Está en la página 1de 15

TRABAJO COMPARATIVO.

LA GUERRA CIVIL EN DOS


NOVELAS DE LA LITERATURA ACTUAL ESPAÑOLA: LUNA DE
LOBOS Y EL LÁPIZ DEL CARPINTERO

por
Clara León Mesa

Literatura actual
Grado en Español: Lengua y Literatura
Facultad de Humanidades
Sección de Filología

Tenerife
2021

1
ÍNDICE

1. Introducción .............................................................................................................. 3
2. Ficción y realidad ...................................................................................................... 4
3. Individuo y colectividad ............................................................................................ 5
4. Carga político-ideológica .......................................................................................... 6
5. El espacio .................................................................................................................. 8
6. Estructura y función textual .................................................................................... 10
7. Conclusiones ........................................................................................................... 13
8. Bibliografía.............................................................................................................. 14

2
1. Introducción

En 1936 se produce la sublevación militar contra la Segunda República que


desemboca, tras su parcial fracaso, en el comienzo de la Guerra Civil Española. El
estallido del conflicto y la posterior victoria franquista en 1939 da nacimiento a una era
de violencia, miedo y represión que, aunque atenuada, no encontraría su fin hasta la
muerte del Caudillo en 1975.

La represión fue llevada a cabo, entre otros procedimientos, mediante una férrea
política de censura que buscaba eliminar toda huella cultural de la II República, así como
vetar la producción de cualquier discurso contrario a la ideología del régimen. De esta
forma, el silencio se impuso a través del miedo.

No es hasta el año 1966, ya debilitada la estructura represiva del régimen, cuando


se aprueba la Ley de Prensa que pone fin a la censura en España. Esta nueva licencia,
además de suponer un enorme cambio en la vida de los ciudadanos, abre al fin nuevos
horizontes a la creación literaria del país: la literatura española evoluciona a una velocidad
vertiginosa (Gérard, 2016: 1).

En este marco se inserta la producción de los dos autores que nos ocupan: Julio
Llamazares y Manuel Rivas. Ambos nacen en la década de los 50 —el primero en 1955 y
el segundo en 1957—, por lo que no viven en su piel el conflicto, pero sí sus consecuencias
inmediatas. Impelidos por preocupaciones sociales y motivaciones personales, escriben
dos magistrales novelas en clave histórica que recuperan, cada una a su manera, hechos
acontecidos durante la época de guerra y de posguerra.

Luna de lobos, escrita por Llamazares y publicada en Barcelona en 1985, narra la


historia de huida y supervivencia de tres soldados republicanos en las cordilleras
septentrionales de León y Asturias durante la década posterior al levantamiento militar.
Son los llamados maquis, guerrilleros que, tras el enfrentamiento, mantuvieron una
resistencia armada al régimen franquista (Smith, 2009: 100). En esta historia nos
acompañan Ángel, Ramiro y Gildo, quienes enfrentarán incansablemente al franquismo
y a la misma muerte.

Por otra parte, Manuel Rivas publica en 1998 El lápiz del carpintero,
originalmente escrita en gallego bajo el título O lapis do carpinteiro y traducida al español
por Dolores Vilavedra. A modo de denuncia, refleja los brutales abusos y circunstancias

3
inhumanas que vivieron los presos políticos en las cárceles franquistas durante la
contienda y la subsiguiente dictadura (Rodas, 2003: 386), ilustrado en las voces de dos
personajes antagónicos: Daniel Da Barca, médico gallego tomado prisionero por su
ideología republicana, y Herbal, guardia de la cárcel de Santiago.

Antes de proceder al análisis comparativo de las novelas, en el que identificaremos


los puntos convergentes y divergentes de las mismas, considero importante remarcar el
clamor social en que se convierte la publicación de cada una de las obras, debido al
momento histórico-político en que se producen. Son lanzadas al público en un momento
de especial sensibilidad política, “cuando el pasado se excluye del debate para no
perjudicar la consolidación de la naciente democracia” (Smith, 2009: 101). En este
contexto, ambos autores sienten la necesidad de dar luz públicamente a un tema
especialmente controvertido y no muy presente en la memoria colectiva de la población.

