En búsqueda Un examen
del Salvador más detenido
David Roper
a gente busca muchas cosas en la vida, buscan
L la fama, la fortuna, la felicidad; sin embargo,
tomando prestadas las palabras de Jesús, «sólo una
cosa es necesaria» (Lucas 10.42a), y esta es buscar
al Señor. Pablo les dijo a los oyentes del Areópago,
que el Señor ha dado «a todos vida y aliento y todas
las cosas […] para que busquen a Dios» (Hechos
17.25–27a). David oró diciendo: «Dios, Dios mío
eres tú; de madrugada te buscaré…» (Salmos 63.1).
Moisés instó a los israelitas a «[buscar] a Jehová
[su] Dios», y les aseguró, diciendo: «lo hallarás, si
lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma»
(Deuteronomio 4.29).1
En esta presentación encontraremos a un
grupo de hombres que buscaron al Señor «de
todo su corazón y de toda su alma» (2o Crónicas
15.12). Casi digo «tres hombres que buscaron al
Señor», porque es el número que invariable-
mente se usa cuando se les menciona. Es probable
que haya adivinado a quiénes me estoy refiriendo:
a los sabios que vinieron a adorar al niño Jesús
en Belén.
Este es un sermón sencillo: deseo recalcar que los
sabios buscaron a Jesús, que lo encontraron, lo
adoraron, y que el resultado fue que sus vidas fueron
bendecidas.2 También deseo sugerir que nosotros
necesitamos seguir el ejemplo de ellos. En vista de
que es una historia muy popular, no dedicaré
mucho tiempo a los detalles conocidos,3 pero sí haré
esta pregunta: «¿Seremos tan sabios como ellos?».4
1
Hay muchos pasajes sobre buscar al Señor. Además
de los que se acaban de citar, he aquí algunos más que
captaron mi atención: Esdras 8.22; Salmos 10.4; 14.2.
2
Cuando prediqué esto, añadí: «¡Pasaré la mayor
parte del tiempo en el primer punto, así que no se preocupen
cuando vean que han pasado quince o veinte minutos sin
que haya llegado a mi segundo punto!».
3
Si sus oyentes no conocen bien la historia, será
aconsejable que se tome el tiempo para contarla.
4
Gene Cloer, en “The Welcome of the King” («La
bienvenida del Rey»), dijo lo que los sabios hicieron. Luego,
al final de cada sección, preguntó: «¿Seremos tan sabios
como ellos?» (“Matthew: Introducing the King” [«Mateo:
Presentación del Rey»], Truth for Today [La Verdad para Hoy]
[Julio 1989]: 6–8). (N. del T.: Esta edición no ha sido
traducida al español.)
de Mateo 2.1 –13
BUSCARON A JESÚS (vers.os 1–9, 11, 13)
Los magos
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en
días del rey Herodes, vinieron del oriente a
Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está
el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su
estrella hemos visto en el oriente, y venimos a
adorarle (vers.os 1–2).
Necesitamos dedicar algunos momentos a
comentar quiénes eran estos que buscaban a Jesús.
Las muchísimas tradiciones que los han envuelto,
han impedido ver claramente a los visitantes
originales de Mateo 2.5
Notamos que se les llama magos.6 En aquellos
tiempos, a los magos se les conocía por su sabiduría
y entendimiento; de allí que a menudo usemos la
palabra «sabios». Medido por los estándares
actuales, el conocimiento de ellos era deficiente, al
ser una mezcla de ciencia y superstición. Sin em-
bargo, tenían reputación de sabios, y a menudo
servían como consejeros de reyes.
