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Santiago Picardi

Actividad Nº 2 - “EL SISTEMA SOLAR”


1° parte - El Universo a través de la historia Para el viernes 17 de abril

1. Para nuestros antepasados, el estudio de los cielos era la única manera de


conocer la hora del día o la época del año. ¿Para qué otras cosas les servía?

2. ¿Quiénes, se dice, fueron los primeros astrónomos? ¿Por qué?

3. La descripción del universo fue sufriendo varias modificaciones hasta


nuestros días. Explicar y dibujar la idea de: a. Aristóteles y las esferas de cristal.
Sí. Ptolomeo y los epiciclos. C. Copérnico y la revolución astronómica: d. Tycho
Brahe: entre el Geocentrismo y el Heliocentrismo. mi. Kepler y los elipses. F.
Galileo Galilei. ‌ TODAS LAS IMÁGENES CON REFERENCIAS Y NOMBRES 
BIBLIOGRAFÍA COLOCAR ‌

1-Para nuestros antepasados, el estudio de los cielos era la única manera de conocer
la hora del día o la época del año. Les servía para establecer con precisión las épocas
adecuadas para sembrar y recolectar las cosechas y la de orientarse en los
desplazamientos y viajes.

El conocimiento de los movimientos cíclicos del sol, la luna y las estrellas mostraron su
utilidad para la predicción de fenómenos como el ciclo de las estaciones, de cuyo
conocimiento dependía la supervivencia de cualquier grupo humano.

Cuando la actividad principal era la caza, era transcendental predecir el instante el que
se producía la migración estacional de los animales que les servía de alimento y
posteriormente, cuando nacieron las primeras comunidades agrícolas, era
fundamental conocer el momento oportuno para sembrar.

Gracias al conocimiento que fueron alcanzando las primeras civilizaciones,


desarrollaron una compleja comprensión del movimiento de los distintos cuerpos
celestes. Inventaron complejos calendarios para la siembra y lograron predecir los
eclipses de la luna y del sol con exactitud. Inventaron la unidad que aún se usa para
medir las distancias angulares en el cielo llamada el grado.
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2-El hombre sintió desde siempre curiosidad por los astros y el cielo.

El movimiento de los astros, del Sol, la Luna y sus fases, los eclipses, son fenómenos
astronómicos que han acompañado al hombre desde sus principios. Sin importar el
lugar geográfico ni su cultura ni sus creencias, todos los pueblos reconocieron la
importancia del cielo en la predicción de las estaciones del año y su relación con los
cambios en las formas de vida terrestres. De ahí, se dice nació el calendario, creación
para poder describir el cambio periódico de los astros y su efecto sobre la naturaleza.
Algunos de estos, quedaron representados en grandes monumentos de roca que han
perdurado hasta nuestros días.

Los primeros registros astronómicos fueron hechos por las civilizaciones de la antigua
Egipto entre el 4500 y 4000 a.c cuyo vestigio es el reconocido Nabta, una
construcción megalítica que produce un cierto patrón de sombras sobre puntos
específicos del suelo al momento de alinearse con el sol.

Posteriormente se registra en el sur de Inglaterra, entre el 3200 y el 2500 a.c la


construcción de Stonehenge, una estructura de roca muy reconocida por los
arqueólogos como el primer observatorio astronómico.

Luego, antigua Mesopotamia ubicada en la zona del medio oriente, es considerada la


cuna de la astronomía. La aparición de la escritura, llamada cuneiforme, nos ha dejado
evidencia de sus dioses y mitos ancestrales. Hoy en día conocemos que sus dioses
tenían directa relación con los planetas y otros objetos astronómicos. Los planetas,
constelaciones y mitologías asociadas a la civilización de los sumerios fueron
transmitidos a los griegos probablemente cerca del primer milenio antes de cristo,
quienes posteriormente los legaron a los romanos y posteriormente a la cultura
occidental. Fue así como la esfera celeste, mapa de los cielos en los cuales están
presentes los planetas, el Sol y la Luna, como astros móviles, y las estrellas, como
astros fijos, agrupadas en figuras y héroes mitológicos llenan el firmamento desde la
antigüedad hasta nuestro días. Se tiene noción de que en el segundo milenio antes de
cristo, los pueblos que habitaron la antigua Mesopotamia desarrollaron un calendario
luni-solar de 12 meses y 30 días cada uno, conocían los planetas Mercurio, Venus,
Júpiter y Saturno, y de ellos es el primer registro de un eclipse total de Sol ocurrido en
Ugarit, actual Siria, el 3 de mayo de 1375 a.c.

