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también es real.
El desarrollo exponencial de las tecnologías de la información ha propiciado la
proliferación de conductas que afectan directamente a las y los usuarios de las
mismas, aunque en mayor proporción a las mujeres, representando incluso
nuevas amenazas, derivadas de la violencia con la que la información se difunde
en este entorno; la posibilidad de acceder a la información gracias a los motores
de búsqueda; la viralidad y la falta de olvido de esta información disponible en la
red, representa dificultades adicional para su eliminación.
Es por esta razón que recientemente se ha avanzado en el desarrollo conceptual
de un nuevo tipo de violencia, conocido como VIOLENCIA DIGITAL, la cual es
menester definir a continuación:
“La violencia digital es toda acción dolosa realizada mediante el uso de
tecnologías de la información y la comunicación, por la que se exponga,
distribuya, difunda, exhiba, transmite; comercialice, oferte, intercambie o comparta
imágenes, audios, o videos reales o simulados de contenido intimo sexual de una
persona sin su consentimiento, sin su aprobación o sin su autorización y que le
cause daño psicológico, emocional, en cualquier ámbito de su vida privada o en su
imagen propia. Así como aquellos actos dolosos que causen daño a la intimidad,
privacidad y/o dignidad de las mujeres, que se cometan por medio de las
tecnologías de la información y de la comunicación”.
Este tipo de violencia causa daños a la dignidad, la integridad y/o seguridad y,
tiene impacto en los cuerpos y las vidas de las personas; se comete a través de
los medios digitales, correo electrónico, redes sociales o aplicaciones de
mensajería.
Como consecuencia de la violencia en línea, las mujeres y las niñas sufren graves
daños psicológicos, físicos, sexuales, emocionales, económicos, laborales,
familiares y sociales.
Las manifestaciones y las repercusiones de esta violencia pueden ser muy
variadas dependiendo de la forma que tome; por ejemplo, sentimientos de
depresión, ansiedad, estrés, miedo o ataques de pánico en casos de
ciberhostigamiento, intentos de suicidio por parte de mujeres afectadas por la
distribución no consensuada de imágenes sexuales, daños físicos contra las
víctimas de doxxing, o perjuicios económicos ante la pérdida del empleo como
consecuencia de actos en línea que desprestigian.
Asimismo, esta violencia tiene un efecto silenciador, puesto que es una amenaza
directa a la libertad de expresión de las mujeres y afecta su acceso y participación
en línea como ciudadanas digitales activas, lo cual crea un déficit democrático al
impedir que las voces de las mujeres se escuchen libremente en los debates
digitales.
Tampoco debemos olvidar que esta violencia contribuye a la perpetuación de
estereotipos de género nocivos y a la reproducción de la violencia sistémica en el
nuevo mundo online-offline, al propiciar el desarrollo de tecnologías con sesgos de
género.
El Internet de las Cosas (Internet of Things o IoT por sus siglas en inglés) se
refiere a la red de dispositivos inteligentes conectados a internet que pueden
compartir datos entre sí.
El IoT va más allá de la conectividad entre computadoras, teléfonos celulares y
tabletas, e incluye dispositivos como televisiones, relojes, frigoríficos, sistemas de
calefacción, cámaras o cerraduras inteligentes.
Se dice que estos dispositivos son “inteligentes” porque pueden recolectar y
analizar datos, comunicarse entre ellos y ejecutar acciones sin intervención
humana directa.
Por ejemplo, por medio del IoT se puede controlar el sistema de seguridad de una
casa desde una aplicación instalada en el teléfono celular, mediante comandos de
voz dirigidos a asistentes virtuales, o se pueden activar o desactivar remotamente
cámaras o sistemas de iluminación.
El Internet de las Cosas (IoT) y la violencia doméstica Bajo la lupa: El IoT tiene
muchos beneficios al facilitar cuestiones prácticas de la vida cotidiana, pero puede
conllevar potenciales riesgos para la privacidad y la seguridad porque los
dispositivos asumen que todas las personas usuarias confían entre sí.
