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ROSA

Monólogo teatral de
Pablo Tatés Anangonó

Sonido de lluvia y truenos. Suena de fondo el tema ‘Don’t Cry, Baby’


de Aretha Franklin. Rosa está de pie bajo la lluvia.

-Pagar el bus, desembarcar y subir por la puerta trasera. Pagar el bus,


desembarcar y subir por la puerta trasera, así me lo explicó James Blake esa
tarde de invierno de 1943.

James no abrió la puerta trasera luego de pagar mi pasaje.

Sonido de un bus alejándose, ella corre tras el.

¡Ey!, maldito James, pagué mi pasaje, ¡detente!

Tendré que caminar durante toda la noche para llegar a mi destino. ¿Qué miran?
¿No han visto a una anciana negra enojada? El señor Parks deberá servirse la
comida él solo. Espero que no me reciba de mal humor por llegar tarde.

Suena de fondo el tema ‘Stand By Me’, de Otis Redding mientras ella


camina y baila. Llega a su casa y se sienta a la máquina de coser.

Ese día ni siquiera tenía la certeza de que iba a sobrevivir. Fue un… 1 de
diciembre de 1955. Señor Parks, ¿recuerda usted hacia dónde me dirigía?, ¿hacia
dónde caminaba?, ¿qué rumbo teníamos todos los negros que caminábamos en
Montgomery?, ¿qué rumbo tenemos ahora? ¡Señor Parks!, ¡Señor Parks! Ya no
me escucha. ¡A Dios… el señor Parks está muerto! Dios mío, cómo puede haberlo
olvidado…

¡James!, ¡el maldito de James debe saber a dónde me dirigía aquel día!, él
manejaba el bus, es lo más lógico, él me había seguido la pista por mucho
tiempo, sabía a qué hora salía de casa en la mañana, a qué hora esperaba su bus,
en qué paraba me bajaba.

Marca el número en el teléfono.

Señorita, comuníqueme con James Blake, ¿cómo que quién es?, ¿qué pedazo de
ignorante es usted?, ¿cómo que no conoce usted a un héroe nacional?, ¿cómo es
que usted no recuerda al hombre que defendió los principios del orden supremo
universal, la supremacía blanca? Para su información en aquella tarde de 1955,
James Blake detuvo el bus que conducía, sí señorita, de la misma compañía de
buses de la que usted es hoy recepcionista. Había problemas en ese bus que él
debía resolver, cuestiones que atentaban a la moral, a las buenas costumbres y
hasta a los ojos de Dios, figúrese, habían tres pasajeros blancos viajando de pie
en su unidad. Entonces James recibió la luz celestial de los pasajeros blancos
que lo apoyaban, dejó el volante, caminó por el pasillo hasta la sección de negros
de su bus, llegó hasta allá como un Cristo que desciende a los infiernos y ahí, en
medio de esa oscuridad, dijo con la voz propia de un héroe: “¡haber negro,
levántate, cédele el asiento a este ciudadano!” Expuso su vida ante esas bestias,
pero hubo una mujer… una mujer que tras unos lentes delgados… unos lentes
delgados… y yo para qué pierdo mi tiempo contándole todo esto.

Cierra de golpe el teléfono

¿Pero a dónde iba yo ese día en Montgomery?

¡La estación de Policía! Ellos me arrestaron en aquella tarde de diciembre de


1955. Ellos sabían mucho de nosotros, todo el tiempo empujándonos de un lado
a otro. Es más que seguro que en el interrogatorio me preguntaron a dónde iba,
qué hacía, qué comía, en fin.

Marca a la estación de Policía

Aló, comuníqueme con el oficial Jim Crow. ¿Cómo que ahí no trabaja ningún
oficial Crow? Revise bien señorita, revise. Crow debe ser el oficial del policía más
brillante que hay. Él diseñó un método que mantendría a la barbarie lejos,
ideó instrucciones precisas de cómo usar correctamente el transporte en tiempos
de modernidad, sí señorita, mire lo bien que lo hizo, este es su credo.

