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ás agu-
dos, deSplada:dosy penefrantes de la sociedad contempo~
LA SOCIEDAD ránea- de cuantos se han hecho hasta· hoy,·y cOnstítUye la
obra fundamental de Guy Debord (1931-1994), quien a
DEL ESPECTÁCULO
·--- _,_,, ---·- ..
su vez ha sido el principa! ag~nte de un movimiento de
- agitació:1-cultural conocido como situacíonismo,. que plan-
teó algunas de las propuestas más radicales: tanto en el-te-
rreno de la política como en el de la _cultura,de las·que se
han sostenido en Europa después .de la Segunda Guerra
Mund~aLVoluntariamente alejado del.mercado de I-:1-s mo-
das intelecttiales, su obra, a pesar de haber tenido una di-
, vulgación escasa_ó irrégulai-, no ha dejado de ejercer-una
importante-aunque a ~e~essecreta o silenciada- influen-
cia _enlos debates de nuestro tiempo. Su vocacióp.de clan-
destinidad y su íntrailsigencia frente a Ios totalitarismos
le llevaron a elaborar una_teoriacríticaqlle hoy, ·en pleno
imperio de ~opolítica y culturalment_ecorrecto, ha vuel-
to a cobrar una merecida e intempestiva actualidad.
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LA SOCIEDAD
DEL ESPECTÁCULO
Guy Debord
PRE-TEXTOS
Esta obra se beneficia del apoyo del Ministerio francés de Asuntos
exteriores y del Servicio Cultura! de la Embajada de Francia en España,
en el marco del programa de Participación en !a Publicación
(P. A. P. GARCIA loRCA).
PRÓLOGO
GUADA IMPRESORES • TEL. 961 519 06o " MONTCABRER 26- 46960 ALDAJA (VALENCIA)
ESPECTROSDEL 68
Walter Benjamin
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dad de consumo de masas y de la industria del ocio asociada a adquisición de material de desecho -lo que ya· en 1959 llama-
la economía de la abundancia, la progresiva penetración del lla- ba Adorno "seudocultura" (Halbbildung),' y que hoy llamamos
mado amerlcan way of life y la generalización de los medios de "cultura-basura"- con el que rellenar su vergonzoso vacío? ¿No es
comunicación audiovisual, enfoca sus análisis hacia un modo locura luchar por tener cada vez más ratos libres si luego no sa-
de alienación de los trabajadores que ya no se centra en la ex- bemos qué hacer con ellos y necesitamos toda una industria -la
plotación durante el tiempo de trabajo (tiempo que, efectiva- del show business, el negocio del espectáculo- que nos ayude
mente, tiende a disminuir), sino que coloniza el ocio aparen- onerosamente a pasar el rato? ¿Nosería mejor vivir? Aquello que
temente liberado de la producción industrial y se pone como los sociólogos del establishment encontraban incomprensible
objetivo la expropiación del tiempo total de vida de los hom- de la sublevación de Mayo (¿por qué unos jóvenes bien ali-
bres, del cual el mercado internacional del capital extrae ahora, mentados y con un razonable poder adquisitivo se rebelan con-
nuevas plusvalías, y que impone la generación de todo un "seu- tra una sociedad que, lejos de padecer una crisis económica,
dotrabajo" (el sector terciario o de los servicios) para alimentar atraviesa un período de crecimiento sostenido y de bienestar?
el "seudoocio" del proletariado convertido en masa de consu- ¿De qué se quejan si ya lo tienen todo? ¿No son la pobreza y la
midores pasivos y satisfechos, en agregado de espectadores que miseria las causas de las revoluciones?), sólo estaba en condi-
asisten a su propia enajenación sin oponer resistencia alguna. ciones de explicarlo una teoría que, como la situacionista, ha-
Excepción hecha -y ello sólo en cierto modo- de la llamada crí- bía diagnosticado una nueva pobreza en el corazón de la abun-
tica radical de la cultura de masas en los Estados Unidos (Dwight dancia, una pobreza que la proliferación de mercandas conserva,
MacDonald había publicado en 1962 su Against the American envuelve y disimula pero no resuelve, a saber, la miseria de la
Grain), las posiciones de Debord son claramente pioneras con vida cotidiana de los trabajadores, de quienes han descubierto
respecto a lo que luego se convertirá en un tema explotado has- que su riqueza no lo es más que aparentemente y reclaman el
ta la banalidad por los intelectuales de izquierda (y de derecha, derecho a vivir y no sólo a pasar el rato, rebelándose, como los
si los hay): el despropósito que consiste en "liberar" una canti- antiguos ludditas, contra las máquinas que les expropian su
dad creciente de tiempo de trabajo que, al no poder ser em- tiempo de vida. La perplejidad de las autoridades políticas ante
pleado en ninguna actividad real (sino únicamente en la pasi- esta protesta se debía, pues, al hecho de que planteaba pro-
vidad de la contemplación del espectáculo mismo del consumo blemas que antes no se habrían calificado como "políticos", por-
masivo), necesita que la gigantesca industria del entretenimien- que el Estado y sus instituciones no eran en rigor ni su origen
to venga a llenarlo¡ los escritos situacionistas pretendían, a este ni el marco adecuado para su solución. 3
respecto, asestar un golpe a la aletargada cultura de su tiempo,
2 "Teoría de la seudocultura", trad. cast. V. Sánchez de Zavala, en Adorno y
relativamente autosatisfecha con su incipiente consumismo: ¿no
es sinrazón que nos esforcemos denodadamente en ganar tiem- Horkheimer, Socíológica, Ed_Taurus, Madrid, 1966, pp. 175-199.
3 De la relación del movimiento del 68 con el Estado, y de la filosofía po-
po a las penosas actividades laborales, y en ganar independen- lítica que de ello se sigue, me he ocupado más extensamente en un artículo
cia con respecto a nuestros inexcusables vínculos bio-fisiológi- titulado "Máquinas y Componendas", recogído en el libro Foucault y lo polí-
cos con la naturaleza, para luego destinar esas ganancias a la tico, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1999.
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Pero Debord no quería que este movimiento fuese tachado sesperación de las autoridades públicas, reivindicaba el dere-
de revolución cultural, y por ello buscó, junto con fuentes fi- cho a controlar la propia vida y abominaba de la miseria de la
losóficas para actualizar el concepto de alienación, fuentes po- cotidianidad, y que además se negaba a dejarse organizar por
líticas sobre las cuales construir la práctica revolucionaría ade- los cauces de la izquierda institucionalizada (esencialmente, el
cuada a su teoría. Y las encontró en la izquierda consejista P.C.F.)y no reconocía en los Estados de la órbita de la U.R.S.S.
alemana y holandesa y, en suma, en todas las versiones prác- foco alguno de "esperanza social", El situacionismo conoció
ticas del marxismo ajenas tanto al control de la burocracia de entonces su auténtica primavera.
la Unión Soviética como al revisionismo social-demócrata. Si
esto constituyó el factor que podría considerarse más "utópi- VANGUARDIA Y ESPECTÁCULO
co" de su perspectiva política -Debord no admite más alterna-
tiva a la sociedad vigente que el gobierno de los soviets-, tam- Y esto fue así porque, en más de un aspecto, los escritos de
bién le facilitó la lucidez temprana con respecto a la realidad Debord conservan una notable herencia de las obras de van-
de los regímenes comunistas de la órbita de la U.R.S.S., con guardia que fueron su lejano precedente. Muy al contrario de
respecto a los cuales la izquierda oficial europea (e incluso la lo que parece suceder con las obras de las "bellas artes" o con
llamada "extrema izquierda", tanto la militante como la mera- las piezas clásicas, la obra de vanguardia no se produce con la
mente intelectual) era aún tan cómplice como complaciente. intención de ser interpretada (lo que significa, en cierto mo-
Todas estas ideas cristalizaron en el documento situacionista do, contemplada por el público de sus espectadores, apreciada,
más importante, que puede considerarse el manifiesto del gru- juzgada, etc.) sino con la finalidad de producir un impacto y
po, y que contiene el grado más alto de elaboración alcanza- de agotarse en ese choque, al tiempo que rechaza cualquier
do por este programa: La sociedad del espectáculo (abreviada otra consideración y, especialmente, cualquier tipo de recep-
en lo sucesivo como ISS), aparecida en 1967. En algunas de sus ción basada en su "belleza" y asociada al "placer" o a la frui-
páginas, Debord detecta, en los movimientos juveniles de pro- ción, por una parte, así como, por otra, toda pretensión de
testa y en las controversias de las bases de las organizaciones quedar o permanecer más allá del instante de su emisión co-
políticas de la clase obrera con sus aparatos, lo que se anun- mo algo duradero, como parte de las "obras eternas" colec-
cia como un tercer asalto de la revolución proletaria (el pri- cionadas en los Museos. El efecto de ese golpe pretendía ser,
mero habrian sido las revoluciones del siglo XIX, y el segundo en el caso de las vanguardias históricas, la disolución de la
las de la primera mitad del XX), y ofrece la teoría situacionista frontera entre el arte y la vida, la realización del arte en la vi-
como auxilio a esas nuevas luchas prácticas que buscaban un da y, en suma, la eliminación del "arte" (o de la Estética) co-
modo de inteligibilidad y una forma de organización. Y, aun- mo una esfera cultural separada de la cotidianidad. Y Debord
que Debord decía también que la teoria revolucionaria debe no deja de llamar la atención sobre la solidaridad estructural
saber esperar, el caso es que sólo unos pocos meses después de las vanguardias históricas (dadaísmo y surrealismo) con el
de la aparición del libro estalló el movimiento del 68. Un mo- segundo asalto de la revolución proletaria (anarquismo y mar-
vimiento que, conforme a las previsiones de Debord y para de- xismo). Pues bien: así como, para Debord, hay una distinción
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entre aquellas obras artísticas que están desde el principio des- Pero ninguna primavera es eterna. Continuando con nuestro
tinadas a la interpretación, a la especulación o al juicio estéti- paralelismo entre el situacionismo y las vanguardias artísticas,
co -que serían las obras "clásicas" o "de las Bellas Artes", es podríamos decir esto, si las obras de vanguardia hubiesen con-
decir (siempre según Debord), las que aceptan la división de seguido el efecto pretendido, a saber, el Zusammenbruch de la
