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1-Para nuestros antepasados, el estudio de los cielos era la única manera de conocer
la hora del día o la época del año. Les servía para establecer con precisión las épocas
adecuadas para sembrar y recolectar las cosechas y la de orientarse en los
desplazamientos y viajes.
El conocimiento de los movimientos cíclicos del sol, la luna y las estrellas mostraron su
utilidad para la predicción de fenómenos como el ciclo de las estaciones, de cuyo
conocimiento dependía la supervivencia de cualquier grupo humano.
Cuando la actividad principal era la caza, era transcendental predecir el instante el que
se producía la migración estacional de los animales que les servía de alimento y
posteriormente, cuando nacieron las primeras comunidades agrícolas, era
fundamental conocer el momento oportuno para sembrar.
2-El hombre sintió desde siempre curiosidad por los astros y el cielo.
El movimiento de los astros, del Sol, la Luna y sus fases, los eclipses, son fenómenos
astronómicos que han acompañado al hombre desde sus principios. Sin importar el
lugar geográfico ni su cultura ni sus creencias, todos los pueblos reconocieron la
importancia del cielo en la predicción de las estaciones del año y su relación con los
cambios en las formas de vida terrestres. De ahí, se dice nació el calendario, creación
para poder describir el cambio periódico de los astros y su efecto sobre la naturaleza.
Algunos de estos, quedaron representados en grandes monumentos de roca que han
perdurado hasta nuestros días.
Los primeros registros astronómicos fueron hechos por las civilizaciones de la antigua
Egipto entre el 4500 y 4000 a.c cuyo vestigio es el reconocido Nabta, una
construcción megalítica que produce un cierto patrón de sombras sobre puntos
específicos del suelo al momento de alinearse con el sol.
Otro gran monumento presente en la actualidad son las pirámides de Giza que fueron
construidas entre el 2600 y 2400 a.c donde diferentes estudios afirman que dichas
pirámides son una representación en la tierra de las estrellas que conforman el
Cinturón de Orión, también conocidas como “Las tres Marías”
Santiago Picardi
El universo se divide en dos partes bien diferenciadas que están separadas por la
esfera de la Luna. Ambas partes están constituidas por elementos diferentes, es decir,
por diferentes tipos de átomos, y se comportan de acuerdo a leyes distintas
- La Tierra, situada por debajo de la esfera de la Luna, está constituida por cuatro
elementos o esencias que, debidamente combinados, formaban todas las substancias
materiales que en ella se hallan
Estos elementos son los cuatro elementos de Empédocles: la tierra, el agua, el aire y el
fuego. En el universo sublunar cada elemento tiene un lugar natural, donde le
corresponde estar. El lugar natural del elemento tierra es una esfera cuyo centro
coincide con el centro del universo (y por lo tanto con el de la Tierra). En torno a esta
esfera se encuentra el lugar que le corresponde al agua. Sobre el agua se sitúa el lugar
natural destinado al aire y sobre éste el sitio reservado al fuego. Todos los espacios
naturales de estos elementos están separados por una superficie esférica. El hecho de
que en el universo sublunar existiera un cierto desorden era causado por los efectos de
arrastre que producía la esfera de la Luna en su movimiento.
Un objeto abandonado a sí mismo sentirá una fuerza que lo llevará al sector esférico
correspondiente, de manera que permanezca en el sitio que la naturaleza le tiene
asignado. Esto explica, por ejemplo, el hecho de que las burbujas que se puedan
formar en el fondo de un estanque intenten atravesar la corona circular del agua y se
dirija hacia su propio lugar natural, el aire. En cambio una piedra (tierra) que dejemos
Santiago Picardi
caer en el aire atravesará las esferas del aire y del agua y solo parará cuando llegue al
lugar que le corresponde: a la esfera de tierra.
Algunos cuerpos, como la madera o el corcho, están formados de tal manera que una
parte de sus elementos constituyentes son de tierra y otra parte de aire. Si la cantidad
de tierra es mayor que la de aire el cuerpo se hundirá si lo colocamos en la superficie
de un estanque, pero lo hará más lentamente que si fuese solamente de tierra. Por el
contrario, si la cantidad de aire es mayor que la de tierra el cuerpo flotará, ya que la
tendencia a dirigirse a la esfera de aire es superior a la de descender a la esfera de
tierra. Como puede verse, la parte de aire y tierra que constituyen un cuerpo equivale
de una manera bastante aproximada a lo que es nuestro concepto de densidad, por lo
cual se entiende que el modelo aristotélico fuese de
utilidad incluso para cálculos prácticos de flotación y
peso específico.