2. Ficción y realidad

Ambas historias tienen su origen en hechos reales que sirven a los autores para su
posterior ficcionalización.

En primer lugar, Julio Llamazares se inspira en el personaje real de Gregorio


García Díaz, conocido como “Gorete”, un campesino leonés dedicado a la política local
de su pueblo que decide unirse a las líneas republicanas del Norte tras el estallido de la
Guerra Civil. Con la caída del frente, en 1937, huye a las montañas y se esconde allí, en
una cueva próxima a su pueblo natal, donde permanece once años, tres meses y cinco
días. El 26 de enero de 1943, “Gorete”, incapaz de aguantar más tiempo, se entrega a los
guardias. A su rendición le sucedió el encarcelamiento, y al encarcelamiento su liberación
(Montero Alberti, 1998: 172).

Además de constituir una de las fuentes de inspiración más significativas de Luna


de lobos, este personaje histórico también hace su aparición en un artículo escrito por el
mismo Llamazares cinco años después de la publicación de la novela, en 1990, bajo el
título de ‘Adiós a Gorete’ (Montero Alberti, 1998: 172):

El pasado día 17 de noviembre fallecía en León, a la edad de 87 años y en el más oscuro


de los anonimatos, Gregorio García Díaz, Gorete. A la mayoría de los lectores,
seguramente, ni el apodo ni el nombre les dirán nada. Pero a quienes, como yo, los
aprendimos al arrimo de la lumbre o caminando en la nieve cuando los años cincuenta se
despedían de España -y a quienes, sobre todo, tuvimos la fortuna de llegar a conocer al
hombre que con su vida alimentó de leyendas las largas noches de invierno de nuestra

4
infancia-, el nombre de Gorete nos trae recuerdos de un tiempo que ya se ha ido y de un
mundo en el que los cuentos servían para decir lo que la radio callaba. (Llamazares, 1990)

El ‘Gorete’ de la novela es Ángel, quien, en el papel de narrador protagonista, nos


relata su historia como fugitivo del frente de Asturias de 1936 que huye de las
persecuciones falangistas buscando amparo en los escarpados montes de La Llávana, su
pueblo natal (Rodas, 2003: 384), donde resiste nueve largos años antes de exiliarse a
Francia: “Poco a poco, por el cristal empañado y helado, veo alejarse entre los árboles las
nevadas montañas de Illarga donde se quedan para siempre nueve años de mi vida [...]”
(Llamazares, 1985/2020: 153).

En segundo lugar, identificamos a dos personajes fundamentales en la inspiración


de Manuel Rivas para su obra El lápiz del carpintero: el médico gallego Paco Comesaña
y su esposa Conchiña, representados en el relato por la pareja protagonista formada por
Daniel Da Barca y Marisa Mallo. (Smith, 2009: 143). Son mencionados por el propio
Rivas en los Agradecimientos de la novela: “A Conchiña, y en memoria de su gran amor
Paco Comesaña, el doctor Comesaña, que luchó contra el mal de aire” (Rivas, 1998: 167)

Marisa Mallo se ubica en una posición social privilegiada al ser nieta del cacique
del pueblo, don Benito Mallo, quien, al tener conocimiento de las tendencias políticas de
Da Barca y enterarse de los deseos de su nieta de entablar una relación romántica con el
médico, se opone en rotundo a la formación de la pareja. Pero su negativa no impide la
unión entre ambos. Daniel es encarcelado tras el golpe militar: lo trasladan varias veces
de una cárcel a otra y se libra en dos ocasiones de las garras de la muerte. Finalmente es
puesto en libertad, y decide exiliarse junto con su mujer a México, donde permanecen
hasta la muerte del dictador español (Smith, 2009: 143).