la sociedad en clases, la escisión entre los que trabajan y no institución cultural del arte como esfera separada de la vida (lo
disfrutan del producto de su trabajo y los que disfrutan del re- cual, previsiblemente debeiia haber ocurrido al mismo tiempo
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sultado del trabajo ajeno (los que interpretan, juzgan y obtie- que el desplome final y concertado del capitalismo y del Esta-
nen "placer estético")- y aquellas otras obras que se producen do), entonces, realmente, tocia interpretación estaría de más. Pe-
para terminar con esa escisión, para realizar el arte en la vida ro es el caso que ese desplome definitivo no se ba producido. Las
y abolir la separación de ambas esferas -que serían las obras consecuencias de este "fracaso" son petfectamente diagnostica-
de vanguardia o de "arte contemporáneo"-, hay también una das por Debord en lo que se refiere al arte de vanguardia, sus
distinción entre aquellos escritos teóricos que se ofrecen ya productos quedan, como el paisaje después de una batalla, a
de entrada como especulación o interpretación (las filosofías modo de restos de una guerra fallida que han perdido su razón
que se piensan a sí mismas como "interpretación del mundo'', de ser y que se perpetúan, insólitamente conservados, en aque-
en el léxico de la undécima tesis sobre Feuerbach),' y aque- lla esfera cultural separada (los museos, las galerías, las colec-
llos otros que se producen para ser puestos en práctica, es de- ciones y, en definitiva, la institución del arte) que ellos habían
cir, que se proponen la "realización de la filosofía en la histo- nacido precisamente para destruir, amparados por el entorno
ria" o la "transformación del mundo)). A esta segunda categoría que detestan, derrotados en su pretensión de realizarse en la vi-
pertenece, sin duda, la obra del mismo Debord. Él confiesa d.a, y condenados a permanecer presos y rehenes de sus ene-
haberla escrito con la única intención de molestar a la socie- migos, colaborando contra su voluntad a la legitimación del sis-
dad del espectáculo, y Mayo del 68 es una berida notable cau- tema social contra el que se levantaron en armas. De ahí la
sada a dicha sociedad que, en parte, constituye la medida de particular impresión de desnudez, orfandad y desamparo que
su éxito práctico (que es exactamente la clase de éxito al que despiertan estos objetos, que ya no quieren ser juzgados con los
Debord aspiraba). Después, tanto la filosofía como la política cánones del juicio estético -porque han descubierto que el pla-
intentaron, de los más diversos modos, responder a la crisis cer de la belleza era una coartada bajo cuyo amable velo se ocul-
abierta en el 68, pero los situacionistas se encuentran entre los taban la devastación, el exterminio, la explotación y el sufri-
pocos que pueden decir que, al contrario, fue el 68 quien res- miento-, pero que tampoco pueden ser juzgados de ninguna otra
pondió a su llamada. El 68 estuvo a la altura de los situacio- manera. ¿Qué hacer, pues, con ellos? ¿Abandonarlos a los movi-
nistas, mientras que casi todos los demás tuvieron que procu- mientos especulativos del mercado internacional del arte y al
rar ponerse a la altura del 68. azar de las subvenciones estatales 1 a la espera de que el próxi-
mo ismo con-,iga finalmente los objetivos de esa revolución siem-
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Hasta ahora los filósofos se han dedicado a interpretar el mundo; de lo que pre traicionada y siempre pendiente? Dado que han perdido to-
se trata, empero, es de transformarlo_ da su "efectividad", todo su sentido literal (son armas que ya no
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disparan, que han mostrado su fracaso en el campo de batalla, Tanto los artistas -productores de interpretables- como los her-
y que el enemigo ha reducido, para su escarnio, a la condición meneutas -productores de interpretaciones- serían revolucio-
de piezas de museo que le recuerdan su victoria, a la condi- narios fracasados que se han quedado sin empleo por quiebra
ción de "obras de arte", de inofensivas y desgastadas metáforas), de su industria, y que viven los unos del fracaso de los otros.
la única alternativa a ese abandono es aquella otra de la que tam- Porque, por otra parte, la interpretación de un fracaso no pue-
bién querían huir: la interpretación. De modo que, en esta cla- de llevar sino a un fracaso de la interpretación (razón por la
se de objetos, hay un secreto vínculo entre fracaso e interpreta- cual todas las interpretaciones de las obras de vanguardia pa-
ción: por una parte, es comprensible el deseo del artista de recen arbitrarias y retóricas, aleatorias): cuando los artistas fra-
vanguardia de que su obra no sea interpretada, pues la mera po- casan en su intento de transformar el mundo, los filósofos tam-
sibilidad de interpretación es ya el síntoma de su fracaso, por Jo bién fracasan en su intento de interpretarlo. La interpretación
cual la resistencia a la interpretación podría ser una simple re- es, ciertamente, el destino fatal de toda obra que no consigue
sistencia a reconocer los propios fracasos; si se puede leer, si se alcanzar por sí misma el sentido que su autor quería darle, pe-
puede interpretar, entonces es que no se ha realizado, es que no ro la interpretación misma está condenada al fracaso (esto es, a
se ha confundido con la vida, es que, a pesar de su afán sub- ser sustituida por -o a rivalizar indecidíblemente con- otras in-
versivo, se ha vuelto legible, interpretable, es que se ha conver- terpretaciones, a veces incompatibles o inconmensurables). Así,
tido en espectáculo, es decir, en mercancía desprovista de todo Umberto Eco relataba hace muchos años las peripecias de esa
poder transformador; y ello explica también las reticencias del frustración arquitectónica llamada Brasilia: los urbanistas que la
artista hacia la hermenéutica (que ha venido a cumplir esta fun- erigieron querían dar un sentido muy preciso a sus formas, Y
ción de intérprete: recuérdese, por ejemplo, la sonora y satírica esperaban que la historia -y, ante todo, sus usuarios- se adap-
resistencia de Marcel Duchamp contra todas las lecturas "cultu- taría a sus designios. Muy al contrario, sus formas se convirtie-
ralistas" de sus trabajos), pues siente al intérprete como cómpli- ron en grandes monumentos insignificantes que la historia se
ce de aquella sociedad que ha provocado su fracaso, aunque el encargó de llenar efectivamente de sentido 1 un sentido que re-
hermeneuta no tenga responsabilidad directa alguna en él (co- sultó ser contrario al previsto por sus diseñadores (pero cuya
mo tampoco los economistas liberales de la época de Marx te- significación final está aún por decidir). Esto es lo que les su-
nían responsabilidad directa en la represión del movimiento obre- cede a todas esas obras de vanguardia que se resisten a 1a in-
ro). El fracaso es la ratio essendi de la interpretación de las obras terpretación y se esfuerzan en ser tomadas al pie de la letra.'
de vanguardia, pero la interpretación es la ratio cognoscendi de
su fracaso. Y en este double bind sigue resonando la undécima s Lo cual ocurre también en el caso de Debord: como recuerda oportuna-
de las Tesís sobre Feuerbach, en una nueva lectura: cuando los mente Anselm Jappe, el autor de LSS fue siempre extremadamente cauto con
su obra, "una obra que no quiere ser interpretada, sino tomada al pie de la le-
filósofos se dedican a interpretar el mundo -a contemplar las tra. Durante mucho tiempo, Debord aprobó solamente aquellas lecturas de su
obras de arte- es porque han fracasado todos los intentos de pensamiento cuya rigurosa literalidad se aproximaba a la pura y simple re-
cambiarlo. Si aún hay obras de arte, ello significa que el gesto producción de sus textosH(Guy Debord, trad. cast. L. A. Bred.low, Ed. Anagra-
del artista no se ha convertido en práctica vital revolucionaria. ma, Barcelona, 1998, p. 19).
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Si en Mayo del 68 se hubiese producido en Francia la liqui- tinatarios no han aceptado la imagen del mundo (y de ellos
dación del capitalismo y la sustitución del Estado francés por mismos en ese mundo) que el emisor presuponía en sus enun-
el gobierno de los soviets, entonces LSS no tendría que ser in- ciados. Si yo pregunto a alguien "¿Has leído todos los artículos
terpretada ni seguramente releída, porque se habría realizado de Fulano?'\ estoy presuponiendo (entre otras muchas cosas)
literalmente en la práctica revolucionaria. Pero la realidad, que que Fulano ha escrito más de un artículo. Si mi interlocutor me
al principio pareció dar la razón a la teoría, no tardó mucho contesta negativa o afirmativamente, eso implica que acepta
tiempo en desviarse de e!Ja. Y esta es una afrenta que Debord mis presupuestos, y entonces el significado que yo pretendía
difícilmente perdonará a la realidad. Antes he utilizado como dar a mi enunciado queda consolidado; pero si, por el contra-
ejemplo la arquitectura -especialmente pertinente por ser un rio, la contestación es, por ejemplo: "Fulano no ha escrito ni
arte destinada a ser "llevada a la práctica" y por ser el territo- un solo artículo en toda su vida", entonces mi intención de sig-
rio preferente de intervención de los situacionistas-, y ella si- nificar como locutor habría fracasado. En el caso de LSS, el in-
gue siendo un observatorio privilegiado de esas peligrosas amis- terlocutor es sin duda "el proletariado". Lo cual, dado que De-
tades entre fracaso e interpretación. La razón fundamental por bord pronostica y diagnostica una proletarlzación del mundo,
la cual Brasilia -el significante arquitectónico "Brasilia"- no lle- significa, al menos tendencialmente 1 todos los hombres. Y, del
gó a adquirir el significado que habían pretendido darle sus di- mismo modo que los arquitectos de vanguardia suelen excu-
señadores fue, esencialmente, que aquellos que teman que lle- sarse, ante el rechazo de uno de sus edificios por parte de sus
var a la práctica ese diseño -los constructores, los financiadores, usuarios, diciendo que "no han comprendido" el sigruficado de
los usuarios- no aceptaron dicha intención significativa. En es- su obra, los teóricos revolucionarios tienen tendencia a expli-