Otro gran monumento presente en la actualidad son las pirámides de Giza que fueron
construidas entre el 2600 y 2400 a.c donde diferentes estudios afirman que dichas
pirámides son una representación en la tierra de las estrellas que conforman el
Cinturón de Orión, también conocidas como “Las tres Marías”
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Aristóteles y las esferas de cristal


3- El modelo aristotélico tiene una gran importancia en el desarrollo del pensamiento
humano, no sólo porque permaneció largo tiempo como paradigma o forma de
entender el mundo en la Historia de nuestra civilización sino porque sin conocerlo no
puede entenderse el proceso de cambio de paradigma iniciado por Copérnico. Por
estas razones vamos a describir la cosmología aristotélica con una cierta extensión.

Parte de la importancia de la aportación aristotélica radica en que fue el primer


modelo científico con que contó la humanidad. Su atractivo se basaba en su
coherencia y en la capacidad de explicar los fenómenos observados. La Iglesia Católica
lo aceptó a partir del siglo XII y el proceso de sustituir el modelo aristotélico por el de
la mecánica clásica fue tan difícil, complicado y violento que recibió el nombre de
Revolución Científica.

El universo se divide en dos partes bien diferenciadas que están separadas por la
esfera de la Luna. Ambas partes están constituidas por elementos diferentes, es decir,
por diferentes tipos de átomos, y se comportan de acuerdo a leyes distintas

- La Tierra, situada por debajo de la esfera de la Luna, está constituida por cuatro
elementos o esencias que, debidamente combinados, formaban todas las substancias
materiales que en ella se hallan

Estos elementos son los cuatro elementos de Empédocles: la tierra, el agua, el aire y el
fuego. En el universo sublunar cada elemento tiene un lugar natural, donde le
corresponde estar. El lugar natural del elemento tierra es una esfera cuyo centro
coincide con el centro del universo (y por lo tanto con el de la Tierra). En torno a esta
esfera se encuentra el lugar que le corresponde al agua. Sobre el agua se sitúa el lugar
natural destinado al aire y sobre éste el sitio reservado al fuego. Todos los espacios
naturales de estos elementos están separados por una superficie esférica. El hecho de
que en el universo sublunar existiera un cierto desorden era causado por los efectos de
arrastre que producía la esfera de la Luna en su movimiento.

Un objeto abandonado a sí mismo sentirá una fuerza que lo llevará al sector esférico
correspondiente, de manera que permanezca en el sitio que la naturaleza le tiene
asignado. Esto explica, por ejemplo, el hecho de que las burbujas que se puedan
formar en el fondo de un estanque intenten atravesar la corona circular del agua y se
dirija hacia su propio lugar natural, el aire. En cambio una piedra (tierra) que dejemos
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caer en el aire atravesará las esferas del aire y del agua y solo parará cuando llegue al
lugar que le corresponde: a la esfera de tierra.

Algunos cuerpos, como la madera o el corcho, están formados de tal manera que una
parte de sus elementos constituyentes son de tierra y otra parte de aire. Si la cantidad
de tierra es mayor que la de aire el cuerpo se hundirá si lo colocamos en la superficie
de un estanque, pero lo hará más lentamente que si fuese solamente de tierra. Por el
contrario, si la cantidad de aire es mayor que la de tierra el cuerpo flotará, ya que la
tendencia a dirigirse a la esfera de aire es superior a la de descender a la esfera de
tierra. Como puede verse, la parte de aire y tierra que constituyen un cuerpo equivale
de una manera bastante aproximada a lo que es nuestro concepto de densidad, por lo
cual se entiende que el modelo aristotélico fuese de
utilidad incluso para cálculos prácticos de flotación y
peso específico.