1-Las cuatro primeras filas de asientos de cada bus de Montgomery están


reservadas exclusivamente para la población blanca.
2- Todos los buses deberán tener una sección “de color” para los negros, está
sección deberá estar en la parte trasera del autobús.
3-Las secciones deben estar claramente señalizadas.
4-Los negros pueden sentarse en las filas del medio, pero si se necesita más
asientos para los blancos los negros tienen que pasarse a los asientos en la parte
trasera. En caso de no haber asientos vacíos, los negros están obligados a viajar
de pie.
5-En caso de no haber lugar, los negros deben abandonar el bus.
6-Los negros no pueden sentarse en el pasillo, en una misma fila de asientos
reservados para blancos.
7-El conductor tiene la libertad de mover el signo que indica cuál es la sección de
color o eliminarla por completo.
8- Si hay blancos sentados en la parte delantera, los negros deberán pagar su
pasaje en la parte delantera, desembarcar del bus y subir por la puerta trasera.

¿No le parece magnífico?, a Crow no se le escapó un solo detalle, deberían


aplicarlo hoy en día, ¿no le parece una idea brillante?... ¿de qué me está
hablando?, tan solo piense en sus hijos, Crow estaba velando por la seguridad de
sus hijos… Hace cuánto pasó eso…

Cuelga conmocionada

Crow también está muerto, cómo es que no lo supe, o acaso… lo olvidé en


algún… Tal vez fue la revuelta… miles de negros en las calles Montgomery
caminado, ¿por qué caminábamos tanto?, ¿hacia dónde íbamos?

La memoria me falla pero por fortuna aun logro diferenciar una aguja de un
hilo, un pantalón de una camisa, una bufanda de un sombrero. No sabré
diferenciar una media derecha de una media izquierda, pero ahora me pregunto:
¿para qué sirve la memoria?, ¿qué sentido tiene recordar bien las cosas?

ACTO II

Apagón. Suena de fondo el tema ‘It´s a Man’s Man’s Man’s Word’ de


James Bronw. Se escucha las sirenas de la Policía, la luz se enciende,
Rosa sostiene el letrero con el número que les dan a los detenidos. Su
casa se transforma en la sala de interrogatorio de la estación de
Policía. Responde a las preguntas que le hacen.

Ya le dije que no tengo memoria, no recuerdo nada. No sabría decirle quienes


son los cabecillas de la protesta que se armó en Montgomery.

Voz en off que le pregunta: ¿quién es este maldito negro?

¡Claro que recuerdo a Alonso de Illescas! Le aseguro que los 14 millones de


personas de ese país casi no tienen memoria de él. ¿Qué cómo estoy tan segura?
Pregunte a la Corona Española, ellos intentaron borrarlo. Él era un manchón en
la blanca página del saqueo.
Ahora me imagino a Illescas, no el negro, sino el blanco, al que le dio el apellido
al negro, trato de imaginar su reacción el día en que el negro se fugó.

Aparece Alonso de Illescas, el español

¡Ostia!, ¡macho!, ¡jolines!, Alonso, necesito que vayáis a descargar las mulas,
Alonso, me escuchasteis Alonso.

Alonso de Illescas, el español, encuentra una carta.

¡Oh! Alonso negro ha dejado una carta para Alonso blanco: “Querido don
Illescas: pues que he decidido largaos, he contactado con otros negros y vamos
para la selva, a vivir en un palenque. Nunca volveremos a ser esclavos de
vosotros”. ¡Jolines! , así me paga este negro que le haya enseñado a leer, ¡joder!

Rosa

La Corona Española intentó negociar con él para construir una carretera que
una Quito con Esmeraldas, ¡ja, ja, ja!, pero negro que llegaba a trabajar en la
carretera terminaba fugándose para el quilombo y no hubo tal carretera, ¡ja, ja!
Por eso a Illescas intentaron borrarlo, pero no entienden que para hacerlo
tendrían que tumbar hasta el último árbol de la selva de Esmeraldas, ahí está
impregnada su memoria, en cada árbol que los negros libres usaban. El fue líder,
cabecilla como usted dice.