te ejemplo se encierra otra ley más general, que no se aplica car el fracaso de sus obras aduciendo una disculpa que a ve-
solamente a la arquitectura, a las obras de arte o a las teorías ces puede convertirse en lo que los teólogos escolásticos lla-
sociales, sino a toda acción humana con sentido, y es que un man una excusatio vulpina: el proletariado es realmente como
signo sólo llega a adquirir el sigruficado que su emisor pretende yo digo que es, lo que sucede es que no lo sabe, y no por ca-
conferirle si el destinatario acepta esa pretensión (y Debord sualidad, sino porque se le mantiene deliberadamente aliena-
suscribe tácitamente esta ley cuando concibe el "consejo obre- do para impedir su organización revolucionaria; esto es tanto
ro" como una comunidad de diálogo entre iguales):' sólo el como decir: mi teoría es verdadera, es la realidad (alienada,
acuerdo de los locutores consolida y realiza un sigruficado. Así falsificada por el espectáculo, por el Capital y por el Estado)
que, cuando una de estas obras "destinadas a la práctica" y que la que es falsa y, por tanto, de lo que se trata es de modificar la
se resisten a la interpretación se convierte en pasto de esta úl- realidad hasta que se adapte a mi teoría. Modificación que re-
tima -es decir, de acuerdo con la hipótesis de Dehord, ''fraca- sulta, sin embargo, indefinidamente aplazada por el hecho de
sa"-, esto no puede significar más que el hecho de que sus des- que aquellos que habrían de realizarla están, justamente, en-
gañados, alienados y, por tanto, paralizados (como alternativa,
" A pesar de lo habermasiano de la expresión, está tomada literalmente del tendría que ser forzada por algunos dirigentes que se erigieran
mismo Debord. en representantes de la conciencia proletaria -cosa constante-
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mente rechazada por Debord, quien incluso durante Mayo del falto de imaginación como de memoria (a saber, el espectácu-
68 no se privó de enunciar el orteguiano "No es esto, no es es- lo). La teoría revolucionaria es, pues, siempre verdadera y eter-
to"-, pero eso sería manifiestamente dirigismo espectacular). namente joven, porque lo real es la revolución (1968, 1936,
Debord disolvió la Internacional Situacionista en 1972. Esta 1917, 1870) y el resto nada más que ilusión y falsedad. Desde
disolución, así como la clandestinidad, el hermetismo y la in- esta posición tan radical, el propio Debord, ese "espíritu libre"
visibilidad que eligió desde entonces como su estilo vital no que no sentía pudor a la hora de citar a d'Ors y que tradujo al
son sino modalidades de ese fenómeno que antes hemos des- francés las Coplas de Jorge Manrique, se fue convirtiendo en
crito como resistencia a la interpretación, como si Debord qui- una suerte de figura fantasmal, un espíritu exiliado del Plane-
siera escapar él mismo -y salvar a su teoría- de la ley que se ta Revolución (o del Planeta Historia) condenado a vagar por
deduce de sus propias tesis, es decir, que toda obra que fra- el desierto de una sempiternidad ahistórica en el cual su voz
casa en la práctica está condenada a convertirse en espectá- no puede más que clamar sin ecos, como un alma "revolucio-
culo (siendo la interpretación especulativa una variante, aun- naria" accidental y trágicamente unida a un cuerpo social re-
que superior, de esa espectacularización de la cultura). Debord, ' o reaccionario, en cuyos oídos "la ver-
formista, conservador
para quien la historia lo es todo, quiso salvarse a sí mismo y a dad" se desperdicia como en un saco roto. En 1967, Debord
su obra precisamente de la historia, de la contingencia de que compartía con muchos de sus contemporáneos una determi-
la historia posterior al 67 siguiera llenando su obra de un sen- nada "filosofía de la Historia" que, como él reconoce abierta-
tido distinto de aquel que él había intentado conferirle. En el mente, procede de Hegel (aunque haya sido corregida por
mismo prólogo que antecede a la versión de !,SS que ahora pre- Feuerbach y Marx, entre otros), una filosofía según la cual hay
sentamos, Debord advierte que, veinticinco años después de (o, cuando menos, debe haber) una sola Historia, la Historia
su primera edición, del libro no necesita cambiarse ni una co- Universal de la Humanidad (esa que, según el Manifiesto Co-
ma. Y añade con arrogancia: no soy de los que se corrigen. Lo munista, es la Historia de la lucha de clases); y, además, esta
primero significa que, para Debord, no ha pasado un solo mi- Historia tiene un sentido. Es verdad que, según declara explí-
nuto de bistoria desde 1967. Lo segundo que, si la realidad no citamente LSS, la Historia no tiene un fin; pero esta declaración
ha confirmado su teoría, es la realidad quien debe rectificar, no significa sino la inversión (de acuerdo con la propuesta de
no la teoría. Ambos argumentos se justifican porque, según De- Marx) de la tesis hegeliana del fin de la Historia, puesto que
bord, las épocas "revolucionarias" no son interrupciones de la para Debord la finalidad de la Historia (a saber, su propia rea-
historia sino, al contrario, las únicas en las cuales verdadera- lización en cuanto tal) es su principio: la Historia se dirige ha-
mente transcurre la historia, las únicas en las cuales la histo- cia aquel punto en el que podrá de verdad comenzar, cuando
ria es lo que es (progreso, avance), mientras que durante el los hombres -todos los hombres- puedan ser agentes, prota-
resto del tiempo -y debido tanto a las "condiciones materiales gonistas y dueños de su historia, cuando todos los hombres
de existencia" como a sus "correlatos ideológicos"- la historia tengan historia y hagan la Historia.
permanecería frenada, obstruida, detenida y congelada en un El hecho de que LSS haya tenido que sobrevivir al 68, es de-
presente íngrimo tan carente de futuro como de pasado, tan cir, no se haya realizado plenamente, puede entenderse, desde
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luego, como una consecuencia de que vivimos en tiempos po- EL GLOBO ALDEANO
co propicios a las revoluciones: la tesis de Debord según la cual
la teoría revolucionaria debe saber esperar y no pedir milagros La mayoría de nosotros, los que hemos hecho precisamente
al proletariado podría significar, entonces, una inequívoca es- aquello que Debord no quiso hacer -sobrevivir al 68--, a fuer-
peranza de que algún día volverán esos tiempos y verificarán za de firmar compromisos más o menos vergonzosos con el es-
LSS; pero puede también significar que el interlocutor al que pectáculo dominante y con el imperio de lo falso, hemos de
Debord se dirigía ya no existe (supuesto que haya existido al- volver a leer LSS sin el rencor de quienes prefieren olvidar su
guna vez), en cuyo caso el rechazo de las tesis de Debord por contenido como si nunca hubiera existido, y sin la nostalgia de
parte de los despreciables espectadores podría indicar otra cosa quienes viven en el lamento permanente por la juventud per-
distinta que la simple falsa conciencia. 7 De estas dos posibili- dida; nos enfrentamos a la ingente tarea de aprender a enve-
dades, es obvio que Debord eligió la primera: si la "realidad es- jecer con clignidad y con generosidad o, lo que viene a ser lo
tablecida" niega a Mayo del 68 su carácter de realidad (convir- mismo, tenemos que leer LSS desde nuestras heridas, que no
tiéndolo en un sueño infantil o en una pesadilla de estómagos son sino las heridas de la historia -toda generación tiene su he-
desagradecidos, en un delirio o en una travesura), y dado que rida histórica, su 1968, como la de nuestros padres tuvo su 1936
la realidad establecida es una realidad "invertida" y "falseada", o su 1945, y la de nuestros abuelos su 1917-, aunque ello sig-
la postura correcta consiste en invertir lo invertido y negarle a la nifique nuestra infidelidad a Debord al menos en estos dos pun-
realidad establecida el carácter de realidad, convertirla en un tos: primero, que sentimos que el valor de su obra no se ago-
sueño narcótico cuyo despertar es precisamente el 68 (todos los ta en el impacto que produjo en su fecha de nacimiento; y
sesenta y ochos pasados y futuros), y convertirse a sí mismo y segundo, que queremos pensar que no es cierto que todo lo
a LSS en una suerte de espectros del 68 que, aquí y allá, apare- que fracasa en su intención revolucionaria está condenado a
cen para recordarnos la posibilidad de que se reabra la herida, convertirse en canallesco espectáculo (razón por la cual, por
para mantener viva la memoria de aquello que ahora sus pro- ejemplo, podemos aún leer con provecho el Manifiesto Comu-
pios protagonistas niegan que haya sucedido alguna vez. De es- nista). Notamos, por ello, que, a pesar de haber aparecido en
ta opción de Debord hay que decir, al menos, que él la abrazó, 1967, los fenómenos que analiza LSS, las tendencias que des-
hasta el 30 de Noviembre de 1994, con un grado de coheren- cribe y los pronósticos que realiza no han hecho más que agu-
cia y de honestidad que sólo cabe calificar de ejemplar. dizarse y confirmarse en el período transcurrido desde su pri-
mera edición. En este sentido, como en otros, la lucidez de
Debord es tan sorprendente como encomiable: el lector que se
acerque por vez primera a este texto encontrará sin duda lla-
7
Se observará que, en sus Comentarios sobre la sociedad de! espectáculo, de mativo el elevadísimo porcentaje de cumplimiento de las pro-
1988 (trad. cast. C. López y J. R. Capella, Ed. Anagrama, Barcelona, 1990, re-
fecías debordianas, especialmente en sus aspectos más sinies-
ed. 1998), Debord excluye prácticamente cualquier referencia positiva al por-
venir revolucionario, centrando sus consideraciones en los aspectos negativos tros, y descubrirá, de paso, en este texto tan maldito como su
de las condiciones vigentes. autor, el origen de muchos de los argumentos que la crítica so-
24 25
cial posterior de las sociedades "opulentas" (desde la denun- mundial, lo planetario, un concepto que los nuevos medios de
cia de la espectacularización de la política, del arte o de la cul- comunicación y transmisión han convertido hoy en realidad
tura en general, hasta la proliferación de la obscenidad emo- (aunque sea virtual).
