La interculturalidad es un concepto que se refiere a la interacción entre grupos y
personas que pertenecen a culturas distintas. El interculturalismo califica estas relaciones. Supone que las relaciones interculturales deben basarse en el respeto, darse desde posiciones de igualdad, y resultar mutuamente enriquecedoras. Esto implica que uno acepta que el otro, diferente, tiene derecho a su diferencia. También implica aceptar que todas las culturas, así como todas las personas son, al menos a priori, igualmente dignas y valiosas. El interculturalismo no admite asimetrías de ningún tipo –económicas, políticas, sociales o culturales (Schmelkes, 2004).
Interculturalidad: del modelo a la realidad La interculturalidad ha salido de la esfera
de la discusión intelectual pura y gana terreno constantemente entre los que elaboran las políticas públicas y quienes la practican, buscando nuevos acercamientos para fomentar la cohesión en la era de la “super-diversidad”. El Consejo de Europa se ha involucrado activamente en la puesta en práctica de la interculturalidad a través del aprendizaje intercultural en el trabajo con los jóvenes, la capacidad intercultural en la educación, el diálogo intercultural en la esfera pública y la integración intercultural en las políticas urbanas. El Libro Blanco para el Diálogo Intercultural adoptado en 2008 por el Comité de Ministros del Consejo de Europa, que sintetizó estos acercamientos específicos en un marco conceptual coherente, se ha convertido en una referencia para los abogados, los líderes y los practicantes en todo el mundo, quienes se adhieren al paradigma intercultural y se comprometen en la construcción de políticas para promover la diversidad. Después de amplias e intensas consultas, la Ciudad de México fue la primera en la coalición global de las ciudades intercultura 10 Interculturalidad: concepto, alcances y derecho les que inició un acercamiento intercultural en el marco jurídico. La Ciudad de México, movida por la voluntad política, construyó un mecanismo para la puesta en práctica en un corto periodo de tiempo. Su acercamiento holístico también incluye esfuerzos para que sirva de modelo a otras ciudades que reconozcan el potencial de la diversidad como recurso para la creatividad y el crecimiento. Líderes como Aleida Alavez Ruiz han desempeñado un papel dominante en traer la interculturalidad a la arena política. El éxito duradero del esfuerzo pionero de México de abrazar la interculturalidad depende de movilizar una gran coalición de instituciones, organizaciones y practicantes para traerla del diseño a la práctica. Esta obra será un recurso importante para que estos agentes del cambio que se esfuercen en asegurar el respeto por la identidad y la diversidad, el diálogo intercultural y los derechos culturales, como base para la vida respetuosa y tolerante en un mundo cada vez más complejo.
Construcción del concepto de cultura Como introductoria al concepto de cultura,
Raymond Williams (2000) realizó una compleja historia de este y distinguió tres sentidos modernos básicos: Desde sus raíces etimológicas en el mundo del trabajo rural, la palabra adquirió un significado próximo a la civilidad. En el siglo XVIII, se volvió más un sinónimo de civilización, entendida como un proceso general de progreso intelectual, espiritual y material Hacia finales del siglo XIX, la cultura empieza a dejar de ser un sinónimo de civilización y se convierte en su antónimo. La cultura requiere ciertas condiciones sociales y puede tener una dimensión política. Civilización 16 Interculturalidad: concepto, alcances y derecho y cultura caminan cada una por distinto camino. La civilización designa algo sociable, una cuestión de cordialidad, de buen juicio y buenas maneras y tiene connotaciones imperialistas. La cultura, por el contrario, es algo absolutamente extraordinario, espiritual, crítico y elevado, y no algo que permita estar contento y a gusto con el mundo (Eagleton, 2001). Desde el siglo XVIII, la cultura se ligó a una actividad complementaria como las artes, las letras, la música, que llevaban a cabo las personas consideradas “instruidas”. En Francia, en el llamado Siglo de las Luces, el concepto era optimista del progreso y la modernidad, porque se fundó sobre la potencialidad de la razón humana y culminó en un término que derivaría en un gran suceso, sobre todo en el vocabulario francés: la civilización (Aime, 2013). Entonces, la cultura se refería a un acto refinado, propio de personas refinadas y educadas y que conllevaría definirlas como personas civilizadas, pertenecientes a la parte superior de la cultura.