3. Individuo y colectividad

Otro rasgo que comparten ambas historias es la relación que establecen entre el
individuo y la colectividad, esto es, relatan hechos vividos por una parte de la sociedad a
través de ejemplos particulares.

En Luna de lobos, como ya nombramos en la introducción de este trabajo,


Llamazares centra la historia en la resistencia de los maquis en el periodo inmediatamente
posterior a la Guerra Civil. Pero no lo hace refiriéndose al colectivo en su totalidad, sino
que alude a la experiencia de estas figuras presentándola encarnada en sujetos concretos.

5
En Luna de lobos no se nos habla de los maquis: se nos habla de Ángel, maestro de
escuela; de Ramiro, minero, y de Gildo, padre de familia. Lejos de ser mitificados y
pintados como héroes, los protagonistas de Luna de lobos son descritos como realmente
eran: seres desgraciados que se vieron forzados a aislarse de la sociedad para escapar de
la muerte a manos de los guardias civiles (Smith, 2009: 101).

De manera similar, El lápiz del carpintero nos presenta a Daniel Da Barca, doctor,
y a otros personajes secundarios como Xerardo, maestro; Maroño O’ Bo, tipógrafo, o el
teniente Martínez, carabinero, que también cuentan con la característica de ser personas
normales y corrientes envueltos en unas circunstancias singularmente difíciles que tratan
de afrontar de la mejor manera, tal y como haríamos cualquiera de nosotros.

No obstante, una diferencia sustancial separa el tratamiento que se hace de los


individuos en El lápiz del carpintero con respecto a Luna de lobos: en la segunda obra,
como ya dijimos, hay una ausencia plena de heroísmo en los personajes. Mientras tanto,
en El lápiz del carpintero se nos presenta a Da Barca como un personaje exitoso en todas
las facetas de su vida, un médico sublime que además afronta las adversidades con buena
disposición y optimismo. Esto también tiene su explicación: en su excelencia estriba el
motivo del odio que le profesa Herbal, el carcelero. Le odia por poseer una fuerza de la
que él carece, razón por la que siente la necesidad de consolidar constantemente su
posición de superioridad (Rodríguez, 2008: 154).

En las dos novelas que tratamos tiene lugar, por todo esto, un proceso metonímico
en lo referente a la relación sujeto-grupo. Esto quiere decir que se habla de la parte para
aludir al todo: sus páginas resucitan la identidad de un personaje concreto que funciona
como representante de todos aquellos que se encontraron en una situación igual o similar
(Rodríguez, 2008: 151). Así se consigue un efecto de acercamiento al lector: desde la
recepción, el ejercicio de empatía resulta una tarea más sencilla cuando la problemática
afecta a un individuo que cuando se nos relata sufrida en colectividad.

4. Carga político-ideológica

La postura antifranquista de los dos autores queda evidenciada, inicialmente, en


la intención que uno y otro tienen de escribir una obra que refleje las calamidades sufridas
por los republicanos tras la guerra, cada uno desde su enfoque particular. Sin embargo,
no en ambos casos se ve reflejada de forma explícita en el texto dicha posición ideológica.

6
En Luna de lobos, el narrador no realiza en ningún momento comentarios de
índole ideológica, sino que se limita a relatar las circunstancias a las que queda expuesto
Ángel, el protagonista, durante los nueve años que en que queda aislado de la sociedad
en el monte. No obstante, sí se intuye la posición que adopta el relato en las intervenciones
de ciertos personajes, como, por ejemplo, en la advertencia que le hace el padre del
protagonista la primera vez que este aparece por su casa: “Pero no os entreguéis. Pase lo
que pase, no os entreguéis, ¿me oyes? Os matarán al día siguiente en cualquier cuneta
como han hecho con tantos.” (Llamazares, 1985/2020: 26), o en la frase del narrador que
expresa el pensamiento de Ángel al abandonar la casa de los campesinos en la que entran
al comienzo de la historia: “Me gustaría decirle que tampoco nosotros tenemos la culpa
de lo que nos pasa. Pero sé que de nada serviría.” (Llamazares, 1985/2020: 17).