cional y periodística en los últimos avances del sensacionalismo Pero -digamos al menos esto en favor del autor de La Gala-
cínico, la prensa de escándalo o el reality show -expresión que, xia Gutemberg-, su profecía escondía un veneno que, aunque
por cierto, parece tomada de los panfletos situacíonistas-, pa- en 1962 fuera poco visible, no era demasiado difícil de extraer
sando por las polémicas en torno a lo global y lo local y la so- para alguien como Debord, a quien podríamos calificar, si-
ciedad de la información) no ha hecho más que reciclar, tri- guiendo con la misma terminología, como "el príncipe de los
vializar y, en buena parte, reeditar (casi siempre sin citar su apocalípticos". Quiero decir que el estribillo de la "aldea glo-
procedencia); el lector que, en cambio, revisite este texto des- bal" no hablaba únicamente de un proceso cuyo resultado fi-
pués de treinta años de relativo silencio, tendrá que admitir que nal sería la globalización, sino también, e indisolublemente, de
el propio concepto (así como el rótulo) "sociedad del espec- un proceso que desembocaría en la aldeanízación de la exis-
táculo" no es menos adecuado (sino acaso mucho más com- tencia. La tendencia actual que consiste en oponer la dinámi-
prensivo), para describir el actual estado de cosas, que el tan ca de la globalización a un fenómeno descrito a menudo co-
sobado de "posmodernidad" o "sociedad posindustrial". mo resurrección de "lo local" (y presentado a veces como un
Del sociólogo canadiense Marshall MacLuhan decía Guy De- posible modo de resistencia frente a los procesos mundiali-
bord que, en la época en la que apareció LSS, era "el primer zantes) revela groseramente su desconocimiento de algo que,
apologista del espectáculo, que parecía el imbécil más con- tanto para MacLuhan como para Debord, era absolutamente
vencido de su siglo".ª Tal es la pobre imagen dominante que necesario: me refiero a la estricta solidaridad -si no identidad-
de MacLuhan ha quedado en nuestra "memoria espectacular", entre la globalización y la aldeanización de la existencia. Co-
algo así como -recurriendo a las categorías popularizadas por rresponde, sin duda, a la línea de pensamiento representada
Umberto Eco- "el príncipe de los integrados" en el nuevo or- por MacLuchan -y, por tanto, a los "integrados"- el mérito de
den mundial de la cultura de masas, de quien apenas conser- haber llamado la atención sobre el lado "global" de nuestro
vamos una fórmula, eso sí, repetida por doquier y hasta la sa- porvenir, y sobre el modo en que la evolución de las socieda-
ciedad: su profecía acerca de la aldea global. De esta profecía des hacia un futuro de telecomunicación total de la informa-
-o del modo macluhaniano de anunciarla- procede, además, ción implica cambios sustanciales y decisivos en la definición
el término "globalización", que hoy se ha convertido en eti- misma de lo humano, tal y como lo humano ha podido con-
queta recurrente para nuestra época de interconexión inme- cebirse en una historia de la cultura occidental que alcanza uno
diata. Este mismo hecho revela que, tanto para los partidarios de sus momentos culminantes, precisamente, en la Declaración
de las tesis de MacLuhan como para sus herederos actuales, el Universal de Derechos del Hombre. Pero corresponde, por el
factor relevante de aquella fórmula era justamente lo global, lo contrario, a la orientación crítica simbolizada por el manifies-
to de Debord -y, por tanto, a los "apocalípticos", a la cabeza
8
Comentarlos sobre la socíedad del espectáculo, op. cit., p. 47. de los cuales se sitúa hoy Paul Virilio-, el mérito no menor de
26 27
haber subrayado, en un momento en el cual el hacerlo resul- ción -al menos la información más importante- que circula en
taba harto impopular, que el mundo se encontraba en una fa- la red telemática, y privadas son las diferentes aldeas separa-
se de "reordenamiento del territorio" cuyo final sería una re- das que salpican los espacios civiles en ruinas; privadas son,
edición --con acentos más o menos específicos- de las viejas incluso, las guerras que ahora libran entre sí algunas de estas
comunidades rurales de las sociedades agrarias, y que tal cosa aldeas diseminadas.
era lo que se anunciaba en expresiones aún incipientes como Se ha hablado también de una "nueva Edad Media",' y ello es
"sociedad posindustrial" o incluso "posmodernidad". bien comprensible. El proceso al que asistimos se parece, en
De modo que ambos autores) aunque con grado de con- efecto, al proceso altomedieval de vaciamiento y abandono de
ciencia diferente y con diversos sentimientos hacia el fenóme- las ciudades. Los historiadores de este período han descrito el
no en cuestión, se hacían portavoces de un proceso que ya modo en que la vida se traslada desde los grandes centros ur-
desde principios del siglo XX se había manifestado de múlti- banos y cosmopolitas -Roma, Atenas, Babilonia, Constantino-
ples maneras, entre las cuales tanto los totalitarismos fascista y pla, Alejandría- hacia las comunidades rurales -centradas en
estalinista como las llamadas "vanguardias artísticas" y las mu- torno a la Iglesia como lugar de salvación-, y han señalado que
taciones en las formas literarias canónicamente modernas no esta aldeanización es la que convierte al bosque de la Europa
son el menor síntoma, un proceso que podríamos calificar sim- medieval en un equivalente del desierto cercanoriental: la es-
plemente como la desaparición de la ciudad, de la ciudad mo- pesura sombría que rodea la aldea, en la que acechan los pe-
derna como tejido urbano inseparable de la escena civil de los ligros, no sólo de los salteadores de caminos, sino de los mons-
derechos de ciudadanía y del espacio público de intercambio trnos y los demonios de la Noche, que son a los bosques lo
de argumentos y mercancías, indisolublemente unida a lo que que al desierto son los espejismos. Para nosotros, las ciudades
MacLuhan llamaba el hamo typographicus (es decir, el "bur- --el espacio urbano actual- empiezan a convertirse en bosques
gués" que sabe leer y escribir), a la formación de los Estados- o desiertos inhabitables, peligrosos y poblados de fantasmas,
nación y a la "libertad de prensa". Esta desaparición tiene, por que rodean amenazadoramente las aldeas contemporáneas -las
tanto, dos caras, la ciudad "superada" por las grandes unida- urbanizaciones, los barrios, a veces simplemente las viviendas
des supranacionales y, tendencialmente, planetarias o mun- privadas- en cuyo interior el neocampesinado posindustrial se
diales; pero también la ciudad "disgregada" en comunidades pone a salvo conectándose a un espacio global intangible y
aisladas (a veces constituidas por un solo individuo), disemi- -en el sentido debordiano del término- "espectacular".
nadas, dispersas y sin ningún territorio común. En cierto sen- El espacio público de la ciudad moderna no fue solamente,
tido -en el sentido jurídico y sociológico-::,_la "ciudadHque así como es obvio, el tranquilo escenario de la ordenada vida bur-
desaparece es lo que los teóricos del liberalismo bautizaron co- guesa, sino también el teatro de una contienda en la c-ualquie-
mo sociedad civil, es decir, el espacio público. Prueba de ello nes con su esfuerzo habían conseguido construir ese espacio
es que tanto los territorios globales virtualmente planetarios co-
mo las aldeas locales disgregadas y dispersas son cada vez más 9
Cfr. Umberto Eco, "Hada una nueva Edad Media", en La estrategia de la
objeto de una creciente privatización: privada es la informa- ilusión, Ed. Lumen, Barcelona, 1996, pp. 65-86,
28 29
-los trabajadores cuya fuerza concertada por la industria libe- La célebre profecía de la aldea global, de la cual no dejamos
ró a los hombres de los ciclos naturales y les permitió fabricar de hacernos lenguas desde entonces, mostraba, desde su pro-
un espacio y un tiempo emancipados de la sangre y la tierra- pia formulación, la ambigüedad de lo que anunciaba: por una
pugnaban por el derecho a disfrutar de él. Entre otros, Walter parte, un proceso de globalización sin precedentes, sobre el
Benjamin 10 ha sugerido que la ciudad es una suerte de libro en cual el propio MacLuhan cargó las tintas en su momento; y, por
el que podemos leer esa historia: la de los desheredados sien- otra parte, un proceso de aldeanización igualmente inédito
do una y otra vez rechazados hacia los miserables suburbios (cuyos mentores serían "los apocalípticos" de nuestros días),
(expulsados del espacio público), y una y otra vez intentando que Debord supo dibujar con trazo firme en sus aspectos más
ocupar la ciudad para apropiarse del fruto de su trabajo. y el siniestros, La impresión que va abriéndose camino desde en-
mismo Benjamin caracterizaba las operaciones urbanísticas más tonces es, por tanto, la de que los dos extremos de esa pre-
notables del final del siglo XIX como intentos de impedir que sunta alternativa (y los dos términos de la fórmula macluha-
ese programa de ocupación tuviera éxito, estrategias para ex- niana y del título de Eco), lejos de ser excluyentes, se requieren
traer las lecciones de experiencias como la Revolución del 48 y exigen mutuamente: cada progreso en el sentido de la globa-
o la Comuna de París y diseñar un espacio en el cual el movi- lización, parece ser una regresión en la dirección de la aldea-
miento obrero no pudiera volver a instalar sus barricadas. En nizacíón. Cuanto más completa es la integración, más cerca
algunos lugares -entre nosotros, notoriamente en la ciudad de estamos del apocalipsis, o cuanto más globales somos, tanto
Barcelona-, esta operación urbanística fue bautizada con el sig- más aldeanos (en consonancia con lo cual el ecologismo se ha
nificativo título de "El ensanche". Pues, efectivamente, se tra- convertido en la ideología de salvación del neocampesinado
taba de eso, de ensanchar las avenidas para que nadie encon- generalizado). En este sentido, LSS, lejos de ser un monumen-
trase en ellas la ocasión de atrincherarse. En la segunda mitad to del pasado cercano, es también un instrumento de ilumina-
de nuestro siglo hemos asistido a otro "ensanche" de propor- ción de nuestro porvenir.
ciones inusitadas: la amplificación de las avenidas ha llegado
esta vez a convertirlas en autopistas -de la información- cuyos JOSÉ LUIS PARDO
límites se confunden con los confines de la Tierra, un espado
en el que nadie puede ya encontrar refugio ni levantar una ba-
rricada, que nadie -salvo las corporaciones transnacionales-
puede hacerse la ilusión de "ocupar".
30 31
PRÓLOGO PARA LA TERCERA EDICIÓN FRANCESA
notas a pie de página, todas las de la presente edición son del traductor, por
ordinario acontecimiento mediático, lo que prueba por sí mismo
lo que no volveremos a reiterar esta advertencia). el progreso de la técnica espectacular. Lo único que ha podido
' Capítulo II, tesis 38. registrarse es la apariencia de una suerte de conmoción geo-
3 Capítulo I, tesis 26. lógica. Se fecha el fenómeno, considerándolo suficientemente
4 Este prefacio está hoy recogido en la reedición de 1998 de los Comenta-
comprendido, y contentándose con retener una señal tan ele-
rios sobre la sociedad del espectáculo citados en la siguiente nota.
5 Trad. cast. C. López y J. R. Capella, Ed. Anagrama, Barcelona, 1990.
35
34
mental como la caída del muro de Berlín, tan indiscutible co- l. LASEPARACIÓN PERFECTA
30 de junio de 1992
2.
GUY DEBORD
Las imágenes desprendidas de cada aspecto de la vida se fu-
sionan en una corriente común en la cual resulta ya imposible
restablecer la unidad de aquella vida. La realidad, considerada
parcialmente, se despliega en su propia unidad general como
un seudomundo aparte, objeto de la mera contemplación. La
especialización de las imágenes del mundo puede reconocer-
se, realizada, en el mundo de la imagen autónoma, en donde
el mentiroso se engaña a sí m.ismo. El espectáculo en general,
37
36
como inversión concreta de la vida, es el movimiento autóno- 6.
mo de lo no vivo.
El espectáculo, entendido en su totalidad, es al mismo tiem-
po el resultado y el proyecto del modo de producción exis-
3. tente. No es un suplemento del mundo real, una decoración
sobreañadida. Es el núcleo del irrealismo de la sociedad real.