De acuerdo con la física de Aristóteles los cuerpos están


sujetos a movimientos naturales, que se producen como
resultado de la tendencia de que están animados los
átomos que los forman a dirigirse a su esfera
correspondiente. Estos movimientos son rectilíneos y la
velocidad con que los cuerpos van a su esfera es
proporcional a la diferencia entre el número de átomos
que poseen de las esferas que se encuentran por debajo
de ellos y el número de átomos que poseen de las
esferas que se encuentran por encima de ellos.

Según esta teoría, una bala de cañón que pese 20 kilos caerá hacia la Tierra con una
velocidad dos veces mayor que una bala de 10 kilos. Esta predicción fue la que Galileo
demostró ser falsa en sus famosos experimentos de la Torre de Pisa, dejando caer
bolas de metal de diferentes tamaños y comprobando, delante de sus estudiantes, que
llegaban al suelo al mismo tiempo.

Además de los movimientos naturales, en la física de


Aristóteles también se consideran movimientos forzados,
aquéllos que van en contra de la tendencia natural de los
cuerpos a permanecer o dirigirse a su esfera
correspondiente. Estos movimientos forzados o violentos se
producen como resultado de la acción de alguna fuerza que
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se les aplica; y la velocidad con que los llevan a cabo es proporcional, de acuerdo con
Aristóteles, a la fuerza que se les aplica y tanto menores cuanto mayor es su masa.

Este comportamiento es, como se demostró a su debido tiempo, contrario al resultado


experimental, pero para descubrirlo fueron necesarios complicados procesos de
medida, por lo que se mantuvo vigente casi veinte siglos.

En este modelo sólo son posibles estos dos movimientos, naturales o forzados. De esta
manera no se explican la gran mayoría de los movimientos; es decir, aquéllos que se
producen como resultado de un impulso inicial, como el movimiento de una flecha o
una lanza. En este tipo de movimientos se aplica una fuerza a la flecha durante un
tiempo corto, tras el cual la flecha recorre un espacio considerable sin estar animada,
aparentemente, por ningún tipo de fuerza, contrariamente a lo estipulado por la
teoría. Para explicar este tipo de movimiento Aristóteles tuvo que idear la teoría
del horror al vacío, teoría que perduraría hasta que Torricelli demostró su falsedad,
poco después de la muerte de Galileo. 

Según Aristóteles, cuando se lanza una flecha, ésta adquiere su movimiento inicial
cuando está en contacto con la cuerda. Inmediatamente
después de que la cuerda cesa de empujar a la flecha,
ésta avanza un cierto espacio. El espacio que deja detrás
de ella queda vacío, y como consecuencia del horror al
vacío el aire acude veloz a ocupar dicho espacio
empujando la flecha y provocando su movimiento.

La parte de universo que se encuentra más allá de la esfera de la Luna es, como la


platónica y al contrario de la sublunar, perfecta e inmutable. Aristóteles postuló que en
esa parte de universo no existen ninguno de los cuatro elementos mencionados. Todos
sus cuerpos, que podemos llamar celestes, están constituidos por un único elemento o
esencia, sin nombre específico, al que se conoce bajo la denominación de quinta
esencia o quinto elemento.

Esta esencia tiene la propiedad de que su movimiento natural no está dirigido hacia el
centro del universo (el centro de la Tierra). Sus átomos están animados de un
movimiento circular, de tal manera que el centro de la circunferencia coincide con el
centro del universo y, por lo tanto, paralelo a la superficie de la Tierra.

De esa sustancia estarían hechas las estrellas así como todos los demás cuerpos que se
encontraban en el espacio exterior a la esfera de la Luna. Cada planeta (incluido el Sol,
que para Aristóteles era otro planeta) se encuentra en una esfera que tiene su propio
movimiento circular del periodo apropiado. Como límite superior del universo se
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encuentra la esfera de las estrellas fijas. Ésta es una esfera transparente (como las
demás), donde se encuentran prendidas las estrellas como luces de un árbol de
navidad, fijas en su sitio. La esfera de las estrellas fijas está animada de un movimiento
de giro en torno al eje de la Tierra, de manera que da una vuelta al día.

Debemos darnos cuenta que la cosmología aristotélica corresponde a una forma


general de describir el universo y no pretendía explicar correctamente todos los
movimientos de los astros. Era una especie de marco o esquema general, dentro del
cual se debía seguir investigando. La figura de la derecha sería la visión moderna de la
esfera de las estrellas fijas, donde se pueden distinguir las constelaciones más
importantes.