Existe la creencia popular de que estos magos
eran tres, creencia que puede deberse a los tres
presentes que se mencionan más adelante (vers.o
11); sin embargo, estos presentes pudieron haber
sido dados por pocos o por muchos. El uso del
plural «magos» indica que se trataba de por lo
menos dos; sin embargo, pudieron haber sido una
docena o más.7
Los magos vinieron «del oriente», pero no se
nos informa del país de origen. Algunos eruditos
5
Una leyenda del siglo sétimo les da nombre a tres
magos, dice de qué país proceden, e incluso especifica qué
presente fue ofrecido por cada uno de ellos. Como se
sugirió en una presentación anterior, la naturaleza no
soporta los vacíos y se apresura a llenarlos. Los hombres
aborrecen los vacíos de información. Si no pueden llenarlos
con conocimiento, los llenan con especulación.
6
Vea más información sobre los magos en las páginas
de «Un niño nos es nacido».
7
Un antiguo grabado encontrado en una catacumba,
presenta a dos magos, mientras que una antigua tradición
(no inspirada) de la iglesia, insinúa que eran doce sabios.
1
creen, por los presentes que trajeron, que ellos
vinieron de Arabia. Persia es una suposición más
acertada, debido a que allí prosperaban los magos.
Realmente no sabemos dónde dio inicio el viaje de
ellos. Al oriente de Palestina se encontraban
Arabia, Persia, toda la región de Mesopotamia, la
India y otras tierras.
Hay un detalle acerca de estos hombres que
salta a la vista, y es que eran gentiles; pues, al
referirse al recién nacido, no dijeron: «nuestro
Rey», sino: «el Rey de los judíos». Cuando el niño
Jesús fue llevado al templo, el anciano Simeón dijo
que Él sería «luz para revelación a los gentiles»
(Lucas 2.32).8 La historia de los sabios subraya las
implicaciones universales del nacimiento de Cristo.
Jesús no había de ser solamente el Salvador de
Israel; sino que había de ser también «el Salvador
del mundo» (Juan 4.42).
Es mucho lo que no sabemos acerca de estos
hombres, pero sí conocemos la característica más
importante de ellos, y es que eran buscadores
incansables del «Rey de los judíos». La verdadera
sabiduría de ellos no residía en las décadas de
estudio, ni en el entendimiento que tuvieran del
mundo natural, sino en la comprensión que tenían
de lo realmente importante. Puede que sea usted
muy inteligente y muy culto, y puede que no lo
sea; sin embargo, si mantiene una búsqueda
diligente del «Rey de reyes, y Señor de señores»
(Apocalipsis 19.16), ¡estará demostrando que es
sabio!
La misión
¿Para qué hicieron los magos el largo y
extenuante viaje a Palestina? ¿Acaso venían
como mercaderes, a vender sus mercancías?
¿Acaso como turistas, cuyo interés era nadar en
el Mediterráneo, o flotar en el Mar Muerto? ¿O tal
vez como embajadores que deseaban entablar
relaciones favorables con el rey Herodes? No, no
les movía ninguno de los anteriores intereses.
Cuando llegaron a Jerusalén, esto fue lo que
preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos, que
ha nacido?» (Mateo 2.2a). Por lo tanto, llegaron a
Palestina con el único propósito de encontrar al
Mesías.
¿Para qué exactamente deseaban encontrarlo?
Ellos mismos lo dijeron: «venimos a adorarle» (vers.o
2b; énfasis nuestro). De modo que Jesús no era
solamente «Rey de los judíos»; también lo era de
8
En cuanto al hecho de que el Mesías había de bendecir
a todas las personas, vea Isaías 42.1, 6; 49.6, 22; Mateo
12.18–21.
2
los magos, que habían viajado cientos, o quizás
miles de kilómetros, con el fin de postrarse delante
de Él.
Para llegar a ser tan sabios como estos hombres,
necesitaríamos entender que ningún sacrificio es
demasiado grande, cuando de buscar a Jesús se
trata. Esto es así porque Dios «nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en
Cristo» (Efesios 1.3; énfasis nuestro). En nadie más
se encuentran tales bendiciones. Dios todavía está
buscando almas sinceras que harán de la búsqueda
del Señor, la motivación que les impulsará en sus
vidas. Él continúa siendo «galardonador de los
que le buscan» (Hebreos 11.6).