El espectáculo se presenta como la sociedad misma y 1 a la Bajo todas sus formas particulares -información o propagan-
vez, como una parte de la sociedad y como un instrumento da, publicidad o consumo directo de diversiones-, el espectá-
de unificación. En cuanto parte de la sociedad, se trata explí- culo constituye el modelo actual de vida socialmente dominante.
citamente de aquel sector que concentra toda mirada y toda Es la omnipresente afirmación de una opción ya efectuada en
conciencía, Por el hecho mismo de estar separado, este sector la producción, y su consiguiente consumo. La forma y el con-
es el lugar de la mirada engañada y de la falsa conciencia; y tenido del espectáculo son, del mismo modo, la justificación
la unificación que realiza no es más que el lenguaje oficial de la total de las condiciones y de los fines del sistema existente. El
separación generalizada. espectáculo es también la permanente presencia de esta justi-
ficación, en cuanto ocupación de la parte primordial del tiem-
po de vida que transcurre fuera del ámbito de la producción
4. moderna.
38 39
8. 11.
El espectáculo no debe oponerse en abstracto a la actividad Para describir el espectáculo> su formación, sus funciones y
social efectiva 1 pues tal desdoblamiento está en sí mismo des- las fuerzas que tienden a su disolución, es preciso distinguir
doblado. El espectáculo, que invierte lo real, es efectivamen- artificialmente dos elementos inseparables. Al analizar el es-
te producido en cuanto tal. La realidad vivida se halla mate- pectáculo, se habla en cierto modo el lenguaje mismo de lo
rialmente invadida por la contemplación del espectáculo, y al espectacular, en cuanto se ocupa el terreno metodológico de
mismo tiempo alberga en sí el orden espectacular, otorgándole aquella sociedad que se expresa en el espectáculo. Pero el es-
su positiva adhesión. La realidad objetiva se presenta en sus pectáculo no es sino el sentido de la práctica total de una for-
dos dimensiones. Cada noción fijada de este modo no tiene mación económico-social, su empleo del tiempo. Es el momento
más sentido que la transición a su opuesto: la realidad surge histórico en que estamos inmersos.
en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación re-
cíproca es la esencia y el sustento de la sociedad actual.
12.
15. 18.
En cuanto ornamento indispensable de los objetos produci- Allí donde el mundo real se transforma en meras imágenes,
dos en nuestros días, en cuanto exponente general de la ra- las meras imágenes se convierten en seres reales, y en eficaces
motivaciones de un comportamiento hipnótico. El espectáculo,
cionalidad del sistema, y en cuanto sector económico puntero
que elabora una multitud cada vez más creciente de imágenes- como tendencia a visualizar, merced a diversas medíaciones
objetos, el espectáculo es la principal producción de la socie- especializadas, un mundo que ya no es directamente accesible,
encuentra normalmente en la vista el sentido humano privile-
dad actual.
giado, papel que en otras épocas desempeñó el tacto; el senti-
do más abstracto, el más mistificable 1 es el que corresponde a
16. la abstracción generalizada de la sociedad actual. Pero el es-
pectáculo no debe identificarse con la simple mirada, ni siquiera
El espectáculo somete a los seres humanos en la medida en combinada con la escucha. Es más bien aquello que escapa a
que la economía los ha sometido ya totalmente. No es otra co- la actividad de los hombres, a su reconsideración y a la correc-
sa que la economía que se desarrolla por sí sola. Es el reflejo ción de sus obras. Es lo contrario del diálogo. El espectáculo se
fiel de la producción material y la objetivación infiel de los pro- constituye allí donde hay representación independiente.
ductores.
19.
17.
El espectáculo es heredero de toda la debilidad del proyec-
La primera fase de la dominación de la economía sobre la vi- to filosófico occidental, que no consistió sino en una interpre-
da social comportó una evidente degradación del ser en tener tación de la actividad humana dominada por las categorías del
en lo que respecta a toda valoración humana. La fase actual de ver, al mismo tiempo que se apoyaba en el despliegue ince-
43
42
sante de la precisa racionalidad técnica surgida de tal pensa- haya edificado un imperio independiente mediante el espec-
miento. No es que realice la filosofía, es que "filosofiza" la re- táculo, sólo es explicable porque esta potencia práctica sigue
alidad. Es la vida concreta de todo hombre la que se ha de- careciendo de cohesión, se halla en contradicción consigo
gradado al convertirse en un universo especulativo. misma.
20. 23.
La füosofía, en cuanto poder del pensamiento separado, no ha Las raíces del espectáculo se hunden en la más antigua de
podido nunca superar por sí sola la teología. El espectáculo es las especializaciones sociales, la especialización del poder. Por
la reconstrucción material de la ilusión religiosa. La técnica es- ello, el espectáculo es una actividad especializada, símbolo de
pectacular no ha disipado las tinieblas religiosas en las cuales los todas las demás. Es la representación diplomática de la socie-
hombres depositaron sus propios poderes separados de sí mis- dad jerárquica ante sí misma, una sociedad de la que se ha des-
mos: se ha limitado a proporcionar a esas tinieblas una base te- terrado cualquier otra palabra. En este sentido, lo más moder-
rrestre. De ese modo, la vida más terrestre es la que se vuelve no es también lo más arcaico.
más irrespirable. Ya no se proyecta en los cielos, ahora alberga
en sí misma su recusación absoluta, su falaz paraíso. El espec-
táculo es la realización técnica del exilio de los poderes huma- 24.
nos en el más allá; la escisión perfecta en el interior del hombre.
El espectáculo es el discurso ininterrumpido que el orden ac-
tual mantiene sobre sí mismo, su monólogo autoelogioso. Es
21. el autorretrato del poder en la época de su gestión totalitaria
de las condiciones de existencia. La apariencia fetichista, de
Cuando la necesidad es soñada socialmente, el sueño se ha- pura objetividad, de las relaciones espectaculares, oculta su ca-
ce necesario. El espectáculo es el mal sueño de la sociedad mo- rácter de relación entre hombres y entre clases: una segunda
derna encadenada, que no expresa en última instancia más que naturaleza, con sus leyes fatales, parece dominar nuestro en-
su deseo de dormir. El espectáculo vela ese sueño. torno. Pero el espectáculo no es el producto necesario del de-
sarrollo técnico considerado como un desarrollo natural. Al
contrario, la sociedad del espectáculo es una forma que selec-
22. ciona su propio contenido técnico. Si bien el espectáculo, con-
siderado bajo el aspecto de los "medios de comunicación de
El hecho de que la potencia práctica de la sociedad mo- masas" que son su manifestación superficial más abrumadora,
derna se encuentre separada de sí misma, el hecho de que se puede dar la impresión de invadir la sociedad a modo de un
45
44
nuevo instrumental, no hay en él nada de neutral, se trata del de las condiciones de existencia. Es su propio producto, y es él
instrumental que conviene a su entero automovimiento. Si las mismo quien establece sus reglas: es algo pseudosagrado. Ex-
técnicas no pueden alcanzar su satisfacción de no ser por la hibe lo que él mismo es, el poder separado que se desarrolla
mediación de tales instrumentos, si la administración de esta por sí solo gracias al aumento de la productividad por medio
sociedad, así como tocio contacto entre los hombres, no pue- del incesante refinamiento de la división del trabajo como par-
den llegar a ejercerse más que aceptando como intermediario celación de los gestos, dominados ahora por el movimiento in-
a este poder de comunicación instantánea, ello es debido a que dependiente de las máquinas y trabajando para un mercado am-
esta "comunicación" es esencialmente unilateral; de modo pliado. Toda comunidad y todo sentido crítico quedan disueltos
que su concentración contribuye a centralizar en las manos de en este movimiento en el cual las fuerzas que han conseguido
la administración del sistema los medios que le permiten per- acrecentarse se separan y no pueden volver a recuperarse.
petuar justamente esa administración. La escisión generalizada
del espectáculo es inseparable del Estado moderno, es decir, de
la forma general de la escisión de la sociedad, producto de la 26.
división del trabajo social y órgano de la dominación de clase.
Con la separación generalizada del trabajador y su produc-
to, se pierden todo punto de vista unitario sobre la actividad
25. realizada y toda comunicación personal directa entre los pro-
ductores. Conforme progresan la acumulación de productos se-
La separación es alfa y omega del espectáculo. La institucio- parados y la concentración del proceso productivo, la unidad
nalización de la división social del trabajo, la formación de las y la comunicación se convierten en atributo exclusivo de la di-
clases, habían construido una primera forma de contemplación rección del sistema. El triunfo del sistema económico de la se-
sagrada, el orden mítico en el cual todo poder envuelve su ori- paración es la proletarización del mundo.
gen. Lo sagrado justificaba la ordenación cósmica y ontológica
correspondiente a los intereses de los amos 1 y explicaba y em-
bellecía todo aquello que la sociedad no podía hacer. Por tan- 27.
to, todo poder separado ha sido siempre espectacular, pero la
adhesión de todos a esa imagen inmóvil no significaba más que Debido al propio éxito de la producción separada, en cuan-
el reconocimiento común, en una proyección imaginaria, de la to producción de lo separado, la experiencia fundamental, que
pobreza de la actividad social real, sentida aún en gran medida en las sociedades primitivas se hallaba ligada a un trabajo pri-
como unitaria. El espectáculo moderno, en cambio, expresa lo mordial, tiende a desplazarse, en el polo desarrollado del sis-
que la sociedad puede hacer, pero en tal expresión lo permiti- tema, hacia el no-trabajo, hacia la inactividad. Pero esta inacti-
do es lo absolutamente contrario a lo posible. El espectáculo vidad no e,,ti en ningún sentido liberada de la actividadproductiva,
mantiene la inconsciencia acerca de la transformación práctica depende de ella, constituye una sumisión atenta y estupefacta
46 47
a las necesidades y resultados de la producción; es, en cuanto pectáculo 1 una parte del mundo se representa ante el mundo,
tal, un producto de su racionalidad. No puede haber libertad apareciendo como algo superior al mundo. El espectáculo es
fuera de la actividad, y en el marco del espectáculo toda acti- sólo el lenguaje común de esta separación. Lo que une a los
vidad está negada, exactamente igual que la actividad real ha espectáculos no es más que su relación irreversible con el cen-
sido enteramente absorbida por la obra de edificación global tro que mantiene su aislamiento. El espectáculo reúne lo se-
de ese resultado. De modo que la actual "liberación del traba- parado, pero lo reúne en cuanto separado.
jo", el aumento del tiempo de ocio, no es en modo alguno una
liberación en el trabajo, ni una liberación del mundo confor-
mado por ese trabajo. La actividad enajenada en el trabajo no 30.
puede nunca recuperarse mediante la sumisión a los resulta-
dos de ese mismo trabajo alienado. La alienación del espectador en favor del objeto contem-
plado (que es el resultado de su propia actividad inconscien-
te) se expresa de este modo: cuanto más contempla menos
1
48 49
32. II. LA MERCANCÍA COMO ESPECTÁCULO
35.
