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VIBRANTES

Ensayo dramatúrgico de

Pablo Tatés

ESCENA UNO

Si lo vas a hacer ahora, primero sacúdete mi tierra de tu cuerpo. Si vas a tocar mi lengua,
suelta esa tierra, no pretendas tapar con ella mis oídos. ¿Por qué no me dejas sentir la
humedad de tu cuerpo en mi boca? ¿Me escuchaste? Sí, ya te lo he dicho miles de veces: los
anillos que llevas en tu abdomen, de dragón, son míos.

Yo soy la mujer que adora tu cámara de fotos. Te gustan las fotos porque con ellas le arrebatas
la voz a las personas ¡Ah!, pero no contaste con que yo traigo voces de otras dimensiones,
¡están aquí, en mi cabeza!, se hacen tos en mi garganta, pero yo las escucho, son
conversaciones inaudibles en el momento de disparar la foto: escucho peleas, escucho
declaraciones de amor, escucho bromas mal hechas.

Si te vas a meter por mi boca, deja que mi saliva te queme la piel, deja que mis labios aprieten
tus venas hinchadas por la sangre que empuja tu corazón. ¡Cobarde que no me oyes cuando
digo libertad!

Déjame escuchar como corre tu semilla, límpiame aquí, límpiame de la política, límpiame de la
violencia, límpiame de mi cuerpo mutilado, límpiame de las deudas, de los acosos, de los
insultos, de las veces que me señalaron como “puta”, límpiame de las violaciones. ¿Ves estas
cicatrices? ¿Ves mi piel rota?

Yo matizo los colores de tu piel, nos detenemos en blanco y negro, nos ocultamos en el
guardapelo que cuelgas sobre tu corazón enfermo. Tienes el corazón de azúcar, tengo el
corazón de chocolate, ¿ahora entiendes porque somos adictos?

¡Ven!, antes de que te vayas masticando tus propias palabras, antes de que mis ojos rueden de
sus cuencas, juguemos a ser serpientes, arrástrate por el piso, mudemos esta piel inútil. Besa
ese lugar sobre el que te pregunto que si se llama G.

Rodéame con tus brazos y encuentra las lunas que giran alrededor de mi poética. Cuando
pongas tu aliento en mi cuello, no olvides decirme que seremos aves. Simularé que no te
escucho. Yo siempre tendré para ti una mirada inocente. ¡Ven!, toca las puertas de mi lugar
sagrado, yo estaré del otro lado, susurrando desde otras dimensiones y apenas te vea entrar,
correré a verte, con el cuerpo estremecido a tomarte de la mano.

Orgía. O-r-g-í-a. Orgía. O-r-g-í-a. Orgía. O-r-g-í-a. Orgía. O-r-g-í-a. Orgía. O-r-g-í-a. Orgía.

Orgasmo. O-r-g-a-s-m-o. Orgasmo. O-r-g-a-s-m-o. Orgasmo. O-r-g-a-s-m-o.

ESCENA DOS

Estallemos. ¿Escuchas ese zumbido? ¿Escuchas mi zumbido? Ya no puedo pensar en el mundo,


el mundo ya no puede pensar en mí, ¿me escuchas?, ¡soy libre!, no estoy en boca de nadie. No
quiero la violencia de otro hombre. Somos pájaros sumergidos en nuestros deseos. Deja que
mi cuerpo húmedo se atragante con tus venas hinchadas. Me encanta que llegues ahí, que me
sientas, que me anheles, que te entregues y que me entregue. Sobrevivimos sobre los pedazos
de una estructura caduca que educa pendejos: hombres diseñados para tan solo 15 minutos.
Hombres que temen ser auscultados en el interior de sus braguetas, miedosos de entrar en el
urinario público. Ya no sembramos en la tierra. Enciende tu radar, saca tu agenda:

Lunes: Mis muslos sienten la tibieza de tus piernas que me acunan para salvarme del frío.
Nuestros pies se mueven en la oscuridad de la cama buscando abrazarse como dos andinistas
en la cumbre.

Martes: En mi cuello nace la alegría producto de la reacción química que me deja tu saliva.