El método
Ahora que ya entendemos algo acerca de los
magos y la misión de ellos, puede que nos pregun-
temos cómo iban a poder cumplir tal misión, pues,
siendo gentiles, ¿cómo podían siquiera saber acerca
del Rey de los judíos? Otra pregunta es que,
habiendo sabido de Este, ¿cómo iban a encontrarlo?
Hay quienes conjeturan que ellos supieron de
Cristo por sus vecinos judíos. Es posible que así
haya sido. Por ese tiempo, los judíos estaban
dispersados por todo el mundo.9 En el extranjero,
ellos no solo ejercían su oficio, sino que también
hacían partícipes de su fe a los demás.10
En cuanto a la pregunta sobre cómo llegaron a
saber los sabios dónde encontrar a Jesús, la única
pista se encuentra en las palabras «su estrella hemos
visto en el oriente». Hay quienes creen que la
estrella era un fenómeno natural. Una de las
seudociencias a la cual se dedicaban los magos, era
la Astrología. El Antiguo Testamento ridiculiza la
Astrología (Isaías 47.13–15; Daniel 1.20; 2.27; 4.7;
5.7–8), y prohíbe al pueblo de Dios participar en
ella (Jeremías 10.1–2). No obstante, muchos están
convencidos de que fue el interés de los magos en
la Astrología lo que les trajo a Palestina. Hay
páginas enteras llenas con especulaciones sobre la
exacta configuración celestial que movió a los
magos a viajar hacia el occidente.11
Después de considerar todas las especula-
ciones relacionadas con la manera como los
9
Hechos 2.9 menciona a los judíos en algunas regiones
que estaban al este de Palestina.
10
Mateo 23.15 es un pasaje negativo, pero habla del
proselitismo activo de los judíos. Según Josefo, la idea de
que un soberano del mundo saldría de Judea, se había
propagado (hasta cierto punto) entre las naciones.
11
Las especulaciones incluyen conjunciones plane-
tarias, novas y cometas. Ninguno de estos corresponde a
las descripciones textuales de la estrella ni al comporta-
miento de esta.
sabios llegaron a saber acerca del Mesías, y sobre
cómo llegaron a decidir que debían seguir cierta
estrella, mi conclusión es la misma a la cual llegó
J. W. McGarvey hace muchos años. McGarvey
enumeró todas las influencias que pudieron haber
tenido los sabios y concluyó: «Pero al juntar todas
estas no se consigue explicar la visita de los magos.
Fueron guiados directamente por Dios, y no hay
nada más que los podría haber influenciado de tal
modo».12
Debemos entender que, aunque el Antiguo
Testamento se centra en los tratos de Dios con los
judíos, Dios no se desentendió totalmente del
mundo no judío. Es muy poco lo que sabemos
acerca de cómo Dios actuó para con los gentiles,
debido a que el propósito del Antiguo Testamento
es contar cómo Dios preparó a una nación (a los
israelitas) a través de la cual vendría Su Hijo. No
obstante, de vez en cuando, el Antiguo Testamento
da vislumbres del interés del Señor por las naciones
gentiles que eran vecinas de los judíos. Por
ejemplo, Dios envió a Jonás a Nínive, una ciudad
gentil (Jonás 1.1–2). Dios usó incluso a un no
judío, llamado Balaam, para proclamar una
vívida afirmación mesiánica: «Saldrá ESTRELLA
de Jacob, y se levantará cetro de Israel» (Números
24.17). La historia de los sabios parece ser otro
ejemplo del interés de Dios en los gentiles.
Todo lo que podemos decir con certeza es que
de algún modo Dios se cercioró de que los magos se
enteraran del nacimiento de Jesús, y de algún modo
les informó de cómo podían encontrar al Mesías.
