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Pájaro Rojo
El blog de Juan Salinas y Montserrat Mestre
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Pájaro Rojo > Sin categoría > PERÓN. Un león herbívoro (largo, pero muy útil para la militancia)
Un texto que da, mucho, para el debate. Y que la militancia juvenil debería leer y estudiar.
Los nombres de los dioses siempre generan debates. ¿Cómo nombrar a Perón? ¿Es posible pensarlo como un hombre
y no como un dios? ¿Para qué arco pateaba ese General que sabía tanto de música?
“Cuando un dirigente sacralizado muere de ancianidad en el mundo, los pueblos desamparados consideran sin
embargo, esta muerte, una muerte violenta.
Cuando los estudiantes del año 3000 abran sus libros de Historia en las páginas del Siglo Veinte leerán quizá: URSS
Stalin; Yugoslavia Tito; Gran Bretaña Churchill; Francia De Gaulle; China Mao.
Preguntarán entonces: ¿Eran los nombres de las capitales? Se les responderá: No, eran los nombres de los dioses de
ese siglo.
Y los niños de las escuelas del futuro sacudirán la cabeza pensando qué difícil sería para los hombres vivir en un
tiempo en que los dioses habitaban entre ellos”.
1 Casi todos los radicales son hijos de radicales. Los “cordi–boys” heredan el partido de sus padres: Stubrin, los Storani, Casella, Suárez Lastra
¿Qué otro buen motivo existía para ser radical en 1973?
2 La critica a las consecuencias del sistema de conducción de Perón debe abarcar a quienes lo santi camos. No es el centro de esta nota,
focalizada en Perón, pero no puede omitirse el (auto) cuestionamiento a quienes admitimos como formidables todos los mecanismos utilizados
por el Líder distante… y a la vez no supimos “desarmarnos” cuando él volvió. A menor desarme, mayor crítica.
3 Algo así dice un crítico usualmente sutil como es Julio Bárbaro. En Con bronca y esperanza recuerda que nos dejó un movimiento del 62% y lo
dilapidamos. Era un capital, pero tenía algunas cargas: López Rega, los Montoneros, Lorenzo, Isabel…
4 En una reciente charla “Cacho” el Kadri decía: “pobre General, no le dejaban libertad para elegir la esposa”. El argumento emotivo es endeble:
se critica no a la esposa ni a que eligiera a su esposa. Se critica que eligiera esa esposa para ese rol.
5 Los “buenos–tontos” que quedaron sin política fueron: a) todos los sectores juveniles antiburocráticos ajenos a la tendencia (embretados con
ésta por el sacralizado macartismo sindical) y b) las propias bases de la tendencia a quienes Perón no buscó diferenciar de su conducción y que
fueron estigmatizadas en Plaza de Mayo y condenadas a “seguir siendo montoneros”.
6 Gagá. Tomás Eloy Martínez. Negaba la política: Sigal–Verón. Era “de derecha”: Osvaldo Soriano, Rozitchner. Para un mejor desarrollo del tópico
ver la nota de Horacio González en este mismo número.
7 Desgracia de expresarse por escrito. En algún momento (Unidos N° 3; Agosto 1984) titulé una nota: “1° de Julio de 1974. El comienzo de la
derrota”. Tras haber repensado y discutido el tema me parece exagerada esa posición. La derrota se agravó y pervirtió tras la muerte de Perón
pero germinó mucho antes. Eso no signi ca omitir la grave responsabilidad de la conducción montonera en la caída del gobierno peronista. A
ella me referí en mis notas con Ivancich publicada en Unidos 2, 6 y 7.
8 Con esa frase: “diferenciar al hombre de la obra” sellaba Salvador Ferla el debate sobre Perón. Perón–hombre no le conformaba mucho…
9 Weber Max, “El cientí co y el político” Alianza Edit. 1975, pág. 156.
10 Weber, claro (op. cit. pág. 166). Obviamente el autor se re ere a la “ética de la convicción” aludida y tratada con inteligencia en dos artículos
10 Weber, claro (op. cit. pág. 166). Obviamente el autor se re ere a la “ética de la convicción” aludida y tratada con inteligencia en dos artículos
de este número (González Bombal y Colombo).
11 El “Manual de conducción política” es –en apariencia– la explicación del conductor de su modus operandi. Visto así, es un texto pedagógico y
hasta conmovedor: el político contando su arte, el mago explicando sus trucos. Sin embargo el Manual (pensado desde la conducción), siempre
fue leído por los peronistas como docencia política para todos: conductor, militantes, secretarios de unidades básicas, etc.
La relectura, impropia del mejor Maquiavelo que reservaba el mal para el Príncipe, generó una tradición peronista muy desentendida de los
medios.
Una cosa es que el jefe de un movimiento nacional o un Presidente deba tolerar impurezas o vivir en la trampa diplomática y otra que deban
hacerlo todos los militantes, los jefes de agrupación. Todos los peronistas nos sentimos “padres eternos”. Abrazamos enemigos, etc.
Haya habido o no mala interpretación (¿cómo saber qué quiso Perón?), cierto es que esa “tradición” debe ser cuestionada y que Perón nunca la
objetó seriamente.
Otro tanto debe decirse de la tradición cortesana y oracular del peronismo (esa que se dedicaba a
analizar “qué quiso decir Perón cuando sirvió el té o cuando recibió en el dormitorio”). Práctica
desligada de cualquier política democrática de masas y que tampoco fue entorpecida por Perón.
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