Según esta teoría, una bala de cañón que pese 20 kilos caerá hacia la Tierra con una
velocidad dos veces mayor que una bala de 10 kilos. Esta predicción fue la que Galileo
demostró ser falsa en sus famosos experimentos de la Torre de Pisa, dejando caer
bolas de metal de diferentes tamaños y comprobando, delante de sus estudiantes, que
llegaban al suelo al mismo tiempo.
se les aplica; y la velocidad con que los llevan a cabo es proporcional, de acuerdo con
Aristóteles, a la fuerza que se les aplica y tanto menores cuanto mayor es su masa.
En este modelo sólo son posibles estos dos movimientos, naturales o forzados. De esta
manera no se explican la gran mayoría de los movimientos; es decir, aquéllos que se
producen como resultado de un impulso inicial, como el movimiento de una flecha o
una lanza. En este tipo de movimientos se aplica una fuerza a la flecha durante un
tiempo corto, tras el cual la flecha recorre un espacio considerable sin estar animada,
aparentemente, por ningún tipo de fuerza, contrariamente a lo estipulado por la
teoría. Para explicar este tipo de movimiento Aristóteles tuvo que idear la teoría
del horror al vacío, teoría que perduraría hasta que Torricelli demostró su falsedad,
poco después de la muerte de Galileo.
Según Aristóteles, cuando se lanza una flecha, ésta adquiere su movimiento inicial
cuando está en contacto con la cuerda. Inmediatamente
después de que la cuerda cesa de empujar a la flecha,
ésta avanza un cierto espacio. El espacio que deja detrás
de ella queda vacío, y como consecuencia del horror al
vacío el aire acude veloz a ocupar dicho espacio
empujando la flecha y provocando su movimiento.
Esta esencia tiene la propiedad de que su movimiento natural no está dirigido hacia el
centro del universo (el centro de la Tierra). Sus átomos están animados de un
movimiento circular, de tal manera que el centro de la circunferencia coincide con el
centro del universo y, por lo tanto, paralelo a la superficie de la Tierra.
De esa sustancia estarían hechas las estrellas así como todos los demás cuerpos que se
encontraban en el espacio exterior a la esfera de la Luna. Cada planeta (incluido el Sol,
que para Aristóteles era otro planeta) se encuentra en una esfera que tiene su propio
movimiento circular del periodo apropiado. Como límite superior del universo se
Santiago Picardi
encuentra la esfera de las estrellas fijas. Ésta es una esfera transparente (como las
demás), donde se encuentran prendidas las estrellas como luces de un árbol de
navidad, fijas en su sitio. La esfera de las estrellas fijas está animada de un movimiento
de giro en torno al eje de la Tierra, de manera que da una vuelta al día.
El epiciclo gira y rota a lo largo del deferente con un movimiento uniforme. Sin
embargo, Ptolomeo encontró que la razón a la que el deferente giraba no era
constante a menos que fuera medida desde otro punto localizado a la misma distancia
de la excéntrica, al que llamó ecuante. Y lo que era constante era la razón angular a la
que el deferente se movía alrededor del ecuante. Fue el uso de ese ecuante lo que
distinguía al sistema ptolemaico.
Para los planetas exteriores, el planeta típicamente se mueve a través del cielo
nocturno más lentamente que las estrellas. Cada noche, el planeta aparecería
"desfasado" un poco por detrás de las estrellas próximas, en lo que se llama
movimiento progrado. Ocasionalmente, cerca de la oposición, el planeta parece
moverse a través del cielo nocturno más rápido que las estrellas, en el llamado
movimiento retrógrado. El modelo ptolemaico, en parte, buscó explicar este
comportamiento.
Los planetas interiores se observan siempre cerca del Sol, apareciendo poco
antes del amanecer o poco después de la puesta del sol. Para solucionar esto, el
modelo de Ptolomeo fijó el movimiento de Mercurio y de Venus para que la línea
desde los puntos ecuantes al centro del epiciclo fuera siempre paralela a la línea
Tierra-Sol.
de finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII se considera la crisis de la conciencia
europea y abrirá el siglo XVIII como siglo de las luces o de la Ilustración.
La teoría de Copérnico establecía que la Tierra giraba sobre sí misma una vez al día, y
que una vez al año daba una vuelta completa alrededor del Sol. Además, afirmaba que
la Tierra, en su movimiento rotatorio, se inclinaba sobre su eje (como un trompo).