Más adelante, Dios habló a los sabios en un sueño
(Mateo 2.12). Tal vez el Señor usó un método
parecido para transmitirles la información inicial
acerca del Rey de los judíos.
Si es necesaria alguna prueba de que era Dios
quien estaba guiando a los sabios orientales, la
estrella misma es esa prueba. No hay cuerpo celeste
que se mueva como la estrella de los magos:
Ninguna estrella se mueve del norte al sur, y
ninguna estrella se detiene, y menos «sobre» algún
sitio de la tierra (Mateo 2.9).
Podemos aplicar lo anterior a los que buscarían
al Señor hoy día. Sugeriría, antes que todo, que
Dios está tan interesado en que usted encuentre al
Salvador como lo estaba en hacer que estos sabios
encontraran al pequeño Rey. Sugeriría además,
que si usted está dispuesto a buscar al Salvador, Él
12
J. W. McGarvey y Philip Y. Pendleton, The Fourfold
Gospel or A Harmony of the Four Gospels (El evangelio cuádruple,
o armonía de los cuatro evangelios) (Cincinnati: Standard
Publishing Co., 1914), 42.
le ayudará a encontrarlo (no milagrosa, sino
providencialmente).
No obstante, si usted ha de encontrar a Jesús,
deberá estar dispuesto a aceptar la guía de Dios. «El
hombre no es señor de su camino, ni del hombre
que camina es el ordenar sus pasos» (Jeremías
10.23). Es importante hacer uso de la razón (Isaías
1.18), pero la razón no puede tomar el lugar de la
revelación. «Porque mis pensamientos no son
vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis
caminos, dijo Jehová. Como son más altos los
cielos que la tierra, así son mis caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos»
(Isaías 55.8–9).
Una vez que usted acepte la guía de Dios,
deberá estar dispuesto a seguirla, y de hacer esto de
inmediato. Después que Dios dio a conocer Su
mensaje a los magos (como sea que lo haya hecho),
ellos no titubearon. Entraron en acción, para
emprender un viaje que supondría cientos, o quizás
miles de kilómetros de extenuante marcha, en la
cual pasarían algunos años de su vida.
Otra cualidad necesaria que debe mencionarse
es esta: Para seguir la guía de Dios, usted deber
seguir siendo humilde. Cuando los sabios salieron
de sus casas, no sabían cuál iba a ser su destino
final; lo único que sabían era que tenían que
seguir la estrella. Cuando llegaron a Jerusalén, no
sabían en qué dirección debían proseguir el viaje.
Dichosamente, no había en ellos orgullo como para
no pedir señas. (Algunos de nosotros los hombres
tenemos la reputación de no estar dispuestos a
pedir señas cuando estamos viajando a un lugar
desconocido.) La humildad es una característica
esencial para buscar al Señor.13
Volviendo al relato, me parece significativo
que Dios revelara por medio de las Escrituras las
instrucciones más importantes del viaje de ellos.
La estrella los guió hasta Jerusalén. Todavía
necesitaban información que se encontraba en la
Palabra. Usted sabe lo que sucedió: Cuando
Herodes oyó acerca de las averiguaciones de los
magos, convocó a los dirigentes judíos y «les
preguntó dónde había de nacer el Cristo» (Mateo
2.4). Esto fue lo que respondieron:
En Belén de Judea;14 porque así está escrito por
el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no
13
Entre los muchos pasajes sobre la necesidad de ser
humildes para agradar a Dios, se encuentran Santiago 4.6
y 1era Pedro 5.5.
14
La frase añadida «de Judea» distingue a esta ciudad
de otra Belén que había en Palestina (Josué 19.15–16; Jueces
12.8, 10).