Miércoles: Te soñé, justo así, trastrocando tu lengua para convertirte en el amanecer que me
propone reírme a carcajadas.

Jueves: Ordeno mis deseos, armo citas, planifico la ternura, ideo formas de abrazar y
sonrojarme.

Viernes: Paseo mi piel redonda con la complicidad de la toalla húmeda.

Sábado: Hoy te hablaré de mí, una vez más te pediré que pinches esa burbuja ácida desde la
que simulas traspasarme con la mirada.

Domingo: Día de misa, día de ceremonia, día para que me digas que has logrado encontrar en
una tilde a tu cuerpo, emociones y alma juntos.

El hada que cuelga sobre mi cama se cansó de atrapar sueños. Gira cuando nos ve desde
arriba, abrazados como dos palabras que no tienen traducción en ningún idioma. Cuando te
vas, el hada me libera sueños, libera mi cuerpo, que sale como un animal poseído por los
primeros pasos que la muerte da hacia él.

Mira estas dos lunas que abandonan mi cama, mira los lunares migrantes que se pasean hasta
la ducha. Durante el receso ve a comprar un boleto para que viajes conmigo a una laguna que
nos devuelve el equilibrio. Desde acá te veo como un volcán que es abrazado por corrientes
marinas en las que viajan animales míticos.

Mira estos hilos sueltos. Soy tejedora y me robo tus hilos sueltos para fabricar cometas en las
que elevo mis deseos. Las vuelo con mis piernas ligeras, que ahora te invitan a salir de estas
cuatro paredes sin puerta. Te tengo un regalo, son mis labios, ves, hoy te arropo con este aire
caliente que tú mismo empujas cuando pretendes cantarme alguna canción antigua.

Me enamoré. Te quiero en esta espiral, podemos girar en distintos niveles y siempre vamos a
vernos. Yo me quedo con el día en que bailé en la sala, con una camiseta como vestido de
coctel, y tú, estabas ahí, sonreías, te veías tan feliz contemplándome. Tú quédate con el día
aquel en que nos conocimos, en que sentimos la alegría de romper nuestras dudas, en que
sentimos que era posible soñarnos como amantes.

Necesitamos mantener los ventiladores apagados. Necesitaos arrugar juegos de sábanas de


moteles baratos, obligando al personal de limpieza, a imaginar entre risas y sonrojos, nuestros
cuerpos intentando ser inmateriales e ir hasta Saturno. Imagina a la mujer de la limpieza,
recogiendo con cuidado las sábanas que por horas fueron nuestras, dejándose llevar por un
arrebato, que le lleva a absorber algo de nuestra humedad, buscando calmar la sed que su
violento marido le deja con cada insulto, con cada silencio cuidadosamente ensayado y con
golpe cerrado.
La radiografía ensangrentada del hombre que amo. La amnesia que no le permite recordar el
amor que sostiene en las manos.

Tengo un amante. No te diré nada de él. Encélate. Tú eres hombre, todos ustedes saben cómo
hacerlo. Tal vez la tenga más grande que tú. Tal vez con él grite como una bruja. Tal vez no
deje de mencionar su nombre mientras me lo hace. Tal vez estás tocando el calor que él me
dejó. Tal vez he dejado de contarte mis cosas. Es posible que no haya pasado nada. Es posible
que no me guste tanto como tú. Quizá con ellos me ría tanto, tanto. Quizá tenga dos amantes.
Quizá conozcas a uno de ellos. Imagina todo. I-m-a-g-i-n-a.