¿Dónde está? Si lo supiera nunca se lo diría.

Voz en off: ¿y esta otra negra, quién es?

Ella protagonizó una verdadera historia de amor. Nació en Jamaica y se enamoró


de un negro llamado Francois. Ellos permanecieron juntos hasta que un par de
empresarios ingleses llegaron a Jamaica.

El contratista

Black, tú venir conmigo a ecuadorian, vamos a construir trencito chucu chucu, a


cambio… a cambio… eh, tener buen trato.

Rosa
Francois decidió venir con la promesa de regresar a los brazos de Anahí Spencer.
Pero a los pocos meses Anahí decidió seguirlo, se disfrazó de hombre y se embarcó
para llegar al continente, se metió en un barco junto a más de 200 hombres y pasó
los sustos y las penurias que significaba hacerse a la mar con un barco
sobrecargado. Muchos barcos no llegaron a su destino, se hundieron sin que a
nadie le importe.

Pero ella llegó y se hizo pasar por un trabajador más, conoció el maltrato de los
ingleses, que hacían trabajar a los negros en jornadas largas y encima en
condiciones peligrosas, los negros morían a diario aplastados por una roca en los
constantes derrumbes de las montañas andinas.

Anahí logró reunirse con su amado Francois y aquella naturaleza que se mostraba
indomable fue testigo de ese reencuentro apasionado. Pero la felicidad duró muy
poco…

El contratista

Oye tú, negro ¿cómo te llamas? ¡Francois!, te toca, ve con esta dinamita y vuela esa
roca, si corres rápido no quedarás sin brazos ni piernas como el resto, no seas
miedoso, ve para allá.

Se escucha la detonación

El contratista

¡Mmm!, una lástima era uno de los pocos negros que aguantaba trabajar las 18
horas diarias.

Rosa

Anahí canalizó su dolor revelándose. Los negros quedaron sorprendidos al ver que,
aquel compañero que trabajaba igual que ellos, era en realidad una mujer. No
dudaron en seguirla en sus planes y paralizaron la obra en señal de protesta, con
Anahí a la cabeza, armada con esos tacos de dinamita que le habían quitado a su
amor. La insurrección no duro mucho. Los ingleses mandaron a traer al Ejército y
ella fue una de las primeras en caer en la revuelta, murieron cientos, cientos de
negros sublevados, justo en el sector que hoy se conoce como la Nariz de Diablo.
Ahí mismo enterraron sus cadáveres, bajo las líneas de ferrocarril.

Le digo que ella está muerta, no sé nada, no sé quiénes organizaron la protesta en


Montgomery.
Voz en off: ¿quién es esta?

Sí, la recuerdo. Ella fue cómplice de una gran heroína que se llamó Jonatás. ¡Ja,
ja, ja! Es que usted leyó la historia oficial, pero yo conocí de primera mano lo que
no se contó. ¡Sí, es cierto!, Manuela y Jonatás se conocieron en la hacienda
de Catahuango cuando eran niñas. Se hicieron amigas y Manuela le enseño a
leer y escribirá Jonatás.
Don Simón Bolívar no solo le puso el ojo a Manuela, le puso el ojo y la bala
a Jonatás, Bolívar sabía que necesitaba la ayuda de los negros en sus batallas.
¡Ja, ja! Luego de que un letrado como Alfonso de Illescas falleció, otros le
sucedieron en el liderazgo de los quilombos y la primera mujer en liderarlos
fue Jonatás Mina.
Bolívar
Pero cónchale, vale chica, ¿qué te cuesta ayudarme?, yo sé que los cimarrones
que tú lideras en la selva no quieren venir a las Batallas de Independencia, pero
chica, ayúdame con los que están trabajando acá en las haciendas. Mira chica, te
juro por esta, que cuando triunfemos decreto que sean libres.

Rosa

Usted conoce la historia, luego de las Guerras de Independencia la situación no


cambió mucho.

