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Cuento fantástico Los cuentos fantásticos son narraciones en las que situaciones cotidianas

incluyen inesperadamente hechos sobrenaturales, inexplicables e irracionales, que provocan en el


receptor sentimientos de incertidumbre, duda y vacilación. Como consecuencia, el lector no puede
explicarse en su totalidad lo que sucede. Podría decirse que estos cuentos surgen como un modo
que encuentran las personas de darle sentido a lo desconocido. ¿Cómo es un cuento fantástico?
Objetivos y temas característicos Algunos temas son muy habituales en este tipo de relato, por
ejemplo: ❖ Casos de doble personalidad (figuras desdobladas que representan el bien o el mal
que conviven en una persona) ❖ Pactos con el demonio. ❖ Transformaciones sobrenaturales. ❖
Alucinaciones, confusiones entre el sueño y la vigilia, personajes soñados y reales. El tiempo y el
espacio ✓ Son características las alteraciones de espacio y tiempo. Algunos escenarios frecuentes
en este tipo de cuentos son edificios abandonados, las casonas antiguas, los cementerios, los
sótanos, las calles solitarias…

Actividad de cierre:
Se dividirá al curso en tres grupos.
La residente designará que nombre tendrá el personaje de terror para el cuento y
que parte del cuento le tocará redactar a cada grupo: inicio- nudo- desenlace.
Se dictará la siguiente consigna:
Crear un cuento que gire en torno a una tragedia (cada grupo escribirá su parte).
Deberán poner énfasis en los detalles y la atmósfera del cuento, así como en la
personalidad del personaje.
Para ello se proporcionará una cartulina en donde deberán escribir cada grupo su
parte del cuento. Una vez finalizada la actividad se juntarán las partes del cuento y
se leerá la producción final.

Horacio Silvestre Quiroga Forteza (Salto, Uruguay; 31 de diciembre de 1878-Buenos Aires,


Argentina; 19 de febrero de 1937) fue un cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Fue uno de los
maestros del cuento latinoamericano, de prosa vívida, naturalista y modernista.2 Sus relatos a
menudo retratan a la naturaleza con rasgos temibles y horrorosos, como enemiga de las
circunstancias del ser humano.

Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació el 31 de diciembre de 1878, en la ciudad Salto, Uruguay,
en el noroeste del país, sobre el río Uruguay. Fue el cuarto hijo del matrimonio de Prudencio
Quiroga y Pastora Forteza. Por parte paterna descendía del caudillo riojano Facundo Quiroga. Su
padre falleció cuando él contaba con tan solo dos meses, cuando, tras una jornada de caza, al
bajar de una embarcación se le disparó accidentalmente la escopeta. En 1891, Pastora Forteza se
casó con Mario Barcos, quien fue el padrastro de Quiroga. Pero sufrió un derrame cerebral en
1896 que lo dejó semiparalizado y mudo. Se suicidó disparándose en la boca con una escopeta
manejada con el pie justo cuando Quiroga, de 18 años, entraba en la habitación.
En 1899, se fundó la Revista de Salto.6 Después del suicidio de su padrastro, decidió invertir la
herencia recibida en un viaje a París.7 Estuvo —contando el tiempo de viaje— cuatro meses
ausente. Sin embargo, las cosas no salieron como había planeado: el mismo joven que había
partido de Montevideo en primera clase regresó en tercera, andrajoso, hambriento y con una
barba negra a la cual ya nunca más renunciaría. Resumió sus recuerdos de esta experiencia en
Diario de un viaje a París (1900).

Ese mismo año, su amigo Federico Ferrando —quien había recibido malas críticas del periodista
montevideano Germán Papini Zas—, comunicó a Quiroga que deseaba batirse en duelo con aquel.
Horacio, preocupado por la seguridad de Ferrando, se ofreció a revisar y limpiar el revólver que iba
a ser utilizado en la disputa. Pero mientras inspeccionaba el arma, se le escapó un disparo que
impactó en la boca de Federico, matándolo instantáneamente. Llegada al lugar la policía, Quiroga
fue detenido, sometido a interrogatorio y posteriormente trasladado a una cárcel correccional. Al
comprobarse la naturaleza accidental del homicidio, el escritor fue liberado tras cuatro días de
reclusión.

La culpa por la muerte de su compañero literario llevó a Quiroga a disolver el Consistorio y a


abandonar el Uruguay para pasar a la Argentina. Cruzó el Río de la Plata en 1902 y fue a vivir con
María, otra de sus hermanas. En Buenos Aires, el artista alcanzaría la madurez profesional, que
llegaría a su punto culminante durante sus estancias en la selva. Además, su cuñado lo inició en la
pedagogía y le consiguió trabajo bajo contrato como maestro en las mesas de examen del Colegio
Nacional de Buenos Aires.