Algo muy distinto ocurre en El lápiz del carpintero. El relato se constituye


esencialmente como la rememoración de hechos pasados por parte del carcelero, Herbal,
quien se dedica a contar su historia a su interlocutora María da Visitaçao, prostituta en el
club de alterne donde está empleado. Al tratarse de una mera evocación, es lo lógico que
esté carente de juicios de carácter ideológico. Sin embargo, y al contrario de lo sucedido
en Luna de lobos, en numerosas ocasiones la voz narrativa se adueña del relato y deja
entrever su postura política, como ocurre cuando la narración explica el motivo de
condena del doctor Da Barca:

Se le consideraba uno de los dirigentes del Frente Popular, coalición política de la “Anti-
España”, propagandista del Estatuto de Autonomía de Galicia, de tendencia “separatista”,
y uno de los cerebros del “comité revolucionario” que organizó la resistencia contra el
“glorioso Movimiento” de 1936. (Rivas, 1998/2015: 61)

Las comillas colocadas en “Anti-España”, “separatista”, “comité revolucionario y


“glorioso Movimiento” indican, a través de la sátira, la oposición del narrador a las
consideraciones franquistas (Smith, 2009: 147).

Asimismo, el posicionamiento ideológico también es perceptible en la historia del


mismo lápiz de carpintero, cuando se nos nombran sus sucesivos dueños, todos
comprometidos con movimientos de izquierda, o en la burla que se hace del discurso del
capellán el día de la victoria nacionalista (Smith, 2009: 148):

Al acabar la ceremonia, el director lanzó las consignas de rigor.

¡España! Y solamente se escucharon las voces de autoridades y guardias: ¡Una!

7
¡España! Los presos seguían en silencio. Gritaron los mismos. ¡Grande!

¡España! Y entonces atronó toda la prisión: ¡Libre! (Rivas, 1998/2015: 94)

A pesar de que en ningún momento se hace apología directa del republicanismo,


ambas obras, la segunda en mayor medida, están sembradas de sutiles comentarios de
adscripción implícita a las ideas republicanas.

5. El espacio

Las dos historias se desarrollan en circunscripciones geográficas concretas, y esto


se hace notar a través de distintos elementos insertos en el relato que no solo ubican los
acontecimientos, sino que dan verosimilitud a la narración. Asimismo, el enclave espacial
de los acontecimientos narrados actúa como símbolo de la realidad que se cuenta.

Los eventos relatados en Luna de lobos tienen lugar entre las provincias de León
(de donde es natural el autor) y Asturias, a donde huyen los protagonistas tras la caída del
frente del Norte en 1937. Varios son los ingredientes en el texto acordes con el
emplazamiento geográfico. Primero, la exhaustiva descripción que se hace de los
entornos naturales cantábricos:

Justo delante de las primeras casas una pradera verde y jugosa –blanca bajo la luna– se
lanza por la pendiente buscando el frescor del agua. Luego, ya abajo, se extiende
plácidamente a ambos lados del río que se aleja en dirección a Vegavieja y los lavaderos
de carbón de Valselada. (Llamazares, 1985/2020: 62)

Segundo, la inclusión en la historia de personajes típicos del lugar (Rodas, 2003:


384), tales como pastores, leñadores, molineros y mineros, así como menciones a sus
formas de vida: “Los leñadores tienen la tienda cerca: unas mantas sujetas con palos. La
montan y desmontan cada día según la ruta que les marque su trabajo.” (Llamazares,
1985/2020: 66);

Ahora, los rebaños de los pueblos no suben ya hasta el monte. Se quedan en las eras y en
los barriales bajos buscando entre las mielgas el último rebrote del otoño. Así que no hay
peligro de que el cepo atrape alguna oveja y descubra a los pastores nuestras huellas.
(Llamazares, 1985/2020: 111)

Tercero, el empleo de vocabulario leonés en la narración (Gérard, 2016: 14).