Voz en off: ¿y esta negra?, ¿por qué tiene ese traje?

Ese traje no le perteneció a Manuela, quiero decir, doña Manuela tenía


uno propio… pero ese traje era de la mariscal de campo Jonatás Mina, Antonio
José de Sucre le pidió a Bolívar que lo pensara antes de darle semejante título.
Antonio José Sucre
Mira Simón chico, ¿tú estás seguro de lo qué haces?, no chico para nada yo no
tengo nada en contra de Jonatás, mira chico que esa mujer ¡uuuuu!, valiente
chico, dirigió a esos negros en el campo de batalla, pero le estás dando el mismo
grado que tengo yo: Mariscal de Campo y mira Simón acuérdate que ella es
mujer, encima negra chico, y además tú sabes que ella no es una sencilla criada,
es una rebelde que ayuda a los negros a irse para los quilombos.

Rosa
Ja, en la historia de este país no hubo mujer más astuta.
A la muerte de Bolívar se prohibió a los criollos enseñar a las mujeres negras a
leer, pues se dijo que ellas usaban las letras para contactarse con demonios
y embrujar a los hombres. Se dijo que Jonatás embrujó a Manuela y a Bolívar, y
por supuesto a todos los hombres negros que la seguían hasta los quilombos. Se
difundió la idea de que la libertad de los negros era cuestión de brujería y luego
se hizo todo por borrarla. Se habló mucho de Manuela, pero se prohibió
mencionar a Jonatás. Pero no pudieron enterrarla, yo la recuerdo claramente,
como si fuera ayer, es muy difícil que me olvide de ella: Jonatás Mina, ese era su
nombre completo, pero ya ve, la historia no se apiadó de ella, se le mutiló el
nombre. ¿No sé dónde está ella? Ya le dije que no lo sé.

Voz en off muy enojada y violenta pregunta: ¿quién es esta? Suena de


fondo el tema ‘Obba’, de Orisha Oko.

Claro señor estoy muy orgullosa de haber sido su amiga. Estuve muy de acuerdo
con lo que ella hizo. Ella también estaba cansada. ¡No!, usted no entiende
cuando digo que estábamos cansadas. No cedí el asiento en ese bus de
Montgomery porque estaba cansada de tanta opresión, no estaba cansada de la
jornada de trabajo de ese día.

A Martina le pasó lo mismo, estaba cansada del trato que esos malditos curas le
daban en esa hacienda del Chota, por eso ella tomó la decisión de ir a Quito y
hablar con ese tipo al cual lo homenajearon dándole su nombre a una
calle: Diguja. En la hacienda de La Concepción a Martina se le daba una vida
miserable, ella era parte de 2615 esclavos que esos curas tenían.

Cuando Martina regresó a la hacienda fue castigada con 300 latigazos que le
abrieron el pecho, castigo que no le permitió trabajar por el lapso de 2 semanas.

¿Qué quiere usted de mí? ¿Por qué quiere que recuerde? Espere, los recuerdo
caminar a ellos, al igual que Martina, dejaron el campo y se iban a la ciudad a
buscar un lugar y la ciudad les envió a los cinturones de pobreza. Muchos
creían que a los negros les gustaba vivir así: sin agua, luz, teléfono, pero no era
cierto, dónde más se iba a vivir si en la ciudad se les negaba todo, nadie quería
arrendarles algo decente. Pero siempre he creído que caminaban por algo más.
¡Ja!, ¿qué dónde está ella? No lo sé, le digo que no lo sé.

Voz en off: ¿quién esta negra? Suena de fondo el tema ‘Ochun’ de


Xiomara Alfaro.
No hubo mujer más bella, valiente y guerrera que Agustina. No había hombre que
la dejara pasar inadvertida. En el siglo XVIII el esclavista llamado Miguel Gómez la
dejó embarazada, producto de una violación, en aquella época los hombres blancos
usaban y abusaban de los cuerpos de las indias y las negras.