Ptolomeo y los epiciclos


El epiciclo fue la base de un modelo geométrico ideado por los antiguos griegos para
explicar las variaciones en la velocidad y la dirección del movimiento aparente de la
Luna, el Sol y los planetas. Fue propuesto por primera vez por Apolonio de Perga a
finales del siglo II a. C. y usado ampliamente en el siglo II a. C. por Hiparco de Nicea.
Casi tres siglos después, el también astrónomo griego Claudio Ptolomeo se basó en él
para elaborar su versión de la teoría geocéntrica conocida ahora como sistema
ptolemaico.

El sistema de Ptolomeo se basaba en un deferente y epiciclo.

El epiciclo que, a su vez, se mueve a lo largo de un círculo más grande llamado


deferente. Ambos círculos giran en el sentido de las manecillas del reloj y son más o
menos paralelos al plano de la órbita del Sol (eclíptica). A pesar de que el sistema se
consideraba geocéntrico, el movimiento de los planetas no estaba centrado en la
Tierra sino en lo que se llama el excéntrico. Las órbitas de los planetas en este sistema
describen curvas epitrocoides.
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El epiciclo gira y rota a lo largo del deferente con un movimiento uniforme. Sin
embargo, Ptolomeo encontró que la razón a la que el deferente giraba no era
constante a menos que fuera medida desde otro punto localizado a la misma distancia
de la excéntrica, al que llamó ecuante. Y lo que era constante era la razón angular a la
que el deferente se movía alrededor del ecuante. Fue el uso de ese ecuante lo que
distinguía al sistema ptolemaico.

Ptolomeo no predijo los tamaños relativos de los deferentes planetarios en el


Almagesto. Todos sus cálculos se realizaron con respecto a un deferente normalizado.
Esto no quiere decir que creyese que los planetas eran todos equidistantes. Hizo una
conjetura y un ordenamiento de los planetas. Más tarde, calculó sus distancias en
Planetary Hypotheses.

Para los planetas exteriores, el planeta típicamente se mueve a través del cielo
nocturno más lentamente que las estrellas. Cada noche, el planeta aparecería
"desfasado" un poco por detrás de las estrellas próximas, en lo que se llama
movimiento progrado. Ocasionalmente, cerca de la oposición, el planeta parece
moverse a través del cielo nocturno más rápido que las estrellas, en el llamado
movimiento retrógrado. El modelo ptolemaico, en parte, buscó explicar este
comportamiento.

Los planetas interiores se observan siempre cerca del Sol, apareciendo poco
antes del amanecer o poco después de la puesta del sol. Para solucionar esto, el
modelo de Ptolomeo fijó el movimiento de Mercurio y de Venus para que la línea
desde los puntos ecuantes al centro del epiciclo fuera siempre paralela a la línea
Tierra-Sol.

Copérnico y la revolución astronómica


La Revolución de Copérnico es el título con el que suele conocerse a la revolución
científica que se produce en Europa Occidental, representada en la astronomía por el
paso del tradicional sistema ptolemaico geocéntrico al innovador sistema copernicano
heliocéntrico, iniciada en el siglo XVI por Nicolás Copérnico (cuya obra De
revolutionibus, no alude al tradicional concepto de revolución, sino al de ciclo o
trayectoria circular de los cuerpos celestes) y culminada en el siglo XVII por Isaac
Newton. En gran parte como consecuencia de esta revolución, el panorama intelectual
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de finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII se considera la crisis de la conciencia
europea y abrirá el siglo XVIII como siglo de las luces o de la Ilustración.

La expresión revolución copernicana o giro copernicano ha pasado a ser popularmente


sinónimo de cambio radical en cualquier ámbito.

La teoría de Copérnico establecía que la Tierra giraba sobre sí misma una vez al día, y
que una vez al año daba una vuelta completa alrededor del Sol. Además, afirmaba que
la Tierra, en su movimiento rotatorio, se inclinaba sobre su eje (como un trompo).

Sin embargo, aún mantenía algunos principios de la antigua cosmología, como la idea
de las esferas dentro de las cuales se encontraban los planetas y la esfera exterior
donde estaban inmóviles las estrellas.