Encontramos ejemplos como los siguientes. Feje, para referirse a un fajo de hierba o leña:
“Ceno sentado en un rincón, sobre un feje de hierba.” (147); cuelmo, en lugar de colmo:
“[...] una ancha grieta en los cuelmos de paja, ablandada y oscura, deja escapar hacia el
cielo la columna de humo [...]” (67); o llar, para hacer referencia al fogón de la cocina:

8
“[...] en la semipenumbra de la cocina iluminada solamente por el lejano resplandor del
llar.” (99).

El espacio juega un papel fundamental en la obra, funcionando como símbolo de


la situación que viven los protagonistas. Así, el entorno natural de la montaña se relaciona
con lo salvaje y cruel, aspectos que identifican la vida de los maquis, quienes quedan
deshumanizados: al verse obligados a vivir en el mismo ambiente que los animales,
terminan comportándose como ellos. La naturaleza, por tanto, tiene una enorme
repercusión en el comportamiento y las personalidades de los personajes (Gérard, 2016:
10).

Por otra parte, El lápiz del carpintero se sitúa en Galicia. Al igual que Llamazares,
Rivas inserta numerosos componentes que dan coherencia a la relación de la historia con
el lugar en que esta se desarrolla. La descripción de personajes característicos: “Un día le
dijo a Ventura, un muchacho que era pescador [...]” (Rivas, 1995/2015: 98); “Benito
Mallo había atravesado la frontera. Se había hecho rico con el contrabando.” (102), o la
alusión a importantes figuras culturales gallegas, como Faustino Rey Romero, de quien
se cita un poema en la lengua regional:

[...] ¿cómo era aquel poema del mirlo, el del pobre Faustino?
Tanta paixón e tanta melodía
tiñas nas túas veas apreixada,
que una paixón a outra paixón sumada,
no breve corpo teo xa non cabía. (12)

Igual que en Luna de lobos, el espacio en El lápiz del carpintero cuenta con una
enorme carga simbólica. Así lo explica Óscar Bazán Rodríguez (2008: 154):

[...] en la obra de Rivas, el ambiente claustrofóbico de la prisión es un reflejo del que se


encuentra en toda España; el mundo en el que se mueven los personajes es la
representación de un país cerrado y dominado por el miedo; un país en el que la libertad
ha sido mermada, especialmente en los casos de las regiones periféricas, en favor de la
unificación.

Finalmente, en la obra de Rivas el emplazamiento geográfico de la historia tiene


una importancia añadida. Si la represión ejercida por los mandos militares durante el
franquismo fue dura, en los territorios marcados por movimientos regionalistas o
nacionalistas fue arrasadora. Para aquellos que contaban con una lengua regional, como

9
es el caso de Galicia, la represión supuso la destrucción de toda la cultura construida en
torno a la lengua propia: cualquier manifestación en una lengua que no fuera el español
era violentamente represaliada (Rodríguez, 2008: 157). Las lenguas regionales quedaron
así relegadas exclusivamente al ámbito doméstico.

En el caso de Galicia esta restricción fue incluso más significativa, pues anuló una
de las más importantes conquistas de los gallegos: el reconocimiento, por parte del
Estatuto de Autonomía en 1936, del gallego como lengua cooficial al castellano
(Rodríguez, 2008: 157). Además, dichas restricciones no se aplicaron solo a la lengua,
sino a “la institucionalización social y cultural de otras muchas propuestas colectivas.”
(Rodríguez, 2008: 157).

Esto se manifiesta en la novela, por ejemplo, en los cargos que se le imputan al


doctor Da Barca: “propagandista del estatuto de autonomía de Galicia”, “separatista”.
Constituyen en la obra dos de los motivos que alega el gobierno militar para su
encarcelación, reflejo de la opresión ejercida sobre las autonomías durante el periodo. En
la obra, el miedo funciona como mecanismo de control sobre cualquier exaltación
nacional, tal y como ocurrió en la realidad histórica (Rodríguez, 2008: 158).