Agustina, al igual que la mayoría de negras, desarrolló sentimientos encontrados,


por un lado el odio al maldito Gómez y por otro el amor a lo que estaba creciendo
en su vientre. Gómez le ordenó que aborte y Agustina se negó, fue torturada hasta
que perdió el bebé.

Entonces Agustina se convirtió en una feroz justiciera, fue líder de un grupo de


cimarrones que le prendía fuego a la casa de los patrones en las haciendas. Su
nombre provocaba el temor en los esclavistas y despertaba alegría y esperanza en
los esclavizados, quienes bailaban y celebraban alrededor de esas grandes
hogueras, ¡jajajaja! No sé, un buen día los incendios pararon y no se supo de ella.
Dicen que murió en paz en algún palenque, muy anciana por supuesto. ¡ja, ja, ja!,
Usted nunca dará con ella, ¡nunca!, yo moriré aquí y usted nunca dará con ella.
Primero le prendera fuego a usted.

Acto III

Rosa

Deje de preocuparse por mi memoria, mi historia ya no me pertenece, mi memoria


es de ellos, de todos los que caminaron todos los días en Montgomery, ¡sí señores!,
ellos saben perfectamente quien soy, han pasado muchos años y ya ve, sigo aquí no
me han dejado morir. ¡No puede detenerme más aquí! las memorias no pueden ser
encarceladas, es verdad que a veces olvido completamente quien soy, pero ahí
están: cientos, miles de ellos, los que no se han olvidado de mí ni de ellos.

Rosa se dirige a la salida se detiene.

Un segundo, acabo de recordar. Esa noche quería llegar a casa, eso era todo, salí de
la fábrica donde trabajaba como costurera y quería llegar a casa.

Suena de fondo el tema ‘Feeling Good’ de Nina Simone. Rosa espera la


llegada del bus, este se estaciona, ella sube paga el pasaje, baja
del autobús, sube por la puerta trasera, toma asiento y ve como suben
los pasajeros. Un hombre le pide el asiento a Rosa.
No se lo voy a dar este asiento, es mío. ¡Le digo que no!, no se atreva a ponerme un
dedo encima. ¿Qué están mirando?, este asiento es mío, yo tengo derecho a tener
un asiento.

El chofer y el pasajero se acercan a Rosa.

Ustedes no se atrevan a tocarme, les digo que no me voy a bajar, no me voy a


levantar… no lo haré porque soy una mujer con derechos, soy una ciudadana igual
a ustedes, todos somos iguales, todos tenemos los mismos derechos y yo no me
levanto, estoy cansada de que nos pisoteen. No me levanto, me quedaré aquí
sentada por mis derechos, ¡tengo derechos señores!, ¡los tengo!, y hoy los haré
respetar.

El hombre blanco y el chofer se alejan, el chofer va al teléfono de la


esquina y llama a la Policía. La Policía aparece.

Este es mi asiento es mío, tengo derecho, tengo derechos. Puedo bajar del bus yo
sola.

Rosa baja del bus y va a la comisaria, le toman las fotos de frente y de


costado.

Mi nombre es Antonio de Illescas y soy un hombre negro con dignidad y derechos.


Mi nombre es Juana Mina y soy una mujer negra con dignidad y derechos.
Mi nombre es Carlos Delgado y soy un hombre negro con dignidad y derechos
Mi nombre es Martina Carrillo y soy una mujer negra con dignidad y derechos.
Mi nombre es Agustín Carabalí y soy un hombre negro con dignidad y derechos.
Mi nombre es Juliana y soy una mujer negra con dignidad y derechos.
Mi nombre es Mohamed Alí y soy un hombre negro con dignidad y derechos.
Mi nombres Antonia Anangonó y soy una mujer negra con dignidad y derechos.
Mi nombre es Nelson Mandela y soy un hombre negro con dignidad y derechos.
Mi nombre es Jonatás Mina y soy una mujer negra con dignidad y derechos.

Mi nombre es Rosa Parks y soy una mujer negra con dignidad y derechos.

TELÓN/ mayo 2015

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