Tycho brae

El método del paralaje para medir la distancia a que se encuentran las estrellas se


ilustra en la figura A y en la animación de más abajo. Este método consiste en
determinar el ángulo que forman las visuales con que se ve un objeto, una estrella en
este caso, desde dos posiciones distantes, por ejemplo desde dos puntos opuestos de
la órbita de la Tierra en torno al Sol. El ángulo de paralaje es la mitad de ese ángulo.
Una forma de determinar el paralaje es observar sobre qué punto de la esfera de las
estrellas fijas se ve la proyección de la estrella. Cuando se emplea este método para
determinar la distancia de objetos celestes es conveniente utilizar otra unidad: el
parsec, abreviatura de parallax second. Un parsec es igual a 3,2616 años luz, que es la
distancia a la que se encuentra la Estrella Polar.

Si el objeto observado está suficientemente cerca (por ejemplo Marte) se puede


determinar toda su trayectoria con gran precisión. En la primera parte de la animación
que vemos al final de estas líneas hemos considerado un planeta cercano. En cambio
en la segunda parte se ha duplicado la distancia al objeto, con lo cual el efecto de la
paralaje se ha reducido a la mitad. Si el objeto está muy lejos, la paralaje es muy
pequeña. Esto es, justamente, lo que les pasó a los griegos con las estrellas. Como
estaban mucho más lejos de lo que ellos creían, su paralaje era tan pequeño que no
pudieron detectarlo. Creyeron por ello que eran inmóviles.
Santiago Picardi

Modelo de Universo de Tycho Brahe

Tycho Brahe propuso un modelo en el que la Tierra estaba en el centro del Universo,
pero con los planetas girando en torno al Sol. Era un sistema mucho más complicado
que el de Copérnico, por lo cual no llegó a prosperar. Fue el último intento de
mantener la idea de la Tierra en el centro del Universo. Pero en este punto dejaremos
a Tycho Brahe, pues entra en escena otro de los grandes astrónomos: Johannes Kepler,
que conocerá a Tycho Brahe y concederá sus observaciones, un valor universal.

Johannes Kepler
Un elipse es una curva cerrada con dos ejes de simetría que resulta al cortar la
superficie de un cono por un plano oblicuo al eje de simetría con ángulo mayor que el
de la generatriz respecto del eje de revolución.2 Una elipse que gira alrededor de su
eje menor genera un esferoide achatado, mientras que una elipse que gira alrededor
de su eje principal genera un esferoide alargado. La elipse es también la imagen afín de
una circunferencia.

La elipse, como curva geométrica, fue estudiada por Menecmo, investigada por
Euclides, y su nombre se atribuye a Apolonio de Pérgamo. El foco y la directriz de la
sección cónica de una elipse fueron estudiadas por Pappus. En 1602, Kepler creía que
la órbita de Marte era ovalada, aunque más tarde descubrió que se trataba de una
elipse con el Sol en un foco.

Todos los planetas se mueven en órbitas elípticas, en las que el Sol está situado en uno
de los focos.» Y una elipse es una curva cerrada y plana en la que todos sus puntos
están una suma constante de la distancia a dos puntos fijos llamados «focos». Esta ley
se aplica no solo a los «planetas» sino a cualquier otro objeto (asteroide, satélite, nave
espacial…) que orbite alrededor de un gran cuerpo.
Santiago Picardi

Galileo Galilei
Galileo Galilei fue un astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y físico italiano,
relacionado estrechamente con la revolución científica.

Pruebas de Galileo

Montañas en la Luna. Fue el primer descubrimiento de Galileo con ayuda del


telescopio, publicado en el Sidereus nuncius en 1610. Con él refuta la tesis aristotélica
de que los cielos son perfectos, y en particular la Luna una esfera lisa e inmutable.
Frente a eso, Galileo presenta numerosos dibujos de sus observaciones, e incluso
estimaciones de la altura de montañas, si bien errados por realizar estimaciones
incorrectas de la distancia de la Luna.