Ya designado como profesor de castellano en el Colegio Británico de Buenos Aires en marzo de


1903, en junio de ese mismo año y ya convertido en un fotógrafo experto, Quiroga quiso
acompañar a Leopoldo Lugones en una expedición a Misiones, financiada por el Ministerio de
Educación, en la que Lugones planeaba investigar unas ruinas de las misiones jesuíticas en esa
provincia. La excelencia de Quiroga como fotógrafo hizo que Lugones aceptara llevarlo, y el
uruguayo pudo documentar en imágenes ese viaje de descubrimiento.

Misiones

En 1906 Quiroga decidió volver a su amada selva. Aprovechando las facilidades que el gobierno
ofrecía para la explotación de las tierras, compró una chacra (en sociedad con su amigo uruguayo
Vicente Gozalbo) de 185 hectáreas en la provincia de Misiones, sobre la orilla del Alto Paraná, y
comenzó a hacer los preparativos destinados a vivir allí, mientras enseñaba Castellano y Literatura.

Durante las vacaciones de 1908, el literato se trasladó a su nueva propiedad, construyó las
primeras instalaciones y comenzó a edificar el bungalow donde se establecería. Enamorado de una
de sus alumnas —la adolescente Ana María Cires—, le dedicó su primera novela, titulada Historia
de un amor turbio. Quiroga insistió en la relación frente a la oposición de los padres de la alumna y
por fin obtuvo el permiso para casarse y llevarla a vivir a Misiones con él. Los suegros de Quiroga,
preocupados por los riesgos de la vida salvaje, siguieron al matrimonio y se trasladaron a Misiones
con su hija y yerno. Así pues, el padre de Ana María, su madre y una amiga de esta se instalaron en
una casa cercana a la vivienda del matrimonio Quiroga. Un año después, en 1911, Ana María dio a
luz a su primera hija, Eglé Quiroga, en su casa en la selva. Durante ese mismo año, el escritor
comenzó la explotación de sus yerbatales en sociedad con su amigo uruguayo Vicente Gozalbo y,
al mismo tiempo, fue nombrado juez de paz (funcionario encargado de mediar en disputas
menores entre ciudadanos privados y celebrar matrimonios, emitir certificados de defunción,
etcétera) en el Registro Civil de San Ignacio.

Al año siguiente nació su hijo menor, Darío.

En 1935 Quiroga comenzó a experimentar molestos síntomas, aparentemente vinculados con una
prostatitis u otra enfermedad prostática. Las gestiones de sus amigos dieron frutos al año
siguiente, concediéndosele una jubilación. Al intensificarse los dolores y dificultades para orinar,
su esposa logró convencerle de trasladarse a Posadas, ciudad en la cual los médicos le
diagnosticaron hipertrofia de próstata. Pero los problemas familiares de Quiroga continuarían: su
esposa e hija lo abandonaron definitivamente, dejándole —solo y enfermo— en la selva de
Misiones. Ellas volvieron a Buenos Aires, y el ánimo del escritor decayó completamente ante esta
grave pérdida. Quiroga escribió en una carta a Martínez Estrada: "Cuando consideré que había
cumplido mi obra -es decir que había dado de mí todo lo más fuerte- comencé a ver la muerte de
otro modo. Algunos dolores, inquietudes, desengaños, acentuaron esa visión. Y hoy no temo a la
muerte amigo, porque ella significa descanso".17

Cuando el estado de la enfermedad prostática hizo que no pudiese aguantar más, Horacio viajó a
Buenos Aires para que los médicos tratasen sus padecimientos. Internado en el prestigioso
Hospital de Clínicas de Buenos Aires a principios de 1937, una cirugía exploratoria reveló que
sufría de un caso avanzado de cáncer de próstata, intratable e inoperable.18 María Elena estuvo a
su lado en los últimos momentos, así como gran parte de su numeroso grupo de amigos.

Por la tarde del 18 de febrero una junta de médicos explicó al literato la gravedad de su estado.
Algo más tarde Quiroga pidió permiso para salir del hospital, lo que le fue concedido, y pudo así
dar un largo paseo por la ciudad. Regresó al hospital a las 23:00. Al ser internado Quiroga, se había
enterado de que en los sótanos se encontraba encerrado un monstruo: un desventurado paciente
con espantosas deformidades similares a las del tristemente célebre inglés Joseph Merrick (el
«Hombre Elefante»). Compadecido, Quiroga exigió y logró que el paciente —llamado Vicente
Batistessa— fuera libertado de su encierro y se le alojara en la misma habitación donde estaba
internado el escritor. Como era de esperar, Batistessa se hizo amigo y rindió adoración eterna y un
gran agradecimiento al gran cuentista, por su gran gesto humano.

Suicidio

Desesperado por los sufrimientos presentes y por venir, y comprendiendo que su vida había
acabado19, Horacio Quiroga confió a Batistessa su decisión: se anticiparía al cáncer y abreviaría su
dolor, a lo que el otro se comprometió a ayudarle. Esa misma madrugada y en presencia de su
amigo, Horacio Quiroga bebió un vaso de cianuro que lo mató en pocos minutos.20 2122 "Es una
muerte que nace desde dentro, que a pesar de la forma que asume...no es sino la culminación
natural de esa vida. Una muerte a la medida del hombre que fue Quiroga". 23 Su cadáver fue
velado en la Casa del Teatro de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) que lo contó como
fundador y vicepresidente. Tiempo después, sus restos fueron repatriados a su país natal. Uno de
los deseos de Quiroga era que cuando muriera su cuerpo fuera cremado y sus cenizas esparcidas
en la selva misionera.