ESCENA TRES

1. El tiempo y el espacio te confunden entre los átomos


2. Tu rencor desquitándose con el silencio de mis miedos
3. Tu abandono cuando más te necesitaba a mi lado
4. Un historia de violencia retratada en fotos familiares
5. Un hombre que pone mis maletas en el minutero del reloj
6. Mi madre metida en mi cuerpo
7. Una serpiente acariciándome antes de mudarme la piel
8. Nadie que detenga la aguja que se mete por mi abdomen
9. La comida con sabor a quimioterapia
10. Yo reflejada en la nada

En esta foto aparecemos juntos. A ti no te gustan las vinchas, ni los moños, mucho peor los
peinados complicados, no quieres ir por la calle con una de esas niñas que hicieron la primera
comunión ni con esas mujeres que viven para adorar a sus maridos. Detesto a las que adoran a
los maridos. No te vayas. Explícame por qué detesto a las mal casadas, a las que ponen
cuernos a escondidas, a las que simulan poner las rodillas cada domingo en los tablones de la
iglesia. Cuéntamelo antes de que abordes el último bus. Llévate este mechón de cabello, lo
tenía guardado en el armario en el cual colecciono las cosas lindas, las cosas con las que
confieso que amo. Ten este mechón. No puedo creer en todos los años que te estaba
esperando.

ESCENA FINAL

Aquí está la energía de mi amor. Te hago un compromiso: sabrás la verdad. No temas, no


quites tus manos mojadas, déjalas sudar. En las líneas de mi destino es justo temblar. Mi
verdad es que eres un niño malcriado, g-o-l-o-s-o.

Nos queremos libres, no tienes que rebuscar, en las arrugas de mi ropa, zurcidos que no
existen. No, eso lo hacen las beatas, los monógamos, los machos, los antifeministas, los
violentos, las celópatas, los celópatas, los taxistas que callan y son cómplices de quienes
matan, y hasta los curas y monjas que no reprimen sus deseos ante Cristo. Estas son solo
arrugas, que con tu saliva se borran.

Si quieres ser libre desenvuelve este espejo, ¡ah!, ¡no!, ¡no se te ocurra empañarlo con tu
aliento de cebolla! No pretendas pensar en trucos. El espejo existe y no puedes hacer nada
para recuperar tu reflejo de él.

Si quieres mi cuerpo limpio admite mi verdad. Es urgente como mi deseo. Estremecedor como
el primer instante de una penetración.
Compremos una cama gigante con sábanas siempre blancas, para que los trucos del amor sean
discretos y solo la sangre tenga el privilegio de ser escandalosa. Tiene que ser redonda, que no
existan puntos cardinales, en ella hablaremos sobre como saciar la sed y el hambre,
hablaremos de política, apreciaremos todas las formas de arte, celebraremos cumpleaños.
Habrá pasión. Siempre tendremos ese espacio de calma, de sosiego, en el cual podamos decir
sin tabúes ni censuras que somos bellos.

Te elegí porque estás dentro de todo lo probable que se puede conseguir. Alguien tan grande
dentro de mi dejaría puras expectativas que muy pocos hombres las pueden llenar. Me gustas
azul, transparente, adoro esa forma de pensar que pasa suave por cualquier enredo de
palabras, amo tu sensibilidad esculpida para tocar puntos que ni siquiera yo conozco. Soñé que
podías hablar. Salía una voz de tu interior, ¡ja, ja, ja! No recuerdo qué me decías, me hablabas
mientras yo leía una revista insulsa. No te hagas ilusiones: ahora soy yo quien te manipula y
guarda con celo en el armario. No te sientas perfecto. Me duelen los brazos cuando tengo que
cargarte como a un niño. ¿Sabes algo? Todos los hombres que he conocido te tienen envidia,
levantas celos. Si tuvieras corazón y pulmones, diría que eres mi hombre, el único, capaz de
generar impotencia en los idiotas que alguna vez me insultaron.

Antes de irnos a dormir, deja los platos sucios, no los laves, no dejes que sientan ausencias. Al
menos ellos tienen sobras, a las cuales confesar el ardor de sus pechos, y no abandonos.
Deberían eliminar la cocina. No quiero pertenecer a nadie. Nunca más. ¿Me tomas de la
mano? Odio cuando se termina el gas y cuando hay que usar otra vez las ollas que acabo de
secar. Lava mis mejillas con tus besos. El otro día intenté hornear un pastel. No me odies.
Obtuve una masa amorfa que fue a parar la basura. Hay algo que no puedo negociar: si no te
comes lo que te cociné, puedes irte.

TELÓN

6 de junio del 2022

(06-06-2022)

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