Nuevas estrellas. Fue el segundo descubrimiento de Galileo, también publicado en el


Sidereus nuncius. Observó que el número de estrellas visibles con el telescopio se
duplicaba. Además, no aumentaban de tamaño, cosa que sí ocurría con los planetas, el
Sol y la Luna. Esta imposibilidad de aumentar el tamaño era una prueba de la hipótesis
de Copérnico sobre la existencia de un enorme hueco entre Saturno y las estrellas fijas.
Esta prueba refutaba el mejor argumento a favor de la teoría geocéntrica, que es que,
de ser cierta la teoría copernicana, debería observarse la paralaje, o diferencia de
posiciones de las estrellas dependiendo del lugar de la Tierra en su órbita. Así, debido a
la enorme lejanía de las mismas en relación al tamaño de la órbita, no era posible
apreciar dicho paralaje.

Satélites de Júpiter. Probablemente el descubrimiento más famoso de Galileo. Lo


realizó el 7 de enero de 161023 y provocó una conmoción en toda Europa. Cristóbal
Clavio, astrónomo del Colegio Romano de los jesuitas, afirmó: «Todo el sistema de los
cielos ha quedado destruido y debe arreglarse». Era una importante prueba de que no
todos los cuerpos celestes giraban en torno a la Tierra, pues ahí había cuatro planetas
(en la concepción de planetas que entonces se concebía, que incluía la Luna y el Sol)
que lo hacían en torno a Júpiter.

Manchas solares (primera prueba). Otro descubrimiento que refutaba la perfección de


los cielos fue la observación de manchas en el Sol que tuvo lugar a finales de 1610 en
Roma, si bien demoró su publicación hasta 1612. El jesuita Christoph Scheiner, bajo el
pseudónimo de Padre Apelles, se atribuye su descubrimiento e inicia una agria
polémica argumentando que son planetoides que están entre el Sol y la Tierra. Por el
contrario, Galileo demuestra, con la ayuda de la teoría matemática de los versenos,
que están en la superficie del Sol. Además, hace otro importante descubrimiento al
mostrar que el Sol está en rotación, lo que sugiere que también la Tierra podría
estarlo.
Santiago Picardi

Predicciones sobre la observación de Venus

Las fases de Venus. Esta prueba es un magnífico ejemplo de aplicación del método
científico que Galileo usó por primera vez. La observación la hizo en 1610, aunque
demoró su publicación hasta El Ensayador, aparecido en 1623, si bien para asegurar su
autoría hizo circular un criptograma, anunciándolo de forma cifrada. Observó las fases,
junto a una variación de tamaño, que son solo compatibles con el hecho de que Venus
gire alrededor del Sol, ya que presenta su menor tamaño cuando se encuentra en fase
llena y el mayor, cuando se encuentra en la nueva; es decir, cuando está entre el Sol y
la Tierra. Esta prueba refuta completamente el sistema de Ptolomeo, que se volvió
insostenible. A los jesuitas del Colegio Romano solo les quedaba la opción de aceptar
el sistema copernicano o buscar otra alternativa, lo que hicieron refugiándose en el
sistema de Tycho Brahe, dándole una acepción que hasta entonces nunca había
tenido.

Argumento de las mareas

Argumento de las mareas. Presentada en la cuarta jornada de los Diálogos sobre los
dos máximos sistemas del mundo. Es un argumento brillante y propio del genio de
Galileo, pero es el único de los que presenta que estaba equivocado. Según Galileo, la
rotación de la Tierra, al moverse esta en su traslación alrededor del Sol, hace que los
puntos situados en la superficie de la Tierra sufran aceleraciones y deceleraciones cada
12 horas, que serían las causantes de las mareas. En esencia, el argumento es correcto,
y esta fuerza existe en realidad, si bien su intensidad es muchísimo menor que la que
Galileo calcula, y no es la causa de las mareas. El error proviene del desconocimiento
de datos importantes como la distancia al Sol y la velocidad de la Tierra. Si bien estaba
equivocado, Galileo desacreditó completamente la teoría del origen lunar de estas
fuerzas por falta de explicación de su naturaleza, y del problema de explicación de la
marea alta cuando la Luna está en sentido contrario, pues alega que la fuerza sería
atractiva y repulsiva a la vez. Sería necesario esperar hasta Newton para resolver esta
cuestión, no solo explicando el origen de la fuerza, sino también el cálculo diferencial
para explicar el doble abultamiento. Pero, aun equivocada, situada en su contexto, la
tesis de Galileo presentaba menos problemas y era más plausible en su explicación de
las mareas.

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