Horacio Quiroga nació el 31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay.


Familia

Fue el segundo hijo de Prudencio Quiroga, vicecónsul argentino, y Pastora Forteza.


Cuando tenía dos meses (1879), murió su padre al disparársele accidentalmente su escopeta.
En 1891 la viuda se casó con Ascencio Barcos, que sufrió un derrame cerebral en 1896 que le dejó
semiparalizado y mudo. Su padrastro, se suicidó con una escopeta disparándose en la boca justo
cuando Horacio, de 18 años, entraba en la habitación.

Escritor

En 1897, Quiroga hizo sus primeras colaboraciones en medios periodísticos. Fundó la Revista de


Salto y la tertulia de "Los tres mosqueteros" y se inició en las letras bajo el patrocinio de Leopoldo
Lugones. En 1900 viajó a París.

En 1902, mató accidentalmente con una pistola a su amigo Federico Ferrando.

Se mudó a Buenos Aires, Argentina. La mayor parte de su carrera transcurrió allí, donde llegó a ser
muy leído por sus cuentos publicados en revistas y recogidos en libro.

Cuentos

En 1903 trabajó como profesor de castellano y acompañó, como fotógrafo, a Leopoldo Lugones


en una expedición a la provincia de Misiones. El viaje lo deslumbró y vivirá allí durante largos años,
lugar donde encontró el escenario y los personajes de los cuentos que lo hicieron famoso.

Horacio Quiroga está considerado como uno de los escritores que abrió el camino del relato en
Latinoamérica, ya en su tiempo, fuera considerado "el primer cuentista en lengua castellana".
Ejerció una gran influencia en toda una generación de escritores.

Generación del novecientos

Su obra se ubica entre el fin del modernismo y el comienzo de las vanguardias, en lo que se llamó
“la generación del novecientos”.
Estuvo muy influenciado por el estadounidense Edgar Allan Poe, escribiendo sobre temas
sobrenaturales y terroríficos en los que exponía a los personajes en situaciones extremas.

En 1906, Horacio Quiroga publicó su relato Los perseguidos, adelanto de lo que después se


conocería como literatura psicológica.

Primer matrimonio e hijos

Se enamoró de Ana María Cires, una de sus alumnas y le dedicó su primera novela, Historia de un
amor turbio. Contrajeron matrimonio en 1909 y se fueron a vivir a San Ignacio. Dos años después
fue nombrado juez de Paz y nació su hija Eglé. Durante 1912 nació su hijo Darío. En el año 1915 se
suicidó su mujer. Regresó a Buenos Aires en 1916.

Cuentos de la selva

En 1918 dio a conocer el libro Cuentos de la selva, considerado un clásico de la literatura para


niños en América Latina. Le preocupó más el valor expresivo de la palabra que lo puramente
gramatical y académico, por lo que se le ha tachado muchas veces de "escribir mal".

A fines de la década de los años veinte, se enamoró de Ana María Palacio, una joven de apenas
diecisiete años, pretendiendo llevarla a vivir a Misiones, aunque la negativa familiar se lo impidió.
Este fracaso amoroso inspiró el tema de su segunda novela, Pasado amor(1929).

Segundo matrimonio

En 1927 se casó con María Elena Bravo, con la que fue padre de una hija María Helena. En 1932 se
trasladó a Misiones. En 1936 su mujer lo deja y vuelve a Buenos Aires.

Poesía

Su carrera se abre en la poesía, dentro del ámbito del modernismo, con Los arrecifes de
coral (1901), obra sin mayor consecuencia.

Suicidio
Una vida dramática, siempre cercana a la estrechez económica, matrimonios conflictivos,
experiencias con el hachís y el constante cerco del suicidio, alimentan su tarea cuentista.

Horacio Quiroga murió en Buenos Aires el 19 de febrero de 1937 por ingestión de cianuro poco
después de enterarse de que sufre de cáncer.

Su vida estuvo marcada por muchas experiencias dolorosas que le sirvieron como inspiración a sus
historias, marcadas por la naturaleza y el destino.

En octubre de 1938 se suicidó Alfonsina Storni por quien sostuvo una profunda pasión. En 1939 se
suicidó su hija Egle. Años después, su hijo Darío también haría lo mismo.

Obras seleccionadas

El crimen de otro (1904)


Historia de amor turbio (1908)
Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917)
Cuentos de la selva (1918)
El salvaje (1920)
Las sacrificadas (1929)
Anaconda (1921)
El desierto (1924)
Los desterrados (1926)
Pasado amor (1929)
Suelo natal
Más allá (1935)

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