político pues marcan la decisión de algunos grupos por seguir buscando una
salida al conflicto por medio de la violencia. La relación entre los agravios
propios del conflicto y los agravios que hasta hoy forman parte de la realidad
colombiana en distintas dimensiones políticas, económicas y sociales son
atribuidas directamente al papel del Estado colombiano y la falta o ausencia de
capacidad por responder de forma clara y concisa a estas demandas. Por
tanto, entender el proceso violento en Colombia se encuentra atravesado en
gran parte por la importancia territorial del mismo y la configuración de
espacios en donde se hace posible repensar el papel del Estado, aludiendo a
temas como la soberanía y legitimidad, pues una vez ha sido puesta en duda
su capacidad, la posibilidad de otro actor -en este caso de carácter bélico-
entre en la disputa por el hacerse acreedor de zonas en donde sea la fuerza de
las armas la última palabra.

Lo anterior da para pensar que en últimas el conflicto en Colombia es el


resultado de diferentes percepciones y formas de pensar el país; el poder se
encuentra definido por la capacidad de adquirir recursos en zonas en las que
sea posible retar al detentor del poder establecido y en los que la violencia a
través de las armas forma parte de esos recursos para hacer la guerra.

Es por eso que otro de los aporte que el trabajo buscó se dirigió a establecer la
manera de cómo la violencia entra a hacer parte de procesos sociales,
específicamente en relación con la explotación de recursos en la zona del Bajo
Cauca como una aproximación a la realidad en una escala micro.

Pensar el papel de la violencia en este tipo de realidades permitió abordar el


proceso de explotación desde la perspectiva otorgada por Kalyvas sobre un
paso de la violencia de tipo indiscriminado a una más selectiva; sin embargo
fue posible identificar que en el objetivo de los grupos armados se enfoca más
en grupos que individuos, lo cual ensancha la comprensión de esta lógica
violenta mostrada por Kalyvas.

En relación con lo obtenido del análisis del caso fue posible reconocer la
importancia productiva de la zona para el mineral en cuestión. Así mismo se
encontró una asociación en la presencia de algunos grupos armados pero una
disminución en las tasas de homicidio y desplazamiento; esto puede ser
interpretado como resultado de acciones militares en busca del control
territorial. Pero es posible que la reducción en ataque violentos responda a un
proceso de transición violento que ahora se encuentra en un estado selectivo y
la lucha se dio en la mitad de la década pasada. En esta línea también surge
una preocupación por determinar la fuente de los niveles de asesinatos en la
región. El aumento significativo par 2011 se encuentra atravesado por el
proceso de desmovilización los antiguos Paramilitares y la fragmentación en
células criminales que hoy se han hecho presentes en la región.

También fue posible arrojar una interpretación sobre la situación de riesgo y


amenaza tomando el IRSH en cuanto la reducción de los municipios a
encontrarse en situaciones de vulnerabilidad y crisis humanitaria. Para 2010
solo los municipios de Nechí y Remedios se encontraban en situación de riesgo
medio y municipios como El Bagre y Zaragoza presentan un nivel cero de
amenaza pero siguen teniendo tasas de homicidios de 76 y 359 por cada
100.000 habitantes respectivamente.

Al considerar los puntos analizados como un camino demostrativo a lo que


pretende exponer este trabajo, es posible establecer una articulación entre las
motivaciones de los grupos por controlar zonas con presencia de minera y la
permanencia de agravios sociales en estas. Es posible entender la relación
como un proceso de transición, sin dejar de lado las consecuencias de la
guerra y la disputa por el control territorial dejando saldos de muertes todavía
importantes.

Sin embargo la característica principal que arroja el análisis sobre la zona tiene
que ver más que todo con la diferencia enmarcada en cada municipio
seleccionado en la forma cómo se comporta respecto a los niveles de violencia
y la manera en que los actores armados hacen uso de esta para establecer
niveles de control en la población dirigidos a captar la renta proveniente del
recurso. Lo anterior no permite arrojar relaciones de causalidad sobre las
variables seleccionadas en el caso por la misma heterogeneidad que contienen
los municipios en su interior; entender la complejidad inscrita en los procesos
sociales sobre la obtención de recursos desde este análisis permite entender
que la realidad local del país se comporta según las condiciones y relaciones
propias de los actores y sus intereses en juego van tejiendo mundos sociales
exclusivos y más cuando la presencia estatal se hace casi nula y en caso de
existir se ve desdibujada por la vinculación a procesos de corrupción asociados
a la captación de rentas producto de la explotación de minerales como el oro.
En cuanto recomendaciones sobre la metodología seleccionada para un
análisis que dé cuenta de las relaciones exactas entre la explotación minera y
al mismo tiempo logre mostrar la presencia de los diferentes actores, sería
necesario disponer de recursos propios para llevar a cabo tal empresa, en
relación con el tiempo, sin olvidar las condiciones propias de seguridad para el
grupo investigativo que lleve a cabo este análisis.
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Anexo 1. Mapa índice de amenaza

Fuente:  Informe  IRSH  OCHA,  2009  

 
Anexo 2. Mapa índice de vulnerabilidad

Fuente:  Informe  IRSH  OCHA,  2009  

 
 
Anexo 3. Mapa IRSH

Fuente:  Informe  IRSH  OCHA,  2009

 
 

Anexo 4. Mapa Eventos de Conflicto

Fuente:  Programa  Presidencial  para  los  DDHH  y  DIH.  Vicepresidencia  de  la  República  (2011)  

 
 

Anexo 5. Mapa área titulada y solicitada minería oro

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