La prohibición de las expresiones identitarias en estos territorios supuso la


aniquilación (por suerte transitoria) de la idiosincrasia de los pueblos. Tal y como señala
Rodríguez (2008: 158):

El pueblo gallego debió de sentirse así, en un estado letárgico, es [sic] espera, alejado de
su propia identidad, fingiendo una vida que no le era propia, aguardando el momento para
reconquistar su esencia.

6. Estructura y función textual

En la literatura, generalmente, la estructura y técnicas narrativas elegidas por el


autor de una obra se relacionan directamente con el efecto que este busca provocar en el
lector. Es exactamente esto lo que ocurre en las dos novelas que nos ocupan: existe una
estrecha relación entre la estructura del texto y la intención que el mismo tiene.

La historia de Luna de lobos nos la relata un narrador homodiegético, es decir,


que narra los hechos desde dentro. Estamos, por tanto, ante un narrador en primera
persona que además es protagonista. No solo atendemos a los acontecimientos desde la

10
perspectiva del personaje, sino que tenemos también acceso a sus pensamientos (Smith,
2009: 104):

Juana tiene razón. Juana y todos los que tantas veces, a lo largo de estos años, me lo han
repetido: aquí no hay esperanza ni perdón para mí. Aquí solo me queda esperar la muerte
enterrado vivo. (Llamazares, 1985/2020: 151)

Además de la narración en primera persona, juega también un papel importante


los tiempos verbales empleados. Las acciones se nos cuentan únicamente en presente:
“Gildo me mira sin saber qué hacer. O mejor: sabiendo, como yo, que lo único que
podemos hacer hasta la noche es seguir aquí sentados esperando.” (Llamazares,
1985/2020: 45); y en pretérito perfecto: “—Ramiro ha encendido un cigarro y se recuesta
contra la arista fría de la peña—.” (112), con lo que estamos ante una narración simultánea
de los acontecimientos (Smith, 2009: 103), es decir, se nos narran al mismo tiempo que
suceden.

Ambos recursos tienen por objetivo despertar la simpatía del lector por los
personajes. La narración simultánea involucra al lector en la acción diegética, haciéndole
partícipe de los eventos que los personajes viven. Tanto la narración en primera persona
como la narración simultánea consiguen que el lector se sienta más próximo a los hechos
que se le cuentan; más capaz de empatizar con los participantes de la historia (Smith,
2009: 103-104).

La estructura que articula la novela también cuenta con una función. Se divide en
cuatro partes, cada una referida a una fecha (1937, 1939, 1943 y 1946). Según explica
Carmen Moreno Nuño, cada una de ellas atiende a un momento clave en la evolución
político-histórica del periodo, de la siguiente manera: en 1937 cae en Asturias el frente
republicano; en 1939 llega a su fin la Guerra Civil; en 1943 queda evidenciado el fracaso
de la resistencia de los maquis contra el régimen franquista, y en 1946 resulta ya
prácticamente imposible la vida en la clandestinidad en todo el territorio nacional (Gérard,
2016: 6).

El número cuatro es primordial en el simbolismo de la obra. Además de estar


dividida en cuatro partes, compuesta cada una de ellas por cuatro capítulos, también el
número de los protagonistas es de cuatro: Ángel, Ramiro, Gildo y Juan. En cada una de
las partes sucumbe a la muerte uno de ellos: Juan, en la primera; Gildo, en la segunda;
Ramiro, en la tercera, y finalmente Ángel, que termina la novela en un tren con destino a

11
Francia, en un intento de cruzar la frontera. Esta última no es una muerte literal, sino
figurada, pues el relato llega a su fin antes de darnos a conocer el destino que le espera a
nuestro protagonista, incierto, pero posible de intuir debido a las escasas posibilidades
que había de salir del país ya en el año 1946 (Gérard, 2016: 9).

