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España es un país privilegiado en estos recursos, a los que puede unir su liderazgo tecnológico
en todo lo referente al sector de las energías renovables. Por otra parte, la gran mayoría de la
energía primaria utilizada en España proviene de combustibles fósiles altamente contaminante
(petróleo, gas y carbón), a los que habría que añadir la generación nuclear que produce residuos
radiactivos. Si no reducimos nuestra dependencia energética con una mayor penetración de
energías renovables en nuestro mix energético, no alcanzaremos nuestros objetivos
comprometidos con la UE de conseguir una penetración de energías renovables del 27% en
2030, y muy posiblemente, tampoco los objetivos de alcanzar el 20% de renovables.
Ello también pondría en peligro nuestro compromiso derivado de los Acuerdos de la Conferencia
de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la COP
21 de París, celebrada a primeros de diciembre de 2015 y firmada por 195 países, entre ellos
España, cuyo objetivo principal es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y hacer
todo lo posible para mantener el calentamiento global “muy por debajo de 2ºC”.
Como he mencionado en informes anteriores, también hay que destacar la situación energética
en Euskadi, donde el gran reto sigue siendo el transporte por carretera, así como la reducción
del consumo de derivados del petróleo. Este sector sigue siendo el primer consumidor de
energía y sin duda, puede llegar a ser el más contaminante en los próximos años. Por lo tanto,
esa evolución hacia la ineludible reducción de emisiones debe, necesariamente, contemplar las
realidades económico-industriales de los territorios, procurando una transición ordenada y
previsora, huyendo de los globos sonda que solo generan alarma social y dañan al sector de la
automoción, con un peso muy relevante en la industria de Euskadi.
Sin duda, creo que las decisiones de las grandes empresas y los políticos juegan un papel crucial
en la planificación energética en España, creando oligopolios energéticos donde la situación y
bienestar de la población en general quedan en un segundo lugar. Cabe destacar la labor de
grupos ecologistas o activistas, los cuales pueden llegar a hacer presión sobre el gobierno
central, consiguiendo así un cambio de leyes más beneficiosas para nuestro medio ambiente y
en definitiva, para la energía que consumimos.
Creo firmemente en unas alternativas al modelo energético actual. Comenzando por la primera
cuestión tratada en el debate “Oligopolio energético” deberíamos implantar la diversificación
de las auditorías energéticas, así como impulsar el autoconsumo, sobre todo en las zonas rurales
de Euskadi, reduciendo así nuestra demanda y por tanto, el precio de la electricidad. También,
deberíamos nacionalizar la energía, reduciendo así nuestro gran problema mencionado
anteriormente, nuestra dependencia externa en materia de energía.
Nuria Sarrías Samper
Atendiendo al siguiente punto tratado “La factura de la luz y la pobreza energética” apostamos
por una política para reducir la demanda y por supuesto, por las primas a las renovables,
incentivando así su uso, tratando de reducir el uso de combustibles fósiles y nucleares,
recorriendo así el camino hacia una transición ecológica libre de emisiones de gases de efecto
invernadero.
Por último, haciendo mención al último punto tratado “Origen de la energía: renovables, no
renovables y el papel de las nucleares” y dentro del mix energético planteado para los próximos
15 años, pienso que la mejor alternativa sería apostar por el uso de energías renovables al 100%.
De esta manera, podríamos conseguir nuestro objetivo del cierre paulatino de las centrales
nucleares, reactivando las zonas afectadas y así evitar las malas situaciones económicas de todos
los trabajadores. De esta manera, también estaríamos apoyando a pequeñas y medianas
empresas de energías renovables, reduciendo costes y siendo más sostenibles con el medio
ambiente.