Por ejemplo, en el caso de violencia doméstica, un agresor puede utilizar el IoT
para monitorear a una víctima o impedirle abrir las cerraduras de su casa, o un
hacker puede controlar de forma remota una cámara de seguridad para grabar sin
consentimiento imágenes o videos íntimos directamente en el hogar de una
víctima.
Nadie está exento de la ciberviolencia y ante los desafíos que las nuevas
tecnologías conllevan, se han realizado diversas reformas para identificar y
sancionar las distintas formas de violencia digital.
Cómo surge la llamada ‘Ley Olimpia’
La Ley Olimpia es un conjunto de reformas legislativas dirigidas a reconocer
la ciberviolencia y sancionar los delitos que violen la intimidad sexual de las
personas a través de medios digitales.
Estas reformas adquirieron su nombre debido a que fue impulsada por Olimpia
Coral Melo, quien en su juventud sufrió de violencia digital por su expareja
afectiva, el cual difundió un video de contenido sexual íntimo sin su previo
consentimiento, por lo que inició una lucha de siete años para crear y promover
una ley que penalizara estas acciones.
Estas conductas se sancionarán con una pena de tres a seis años de prisión y una
multa de 500 a mil unidades de medida y actualización (UMA), equivalente a un
monto de entre 44 mil 810 pesos y 89 mil 620 pesos.
Reconocer la violencia digital es el primer paso para combatirla.
https://merida.anahuac.mx/noticias/conoce-la-ley-olimpia
¿Quién la propuso?
La iniciativa para reformar el Código Penal federal fue una propuesta de la
diputada Yolanda de la Torre, del grupo parlamentario del Partido Revolucionario
Institucional (PRI).
Sin embargo, la "Ley Ingrid" fue aprobada primero en el Congreso de la Ciudad de
México. En febrero de 2021, esa legislatura avaló modificar el Artículo 293 Quater
del Código Penal local para sancionar a ciudadanos y servidores públicos que
usen imágenes de las víctimas de forma indebida.
Las penas que impone la ley a nivel local son de dos a seis años de prisión y una
multa de 500 a 1,000 UMAS. Si el delito es cometido por un servidor público o
integrante de alguna una institución policial, las penas incrementarán una mitad
más.
Origen de la "Ley Ingrid"
La decisión del Congreso capitalino y de la Cámara de Diputados de crear la "Ley
Ingrid" se da antes de la propia resolución del feminicidio de Ingrid Escamilla, cuyo
crimen y posterior revictimización motivaron estas iniciativas.
La noche del 8 de febrero de 2020, Ingrid Escamilla, de 25 años, fue asesinada
por su pareja Érick Francisco 'N', de 46 años, en un departamento ubicado en la
colonia Vallejo, en la alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México.
El feminicidio salió a la luz luego de que dos agentes de la Fiscalía que acudieron
al levantamiento del cadáver, capturaron y difundieron imágenes de cómo el
feminicida descuartizó y desolló a la joven al interior de su propio departamento.
Las fotografías de su cuerpo, así como las primeras declaraciones de Francisco
'N', fueron filtradas por la policía capitalina y publicadas en la portada de varios
medios de comunicación con corte amarillista, como Metro, de Grupo Reforma; La
Prensa; y El Gráfico, de El Universal.
En redes sociales, los usuarios y organizaciones feministas condenaron la
filtración y publicación de las imágenes del feminicidio, lo cual también provocó
protestas en las calles.
Hoy, a más de dos años de los hechos, la investigación sigue estancada:
Francisco 'N' no ha recibido sentencia aun cuando confesó el crimen, y de las
autoridades que filtraron las imágenes no se sabe nada.
https://politica.expansion.mx/mexico/2022/03/25/ley-ingrid-que-es-historia