3
 eres la más pequeña entre los príncipes de
Judá; porque de ti saldrá un guiador, que
apacentará a mi pueblo Israel (vers.os 5–6).15
Para encontrar las respuestas a la pregunta del
rey, ellos tuvieron que acudir a las Escrituras, a
Miqueas 5.2.16
Hay algunas cosas de Dios que se pueden
conocer sin necesidad de la Biblia. Él está activo en
el mundo. Por ejemplo, es Él quien hace salir el sol
y quien hace llover (Mateo 5.45). «Los cielos cuentan
la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra
de sus manos» (Salmos 19.1). Hasta cierto punto
«las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad»
son entendidas por medio de la creación (Romanos
1.20). No obstante, para buscarlo y encontrarlo,
uno siempre tendrá que llegar a la Palabra (y en sus
pensamientos subraye usted la palabra «tendrá»).
Hablando de las Escrituras, Jesús dijo: «en ellas
tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testi-
monio de mí» (Juan 5.39).
Por lo tanto, Santiago escribió: «recibid con
mansedumbre la palabra implantada, la cual puede
salvar vuestras almas» (Santiago 1.21). Pablo dijo
que solamente «las Sagradas Escrituras […] te
pueden hacer sabio para la salvación por la fe que
es en Cristo Jesús» (2a Timoteo 3.15). Dios no nos va
a dar una estrella en los cielos para guiarnos; pues
para esto nos ha dado iluminación celestial, nos ha
dado Su Libro. De esta manera describió el salmista
la Palabra: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y
lumbrera a mi camino» (Salmos 119.105).
Para ser tan sabios como los magos, debemos
estar dispuestos a estudiar la Palabra de Dios y a
hacer lo que ella dice. El Nuevo Testamento revela
la senda que debemos seguir en nuestra ruta hacia
el Señor: Debemos creer en Jesús (Juan 3.16);
debemos arrepentirnos de nuestros pecados (Lucas
13.3); debemos confesar nuestra fe en Jesús (Mateo
10.32); debemos ser bautizados (sumergidos en
agua) (Marcos 16.16; Hechos 2.38). La Biblia nos
dice que nuestro bautismo nos pone «en Cristo»
(Romanos 6.3; Gálatas 3.27), ¡y nuestra meta es
estar con Cristo! ¡El destino que deseamos es nuestra
habitación con Él!
ENCONTRARON A JESÚS (vers.os 7–11)
Los magos encontraron a Jesús. Siempre es
emocionante encontrar lo que uno está buscando,
15
El nombre «Belén» significa «casa de pan». Parece
apropiado para el lugar de nacimiento del «pan de vida»
(Juan 6.48).
16
Los escribas y los sacerdotes también añadieron una
frase de 2a Samuel 5.2.
4
sea un destino desconocido o simplemente unas
llaves que uno haya perdido.17 Sin embargo, ¡no
hay emoción que se compare con la de encontrar al
Salvador!
Años antes que Cristo naciera, David le había
dicho a su hijo Salomón: «Si tú le buscares, lo
hallarás» (1o Crónicas 28.9). Debido a que los
magos buscaron a Jesús de la forma debida, y con
la actitud debida, Dios se cercioró de que lo
encontraran.
Apenas se les dijo a los sabios dónde había de
nacer el Mesías, ellos se dirigieron al sur de
Jerusalén (vers.os 7–9a). Cuando emprendieron la
marcha de ocho kilómetros a Belén, la estrella
volvió a aparecer.18 «Y al ver la estrella, se regoci-
jaron con muy grande gozo» (vers.o 10). Sabían que
no se estaban equivocando de rumbo. La estrella
«iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo
sobre donde estaba el niño» (vers.o 9). Al fin, «al
entrar en la casa, vieron al niño con su madre
María» (vers.o 11a).
Trate de imaginarse el gozo que sintieron
cuando encontraron al que habían estado buscando
por tanto tiempo. Años atrás, la gente gritaba «¡Eu-
reka!», cuando hacían un descubrimiento. (Eureka
es una palabra griega que significa «¡lo encontré!»)