El número cuatro, reiterado a lo largo de la novela, se relaciona directamente con


el título de la misma: Luna de lobos. Son cuatro también las fases de la luna, que funciona
como una de las imágenes de mayor peso en el relato. Podemos, entonces, establecer un
paralelismo entre las cuatro partes de la historia y las cuatro fases de la luna: el satélite
evoluciona de luna llena, cuando más visible es en el cielo, a luna nueva, cuando es
imperceptible. Asimismo, nuestros protagonistas irán perdiendo, capítulo a capítulo, la
esperanza y la fuerza tanto psicológica como física. Sus fuerzas se van desvaneciendo
paulatinamente, tal como la luna en el firmamento. Este astro lleva implícito una
connotación de soledad, pero es a su vez la única fuente de luz en la oscuridad de la noche.
Su simbología se asimila con la imagen que se nos quiere presentar de los maquis: unos
individuos heridos por la soledad, pero que a pesar de todo abrigan esperanzas (Gérard,
2016: 9).

En el caso de El lápiz del carpintero, la técnica narrativa empleada también se


relaciona directamente con el efecto perseguido por el autor. Atendemos a una narración
falta de linealidad, con numerosos saltos en el tiempo; confusa, incluso (visible esto, por
ejemplo, en la ausencia de comillas o guiones de los diálogos). Se relaciona directamente
con la naturaleza evocadora del relato, que, como mencionamos con anterioridad en el
punto cuarto, se construye sobre la rememoración del pasado de Herbal. Los numerosos
saltos en el tiempo tienen que ver con el funcionamiento de la memoria humana:
recordamos el pasado a raíz de estímulos del presente, por lo que no rememoramos los
hechos en su orden cronológico (Smith, 2009: 145-146). El carácter discontinuo de la
novela se asimila, por tanto, a la naturaleza del proceso mnemónico.

La memoria juega un papel principal en El lápiz del carpintero. Tanto, que en ella
estriba la función del símbolo más importante de la obra, el que le da nombre: el lápiz,
trofeo que Herbal conserva para sí tras ejecutar al pintor. Este funciona como imagen de
la represión vivida por el protagonista, Da Barca, así como por todos sus compañeros
republicanos (Smith, 2009: 145). Se nos cuenta cómo este objeto circula de mano en

12
mano, y se nos nombran todos portadores del lápiz anteriores a Herbal (todos de ideología
izquierdista, en relación con lo que el objeto simboliza):

Ese lápiz había pertenecido a Antonio Vidal, un carpintero que había llamado a la huelga
por las ocho horas y que con él escribía notas para El Corsario, y que a su vez se lo había
regalado a Pepe Villaverde, un carpintero de ribera que tenía una hija que se llamaba
Mariquiña y otra Fraternidad. Villaverde era, según sus propias palabras, libertario y
humanista, y empezaba sus discursos obreros hablando de amor: «Se vive como
comunista si se ama, y en proporción a cuánto se ama». Cuando se hizo listero del
ferrocarril, Villaverde le regaló el lápiz a su amigo sindicalista y carpintero Marcial
Villamor. Y antes de que lo matasen los paseadores que iban de caza a la Falcona, Marcial
le regaló el lápiz al pintor, al ver que éste intentaba dibujar el Pórtico de la Gloria con un
trozo de teja. (Rivas, 1998/2015: 31)

Así como el lápiz simboliza la represión sufrida por los republicanos, su


continuada cesión representa la transmisión de la historia, de los hechos pasados. De
hecho, el relato culmina con Herbal, el carcelero, obsequiando a su interlocutora María
da Visitaçao con el lápiz de carpintero. De la misma manera en que se transmite el lápiz
de una a otra persona, así deben divulgarse los sucesos contados en la novela, a fin de
evitar que caigan en el olvido las terribles experiencias sufridas por el sector de la
población que protagoniza nuestra historia (Smith, 2009: 145).