34.
En este movimiento esencial del espectáculo, que consiste
El espectáculo es el capital en un grado tal de acumulación en recapitular en sí mismo todo cuanto existía en la actividad
que se ha convertido en imagen. humana en estado fluido para poseerlo en estado coagulado,
en cuanto cosas que se han convertido en valores exclusivos
mediante la formulación en negativo de su valor vital, reco-
nocemos a nuestra vieja enemiga, que sabe muy bien cómo ha-
cer para presentarse a primera vista como algo trivial y auto-
evidente 1 cuando es, al contrario, algo tan complejo y tan lleno
de sutilezas metafísicas: la mercancía.
36.
50 51
de la sociedad a manos de "cosas suprasensibles a la par que queado el umbral de su propia abundancia; aunque esto no
sensibles"- se realiza absolutamente en el espectáculo 1 en el es aún cierto más que en algunos puntos, ya es verdadero en
cual el mundo sensible es sustituido por una selección de imá- la escala universal que constituye la referencia original de la
genes que existen por encima de él, y que se aparecen al mis- mercancía, una referencia verificada por su movimiento prác-
mo tiempo como lo sensible por excelencia. tico, que ha convertido la Tierra en mercado mundial.
37. 40.
El mundo a la vez presente y ausente que el espectáculo ha- El desarrollo de las fuerzas productivas ha sido ta historia
ce visible es el mundo de la mercancía que domina toda vi- real e inconsciente que ha construido y modíficado las con-
vencia. De este modo, el mundo de la mercancía se muestra diciones de existencia de los grupos humanos en cuanto
tal y como es, pues su movimiento se identifica con el distan- condiciones de supervivencia y de ampliación de esas mis-
ciamiento de los hombres entre sí y con respecto a su pro- mas condiciones: la base económica de todas sus empresas.
ducción global. En el seno de una economía natural, el sector" mercantil sig-
nificó la constitución de un exceso con relación a la super-
vivencia. La producción de mercancías, que implica el inter-
38. cambio de diversos productos entre productores independientes,
pudo permanecer durante largo tiempo en un estadio arte-
La pérdida de lo cualitativo en los objetos que aloja y en las sanal, frenada como función económica rnargína1 que aún
conductas que regula -tan evidente en todos los niveles del enmascaraba su verdad cuantitativa. Sin embargo, allí donde
lenguaje espectacular- no hace más que traducir los caracteres ha encontrado las condiciones sociales del comercio a gran
fundamentales de una producción que se aísla de la realidad: escala y de la acumulación de capitales, ha conseguido do-
la forma mercancía es enteramente igual a sí misma, es decir 1 minar totalmente la economía. La economía en su totalidad
a la categoría de lo cuantitativo. Lo que ella desarrolla es lo se ha convertido, así, en aquello que la mercancía ya había
cuantitativo, y sólo en lo cuantitativo puede desarrollarse. demostrado ser en el curso de esta conquista: un proceso de
desarrollo cuantitativo. Este incesante despliegue del poder
económico bajo la forma de la mercancía, que ha transfor-
39. mado el trabajo humano en trabajo-mercancía, en trabajo
asalariado, conduce, por acumulación, a una abundancia en
Este desarrollo que excluye lo cualitativo está él mismo con- la cual la cuestión primordial de la supervivencia se encuentra
denado, en cuanto desarrollo, a una transición a lo cualitativo: obviamente resuelta, pero de tal manera que tiene que re-
el espectáculo pone de manifiesto que este desarrollo ha fran- producirse constantemente: se plantea en cada ocasión en
52 53
un grado superior. El crecimiento económico libera a las so- 42.
ciedades de la presión natural exigida por la lucha inmedia-
ta por la supervivencia, pero estas sociedades no se liberan El espectáculo es el momento en el cual la mercancía alcanza
de su libertador. La independencia de la mercancía se ex- la ocupación total de la vida social. No es únicamente que se
tiende al conjunto de la economía sobre la cual impera. La haga patente la relación con la mercancía, sino que ya no hay
economía transforma el mundo, pero sólo lo transforma en un otra cosa más que esa relación: el mundo visible es su mun-
mundo económico. La seudonaturaleza en la cual se encuen- do. La producción económica moderna amplía su dictadura
tra alienado el trabajo humano exige la continuación hasta el in- tanto en extensión como en intensidad. En las zonas menos
finito de su servicio, y este servicio, que nadie más que él industrializadas, su imperio se pone de manifiesto gracias a al-
mismo juzga y valora, consigue, de hecho, convertir todo es- gunas mercancías-estrella, así como en cuanto dominación im-
fuerzo y todo proyecto socialmente lícito en servidor suyo. perialista por parte de las zonas del mundo que encabezan el
La abundancia de mercancías, es decir, de relaciones mer- desarrollo de la productividad. En estas zonas avanzadas, el es-
cantiles, no puede significar otra cosa que la supervivencia pacio es invadido por una superposición continua de estratos
ampliada. geológicos de mercancías. En este punto de la "segunda revo-
lución industrial", el consumo alienado se convierte en un de-
ber para las masas, un deber añadido al de la producción alie-
41. nada. Todo el trabajo asalariado de una sociedad se convierte
globalmente en la mercancía total cuyo ciclo ha de continuarse.
La dominación de la mercancía sobre la economía se ejerció Para que esto ocurra, hace falta que la mercancía total retorne
al principio de forma latente, de modo que, en cuanto base fragmentariamente a un individuo fragmentado, absolutamen-
material de la vida social, la mercancía pasaba desapercibida y te separado de las fuerzas productivas que funcionan en su
permanecía impensada, como algo familiar aunque descono- conjunto. Aquí, por tanto, la ciencia especializada de la domi-
cido. En una sociedad en la cual la mercancía concreta es es- nación tiene a su vez que especializarse: se divide en sociolo-
casa o minoritaria, la aparente dominación del dinero se pre- gía, psicotécnica, cibernética, semiología, etc. 1 para supervisar
senta como un embajador plenipotenciario que habla en nombre la autorregulación del proceso en todas sus etapas.
de un poder desconocido. Con la revolución industrial, la di-
visión del trabajo de manufactura y la producción masiva des-
tinada al mercado mundial, la mercancía aparece efectivamen- 43.
te como un poder que viene a ocupar realmente la vida social.
La economía política se erige entonces como ciencia dominante Mientras que en la fase primitiva de la acumulación capitalista
y como ciencia de la dominación. "la econonúa política no ve en el proletario más que al obrero"1,
1 Marx, Manuscritos de economía y filosofía, "Primer manuscrito" (en la trad.
57
56
47. !izada, es decir, del carácter intercambiable de múltiples bienes
cuyo uso no es comparable, el espectáculo es su complemen-
La tendencia a la baja del valor de uso, que es una constan- to moderno y desarrollado, en el cual la totalidad del mundo
te de la economía capitalista, ha desarrollado una nueva forma mercantil aparece, globalmente, como el equivalente general
de privación en el marco de la supervivencia ampliada, una de todo aquello que la sociedad puede ser y puede hacer. El
forma que no libera de la vieja escasez, puesto que exige la espectáculo es un dinero sólo para mirar, pues en él la totali-
participación de la gran mayoría de los hombres, como traba- dad del uso ya se ha convertido en la totalidad de la repre-
jadores asalariados, en la continuación indefinida de sus es- sentación abstracta. El espectáculo no es solamente un servi-
fuerzos, sabiendo cada cual que la opción es someterse o mo- dor de la seudoutilidad, es ya, en sí mismo, el seudouso de la
rir. La realidad de este chantaje, el hecho de que la utilidad bajo vida.
su forma más pobre (comer, habitar) ya sólo exista en cuanto
encerrada en la riqueza ilusoria de la supetvivencia ampliada,
es la base real de la aceptación de la ilusión generalizada que 50.
tiene lugar en el consumo de las mercancías modernas. El con-
sumidor real se transforma en consumidor de ilusiones. La mer- En esta fase de abundancia económica, el resultado concen-
cancía es la ilusión efectivamente real 1 y el espectáculo es su trado del trabajo social se torna apariencia y somete toda rea-
manifestación general. lidad a la apariencia, que ahora es su producto. El capital ha
dejado de ser el centro invisible que dirige el modo de pro-
ducción; su acumulación se exhibe, desde el centro hasta la
48. periferia, en forma de objetos sensibles. Su rostro lo constitu-
ye la sociedad en toda su extensión.
El valor de uso, que estaba comprendido implícitamente en
el valor de cambio, ha de ser ahora proclamado explícitamente,
en la realidad invertida del espectáculo, precisamente porque 51.
su realidad efectiva ha sido mermada por la economía mer-
cantil hiperdesarrollada 1 haciéndose necesaria una seudojusti- La victoria de la economía autónoma conlleva al mismo tiem-
ficación de esta falsa vida. po su derrota. Las fuerzas mecanizadas por ella suprimen la
necesidad económica que fue la base sobre la cual se susten-
49. taron las sociedades antiguas. Al sustituirla por la necesidad de
un desarrollo económico infinito, tiene que suplantar la satis-
El espectáculo es el reverso del dinero: el equivalente gene- facción de las necesidades humanas primarias 1 sumariamente
ral abstracto de todas las mercancías. Si el dinero ha domina- reconocidas, por una producción ininterrumpida de seudonece-
do la sociedad como representación de la equivalencia centra- sidades que remiten a la gran seudonecesidad: el mantenimiento
58 59
de su imperio. Pero la economía autónoma se ha separado de III. UNIDAD Y DIVISIÓN EN LA APARIENCIA
una vez por todas de las necesidades profundas que proceden
del inconsciente social que, aun sin saberlo, dependían de esa
economía. "Todo lo consciente se desgasta. Lo inconsciente "Una nueva polémica se desarrolla animadamente en nuestro
permanece inalterable. Pero, una vez liberado, ¿no está con- país, en el frente de 1a filosofía, a propósito de las fórmulas
denado también a la ruina?" (Freud). 'uno se divide en dos' y 'dos se fusionan en uno'. Este deba-
te es una contienda entre partidarios y enemigos de la dia-
léctíca materialista, una contienda entre dos concepciones del
52. mundo: la concepción proletaria y la concepción burguesa.