No sé lo que los magos gritaron, ni si del todo
dijeron algo, cuando vieron a aquel Niño en los
brazos de María. Estoy seguro, no obstante, que
entre sus pensamientos no estaba ninguna de las
dificultades del viaje, ni ningún sacrificio que
hubieran hecho. En lugar de ello, sus corazones sin
duda se llenaron de gozo por haber llegado a feliz
término su búsqueda.
Si usted busca al Señor del modo debido, con
la actitud debida, Dios también le ayudará a
encontrarlo. Luego, cuando sea bautizado en
Cristo, podrá decir, igual que Felipe: «[He] hallado
a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así
como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de
Nazaret» (Juan 1.45). ¡Al igual que los sabios, usted
puede regocijarse, «con gozo inefable y glorioso»
(1era Pedro 1.8)!
ADORARON A JESÚS (vers.os 2, 11)
Una vez que encontraron a Jesús, los magos lo
adoraron. Buscaron al Rey de los judíos, pero no
17
Convendría que diera usted un ejemplo personal de
cuando encontró algo que buscaba. Lucas 15 nos habla del
gozo que tuvo un pastor, y el que tuvo una mujer, que
buscaron lo que se les había perdido y lo encontraron.
18
Esto es lo que el texto insinúa. Hay muchas cosas que
no sabemos acerca de la estrella, si es que era visible todas
las noches, o si lo era solamente de vez en cuando.
para vanagloriarse de que resolverían el acertijo
divino. Ya habían anunciado el propósito de su
llegada a Palestina, cuando dijeron: «venimos a
adorarle» (vers.o 2; énfasis nuestro), y esto fue lo
que de hecho hicieron, pues, cuando lo vieron:
«[se postraron y] lo adoraron» (vers.o 11b). Le
dieron la adoración que merecía como Rey de
reyes (Apocalipsis 19.16).19
Si embargo, hicieron más que simplemente
postrarse delante de él: «… abriendo sus tesoros,
le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra»
(Mateo 2.11c).20 Hay quienes ven un significado
simbólico en estos presentes: el oro era un presente
digno de un rey. El incienso,21 como su nombre lo
indica, era un presente digno de un sacerdote. La
mirra se usaba para preparar cadáveres para ser
sepultados (Juan 19.39); era un presente digno de
un Salvador, un Salvador que tenía que morir
por nuestros pecados. Jesús era todos los
anteriores: Rey, Sacerdote y Salvador; sin embargo,
es probable que los presentes fueran escogidos
sencillamente porque, aunque eran valiosos,
ocupaban poco espacio y podían transportarse
en el largo viaje.22
El verdadero significado de los presentes re-
side no en lo que eran, sino en lo que representaban:
Eran una expresión del deseo de los sabios por
rendir homenaje a su Rey. La verdadera adoración
no puede separarse del acto de dar.23 El Antiguo
Testamento tenía sus sacrificios, y el Nuevo Testa-
mento tiene sus ofrendas voluntarias el primer día
la semana (1era Corintios 16.1–2; 2a Corintios 9.7). A
veces, durante esta parte del culto, sube el nivel
de ruido, lo cual es indicio de que algunos no
consideran que la ofrenda sea parte significativa
de la adoración, pero sí lo es.
¿No tiene usted oro, incienso, ni mirra para
poner a los pies del Señor? Entonces déle lo mejor
que tiene. Primero dése a sí mismo (2a Corintios
8.5; vea Romanos 12.1–2); luego dé de lo suyo;
19
La palabra que se traduce por «adorar» puede
referirse a rendir homenaje a Dios o al hombre. Hay, por lo
tanto, cierta duda en cuanto a si los magos adoraron a Jesús
como Dios, o si sencillamente le reconocieron Su condición
de rey. Mateo usa normalmente la palabra «adorar» y su
significado comúnmente aceptado de «homenaje a Dios»,
y este parece ser el sentido con que se usa aquí.
20
Vea más información sobre los tres presentes, en la
página 2 de «Un niño nos es nacido».
21
El incienso, o incienso puro, se usaba en el tabernáculo
(Éxodo 30.34–38).