7. Conclusiones

A través del análisis comparativo realizado extraemos las siguientes conclusiones.

Las dos obras a las que nos entregamos se ubican en el mismo momento histórico
y en las mismas circunstancias políticas, por lo que podemos establecer similitudes,
como, en efecto, hemos hecho a lo largo de este trabajo. No obstante, cada una aborda la
misma época convulsa focalizando su atención en una problemática distinta, así pues,
también cuentan con evidentes diferencias.

A pesar de ser más significativas las diferencias que las separan que las
semejanzas que las unen, concluimos que una y otra obra son producto de una misma
intención: la pervivencia de la memoria.

Como ya nombramos en la introducción, son escritas durante la transición


democrática, en un momento en el que los mayores esfuerzos políticos estaban destinados
a tender un tupido velo sobre todos los hechos pasados vinculados a la Guerra Civil y
posterior dictadura. Este era, precisamente, el principal cometido de la Ley de Amnistía
aprobada en 1977.

13
Contra esto, escritores como Julio Llamazares y Manuel Rivas deciden ocuparse
de aquello que consideran un problema, en este caso el olvido, a través de la
rememoración literaria del pasado. Se puede y se debe perdonar; pero no se debe olvidar.
La historia es la única herramienta que tenemos para no repetir los mismos errores de
antaño: debe esta servirnos a modo de ejemplo, a fin de no cometer nuevamente las
atrocidades que hoy marcan el pasado de nuestro país.

Luna de lobos y El lápiz del carpintero se erigen, por tanto, como armas de lucha:
“a favor de la memoria, contra el olvido” (Montero Alberti, 1998: 172).

8. Bibliografía

BEATRIZ RODAS, Cecilia (2003): “La guerra civil española en la novela


contemporánea”. Cuadernos del CILHA 3: 4-5. Recuperado de
https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/15381/n-4-5-ok-parte35.pdf
[Consulta 23 de noviembre de 2021]
GÉRARD, Helene y FABRY, Geneviève (2016): Análisis comparativo de la representación
de la figura del maquis español en Luna de Lobos de Julio Llamazares y en
Maquis de Alfons Cervera. Bélgica: Universidad Católica de Lovaina.
Recuperado de
https://dial.uclouvain.be/memoire/ucl/en/object/thesis%3A11495/datastream/PD
F_01/view [Consulta 23 de noviembre de 2021]
LLAMAZARES, Julio (1990): “Adiós a Gorete”, El País, 13/12/1990, en
https://elpais.com/diario/1990/12/14/opinion/661129201_850215.html [Consulta
20 de diciembre de 2021]

LLAMAZARES, Julio (2020): Luna de lobos. Barcelona: Seix Barral (Trabajo original
publicado en 1985)

MONTERO ALBERTI, Bárbara (1998): [Reseña de] Luna de lobos; Julio Llamazares.
Barcelona, Seix Barral, 1985, 1º ed. Clio & Asociados (3), 171-173. En Memoria
Académica. Recuperado de
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.10213/pr.10213.pdf
[Consulta 23 de noviembre de 2021]
PATRICK SMITH, Matthew (2009): De la página a la pantalla: Memoria de la Guerra Civil
española en la narrativa contemporánea. Tucson: Universidad de Arizona.
Recuperado de
https://www.proquest.com/openview/77f0f850829275c3a6c80c46c9acff28/1?pq
-origsite=gscholar&cbl=18750 [Consulta 23 de noviembre de 2021]

14
RIVAS, Manuel (2015): El lápiz del carpintero. Barcelona: Penguin Random House
Grupo Editorial (Trabajo original publicado en 1998)

RODRÍGUEZ BAZÁN, Óscar (2008): “El lápiz del carpintero: la voz de los
silenciados”. Siglo XXI. Literatura y Cultura Españolas 6: 151-160. Recuperado
de http://revistas.uva.es/index.php/sigloxxi/article/view/1460 [Consulta 23 de
noviembre de 2021]

15

También podría gustarte