Quienes sostienen que la ley fundamental de las cosas es 'uno
En el momento en que la sociedad descubre que depende se divide en dos' están de parte de la dialéctica materialista;
de la economía, entonces la economía depende efectivamen- quienes sostienen que la ley fundamental de las cosas es 'dos
te de la sociedad. Esta potencia subterránea, que ha crecido se fusionan en uno' están en contra de la dialéctica materia-
hasta aparecer como soberana, ha perdido también su poder. lista. Ambas partes han trazado una nítida línea de demarca-
Allí donde se alojaba el ello económico, debe advenir el yo [ie]. ción entre ellas, y sus argumentos son diametralmente opues~
El sujeto sólo puede emerger de la sociedad, es decir, de la lu- tos. Esta polémica refleja, en el plano ideológico, la aguda y
cha que en ella tiene lugar. La posibilidad de su existencia de- compleja lucha de clases que tiene lugar en China y en el mun-
pende de los resultados de la lucha de clases, que se revela co- do entero".
mo productora a la vez que producto de la fundación econórrúca
de la historia. (La Bandera Roja de Pekín, 21 de Septiembre de 1964)
53. 54.
La conciencia del deseo, idéntica al deseo de la conciencia, Como la sociedad moderna, el espectáculo está al mismo
es el proyecto que, en su aspecto negativo, quiere la abolición tiempo unido y dividido. Como ella, edifica su unidad sobre el
de las clases, es decir, que los trabajadores se adueñen direc- desgarramiento. Pero cuando la contradicción emerge en el es-
tamente de todos los momentos de su actividad. La sociedad pectáculo, ella es a su vez contradicha por una inversión de su
del espectáculo es lo contrario, pues en ella la mercancía se sentido, de modo que la división que así aparece es unitaria,
contempla a sí misma en el mundo que ella ha creado. así como la unidad está dividida.
61
60
55, 57,
Lo que se despliega como contradicción oficial (pero que La sociedad portadora del espectáculo no domina las regio-
pertenece de hecho a la unidad real) es una lucha entre los po- nes subdesarrolladas solamente gracias a su hegemonía eco-
deres que se han constituido para gestionar el mismo sistema nómica: las domina como sociedad del espectáculo. Incluso allí
socio-económico, y ello tanto a escala mundial como en el in- donde falta aún su sustento material, la sociedad moderna ya
terior de cada nación. ha invadido espectacularmente la superficie social de todos los
continentes, definiendo el programa de sus clases dirigentes y
supervisando su constitución. Igual que presenta los seudo-
56, bienes que han de codiciarse, ofrece a los revolucionarios lo-
cales los falsos modelos de revolución, El espectáculo propio
Las falsas luchas espectaculares de las formas rivales del po- del poder burocrático detentado por algunos países industria-
der separado son también reales, en la medida en que tradu- lizados forma parte, en sentido estricto, del espectáculo total,
cen el desarrollo desigual y conllictivo del sistema, los inte- a modo de seudonegación general y de refuerzo. Así como el
reses relativamente contradictorios de las clases o de las espectáculo, considerado en sus diversas localizaciones, mues-
subdivisiones de clases reconocidas por el sistema, y en la me- tra la evidencia de sus especializaciones totalitarias de la pala-
dida en que definen su propia participación en el poder. Así bra y de la administración social, así también éstas acaban, en
como el desarrollo de la economía más avanzada comporta el el nivel de funcionamiento global del sistema, por fundirse en
afrontar ciertas prioridades en detrimento de otras, la gestión una división mundial del trabajo espectacular.
totalitaria de la economía por parte de una burocracia estatal,
o bien la condición de los países que se encuentran en la es-
fera de la colonización o de la semicolonización, se definen 58.
mediante notorias peculiaridades en cuanto a sus modalidades
de producción y poder, En el espectáculo, esta diversidad pue- La división del trabajo espectacular que conserva la genera-
de manifestarse, de acuerdo con criterios muy diferentes, a mo- lidad del orden establecido, conserva primordialmente el polo
do de formas de sociedad absolutamente distintas. Pero, con- dominante de su desarrollo, La raíz del espectáculo se hunde
forme con su realidad efectiva de sectores parciales, la verdad en el terreno de la economía que se ha convertido en econo-
de su parcialidad reside en el sistema universal que los con- mía de la abundancia, y de ella proceden los frutos que final-
tiene, es decir, en el movimiento único que ha convertido el mente tienden a dominar el mercado espectacular, desafiando
planeta en su territorio: el capitalismo. las barreras ideológico-policiales proteccionistas de cualquier
espectáculo local con pretensiones autárquicas.
62 63
59. peñadas en un nivel global. Encarnan el resultado inaccesible
del trabajo social, mimetizando los subproductos de ese tra-
El movimiento de bana!ización que, bajo las brillantes di- bajo que son mágicamente proyectados sobre él como si fue-
versiones del espectáculo, domina mundialmente la sociedad sen su objetivo: el poder y las vacaciones, la decisión y el con-
moderna, domina asimismo en cada uno de aquellos puntos sumo, que se encuentran al principio y al final del proceso
en los cuales el consumo desarrollado de mercancías ha multi- incuestionado. Si, de una parte, el poder gubernamental se
plicado aparentemente las funciones y objetos elegibles. La per- personaliza como una seudoestrella, de otra, las estrellas del
vivencia de la religión y de la familia -que sigue siendo la for- espectáculo del consumo son objeto de plebiscito en cuanto
ma principal de transmisión del poder de clase-, y por ende seudopoder sobre las vivencias. Pero, así como estas activi-
de la representación que ambas garantizan, pueden combinar- dades de las estrellas no son realmente globales, tampoco son
se, como si se tratase de la misma cosa, con la afirmación re- realmente diversas.
dundante del goce de este mundo, un mundo que sólo se pro-
duce, justamente, como el seudogoce que conserva en su seno
la represión. La rebelión meramente espectacular puede, así, 61.
coexistir con la beata aceptación de lo establecido, también co-
mo si se tratase de lo mismo: así se pone de manifiesto el he- El representante del espectáculo unificado (la estrella del es-
cho de que la propia insatisfacción se ha convertido en mer- pectáculo) es lo contrario del individuo, el enemigo del in-
cancía desde el momento en que la abundancia económica se dividuo tanto para sí mismo como para los demás. Al despla-
ha vuelto capaz de ampliar su producción hasta el tratamiento zarse hacia el espectáculo como modelo de identificación, el
de esa materia prima. individuo ha renunciado a toda cualidad autónoma para iden-
tificarse con la ley general de la obediencia al curso estable-
cido de las cosas en cuanto tal. Las estrellas del consumo, sien-
60. do exteriormente la representación de diversos tipos de
personalidad, muestran cada uno de estos tipos como si tuvie-
La representación espectacular del hombre aglutina toda es- ran acceso igualitario a la totalidad del consumo, encontrando
ta banalidad al concentrar en sí la imagen de un posible papel en ello su felicidad de maneras similares. La estrella de la de-
que desempeñar (la estrella). La condición de estrella del es- cisión ha de poseer el stock completo de cuanto ha sido ad-
pectáculo es la especialización de la vivencia aparente, objeto mitido como cualidad humana. Las divergencias oficiales entre
de identificación con la vida aparente y sin profundidad que estas estrellas del espectáculo pueden quedar anuladas por su
ha de compensar la fragmentación de las especializaciones pro- semejanza oficial, que es la presuposición de su total excelen-
ductivas efectivamente experimentadas. Las estrellas del es- cia. Jruschov se convirtió en General porque decidió la batalla
pectáculo existen como figuras de diversos tipos de estilos de de Krousk, no en el campo de batalla, sino en su vigésimo ani-
vida y de comprensión de la sociedad, libres para ser desem- versario, cuando era Jefe del Estado. Kennedy siguió siendo
64 65
orador después de muerto, llegando a pronunciar su propio que imperan y las que son jóvenes, las que se desechan y sus-
elogio ante su tumba, dado que Theodor Sorensen continuó tituyen entre ellas.
en todo momento redactando los discursos de su sucesor en
aquel estilo que tanta importancia adquirió a la hora de hacer
reconocible la personalidad del desaparecido. Los personajes 63.
admirados, en quienes se personifica el sistema, son bien co-
nocidos por no ser lo que son; se han convertido en grandes Lo que las oposiciones del espectáculo ocultan es la unidad
hombres a fuerza de descender por debajo del umbral de la de la miseria. Las distintas formas de la misma alienación com-
más mínima vida intelectual, y ellos lo saben. baten bajo la máscara de la elección total, debido a que se eri-
gen sobre la ocultación de las contradicciones reales. El es-
pectáculo existe en una forma concentrada o en una forma
62. difusa, de acuerdo con las necesidades del estado peculiar de
escasez que él mismo desmiente tanto como mantiene. En am-
La falsa elección de la abundancia espectacular, elección que bos casos, sólo se trata de la imagen de una unificación feliz,
se concreta en la yuxtaposición de espectáculos concurrentes rodeada de desolación y de espanto, en el tranquilo centro de
y solidarios, así como en la yuxtaposición de papeles (primor- la desgracia.
dialmente significados por -y apoyados en- objetos) que al
mismo tiempo son exclusivos y están mutuamente implicados,
se desarrolla en una lucha de cualidades fantasmales destinadas 64.
a presentar como apasionante la trivialidad de lo cuantitativo.
Renacen de este modo las falsas oposiciones arcaicas, regio- Lo espectacular concentrado pertenece esencialmente al ca-
nalismos o racismos, que se encargan de transfigurar en supe- pitalismo burocrático, aunque puede importarse 1 como técni-
rioridad ontológica fantaseada la vulgaridad de las posiciones ca de poder estatal, a economías mixtas más retrasadas o, en
jerárquicas del consumo. Así se recompone la serie interminable ciertos momentos críticos, al capitalismo más avanzado. La pro-
de ridículos enfrentamientos que movilizan un interés sublú- piedad burocrática está, en efecto, concentrada en sí misma,
dico, desde las competiciones deportivas hasta las elecciones. en el sentido de que el burócrata individual no puede rela-
Allí donde se ha instalado la abundancia consumista, el primer cionarse con la posesión de la economía global sí no es por
plano de los roles más falaces ha sido ocupado por una opo- mediación de la comunidad burocrática y en cuanto miembro
sición espectacular entre la juventud y los adultos: pero no exis- de tal comunidad. Además, la producción de mercancías, al
te en parte alguna el adulto, el hombre dueño de su vida, mien- estar menos desarrollada, se presenta también de forma con-
tras que la juventud, la existencia cambiante, no es la propiedad centrada: la mercancía característica de la burocracia es el tra-
de unos hombres que serían hoy jóvenes, sino del propio sis- bajo social total, y lo que la burocracia revende a la sociedad
tema económico, del dinamismo capitalista. Son las cosas las es su supervivencia en bloque. La dictadura de la economía
66 67
burocrática no puede dejar a las masas explotadas ningún mar- ma problemática) que se supone corresponde al consumo de
gen significativo de elección, ya que debe elegirlo todo ella la totalidad de las mercancías, queda inmediatamente falsifi-
misma, pues cualquier otra elección distinta (ya concierna a cada, pues el consumidor real sólo puede acceder directamente
la alimentación o a la música) sería la elección de su destruc- a una sucesión de fragmentos de esa felicidad mercantil, frag-
ción totaL Debe, pues, ir acompañada·de una permanente vio- mentos de los cuales siempre, como es natural, está ausente la
lencia. En este espectáculo, la imagen impuesta del bien re- cualidad que se le presupone al todo.