22
En la providencia de Dios, los presentes pudieron
ser transportados fácilmente por José a Egipto.
23
Alguien ha dicho que uno puede dar sin adorar, pero
uno no puede adorar sin dar; pues uno debe presentar su
alma, su corazón y su espíritu a Dios en alabanza.
y siempre, déle a Él lo mejor de sí. David no le
ofrecía al Señor, lo que no le había costado nada
(2a Samuel 24.24).
Cuando los magos encontraron a Jesús, ellos lo
adoraron y le ofrecieron presentes. ¿Seremos tan
sabios como ellos?24
CONCLUSIÓN (vers.os 10, 12)
Es mucho lo que no sabemos acerca de los
magos. Es poco lo que sabemos de ellos antes de
llegar a Jerusalén, y no sabemos nada después que
volvieron a su propio país. Aparecen en las páginas
de la Biblia para una memorable escena, y luego
desaparecen. Sin embargo, hay una verdad que sí
conocemos: Sus vidas fueron bendecidas como
resultado de buscar al Señor. Recuerde el versículo
10: «Y al ver la estrella, se regocijaron con muy
grande gozo». Al traducirse literalmente el texto
original, dice que «se regocijaron con gozo». El
autor usó una expresión hebrea que indica que se
llenaron de gozo. Este dato por sí solo bastaría para
hacernos saber cuán felices estaban los sabios,
pero el texto añade después las palabras «muy» y
«grande». ¡Los magos estaban tremendamente
felices de que habían hallado al Señor! Cuando
dejaron atrás aquella humilde casa de Belén, al
igual que los pastores que les antecedieron (Lucas
2.17–18), debieron de haber hablado a todos los
que encontraron, acerca del pequeño Rey que
habían hallado.
Si usted busca al Salvador y lo encuentra,
también su vida será bendecida, más de lo que
puede imaginarse. Pablo escribió: «Bienaven-
turados aquellos […] cuyos pecados son
cubiertos» (Romanos 4.7). Otra vez, dijo: «Antes
bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni
oído oyó, ni han subido en corazón de hombre,
son las que Dios ha preparado para los que le
aman» (1era Corintios 2.9).
El pasaje que hemos estado estudiando con-
trasta las actitudes de tres grupos de personas para
con Jesús: Estaban los sabios que buscaron a Cristo
para adorarle. Estaba Herodes, que buscó a Jesús
para matarlo. Estaban los dirigentes religiosos,
que no hicieron ningún esfuerzo por hallarlo, a
pesar de que se encontraba a unos pocos kilómetros
de distancia. Estas tres clases de personas se
24
Será conveniente que se tome el tiempo para men-
cionar el resto de la historia: cómo Dios previno a los sabios
y cómo estos volvieron a casa por otra ruta (Mateo 2.12).
Hay algunos predicadores que añaden una aplicación más
aquí: Así como los magos «regresaron a su tierra por otro
camino» (Mateo 2.12), también nosotros necesitamos andar
por otra senda después de convertirnos a Cristo. En otras
palabras, necesitamos vivir una clase diferente de vida.
5
encuentran todavía con nosotros hoy día: Están los
que resienten a Jesús y se le oponen, porque lo ven
como una amenaza a sus vidas egocéntricas. Están
las grandes masas que no desean saber acerca de
Jesús, ni de cómo podría bendecirles sus vidas. Sin
embargo, gracias a Dios, todavía hay algunos que
lo buscan. Espero que sea usted uno de ellos.25
25
Cuando predique este sermón, será conveniente que
repase qué debe hacer uno para hacerse cristiano. Anime a
las personas a obedecer al Señor tan pronto como sea
posible. Debido a la naturaleza de esta presentación,
también es conveniente animar a los oyentes que tengan
preguntas relacionadas con la Biblia, a que se las hagan
saber a usted, para que les pueda ayudar en su búsqueda
del Salvador.

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