Sin embargo, aún mantenía algunos principios de la antigua cosmología, como la idea
de las esferas dentro de las cuales se encontraban los planetas y la esfera exterior
donde estaban inmóviles las estrellas.
Tycho brae
Tycho Brahe propuso un modelo en el que la Tierra estaba en el centro del Universo,
pero con los planetas girando en torno al Sol. Era un sistema mucho más complicado
que el de Copérnico, por lo cual no llegó a prosperar. Fue el último intento de
mantener la idea de la Tierra en el centro del Universo. Pero en este punto dejaremos
a Tycho Brahe, pues entra en escena otro de los grandes astrónomos: Johannes Kepler,
que conocerá a Tycho Brahe y concederá sus observaciones, un valor universal.
Johannes Kepler
Un elipse es una curva cerrada con dos ejes de simetría que resulta al cortar la
superficie de un cono por un plano oblicuo al eje de simetría con ángulo mayor que el
de la generatriz respecto del eje de revolución.2 Una elipse que gira alrededor de su
eje menor genera un esferoide achatado, mientras que una elipse que gira alrededor
de su eje principal genera un esferoide alargado. La elipse es también la imagen afín de
una circunferencia.
La elipse, como curva geométrica, fue estudiada por Menecmo, investigada por
Euclides, y su nombre se atribuye a Apolonio de Pérgamo. El foco y la directriz de la
sección cónica de una elipse fueron estudiadas por Pappus. En 1602, Kepler creía que
la órbita de Marte era ovalada, aunque más tarde descubrió que se trataba de una
elipse con el Sol en un foco.
Todos los planetas se mueven en órbitas elípticas, en las que el Sol está situado en uno
de los focos.» Y una elipse es una curva cerrada y plana en la que todos sus puntos
están una suma constante de la distancia a dos puntos fijos llamados «focos». Esta ley
se aplica no solo a los «planetas» sino a cualquier otro objeto (asteroide, satélite, nave
espacial…) que orbite alrededor de un gran cuerpo.
Santiago Picardi
Galileo Galilei
Galileo Galilei fue un astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y físico italiano,
relacionado estrechamente con la revolución científica.
Pruebas de Galileo
Las fases de Venus. Esta prueba es un magnífico ejemplo de aplicación del método
científico que Galileo usó por primera vez. La observación la hizo en 1610, aunque
demoró su publicación hasta El Ensayador, aparecido en 1623, si bien para asegurar su
autoría hizo circular un criptograma, anunciándolo de forma cifrada. Observó las fases,
junto a una variación de tamaño, que son solo compatibles con el hecho de que Venus
gire alrededor del Sol, ya que presenta su menor tamaño cuando se encuentra en fase
llena y el mayor, cuando se encuentra en la nueva; es decir, cuando está entre el Sol y
la Tierra. Esta prueba refuta completamente el sistema de Ptolomeo, que se volvió
insostenible. A los jesuitas del Colegio Romano solo les quedaba la opción de aceptar
el sistema copernicano o buscar otra alternativa, lo que hicieron refugiándose en el
sistema de Tycho Brahe, dándole una acepción que hasta entonces nunca había
tenido.
Argumento de las mareas. Presentada en la cuarta jornada de los Diálogos sobre los
dos máximos sistemas del mundo. Es un argumento brillante y propio del genio de
Galileo, pero es el único de los que presenta que estaba equivocado. Según Galileo, la
rotación de la Tierra, al moverse esta en su traslación alrededor del Sol, hace que los
puntos situados en la superficie de la Tierra sufran aceleraciones y deceleraciones cada
12 horas, que serían las causantes de las mareas. En esencia, el argumento es correcto,
y esta fuerza existe en realidad, si bien su intensidad es muchísimo menor que la que
Galileo calcula, y no es la causa de las mareas. El error proviene del desconocimiento
de datos importantes como la distancia al Sol y la velocidad de la Tierra. Si bien estaba
equivocado, Galileo desacreditó completamente la teoría del origen lunar de estas
fuerzas por falta de explicación de su naturaleza, y del problema de explicación de la
marea alta cuando la Luna está en sentido contrario, pues alega que la fuerza sería
atractiva y repulsiva a la vez. Sería necesario esperar hasta Newton para resolver esta
cuestión, no solo explicando el origen de la fuerza, sino también el cálculo diferencial
para explicar el doble abultamiento. Pero, aun equivocada, situada en su contexto, la
tesis de Galileo presentaba menos problemas y era más plausible en su explicación de
las mareas.