cubre la totalidad de lo que existe oficialmente, y normalmente
se concentra en un solo hombre, el garante de su cohesión to-
talitaria. Todo el mundo debe identificarse mágicamente con 66.
esta estrella absoluta o, de lo contrario, desaparecer. Se trata
del Amo del no-consumo de este tipo de sociedad, así como Cada mercancía determinada lucha por su cuenta, no puede
de la imagen heroica que confiere un sentido aceptable a la reconocer a las demás, pretende imponerse en todas partes,
explotación absoluta que es, de hecho, la acumulación origi- como si fuera única. En consecuencia, el espectáculo es el him-
naria acelerada por el terror. Cada chino debe imitar a Mao y, no épico de esta gesta que no detendrá la caída de ninguna
si es posible, ser Mao, porque no puede ser otra cosa. Allí don- Ilión. El espectáculo no canta a los hombres y a sus armas, si-
de domina lo espectacular concentrado, domina también la no a la mercancía y a sus pasiones. En esta lucha ciega, cada
policía. mercancía, siguiendo sus inclinaciones, realiza inconsciente-
mente algo en efecto más grande: la conversión de la mercan-
cía en mundo, que es también la conversión del mundo en
65. mercancía. De esta manera, por n1edio de una astucia de la ra-
zón mercantil lo particular de la mercancía se desgasta en ese
1
Lo espectacular difuso acompaña siempre a la abundancia combate, pero la forma mercancía progresa hacia su realiza-
de mercancías, es decir, al desarrollo imperturbable del capi- ción absoluta.
talismo moderno. En él, cada mercancía particular recibe su
justificación de la magnitud de la producción total de objetos,
cuyo catálogo apologético es el espectáculo. En el escenario 67.
del espectáculo unificado de la economía de la abundancia, se
plantean afirmaciones irreconciliables; asimismo, diferentes mer- Puesto que el uso de la mercancía abundante no puede pro-
cancías-estrella sostienen simultáneamente sus proyectos con- porcionar satisfacción, ésta se busca en el reconocimiento de
tradictorios de organización de la sociedad: el espectáculo de su valor como mercancía: tal es la utilidad de la mercancía que
los automóviles exige una circulación perfecta que destruya las se basta a sí misma; tal es) para el consumidor, la efusión reli-
viejas ciudades, mientras que el espectáculo de la propia ciu- giosa hacia la libertad soberana de la mercancía. Oleadas de
dad necesita banios-museo. Por ello) la satisfacción (en sí mís- entusiasmo por un producto determinado, sostenidas y pro-
68 69
movidas por todos los medios informativos, se propagan de es- do comporta en todos los órdenes la falsificación de la vtda
te modo a gran escala. De una película surge un estilo de ro- social.
pa; una revista lanza tales o cuales clubes de aficionados, que
a su vez ponen en circulación toda una panoplia de fetiches.
El gadget expresa el hecho de que, cuando la masa de mer- 69
cancías se aproxima a lo aberrante, lo aberrante en cuanto tal
se convierte en una mercancía específica. Por ejemplo: en los En la imagen de la unificación feliz de la sociedad mediante
llaveros publicitarios -no comprados, sino obsequiados como el consumo, la división real e::itásiempre suspendida hasta una
un suplemento que acompaña al objeto prestigioso vendido, o próxima no-realización en lo consumible. Cada producto indi-
que se intercambian en su propia esfera- podemos reconocer vidual representa la esperanza de un veloz atajo para acceder
la manifestación de un modo rrústico de abandonarse a la tras- por fin a la tierra prometida del consumo total y, al mismo tiem-
cendencia de la mercanda. El coleccionista de llaveros que se po, se presenta como la singularidad decisiva. Pero 1 como su-
fabrican para ser coleccionados acumula las indulgencias de la cedió con la difusión instantánea de la moda de los nombres
mercancía,, un signo glorioso de su presencia real entre los fie- aristocráticos (que han terminado por llevar casi todos los in-
les. Gradas a estos fetiches, el hombre reificado exhibe la prue- dividuos de la misma edad), el objeto del cual se espera una
ba de su intimidad con la mercancía. Como en los arrebatos de potencia singular no llega a proponerse como objeto de ado-
los posesos, o de quienes eran sanados milagrosamente por el ración para las masas sino a condición de ser producido en un
viejo fetichismo religioso, el fetichismo de la mercancía tam- número de ejemplares lo suficientemente elevado como para
bién alcanza momentos de excitación fervorosa. Pero, incluso poder ser objeto de consumo masivo. El carácter prestigioso
en esos momentos, el único goce que se expresa es el goce de este producto cualquiera procede del hecho de haberse
elemental de la sumisión. situado, por un instante, en el centro de la vida social, como si
fuese la revelación del misterio de la finalidad de la produc-
ción. El objeto que fue espectacularmente prestigioso se torna
68. vulgar en cuanto entra en casa de un consumidor, porque en
ese mismo momento entra en las casas de todos los demás con-
Ciertamente, sería un error contraponer a esta seudonecesi- sumidores. Revela entonces (cuando ya es demasiado tarde) su
dad impuesta por el consumo moderno una necesidad o un pobreza esencial, que procede de las miserables condiciones
deseo auténticos, que no fueran ellos mismos producto de la de su producción. Y para entonces ya ha aparecido otro obje-
sociedad y de su historia. Sin embargo, la abundancia mer- to que se ha convertido en justificación del sistema y que exi-
cantil supone una ruptura absoluta con el crecimiento orgáni- ge ser reconocido.
co de los bienes sociales. Su acumulación mecánica pone en
marcha lo artificial ilimitado, ante lo cual el deseo vital que-
da desarmado. La potencia acumulativa de lo artificial ilimita-
70 71
70. de producción capitalista. Lo que obliga a los trabajadores a
participar en la edificación del mundo es lo mismo que les se-
El carácter de impostura de una satisfacción se autodenun- para de él. Aquello que relaciona a los hombres, liberándoles
cia mediante su relevo por otra nueva, de acuerdo con el in- de sus limitaciones locales o nacionales, es lo mismo que les
cesante cambio de los productos y de las condiciones genera- aleja a unos de otros. Lo mismo que obliga a profundizar en la
les de producción. Aquello que impúdicamente afirmaba su racionalidad alimenta la irracionalidad de la explotación jerar-
excelencia definitiva es sustituido, tanto en el espectáculo con- quizada y de la represión. Y aquello mismo que constituye la
centrado como en el difuso, de modo que lo único continua- potencia abstracta de la sociedad constituye su no-libertad con-
mente permanente es el sistema: los mismos que impusieron creta.
a Stalin se dedican después a denunciarle, como se hace con
las mercancías pasadas de moda. Cada nueva mentira de la
publicidad es asimismo un desengaño con respecto a la men-
tira anterior. La caída de una figura del poder totalitario revela
lo ilusorio de la comunidad que hasta entonces la aprobaba
unánimemente, y que no era sino un agregado de soledades
desilusionadas.
71.
72.
73.
74.
76 77
miento práctico; y la práctica del proletariado como clase re- 80.
volucionaria no puede ser sino la conciencia histórica que ac-
túa sobre la totalidad de su mundo. Todas las corrientes teóri- La inversión efectuada por Marx para salvar el pensamiento
cas del pensamiento obrero revolucionario proceden del de las revoluciones burguesas mediante su "transposición" no
enfrentamiento crítico con el pensamiento hegeliano, tanto en consistió en la mera sustitución del recorrido del Espíritu hege-
el caso de Marx como en los de Stimer o Bakunin. liano -cuya objetivación se identificaba con la alienación-, que
caminaba hacia sí mismo en el tiempo sin que las heridas his-
tóricas le dejasen cicatrices, por las fuerzas productivas. Cuan-
79. do la historia se torna real, ya no tiene fin. Marx destruye la po-
sición separada de Hegel frente al conocimiento, así como la
Si la teoria de Marx es inseparable del método hegeliano, ello contemplación de un agente supremo y exterior, sea quien fue-
se debe a que el propio método hegeliano es inseparable del re, La teoría ya no conocerá más que aquello que ella misma
carácter revolucionario de la teoría, es decir, de su verdad. Es- hace. Por el contrarío, la contemplación del movimiento de la
ta relación esencial ha sido generalmente ignorada o mal com- econorrúa, en el pensamiento que domina la sociedad actual,
prendida, incluso denunciada como la debilidad de aquello en es la herencia no invertida del aspecto no dialéctico de la ten-
lo que acabó falazmente convirtiéndose, en una doctrina mar- tativa hegeliana de conseguir un sistema circular; es una afir-
xista. Bernsteín, 2 en su obra Socialismo teórico y socialdemo- mación que ha perdido la dimensión del concepto y que no ne-
cracia práctica, revela perfectamente este vínculo entre el mé- cesita ya de ningún hegelianismo para justificarse, puesto que
todo dialéctico y el compromiso con la historia, cuando deplora el movimiento que intenta describir no es más que un área sin
las poco científicas previsiones del Manifiesto de 1847 sobre la pensamiento del mundo> cuyo desarrollo mecánico domina efec-
inminencia de la revolución proletaria en Alemania: "Este tipo tivamente la totalidad. El proyecto de Marx es el proyecto de
de auto-sugestión histórica, tan errónea que podríamos atri- una historia consciente. El ciego desarrollo cuantitativo alcan-
buírsela al primer visionario político advenedizo, sería incom- zado por las fuerzas productivas en lo meramente económico
prensible en Marx, que a estas alturas ya había estudiado se- debe transformarse en apropiación cualitativa histórica. La crí-
riamente Economía, si no fuera porque en ella se traslucen los tica de la economía política es el primer acto de este final de la
restos de la dialéctica hegeliana de la antítesis, de la cual Marx, prehistoria: "De todos los instrumentos de producción, la pro-
como le sucedió a Engels, nunca pudo desprenderse por com- pia clase revolucionaría es la mayor potencia productiva".
pleto. En aquellos momentos de generalizada efervescencia,
esto fue para él una fatalidad".
81.
2
Eduard Bernstein (1850-1932), ideólogo de la socialdemocracia alemana
editó en el exilio (Zurich y Londres) el boletín Sozíaldemokrat, antes de re~ Lo que vincula estrechamente la teoría de Marx con el pen-
gresar a Alemania como diputado del Reichstag en 1901. samiento científico es la comprensión racional de las fuerzas
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